Trabajo Final

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Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey Programa de Desarrollo de Habilidades Tutoriales La calidad y la ética en los programas educativos en línea Valeria Becerra Jaimez A01321054 Alida Pardo Maklakiewicz A01322232 Grupo Sabatino – sección 2 Lic. José Luis Henríquez Rodríguez del Riego

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Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey

Programa de Desarrollo de Habilidades Tutoriales

La calidad y la ética en los programas educativos en línea

Valeria Becerra Jaimez

A01321054

Alida Pardo Maklakiewicz

A01322232

Grupo Sabatino – sección 2

Lic. José Luis Henríquez Rodríguez del Riego

15 de julio de 2012

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Introducción

Los programas educativos en línea representan una herramienta de vanguardia y

un desafío para el desarrollo de la sociedad actual. La innovación, la “calidad” y el

refuerzo del aprendizaje independiente parecen ser calificativos siempre ligados a

estos modelos. Sin embargo, no siempre se presentarán de forma óptima y en

ocasiones, ni siquiera aceptables. Entonces, ¿cuáles son los retos que enfrentan

los protagonistas de la educación en línea para concluir estos procesos con éxito?

Consideremos que en torno a una educación “de calidad” generalmente se

asocian infraestructuras, materiales y recursos tecnológicos de última generación.

Es evidente que estos elementos son importantes, pero insuficientes para

concretar una buena calidad educativa. Y tomando en cuenta que en la educación

en línea presenta el desafío adicional de ser no presencial, el asunto puede

tornarse complicado.

Por otra parte, la ética no suele ser tomada en serio dentro del entorno educativo.

A ojos de los estudiantes, no pasa de ser una asignatura de “relleno”, sin relación

con la vida cotidiana. Entre los docentes, dependiendo de su preparación y

valores, puede o no ser un asunto de gran relevancia. Y, como se verá, la ética es

una base fundamental dentro de la educación, dadas las repercusiones que ésta

tiene.

El presente ensayo reúne la investigación y reflexión de nuestro equipo en torno a

la calidad y la ética dentro de la educación en línea. Se abordaran algunas

definiciones elementales, así como los factores necesarios por parte de docentes,

estudiantes y el entorno institucional para concretar las condiciones que propician

una buena calidad y un adecuado desempeño ético.

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Calidad

¿Qué es calidad de la educación en línea?

La educación, pilar de nuestra sociedad y del desarrollo en que ha de encauzarse,

es un proceso constante que requiere de la mejor calidad posible para garantizar

excelentes resultados. Pero, ¿cómo delimitar la “calidad”?

Si seguimos al diccionario de la RAE, nos encontramos con que calidad es el

conjunto de propiedades inherentes que permiten otorgar un valor a algo. Esta

definición es amplia, pero insuficiente, porque tendríamos que considerar cuales

son los elementos de la educación en línea, los que difieren de la enseñanza

tradicional o presencial y – sumamente importante – la perspectiva que

abordemos: ¿será lo mismo “calidad” para un docente que para un estudiante,

considerando que su vivencia en el mismo proceso educativo es diferente?

De acuerdo a varios autores (Correa, 2004; Moreno, 2006), entendemos calidad

como la relación entre expectativas del servicio educativo y la percepción que se

tiene del mismo, una vez que se ha recibido. Y de aquí parte la premisa

fundamental de la calidad en la educación: dependerá de quien la recibe, no de

quien la facilita. Esto podría sonar un tanto contradictorio, puesto que se

“relegaría” a los docentes en segundo plano, pero consideremos que todo

docente, capacitador y/o facilitador del aprendizaje también está en los zapatos

del estudiante, puesto que ha estado o sigue en formación continua, además del

constante aprendizaje producto de la interacción con sus alumnos.

Ahora bien, para evaluar la calidad en la educación tenemos que basarnos, de

acuerdo a lo anterior, en el cumplimiento de expectativas. Asimismo, al cumplir

estas expectativas, se obtiene una mejor calidad de vida siguiendo las líneas de

acción a las que obedece la educación en línea: innovar, mejorar, atender la

diversidad, ampliar la cobertura y propiciar la creatividad (Moreno, 2006).

