UN ANÁLISIS DE LA POLÍTICA DISRUPTIVA EN...

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1 UN ANÁLISIS DE LA POLÍTICA DISRUPTIVA EN MÉXICO ¿QUIÉNES SE MOVILIZAN Y PORQUÉ LO HACEN? Salvador Martí i Puig [email protected] & Iván Llamazares [email protected] Universidad de Salamanca Paper presentado en el LASA Toronto, 6-9 de octubre 2010 Investigación producto del proyecto “Calidad de la democracia local en México” financiado por el AECID y realizado por la Universidad de Salamanca y el Colegio de México. Objetivos del trabajo El objetivo del presente texto es intentar analizar a través de los datos obtenidos en una encuesta realizada a un total de 2895 personas el año 2009, y que convenimos en llamar Encuesta Usal-Colmex, cuáles son los elementos que influyen y pueden relacionarse con la participación en acciones políticas no convencionales en general, y disruptivas en particular, en México. Para responder a esta cuestión se señala, en primer lugar, qué se entiende por política “no convencional” y “disruptiva” y, en segundo lugar, se señala la coyuntura en la que se ubica la encuesta, a saber, tres años después de un ciclo de grandes movilizaciones ocasionadas por una campaña electoral a la Presidencia de la República (en 2006) que tuvo un desenlace muy complejo debido a los ajustados resultados que tuvieron los dos principales candidatos en estas elecciones y a la no aceptación de los resultados por parte del candidato oficialmente perdedor. En base a estos elementos de introducción y coyuntura el texto avanza en el análisis de los datos de la encuesta con la voluntad de ver cuáles son los factores que correlacionan con la participación disruptiva. Para ello el primer paso que se da es la creación de las dos variables dependientes: (1) la participación no convencional (que es la suma de las 8 acciones posibles que se exponen en la pregunta 28 de la encuesta 1 ) y (2) la participación disruptiva 2 , siendo la segunda la más relevante para nuestro estudio. Posteriormente se intentará relacionar estas dos variables con dos tipos de variables. Por un lado, algunas variables relacionadas con las teorías relacionales de la acción colectiva, así se explorará si existe relación entre participación disruptiva con (1) la autopercepción de influencia de los individuos, (2) la confianza que tienen en el imperio de la ley y los derechos en México, (3) su nivel educativo, (4) su pertenencia a asociaciones y (5) la obtención de regalos de partidos políticos durante las campañas electorales. Se han escogido estas variables porqué las tres primeras aluden a elementos relacionados a las teorías de la agencia (como son la percepción de agravios y la auto- 1 Éstas son: participar en marchas, caravanas de automóviles, mitines o actos masivos, firma de peticiones, reparto de volantes de casa en casa, ocupación de edificios públicos, bloqueo de lugares públicos y participación en una campaña como colaborador. 2 La participación disruptiva se refiere a las dos acciones (de las ocho de la pregunta 28) de mayor contenido transgresor, a saber: la ocupación de edificios públicos y el bloqueo de lugares públicos.

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UN ANÁLISIS DE LA POLÍTICA DISRUPTIVA EN MÉXICO ¿QUIÉNES SE MOVILIZAN Y PORQUÉ LO HACEN?

Salvador Martí i Puig [email protected] & Iván Llamazares [email protected] Universidad de Salamanca Paper presentado en el LASA Toronto, 6-9 de octubre 2010 Investigación producto del proyecto “Calidad de la democracia local en México” financiado por el AECID y realizado por la Universidad de Salamanca y el Colegio de México. Objetivos del trabajo El objetivo del presente texto es intentar analizar a través de los datos obtenidos en una encuesta realizada a un total de 2895 personas el año 2009, y que convenimos en llamar Encuesta Usal-Colmex, cuáles son los elementos que influyen y pueden relacionarse con la participación en acciones políticas no convencionales en general, y disruptivas en particular, en México. Para responder a esta cuestión se señala, en primer lugar, qué se entiende por política “no convencional” y “disruptiva” y, en segundo lugar, se señala la coyuntura en la que se ubica la encuesta, a saber, tres años después de un ciclo de grandes movilizaciones ocasionadas por una campaña electoral a la Presidencia de la República (en 2006) que tuvo un desenlace muy complejo debido a los ajustados resultados que tuvieron los dos principales candidatos en estas elecciones y a la no aceptación de los resultados por parte del candidato oficialmente perdedor. En base a estos elementos de introducción y coyuntura el texto avanza en el análisis de los datos de la encuesta con la voluntad de ver cuáles son los factores que correlacionan con la participación disruptiva. Para ello el primer paso que se da es la creación de las dos variables dependientes: (1) la participación no convencional (que es la suma de las 8 acciones posibles que se exponen en la pregunta 28 de la encuesta1) y (2) la participación disruptiva2, siendo la segunda la más relevante para nuestro estudio. Posteriormente se intentará relacionar estas dos variables con dos tipos de variables. Por un lado, algunas variables relacionadas con las teorías relacionales de la acción colectiva, así se explorará si existe relación entre participación disruptiva con (1) la autopercepción de influencia de los individuos, (2) la confianza que tienen en el imperio de la ley y los derechos en México, (3) su nivel educativo, (4) su pertenencia a asociaciones y (5) la obtención de regalos de partidos políticos durante las campañas electorales. Se han escogido estas variables porqué las tres primeras aluden a elementos relacionados a las teorías de la agencia (como son la percepción de agravios y la auto- 1 Éstas son: participar en marchas, caravanas de automóviles, mitines o actos masivos, firma de peticiones, reparto de volantes de casa en casa, ocupación de edificios públicos, bloqueo de lugares públicos y participación en una campaña como colaborador. 2 La participación disruptiva se refiere a las dos acciones (de las ocho de la pregunta 28) de mayor contenido transgresor, a saber: la ocupación de edificios públicos y el bloqueo de lugares públicos.

