TURISMO EN EL SUMAPAZ, UN CONFLICTO TERRITORIAL POR …
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TURISMO EN EL SUMAPAZ, UN CONFLICTO TERRITORIAL POR EL
MANEJO DEL PÁRAMO
Laura Yesenia Solano Vinchira
Universidad de los Andes
Luis Sánchez Ayala
Profesor asociado
Trabajo de grado para optar al título de Magíster en Geografía
Facultad de Ciencias Sociales
Departamento de Historia
Mayo de 20
Chavela, esto es por y para ti, mi Princesa.
Tabla de contenido
Capítulo 1: Sumapaz, territorio de agua y vida ............................................................... 19
¿Cómo es el territorio Sumapaz? .................................................................................. 19
Dimensión material. .................................................................................................... 19
Dimensión funcional. ................................................................................................... 21
Dimensión simbólica. .................................................................................................. 23
¿Cómo se construyó el territorio del Sumapaz? .......................................................... 26
Colonización y Violencia. ............................................................................................ 27
Conflicto armado. ........................................................................................................ 29
Breve historia del turismo en el Sumapaz......................................................................... 36
Conflictos territoriales actuales. ................................................................................ 40
Capítulo 2: Turismo y conflicto en el Sumapaz ............................................................... 46
El boom del turismo en el Sumapaz .............................................................................. 46
El conflicto por el turismo. ............................................................................................. 53
Turismo para el desarrollo y la conservación: el discurso de las instituciones y los
operadores turísticos. .................................................................................................. 54
Tensiones territoriales entre el sur y el norte. .......................................................... 59
El sur y su resistencia al turismo en el territorio. .................................................... 62
Conclusiones: El conflicto sobre el turismo en el Sumapaz es un reto disciplinar, social
e institucional ...................................................................................................................... 85
Bibliografía .......................................................................................................................... 90
Índice de tablas
Tabla 1: Iniciativas directas e indirectas para el desarrollo del turismo en la zona …………61
Índice de mapas
Mapa 1: La Provincia del Sumapaz ………………………………………………………… 1
Mapa 2: Frentes y Bloques de las FARC. 1980 – 2002…………………………………… 31
Mapa 3: Geografía de la guerra en Colombia. 2002-2008 ………………………………… 33
Mapa 4: Zonas Disponibles para Desminado Humanitario PNN Sumapaz ……………… 35
índice de gráficas:
Gráfica 1: ¿Qué es el Sumapaz?........................................................................................... 25
Gráfica 2: No. de visitantes 1997-2017 …………………………………………………… 38
Gráfica 3: Motivaciones del visitante a la Laguna de Chisacá ……………………………. 47
Gráfica 4: Tipo de visitante a la laguna de Chisacá ……………………………………...... 47
Gráfica 5: Encuesta ¿Cuál es la primera palabra que le viene a la mente cuando piensa en el
Sumapaz? …………………………………………………………………………………. 48
Gráfica 6: Nivel de importancia de la amenaza a complejos lagunares. …………………... 52
Índice de fotografías
Fotografía 1: ¡No al Ecoturismo! ………………………………………………………...… 1
Fotografía 2: Laguna Alar Pasquilla ………………………………………………………. 37
Fotografía 3: Paso de turistas en el PNN Sumapaz ……………………………………...… 50
Fotografía 4: Basuras en el PNN Sumapaz ………………………………………………... 50
Fotografía 5: Daño de la vegetación por paso de turistas …………………………………. 51
Fotografía 6: Caminos no demarcados usados durante una caminata…………………...… 51
Fotografía 7: Paso de caballos para turismo en límite con Pasca …………………………. 52
Fotografía 8: ¡Turismo no! Km 8 vía Usme - San Juan de Sumapaz ……………………... 63
RESUMEN
El presente trabajo buscó analizar el conflicto por el ejercicio del turismo en la localidad de
Sumapaz entre los habitantes, las instituciones gubernamentales y los operadores privados.
Su objetivo fue analizar el proceso de territorialización de estos actores y su influencia dentro
del debate sobre la implementación de esta actividad en el territorio. Para eso, se realizaron
entrevistas semiestructuradas a actores que de alguna manera están involucrados en la
problemática del turismo. Así mismo, se revisaron documentos oficiales relacionados al
tema. Este estudio concluyó que la disparidad de opiniones frente a los beneficios o impactos
del turismo refleja una serie de percepciones, disputas y deudas históricas sobre el uso del
páramo. El documento finaliza demostrando los retos disciplinares, sociales e institucionales
a los que todos los actores se encuentran expuestos para la resolución de este conflicto.
Palabras clave: Turismo, Sumapaz, Territorio.
ABSTRACT
The following document aimed to explore the conflict related to tourism activities between
local communities, government institutions, and private operators in the town of Sumapaz.
Its objective was to analyze the territorialization process of these actors and their influence
within the debate on the implementation of this activity in the territory. The information
presented in the study was gathered throughout semi-structured interviews and document
analysis. This study concludes that the disparity of opinions about the benefits or impacts of
tourism reflects a series of historical perceptions, disputes, and debts regarding the use of the
paramo. The document ends highlighting the disciplinary, social, and institutional challenges
implicated in the possible resolution of this conflict.
Keywords: Tourism, Sumapaz, Territory.
1
Introducción
La localidad de Sumapaz, al sur de la ciudad de Bogotá (ver mapa 1), comprende el 48% de
la superficie total de la capital colombiana. De vocación rural y población tradicionalmente
campesina, es conocida por ser una de las reservas hídricas más importantes de Colombia
(Bernal, 2007). Una parte importante de su territorio lo conforma el Parque Nacional Natural
Sumapaz (PNNS), considerado el páramo más grande del mundo con 46.784 hectáreas que
corresponden a un 42% de la totalidad del territorio distrital. Gracias a tal naturaleza
geográfica, fue ocupada durante más de cuarenta años por las guerrillas de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), quienes se desmovilizaron gracias a la
histórica firma de paz con el gobierno de Colombia en el 2016. Con este hecho, empezaron
a hacerse más críticos problemas como: apertura de la frontera agrícola, contaminación de
fuentes hídricas y turismo sin planificación. Estos elementos generaron ciertos conflictos
sociales entre actores del territorio.
En junio de 2017 cientos de campesinos bloquearon la única vía de acceso al PNNS desde
Bogotá (ver Fotografía 1) con pancartas que decían ¡No al ecoturismo, si a la defensa del
territorio!, ¡Investigación sí, turismo no! La iniciativa tenía como objetivo frenar la oleada
de turistas que estaban ingresando cada fin de semana, desde unos meses atrás, a la zona más
alta del parque que corresponde al bioma de páramo. Esta cifra, según la alcaldesa local
Francy Murcia1, redondeaba las 1500 personas entre sábado y domingo.
Las posturas con respecto al ejercicio turismo en el territorio son dispares. Los visitantes
manifestaban que este ingreso brindó una oportunidad de reconocimiento de nuestra riqueza
distrital, lo cual estaba muy relacionado con la seguridad que ahora generaba el desmonte de
las FARC. Las instituciones que trabajan en la zona encuentran necesario planificar la
actividad para incentivar así la recreación y el ecoturismo como estrategias de conservación
y desarrollo de espacios afectados por el conflicto.
1 Tomado de : https://sostenibilidad.semana.com/medio-ambiente/articulo/turismo-en-el-paramo-de-sumapaz-
esta-descontrolado-y-afecta-el-medioambiente/38142
Mapa 1: Localización del Sumapaz.
2
Mapa 1: La Provincia del Sumapaz.
3
Los habitantes de la localidad se encuentran divididos entre dos opiniones. Por una parte, los
campesinos de la zona sur de la localidad del Sumapaz,2 caracterizados por tener una larga
trayectoria de organización, argumentaron que este fenómeno sin precedentes estaba
generando problemas de inseguridad, pérdida de autonomía sobre el territorio, cambios en
las ocupaciones laborales de la población y contaminación del ecosistema de páramo. Por
otra parte, los habitantes del norte del Sumapaz, más cercanos a la ciudad y de tendencia
política liberal, manifestaron que dicha estrategia es una oportunidad crucial para el
desarrollo de la localidad. La problemática se configuró en este punto como un elemento
crítico dentro de la agenda local, ya que, gracias a tal divergencia de opiniones, se acentuaron
tensiones históricas y territoriales entre estos dos sectores del Sumapaz.
El turismo y sus impactos cobran especial relevancia para la coyuntura histórica actual, pues
el gobierno nacional cree que esta actividad es clave en el desarrollo de comunidades
víctimas de la violencia que habitan espacios de alto valor ecosistémico3. Instituciones como
2 El sur es caracterizado por contener todas las veredas de la localidad del Sumapaz que rodean la cuenca del
río con el mismo nombre (UPR Sumapaz). Mientras que el norte, corresponde a todas las veredas que rodean
el Río Blanco (UPR Río Blanco).
3 MinCIT. (2014) Proyecto Turismo, Paz y Convivencia.
Fotografía 1: ¡No al Ecoturismo! Tomado de: las2orillas.com.co
4
la Cámara de Comercio y la Secretaría Distrital de Turismo consideran que esta actividad es
una herramienta catalizadora del desarrollo económico de la localidad del Sumapaz4. Muy a
pesar de que estos planteamientos se remontan a inicios del milenio, no es sino hasta el 2016
que empieza a ser un problema para el territorio y su comunidad con la llegada masiva de
turistas. Con este arribo se presenciaron algunos inconvenientes muy ligados a la falta de
organización como: basuras regadas en el espacio de páramo, pisoteo de suelo frágil de
musgo, delincuencia en zonas cercanas a lagunas más frecuentadas y quemas en lugares
prohibidos5.
Para el campesinado del sur del Sumapaz este conflicto es más complejo. La colectividad
local argumenta que, con la llegada de tal actividad como estrategia distrital, las alternativas
de sostenimiento pueden verse limitadas (ver Nepal y Saarinen, 2017) o mucho más
controladas por parte del gobierno en búsqueda de alternativas más verdes (Ojeda, 2013).
Adicionalmente, plantean que esta es un paso más hacia la privatización del Sumapaz,
vendiendo como mercancía sus paisajes al consumo al turista (ver Ojeda, 2011).
Tomando en cuenta esta situación, este Trabajo de Tesis quiso sustentar que el turismo en el
Sumapaz está siendo entendido por sus habitantes, en particular los del sur de la localidad,
como una amenaza para la estabilidad del territorio. Ellos consideran que esta pone en peligro
su espacio de vida y todas las formas, prácticas y significados construidos sobre él. Como
argumento, se sostiene que esta resistencia parte de una construcción de territorio muy
particular que se enriquece de un entramado histórico, político, cultural y geográfico
concreto. Dichas características permitieron la existencia de un espacio aislado y una
comunidad autogobernada que ve con precaución la intervención del exterior. Esta
elaboración, a su vez, se enfrenta con otras construcciones territoriales por tener percepciones
diferentes acerca del uso, la vulnerabilidad y pertenencia del páramo. En otras palabras, el
4 Esta propuesta es bastante apoyada desde la academia con publicaciones como Burgos y Cardona (2015), Díaz
(2019), Vargas (2014), Delgado y Márquez (2018), entre otros.
5 IAvH 2015, PNNS, 2017, Delgado y Márquez, 2018, El Tiempo, Turismo, el reto que trajo el posconflicto
para Sumapaz 31 de marzo de 2018, Sostenibilidad Semana, El Sumapaz sufre por el turismo desaforado, 4 de
julio de 2017, Las2Orillas, ¿Por qué el Sumapaz le dice No al turismo?, 17 de junio de 2017.
5
conflicto por el turismo enfrenta territorialidades diferentes y expone disparidades
estructurales de larga duración.
Con el objetivo de entender esta construcción territorial se hizo necesario explorar las razones
históricas, geográficas y sociales que dieron forma a esta territorialidad. El Sumapaz se labró
a partir de una secuencia de colonización y conflicto en búsqueda de la utilización y
apropiación de sus recursos naturales. Históricamente, el territorio fue marcado por la
desigualdad y la exclusión social, consolidándose en una violencia estructural y sistemática6
por parte del Estado Colombiano. Desde su propio poblamiento, con la llegada de campesinos
pobres desplazados por la violencia de la Guerra de los Mil Días, la lucha contra los abusos
de los latifundistas, su mediación ante la llegada de las FARC, el reiterado abandono estatal,
a la reciente llegada de multinacionales para la explotación de agua y minerales, dejan
expreso el carácter conflictivo de la región.
Todo este proceso definió el uso del espacio y las relaciones sociales que allí se tejerían. Un
claro ejemplo de su influencia es cómo los habitantes del Sumapaz iniciaron una larga
tradición de lucha como clase social mediante la organización comunitaria para la garantía
de la vida y la existencia en el territorio frente a la influencia de agentes externos
amenazantes. La resistencia se consolidó así como una forma de existir localmente como
tradición frente a los cambios sociales y políticos experimentados (Bautista, 2017).
Las características geográficas del Sumapaz tienen un papel sumamente importante en la
construcción del territorio, pues debido a lo abrupto de su relieve y la singularidad de su
bioma en el mundo, este espacio tuvo un alto grado de aislamiento desde el punto de vista de
la contigüidad (cercanía espacial) (Bautista, 2017). Esta condición geográfica también
posibilitó que tenga dentro de sí una joya hidrológica invaluable para la ciudad de Bogotá
(Bernal, 2007). A fin de preservarla se establecieron variadas estrategias de conservación
6 Entendida aquí como situaciones históricas y sociales marcadas por la injusticia, la desigualdad y la exclusión
social producidas por mecanismos de poder que originan y sustentan, a su vez, distribuciones inequitativas de
poder y recursos.
6
encaminadas a la garantía de establecimiento hídrico para la ciudad desde el 20207. Esto entra
en contraste frente a décadas de abandono estatal en el que se ignoraron problemáticas
crecientes como la pobreza extrema, el desempleo y la violencia. Todo esto ayudó a que el
campesino del Sumapaz sintiera una fuerte discriminación por parte de la ciudad a lo largo
de la historia, y que, a su vez, viera con recelo la reciente intervención del distrito con
proyectos para el desarrollo y la conservación como el ecoturismo.
Habiendo examinado esta problemática, este trabajo buscó como objetivo general analizar el
proceso de territorialización de los campesinos del sur del Sumapaz para entender su
resistencia a la incursión del turismo en el territorio. De forma específica, se plantearon los
siguientes objetivos:
- Identificar el territorio de la localidad del Sumapaz a nivel geográfico, político y
social.
- Distinguir las dinámicas históricas, políticas, económicas, geográficas y ecológicas
que permitieron la construcción del territorio del Sumapaz por parte de sus habitantes.
- Examinar la división de opiniones con respecto al turismo a partir de la territorialidad
construida por cada actor.
- Analizar los argumentos de los habitantes del sur de la localidad para estar en contra
del turismo a la luz de las construcciones territoriales construidas por esta
colectividad.
Metodología
Para dar lugar a este objetivo, observé los contextos económicos, políticos e históricos dentro
de los cuales se encuentra inmerso el Sumapaz como localidad. Con base a esto, el proyecto
entiende que las significaciones que son dadas al espacio y su uso están permeadas no
solamente por la experiencia subjetiva del individuo, sino que estos procesos también están
ligados a coyunturas históricas, sociales, geográficas y políticas específicas. Gracias a esta
7 Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá: Plan Maestro de la empresa de Acueducto 2006 y
Alcantarillado de Bogotá. Decreto 314 de 2006 “con el propósito de concretar las políticas, estrategias,
programas, proyectos y metas que permitan garantizar el abastecimiento actual y futuro de agua potable y el
servicio de alcantarillado pluvial y sanitario para el Distrito Capital”
7
naturaleza, se utilizaron metodologías orientadas a observar la experiencia individual y
colectiva en la construcción de territorialidades a través de la implementación de métodos
cualitativos de investigación. Estos tienen ventajas importantes frente a las herramientas
cuantitativas al permitirme identificar relaciones y procesos subjetivos. Estos métodos
incluyeron entrevistas individuales estructuradas y semiestructuradas a profundidad, análisis
de fuentes documentales primarias y secundarias, observación participante y una encuesta.
Con las entrevistas, realizadas entre 2017 y 2020, se buscaba entender las prácticas y
relaciones cotidianas que las personas tejían y tejen con el territorio del Sumapaz. Dicha
herramienta buscaba explorar los significados y usos que han construido sobre este territorio
y las influencias o trastoques que pueden tener con las construcciones traídas del exterior de
la localidad. Esta herramienta permitió explorar el proceso de territorialización y
construcción de territorio, principalmente desde las personas que lo habitan. Fueron
entrevistados habitantes de la localidad, entre ellos 3 líderes sociales reconocidos dentro de
la colectividad, 3 jóvenes residentes y 6 campesinos de San Juan y Nazareth. A grandes
rasgos, a ellos se les pidió definir describir el territorio, reconocer su papel dentro de él y dar
su opinión sobre el tema del turismo en el Alto Sumapaz.
Esta herramienta permitió entablar un diálogo entre las construcciones espaciales de los
campesinos habitantes y las percepciones que algunos funcionarios de instituciones públicas
tienen. Gracias a esto, fue posible obtener los puntos de vista de tanto de entidades de
promoción económica (como la secretaría de turismo), como las de control ambiental
(Parques Nacionales) (uno de cada uno). Algunas preguntas utilizadas fueron: ¿qué piensa la
entidad sobre el turismo? ¿qué se busca con él? ¿qué papel jugarían los campesinos? o ¿qué
elementos toman en cuenta para su implementación? Adicionalmente, fueron entrevistados
3 personas de organizaciones privadas de turismo y 3 más de organizaciones sin ánimo de
lucro que realizan caminatas a la zona. Con ellos se analizaron los intereses particulares y
externos que rodean la problemática. Preguntas como ¿qué rutas siguen? ¿qué papel cumplen
los campesinos? ¿por qué creen que están en contra? ¿qué beneficios y efectos puede tener?,
fueron guías para la conservación. Para proteger la identidad de varios de ellos, se usarán los
siguientes códigos de referencia para numerar entrevistas usadas en el presente documento.
8
1. 29 de septiembre de 2017: Bogotá D.C.
• Promotor de turismo 1: Administrativo de Colombia Oculta.
2. 06 de marzo y 29 de octubre de 2018
• Funcionario del Parque Nacional Natural Sumapaz.
3. 9 de junio de 2018. San Juan de Sumapaz
• Habitante 1: Líder perteneciente a Sintrapaz.
• Habitante 2: Habitante tradicional de San Juan de Sumapaz.
4. 22 de junio de 2018. Nazareth y San Juan de Sumapaz
• Habitante 3: Joven entre 18 y 25 años habitante de Nazareth.
• Habitante 4: Joven entre 18 y 25 años habitante de Nazareth.
• Habitante 5: Habitante tradicional de Nazareth.
• Habitante 6: Vendedora en Laguna de Chisacá.
• Habitante 7: Joven entre 18 y 25 años perteneciente al Colectivo de Jóvenes de San
Juan de Sumapaz.
• Habitante 8: Habitante tradicional de San Juan de Sumapaz.
5. 10 de julio de 2018 y Bogotá D.C
• Habitante 9: Lideresa perteneciente a Sintrapaz y JAL
6. 19 de julio de 2018: Laguna de Chisacá
• Promotor de turismo 2: Guía de turismo perteneciente a Ecoglobal Expeditions
7. 28 de octubre de 2018: Vereda Curubital- Usme.
• Promotor de turismo 3: Administrativo de la Casita Feliz Refugio del Sumapaz.
8. 12 de enero de 2020: San Juan de Sumapaz.
• Habitante 10: Lideresa perteneciente a Sintrapaz, habitante de San Juan de Sumapaz.
• Habitante 11: Habitante tradicional de San Juan de Sumapaz.
El análisis de documentos se basó en la recopilación y análisis de fuentes escritas primarias
y secundarias. Estas fueron seleccionadas con el fin de contextualizar y complementar los
datos e historias suministradas por las demás herramientas metodológicas. Se revisaron, por
un lado, diarios de periódicos nacionales como El Tiempo y El Espectador desde 1990 hasta
9
la actualidad para encontrar transformaciones con respecto a los temas que allí se exponían
sobre el Sumapaz. Desde aspectos como la guerra, la inseguridad, la llegada de la
institucionalidad distrital, medidas ambientales, hasta el Sumapaz como reservorio de agua,
fueron medidos en referencia a la continuidad con la cual eran mencionados para esa
temporalidad.
Fueron revisadas estadísticas sobre ingreso de turistas a la zona, además de diarios nacionales
para el periodo 2000-2018 que hicieron mención sobre el Sumapaz. De igual forma, se
examinaron los Planes de Desarrollo, Planes de Ordenamiento Territorial y Ecoturístico de
todos los municipios con jurisdicción en la zona durante el mismo periodo, con el objetivo
de evidenciar cambios en los usos y significados construidos alrededor del territorio de la
localidad del Sumapaz.
La observación participante fue mediada por la realización de diversas salidas de campo a la
zona durante el periodo de enero de 2018 a junio de 2019. Esta tuvo como objetivo evidenciar
las relaciones establecidas entre actores como el campesinado, los visitantes y los promotores
de turismo y el territorio habitado o visitado. Con dicha herramienta, se buscaba identificar
las construcciones espaciales que esta actividad recreativa pone en evidencia y las
transformaciones que este tránsito a la turisticación tiene para el significado común o
particular del Sumapaz. Fue dejado un registro fotográfico de aspectos como basuras,
caminos usados, uso de animales para transporte, rol de los campesinos, entre otros.
Finalmente, se llevó un diario de campo en el que se registraban todas las observaciones
pertinentes al respecto de la actividad. Este escenario de campo también permitió realizar un
sondeo de percepciones a 32 turistas que ingresaron aleatoriamente a la laguna de Chisacá
meses junio, julio y octubre de 2018 y enero de 2020. Sin tener la intención de realizar
generalizaciones o reclamar representatividad estadística, se buscó indagar acerca de las
preconcepciones o significaciones que tienen sobre el territorio visitado. Esta herramienta
permitió identificar cambios importantes con relación a la imagen del Sumapaz a ojos del
externo al territorio. Dichas percepciones dejaron en evidencia los cambios que el turismo
trajo para el Sumapaz como actividad de uso para los visitantes.
10
Territorio, territorialidad y conflictos territoriales
El territorio es “una extensión terrestre delimitada que incluye una relación de poder o
posesión por organizaciones y de empresas locales, nacionales y multinacionales” (Montañez
y Delgado, 1998 pg. 112). Sobre este devienen territorialidades heredadas de intereses,
percepciones, valoraciones y actitudes territoriales dispares que pueden forjar conflictos. A
su vez, es un espacio de “poder, gestión y dominio del Estado, de individuos, de grupos y
empresas” (pg. 123) en constante mutación. Sobre él cobran sentido la pertenencia, la
identidad, y la ciudadanía de sus actores. Estos sujetos trazan límites de “soberanía,
apropiación, vigilancia, jurisdicción y transmisión de la idea de cerramiento” (pg. 124)
Santos (2000) dice que los territorios son espacios contenedores de acciones, prácticas,
poderes y fuerzas (pg. 9), a partir de los cuales, se establecen prácticas de delimitación,
control y valoración por parte de sus habitantes (pg. 17). Lefebvre (1974), agrega que el
territorio es un espacio socialmente construido producto de la acción humana a través de la
historia y ciertos esquemas de poder en donde entran en juego intereses, información y
jerarquías (Raffestin y Santana 2013). En él se expresan o reproducen desigualdades y
conflictos entre distintos grupos sociales que dan lugar a prácticas socioeconómicas, político-
institucionales y simbólico-culturales. Sobre dicho lugar se suscriben tanto el pasado
histórico como las emociones, luchas, memorias, representaciones y símbolos colectivos de
un pueblo que dan lugar a una territorialidad, es decir, a la construcción y uso de un territorio
con “fines políticos, sociales y económicos -como formas- que cambian a partir de los
contextos sociales, históricos y geográficos específicos” (Agnew y Oslender, 2010 pg. 195).
Estas relaciones tanto materiales como simbólicas dan lugar a profundos sentimientos de
pertenencia y protección ante lo exterior, lo amenazante o desestabilizante (Folchi, 2001).
Estos aspectos dan lugar a conflictos territoriales sobre el uso y control de ese espacio de
vida. Veamos con detenimiento cada uno de estos elementos.
