Trabajo Teología Para Miércoles 27

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TRABAJO DE TEOLOGA DOGMTICA

PROFESOR: Padre Daniel Sebastian

INTEGRANTES: Dallazuana, Agustn Fabre, Germn Landa Merlino, Sofa Lara, Carolina Navas, Ma. Lourdes

PUNTO 3: MORALIDAD DE LAS PASIONES1763 El trmino pasiones pertenece al patrimonio del pensamiento cristiano. Los sentimientos o pasiones designan las emociones o impulsos de la sensibilidad que inclinan a obrar o a no obrar en razn de lo que es sentido o imaginado como bueno o como malo.1764 Las pasiones son componentes naturales del psiquismo humano, constituyen el lugar de paso y aseguran el vnculo entre la vida sensible y la vida del espritu. Nuestro Seor seala al corazn del hombre como la fuente de donde brota el movimiento de las pasiones (cf Mc 7, 21).1765 Las pasiones son numerosas. La ms fundamental es el amor que la atraccin del bien despierta. El amor causa el deseo del bien ausente y la esperanza de obtenerlo. Este movimiento culmina en el placer y el gozo del bien posedo. La aprehensin del mal causa el odio, la aversin y el temor ante el mal que puede sobrevenir. Este movimiento culmina en la tristeza a causa del mal presente o en la ira que se opone a l.1766 Amar es desear el bien a alguien (Santo Toms de Aquino, Summa theologiae, 1-2, q. 26, a. 4, c). Los dems afectos tienen su fuerza en este movimiento original del corazn del hombre hacia el bien. Slo el bien es amado (cf. San Agustn, De Trinitate, 8, 3, 4). Las pasiones son malas si el amor es malo, buenas si es bueno (San Agustn, De civitate Dei, 14, 7).EXPLICACIN:Junto a la inteligencia y la voluntad, en el comportamiento humano participan, el apetito sensitivo con sus tendencias y sentimientos, lo que se llama pasiones.El hombre no acta solo con inteligencia y voluntad, sino que se mueve con el concurso de su afectividad sensible: deseos, reacciones emocionales; entusiasmo, alegra, tristeza,.. De ah la necesidad de dedicarles un espacio en el estudio de la conducta moral, y no de verlos nicamente como posibles obstculos al ejercicio de la libertad humana (eso ocurre slo en el caso de una afectividad desordenada), pues en s mismas son una ayuda que Dios ha concebido al hombre, para facilitarle el buen ejercicio de su libertad, conforme a la condicin corpreo-espiritual que le es propia. Son componentes naturales del psiquismo humano, constituyen el lugar de paso y aseguran el vnculo entre la vida sensible y la vida del espritu. Las pasiones son numerosas, la ms fundamental de ellas es el AMOR, y por contraposicin, el ODIO.a)- Pasiones y voluntariedad.Las reacciones afectivas: pasiones, emociones, etc.La percepcin sensible de los objetos que nos rodean (o sus mismas tendencias instintivas) despierta en el apetito sensitivo una reaccin afectiva, de signo positivo o negativo, que predispone a la voluntad para querer o rechazar los varios bienes.Tradicionalmente, la tica y la moral han designado los movimientos de la afectividad sensible con el nombre de pasin. En este sentido, pasin es cualquier movimiento del apetito sensitivo hacia un bien conocido por los sentidos y apreciado como conveniente o disconveniente. Este concepto incluye tanto los movimientos de atraccin como los movimientos de repulsin (deseos, impulsos, rechazos, etc) como las reacciones emocionales que los integran: alegra, clera, nostalgia, etc; que a menudo se acompaan de cambios somticos: que van desde los cambios fisiolgicos (alteraciones en el ritmo cardaco, de la respiracin, etc) hasta los gestos y actitudes motoras. Son como la expresin corporal del afecto interno: la sonrisa de alegra, las lgrimas del dolor, etc. La pasin, sin embargo, consiste en la reaccin afectiva ntima, y NO en sus manifestaciones corporales. As, decimos que lloramos por que estamos tristes, pero no se est triste por que se llora.Cuando un tipo de reaccin pasional se tiende a estabilizar en la persona, hablamos de estados de nimo.Las pasiones y el estado de nimo no son en el hombre movimientos meramente instintivos, como en los animales. La vida espiritual influye, y da caractersticas propias a