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CRITICÓN, 55, 1992, pp. 15-30. Un «manifiesto» castellano en defensa del humanismo: la Breve Disputa en ocho levadas contra Aristótil y sus secuaces, de Hernando Alonso de Herrera (Alcalá, 1517) 1 por Consolación BARANDA (Universidad Complutense de Madrid) La cultura renacentista se desarrolla a partir de los studia humanitalis; por debajo de las grandes creaciones literarias del siglo XVI está el humanismo como pedagogía, están los profesores que luchan por cambiar los métodos de estudio en todas las disciplinas. A este respecto, es casi un lugar común la afirmación de que el movimiento humanista surge como reacción frente a la escolástica; afirmación cuando menos imprecisa. Los humanistas, desde Petrarca, se oponen a las derivaciones del escolasticismo tardío que, a partir del siglo XIV con las obras de Scotto, Occam 2 y sus seguidores, revisa por completo las concepciones filosóficas anteriores; de ahí que la lógica desarrollada por el último escolasticismo se conozca con el nombre de lógica modernorum 3 . A finales del siglo XV y principios del XVI el centro de mayor influencia de esta corriente filosófica era la Universidad de París. Por ello, las enseñanzas de nominalistas o terministas de esta Universidad son el principal objeto de las críticas de algunos humanistas en el siglo XVI, como Luis Vives. 1 A. Bonilla y San Martín ha editado la versión castellana del texto con un estudio biográfico y filosófico en "Un antiaristotélico del Renacimiento: Hernando Alonso de Herrera y su Breve disputa en ocho levadas contra Aristótil y sus secuaces", RHi, L, 1920, pp. 61-189. Hay una reseña de M. Bataillon en RFE, IX, 1922, pp. 81-83. 2 L. Bruni extiende su repulsa a los nombres de estos "bárbaros británicos": "Quorum etiam nomina perhorresco: Farabrich, ..., Occam..." enAd Petrum PaulumHistrum Dialogus I, apud E. Garin, Prosatori latini del Quattrocento. La letteratura italiana. Storia e testi, 13, Milán-Nápoles, Ricciardi, 1952, p. 58. 3 V. Muñoz Delgado ("Nominalismo, lógica y humanismo" en El erasmismo en España, pp. 109-141. Santander, Sociedad Menéndez Pelayo, 1986) resume las distintas posiciones filosóficas del momento y hace una llamada de atención acerca de las descalificaciones del nominalismo, implícitas en casi todos los trabajos de la historiografía literaria, recordando los logros científicos y filosóficos del último terminismo.

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CRITICÓN, 55, 1992, pp. 15-30.

Un «manifiesto» castellano en defensa delhumanismo: la Breve Disputa en ocho levadas contra

Aristótil y sus secuaces, de Hernando Alonso deHerrera (Alcalá, 1517)1

por Consolación BARANDA(Universidad Complutense de Madrid)

La cultura renacentista se desarrolla a partir de los studia humanitalis; por debajo de las grandescreaciones literarias del siglo XVI está el humanismo como pedagogía, están los profesores queluchan por cambiar los métodos de estudio en todas las disciplinas. A este respecto, es casi unlugar común la afirmación de que el movimiento humanista surge como reacción frente a laescolástica; afirmación cuando menos imprecisa. Los humanistas, desde Petrarca, se oponen a lasderivaciones del escolasticismo tardío que, a partir del siglo XIV con las obras de Scotto, Occam2 ysus seguidores, revisa por completo las concepciones filosóficas anteriores; de ahí que la lógicadesarrollada por el último escolasticismo se conozca con el nombre de lógica modernorum3. Afinales del siglo XV y principios del XVI el centro de mayor influencia de esta corriente filosóficaera la Universidad de París. Por ello, las enseñanzas de nominalistas o terministas de estaUniversidad son el principal objeto de las críticas de algunos humanistas en el siglo XVI, comoLuis Vives.

1 A. Bonilla y San Martín ha editado la versión castellana del texto con un estudio biográfico yfilosófico en "Un antiaristotélico del Renacimiento: Hernando Alonso de Herrera y su Breve disputa enocho levadas contra Aristótil y sus secuaces", RHi, L, 1920, pp. 61-189. Hay una reseña de M. Bataillonen RFE, IX, 1922, pp. 81-83.2 L. Bruni extiende su repulsa a los nombres de estos "bárbaros británicos": "Quorum etiam nominaperhorresco: Farabrich, ..., Occam..." enAd Petrum PaulumHistrum Dialogus I, apud E. Garin, Prosatorilatini del Quattrocento. La letteratura italiana. Storia e testi, 13, Milán-Nápoles, Ricciardi, 1952, p. 58.3 V. Muñoz Delgado ("Nominalismo, lógica y humanismo" en El erasmismo en España, pp. 109-141.Santander, Sociedad Menéndez Pelayo, 1986) resume las distintas posiciones filosóficas del momento yhace una llamada de atención acerca de las descalificaciones del nominalismo, implícitas en casi todoslos trabajos de la historiografía literaria, recordando los logros científicos y filosóficos del últimoterminismo.

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Entre nominalistas y humanistas hay profundas divergencias epistemológicas cuya raíz está enla distinta relación que establecen entre lengua y realidad.

Los nominalistas defienden que la palabra es un mero signo verbal que carece de valorrepresentativo, distinguen entre significado y contenido significativo y consideran el estudio delsignificado, independientemente del contenido, como el campo propio de la lógica4. Esto les llevaa disociar la filosofía de la experiencia inmediata. Para desarrollar esta lógica utilizan unametodología estrictamente formal con una terminología muy especializada; es decir, emplean unalengua científica con un elevado grado de formalización, de ahí que la retórica pase a ocupar unlugar secundario entre las disciplinas del trivium. Los humanistas, por el contrario, reivindicarán elviejo realismo aristotélico, según el cual existe una relación isomórfica entre la realidad y lapalabra que la designa: la palabra es la cosa.

Esta divergencia tiene repercusiones decisivas. Los humanistas defenderán que la lengua es lafacultad que distingue al hombre, pues éste es, como decían Aristóteles y Cicerón, un animalhablante5. Es la lengua lo que hace posibles las sociedades humanas y la palabra la que dirige lasociedad. Por ello, el empleo de una lengua exclusiva, despreocupada del contenido y alejada de larealidad inmediata se considera una traición al sentido y a la función primordiales de esta cualidadhumana. Ésta es la razón del horror que manifiestan los humanistas, desde Petrarca, a la "pestedialéctica", que se dedica a lo que denominan cuestiones inanes, alejadas de los problemas delhombre6. Cuando los humanistas vuelven sus ojos a la gramática y proponen el estudio del latínclásico, su objetivo es volver a hacer de la lengua un instrumento ligado a la experiencia vitalhumana. Asimismo plantean en sus obras filosóficas la necesidad de convertir la lógica en uninstrumento útil y práctico, para lo cual deberá estar subordinada a la retórica.

El enfrentamiento en el campo lingüístico y en los métodos de enseñanza no es pues trivial;encubre profundas diferencias que tienen una raíz filosófica. En España, las críticas al"verbosismo" de los filósofos modernos comienzan ya en el siglo XV. Hacia 1450 Lope de Salazary Salinas se burla de "estos verbosos doctores. Reducen a sílabas un asunto grave y pierden eltiempo. Mus (ratón) es una sílaba; mus roe un queso; luego una sílaba roe un queso. ¡Oh belleza ysutilidad!"; Martínez de Osma dice de los nominalistas: "Estos nuevos doctores, o más bienperturbadores de la recta doctrina, pueden ser llamados vociferadores, verbosistas, viles, fumosistas,según te agrade..."7. Será Nebrija el primero que pase a la acción, proponiendo como alternativa alas teorías de estos filósofos las nuevas ideas del humanismo. Ahora bien, si Nebrija se enfrenta

4 Gabriel González, "La polémica antidialéctica de Alonso de Herrera y Luis Vives, ayer y hoy",Cuadernos salmantinos de filosofía, 11, 1984, pp. 353-363, pp. 353-354. Así por ejemplo, paraOccam, "el objeto u objetos de la ciencia son proposiciones, por ello la ciencia no trata de cosas sino delos términos. Ahora bien, una ciencia real trata de términos que denotan cosas; la lógica, sin embargo, esuna ciencia que se ocupa de términos que denotan otros términos. En otras palabras, la lógica trata decontenidos mentales que hacen referencia a otros contenidos mentales.", J. Weinberg, Breve historia dela filosofía medieval, Madrid, Cátedra, 1987, p. 244.5 Véase Aristóteles, Política (1253a 10-11), ap. Platón, Diálogos I, ed. E. Lledó, Madrid, Gredos, 1985,p. 15. También E. Gilson, La filosofía en la Edad Media, Madrid, Gredos, 1965, p. 163.6 Cf. Petrarca, Familiares, I, vii, "A Tomás de Mesina, contra los viejos dialécticos", en Obras I. Prosa,ed. al cuidado de F. Rico, Madrid, Alfaguara, 1978, pp. 237-240.7 Citado por M. Andrés, "Corrientes culturales en tiempo de los Reyes Católicos y recepción de Erasmo"en El erasmismo en España, ob. cit., pp. 73-95, p. 77. Recogido también por J. Pérez en "Humanismo yescolástica" en Cuadernos Hispanoamericanos, 334, 1978, pp. 28-39. Son críticas parciales desde unaperspectiva de religiosidad franciscana, que no implican necesariamente una toma de postura a favor delas nuevas corrientes humanistas.