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eficacia como actores políticos), la cuarta tiene que ver con la importancia del capital social como elemento de transmisión de confianza y motivación en los procesos de movilización, y finalmente, la quinta variable se basa en la presunción, derivada las teorías de la elección racional, de que los incentivos selectivos proporcionados por actores colectivos –partidos en este caso- pueden servir de estímulo para distintas formas de participación política). Y por otro lado, aquellas relacionadas con la política partidaria, es decir, el voto a candidatos en las elecciones de 2006 y a la identidad político-partidaria. Finalmente, en la última sección de este trabajo se presenta un análisis de tipo multivariante (basado en la aplicación de la técnica de la regresión logística) orientado a establecer cuáles de las variables antes descritas ejercen una influencia más importante sobre la participación de tipo disruptivo. 1. Sobre la política no convencional La acción política individual adopta diferentes formas, que van desde la discreción a lo más espectacular, a la par que los ciudadanos pueden intervenir en política de manera individual o de manera colectiva. Si bien la acción política puede ejercerse de forma espontánea y esporádica lo más frecuente es que la acción política sea el resultado de la coordinación entre diversas personas, desarrollada por una asociación o colectivo estable que comparte objetivos y utiliza recursos y métodos para alcanzarlos. A la vez, esta acción política puede ajustarse a formas convencionales o a formas no convencionales. Suele calificarse como convencional un tipo de acción política generalmente aceptada por la comunidad, porque se considera adecuada y ajustada a los valores dominantes, y generalmente se refiere a la afiliación partidaria o al voto. Contrariamente, las formas no convencionales son aquellas que -con independencia de su objetivo- son rechazadas o mal vistas por parte de la comunidad. Estas acciones no convencionales suelen expresar, generalmente, demandas que no se han satisfecho a partir de las formas convencionales. Por ello, se califican también como acciones políticas de protesta (Alinsky, 1971). Los estudios sobre la acción política –iniciados en sociedades de tradición liberal-democrática- se concentraron en un principio en las formas convencionales3. Sin embargo ya hace años se ha empezado a poner atención a este tipo de acción colectiva basada en la protesta y contienda (McAdam, Tilly, Tarrow 2000). Otras cuestión es la de ¿Qué lleva a los individuos a realizar acciones de protesta? Algunos sostienen que la participación convencional se basa en una valoración positiva dicho sistema y supondría una adhesión –un “apoyo difuso”- a las reglas establecidas; en cambio, la participación no convencional se asocia a la insatisfacción y al rechazo al sistema, abarcando desde una voluntad reformadora hasta la pretensión rupturista y revolucionaria (Vallès 2000). De este modo, se configurarían dos colectivos diferentes,

3 Es importante prestar también atención al carácter cambiante de la divisoria que separa las formas convencionales y las no convencionales de acción política. Algunas formas de acción que en el pasado se percibieron como no convencionales y, por tanto, fueron juzgadas como rechazables y peligrosas para el orden establecido, con el tiempo se han convertido en convencionales, legítimas y legalizadas por el sistema.

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inclinados a una u otra forma de intervención. Sin embargo, esta distinción se ha hecho menos tajante en los últimos años4. Actualmente son muchas las personas que recurren a formas no convencionales de acción política, sin que ello signifique necesariamente una oposición al sistema. A veces estas formas se adoptan por criterios de conveniencia práctica y siguiendo motivos tácticos. La cuestión relevante es por qué se ha incrementado la presencia de este tipo de manifestaciones –“la política disruptiva”- en el marco de regímenes que garantizan (como mínimo nominalmente) derechos y libertades de los ciudadanos, y que ofrecen canales normados para vehicular demandas, elegir representantes y fiscalizar políticos. No está claro si este incremento es (o no) un barómetro de la salud institucional, de la eficacia de las políticas públicas y sobre todo de la operatividad de los actores políticos colectivos clásicos, y si lo es en qué dirección cabe interpretarlo. También algunos autores han hablado de cómo la diversificación de demandas y la regidez de los partidos cartel o cath all plus incentivarían un modelo de conducta de los individuos más flexible y amplio respecto a su repertorio, sobre todo para aquellos que tienen preferencias intensas en relación con algunos temas concretos. En todo caso, los datos de la encuesta de que disponemos muestran que el nivel de participación de los ciudadanos en actividades no convencionales no es despreciable. Tal como se observa en la Tabla 1 la participación de la ciudadanía a través de firmar peticiones, sumarse a marchas o mítines es apreciable; así como también lo es el resto de actividades. Por el contrario, destacan, como actividades menos frecuentes las dos de carácter más “disruptivo”, a saber, la de los bloqueos y ocupaciones. Tabla 1: Participación en actividades no convencionales (en %) Marchas Caravanas Mítines Firmas Volantes Ocupaciones Bloqueos Campañas Sí 19,79% 14,51% 17,17% 20,83% 15,67% 10,74% 11,40% 13,33% No 79,45 84,56 82,00 78,24 83,80 88,19 87,56 85,60 Ns/Nc 0,76 0,93 0,83 0,93 0,59 1,07 1.04 1,07 A partir de las respuestas sobre participación no convencional se han construido asímismo dos índices agregados de participación. El primero consiste en la suma de la participación de las ocho actividades que aparecen en la Tabla 1 (sumpartic) y el segundo (pardisrdic) consiste en crear una categoría para el conjunto de individuos que han tomado parte en al menos una de las dos actividades más disruptivas (las ocupaciones y los bloqueos). Los dos índices nos permitirán distinguir, por un lado, las relaciones que existen entre las distintas características de los ciudadanos y la participación no convencional en general y la disruptiva en particular. La variable que agrega todas las participaciones posibles (sumpartic) tiene un mínimo posible de 0 y un máximo posible de 8. El promedio de esta variable es de 1.22, y la desviación típica es de 2.27. El Gráfico 1, que muestra como se distribuyen las respuestas en esta variable, ofrece un visión más clarificadora de los niveles de participación de la población mexicana. Un 65% de los encuestados no ha tomado parte en ningún tipo de acción participativa. Además, el porcentaje de individuos participativos tiende a declinar según

4 El volumen editado por Goodin y Tilly (2008) The Oxford Handbook of Contextual Political Analysis es una muestra del creciente interés por la política no convencional. En dicha obra se expone la creciente expansión de este tipo de actividad política en las sociedades contemporáneas.

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se avanza en el número de participaciones. Ahora bien, hay un repunte marcado cuando se pasa al grupo con el máximo número de participaciones posibles (8), grupo cuyo tamaño pasa a ser del 5.7% (mayor por tanto que el de los grupos con 3, 4, 5, 6 ó 7 participaciones). Respecto a la segunda variable, un 13% de los encuestados afirma haber participado en al menos una de las dos formas de participación disruptiva recogidas en esta encuesta. La construcción de estas dos variables nos permite comparar las medias de participación total (sumpartic) de los encuestados según tomen parte o no en actos de tipo disruptivo. En este caso se aprecia que la participación media de los que toman parte en actos disruptivos es muy alta (6.25), y muy marcadamente superior al promedio global de participación de todos los encuestados (1.23) y obviamente también de quienes no toman parte en ningún tipo de acción disruptiva (0.49). Gráfico 1. Porcentaje de individuos según número de actividades en las que ha participado.

65.33

10.376.843

3.845 2.787 1.481 2.399 1.2355.714

020

4060

80P

erce

nt

0 2 4 6 8sumpartic

2. El desenlace de las elecciones de 2006: ¿Un período de polarización y movilización excepcional? Como se ha expuesto, el presente trabajo utiliza los datos de una encuesta elaborada a inicios del año 2009 (antes de las elecciones intermedias del mismo año), pero sin embargo, los temas vinculados al recuerdo del voto, la adhesión de candidatos y las preguntas sobre acción política se refieren a los acontecimientos vinculados a las conflictivas elecciones federales de julio del 2006 y, sobre todo, a su desenlace posterior.