El lugar, espacio donde los sujetos arraigan y afirmas sus valores e identidades (Relph, 1976)
para la construcción del territorio, es un escenario donde se imprimen significaciones; donde
pueden arraigarse simbolismos y sentidos en colectivo mediante procesos de socialización y
subjetivación (Relph, 1976). El lugar es “nuestra casa, es nuestra esquina del mundo, nuestro
11
primer universo, un verdadero cosmos en todos los sentidos de la palabra”. Es un espacio
intensamente personal y profundamente significativo tanto para los individuos y ciertas
colectividades. Tales lugares empiezan a ser “delimitados, controlados y valorados por los
diversos actores sociales (individuos, grupos, empresas) y de este modo, son convertidos en
territorios” (Raffestin y Reymond 1980 pg. 142). Estos territorios son formas específicas de
apropiación espacial o de construcción de lugar que implican delimitación, control y poder.
El territorio es un concepto relacional que articula vínculos de dominio, poder, pertenencia o
apropiación. Este es un sistema sumamente complejo en el que convergen, por un lado, los
actores, su historia colectiva, sus representaciones culturales y simbólicas, y por el otro, los
objetos materiales que usados y organizados por los actores mediante múltiples estrategias
sociales, productivas e institucionales (Santos, 2000). Es un espacio geográfico revestido de
diferencias dimensiones económicas, políticas, culturales, identitarias y afectivas. Los
esquemas, jerarquías y juegos de poder que le dieron forma se establecieron por una serie de
prácticas espaciales, una historia social y una acción institucional. Según Paasi (2003), esta
categoría posee en resumen tres dimensiones: “elementos materiales como la tierra,
elementos funcionales como el control -y uso- del espacio y las dimensiones simbólicas como
la identidad” que es impresa sobre el espacio por sus actores cotidianos (traducción propia,
Paasi, 2003 pg. 109). Las organizaciones sociales, los significados del espacio y los usos
territoriales del espacio que son heredados de este proceso de construcción territorio, son
históricamente determinados.
El territorio es el resultado de una relación especifica con la tierra, mediante un proceso en
el cual el hombre desarrolla mecanismos para adaptarse a ella (haciendo uso de acciones y
técnicas según Santos, 2000), que resultan configurándose como practicas socioespaciales en
enfrentamiento a otras exteriores. Los cambios que se generen sobre este espacio, y la forma
que se usa, tiene importantes implicaciones sobre la forma como un lugar es entendido,
concebido y significado. El territorio puede entonces ser considerado como
“zona de refugio, como medio de subsistencia, como fuente recursos, como área
geopolíticamente estratégica, como circunscripción político-administrativa, etc.; pero
también, como entorno ecológico privilegiado, como objeto de apego afectivo, como
12
tierra natal, como lugar de circunscripción de un pasado histórico y de una memoria
colectiva y, en fin, como un geo símbolo” (pg. 67-68 en Ramírez y López, 2015 pg.
147)
Estos vínculos productivos, identitarios y afectivos de propiedad sobre un territorio son
llamados desde los estudios geográficos, territorialidad. Gregory et al. (2009), define
territorialidad como el proceso mediante el cual las prácticas humanas se fijan al espacio bajo
las acciones de los diversos actores (Ramírez y López, 2015 pg. 151). Lindón (2006b), agrega
que esta categoría refiere a
“un conjunto de referentes mentales donde tanto las prácticas como los imaginarios
del sujeto tienen que ver con el vínculo del individuo con su espacio de vida
inmediato. Este está inserto dentro de una red muy amplia de territorios que de alguna
manera u otra están tejidos entre si a través de un hilo que es la vida del propio sujeto”
(pg. 156)
En otras palabras, la territorialidad es un conjunto de relaciones tejidas por el individuo y el
colectivo con su entorno. Dicha autora también argumenta que pueden reconocerse tres
formas de acercamiento a este concepto y su construcción social. 1) Como defensa de un
territorio. 2) Como apropiación de territorio y 3) Como relación con el otro o alteridad
(2006b). Este proceso consiste en la interacción establecida entre todo grupo y/o sociedad
con su entorno (espacio), en donde se establecen una serie de relaciones de orden cultural,
simbólico y material. El dominio heredado de esta relación se ve traducido en territorialidad.
Este concepto también refiere al conjunto de “prácticas y expresiones materiales y simbólicas
capaces de garantizar la apropiación y permanencia de un determinado territorio por parte de
un determinado agente social o estatal, los diferentes grupos sociales y las empresas”
(Montañez y Delgado, 1998 pg. 124).
El territorio se define a partir de los conjuntos y redes de prácticas y relaciones sociales
desplegadas por las personas que lo habitan y lo significan. Sobre esta dinámica se
desarrollan ciertos modos de vida, apegados a nociones específicas sobre el territorio
ocupado. En la cotidianidad entran en juego prácticas actuales y también representaciones y
13
creencias heredadas del pasado, como proyectos y estrategias elaboradas para superar las
condiciones de vida actuales. Su historia y las configuraciones espaciales específicas de esa
relación dan origen a un modo de vida que quiere ser defendido o cambiado con base a una
serie de reivindicaciones territoriales materiales y simbólicas.
La territorialización, es en resumen, el proceso mediante el cual se apropia un espacio. Las
formas como se configura esta relación con el entorno territorial, político y ambiental es
determinado por ciertas prácticas y modelos de desarrollo. Los sujetos que construyen tal
territorialidad instituyen un espacio apropiado material y simbólicamente. De dicho proceso
descienden idearios por la lucha de la defensa de su territorio, la soberanía alimentaria y el
reconocimiento de su cultura particular. Así se construyen identidades que conforman
territorialidades, es decir, formas de estar sentir y vivir el territorio.
“Así, la territorialización es entendida como el proceso tanto dinámico, como conflictivo de
apropiación y construcción sociopolítica del territorio” (Silva, 2016 pg. 37) en el que se
circunscribe la experiencia de los sujetos que, según Raffestin y Reymond (1980), se
entrelaza con tres aspectos fundamentales: “el sentido de la identidad espacial, el sentido de
exclusividad y la compartimentación de la interacción humana en el espacio” (Silva Parada,
2016 pg. 4). Estos elementos se relacionan íntimamente con las necesidades de autonomía y
autodeterminación, “entendidos como la capacidad de decidir en y sobre el territorio sin
interrupciones u obstrucciones de elementos externos, y la autodeterminación entendida
como la capacidad de proyectarse y de darse su propio orden” (Santamaría, 2019 pg. 35).
Gracias a tal naturaleza de apropiación, el territorio debela relaciones políticas, económicas
y culturales muy importantes para el entendimiento de las dinámicas locales, regionales y
globales. Esta categoría debe ser entendida como
“un conjunto de relaciones y formas; un proceso complejo en el que intervienen
aspectos biológicos, sociales y culturales, -que- pone sobre la mesa no solo la
existencia de múltiples y heterogéneos espacios sociales que se superponen o
compenetran, sino también a la necesidad de explicar e interpretar las relaciones
existentes entre los lugares, la naturaleza y las sociedades” (Santamaría, 2019 pg. 34)
14
Estas relaciones producen una serie de vínculos de dominio, pertenencia o apropiación. Dicha
dinámica genera conflictos, expresando desigualdades o disparidades en el ejercicio del
poder en diferentes escalas; son muchas veces mediadas por la violencia directa y la
desigualdad económica, la equiparación de recursos o la discriminación racial o de clase.
Estas disputas son el sustrato de esta conformación de un territorio; son el origen de la
particularidad de este espacio con referencia a los demás existentes. Este proceso de
apropiación del espacio y la configuración del territorio como un hábitat humano y social
está fuertemente ligado a modelos de desarrollo que definen un esquema de poder específico,
pues dicho poder hegemónico, dibuja políticas y reglamentaciones que definen una noción
de territorio particular. Esta noción tanto simbólica como material, sumada a los
contradictorios intereses económicos entre las clases o grupos sociales, generan conflictos
territoriales alrededor de la apropiación de un espacio, de sus recursos o significados. Tales
conflictos territoriales también son generados por la intervención de factores económicos
sobre los recursos naturales o socioambientales locales, afectando el desarrollo la autonomía
de una comunidad habitante.
Retomando lo dicho por Folchi (2001), los cambios alrededor de los usos y significados de
un territorio, bajo las determinaciones de sujetos ajenos al mismo, pueden generar agudos
conflictos como los encontrados en el Sumapaz (el impacto de las prohibiciones ambientales
o la llegada de nuevas estrategias de desarrollo local como el ecoturismo). Esto se debe a que
estos espacios, como bien describe Escobar (1996), contienen el proyecto de vida de una
comunidad. Muchos de los efectos percibidos (positivos o negativos), apelan localmente a la
necesidad de autonomía y autodeterminación frente a la influencia exterior. Estas
reivindicaciones no solo defienden la materialidad de sus territorios, sino al sustrato
inmaterial de relaciones, pensamientos, conceptos, teorías e ideologías que lo conforman.
Sumado a esto, vale la pena rescatar lo que Folchi (2001) argumentaba al respecto de la
existencia de conflictos territoriales que se originan por la consecución de cambios espaciales
no consensuados con la comunidad habitante. Este autor hace una interesante crítica a los
teóricos del ecologismo de los pobres al expresar que los conflictos ambientales no se
presentan exclusivamente por inspiraciones valóricas o ideológicas frente al daño ecológico,
15
sino que, por el contrario, “no comprometen valores o ideales “ambientalistas” (en el sentido
moderno de la expresión), sino una amalgama de percepciones, tradiciones y urgencias
materiales cambiantes” (pg. 82). Estas pugnas “son el efecto de cualquier transformación no
consensual sobre el ambiente (ya sea positiva o negativa)” (pg. 85), razón por la que “se
produce, justamente, cuando se tensiona la estabilidad histórica conseguida entre una
comunidad y su hábitat. Esto ocurre como consecuencia de la acción de algún agente extraño
que altera o pretende alterar las relaciones preexistentes entre una comunidad y su ambiente”
(pg. 91). En este orden, “no sólo los daños sobre el ambiente son percibidos por una
comunidad afectada, sino por todo el conjunto de antagonismos que se presentan entre
actores cuyos intereses sobre el ambiente se contraponen” (pg. 92). En otras palabras, los
conflictos alrededor del uso del territorio son más básicos y menos ideologizados de lo
pensado. Son menos valóricos de lo que muchos teóricos pueden pensar, pero “no por esto
son menos legítimos o con menos trascendencia” (pg. 99).
¿Qué es el turismo? Y ¿por qué es un generador de conflictos?
La Organización Mundial del Turismo (UNWTO, 1994), define al turismo como “un
fenómeno social, cultural y económico relacionado con el movimiento de las personas a
lugares que se encuentran fuera de su lugar de residencia habitual”8. Gruyer (1999), por su
parte, dice que el turismo es un fenómeno social explicado por la necesidad de descanso y
gusto por la belleza y bienestar, obtenidos al entrar en contacto con la naturaleza virgen. Esta
actividad requiere de un tiempo determinado para calificar al sujeto que la ejerce como
turista, razón por la cual, son denominados visitantes a aquellos que permanecen menos de
un día en el espacio recreativo. Fennell (2008), dice que las actividades turísticas son
caracterizadas como tal cuando el actor que la ejerce cumple con dos características. 1) Es
ajeno al territorio inmediato y 2) Tiene intenciones mayoritariamente relacionadas con la
recreación y el ocio.
El turismo tiene tres ramas principales: ecoturismo, turismo de aventura y turismo rural
(Fennel, 2008). El turismo de naturaleza “usa el espacio natural como un producto que ha de
8 Tomado de http://media.unwto.org/es/content/entender-el-turismo-glosario-basico
16
venderse con el objetivo de disfrutar la vida salvaje y el paisaje” (Fennell, 2008 Pg. 21). Se
configura como una categoría bastante abierta y menos estricta ante los controles de cuidado
ambiental. Vale la pena resaltar que este tipo de turismo está basado en “el consumo de bienes
naturales no materiales como el observar, el experimentar” (Pg. 26). No está sujeto a
discursos ligados a la conservación ecológica, pues ni los sujetos que participan de esta, ni
los promotores que los realizan, tienen motivaciones orientados a ello (traducción propia,
Page y Hall, 2006). Se realizan actividades que suelen tener un alto impacto sobre la zona
como: natación, canotaje, ciclismo, entre otros.
La recreación tiene dos categorías: activa y pasiva. La recreación pasiva incluye todas las
actividades de contemplación y disfrute de escenarios ambientales. Para ello “se requieren
equipamientos mínimos de muy bajo impacto ambiental, tales como senderos peatonales,
miradores paisajísticos, observatorios de avifauna y mobiliario propio de las actividades
contemplativas”9. El fin de la recreación está orientado a divertir o deleitar a una persona
conjunto de personas y no tiene compromisos ambientales concretos.
El ecoturismo, por su parte, es “visto como una actividad ecológica y socialmente
responsable. Es creado bajo la apreciación y el cuidado ambiental. Se basa en el disfrute de
la naturaleza con un impacto ambiental mínimo. Posee un factor pedagógico importante, pues
con él se busca la comprensión de los ambientes naturales y los procesos ecológicos por parte
del público en general” (Page y Hall, 2006. Pg. 284). Estos rasgos son los que finalmente lo
diferencian de otros tipos de turismo. Este es presentado como “una actividad responsable
cuya filosofía es hacer simultáneamente conservación paga y el pago por la conservación, lo
cual representa un escenario simbiótico de ganar-ganar para la protección ambiental desde y
para el mejoramiento de las vidas locales” (Carter, 2008 Pg. 485)10.
9 Tomado de http://www.redcreacion.org/reddistrital/glosario.html
10 Los objetivos misionales del ecoturismo son (UNWTO, 1994): 1) Desarrollar cuidado y entendimiento del
ambiente. 2.) Promover la equidad y el desarrollo. 3) Mejorar la calidad de vida de la comunidad que recibe. 4)
Proveer una experiencia de alta calidad para el visitante. 5) Mantener la calidad del ambiente del cual esta
actividad depende y 6) Reconocer las necesidades de los turistas y la región que recibe como actividad
protectora para el futuro.
17
Existen varias posturas alrededor del turismo en general. Por un lado, autores como Page y
Hall (2006) y Fennell (2008) dicen que la falla del ecoturismo se encuentra en la forma cómo
este se ejecuta. Culpan a las organizaciones encargadas tanto de su logística como de su
ejecución y control del decaimiento de esta propuesta de cuidado ambiental y desarrollo
social. Por otro lado, autores como Wheeler (1994) y Butler (1991b) critican esta iniciativa
calificándola como ilusoria, pues para ellos, “es inválido e incumplible por ser una actividad
difícilmente sustentable”. Fuarquharson (1992 en Fennell, 2008 XXI) dice que el ecoturismo
es un sueño que se ha diluido severamente, pues "se ha convertido en un término económico
para los desarrolladores del turismo que quieren publicitar playas limpias, mares llenos de
peces y mucha cultura”.
Todos estos autores concuerdan en afirmar que el turismo es un elemento organizador del
espacio, ya que configura flujos, nodos, redes, infraestructura, normatividad, entre otros
aspectos (Thomé, 2008 y Bernal, 2007). Cuando se implementa el turismo en determinadas
zonas, pueden presentarse una serie de conflictos territoriales que se originan bien sea por:
1) “La distribución inequitativa de costos y beneficios asociados al cambio medioambiental,
lo cual refuerza patrones sociales y económicos prexistentes” (Nepal y Saarinnen, 2016 pg.
3). 2) La modificación de las estructuras sociales, culturales o políticas tradicionales (Adams
y Hutton, 2007 y Bernal, 2007) o 3) El choque entre percepciones acerca del territorio, su
valor, su uso y su vulnerabilidad (Bernal, 2007).
Según Ojeda y Guilland (2012), esta organización del espacio a partir del turismo se vale de
dos estrategias muy puntuales. Por un lado, establece poder gubernamental sobre territorios
alejados de su influencia y, por otro lado, es propuesta como una alternativa económica y
ambiental viable para espacios ecológicamente sensibles. Las autoras explican que el turismo
es utilizado como estrategia para declarar la retoma de espacios perdidos de la soberanía
nacional. La reconquista del territorio nacional articula geografías imaginadas de seguridad,
movilidad, paz y orden en la reconquista del territorio nacional; define los lugares a los cuales
es posible ir, colocando luz verde en aquellos en los que el poder militar ha podido ingresar.
Toda la narrativa del desarrollo, la conservación y la reconquista del territorio por medio del
turismo es usado como argumento para llevar a cabo el ordenamiento del espacio. Ojeda
18
(2012), explica que el imperativo del turismo para el desarrollo y la conservación ha
“contribuido a la producción de fronteras físicas y simbólicas que determinan quien puede
habitar y transitar el área protegida y quien no” (pg. 783). Por otra parte, argumenta que, con
la llegada del negocio del ecoturismo a los territorios, “fueron impuestas nuevas formas de
relacionarse con la naturaleza y de estar dentro de ella. Las prácticas turísticas de
mercantilización de la naturaleza requerían de una lógica eco, tanto en el sentido ecológico
como en el económico” (pg. 10). A partir de esto, concluye que no todos los habitantes
podrían ser funcionales a esta lógica, razón por la que muchos son empujados a hacer parte
de él, bien sea como protectores del medio ambiente, como sujetos étnicamente auténticos,
o en el peor de los casos, ver amenazada su legitimidad al modificar su organización social.
Todas estas dinámicas permiten la explosión de conflictos territoriales alrededor del uso de
ese espacio. Se configura como un debate alrededor de sus utilidades, vulnerabilidades,
límites, poderes y autoridades.
Estructura de la Tesis
Este trabajo consta de dos capítulos. En el primer capítulo, Sumapaz, territorio de agua y
vida, se caracteriza el territorio del Sumapaz respondiendo a tres preguntas clave: ¿Cómo es
este territorio? ¿Por qué es un territorio? Y ¿Cómo se construyó? Allí se distinguen todas las
dinámicas multinivel que tuvieron influencia en la construcción interna de este territorio,
tratando de rastrear los usos, significados y narrativas que dieron sentido a ese espacio. En el
segundo capítulo denominado Turismo y conflicto en el Sumapaz, se analiza la postura del
campesinado frente a este fenómeno para entender cómo su territorialidad se ve afectada.
Allí se explica a profundidad el fenómeno, evidenciado intereses, perspectivas y
territorialidades que entran en conflicto para entender las implicaciones y temores que genera
esta actividad sobre la población. El trabajo finaliza, a modo de consideración final,
señalando los retos disciplinares, sociales e institucionales que se requieren para solucionar
la problemática.
19
Capítulo 1: Sumapaz, territorio de agua y vida
El Sumapaz es un espacio complejo dentro del cual confluyen actores, recursos, intereses y
conflictos. Su construcción como territorio deviene de un complejo entramado histórico,
geográfico y político de larga trayectoria. Sus habitantes territorializaron su existencia en este
lugar a través de la configuración prácticas y expresiones materiales y simbólicas concretas
para garantizar su apropiación y permanencia. Los conflictos que allí tienen lugar están
ligados al solapamiento o enfrentamiento entre percepciones, valoraciones o apropiaciones
disímiles con respecto al territorio. Para entender estas pugnas, es necesario comprender en
primer lugar cuáles son las características que definen el territorio y dieron lugar a
territorialidades. Para comprender esta construcción, tal como expresan Montañez y Delgado
(1998), es necesario vislumbrar el proceso de su producción mediante la caracterización del
territorio sobre el cual se habla y el proceso que le dio origen.
¿Cómo es el territorio Sumapaz?
Para Paasi (2003), el territorio es un proceso social “en el que el espacio social y la acción
son inseparables” (pg. 110). En este orden, los territorios no son entidades congeladas sobre
los cuales ocurre la acción humana, sino que son activamente significados y construidos por
las comunidades que los habitan y los apropian por medio de las creencias y acciones. Este
espacio social está constituido por tres dimensiones: “elementos materiales como la tierra,
elementos funcionales como el control sobre el espacio, y elementos simbólicos como la
identidad social” (pg. 109). Tomando en cuenta estos planteamientos, veamos ahora cómo
está constituido el territorio del Sumapaz.
Dimensión material.
El páramo es un “término ecológico (biogeográfico) que se refiere a regiones montañosas de
los Andes ecuatoriales húmedos por encima del límite superior del bosque (a más de 3000
msnm)” (Guhl, 1982 pg. 28) se caracterizan por tener “condiciones ambientales extremas;
gran influencia biológica y física, suelos ácidos, baja presión atmosférica; escasa densidad,
20
sequedad y humedad del aire a la vez, baja temperatura media con fuertes oscilaciones
diurnas” (pg. 28) causadas por la fuerte radiación solar producto de la poca densidad de la
atmósfera a las grandes alturas. La neblina es casi permanente y las lluvias son recurrentes.
Solamente Perú, Venezuela, Colombia y Ecuador tienen este tipo de bioma. Los dos últimos
poseen el 92% del total mundial.
Estas características geográficas causan que las condiciones biológicas sean bastante
particulares. El suelo del páramo está cubierto por un grueso manto de absorción para que el
agua permanezca a manera de esponja. Este está formado tanto por la “vegetación viva y
muerta, ya que la descomposición de la materia orgánica es intensamente lenta debido a los
fenómenos termo hídricos” (pg. 49). Las plantas habitantes poseen adaptaciones concretas al
clima para soportar la baja temperatura nocturna, la radiación solar intensa durante el día y
los pocos nutrientes del suelo. Todo esto causa que el crecimiento y recuperación de las
plantas en esa zona sea muy lento y que, a su vez, tenga muy poca fertilidad para ejercer la
agricultura.
Los páramos representan condiciones geográficas y biológicas propicias que lo convierten
en una joya hidrográfica imprescindible para la supervivencia de la humanidad (Morales et
al., 2007) a causa de la increíble capacidad de interceptar, almacenar y regular los flujos
hídricos superficiales y subterráneos de sus suelos (MMA, 2001). Esta particularidad
permitió que la Empresa Acueducto de Bogotá planteara la posibilidad de abastecer a la
ciudad de agua para el 2020. Un estudio de la entidad prevé que el Sumapaz puede aportar
unos 9,7m3/seg para alcanzar una oferta de 38,46m3/seg (EAAB, 2009). Adicionalmente, se
está diseñando la realización del Proyecto Hidroeléctrico Sumapaz por EMGESA, cuya fase
1, planea tener 8 minicentrales para una potencia de 156,2 MW (una energía media de 1.050
GWh/año con aguas del Río Sumapaz, PNNS, 2017). Este bioma también ofrece otros
servicios ecosistémicos valiosos como la captación de carbono atmosférico y la capacidad de
absorción y retención de grandes cantidades de agua. A consideración de Tovar y Lora
(2016), este primer servicio pudo haber evitado la emisión de 16 millones de toneladas de
CO2 a la atmosfera y haber producido, para el año 2000, 54 millones de dólares.
21
Un estudio realizado por la Universidad Distrital (UDFJC-SDA 2010) evidenciaba que el
6,13% (1.808 ha) de los predios de la localidad están destinados a la producción agrícola. A
su vez, 7.683 ha de la totalidad de la localidad (9,8%) están destinados a la producción
pecuaria (de los cuales, el 60,12% se encuentran en el corregimiento de San Juan). Los
predios de la región dedicados a estas actividades no son de gran tamaño, pues el 95,4% de
ellos no sobrepasa las tres hectáreas. Todo esto significa que “el principal destino económico
de la superficie del suelo rural de Sumapaz es el bosque y vegetación natural con un total de
59136 ha que representan el 75,72% del total, mostrando la importancia de esta localidad
como zona de protección” (pg. 200).
Dimensión funcional.
El Sumapaz puede ser caracterizado de cinco maneras: como región, parque, páramo,
localidad o territorio campesino (ver mapa 1). La región (180.600 ha) comprende nueve
municipalidades adicionales al sur de la localidad 20 de Bogotá11. Como Parque Nacional
Natural (221.749 ha), el Sumapaz es un territorio que incluye la zona sur de la localidad
homónima y el norte de los departamentos del Meta y el Huila. Según la resolución 1434 de
2017, el de páramo recientemente delimitado, es un complejo ecosistémico12 compuesto por
el Sumapaz y el Cruz Verde (315.065 ha). Este conjunto comprende 23 municipios y tres
departamentos13. En él nacen los ríos Ariarí, Guayabero, Bogotá, Sumapaz, Cabrera y Duda.