nuestra vida sensitiva, y viceversa. Sabemos que entre las potencias intelectivas y los apetitos sensibles hay relaciones muy estrechas, por que el sujeto es nico: la persona, que percibe y conoce, siente y ama. Una emocin puede captar la atencin del entendimiento o despertar un afecto intenso de la voluntad. A su vez, la actividad intelectiva y el querer voluntario pueden arrastrar consigo un fuerte movimiento pasional (en este caso, la pasin puede producirse sin un previo conocimiento sensible).Por todo esto, en la prctica, resulta difcil muchas veces distinguir entre los afectos espirituales y sensibles.Las pasiones, cuando despiertan al margen de la voluntad, pueden dar lugar a un acto externo limitada o incluso completamente involuntario, como ocurre con ciertos arrebatos emocionales, que llegan a privar del uso de la razn, en cuyo caso tales acciones estn desprovistas de valor moral. Sin embargo, de ordinario, la voluntad ejerce un control o dominio sobre las pasiones; dominio que los escolsticos denominaban poltico para significar que NO es absoluto, dado el carcter orgnico (corporal) de la afectividad sensible, que comporta (en la situacin del hombre cado) un lmite al dominio de la voluntad. Esta puede despertar una pasin directamente (al querer con intensidad una cosa, no es raro que el querer voluntario sea secundado por las tendencias sensibles) o indirectamente, por ejemplo, al provocar imgenes, recuerdos, etc. Tambin puede reprimirlas, desplazarlas, ordenarlas, etc. En cualquier caso (y eso es lo que ms nos importa, desde el punto de vista moral), la influencia de las pasiones en los actos libres depende del consentimiento de la voluntad.Por eso su moralidad viene valorada en relacin con el querer voluntario: en la medida en que la voluntad las ordena al bien moral del hombre o permite que le aparten de l.II. Pasiones y vida moral1767 En s mismas, las pasiones no son buenas ni malas. Slo reciben calificacin moral en la medida en que dependen de la razn y de la voluntad. Las pasiones se llaman voluntarias o porque estn ordenadas por la voluntad, o porque la voluntad no se opone a ellas (Santo Toms de Aquino, Summa theologiae, 1-2, q. 24, a. 1, c). Pertenece a la perfeccin del bien moral o humano el que las pasiones estn reguladas por la razn (Santo Toms de Aquino, Summa theologiae, 1-2, q. 24, a. 3, c).1768 Los sentimientos ms profundos no deciden ni la moralidad, ni la santidad de las personas; son el depsito inagotable de las imgenes y de las afecciones en que se expresa la vida moral. Las pasiones son moralmente buenas cuando contribuyen a una accin buena, y malas en el caso contrario. La voluntad recta ordena al bien y a la bienaventuranza los movimientos sensibles que asume; la voluntad mala sucumbe a las pasiones desordenadas y las exacerba. Las emociones y los sentimientos pueden ser asumidos en las virtudes, o pervertidos en los vicios.1769 En la vida cristiana, el Espritu Santo realiza su obra movilizando todo el ser incluidos sus dolores, temores y tristezas, como aparece en la agona y la pasin del Seor. Cuando se vive en Cristo, los sentimientos humanos pueden alcanzar su consumacin en la caridad y la bienaventuranza divina.1770 La perfeccin moral consiste en que el hombre no sea movido al bien slo por su voluntad, sino tambin por su apetito sensible segn estas palabras del salmo: Mi corazn y mi carne gritan de alegra hacia el Dios vivo (Sal 84,3).EXPLICACIN:En s mismas, las pasiones no son ni buenas ni malas, slo reciben una calificacin moral, en la medida en que dependen de la razn y de la voluntad.Las pasiones:PASIONES DEL CONCUPISCIBLE1)- AMOR.Se llama amor al primer movimiento de atraccin que el bien aprehendido provoca en el apetito, y que es la inclinacin actualizada del apetito al bien e incluye en s los sentimientos de simpata, estima, admiracin.Se trata de la primera y ms radical de las pasiones. Todo movimiento afectivo procede del amor a algo o a alguien. Si se teme perder la vida, es por que se ama; si entristece la prdida de un ser querido, es precisamente por que se le quiere; si se goza en compaa de un amigo, es