Sin embargo, en un marco institucional, Lipman (citada en Litwin, 2005) nos indica

que la calidad educativa está orientada a la eficacia y eficiencia en términos

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económicos, por lo que la institución o el Estado que promueva la educación

requiere de construir estándares basados en evaluaciones y de este modo,

programar su presupuesto de mejor modo. Pero no podemos reducir la educación

a una cuestión materialista, ya que si nos centráramos en términos netamente

económicos, un factor intrapersonal – como la motivación del estudiante – no es

importante si no redunda en una ineficiencia. Mientras haya resultados, la

motivación pierde importancia y, de este modo, las expectativas del estudiante, así

como sus proyecciones hacia una mejor calidad de vida quedan reducidas

parcialmente. De ahí la importancia de no perder de vista que la educación es un

servicio que debe cumplir con la meta de crear un entorno educativo de alta

calidad.

Por ende, se debe guardar un equilibrio en lo que consideramos “calidad

educativa”. Si nos basamos por completo en la satisfacción del educando

cometemos un error, porque al expresar satisfacciones e insatisfacciones es muy

difícil ser objetivos y, por otra parte, si nos centramos en modelos de calidad

empresarial, estamos trasladando contenidos con objetivos muy diferentes a los

que alcanza el modelo educativo (Barbera, 2001).

Factores a considerar dentro de la calidad educativa en línea

Hay numerosos factores a considerar dentro de la calidad educativa, desde los

que envuelven al alumno, al docente y al medio que los rodea. Por ende, estos

pueden someterse a diversas enumeraciones y clasificaciones.

Por ejemplo, Correa (2004) establece 7 variables o “indicadores” de la calidad:

“Apoyo institucional”, que comprende las herramientas e incentivos que da la

institución educativa; “Desarrollo del curso”, en donde se enmarcan el diseño del

mismo, estilos de aprendizaje, e instrumentos de evaluación; “Proceso enseñanza-

aprendizaje”, alusivo a feedback e interacción entre los componentes del modelo

educativo; “Estructura del curso”, que comprende esquemas de entrega y métodos

de investigación válidos; “Apoyo al estudiante”; “Apoyo al profesorado” y

finalmente “Evaluación y valoración”.

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Esta clasificación es bastante minuciosa, pero se pierde en detalles y en su rigidez

impide una visión holística de los factores que enumera. Por ejemplo, los recursos

de investigación a disposición del estudiante pueden incluirse en las categorías del

apoyo institucional (porque los provee), apoyo al estudiante (por ser herramienta

básica), así como en desarrollo y estructura del curso. Puede resultar útil para

categorizar, pero en la vida real no es del todo aplicable: se debe considerar la

totalidad.

Otra muestra de aspectos necesarios para hablar de buena calidad educativa la

ofrece Moreno (2006), con una lista de 11 puntos a considerar:

1. Que [los programas de educación en línea] respondan a necesidades

reales de formación, con base en diagnósticos confiables y demandas

concretas y situadas.

2. El origen significativo y consensuado de los proyectos, sea de las

jerarquías, el personal académico, los empleadores, la comunidad o los

mismos destinatarios.

3. La pertinencia de los programas y sus contenidos.

4. La calidad del personal tanto académico como administrativo y directivo que

apoye los programas.

5. Los medios y materiales de estudio.

6. Los acervos en sus diferentes formatos impresos y electrónicos.

7. Que los programas respondan a las expectativas por las que fueron

desarrollados.

8. El apoyo político, académico y administrativo con que cuente.

9. Su impacto social.

10.La pertinencia en la aplicación de la modalidad.

11.El liderazgo que lo impulsa y orienta.

