Trastornos Del Humor

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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA CENTRO DE INVESTIGACIONES PSIQUIÁTRICAS, PSICOLÓGICAS Y SEXOLÓGICAS DE VENEZUELA MAESTRÍA EN ORIENTACIÓN DE LA CONDUCTA TRASTORNOS DEL HUMOR Maestrante: Marycruz Sánchez Upata, Octubre de 2015

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Ensayo Trastornos del humor o ánimo.

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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

CENTRO DE INVESTIGACIONES PSIQUIÁTRICAS,

PSICOLÓGICAS Y SEXOLÓGICAS DE VENEZUELA

MAESTRÍA EN ORIENTACIÓN DE LA CONDUCTA

TRASTORNOS DEL HUMOR

Maestrante: Marycruz Sánchez

Upata, Octubre de 2015

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Introducción

Los trastornos del estado de ánimo o del humor son muy frecuentes en nuestra sociedad en

general. Es un trastorno mental el cual se caracteriza por cambios dramáticos o extremos

del humor. La alteración fundamental en estos trastornos es una alteración del humor o de

la afectividad, por lo general en el sentido de la depresión (acompañada o no de ansiedad) o

en el de la euforia. Este cambio suele acompañarse de uno del nivel general de actividad

(vitalidad). La mayoría del resto de los síntomas son secundarios a estas alteraciones del

humor y de la vitalidad o son comprensibles en su contexto.

Son inherentes a prácticamente todo individuo, dentro de nuestra experiencia personal

conocemos a alguien que ha estado en algún episodio o trastorno de este tipo o incluso

nosotros mismos lo hemos experimentado.

El estado de ánimo puede ser normal, elevado o deprimido. Habitualmente las personas

experimentan un amplio abanico de estados de ánimo y de expresiones afectivas. La gente

siente que tiene cierto control sobre su estado de ánimo. En los trastornos del estado de

ánimo se pierde esta sensación de control y se experimenta un malestar general.

Los trastornos del estado de ánimo presentan un desequilibrio en la relación emocional o

del estado de ánimo y que no es generado por un trastorno físico o mental.

Estos trastornos se pueden dividir en trastornos depresivos y trastornos bipolares. Existen

también los episodios afectivos, los cuales son: episodio depresivo mayor, episodio

maníaco, episodio mixto y episodio hipomaníaco. Estos episodios no son diagnosticados

como entidades independientes pero sirven como fundamento para el diagnóstico de los

trastornos, además de que los trastornos del estado de ánimo exigen la presencia o ausencia

de estos episodios para diagnosticarlos.

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TRASTORNOS DEL HUMOR

Los trastornos del humor o trastornos del ánimo, se refieren a una categoría de problemas

de salud mental que incluyen todos los tipos de depresión y trastorno bipolar. Los

trastornos del humor a veces son llamados trastornos afectivos.Constituyen un grupo

heterogéneo de enfermedades, típicamente recurrentes, donde se incluyen el trastorno

unipolar (depresivo) y el bipolar (maníaco-depresivo) que característicamente consisten en

alteraciones del humor (perturbación en el estado emocional) que se acompañan de

disfunción psicomotriz y síntomas vegetativos. En este tipo de padecimientos, la gente

experimenta esta perturbación como depresión extrema, júbilo excesivo o una combinación

de estos dos estados emocionales. En el primer caso, es decir, en los trastornos depresivos

la característica principal es que el individuo siente una disforia o tristeza abrumadora,

mientras que en el llamado trastorno bipolar, el individuo tiene experiencias emocionales

en el “polo” opuesto de la depresión, esto es, sentimientos de júbilo llamados euforia. Hoy

en día se conocen diversos subtipos de trastornos anímicos que consisten en disforia o

euforia.

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DEPRESIÓN

(Trastorno unipolar)

En su forma de síndrome integral, la depresión clínica se manifiesta como trastorno

depresivo mayor, con una evolución episódica y grados variables de manifestaciones

residuales entre episodios.

Síntomas

El estado de ánimo típico es deprimido, irritable y/o ansioso. El paciente puede mostrar un

aspecto patético, con el ceño fruncido, las comisuras de los labios hacia abajo, postura

alicaída, evitando mirar a los ojos y hablando con monosílabos o callado. El estado de

ánimo enfermizo se acompaña de preocupaciones con culpa, ideas de autodenigración,

disminución de la capacidad para concentrarse, indecisión, pérdida de interés por las

actividades habituales, retraimiento social, desesperanza, desesperación y pensamientos

recurrentes de muerte y suicidio; también son frecuentes las alteraciones del sueño. En

algunos casos, la profundidad del estado de ánimo alterado es tal que el paciente no puede

llorar y se queja de imposibilidad para expresar las emociones, incluyendo pena, alegría y

placer, además de un sentimiento de que el mundo se ha vuelto descolorido, desvitalizado y

mortecino. Para estos pacientes, ser capaz de volver a llorar representa un signo de mejoría.