por que se le ama.Hay un amor propio del apetito sensitivo y otro propio de la voluntad. El primero, amor sensible, tiene por objeto los bienes que se conocen a travs de los sentidos; el segundo se refiere especficamente a los bienes espirituales (Dios, la verdad, la amistad, el prjimo, etc) y a los dems por referencia a ellos.La causa del amor es el bien conocido que atrae el apetito. El amor es como la resonancia que el bien produce en el alma. Cuando es conveniente al hombre, conforme al plan divino, da lugar a un amor ordenado; sino ese amor resulta desordenado. Cuanto ms perfecto es el bien y mejor se lo conoce, tanto mayor amor tiende a despertar.El efecto del amor es la unin con lo amado. El amor mueve a desear y buscar la presencia de lo que se ama y a unirse con l. Por eso el amor de los bienes verdaderos perfecciona y el de los falsos bienes, envilece. De ah que el hombre se perfecciona y mejora en grado mximo por el amor de Dios o se daa y deteriora (tambin en grado mximo) por el amor al pecado.2)-ODIOEs la reaccin de rechazo que el mal, percibido como tal, provoca en el sujeto. El odio, es un movimiento de repulsa, que incluye los sentimientos de antipata, repugnancia, fastidio; su causa es siempre el amor o inclinacin positiva hacia algo, pues se presenta como disconveniente o daino lo que contara un bien deseado.Hay un odio ordenado y otro desordenado. El amor de los bienes verdaderos engendra el odio al mal verdadero, y en primer lugar, el odio al pecado. En cambio, el amor de los falsos bienes trae consigo la aversin al autntico bien. En este sentido se habla de odio como de una pasin mala, precisamente en cuanto est desordenada. Es malo odiar a otras personas, o a cualquier criatura, por que todas las cosas proceden de Dios y son buenas. Pero no es malo, sino laudable, odiar el desorden del pecado, el error, la ignorancia, etc.3)-GOZOEs la complacencia en el bien amado y ya posedo; como dice Santo Toms: El descanso del apetito en el bien. Al gozo pertenecen de algn modo la emocin creadora, el sentimiento de diversin, la gratitud. El gozo es el punto final de la accin por la que se ha conseguido poseer el bien conveniente. Gozo autntico lo dan los verdaderos bienes, pues slo en ellos descansa el apetito: los goces en bienes desordenados (males) son pasajeros y engaosos, detrs dejan el vaco.La alegra es el gozo que se engendra ante todo por los bienes espirituales, pero tambin por los bienes materiales. La verdadera alegra sigue a la posesin de los bienes verdaderos: los aparentes, dan slo un goce pasajero. La alegra es seal de que el alma est arraigada en los verdaderos bienes. La fuente mxima de alegra es Dios, que es el Sumo Bien.4)-TRISTEZA-DOLOR.El dolor, o la tristeza es la reaccin causada por la presencia del mal o privacin del bien conveniente.La tristeza es tanto mayor cuanto ms valioso sea el bien del que estamos privados. Por eso, el alejamiento de Dios por el pecado, genera la mayor y peor de las tristezas. De ella, como mal absoluto que es el pecado, se sale nicamente por la conversin del corazn, en virtud de la gracia que la misericordia del Seor ofrece siempre.La tristeza se combate de distinto modo segn su origen. Si se debe a la presencia de un dolor o mal fsico, a veces ser conveniente (o necesario) aceptarlo por un bien mayor; as se practica la mortificacin corporal para dominar la concupiscencia y para unirnos a la Cruz de Cristo.Puede proceder tambin de trastornos orgnicos o dificultades materiales, no es tampoco un mal absoluto y se supera vindola como una ocasin de purificacin y mrito, aceptndola como tal.El primer y ms importante remedio contra la tristeza es la Oracin.PASIONES DEL IRASCIBLE:1)-ESPERANZA Y DESEPERACINLa esperanza es un movimiento que provoca en el apetito el bien costoso pero posible. Se diferencia del deseo (que acompaa al amor de un bien lejano o ausente) en que aqu la reaccin pasional tiene en cuenta los obstculos y a la vez confa vencerlos. Si estima imposible alcanzarlo, se produce la desesperacin.La esperanza como pasin del apetito irascible se prosigue en el afecto de la voluntad, que tiene