Un yayo muy especial - … · contaba chistes, uno detrás de otro y aunque siempre eran los...

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Un yayo muy especial

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Un yayo muy especial

Había una vez un niño que se llamaba Erik y que tuvo la suerte de tener un abuelo maravilloso y diferente a losdemás. Al contrario que muchos de sus amigos, el abuelo de Erik, Eugenio, vivía en el cielo y por eso cuando Erikle necesitaba sólo tenía que mirar hacia arriba para sentirlo. Daba igual estar en el parque, en la playa o en elpatio del colegio, Erik sabía que ahí arriba estaba su abuelo siempre pendiente de él para ofrecerle una sonrisa.Por el día, cuando hacía malo, el yayo Eugenio se convertía en nube y dibujaba sonrisas en el cielo. Por la noche,se convertía en estrella luminosa y cada vez que emitía un destello era un abrazo que enviaba a su nieto desdeel cielo. A Erik le encantaba su abuelo y se divertía encontrándole entre las nubes y entre las miles de constelacionesdel firmamento.El abuelo Eugenio era un abuelo muy especial. Mamá le había contado a Erik que nunca se enfadaba y que eramuy bromista y que antes de irse a vivir al cielo lo que más le gustaba era pensar en todas las cosas que iba ahacer cuando Erik saliese de la barriguita de su mamá: llevarle al fútbol, acompañarle al parque, pasear conél, enseñarle a meter goles, merendar juntos …y hasta comprarle gominolas y caramelos. Pero ¿por qué el abuelose había ido a vivir al cielo?, Erik no lo entendía y a veces también le gustaría ir con él al parque de la mano,como hacían otros amigos suyos. ¿Mamá por qué el abuelo ya no está aquí con nosotros?, se preguntaba elpequeño Érik. Entonces mamá sentaba a Erik en su regazo y le contaba el “Cuento del yayo Eugenio”.El yayo Eugenio era un hombre muy especial porque nunca se enfadaba. Le encantaba hacer cosquillas a la genteque quería o engañarles y hacer como les quitaba la nariz. Además, tambiéncontaba chistes, uno detrás de otro y aunque siempre eran los mismos, él sereía cada vez que los volvía a repetir. Le gustabatanto reírse que era capaz de comerse un montónde guindillas picantes y seguirsonriendo, no había nada en elmundo que fuese capaz deenfadarle. Por eso a medida quepasaron los años y se fue haciendomás mayor se dio cuenta de que enla tierra no podía hacer reíra toda la gente del mundo yque muchas personas con lasque se cruzaba en lacalle estaban enfadadas.

Eso al abuelo Eugenio no le gustaba nada, porque él nunca salía a pasear sin una sonrisa.El yayo Eugenio, al que todos sus amigos llamaban Moreno, era un hombre muy especial y de costumbres, legustaba hacer siempre las mismas cosas. Por la tardes solía ir al bar a jugar a las cartas con los amigos y sihabía fútbol disfrutaba muchísimo, le encantaba ver jugar a su equipo, el Barcelona, y soñaba con que algúndía su nieto Erik también fuese culé, como él. Otras de las cosas que más le gustaban al abuelo Eugenio eracomer, sobretodo costilla embuchada ¡qué rica! El abuelo Eugenio nació en un pueblecito de Extremadura perodespués se vino a vivir a Barcelona porque era aquí donde tenía su trabajo. Durante años estuvo trabajando enuna fábrica de contadores de agua, y en sus ratos libres disfrutaba con su familia, su mujer, sus dos hijos, superrito Ringo, su fútbol y sus amigos.Una mañana el Yayo Eugenio salió a pasear con Ringo. Era un día especial para el abuelo porque ya quedabamenos para la llegada de su nieto Érik. “Cuando nazca el pequeñín lo voy a llevar al fútbol, y le voy a enseñara meter goles en el parque, lo vamos a pasar muy bien los dos juntos” le explicaba el yayo Eugenio a Ringo. Depaseo por la calle el abuelo Eugenio se tropezó con una piedra y de repente cuando la piedra salió despedidacontra la acera, un enorme genio vestido con un traje dorado y un gorro de cascabeles se apareció en frente alyayo Eugenio. ¡Dios mío!, dijo el abuelo Eugenio muerto de miedo. Mientras tanto Ringo, asustado, se escondíaentre las piernas del yayo. “No te asustes”, dijo el genio, “no quiero hacerte daño, vengo a proponerte un plan”.El genio le explicó al abuelo que llevaba años viviendo en el cielo y que él era el responsable de hacer formas

de sonrisas y de corazón a las nubes. “Pero desde hace algún tiempo estoy cansado, tengo más de trescientosaños, he vivido mucho más que un elefante y ya no soy capaz de dibujar sonrisas en el cielo. He estado mirandodesde ahí arriba y me he fijado en que eres una persona muy especial, por eso me gustarí'a que subieses al cieloconmigo y fueses tú el encargado de hacer sonreír a todos los niños del mundo. Así yo podría retirarme adescansar”, explicó el genio.El yayo Eugenio se quedó boquiabierto, y no supo que decir. “Eres el único hombre del mundo que jamás pierdela sonrisa y me gustaría que todo el mundo pudiese contagiarse de tu alegrí'a. Desde el cielo es el único lugardesde donde todo el mundo puede ver las sonrisas. Piénsalo y si decides venir sólo tienes que llamarme tresveces”, dijo el genio. El yayo y Ringo siguieron paseando, y mientras caminaban se sentaron un rato en un bancodel parque. En frente a ellos había una señora mayor que estaba muy triste y daba de comer a los pájarospequeños trozos de pan mientras le caían las lágrimas. A su lado, dos chicos se peleaban por una pelota, y unamamá y un papá discutían acalorados. Quizás el genio tenía razón, la gente que vivía en la tierra estaba tristey enfadada. El abuelo Eugenio miró entonces al cielo buscando una nube con forma de sonrisa o de corazón,pero tal y como el genio le había dicho ya no quedaban sonrisasen el cielo, porque el genio estaba muyyyyyy cansado. De vueltaa casa el yayo Eugenio habló con Ringo y le dijo: “quizás elgenio tiene razón, quizás yo sea la persona capaz de devolverla sonrisa a toda esa gente que está triste, a la abuela del parque,a los niños que discuten por la pelota….” Ringo movió el rabodando la razón al abuelo, y justo antes de entrar en casa elyayo miró hacia el cielo, con su sonrisa, y gritó. “genio, genio,genio, ven a buscarme, quiero conseguir que toda la gente seafeliz”.abuelo Eugenio, lo cogió de la mano y lo llevó a vivir con élentre las nubes. Desde ese día, es el yayo Eugenio el que seencarga de dibujar las sonrisas en las nubes, de hacerles formade corazón y de regalar alegría a todos aquellos que sufren,están tristes o se pelean. Al abuelo Eugenio le hubiera encantadoquedarse a conocer a Érik pero desde el cielo ve a su nieto todoslos días, vigila que no le pase nada, y aunque Érik no se décuenta, el yayo siempre está cerca. A veces el abuelo echa demenos estar más cerca de su familia y por eso las nubes llorany llueve, pero si te fijas, Érik, son muchos más los días de solque los de lluvia, y ahí en cada algodón blanco que vuela enel cielo está el abuelo más especial del mundo, el yayo Eugenio,el mejor abuelo del mundo.