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99 PORIK AN NURIT BIRD-DAVID NURIT BIRD-DAVID EL AUTOR Nurit Bird-David es catedrÆtica de Antropología en la Universidad de Haifa, Haifa 31999, Israel, email: [email protected] . Entre sus campos de interØs estÆ la antropología económica, la antropología de los pueblos de cazadores recolectores, y la cultura y el medio ambiente. Entre sus artículos mÆs recientes en publicaciones y colec- ciones profesionales, se encuentra Sociality and Immediacy (1994); Hunter-gatherers research and cultural diversity (1995); y Hunter-gatherers kinship organization, (1995). Las economías: una perspectiva económico cultural

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99PORIK ANNURIT BIRD-DAVID

NURIT BIRD-DAVID

EL AUTOR

Nurit Bird-David es catedrática de Antropología en laUniversidad de Haifa, Haifa 31999, Israel, email:[email protected] . Entre sus campos de interés está laantropología económica, la antropología de los pueblos decazadores recolectores, y la cultura y el medio ambiente.Entre sus artículos más recientes en publicaciones y colec-ciones profesionales, se encuentra �Sociality and Immediacy�(1994); �Hunter-gatherers� research and cultural diversity�(1995); y �Hunter-gatherers� kinship organization�, (1995).

Las economías:una perspectiva

económicocultural

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RESUMEN

El presente artículo brinda una perspectiva cultural de las economías apartir de los trabajos actuales, donde la preocupación por la constitucióncultural de la vida material es un factor común. El artículo comienza conuna discusión sobre los problemas epistemológicos implícitos en el estu-dio de otras economías, tal cómo éstas se encuentran inscritas en diversasculturas. Se aborda la discusión sobre la vida social de las cosas materia-les bajo el título de �regalos y productos�, seguido de una discusiónacerca de la base material de la vida social, bajo el título de �empresas yhogares�. Reconociendo al capitalismo como un sistema cultural, se rea-liza un cuestionamiento a la teoría económica neoclásica, en tanto formacultural occidental de pensar la economía, profundamente arraigada enla epistemología, la moral y la cosmología de Occidente, categorías queevidentemente dificultan la comprensión de otras economías y por con-siguiente lo económico.

PALABRAS CLAVES: economías, semiótica, antropología económica,sistema cultural, economía cultural, occidente, economía neoclásica,etnoeconomía.

ABSTRACT

KEY WORDS:

Recibido: julio 8 de 2004 Aceptado: octubre 13 de 2004

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INTRODUCCIÓN

El concomitante material de la vida social y el concomi-tante social de las cosas en la vida humana son suma-mente complejos. Ha sido tema de la antropología eco-nómica durante setenta y cinco años, y constituye uncampo de estudio complejo en sí mismo. Es probable-mente más complejo que otros campos de la antropolo-gía, puesto que la mayoría de los antropólogos provie-nen de una cultura burguesa cuyas nociones ideológi-cas centrales se inscriben en y son reproducidas por lateoría económica neoclásica (Sahlins 1976, 1996,Dumont 1977). Bajo la vigilancia y el asidero intuitivode esta teoría económica predominante en Occidente,se ha desarrollado la antropología económica.

Jamás ha sido fácil escribir una introducción al estudiode las economías, y la dificultad no hace más que au-mentar a medida que se expande este campo. En los um-brales del siglo XXI, los tres enfoques más comunes ante-riormente en boga están llegando al final de su vida útil.El primero está asociado con las conocidas polémicasentre formalistas y substantivistas1 que alcanzaron suauge a finales de los años 60. Esta polémica es actual-mente objeto de análisis para la historia de la antropolo-gía económica (donde se incluye, desde luego, cómo lapolémica allanó el camino a la actual inquietud de losculturalistas por el �hombre racional�) o incluso comotema para un análisis cultural propiamente dicho (vermás abajo). Esta polémica ya no puede considerarse comoel eje del estado del arte en antropología económica (comoen Halperin, 1988); en el curso de los últimos tres dece-nios, la disciplina la ha superado con creces. El segundoenfoque ha adoptado como estructura organizativa ladivisión entre las economías capitalista y tribal y, dentrode las últimas, las divisiones entre �modos de subsisten-cia� de diversos géneros ecológicos (cazadoresrecolectores, horticultores, ganaderos y campesinos; comolo ha hecho parcialmente Sahlins, 1972, and Plattner,1989). En el complejo marco del mundo contemporáneo,

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las economías se encuentran estrechamenteinterconectadas (una tendencia que cobra impulso, y cu-yos orígenes se remontan al siglo XIV, y tal vez inclusoantes, Wolf 1982). Las comunidades culturales interactúanestrechamente y se influyen mutuamente. Las personasparticipan simultáneamente en más de una economía, y amenudo en más de una comunidad cultural. Si bien losmodelos tradicionales son importantes (y algunos de ellosse reafirman y distinguen de diversas maneras como sus-titución de y en el interior de la red global de vínculos (porej., Miller (comp) 1995, Povinelli 1993), habría que enten-derlos dentro de los marcos paradigmáticos, y no comotales marcos. El tercer enfoque se ha centrado en la �teoría�,la �producción�, el �consumo� y la �circulación de riqueza�como temas aislados (por ej., Gregory y Altman 1989). Hadiseccionado el mundo con el rasero de Occidente, lo cualvuelve irreconocible muchas de las piezas del rompecabe-zas, incluyendo a los propios seres humanos como agen-tes culturales.

Este artículo, que es a la vez una introducción y un argu-mento dentro del discurso actual de la antropología eco-nómica, se centra en la expresión de la vida material enla cultura, o en la constitución cultural de la vida mate-rial. �Cultura� es utilizada aquí en el preclaro sentidoantropológico de las percepciones, la visión del mundo yla simbología del creador de símbolos, (como en Gudeman1986), y no como marcador de fronteras externo de uni-dades de estudio (como en Halperin 1988), ni como unpaquete de códigos para comercializar un productoantropológico (hecho por y para los antropólogos, comoen Wilk, 1996). El objetivo es brindar una perspectivacultural de las economías a partir de los trabajos actua-les. He sostenido que la preocupación por la constitu-ción cultural de la vida material es un factor común anumerosos estudios actuales (y no sólo los pocos traba-jos ofrecidos hasta la fecha como estudios de economíacultural). Estos trabajos deben ser reconocidos por lo queson, a saber, una escuela emergente, con una sólida baseculturalista, en la antropología económica. El artículocomienza con una discusión sobre los problemas

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epistemológicos implícitos en el estudio de otras econo-mías, tal cómo éstas se encuentran inscritas en diversasculturas. A continuación, abordamos la discusión sobrela vida social de las cosas materiales bajo el título de�regalos y productos�, seguido de una discusión acercade la base material de la vida social, bajo el título de �em-presas y hogares�.