Esta lista, bastante concreta, es mucho más completa en su simplicidad, ya que

permite englobar múltiples factores. Como podemos ver, contempla las

necesidades y expectativas del estudiante, de la institución educativa, del docente

y de la sociedad, puesto que, al contribuir con la mejoría de la calidad de vida, los

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efectos no se limitan a una escala individual, sino que se contribuye en un entorno

más amplio.

Ahora bien, para desentrañar al estudiante y al docente que cubren estas

expectativas de calidad, tenemos que revisar qué espera y qué necesita cada uno

de ellos.

Dufoyer nos da una base fundamental sobre los estudiantes que acceden a la

educación a distancia: en casi la totalidad, no son niños, sino personas adultas

(1999). Es lógico, puesto que el estado de desarrollo cognitivo y moral en la

infancia representa una dificultad al momento de integrarse en la educación en

línea y, a su vez, este modelo está orientado al aprendizaje autodirigido y a una

autorregulación de los alumnos, situaciones difíciles de enfrentar para un infante.

Por ende, al enfocarnos en las personas adultas, debemos recordar que su

aprendizaje está orientado a las necesidades que debe satisfacer. No se dedicará

al conocimiento que no le resulte útil o interesante, por lo menos. De ahí que

necesite saber qué, cómo transcurrirá y para qué le servirá el aprendizaje

(Knowles, 2006). Sin respuesta a esas tres interrogantes, el estudiante

simplemente no entrará al curso con la disposición necesaria.

Respecto a esta disposición de aprender, es de suponerse que no todos los

estudiantes ingresarán con el mismo grado de disposición. Algunos necesitarán de

motivación dentro del ambiente del grupo y por parte del tutor, otros que estén con

mayor entusiasmo, no requerirán tanto de ese estímulo. A partir de esto, es

importante encontrar los detonantes que motiven al alumno poco interesado para

que pueda integrarse a las actividades de forma satisfactoria para él mismo y para

el sistema educativo que lo asesora.

Sin embargo, es pertinente recordar que el docente o facilitador también es pieza

angular de este proceso. Retomando a Pain: “La competencia necesaria al

profesional de la educación ya no es sólo exponer como docente, sino

principalmente escuchar la demanda para elaborar una respuesta” (citado en

Huberman, 1999). Es decir, un buen docente debe conocer las necesidades de

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sus asesorados para delimitar su método y marco de acción. Esto es sumamente

importante en la educación en línea, puesto que el proceso de retroalimentación

es asincrónico: cualquier error en esta se corrige demasiado tarde y si el docente

no comprendía la necesidad del estudiante, la retroalimentación no llega a ser

efectiva.

Además, un punto crucial sobre el desempeño docente es la interacción con los

estudiantes por medio de foros, correo o chat, puesto que son los únicos canales

de comunicación con los que se cuentan. Litwin (2005) hace una serie de

recomendaciones al respecto, haciendo hincapié en que deben caracterizarse por

el respeto a los demás, a resaltar aspectos positivos y presentar los negativos

como áreas de oportunidad. Asimismo, se recomienda tener presente que, a pesar

de ser vías de comunicación caracterizadas por ser “breves”, toda

retroalimentación debe ser completa y no centrarse en la búsqueda de la “única”

respuesta correcta, sino fomentar la reflexión independiente del alumno.

Ética en la educación a distancia

Uno de  los objetivos de la educación a distancia es superar los límites temporales

y espaciales que tenga el estudiante, para que de esta manera pueda seguir con

sus estudios. Por diversas razones, hay alumnos que deben abandonar sus

estudios y después pierden el seguimiento, por lo que no logran conseguir su

diploma. 

Para poder ayudar a educar a las personas se crea la educación en línea, los

tutores deben saber que es muy diferente el trato a distancia que personal. En la

mayoría de los casos los alumnos son adultos quienes no siempre tienen el

tiempo, ni los recursos para estudiar de manera presencial. También se debe de

entender que ellos han tenido muchas experiencias, probablemente más y más

fuertes que la de los tutores. Se debe tener cuidado al hablar sobre ciertos temas,

como la religión y la política, ya que estos pueden ser causantes de malos

entendidos o discusiones. 