el mismo nombre; ambas son moderadas por la virtud adquirida de la esperanza. Por encima de sta, hay una esperanza sobrenatural que es virtud divinizante.Para saber si es ordenada la esperanza, hay que considerar dos cosas: si se dirige a verdaderos bienes, costosos de alcanzar, y la razn en que se apoya la confianza de conseguirlos.Dios, bondad y poder infinitos, es el fundamento ms radical de toda esperanza, y el propio de la esperanza sobrenatural. La esperanza humana es recta cuando, buscando bienes adecuados, se apoya en fuerzas humanas nobles y proporcionadas: ciencia, virtud, amistad, etc.Es causa de esperanza la grandeza del bien esperado y todo aquello que aumenta la capacidad de vencer las dificultades.As, la ciencia, las dotes intelectuales, las propias virtudes, son motivos para confiar en obtener una vida ordenada y feliz. Tambin los amigos, por la ayuda que pueden dar, y la experiencia, por que posibilita hacer cosas que antes se consideraban imposibles. Sin embargo, todos los poderes humanos son limitados y ninguno es capaz de dar esperanza plena a la persona. Slo la amistad con Dios asegura conseguir el fin ltimo de la vida y dispone de todo lo necesario para lograrlo.2)- TEMOREs la pasin que mueve a rehuir un mal amenazador que aparece difcilmente evitable. Como toda pasin, nace del amor a algo: se teme un peligro, en la medida en que amenaza a un bien amado. El movimiento del temor sensible se prosigue por el afecto de la voluntad, que lleva el mismo nombre. Ambos son moderados por la virtud de la fortaleza. El temor, en ocasiones engendra el estado de nimo que llamamos miedo.El temor es ordenado o desordenado segn nazca del amor a bienes verdaderos o falsos. El amor a Dios engendra el temor de perderle por el pecado y es una gran ayuda para practicar el bien. Por eso es bueno el temor al pecado y tambin a las penas eternas: El TEMOR DE DIOS es inicio de la sabidura.En cambio, el amor desordenado a los bienes sensibles hace a muchos hombres pusilnimes: el que se encuentra apegado a su comodidad, su bienestar, etc., est en constante aprensin por el temor de perderlos.EL SEOR QUISO DARNOS EJEMPLO DE CMO SE SUPERA EL TEMOR, MEDIANTE LA ORACIN Y LA CONFIANZA EN DIOS, an en los momentos en que nos sentimos ms dbilesTen valor, t que eres dbil y flojo, y no desesperes. Ests atemorizado y triste, abatido por el cansancio y el temor al tormento. Ten confianza. Yo he vencido al mundo, y a pesar de ello sufr mucho ms por el miedo y estaba cada vez ms horrorizado a medida que se acercaba el sufrimiento. Agrrate al borde de mi vestido y sentirs fluir de l un poder que no permitir a la sangre de tu corazn derramarse en vanos temores y angustias. No permitir que seas tentado ms all de tus fuerzas sino que te dar, la gracia necesaria para soportarla.3)-AUDACIAEs la pasin que lleva a acometer y superar los obstculos que se oponen a la consecucin del bien. De algn modo, la audacia prosigue el movimiento de la esperanza, pues quien confa conseguir algo costoso, pelea con vigor, no se desanima, no cesa en el esfuerzo por alcanzarlo. La audacia se opone a la fuerza paralizadora del temor; no es simple ausencia de temores sino capacidad para superarlos: es la pasin propia del empeo confiado por conseguir el bien.La audacia puede ser ordenada o desordenada. La audacia ordenada, dirigida por la virtud de la fortaleza, se mantiene y crece en la misma lucha.Hay una audacia aparente, que nace de la inexperiencia, la soberbia y la presuncin, y lleva a infravalorar los peligros: es la temeridad.4)-IRAEs el movimiento de repulsa del apetito ante los obstculos que impiden aqu y ahora, alcanzar el bien. Cuando algo impide satisfacer el apetito, tendemos a airarnos. As, enfada una ofensa, una injuria, las propias miserias y limitaciones, etc. Cuando el mal es causado voluntariamente por otro, la ira lleva a responder procurando corregirle o simplemente intentado causarle dao a l: concretamente, si la ira es recta, mueve el deseo de hacer rectificar, con fortaleza y si es necesario con sanciones adecuadas; cuando no es recta, induce al afn inmoderado de venganza.

