Tres o Cuatro Viajes Misioneros de Pablo

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¿Tres o cuatro viajes misioneros de Pablo? Quien consulta cualquier mapa o atlas de la vida de Pablo, encuentra en tres colores los trayectos de tres viajes misioneros de Pablo. Leyendo el libro de Hechos, a partir de la conversión de Saulo en el capítulo 9, es fácil trazar las rutas de esos tres viajes. Lucas relata el primer viaje desde Hechos 13:2-3; el segundo desde Hechos 15:36-16:3 y el tercero desde Hechos 18:23. Sin embargo, cuando leemos cómo Pablo mismo describe sus viajes en sus cartas, cuesta combinar esos datos en un punto específico con los de Lucas en Hechos. Pablo habla en Gálatas 1:17 de un viaje a Arabia. Este viaje no aparece en Hechos. ¿Cuándo hizo Pablo este viaje? y ¿dónde en el relato de Hechos debemos incluirlo? De Damasco a Tarso Hechos 9 relata la conversión de Saulo cerca de Damasco. En Damasco Ananías le da a Saulo una explicación de lo ocurrido y le impone las manos. Saulo es bautizado e inmediatamente comienza a predicar el evangelio a los judíos allí. Sus excolegas judíos se dan cuenta que Saulo se ha convertido de un partidario en un enemigo y quieren matarlo. Pero los cristianos de Damasco le ayudan a escaparse en un canasto por una abertura en la muralla. Luego Saulo viaja a Jerusalén. En Jerusalén también Saulo predica el evangelio y discute con los judíos de habla griega. Allí también los judíos quieren matarlo. Nuevamente los hermanos le ayudan a escaparse. Lo llevan al puerto de Cesarea y de allí Saulo viaja a Tarso (Hechos 9:30). Los años de silencio Lucas deja a Saulo en Tarso e intercala un relato de un viaje de Pedro (Hechos 9:32-43) y la historia de Pedro y Cornelio (Hechos 10 – 11:18): el evangelio es para los gentiles también. La próxima vez que encontramos a Saulo nuevamente es en 11:25, cuando Bernabé hace un viaje desde Antoquía para buscarlo en Tarso. Entre Hechos 9:30 y 11:25 transcurrieron más o menos tres años, de 35-38 aD. Tres años importantes, porque en ese período el evangelio comienza a incluir a los gentiles en la predicación del evangelio. Pero, la gran pregunta es: ¿qué hizo Saulo durante este período largo? ¿Acaso disfrutó tres años de vacaciones en Tarso, en la costa mediterránea? Por este incógnito algunos llaman este período ‘los años de silencio’. El primer viaje misionero de Saulo a Arabia No es muy probable que Saulo haya sido inactivo durante estos años. Lo vemos muy activo predicando a los judíos en Damasco y Jerusalén, antes de llegar a Tarso. Tampoco necesitaba esos años para un estudio teológico desde una perspectiva cristiana. Inmediatamente después de su conversión Pablo ya predica el evangelio. Y lo hace con tanta convicción que los judíos quieren eliminarlo. Por eso, lo más probable es que durante este período Pablo haya hecho su primer viaje, un viaje misionero a Arabia.

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Analisis sobre los viajes misionero de pablo

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¿Tres o cuatro viajes misioneros de Pablo? Quien consulta cualquier mapa o atlas de la vida de Pablo, encuentra en tres colores los trayectos de tres viajes misioneros de Pablo. Leyendo el libro de Hechos, a partir de la conversión de Saulo en el capítulo 9, es fácil trazar las rutas de esos tres viajes. Lucas relata el primer viaje desde Hechos 13:2-3; el segundo desde Hechos 15:36-16:3 y el tercero desde Hechos 18:23. Sin embargo, cuando leemos cómo Pablo mismo describe sus viajes en sus cartas, cuesta combinar esos datos en un punto específico con los de Lucas en Hechos. Pablo habla en Gálatas 1:17 de un viaje a Arabia. Este viaje no aparece en Hechos. ¿Cuándo hizo Pablo este viaje? y ¿dónde en el relato de Hechos debemos incluirlo? De Damasco a Tarso Hechos 9 relata la conversión de Saulo cerca de Damasco. En Damasco Ananías le da a Saulo una explicación de lo ocurrido y le impone las manos. Saulo es bautizado e inmediatamente comienza a predicar el evangelio a los judíos allí. Sus excolegas judíos se dan cuenta que Saulo se ha convertido de un partidario en un enemigo y quieren matarlo. Pero los cristianos de Damasco le ayudan a escaparse en un canasto por una abertura en la muralla. Luego Saulo viaja a Jerusalén. En Jerusalén también Saulo predica el evangelio y discute con los judíos de habla griega. Allí también los judíos quieren matarlo. Nuevamente los hermanos le ayudan a escaparse. Lo llevan al puerto de Cesarea y de allí Saulo viaja a Tarso (Hechos 9:30). Los años de silencio Lucas deja a Saulo en Tarso e intercala un relato de un viaje de Pedro (Hechos 9:32-43) y la historia de Pedro y Cornelio (Hechos 10 – 11:18): el evangelio es para los gentiles también. La próxima vez que encontramos a Saulo nuevamente es en 11:25, cuando Bernabé hace un viaje desde Antoquía para buscarlo en Tarso. Entre Hechos 9:30 y 11:25 transcurrieron más o menos tres años, de 35-38 aD. Tres años importantes, porque en ese período el evangelio comienza a incluir a los gentiles en la predicación del evangelio. Pero, la gran pregunta es: ¿qué hizo Saulo durante este período largo? ¿Acaso disfrutó tres años de vacaciones en Tarso, en la costa mediterránea? Por este incógnito algunos llaman este período ‘los años de silencio’. El primer viaje misionero de Saulo a Arabia No es muy probable que Saulo haya sido inactivo durante estos años. Lo vemos muy activo predicando a los judíos en Damasco y Jerusalén, antes de llegar a Tarso. Tampoco necesitaba esos años para un estudio teológico desde una perspectiva cristiana. Inmediatamente después de su conversión Pablo ya predica el evangelio. Y lo hace con tanta convicción que los judíos quieren eliminarlo. Por eso, lo más probable es que durante este período Pablo haya hecho su primer viaje, un viaje misionero a Arabia.