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con la llamada barbarie desde su cátedra, Cisneros será quien se encargue, en los ámbitos másvariados, de la promoción de profundas reformas. Por ello ha podido afirmar Bataillon que "LaEspaña de Cisneros contiene en germen todo lo que desarrollará la de Carlos V y todo lo que seesforzará en salvar la de Felipe II"8. En esta España que lee con fruición las obras de Mena, elAmadís o La Celestina, Cisneros abre las aulas de la Universidad de Alcalá a las corrientesfilosóficas más novedosas del momento9.

Hernando Alonso de Herrera es precisamente el primer catedrático de Retórica nombrado porCisneros en Alcalá y, como tal, estaba vinculado a las ideas del humanismo. Su obra, la Disputaen ocho levadas contra Aristótil y sus secuaces, que es el objeto del presente estudio, se inscribeconscientemente en el ámbito de influencia del Cardenal Cisneros, a quien está dedicada. En ella nosólo ofrece una síntesis de las principales ideas del humanismo renacentista, sino que además seenfrenta a los llamados "bárbaros", o sea a los terministas o nominalistas, desde la perspectivafilosófica. Ofrece el interés adicional de ser una edición bilingüe, redactada en latín y traducida alcastellano por el mismo autor, que emplea una forma de expresión al alcance de lectores noespecialistas en filosofía. A esta novedad se añade el hecho de que se trata de uno de los escasosejemplos de diálogo literario de la época10. En este texto confluyen, por lo tanto, la defensa de lasideas del humanismo con el soporte literario que para los humanistas mejor reflejaba su ideal desociabilidad humana: el diálogo.

Hernando Alonso de Herrera nació en Talavera de la Reina hacia 1460 y murió en Salamancahacia 1527. Es probable que estudiase en Salamanca, donde pudo coincidir con Nebrija; encualquier caso conoce bien la obra de este autor. Sabemos que hacia 1502 vivía en Granada y allíconvivió con Hernán Núfiez, el Comendador Griego; la amistad entre ambos se mantendrá hasta lamuerte de Herrera, tras coincidir primero en la Universidad de Alcalá y después en la de Salamanca.En el curso de 1509-1510 ocupaba la cátedra de Retórica de la Universidad de Alcalá. Por razonesdesconocidas, abandona esta Universidad entre 1512 y 1513 y se traslada a Salamanca donde almenos desde 1518 hasta su muerte ocupa la misma cátedra de Retórica.

Herrera es autor de varias obras escritas en latín. La primera, Tres personae (1496?), es unainvectiva gramatical contra Prisciano, autor que también había sido criticado por Nebrija. En estaobra ya demuestra independencia de criterio y gusto por la polémica, pues se permite censurar alpropio Nebrija, a pesar de que no oculta su admiración por el conjunto de las obras de este autor;afirma que si Nebrija no ha corregido la opinión de Prisciano en el tema del que Herrera se ocupa

8 M. Bataillon, Erasmo y España, México, FCE, 1966, p. 2.9 Enseñarán en Alcalá representantes de la corriente humanista (es el caso de Alonso de Herrera), perotambién ocuparán cátedras seguidores del terminismo o nominalismo, como Pedro Ciruelo y GonzaloGil, profesores cuyo prestigio se había cimentado en la Universidad de París. En Alcalá se crea porprimera vez una cátedra de teología por la vía nominalista y se enseña la filosofía de Scotto; es tal eléxito de esta innovación que la Universidad de Salamanca, alarmada, decidió la creación, a su vez, de trescátedras nominalistas.10 Entre 1500 y 1525 se reeditan en España algunos diálogos del siglo xv, como el Libro de vita beata deLucena y traducciones de diálogos de Cicerón, Boecio y Petrarca, pero sólo se publican dos diálogosoriginales: el Tratado de la inmortalidad del alma (Sevilla, 1503) de R. Fernández de Santaella y laDisputa de Herrera. Véase J. Gómez, El diálogo en el Renacimiento español, Madrid, Cátedra, 1988,pp. 150-151.

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es debido a la irreflexión provocada por su celo o a una inadvertencia; asimismo tacha deexcesivamente farragosos los Comentarios: "Quwn et ipse Antonius Nebrissensis qui inconsulto(ut fit) calore, aut per inadvertentiam sic praecipitarat sententiam suam, dicens ex autoritatePrisciani... In verbosissimis tomen Mis Commentariis suis ..."n.

En 1511 publicó en Alcalá el Opus absolutissimum Rhetoricorum Georgii Trapezuntii cumaditionibus Herrariensis, obra dedicada también a Cisneros y que utilizó para la enseñanza de sucátedra. Estando en Salamanca, se publicó también en esta ciudad (Liomdedei, c. 1515-16) laExpositio Laurentiis vel elegantiae linguae latinae, donde comenta algunos pasajes de lasElegantiae de Lorenzo Valla cuyas ideas no comparte o le parecen oscuras12. A juzgar por estasobras, Herrera conocía bien al menos algunos textos de los humanistas de mayor relevancia desdeel punto de vista teórico: Lorenzo Valla y el Trebisonda13; a este respecto, recuérdese que son losautores contemporáneos que más influyen en el joven Erasmo.

Su última obra, la Breve Disputa en ocho levadas contra Aristótil y sus secuaces (Salamanca,1517), consta de una larga dedicatoria al Cardenal Cisneros y ocho debates, cada uno de los cualesva encabezado por su ordenación numérica, la mención de los nombres de los interlocutores y eltipo de razonamiento silogístico que se emplea. Así por ejemplo: "Primer aucto. Aristóteles yHernando. Es el lugar de diffinición, y el razonamiento en 'camestres'". "Acto segundo. Diego deHerrera y Maestre Pedro. Es el lugar de différentes y el aparato en Celaren(t)." Pero el carácterdialógico del texto se indica en dos ocasiones con otros términos, como es el caso con el "Quartoentremés" y con la "Setena disputa". Este empleo indiferenciado de los términos disputa, aucto, yentremés parece indicar dificultades de diferenciación conceptual entre lo dramático y lo dialógico,señal de que en este momento ambos géneros presentan con frecuencia perfiles difusos14.

Cada uno de los debates se desarrolla entre dos interlocutores sin la presencia física de losdemás; en varias ocasiones se advierte que transcunen en tiempos diferentes15. En total intervienendieciséis personajes, todos ellos históricos, a los que Herrera denomina justadores. Al comienzo deltexto estos interlocutores aparecen divididos en dos grupos, los llamados mantenedores y losventureros vencedores.

