Primeras expediciones de Américo Vespucio, revista completa, 01 noviembre 1966 Novaro
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La crisis económica mundial: orígenes, desarrollo y respuestas
Américo García
La continuidad y permanencia de la crisis mundial ha modificado sus iniciales
interpretaciones. De aquellas que en sus comienzos, allá por los años 2007/2008, la
caracterizaban como una mera crisis financiera que tenía que ver con la mala
administración de los recursos financieros por parte de algunas entidades, o con el
descontrol y abuso de algunos ejecutivos, o con el otorgamiento de préstamos a
clientes insolventes (consecuencia de políticas oficiales de bajas de la tasa de interés),
se ha pasado a una caracterización más global y más conceptual que la relaciona con
el propio funcionamiento de la economía capitalista y con las particularidades que
dicho funcionamiento ha venido experimentando desde mediados de los años ’70, y
más precisamente desde el abandono de las políticas regulatorias que caracterizaron
a la situación internacional y a algunas de las principales economías nacionales.
Desde una perspectiva teórica y crítica del capitalismo se sostiene que las crisis
que periódicamente sufre el sistema social están íntimamente relacionadas con su
particular forma de desempeño. Un análisis del comportamiento de la economía
capitalista muestra cómo la misma presenta fuertes y permanentes fluctuaciones.
Constituye un dato empírico el hecho de que la producción de las economías
capitalistas está permanentemente sujeta a ciclos periódicos de prosperidad y
depresión. A los periodos de auge, que presentan una fuerte acumulación, importantes
aumentos de la inversión, crecimiento de la producción y del empleo, les siguen
periodos recesivos, detención de los procesos de acumulación, caída de la
producción, alta desocupación. Estas fuertes fluctuaciones han dado lugar a ciclos
económicos. Ahora bien, ¿cuáles son las causas de este comportamiento cíclico?
En el artículo sobre capitalismo (Lifszyc, 2008), se afirma que este sistema social
necesita de una permanente acumulación, de una permanente reproducción, y que
ello significa un constante proceso de ampliación de los mercados, tanto en materia
territorial como en la cantidad y tipo de mercancías que se producen. Es así como
mercados locales y dispersos se han ido transformando a través del tiempo en un
cada día más integrado mercado mundial. Asimismo, esa necesidad de una
acumulación continua lleva a un proceso tendencial que impulsa a convertir la mayoría Se agradecen los comentarios y sugerencias de los docentes integrantes de la cátedra Kogan – García
de la materia Introducción al Conocimiento de la Sociedad y el Estado, del CBC de la UBA. Los posibles
errores y omisiones son de responsabilidad del autor.
1
de los productos y servicios en mercancías. La producción capitalista extiende y
generaliza la producción de mercancías, convierte a todos los productos posibles en
mercancía. Hace que todos tomen dicha forma y, por esta vía, esto es decisivo para
entender algunas de las causas de las crisis, convierte a la venta de las mercancías en
una condición previa y fundamental para la reproducción.
La necesidad de acumulación y ampliación de los mercados, la continua
conversión de bienes y servicios en mercancías, la búsqueda por disminuir los costos
de producción y por hacer más productivo el trabajo, muestran que el objetivo básico
de la producción capitalista no es la satisfacción de las necesidades, sino la obtención
de ganancias o, dicho de otro modo, la valorización del capital. Las cantidades
producidas, su incremento o su reducción, no son dictadas por las necesidades del
consumo sino por la realización de un beneficio.
Este tipo de expansión característica de la sociedad capitalista produce una
separación entre la producción y el consumo, lo cual implica que la continuidad de la
producción esté sujeta a la venta de las cantidades producidas. A su vez, todo este
proceso de acumulación se realiza en un marco de relativa anarquía de la producción,
que elimina la relación directa entre producción y consumo con lo cual las
posibilidades de desequilibrios están siempre latentes. Es decir, que la posibilidad de
crisis brota ya de la vigencia de una producción no regulada, que elimina la relación
directa entre producción y consumo. Interpone entre la producción y el consumo la
condición de la obtención de una determinada tasa de beneficio.
Algunos análisis teóricos concluyen que dentro de la economía capitalista, las
mismas razones que conducen a la prosperidad y al auge son las que llevan consigo
la potencialidad de la próxima crisis.1 La tendencia a un aumento permanente de la
producción y el requisito de obtención de un determinado beneficio crean tensiones
que en ciertas circunstancias culminan en una situación de crisis general. Los ciclos
expansivos coinciden generalmente con salarios elevados, altos consumos masivos,
incremento del bienestar general, pero su continuidad puede llegar a afectar la tasa de
beneficio.
En la fase expansiva de estos ciclos, muchas empresas decidirán ampliar su
escala de producción, comprar un mayor volumen de materias primas y de insumos,
invertir en nuevas maquinarias para hacer más eficiente sus procesos productivos, con
más bienes a menor costo, y contratar una mayor cantidad de trabajadores. Un mayor
empleo de trabajadores significará que se pagarán más salarios en total, lo cual
1 “La crisis es el momento en que se verifica la reducción de la tasa de beneficio. Las mismas razones que
conducen a la prosperidad encierran en sí potencias que empeoran paulatinamente las condiciones de
explotación del capital.” Hilferding, Rudolf: El Capital Financiero. Ed. Tecnos, Madrid, 1973.
2
incrementará la demanda en alimentos, vestimentas, artefactos para el hogar y otros
bienes y servicios que forman parte del consumo de los trabajadores. Es probable
también que por estos aumentos en la demanda se produzcan incrementos en los
precios, lo que a su vez estimulará una mayor producción en ese tipo de bienes, con
las expectativas de obtener mayores beneficios. Pero no solamente habrá un aumento
en la demanda de los bienes de consumo de los asalariados, sino también se verá
incrementada la demanda de maquinarias y de equipos para la producción. Es decir, el
crecimiento se expande y muy particularmente para este último tipo de bienes que son
los que facilitan una mayor acumulación.
Si la necesidad del sistema es la permanente expansión ello se concreta
mediante la inversión en nuevas actividades y en el crecimiento de las existentes, y
ello significa una mayor demanda de bienes de producción. Pero por diferentes
razones, el ciclo expansivo se detiene, muy especialmente porque llega un momento
en que la generalización de la expansión de la producción hace que los mayores
volúmenes ya no puedan ser adquiridos, no hay ya demanda que los absorba, la
producción entonces se paraliza, se liquidan las existencias, se despiden trabajadores,
se reducen los salarios. Algunas fábricas cierran aumentando los niveles de
desocupación de la mano de obra. Los precios se derrumban y también los beneficios.
Cuando ya se hayan terminado las existencias, cuando los precios hayan descendido
a un mínimo, cuando la caída de los salarios comience a recomponer la tasa de
ganancia, será el momento en que la economía comience a recuperarse y se inicie
nuevamente otro ciclo expansivo.
Cabe la pregunta de si la crisis proviene simplemente por la falta de consumo,
porque no hay poder adquisitivo para absorber los continuos incrementos de la
producción. Expresa Marx al respecto: “Decir que las crisis provienen de la falta de un
consumo en condiciones de pagar, de la carencia de consumidores solventes, es
incurrir en una tautología cabal. El sistema capitalista no conoce otros tipos de
consumo que los que pueden pagar (…) Pero si se quiere dar a esta tautología una
apariencia de fundamentación profunda diciendo que la clase obrera recibe una parte
demasiado exigua de su propio producto y que por ende el mal se remediaría no bien
recibiera aquella una fracción mayor de dicho producto, no bien aumentara su salario,
pues, bastará con observar que invariablemente las crisis son preparadas por un
periodo en que el salario sube de manera general y la clase obrera obtiene realiter
(realmente) una porción mayor de la parte del producto anual destinada al consumo”.2
Si el consumo se pudiera ampliar a discreción podrían evitarse situaciones de
2 Marx, Carlos: El Capital, Siglo veintiuno editores, México, 2009. Tomo II, Vol. 5, pag 502.
3
sobreproducción, es decir, evitar situaciones en las cuales la demanda no puede
absorber los incrementos de la producción. Pero en la economía capitalista la
ampliación del consumo en algún momento significa reducción de la tasa de
beneficios, pues la ampliación del consumo de las grandes masas va unida al aumento
de los salarios y esto significa una disminución de los beneficios. Ello le pone un límite
a la ampliación del consumo y cuando esta característica se profundiza y generaliza
sobreviene la crisis.
Decíamos más arriba que la separación entre producción y consumo y la
necesidad de que la producción sea vendida para mantener la reproducción son
factores de perturbación en la economía capitalista. Las condiciones de producción y
las de distribución y comercialización no son las mismas. Las primeras están
determinadas por la capacidad de producción de la sociedad, alimentada, a su vez,
por la continua y permanente innovación en los métodos de producción y en el
aumento de la productividad del trabajo. Las segundas se encuentran limitadas por la
fuerza y el volumen de consumo de la sociedad, consumo que se asienta sobre la
base de relaciones antagónicas de distribución de la riqueza social. Ese continuo
desarrollo de los métodos de producción que se da en condiciones de una
desenfrenada competencia general por mantenerse en el mercado, lo cual exige una
permanente expansión productiva y ampliación de la escala de producción, entra en
conflicto con la limitación que impone una base estrecha del consumo social. Esa
estrechez y las restricciones que la distribución de la riqueza impone al consumo de
las grandes masas en comparación con la tendencia a la continua y permanente
expansión de la producción constituyen las causas fundamentales de toda crisis
capitalista.