PUNTO 5: LAS VIRTUDES1803 Todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso tenedlo en cuenta (Flp 4, 8).La virtud es una disposicin habitual y firme a hacer el bien. Permite a la persona no slo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de s misma. Con todas sus fuerzas sensibles y espirituales, la persona virtuosa tiende hacia el bien, lo busca y lo elige a travs de acciones concretas.El objetivo de una vida virtuosa consiste en llegar a ser semejante a Dios (San Gregorio de Nisa, De beatitudinibus, oratio 1).I. Las virtudes humanas1804 Las virtudes humanas son actitudes firmes, disposiciones estables, perfecciones habituales del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guan nuestra conducta segn la razn y la fe. Proporcionan facilidad, dominio y gozo para llevar una vida moralmente buena. El hombre virtuoso es el que practica libremente el bien.Las virtudes morales se adquieren mediante las fuerzas humanas. Son los frutos y los grmenes de los actos moralmente buenos. Disponen todas las potencias del ser humano para armonizarse con el amor divino.Distincin de las virtudes cardinales1805 Cuatro virtudes desempean un papel fundamental. Por eso se las llama cardinales; todas las dems se agrupan en torno a ellas. Estas son la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. Amas la justicia? Las virtudes son el fruto de sus esfuerzos, pues ella ensea la templanza y la prudencia, la justicia y la fortaleza (Sb 8, 7). Bajo otros nombres, estas virtudes son alabadas en numerosos pasajes de la Escritura.1806 La prudencia es la virtud que dispone la razn prctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios rectos para realizarlo. El hombre cauto medita sus pasos (Pr 14, 15). Sed sensatos y sobrios para daros a la oracin (1 P 4, 7). La prudencia es la regla recta de la accin, escribe santo Toms (Summa theologiae, 2-2, q. 47, a. 2, sed contra), siguiendo a Aristteles. No se confunde ni con la timidez o el temor, ni con la doblez o la disimulacin. Es llamada auriga virtutum: conduce las otras virtudes indicndoles regla y medida. Es la prudencia quien gua directamente el juicio de conciencia. El hombre prudente decide y ordena su conducta segn este juicio. Gracias a esta virtud aplicamos sin error los principios morales a los casos particulares y superamos las dudas sobre el bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar.1807 La justicia es la virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prjimo lo que les es debido. La justicia para con Dios es llamada la virtud de la religin. Para con los hombres, la justicia dispone a respetar los derechos de cada uno y a establecer en las relaciones humanas la armona que promueve la equidad respecto a las personas y al bien comn. El hombre justo, evocado con frecuencia en las Sagradas Escrituras, se distingue por la rectitud habitual de sus pensamientos y de su conducta con el prjimo. Siendo juez no hagas injusticia, ni por favor del pobre, ni por respeto al grande: con justicia juzgars a tu prjimo (Lv 19, 15). Amos, dad a vuestros esclavos lo que es justo y equitativo, teniendo presente que tambin vosotros tenis un Amo en el cielo (Col 4, 1).1808 La fortaleza es la virtud moral que asegura en las dificultades la firmeza y la constancia en la bsqueda del bien. Reafirma la resolucin de resistir a las tentaciones y de superar los obstculos en la vida moral. La virtud de la fortaleza hace capaz de vencer el temor, incluso a la muerte, y de hacer frente a las pruebas y a las persecuciones. Capacita para ir hasta la renuncia y el sacrificio de la propia vida por defender una causa justa. Mi fuerza y mi cntico es el Seor (Sal 118, 14). En el mundo tendris tribulacin. Pero nimo!: Yo he vencido al mundo (Jn 16, 33).1809 La templanza es la virtud moral que modera la atraccin de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los lmites de la honestidad. La persona moderada orienta hacia el bien sus apetitos sensibles, guarda una sana discrecin y no se deja arrastrar para seguir la pasin de su corazn (cf Si 5,2; 37, 27-31). La templanza es a menudo alabada en el Antiguo Testamento: No vayas detrs de tus