LOS MODELADORES LOCALES: LAS TEORÍAS

SOBRE LA VIDA MATERIAL DE LOS PUEBLOS

El enfoque cultural en antropología, que entiende que lasprácticas humanas están inseparablemente relacionadascon y formadas por símbolos, ha ido ganando terrenoprogresivamente en el estudio de las economías, inclu-yendo la nuestra. Marshall Sahlins ha sostenido que elcapitalismo occidental es un sistema cultural cuyo ca-rácter único �consiste no en el hecho de que el sistemaeconómico escape a la determinación simbólica, sino enque el simbolismo económico es estructuralmente deter-minante� (1976:211). La historia social de Sidney Mintzsobre la producción y consumo de azúcar (y, de hecho, laproducción del consumo) es un estudio de caso bajo lamisma óptica. Mintz sigue el proceso de transformacióndel azúcar, desde su calidad de exótico y lujoso productoforáneo hasta llegar a constituirse en producto necesariode la vida moderna, cambiando así la historia del capita-lismo y la industria (1985). Louis Dumont ha estudiadoel pensamiento económico de Occidente como una ideo-logía, y ha seguido la huella de su surgimiento histórico,desde Mandelville hasta Marx (1977).

Si el capitalismo es un sistema cultural, ¿acaso la teoríaeconómica neoclásica (la teoría actualmente utilizada porla mayoría de los economistas formados académicamen-te en Occidente) es una forma cultural occidental de pen-sar la economía? Se suele atribuir los orígenes de la teo-ría económica en Occidente a la influyente obra de AdamSmith, La riqueza de las naciones (1776), y a su idea cla-

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ve de la �mano invisible del mercado�. Según Smith, lapersecución de los fines individuales funciona en arasdel bien común. Esta idea, que es una idea totalmentemoral, ha sido central en la �cosmología occidental nati-va� y, especialmente desde el siglo XVIII (Sahlins, 1996),en la época de Adam Smith. Según esta cosmología, elhombre es generalmente �una criatura de necesidadesmovilizado por la escasez� (ibid:397); cuyo �yo es ante-rior a lo social� (ibid: 402); y cuyo comportamiento estáorientado a la autosatisfacción mediante la búsqueda delplacer y la evitación del dolor. Al mismo tiempo, las ac-ciones egotistas de una pluralidad de estos actores indi-viduales equivale a un �conjunto providencial�, invisi-ble, benéfico y totalizante (ibid). A comienzos del sigloXIX, David Ricardo elaboró un modelo lógicamente co-herente de la economía como algo racional en algún sen-tido. Hacia el final de siglo, apareció la teoría neoclásicay desvió el centro de atención hacia el individuo, viéndo-lo a él como el actor racional: aquél que define como suobjetivo aquello que desea y luego elabora el mejor medioposible para alcanzar dichos objetivos, sopesando lasalternativas en términos de la utilidad que le brindan enrelación al coste. El hombre racional y maximizador asig-na de forma correspondiente sus recursos limitados.Esta visión dualista de un actor en mente y cuerpo, deun hombre cuya �mente� escoge entre las alternativasdisponibles para el �cuerpo� en su situación vivencialmediante un razonamiento que trasciende a la situa-ción, y que, luego, obliga al �cuerpo� a llevar a cabo sualternativa. Se trata de una perspectiva cartesiana, y escentral en la epistemología occidental, sobre todo du-rante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX.

La teoría económica neoclásica está profundamentearraigada en la epistemología, la moral y la cosmologíade Occidente, cuya influencia también es patente en losdetalles metodológicos. La idea de unos agentes egoís-tas, todos sometidos a las órdenes de la misma �racio-nalidad instrumental� y constitutivos de un todo provi-dencial, conlleva la implicación metodológica de quemúltiples acciones de diversos individuos pueden ser

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extraídas de sus respectivos contextos y luego agrega-das. La teoría neoclásica ofrece un cuerpo de conceptoslógicamente relacionados con los cuales comprender,explicar y predecir tanto la conducta económica de unindividuo como el funcionamiento de la economía comoun todo. La economía es vista en una doble vertiente deagregado de las operaciones de los individuos y comoentidad con leyes propias. �Demanda�, �oferta� y �pre-cio� son algunos de los conceptos básicos, y se refieren alos agregados de las necesidades de recursos, y a ladisponibilidad de esos recursos y su �valor�, determina-do por la relación entre ambos. La antigua nocióncosmológica de un todo providencial que abarca y con-siste de sus partes con intereses propios garantizaba laviabilidad, incluso el carácter deseable, de una econo-mía de esas características.

Si la teoría económica neoclásica está enraizada en la�cosmología, la moral y la epistemología nativa occiden-tal�, deberíamos preguntar, junto a Stephen Gudeman(1986), hasta que punto es contraproducente intentarentender otras economías utilizando esa teoría. En losaños 60 se produjo una encendida polémica sobre untema similar a éste. Hasta entonces, los antropólogoshabían utilizado predominantemente la teoría econó-mica neoclásica sin impugnar la atención que la teoríaprestaba al individuo y a su tropo esencial, el �hombreracional y en necesidad.� La adaptaron a sus casos, porejemplo, ampliando los objetivos del individuo motiva-do por la necesidad para incluir el prestigio, tener aotros como deudores, y la excelencia en las actuacionesceremoniales. O, puesto que a menudo trabajaban apartir de situaciones no monetarias, se centraron en el�tiempo� como un �recurso escaso� que debe ser asigna-do entre los objetivos que compiten entre sí y utilizadocomo común denominador del valor. O, tratándose desituaciones en las que las personas suelen obedecer a latradición, teorizaban sobre la toma de decisiones, y laelección entre valores, que quedan implícitos en lo que,a primera vista, parece ser sencillamente seguir la tradi-ción. Su enfoque fue denominado �formalismo�.

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La crítica aumentó durante los años 60 y comienzos delos 70, pero es importante señalar que la inquietud con-temporánea no era epistemológica, como lo sería paraGudeman, que escribió en los años 80: ¿hasta qué puntoel uso de las categorías occidentales de conocimiento compli-can la comprensión de otras economías? Una inquietudepistemológica de este tipo requiere el reconocimiento deque la teoría económica neoclásica no es sólo un produc-to de los occidentales sino una creación occidental entoda regla (algo que los antropólogos sólo empezaron areconocer años más tarde). Más bien, la inquietud predo-minante en los años 60 era metodológica: ¿hasta quépunto puede funcionar una teoría desarrollada en el in-terior de y para el contexto institucional del capitalismoen otros contextos institucionales tan diferentes como laseconomías de subsistencia de pequeña escala? ¿Tendránlos antropólogos (occidentales) que desarrollar otra teo-ría para estos casos?