La localidad está compuesta por 78.000 hectáreas con 3 corregimientos y 29 veredas al sur
de la ciudad que responden al control del distrito de Bogotá. Vale la pena resaltar que el
páramo del Sumapaz hace parte del complejo de páramos más grande del mundo, el complejo
Cruz Verde- Sumapaz con una extensión de 333.420 Ha, de las cuales, solo 142.112 ha se
encuentran protegidas bajo la figura de PNNS. Finalmente, como territorio, es considerado
11 Silvania, Tibacuy, Pasca, Arbeláez, Pandi, San Bernardo, Venecia, Cabrera e Icononzo. 12 “Dos de los principales ecosistemas de las montañas tropicales: el páramo y los bosques andinos. En estos
últimos se encuentran las franjas de vegetación de bosque altoandino, andino y subandino” (Página oficial de
Parques Nacionales: http://www.parquesnacionales.gov.co/portal/es/parques-nacionales/parque-nacional-
natural-sumapaz/ tomado el 08/05/2018 13 (Cundinamarca) Arbeláez, Bogotá, Cabrera, Chipaque, Choachí, Fosca, Guayabetal, Gutiérrez, La Calera,
Pasca, San Bernardo, Sibaté, Soacha, Ubaque, Une, Venecia. (Huila) Colombia. (Meta) Acacias, Cubarral,
Guamal, Lejanías, Mesetas y Uribe.
22
por sus habitantes como todo el espacio de páramo (Alto Sumapaz) que corresponde a varias
jurisdicciones municipales a la vez14.
En este orden, Bogotá es el segundo municipio con más superficie dentro de esta zona de
conservación nacional (21%). La localidad del Sumapaz es una única totalmente rural del
distrito capital y corresponde a el 42% de la totalidad de su área total. Se encuentra a 37
kilómetros del casco urbano. Tiene una población total baja con 7.457 habitantes para el 2017
con respecto a su extensión de territorio y las cantidades de las demás localidades, pues esta
cifra representa solamente el 0,1% de la población total de Bogotá (7'150.000 2019). El rango
de edad más representativo comprende los 45 a 49 años, a diferencia de localidades como
Suba (con 30 a 34 años) o Santa Fe (25 a 29 años). Sus habitantes están compuestos en su
mayoría por campesinos pobres15, algunos sin tierra o propietarios de minifundios.
La orogenia abrupta y clima difícil de la localidad del Sumapaz han hecho que este territorio
tuviera “un alto grado de aislamiento16 desde el punto de vista de la contigüidad o proximidad
física. Dicha característica se relaciona con su limitado sistema vial y de transporte”
(Bautista, 2017 pg. 18), pues las carreteras no habían sido pavimentadas hasta el 2019, entre
otras causas, por las normas ambientales establecidas por la institución de PNN. Para final
de ese año se completa la adecuación de 136 km de la vía que comunica al casco urbano con
el interior de la localidad17 gracias a la intervención reiterada de la comunidad. A pesar de
esto, aún faltan 238,3 km de caminos de herradura que comunican a las veredas más alejadas
del sur con la Troncal Bolivariana (ver Mapa 1). Tal condición ha hecho que los espacios del
sur de la localidad se encuentren de 5 a 8 horas de distancia a la capital y tengan que recurrir
a productos y servicios de municipios cercanos (como cabrera o Arbeláez).
14 Esto está basado en las entrevistas realizadas a los habitantes de la zona, quienes concordaron en delimitar al
territorio del Sumapaz como el espacio a partir del cual se encuentren los frailejones.
15 Según el diagnóstico realizado por el Hospital de Nazareth (2009) el estrato predominante es el estrato 1 que
corresponde al 89.9% de la población. De igual forma, se cuantifican alrededor de 885 viviendas inadecuadas
en la localidad, correspondiendo a un 65% del total de hogares que allí tienen lugar. Estas se caracterizan por
no cumplir mínimos de abrigo, privacidad y protección requeridos. 16 Aislamiento entendido como el proceso mediante el cual un territorio queda apartado de otros por la presencia
de un elemento geográfico que los separe. 17 Basado en: https://www.idu.gov.co/blog/boletin-de-prensa-idu-1/post/idu-reconstruyo-la-troncal-
bolivariana-la-via-de-acceso-a-la-localidad-de-sumapaz-1270
23
Ya que la localidad del Sumapaz se ubica en el distrito de la capital del país, el contraste
entre la urbe y la ruralidad es bastante marcado. Desde las zonas más densamente pobladas
del casco urbano empiezan a manifestarse espacios urbano-rurales en los cuales se presencia
de viviendas de carácter ilegal o recientemente legalizadas (Bautista, 2017). Siguiendo hacia
el sur, se hace más común el paisaje rural con características propias de este tipo de espacio:
dispersión poblacional, actividades económicas agrícolas y una comunidad con un estilo de
vida ligado a la tierra (medio natural como forma de propiedad, tradiciones relacionadas a
ella).
La relación de la localidad rural del Sumapaz con la Bogotá urbana es bidireccional, es decir,
ambos se alimentan mutuamente (Bautista, 2017). Sumapaz, tal como ya vimos, brinda
servicios ecosistémicos orientados a la producción de bienes ambientales (provisionamiento
de agua y electricidad, recursos pesqueros) y servicios ambientales (conservación de
ecosistemas, turismo, regulación hídrica, entre otros). A su vez, la localidad depende de la
urbe al requerir constantes flujos comerciales y poblacionales que permiten el abastecimiento
de artículos y servicios que no posee en la ruralidad.
Debido a que cierta parte de la localidad se solapa con la zona de Parque Nacional, las
determinaciones ambientales de esta zona en específico son dictaminadas por la entidad de
Parques Nacionales Naturales de Colombia. Estas secciones están destinadas a la
conservación, ocupación de bajo impacto y recreación18. De igual forma, la urbanización es
restringida y no es permitida la ganadería extensiva (SDP, 2017). Los demás espacios
públicos de páramo que no son PNN responden a la jurisdicción de la Corporación Autónoma
Regional de Cundinamarca (CAR).
Dimensión simbólica.
Santos (2000) argumentaba que la dimensión simbólica del territorio se alimenta de su
materialidad y de las acciones y técnicas empleadas sobre el territorio. Partiendo de esta
definición, el campesino se precisa a partir de su relación con el territorio a través del trabajo
18 Decreto 190 de 2004.
24
de la tierra para configurar la base material de su existencia social como grupo. La tierra
brinda sustento y suple las necesidades básicas de la familia, razón por la que esta empieza a
ser la base de toda su organización comunitaria. Gracias a tal actividad económica común,
se establece una identidad colectiva para la defensa de ciertas nociones de vida para
representación en un medio de producción específico.
Según el estudio de la UDFJC-SDA (2010), el Sumapaz tiene una población casi netamente
campesina (92%). Eso quiere decir que la gran mayoría de sus pobladores se desempeñan en
el trabajo de la tierra o dependen de ella. Gracias a tal relación, los habitantes del Sumapaz
se identifican con la cultura y los valores de la tradición campesina. Como se verá más
adelante, estas características comunes están ligadas a una larga historia de lucha y resistencia
por la tenencia de la tierra y la permanencia en el territorio. Este conjunto de dinámicas hizo
que la colectividad local poseyera gran potencialidad comunitaria para gestionar sus espacios
internos por medio de planes de desarrollo formulados por la comunidad y un gran número
de experiencias organizativas como: el Sindicato de trabajadores agrícolas del Sumapaz
(Sintrapaz)19 de la Cuenca del Río Sumapaz, la Asociación Campesina Agropecuaria
Ambiental Y Cultural De Sumapaz (SUMAPROC)20 y todas las Juntas de Acción Comunal
de cada una de las veredas.
El agua del Sumapaz es una característica determinante a la hora de definir el territorio por
parte de sus habitantes. Según un estudio del Instituto Alexander Von Humbolt (IAvH) y la
Universidad externado (2015) existe un acuerdo amplio sobre los elementos y funciones
ambientales del Sumapaz, y esta es el agua. Para obtener este resultado, los investigadores
realizaron una serie de preguntas entre las que estaban: ¿qué es el páramo? Y ¿dónde
comienza? a 65 habitantes de la región21. Los resultados arrojaron que nacimiento,
19 Con más de 1000 afiliados a lo largo de toda la UPR Río Sumapaz
20 Con 73 afiliados activos en la zona norte del Sumapaz, UPR Río Blanco. Este colectivo surge para dar lugar
a las opiniones que difieren de Sintrapaz en norte de la localidad.
21 Este grupo de informantes incluye entrevistados vinculados con los sectores gubernamental (52%) y social
(48%), incluyendo desde lo gubernamental: alcaldes y concejales (12%), personeros (6%), diversos
funcionarios de las secretarías municipales (10%) y de la UMATA (10%), y empresas de servicios públicos
(13%); y desde lo social: asociaciones de productores (9%), habitantes (12%), juntas de acción comunal (12%),
25
almacenamiento o recarga de agua son las definiciones más usadas (ver Gráfica 1). Seguido
a ello, este equipo realizó una encuesta sobre las tres palabras que más definen al Sumapaz.
Este sondeo arrojó que el 47% de los encuestados piensa que este espacio es agua y vida
(asociándolo a palabras como recurso, riqueza y fuente, por un lado, y salud, oxigeno,
nacimiento y pulmón, por el otro). Solamente el 18% de ellos considera que territorio es una
palabra clave (con palabras como identidad, campesino y soberanía) y el 3% lo relaciona con
geografía (frío, montaña).
Estos resultados concuerdan bastante con lo que la Habitante 9, lideresa de la comunidad
entrevistada, manifestaba con respecto al significado del páramo:
“El páramo es muy importante para Colombia por el agua, es decir, allí es donde
nace la naturaleza de donde ella tiene su ciclo. El páramo es agua, los frailejones
son el agua y el páramo. Sumapaz es agua, es vida, es territorio”. (Bogotá D.C, 10
de julio de 2018)
Teniendo en cuenta la importancia biológica del páramo del Sumapaz, las colectividades
locales han reenfocado su existencia hacia la defensa del territorio y sus recursos22. Según el
IAvH (2015), hacen presencia 13 organizaciones de orden no estatal que se ocupan de crear
estrategias de protección de este recurso en el Alto Sumapaz. Dichas iniciativas posibilitaron
organizaciones no gubernamentales y organizaciones sociales locales y regionales (15%). (IAvH UExternado,
2005 pg. 66) 22 Especialmente del agua. Para más información ver Botia y Preciado (2019), Rivera, Moreno y Munar (2018)
y Santamaría (2018).
26
la organización de multitudinarias marchas, tutelatones23 y bloqueos para ganar amplio
reconocimiento nacional por su alto nivel de organización y cohesión comunitaria de larga
tradición histórica24.
La defensa del territorio es otro aspecto relevante para la movilización social en el Sumapaz.
La principal organización comunitaria de la región es el Sindicato de Trabajadores Agrícolas
de Sumapaz (Sintrapaz). Este colectivo lucha por el derecho a la tierra y el histórico
fenómeno de olvido estatal en el campo desde 1970. Tal organización se divide en otras como
el Colectivo de Mujeres, el de Jóvenes, el Medioambiental y el Educativo. A partir de dichos
procesos han surgido propuestas como: modelos alternativos de ocupación campesina por
medio de la constitución de una Zona de Reserva Campesina (ZRC)25, reconversión
productiva a la agroecología y la producción agrícola orientada al auto sostenimiento, entre
otras iniciativas que están encaminadas a la autonomía y autodeterminación de sus habitantes
sobre el territorio. Por su parte, Sumaproc, que representa a la zona norte de la localidad, no
está de acuerdo con la constitución de una ZRC. Creen que esta propuesta podría limitar la
productividad de la tierra y frenar la entrada de iniciativas como el turismo o la inversión.
¿Cómo se construyó el territorio del Sumapaz?
La territorialización es un proceso dinámico y conflictivo en el que se apropia y construye
un territorio. La territorialidad, por su parte, es el resultado de una serie de disputas materiales
y simbólicas por el control de un espacio sobre el cual se ha establecido un modo de vida
específico. El territorio se teje a partir de prácticas, acciones, símbolos y significados,
establecidos a partir de ciertos esquemas de poder a través de la historia. El Sumapaz posee
23 “Un domingo de tutelas, y teníamos programado sacar 200 tutelas, pero la gente respondió mucho
conseguimos 700 tutelas en todo el municipio” (Entrevista realizada por Botia y Flechas, 2019). Solamente para
el 2017 se radicaron 2.376 tutelas.
24 Ver https://www.elespectador.com/noticias/medio-ambiente/sumapaz-marcha-el-agua-articulo-516903
25 Un instrumento previsto por la ley 160 de 1994 para contribuir al desarrollo sostenible y a estabilizar la
población colono-campesina en su territorio. Estos espacios contribuyen a facilitar la ejecución integral de las
políticas de desarrollo rural, fortalecer los espacios de concertación entre el Estado y las comunidades rurales,
además de crear condiciones para la adecuada consolidación y desarrollo sostenible de la economía campesina,
regular la ocupación y aprovechamiento de las tierras baldías y controlar la expansión inadecuada de la frontera
agropecuaria (Ver PNNS, 2018 y Rondón 2016) Sobre este aspecto se hablará más ampliamente más adelante.
27
una historia compleja que atraviesa periodos de desplazamiento, conflicto y violencia
sistemática que terminarían por influir profundamente en la construcción de este territorio
por parte de todos sus actores.
Colonización y Violencia.
El Sumapaz es un territorio históricamente estratégico que se ha labrado desde la permanente
lucha agraria y la intermitente presencia Estatal. Durante la primera década del siglo XX, el
Alto Sumapaz empezó a ser colonizado por campesinos desplazados desde varios espacios
del país, principalmente del departamento de Boyacá, a causa de la violencia de la Guerra de
los Mil Días. Todos huían en búsqueda de sustento, así que recurrieron alternativas como la
producción de papa, la expansión de la ganadería y la explotación de bosques.
La urbanización de Bogotá tuvo un gran impacto en la región por la creciente demanda de
maderas, carbón y ganado para su población. Entre 1870 y 1925 se fundó la Hacienda
Sumapaz26 sobre baldíos sin titulación alguna. Las familias Rubiano y Pardo Roche eran
dueñas de esta masiva zona de tierras y desarrollaron relaciones de tipo feudal con la ciudad
de Bogotá y con sus propios trabajadores (Londoño, 2011). La incursión de dicho tipo de
propiedad latifundista dio lugar a una serie de conflictos entre propietarios y labriegos, pues
estos últimos empezaron a cuestionar los patrones tradicionales de tenencia de la tierra, las
condiciones laborales y la inexistente titulación de las parcelas a quienes trabajaban en ella.
Desde 1925 a 1936 el Sumapaz fue escenario de uno de los periodos más conflictivos de su
historia. El eje de esta disputa fue el derecho a la propiedad de la tierra, a su cultivo y a la
libre comercialización de los productos (PNNS, 2005). Esta lucha se caracterizó por tener, a
consideración de Londoño (2011), dos formas de acción colectiva. En primera instancia, se
recurrió activamente a instancias gubernamentales en búsqueda de protección, y por el otro,
a la resistencia pacífica y la defensa jurídica contra los desalojos y juicios promovidos por
los hacendados. Gracias a la larga experiencia de los campesinos del Alto Sumapaz en la
26 La hacienda es un sistema de propiedad de origen español traído a América en la época de la colonia. Esta
solía estar compuesta por latifundios rodeados por viviendas. Esta hacienda tenía 203.996 hectáreas, incluía
todo el territorio de la Localidad 20, extensiones de tierra en Gutiérrez y Cabrera en el Departamento de
Cundinamarca, así como en los municipios de Cubarral y San Martín en el Meta. (PNNS, 2005 pg. 40)
28
defensa legal, además del apoyo del líder político nacional Jorge Eliecer Gaitán, lograron la
titulación de gran parte de los territorios solicitados con el Decreto 1110 de 1928.
Durante el periodo de La Violencia fue asesinado el candidato presidencial Jorge Eliécer
Gaitán. Con este hecho inició la llegada del conservadurismo a la región en búsqueda de la
defensa de la tierra de los hacendados y el establecimiento de un nuevo régimen en nombre
de los ejércitos armados Chulavitas. La persecución sobre la población liberal y los asesinatos
a familias campesinas creció sin precedentes con acciones como el bombardeo de viviendas
campesinas y los cercos militares. Dicha situación permitió la creación de grupos liberales
de autodefensa armada contra las técnicas empleadas por la fuerza pública. Los habitantes
empezaron a organizarse localmente en cuadrillas con el fin de prevenir ataques exteriores.
Internamente también se libraban intensas luchas por el control del territorio entre sectores
liberales y comunistas. Los viejos amigos de liderazgo campesino, Antonio Vargas y Juan de
la Cruz Varela, empezaron a tener agudas diferencias con respecto a la perspectiva política a
tomar, así que cada uno adoptó un bando. Se localizaron tomando en cuenta la ubicación de
sus simpatizantes. El primero se concentró en la parte norte (Nazareth) de corte liberal, y el
segundo, al sur (San Juan), donde colindaba con el territorio que vio surgir el movimiento
campesino armado más antiguo del país. Esta división permanece hasta la actualidad, dando
forma al mapa político de la localidad. La zona sur del Sumapaz estableció una dinámica
diferente con la urbe muy diferente a la del norte, pues durante la mayor parte de este periodo,
San Juan estuvo desvinculado social, económica y políticamente de Bogotá. “Cabrera, por
su cercanía geográfica y por ser parte del proceso agrarista, se convirtió en el centro de
concurrencia de la población de esa parte del Sumapaz” (Garzón, 2011).
El Tolima es caracterizado por numerosos autores como el génesis de las guerrillas de
izquierda (Medina, 1986). A contados kilómetros del Sumapaz, el Tolima ejerció una fuerte
influencia en los procesos de resistencia de los pobladores del sur del páramo, pues de allí
serían retomados varios ideales revolucionarios para la lucha por el territorio. El movimiento
comunista se radicalizó bajo la influencia del revolucionario Juan de la Cruz Varela. En esta
coyuntura de transformación, y con el “pretexto de recoger fondos para la restauración de
alguna escuela o de celebrar festividades, la comunidad organizaba reuniones donde se
29
informaba lo de la región, se escuchaba a los oradores que instruían acerca de la actividad
política y explicaban la doctrina del partido.” (Varela, 2007, p.279).
En este punto, las prácticas de defensa armada fueron reconvertidas en formas de
participación democrática. La experiencia adquirida por los dirigentes campesinos los
encaminó a la conquista de una relativa autonomía frente a los hacendados, a los partidos
políticos tradicionales y, en general, a la institucionalidad nacional. Esta coyuntura ayudó
para que los campesinos del Sumapaz lograran consolidarse como:
“orden territorial autónomo alcanzando logros significativos como la posesión de la
tierra a través de la parcelación de la mayor parte de las haciendas de la región.
Además, consiguieron posicionar la situación del campesinado como debate nacional,
fortalecer su cosmovisión con base en los valores de solidaridad, compañerismo,
trabajo en grupo y unidad, demostrar a la comunidad en general ser sujetos
generadores de orden y no objetos de políticas.” (Santamaría, 2018 pg. 68)
Su tierra, tal como estamos viendo, fue defendida desde la legalidad, mediante el uso de la
legislación y la protesta pacífica. “Su tradición de lucha los había llevado al convencimiento
de que la tierra es la base primordial para la construcción de lazos sociales, autonomía y
derechos ciudadanos” (Varela, 2011, p. 178). A la larga, se consolidaron como sujeto social
y político en su región; lograron construir un clima de paz y convivencia ciudadana como
forma de resistencia. Su capacidad de organización y coordinación comunitaria hicieron que
con el tiempo adquirieran papeles de control, veeduría e intervención sobre las cuestiones
concernientes a la región. A tan pocos kilómetros de la capital de país como centro de la
gubernamentalidad, asumieron los papeles de un Estado que solo se manifestaba en acciones
de represión y militarización.
Conflicto armado.
El régimen de Rojas Pinilla llegó a su fin con el establecimiento del Frente Nacional (1958-
1974). Esta coalición agudizó la tensión política con sectores sociales excluidos al
obstaculizar su participación en la toma de decisiones. El inconformismo y la influencia
ideológica de otros movimientos latinoamericanos de la época dieron lugar a la conformación
30
de varias guerrillas. En el marco de este conflicto, las Fuerzas Armadas de Colombia realizan
un ataque aéreo a Marquetalia en búsqueda de la “pacificación” del Tolima27, espacio donde
se encontraba concentrado el movimiento agrario de izquierda bajo el liderazgo de los futuros
fundadores de las FARC. En este contexto, el expresidente León Valencia declaró repúblicas
independientes a las regiones donde se habían asentado las guerrillas, entre ellas, el sur del
Sumapaz (Gonzalez y Marulanda, 1990).
En 1982, con la realización de la VII Conferencia Guerrillera, las FARC decide que el
Dadas las inhóspitas condiciones del páramo y la poca presencia institucional del Estado, el
Sumapaz significó un espacio propicio para estas guerrillas al permitirles, sin mayor
dificultad, la movilización de tropas, armas y secuestrados. Debido al ataque a Casa Verde
en el Meta, cientos de guerrilleros se trasladan por el Valle del Duda hacia el sur del Sumapaz
con el objetivo de continuar con los compromisos adquiridos con la VII Conferencia. Con
este hecho se adoptó una estrategia mucho más agresiva de guerrilla móvil.
Ya para los 90’s, las FARC se encontraban desplegadas a lo largo de todo el Sumapaz (ver
Mapa 2, Basado en Aguilera, 2013 y Observatorio del Programa Presidencial de Derechos
Humanos, 2002). A raíz de esta ocupación, entre 1990 y el 2000 se vivieron fuertes
enfrentamientos entre la fuerza pública y el bloque oriental de la guerrilla (frentes 52 y 33)
como respuesta estatal a la presencia subversiva en el territorio. Los habitantes de dicho lugar
tuvieron que sufrir estigmas de parte y parte. Por un lado, las fuerzas oficiales los llamaban
encubridores y colaboradores de la guerrilla, mientras que estos últimos, los calificaban de
conspiradores del ejército (Instituto Colombiano de Antropología ICAN, 1998 pg. 67). La
visión interna de los habitantes sobre la presencia del gobierno nacional (fuerzas armadas)
para esa época, estaba basaba en la idea de que su único objetivo era defender a la Bogotá
Urbana, no a los campesinos del Alto Sumapaz (Alcaldía Mayor, 2010). A pesar de la aguda
coacción del ejército como de la guerrilla, “es de admirar que hayan logrado sobrevivir a las
presiones tanto del ejercito como de las guerrillas. Lograron subsistir en medio de esas
27 El territorio fue declarado zona de operaciones militares y, posteriormente enmarcado en el Plan LASSO
(Latin American Security Operation), cuyo inicio puede localizarse en Marquetalia, y creado por el presidente
John F. Knnedy con el finde contrarrestar los movimientos revolucionarios de América Latina, se inicia un
evidente intento de legitimación de la violencia contra los campesinos filiares a las ideologías de izquierda.
31
Mapa 2: Frentes y Bloques de las FARC. 1980 – 2002.
32
tensiones, fortaleciendo sus formas de organización social; preservando y recreando su
pasado histórico y mantenido solidaridad y cohesión interna” (Londoño, 2011 pg. 663).
La institucionalidad de la alcaldía mayor de Bogotá empezó a tener mayor incidencia en la
zona en los años 90’s. Medidas de tipo civil, mas no militar, como la implementación de vías
(entre ellas la más importante, la vía Bolivariana que conecta la ciudad con el extremo sur de
la localidad), y la entrada del servicio de telefonía alámbrica e inalámbrica, establecieron un
cambio. Esta relación con la ciudad está en parte determinada por el intercambio económico
y cultural que hay entre las dos entidades territoriales (UD, 2011). La inclusión de las
medidas distritales no siempre fue vista de forma positiva por los pobladores, ya que
“llegaron con agendas que no correspondían a nuestras metas; nos imponían nuevas formas
de entender lo nuestro” (Habitante 9, 10 de Julio de 2018). Esta estatalización del páramo
marcó un cambio en la población y su relación con el territorio, pues “los espacios públicos
que antes eran considerados comunales se convirtieron en objetos del Estado, es decir, que
lo comunal se transformó en estatal, y lo estatal, es decir lo público, no es percibido como
propio” (Alcaldía Mayor, 2010 pg. 10).
En el 2001, con la puesta en marcha de la operación Aniquilación II, se articula el Batallón
de Alta Montaña y Brigada Móvil No. 1 como estrategia definitiva para la disipación de las
FARC en el Sumapaz. La presencia militar trajo consigo un recrudecimiento de la violencia
en la zona; produjo el desplazamiento masivo de campesinos a la ciudad de Bogotá y
municipios colindantes en búsqueda de seguridad. En concordancia con las estrategias
implementadas por el Plan Colombia, el expresidente Álvaro Uribe Vélez ejecutó entre 2002
y 2010 la Política de Seguridad Democrática (PSD). Esta tenía como objetivo central atacar
las retaguardias guerrilleras en búsqueda de control territorial estatal. En el Mapa 3 podemos
observar que la llegada del Batallón tuvo importante impacto dentro de las estructuras
móviles de las FARC en el Sumapaz.