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Arabia estaba situada al sureste de Palestina. Era un país vecino. Su rey en ese momento era Aretas. Allí vivían los descendientes de Ismael. Pablo refiere a esto en Gálatas 4. No es de sorprender que Saulo, llamado para ser misionero entre los gentiles, comienza su misión entre estos antiguos hermanos. Gentiles, pero entre los gentiles los más cercanos a los israelitas, co-descendientes de Abrahán. Pablo no nos da muchos detalles de su ministerio allí. Sí sabemos que su predicación debe haber tenido resultado, porque en 2 Corintios 11:32-33 Pablo dice: “En Damasco, el gobernador bajo el rey Aretas mandó que se vigilara la ciudad de los damascenos con el fin de arrestarme; pero me bajaron en un canasto por una ventana de la muralla, y así escapé de las manos del gobernador.” El ministerio de Saulo en Arabia aparentemente ha causado tantos disturbios en Arabia, que Saulo tuvo que huir a Damasco, fuera del territorio de rey Aretas. Pero Aretas manda a su representante en Damasco a arrestar a Saulo. Solo con la ayuda de los hermanos logra escaparse. Nuevamente por la misma ruta de escape: en un canasto por una ventana de la muralla. De esta forma encajan los datos de Hechos con los de las cartas paulinas. Pablo no ha hecho tres, sino cuatro viajes misioneros entre los gentiles. El primero fue a los gentiles en Arabia. Los viajes, generalmente llamados “el primero, segundo y tercero” en realidad son el segundo, tercero y cuarto. Misionero con experiencia Si esto es así, entonces entendemos mejor lo que Lucas relata en Hechos 11:25. En Hechos 11 comienza la inclusión de los gentiles en de la predicación del evangelio, específicamente entre los versículos 19 y 20. Hechos 11:19 dice: “Los que se habían dispersado a causa de la persecución que se desató por el caso de Esteban llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, sin anunciar a nadie el mensaje excepto a los judíos.” Lucas lo dice con énfasis: solo a los judíos. Pero, en los siguientes versículos: “Sin embargo, había entre ellos algunas personas de Chipre y de Cirene que, al llegar a Antioquía, comenzaron a hablarles también a los de habla griega, anunciándoles las buenas nuevas acerca del Señor Jesús. El poder del Señor estaba con ellos, y un gran número creyó y se convirtió al Señor.” Esta situación es completamente nueva: una iglesia con cristianos desde los gentiles. Los hermanos en Antioquía necesitan consejo y ayuda de un misionero con experiencia en el trabajo entre los gentiles. Por eso mandan a Bernabé a Tarso para buscar a Saulo, un ministro con tres años de experiencia en este campo. Bernabé lo encuentra y juntos trabajan un año completo en Antioquía. Luego los hermanos de Antioquía mandan a Saulo y Bernabé a Jerusalén con una ofrenda. Después de su retorno los hermanos de Antioquía, por orden del Espíritu Santo, mandan a Saulo y Bernabé, en su primer viaje misionero al noroeste. Allí los datos de Gálatas se conectan nuevamente con los de Hechos. Misionero con un llamado especial

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Queda una sola pregunta. Pablo dice en Gálatas 1:17, que después de su llamado como misionero entre los gentiles no ha ido a Jerusalén sino que fue directo a Arabia. Esto parece contradecir la secuencia de sucesos relatados en Hechos 9 (Damasco – Jerusalén – Tarso). La solución a esta aparente discrepancia es hacer una distinción entre dos llamados de Saulo: el primero, en camino a Damasco, para ser cristiano. El segundo posteriormente, probablemente en Tarso, para ser misionero entre los gentiles. Pablo habla de dos maneras distintas de estos dos llamados. Solo al segundo llama una ‘revelación’ (apokalupsis), en Gálatas 1:12. Varias veces el Señor Jesucristo se ha revelado a Pablo, especialmente en cuanto al misterio de la inclusión de los gentiles y el ministerio especial de Pablo en eso. Esto concuerda con Hechos 13:46-47 y 26:16-18, Romanos 16:25-26, 2 Corintios 12:1-4 y Efesios 3:2-3. Conclusión El primer viaje misionero de Saulo entre los árabes es una muestra de la fidelidad de Dios. Después de Pentecostés, Yahweh, el Dios del pacto, extiende sus promesas a los gentiles, pero, sin abandonar a los descendientes de ese otro hijo de Abrahán. Ellos son los primeros receptores del evangelio. Hay una aplicación práctica en esto para nuestro tiempo. Los árabes actuales son los musulmanes. Entre ellos hay los extremistas islámicos, enemigos del cristianismo. Podríamos pensar que el evangelio no fuera para ellos, y que la predicación del evangelio a ellos es demasiada peligrosa. Esto sería un error. El primer viaje de Saulo lo demuestra. El evangelio debe ir a todos los rincones de la tierra, comenzando con los primeros habitantes de la tienda de Abrahán: los judíos y los musulmanes. En el pacto de Dios, la inclusión de nuevos nunca va a costo de los antiguos (Romanos 9-11). El ministerio entre ellos puede implicar peligro. Pero el Señor siempre tiene un canasto para sus ministros si es su voluntad que sigan predicando. Han, marzo 2016