El �sustantivismo� (a veces, denominado �institucio-nalismo�) fue una teoría alternativa que se desarrolló enlos años 70, y sus percepciones se inspiraron en el trabajodel economista e historiador Karl Polanyi (1957). Polanyi,que ha estudiado los antiguos imperios, recalcó la diferen-cia entre asegurar el sustento y calcular las alternativas,donde lo primero implica una participación física en pro-cesos sociales y políticos (por ej., ir al mercado), y lo segun-do implica operaciones y construcciones lógicas (por ej., el�mercado�, como la oferta y demanda agregada de un bien).En las economías capitalistas, según Polanyi, ambos as-pectos chocan (y un término como �mercado� se usa en undoble sentido). Sin embargo, en otras sociedades, sólo existeel aspecto institucional; las acciones materiales siempreestán �inscritas� en la vida social. Por lo tanto, si se trata deestudiar las economías no capitalistas, hay que desarro-llar una teoría alternativa en términos apropiados, unateoría que se desprenda de la dimensión calculadora ylógica injertada en lo económico en la sociedad capitalis-ta. La teoría también podría aplicarse a las economías ca-pitalistas, donde existe tanto la dimensión institucionalcomo la calculadora. Para desarrollar la nueva teoría,

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Polanyi se centró en el �intercambio� (como el movimientofísico de un objeto de persona a persona) argumentandoque tenemos que explorar el �cuándo�, el �dónde�, el �qué� yel �quién� de este proceso instituido. Polanyi tipificó laseconomías por las formas de intercambio que integran lasociedad (intercambio, redistribución y reciprocidad) enrelación a los tipos de gobiernos. Los antropólogos desa-rrollaron aún más la tipología en relación a las estructu-ras de parentesco. Otra de sus aportaciones fue demos-trar, por ejemplo, que algunas economías tienen esferas deintercambio y dinero con fines limitados.

El sustantivismo (que se ocupó de estudiar la economíacomo un proceso instituido) y el formalismo (que se ocu-pó del individuo racional y de la economía en generalcomo la suma de esos individuos) se encontraban en fran-ca oposición en los años 60, y protagonizaron una de lasmás encendidas polémicas de la antropología. En susposiciones extremas, los polemistas incluso discutieronacerca de si los seres humanos son, por naturaleza, seresracionales y en necesidad algo que sólo es una suposi-ción heurística de los economistas. La virulencia del de-bate, las posiciones extremas que alcanzó, su presencia yatractivo perdurables como el �gran debate�, y su frecuenteinvocación como mito de la creación de la antropologíaeconómica, confirma su reproducción como un duelonativo en torno a convicciones culturales esenciales enla cosmología occidental nativa. El debate versaba sobreel territorio del hombre �racional y en necesidad� y laconstrucción occidental de la realidad.

La preocupación actual por el uso de la teoría económicaoccidental (¡cualquiera sea!) es, como se ha señalado másarriba, epistemológica: hasta qué punto el uso de catego-rías occidentales de conocimiento dificulta la compren-sión de otras economías. Estimulado por el trabajo deSahlins y Geertz, Stephen Gudeman ha investigado estetema en Economics as Cultures (1986). Este autor ha pre-sentado la �hipótesis de trabajo� (1986:37) de que los se-res humanos en todas partes (no sólo los economistasprofesionales) configuran su vida material. Si esto es ver-

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dad, (argumenta Gudeman) en todos los casos particula-res, debería ser en el marco de sus respectivas teorías queintentáramos comprender y explicar tanto el razonamien-to y la conducta del individuo como el conjunto de laeconomía. La �economía cultural� o �etnoeconomía� comotambién se le ha denominado, contiene, como caso, laeconomía capitalista con su teoría neoclásica, al mismotiempo que propugna el uso de teorías culturales localesen el análisis de otros casos. Si bien el sustantivismo tra-ta de la �economía� y desatiende al �individuo�, la econo-mía cultural pretende abarcar y explicar el agente cultu-ral y la economía cultural de una forma muy similar a lateoría neoclásica, aunque conviene señalar que con cier-tas reservas. El sustantivismo creció a partir de semillasexternas, al igual que el �formalismo� y tantos otros enfo-ques que no podemos abordar aquí por una cuestión deespacio (entre ellos, el enfoque marxista y neeomarxista,la teoría de la dependencia y el subdesarrollo, ambas delas cuales tratan con estructuras de poder globales y lo-cales. La economía cultural es de elaboración casera, y setrata de un enfoque claramente antropológico que puedecontribuir de manera especial a otras disciplinas.

Como enfoque relativamente reciente, tiene sus logros asícomo problemas que van en aumento. En Economics asCultures, Stephen Gudeman dilucidó una variedad demodelos locales, algunos occidentales (los fisiócratas yRicardo); algunos indígenas (los bemba, bisa y cogo enAfrica, el modelo dobu, de Nueva Guinea, y el modeloiban, de Sarawak); y algunos modelos rurales (campesi-nos en Panamá y Bolivia). Daré una idea de estos mode-los resumiendo brevemente dos ejemplos, que no puedensino violar su riqueza etnográfica. Los fisiócratas soste-nían que la tierra es económicamente fértil, y que ayuda aaumentar la riqueza, mientras que las manufacturas yoficios artesanos son �estériles�, y el trabajo en esos secto-res significa un gasto que no da más beneficio que loinvertido. Por el contrario, los bemba, sostienen que laprosperidad agrícola �es� una voluntad ancestral, y paragarantizar el sustento a partir de la tierra, hay que com-placer a los ancestros, haciendo lo que ellos han hecho, y

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distribuyendo parte de la producción a los jefes, a quie-nes se considera como la viva encarnación de losancestros. Estos ejemplos proporcionan pruebas de queen diversas culturas existen diferentes conceptua-lizaciones de la lógica de la economía. Además, al com-pararlas unas con otras, en lugar de compararlas con lateoría occidental (explícita o implícitamente) se puededibujar un perfil más preciso de cada uno; cuanto más seactúe así, más casos se estudiará, lo que proporcionarádiversos parámetros que sirvan de referencia para �ver�otros más adelante.