11 Véase Bonilla y San Martín, ob. cit., pp. 76-81; también F. Rico, Nebrija contra los bárbaros.Salamanca, Universidad, 1978, pp. 127-128.12 Para Bonilla y San Marín (éd. cit., p. 85), "La Expositio merece todavía leerse, y legítimamente puedehonrarse con ella la historia de las humanidades en España".13 Sobre Trapezuntio o Trebisonda y sus obras puede verse R. Klibansky, The Continuity ofthe PlatonicTradition. Plato's Parmenides in the Middle Ages, Millwood, Kraus Int. Pub., 1984, pp. 289 y ss.14 La acepción de "entremés" como pieza dramática corta y de carácter jocoso no se fijará hasta mediadosdel siglo XVI. En este caso alude al carácter jocoso, de broma académica, que indudablemente tiene estetexto.15 La disputa entre Aristóteles y Herrera es la primera cronológicamente; algunas de las siguientesaparecen debido a la lectura de ésta por parte de otros interlocutores. Así en la segunda dice: "Como estosmis escritos andouiessen por manos de algunos..." (p. 118) y en otro lugar: "Quando yo embié estaobrezilla a mi hermano, que biue en Alcalá, ..." (p. 155) fue a para a manos de Hernán Núñez y así surge laintervención de este personaje en el texto. En este sentido la primera disputa funciona como un libroabierto y da pie a otras disputas similares que sirven para corroborar los puntos de vista del autor. Encierto modo se produce un cruce con el género epistolar (diálogo entre personas separadas por ladistancia física), en coincidencia con lo que señala David Marsh respecto a los orígenes del diálogohumanista en Italia: "The dialogue, then, in Bruni's earliest conception of it, grows out of an epistolarytradition", D. Marsh, The Quattrocento Dialogue, Cambridge, Harvard Univ. Press, 1980, p. 25.

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Los "mantenedores" son Aristóteles y sus "secuaces"16, algunos de los comentaristas de lafilosofía aristotélica más conocidos: Pedro Hispano, Juan Versorio, el Conventual (el único delque se desconocen nombre y obra, aunque se deduce del diálogo que es un terminista), JacoboFabro, Jorge Valla, Alberto Magno y Juan Maior. De ellos son contemporáneos de Herrera J.Fabro17 y J. Maior, profesores de París que militan en posturas filosóficas opuestas; el primero esconsiderado como uno de los introductores del humanismo en Francia, mientras que el segundo erauno de los representantes más conocidos de la tendencia nominalista.

En cambio, los "ventureros vencedores" son el autor - Herrera - y amigos, familiares yconocidos suyos18, todos personajes reales, vivos en el momento en que se escribe la obra. Estacircunstancia, el carácter real de los vencedores, anuncia algo que se corroborará en el texto: elahora se considera superior al pasado, y relaciona la obra con el tópico de los "antiguos ymodernos", tan frecuente en la literatura de la época19.

La estructura de la enunciación es similar en siete de las ocho disputas (la primera, entreAristóteles y Herrera, presenta algunas diferencias), y se puede representar por el siguienteesquema:

H. de Herrera vencedores

( D. de Herrera( A. Ruiz de Isla( G. de Herrera( P. Mártir( Hernán Núñez( P. de Campo( J. de Varacaldo

mantenedores;

( Maestre Pedro( El Versorio( El Conventual

i ( Boecio y J. Fabro( Georgio Valla( Alberto Magno( Joannes Majoris

Discursolaudatorio:presentaciónvencedores

Soliloquio:presentación crítica

del texto

Diálogopolémico

16 Hay que entender "secuaces" en su acepción latina de "seguidores", sin valor peyorativo. Para másinformación histórica y literaria sobre todos los interlocutores, véase Bonilla y San Martín, ob. cit.,pp. 97-100.17 Jacobo Fabro o Lefèvre d'Etaples editó en 1508 la Dialéctica de Trapezuncio; es también autor, entreotras obras, de una introducción a los Decem Librorum Moraliwn Aristotelis de Giorgio Valla, otro de los"mantenedores" del texto. Véase L. Febvre, Erasmo, la contrarreforma y el espíritu moderno, Barcelona,Martínez Roca, 1970, p. 26.18 Participan sus hermanos Diego y Gabriel, Ruiz de Isla, Pedro Mártir de Anglería, Hernán Núñez, Pedrode Campo (primer rector de la Universidad de Alcalá) y Jorge de Bar acaldo (secretario de Cisneros desde1509 hasta la muerte de éste).19 J. A. Maravall, Antiguos y modernos, Madrid, Sociedad de Estudios y Publicaciones, 1966.

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Como se puede observar en el esquema, Herrera, en primer lugar, presenta de formaencomiástica al vencedor de la disputa: así se predispone favorablemente a los receptores hacia lastesis que éste defenderá. A continuación hay un soliloquio de dicho "venturero vencedor" en el quealude a un libro de su oponente, el "mantenedor", que sigue la tesis de Aristóteles de que laspalabras son cantidades, y se reproduce el correspondiente pasaje del libro en cuestión. Con lapresencia de un texto del mantenedor se justifica la posterior aparición de este autor que sale endefensa de su obra20.

Como se sabe, el apoyo en determinados pasajes de un texto sometidos a discusión escaracterística conocida de los métodos de enseñanza universitaria medieval, basada en la disputaescolástica. De hecho, los interlocutores se refieren en varias ocasiones a su intercambio de ideascomo "disputa escolástica". Así, Gabriel Alonso de Herrera, uno de los "vencedores", comenta que,después de haber escrito su Libro de Agricultura: "...ya, por las pisadas del Virgilio, he mostradocómo se quite el orín al arado, sulcando la tierra, tiempo es ya que quite el sarro de mi lengua endisputas escolásticas; y de onde puedo yo mejor començar, que de aquella question que veo que mishermanos han tratado?"(p. 131).

Sin embargo, a pesar de ésta y otras afirmaciones similares, los procedimientos argumentativosdel texto son muy distintos a los de la disputa escolástica de tipo académico21. En ésta el propósitoes siempre vencer al contrario, no convencerle, y cada contendiente tiene un turno de palabra (enocasiones con tiempo limitado) sin que quepa la posibilidad de volver atrás para modificar susargumentos. La disputa se tiene que ceñir sólo a la cuestión que plantea el ponens (el que "sienta"o plantea una tesis) y se desarrolla mediante una lengua científica muy especializada, propia de lademostración, y nunca con un nivel coloquial. Por otra parte, las disputas académicas que seconservan impresas son transcripción de debates reales. En la disputa académica no hay lugar parala ficción22.

En el texto de Herrera, aunque se afirme que se trata de una disputa escolástica, se dan todos losingredientes del diálogo literario, género que nació en Grecia ligado precisamente a los problemas

2 0 Este recurso tiene que ver con la vieja idea de la fama como vida postuma, sucedáneo de la inmortalidadque se puede conseguir mediante la producción intelectual. Véase María R. Lida de Malkiel, La idea de lafama en la Edad Media castellana, México, FCE, 1952. Herrera sintetiza el alcance de esta actualizaciónde personajes del pasado, vivos porque sus obras perduran, en el prólogo dirigido a Cisneros; en él alabala labor de publicación de textos clásicos emprendida por el Cardenal diciéndole: "¡Days a los muertosque biuan, y a los venideros que sepan!" (106-107). Uno de los interlocutores de los Diálogos de ladifférencia del hablar al escrevir, de Pedro de Navarra, exclama asombrado: "Ay cosa ygual en el orbe queun hombre hable y entienda a otro de oriente a poniente... e que uno que á mil años que murió hable cadadia conmigo; e que yo, que bivo, pueda hablar desde aqui a dos mil años con los que veman...?" (ed.P. Cátedra, Barcelona, "Stelle dell'Orsa, 1985, p. 89).21 Además del trabajo de J. J. Murphy (La retórica en la Edad Media, México, FCE, 1986), sigue siendoimprescindible el estudio de M. Grabman, Storia del método scolastico, 2 vols., Firenze, La NuovaItalia, 1980 [1911]. Para la descripción del método de disputa en una de las últimas dialécticasterministas, la de Pablo de Venecia, véase I. Angelelli, "The Techniques of Disputation in the History ofLogic", en The Journal of Philosophy, 67, 1970, pp. 800-815.2 2 Esta técnica impregnó la forma de pensar de la cultura medieval, en la que "pensar es un oficio cuyasreglas están, minuciosamente establecidas" (J. Le Goff, Los intelectuales en la Edad Media, BuenosAires, EUDEBA, 1971, p. 119). Prueba de ello es el hecho de que sus normas se proyectan en ámbitosmuy ajenos al académico, como sucede con los poemas de preguntas y respuestas que abundan en lapoesía de Cancioneros; véase el respecto J. G. Cumming, "Methods and Conventions in the 15 thCentury Poetic Debate", HR, XXXI, 1963, pp. 307-323.