33
En el 2016 se firma el acuerdo de paz con este grupo subversivo. Según informes la Agencia
para la Reincorporación y la Normalización28, el 96% de los excombatientes a nivel nacional
continúan en el proceso de reincorporación para finales de 2019. Con este logro, el Sumapaz
queda sin presencia oficial de este grupo armado. Las muertes relacionadas con
enfrentamientos directos entre guerrillas y militares son casi inexistentes29. A pesar de esto,
aún permanecen cientos de minas antipersona en proceso de desarticulación por parte de la
Dirección Contra Minas (ver Mapa 4). Dicho elemento pone en constante riesgo la vida de
habitantes y turistas. Mas recientemente, los paramilitares han comenzado a hacer presencia
28 Ver
http://www.reincorporacion.gov.co/es/agencia/Documentos%20de%20ARN%20en%20Cifras/ARN%20en%2
0cifras%20corte%20abril%202019.pdf 29 Conversatorio del Centro de Memoria Histórica. Sumapaz: una mirada rural sobre la reparación. 21 de
marzo de 2019.
Mapa 3: Geografía de la guerra en Colombia. 2002-2008. Reelaboración propia tomada
del informe ¡Basta Ya!
34
en el territorio realizando amenazas a líderes sociales, desmovilizados y reconocidos
activistas políticos de la zona30.
Las comunidades del Sumapaz tienen varias décadas de experiencia en la creación de planes
de desarrollo propios y el fomento de iniciativas sociales, ambientales y culturales. En
palabras de Silva (2016), buscaban construir territorialidades alternativas a las
territorialidades bélicas. Los ejemplos más notables de organización son colectividades de
larga trayectoria como el Sindicato de Trabajadores Agrícolas del Sumapaz (Sintrapaz),
fundado en 1957, y las Juntas de Acción Comunal (JAC), organizadas 1992 gracias a la
descentralización política de la Constitución de 1991. La Alcaldía Local, la Junta
Administradora Local (JAL) y la Unidad de Asistencia Técnica Agropecuaria (ULATA), 29
años después de su creación, siguen sin hacer presencia física dentro de la localidad.
A nivel social, se encargaron durante gran parte del siglo XX de la gestión de escenarios de
diálogo, recursos y espacios para el mejoramiento de las condiciones de vida de la comunidad
(en la realización de vías, escuelas y dinamización de la economía de minifundio). A nivel
ambiental, Vargas (2014) explica que la comunidad del Sumapaz asumió roles de control
ambiental desde 1960 mediante la reglamentación de los cultivos de papa y el mejoramiento
colectivo de los procesos de cría de ganado. Inclusive, interpusieron restricciones sobre la
quema y tumba de vegetación al notar que esta práctica no beneficiaría los futuros
productores (pg. 200). Los permisos debían ser tramitados y otorgados por la organización
campesina, pues el INDERENA no podría hacer presencia. A nivel cultural (Alcaldía Mayor,
2010), jalonaron múltiples procesos de identificación cultural campesina31.
30 Ver https://lasillavacia.com/silla-cachaca/los-panfletos-que-atemorizan-al-sumapaz-62673
31 A través de festivales, charlas, murales y múltiples expresiones artísticas para el fortalecimiento de un sentido
de colectividad impreso sobre un territorio a ser defendido.
35
Mapa 4: Zonas Disponibles para Desminado Humanitario PNN Sumapaz.
36
Este largo proceso de conflicto tuvo importantes efectos sobre el tejido social y político del
Sumapaz. Por un lado, los constantes enfrentamientos y señalamientos por parte de los
actores armados de la zona produjeron que la comunidad estableciera espacios de
organización interna que respondieran a las necesidades de la población. Este proceso
fortaleció sus formas de organización social, solidaridad y cohesión interna. Por otro lado,
fragmentó la relación entre la comunidad campesina y las instituciones del gobierno nacional
y distrital a causa de la poca presencia institucional del Estado en una figura diferente a la
militarización y represión.
Autores como Londoño (2003, 2011), Valera y Romero (2006), Prada (2014) y Chávez
(2011) han reflexionado ampliamente acerca de las acciones e imaginarios que han cercado
la relación entre las comunidades locales y las instituciones del gobierno. Todos ellos
concuerdan en argumentar que el pasado de violencia y represión ejercido por el propio
gobierno colombiano no permitió la creación de esquemas de legitimidad en el territorio.
Para sus habitantes, la poca presencia institucional no tenía como objetivo protegerlos, sino
defender los intereses de la Bogotá urbana (Alcaldía Mayor, 2010). Adicionalmente,
explicaron que las mismas dinámicas históricas y políticas que los empujaron a organizarse
internamente, los estimularon a ver con recelo las medidas ejercidas por el gobierno nacional
y distrital. La autonomía interna con la cual funcionaron durante décadas hace que la
intervención ambiental, económica o política exterior sea desestabilizante, e inclusive,
amenazante. La incursión del turismo es un claro ejemplo de esta dinámica.
Breve historia del turismo en el Sumapaz
El Sumapaz tiene variados atractivos turísticos que hacen de este un excelente destino a
visitar en un fin de semana (ver Fotografía 2). Dentro del parque se tiene un total de 8 lagunas
y dos yacimientos de cuencas hidrográficas de belleza extraordinaria (Rio Tunjuelo,
Sumapaz, Blanco, Ariari, Guape, Duda y Cabrera). Adicionalmente, es un centro de
destacable endemismo de flora y fauna (Ospina, 2003) donde “se encuentran representadas
148 familias, 380 géneros y 897 especies” (PNNS, 2017). A nivel cultural, posee vestigios
37
arqueológicos como el cementerio indígena en Usme con un estimado de 1500 restos
humanos, además del camino de piedra de origen colonial a la capital del país.
Los registros escritos más antiguos sobre visitas a la laguna de Chisacá en forma de
excursiones o caminatas fueron realizados por caminantes o exploradores finalizando el siglo
XIX (Guerra 1881, ICANH, 1998)32. Posterior a esto, se encontraron registros sobre la
tradición local de realizar “paseos de olla”33 a las lagunas de Chisacá, Negra y Larga. Debido
a la presencia armada de guerrillas durante la segunda mitad del siglo XX y la ausencia de
estructura turística hasta la actualidad, no se tienen periodos de tiempo con alta incidencia de
visitantes a la zona hasta entrado el siglo XXI.
Varios periódicos nacionales han hecho referencia a la espectacular belleza del Sumapaz
desde varios años atrás, sin embargo, no es sino hasta el año 2016 donde se recomienda
oficialmente visitarlo. Para dar con esta información, se analizaron un total de 186 noticias
que hicieran mención específica sobre el turismo en el Sumapaz. Periódicos como El Tiempo
referenciaron en numerosas ocasiones al Sumapaz como un territorio peligroso en el que no
era posible ejercer el turismo, especialmente en 1993, 1996, 1997, 1999 y 200134. Durante
esta misma periodicidad, no se habló sobre la posibilidad de ingresar o siquiera conocer el
32 En el documento del INCAN se tiene la descripción detallada que, muchos de ellos dejaban, sobre la belleza
del paisaje del Sumapaz (periodo 1850 a 1980), al igual que ingeniero Guerra. 33 En el diario Claridad No. 114, junio 12 de 1933 y No. 135. Enero 14 de 1935 se hace referencia a tales
actividades familiares alrededor de las lagunas Larga, los Tunjos y Negra para la primera parte del siglo XX,
elemento que permite entender que desde hace tiempo se entiende al Sumapaz como espacio de esparcimiento.
A pesar de ello, esto no fue realmente apropiado por toda la región hasta finalizado el siglo XX.
34 Un ejemplo que puede encontrarse digitalmente: El Tiempo, 21 de enero de 2001. Era el terror de la región
de Sumapaz: gaula.
Fotografía 2: Laguna Alar Pasquilla Archivo personal.
38
territorio. Frente a esto, desde el 2006, se encuentran columnas que exaltaban la belleza de
la zona y describían las posibles rutas que podrían tomarse para ejercer turismo de montaña35.
Gracias a esta coyuntura de activación turística, empieza a tener lugar el problema de las
basuras causadas por turistas36. Pese a esto, dicha periodicidad no tuvo un conflicto social
tan agudo como el actual, pues el número de visitantes no sobrepasaba los 500 turistas al año
(ver Gráfica 2).37
Para el 2016, periódicos masivos como el Tiempo y el Espectador hacen menciones más
continuas de la actividad turística en el Sumapaz, bien sea comentando las iniciativas locales
que surgieron para su ejercicio38, la exaltación de sus principales bellezas naturales39, o las
ventajas que representaría el posconflicto para el territorio y su población40. En realidad, el
tema del turismo en el territorio empezó a tener lugar dentro de la agenda distrital en
documentos como el Proyecto de Plan de desarrollo 2016-20 (Alcaldía Mayor de Bogotá)41.
35 El Tiempo, 31 de octubre de 2007. Ocho premios de paz que no se dan por vencidos. El Tiempo, 14 de marzo
de 2007. Breves de Viajar. El Tiempo, 20 de junio de 2007. Para vacaciones de mitad de año, cuatro parques
de Bogotá y sus alrededores destapan estrategias. 36 El Tiempo, 5 de noviembre. Sumapaz pierde la guerra.
37 Gráfica basada en los datos suministrados por el documento Análisis de Visitancia Chisacá. PNNS, 2015,
2016, 2017, 2018. 38 El Tiempo, 13 de julio de 2016. El turismo en moto, plan de moda en Colombia. 39 El Tiempo, 08 de julio de 2016. Gobernantes de Región Central definen tres prioridades para 4 años. 40 El Tiempo, 04 de septiembre de 2016. Bogotá repunta en visitas de extranjeros. 41 Los proyectos anteriores revisados que hacen referencia al Sumapaz (2012-2016 Bogotá Humana; 2008-2012
Bogotá Positiva; 1998-2001 Por la Bogotá que queremos) no tratan el tema de turismo para el territorio. Los
0
2000
4000
6000
8000
10000
12000
14000
Gráfica 2: No. de visitantes 1997-2017
39
Otro elemento que también define la historia del turismo del Sumapaz es la declaración de
este territorio como Parque Nacional. Con dicho procedimiento se delimitaron las actividades
permitidas dentro del territorio; se limitó el acceso y uso de los ecosistemas. Estas
demarcaciones también influyeron sobre las dinámicas turísticas dentro de una zona, al
reglamentar, permitir o limitar el ejercicio (Fennell, 2008 capítulo 5). Autores como Thomé
(2008) y Jurdao (2013) sostienen que, con el turismo, la influencia institucional llega con
mayor fuerza a territorios históricamente marginados (con exuberantes naturalezas que
pueden mercantilizarse) en nombre del desarrollo (Vega, 2017) y la reconquista del territorio
nacional (Ojeda, 2012). Si bien esta actividad puede traer consigo mejoramientos en temas
viales, servicios públicos y seguridad, también representa mayores medidas sobre el
movimiento y la actividad de la población sobre los territorios usados para la recreación, ya
que “se imponen nuevas formas de relacionarse con la naturaleza y estar dentro de ella”
(Guilland y Ojeda, 2012) en términos de la lógica Eco.
En 1977 (desde la misma declaratoria del parque) se decreta que “dentro del área alindada
quedan prohibidas las actividades diferentes a las de conservación, investigación, educación,
recreación, cultura, recuperación y control” (Res. 153 de 1977). La recreación, en ese
momento, fue acordada como una actividad de uso complementario sin delimitar las zonas
aptas para ello42. Ya en el plan de manejo del 2001, se declara que el turismo puede ser
ejercido en estos espacios debido a su facilidad de ingreso, alinderando el territorio para tal
actividad bajo en nombre de espacios Histórico-culturales. En esa situación coyuntural, el
documento hace la claridad de que otros escenarios tienen problemas de orden público, y
que, por lo tanto, su vocación está relacionada con la restauración del ambiente únicamente.
En el 2007 se cierran Laguna Larga y Negra al público por los enfrentamientos militares que
se presentaban en la zona. Dos años después se cierra nuevamente el Pantano por las mismas
razones (la Resolución 075 de 2009). Con el boom de ingreso de turistas en el 2016, en el
2017 se delimita la Laguna de Chisacá como la única zona en la que se permitirá formalmente
anteriores, no se hacen referencia al territorio del Sumapaz en general (2004-2008 Bogotá sin Indiferencia;
2001-2004 Bogotá para vivir todos del mismo lado; 1995-1998 Formar Ciudad) 42 Uso que no se opone al principal y concuerda con la potencialidad, productividad y protección del suelo y
demás recursos naturales conexos.
40
el turismo bajo la tipificación de zona de Recreación General Exterior, asociándose a las
prácticas ecoturísticas. Para el 2018, tras tres décadas sin presencia continua de la institución
de Parques Nacionales, se termina la construcción de la cabaña desde la cual se instalaría
permanentemente el equipo del parque con el objetivo de controlar el ingreso de visitantes.
Conflictos territoriales actuales.
La territorialización es el proceso mediante el cual se apropia un espacio como hábitat
humano y social. Este se encuentra ligado a un modelo determinado de desarrollo que define,
limita y orienta un territorio en específico, convirtiéndolo en un instrumento de poder que
responde a una noción de territorio particular. Estas estructuras de poder, sumadas a los
intereses económicos y los valores simbólicos que sobre él se imprimen, son a menudo fuente
de conflicto alrededor de su apropiación, control y significado. Teniendo esto en mente, el
Sumapaz posee tres grandes problemas actuales con respecto a su territorio: las políticas de
conservación nacional, la constitución de la Zona de Reserva Campesina y los intereses
económicos dispares sobre sus recursos.
Como muchos otros países en vías de desarrollo, la economía colombiana se encuentra
basada principalmente en la extracción de recursos naturales. Debido a tal necesidad, las
preocupaciones nacionales se debaten constantemente entre la protección de estos capitales
y la intensificación de modelos extractivos. El Sumapaz no escapa de esta dinámica
conflictiva, pues este territorio es ambientalmente rico y requiere ser protegido de las
afectaciones antrópicas, y a su vez, es un valioso reservorio de minerales que requieren de la
implementación de proyectos extractivos a gran escala.
Las zonas que corresponden al distrito capital están destinadas a la conservación, ocupación
de bajo impacto y recreación (Decreto 190 de 2004). De igual forma, la urbanización es
restringida y no es permitida la ganadería extensiva (SDP, 2017). Los espacios de páramo
que no son parque nacional son reglamentados por la Resolución 1434 de 2017 y en ellos se
dictamina que las actividades agropecuarias y mineras son estrictamente prohibidas (numeral
5.1.2).
41
Es importante resaltar que las cabezas poblacionales más habitadas de la localidad se
encuentran en terrenos muy cercanos a los correspondientes a Parque Nacional y habitan
espacios de páramo. El tránsito de habitantes y productos debe hacerse necesariamente por
la Vía Bolivariana que le pertenece, en gran parte, a este terreno protegido. Desde el punto
de vista socioeconómico, el terreno de páramo es poco rentable para la producción agrícola.
Dicha condición hace que los campesinos se vean obligados a realizar actividades nocivas
con el medio ambiente con miras a garantizar su subsistencia (reemplazo de agricultura por
ganadería, ampliación de la frontera agrícola, quemas frecuentes, entre otros).
En este orden, las medidas de conservación y recuperación han impactado profundamente
los esquemas de sostenimiento tradicional que se encuentran basados en el trabajo de la tierra
y la cría de ganado. Los habitantes sustentan que esta reglamentación es poco flexible con
respecto a las prácticas locales; explican que estas reglamentaciones son bastante recientes y
no responden a los modos históricos a partir de los cuales consolidaron sus procesos de
asentamiento y desarrollo de actividades agropecuarias43; argumentan que son parte
sistémica del páramo, por lo tanto, el reclamo de su permanencia y autonomía es una
necesidad vital.
La propuesta de Zona de Reserva Campesina (ZRC) de San Juan de Sumapaz representa con
claridad esta petición de autonomía y autodeterminación frente al uso del territorio y su
naturaleza (Riaño, 2016). “Con este proyecto de desarrollo buscan legitimar la autonomía de
los campesinos para formular y aplicar las prácticas que regulan las decisiones que necesitan
para hacer frente a las políticas de desarrollo que los restringen y amenazan con desplazarlos
del territorio o destruir su identidad y su entorno natural” (Vargas, 2014 pg. 206)44. El
sumapaceño del sur entiende a su territorio como propio y desea protegerlo y guiarlo por sí
mismo, pues construyó esta relación a partir de los valores de la vida campesina, el trabajo
de la tierra y la lucha.
43 Ver: https://www.prensarural.org/spip/spip.php?article20076 y Bautista 2017. 44 Para complementar estas solicitudes, puede remitirse a la Declaración Política del Congreso Agrario de la
Región Central de Colombia (noviembre de 2012)
42
Dicha propuesta de ZRC es una figura jurídica creada según la ley 160 de 1994 y se
implementa en un área geográfica específica en la que se pueda establecer una economía
campesina. Esta debe partir de lineamientos autogestionados de agricultura sostenible y
cooperativista que conduzcan a una seguridad alimentaria estable para toda la comunidad
(Acosta et. al, 2015 Solis, 2019). Con esta iniciativa, se busca que las comunidades tengan
autonomía con respecto a su futuro económico, social, político y cultural; confiere la
posibilidad y oportunidad de decidir sobre el territorio sin estar estrictamente apegado a
modelos de desarrollo ajenos al propio en el que se pongan en riesgo el ecosistema y los
modos de vida locales, pues
“al sustentar su cosmovisión en el arraigo y unicidad con el territorio desarrollan
formas de participación colectiva, autogestionada, pero sobre todo empoderada tanto
en los espacios-tiempo propios como frente a los órganos institucionales del orden
territorial del capital; formulan formas de producción basadas en la solidaridad y el
cuidado del ecosistema de páramo, y finalmente, reconstruyen de manera diaria y
colectiva sus prácticas, costumbres o tradiciones en razón de la defensa de la vida,
haciendo oposición al sistema capitalista” (Santamaría, 2018 pg. 127)
En el Plan de Desarrollo Sostenible de la Zona de Reserva Campesina del Sumapaz (2017-
2033) se hacen evidentes los avances en materia de conciencia ambiental por parte de los
habitantes. En un documento de 374 páginas, encontramos que los campesinos le apuestan a
un futuro a largo plazo en el páramo45. A pesar de la evidente organización de esta
colectividad para la conformación de una iniciativa de este tipo, el gobierno nacional lleva
dilatando el proyecto desde hace veintidós años46. Tal situación ha producido que, por un
lado, los sumapaceños hayan tenido que autoproclamarse como Zona de Reserva Campesina
de Hecho47, y por el otro, a que el sentimiento de abandono político sea generalizado en la
45 De acuerdo con el documento de ZRC (2017), esta figura cobijaría a 1.733 personas y sus predios ubicados
a lo largo de 16 veredas y 23.000 hectáreas. La iniciativa busca destinar un 80% del páramo a la conservación,
y un 20% para el desarrollo de productos asociativos y sostenibles.
46 Ver: https://www.elespectador.com/noticias/bogota/lo-que-frena-la-reserva-campesina-de-sumapaz-
articulo-807835 47 Asamblea enero de 2016, Sumapaz, territorio de paz – SINTRAPAZ.
43
localidad48. Al final de todo, el Estado es visto en el Sumapaz como un conjunto de
instituciones que avalan proyectos planteados por agentes externos, mas no como un
organismo que tiene el poder de apoyar sus agendas internas de bienestar y desarrollo
(Santamaría, 2018).
Dentro de sus diferentes propuestas ambientales, sociales, culturales, e inclusive deportivas,
buscan establecer soberanía sobre el territorio con el compromiso de “establecer acciones de
conservación, restauración y aprovechamiento sostenible, contribuyendo al
autoabastecimiento alimentario, a la salud y al bienestar de la población” (ZRC San Juan,
2017 pg. 260). Si bien tanto las autoridades ambientales como los campesinos consideran
que el cuidado ecológico del territorio es un tema crítico para el Sumapaz, se encuentran
importantes incoherencias con respecto a la permisividad de las instituciones hacia los
proyectos minero-energéticos e hídricos49.
Un ejemplo de este fenómeno es lo que está sucediendo con el proyecto hidroeléctrico “El
Paso”. Ciertamente, la Laguna de Chisacá viene alimentando desde hace algunos años las
plantas de Tratamiento La Laguna y Vitelma que cubre la zona sur de la ciudad y surte las
redes matrices de distribución de las zonas de Usme y Ciudad Bolívar. Esta iniciativa busca
establecer una hidroeléctrica y 14 minicentrales a lo largo del río Sumapaz50 con el objetivo
de abastecer eléctricamente a Bogotá y varios municipios del departamento. Dicho proyecto
ha agudizado en conflicto con los campesinos, ya que el impacto a nivel ambiental,
económico y social sobre las comunidades locales es evidente (ILSA, 2014).
Estas políticas se muestran incongruentes con las estrictas medidas de protección que se
establecieron contra las actividades agrícolas y ganaderas ejercidas por los habitantes, pues
sorprendentemente, los campesinos están “sometidos a las leyes de conservación ambiental
48 Importantes políticos del partido Centro Democrático, del cual hace parte el actual presidente de la nación,
han manifestado su total desarpovación de las ZRC, denominándolas como “Emporios del Terrorismo”.
https://www.elcolombiano.com/historico/uribe_dice_que_zonas_de_reserva_campesina_son_emporios_del_t
errorismo-JCEC_250977 49 Varios autores se han ocupado ampliamente sobre este tema, entre ellos pueden mencionarse algunos como
Bautista, 2017; Chaves, 2017; Santamaría, 2019; Boria y Preciado, 2019; Rivera et. Al, 2018, entre otros. 50 Este proyecto pasaría por los municipios de Cabrera, Venecia, Pandi e Incononzo y las veredas la Unión y
Tunal Bajo de la localidad del Sumapaz (EAAB, 2009 e ISLA, 2014)
44
que restringen sus prácticas agropecuarias, y por el otro, deben protegerse contra las políticas
de desarrollo nacionales que amenazan su control sobre el territorio” (Vargas, 2014). Esta
situación se torna aún más paradójica al encontrar que las prácticas agropecuarias de los
campesinos generan graves impactos sobre el páramo (UDFJC-SDA 2010). A pesar de la
aguda preocupación de la población con respecto a las afectaciones de estos proyectos, una
gran parte de los habitantes se encuentran reacios a cambiar o desplazar sus cultivos o reces
a otros espacios en los que sea ambientalmente sostenible realizarlos. Esta parte de la
población encuentra que los efectos de los megaproyectos no son comparables con los efectos
de sus tradiciones de sostenimiento. De igual forma, ven con cautela los proyectos planteados
desde la capital para el replanteamiento del orden territorial tradicional; todos los proyectos
externos son vistos, en mayor o menor grado, como agentes de cambio del orden local
establecido.
A raíz de esta problemática ambiental, las comunidades del sur de Sumapaz han establecido
espacios de formación sobre el impacto ambiental de los megaproyectos y las posibles vías
de desarrollo alternativo desde el páramo con el objetivo de señalar los posibles efectos de
esta obra en el territorio y el propio campesinado sumapaceño. Estas estrategias se ejercen
como ejes de reapropiación del territorio con miras a la protección y reafirmación de la
permanencia comunitaria dentro de su orden territorial tradicional y el afianzamiento de una
identidad cultural arraigada. Estas iniciativas han fortalecido procesos sociales de resistencia
como la Escuela Líderes por el Agua, Mesa por la defensa del Páramo de Sumapaz y el Agua
y Voces por el Agua, entre otros.51
En la actualidad, las comunidades del Sumapaz se encuentran organizadas alrededor de la
defensa del agua y el territorio para hacerle frente a las políticas económicas y los modelos
de capitalización y privatización de los recursos naturales. Esta conciencia colectiva hace que
todos los problemas concernientes al territorio sean apropiados por la comunidad en general;
hace que todos conflictos cobren especial relevancia para la agenda local.
51 Para más información al respecto, ver el informe “El río Sumapaz, proyecto hidroeléctrico "El paso": Agua
y vida campesina en riesgo” (2014).
