tu y yo

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Tú y yo A Milagros Luz radia sonrisa tu mirada Lento fresco llega claro amanecer Vuelves tu rostro buscas el amor Esperanza envuelve suave tu candor. Tú eres niña amante la mujer Manos de gracia una caricia tierna Brisa sopla las voces de tu canto El sueño alcanza ternura en tu amor. El silencio prima y nuestras manos Se funden lentas en el fuego de tu abrazo No resistes, quieres, vives junto a mí Ríes y gimes, ofrenda que elevas al amor. Tú y yo fuimos dos locos no entienden de razón Tú y yo ansias vivas de amar, llamas fuego y pasión. Es el movimiento furia y temblor De un amor que no se apaga, sino crece. Es el tormento estruendo y calor De un cariño que no muere y permanece. Es el hecho firme y continúa Hasta el fin que nunca espero ver. Tú y yo fuimos dos que debieron recordar No son ya más dos, sino uno en el altar. William Campos Lizarzaburu Del poemario Melodía para una esposa que espera (2001)

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Tú y yo

A Milagros

Luz radia sonrisa tu miradaLento fresco llega claro amanecerVuelves tu rostro buscas el amorEsperanza envuelve suave tu candor.

Tú eres niña amante la mujerManos de gracia una caricia tiernaBrisa sopla las voces de tu cantoEl sueño alcanza ternura en tu amor.

El silencio prima y nuestras manosSe funden lentas en el fuego de tu abrazoNo resistes, quieres, vives junto a míRíes y gimes, ofrenda que elevas al amor.

Tú y yo fuimos doslocos no entienden de razónTú y yo ansias vivas de amar,llamas fuego y pasión.

Es el movimiento furia y temblorDe un amor que no se apaga, sino crece.Es el tormento estruendo y calorDe un cariño que no muere y permanece.

Es el hecho firme y continúaHasta el fin que nunca espero ver.Tú y yo fuimos dos que debieron recordarNo son ya más dos, sino uno en el altar.

William Campos LizarzaburuDel poemarioMelodía para una esposa que espera (2001)

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Posibilidad

A veces, en mi intimidadPienso, medito la posibilidadSi tan sólo fuera otra la maneraSin ti,Sin tus labios que sustentanSin tus ojos que alientanSin tu cuerpo que exaltaMi vigor,Cuando vibras y tiemblas,Cuando sudas y agitas,Cuando gritas y vivesEl amor,Yo me digo…A veces, en mi soledad,Pienso, medito la posibilidadY descubro que no es posiblePorque eres…Ya eres parte de mí.Soy tú en mí,Eres yo en ti.Mujer, mujer…Simplemente mujer.He salido esperando tu sonrisaHe corrido buscando tu miradaEl humo, vino, carcajadaHallar no puedo más en la hembra de taberna.Una sed que agiganta mi ansiedad,Una furia que vacía mis bolsillos,Es calor, compañía que se paga,Es dolor, soledad que se disfraza,¿es amor?, intimidad que no me ama.

William Campos LizarzaburuDel poemarioMelodía para una esposa que espera (2001)

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Sólo una pregunta

Qué fue de ti, oscura sinfoníaQué fue tu ayer, llorando fuego y trinoDónde esconder tu rostro hubieraY oprobio no sufrir siquiera un día.

No soy yo quien supremo te juzgaNo soy yo fuerza agria en tu vidaSi fruto hubo de un amor lejano,Es aquel quien amargo grito clama.

Qué fue de ti, mujer princesa ilusaQué fue tu ayer, mordiendo vino al pasoDónde ocultar tus lágrimas enterasSin desmayar al ver su rostro nunca amado.

Inesperada fue esa vida aparecidaY pidió lo que jamás pudiste darleTu sonrisa antes tierna, poseídaTu esperanza, ahora amarga frustración.

Y ella mira el tiempo sin considerarCuán lejos la verdad florece todavíaFue mi rabia infinita explosiónSólo muerte de mi pensamiento huésped.

Recuerdo en tus ojos los tiernos suyosY suplico al espejo en llantoMe devuelva fugaz instanteSu cálido rostro entre mis sueños

Apenas en mi corazón,que cubre el tul del tiempo,reposa una acción incierta:es tu vientre concebido,son tus manos guiando las mías,es tu sonrisa pidiendo futuro,es el deseo de ser los dosmi esperanza puesta en ti un día.

Lejos anduve en amarga soledadMis huesos en cárcel pudieron darSi ellos en mis rumbos se cruzabanSi tan sólo lo hubiera esperado.

Pero ella, que es tan mía como tuya,

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¿por qué hundirla en la miseria,de una farsa cruel y deleznable,de una verdad nunca enunciada?

Mi perdón no será jamás su perdón,Su perdón no será mi humillación,Tu perdón no ablandará respuestaDe un tiempo que siega lo sembrado.

No soy yo quien supremo te juzga,No soy yo quien finalmente ríe,He aprendido a ser un hombre,Que la esfera del reloj conoce bien.

William Campos LizarzaburuDel poemarioEs el tiempo (2005)