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filosóficos. El diálogo, a diferencia de la disputa académica, presenta un universo diegético, sesitúa siempre en la ficción. La presencia de interlocutores ya desaparecidos (Aristóteles, AlbertoMagno, etc.) ubica necesariamente este debate en un universo ficticio, único en el que es posible laactualización del tiempo del pasado23.

Por otra parte, se trata de un diálogo polémico porque "ninguno de los dialogantes detenta elsaber, aunque uno pueda detentar la razón"24; las ocho disputas llegan a un acuerdo final entre loscontendientes, a diferencia de lo que sucede en los debates medievales, en los que dos personajesemiten argumentos opuestos sin que se lleguen a alterar sus respectivas posiciones, por lo que nohay verdadera argumentación25.

En la obra de Herrera, el debate se organiza en forma de preguntas y respuestas, a la manera dela disputa escolástica, pero aquí no pretenden reducir al contrario al silencio, sino convencerle. Porello Diego de Herrera dirá a Pedro Hispano :"Assí agora,... repítase por orden lo passado, por que,si de algo os arrepentís os alçéys dello y lo que auéis confesado vaya por no dicho. Ca esta nuestradisputa no es contienda, sino búsqueda de la verdad" (p. 123). Las preguntas pretenden que elcontrario llegue por sus propios razonamientos a la verdad, a la manera socrática: "Tal concierto hade auer entre nos, que, como de eslauón y pedernal, así salte de nuestra disputa centella de verdad.Yo, que con mis preguntas os prouoco tengo vezes de eslauón; vos, de pedernal" (p. 121). Elpropio Alberto Magno reconocerá que esta forma de disputar no es la que practican los partidariosde la lógica modemorum, que habían llevado a límites extremos la reglamentación de la dispulafilosófica: "Esta es la verdadera y cierta manera de disputar, que huele al saber antiguo, en todo ypor todo aristotélico y platónico ... no como agora ... hazen todos los Estudios que están cabe elNorte, que las más vezes que disputan es por autoridades..." (p. 171).

En cuanto a los interlocutores, funcionan como simples voces que carecen de presencia física26;en consonancia con ello apenas hay elementos deícticos ni referencias a las circunstancias espacio-temporales en que se desarrolla el debate27.

Los "ventureros vencedores", amigos o familiares del autor, sirven para fijar el marco histórico-soeial del diálogo. Están relacionados con el mundo universitario de Alcalá o con el entornopersonal del Cardenal Cisneros. Hay además algunas alusiones a hechos históricos coetáneos,como la conquista de Granada y la embajada de Baracaldo, el secretario de Cisneros, a Flandes; así

23 Como es sabido, esta presencia de interlocutores históricos ya muertos junto a la voz del autor real esrecurso frecuente en los diálogos ciceronianos; hay precedentes de su empleo ya en algunos de los que seescriben en España en el siglo XV, como es el caso de la Vida Beata de Lucena.2 4 A. Vian, "Fábula y diálogo en el Renacimiento: confluencia de géneros en el Coloquio de la moxca y lahormiga de Juan de Jarava", Dicenda, 7, 1987 {Homenaje a F. López Estrada), Madrid, Univ.Complutense, pp. 449-494, p. 473. El término "polémico" se emplea por oposición a otras variedadesde diálogo (didáctico y dialéctico), como señala Ana Vian en este trabajo.2 5 Véase María R. Lida de Malkiel, Selección del Libro de Buen Amor, Bueno Aires, EUDEBA, 1973,pp. 234 y 258.26 Aristóteles es el único interlocutor con cierta corporeidad: "Aristótiles... de vergüeña arrufo, calló vnratillo, fatigándose entre sí, con gesto de pensatiuo... miróme y dixo..." (p. 117).27 Es excepción la última disputa. Enterado Herrera de que Baracaldo "venía de aquella solenne embaxadaque avía ido a Flandes" va a recibirle y éste le dice: "Vi a Francia, fuy a París; entré en algunos collegiosde los principales y a nuestro Jacobo Fabro Estapules le pedí la merced que le pluguiesse venir a miposada a cenar conmigo, y también a Joannis Maioris escocés, ambos andados en días...". Nótese que laverosimilitud de las circunstancias del encuentro se produce con los únicos interlocutores coetáneos de laobra.

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se amalgama el debate filosófico con el momento histórico contemporáneo y se rompe con ladesconexión entre el ámbito académico de la filosofía y los problemas reales. Se da la coincidenciade que ninguno de los "ventureros vencedores" es un experto en lógica; de esta forma la materiafilosófica se saca definitivamente del ámbito profesionalizado y se rompe con la liturgiaterminológica, igual que sucedía en el diálogo clásico.

Herrera presenta a los vencedores individualmente y de forma encomiástica al comienzo de cadadisputa; esta presentación, de clara finalidad retórica, proporciona abundante información sobreestos interlocutores y permite observar distintos grados de confianza y afecto personal. Sinembargo, a pesar de que están perfectamente individualizados, hay tal grado de uniformidadideológica entre sus discursos y el de Herrera que se puede afirmar que los "ventureros vencedores"funcionan como si se tratase de un yo - el del autor - que se disfraza con distintas variantes.

No sucede lo mismo con los "mantenedores" - Aristóteles y sus comentaristas - , pues susvoces, sus ideas y capacidad dialéctica tienen resonancias propias que permiten individualizarlos.Todos ellos son lógicos de renombre pero, a través del diálogo, se establecen diferencias decisivaspara comprender el sentido de este texto. En algunos casos los vencedores muestran gran respetopor la obra de ciertos mantenedores, especialmente por la de Aristóteles y J. Fabro. A éstos sólo seles contradice en una cuestión menor y se alaba el conjunto de su pensamiento. En el extremocontrario está J. Maior, el representante más conocido del terminismo parisino, al que sedescalifica de forma especialmente agresiva.

Herrera alaba sin ninguna reserva a Aristóteles, a la vez que le reconoce como maestro; por ellose muestra cohibido ante él: "¡Ay, que he empacho de lo dezir!... Porque me paresçe caso deingratitud si, auiendo oydo vuestras maestrías, desenuayne la espada de vuestros auisos contra vosque me los distes." (p. 114). Pero Aristóteles, fiel a su compromiso con la verdad, le anima aplantear sus dudas para así tener "una gostadura de vuestro ingenio y de lo que aprouecha mi arte"(p. 115). Es más, será el filósofo quien critique a los que tergiversan su obra, en una clara alusióna sumulistas y nominalistas: "Más me ofenden falsos testimonios que me leuantan unos uanos quese honrran conmigo, y dellos en lugar de aclarar mis textos, los enfrascan y añublan con susglosas... y aun dellos... enormemente se desuían de mi lógica" (p. 114). En contra de lo que dice eltítulo, la obra no es en absoluto una crítica a la filosofía aristotélica; al contrario, Aristótelesapoya los métodos y el espíritu crítico de Herrera por lo que, de hecho, funciona como coadyuvantede su ideología. Desde esta perspectiva, nos encontramos ante una defensa del aristotelismo deAristóteles frente a las interpretaciones y reelaboraciones de su filosofía por parte de los últimosescolásticos28.

Corroboran esto las alabanzas de Pedro Mártir a J. Fabro: "...uno de los luzidos doctores denuestro tiempo y verdadero philósopho en vida y doctrina... luz de las Francias, risco y maco delos que bastardan las sciencias y por concluir en vna palabra es [J. Fabro] antigualla" (p. 145). Elempleo muy particular de este término, traducción del latino antiquarius con la acepción departidario de lo antiguo, confirma que se valora positivamente el aristotelismo y la primeraescolástica frente a la última, la de los "modernos".

En cambio, ante otros "mantenedores", el respeto se vuelve burla y descalificación. Así,Gabriel Alonso de Herrera muestra su desagrado ante la obra del Conventual con interrogaciones

28 Ante la "tergiversación" de los textos aristotélicos de sumulistas y terministas, la reivindicacón de lalectura directa de los clásicos se convierte en un tópico de los humanistas; se insiste en ello al final de laobra: "de autoridad retorcida o truncada, libera nos, domine" (p. 182).