45
La zona norte del Sumapaz, entendida como gran parte de la Unidad de Planeación Rural
(UPR) Río Blanco, no está de acuerdo con este proyecto52. Dicha comunidad está
representada por Sumaproc y explica que la figura de ZRC limita el comercio y restringe el
uso de la tierra, frena el desarrollo y la productividad del campo53. Tal como afirman Garzón
(2011), Chaves (2011), Acosta et. al (2015) y Subredsur (2017), esta división ideológica
reside en los esquemas políticos y territoriales de cada uno de estos sectores. En primera
instancia, ambos se relacionaron diferencialmente con la ciudad, pues en el norte tuvieron
“menores barreras de movilidad para la comercialización de productos al interior de la
localidad y fuera de ella, como lo son menores distancias a los centros poblados y el
mejoramiento en las técnicas de construcción de vías” (Subredsur, 2017 pg. 24).
En segunda instancia, los usos y significados del territorio para el norte están más ligados a
la productividad, el desarrollo y el intercambio, mientras que, en el sur, buscan construir
territorialidades alternativas al modelo capitalista y autónomas frente al poder centralizado,
de la mano de prácticas productivas sostenibles. En tercera instancia, gracias a la dinámica
misma del conflicto, la discriminación por filiación política fue mayor al sur. Según Garzón
(2011), la intervención estatal fue menos intermitente en el norte (los enfrentamientos más
agudos estaban localizados en zonas más apartadas del casco urbano). Este elemento
terminaría dibujando la relación que la población establecería con la institucionalidad.
En resumen, para los habitantes del sur de Sumapaz, el habitar un ecosistema como este tiene
un gran significado. Los valores, costumbres y creencias alrededor del territorio y sus
recursos fortalecen su conciencia de ser y estar en él; resistir ante cualquier evento que ponga
en amenaza este territorio configura la existencia misma.
52 La ZRC toma dos veredas de las 15 de la UPR Río Blanco, Ánimas y Sopas. Estas se encuentran en la parte
sur de la UPR y constituyen gran parte del Parque Nacional que pertenece a la localidad. Estas dos secciones
marcan la diferencia por encontrarse en suelo de conservación. La ZRC se constituye como una alternativa
económica para ellos, sin embargo, no tienen las mismas filiaciones políticas del sur. Son de corte más liberal.
53 Ver: https://prensarural.org/spip/spip.php?article21939
46
Capítulo 2: Turismo y conflicto en el Sumapaz
Desde el año 2016 se vive un intenso debate entre el campesinado habitante y las diversas
instituciones gubernamentales acerca del turismo en el Sumapaz. Las instituciones que allí
hacen presencia recurren a la estrategia del turismo para el desarrollo y la conservación en
búsqueda de la reincorporación de territorios marcados por el conflicto. Por su parte,
haciendo uso de discursos sobre derechos territoriales y ambientales, el campesinado ha
expresado su radical oposición al ejercicio del turismo en la zona, pues este es percibido
como una falta a la autonomía y libre determinación de los habitantes tradicionales.
Este capítulo se ocupa de analizar las posturas que se han estructurado alrededor del debate
por el turismo en el Sumapaz. Para entenderlas, se explica en primer lugar el boom de turistas
que allí ha tenido lugar y los impactos que este ha ocasionado hasta el momento. En segundo
lugar, se reconocen las iniciativas que se han tejido desde la institucionalidad para incentivar
o frenar el turismo en el Sumapaz. En este punto, se hace explícito el discurso del turismo
para la conservación y el desarrollo que manejan todas las organizaciones oficiales del
territorio en cuestión. En tercer lugar, se examinan los argumentos de los campesinos del sur
del Sumapaz para estar en contra del turismo y las razones por las que se enfrenta a otras
percepciones territoriales. Se hace énfasis en el proceso de construcción de territorio y las
condiciones económicas, políticas y culturales que dan forma a esta resistencia.
El boom del turismo en el Sumapaz
El equipo del PNNS hace mediciones diarias del número de visitantes que ingresan al parque
por la Troncal Bolivariana desde el 2013. Antes de este año, las mediciones eran periódicas
y no obedecían a la realidad cotidiana del parque (ver Gráfica 2 del capítulo 1), razón por la
que no se tienen datos fidedignos para la periodicidad 2001 a 2004 y 2008 a 201354. A pesar
54 Las mediciones no podían realizarse de forma periódica por temas de seguridad pública. De hecho, el parque
fue cerrado varias veces en estos años para garantizar la integridad de sus funcionarios y visitantes. En otras
ocasiones, a pesar de tener quien midiera el ingreso, solamente se registró la cantidad de visitantes sin indagar
motivaciones o intereses. La capacidad operativa del equipo no daba abasto para la extensión del parque.
47
de dicho problema, es posible identificar el cambiante número de turistas, sus ocupaciones y
motivaciones con respecto al territorio (ver Gráficas 3 y 4)
Es importante denotar que, a pesar de que la ocupación de las guerrillas fue dispersada
gradualmente desde el 2002 al 2006, no es sino hasta el 2016 que los particulares empiezan
a frecuentar de forma masiva el parque. Una particularidad dentro de este proceso es que el
ingreso de instituciones educativas y organizativas es proporcionalmente menor con
referencia a años anteriores. Los datos nos confirman que empieza a primar el interés turístico
frente al académico en este periodo de tiempo, reforzando así los datos suministrados por la
Gráfica 4.
Para identificar los preconceptos que los visitantes tenían con respecto al Sumapaz, se realizó
una encuesta a 32 turistas que ingresaron al azar a la laguna de Chisacá para los meses junio,
julio y octubre de 2018 y enero de 2020. El 81% personas (25) refirieron saber sobre la
precedente situación de orden público del Sumapaz, sin embargo, sienten que la paz ha
0
2000
4000
6000
8000
10000
Universidad Colegio Particular Organización Institución Sin info
Gráfica 4: Tipo de visitante a la laguna de Chisacá
2015 2016 2017
0 2000 4000 6000 8000 10000 12000
Contacto con Naturaleza
Descanso
Sin datos
Gráfica 3: Motivaciones del visitante a la Laguna de Chisacá
2015 2016 2017
48
llegado al territorio luego de la firma del tratado y que la presencia de los militares en el
mismo genera aún más confianza.
Tomando en cuenta todas las evidencias presentadas, puede argumentarse que en el pasado
el páramo no era visto como un espacio de contemplación o descanso. Este era, por el
contrario, un territorio de extremos políticos, guerra y desolación; no era representado como
un espacio de ocio o recreación. La imagen que se tiene sobre sus habitantes y el territorio,
desde la ciudad de Bogotá, en gran medida fue configurado por este proceso histórico. A
pesar de este estigma, el desorbitante número de visitantes en la zona refleja un evidente
cambio dentro de esta percepción colectiva.
Una evidencia de esta transformación dentro del imaginario del turista es la diferencia de
percepciones entre la población mayor o menor de 30 años con respecto al Sumapaz (ver
Gráfica 5). Dentro de la misma encuesta, los turistas respondieron a la pregunta por ¿cuál es
la primera palabra que le viene a la mente cuando piensa en el Sumapaz? Este muestreo arrojó
que la población más joven asocia el territorio a la su riqueza natural, mientras que los
mayores, refieren más a aspectos como el conflicto armado. Ninguno de los jóvenes
encuestados refirió a los campesinos como palabra clave para definir al territorio. Esto
responde a que muchos de ellos desconocen la existencia de habitantes en esa localidad, quizá
por la misma forma en la que ha sido invisibilizada de los mapas distritales de uso cotidiano
y los noticieros locales.
Gráfica 5: ¿Cuál es la primera palabra que le viene a la mente cuando piensa en el Sumapaz? (elaboración propia)
Estas cifras evidencian que las generaciones mayores asocian al Sumapaz con su pasado de
conflicto. Esto es apenas esperable cuando las noticias nacionales hacían referencia constante
de la situación de orden público de la zona. Los adjetivos que generalmente acompañaban al
0%14%
72%
14%
Población menor de 30 años
Campesinos
Conflicto armado
Naturaleza
Otro ¿cuál?
9%
43%38%
10%
Población mayor de 30 años
Campesinos
Conflicto armado
Naturaleza
Otro ¿cuál?
49
territorio eran peligroso, anárquico y ambientalmente frágil55. Aun cuando la paz ha llegado
al territorio, ocho de los mayores de 30 años encuestados manifestaron que no pueden evitar
pensar que el Sumapaz como un territorio minado por su historia de conflicto.
Toda la historia de guerra y ocupación subversiva del territorio influenció en gran medida la
historia del Sumapaz y el desarrollo de la actividad turística en la zona, ya que en pocas
palabras, ir suponía un riesgo extremadamente alto para la integridad del visitante. Bien
expresan Esteban y Bonilla (2017) al decir que el turismo se ve claramente influenciado por
las dinámicas del conflicto, pues para “entender el turismo es necesario retomar el trasfondo
social de esta actividad. […] Hablar de turismo es hablar de un concepto dinámico, que ha
evolucionado según los efectos de la violencia, del conflicto armado y la economía del
desarrollo” (pg. 126).
Gracias al proceso de paz esta percepción pudo dar un evidente giro al permitir el
reconocimiento de este territorio por parte de los habitantes de la Bogotá urbana. A su vez,
este proceso posibilitó el reconocimiento de las falencias administrativas que la localidad 20
con respecto a las demás localidades de la ciudad. La falta de equipamiento, personal y vías
para el ejercicio del turismo hizo evidente las carencias institucionales históricas del distrito
en la localidad. Debido a dicha dinámica, empezaron a impactarse las dimensiones
ambientales, sociales y económicas del territorio.
Según Cabrera y Ramírez (2014), son varias las presiones antrópicas sobre el páramo. Las
actividades asociadas al sector productivo forestal, agropecuario, minero extractivo,
comercio y turismo generan diversos procesos de cambio en los páramos y paisajes de la alta
montaña tropical. En el caso puntual del Sumapaz, se están realizando actividades de
extracción minera a la zona sur del páramo, extracción maderera al occidente y agricultura
en la mayoría de los sectores rurales bajo los 3200 msnm (implementado por las quemas de
55 El Tiempo menciona en 3700 registros periódicos al Sumapaz para el periodo 1990 a 2019, de los cuales,
1735 hablan sobre el Alto Sumapaz. Este diario tiene todas sus publicaciones desde 1990 en formato digital.
Gracias a esta ayuda, me fue posible clasificar las temáticas de estas noticias en una tabla con la siguiente
estructura: fecha, titular, temática (secuestro, extorsión, enfrentamientos, seguridad -entendida como
preocupación institucional-, carencias -con el fin de identificar la ausencia del Estado-, turismo, aspectos
ambientales, agua, obras públicas y otros).
50
monte como preparación para el cultivo). El turismo se configura, desde el año 2016, en una
presión más para este bioma. Veamos a continuación cuales son puntualmente sus impactos:
- Pérdida total o parcial del
horizonte orgánico del suelo por
remoción de la capa vegetal. (Cabrera
y Ramírez, 2014 Pg. 25), esto causado
por el paso frecuente de turistas
(PNNS, 2005 pg. 42). Ver Fotografías
3, 5 y 7.
- Cambio en la composición de
especies de fauna y flora por la
aparición y/o remplazo de especies
tolerantes y competitivas (ibid.)
debido a que varios visitantes dejan
cascaras de frutas o semillas no
pertenecientes a la zona.
Fotografía 4: Basuras
en el PNN Sumapaz. Tomada de
https://sostenibilidad.se
mana.com/medio-
ambiente/articulo/turismo-en-el-paramo-de-
sumapaz-esta-
descontrolado-y-afecta-
el-
medioambiente/38142
Fotografía 3: Paso de turistas en el PNN
Sumapaz. Fuente: Propia
51
- Perturbación de especies salvajes en la zona (Wong, 2008) por el ruido que es generado
por los visitantes. Además de ello, muchos suelen adquirir material vegetal del parque.
(Fotografía 5)
- Contaminación por residuos sólidos y material articulado asociado a la troncal
bolivariana (PNNS, 2017, pg. 90), el cual es lentamente procesado por el suelo a causa
de a las condiciones climáticas de la zona. Contaminación de fuentes hídricas por basuras
(PNNS, 2017 pg. 42)
dejadas en los cuerpos de
agua más frecuentados
(Fotografía 4)
- Fragmentación del
bosque andino y páramo
por el paso frecuente de
turistas (PNNS, 2017 pg.
42) en zonas no permitidas
o adaptadas a ello. Ver
Fotografías 6 y 7.
Fotografía 5: Daño de la vegetación por paso de turistas.
Fotografía 6: Caminos no demarcados usados durante una caminata en el PNN
Sumapaz. Fuente: Propia.
52
El equipo de parques nacionales
identificó en el 2017, con preocupación,
que el turismo descontrolado es una
situación de manejo de prioridad
inmediata. En su plan de manejo (PNNS,
2017) mencionan que esta actividad se
encuentra para la laguna de Chisacá en una
categoría de orden urgente, debido a la
amenaza ambiental que este supone para
los Valores Objeto de Conservación56 (ver
Gráfica 6)
Los impactos sociales para el caso del
Sumapaz no han empezado a ser notables,
razón por la que esta tesis se ocupa de
identificar las percepciones de cada uno de
los actores al respecto. En la última parte
de este capítulo se dialogará ampliamente
sobre ese conflicto. De momento, se
evalúan los efectos posibles tomando en
cuenta lo mencionado por Michael Hall y
Stephen Page (2006) para medir los
impactos y beneficios de la actividad
turística en zonas de reserva como los
Parques Nacionales. Teniendo en cuenta
el caso del Sumapaz, se evalúan a continuación los principales aspectos positivos y negativos
de esta actividad en el territorio y su gente.
56 Los valores objeto de conservación (VOC) son las entidades, los valores o los recursos biológicos más
importantes de un sitio, y en general son aquellos que han justificado la creación de un área natural (protegida)
en un lugar (Morales et al. 1999).
Fotografía 7: Paso de caballos para turismo en límite con
Pasca. Fuente: Propia
0 5 10 15
Turismo no controlado
Vías (infraestructura víal)
Ganadería
Captaciones de agua
Gráfica 6: Nivel de importancia de la amenaza a complejos lagunares. Tomado de
PNNS, 2017 pg. 260.
53
Un impacto negativo relevante es el incremento de los precios de la tierra a causa del aumento
de posadas ecoturísticas en la zona desde el 201057. A ojos de los funcionarios del PNN
Sumapaz, esto “ha incidido sobre el fraccionamiento de la tierra en los municipios por parte
de la población bogotana, pues conduce al desplazamiento de pequeños productores a tierras
marginales regularmente aptas para la protección de recursos o conservación de la
biodiversidad o a centros urbanos” (PNN5, 2017 pg. 184). Por otro lado, los conflictos entre
campesinos y visitantes son cada vez más agudos debido a la resistencia de los primeros al
ingreso de esta actividad a su territorio. Finalmente, puede ocasionarse un incremento de los
índices de criminalidad local y verse modificados los flujos de movimiento de los locales a
causa del establecimiento de nuevos usos por parte de las instituciones.
Un posible efecto positivo es el reconocimiento de los valores ecológicos de la zona y el
deseable desarrollo de investigaciones e innovación referente a planeación y manejo turístico.
De esta misma forma, puede aumentar la posibilidad de inversión para el desarrollo de nuevas
instalaciones y el mejoramiento de la infraestructura local; es deseable que se creen nuevos
espacios de trabajo para los habitantes y se aumente el interés distrital sobre el potencial
turístico del territorio.
El conflicto por el turismo.
En el proceso de brindar espacios de conciliación con los campesinos del sur del Sumapaz,
fueron organizadas dos Mesas de Concertación entre el equipo del Parque Nacional,
SINTRAPAZ y las JAC de la localidad en el 2017. A pesar del espacio, no fue posible
encontrar alternativas que beneficiaran a cada uno de los intereses de los actores, pues
“los campesinos llegaban con agendas estructurales que no relacionaban
directamente con el turismo. Por ejemplo, -la lideresa- me decía, pero es que estamos
en la discusión de la producción y es que no se permite la producción agropecuaria
(…). Yo le dije: espere, no ponga producción agropecuaria… ¿sí?, deje la discusión
para después… porque necesitamos es que haya un elemento de organización
57 Autores como Gruter, 2013 Bernal, 2007, Tao y Wall 2009 sirven de referencia para este tipo de fenómenos.
54
institucional, ambiental y social y agrario (…) que debe tener unas zonas de uso
sostenible. De momento solucionemos lo del turismo … pero no” (Funcionario 1 de
PNNS, 29 de octubre de 2018).
En otras palabras, los campesinos encuentran que dentro del problema del turismo se tejen
otras discusiones de mayor profundidad como la reconversión productiva o la efectividad
institucional en el territorio. Esto, tal como nos relata el funcionario entrevistado, ha
ocasionado que no se pueda llegar a acuerdos puntuales con respecto al ejercicio del turismo.
La capacidad administrativa y logística del equipo del parque se queda corto con respecto a
todas las solicitudes de los campesinos. Vale la pena resaltar que, si bien el equipo del parque
ha sido enfático en resaltar que el PNNS aún no tiene vocación ecoturística, si ha manifestado
en repetidas ocasiones que esta es una estrategia viable para la preservación de este espacio.
De igual forma, como respondiente a escalas institucionales mucho mayores, se guía de las
políticas nacionales ya mencionadas. Esto es importante en la medida en la que han sido
mucho más cautos para definir esta actividad frente a otras instituciones como la Cámara de
Comercio, la Secretaría Distrital de Turismo o el mismo el Sistema Nacional de Áreas
Protegidas (SINAP), quienes abiertamente, la definen como una oportunidad multinivel.
Se establecieron cuatro mesas más durante el 2018, sin éxito. Dentro de la discusión, el
equipo del parque busca incentivar el ecoturismo como una alternativa sostenible para la
comunidad y el territorio, mientras que los habitantes del sur argumentan que esta iniciativa
no es sostenible a ningún nivel. En el 2019 se establecieron nuevas mesas en las que el
campesinado reiteró su postura al respecto. Parques Nacionales determina entonces cerrar el
paso al público hasta que se tenga un acuerdo estable y se hallan articulado las garantías de
seguridad para el visitante. Veamos con detenimiento las posturas de parte y parte para
entender a profundidad el conflicto.
Turismo para el desarrollo y la conservación: el discurso de las instituciones y
los operadores turísticos.
Los gobiernos de Álvaro Uribe (2002-2010) y Juan Manuel Santos (2010-2018) tuvieron
especial atención sobre el turismo como política de seguridad y desarrollo económico.
55
Durante sus mandatos, reorientaron al turismo como una herramienta de conservación del
medio ambiente y promoción cultural para una Colombia del posconflicto. Esta retórica
estuvo acompañada de fuertes medidas de militarización e hipervigilancia, denominadas por
Ojeda (2013), estrategias de turisticacion58 y securitización59 del territorio colombiano.
El Sumapaz no escapa de esta dinámica. Las instituciones, bajo el mismo discurso de la
conservación y el desarrollo de comunidades afectadas por el conflicto, impulsaron directa e
indirectamente el turismo en el territorio. Las primeras corresponden a leyes, resoluciones o
documentos de trabajo que dan pie libre a la implementación del ecoturismo en la zona. Las
segundas son proyectos que fueron (o son) impulsados directamente por instituciones
gubernamentales en la zona. Vale la pena resaltar que las instituciones manejan las palabras
turismo, ecoturismo y recreación como sinónimos, a pesar de que cada una de ellas tiene
significados dispares (ver Tabla 1).
Tabla 1: Iniciativas directas e indirectas para el desarrollo del turismo en la zona. Elaboración propia.
INICIATIVAS DIRECTAS Escala Normatividad Posición sobre el turismo en el territorio
Reg
ional
RAPE – Región
Central
Implementación de la Ruta de Integración para la Paz en
las localidades del Sumapaz y Usme
Dis
trit
al
Acuerdo Local
Número 001 de
2016
Consolidar el turismo como factor de desarrollo,
confianza y felicidad para la zona. Vincular 2.400
personas en el proyecto.
Instituto Distrital de
Turismo
Turismo comunitario en la zona, gestionado de la mano
de organizaciones privadas de turismo.
Instituto Distrital de
Recreación y
Deporte, 2017
Bicirecorridos: Salidas guiadas (gratuitas) a la zona
norte del PNN Sumapaz en el marco del Festival de
Verano60.
58 Promoción intensiva del turismo mediante diversas estrategias gubernamentales. (Ojeda, 2013 ,2014) 59 Securitization is “referred to a political and cultural Project of hyper-vigilance and exclusion of particular
spaces and forms of citizenship, usually based on militarization and the mobilization of fear” (Ojeda, 2013 pg.
772)
60 Ver: http://bicitravesiasbogota.gov.co/bicitravesia/sumapaz, https://www.idrd.gov.co/expedicion-al-
paramo-sumapaz, octubre de 2017 en https://idrd.gov.co/SIM/FORMULARIOS/EXPEDICION_SUMAPAZ/
Y
http://www.bogotaturismo.gov.co/sites/all/themes/turismov2/BibliotecaDocumentosProductos/Naturaleza/FIC
HA-BICI-5.pdf
56
Equipo del PNNS,
2018
Proyecto de Plan de
Manejo
Apoyo de iniciativas locales creadas por los residentes
de la zona norte de la localidad.
INICIATIVAS INDIRECTAS Escala Normatividad Posición sobre el turismo en el territorio
Nac
ional
Plan de desarrollo
2010 2014
Turismo como catalizador de desarrollo.
Ley 1450 de 2011 Permitidas actividades de recreación.
Estrategia, Turismo,
Paz y Convivencia
2014
Sumapaz aún no ha sido integrado, sin embargo, busca
prepararlo en el proceso de reconstrucción de territorios
afectador por el conflicto.
Resolución 1434 de
2017
Conservación, investigación, educación, recreación y
cultura como actividades idóneas.
Reg
ional
Resolución 1069 de
29 de noviembre de
2001(PNNS)
Creación de vías para “contribuiría a tener una mayor
influencia de visitantes en el área”
Resolución No. 032
de 26 de enero de
2007 (PNNS)
Se delimita la zona turística, se sugiere el turismo como
actividad que contribuye a la preservación de las
bellezas escénicas
Proyecto de Plan de
Manejo Parque
Nacional Natural
Sumapaz, 2018
Necesidad de ordenar el ecoturismo y potenciarlo como
una estrategia de conservación al interior del área
protegida que genere beneficios económicos.
Dep
arta
men
tal Plan de desarrollo
turístico de
Cundinamarca
(2012)
Busca generar competitividad en la zona mediante la
creación de un Microclúster: Parque Nacional Natural
Sumapaz.
Dis
trit
al
Caracterización
económica y
empresarial, 2008
Cámara de Comercio de Bogotá: El turismo como
proyecto estratégico para la zona.
Plan de
competitividad para
la provincia de
Sumapaz. 2010
Turismo como herramienta de desarrollo, sin embargo,
es necesario implementar infraestructura suficiente.
POT Localidad de
Sumapaz 2010
Ecoturismo como uso compatible
Plan ambiental local
2013 2016 y
Diagnóstico local
No existe control para organizar el turismo en la zona ni
se cuenta con la capacidad institucional necesaria. A
pesar de esto, representa una oportunidad.
57
con participación
local Sumapaz
(2009-2010)
Decreto 364 de 2013 Páramos y subpáramos que no corresponden a espacios
pertenecientes al SINAP, ecoturismo como uso
compatible.
Plan de desarrollo
económico, social,
ambiental y de obras
públicas. Usme
2017-2020
Fomentar el ecoturismo por medio de la estructura
ambiental de la localidad a través del reconocimiento de
la biodiversidad ecológica, promoviendo el trabajo
conjunto de diferentes actores sociales.
Proyecto de Plan de
Desarrollo. 2016-
2020.
Ecoturismo como uso compatible.
Las iniciativas indirectas sugieren las potencialidades económicas, ambientales y culturales
del turismo para el Sumapaz sin imponerlo claramente. Para este caso, prima la preservación
del páramo sobre el aprovechamiento turístico. Este es un ejemplo excepcional, ya que el
interés sobre el turismo es posterior a las iniciativas de conservación. En otros espacios como
el PNN Tayrona o Corales del Rosario, prevalece la conservación para garantizar el espacio
ecoturístico (ver Ojeda, 2011 y Vega, 2007, respectivamente).
Otro actor importante dentro de esta dinámica son los operadores privados de turismo. Desde
septiembre de 2017 hasta octubre de 2018 contacté con 20 empresas de promoción turística
que ofrecían recorridos al PNNS y a la localidad del Sumapaz. Los hallazgos son interesantes
y reflejan también una amalgama compleja de acciones y nociones. Cómo promocionan el
turismo, qué venden, a cuánto y a dónde, son elementos dispares que reflejan, por un lado,
una noción bastante específica sobre lo que es y para lo que sirve el páramo, y por el otro, el
acatamiento o no de las directrices del equipo de Parques.