La dinámica que presenta la acumulación y reproducción en el sistema
capitalista está impulsada por el espíritu de ganancia que mueve a la sociedad. Esa
dinámica se manifiesta en dos tipos de procesos. Por un lado, en una continua
búsqueda de nuevos métodos de producción que permitan una mayor generación de
excedente, de plusvalía como la denomina Marx, ya que ese excedente es la base de
la ganancia. Por otro lado, en la reducción permanente de los costos de producción de
los bienes que se suministran, con el objetivo de prevalecer en la dura batalla de la
competencia contra otros capitalistas. Pero esos dos procesos, que implican la
incorporación de nuevos métodos productivos y de una cada vez mayor tecnificación,
modifican la relación entre el capital que se invierte en medios de producción y en la
contratación de trabajadores. Es decir, que en este tipo de comportamiento del
sistema social, un número cada vez menor de trabajadores pone en acción un
volumen cada vez mayor de medios de producción. Esa menor proporción del trabajo
4
en relación al capital invertido socialmente lleva en el largo plazo a una reducción en la
tasa de beneficio, lo cual en determinadas situaciones puede llevar a la paralización de
la acumulación y a la generación de una crisis profunda.3
La economía capitalista ha recurrido históricamente a diversas formas de
corrimiento de los límites que su propia naturaleza y características le imponen. “La
producción capitalista tiende constantemente a superar estos límites que le son
inmanentes, pero solo lo consigue en virtud de medios que vuelven a alzar ante ellas
esos mismos límites, en escala aún más formidable.”4
El economista François Chesnais ha tratado de precisar cómo ha operado este
corrimiento de límites durante el proceso económico que precedió a la actual crisis.5
En primer lugar, este economista francés cita el amplio proceso de desregulación y de
liberalización de los flujos financieros, comerciales y de inversión que caracteriza a la
economía mundial desde la década del 80. Desregulación que significó el
desmantelamiento de los mecanismos e instituciones de control que se habían
establecido después de la segunda guerra mundial. En segundo lugar, cabe analizar la
enorme creación de nuevos instrumentos financieros destinados a ampliar la demanda
en los principales países de mayor desarrollo. Y en tercer lugar, la incorporación al
mercado mundial de países y empresas que no formaban parte del mismo o
participaban de una manera marginal.
Liberalización económica, financiera y comercial
A partir de la reunión de Bretton Woods y luego de la finalización de la segunda
guerra, la economía mundial se reorganizó sobre la base del funcionamiento de tres
instituciones rectoras: el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el
Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés); y de la
imposición por parte de EE.UU. del dólar como moneda mundial, en un sistema de
tipos de cambio fijos. En el ámbito de las economías nacionales se adoptaron
mayoritariamente los postulados de las ideas económicas keynesianas, disponiendo
un conjunto de regulaciones, particularmente en el sector financiero, con el propósito
de complementar el funcionamiento de los mercados con la acción estatal. Asimismo,
un estado más activo se convertía también, especialmente en los países europeos de
mayor desarrollo, en proveedor de una serie de bienes y servicios destinados a
3 Shaikh, Anwar: Valor, acumulación y crisis. Ensayos de economía política. Ediciones ryr. Buenos Aires,
2006.4 Marx, Carlos: El Capital, Siglo Veintiuno editores, México, 2011, Tomo III. Vol. 6, pag. 321.5 Chesnais, F.: “Como la crisis del 29, o más… Un nuevo contexto mundial”, Revista Herramienta,
Septiembre 2008.
5
satisfacer, por un lado, servicios sociales que tendían a ser de carácter universal y, por
otro, cierto tipo de necesidades económicas para apoyar la acumulación de capital,
como obras de infraestructura y provisión de bienes básicos, como los energéticos.
El surgimiento de este tipo de Estado, conocido como Estado de Bienestar
Keynesiano, implicaba también una especie de pacto entre los intereses del capital y
los del sector de los trabajadores, dentro del cual existía un compromiso, implícito o
explícito, a partir del cual las organizaciones sindicales y los partidos obreros no
cuestionaban las bases sobre las que se asentaba el sistema capitalista como tal y el
sector empresarial accedía a facilitar una distribución más equitativa del excedente
social y a una ampliación de los derechos laborales.
Este tipo de organización, tanto a nivel internacional como en el interior de los
países de mayor desarrollo perseguía varios objetivos en forma simultánea. La
armonización de las conductas comerciales mundiales pretendía evitar las situaciones
de guerra comercial que se habían vivido después del estallido de la crisis de 1930 y el
rol de las instituciones financieras de carácter internacional estaba reservado para la
atención de las situaciones de crisis que pudieran sufrir algunos países y evitar por
esa vía su generalización. Por su lado, las relaciones entre el Estado y la sociedad que
se derivaban del funcionamiento del Estado de Bienestar Keynesiano, significaban
también un freno a una posible radicalización de las posturas políticas de las
organizaciones que intentaban representar los intereses de los sectores más
postergados del sistema social, habida cuenta de la presencia de la Unión Soviética y
de otros países de economía socialista, que constituía, sin duda, una real
preocupación de los líderes de los principales países capitalistas más desarrollados.
Con estos esquemas de organización y regulación en los ámbitos internacional y
nacionales la economía mundial creció fuertemente desde fines de la segunda guerra
hasta entrada la década de 1970, en un ciclo que se dio en llamar la “edad de oro” del
capitalismo. Aunque cabe aclarar que dicho crecimiento no fue parejo y que no se
expandió de igual manera hacia los países dependientes y de menor desarrollo.
El ciclo expansivo de la economía mundial comienza a agotarse en los primeros
años de la década del ´70 del siglo pasado, situación que coincide con los fuertes
incrementos en los precios del petróleo.
La situación de crisis desatada en esos años estimuló el cuestionamiento a la
aplicación de las políticas keynesianas y del Estado de bienestar, que desde el campo
académico se trasladó al mundo empresarial y a la dirigencia política. Desde las viejas
ideas liberales y desde las nuevas concepciones neoliberales se impulsó la apertura
comercial y financiera con el objetivo de la creación de nuevos espacios para las
inversiones y como forma de recuperación de los beneficios empresarios.
6
El aumento del precio del petróleo en 1973 produjo un notable incremento en la
liquidez internacional que se canalizó a través de la banca privada, sin ningún tipo de
control por parte de las instituciones financieras internacionales en montos que
superaron rápidamente los flujos que estas manejaban. En el plano comercial, la
creación de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en reemplazo del GATT,
significó no sólo el levantamiento de restricciones al comercio internacional sobre la
mayoría de los bienes y servicios tranzados, sino también la imposición de fuertes
limitaciones en el grado de libertad de los estados nacionales en la regulación de un
amplio conjunto de actividades económicas.
En lo que hace a las relaciones laborales, se trató de contrarrestar el terreno
ganado por los trabajadores tanto en la esfera de las conquistas de nuevos derechos
como en el crecimiento del poder adquisitivo de los salarios que estaba ligado a los
incrementos en la productividad. Se impusieron condiciones más duras de trabajo, se
estancó el aumento del salario real, se erosionaron los sistemas de protección social a
través de la reducción del gasto social del estado.
Los procesos de liberalización del comercio, de las inversiones y de las finanzas,
junto con las reestructuraciones impulsadas en el plano de las relaciones laborales
tuvieron como objetivo central la recomposición de las ganancias empresarias. Los
grandes capitales adquirieron plena libertad de movimiento que les permitió trasladar
sus “negocios” (plantas productivas, capitales líquidos, inversiones financieras) hacia
aquellas zonas que les garantizaran un mayor beneficio.
Este proceso de liberalización creciente amplió los límites del mercado mundial,
con la incorporación de nuevos países, que ahora se presentan en un doble carácter:
por un lado, como receptores de inversiones, pero también, por otro lado, y a partir de
su crecimiento y consolidación, como nuevos competidores en el ámbito internacional.
Ello significa una exacerbación de la competencia a escala mundial, no solo la
tradicional entre los propios países desarrollados, y entre estos y los países
subdesarrollados, sino que aparecen nuevos actores en los nuevos países (China,
India, Rusia) con capacidad de integrarse como socios de los grandes grupos
oligopólicos tradicionales.
La creación de nuevos instrumentos financieros
Un segundo aspecto en el desarrollo previo al estallido de la crisis es que la mayoría
de los países, particularmente EE.UU., recurrieron a la creación de formas crediticias
para ampliar la demanda, en algunos casos con mecanismos de alta sofisticación.