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cargadas de desprecio: "¿Dónde començaré?... ¿Esto se avié ninguno de parar a escriuir?... Mirad,señor padre,... si tales imagines se me subiessen al celebro o con tres antycyras de vedegambre mepurgasse la cabeça o me consintiesse sangrar de mitad de la frente, como si yo con la frenesídixesse deslates..." (p. 132)29. Mientras en la primera de las disputas se muestra gran respeto haciaAristóteles, la última es una virulenta crítica contra J. Maior, que ni siquiera es capaz dedefenderse. J. de Baracaldo se encuentra con él en París y quiere conseguir que se arrepienta de loque ha escrito, pues "se fue a escreuir cieno y peor" (p. 174). "Paresce que con mano escassasembrastes trigo de sana doctrina y a mano llena zizaña, neglilla, vallico ... que dello se puededezir lo del Genesi 'Spinas y abrojos dará"' (p. 179). Baracaldo llega al extremo de comparar eldaño intelectual causado por las teorías de Maior con los males provocados por las ideas deMahoma: "Si el alárabe Mahoma siruió con tantas almas al huerco ... Majoris escocés, portemplarme en mi dezir, ha enuestido de errores muchas ánimas de aprentizes" (p. 178).

Es decir, incluso sin tener en cuenta el asunto objeto de debate, las características más generalesde la interlocución demuestran una clara afinidad con Aristóteles y los aristotélicos humanistas,como es el caso de Lefèvre d'Etaples (J. Fabro) y un apasionado rechazo de la filosofíanominalista. De este aspecto del texto se infiere la reivindicación de la lógica vetus aristotélicafrente a la lógica modernorum practicada por el último escolasticismo.

Esta conclusión, sacada del estudio de la enunciación, se reafirma con el estudio del enunciado.Todos los debates giran en torno a una afirmación de las Categorías o Predicamentos deAristóteles, recogida también por los comentaristas que intervienen en el texto. Según éstos laspalabras son cantidades discretas, mientras que Herrera y sus amigos defienden la posicióncontraria: que las palabras no son cantidades30. Es una cuestión menor dentro de la filosofíaaristotélica, cuya trascendencia ha sido estudiada por Bonilla y San Martín en su prólogo al textode la Breve Disputa...

Herrera justifica al comienzo de su intervención el corto alcance del problema debido a que, yaantes que él, Lorenzo Valla y Francisco Maironis habían señalado otros yerros más significativosde las obras de Aristóteles: "aquellos de muy ricos contentáronse de coger largas miesses yvendimia complida y a tal pobre como yo dexáronme alguna rebusca o que anduviesse a espigar"(p. 112). En definitiva, le dejaron lo menos relevante. Por ello, sorprende que se dediquen nadamenos que ocho disputas a debatir lo que en otro lugar denomina "liviana question", máxime

29 Sorprendentemente, parece haber un error. En el texto latino encontramos "Tribus hellebori antyciris"mala comprensión de la planta mencionada por Plinio en su Historia Natural, XXV, 5, ya que Plinio serefiere al eléboro que crece en Anticira, no a la "anticira de eléboro". Se trata del eléboro, vedegambre ohierba de ballestero, que por sus características purgantes se recomienda jocosamente comoprodecimiento curativo para los "empachos" mentales que producía el estudio de los métodos de laescuela de París. Luis Vives recomienda a quienes tengan la tentación de seguir a los lógicos modernosque embarquen a Anticira para liberar su cerebro con esta planta: "... et ad cerebrum helleboro ab insanialiberandum, recta naviget Anticyras" (In Pseudo dialécticos. A critical édition, éd. Ch. Fantazzi, Leiden,Brill, 1979, p. 39). Con eléboro de Anticira purgan a Gargantua y le hacen olvidar lo aprendido con lossofistas (Rabelais, I, XXIII). Este tópico posiblemente estuviera tomado de Horacio a juzgar por lo quedice Covarrubias (s.v. eléboro): "para motejar a uno de loco le dczían naviger Anticyras, de que seaprovechó Horacio... lib. 2, Sermonum, satyra 3 . . . " .30 Las diferentes posturas filosóficas han discutido si la cantidad es o no realmente distinta de la esenciade la substancia, si se trata o no de una medida predominantemente ontológica o matemática y cuál es larelación establecida entre cantidad y cualidad. Para las distintas concepciones, puede verse J. FerraterMora, Diccionario de Filosofía, Madrid, Alianza, 1990, s.v. cantidad.

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cuando ya en la primera disputa Herrera persuade a Aristóteles de que las hablas no son cantidades.Sin embargo, la lectura atenta del texto revela que esla cuestión es un subterfugio, un pretexto,pues al hilo del debate en torno a ella van surgiendo todos los problemas que separaban a loshumanistas de la filosofía académica desarrollada por la escuela terminista.

En primer lugar cabe destacar la actitud mental previa: para los humanistas, toda teoría,incluida la del filósofo por antonomasia también durante el Renacimiento31, debe ser filtrada por lacrítica y la razón personal. En Aristóteles no se busca la verdad, sino el método para conseguirla;se trata de apropiarse del sentido y no de la letra. Como contrapartida de esta actitud, abundan lasinvectivas contra quienes mantienen un respeto ciego hacia la auctoritas: "... algunos glosadoresque ... no philosophan como libres, sino como esclauos, defendiendo, qualquier que sea, la doctrinadel libro que declaran" (p. 131), razón por la que el mismo interlocutor exclamará más adelante:"¡Tan peruertido anda este siglo en las letras de humanidad!" (p. 133)32.

Además de defender insistentemente la autonomía de la razón personal, Herrera especifica unaserie de críticas contra los nominalistas de París; coincide en ellas con los humanistas italianos ycon las que Vives sintetizará dos años después en su famosa diatriba In pseudodialecticos. Censuraa los nominalistas el basar su lógica en reglas y preceptos y los tacha de confusos: "O qué quieredezir tanta frasca de preceptillos que tiene allí assobrunados ... Mejor le fuera acortar, que contantas prolixidades de reglillas cargar la memoria de los discípulos." (pp. 174-5). "Tan prolixas yconfusas componen ya las artes, tan tenebregoso lo ponen, que aun ... el Chaos que pinta Ovidiono está tan ahetrado" (p. 175). Les reprocha también que su enseñanza no sólo es inútil sinocontraproducente: "... lo que menos oy hazen los maestros de Lógica, es enseñar Lógica. Jarretanlos ingenios y estragan los entenderes..." (p. 171). El propio Maior acepta que su libro "les enseñael primer año a gorjear, aunque después enmudescen" (p. 174)33.

Pero Herrera no se limita a estas críticas, ya tópicas; señala el problema de fondo que separabaambas corrientes filosóficas, defendiendo la conexión aristotélica entre el significado y la realidad,frente a las teorías de la suposición y a las diferencias entre proposiciones dichas y proposiciones

31 Véase Ch. B. Schmitt, Aristotle and the Renaissance, Cambridge, Harvard Univ. Press, 1983.32 A este respecto, Alonso de Herrera nos da una visión interesadamente inexacta; en su ataque a losnominalistas de París es probable que intervengan razones personales, puesto que esta corrientefilosófica era en el momento la mayor novedad científica de la universidad española. Constituía portanto una competencia "profesional" importante para sus puntos de vista, tanto mayor en la medida enque estaba rodeada del aura de lo novedoso. Debe recordarse que la actitud de confianza en la capacidadpersonal del hombre contemporáneo es común a las mentalidades más avanzadas de la época, no es enabsoluto exclusiva de los humanistas. El non turare in verba magistri "alcanzó a amplios campos delsaber y a distintas corrientes de pensamiento". Así, Pedro Sánchez Ciruelo y Jan Celaya, educados enParís y conocidos militantes del nominalismo, defienden el empleo de la duda para llegar a alcanzar laverdad. Ciruelo afirma en su Disputatorius dialogas: "Es propio del ánimo libro... interpretar y corregir alos demás y buscar siempre con todas sus fuerzas la verdad. Por haber sido grandes sabios los antiguos nohemos de pensar que los sucesores tengan cerrada la vía para encontrar la verdad". Y añade: "Aristótelesafirma que el profesar con pertinacia una escuela es obstáculo para el que desea saber". Citado por M.Andrés, "La enseñanza de la teología en la Universidad española antes de Trento", en Repertorio dehistoria de las ciencias eclesiásticas en España (7 vols.), Salamanca, Univ. Pontificia, 1967-1971,vol. 2, pp. 125-171, pp. 134-135.3 3 Abundan este tipo de críticas también en In pseudodialecticos; a la verbosidad inicial le sigue unsilencio comparable al de los peces (éd. cit., p. 85). Vives pregunta que quién no conoce el comúnproverbio de que en París no se enseña nada a la juventud, excepto a desvariar de forma desatinada y concharlatanería: Quod enim est lam tritum hominum sermone proverbium, quam illud, Parisiis doceriiu.ventu.tem níhil scire, atque adeo insane et loquacissime delirare? (ibid., p. 29).