En primera instancia, analicé las narrativas que promocionan las salidas al páramo del
Sumapaz. Todas, sin falta, hacen referencia a que es el páramo más grande del mundo y se
encuentra a pocos kilómetros de la ciudad. El mismo número hace una descripción ecológica
del bioma, resaltando las particularidades florísticas y paisajísticas de sus lagunas. Cuatro de
ellos resaltan la posibilidad espiritual que puede ofrecer el páramo “garantizando por lo
58
menos verde, mucho verde para relajar el espíritu, vitamina D en la piel y se pueda fijar el
calcio y el fósforo en tus huesos”.61 Tres más hacen ahínco en la cultura campesina y la
posibilidad de adquirir productos propios de la región. El precio estándar varía entre 35.000
y 200.000 pesos. El más económico no garantiza acceso médico ni guía, mientras que el más
costoso, incluye guía bilingüe (español-inglés) y souvenirs de la región.
Todos ellos, durante la entrevista, refirieron que el norte de sus organizaciones estaba en la
búsqueda de iniciativas sostenibles para el medio ambiente, mientras que solo cuatro
expresaron que deseaban incluir a las comunidades receptoras. Al respecto, las
organizaciones contactadas manifestaban que
“el ecoturismo sirve para que le gente sepa que de este lugar va a provenir el agua y
la electricidad para Bogotá, también sirve para que las comunidades tengan otras
alternativas diferentes a la agricultura y la ganadería que tanto daño le hace al
páramo; sirve para que el bogotano pueda entender que sin esto no hay mañana en
Bogotá” (Promotor de turismo 3, la Casita Feliz, vereda El Curubital, 28 de octubre
de 2018).
“Para nosotros es vital que el desarrollo de nuestra actividad esté muy relacionado
con el trabajo de las comunidades locales, como aliados, como amigos, como socios
y como motor de impulso de desarrollo local consiente. Lo del Sumapaz es un proceso
que tiene asimilo que tiene que darse para reconfigurara el tema del desarrollo
ecoturístico, si es que se llega a dar” (Promotor de turismo 1, 29 de septiembre de
2017).
Adicionalmente, ambos expresaron que esta alternativa no podría funcionar para todos los
habitantes, ya que “no damos abasto a la cantidad de personas que requieren alternativas
en el Sumapaz. No somos el Estado incluyendo a todo el mundo (…) quisiéramos, pero no es
logísticamente posible” (Promotor 2). Lastimosamente, este pensamiento no está impreso en
todas las organizaciones. Cuatro de las contactadas, ofertaron durante el 2018 y 2019
espacios pertenecientes al PNN dentro de sus itinerarios. Al indagar sobre los permisos,
61 Tomado de http://ecoglobalexpeditions.com/caminata-ecologica-paramo-de-sumapaz-bocagrande/
59
expresaban que o esto no era necesario, o que la CAR los había suministrado. El funcionario
entrevistado fue bastante enfático al decir “no hay turismo, para nadie, esto hasta que se
hable con las comunidades sobre lo que vamos a hacer” (28 de octubre de 2018).
En este punto se encuentra un evidente choque entre perspectivas sobre el territorio: ¿para
qué sirve? O ¿qué es mejor para cuidarlo? A la larga, esta diferencia reside en las
construcciones territoriales que cada uno de estos actores cimentó al respecto del Sumapaz;
reposa en los diferentes grados de poder de los actores en cuestión y los significados, usos e
intereses que este espacio tiene para cada uno (Lefebvre, 1974 Raffestin, 1980, Lindón,
2006b). Para poder entender todo este conflicto territorial alrededor del uso y significado del
Sumapaz, fueron analizados los argumentos de los campesinos que se encuentran en contra
de esta actividad. En primera instancia, fueron identificados los conflictos internos que se
han generado alrededor de esta actividad. Luego, fueron analizados y expuestos los
argumentos del campesinado del sur en contraste con las perspectivas que con ella chocan.
Tensiones territoriales entre el sur y el norte.
La Secretaría Distrital de Planeación delimitó dos Unidades de Planeamiento Rural (UPR)
para la localidad 20 de Bogotá como instrumento de planificación del uso de la tierra en
terrenos no aptos para el uso urbano: UPR Río Sumapaz y UPR Río Blanco (ver Mapa 1).
Sin ser la intención del Distrito (Decreto Distrital 190 de 2004), estas zonas delimitan la
división de opiniones frente al turismo dentro del campesinado. El primero, se encuentra en
completo desacuerdo con el ejercicio del turismo porque este supone una amenaza ambiental
y social para la comunidad. El segundo, se encuentra de acuerdo con la actividad, pues lo
encuentran como una posibilidad de crecimiento económico. A la larga, el turismo se
configuró como un elemento que acentuó tensiones históricas con respecto al uso del
territorio entre estos dos sectores. Sus posturas, tal como vimos en el capítulo 1, se encuentran
condicionadas por: 1) Las tradiciones políticas, arraigadas a corrientes radicales o liberales.
2) La forma en la que construyeron el territorio a partir de intereses, usos o significados sobre
el espacio en cuestión. 3) Su relación de proximidad o lejanía con Bogotá y 4) El nivel de
oportunidad o amenaza que pueden percibir sobre el ejercicio del turismo. Veamos cada uno
de estos elementos.
60
La territorialidad de cualquier comunidad se construye a partir de un pasado histórico
particular y las representaciones, memorias, prácticas y símbolos que se tejieron a partir de
él (Agnew y Oslender, 2010). Autores como Garzón (2011), Chaves (2011) y Acosta et. al
(2015) han analizado la disparidad de posiciones entre la zona norte y el sur del Sumapaz
con respecto a la constitución de la ZRC y su relación con la trayectoria histórica de cada
uno. Este ejemplo les sirvió para argumentar, en mayor o menor grado, que la diferencia más
notable entre ambos es el andamiaje ideológico e histórico que dio origen a cada uno de sus
territorios.
Dicha tensión política con respecto al uso del Sumapaz ha hecho que salgan a la luz
discrepancias sobre ¿para qué es el Sumapaz? ¿cómo se protege? Y ¿qué lo puede afectar?
El sur concibe este espacio como un territorio de lucha, a través del cual se han tenido redes
de resistencia para su protección ante la influencia externa. Por su parte, el norte entiende
este como su pedazo de tierra a través del cual se sobrevive, las alternativas que ayuden a
aminorar estas condiciones son bienvenidas, siempre y cuando estén abiertas al desarrollo y
el bienestar de la comunidad.
Tal como sucedió con la ZRC y su propuesta de uso del Sumapaz, el turismo acentúa
tensiones territoriales entre estos dos sectores. El norte entiende al turismo como una
oportunidad de desarrollo que se encuentra abierta a la inversión tanto estatal como privada,
tal como vemos en la entrevista de la Habitante 5 de Nazareth:
“el turismo hasta puede ser una oportunidad para la gente, sabe. Quién dijo que este
páramo es solo de nosotros, no señor, todo lo contrario, debemos estar abiertos a lo
que venga para que podamos salir de esta pobreza tan berraca. El turismo, nos dice
el gobierno, pues turismo hacemos porque la tierra ya no está dando y los de parques
dicen que eso es malo con el medio ambiente. Entonces ¿qué más hacemos? Yo no
entiendo de qué quieren vivir la gente de San Juan, si todos sabemos que el campo
no da y que el gobierno tampoco quiere” (22 de junio de 2018).
En la zona norte el turismo no se percibe como una amenaza en tanto no entiende al territorio
como una entidad exclusiva de sus habitantes; verlo como alternativa a la agricultura no
supone desestabilizar su relación con el espacio. Por su parte, el sur cree, como veremos más
61
adelante, que el turismo atenta contra su autonomía de decisión frente al uso del territorio;
cambiar sus usos recaba la identidad que sobre él se ha construido.
Las opiniones de los jóvenes con respecto a las mejores alternativas para sus futuros también
reflejan esta disparidad. Jóvenes de Nazareth manifestaron que el turismo puede ser una
buena alternativa económica diferente a la del trabajo de la tierra:
Habitante 3: “(…) es que el turismo nos dignifica, no es tan esclavizante como
trabajar la tierra.” Habitante 4: “(…) además uno puede aspirar a poder estudiar
algo sobre el turismo y armarse algo como bien hecho, pero con el agro qué más
podemos hacer (…).” (entrevista a jóvenes entre los 15 a los 25 años en Nazareth. 22
de junio de 2018)
Mientras que los del sur, expresan que, si bien puede ser una alternativa, atenta con las
tradiciones y el derecho a decidir como comunidad, tal como lo expresa el Habitante 7 de
San Juan de Sumapaz
“Mira, lo que sucede es que la tierra no produce mucho actualmente, pero sabemos
que con la Zona de Reserva Campesina si podremos tener una vida más digna y
seguir con lo de nuestros padres. Con el turismo no lo sabemos, es muy incierto para
nosotros. No podemos arriesgarnos a que otros decidan por nosotros. Tenemos que
continuar en la lucha por la Reserva. (…) Los jóvenes de más al norte no están de
acuerdo con nosotros es porque no están tan organizados, ellos lo que piensan es
como individuos, y pues eso no nos sirve.” (San Juan de Sumapaz, 22 de junio de
2018)
Otro factor determinante es la relación que cada uno mantuvo con la ciudad. “Los circuitos
de la cuenca del Río Blanco, en especial los corregimientos de Betania y Nazareth son los
que participan de una dinámica socioeconómica y cultural más próxima a Bogotá” (PNNS,
2007 pg. 124). La proximidad entre ambos espacios es significativamente menor. Dicha
característica hace que el intercambio económico y cultural sea más fluido. Ir desde Usme
hasta Nazareth solamente ocupa una hora, mientras que, para llegar a San Juan, pueden ser
de dos a tres horas (dependiendo del estado de la carretera). El intercambio económico entre
62
Bogotá y la zona norte es también mayor, pues productos acceden directamente a la central
de abastos (CORABASTOS) de Bogotá, mientras que los habitantes del sur, suelen
comercializar con mercados locales de pueblos vecinos como Pasca, Cabrera o Fusagasugá
(UD, 2010 Alcaldía Mayor de Bogotá, 2015 y Subredsur 2017).
Ya en términos mucho más prácticos, existen dos elementos que influyen dentro de esta
polémica. Cercanía a los centros de interés turístico y nivel de conocimiento técnico al
respecto de la actividad. La proximidad a los espacios turísticos hace que para los habitantes
del norte el desplazamiento de productos y visitantes no sea largo, y con ello se incremente
la posibilidad de ganancia. La Habitante 6 de Nazareth, y una de las vendedoras de tinto en
la Laguna de Chisacá, expresó lo siguiente:
“mire, yo no niego que esto no puede ser para todos, pero por lo menos para mí que
vivo cerca si lo es. Por ejemplo, la señora que viene los fines de semana también le
sirve, a los de las fincas de aquí cerca también les sirve esto de los turistas” (22 de
junio de 2018)
Mientras tanto, para los habitantes del sur del Sumapaz, ir a los espacios de alto interés
turístico supone un gasto mucho más alto. Algo tan sencillo como vender bebidas calientes
no sería una opción debido a la lejanía entre cada lugar.
La disposición al turismo en el norte ha generado que el distrito y el equipo del PNNS hayan
dispuesto talleres, el marco de la política pública de ruralidad (PNNS, 2017), en los que la
comunidad pueda aprender al respecto de administración y guía turística. Varios jóvenes de
la comunidad han hecho estudios técnicos sobre el tema en el Servicio Nacional de
Aprendizaje (SENA) y la Universidad de Cundinamarca (Fusagasugá). Estos estudios
resultaron en investigaciones acerca de la factibilidad y logística de esta actividad para el
Sumapaz (según entrevistas realizadas en Nazareth, 22 de junio de 2018).
El sur y su resistencia al turismo en el territorio.
La Habitante 9 de San Juan de Sumapaz es una importante lideresa de la localidad y habitante
de la vereda Taquesitos (UPR Sumapaz). A través de una entrevista, es bastante enfática en
decir que el turismo no es viable, ya que
63
“muy a pesar de lo que dicen las instituciones que sería una forma de reemplazar la
economía que tenemos los campesinos, pero nosotros sabemos que el turismo no le
da empleo a todo el mundo. El turismo daña el medio ambiente como la minería hace
con el suelo. El turismo es para el que tiene plata e influencia para montar su finca
y arreglarla, pero el que está de a pie seguirá produciendo la tierra, seguirá
ordeñando las vacas. El turismo no es para todos. […] La oportunidad que ellos
dicen darnos con el turismo es llevar mucha gente de otra parte o el que quiera ir,
llevarlo a el páramo para que lo conozcan, pero para poner a los campesinos a
servirle a esa gente que va desde otro lado para vender tinto, arepas y chorizo como
en muchas partes de Colombia y, entre comillas, generar empleo digno” (Bogotá
D.C, 10 de julio de 2018)
La familia de esta habitante ha estado
íntimamente ligada a una larga tradición de
organización política dentro de SINTRAPAZ.
De hecho, ella fue durante casi una década la
secretaria del sindicato. Habiendo dicho esto, es
posible argumentar que su perspectiva representa
el sentir de los campesinos del Sur del Sumapaz
con respecto al turismo en el territorio. Al
descomponer este fragmento, puede decirse que
son cuatro los principales argumentos de esta
colectividad para estar en contra de esta
actividad: 1) El turismo no es ecológicamente
sostenible. 2) El turismo es una prioridad para el
gobierno y por ello 3), afectaría sus modos
tradicionales de sostenimiento al cambiar sus
ocupaciones y 4) Esta iniciativa atenta contra su
autonomía al ser impuesta desde un exterior ilegítimo. (Ver fotografía 8)
Fotografía 8: Turismo no. Km 8 vía Usme - San Juan de
Sumapaz. Fuente propia.
64
Estos argumentos exponen una territorialidad específica que se cimentó a partir del trabajo y
la lucha por la tierra; la autonomía y los valores campesinos. Partiendo de lo descrito por
Paasi (2003), esta territorialidad se construyó a partir de elementos materiales como la tierra,
funcionales como la agricultura y simbólicos como el agua. Se construyeron a partir del ser
campesino y el habitar el páramo.
Como cualquier otra territorialidad, choca con prácticas y modelos de desarrollo dispares
(Raffestin y Reymond, 1980). Estas territorialidades divergentes están ligadas a nociones de
desarrollo económico liberal, el paradigma de la conservación científica y la centralidad del
poder estatal. Como era de esperarse, los choques alrededor del territorio comprometen
dimensiones ambientales, sociales, políticas y culturales (Santamaría, 2019), razón por la que
el debate acerca del turismo expone todas estas disparidades.
Decidir si se hace o no, pone en discusión preguntas como ¿qué es mejor para el páramo? ¿a
quién le pertenece? ¿quién debe decidir sobre él? ¿cómo podemos mejorar la calidad de vida
de su población?, entre otros interrogantes. Para analizar estos aspectos, a continuación se
exponen cada uno de los argumentos de los campesinos y se confrontan con las demás
percepciones.
El turismo no es sostenible.
El campesinado del sur del Sumapaz es muy enfático en resaltar las deficiencias ecológicas
que el turismo trae para la zona. A nivel ambiental, manifiestan que “el suelo de páramo no
resiste grandes cantidades de personas porque este no vuelve a su estado original, como si
fuera una esponja”. (Habitante 9, 10 de julio de 2018). De igual forma, expresan que gracias
a esta dinámica han
“encontrado toneladas de basura a lo largo de toda la Troncal Bolivariana en un
solo fin de semana, desechos humanos que resultan en el río y restos de carpas,
fogatas y alimentos. Se llevan hojas de los frailejones como recuerdo. Pasan en motos
y camionetas 4x4 sobre el musgo y los mismos frailejones” (Bogotá D.C, 10 de julio
de 2018).
65
Los campesinos evidencian preocupación con respecto a los impactos ambientales que las
visitas no controladas están generando en la zona. Las basuras, el robo de material vegetal,
el paso frecuente de turistas y las fogatas, son argumentos utilizados para refutar la idea que
tienen varias instituciones de ejercer el turismo como estrategia de conservación. Esto es, a
su vez, muy contradictorio, ya que dentro de la localidad no se tiene un manejo adecuado de
basuras y campesinos se ven muchas veces obligados a quemar los desechos del hogar. Por
otra parte, la ocupación del páramo y el uso de este espacio para el cultivo y la ganadería son
impactos mucho más profundos para el equilibrio ambiental del territorio que el ejercicio del
turismo62. Inclusive, el uso de vegetación local para fines domésticos no es algo nuevo. Las
hojas de frailejón y el musgo eran utilizados para proveer calor dentro de los hogares. Escobar
(1996) explica que estas contradicciones también reflejan subjetivaciones particulares con
respecto al ambiente y su fragilidad.
El habitante 2 reside en San Juan del Sumapaz desde hace 40 años. Él expresa que el turismo
es una amenaza comparable a las hidroeléctricas y la minería:
“Mire, es igual de dañina a toda la mega industria, solo que no venden minerales
sino paisajes. Daña el medio ambiente y nuestras costumbres al querernos sacar (…).
Mire, nosotros en los plantones les decíamos -mire, esta laguna da el 20% del agua
de Bogotá-, pero entonces que es lo que hacen 600 personas alrededor de la laguna,
hacer sus necesidades. La contaminación que representa eso, todo el reguero de
basura. Dañan los frailejones, llegan también delincuentes a robar, y así, ¿me
entiende?” (San Juan de Sumapaz, 9 de junio de 2018)
En otras palabras, creen que la actividad turística pone en riesgo la estabilidad del medio
ambiente y la comunidad. Para ellos, la mega industria y el turismo tienen tres aspectos en
común. 1) Ambos son dañinos con el medio ambiente, 2) Privatizan y comercializan espacios
o recursos del territorio y 3), Son proyectos ideados, planificados y ejecutados por y para el
exterior del Sumapaz.
62 Algunos estudios se han ocupado de comparar el impacto ambiental de la agricultura y la ganadería en el
páramo frente al turismo. Algunos ejemplos son: Burgos y Cardona (2014) & Delgado y Márquez (2018).
66
Los campesinos encuentran que el turismo es un interés más sobre el territorio, a través del
cual se aprovecharán de sus espectaculares escenarios para la recreación. En su perspectiva,
se suplen las necesidades de bienestar espiritual de los habitantes de la ciudad que allí
pernoctan a costa del bienestar del páramo. A su vez, encuentran que en el turismo se
esconden intenciones más agudas. Con esta actividad, sienten que empezaría la carrera por
privatizar el territorio para la compra de espacios aptos para el turismo, tal como expresa la
Habitante 9:
“usted va a ver, no falta nada para que la gente empiece a comprar más aquí apenas
digan que el ecoturismo si es permitido. Van a montar hoteles, fincas de recorridos,
y hasta lagunas para que la gente se monte. Eso es lo que vende, y para el capital, si
tiene precio y genera renta, no importa si es un Parque Nacional. Solo mire usted lo
que pasa en el Cocuy o en el Tayrona” (Bogotá D.C, 10 de julio de 2018)
Los campesinos hacen referencia continua al aspecto ecológico del páramo y su uso, sin
embargo, esta no es una iniciativa nueva. Gracias a múltiples estrategias locales como
gubernamentales de los últimos 30 años, la conciencia ecológica del campesinado local es
mucho más evidente. Veamos lo que dice la Habitante 10 al respecto:
“lo que pasa es que antes si quemábamos el monte y cazábamos animales para poder
comerlos cuando no había, pero ahora eso no es igual (…) El gobierno ha tenido
mucho que ver en ese cambio, también cuando las FARC nos obligaban a conservar,
esa es una larga historia, eso no fue de un día para el otro” (San Juan de Sumapaz,
12 de enero de 2020)
Las prácticas y expresiones materiales y simbólicas de una comunidad son siempre
establecidas con el objetivo de garantizar su apropiación y permanencia en el territorio
(Montañez y Delgado, 1998). En el camino de hacerlo, la comunidad del sur del Sumapaz se
ha adaptado a los nuevos discursos de la conservación apropiando lenguaje y prácticas
ecológicas dentro de sus agendas (Vargas, 2014) (ZRC Sumapaz, 2016). Esto ha ocasionado
que, a la luz de estas narrativas, se tilde como insostenible el turismo (aun sin reconocer los
posibles beneficios que esta pudiese tener). Para ellos, según dice la habitante 10:
67
“El turismo no es positivo para el páramo porque daña el suelo, ese suelo es frágil.
(…) Nosotros sabemos que nosotros también hemos afectado el páramo pero no tanto
como lo hace el turismo. El cultivo da vida, (…) el turismo y la privatización lo que
hacen es dañar y por parte de gente que ni siquiera es de aquí. Nosotros conservamos
cultivando, rotando bien los cultivos cuando toca (…) también conservamos cuando
no botamos basura y cuando no afectamos a las especies salvajes. (…) Nosotros
conservamos, porque o si no ¿dígame cómo está el páramo así de bien si no es por
nosotros? Es por nosotros que está conservado” (San Juan de Sumapaz, 12 de enero
de 2020)
Esta discursividad tiene una historia. Para el caso del Sumapaz, como bien mencionó la
Habitante 1, la organización empezó a apropiar técnicas que tuvieron tres grandes influencias
locales e inclusive internacionales: las prohibiciones del grupo insurgente FARC entre los
80’s y los 90’s; las preocupaciones internas sobre el estado del páramo y la mediación de
entidades ambientales distritales en los 90’s e inicios del siglo XX; y finalmente, la llegada
de preocupaciones ambientales internacionales, percibidas por los habitantes a inicios del
siglo XX (Vargas, 2014). Aún sin tener intenciones sublimes de cuidado ambiental del culto
a lo silvestre (Martínez-Alier & Guha, R. 1997), la población buscó “apelar a derechos
territoriales y a la sacralidad de la naturaleza circundante para defender y asegurar su
sustento” (pg. 27). Sus intereses, muy ligados al aseguramiento material de su subsistencia,
fueron apropiando discursos generalmente aceptados dentro de la esfera política actual. Este
“actor político ecológico” se sometió a las prescripciones del discurso de la conservación
para garantizar su subsistencia dentro del territorio.
Este cambio dentro de los paradigmas locales pone en evidencia que los campesinos se
apropian de nuevas formas de defensa territorial en donde su labor y permanencia continúe
siendo legítima. Según este discurso, solamente ellos pueden ser quienes se encarguen de la
defensa y protección del territorio, a pesar de las incoherencias internas que también ponen
en peligro la estabilidad biológica del páramo. Esta nueva discursividad, a su vez, permea el
debate alrededor del ejercicio del turismo. Para ellos,
68
“conservar es que controlemos el número de reces y la rotación de los cultivos, pero
también conservar es quedarse en el territorio, protegerlo, cultivarlo, no dejar que
lleguen los poderes del libre mercado. (…) Mire, conservar también es que gente
externa que no conoce sobre el páramo no venga, (…) también es evitar que se lleven
todo el conocimiento campesino para que sea vendido a las multinacionales.
Conservar no es hacer lo que están haciendo con la Macarena o con el Tayrona, eso
es vender el territorio a los intereses del capital. (…) Nosotros somos los que
realmente hemos conservado el páramo, no esas instituciones del gobierno”
(Habitante 1, San Juan de Sumapaz, 9 de junio de 2018)
Esto pone en evidencia que se autodenominan como protectores del páramo frente a las
políticas gubernamentales que son percibidas como dañinas. Adams y Hutton (2007) y Bernal
(2007) ya lo han demostrado con otras comunidades. El término protector y conservar
guardan significados ligados a los paradigmas científicos, sin embargo, son usados por ellos
para determinar que solo ellos pueden garantizar el equilibrio de este territorio,
salvaguardándolo de influencias externas. Tal como vimos en el fragmento de entrevista,
estos mismos términos son usados para estar en contra del turismo. Dicha actividad no entra
en este esquema de conservación campesina. Acciones como el control sobre el cultivo y el
número de reses, la permanencia en el territorio y el salvaguardar la riqueza biológica de la
comercialización, si lo hacen.
Para los campesinos del sur, es un territorio sobre el cual también se tiene un interés material:
(retomando a Paasi, 2003 y Folchi, 2001) su sostenimiento a través de actividades ligadas al
trabajo de la tierra. Gracias a esto, se edificaron formas de vida y núcleos comunitarios e
identitarios muy fuertes a través de los cuales se defienden los modos de producción
tradicionales que le dieron sentido a esta territorialidad. El territorio y su naturaleza, desde
esta perspectiva, es protegido a partir de estos mismos valores para la defensa ante lo
amenazante. Permanecer es resistir, quedarse allí es conservar. Para ellos, el turismo pone en
riesgo esta estabilidad histórica y material, razón por la que se resisten a su ejercicio.