Desde finales de los noventa y a lo largo de lo que va del siglo XXI se extendió de
7
manera extraordinaria el crédito en todas sus formas: a empresas, a las familias,
créditos para el consumo y, sobre todo, créditos hipotecarios. Este proceso es lo que
fue generando las condiciones para la gestación de la crisis financiera que se
presentaría luego con toda su crudeza. Algunas cifras muestran con claridad el
incremento del endeudamiento, tanto empresario como por parte de los hogares y,
paralelamente, el desestímulo al ahorro tanto privado como público. Digamos de paso
que ello fue conformando patrones de consumo, y de “consumismo”, altamente
agresivo con la naturaleza y el medio ambiente. En los EE.UU., el índice de ahorro
personal cayó de 9% en los años 80, a 5% en los 90 y a 0,6% entre 2005 y 2007. Está
claro que la deuda familiar creció más rápido que los ingresos. Pero las propiedades y
las acciones se valorizaban más que las deudas, lo que estimulaba la continuidad de
un supuesto “círculo virtuoso”. La base monetaria6 norteamericana tuvo una continua
expansión desde los U$S 231.5 billones a principios de los 90 a los U$S 1.182.5
billones al 31/12/2008. De esta manera el total de préstamos en EE.UU. llegó a
representar el 100% del PBI.7
Indice de Ahorro Personal en EE.UU. - En %
0
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
1980 1990 2005/2007
%
6 Base monetaria es un concepto que comprende los billetes y moneda en circulación en un país más los
depósitos a la vista, básicamente en cuenta corriente y caja de ahorro. Refleja los recursos monetarios de
inmediata disponibilidad.7 Rovelli, Horacio: “Una visión sobre la crisis económica internacional”. Mimeo
8
Fuente: Rovelli, Horacio: “Una visión sobre la crisis económica internacional”
Para que este proceso se concretara fue necesario desmontar los mecanismos
de regulación que en la actividad financiera se habían implementado después de la
crisis de los años ’30. El desarrollo y las consecuencias de esta crisis llevaron a
considerar al sistema financiero como altamente inestable y posible causante de
perturbaciones. Fue así como en los EE.UU. se impusieron límites máximos a las
tasas de interés, se estableció un régimen amplio de garantía sobre los depósitos y se
restringió la presencia geográfica de filiales de las instituciones bancarias. Los
diferentes servicios financieros debían ser prestados por diferentes tipos de entidades.
Asimismo, la presencia del Estado en la actividad financiera no solo se expresaba en
las fuertes regulaciones emanadas de la Reserva Federal (Banco Central en los
EE.UU.) sino también por la presencia de entidades específicas como la Federal
National Mortgage Association, más conocida como Fannie Mae cuya actividad estaba
destinada a garantizar y subsidiar hipotecas sobre inmuebles para uso residencial.8
A partir de la década del ´80 las necesidades de expansión del sistema
financiero y de colocación de sus fondos comenzaron a presionar para la liberalización
de estos rígidos esquemas regulatorios. Las instituciones bancarias explotaron la
posibilidad de operar sobre zonas grises no contempladas por la regulación, para
luego lograr modificaciones sustanciales en la normativa que les permitieron
gradualmente, entre otras operaciones, ofrecer paquetes de productos multiservicios,
operar en diferentes mercados, conformar conglomerados financieros con diferentes
tipos de entidades, presentar innovaciones y crear nuevas empresas financieras que
no estaban alcanzadas por las normas regulatorias. En este proceso, la innovación y
ampliación de las operaciones financieras de las entidades y la desregulación de las
normas se alimentaban mutuamente. Puede afirmarse al respecto que se produjo, en
definitiva, una sustitución, aunque parcial, de la regulación pública por formas
mercantiles de autorregulación, en especial por el papel que se le concedió a
auditorías y empresas calificadoras de riesgos. Esta última fue una manera de permitir
a los bancos establecer su propia forma de evaluar los riesgos de sus operaciones.9
Estas razones de fondo, estructurales y de largo plazo, en el funcionamiento del
sistema financiero se asociaron a comienzos del siglo XXI con bajas significativas en
las tasas de interés, especialmente entre los años 2001 y 2006, que agudizaron por
parte de las entidades financieras la búsqueda de nuevos y más rentables negocios.
8 Bleger, Leonardo: “Innovación, desregulación y burbujas en la crisis financiera actual”, en Crisis Global:
una mirada desde el sur. Capital Intelectual, Buenos Aires, 2009.9 Recio Andreu, Albert: “La crisis del neoliberalismo”, Revista de Economía Crítica Nº 7, primer trimestre
2009.
9
Uno de los rubros más desarrollados en esa búsqueda fueron los créditos
hipotecarios, especialmente para financiar la compra de viviendas de tipo residencial.
Las hipotecas presentan, por un lado, un aspecto de mayor seguridad en el recupero
por parte de las entidades financieras al tratarse de préstamos que tienen una garantía
real, el propio bien adquirido. Pero, por otro lado, presentan un aspecto que puede
complicar la operatoria financiera al tratarse de créditos a largo plazo, a veinte, treinta
o más años, con lo cual ese recupero es lento. Por ello, la mayoría de las empresas
que encararon este tipo de negocios procedieron luego a la titularización o
securitización de los títulos hipotecarios, es decir, a la utilización (o la venta) de las
hipotecas como garantía de otras operaciones financieras de corto plazo. Ello permitió
crear diferentes productos y paquetes financieros en función de los riesgos y
calificaciones que requerían los diferentes inversores. Pero la continua extensión de
este tipo de operaciones llevó al otorgamiento de préstamos a sectores de dudosa
capacidad de devolución. Algunos analistas han denominado, con humor, a estos
últimos como créditos NINJAS, porque se otorgaron a tomadores que tenían bajos
ingresos, empleos precarios y ningún respaldo patrimonial.10 Más técnicamente este
tipo de hipotecas se denominan subprime, o de segunda línea.
Se recurrió a una práctica que intentaba disminuir riesgos mediante la creación
de seguros que, supuestamente, cubrían la falta de pago. Ese objetivo tuvo la emisión
de coberturas de riesgos crediticios (Credit Default Swaps, CDS). Los CDS fueron
motivo de una frenética especulación, cuando empezaron a comercializarse y en
algunos casos se emitieron por mayor cantidad de los créditos que intentaban
respaldar. Para el objetivo de este trabajo no es necesario adentrarse en el conjunto
de instrumentos financieros que se crearon, pero sí resulta importante destacar que
entre las nuevas instituciones, las subsidiarias de bancos y las innovaciones en la
operatoria se conformó un verdadero y enorme sistema bancario “en las sombras" con
poco respaldo patrimonial y escaso control y supervisión desde las instituciones
regulatorias. Cabe mencionar también que la expansión de los créditos hipotecarios
creó una burbuja inmobiliaria aumentando los precios de las viviendas en forma
significativa.11
10 NINJAS por sus siglas en inglés: non income, non job, non asset.11 Un elemento no menor en la expansión del sistema en las sombras fue la forma de remuneración a los
altos ejecutivos de las entidades, basada en premios y comisiones derivados de los nuevos negocios que
se encaraban, la cual estimuló la toma de altos riesgos y la corrupción. El Presidente de la Comisión
investigadora de la quiebra de Lehman Brothers del Congreso de EE.UU. le mostró al Presidente de ese
banco que había cobrado en los últimos años 500 millones de dólares. Además, que se había cubierto,
por si lo despedían, con un “paracaídas” de oro, una cláusula en su contrato que en ese caso obligaba a
la empresa a pagarle 65 millones de dólares. Su remuneración era 2000 veces el salario mínimo (8,25 la
10
La generalización y extensión crediticia a familias, empresas y estados comenzó
a dar un vuelco en sus posibilidades de recuperación en los primeros meses del año
2007 cuando se evidenció que la falta de pago de las hipotecas subprime crecía
fuertemente y que ello afectaba a las entidades que se habían especializado en este
tipo de operaciones. Pero estas entidades estaban vinculadas a los grandes bancos,
por lo que estos también sufrieron las consecuencias. Además, la operatoria financiera
había tomado un rumbo en el cual se comercializaban paquetes de productos con
diferentes grados de riesgos cuyos contenidos no eran de fácil diferenciación, con lo
cual la crisis inicial de las hipotecas subprime se extendió al conjunto del sistema. La
globalización financiera, a su vez, extendió la crisis desde el sistema financiero de
EE.UU. al conjunto del sistema internacional, perjudicando especialmente a aquellos
países que se habían especializado en los créditos hipotecarios, como los casos de
España e Irlanda.
Una mayor capacidad de producción mundial
Como un tercer elemento cabe mencionar la incorporación al sistema capitalista
mundial de un conjunto de países que no tenían esa característica en el pasado o que
su grado de desarrollo no tenía influencia de consideración en el ámbito internacional.
Nos estamos refiriendo a los casos de las economías de los ex países socialistas, a la
India y, principalmente, a la economía china. Esta última es hoy productora y
exportadora de un volumen altamente significativo a nivel mundial de bienes de
consumo, abasteciendo de ellos particularmente a EE.UU. Es más, hay analistas
económicos que hablan de un verdadero traslado desde EE.UU. a China de este tipo
de industrias productoras de bienes de consumo, una consecuencia directa del
movimiento masivo de “deslocalización” o “redespliegue” de la producción de las
mayores empresas estadounidenses y también japonesas.