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pensadas: "Buscáys por hazer nueuo cielo, nueuo mundo, nueuas manerillas de hablar fuera derazón y de los quicios de qualquier lenguaje. En ningund siglo se oyó tal cosa, que las sentenciasde mi pecho, ante que las eche por la boca, sino quando están so la llaue de mi alma, se llamenproposiciones..." (p. 179). Por ello reprochará a los nominalistas el uso de una lengua que "no essino para el Escuela y no para que el pueblo la entienda, ni por ella conuencerán a ninguno"(p.172). Ante esta situación cree preciso modificar los criterios de enseñanza y re valorizar el papelde la retórica: "... y esta ignorancia os viene porque no tenéys familiaridad con libros de rhetórica,y pensáys que es posible sin rhetórica enseñar bien lógica, al reués de lo que los antiguospensauan..." (p. 182).

Al mismo tiempo, todas estas ideas se desarrollan en forma muy agresiva, como corresponde auna "justa filosófica". El tono belicoso, que ya aparece en el título y en la denominación de losparticipantes como "justadores", se prolonga en el empleo de alusiones a la disputa dialéctica comocombate. Cuando Ruiz de Isla se prepara para intervenir dice: "Hágase assí que Versorio y yoentremos en la tela y palenque de disputa y nos demos sendos encuentros..." (p.126). GabrielAlonso de Herrera reconoce que su hermano y amigos "no han menester mis banderas, ni es tantonecessario pelear, quanto hazer regozijo de su victoria, ... con todo no lo aurán a desseruicio sisigo el alcance para concluir esta guerra" (p. 131). Incluso el mismo proceso del debate se explicaen términos belicosos: "Mostradme uno tan solo, de los letrados deste tiempo... que sepa aplicarconuinientes razones quasi dardos, o poner amientos como a azagayas; o, ... sepa desplegar lasvanderas o capitanear la hueste robusta de sus argumentos" (p. 171). El universo de las letras seapropia de la agresividad y léxico del de las armas, actitud que no es nueva pues se inserta tambiénen la tradición del humanismo. Los humanistas se plantean su enfrentamiento contra los barbaricomo una cruzada; el empleo de estas imágenes refuerza la descalificación de los contrarios ysubraya la urgencia de su tarea34.

En lo que se refiere a ideas generales y al tono, Herrera no es, ni pretende ser, original; defiendelos ideales del humanismo que se habían desarrollado durante el siglo anterior en Italia. El interésde su obra reside en que es uno de los primeros en sistematizarlos con un finalidad divulgativa enEspaña. A este respecto, la principal innovación de esta Disputa consiste en el empleo de la lenguavulgar para escribir sobre problemas de lógica. El alcance de esta novedad se puede medir por elhecho de que sólo Pedro Simón Abril volverá a usar el castellano en la redacción de tratados delógica, ya en las últimas décadas del siglo XVI35. En este caso, Herrera publica una ediciónbilingüe, lo que por una parte facilita la difusión del texto y, por otra, evita las críticas quehubieran surgido dé haber escrito sobre esta materia sólo en castellano. Esta decisión puede haberestado también influida por su estrecha relación con Cisneros, que estimuló la difusión de obras enlengua vulgar.

Además, esta novedad aparece subrayada por el particular nivel de lengua que elige Herrera.Sucede que desde el punto de vista de la organización del discurso abundan los largos períodosdistribuidos en estructuras simétricas, con profusión de paralelismos y de sinonimia; al mismo

3 4 Es perceptible el influjo de las Elegantiae (obra que Herrera conocía bien) en cuyo prefacio Vallaafirma que su intención es reunir un ejército que marche contra los bárbaros, tomando como ejemplo aCamilo, segundo fundador de Roma. También Nebrija "prolonga a España muy deliberadamente elcertamen convocado en las Elegantiae", como indica Rico (ob. cit., pp. 39-41).3 5 Véase el catálogo publicado por V. Muñoz Delgado en "Lógica hispano-portuguesa hasta 1600",Repertorio de historia de las ciencias eclesiásticas..., ob. cit., vol. 4, pp. 9-122. Para Simón Abril, M.Morreale, Pedro Simón Abril, Madrid, CSIC, 1949.

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tiempo, esta forma de organización no discurre de forma ilimitada sino que se somete confrecuencia al freno de la trimembración36, y se unen así propósito artístico y rigor dialéctico, puesesta variedad de dispositio coincide con la estructura dialéctica trimembre del silogismo, la formade argumentación que sirve de soporte filosófico al texto. Pero este evidente esmero en el manejode recursos que afectan a la disposición y a la argumentación contrasta de forma sorprendente con elnivel léxico elegido. Me refiero a que Herrera rehuye los tecnicismos, suele optar por las formaspopulares frente a las cultas y muestra una clara preferencia por las expresiones coloquiales. Deello resulta un perceptible desequilibrio entre ambos niveles del discurso37.

En lo que se refiere a las formas populares es muy significativa la traducción de algunostérminos latinos. Así, por ejemplo, la voz athomos, documentada en castellano desde la primeramitad del siglo XIV, se traduce por moticas (p. 165); los ojos lynceis o de lince son en castellanoojos zohorís (p. 101); los adagia latinos se convierten en el castellano bocados (p. 173) oremoquetes (p. 254), los labyrinthos (cultismo "popularizado" por Mena) en la voz popularretartalillas (p. 294) y el error en el expresivo trampal (p. 54)38. En cuanto a las expresionescoloquiales, son una constante del estilo de Herrera. De los filósofos tergiversatores dice que son"matreros que con sus ronces desquician la question". Diego de Herrera reprende a Pedro Hispanoporque cree en la existencia de los centauros, y dice: "¿Days fe a hablillas? ¿No sabéys que so elsayal de essas consejas ay al que entender?" (p. 120). Otro interlocutor muestra su asombrodiciendo: "Agora lo oyó, estas son las primeras guindas de que me hago nueuo ogaño" (p. 149).En este sentido es muy elocuente la definición del término xeme: "quanto se pueden estender ydespernancar los dos primeros dedos, el pulgar y su vecino"39. Herrera alaba a su amigo HernánNúñez porque: "escalentado de amor como el Platón, dos vezes peregrinó a las Italias, no paracargar de beneficios, como hazen los más, o para empringarse en rentas... Fue a darse un verde delo griego..." (p. 154). Y más adelante recuerda cómo, cuando ambos estaban en Granada, elComendador "estaba enamorado del ayunar" para imitar en todo a San Jerónimo y "En tal manerase yua consumiendo que, desgovernándose el estómago de sangostido... por poco se quedara abuenas noches." (p. 155).

El problema que se plantea es por qué razones un catedrático de retórica decide utilizar un nivelléxico que parece poco adecuado al tema y a la formación intelectual de los interlocutores. Podríadeberse a un deseo de favorecer la divulgación en el ámbito universitario. Además, en cierto modo,así se llevarían al límite las ideas lingüísticas defendidas por los humanistas. Como se sabe, éstosproponen el empleo de la lengua al uso, siguiendo las ideas de Cicerón y Quintiliano. En este casoconcreto, el empleo de este nivel de lengua estaría vinculado al hecho de que se trata de un diálogoliterario, género que se sustenta en la ficción conversacional; por esta razón, el propósitoinvestigativo - que impone una disciplina en la organización del discurso ideológico - seenmascara con un aparente descuido a fin de remedar la conversación habitual40. Al mismo tiempo,

3 6 "La distribución del conjunto en tres miembros sirve para subrayar la integridad" (H. Lausberg, Manualde retórica literaria, Madrid, Gredos, 1976, 3 vols., vol. I, p . 368). Mediante este procedimiento, elautor da la impresión de que expresa todo el proceso del pensamiento.3 7 Desequilibrio intencionado, puesto que no se advierte en la carta-prólogo dirigida a Cisneros.3 8 Bonilla y San Martín recoge al final de su edición un índice de términos y expresiones usados porHerrera que es de gran utilidad para el estudio de este rasgo de su prosa.3 9 Obsérvese la diferencia con la definición de Covarrubias: "Los muchachos llaman comúnmente xemelo que se alcanza desde el dedo pulgar hasta el índice".4 0 Sobre este tema es esencial el trabajo de A. Vian, "La ficción conversacional en el diálogorenacentista", en Edad de Oro, VII, 1988, Madrid, Univ. Autónoma, pp. 173-186.