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Los días siguientes al 2 de julio de 2006 –fecha en que se celebraron en México elecciones presidenciales, legislativas y en algunos estados para gobernador, cámara legislativa estatal y alcaldías- se revelaron más críticos e inciertos que los vividos en la víspera de los comicios. Los ciudadanos mexicanos esperaban con ansia un desenlace electoral que pusiera fin a la campaña más longeva, apasionada, cara y sucia de la historia del país5. Sin embargo una vez finalizado el conteo por parte del el Instituto Federal Electoral (IFE) el candidato de la coalición liderada por el Partido Revolucionario Democrático (PRD), Manuel López Obrador, no aceptó los resultados que lo dejaban en segundo lugar por una mínima diferencia. Con ello la ciudadanía mexicana continuó dividida y en vilo, con la diferencia de que en ese momento no había una fecha clara en el horizonte para zanjar el conflicto. Legalmente el proceso podía permanecer abierto –y así ocurrió- hasta el día 6 de septiembre, cuando el Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal (TRIFE) resolviera las múltiples impugnaciones realizadas por el PRD. El problema que empañó todo el proceso fue, sin duda, la desconfianza (Schedler, 2007). ¿Cuáles fueron las razones de este escenario tan conflictivo? Éstas deben analizarse en un escenario más complejo que el de las batallas entre candidatos y cabe hacer hincapié a tres fenómenos relacionados con el pasado reciente: uno de ellos de carácter socioeconómico y de largo alcance, otro de naturaleza institucional y, finalmente, un tercero y último de tipo coyuntural. El primer fenómeno obedecía a la profunda transformación económica, social y política del país. Respecto de la transformación social y económica cabe señalar que durante las dos últimas décadas la economía mexicana experimentó un cambio espectacular debido su adhesión al TLC y a la liberalización de su economía, y al progresivo abandono de la clásica mediación paternalista que ejercían las instituciones públicas sobre muchos colectivos sociales. Este proceso supuso una nueva dinámica donde unos sectores y territorios resultaron ganadores y otros perdedores. A raíz de ello México se convirtió en un país más segmentado territorialmente entre Norte y Sur, aunque también (en cada rincón de su geografía) socialmente. En cuanto a la mutación política es necesario apuntar que con el progresivo resquebrajamiento del Partido Revolucionario Institucional (PRI), partido que “decía representar” a la totalidad de la nación excluyendo sólo a los extremos, emergieron por primera vez en la historia dos formaciones que se ubicaban consciente a la derecha y a la izquierda de éste, y que en las elecciones de 2006 obtuvieron el 71.2% de los sufragios posicionándose perfectamente en dos bloques opuestos. El segundo fenómeno fue de naturaleza institucional. Sus orígenes están en el manejo institucional y partidario de la administración de Vicente Fox y en la voluntad hegemónica de la formación política que lo arropó: el Partido de Acción Nacional (PAN). Sobre este punto cabe señalar la obvia parcialidad que tuvo el Presidente Fox al final de su sexenio respecto a los candidatos en liza y, sobre todo, el debilitamiento y supeditación del Consejo General del IFE al PAN (y en menor medida al PRI), hecho que generó una notable falta de legitimidad a la institución “generadora” de confianza electoral. Por ello en la recta final de la campaña aparecieron graves acusaciones que 5 Véase sobre dicho acontecimiento el número especial de PS nº40 de 2007, en concreto el artículo de Klesner (2008) y los dos volúmenes temáticos de las elecciones de 2006 de la revista Política y Gobierno, y en particular los textos de Beltrán (2009ª, 2009b, Crespo 2009).

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ponían en entredicho al IFE. Las tres más graves (y nunca desmentidas) fueron las de la filtración de padrones electorales del IFE a la intranet del PAN, la adjudicación de los servicios de software del IFE al cuñado del candidato panista a la Presidencia, y el compadrazgo entre el Consejero Presidente del IFE, el responsable del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) y el mismo candidato, Felipe Calderón. Y a nivel político destaca la gran inequidad de recursos de que dispuso el PAN –contrariando la legislación del propio IFE-, la guerra sucia de descalificaciones que lanzó a través de los mass media a su adversario, quebrando así una cierta tradición de “civilidad” que hasta la fecha había imperado en la dinámica política nacional, generando una beligerante animosidad entre los militantes y simpatizantes de las dos fuerzas enfrentadas. El tercer fenómeno fue de naturaleza coyuntural: el apretado resultado del sufragio. En esta circunstancia, con la trayectoria de fraudes presentes en la historia electoral mexicana, la inequidad con que la administración se posicionó en los contienda, la partidarización del IFE y la tradicional práctica de que “quien escruta gana”, el sector que apoyó la candidatura perdedora desconfió de los resultados oficiales y recordó la fecha del 6 de julio de 1988, donde una “caída” del sistema informático supuso la derrota del otrora candidato opositor al partido gubernamental, Cuáutemoc Cárdenas. En este sentido es importante anotar que la confianza es un atributo que no se impone por decreto, y el IFE no estaba en condiciones de ofrecerla. Ante este escenario el candidato ganador, Felipe Calderón, declaró que sería el Presidente “de todos” y exhortó a los mexicanos a “empezar de nuevo”. Mientras, Andrés Manuel López Obrador expuso que recurrría al TRIFE para que se iniciara un nuevo conteo –voto por voto- para que quedara claro quien había sido el vencedor y, por otro lado, convocó a la ciudadanía al zócalo capitalino a una larga serie de “asambleas informativas” donde expondría las anomalías electorales y las acciones de resistencia para pedir que se “hiciera justicia”. Ciertamente, entre muchos mexicanos que votaron por el PRD hubo una sensación de agravio. El desenlace es de todos conocido: el TRIFE no aceptó la revisión y no hubo “vuelta atrás”. Pero las elecciones 2006 dejaron durante unos meses un país profundamente dividido en los ánimos. Además la estrategia de protesta del candidato del PRD fue la de movilizar a sus bases a través de múltiples acciones de “resistencia pacífica” que iban desde ocupaciones de grandes vías capitalinas, happenings, hasta boicots a productos que financiaron la campaña del PAN.6 En algún momento se dijo que en México era posible que se conjugaran tres elementos que todas las teorías de la acción colectiva señalan como la “primera condición” para que se de inicio un ciclo de amplias movilizaciones, a saber: la combinación de (1) una sensación de agravio generalizado, (2) la percepción de parcialidad y desconfianza institucional, y (3) una batalla abierta y sin concesiones entre las elites políticas. En esta dirección es pertinente explorar los datos de la Encuesta Usal-Colmex referentes a la participación política no convencional y, más concretamente, la disruptiva. Esta pretensión es relevante ya que la ola de movilizaciones que se activó durante el segundo semestre de 2006 fue una de las más intensas de la historia reciente del país. 6 Sobre dichas movilizaciones existen pocos trabajos de carácter académico. Sin embargo cabe señalar al estudio etnográfico realizado Combes (2007).