Siguiendo Economics as Cultures, en Conversations in Co-lombia (1990), Stephen Gudeman y Alberto Rivera handemostrado la profundidad de entendimiento que po-demos alcanzar prestando atención a los modelos po-pulares, haciendo una referencia específica a los �cam-pesinos� colombianos (ver más abajo). Después de pos-tular que los modelos populares colombianos se pare-cen a los modelos populares europeos del siglo XVII,los autores analizan el viraje conceptual que se produ-ce con el surgimiento de la teoría económica moderna apartir de estos modelos. Paralelamente a esto, Bird-Da-vid (1992) dilucidó un modelo nayaka �de cazadoresrecolectores�, centrado en la idea de compartir relacio-nes con elementos (animados) del entorno natural. Estemodelo económico cultural, vuelve más razonable unconjunto de conductas que de otra manera pareceríanbastante curiosas, entre ellas la ausencia de la codicia yde preocupación por el futuro, así como la satisfaccióncon lo que haya siempre y cuando sea compartido. Sibien no usó los términos del modelo de Gudeman,Povinelli (1993) demostró cómo un modelo aborigenaustraliano se reproduce a sí mismo a través de la nego-ciación con el modelo capitalista de la administraciónaustraliana (cf. Gudeman 1986: 1-28).

Los diferentes modelos presentados en Economics asCultures (op. cit) están relacionados por un argumentogeneral sobre, en primer lugar, la ontología común de losmodelos culturales y, en segundo lugar, sobre de su cla-

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sificación en dos tipos, a lo largo de la brecha ortodoxa:Occidente contra el Resto (West contra the Rest) (donde seincluiría lo occidental antiguo, lo rural y lo indígena).Gudeman sostiene que todos los modelos económicosson extensiones de una o varias metáforas que seintersectan (en el sentido de metáfora acuñado por Black,como medio cognitivo del pensamiento, más que comofigura retórica, 1962). Los modelos occidentales, segúnGudeman, parten de esquemas abstractos, lógicos y ma-temáticos y de esquemas tomados del ámbito de los obje-tos materiales. Los modelos generados en otras partes,dice Gudeman, parten de esquemas tomados del mundosocial y humano. Es más, los modelos occidentales sonuniversales, mientras que los demás son locales, en sulengua y en su alcance.

Este aspecto de Economics as Cultures es demasiado res-trictivo, y en cualquier caso, menos convincente y me-nos claro lo cual quizá explique por qué la economíacultural todavía no ha despegado como enfoque teóri-co, aunque gran parte del trabajo actual es, de hecho, eltipo de trabajo que podría denominarse económico cul-tural (ver más abajo). El argumento reduce innecesaria-mente la perspectiva que ofrece el libro a otra teoría uni-versal, con lo cual escinde de modo dualista el mundoetnográfico y totaliza y esencializa los casos etnográficosindividuales. Reclama, innecesariamente, modelosreificadores elaborados por el etnógrafo, a partir de lasideas locales que están indisociablemente inscritas enla vida económica culturalmente constituida. Hasta cier-to punto, de esta manera contradice su visión inicial.Además, oscurece la correspondencia postulada entremodelos derivacionales/sociales y Occidente/Resto,cuando los mismos Gudeman y Rivera revelan en otraparte la imaginería orgánica que subyace al modelo ca-pitalista de las empresas (1990:13) y, al mismo tiempo,las implicaciones derivacionales de las metáforas loca-les, como la �casa� colombiana, con su �base�, su �puer-ta�, su �sacar cosas por la puerta� y �guardarlas adentro�(1990). Además, como demostró Sahlins (1996), la

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imaginería capitalista de una economía providencial,si bien matemáticamente constituida, también se inscri-be en creencias cosmológicas y religiosas, como cual-quiera de las imaginerías económicas locales aborda-das por Gudeman (1986).

Sin embargo, un simple correctivo pareciera suficien-te: observar los análisis de los modelos locales comoun mecanismo heurístico. En otras palabras, si la eco-nomía neoclásica presupone heurísticamente la exis-tencia de individuos que toman decisiones racionales,la economía cultural debería presuponer heurística-mente unas economías culturales constructoras demodelos y conformismo. Un estudio económico cultu-ral implicaría una abstracción heurística preparatoriade un modelo perteneciente a un proceso cultural y, enel fondo, una producción de etnografía que mostrara,en efecto, que el modelo está inscrito en el complejoproceso cultural del cual fue extraído. Los enfoquesetnográficos de Gudeman y Rivera 1990, Bird-David1992, y Povinelli 1993, son precisamente esto. La im-plicación de este enfoque es que los modelos económi-cos no se pueden comparar en términos globales, sólocomo cajas de herramientas posiblemente útiles. Ade-más, el enfoque versa sobre la producción de un tipoespecífico de etnografía económica, una etnografía queconserve el sentido cultural del pensamiento, accio-nes e instituciones de los pueblos. Estas etnografías,que son importantes en sí mismas, pueden servir demateria prima para el análisis de temas generales y dediversos tipos: por ejemplo, Gudeman y Rivera (op.cit) analizan una etnografía de este tipo, la economía�del hogar� en Colombia con términos que arrancan dela teoría económica moderna: existencias y flujos, ca-pitales fijos y circulantes, etc. Por lo tanto, la economíacultural no es una ciencia comparativa sino la cienciade producir etnografía para establecer comparacionesde diverso tipo. A continuación, abordaré algunos te-mas actuales que se estudian mediante la utilizaciónde una etnografía económico cultural.

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LA MERCANCÍA Y LOS REGALOS:LA VIDA SOCIAL DE LAS COSAS MATERIALES

Marcel Mauss brindó un regalo a los antropólogos alestablecer la distinción entre �regalo� y �mercancía� comoformas de circulación de las cosas entre las personas.Mauss esbozó una oposición entre los dos sobre la basede las relaciones entre las partes de una transacción; susrespectivas relaciones con el objeto de la transacción; y,algo a lo que se ha prestado menos atención hasta hacepoco, los valores e ideas culturales que están inscritas enlos objetos. Su obra clásica, The Gift (1925), se convirtióen objeto sempiterno de nuevas interpretaciones, abar-cando varias generaciones de antropólogos. Según la lec-tura ortodoxa, The Gift distingue entre la �mercancía�,como el intercambio de un objeto alienable entre perso-nas ajenas, y el �regalo�, como intercambio de un objetoinalienable entre personas no ajenas. (Gregory 1982:43).Mauss sostenía que la forma del regalo había evolucio-nado hacia la forma del producto, de tal modo que lassociedades arcaicas y primitivas por un lado, y la socie-dad moderna por otro, eran economías de regalos y deproductos, respectivamente. Mauss utilizó la curiosa ex-presión animista �el espíritu del regalo� a partir de unageneralización de la idea maorí de hau. En retrospectiva,se puede leer como las ideas culturales clave que se en-cuentran inscritas en el objeto. Algunos estudios recien-tes son proclives a usar esta idea de espíritu, que incluyeel �espíritu del producto� (Appadurai 1986) y, siguiendola moda, la �moral� del dinero (Bloch y Parry 1989).