La melancolía (antes denominada depresión endógena) constituye un cuadro clínico

cualitativamente distinto, caracterizado por una notable lentitud (de pensamiento y

actividad) o agitación psicomotriz (p. ej., inquietud, retorcerse las manos, habla

atropellada), pérdida de peso, culpabilidad irracional y pérdida de la capacidad para

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experimentar placer. El estado de ánimo y la actividad varían a lo largo del día, con su

punto más bajo por la mañana. La mayoría de los pacientes melancólicos se quejan de que

tienen dificultad para conciliar el sueño, se despiertan muchas veces y sufren insomnio a

mitad de la noche o por la mañana muy temprano. El deseo sexual a menudo falta o está

reducido. Puede haber amenorrea. La anorexia y la pérdida de peso pueden conducir a

emaciación y alteraciones secundarias del equilibrio hidroelectrolítico.

Algunos expertos consideran las manifestaciones psicóticas, que se dan en el 15% de los

pacientes melancólicos, el sello distintivo de un subtipo depresivo psicótico o delirante.

Así, el paciente puede tener el delirio de haber cometido pecados o crímenes

imperdonables; voces alucinatorias le acusan de delitos diversos o le condenan a muerte.

Las alucinaciones visuales (p. ej., de ataúdes o de familiares fallecidos) se dan, pero son

infrecuentes. Los sentimientos de inseguridad e inutilidad pueden llevar a algunos pacientes

a creerse observados o perseguidos. En otros casos, el individuo piensa que padece una

enfermedad incurable o vergonzante (p. ej., cáncer o una enfermedad de transmisión

sexual) y que está contaminando a otras personas. Muy raramente, una persona con

depresión psicótica puede llegar a matar a miembros de su familia, niños incluidos, para

«salvarles» de una futura desgracia, y a continuación se suicida. Los resultados de la prueba

de supresión de dexametasona son claramente positivos en pacientes con depresión

psicótica.

En la depresión atípica los signos vegetativos dominan el cuadro clínico, incluyendo

síntomas de ansiedad y fobia, empeoramiento nocturno, insomnio inicial, hipersomnia que

a menudo se extiende a lo largo del día e hiperfagia con ganancia de peso. Al revés que los

pacientes con melancolía, los que presentan depresión atípica muestran un estado de ánimo

colorista ante posibles acontecimientos positivos, pero a menudo se derrumban ante las

menores adversidades, cayendo en una depresión paralizante. La depresión atípica y los

trastornos bipolares II se solapan considerablemente.

El diagnóstico de depresión clínica acostumbra a ser sencillo, aunque detectar síntomas de

poca intensidad puede resultar más difícil. Por ejemplo, en el trastorno depresivo mayor

con recuperación incompleta, los síntomas depresivos clásicos ceden paso a preocupaciones

hipocondríacas agudas o crónicas, irritabilidad y mal humor, así como a problemas

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interpersonales en la vida conyugal. En otro tipo de pacientes, aquejados de depresión

enmascarada, ésta no se experimenta conscientemente, sino que el individuo se lamenta de

estar físicamente enfermo y se cubre con una máscara defensiva de aparente jovialidad

(depresión sonriente). En otros casos, surgen quejas de fatiga, dolores de diverso tipo,

miedo a las calamidades y temor de volverse loco.

El diagnóstico se basa en el conjunto de síntomas y signos antes descritos, que conviene

descartar en todos los pacientes, sobre todo en los que dicen no necesitar tratamiento o se

niegan a colaborar para realizar pruebas diagnósticas o terapéuticas.

TRASTORNO DISTÍMICO

En el trastorno distímico los síntomas depresivos suelen iniciarse de forma insidiosa en la

infancia o la adolescencia y siguen una evolución intermitente o de baja intensidad a lo

largo de muchos años o décadas; a veces el cuadro se complica con episodios de depresión

mayor, dando lugar a una «depresión doble».

En la distimia pura las manifestaciones depresivas se producen a nivel subumbral y se

superponen en gran medida con la expresión de un temperamento depresivo: personas

habitualmente tristes, pesimistas, ariscas o incapaces de pasarlo bien, pasivas y letárgicas,

introvertidas, escépticas, hipercríticas o quejosas; autocríticas, con reproches y desprecio

hacia sí mismas, amén de preocupadas por resultar inadecuadas o fracasar y por

acontecimientos negativos.