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3. Buscando explicaciones a la movilización desde los elementos asociados a las teorías de la acción colectiva ¿Cuáles son las razones que inducen a los ciudadanos a movilizarse y salir a la calle? Como ya se ha expuesto la participación no convencional en general, y la disruptiva en particular, suele asociarse a la insatisfacción y al rechazo al sistema o a medidas específicas que suponen un agravio a determinados colectivos. Uno de los teóricos de la acción colectiva, Sydney Tarrow (1997), expone que el cuándo de una movilización explica en gran medida el porqué y el cómo. Y ese cuándo se refiere a la coyuntura que facilita la activación de ciertas expresiones o movimientos y es lo que la academia ha calificado como la Estructura de Oportunidades Políticas7. Sin embargo en el presente texto optaremos por analizar otros elementos más dirigidos al análisis del agente que al contexto, o la EOP, pues en el proceso de movilización inciden también elementos vinculados a los mismos actores –y miembros de los movimientos- ya que éstos también pueden impulsar cambios y abrir oportunidades. En este sentido la percepción de los individuos sobre el entorno político, su vinculación con el entorno asociativo, su nivel educativo, y su misma autopercepción como sujetos políticos, son elementos que cabe tener en cuenta y en los que algunas de teorías relacionales de la acción colectiva hacen especial hincapié8. En este mismo espacio también se explorará si existe alguna relación entre la participación en las actividades no convencionales (disruptivas y no) y la distribución de regalos, que es un elemento central en la interpretación de las movilizaciones en las teorías de la elección racional9. En base a lo expuesto se explorará la relación existente entre las personas que realizan actividades disruptivas y las que no, y su opinión respecto a diversos temas que aparecen en las preguntas de la Encuesta Usal-Colmex y que se relacionan a con las cuestiones arriba señaladas. En la presente sección se considerarán sucesivamente las siguientes preguntas/cuestiones:

• Ud. Cree que “la ley se aplica a todos por igual para todos” (pregunta nº13-a) • Ud. Cree que “los derechos básicos de los ciudadanos, como la libertad de

expresión, la libertad de asociación, y libertad religiosa están protegidos en México” (pregunta nº13-c)

• Algunas personas creen que los ciudadanos pueden influir en las decisiones que toma el gobierno, otros no creen que esto sea posible ¿Está usted en acuerdo o desacuerdo en que los ciudadanos pueden influir en las decisiones del gobierno? ¿Mucho? ¿o algo? (pregunta nº 1710)

• ¿Hasta qué año estudió usted? (pregunta S6) 7 La EOP se ha definido como el conjunto de dimensiones consistentes –aunque no necesariamente formales, permanentes ni nacionales- del entorno político que fomentan o desincentivan la acción colectiva entre las gentes. De esta forma, este concepto pone énfasis en los “recursos exteriores” al grupo que reducen los costes de la acción colectiva, descubren aliados potenciales y muestran en qué las autoridades son vulnerables a sus demandas y presiones. En general, estos “recursos exteriores” pueden clasificarse las dimensiones analíticas. 8 Nos referimos a las teorías de los marcos cognitivos (Snow y Benford, 1998; Goffman 1975) y de movilización de recursos organizativos (McCarthy, Mayer y Zald, 1977). 9 La obra seminal de este enfoque vinculado a las teorías de la acción colectiva es Olson (1965). 10 En la respuesta hay una gradación del 1 al 5, los valores más altos indican que no se cree que los ciudadanos no tengan influencia.

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• La gente a veces pertenece a distintos tipos de organizaciones, por favor dígame si usted es un miembro activo, es miembro inactivo, pertenecía anteriormente o nunca ha pertenecido (y aparecen 9 tipos de organizaciones11) (pregunta nº29)

• Dígame usted, durante la actual campaña electoral, ¿usted ha recibido algún regalo de algún candidato o partido? (pregunta P 58)

Respecto a la pregunta nº 13-a (de si se cree que “la ley se aplica a todos por igual”), se observa en la Tabla 2 que los que participan y no participan en la actividad disruptiva tienen ideas prácticamente iguales respecto a que la ley se aplica igualmente para todos. En torno a un 59% piensa que no, y se observa un porcentaje marginalmente superior en el caso de los que sí que participan disruptivamente, pero no es significativo. Siguiendo con la misma pregunta, en la Tabla 3, que muestra las medias de participación según los individuos estén o no de acuerdo con la idea de que la ley se aplica a todos por igual, se puede ver que las diferencias son pequeñas y también estadísticamente no significativas, aunque aparecen como mínimamente más participativos los que están en desacuerdo con la idea de que la ley se aplica a todos por igual. Tabla 2. Porcentaje de encuestados de acuerdo con la afirmación de que la ley se aplica a todos por igual (según se tome parte o no en actos disruptivos). Acuerdo Desacuerdo NS/NC N No 36.65% 59.13 4.22 2.486 Sí 34.77% 60.11 5.12 371 Total 36.40% 59.26 4.34 2.857 Tabla 3. Promedio de participación general según acuerdo con la afirmación de que la ley se aplica a todos por igual). Media Desv. Típ. N De acuerdo 1.20 2.19 1.031 En desacuerdo 1.25 2.31 1.684 NS/NC 1.28 2.41 120 Total 1.23 2.27 2.835 Los resultados que arroja la exploración de la pregunta 13-c (de si cree que “los derechos básicos de los ciudadanos, como la libertad de expresión, la libertad de asociación, y libertad religiosa están protegidos en México”) son más significativos. En este caso, tal como se expone en la Tabla 4, las personas que realizan actividades disruptivas están 7 puntos por encima sobre los que no realizan este tipo de actividades en su opinión deque la libertad y los derechos a que hace referencia la pregunta 13-c no se respetan en México. Sobre la misma cuestión la Tabla 5 también muestra que es mayor el grado de participación disruptiva de aquellos que están en desacuerdo la afirmación de que estos derechos básicos están protegidos (esta diferencia de medias es significativa al .05). En este sentido esta variable permite captar mejor la conexión entre participación (de diferentes tipos, pero sobre todo disruptiva) y percepciones relativas al

11 Un sindicato, una asociación profesional, un partido político, una organización religiosa, una organización deportiva, una organización cultural, una asociación de padres de familia, una asociación de beneficiencia, una organización ambientalista, una asociación vecinal o de condominios.

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Estado de derecho (y en particular, a la extensión de ciertos derechos y libertades básicos) en México.