Ello mucho tendría que ver con el grueso de los crecientes déficits comercial y
fiscal de EE.UU. Es decir, lo que antes se producía internamente hoy se importa desde
el país asiático. A su vez, el superávit comercial chino se transforma en acumulación
de reservas (en dólares), luego en préstamos a los EE.UU. en la forma de compra de
bonos del Tesoro y en la inversión en empresas norteamericanas. Por estas razones y
por ciertos procesos internos, la economía china ha desarrollado una capacidad de
producción que se torna muy problemática en las actuales condiciones de reversión
hora) que ganaban amplios sectores de trabajadores (Ver Kliksberg, Bernardo: “¿Por qué la actual crisis
económica mundial?”; en ¿Cómo enfrentar la pobreza y la desigualdad? Suplemento especial de Página
12, 9/10/2012)
11
del ciclo económico y que puede afectar seriamente a países con los que tiene fuertes
vinculaciones comerciales.
Cabe señalar también que en la mayoría de los países desarrollados, muy
especialmente en los casos de EE.UU y de Reino Unido, hubo un aumento sin
precedentes en la explotación de la fuerza de trabajo, a través de la reducción del
crecimiento de los salarios en relación a la productividad. El estancamiento en la
evolución salarial unido a la baja significativa de la tasa de interés se tradujo en un
importante incremento de las ganancias empresarias. La caída de la tasa de interés
desató una fiebre crediticia y el peso de la deuda sectorial creció en forma dramática.
Ante la reducción salarial, muchos hogares de asalariados fueron tentados con
facilidades crediticias por la creación de nuevos instrumentos y bajos intereses, lo que
a su vez permitió mantener altos los niveles de consumo. La relación entre deuda e
ingresos de los hogares creció de manera desorbitada en la década de los ´80.12
Este nuevo escenario internacional, con la incorporación de otros países como
competidores en la disputa por los mercados y por la recepción de inversiones
significa diferentes alineamientos en los planos económicos y políticos, por un lado, y
una marcada tendencia hacia situaciones de sobreproducción latente y de exacerbada
competencia, por otro.
La responsabilidad de las políticas del neoliberalismo
El proceso de liberalización de la economía mundial fue respaldado ideológicamente
por el llamado neoliberalismo, que ha sostenido la idea principal de que el mercado
por sí mismo constituye la mejor herramienta para el fomento de la inversión y la mejor
asignación de los recursos económicos.
Distintos autores y protagonistas en la escena internacional le han adjudicado a
las ideas neoliberales esta responsabilidad. Entre ellos podemos citar a un economista
autodefinido como “centrista” y “ecléctico”, Paul Samuelson, premio Nóbel de
economía 1970, quien sostuvo que “los sistemas de mercado no regulados tarde o
temprano se suicidan”, agregando que “en el fondo de esta hecatombe financiera, la
peor de todas, está el capitalismo liberal de laissez faire de Milton Friedman y Friedrich
von Hayek, que tuvo rienda suelta sin ningún tipo de regulación. Fue la raíz de todos
los males de hoy.” 13
Un funcionario internacional, el entonces Director General de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), Juan Somalia expresó una dura crítica en torno a las
12 Ver Shaikh, Anwar: “La primera depresión del siglo XXI”, en www.sinpermiso.info13 Clarín,19/10/2008 suplemento ieco.
12
causas que desembocaron en la crisis mundial: “la política económica dominante no
tuvo en cuenta, básicamente, los valores fundamentales de la OIT”. “Se sobrevaloró la
capacidad del mercado para autorregular la economía, se infravaloró el papel del
Estado y se devaluó el respeto a la dignidad en el trabajo y de los servicio sociales”. 14
Es que el hecho de que el neoliberalismo planteara exageradamente como
objetivo primordial la lucha contra la inflación había distraído la atención de la cuestión,
más fundamental, de la estabilidad financiera.
El retorno del carácter cada vez más intervencionista del Estado en la economía,
la reaparición del pensamiento marxista en las explicaciones de los límites de
expansión del capitalismo y en la naturaleza de sus crisis y el auge de las ideas
keynesianas para poner límites a las consecuencias negativas de la recesión y la
depresión y estimular el diseño de políticas activas para lograr la reversión del ciclo
económico, son hoy indicadores elocuentes del retroceso de las ideas neoliberales.
El desempleo en el mundo - Millones de personas
150
155
160
165
170
175
180
185
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195
200
205
2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012
Fuente: Organización Internacional del Trabajo
14 www.lanacion.com.ar Nota del 03/06/2009
13
Sin embargo, las políticas anticrisis que se están implementando, muy especialmente
en los países europeos, parecieran transitar todavía un camino intermedio, influidas
aún por viejos prejuicios monetaristas y por la presión de los diversos intereses
económicos en juego, provenientes tanto de los negocios en decadencia como de
aquellos sectores menos afectados por la crisis que ven la oportunidad de acrecentar
su poder. En todas las crisis se acelera la concentración y centralización del capital,
las empresas más sólidas o menos afectadas por la situación crítica adquieren a
precios bajos las compañías más chicas o más afectadas. Generalmente, en estas
ocasiones la política estatal facilita dichas operaciones. En tal sentido, puede
observase que hasta ahora, mayoritariamente, el salvataje puesto en marcha, primero
por la administración Bush y luego por Obama, en los EE.UU. y las limitadas medidas
instrumentadas en la Unión Europea, parecieran estar destinados, mayormente, al
rescate del sistema financiero y de sus instituciones en virtual quiebra.
Una crisis de larga duración
La crisis actual debe necesariamente mirarse como un proceso, como un proceso
histórico, que no solo tiene que ver con el estallido financiero en un determinado
momento (la caída de la banca Lehman Brothers) sino con un conjunto de
determinantes que involucran causas, formas de desarrollo, desenlaces y posibles
salidas. Tal proceso es el que operó durante la crisis internacional de 1929. El llamado
jueves negro del 24 de octubre de dicho año marcó un punto crucial, pero fue
resultado de procesos anteriores y con graves consecuencias posteriores. La bolsa de
Nueva York no se desplomó simplemente por una cuestión especulativa, sino porque
los inversores comenzaron a visualizar que los valores de las acciones y sus
promesas de rendimiento de fuertes dividendos no se correspondían con los
indicadores que había comenzado a mostrar la economía estadounidense. Es decir,
que el débil y frágil estado de la economía en 1929 es lo que allanó el camino para
que el derrumbe de los mercados bursátiles desembocara en un colapso económico.
La crisis se profundizó entre 1929 y 1933 frente a la inacción del gobierno del
Presidente Hoover, cuando prevalecía la idea liberal de que la economía capitalista
ajustaba casi automáticamente y que pasado el vendaval bursátil todo volvería a la
normalidad. Es lo que se estimaba había ocurrido en el transcurso de anteriores crisis.
Recién a partir de 1933 con la aplicación del programa conocido como New Deal
(nuevo trato) desarrollado por el Presidente Roosevelt la economía estadounidense
comienza a recuperarse. Pero la implementación completa de ese programa demandó
siete años. El ya citado Paul Samuelson se pregunta:
14
“¿Cómo hicieron el benévolo presidente Roosevelt y el pérfido Adolfo Hitler para casi
restablecer el pleno empleo seis largos años después de 1933? ¡La respuesta es ni más
ni menos que con un enorme gasto presupuestario deficitario que hizo subir las deudas
públicas!”15
La diferencia obvia es que en el caso del presidente norteamericano fue con un plan
basado en la realización de obras públicas y en el caso de Hitler en el armamentismo.
De todos modos, cabe puntualizar que la actividad económica a nivel mundial
solamente se recuperó plenamente con los preparativos de guerra. Al respecto, el
economista estadounidense Paul Krugman, premio Nobel de economía 2008, ha
señalado con aguda ironía:
“Si quieren ver qué hace falta para sacar a la economía de la trampa de las deudas,
miren el programa de obras públicas, conocido también con el nombre de Segunda
Guerra Mundial”.16
Cabe recordar al respecto que varios países aumentaron dramáticamente el empleo a
través de la guerra. Porque, entre otras cosas, una guerra implica una poderosa
movilización social que puede ser muy efectiva y exitosa para sacar a una economía
de la recesión.
Pero, en definitiva, lo que se quiere decir es que la economía mundial demoró
años en recuperar sus indicadores anteriores a la crisis y que en el caso de los EE.UU.
tardó diez años en volver a los niveles de actividad y de empleo previos a la gran
depresión de 1929/1930. Y que en la actual situación de crisis en los cinco años
transcurridos desde finales del año 2007 hasta la actualidad (año 2013) no se observa
en la evolución que está teniendo su desenvolvimiento una forma de salida rápida y
sin significativos costos en materia económica, política y social. Por el contrario, tal
como se expresa en el apartado siguiente las medidas tomadas por los principales
países desarrollados pareciera dirigirse mayormente hacia el salvataje de las
instituciones financieras, la recuperación de los beneficios empresariales y la
desarticulación de valiosos instrumentos que caracterizaron al estado de bienestar en
los países europeos.