pasiones, tus deseos refrena (Si 18, 30). En el Nuevo Testamento es llamada moderacin o sobriedad. Debemos vivir con moderacin, justicia y piedad en el siglo presente (Tt 2, 12).Nada hay para el sumo bien como amar a Dios con todo el corazn, con toda el alma y con toda la mente. [...] lo cual preserva de la corrupcin y de la impureza del amor, que es los propio de la templanza; lo que le hace invencible a todas las incomodidades, que es lo propio de la fortaleza; lo que le hace renunciar a todo otro vasallaje, que es lo propio de la justicia, y, finalmente, lo que le hace estar siempre en guardia para discernir las cosas y no dejarse engaar subrepticiamente por la mentira y la falacia, lo que es propio de la prudencia (San Agustn, De moribus Ecclesiae Catholicae, 1, 25, 46).Las virtudes y la gracia1810 Las virtudes humanas adquiridas mediante la educacin, mediante actos deliberados, y una perseverancia, mantenida siempre en el esfuerzo, son purificadas y elevadas por la gracia divina. Con la ayuda de Dios forjan el carcter y dan soltura en la prctica del bien. El hombre virtuoso es feliz al practicarlas.1811 Para el hombre herido por el pecado no es fcil guardar el equilibrio moral. El don de la salvacin por Cristo nos otorga la gracia necesaria para perseverar en la bsqueda de las virtudes. Cada cual debe pedir siempre esta gracia de luz y de fortaleza, recurrir a los sacramentos, cooperar con el Espritu Santo, seguir sus invitaciones a amar el bien y guardarse del mal.II. Las virtudes teologales1812 Las virtudes humanas se arraigan en las virtudes teologales que adaptan las facultades del hombre a la participacin de la naturaleza divina (cf 2 P 1, 4). Las virtudes teologales se refieren directamente a Dios. Disponen a los cristianos a vivir en relacin con la Santsima Trinidad. Tienen como origen, motivo y objeto a Dios Uno y Trino.1813 Las virtudes teologales fundan, animan y caracterizan el obrar moral del cristiano. Informan y vivifican todas las virtudes morales. Son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacerlos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna. Son la garanta de la presencia y la accin del Espritu Santo en las facultades del ser humano. Tres son las virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad (cf 1 Co 13, 13).La fe1814 La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que l nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque l es la verdad misma. Por la fe el hombre se entrega entera y libremente a Dios (DV 5). Por eso el creyente se esfuerza por conocer y hacer la voluntad de Dios. El justo [...] vivir por la fe (Rm 1, 17). La fe viva acta por la caridad (Ga 5, 6).1815 El don de la fe permanece en el que no ha pecado contra ella (cf Concilio de Trento: DS 1545). Pero, la fe sin obras est muerta (St 2, 26): privada de la esperanza y de la caridad, la fe no une plenamente el fiel a Cristo ni hace de l un miembro vivo de su Cuerpo.1816 El discpulo de Cristo no debe slo guardar la fe y vivir de ella sino tambin profesarla, testimoniarla con firmeza y difundirla: Todos [...] vivan preparados para confesar a Cristo ante los hombres y a seguirle por el camino de la cruz en medio de las persecuciones que nunca faltan a la Iglesia (LG 42; cf DH 14). El servicio y el testimonio de la fe son requeridos para la salvacin: Todo [...] aquel que se declare por m ante los hombres, yo tambin me declarar por l ante mi Padre que est en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negar yo tambin ante mi Padre que est en los cielos (Mt 10, 32-33).La esperanza1817. La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyndonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espritu Santo. Mantengamos firme la confesin de la esperanza, pues fiel es el autor de la promesa (Hb 10,23). El Espritu Santo que l derram sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Salvador para que, justificados por su gracia, fusemos constituidos herederos, en esperanza, de vida eterna (Tt 3, 6-7).1818 La virtud de la esperanza corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazn de todo hombre; asume las esperanzas que inspiran las actividades de