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Tabla 4. Porcentaje de encuestados de acuerdo con la afirmación de que los derechos básicos de los ciudadanos están protegidos en México (según se tome parte o no en actos disruptivos). Acuerdo Desacuerdo NS/NC N No 49.28% 40.43 10.30 2.486 Sí 42.32% 47.71 9.97 371 Total 48.37% 41.37 10.26 2.857

Tabla 5. Promedio de participación general según acuerdo con la afirmación de que los derechos básicos de los ciudadanos están protegidos en México. Media Desv. Típ. N De acuerdo 1.11 2.12 1.372 En desacuerdo 1.40 2.43 1.176 NS/NC 1.06 2.23 287 Total 1.23 2.27 2.835

A partir de las dos variables descritas arriba (entre las cuales la correlación de Pearson es de +0.36, significativa al .001) se ha creado un indicador agregado destinado a medir la percepción de los ciudadanos sobre el imperio de la ley y la vigencia de los derechos básicos en México: cuanto más alto sea el valor de un individuo en esta variable, más marcada será su percepción de que las leyes no se aplican por igual y de que los derechos básicos no son respetados. La Tabla 6 refleja cómo se distribuyen las percepciones sobre el imperio de la ley y los derechos básicos de los ciudadanos según participen estos o no en actividades de tipo disruptivo. La distribución de frecuencias que se muestra en la Tabla 6 revela que la visión positiva sobre el imperio de la ley sobre en México es especialmente baja entre los que sí participan en actividades disruptivas (23.2%, siete puntos porcentuales por debajo de aquellos que no participan en actividades disruptivas). Asimismo, los que participan en acciones disruptivas muestran el porcentaje más alto de visiones completamente negativas sobre la vigencia del imperio de la ley (36.6%). En la Tabla 7, que refleja las medias de participación general desagregadas según las visiones del imperio de la ley, se aprecia también que los promedios de participación aumentan entre los grupos que tienen una visión negativa del imperio de la ley y el estado de las libertades básicas en México (diferencia de medias significativa al .01). Es también pertinente recalcar que en el conjunto de los encuestados predominan las visiones negativas de la vigencia del imperio de la ley (sólo un 29.7% de los encuestados emitió juicios positivos en las dos variables que mapean derechos e imperio de la ley en México).

Tabla 6. Percepciones sobre el imperio de la ley y la vigencia de los derechos básicos en México (según se tome parte o no en actos disruptivos). Ambas

percepciones positivas

Una sola percepción positiva

Ambas percepciones

negativas

N

No 30.71 % 37.72 36.57 2.185

11

Sí 23.24% 36.39 40.37 337 Total 29.74% 33.20 37.06 2.512

Tabla 7. Promedio de participación general según percepciones sobre el imperio de la ley y la vigencia de los derechos los derechos básicos en México. Media Desv. Típ. N Ambas positivas 1.06 2.05 743 Sólo una positiva 1.28 2.29 827 Ambas negativas 1.37 2.42 929 Total 1.25 2.28 2.499 Respecto a la pregunta nº 17, que hace referencia a la percepción de eficacia política de los ciudadanos, los resultados que da la Tabla 8 señalan que las diferencias en percepciones promedio de influencia política son muy bajas (y estadísticamente no significativas) entre las personas que realizan actividades disruptivos y las que no disruptivos. Aparte, la correlación de Pearson entre participación individual (de 1 a 8) y influencia (1 a 5) es igual a 0.00, lo cual revela a una asociación nula entre ambas variables. Tabla 8. Percepción media de eficacia política según se participe disruptivamente o no. Media Desv. Típ. N No 2.40 1.06 2.422 Sí 2.43 1.07 362 Total 2.40 1.06 2.784

Siguiendo con el tema de la influencia política se ha explorado también si hay algún tipo de relación entre participación y nivel educativo, ya que es plausible que los que se crean más influyentes pueden tener mayor nivel educativo, para ello se ha trabajado con los datos resultantes de la pregunta S 6. De este análisis se desprende que los más participativos son los individuos con estudios universitarios y, después, los que tienen estudios de primaria (completos) y secundaria (completos también). Visto desde otra perspectiva, la participación es mínima entre los que no tienen estudios o no han acabado la primaria. En la tabla 10, por otro lado se aprecian los diferentes niveles de estudios (en porcentajes) según se participe o no en actividades disruptivas. En este caso las diferencias son escasas, aunque ahora los que no tienen estudios de ningún tipo son un porcentaje claramente superior entre los que no participan disruptivamente.

Tabla 9. Niveles promedio de participación según nivel educativo. Media Desv. Típ. N Ninguno 0.81 1.87 135 Primaria Incompleta 1.15 2.32 324 Primaria 1.30 2.37 523 Secundaria Incompleta 1.24 2.28 309 Secundaria 1.27 2.31 665 Carrera Técnica 1.23 2.16 205 Preparatoria 1.18 2.22 460

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Universidad 1.36 2.40 205 NS/NC 1.89 2.47 9 Total 1.23 2.27 2.835 Tabla 10. Nivel de estudios y participación disruptiva (porcentajes por filas). Ninguno Primaria

Incompl. Primaria Compl.

Secundaria Incompl.

Secundaria Compl.

Carrera Técnica

Preparat. Univers. NS/NC N

No 5.07% 11.42 18.42 10.86 23.01 7.52 16.09 7.32 0.28 2.486 Sí 2.43% 11.86 18.06 11.05 26.95 5.93 16.71 6.47 0.54 371 Total 4.73% 11.48 18.38 10.89 23.52 7.32 16.17 7.21 0.32 2.587

Es también posible explorar la relación entre modalidades de participación y pertenencia a organizaciones a partir de las variables comprendidas por la pregunta 29.12 A fin de hacer la exploración más simple, al tratarse de diez tipos de organizaciones diferentes, se ha construido una nueva variable a partir de la suma de todas las respuestas sobre pertenencia a asociaciones. La Tabla 11, que refleja los promedios de pertenencia a organizaciones según tomen parte los encuestados o no en actos de tipo disruptivo, revela diferencias marcadas (y estadísticamente significativas al nivel del .01) entre los promedios de estos dos grupos de ciudadanos, aquellos que participan en actividades disruptivas estando mucho más integrados en distintos tipos de organizaciones que el resto de los encuestados (2.5 organizaciones de los primeros por 1.27 los segundos). Además, la correlación de Pearson entre la “suma de participaciones” y la “suma de pertenencia” a organizaciones es de +0.20, lo cual indica una asociación moderadamente fuerte entre estas dos formas de compromiso cívico. Tabla 11. Promedio de pertenencia a organizaciones según participación disruptiva. Media Desv. Típ. N No 1.27 2.21 2.322 Sí 2.5 3.09 342 Total 1.49 2.38 2.664 Finalmente, la última de las preguntas (la nº 58) hace referencia a incentivos selectivos: los regalos recibidos durante la campaña. Como se aprecia en la Tabla 12, el porcentaje de los que han recibido regalos es más alto entre los que sí participan disruptivamente. Y como se ve en la Tabla 13, la media participativa general es mucho más alta también entre los que reciben regalos, lo que sugiere que incentivos selectivos de tipo clientelista (esta diferencia de medias es significativa al .01) pueden funcionar a la hora de alentar la participación de los ciudadanos.