15 Clarín 19/10/2008 suplemento Ieco.16 Clarín, 17/2/2009
15
Las políticas para salir de la crisis
Así como existen diferentes explicaciones teóricas sobre las causas de las crisis
económicas, también existen distintas concepciones acerca de las políticas a
instrumentar para superar los efectos e impactos de las crisis. Esas diferentes
concepciones pueden visualizarse hoy en la aplicación de políticas en distintos países
del mundo, donde se impulsan medidas diversas de política económica para hacer
frente a las principales consecuencias de la crisis. Las medidas adoptadas difieren en
función de las ideas predominantes desde las cuales se adoptan, de las alianzas
sociales que sostienen los gobiernos que las aplican y de la existencia o no de
mecanismos estabilizadores frente a situaciones de recesión. Cuando hablamos de
esto último, es decir, de la existencia de mecanismos de estabilización, nos estamos
refiriendo a sistemas de ayuda y solidaridad social frente a una recesión económica,
como son los seguros de desempleo y otras medidas fiscales destinadas a favorecer a
los sectores más débiles y atender a quienes sufren la pérdida del empleo. Pero estos
mecanismos han sido concebidos para los momentos de estancamiento o de caída de
la actividad económica. Cuando la crisis es general, como en la situación actual, esos
mecanismos son insuficientes y los Estados deben requerir de otras herramientas
complementarias.
En términos esquemáticos, podemos hablar de tres tipos de políticas que se
están impulsando para enfrentar la crisis. En primer lugar, las políticas ortodoxas, con
sus postulados de “austeridad”, equivalentes a la adopción de mecanismos de ajuste
fiscal, esto es, reducción del gasto social, de las asignaciones a la educación, a la
salud, a la seguridad social. Es lo que se impulsa hoy desde quienes conducen la
política económica de los países que integran la Unión Europea, son las políticas que
se han impuesto en Grecia, en España, en Italia, en Irlanda, en Portugal. Son también
las políticas que se están adoptando en el Reino Unido. Es que desde las
concepciones ortodoxas se interpreta que el origen de la crisis está dado por el exceso
de gasto estatal, que llevó a la toma de deudas, fruto de la irresponsabilidad fiscal de
los gobiernos de los países más débiles. Tanto el marco normativo e institucional
vigente en la Unión Europea como cierto tipo de condicionantes históricos, facilitan la
aplicación de este tipo de políticas. El tratado de Maastricht fija un tope máximo para el
déficit público del 3%. Por ello las presiones desde la Comisión Europea, del Banco
Central Europeo y del Fondo Monetario Internacional sobre aquellos países que tienen
niveles mayores de déficit. Por otra parte, Europa carga con la “mochila” de la
hiperinflación alemana de los años 1920, consecuencia del déficit fiscal, con su
secuela devastadora en materia social, económica y política, lo que en cierto sentido le
16
pone un límite adicional a las opciones de política fiscal. Pero además, pareciera que
detrás de este ideario estuvieran presentes, en realidad, intereses concretos de
sectores económicos y de estados, ya que el recorte de gastos estatales tiene por
objeto liberar recursos para destinarlos al pago de los compromisos financieros
externos y los principales acreedores de los países más afectados son bancos de
origen alemán y francés.
También Estados europeos, aunque con ciertas limitaciones, han salido al
rescate de las entidades financieras. En Inglaterra, se ha estimado recientemente que
la ayuda brindada por el Banco de Inglaterra para evitar la quiebra del Northern Rock,
una entidad gravemente afectada por la crisis de las hipotecas, insumió alrededor de
2.000 millones de libras esterlinas (equivalente a 2.500 millones de euros y alrededor
de 3.300 millones de dólares)
La política anticrisis llevada adelante por los EE.UU. muestra ciertas diferencias.
El gobierno norteamericano, tanto en la gestión Bush como en la gestión de Obama ha
movilizado vastos recursos para rescatar a las instituciones financieras y salvar a
bancos y empresas de la quiebra, especialmente luego de la caída de Lehman
Brothers.
No deja de resultar paradójico que desde el sector financiero se hayan
impulsado las medidas más extremas para liberalizar sus actividades y luego, en
situaciones de grave crisis, se apele al accionar del Estado para solventar sus
pérdidas. En primer lugar, hubo una política por parte de la Reserva Federal de
impulsar bajas en las tasas de interés como forma de aliviar la situación de los
deudores y también de estimular el crédito para inversiones y evitar así que la crisis
financiera se trasladara a las actividades productivas con sus consecuencias de
recesión y desempleo. En segundo lugar, se reforzaron las garantías de los depósitos
en los bancos comerciales para evitar una corrida de los depositantes que de los
100.000 dólares que había sido fijada después de la crisis de 1930 se elevó a 250.000
dólares. En tercer lugar, se destinaron fondos públicos para solventar las situaciones
más críticas de algunas entidades, para facilitar la capitalización y en ciertos casos
para proceder a su nacionalización (total o parcial). De estas medidas, la más
trascendental fue el programa de resolución de dificultades patrimoniales (TARP, por
sus siglas en inglés) por U$S 700.000 millones. Pero también se destinaron 85.000
millones de dólares para el rescate de la aseguradora AIG, U$S 200.000 para el
17
salvataje de Freddie Mac y Fannie Mae17 y U$S 250.000 para la capitalización de
bancos.
Detrás de este tipo de decisiones, sobre todo en el caso del gobierno de Obama,
está la tradición del keynesianismo de estimular al sector privado para que el aumento
de los beneficios fomente la creación de empleos. Pero el resultado ha sido pobre,
tanto en relación con el crecimiento de la actividad productiva como en el descenso de
la tasa de desocupación. El dinero no fue utilizado para incrementar las inversiones,
sino que en el caso de los bancos se usó para cubrir sus activos “tóxicos” y en las
industrias para saldar parte de sus deudas. La experiencia histórica demuestra que en
momentos de depresión económica la disponibilidad de crédito no es suficiente. Son
fundamentales las políticas de demanda, es decir, aquellas medidas mediante las
cuales el Estado busca compensar a través del gasto público la deprimida demanda
de las empresas.
La tercera alternativa de política es la utilización del gasto público con el
propósito de crear empleo en forma directa, de proveer ayuda a los sectores más
afectados por la crisis y de impulsar obras de infraestructura para mejorar la
competitividad de la economía nacional. De esta manera, se genera una demanda
efectiva que beneficia también a los sectores empresarios privados que proveen ese
tipo de bienes y servicios. Esta es la política llevada adelante por países emergentes
como la Argentina y otros países latinoamericanos, así como también por China e
India.
Cabe acotar que las políticas que se aplican para enfrentar la crisis no son
neutrales en términos de los sectores sociales que pueden beneficiar o perjudicar. Así
como las condiciones de crisis son altamente perjudiciales para el sector de los
trabajadores debido al incremento de la desocupación, a la pérdida salarial tanto en
términos directos como en materia de beneficios sociales (salario indirecto) y en las
dificultades que se plantean para las negociaciones de las remuneraciones y de las
condiciones laborales; también las políticas para enfrentarlas muchas veces son
usadas para lograr un mayor disciplinamiento de la clase trabajadora. La ola neoliberal
de los años ´80 y ´90 no pudo quebrar las características básicas del estado de
bienestar europeo. Fueron efectivas en los procesos de desregulación económica y de
privatización de las empresas públicas, pero no tanto en la tarea de desmontar los
instrumentos en los que se apoyaba el pacto entre el capital y el trabajo después de la
17 Fannie Mae y Freddie Mac son creaciones fonéticas a partir de las siglas de las instituciones: Federal
Nacional Mortgage Association, (Asociación Federal Nacional Hipotecaria) y Federal Home Loan
Mortgage Corporation (Corporación Federal de Préstamos Hipotecarios). Ambas se crearon con el fin de
conceder préstamos hipotecarios y estaban garantizadas por el gobierno de Estados Unidos.
18
segunda guerra mundial. Pero hoy las políticas de ajuste que se impulsan y que se
instrumentan afectan ya el corazón del Estado de bienestar.
El impacto de la crisis sobre la economía argentina y las respuestas gubernamentales
En el momento del estallido de la crisis, la economía argentina presentaba una base
mucho más sólida en relación con otras situaciones críticas anteriores: importantes
tasas de crecimiento de su producto interno, un presupuesto público con superávit, un
balance de pagos superavitario, acumulación de reservas internacionales, menor nivel
de endeudamiento. A esta situación cabe agregar el incremento en la masa salarial,
producto del aumento del empleo y de la recuperación de los salarios, las políticas de
mejoras en la distribución del ingreso y de transferencia hacia sectores de bajos
ingresos que consolidaron el mercado interno, que fue fundamental a la hora de
enfrentar los efectos más duros de la crisis internacional. Todo ello le dio a la
Argentina un importante margen de maniobra para la adopción de políticas anticíclicas.
En un país como la Argentina, de desarrollo intermedio, pero con una fuerte
presencia de empresas transnacionales en áreas claves de la economía nacional, las
crisis que afectan a la economía mundial pueden repercutir, principalmente, a través
de dos mecanismos, por el lado financiero y por el lado comercial.