Los trabajos actuales impulsan la tesis de Mauss en tresdirecciones. En primer lugar, exploran el mundo cultu-ral en el que vive la mercancía y que a la vez encarna. Ensegundo lugar, desmonta la excluyente asociación he-cha por Mauss entre la sociedad capitalista y la econo-mía de mercancías y entre sociedades no capitalistas yeconomías del regalo. En tercer lugar, las investigacio-nes actuales intentan ir más allá de �regalo� y �mercan-cía� para explorar otras formas de intercambio. Las dos

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primeras direcciones han sido objeto de un estrecho se-guimiento, y aquí las abordaré en conjunto.

Arjun Appadurai (1986) elaboró una innovadora pers-pectiva de �mercancía� que la reconstruye como un fenó-meno que atraviesa secuencias históricas y tipos econó-micos. Esta perspectiva soslaya la suposición intuitivaoccidental de que el valor preexistente de una cosa laconvierte en objeto de intercambio. Appadurai combinalas perspectivas de Simmel y Marx, y afirma que el �valorde un producto� es creado por el intercambio, si no real,entonces (y más habitualmente) un intercambio poten-cial o imaginario. En otras palabras, una persona de-manda o desea la cosa; la demanda o el deseo crea elvalor. Appadurai propone, como medida heurística, con-siderar este valor como si estuviese inscrito en el produc-to mismo (y describe el enfoque como �fetichismometodológico� 1986:5). En este sentido, una cosa se pue-de convertir y des-convertir en �mercancía�. La �mercan-cía� es un objeto en una situación determinada, donde �suintercambiabilidad (pasada, presente y futura) con algu-na otra cosa es su rasgo socialmente relevante� (ibid: 13).Cualquier cosa puede encontrarse en una situación deeste tipo, no sólo los productos fabricados industrialmen-te. Las situaciones de intercambio no tienen por qué sersólo aquellas que conllevan el uso de dinero. Por lo tanto,la �mercancía�, reconstruida de esta manera, abarca lassociedades capitalistas y no capitalistas, y las economíascontemporáneas y antiguas.

El resorte clave del estudio económico de las �mercan-cías� viene a ser la siguiente: ¿cómo se crea la demanda (odeseo) que hace de una cosa una mercancía? Esto se con-vierte en un estudio de la constitución cultural de lascosas económicas; o cómo las culturas producen los va-lores que hacen que las cosas sean económicas.(Appadurai la llama la �política del valor�, para centrarla atención en la negociación y los procesos, op. cit). Esteestudio constituye una parte central de una antropolo-gía económica culturalista. Como perspectiva, abre nue-vas visiones etnográficas. Una de ellas es el estudio de la

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biografía cultural (o el ciclo vital) de un objeto, a saber, lasecuencia de �situaciones� a través de las que evoluciona(Kopytoff 1986). Otra es un estudio de los procesos y acon-tecimientos culturales que son productores de valores. Elmismo Appadurai aborda el tema del recorrido social delos objetos y las diversificaciones a partir de ellos, ademásde las actuaciones culturales que celebran momentos cum-bre en estos recorridos, que él llamó �torneos de valor� (1986:16-29). El Kula es un ejemplo indígena de esto, mientraslas subastas de arte en Occidente constituyen una instan-cia capitalista. También podemos mencionar como pro-ductor de valor el hecho de asociar las cosas con personasen una interesante jugada estratégica sobre los principiosdel �regalo�. Se puede mencionar como ejemplos la pro-ducción de chocolate casero (ver Terrio 1996), y el énfasisen lo personal que se observa en los catálogos de comprapor correo (ver Carrier 1995:126-45).

El consumo de productos se ha convertido en el temacentra de una investigación de corte económicoculturalista en toda regl. Como campo de estudio suma-mente dinámico, algunos de sus partidarios incluso sos-tienen que está llamado a ser el sucesor de los estudiossobre el parentesco como eje central de la antropología(Miller 1995). Lejos de ver el consumo como utilizaciónde las cosas, éste se entiende como una actividad cultu-ral que constituye una identidad. Algunos estudios de-muestran que las personas se �apropian� los productoscon diversos fines culturales, diferentes en cada lugar yentre grupos sociales. Los productos importados, in-cluidos los productos occidentales de producción ma-siva, no suelen acabar con las culturas locales, puestoque la gente los �domestica� y los convierte en parte desu propia cultura. Incluso el dinero moderno, una espe-cie de superproducto, es �domesticado�. Las mujeres deMalasia, por ejemplo, �cocinan� el dinero que sus mari-dos ganan antes de que empiece a circular en la comu-nidad (Carsten 1989), lo cual, en términos de Appaduraipodría ser considerado como un recorrido social,mediatizado por el género, que produce y otorga un nue-vo valor al dinero.

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Los trabajos han sido mucho menos importantes al abor-dar el �regalo� como fenómeno cultural observable tantoen las sociedades capitalistas como en otras sociedades.Según la nueva lectura de Parry (1986), Mauss no habíaargumentado que la �mercancía� remplazabaevolutivamente al �regalo� en las sociedades modernas.Más bien, la evolución de la sociedad moderna implica-ba diferenciar entre �personas� y �cosas�, que en la socie-dad �primitiva� están unidas y, correspondientemente,diferenciar entre transacciones interesadas y desintere-sadas. El �regalo� en la sociedad moderna llegó a versecomo una ofrenda totalmente desinteresada, brindadapor amor y sin obligaciones añadidas. Como imagen, el�regalo puro� predomina en la literatura occidental (verCarrier 1995:145-68). Además, esto ha sido proyectadoen la sociedad primitiva, eclipsando en ellas la dinámicatemporal de los regalos, lo cual implica el desarrollo deestrategias calculadoras e interesadas (Bourdieu1977:171). Es probable que los regalos estratégicos tam-bién constituyan una práctica común en las sociedadescapitalistas. Sin embargo, salvo muy escasas excepcio-nes, la práctica del regalo en la sociedad capitalista hasido muy poco estudiada. La ideología nativa del �rega-lo� ocultó un campo potencialmente fértil a la mirada deletnógrafo nativo (cf. Carrier 1995:145).