Tabla 12. Recepción de regalos durante la campaña electoral y participación disruptiva. Sí recibió No recibió NS/NC Total No participó 10.38% 88.13 1.49 2.486 Sí participó 16.17% 81.94 1.89 371 Total 11.13% 87.33 1.54 2.887

12 Entre las que se cuentan sindicatos, asociaciones profesionales, partidos, organizaciones religiosas, organizaciones deportivas, organizaciones culturales, asociaciones de padres de familia, de beneficencia, ambientalistas, vecinales o de condominios.

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Tabla 13. Promedio de participación según se recibiesen o no regalos durante la campaña electoral. Media Desv. Típ. N Sí recibió 1.63 2.35 316 No recibió 1.18 2.25 2.476 NS/NC 1.26 2.52 43 Total 1.23 2.27 2.835 Antes de cerrar este epígrafe debemos reflexionar sobre los datos obtenidos de la exploración de las preguntas 13, 17, S6, 29 y 58 de la Encuesta Usal-Colmex relacionadas con temas clásicos de las teorías de la acción colectiva referidas a la percepción, recursos organizativos y elección racional. Sobre ello cabe mencionar que la relación entre las variables estudiadas y la participación disruptiva sólo es fuerte en el caso de la pertenencia organizativa, es decir, en la variable que hace referencia al nivel de inserción de los individuos en la red asociativa. En cierta forma esa relación hace referencia a un tema del que hay mucha literatura y toda ella coincide en la relevancia que tiene el capital social y las redes asociativas en la movilización ciudadana, siendo el nivel de inserción de las personas en las redes sociales un elemento que incrementa la probabilidad de que éstas estén dispuestas a participar en actividades políticas.13 A un nivel de significación menor también cabe señalar que tienen más probabilidad de participar en actividades disruptivas las personas que tienen menor confianza en el Estado de Derecho. Por otro lado, el sentimiento de eficacia política de los ciudadanos parece tener impacto muy reducido, así como tampoco lo tiene en general el nivel educativo de los ciudadanos, a pesar de que entre aquellos que participan hay poca presencia de los que no tienen ningún tipo de estudios. Finalmente, es preciso señalar que la “entrega” de regalos es un tema a tener en cuenta a la hora de estudiar la participación disruptiva en México. Este elemento es mucho menos significativo que el de la pertenencia de los ciudadanos en organizaciones sociales, sin embargo denota la existencia de redes de movilización con lógicas clientelares. 4. Buscando explicaciones a la movilización desde vinculación partidaria Este epígrafe pretende observar si existe algún tipo de relación entre la participación no convencional y la disruptiva y la política partidaria a través de explorar su relación con el voto emitido a los candidatos presidenciales en las elecciones de 2006 (preguntas 20 y 21) y su identidad político-partidaria (pregunta 4). La tabla que relaciona el voto emitido en 2006 (preguntas 20 y 21) con la participación no convencional, tal como se muestra en la Tabla 14, muestra que las medias generales de participación son más altas entre los votantes de los partidos que entre los no votantes o que no contestan. Y entre los votantes de los tres partidos más votados son más altas en el caso del PRD que en el PAN, y éste que en el PRI, aunque con pocas diferencias. Otra cuestión interesante es que los que aparecen como más participativos en general son los votantes de Convegencia y el Partido Nueva Alianza (PANAL). En el caso de PANAL es plausible debido a que este partido de nuevo cuño está liderado por Elba Ester Gordillo, lideresa del poderoso Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), y la mayoría de sus miembros son maestros vinculados a la red corporativa del sindicato y, por lo tanto, disponibles a movilizarse ante cualquier evento

13 Véase los ensayos de Ibarra, Martí y Gomà eds. (2002).

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vinculado a sus intereses. El caso de Convergencia, sin embargo, no es tan claro y deberá analizarse con mayor detenimiento. Tabla 14. Niveles promedio de participación general según intención de voto en elección a diputados federales. Media Desv. Típ. N PAN 1.33 2.33 665 PRI 1.29 2.26 910 PRD 1.36 2.32 390 PVEM 1.12 2.72 58 PT 1.46 2.72 37 Convergencia 2.09 3.25 21 Nueva Alianza 1.93 2.95 27 Alternativa Soc. 0 0 5 No voy a votar .71 1.85 45 Nulo o en blanco .74 1.99 190 NS 1.02 2.18 455 NC 1.34 2.57 32 Total 1.23 2.27 2.835 Utilizando las mismas preguntas 20 y 21, la relación entre el voto y la participación en actividades disruptivas, las medias de participación son más altas en el caso de los votantes del PRD, y sobre todo, de otros tres pequeños partidos: el PANAL, Convergencia y el Partido de los Trabajadores (PT).

Tabla 15. Niveles promedio de participación disruptiva según intención de voto en elección a diputados federales. Media Desv. Típ. N PAN .13 .33 669 PRI .13 .34 920 PRD .17 .37 392 PVEM .10 .30 58 PT .18 .39 38 Convergencia .24 .44 21 Nueva Alianza .22 .42 27 Alternativa Soc. 0 0 5 No votar .09 .29 45 Nulo o en blanco .09 .29 190 NS .11 .31 459 NC .12 .33 33 Total .13 .34 2.857

Respecto a la identidad partidaria y la participación no convencional, tal como se observa en la Tabla nº 16, las medias más altas son las de las personas que se identifican con “otros partidos” (que no son ni el PAN, PRI ni PRD), seguidos de los muy perredistas y los muy panistas, que en general son aquellos que forman parte del núcleo duro de activistas de los partidos. Pero si se relaciona, como en la Tabla 17, la identidad partidaria con la participación disruptiva aparece que los más disruptivos son los que se identifican con “otros partidos” y los “algo perredistas”, seguidos de los “muy panistas”. Este hecho que señala que aquellas personas que más se movilizaron no

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fueron los militantes partidarios tradicionales (con excepción de los muy panistas), sino miembros que votaron al PRD sin identificarse intensamente con el partido (aunque probablemente con su candidato) y los miembros de otros partidos: los maestros del PANAL, los militantes del PT intensamente articulados y (¿quizás?) los miembros de Convergencia. Tabla 16. Niveles promedio de participación general según identidad partidista (p4). Media Desv. Típ. N Muy panista 1.42 2.31 227 Algo panista 1.14 2.17 354 Muy priista 1.15 2.08 370 Algo priista 1.34 2.36 397 Muy perredista 1.52 2.44 133 Algo perredista 1.26 2.24 198 Otro 1.57 2.43 67 Ninguno 1.14 2.29 920 NS 1.17 2.41 111 NC 1.12 2.26 58 Total 1.23 2.27 2835