En lo que respecta al primer aspecto, la crisis financiera mundial produjo una
contracción de los flujos de capitales a nivel internacional, lo cual afectó el
financiamiento de algunas economías de menor desarrollo. A su vez, el incremento de
la incertidumbre que causa una crisis y los inconvenientes sufridos por las empresas
transnacionales en sus países de origen y ciertas conductas de prevención determinan
una salida de capitales desde los países de menor desarrollo donde operan las filiales
de esas empresas. En estos casos, no siempre se tienen en cuenta la situación propia
de las filiales, sino que prima el análisis global de los negocios empresarios y, en la
situación particular de esta crisis, las dificultades de las casas matrices. También es
probable que en los inversores y ahorristas se difundan conductas y actitudes que
fomenten una tendencia hacia la dolarización de sus activos y, por consiguiente, que
se produzca una caída en los depósitos bancarios. Esos comportamientos y
expectativas generan, por un lado, una caída de las reservas internacionales y por
otro, fuertes presiones internacionales y locales de devaluación de la moneda.
En materia financiera, la Argentina ya había tenido su crisis a fines del año 2001
con la caída de la convertibilidad y el default de su deuda externa. La reestructuración
de los compromisos externos con una quita importante, de alrededor del 65%, casi
19
excepcional a nivel internacional, significó un alivio de consideración sobre las
variables económicas internas. Ello puede observarse en la evolución de la relación
entre los compromisos externos y el PBI. Mientras dicho indicador se situaba en el
164.3% en el año 2002, en el año 2009 había descendido al 48,8% y en 2012 se
situaba en el 41,5%.
Esto quiere decir que en el presente el peso del pago de los intereses y
amortizaciones de capital de la deuda externa no es un condicionante para el
crecimiento de la economía nacional. Al mismo tiempo, la reestructuración practicada
ha implicado también un cambio significativo en lo que hace a las monedas en que se
han contraído las deudas, ya que mientras que a fines de 2001 la casi totalidad del
endeudamiento estaba nominado en moneda extranjera, en el año 2012 el 39% del
mismo está en pesos, lo que significa un fortalecimiento tanto de la economía como de
la moneda nacional, como así también una menor exposición financiera a las posibles
variaciones del tipo de cambio.
Además, el crecimiento económico sostenido desde el año 2003 en adelante ha
implicado también el fortalecimiento del conjunto del sector financiero argentino.
Digamos de paso que uno de los inconvenientes históricos de la economía argentina
ha sido el insuficiente desarrollo de este sector. Y que esa “debilidad” en una situación
crítica que afecta al sector financiero se transforma en una ventaja. Lo cierto es que en
la Argentina no se vivieron circunstancias que llevaran al cierre de entidades y ni
siquiera a la asistencia de estas por parte de la autoridad monetaria.
Dentro del programa económico que lleva adelante el gobierno nacional ha sido
la movilización del ahorro interno lo que mayormente posibilitó el crecimiento de la
economía argentina en los últimos años y poca la contribución del ahorro externo.
También en este aspecto influyó el hecho de que el gobierno nacional impuso
restricciones a los movimientos de capitales de corto plazo, que suelen crear serios
problemas cuando en situaciones críticas se producen rápidas y cuantiosas salidas.
Sostenibilidad de la deuda externa
- En % del PBI -
Año Deuda Pública Bruta Deuda Pública Externa
2002 164.3 95.3
2003 138.7 79.2
20
2004 127.3 74.3
2005 73.9 34.8
2006 64.0 26.3
2007 56.1 24.1
2008 48.8 18.6
2009 48.8 18.2
2010 45.3 16.9
2011 41.8 14.2
2012 41.5 14.1
Fuente: Ministerio de Economía y Finanzas Públicas. Oficina Nacional de Crédito Público
A pesar de ello la salida de capitales desde Argentina ha sido importante desde el
estallido de la crisis internacional, aunque cabe reconocer que ese hecho se juntó con
disputas y diferencias internas acerca del programa económico gubernamental que
acrecentaron la “fuga” de capitales. La remisión de utilidades y dividendos al exterior
entre los cuatro años que van desde el 2008 al 2011 totalizaron casi 32.000 millones
de dólares, un promedio de U$S 8.000 millones por año, significativamente más alto a
lo acontecido en años anteriores. Mientras que las estimaciones sobre la salidas de
divisas, lo que comprende tanto el giro de capitales al exterior como el atesoramiento
que realiza parte de la población alcanzó entre el año 2007 y el 2011 un monto
cercano a los U$S 80.000 millones.18
Por el lado comercial la crisis mundial ha producido una contracción notable en las
importaciones por parte de los países de mayor desarrollo. En el caso de algunas
economías de menor desarrollo también ha sido importante la caída del envío de
remesas por parte de grupos emigrados. Datos?
18 La fuga de capitales comprende la compra de dólares o de otras monedas extranjeras por parte de
empresas o de particulares. Son capitales que salen del sistema económico local, se envían al exterior o
se atesoran en una caja de seguridad bancaria o “debajo del colchón en el hogar”.
21
En este plano, la Argentina tiene hoy una particularidad que la expone un poco menos
a la crisis de los países con mayor desarrollo. Es que en los últimos años se ha
producido una reorientación comercial de nuestro país, muy especialmente del destino
de sus exportaciones. En la actualidad, tomando los datos de las exportaciones del
año 2011, las ventas realizadas a los países de la ALADI19 constituyen el 40% de las
exportaciones totales. La mitad de ese volumen se exporta al Brasil (20.6% de las
exportaciones totales) y alrededor de un 8% del total se dirige a China. Es decir, que
más del 50% de las exportaciones argentinas en la actualidad tienen como destino
países de los denominados emergentes, algunos de los cuales han tenido en los
últimos años (y décadas, diríamos) un alto crecimiento económico y se perfilan hacia
el futuro como grandes actores en la economía mundial. Paralelamente se ha
registrado una disminución en el destino de las exportaciones hacia los países con
mayor desarrollo, caso EE.UU. (5.1%) y la Unión Europea (16.9%).
También se han producido cambios, aunque en menor medida, en la
composición de las exportaciones. Como consecuencia de las políticas de fomento a
las exportaciones industriales y del mantenimiento de un tipo de cambio competitivo, y
a pesar del fuerte incremento de los precios internacionales de los productos
primarios, hubo un crecimiento de las exportaciones industriales del 280,4% entre
2003 y el año 2011. A partir de ello, las exportaciones industriales han llegado a
significar el 34.4% de las exportaciones totales.20
Pero además de estas políticas, que son propias del proyecto integral que lleva
adelante el gobierno nacional desde el año 2003, se han tomado y se siguen
implementando una serie de medidas para contrarrestar los efectos más perniciosos
de la crisis.
Evolución de las exportaciones argentinas
Millones de dólares
1997 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011
Total 26.431 25.651 29.484 34.576 40.387 46.456 55.780 70.589 55.669 68.134 83.950
19 La ALADI, Asociación Latinoamericana de Integración, es el mayor grupo latinoamericano de
integración. Sus trece países miembros comprenden a Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba,
Ecuador, México, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela, representando en conjunto 20 millones
de kilómetros cuadrados y más de 510 millones de habitantes.20 Tal como puede observarse en el gráfico “Composición de las exportaciones”, en el año 2011 las
exportaciones correspondientes a las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) fueron el 34.4% de las
exportaciones totales, las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) el 33.6%, las de bienes primarios
el 24.1 y los combustibles el 7.9%.
22
Primarios 5.705 5.273 6.666 6.852 8.111 8.627 12.352 16.425 9.306 15.142 20.213
MOA 9.104 8.138 9.938 11.926 13.141 15.244 19.188 24.050 21.202 22.661 28.192
MOI 8.334 7.601 7.675 9.616 11.985 14.826 17.321 22.209 18.713 23.816 28.916
Combustibles 3.288 4.639 5.206 6.181 7.150 7.760 6.919 7.905 6.438 6.515 6.629
Fuente: INDEC
Una de las decisiones más trascendentes en este aspecto ha sido la reestatización de
las AFJP (Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones). Ello cumplió con
diversos objetivos. En primer lugar, la medida evitó el deterioro que podían sufrir los
fondos acumulados por las Administradoras y que afectarían las futuras jubilaciones
de los trabajadores cotizantes. La profundidad de la crisis financiera a nivel mundial ha
afectado gravemente a los fondos de pensiones y jubilaciones en el mundo a partir de
la caída de las cotizaciones bursátiles. La decisión del gobierno nacional de
reestablecer un sistema público de jubilaciones permitió sortear la caída en el valor de
estos fondos con efectos muy perjudiciales hacia los futuros jubilados que habían
adherido al sistema privado.
En segundo lugar, la decisión tomada recuperó un sistema de solidaridad
intergeneracional, dejando de lado un esquema que ponía como prioritario el rol del
sistema de jubilación en función de su aporte al mercado de capitales, es decir, donde
los aportes de los trabajadores estaban destinados a financiar las inversiones del
capital privado.
Composición de las exportaciones por grandes rubros (en %)
23
1997
21,6
34,431,5
12,4
Primarios MOA MOI Combustibles
2011
24,1
33,6
34,4
7,9
Fuente: INDEC
En tercer lugar, el traspaso de los fondos acumulados por las AFJP al control estatal,
que en el momento de la estatización sumaban más de 90.000 millones de pesos ha
permitido, a su vez, la implementación de diversas políticas contracíclicas para
defender el nivel de empleo y la producción, expandiendo el consumo y la actividad
económica en general.21
En materia de política fiscal expansiva se pusieron en marcha diversos planes de
inversión pública destinados, por un lado, a la ejecución de obras vinculadas con el
desarrollo energético, la infraestructura de transporte, las comunicaciones, la
seguridad, la banca pública, la infraestructura de salud y, por otro lado, la construcción
de complejos habitacionales junto con la ampliación del servicio de agua potable y
cloacas.