Las �personas� y las �cosas� como construcciones se en-cuentran entre las nociones culturales importantes queencarnan las prácticas relacionadas con el regalo y lamercancía (sobre todo en la interpretación que Parry hacede Mauss, 1986). Strathern ha afirmado, en un estudiosobre las culturas de Nueva Guinea (1988), que la �perso-na� en estos casos suele construirse como un compuestode relaciones sociales. Un regalo encarna una relaciónparticular entre donante y receptor y, en este sentido,(como sostenía Mauss) constituye una �parte� inaliena-ble del donante. Habría que analizar en su diversidadotras visiones culturales de las �personas� y las �cosas�en relación con los regalos y el intercambio de productos.Por último, abordaré la tercera dirección actualmentedesarrollada, a saber, el estudio de las formas de tran-

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sacciones múltiples. Los antropólogos han reificado unadiversidad de formas de intercambio ya sea como �rega-lo� o como �mercancía�, en circunstancias que en la di-mensión concreta de la vida social (tanto entre los pue-blos indígenas como entre los occidentales) existen múl-tiples tipos. También debemos estudiar éstos. El true-que constituye una forma de este tipo; y también se le hadedicado una recopilación de artículos (Humphrey yHugh-Jones 1992). Para abundar en el trueque comoejemplo, no se trata simplemente de una institución his-tórica, o de una institución propia de las economíasarcaicas o �primitivas�. Es un fenómeno contemporá-neo que abarca las transacciones tanto a pequeña comoa gran escala, y se produce en el interior de sociedadesdiferentes y entre muchas de ellas (ibid: 5). ContraAppadurai, que lo incluye en la categoría de �mercan-cía� (1986:10), Humphrey y Hugh-Jones sostienen quese trata de �un fenómeno complejo que, al igual que elregalo, incluye ideas, valores y visiones del otrotransaccional� (ibid 1992:3). Sin embargo, el �regalo�implica algo compulsivo (�las personas deben obligar-se unas a otras a entrar en una relación de deuda... porlo cual el donante impone al receptor una necesidad)(Strathern, citado por Humphrey y Hugh-Jones 1992:11).En el trueque, �cada parte decide sus propias necesida-des y el objetivo es saldar la transacción sintiéndoseliberado de una deuda inmediata� (Humphrey y Hugh-Jones ibid). A menudo el trueque tiende un puente entrediferentes �regímenes de valor�, e implica la transacciónde objetos desiguales, así como agentes de la transac-ción libres e iguales.

Es evidente que el estudio de las economías basado enlas cosas que las personas usan y hacen circular entreellas, se ha vuelto notablemente culturalista. En esta di-rección ha empezado a orientarse el estudio de las eco-nomías en términos de cómo las personas aseguran susustento (tema que abordaré a continuación) a pesar devivir una situación de retraso.

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LAS EMPRESAS Y LOS HOGARES:LA BASE MATERIAL DE LA VIDA SOCIAL

En La economía de la edad de piedra, un �sustantivista� clási-co, Marshall Sahlins (1972), conceptualizó el �modo deproducción domestico� (o MPD), y señaló una formacióneconómica general ahí donde anteriores estudiosos sóloveían �modos de subsistencia� de diversos tipos ecológicos(cazadores recolectores, horticultores, pastores y campesi-nos). Sahlins definió el MPD (por oposición dicotómica almodo de producción capitalista, aunque, en algunos ca-sos, dejando implícito el contraste) como economías orga-nizadas por los grupos domésticos y las relaciones deparentesco. Por lo tanto, las personas infrautilizan (poroposición a maximizar) los recursos productivos y la ca-pacidad laboral. Los hogares producen para el uso (poroposición al intercambio) y sólo ocasionalmente para elintercambio destinado, en última instancia, al uso. Cadahogar es un microcosmos de la economía a gran escala, enlo que se refiere a la división del trabajo.

El MPD de Sahlins eclipsó otros estudios sobre �cazado-res recolectores�, �horticultores�, �pastores�, y �campesi-nos� (estos eran rótulos analíticos con los que losetnógrafos tradicionalmente clasificaban sus respectivosgrupos de estudio. Los rótulos se originaron en la escue-la de pensamiento cultural-ecológica, si bien también hansido utilizados posteriormente como símbolos conven-cionales de modos de vida, sin que aquello implicaranecesariamente un determinismo ecológico. Losetnógrafos han realizado estudios comparativos de gru-pos dentro de la misma categoría, o sólo ha producidonuevas etnografías, aunque prestando atención aetnografías anteriores del mismo tipo. Han abordado te-mas comunes, además de los temas específicos de suspropios grupos de estudio. El espacio no nos permitesino nombrar algunos de estos temas comunes. Por ejem-plo, los etnógrafos de los �cazadores recolectores� hanseñalado la abundancia de la que gozan estos pueblos,sus prácticas en el compartir y su comportamiento igua-

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litario y pacífico. Los etnógrafos de los �horticultores� sehan centrado en la guerra culturalmente instituida quepracticaban muchos de estos pueblos, sus sistemas deintercambio y sus economías basadas en el prestigio. Losestudiosos de los �campesinos� han abordado temas comolos vínculos con los sistemas de mercado, la homogenei-dad de los hogares, y los determinantes de los ciclos vita-les en la producción de los hogares. En muchos casos (sino en todos), se señalaba a un determinado grupo deestudio como miembro de tal o cual categoría de subsis-tencia, no porque se dedicara exclusivamente a aquellaactividad de subsistencia sino porque dicha actividadera considerada por los habitantes locales (o por eletnógrafo) como la actividad �significativa�, tanto en tér-minos simbólicos como prácticos. En otro texto, Sahlinssostenía que la cultura burguesa es la única que define laeconomía como �el lugar primordial de la producciónsimbólica�, al tiempo que representa su economía comouna institución separada (1976:211). Con cierta cautela,se puede decir que los etnógrafos representaban las eco-nomías de subsistencia como esferas aisladas, al mismotiempo que las consideraban de hecho como �lugaresinstitucionales privilegiados del proceso simbólico� (paraexpresarlo con palabras de Sahlins, ibid).

Desde el comienzo, se ha conceptualizado a los �campesi-nos� en un sistema de operaciones más amplio (el sistemafeudal, la nación o el sistema de mercado). No se ha hecholo mismo con los �cazadores recolectores� ni con los�horticultores�. Sin embargo, es evidente que ellos tambiénconstituyen economías complejas y heterogéneas que sonparte constitutiva de economías más amplias. (Su proyec-ción ideal como pueblos que viven autónomamente yhomogéneamente gracias a sus actividades de subsisten-cia no ha surgido de la disciplina sino del supuesto esque-ma evolutivo con el que la ecología cultural analizó loscasos etnográficos). Sin embargo, sus miembros suelenconservar cosmologías y simbologías distintivas, (que amenudo se renuevan a través de los cambios sufridos en elcurso de la globalización y la localización, procesos quesuelen acelerarse al unísono (Povinelli 1993).