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TRASTORNOS BIPOLARES

En muchas personas con depresión una evaluación cuidadosa pone de relieve la presencia

de rasgos bipolares; de hecho, uno de cada cinco pacientes con trastorno depresivo también

desarrollan franca hipomanía o manía. La mayoría de los virajes desde el trastorno unipolar

al bipolar se producen en los 5 años que siguen al comienzo de las manifestaciones

depresivas. Los factores que predicen el cambio son el comienzo precoz de la depresión

(antes de los 25 años), la depresión postparto, los episodios frecuentes de depresión, la

rápida mejoría del estado de ánimo con tratamientos somáticos (p. ej., fármacos

antidepresivos, fototerapia, deprivación de sueño y terapia por electrochoque) y los

antecedentes familiares durante tres generaciones consecutivas.

Entre episodios, los pacientes con trastorno bipolar muestran un estado de ánimo depresivo

y, a veces, actividad con un alto grado de energía; por otro lado, el bloqueo del

funcionamiento de la persona a nivel social y de desarrollo es más corriente que en el

trastorno unipolar. En el trastorno bipolar los episodios son más cortos (de 3 a 6 meses), la

edad de comienzo más temprana, la forma de inicio de los episodios más abrupta y los

ciclos (período de tiempo desde el comienzo de un episodio hasta el siguiente) son más

cortos que en el trastorno unipolar. El carácter cíclico está especialmente acentuado en las

formas de ciclos rápidos del trastorno bipolar (en los que suele haber 4 episodios o más al

año).

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En el trastorno bipolar I alternan los episodios maníacos floridos con los de depresión

mayor. El trastorno suele comenzar con depresión y se caracteriza por la presencia de un

período maníaco o de excitación a lo largo de la evolución como mínimo. La fase depresiva

puede ser preludio de la manía o seguirle inmediatamente, o bien una y otra fase pueden

estar separadas por meses o años.

En el trastorno bipolar II los episodios depresivos alternan con fases de hipomanía

(períodos no psicóticos relativamente leves de aproximadamente 1 sem de duración).

Durante el período hipomaníaco el estado de ánimo se hace más alegre, disminuye la

necesidad de dormir y la actividad psicomotriz se dispara más allá del nivel usual del

paciente. Con frecuencia, el giro viene inducido por factores circadianos (p. ej., irse a la

cama deprimido y despertarse temprano por la mañana en un estado hipomaníaco). Son

características la hipersomnia y la ingestión alimentaria excesiva; pueden darse recidivas

estacionales (p. ej., en otoño o invierno); durante las fases depresivas hay insomnio y pocas

ganas de comer. En algunas personas los períodos hipomaníacos son adaptativos, ya que se

asocian a gran energía, sentimiento de confianza en sí mismo y funcionamiento social por

encima de lo habitual. Muchos pacientes experimentan una elevación placentera de su

estado de ánimo, generalmente al final de una depresión, pero no informan de ello hasta

que se les pregunta concretamente sobre el asunto. Una entrevista hábil puede poner de

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manifiesto signos morbosos, como gastos excesivos, escapadas sexuales impulsivas y

consumo abusivo de drogas estimulantes. Es más fácil que los familiares, más que el propio

paciente, aporten datos de ese estilo.

Síntomas y signos

En la psicosis maníaca establecida, el estado de ánimo dominante es la exaltación, pero la

irritabilidad y el mal humor con franca hostilidad tampoco son infrecuentes. Típicamente el

paciente maníaco se viste de forma extravagante y colorista, muestra una actitud autoritaria

y una forma de hablar rápida e irrefrenable, a la vez que tiende a creer que se encuentra en

su mejor estado mental. La falta de conciencia y su desordenada capacidad de actividad le

pueden conducir a un estado psicótico peligrosamente explosivo. Todo ello da lugar a roces

personales y pueden generar delirios paranoides de ser tratado injustamente o perseguido.

La actividad mental acelerada es vivida por el paciente como una carrera de pensamientos,

que el médico observa como fugas de ideas y, en su forma extrema, es difícil de diferenciar

de la pérdida asociativa de la esquizofrenia. Los pacientes se distraen con facilidad y saltan

constantemente de un tema a otro. El pensamiento y la acción son expansivos y pueden

progresar hacia una franca grandiosidad delirante (p. ej., la falsa convicción de salud

personal, poder, inventiva y genio o a la transitoria asunción de una identidad grandiosa).

Algunos pacientes creen que son asistidos por agentes exteriores. A veces hay

alucinaciones auditivas y visuales. La necesidad de dormir disminuye. El paciente maníaco

se involucra de forma incansable, excesiva e impulsiva en actividades diversas sin darse

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cuenta del riesgo social inherente a las mismas. En casos extremos, la actividad psicomotriz

llega a tal frenesí que se pierde cualquier relación comprensible entre estado de ánimo y

conducta; esta agitación sin sentido se conoce como manía delirante, que es la contrapartida

del estupor depresivo. Este cuadro, que rara vez se observa en la práctica médica,

constituye una urgencia médica, ya que el paciente puede morir por puro agotamiento

físico.