Con respecto a la política laboral, el gobierno implementó un conjunto de
medidas tendientes al mantenimiento del empleo y del poder adquisitivo de los
salarios. Por un lado, se puso en práctica un plan de regularización con beneficios de
reducción de cargas sociales para aquellas empresas que registren a sus
trabajadores. Se fortaleció el desarrollo del Programa de Recuperación Productiva
(REPRO), cuya vigencia data del año 2002, que destinó más de $500 millones para el
sostenimiento del empleo de casi 150.000 trabajadores pertenecientes a 2.750
empresas durante el año 2009, en su mayoría pequeñas y medianas. De esta manera,
el REPRO se convirtió en una de las herramientas más importantes para frenar
despidos colectivos y suspensiones de trabajadores, ya que las empresas que lo
solicitan se comprometen a mantener la dotación total del personal y a abstenerse de
disponer despidos sin causa y el suplemento en dinero suministrado por el Estado se
destina a alcanzar el salario establecido en el convenio colectivo correspondiente a la
actividad que desarrolla la empresa. Este programa fue prorrogado hasta el
21 El llamado Fondo de Garantía de Sustentabilidad alcanzó al III trimestre de 2012 un valor total de $
227.544 millones.
24
31/12/2012 y se actualizó el importe del beneficio aportado por el Estado, fijándolo en
$ 800.- para el primer semestre de 2012 y $ 1.000.- para el segundo semestre.
En materia de política ingresos, en un principio se continuó con los aumentos de
haberes jubilatorios y luego se impulsó la sanción de la ley 26.417 con un esquema de
aumentos semestrales que tratan de garantizar el mantenimiento en términos reales
de las jubilaciones y su incremento por encima del nivel general de precios. De esta
manera, el haber mínimo jubilatorio pasó de $690,00 en febrero de 2009 a $1.879,67
después del ajuste del mes de septiembre de 2012.
Evolución de la jubilación mínima
En pesos
Fecha Haber Mínimo
Ene 03 150
Jul 03 220
Ene 04 240
Jun 04 260
Sep 04 308
Jul 05 350
Sep 05 390
Jun 06 470
Ene 07 530
Sep 07 596
Mar 08 655
Jul 08 690
Mar 09 770
25
Sep 09 827
Mar 10 895
Sep 10 1.046
Mar 11 1.272
Sep 11 1.486
Mar 12 1.687
Sep 12 1.880
Fuente: ANSES
A través del Decreto 1602/2009, el Poder Ejecutivo Nacional creó la llamada
Asignación Universal por Hijo (AUH), que dispone la ampliación del régimen de
asignaciones familiares a los menores cuyos padres se encuentren desocupados o
empleados en la economía informal. Es así como se generalizó este beneficio a los
menores que hasta ese momento no estaban cubiertos por el régimen de asignaciones
familiares, vigente solamente para los trabajadores empleados en relación de
dependencia y registrados por sus empleadores.
Además de la significación social y ética de esta medida, ampliada luego a la
mujer embarazada, la misma se traduce en un significativo estímulo al consumo y
sigue las recomendaciones de los economistas heterodoxos más importantes en la
actualidad cuando expresan que los esfuerzos de los Estados ante la crisis deben
dirigirse hacia los sectores de menores ingresos y mayor vulnerabilidad porque son los
que gastan todo su ingreso.
26
Evolución jubilación mínima - En $ -
770827
895
1046
1272
1486
1687
1880
0
200
400
600
800
1000
1200
1400
1600
1800
2000
mar-09
may-09
jul-09
sep-0
9
nov-0
9
ene-1
0
mar-10
may-10
jul-10
sep-1
0
nov-1
0
ene-1
1
mar-11
may-11
jul-11
sep-1
1
nov-1
1
ene-1
2
mar-12
may-12
jul-12
sep-1
2
Cabe acotar que la economía argentina sintió en el año 2009 los efectos de la crisis
internacional y que se produjo un desaceleramiento en las tasas de crecimiento del
PBI, que habían sido del 8.5% promedio anual entre el 2003 y el 2008, creciendo tan
solo un 0.9% pero que, como consecuencia de las políticas comentadas anteriormente
en el año 2010, se logró recuperar el sendero del crecimiento llegando a una suba del
9.2%, lo que ha continuado durante el año 2011 en que se alcanzó una suba del PBI
del 8.9%.
En el año 2012 y en la misma línea de medidas reseñadas más arriba se puso
en vigencia el llamado Plan Procrear que proyecta entregar 400.000 créditos para la
construcción de vivienda, de los cuales se prevé que los primeros 100.000 créditos,
beneficiando a más de 400.000 personas, se otorgarán en el periodo 2012-2013. El
objetivo de este programa es el fortalecimiento de las políticas de estímulo a la
producción y el empleo, dado que la actividad de la construcción se caracteriza por
sus efectos multiplicadores hacia otros sectores económicos y por una fuerte creación
de empleo. Asimismo, los créditos se otorgan a plazos entre los 20 y los 30 años y con
tasas bajas de interés que van del 2% al 14%, dependiendo del monto de los ingresos
familiares, es decir, bajo condiciones que no existen en la plaza financiera. Resulta de
importancia destacar el papel financiero del Estado Nacional que compromete fondos
provenientes de diferentes organismos, entre ellos ANSES y el Ministerio de Economía
27
y Finanzas Públicas, pero que también convoca a otros inversores privados que
puedan estar interesados.
También se inscribe en este tipo de política la reforma a la Carta Orgánica del
BCRA. Dentro de las concepciones neoliberales se había impuesto la idea de que los
Bancos Centrales debían encargarse solamente de la estabilidad de la moneda y
debían tener una completa independencia de las políticas que desarrollaban los
gobiernos. La modificación de la carta orgánica significa poder conciliar la estabilidad
monetaria y financiera, porque el BCRA no va dejar de cumplir esta misión, con la
economía real, con el crecimiento económico y el empleo. Y haciendo uso de las
nuevas atribuciones otorgadas por la reforma, el Banco Central dispuso que los
bancos privados y provinciales destinen el 5% de sus depósitos para el financiamiento
de proyectos productivos y a una tasa que aproximadamente será del 15% anual.
Algunas estimaciones prevén que por este concepto se alcanzarán alrededor de
15.000 millones de pesos para el otorgamiento de créditos.
Perspectivas futuras
Históricamente toda crisis ha desencadenado cambios trascendentales tanto en el
ámbito de las relaciones internacionales entre países, como en el interior de las
naciones en cuanto a la relación entre los diferentes sectores que componen una
sociedad y entre estos y sus Estados. Seguramente esta no será la excepción.
Debido a lo expresado respecto a la incorporación al mercado mundial de
nuevos actores con un peso importante se ha puesto en cuestión la hegemonía
estadounidense en materia económica. El crecimiento de la economía china y el de
otros países, lleva a pensar, por un lado, en situaciones de un mayor equilibrio de
poder en términos comerciales pero, por otro, en una agudización de los procesos de
competencia por los mercados y por la recepción de inversiones. Las presiones de
EE.UU sobre China para que este último revalorice su moneda como forma de
contrarrestar el déficit comercial externo del primero es una demostración de las
situaciones de disputa a nivel internacional que se están desarrollando.
Las nuevas realidades repercuten también en los bloques de países que se
conforman y en la toma de posición de estos en los organismos internacionales. La
actuación conjunta de los llamados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) es
un elemento más que cuestiona la hegemonía estadounidense. Sus propuestas
unificadas han producido ya modificaciones en los estatutos del Fondo Monetario
Internacional con cambios que les dieron a estos países un mayor poder de voto y en
los esquemas de financiamiento. También este conjunto de países cuestionan la
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sobrevivencia del dólar como moneda mundial y tratan de elaborar una propuesta
alternativa en forma unificada, lo que no les resulta fácil dada las diferentes
situaciones y lugares que cada uno de ellos ocupa en el ámbito internacional. Entre las
dificultades que enfrentan se destaca la gran acumulación de reservas en dólares por
parte de China. Las proposiciones de los BRICS pasan también por una
reestructuración del comercio internacional y una reformulación de organismos como
la OMC que traten de superar los rígidos esquemas actuales. A fines de marzo de
2012 en un cónclave de estos países se propuso realizar las operaciones comerciales
entre ellos en sus propias monedas.
Como actualmente (año 2013) la crisis continúa en pleno desarrollo y no se
visualizan claras salidas de la misma, resulta difícil trazar un panorama futuro de las
relaciones y poder internacionales. Igualmente, sobre la base del análisis que venimos
realizando puede preverse que el mundo futuro se presenta con nuevos equilibrios a
nivel internacional, dado el retroceso de EE.UU. como potencia económica frente a la
irrupción de otros países que vienen experimentando un fuerte crecimiento y que están
siendo menos afectados por las consecuencias más graves de la crisis. Es probable
entonces que la humanidad se encamine hacia un poder económico con mayores
contrapesos y se asista a la consolidación de nuevos bloques con mayor ingerencia en
las relaciones internacionales.