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Una antropología económica culturalista no puede per-mitirse ignorar estas economías ni la diversidad quecrean. Por lo tanto, se enfrenta simultáneamente a tresdesafíos interrelacionados: (a) integrar los valores y sig-nificados culturales en el análisis comparativo de lasbases materiales de la vida social; (b) poner fin a lareificación ortodoxa de tipos de economía como sistematotal, cada uno homogéneo y fijo; y (c) dejar de reproducirla tradicional división basada en economías totalmentecapitalistas o totalmente no capitalistas. El estudio del�regalo� y la �mercancía�, que hemos abordado en la sec-ción anterior, se ha tenido que medir con desafíos simila-res, y con gran éxito, y ha señalado orientaciones de ca-rácter general para conseguirlo. El estudio de Gudemany Rivera sobre los �campesinos� colombianos (1990) su-giere un marco conceptual específico.

Contra la intuición divulgada por el discurso económicooccidental, en el sentido de que el individuo, como enteanterior a lo social, es el agente económico), Gudeman yRivera (1990) se centran en la manera de funcionar de laspersonas desde el interior de los grupos sociales, distin-guiendo entre �hogar� y �empresa� como imágenes ideales.Con el fin de agudizar esta distinción, se puedeconceptualizar el hogar como un grupo socialmente cons-tituido que, para su sustento, emprende acciones materia-les. La empresa es observada como un grupo constituidopara llevar a cabo operaciones materiales, algunas de lascuales implican compromisos y relaciones sociales. Elhogar trabaja para la autarquía, lo que a veces implica elintercambio con otros. La empresa existe para y a travésdel intercambio (que, puede ampliarse, en principio, has-ta el infinito) aunque sus transacciones a veces están con-tenidas en el marco de la communidad. Ambos funcionaneconómicamente en la vida social, aunque son diametral-mente opuestos en su constitución y características.

Gudeman y Rivera intentaban que esta oposición abar-cara las secuencias históricas (1990:11), pero ademáspuede abarcar distintos �tipos de subsistencia�. Desvía elcentro de atención desde los �modos de producción� (o

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�modos de subsistencia�) como economías totales, a losgrupos sociales que funcionan económicamente y en losque se expresan las culturas de la búsqueda del sustento.En general, se puede decir que las economías contemporá-neas son constitutivas de hogares y empresas de diversostipos. Las economías van desde el extremo capitalista,donde las empresas se encuentran en el centro, y se nutrende los hogares en márgenes que se amplían sin cesar en elámbito político y cultural, hasta el extremo local remoto,donde los hogares se encuentran en el centro y son afecta-dos por las empresas externas, constituyéndose en losmárgenes. Con cierta cautela, se puede decir que la �econo-mía de mercado� como sistema de empresas, y la �econo-mía indígena� como sistema de hogares, son imágenes idea-les opuestas, no economías en la historia.

Gudeman y Rivera estudiaron la economía rural �campesi-na� colombiana, donde la empresa y el hogar son mutua-mente dependientes para su respectivo funcionamiento yreproducción. Cuanto más próximo al centro, más predo-mina la empresa, mientras que cuanto más lejos hacia laperiferia, mayor será el predominio del hogar. Centro y pe-riferia son lugares cambiantes; la empresa no deja deampliarse, empujando a los hogares cada vez más hacia losmárgenes. En cuanto al �hogar� rural colombiano, los habi-tantes rurales hablan acerca de sus actividades materialescon términos extraídos de su morada física, el hogar, comouna metáfora. La vida económica, tal como ellos la entien-den, implica principalmente �apoyar� o �mantener� la �base�del hogar (que, de otra manera, caería en �ruinas�; 1990:11).La �base� incluye los activos materiales como la tierra, elganado y las semillas, pero también todo lo demás (lo mate-rial y lo otro) que mantiene cohesionado al grupo social.Además, incluye valores y consensos2 como, por ejemplo,la idea de que la tierra es la fuente de la �fuerza�, creada ysostenida por Dios; una tierra que da su �fuerza� a quienesla cuidan con su trabajo agrícola. Este �hogar� rural colom-biano minimiza el gasto de dinero y el intercambio a travésdel mercado (aunque sólo sea para obtener los productosque usa), ya que esto implica �mover las pertenencias a tra-vés de la puerta desde adentro hacia afuera� y, por lo tanto,

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reduce la �base�. La participación en el mercado se incorpo-ra sólo como medio para reproducir la �base�. De otra mane-ra, el hogar puede evitar el mercado mediante la diversifica-ción de su producción, y mediante el intercambio de trabajoy el trueque con los vecinos, lo que significa �usar las perte-nencias desde dentro hacia afuera�. El trabajo remuneradose minimiza (excepto ocasionalmente, con el fin de procu-rarse dinero para las compras inevitables en el mercado) enfavor de la producción del hogar, que en la perspectiva lo-cal apoya y mantiene la �base�. El hogar conserva lo �restan-te� de su producción, y �lo lanza hacia adelante� para lasnecesidades en el futuro.

La empresa descrita por Gudeman y Rivera es una em-presa de manual -no una empresa colombiana (ni deotro ámbito de alcance local) estudiada en términosetnográficos como el hogar.3 De todas formas, el con-traste que dibujan entre las dos es instructivo, y preco-niza el contraste implícito de Sahlins entre el modo deproducción doméstico y el capitalista (al mismo tiempoque desvía la atención de los �modos de producción�como economías totales para centrarse en los operado-res económicos como unidades en las que se expresanlas culturas de producción). La empresa, a diferenciadel hogar, es imaginada como un organismo: un �cuer-po� que debe disponer de una �organización interna parafuncionar� debidamente. Tiene una �cabeza� con unhombre que es la �mano derecha�, y fondos �circulantes�que sostienen sus �brazos�, �órganos� y �miembros�. Pue-de gozar de buena �salud� o estar �enfermo�, y cuando�crece� �tiene acciones� (1990:13). Mientras el proyectodel hogar consiste en mantener su �base�, el de la empre-sa consiste en obtener beneficios. Mientras que el hogares frugal y se diversifica para evitar participar en elmercado, la empresa se especializa para aumentar suparticipación. La �base� de la casa (en términos econó-micos formales) asume fundamentalmente la forma de�título�, transformándose ocasionalmente en �flujo�, sólopara reproducir las �acciones�. El �capital� de la empre-sa, por otro lado, asume fundamentalmente la forma de�flujo�, que es proyectado ficticiamente una vez al año

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como �existencia�, congelando los flujos de ingresos ycoste en oposición el uno al otro, al calcular el beneficio ysu tasa de aumento (1990:66-8).