No se debe juzgar a los alumnos, evitar las críticas es muy importante para que el

alumno siga motivado al estudio.

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La ética profesional es uno de los puntos clave para que se logre un buen trato del

tutor al alumno. A la ética se la puede definir como la conducta socialmente

aceptada, lo correcto y lo incorrecto. De acuerdo al Diccionario de la Real

Academia Española, "la ética es parte de la filosofía que trata de la moral y de las

obligaciones del hombre"; "el conjunto de normas morales que rigen la conducta

humana". Como tutores se debe de tener la responsabilidad de seguir un

comportamiento ético y alentarlo en los alumnos también. La ética involucra el

respeto mutuo que se debe de dar con todas las relaciones interpersonales.

Al ser educación a distancia, los tutores se pueden encontrar con diferentes

pautas morales que podrían entrar en conflicto con el alumno. La moral es algo

cultural, depende de un círculo social y no se le puede calificar de si es bueno o

malo. La ética se dedica al estudio de estas morales, la ética es la que decide si

algo es bueno o malo. Es por esto que los tutores deben abstenerse de hacer

cualquier juicio moral para no caer en una riña con el alumno. Cada mala

discusión podrá provocar que el alumno deje de estudiar,  y ya no quiera volver a

reanudar sus estudios a futuro. 

La ética es una base para la socialización, puesto que en la ética se pueden

encontrar todos los valores universalmente aceptados, necesarios para una

convivencia libre de conflictos. Cada maestro debe comprender que al tener varios

alumnos de varios lugares, se encontrará con diversas morales que podría chocar

con las suyas.

El tutor debe de estar consciente de que su trabajo es lograr el desarrollo

educativo en sus alumnos, para que así ellos puedan realizar sus metas tanto

profesionales como personales. La conducta socialmente aceptada debe estar

presente para un buen funcionamiento de la praxis educativa. Es responsabilidad

del docente, transmitir todo el conocimiento educativo así como el social. De esta

manera se facilitará enormemente el intercambio comunicativo. 

Consideremos que en el entorno académico, muchos se pueden sentir ofendidos

por las opiniones de otros, es importante saber exactamente qué es lo que se

quiere decir y cómo decirlo. El alumno no necesariamente sabe esto, y no cuidará

tanto su palabra, por lo que el tutor debe ser tolerante y paciente, debe mirar de

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manera objetiva cada opinión de sus alumnos y procurar hacerle entender de

manera cortés que no tocará temas de esa índole. 

Para posicionarnos ante los nuevos desafíos de la educación en línea, se ha

recurrido a los aportes provenientes del campo de la Ética, ya que esta disciplina

ha estudiado el proceder humano desde sus orígenes.

Al referirnos a la ética como estudio del proceder humano, debemos tener muy

claro que no es solamente la acción en un marco individual, sino social también.

Aristóteles distinguía tres niveles en el obrar y correspondientemente en el estudio

del mismo, que constituyen lo que llama “filosofía práctica”; el obrar del individuo,

el obrar de la familia y el obrar  de la sociedad (Basanta, sin fecha). De ahí que en

la actualidad se prefiere el término “filosofía política” para el obrar social,

reservándose el término “ética” o bien para el obrar individual.

Por otro lado, recordemos que la Educación constituye un problema complejo

puesto que comprende todas las esferas de la vida de un individuo, así como sus

repercusiones a escala social. Por ende, el proceso educativo que atraviese un

individuo debe ser guiado invariablemente con las bases que la ética proporciona.

El docente no está abandonado a su suerte en el ejercicio ético de su profesión,

puesto que existe un Código ético del docente. En él, se enumeran diversos

“deberes”: con la profesión, el estudiante, los colegas, la comunidad… Una serie

de normas a seguir con las que el profesor no entraría en conflictos si se apega a

ellas. Naturalmente, dentro de este código ético se incluye un respeto a los

programas que imparte, con el propósito de orientar la enseñanza a lo que resulta

necesario y no a lo que el docente considere mejor desde su perspectiva, puesto

que cae en la subjetividad.