Más incógnitas se presentan si se quiere evaluar la evolución futura del sistema
productivo en crisis. El ya citado François Chesnais trata de vincular la crisis
económica con la crisis climática del planeta. La enorme expansión que desde su
consolidación como sistema social ha tenido el capitalismo y que pareciera no tener
obstáculos, a pesar de sus crisis periódicas, comienza a mostrar que existen barreras
peligrosas de transponer sin poner un juego su propia subsistencia. Esa barrera está
dada hoy por la propia Naturaleza, por la propia sobrevivencia del planeta, como
consecuencia de la expansión continua de un sistema de producción y consumo que
compromete su futuro.
Pero la irrupción de nuevas formas de producción y consumo, más amigables
con la Naturaleza y más equitativas socialmente, necesitan no sólo de nuevos
equilibrios de poder a nivel mundial, sino también de concepciones políticas y de
relaciones de fuerza que permitan lograr acuerdos necesarios para que esas nuevas
formas sean factibles. Y esas condiciones, dentro del marco del desarrollo de esta
crisis, aún no se perciben.
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RECUADRO va en hoja aparte
La crisis europea, Grecia y la Argentina
Uno de los países europeos más afectados por la crisis mundial ha sido Grecia. A
pesar de ser un país pequeño y formar parte de lo que podríamos considerar como la
periferia de la Unión Europea (UE), esto es, un país que no tiene los mismos
indicadores de desarrollo y de bienestar como los países centrales o maduros
(Alemania, Francia, Inglaterra), su situación y las posibles salidas de la crisis han
tenido una amplia repercusión en el ámbito internacional.
La economía griega representa tan sólo el 3.3% de la economía de la Unión
Europea medido en términos porcentuales en relación al PBI. Su población
económicamente activa constituye solamente el 2.7% de los 225 millones de personas
que suma esta categoría para el conjunto de los países de la UE. Podrían seguir
dándose cifras que demostrarían que en realidad la economía griega es una economía
pequeña en relación al potencial conjunto de la totalidad de los países que constituyen
la UE.
Surge entonces la pregunta acerca de por qué la crisis de una economía
pequeña tiene tanta trascendencia no sólo para el continente europeo, sino también
para la economía global.
Cabe destacar que otros países, como Portugal, España, Italia e Irlanda, para
considerar aquellos que están dentro de la órbita del Euro como moneda común,
sufren síntomas similares a los de la economía griega, básicamente un alto
endeudamiento, interno y externo, déficit fiscal y desocupación. Pero también
Inglaterra, un país que mantuvo su propia moneda, atraviesa por una situación crítica
similar y pareciera no despertar tantos comentarios mediáticos.
Grecia adoptó el euro el 1º de enero de 2001. Tuvo un boom de consumo,
derivado de la estabilidad de precios y de un fácil acceso al crédito a bajas tasas de
interés. Solamente en sus apariencias pueden aparecer los consumidores griegos
como los beneficiarios de este proceso. Porque un análisis más acabado llevaría a la
conclusión que en realidad han sido los bancos, de origen alemán y francés
principalmente, y las empresas multinacionales que abastecieron ese boom, los
mayormente beneficiados por ese proceso.
La expansión del consumo basada en el endeudamiento público y privado pronto
empezó a hacer mella en dos sectores básicos de la economía griega. Por un lado, en
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el sector externo. Efectivamente, entre los años 1996 y 2007 Grecia estuvo entre los
10 países del mundo con mayor déficit en su balance de pagos. Esta situación se fue
agravando en el curso de los años, llegando en el 2009 a sumar 21.000 millones de
dólares de exportación y 64.000 millones de importaciones, arrojando un déficit
comercial de 43.000 millones de dólares. Por otro lado, el déficit del sector público
alcanzó en el año 2009 al 13,6% del PBI. Cabe recordar que el Tratado de Maastricht,
que estableció la unión económica y la creación del euro, puso un límite al déficit fiscal
de los países miembros del 3% de su PBI. Esas situaciones críticas desembocaron
primero en un encarecimiento del crédito para cubrir el déficit y luego en prácticamente
la pérdida del acceso al financiamiento.
Ahora bien, ¿que otras consecuencias trajo para la economía griega la adopción
del euro y la eliminación de su propia moneda? Y aquí pueden establecerse ciertas
vinculaciones con la situación que padeció la Argentina a fines de la década del ’90 y
principios del siglo XXI. La adopción de una moneda en común no sólo significa ceder
soberanía en términos de no poseer una moneda propia sino también que se resignan
posibilidades en la aplicación de políticas monetarias y cambiarias. La política
monetaria quedó en última instancia en poder del Banco Central Europeo, pero desde
una concepción absolutamente influida por el pensamiento neoliberal se le prohibió a
éste el financiamiento del déficit de los países miembros. Es decir, no sólo existe para
los países integrantes de la UE una fuerte restricción monetaria y cambiaría, sino que
la aplicación de la lógica neoliberal determina también una gran limitación a la política
fiscal, constreñida al financiamiento privado y a posibles modificaciones del régimen
tributario.
La asimilación con la situación de la Argentina a fines de la Convertibilidad se
hace evidente. La adopción de un esquema de tipo de cambio fijo (la paridad 1 a 1,
peso / dólar) significó inicialmente para la economía argentina un destacable proceso
de contención de la inflación. Sin embargo, la convertibilidad terminó siendo un
formidable mecanismo para la valorización financiera del capital. La certidumbre
cambiaria a mediano plazo estimuló la entrada especulativa de capitales,
aprovechando el diferencial de tasas de interés, esto es, que altas tasas locales frente
a una cotización fija de dólar, se traducían en pingües ganancias financieras en
dólares.
Este esquema de valorización financiera se combinó luego con la persistencia
del déficit fiscal, agudizado luego de la privatización del sistema jubilatorio y la
imposibilidad de cerrar el agujero fiscal que esto ocasionaba, y también con el retraso
de la cotización cambiaria que el lento pero continuo crecimiento de los precios
internos iba generando. La combinación de déficit comercial externo y déficit fiscal
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creciente estimuló el endeudamiento, que posteriormente se combinaría con la fuga de
capitales cuando la percepción de la imposibilidad del sostenimiento del tipo de
cambio fijo se hizo evidente.
Los intentos por sostener la convertibilidad se parecen mucho a los planes de
ajuste que se están tratando de implementar actualmente en los países europeos más
comprometidos en la situación de crisis: rebajas de salarios de los empleados
estatales, recortes en las jubilaciones, ajustes presupuestarios que llegan a afectar
áreas muy sensibles como la educación, etc.
Cabe recordar que con la asunción de Domingo Cavallo como Ministro de
Economía en el mes de marzo de 2001 se profundizó la política del ajuste. La
insistencia en mantener el esquema de convertibilidad hacía imposible una
devaluación de la moneda nacional como forma de ganar en productividad a nivel
internacional, esto es, hacer más baratos los bienes de exportación nacionales y
facilitar así su colocación en el mercado mundial, intentando cerrar la brecha en el
déficit comercial externo. De esta manera, el ajuste económico sólo podía descargarse
sobre otras variables, en especial sobre los costos salariales.
Finalmente, la convertibilidad estalló a fines del año 2001, con elevados costos
socio económicos y políticos, pero se abrió la posibilidad de aplicar otro tipo de
programa económico.
Lo que algunos autores plantean es que la crisis europea no tiene un claro
camino de salida a la luz de las políticas que se están aplicando. Por el contrario, las
medidas implementadas son de similar naturalezas a aquellas que se estiman como
responsables de la crisis. Es por ello que también estas visiones ponen en duda la
continuidad del euro como moneda común y hasta la propia integración. Un
razonamiento en tal sentido sería: “Si el costo de permanecer en la eurozona es mayor
a los beneficios, ¿por qué pertenecer?“22 El economista griego Costas Lapavitsas lo
reafirma: “Si ellos (los griegos) aceptan un salario de 300 euros por mes, pensiones de
150 euros, un desempleo del 20 por ciento, falta de trabajo para los jóvenes, es decir,
convertirse en una esquina insignificante, chica, lateral y paralizada, ser un rincón de
Europa para vacacionar, entonces se pueden quedar en la Unión. Si no aceptan eso,
si quieren un mejor futuro, deben irse del euro.”23
Cualquier predicción acerca de la integridad futura de la Unión Europea y de la
zona del euro es prematura, dado aún el desarrollo pleno de la crisis. Ese futuro
dependerá de la evolución no sólo del desarrollo particular en el plano económico de la
22 “El Euro no es viable”. Entrevista a Noemí Brenta, en Comunidad y Desarrollo N° 15, Buenos Aires,
mayo 2012.23 Suplemento Cash de Página 12, 19 de abril de 2012.
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crisis sino de las decisiones políticas que se tomen, por un lado, por parte de los
países centrales de la Unión Europea que son los que en última instancia tienen una
mayor influencia sobre el conjunto de los países y sobre las instituciones que rigen la
integración y, por otro lado, de la marcha del proceso político en cada uno de los
países más afectados y de las convicciones de sus dirigentes en torno a balancear los
costos y beneficios de la permanencia en la Unión Europea y en la zona del euro y los
que implicarían un alejamiento.
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