Un cuento
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Independiente 96
- Me siento muy cansado, al parecer este día tuvo más de 24 horas – realmente buscaré
sosiego en el calor de mi cama. - Así pues, llego a mi casa luego de un superar un tráfico
agitante y lo primero que recibo al pasar la reja del antejardín es un pase gol de mi hijo que
me pide a gritos defina como uno de sus ídolos actuales. Como puedo domino el balón y
sin dejar caer mi maletín y el computador, eludo al último rival imaginario, modestamente
le humillo con una vaselina magistral y defino a palo cambiado del arquero que se estira
cual largo es entre matera y matera de mamá. Un grito orgásmico de gol se escucha en el
jardín de la casa, acompañada de un crack de ventanas y vidrios esparcidos en el infinito.
- Lo importante es que conseguimos la victoria, Julián – Le insistí con mucho orgullo
obviando lo que se venía pierna arriba.
- Padre, realmente es apenas el empate – me explica con mucha picardía.
Julián quiere ser un futbolista, su vida corre tras el balón y me pide constantemente, le recuerde
como eran las cosas cuando yo era un niño, como vivía el balón y si realmente lo disfrutaba.
Así pues, empecé a recordar que un sol radiante iluminaba la vieja cancha del forestal para
presenciar una de las semifinales de la tercera Copa Ratica de Futsal, este era un campeonato
improvisado con amigos del colegio donde se cobraba la inscripción pero nunca aparecía la
premiación. Eso sí, el organizador siempre estrenaba zapatillas. Jugábamos contra la selección del
colegio, y con bronceador en la mano y las porras alentando a los jugadores rivales comenzaban el
encuentro.
Mi equipo se llamaba Independiente 96, ese día mis compañeros decidieron que yo debía calentar el
banco de suplentes. Independiente alineó a Hernáncho, el Indio, Papaya, Gordao y Piña. Todos
ellos conocidos por Julián pues de vez en cuando nos frecuentamos y echamos un picado.
Planificamos el partido durante la semana utilizando los espacios libres entre las horas de clase de
doña Inés y Jaramillo, mientras que Metálica nuestro rival se deleitaba escribiendo panfletos y
bebiendo un par de cervezas. Nuestra idea era reforzar la defensa, mientras que Gordao debía
aprovechar la velocidad de Piña para crear las oportunidades de gol. ¡Eso pensábamos!
- Hijo, Aguantamos el bombardeo de Metálica en los primeros segundos del partido,
¡crecidos y poderosos!- Sin embargo nuestro arquero lanzó un balón a la chepa, el gordao
cabeceó hacia atrás y cambiándole de palo a cheche que perezosamente vio como se inflaba
la red para el primer gol de independiente. Al minuto el gordao marcó el segundo gol, luego
de girar sobre su propio eje, puedo decir que duró como unos 2 minutos dando vueltas. En
la actualidad y un ciclo lunar nos alcanza para determinar el tiempo que puede durar el
gordao girando sobre su propio eje y desorientar a los defensas, “es el mejor partido que le
he visto” gritó desde las gradas un aficionado.
El partido se hizo intenso, nuestra defensa flaquea, los nervios se apoderaron de los inicialistas
quienes no resisten la arremetida metálica y en una desatención un disparo de Lizcano golpeó en la
pierna del Indio que desvía el balón para decretar el 2-1 a favor de Independiente. Las tribunas
estaban a reventar, al igual que los mosquitos. Papaya te estás cagando del susto – gritó Hernáncho
y luego de 15 minutos de juego, decidimos hacer el primer cambio del encuentro, Papaya sale para
darme paso. El partido sigue parejo ataques de ambos lados, un pase al vacío desde la defensa
permite a la Piña realizar un gol de banderita para el tercero a favor nuestro e irnos muertos de
miedo al descanso.
Para la segunda etapa Metálica decidió ingresar a dos promesas de la época pocillo y perico,
delanteros movedizos y peligrosos, pero esto no nos importo pues decidimos que jugar al
contragolpe como los supercampeones era la mejor opción. Lizcano se interna por la banda derecha
remata fuertemente para que Hernáncho pegara la estirada para la foto, tiro de esquina marca el
árbitro. Pocillo saca el tiro de esquina que recuperé con mucho esfuerzo, hice un pase a la banda
izquierda para que el Indio se comiera la cancha, pasando el centro de la misma, llegando casi hasta
la raya final y centrándomela para sorprender al Patepalo con una volea en el aire marcando el
cuarto gol, para la sorpresa de cheche que todavía la está buscando, tremendo grito de la poca
hinchada de independiente.
Saboreábamos el triunfo cuando en una jugada malintencionada por parte de Lizcano, el Indio fue
golpeado en su báculo sagrado, aun hace fisioterapia para eso. El decidió continuar pues luego de
mirar a la tribuna y ver a Narices sin muchos deseos de ingresar al campo, es posible que su ingreso
cambiara el juego para mal por supuesto, y un Papaya que nos alentaba con todas sus fuerzas,
Hernáncho decidió que se sacrificara y jugara los últimos minutos lesionado. Así se dedicaron al
juego sucio y olvidando la marca en defensa, nos atacaban con sus cuatro jugadores. Llegando al
minuto 19 ya terminando el partido, el indio arriesgando una de sus piernas, me hace un pase lo
recibo en el centro de la cancha y en cuestión de segundos pienso por arriba o por abajo, bueno por
abajo ya que es el último hombre que puede atajar el balón y aprovechando el momento exacto en el
que este abre las piernas, se la paso con un toque suavecito directo al arco, por más que se esforzó
no pudo detenerla, gooooooooool.
- independiente en el contragolpe es letal - gritó Hernáncho
- Hijo luego nos reunimos en la mitad del campo y celebramos nuestro triunfo, con las pantalonetas
rotas y estropeados por el calor y el peso del rival, inmensamente superior – así pues desde el Lunes
siguiente mientras entregábamos los trabajos de cuentos de hadas a doña Inés pensábamos en jugar
esa final.
- Sí, Claro como no Papi ahora cuéntame una de Vaqueros – me increpo Julián mientras se alejó
junto con su balón dejándome solo en la escena del delito.