Los estados mixtos consisten en la mezcla de manifestaciones depresivas y maníacas (o

hipomaníacas); se debe diferenciar de los trastornos bipolares y de sus contrapartidas

unipolares. El ejemplo más típico es el de un cambio momentáneo hacia el llanto durante la

fase álgida de manía o una aceleración del pensamiento en un período depresivo. Por lo

menos en 1/3 de las personas con trastornos bipolares, la crisis completa o una sucesión de

crisis tiene lugar como episodio mixto. Una forma habitual de presentación consiste en un

estado de ánimo disfóricamente excitado, llanto, sueño acortado, pensamientos acelerados,

grandiosidad, inquietud psicomotriz, ideas suicidas, delirio persecutorio, alucinaciones

auditivas, indecisión y confusión. Esta presentación se conoce como manía disfórica, es

decir, síntomas depresivos prominentes superpuestos en una psicosis maníaca. La manía

disfórica a menudo se da en mujeres y en personas con temperamento depresivo. El abuso

de alcohol y fármacos hipnótico-sedantes contribuye al desarrollo o el agravamiento de los

estados mixtos.

TRASTORNO CICLOTÍMICO

En este trastorno se alternan períodos hipomaníacos menos graves y los períodos

minidepresivos según una pauta irregular, con una duración de pocos días para cada

período. El trastorno ciclotímico suele ser precursor del trastorno bipolar II, pero también

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puede darse como una forma extrema de humor cambiante sin llegar a complicarse con

trastornos mayores del estado de ánimo. En esos casos se alternan ciclos breves de

depresión retardada, acompañada de poca confianza en sí mismo y aumento del tiempo de

sueño, con períodos de exaltación o aumento del entusiasmo y acortamiento del sueño. En

otra variedad predominan los rasgos depresivos de baja intensidad; en este caso, la

tendencia bipolar se observa sobre todo por la facilidad con que los antidepresivos inducen

exaltación o irritabilidad. En la hipomanía crónica, que rara vez se observa en la clínica,

predominan los períodos de exaltación, con la habitual disminución del sueño a menos de 6

h. Las personas aquejadas por esta variedad del trastorno están constantemente muy

alegres, seguras de sí mismas y llenas de energía, tienen numerosos planes y mejoras que

realizar, se implican mucho en los asuntos y resultan entrometidas, abordando a la gente en

forma impaciente e impulsiva.

SINTOMAS

Los síntomas pueden incluir:

Sentimientos persistentes de tristeza, sentimiento de desesperanza o desamparo, tener una

baja autoestima, sentirse inadecuado, culpa excesiva, deseos de morir, pérdida de interés en

actividades habituales o actividades que antes disfrutaba, dificultad en las relaciones,

alteraciones del sueño (por ejemplo, insomnio, hipersomnia)cambios en el apetito o el peso,

disminución de la energía, dificultad para concentrarse, una disminución en la capacidad de

tomar decisiones, pensamientos suicidas, molestias físicas frecuentes (por ejemplo, dolor de

cabeza, dolor de estómago, fatiga), intentos o amenazas de escaparse del hogar,

hipersensibilidad ante el fracaso o el rechazo, irritabilidad, hostilidad, agresión, etc.

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Conclusiones

A manera de conclusión, puedo acotar que estos trastornos del humor o estado de ánimo

constituyen un importante problema de salud mental, los trastornos mentales de este tipo

aumentan su frecuencia, siendo responsables de una parte importante del sufrimiento,

discapacidad y deterioro de la calidad de vida de las personas, sus familias e incluso de la

afectación en la sociedad.

Dentro de los trastornos del humor existen diversos tipos con variada sintomatología. Sin

embargo, existen algunas características comunes entre éstos; un desequilibrio en el estado

de ánimo y desde luego una aflicción subjetiva en las personas. Los trastornos del estado de

ánimo pueden interferir extraordinariamente con la vida cotidiana de las personas afectadas

hay casos más críticos en estos pacientes que es el del suicidio, en donde un porcentaje muy

alto de los suicidas o personas que intentan suicidarse han padecido o padecen un trastorno

depresivo o bipolar.

Es de suma importancia que como Orientadores de la Conducta, tengamos un conocimiento

acerca de las distintas señales que los pacientes puedan entregarnos, ya que sólo de esta

forma estaremos en condiciones de diagnosticar la patología en cuestión y posteriormente

llevar a cabo una intervención terapéutica que sirva para recuperar el equilibrio personal.

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Referencias Bibliográficas

Chappa. H. (2003). Distimia y otras depresiones crónicas: tratamiento psicofarmacológico

y cognitivosocial. Buenos Aires: Medica Panamericana

Ortuño. F. (2009). Lecciones de Psiquiatría. España: Medica Panamericana