Un administrador en apuros

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Un administrador en apuros «Decía también a los discípulos: «Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo: "¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto". El administrador pensó entonces: "¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!". Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: "¿Cuánto debes a mi señor?". “Cien barriles de aceite", le respondió. El administrador le dijo: "Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota cincuenta". Después preguntó a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?". “Cien medidas de trigo", le respondió. El administrador le dijo: "Toma tu recibo y anota ochenta". Y el señor alabó a este administrador de injusticia, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en sus trato con lo demás que los hijos de la luz. Pero yo les digo: Gánense amigos con el dinero de la «Ser hábiles para el bien».

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Un administrador en apuros«Decía también a los discípulos: «Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo: "¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto". El administrador pensó entonces: "¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!".Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: "¿Cuánto debes a mi señor?".“Cien barriles de aceite", le respondió. El administrador le dijo: "Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota cincuenta".Después preguntó a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?". “Cien medidas de trigo", le respondió. El administrador le dijo: "Toma tu recibo y anota ochenta".Y el señor alabó a este administrador de injusticia, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en sus trato con lo demás que los hijos de la luz.Pero yo les digo: Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas».

Evangelio de Lucas 16,1-9

«Ser hábiles para el bien».

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Buscando alternativas ante el desempleo

«Ser hábiles para el bien».

Ante el panorama del desempleo el administrador descarta las dos alternativas honestas, que no se siente capaz de asumir:

TRABAJO manual

MENDICIDAD

Elige la deshonesta: el ROBO.

Dispone de lo que no es suyo para obtener un beneficio: conseguir la hospitalidad de los deudores, a los que ayuda mediante la falsificación de los pagarés que habían firmado.

Sin embargo, en esta actitud, no ha buscado perjudicar en gran medida a su patrón, como sí harían los rebeldes durante la guerra judía para ganarse a la multitud:

«Llevaron el fuego hasta los archivos públicos, dándose prisa en destruir los contratos de los préstamos, impidiendo la cobranza de las deudas, con el objeto de incorporar a sus filas a la multitud de deudores y lanzar contra los ricos a los pobres, seguros de la impunidad» (Josefo, Guerra de los judíos II,426-427)

Lo cierto es que el patrón se había mostrado compasivo con él al despedirlo, sin hacerle juicio para recuperar los bienes que el administrador había malgastado.

El administrador se inspira en esa misericordia para maquinar su plan.

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Un gran alivio para los deudores

«Ser hábiles para el bien».

En efecto, reduce buena parte de la deuda, como su patrón había renunciado a cobrarle a él por la malversación de bienes de su gestión.

La parte de la deuda condonada es cuantiosa:

Los arrendatarios de los campos tenían gran dificultad para reunir las cantidades adeudadas.

La situación se complicaba con una mala cosecha.

Las multas por los retrasos eran también severas, como lo muestra un contrato de la época en Egipto, de un campo destinado al cultivo de rábanos:

Deuda Equivalente Producción modificación

100 bat de aceite 4000 litros 160 olivos 2000 litros

100 kor de trigo 27 toneladas 40 hectáreas 22 toneladas

«… Una vez estipulada la relación de arriendo, el arrendador debe pagar el arriendo pactado en el mes de junio del mismo año con semillas de rábano nueva, limpia, íntegra y cernida, medida con la medida de cuatro quenices llenos hasta el borde… Si no lo hace, las pagará, como castigo, una vez y media más de la que deba»

Se puede comprender así la obligación de gratitud que el administrador creaba con el deudor por un favor tan grande.

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Un elogio desconcertante

«Ser hábiles para el bien».

Puede desconcertar que se elogie al autor de un fraude, y que, además, lo haga el damnificado del mismo.

Pero no hay que olvidar que también el Evangelio propone a los creyentes ser «prudentes como serpientes» [no sólo sencillos como palomas] (Mt 10,16).

La prudencia es la inteligencia práctica para obrar aquí y ahora. En este caso el administrador aprovecho el escaso tiempo que le restaba antes de dar cuentas y quedar sin disponibilidad de recursos.

El administrador ganó amigos con el dinero de la injusticia, para que el día [inminente] en que este le faltara, ellos lo recibieran en sus casas (Lc 16,9).

Demostró ser un auténtico «hijo de este mundo» [es decir, formado según los criterios predominantes de la sociedad]. Y como tal, más hábil para sacar ventaja en el trato con sus semejantes que «los hijos de la luz» [los motivados por criterios sobrenaturales].

Si tal habilidad es usada para fines individualistas, ¡cuánto bien lograría si se usara para fines más solidarios!.

«Y el señor alabó a este administrador de injusticia, por haber obrado tan prudentemente» (Lc 16,8).

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Los deudores

«Ser hábiles para el bien».

Por otra parte la imagen de los deudores evoca la situación del hombre pecador respecto a Dios y del ofensor respecto al prójimo:

«Perdona nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores» (Mt 6,12).

«El Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos… El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda. Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios… » (Mt 18,23-35).

«Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos amará más?» (Lc 7,41-42).

Además de la característica preocupación social de Lucas en torno al dinero y la solidaridad con los pobres, la parábola prolonga el tema tratado por las parábolas precedentes: La alegría por la recuperación del pecador (Lucas 15).

De esta manera la presente parábola vincula dos dimensiones de la MISERICORDIA de Dios:

amor por el pecador

amor por los pobres

También el creyente debe tener compasión de TODA MISERIA HUMANA (del cuerpo y del alma).

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La rendición de cuentas

«Ser hábiles para el bien».

Con este consejo para los lectores creyentes el Evangelio marca una dirección de interpretación. Como toda parábola, ésta también se refiere al Reinado de Dios.

El tiempo presente es el escaso margen que queda para asegurar el futuro definitivo.

El consejo sería el mismo que ya se había expresado antes:

«Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas» (Lc 16,9).

«Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla» (Lc 12,33).

«El que se apiada del pobre presta al Señor, y él le devolverá el bien que hizo» (Proverbios 19,17).

También la imagen de la «rendición de cuentas» refiere al juicio final de Dios:

«Por eso, ellos [los idólatras] caerán con los que caen, sucumbirán cuando tengan que dar cuenta, dice el Señor» (Jeremías 6,15).

Los justos «brillarán en el momento de su supervisión, y se extenderán como chispas por los rastrojos» (Sabiduría 3,7).

Preparado por Fray Domingo Cosenza op

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