Tabla 17. Niveles promedio de participación disruptiva según identidad partidista (p4). Media Desv. Típ. N Muy panista .14 .34 228 Algo panista .10 .31 356 Muy priista .10 .30 373 Algo priista .14 .35 402 Muy perredista .16 .37 134 Algo perredista .19 .40 68 Otro .19 .40 68 Ninguno .13 .33 927 NS .12 .32 111 NC .17 .38 60 Total .13 .34 2857 A partir de la exploración hecha en este epígrafe respecto a la relación entre la participación no convencional y disruptiva y la identificación partidaria y el voto, puede señalarse que los temas relacionados con la vida son de gran utilidad para prever la movilización de los ciudadanos. En esta dirección es posible señalar que en México (y muchos países de la región donde existe una notable polarización entre opciones políticas y candidatos) la vida partidaria es uno de los determinantes más importantes de la política no convencional y disruptiva. Así las cosas, en el caso analizado parece que son los mismos actores institucionales (es decir, los partidos políticos) aquellos que impulsan a sus militantes a salir a al calle. Con todo, un análisis pormenorizado de los datos que exponen las tablas 14, 15, 16 y 17 nos señalan cuestiones que a priori no son evidentes. Por un lado, la mayor capacidad de movilización de los militantes de partidos pequeños (ya sea por intereses corporativos, como podría ser el caso del PANAL, o por intensidad ideológica, en el caso del PT), y por otro lado, la mayor disposición a la acción política no convencional de los “algo perredistas” frente a los “muy perredistas”, así como la notable movilización de los “muy panistas”.

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5. Análisis multivariante En las secciones anteriores se han examinado la asociaciones de tipo bivariante entre la participación disruptiva, la participación general y otras características y orientaciones de los encuestados. En este apartado se presenta un análisis multivariante orientado a establecer cuáles de estos factores presentan unos mayores grados de vinculación con la participación disruptiva. Para ello, se ha optado por poner a prueba diversos modelos de regresión logística en los que la variable dependiente, consistente en la participación en actividades disruptivas (partdisrdic), puede tomar, como se avanzó al inicio de este trabajo, dos valores: 0 (para aquellos que no hayan participado nunca ni en bloqueos ni en ocupaciones) y 1 (para aquellos que hayan tomado parte en al menos una de estas actividades).14 Todos los modelos de regresión logística, cuyos resultados principales se reflejan en la Tabla 18, incluyen tres variables que informan de si el encuestado ha recibido regalos de los tres principales partidos políticos mexicanos (el PAN, el PRI y el PRD) durante la última campaña electoral, cuatro variables que indican si los encuestados se identifican con el PRI, el PAN, el PRD, u otros partidos15, la variable descrita más arriba que mide la percepción sobre al imperio de la ley y la vigencia de los derechos básicos en México, una variable que mide el sentimiento de eficacia política de los encuestados, otra que indica el grado de aprobación del Presidente Calderón y, asimismo, cinco controles de tipo sociodemográfico relativos a la educación (con variables para quienes carecen de estudios y para quienes tienen estudios universitarios), los ingresos económicos (con variables para los niveles de ingresos de cinco a siete mil pesos y de siete a diez mil pesos), la edad y el sexo. Asimismo, dos de los modelos reportados aquí (el segundo y el tercero) incluyen la variable agregada antes descrita que informa de a cuantos tipos de organizaciones pertenecen los encuestados. En la medida en que esta variable mapea (a) la propensión de los individuos a asociarse con otros y (b) la inclusión en redes de acción colectiva de distinta naturaleza, cabe esperar también una fuerte asociación positiva entre la misma y la participación de tipo disruptivo. Finalmente, el tercer modelo incluye como variable adicional el nivel de participación de los encuestados en distintas actividades sociales políticas, excluidas aquí las de carácter disruptivo16. Esta última variable mide por tanto la propensión genérica de los individuos a participar en actividades no convencionales (pero no disruptivas). Es de esperar por ello que mantenga una fuerte asociación con participación de tipo disruptivo, los individuos altamente participativos en actividades no disruptivas siendo más proclives, por tanto, a participar también en actividades de tipo disruptivo. Es por esto que es previsible que el último de los modelos tenga una capacidad de predicción del actuar disruptivo muy superior a los otros dos. En este sentido, las expectativas referidas aquí acerca de la influencia del participativismo no convencional genérico y de la pertenencia a organizaciones son incompatibles con la hipótesis de que la participación disruptiva es un tipo de acción elegido (tal vez

14 Para la elaboración de estos análisis se tenido en cuenta un factor de ponderación muestral a fin de eliminar los problemas de sobre- y subrepresentacion derivados del diseño de esta encuesta. 15 Para la formación de estas variables se han agregado en el mismo grupo a aquellos que son “algo” o “muy” panistas, perredistas, etc. 16 Esta variable equivale por tanto a la variable sumpartic antes descrita menos la participación en bloqueos y en ocupaciones.

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explosiva y puntualmente) por quienes ni están integrados en redes asociativas formales ni actúan a través de formas no disruptivas. Como se aprecia en la Tabla 18, de todas estas variables, la que ofrece una contribución más marcada a la capacidad predictora de estos modelos es la del participativismo no convencional. La inclusión de esta variable hace saltar la pseudo-R2 y, por tanto, la cantidad de variación explicada, del 0.10 del segundo modelo al 0.55 del tercero. Ello muestra que la utilización de formas disruptivas de participación viene condicionada, en primer lugar, por la propensión general que esos mismos individuos tienen a participar no convencionalmente (y en formas no disruptivas). En este sentido, una explicación completa de la participación disruptiva requeriría establecer cuáles son los distintos condicionantes del participativismo no convencional genérico, una tarea que desborda los objetivos de esta investigación. En segundo lugar, y en línea con los resultados referidos al participativismo, la pertenencia de los encuestados a distintas organizaciones y redes sociales tiende también a aumentar la participación en actos disruptivos. Así, estos resultados revelan que la pertenencia a organizaciones y la inclusión en redes sociales (que en ella misma es un resultado de las propensiones de los individuos a cooperar de manera sostenida en actividades sociales y políticas) facilita y estimula la acción política y social de carácter disruptivo. En este sentido, la participación disruptiva no es una estrategia adoptada por los que no disponen de otros canales de acción política, sino que por el contrario, va unida a la inserción en redes sociales y políticas y a la actividad participativa sostenida. La inclusión de estas dos variables en el tercer modelo, fuertemente conectadas a la participación de tipo disruptivo pero no suficientes para explicarlo, permite examinar como factores de otra naturaleza, en particular los elementos explícitamente políticos y partidistas, han condicionado la participación disruptiva en México en este período concreto. En el sentido expuesto, en le tercer modelo se observa como la pertenencia al PRD (y a otros partidos minoritarios) y la desaprobación de Calderón (pues el coeficiente para esta variable es negativo) inciden de manera estadísticamente significativa sobre la participación en actos disruptivos. Estos datos revelan que las acciones disruptivas han estado vinculadas en México, en los años previos a la realización de esta encuesta, a la polarización y radicalización del conflicto político, en particular en relación con la elección de Calderón como Presidente. Además, tanto los coeficientes para la pertenencia al PRD como para la desaprobación de Calderón son estadísticamente significativos en los tres modelos (este último siempre al .01). Por otro lado, ni la pertenencia al PRI ni la pertenencia al PAN tienen efecto alguno sobre la participación disruptiva (si bien el coeficiente para la pertenencia al PAN es positivo, aunque estadísticamente no significativo) en los tres modelos. Muy probablemente, la importancia de los factores políticos se apreciará de una manera aún más evidente cuando en el futuro se incluyan en estos modelos interacciones entre las orientaciones e identidades políticas de los encuestados, sus niveles de participativismo no convencional y sus grados de pertenencia a organizaciones cívicas y sociales. Pues es muy probable que sean los individuos que presenten a la vez ciertas características políticas y partidistas (perredistas, hostiles a Calderón), fuertes propensiones participativas y también un alto grado de inclusión en redes asociativas, los que muestren niveles más altos de participación disruptiva.