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con esta elección lingüística, Herrera demuestra que el formalismo y la especialización de la lenguaacadémica habitual son superfluos en el proceso demostrativo; de hecho, sus amigos logranconvencer a expertos en lógica utilizando la lengua "al uso".

Sin embargo, pienso que la función de este desequilibrio, que afecta estructuralmente al texto,es sobre todo irónica41. No sería un caso único. Hay intelectuales que emplean la lengua vulgar envez del latín con esta finalidad; es lo que sucede con la carta que Nebrija escribe a Cisneros,molesto porque se sigue la trasnochada autoridad de Remigio para el glosario de las voces hebreasen la elaboración de la Biblia Políglota:

Y esto lo quise dejar testificado, y no en latín como hasta aquí, mas en lengua castellana, porquetenga más testigos que le avisé [a Vuestra Señoría] dello. Porque hasta aquí hablaba con vuestraseñoría y hablando con él hablaba con todos los otros que tienen conocimiento de aquella lengua.Mas veo que aun en ella no me entienden, o que si me entienden lo dissimulan y que no me quierenentender. Y agora ¿quién me quitará a mí que no me aparte con carpinteros y herreros, con sastres yzapateros para reír con ellos lo que acá passa entre los hombres que tienen hábito y profesión deletras...?42

Es más que probable que Herrera quisiera también reírse con sus amigos y con los "incultos" delos desvarios de la lógica. Además, la ironía y el humor desempeñan un papel destacado en laargumentación pues sirven para reforzar la descalificación de las ideas del contrario.

En último extremo, la manipulación lingüística tiene una función decisiva en la Disputa:refuerza su componente ideológico y al convertir la lengua en habla hace que los interlocutores seencamen y comprometan con su momento histórico concreto.

Por último me referiré a las formas de argumentación, que constituyen el soporte del texto,como sucede en todo discurso razonado. La primera modalidad de la argumentación -la veredictoria-está basada en la técnica de la demostración y se desarrolla por medio de silogismos; esteprocedimiento es, para las retóricas clásicas, la forma más perfecta de ratiocinatio, pues contienetodos los pensamientos parciales necesarios desde el punto de vista de la lógica. Ahora bien, elempleo del silogismo es relativamente moderado (sólo uno en cada disputa, excepto en la últimaen que no hay ninguno) y se ciñe a la cuestión inicial: si las hablas son cantidades o no. En elloHerrera coincide con la recomendación de autores como Lorenzo Valla y Vives de que se usemoderadamente el silogismo, a fin de evitar la monotonía del discurso y el consiguiente tedio porparte del receptor43. Además, el silogismo está integrado en la estructura dialogada de forma muyhábil; mediante las preguntas se consigue que el adversario asienta a determinadas definiciones yanalogías, con lo que se logra de antemano su adhesión a las conclusiones que resultan de ellas44.

4 1 En este sentido el texto sería una crítica jocosa de las ideas del terminismo, hecha a modo de"divertimento" académico. Corrobora esta hipótesis el empleo del término "entremés", para referirse auna de las disputas, en la acepción que se señalaba páginas atrás.4 2 Cit. por M. Bataillon, Erasmo y España, éd. cit., p. 37.4 3 Véase A. Bonilla y San Martín, Luis Vives y la filosofía del Renacimiento, Madrid, Real Academia deCC. Morales y Políticas, 1981 (1903), p. 340. Véase también la nota siguiente.4 4 Se trata del procedimiento socrático por excelencia. Morreale ha estudiado su empleo, basado tambiénen el silogismo, en "El Diálogo de las cosas ocurridas en Roma, de Alfonso de Valdés", BRAE, XXXVII,pp. 401-417. También Pedro de Navarra utiliza con frecuencia silogismos y entimemas en sus Diálogosde la eternidad del alma (Tolosa, Iacobo Colmeiro, ¿1565?). Hay que puntualizar que el silogismo no esprocedimiento exclusivo de la escolástica medieval, por lo que de su utilización no cabe deducir influjos

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Por otra parte, la función del silogismo no se agota en la demostración concreta. A efectos de larecepción, cuando uno de los dos interlocutores que intervienen en una polémica pruebacientíficamente la verdad de un aserto, se considerará más probable que tenga también razón en lasdemás tesis que defienda. Es decir, el valor probatorio del silogismo se proyecta implícitamentesobre las demás afirmaciones del mismo interlocutor, aunque de hecho no se lleguen a demostrar.Los "ventureros vencedores" demuestran que las hablas no son cantidades - cuestión que es unsimple pretexto para defender las ideas del humanismo - y, al mismo tiempo, predisponenfavorablemente a los receptores para la aceptación de sus tesis sobre el humanismo. En estesentido, el silogismo sirve para reforzar el conjunto de la intervención de los "venturerosvencedores"; se puede afirmar que no sólo tiene una función probatoria sino también retórica.

En cuanto a la segunda modalidad de la argumentación - la epistémica - descansa en losprocedimientos retóricos destinados a convencer; destaca por su predominio en el texto y su clararelación con los tres grados de persuasión señalados por las retóricas: docere, delectare y moveré.

El propósito didáctico es evidente en el tratamiento de las definiciones. En algunos casos ladefinición va acompañada de ejemplos tomados de la vida diaria. Así Aristóteles dice: "Quantidades medida de sustancia" y aclara: "siquier mida lo substancial, como vna arançada de tierra, o midaotras cosas que sean substanciosas, como luenga jornada, breue lición..." (p. 115). Gabriel deHerrera explica la diferencia entre "grande" y "grandor" con el siguiente ejemplo: "Pongamosexemplo en mi pie, que él es grande y grandor: grande porque le miden a él diez y seis dedos;grandor porque él mide al paso..." (p. 140). En otras ocasiones se sustituye la definición por unejemplo: "Los adversarios, que se llamen discordes, que rifan entre sí, como padre e hijo, llámenserespectos; y blanco y negro díganse contrarios; luz y tiniebla llámense desposseídos..." (p. 136). Aveces se consigue un gran valor expresivo mediante el empleo de metáforas: "...ca toda habla encualquier manera dicha es esponjosa, y tiene senos, caños y canales, que, si la estrujan, sacarándiversos çumos de entendimientos." (p. 179).

Entre los procedimientos relacionados con el delectare, destaca el uso de tropos, como lametáfora, y en especial los de la amplificatio retórica. Herrera se refiere a la obra filosófica deAristóteles diciendo: "Atónito y casi enhechizado esto, de ver cuan abenido río de aguas espejadaslleuáys con muy pocos entrompieços." (p. 114); Jacobo Fabro, después de una larga digresión enla que explica cómo se obtiene el albayalde del plomo, pregunta a su interlocutor: "¿Auéys oydo,señor Pedro Martyr, cómo de cara escarauajenta salen a las vezes maripositas de seda?" (p. 150).

Entre las técnicas de la amplificatio abundan las enumeraciones, la sinonimia, la gradación ylas comparaciones. Así, para enfatizar los yerros de Maior, los compara con una larga serie demalas hierbas: "... sembrastes ... a mano llena zizaña, negilla, vallico, cardos, carcas, cambrones ydormideras de Guadalete..." (p. 179).

de esta tradición. De hecho ,se considera que es la forma más perfecta de argumentación en algunasRetóricas clásicas (vg. Quintiliano, Institutio Oratoria, 5, 14, 24). Ahora bien, los humanistas reclamanla subordinación de estos procedimientos de la lógica a los de la retórica. Lorenzo Valla justifica lasuperioridad de la retórica porque los dialécticos se sirven del silogismo, pero también lo hacen losoradores, con la diferencia de que éstos no sólo emplean el silogismo, sino también el entimema o elepiquerema; es decir, mientras el dialéctico utiliza el silogismo desnudo, el orador lo utiliza vestido,armado y adornado...: "Dialectici est syllogismo Mi. Quid, non orator eodem utitur? Immo utitur, nec eosolo, verum etiam enthymemate et epicheremate, adde etiam inductionem. Sed vide quid interest.Dialecticus utitur nudo (ut sic loquar) syllogismo; orator autem vestito, armato, auroque et purpura acgemmis ornato...". Opera I, 693 (cit. por C. Morón Arroyo en "Lorenzo Valla: Nuevo discurso delmétodo", Homenaje a Pedro Sáinz Rodríguez, 1986, vol. 4, pp. 319-333, p. 323).