los hombres; las purifica para ordenarlas al Reino de los cielos; protege del desaliento; sostiene en todo desfallecimiento; dilata el corazn en la espera de la bienaventuranza eterna. El impulso de la esperanza preserva del egosmo y conduce a la dicha de la caridad.1819 La esperanza cristiana recoge y perfecciona la esperanza del pueblo elegido que tiene su origen y su modelo en la esperanza de Abraham en las promesas de Dios; esperanza colmada en Isaac y purificada por la prueba del sacrificio (cf Gn 17, 4-8; 22, 1-18). Esperando contra toda esperanza, crey y fue hecho padre de muchas naciones (Rm 4, 18).1820 La esperanza cristiana se manifiesta desde el comienzo de la predicacin de Jess en la proclamacin de las bienaventuranzas. Las bienaventuranzas elevan nuestra esperanza hacia el cielo como hacia la nueva tierra prometida; trazan el camino hacia ella a travs de las pruebas que esperan a los discpulos de Jess. Pero por los mritos de Jesucristo y de su pasin, Dios nos guarda en la esperanza que no falla (Rm 5, 5). La esperanza es el ancla del alma, segura y firme, que penetra... a donde entr por nosotros como precursor Jess (Hb 6, 19-20). Es tambin un arma que nos protege en el combate de la salvacin: Revistamos la coraza de la fe y de la caridad, con el yelmo de la esperanza de salvacin (1 Ts 5, 8). Nos procura el gozo en la prueba misma: Con la alegra de la esperanza; constantes en la tribulacin (Rm 12, 12). Se expresa y se alimenta en la oracin, particularmente en la del Padre Nuestro, resumen de todo lo que la esperanza nos hace desear.1821 Podemos, por tanto, esperar la gloria del cielo prometida por Dios a los que le aman (cf Rm 8, 28-30) y hacen su voluntad (cf Mt 7, 21). En toda circunstancia, cada uno debe esperar, con la gracia de Dios, perseverar hasta el fin (cf Mt 10, 22; cf Concilio de Trento: DS 1541) y obtener el gozo del cielo, como eterna recompensa de Dios por las obras buenas realizadas con la gracia de Cristo. En la esperanza, la Iglesia implora que todos los hombres [...] se salven (1Tm 2, 4). Espera estar en la gloria del cielo unida a Cristo, su esposo:Espera, espera, que no sabes cundo vendr el da ni la hora. Vela con cuidado, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve largo. Mira que mientras ms peleares, ms mostrars el amor que tienes a tu Dios y ms te gozars con tu Amado con gozo y deleite que no puede tener fin (Santa Teresa de Jess, Exclamaciones del alma a Dios, 15, 3)

La caridad1822 La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por l mismo y a nuestro prjimo como a nosotros mismos por amor de Dios.1823 Jess hace de la caridad el mandamiento nuevo (cf Jn 13, 34). Amando a los suyos hasta el fin (Jn 13, 1), manifiesta el amor del Padre que ha recibido. Amndose unos a otros, los discpulos imitan el amor de Jess que reciben tambin en ellos. Por eso Jess dice: Como el Padre me am, yo tambin os he amado a vosotros; permaneced en mi amor (Jn 15, 9). Y tambin: Este es el mandamiento mo: que os amis unos a otros como yo os he amado (Jn 15, 12).1824 Fruto del Espritu y plenitud de la ley, la caridad guarda los mandamientos de Dios y de Cristo: Permaneced en mi amor. Si guardis mis mandamientos, permaneceris en mi amor (Jn 15, 9-10; cf Mt 22, 40; Rm 13, 8-10).1825 Cristo muri por amor a nosotros cuando ramos todava enemigos (Rm 5, 10). El Seor nos pide que amemos como l hasta a nuestros enemigos (cf Mt 5, 44), que nos hagamos prjimos del ms lejano (cf Lc 10, 27-37), que amemos a los nios (cf Mc 9, 37) y a los pobres como a l mismo (cf Mt 25, 40.45).El apstol san Pablo ofrece una descripcin incomparable de la caridad: La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engre; es decorosa; no busca su inters; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta (1 Co 13, 4-7).1826 Si no tengo caridad dice tambin el apstol nada soy.... Y todo lo que es privilegio, servicio, virtud misma... si no tengo caridad, nada me aprovecha (1 Co 13, 1-4). La caridad es superior a todas las virtudes. Es la primera de las virtudes teologales: Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad (1 Co 13,13).1827 El ejercicio de todas las virtudes est animado