Para las instituciones gubernamentales, el Sumapaz es un territorio ambientalmente valioso
para garantizar a mediano plazo el abastecimiento hídrico y energético de la ciudad más
69
grande del país. Gracias a esta importancia, encontrar alternativas sostenibles (desde el punto
de vista científico) para protegerlo y conservarlo del daño ambiental, es una preocupación de
primer orden. Su estrategia viene mediada por acciones como la reconversión productiva, la
reforestación de especies nativas, la penalización de actividades ambientalmente
insostenibles y la búsqueda de otras estrategias que puedan garantizar el sustento de
poblaciones locales como guardaparques o prestadores del servicio turístico. El funcionario
del PNNS entrevistado, expresaba al respecto:
“lo que sucede es que muchos de ellos toman el discurso de la conservación pero no
toman medidas de ese orden, ¿si me entiendes? Se les propuso esquemas de pago por
servicios ambientales, por servicios de conservación, restauración ecológica
participativa, de productos de la biodiversidad pueden llegar a ser pensados en el
marco de las producciones sostenibles del páramo, medicinales o elementos de
recuperación de fauna pero también de uso de la fauna o cría de especies nativas de
paramo, de orugos, de curíes, de conejo, pero no (…) Entonces con qué vamos a
remplazar la papa y la ganadería que no es un problema económico sino cultural, es
un problema de tierras también… pues porque la vaca es el representante legal del
señor. Entonces, este pedazo es mío, esta mi vaca allá, entonces le remplazamos eso
con otro ingreso… ¿y mi tierra, me la van a quitar? (…) Los significados de los
problemas productivos que son asociados a problemas ambientales también tienen
un elemento de apropiación territorial; ósea, la vaca no es sólo economía, es cultura
¿qué hago en mi vida? Pues vacas. (...) Yo creo que les interesa como elemento
simbólico del territorio de propiedad, lo mío, esto es mío, porque yo veía las
discusiones sobre la pavimentación, ya no para pasar a 80 km sino para pasar a 100
km. (…) Uno no ve un ejercicio de apropiación de aprendizaje sobre el área, de dar
el debate si se está generando un impacto.” (Bogotá D.C, 06 de marzo de 2018)
En este fragmento, el funcionario expresa la evidente contradicción de los locales entre el
discurso y la acción. Si bien la conservación no debe tomarse como un concepto exclusivo
de las narrativas científicas, este es usado por ellos para hacer parte de él; es utilizado para
ganarse un lugar dentro de las estrategias de este orden, así como también es utilizado para
70
definir lo que daña al páramo y lo que es mejor para él. El territorio, siguiendo sus palabras,
no solamente es un concepto biológico, es un elemento político y cultural muy delicado (ver
Santamaria, 2019).
Entonces, ¿en dónde reside esta contrariedad sobre lo que es dañino y lo que no para el
páramo? Este choque, según los autores revisados (Escobar 1996 y Folchi, 2001) habita en
las visiones territoriales que cada uno de los actores tiene. Para las instituciones, el territorio
se configura como un escenario de valor ecológico que garantiza el sostenimiento hídrico de
una población en crecimiento. Para cuidarlo es necesario recurrir a las estrategias de
conservación científica mediado por las decisiones del poder central. Ligada a esta
percepción, se encuentran los operadores de turismo para los cuales este espacio de
contemplación necesita ser conservado, no solamente porque tenga un alto valor
ecosistémico y paisajístico, sino porque “sin páramo no hay turistas, sin turistas no tenemos
negocio” (Promotor de turismo 2, Laguna de Chisacá, 19 de julio de 2018). Finalmente, para
los locales del sur, gracias a toda la trayectoria histórica, política y geográfica que vimos en
el primer capítulo, el territorio es un escenario de vida en donde la influencia externa es vista
como peligrosa (léase externa como gobierno, turistas, inversionistas), aun cuando los
impactos que se temen no se han visto ni pueden predecirse con certeza. Para cuidarlo es
necesario permanecer allí, protegerlo de la capitalización y la privatización.
Este tipo de conflictos alrededor del ejercicio del turismo, en donde el choque entre
percepciones territoriales es el centro de la discusión (mas no en efectos ambientales notables
comprobados), es un tema que ha sido estudiado por teóricos de la geografía. Algunos
ejemplos notables son Nepal y Saarinen (2016), Jurdao (2013) y Hall y Page (2016). Todos
ellos concluyeron que, si bien los impactos ambientales sobre el territorio son un tema para
tener en cuenta, el turismo bien gestionado no es una amenaza comparable a otros impactos
locales como la minería, la industria o la ganadería. Estos autores argumentaron que el
problema se fundamentaba en un agudo conflicto social entre clase sociales, intereses
contrapuestos y construcciones territoriales dispares. La disputa se debatía entre las posibles
ganancias o beneficios económicos que podrían generar estas actividades, las trascendencias
históricas que daban forma a un conflicto de tipo político y los aparatajes simbólicos y
71
materiales que daban forma a un territorio. A pesar de contener paradigmas complejos dentro
de los argumentos locales, no se le resta importancia a las razones por las cuales estos actores
se resisten al ejercicio del turismo en su territorio, ya que el factor ambiental es solamente
uno de los elementos a resaltar.
El conflicto alrededor del turismo en el Sumapaz no escapa de esta dinámica confusa entre
intereses económicos y construcciones territoriales. Gracias a esta complejidad histórica y
política en la que se construyó el territorio, el debate sobre el turismo se remite a cuestiones
de larga trayectoria como el abandono estatal, las diferencias de clase y los paradigmas de la
conservación. El campesinado del sur del Sumapaz, al auto declararse único garante de los
derechos del páramo ante todo lo considerado como amenaza a su estabilidad, reafirma su
autoridad histórica sobre el territorio.
El turismo es prioridad para el gobierno.
El gobierno nacional sostiene que el turismo es un elemento fundamental dentro del proceso
de conservación y desarrollo de espacios biológicamente valiosos. Gracias a esto, se
configura como prioridad institucional sobre otras alternativas como la agricultura y la
ganadería. Esta urgencia para implementar el turismo, según la opinión de los habitantes del
sur, hace que se implementen estrategias que no pueden garantizar el sostenimiento de
comunidades como las del Sumapaz. Un ejemplo de esto es lo que nos expresa la Habitante
9 a continuación:
“el turismo si es una alternativa para el gobierno, para poder conservarlo y por eso
lo impulsan, para nosotros no lo es, pero es nuestra idea contra la de ellos, y ellos
siempre han ganado (…) el turismo no es para todos, no garantiza la supervivencia
de todos nuestros compañeros a largo plazo. No es una alternativa que ponga en
marcha todas las políticas de bienestar que pretenden implementar” (Bogotá D.C, 10
de julio de 2018).
El turismo, como cualquier otra actividad económica, impacta la organización del espacio
(Thomé, 2008 y Bernal, 2007). Para el caso particular de Colombia, esta estructura territorial
se vale de dos estrategias puntuales (Ojeda y Guilland, 2012): ejercer poder gubernamental
72
y brindar alternativas económicas para sus habitantes. Ambas cobran sentido en cuanto este
fue un territorio insurgente estratégico y requiere con urgencia soberanía del Estado central.
El turismo cumple un papel importante en este primer aspecto, puesto que llega como bandera
de ocupación oficial; representa paz, movilidad y poder. A la larga,
“la promoción turística jugó un papel fundamental en la producción de nociones y
experiencias cotidianas de seguridad en Colombia. La poderosa narrativa de la
"seguridad democrática" de la "reconquista" territorial era inseparable del turismo. La
posibilidad de viajar a diferentes áreas de Colombia se convirtió en el medio y la
prueba de este nuevo orden socioespacial basado en la proliferación de la seguridad
democrática"(Pg. 776)
Luego de décadas de violencia sistemática, se convierte en un destino posible dentro de
Geografía de la Seguridad en Colombia gracias a las múltiples medidas militares
emprendidas a lo largo de los 90’s y la primera década de los 2000. El Sumapaz entra en este
mapa turístico nacional luego del tratado de paz con las FARC en el 2016. Con este hecho,
empieza la llegada masiva de turistas; se reafirma que el poder del Estado ha llegado al
territorio con propuestas de desarrollo y conservación del terreno readquirido (ver Vega,
2019).
En el proceso de apropiación del espacio y la configuración del territorio como hábitat
humano y social, la institucionalidad estatal dibuja políticas y reglamentaciones que ponen
en evidencia una elaboración particular de territorio (Paasi, 2003 y Moine, 2006). Para el
caso del turismo en Colombia, este no ha sido un aspecto secundario dentro de la política
para el desarrollo y la conservación. La ley 300 de 1996 (Ley general de turismo) expresa
que el país tiene un gran potencial turístico dadas sus condiciones naturales especiales, razón
por la que esta actividad debe constituirse como un hito económico para el desarrollo de la
nación.
Reforzando esta idea, los planes de desarrollo nacional para los periodos 1998-2002, 2002-
2010, 2010-2014, 2014-2018 y el actual, 2018-2022 reconocen al turismo como una
herramienta primordial para la conservación de la riqueza natural. En el 2004 se publica la
Política Nacional para el desarrollo del Ecoturismo, en donde el SINAP, el Ministerio de
73
Comercio, Industria y Transporte (MINCIT) y el Ministerio de Ambiente, le apuestan a
fortalecer el desarrollo de productos turísticos en Parques Nacionales de la mano de la
comunidad habitante63 para garantizar su sostenimiento mediante la actividad sustentable
más priorizada: el turismo. Adicional a esto, en los planes de desarrollo nacional más
recientes (2011-actualidad), se estimula este sector como oportunidad de transformación
productiva. Vale la pena resaltar que, a pesar de que el equipo del parque ha hecho énfasis
en que el turismo aún no está permitido en el PNNS, si destacan la importancia económica y
ambiental de esta estrategia en su último plan de manejo (PNNS, 2017).
En estas, y muchas otras políticas, el turismo es un elemento clave para la consolidación de
una economía limpia y de bienestar para la comunidad receptora. Esta actividad se configura
como una prioridad política y económica para la protección de espacios como los Parques
Nacionales Naturales, así que esta podría desplazar a otras prácticas locales tradicionales que
no responden a los esquemas de conservación establecidos. Este es un claro generador de
conflictos territoriales y ambientales acerca de lo que cada uno cree que es mejor para el
espacio habitado; sobre las formas en que cada uno construyó el territorio.
Gracias a una sucesión de políticas locales orientadas a impulsar el turismo como estrategia
de conservación y desarrollo (tal como vimos en la Tabla 1), no es difícil reconocer que esta
iniciativa está siendo priorizada frente a otras actividades como la ganadería o la agricultura,
cuyo impacto ambiental es mayor. En estos avances legislativos residen dos grandes temores
de los campesinos frente a la implementación del turismo como política local. En primera
instancia, el impulso de políticas orientadas a la transformación productiva terminaría por
desplazar sus modos de vida tradicionales construidos alrededor del trabajo de la tierra. En
segunda instancia, por la misma naturaleza del objetivo turístico en cuestión, no sería una
alternativa económica para todos.
Encontrar al turismo como prioridad o no es un ejercicio que se inscribe una construcción de
territorio muy específica. Las instituciones ven este territorio como un espacio y una
población vulnerable que necesita de estrategias ambiental y socialmente sostenibles como
63 Consolidado en el Plan de Parques 2007-2019.
74
el turismo. Este tipo de iniciativas buscan garantizar el acceso a servicios ecosistémicos de
primera necesidad para una ciudad en crecimiento exponencial. Los campesinos del sur de la
localidad, por su parte, se encuentran a sí mismos como una comunidad organizada que, al
menos en el discurso, no requiere de este tipo de iniciativas ajenas al territorio.
Se reconocen como actores secundarios dentro de la esfera política nacional, y el turismo,
como otras estrategias vistas, refleja la jerarquía social nacional al priorizar intereses
impropios. El Estado, gracias a la historia de este territorio, es reconocido como un ente de
soporte, más no de decisión. Para los habitantes del sur, este es un territorio autónomo que
prioriza lo que encuentren como apropiado para asegurar su sostenimiento y permanencia en
él, mas no un espacio soportado políticamente por el Estado central.
El turismo afecta modos de existencia tradicionales.
El campesinado del Sumapaz encuentra que, gracias a la priorización del turismo como
estrategia de conservación y desarrollo, sus modos de vida tradicionales pueden verse
eliminados del territorio, y con ellos desaparecer toda la plataforma política y social que le
dio forma. Un ejemplo de esto es lo que expresó Misael Baquero para el periódico
Las2Orillas:
“…nos muestran modelos como el turismo para que se acoja, entonces, nosotros,
como campesinos vemos que eso no es lo que un campesinado como el de Sumapaz
quiere, toda vez que el turismo, lo que crea es desarraigo, trae muchos males, muchas
problemáticas, pero sobre todo el campesinado dejaría de producir alimentos, para
meterse en la prestación de servicios, y ese ya sería un negocio flaco, donde hoy la
gran necesidad del mundo es la producción de alimentos, que las poblaciones tengan
acceso a los alimentos y nosotros teniendo acceso hoy a la tierra, no podemos dejar
de producir los alimentos porque eso sería irnos cada vez inclinando a dejar el
alimento, y que sea otro el que nos lo maneje. Cuando otros son los que los controlan,
pues nos dicen que tenemos que comernos, a qué precio y cuando podemos comer o
cuando no (…)” (Las2Orillas, junio 17 de 2017).
75
Como vimos en el apartado anterior, el turismo nacional establece las bases del poder
regional, modifica las dinámicas locales de control, uso y acceso a los recursos e impacta en
los procesos de subjetivación de las comunidades usadas para tal fin. Justamente por esto,
toda la narrativa del desarrollo, la conservación y la reconquista del territorio por medio del
turismo es usado como argumento para llevar a cabo el ordenamiento del espacio. Este
proceso se vale de políticas que permitieran la construcción de la infraestructura necesaria
para su ejercicio y la elaboración de límites, flujos, prohibiciones e incentivos que le
proporcionaran orden. Esta relación vertical con el espacio es una territorialidad típicamente
estatal y choca con otras distribuciones locales. Apliquemos estos trastoques alrededor del
tema del turismo.
Los límites y flujos de los espacios turísticos son dispares entre las entidades
gubernamentales y los habitantes. Para el primero, dicho trazado corresponde a la zona norte
del PNNS y ciertos espacios del sur de la localidad de Usme, así que los flujos turísticos
ingresan por todas las vías de acceso al PNN (cinco en total). Para los segundos, los límites
de las zonas turísticas solamente llegan hasta la parte baja de la provincia del Sumapaz (según
los Habitantes 1 y 6, solo se consideran turísticos los municipios de clima cálido como
Arbeláez o Fusagasugá). Los flujos de ingreso, para ellos, solamente vienen desde Bogotá
por Usme. Para los primeros, la legislación debe permitir ejercer el turismo bajo pautas
estrictas, cuyos sobrepasos pueden ser penalizados. Para los segundos, las prohibiciones y
penalizaciones deben ser totales, pues el turismo “no entrará al territorio, y menos con el
permiso del gobierno” (Habitante 10, 12 de enero de 2020).
Existen otros choques con respecto a este nuevo orden territorial del turismo. A diferencia de
otros PNN como el del Tayrona o Corales del Rosario (Vega, 2017), en el Sumapaz el turismo
no es anterior al objetivo de conservación. A causa de esto, no puede decirse que esta
actividad determinó a priori los espacios a ser protegidos. Sin embargo, si puede afirmase
que, a partir de lo sucedido con el Boom del turismo, se han delimitado senderos cuyo uso
principal es el de permitir el ingreso sostenible de turistas al páramo. Estos espacios, según
el último documento del equipo del parque (2017), se solapan con zonas de estricta
conservación en donde no es permitida la ganadería y la agricultura. Gracias a este nuevo uso
76
complementario, se permiten flujos de personas sobre espacio de páramo que antes no
estaban permitidos. Igualmente se prohíbe, de forma más taxativa, el uso de estos senderos
para el paso de ganado y maquinaria, pues con ello se perturba o
“molesta a los turistas. Nosotros sabemos que desde antes ya estaba prohibido
hacerlo, pero desde que el páramo se usa más para el turismo eso ya no es lo mismo.
A los turistas no les gusta que haya ruido o encontrarse con vacas en el camino. Eso
no es lo que se les vende cuando fueron allá y obvio los de parques no quieren que
eso pase, que se dañe la platica que ya se dio para eso de los senderos” (Habitante
4, 12 de enero de 2020)
Este pequeño fragmento nos indica que los flujos locales se han visto modificados desde la
llegada del ordenamiento del turismo en la zona. De igual forma, denota que existe un
imaginario turístico sobre lo que debería encontrarse en estos espacios prístinos. Esta idea de
terrenos inalterados corresponde a la promesa de venta de los prestadores del servicio
turístico que colaboran en denunciar cuando encuentran locales rompiendo la regla. Asociada
a esta imagen, algunos planes turísticos también vienen incorporados con visitas a granjas
orgánicas de productos locales, sin embargo,
“Cuando nosotros nos dimos de cuenta la gente ofrece un paquete para venir a pasar,
para pasar a la cuenta de cobro, para paseo a la laguna para el carro, la comida y
todo lo que traían de la ciudad, y los campesinos no sabían nada. Ellos vendían de
que iban a tener una experiencia muy típica en el Sumapaz, pero el marrano lo traían
de Bogotá. Finalmente, no nos dejaban nada más que basura, la que teníamos que
quemar y eso también está prohibido” (Habitante 8, San Juan de Sumapaz 22 de
junio de 2018)
Este choque entre perspectivas sobre el uso y significado del páramo enfrenta dos posturas:
la de los operadores de turismo y los habitantes del sur del Sumapaz. Los campesinos del sur
no conciben este territorio como un espacio de ocio, así que las actividades de recreación no
son propias a los espacios delimitados como turísticos por el equipo del PNNS. En este orden
de ideas, cobrar por visitarlo y darle un valor agregado a los “productos propios de la región”
son considerados como cosificación de su cultura tradicional. Lamentablemente, para varios
77
operadores de turismo, todo el páramo es turístico, ya que “es un territorio único en el mundo
(…) su magnitud no es comparable con cualquier otro páramo posible (…) Si tan solo
pudiéramos recorrerlo todo, todo, el mundo sería consciente de su importancia” (Promotor
1, Laguna de Chisacá, 19 de julio de 2018)
En este punto salen a la luz importantes preguntas como ¿si no se cobra deja de ser turismo?
¿no cobrar también es mercantilizarlo? ¿si no cobramos es más sostenible? ¿qué lugar
tomaría la agricultura en caso de que se aplique el turismo como política de conservación?
¿qué lugar tendrían los campesinos en ello? Veamos con detenimiento este último aspecto.
Yendo un poco más al fondo de la política de conservación para parques nacionales, la
propuesta de turismo para el desarrollo en el Sumapaz implica que esta sea priorizada frente
a otras actividades como la agricultura y la ganadería64. Todo esto involucra que, según la
visión de los campesinos, gran parte de los habitantes de la localidad hagan parte de la cadena
productiva turística, bien sea como guías, hoteleros, meseros, conductores o productores de
alimentos. Eso significa, a su vez, que gradualmente serán dejadas las actividades que son
consideradas perjudiciales para el equilibrio del páramo. Aquellos que no puedan hacer parte
de esta propuesta, pueden ser marginalizados por las políticas que beneficiarán notablemente
al turismo.
Esto se enfrenta a la propuesta oficial, en donde los campesinos pueden funcionar mejor
como sujetos ambientales adoptando roles como guardaparques, reforestadores o guías
turísticos. Frente a la propuesta de los operadores turísticos, los habitantes pueden hacer parte
de la cadena productiva turística a través de la prestación de servicios secundarios como la
alimentación. Como bien sabemos, estas actividades tienen impacto significativamente
menor a las propuestas por los locales, sin embargo, puede traer importantes afectaciones
sobre la estructura territorial local.
En este punto es importante recordar que las comunidades territorializan el espacio a través
de acciones, prácticas, poderes, jerarquías, tradiciones, memorias y luchas (Santos, 2000 y
64 Algunas evidencias de esta preferencia pueden encontrarse en los documentos de trabajo del PNNS (2017),
específicamente en el apartado 2.10 sobre “Ecoturismo como estrategia de conservación”; El Plan de
Competitividad de la CCB (2010)
78
Raffestin y Reymond, 2013). Estas relaciones tanto materiales como simbólicas, (Agnew y
Oslender, 2010) son amenazadas cuando se ven modificadas o alteradas positiva o
negativamente (Folchi, 2001). Teniendo este en mente, el turismo es percibido como una
amenaza a la organización territorial construida. Veamos por qué.
Según los habitantes del sur del Sumapaz, con el turismo se verían amenazadas las prácticas
tradicionales de sostenimiento alrededor del trabajo de la tierra para dedicarse a la prestación
de servicios turísticos. A su vez, bajo esta misma perspectiva, se verían amenazadas las redes
sociales y políticas que fueron establecidas alrededor de la defensa del territorio. Esto
impactaría profundamente la territorialidad de los campesinos, pues bajo esta construcción
simbólica, material y funcional (Paasi, 2003), el páramo es sinónimo de tierra, autonomía y
resistencia. El páramo es para ellos mucho más que un espacio de exuberante naturaleza
(cuya magnitud es única en el mundo); es un espacio de lucha, historia y vida. Esta resistencia
al turismo no es solamente por el recurso natural del páramo (sus paisajes) sino por la
territorialidad que ya está construida. Es aquí donde pueden verse afectadas las redes, los
conocimientos y las formas de relación campesina existentes (Prada, 2014) (así que no es
gratuito que el lema de Sintrapaz sea “tierra, libertad y justicia”).
En este punto cobra mucha relevancia el proyecto de ZRC del Sumapaz, en donde se aboga
por la defensa de una territorialidad comunitaria como instrumento de resistencia por formas
de vida autónomas basadas en proyectos de vida campesina (modos de producción y relación,
expectativas, permanencia, etc.) (Prada, 2014). A su vez, “se busca legitimar la autonomía
de los campesinos para formular y aplicar las prácticas que regulan las decisiones que
necesitan para hacer frente a las políticas de desarrollo que los restringen y amenazan con
desplazarlos del territorio o destruir su identidad y su entorno natural” (Vargas, 2014 pg. 72)
Dentro de esta elaboración, no se contempla el turismo, el ecoturismo o la recreación como
instrumentos de desarrollo. Por el contrario, piensan que, de la mano de la colaboración
científica y logística de las instituciones correspondientes, pueden lograr adaptar de forma
sostenible la agricultura y la ganadería en la zona sur que no pertenece al PNNS (PDSS,
2017). Por lo tanto, la propuesta de ZRC funciona como un nuevo orden territorial que se
79
opone al impuesto por la institucionalidad65. Este proyecto comunitario tiene dos objetivos
puntuales: 1) Tener la capacidad de decidir en y sobre el territorio sin interrupciones de
elementos externos y 2) Poder proyectarse y darse su propio orden (Santamaría, 2019).
Su oposición al turismo es un ejemplo claro de esta propuesta de territorialidad
independiente, anti hegemónica y anticapitalista. Se configura como una organización que se
protege del exterior a través de redes locales fortalecidas y autogestionadas que buscan
representar una oportunidad para todos los habitantes de la localidad. Sobre este último
aspecto, el campesinado argumenta que el turismo no es para todos, y, por lo tanto, no puede
ser sustentado como una alternativa económica que cope las necesidades de la localidad, tal
como expresa el Habitante 8:
“es claro que el turismo no nos incluye a todos (…) No tenemos para montar las
fincas o pagarle a más gente para que preste el servicio que se necesita para ofrecer
el turismo aquí como si pueden hacerlo los de las empresas de turismo de Bogotá.
(…) No nos queda más que seguir trabajando la tierra (…) cuidando de nuestro
ganado. (…) El turismo no nos sirve y el sindicato ha sido muy enfático en eso” (San
Juan de Sumapaz, 22 de junio de 2018)
Operadores de turismo y habitantes del sur concuerdan en un único aspecto. Ambos afirman
que el turismo no representa una oportunidad viable para toda la población de la localidad.