Sin embargo, también se defiende entre los docentes la libertad de cátedra.

¿Hasta qué punto se interponen el código ético y este derecho de los docentes?

Según Begoña Román:

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No es extraño, dada la falta de crítica y foro de discusión sobre el tema,

que pudiera darse el caso de que el profesor universitario confundiera

calidad docente con lo que a él le gustara enseñar. La preparación de

la audiencia para la acogida de la enseñanza es conditio sine qua non

de la calidad docente. Si este fuera el caso, que la corrección de la

docencia se identifique con la autocomplacencia del docente, se

situaría en un nivel de conciencia preconvencional (placer=correcto)

que merece una descalificación ética pues, si bien forma parte del buen

hacer realizarlo con placer, como ya advirtiera Aristóteles, no basta

hacerlo por placer (sin fecha).

Como puede verse, la calidad y la ética van estrechamente ligadas. No podemos

hablar de la calidad en el entorno educativo cuando existen faltas a la ética más

elemental. Asimismo, se requiere que el docente tenga plena madurez y

conciencia moral a un nivel convencional por lo menos, para que pueda

desempeñar su labor de forma óptima y de esta manera ser una guía y facilitar el

aprendizaje en todos los entornos posibles. Así, contribuye consigo mismo, con

sus estudiantes y con la comunidad

Conclusiones

Como pudo verse, la calidad y la ética son factores de peso que determinan la

efectividad en todo proceso educativo, presencial o en línea. En este último

modelo, es vital para su funcionamiento, dadas las particularidades con las que

cuenta el aprendizaje en línea, puesto que se deben establecer bases sólidas de

confianza, responsabilidad y compromiso de todas las partes que intervienen.

Finalmente, recordemos que hablar de buena calidad y de ética no tiene por qué

limitarse al entorno educativo “formal”: estamos en continuo aprendizaje y tarde o

temprano todos somos alumnos y maestros de alguien más. No podemos

desligarnos de un comportamiento ético para obtener resultados de excelente

calidad en todas las áreas en las que nos desempeñemos.

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ReferenciasBarbera, E. (2001). La incógnita de la educación a distancia. Barcelona: Horsori.

Correa, J. M. (24 de julio de 2004). ¿Calidad educativa on-line? Análisis de la calidad de la educación universitaria basada en internet. Recuperado el 11 de julio de 2012, de Redalyc: http://www.udgvirtual.udg.mx/apertura/num6/pdfs/calidad_educacion_virtuales.pdf

Dufoyer, J.-P. (1999). Informática, educación y psicología del niño. Barcelona: Herder.

Huberman, S. (1999). Cómo se forman los capacitadores. Buenos Aires: Paidós.

Knowles, M. (2006). Andragogía: el aprendizaje de los adulto. México: AlfaOmega.

Litwin, E. (2005). Tecnologías educativas en tiempos de internet. Buenos Aires: Amorrortu editores.

Moreno Castañeda, M. (1 de diciembre de 2006). La calidad de la educación a distancia en los ambientes virtuales. Recuperado el 9 de julio de 2012, de UDGVirtual: http://www.udgvirtual.udg.mx/apertura/num6/pdfs/calidad_educacion_virtuales.pdf

Basanta, E.; Galardo, O. (sin fecha). La participación de la ética en la educación a distancia. Recuperado el 14 de julio de 2012, de Sociedad Mexicana de Computación en la Educación: http://www.somece.org.mx/virtual2004/ponencias/formacion/basantagalardoelisa.rtf

Román, B. (Sin fecha). Apuntes para una ética del profesor universitario. Recuperado el 14 de julio de 2012, de Cátedra Ethos-Universitat Ramon Lull: http://ethos.url.edu/attachments/Apuntes%20para%20una%20etica%20del%20profesor%20universitario.pdf