e inspirado por la caridad. Esta es el vnculo de la perfeccin (Col 3, 14); es la forma de las virtudes; las articula y las ordena entre s; es fuente y trmino de su prctica cristiana. La caridad asegura y purifica nuestra facultad humana de amar. La eleva a la perfeccin sobrenatural del amor divino.1828 La prctica de la vida moral animada por la caridad da al cristiano la libertad espiritual de los hijos de Dios. Este no se halla ante Dios como un esclavo, en el temor servil, ni como el mercenario en busca de un jornal, sino como un hijo que responde al amor del que nos am primero (1 Jn 4,19):O nos apartamos del mal por temor del castigo y estamos en la disposicin del esclavo, o buscamos el incentivo de la recompensa y nos parecemos a mercenarios, o finalmente obedecemos por el bien mismo del amor del que manda [...] y entonces estamos en la disposicin de hijos (San Basilio Magno, Regulae fusius tractatae prol. 3).1829 La caridad tiene por frutos el gozo, la paz y la misericordia. Exige la prctica del bien y la correccin fraterna; es benevolencia; suscita la reciprocidad; es siempre desinteresada y generosa; es amistad y comunin:La culminacin de todas nuestras obras es el amor. Ese es el fin; para conseguirlo, corremos; hacia l corremos; una vez llegados, en l reposamos (San Agustn, In epistulam Ioannis tractatus, 10, 4).III. Dones y frutos del Espritu Santo1830 La vida moral de los cristianos est sostenida por los dones del Espritu Santo. Estos son disposiciones permanentes que hacen al hombre dcil para seguir los impulsos del Espritu Santo.1831 Los siete dones del Espritu Santo son: sabidura, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David (cf Is 11, 1-2). Completan y llevan a su perfeccin las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas.Tu espritu bueno me gue por una tierra llana (Sal 143,10).Todos los que son guiados por el Espritu de Dios son hijos de Dios [...] Y, si hijos, tambin herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo (Rm 8, 14.17)1832 Los frutos del Espritu son perfecciones que forma en nosotros el Espritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradicin de la Iglesia enumera doce: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad (Ga 5,22-23, vulg.).EXPLICACIN:VIRTUDES: Hbitos operativos buenos que nos predisponen a actuar bien.Intelectuales: *Especulativas *Prcticas

Morales: (Humanas) *Cardinales *Prudencia *Fortaleza *Justicia *Templanza

VIRTUDESTeologales: *Fe *Esperanza *Caridad

VIRTUDES INTELECTUALES: Aquellas que perfeccionan la inteligencia.1. Especulativas o tericas: encontramos la comprensin (conocimiento de las verdades primarias) La sabidura: Conocimiento por las causas ltimas. Ciencia: Aquella por la cual llegamos a conclusiones a travs de demostraciones.2. Prcticas: Arte: Hbito de saber cmo hacer las cosas. Prudencia: Saber cmo hacer las cosas dirigiendo el obrar a un fin.

VIRTUDES MORALES O HUMANAS: Aquellas que rigen el obrar del hombre conforme al bien. Prudencia: Aquella virtud que nos dice hasta dnde podemos llegar, nos hace hacer lo necesario en el momento oportuno. Justicia: Permite darle a cada uno lo que se merece o lo que le corresponde. No es darle a todos por igual. Fortaleza: Me hace fuerte moralmente para vencer las dificultades de la vida. Templanza: Moderacin en los deseos, moderar las pasiones.VIRTUDES TEOLOGALES: Aquellas que ayudan al hombre a llegar al fin ltimo trascendente. Fe: Aquella por la cual creemos en alguien (DIOS) Esperanza: Esperamos en las promesas hechas por Dios. Caridad: Por la cual damos, o nos damos hasta que duela.

DONES DEL ESPRITU SANTOSon: Fortaleza, Ciencia, Piedad (vivir continuamente en la presencia de Dios), Entendimiento, Sabidura, Consejo, Temor de Dios.stos son disposiciones permanentes que hacen al hombre dcil para seguir los impulsos del Espritu santo. Completan y llevan a su perfeccin las virtudes de quienes los reciben.FRUTOS DEL ESPRITU SANTOSon: Caridad, Gozo, Paz, Paciencia, Longanimidad, Bondad, Benignidad, Mansedumbre, Fidelidad, Modestia, Continencia, Castidad.Son perfecciones que forma en nosotros el Espritu Santo como primicias de la Gloria Eterna.14