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Finalmente, por lo que se refiere a la recepción de regalos de distintos partidos políticos, los coeficientes de estas variables son inestables y su significatividad estadística varía de modelo en modelo. Es interesante en todo caso que los coeficientes sean positivos y estadísticamente significativos al menos al .10 para los regalos recibidos del PAN y el PRD en los modelos 1 y 2, y para los regalos recibidos del PRI en los modelos 2 y 3. Ello revela que la provisión de estos estímulos materiales por parte de todos los grandes partidos puede ser otra ruta conducente a la movilización disruptiva, no necesariamente vinculada (claramente en el caso del PAN y, en menor medida en el del PRI) a la oposición a la Presidencia de Calderón. Este hecho podría deberse a que todos los partidos son susceptibles de utilizar recursos materiales como incentivos selectivos para estimular la movilización disruptiva, presumiblemente con fines políticos y partidistas de distinto tipo. Por otra parte, otras variables cuya influencia no se podría haber descartado a priori, como la percepción de eficacia política y los juicios sobre el imperio de la ley y la vigencia de los derechos básicos, no muestran ninguna asociación significativa con la participación disruptiva en ninguno de los tres modelos. Finalmente, entre las variables sociodemográficas sólo la de carencia de estudios tiene efectos claros y consistentes, de carácter negativo en todos los modelos, sobre la participación disruptiva. Esto es, las personas sin estudios son menos proclives a la acción disruptiva que el resto de los encuestados. Los coeficientes para la variable estudios universitarios son siempre negativos, pero alcanzan significatividad estadística sólo en el tercer modelo. Esto es, sólo controlando por el nivel de participativismo no convencional de los individuos se puede apreciar que los que poseen estudios universitarios tienden a actuar disruptivamente menos que los que no los tienen. Finalmente, el poseer un nivel de ingresos de siete a diez mil pesos tiene también efectos positivos sobre la participación en los dos primeros modelos, pero los efectos de esta variable dejan de ser significativos cuando se controla por el participativismo no convencional de los encuestados. Tabla 18. Regresión logística: influencia de distintos factores en la participación de tipo disruptivo. Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Regalos del PRI .45 .59* .97** Regalos del PAN 1.06** 1.20** .90 Regalos del PRD 1.01** .97** .49 Panista .13 -.02 -.13 Priista ..03 -.11 -.47 Perredista .89*** .60** .81** Identific. con otros pp. .50 .32*** 1.16* Aprobación Calderón -.28*** -.28*** -.41*** Imperio de la ley -.05 -.02 -.03 Sentido de eficacia -.02 -.01 .02 Sin estudios -2.03*** -2.02*** -1.72*** Estudios universitarios -.31 -.25 -.84** Cinco a siete mil pesos .39 19 .31 Siete a diez mil pesos 1.01*** .74* .36 Edad -.04 -.00 -.01 Mujer -.00 -.01 -.01

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Suma pertenencia orgs. 21*** .17*** Participativismo 1.12*** Constante -1.06*** -1.52*** -9.83*** Pseudo-R2 .05 .10 0.55 N 2.423 2.289 2.278 *Significativo al .10 (menos, la hipótesis de que hay relación tiene una seguridad del 90%) **Significativo al .05 (un poco más, la seguridad es del 95%) ***Significativo al .01 (existe una relación clara, la probabilidad que no haya relación es menor que el 1%, el 99%) 6. A modo de conclusión: Algunos hallazgos sobre la movilización disruptiva en México A raíz de lo expuesto a lo largo del texto es posible afirmar que en las movilizaciones recientes acontecidas en México ha tenido mucha relevancia “lo partidario”. En este sentido, y a diferencia del patrón de movilización en Europa Occidental y en los EEUU (donde la política disruptiva está más vinculada a acciones puntuales, no partidarias y con objetivos concretos), en México las actividades disruptivas parecen notablemente asociadas a la política partidaria, hasta el punto de poder afirmarse que la política disruptiva es una extensión de la política partidaria. Sobre esta cuestión destaca el hallazgo de la intensidad en que parecen haberse movilizado los militantes de los partidos pequeños en la coyuntura electoral posterior a 2006. Cabe discernir, sin embargo, la importancia que habrá tenido el factor de la radicalización ideológica de algunas formaciones (el caso del PT) o de la sólida red corporativa (como sería el caso del PANAL). Por otro lado, también destaca la intensa movilización de los “perredistas no muy perredistas” que, sobre todo, desaprobaban la figura y la administración a Calderón y que podrían identificarse mejor como “pejistas”. Además, sobre el mismo tema, debe señalarse la movilización moderada (pero nada despreciable) de los “muy panistas” que, por lógica, también serían “muy anti-pejistas”. Finalmente es preciso señalar la relevancia de los asociados en el tejido asociativo en la participación las movilizaciones disruptivas, tema que engarza con la discusión sobre la importancia del capital social crítico en la activación y persistencia de los episodios contenciosos. También cabe hacer hincapié en la relativa importancia de los regalos y los beneficios individuales otorgados por los partidos en los procesos de movilización, y la poca relevancia de temas a priori vinculados con las teorías de la acción colectiva relacional como son la formación, la percepción sobre la el Estado de Derecho o de uno mismo como actor político. 7. Bibliografía citada Alinsky, Saul D. (1971) Rules for Radicals: A Pragmatic Primer for Realistic Radicals. Londres: Random House.

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