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La sinonimia se suele marcar con la conjunción p_ y, a veces, se agrupan así un términopopular y otro culto: "cansado o enhastiado" (p. 167); "añadidura o adahalas" (p. 170); "tremadaleso derrondaderos" (p. 177).

Son también frecuentes las gradaciones: " ... los yerros de Aristótiles dignos de reprensión, olos alimó, o los herró en la frente, o los traspassó con vn gurguz y les dio vn estocada por losdegollar..." (p. 112); "En aquella syma fue metido, para nunca salir, el falso profeta Mahoma ...porque no lamió con su lengua, o rapó con un cuchillo, o limpió con piedra pómez lisa lasheregías de su libro emponcoñado..." (p. 178). "... por ellas os silvan, mofan y escupen." (p. 180)(Nótese la preferencia por las estructuras trimembres). Hay comparaciones pintorescas: "tambiénlos grandes Estudios como los pequeños están atestados de doctores negligentes, por no dezirindoctos; como en vna misma agua los nobles lenguados se crían y viles renacuajos,..." (p. 125);"Como mi greña, avnque está hecha de apartadas guedejas de cabellos, quasi ramales, mas puédesedezir que es vna, por tener hincadas las rayzes en el cuero del casco" (p. 159). A veces se ilustrauna afirmación mediante una doble comparación, uno de cuyos términos es culto y otro común: "todo lo arreborujays en vna como pildora, como dava Agripina bevedizos entre las sabrosas xetasque engullía su marido el emperador Claudio, o como solemos dar caracas por que dexe de gañirel gozque o blanchete y ladrar el mastín." (p.157).

Por último, hay técnicas específicamente destinadas a ganar el afecto de los lectores para lacausa del autor: ridiculización del adversario mediante el humor y exclamaciones e interrogacionesretóricas con valor peyorativo. Gabriel de Herrera advierte al Conventual que los frailes "deindinados con vuestras glosas... han pensado de echarle en penitencia vna disciplina de vncanticumgrado o un Miserere mei de cinco ramales." (p. 133). Todas las técnicas argumentativas serefuerzan con la ironía y el humor que recorren el texto, como señalaba páginas atrás45. Endefinitiva, estas formas de argumentación demuestran que Herrera predica con el ejemplo,subordinando los procedimientos lógicos de la demostración a los procedimientos retóricos, segúndefienden todos los humanistas.

A pesar de que desde la perspectiva filosófica este texto no tenga especial relevancia - comoreconoce el mismo autor - , su publicación marca un hito en la lucha de los humanistas contra los"bárbaros" en España. Herrera defiende las "letras de humanidad" desde la beligerancia y elapasionamiento, como se manifiesta ya en el título, directo y provocador. Al mismo tiempo dota asu proyecto de una dimensión colectiva, pues la presencia de los interlocutores vencedores estestimonio de la conciencia de espíritu de grupo entre intelectuales y "funcionarios" pertenecientesal entorno de Cisneros.

4 5 Como se pude observar por las citas, el humor está también al servicio de la caracterización de lospersonajes. A ciertos mantenedores se les dedican pullas más afiladas como forma de descalificación, esel caso de Pedro Hispano, el Conventual y especialmente el de Juan Maior. Pero además, en algunoscasos sirve para caracterizar la capacidad dialéctica de los participantes en la polémica. Así, se ponen enboca de ciertos mantenedores argumentos ridículos, como sucede con Pedro Hispano que pretendeargumentar basándose en la existencia real de los centauros (p. 120). Es aún más llamativa la torpezadialéctica atribuida al Versorio que toma el término "oración" en la acepción religiosa y no filosófica, aldefender que las oraciones sirven como medida, puesto que "dezimos cada día: speradme un poco que notardaré dos avemarias en cenar, en un credo yré al río" (p. 128).

30 CONSOLACIÓN BARANDA Criticón, 55, 1992

Pero además, esta obra arroja nuevas luces sobre la batalla en torno a la lengua vulgar. En estecaso no se trata únicamente de la novedad de emplear el romance para un tema reservadotradicionalmente al latín, sino de la manipulación a la que somete a la lengua en su traduccióncastellana. La lengua empleada por Herrera está en las antípodas de los planteamientos lingüísticosmás cultos del siglo XV, en su obcecación por latinizar la lengua vulgar a fin de acercarla a losmodelos clásicos; pero tampoco pretende acercarse al ideal de claridad y de elegancia preconizadopor un Juan de Valdés o un Villalon. Herrera utiliza y manipula la lengua vulgar con una finalidadirónica, retórica por tanto, a fin de adaptarla a unos fines concretos, para que sirva como apoyoformal de las ideas que defiende. Porque ¿qué mejor demostración práctica de que la "jerga" latina delos filósofos académicos era inoperante que esta obra? Así demuestra en la práctica que el latínbárbaro de las disputas filosóficas terministas era innecesario, pues se puede comprobar que esposible convencer empleando la lengua vulgar al uso. El empleo de un léxico "castizo" y de unnivel coloquial de lengua sirven a Herrera para apoyar su tesis de la inoperancia de los formulismoscaracterísticos de las disputas escolásticas.

En conclusión, existe un doble propósito en el texto: criticar los métodos filosóficos ydocentes de la escuela nominalista y demostrar, de modo práctico, la superior eficacia polémica delos procedimientos defendidos por el humanismo, con la subordinación de la lógica a la retórica.

BARANDA, Consolación, Un «manifiesto» castellano en defensa del humanismo: la «Breve Disputa en ocho levadascontra Aristótil y sus secuaces», de Hernando Alonso de Herrera (Alcalá, 1517). En Criticón (Toulouse), 55, 1992,pp. 15-30.

Resumen. En su Breve Disputa en ocho levadas contra Aristótil y sus secuaces, con el pretexto de discutir unproblema menor de la filosofía aristotélica, Herrera hace una defensa combativa de las ideas del humanismorenacentista, frente a los métodos filosóficos y docentes del último escolasticismo; sus ataques más directos sedirigen a los terministas de la Universidad de París. El soporte literario es el diálogo, en el que recurre alprocedimiento lógico del silogismo, pero subordinándolo a los recursos retóricos. Destaca, por lo insólito, elempleo de la lengua vulgar, cuyo análisis revela que está al servicio del carácter polémico del texto y de la ideologíaque defiende.

Résumé. Dans sa Breve Disputa en ocho levadas contra Aristótil y sus secuaces, sous prétexte de discuter un pointmineur de la philosophie aristotélicienne, Herrera entreprend une défense polémique de idées de l'humanismerenaissant, en tant qu'il se dresse contre les méthodes philosophiques et pédagogiques de la dernière scolastique, lesattaques les plus directes étant dirigées contre les «terministes» de l'Université de Paris. La forme littéraire retenue estcelle du dialogue, avec, encore, l'emploi du syllogisme, désormais soumis au primat de la rhétorique. Estparticulièrement remarquable l'emploi de la langue vulgaire, qui se justifie par la finalité polémique du texte et parl'idéologie qui y est défendue.

Summary. In Breve Disputa en ocho levadas contra Aristótil y sus secuaces, under the guise of discussing a minorproblem of Aristotelic philosophy. Herrera défends the ideas of Renaissance humanism compared with thephilosophical and teaching methods of récent scholasticism; his most direct attacks are targeted on the ParisUniversity teaching methods. The literary prop is dialogue, in which resort is made to the logical procédure ofsyllogism ableit, in subordination to rhelorical devices. A keynote, for its singularity, is the use of vulgar language,the analysis of which reveáis it to be at the service of the controversial nature of the text and the ideology it défends.

Palabras Clave. Humanismo. Nominalismo. Lengua vulgar. Alonso de Herrera (Hernando).