A pesar de esto, esta postura tiene ciertos matices diferencias entre ambos. Para el primero si
puede ser una alternativa, ya que poseen el capital necesario para contratar más personal y
construir infraestructura. En contraste, el segundo no tiene la posibilidad de adquirirlo. De
existir el escenario en el que ambos pudieran competir por ejercer el turismo en la zona, los
habitantes quedarían en evidente desventaja a causa de esta condición económica
Este argumento también se sostiene en que afluencia de turistas en la zona no es la suficiente
para sustentar una economía local al nivel de otros PNN como el Cocuy, Macarena o
65 Autores como Chaves (2011), Acosta et. al (2015), Rondón (2016), Bautista (2017), Santamaría, 2018, Rojas
(2018), y Solis (2019) sustentaron que el proyecto de ZRC es una iniciativa que intenta construir espacios
sociales, productivos y políticos independientes al Estado central colombiano. En otras palabras, sustentaron
que la ZRC es un proyecto territorial alternativo, autónomo y anti hegemónico.
80
Tayrona. En el Sumapaz esta actividad tiene ciertas particularidades diferenciales que lo
hacen menos viable. Un primer aspecto es la proveniencia de la mayoría de los visitantes. El
90% de ellos vienen desde Bogotá (según el muestreo realizado), de los cuales, el 95% viene
de forma transitoria, es decir, no se queda toda la noche allí ya que no se tiene la
infraestructura suficiente para ello.
Teniendo esto en mente, el nivel de gasto que están dispuestos a invertir en el viaje no es
alto. Esto no permitiría tener la suficiente plusvalía para, bien sea generar empleo para la
población local, o crear capitales privados para iniciar nuevos negocios. En otras palabras,
no podría ser propuesto como una alternativa socialmente sostenible en la que todos hagan
parte de la cadena de producción y ganancia.
El turismo afecta la autonomía y autodeterminación del campesinado.
Este nuevo orden socioespacial del Sumapaz permitió que tuvieran lugar conflictos nunca
presenciados como el del turismo. Esta actividad permite dilucidar la naturaleza conflictiva
del territorio en donde sus habitantes ha construido una territorialidad independiente, aislada
y autogestionada. Gracias a toda esta trayectoria de lucha y defensa del territorio, sus
habitantes creen ser el único actor que tiene el derecho y a su vez la obligación de decidir
sobre él. Esta autodeterminación es el sustrato mismo de su territorialidad, razón por la que
sostiene toda una identidad alrededor del uso de ese espacio. Esta aparente autonomía
comprende dos elementos fundamentales. En primer lugar, estas instituciones, y el aparato
gubernamental que los ampara, son ilegítimos para los habitantes del sur del Sumapaz. En
segundo lugar, los campesinos en cuestión consideran que los actores externos que proponen
el uso del turismo como estrategia de desarrollo y conservación pretenden cambiar la
estructura territorial y social construida por los locales. Esto se evidencia en lo expresado por
el Habitante 8:
“desde que yo era muy niño recuerdo que el Estado no cumplía en el territorio. Las
instituciones nunca llegaban y nunca cumplían. (…) Ahora, con la paz, llegan con
todo el cuento de sacar agua, explotar minería y ahora, hacer turismo. ¡No! ¡ahora
81
quieren que entonces seamos guías turísticos y ya dejemos de sembrar papa cuando
llevamos muchos años haciéndolo!” (San Juan, 22 de junio de 2018)
A lo largo de todo el primer capítulo se dialogó ampliamente sobre la relación entre los
habitantes del Sumapaz y el Estado. Los sucesivos periodos de violencia dentro de este
territorio hicieron que sus habitantes fueran estigmatizados como colaboradores de las FARC
dentro de una república independiente sin ley, y que, además, fuera el mismo gobierno quien
emprendiera acciones de represión e intimidación contra sus habitantes.
Durante décadas, lo gubernamental era sinónimo de militar. Las instituciones con el poder
de mejorar las condiciones de la región tardaron mucho en llegar, así que ellos mismos
gestionaron infraestructuras, espacios de conciliación, orden y bienestar comunitario; fueron
su propio Estado (ver Londoño 2011 y Varela y Romero 2006). Aquel que llegara con
pretensiones de establecer dinámicas diferentes sería visto con evidente desconfianza. No
sería legítimo para la comunidad. Cualquier influencia que ponga en riesgo su permanencia
en él, es visto como amenazante, tal como expresa la Habitante 9:
¿Qué cómo se defiende un páramo? Con sentido de pertenencia, estando allí,
defendiéndolo de las influencias de afuera que pueden dañarlo. Haciéndolo parte de
una organización […] pero, sobre todo, diciéndole a las instituciones que queremos
hacer parte del páramo de Sumapaz y queremos conservarlo y mantenerlo […]
porque si el páramo está como está es gracias a los campesinos. (Bogotá D.C, 10 de
julio de 2018)
El actual reclamo de los campesinos del sur reside en que, luego de toda esta trayectoria de
violencia estructural sistemática, estos organismos lleguen con agendas que, según ellos,
modifican de raíz modos de vida, tradiciones, redes de socialización, y a su vez, pongan en
duda la permanencia de estos actores dentro del territorio al priorizar intereses históricamente
ajenos a la comunidad. La dinámica desde la cual se ha tejido la relación Bogotá urbana –
ruralidad del Sumapaz, ha hecho que las necesidades del primero primen sobre los del
segundo. Agua, electricidad y minería son los intereses primordiales de Bogotá sobre el
Sumapaz, pues con esto se garantiza el sostenimiento hídrico y energético de millones de
habitantes a futuro.
82
Retomando lo dicho por Folchi (2001), muchos de los conflictos que se tejen alrededor de
un territorio y su naturaleza no solamente están ligados a impactos ambientales, sino a
cambios positivos o negativos no consensuados con respecto al uso de ese espacio. Estos
trastoques territoriales se originan por el temor a ver alteradas las relaciones tradicionales o
preexistentes entre una comunidad y su ambiente; por ver modificada la estabilidad histórica
entre la comunidad y el territorio. Sin restarle importancia a la lucha local por impedir el
turismo, su resistencia reposa en el temor que genera el aumento de control estatal y civil que
puede traer el turismo para el territorio. Esta vigilancia permite que sean modificadas las
jerarquías locales, el movimiento de sus habitantes y las actividades que realizan (Ojeda,
2013), y por lo tanto, sea desmontada su larga historia organizativa. Veamos con
detenimiento todos estos aspectos.
Los aportes de Folchi (2001) nos ayudan a entender la naturaleza de este conflicto alrededor
del uso del páramo. En primer lugar, para el caso del Sumapaz, encontramos que el fondo de
los argumentos de los habitantes del sur no solamente remite a valores ambientales o
sentimientos ecológicos, sino a aspectos de larga duración como legitimidad, soberanía,
abandono estatal, violencia, entre otros. A su vez, los argumentos que ya han sido explicados
a lo largo de este capítulo demuestran que la preocupación sobre el territorio no es solamente
material, ya que se pone en riesgo los modos de subsistencia tradicionales y las redes sociales
que a partir de ellos se estructuraron.
Por otra parte, el devenir histórico y político a través del cual se construyó el territorio hace
que esta población se constituyera como una comunidad autónoma frente a los poderes del
Estado central. Con la llegada de esta autoridad oficial, el equilibrio logrado se tambalea a
causa del nuevo orden territorial impuesto. La intervención de este agente externo puede
desestabilizar las relaciones locales establecidas sobre el uso de la tierra; sobre los usos
correctos del suelo y sus propiedades. Algunos ejemplos al respecto son los conflictos que se
generaron por el establecimiento del PNN, la prohibición de actividades agropecuarias en
zonas de páramo y la generación de alternativas económicas diferentes a las tradicionales,
entre ellas, del turismo.
83
Según esta misma línea de argumentos, la historia organizativa de los campesinos se vería
amenazada por el desmonte de las jerarquías políticas locales, en donde SINTRAPAZ, toma,
aprueba o rechaza las principales decisiones concernientes el territorio y su gente. Según los
campesinos del sur, con el turismo como estrategia de conservación y desarrollo (mediado
por el control civil y político de este nuevo orden territorial) se limitaría este poder. La ZRC
se exhibe como una alternativa a este ordenamiento.
Para las instituciones, el turismo permite cimentar fuertes relaciones comunitarias, tal como
lo sustentan en su Política para el Desarrollo del Ecoturismo (2005), “la cual establece que
el desarrollo del ecoturismo promoverá el fortalecimiento de las culturas locales y de los
mecanismos y espacios de participación social de todos los actores involucrados”. Estas
acciones, a su vez, permiten el afianzamiento de las relaciones sociales locales a través del
mejoramiento de la calidad de vida de todos sus integrantes, eliminando la precariedad, la
pobreza extrema y la desocupación (Lineamientos De Política Para El Desarrollo Del
Turismo Comunitario, 2012). Muy al contrario de lo que opinan las comunidades, el turismo
representa una innegable oportunidad para brindar autonomía y autogestión a las
comunidades al permitirles “diseñar planes de capacitación para la creación de productos
turísticos comunitarios competitivos, acorde con las realidades y particularidades
socioeconómicas, culturales y ambientales que estimulen la autogestión” (ibid.).
Dichas instituciones encuentran que el turismo puede fortalecer las redes locales al perpetuar
sus tradiciones y permitirles autogestionar cada uno de los procesos concernientes a la
prestación del servicio ecoturístico. Esta iniciativa, a su vez, busca “mejorar los ingresos de
la población de una determinada zona y fortalecer los lazos de pertenencia e identidad de los
habitantes con su territorio (y con su pueblo) (…) de tal forma que se sientan orgullosos del
lugar en el que habitan y contribuyan con su mejoramiento”. Esta iniciativa también intenta
fortalecer las capacidades de las comunidades locales para que “sean promotoras de su propio
desarrollo, al tiempo que fomenta y el aprovechamiento sostenible de los recursos” (ibid.).
Este conflicto sobre los posibles impactos sociales del turismo hace expreso un agudo debate
alrededor del territorio. Por un lado, se cuestionan los usos más adecuados para el páramo
dependiendo de la construcción que cada actor configuró. ¿Agricultura, pago por servicios
84
ambientales o turismo? En otras palabras, estos usos se ligan íntimamente a la forma cómo
cada actor se relacionó con el espacio, bien sea de forma horizontal, priorizando sus usos
tradicionales para el sostenimiento (como sus habitantes), o vertical, priorizando usos para
garantizar servicios ambientales para urbe (como las instituciones). Adicional a esto, se
debate continuamente acerca de la propiedad y autoridad sobre el territorio. ¿Quién debe
decidir? ¿el sindicato, la comunidad o el gobierno? ¿quién sabe qué es mejor para el
territorio? Y ¿qué criterios se deben priorizar? ¿Quién puede entrar y quién no? Esta es una
discusión de larga duración que se ve reflejada en el turismo; sobre lo que cada actor cree
mejor para cuidarlo; sobre los poderes que cada uno pretende imprimir sobre este territorio.
Intercambio de conocimientos: la propuesta del campesinado.
En diversas entrevistas los líderes del sindicato han expresado que no quieren cerrarse al
mundo, si no que por el contrario, quieren encabezar una nueva etapa del páramo en donde
se reconozca su valor ecológico mediante la investigación de sus propiedades; en donde se
palpen de cerca las consecuencias de la guerra a tan pocos pasos de la ciudad y se resalten
las vivencias e historia de la resistencia campesina mediante el intercambio de experiencias.
El campesinado del sur del Sumapaz desea que el parque no sea comercializado como
cualquier otra playa, montaña o río, buscan, por el contrario, que el espacio que este ocupa
sea símbolo de lucha, ciencia e historia, tal como nos cuenta la Habitante 11:
“Yo quiero que sea necesario tener un permiso y probar que vas con fines científicos
(…) es decir, que demuestres que vas a investigar nuestras plantas, nuestros suelos,
sobre nuestros animales, o también sobre nuestras tradiciones, sobre nuestra
organización sindical, sobre nuestra historia (…). Eso es lo que yo quiero que pase
en el Sumapaz y eso no es turismo, es intercambio de conocimientos. (…) Nosotros
aportamos el territorio, ellos aportan los análisis científicos de lo que aquí tenemos,
eso es, que vengan a aportar, no solo a llevarse de aquí todo lo valioso” (San Juan
de Sumapaz, 12 de enero de 2020).
La propuesta del sindicato y todas las organizaciones sociales de la zona adheridas a ella es
que el parque se convierta en un laboratorio viviente. Universidades, organizaciones,
85
instituciones educativas en general serían bien recibidas por ellos, puesto que la mirada está
puesta sobre el valor simbólico y natural del páramo. Sin embargo ¿qué sucede con las
personas que no pertenecen a ninguna de ellos?, es decir, ¿con todos aquellos particulares
amantes de la naturaleza y la aventura que no tienen interés sobre estos bienes
trascendentales? Este es el principal reto de todas las propuestas ¿El páramo para qué y para
quién? ¿Quién entra y quién sale?
Este es un aspecto sumamente crítico, pues el PNNS es un espacio natural propiedad de todos
los colombianos. Frenar la entrada a los particulares significa desperdiciar un evidente
potencial pedagógico para resolver inquietudes ambientales. A pesar de esto, estas
comunidades han luchado ampliamente por permanecer en este territorio y se han ganado un
lugar dentro de la jerarquía política de ese espacio. Ignorar esta voluntad también vulneraría
los derechos que han adquirido a lo largo de su historia de lucha. Para solucionar el tema del
turismo, en definitiva es necesario remitirse a todos los aspectos de larga duración que aquí
hemos tratado.
Conclusiones: El conflicto sobre el turismo en el Sumapaz es un reto disciplinar, social
e institucional
A través de este análisis, se evidenció que los habitantes del sur de la localidad se resisten a
la implementación del turismo porque creen que amenaza el territorio, los espacios de vida y
las formas, prácticas y significados que construyeron alrededor de él. A su vez, se sostuvo
que esta resistencia se relaciona íntimamente con la particular territorialidad que sus
habitantes tejieron con el páramo, pues el trasfondo histórico, geográfico, cultural y político
que le dio forma a esta relación, permitió la consolidación de una comunidad autogobernada
que ve con temor la intervención del exterior (entendiéndose este como turistas, gobierno,
industria). Para garantizar su apropiación y permanencia, esta territorialización se valió de
prácticas, expresiones materiales y simbólicas muy concretas, que a la larga, se solapa y
enfrenta con otras percepciones, valoraciones o apropiaciones.
En este escenario el turismo se configura como un conflicto complejo a través del cual se
expresan una serie de territorialidades en choque. Analizarla desde esta perspectiva permitió
86
que se pusieran en evidencia el trasfondo histórico, político y cultural que sustentan una
resistencia. A su vez, todo este trabajo permitió reconocer que las profundas cicatrices del
conflicto y el abandono estatal trascienden hasta la discusión sobre si es pertinente o no abrir
el Sumapaz a la ciudadanía en general. Se encontraron temores y retos ante los cuales es
urgente actuar, ya que el posconflicto presenta escenarios únicos para soluciones audaces.
El análisis también permitió reconocer que la localización estratégica del Sumapaz hace de
este un lugar muy relevante dentro de la configuración ambiental, política y social de la
ciudad de Bogotá. A contados kilómetros de la ciudad, registró los agudos picos conflictivos
de la historia nacional. En esta misma medida, fue víctima de todos los cambios que se ligaron
al incremento de la demanda hídrica y minero energética como consecuencia de un explosivo
aumento poblacional de los habitantes de la ciudad. Ahora, con el turismo, y gracias a su
localización, tiene lugar el incremento de turistas bogotanos que generaron una serie de
conflictos alrededor del territorio.
Este conflicto sobre el turismo en el Sumapaz expuso una serie de disparidades acerca del
territorio y su uso; sobre su fragilidad, su valor y su pertenencia. Este complejo debate deja
preguntas como ¿Cerrar o no el parque? ¿Quiénes podrían entrar? Y ¿a qué? ¿Por qué ellos
y no otros? ¿Quién definiría los criterios para aceptarlos? ¿Cobrar o no? ¿Quién lo haría?
entre muchas otras cuestiones bastante problemáticas. Mas allá de generar una opinión al
respecto, este proyecto intentó exponer las razones de fondo que rodean los argumentos de
los campesinos para oponerse al turismo, pues solo así podrá llegarse a comprender su
posición, sus miedos y sus propuestas. Partiendo se estas preguntas, quisiera concluir el texto
haciendo evidente los retos disciplinares, sociales e institucionales a los que la academia, el
gobierno, los operadores, los turistas y los habitantes, se encuentran expuestos con la
resolución de este conflicto.
A nivel disciplinar, es necesario que desde la academia se generen más reflexiones acerca de
la naturaleza conflictiva del turismo en nuestro país, entendiendo esta actividad como un
elemento organizador del espacio que configura territorios y comunidades. En otras palabras,
que los estudios geográficos, sociológicos y antropológicos, ganen más escenario dentro de
los análisis de los fenómenos turísticos. A su vez, es de suma importancia que se generen
87
más investigaciones acerca de los nuevos escenarios que genera el posconflicto para la
industria y las comunidades que habitan espacios ambiental y socialmente sensibles. Es
trascendental que se compare el caso del Sumapaz con otros como el de Chingaza o Pisba,
en donde el turismo ha sido un catalizador de esfuerzos políticos, ambientales y sociales.
Esto sería valioso en la medida en la que se generarían aprendizajes potencialmente
aplicables al del Sumapaz. Finalmente, para la esfera de la pedagogía, sería muy enriquecedor
evaluar los aportes didácticos de las salidas de campo al Sumapaz. De esta forma se ampliaría
el espectro de visitantes y se aprovecharía el potencial educativo del páramo.
Esta actividad también representa una oportunidad única dentro del proceso de
reconocimiento nacional de la riqueza social y biológica del páramo más grande del mundo.
Por brindar un ejemplo, y respondiendo a las solicitudes del campesinado, sería muy útil
implementar estrategias pedagógicas concretas que estuvieran orientadas al reconocimiento
de la historia social de la región; a la valoración socio ambiental de esta localidad. Como
instrumento didáctico, el turismo representa una importante oportunidad de fortalecimiento
de la comunidad campesina y su historia. De hecho, existen una serie de iniciativas locales
por parte de la zona norte de la localidad que están orientadas a potencializar mediante el
turismo todas las ventajas que el territorio tiene. La Plataforma Social Usme, el Colectivo
Sumapaz Resiste, PAZeo y Guiando Territorio, son por nombrar algunas, algunas de las
organizaciones de jóvenes que han buscado utilizar el turismo como un instrumento para el
reconocimiento de la riqueza social, gastronómica y biológica del Sumapaz.
Para solucionar este conflicto se presentan retos sociales que comprometen a todos los actores
del territorio. Por un lado, es importante que los campesinos del sur del Sumapaz evalúen si
la no renovación de liderazgos está afectando la toma de decisiones dentro de la comunidad.
En esta misma medida, reconocer si su territorialidad puede ser alimentada por otras
percepciones en un diálogo democrático de saberes y valores puede ayudar a que se fortalezca
la organización misma. Un ejemplo de ello es invitarlos a revisar otros proyectos de ZRC en
los que se haya articulado de forma exitosa el turismo como es el caso de la ZRC de Lozada-
Guayabero y la ZRC Chaparral – Tolima. De hecho, existen buenos ejemplos en
88
comunidades de excombatientes que se dedican ahora a la prestación de servicios turísticos
(en el Cesar y el Llano, por mencionar algunos).
Sin vulnerar su derecho a elegir, este reto supone ampliar horizontes, reconocer
oportunidades o vulnerabilidades y optar lo que sea mejor para el páramo y la comunidad
que lo habita, salvaguardando siempre la naturaleza y la cultura que dotan de sentido este
territorio. Por otro lado, es también es necesario que se negocien ciertos términos como
turismo, ecoturismo, recreación, turista y visitante, ya que la falta de consenso sobre sus
definiciones y límites ha ocasionado que se satanicen o glorifiquen prácticas sin conocerlas
realmente.
Con respecto a los visitantes, es importante que conozcan la importancia ambiental, social e
histórica de este PNN, y que de igual forma, apropien adecuadamente su rol dentro de la
conservación de este espacio. En esta misma medida, es importante modificar sus
imaginarios y expectativas con respecto a este territorio. El Sumapaz puede ofrecer mucho
más que bellos paisajes; puede brindar conocimientos sobre historia oral y saberes
campesinos. Si bien se entiende que esto es mucho menos atractivo (en términos del mercado
turístico), este tipo de turismo si responde a la identidad del territorio y su gente. Esta no es
una idea nueva, pues comunidades indígenas Arahuacos y Koguis del Tayrona o la Red
Comunitaria Campesina de Gutiérrez – Cundinamarca le han apostado a mostrar su territorio
sin desligarlo de toda la cultura que le dota de sentido.
Son varios los retos institucionales ante los que se ve enfrentado el gobierno colombiano para
subsanar todas las deudas históricas que tiene con el territorio del Sumapaz. En primera
instancia, el Estado central debe recobrar legitimidad en la comunidad interviniendo con
políticas sociales y económicas que mejoren las precarias condiciones de todos sus
habitantes. Aspectos como créditos de fácil acceso y a muy bajo interés, mejoramiento en la
calidad educativa (garantizando no solamente el acceso, sino la permanencia), ampliación de
la red de hospitales y el suministro de nuevas vacantes de empleo que sean coherentes con
su territorialidad, son algunos ejemplos. De igual forma, y no menos importante, la
formalización de la ZRC permitiría que la comunidad pueda darse un nuevo orden autónomo
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y pueda repensarse como colectivo sobre los retos que el posconflicto trae para el territorio
(entre ellos, la llegada del turismo).
Otro aspecto muy problemático dentro del conflicto es la poca coordinación institucional
entre entidades gubernamentales. El SINAP, las Alcaldías de los municipios limítrofes, el
centralizado Gobierno Nacional y la CAR no logran identificar políticas comunes para el
manejo de los territorios locales. Un ejemplo de ello es la definición de zonas turísticas y el
control de acceso a aquellas que no lo son. También es problemática la forma cómo
denominan a la actividad turística, bien sea como recreación, ecoturismo o simplemente
turismo. Sin uniformidad no se unifican prácticas para garantizar un efectivo control sobre la
actividad. En esta misma medida, deben definirse los derechos, deberes y responsabilidades
de cada uno de los actores con respecto al uso de ese territorio.
La presencia de minas antipersona a lo largo de todo el territorio es también un tema agudo.
Mientras que estas sigan allí, ninguna de las propuestas de los actores es realizable. El
gobierno está en la obligación de inyectar una considerable suma de dinero para hacerlo y
garantizar así la seguridad de habitantes y visitantes. En esta misma medida, debe ampliarse
la capacidad operativa del equipo del PNN que es insuficiente para cumplir con todos los
requerimientos de los actores en cuanto control de acceso y prácticas. Desde la
institucionalidad local debe analizarse el turismo no solamente como un fenómeno ambiental,
sino como un conflicto territorial por usos, valores y definiciones. Así mismo, deben darse
soluciones interinstitucionales que sobrepasen lo meramente operativo.
Entonces ¿ahora qué sigue? Para solucionar realmente este problema es necesario que se
establezca un diálogo democrático entre los actores presentes. Es crucial que la
institucionalidad acepte ante los campesinos que reconocen esas falencias estructurales y que
reconozca que esta resistencia también reside en los sucesivos errores cometidos a lo largo
de la historia reciente de la nación. Solo hasta este punto podrían colocar sobre la mesa
pospuestas de jóvenes y locales ya existentes que reconozcan el papel del campesino, de su
historia y territorialidad como: pedagogía y Sumapaz, historia oral y campesinado, educación
ambiental y páramo, entre muchas otras. El intercambio de conocimientos puede alimentar
cada una de las partes sin necesariamente vetar la entrada del particular.
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A través de su resistencia al turismo el campesinado expresó a gritos que las cicatrices del
conflicto son mucho más profundas de lo esperado. El posconflicto presentó entonces
escenarios ante los cuales, tanto la institucionalidad como ellos mismos, no estaban listos. La
frágil estructura institucional cimentó aún más estos miedos sobre abrirse al mundo y aceptar
los problemas que vendrían con la retoma de los territorios perdidos. El turismo, en esta
medida, va más allá de implementar una serie de medidas operativas para garantizar la
conservación del páramo y la ocupación laboral de su gente; sino que supone reconocer sus
derechos y establecer escenarios reales de autonomía como la ZRC.
Sumapaz es páramo, Sumapaz es vida, es campesinos. Sumapaz es territorio y es lucha.
Quienes ha dado la vida por este espacio tienen el derecho y a su vez la obligación de decidir
coherentemente por él. Desde la academia y la institucionalidad tenemos el reto de
presentarles el turismo como una oportunidad, si bien no perfecta, si una posibilidad de dar
a conocer su trayectoria y su importancia sin dejar de lado lo que ha dado vida a su propia
organización. Tenemos el reto de usar el turismo como herramienta pedagógica para una
ciudadanía responsable, ambiental y políticamente consciente de su pasado, su presente y su
futuro.
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