Un hogar asume otras formas en diversas culturas. El �ho-gar� nayaka de los �cazadores recolectores�4 (según Bird-David, 1992, 1994), a saber, el grupo socialmente consti-tuido que, para mantenerse participa en acciones materia-les, es aquí un núcleo residencial de familias, que se ven así mismas como �nosotros, los parientes�. Su �base�, queellos describen como �nuestro lugar�, incluye el bosque enel que viven, el conocimiento sobre la vida que lo habita, elcompañerismo y compartir las relaciones unos con otros ycon elementos del entorno natural vistos como �personas�no humanas (devaru). Mantener la �base� es reproducir re-laciones que se comparten. Como ha descrito Povinelli enel caso de los aborígenes australianos en Beluyen (1993),el trabajo no se entiende como un gasto de �fuerza� con elfin de mantener la �base� (la manera del �campesino� co-lombiano) sino como socialización con el bosque y sus�personas�, con el fin de conservar el compañerismo. Elcompañerismo se conserva mediante la caza y la recolec-ción en el bosque, pero también pasando parte del tiem-po ahí, y manteniendo un contacto chamanístico con elbosque devaru. Un hogar nayaka no tiene reparos paraparticipar en el mercado (a diferencia del hogar �campe-sino� colombiano) siempre y cuando las relaciones se pue-dan seguir compartiendo de otras maneras entre �noso-tros, los parientes� y con la tierra, �nuestro lugar�. Lasactividades del mercado que implican dedicar tiempo albosque (por ej., recolectando y vendiendo productos delbosque, y trabajo a sueldo como vigilantes forestales yguías) ha sido una parte constitutiva del funcionamien-to del �hogar� nayaka durante mucho tiempo. El hogarnayaka ni acumula ni guarda bienes materiales, que sóloerosionarían las relaciones basadas en el compartir conotras personas que son constitutivas de su �base�. Tam-poco sobreexplota el bosque, pues iría en contra de com-partir relaciones con devaru. El contacto chamanísticocon devaru continúa a través de los compromisos econó-micos fluctuantes del hogar nayaka.

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Los hogares también existen en las economías industria-les. Por ejemplo, en Estados Unidos (y en todos los de-más países industriales), junto a las �empresas� de gran-jas industriales hay granjas familiares que son �hogares�y que, en cierto sentido, son más similares en su funcio-namiento al �hogar� colombiano que a la �empresa� agrí-cola. El �consumidor� del discurso económico occidentales a menudo una persona de la familia que se preocupade mantener el �hogar� familiar, cuya �base� puede in-cluir una casa, la posibilidad de una carrera y diversasinversiones. (El �hogar� burgués tiene una preferencia porlas inversiones en bienes de consumo, como el arte, lasalfombras persas, las residencias de vacaciones y los pi-sos de alquiler compartido.)

Una antropología económica culturalista deberíaocuparse no sólo de la diversidad de los hogares y desu articulación, de las mezclas y cambios en las eco-nomías, sino también de la diversidad de empresascon las que se articulan y mezclan. En este breve es-pacio, me he centrado en los hogares, el tema mástradicional de la antropología. Pero también existenestudios etnográficos sobre organizaciones burocrá-ticas, y sobre cómo las respectivas culturas se expre-san en ellas. Además, cada vez se publica más estu-dios etnográficos sobre las empresas económicas (porej., Morean 1996). Las pequeñas empresas, que habi-tan el espacio entre los �hogares� y las �empresas�, almenos porque consideran que la autorreproducciónes tan importante como la obtención de beneficios,prometen ser un campo fascinante.

En esta sección, se ha propuesto los hogares y las em-presas no como una conclusión tipológica, sino comouna invitación a la investigación etnográfica de sucompleja vida y sus formas cambiantes en las econo-mías, y al estudio de otras formas, como sucede actual-mente en la antropología económica en relación a losregalos y las mercancías.

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CONCLUSIONES

Al concluir su ensayo sobre �The Spirit of the Gift� (1972),Sahlins escribió:

Los principios básicos de una economía propia-mente antropológica comprenden a uno en espe-cial ... que ningún intercambio, puesto que entra-ña un coeficiente de sociabilidad, puede ser en-tendido en sus términos materiales aislados de sustérminos sociales (1972:183, subrayado mío).

Esta cita expresa �el espíritu de la antropología económi-ca� en los últimos decenios, es decir, la perspectiva pro-fundamente sustantivista que ve la percepción de lo so-cial como la contribución única de la antropología al es-tudio de las economías. En este artículo, he argumentadoque nos encontramos en medio de un cambio radical quedebería proyectarse hacia el futuro. Este cambio, que fueiniciado por el estudio de Sahlins sobre el capitalismocomo sistema cultural, comprende una percepción cadavez más aguda de lo cultural (ideas, símbolos, visión delmundo), que es una contribución única de la antropolo-gía al estudio de las economías, y una perspectiva críticapara comprender lo económico.

Traducido del inglés

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NOTAS

* Deseo agradecer a Stephen Gudeman, IngridApplbaum y Kalman Applbaum la ayuda queme han brindado.

1. Para una definición reciente acerca de las po-siciones de ambas partes, ver Halperin 1988.

2. Ver Gudeman n.d. para una teoría ampliada ygeneral de la �base�.

3. Un estudio de este tipo es un complemento nece-sario, si consideramos el argumento de que laeconomía es constitutiva tanto de las empresascomo de los hogares. Sin embargo, la �empresa�de libro de texto aparece críticamente en otro as-pecto del rico y complejo argumento del libro, lacontinuidad entre los modelos rurales europeosdel siglo XVII y la teoría económica moderna.

4. El término hogar es usado como término analíti-co, como una especie de unidad económica. Enel caso colombiano, la palabra evoca simultá-neamente la casa concreta, que es la parte esen-cial de la �base� del hogar como unidad econó-mica. En el caso Nayaka, la morada en concre-to, una choza de bambú y hierba, es insignifi-cante en lo que respecta la casa como unidadeconómica. En este caso, el hogar es constituti-vo del grupo de parientes (�banda�) que com-partían la vida doméstica viviendo en un cam-pamento de entre una y cinco chozas.

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