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Una religión llamada economía Raúl Prada Alcoreza La religión inventa un mundo suprasensible; la economía no está lejos de hacer lo mismo, aunque en comparación con los ángeles, arcángeles, en contraposición, demonios, el mundo de los indicadores macroeconómicos sea, más bien, aburrido. El mundo de los indicadores no es mundo real, en el sentido efectivo, por así decirlo; es el mundo abstracto de las relaciones numéricas. Relaciones numéricas que dan promedios, ponderaciones, proporciones, series, convergencias, límites; cuando conforman estructuras cuantitativas, nos encontramos ante distribuciones y composiciones; cuando transcurren, estamos ante variaciones. En este mundo no se enfrentan ángeles y demonios, sino una situación de orden, el equilibrio, en contraste con una situación de desorden, el desequilibrio. En este caso, el bien es el equilibrio, el mal es el desequilibrio. Lo que conducen al equilibrio es bueno, lo que conduce al desequilibrio es malo. El pecado es provocar el desequilibrio, redimirse es conducir al equilibrio.

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Una religión llamada

economía

Raúl Prada Alcoreza

La religión inventa un mundo suprasensible; la economía no está lejos

de hacer lo mismo, aunque en comparación con los ángeles,

arcángeles, en contraposición, demonios, el mundo de los indicadores

macroeconómicos sea, más bien, aburrido. El mundo de los indicadores

no es mundo real, en el sentido efectivo, por así decirlo; es el mundo

abstracto de las relaciones numéricas. Relaciones numéricas que dan

promedios, ponderaciones, proporciones, series, convergencias,

límites; cuando conforman estructuras cuantitativas, nos encontramos

ante distribuciones y composiciones; cuando transcurren, estamos

ante variaciones. En este mundo no se enfrentan ángeles y demonios,

sino una situación de orden, el equilibrio, en contraste con una

situación de desorden, el desequilibrio. En este caso, el bien es el

equilibrio, el mal es el desequilibrio. Lo que conducen al equilibrio es

bueno, lo que conduce al desequilibrio es malo. El pecado es provocar

el desequilibrio, redimirse es conducir al equilibrio.

El mundo macroeconómico es plano; orientado por coordenadas

cartesianas. En unos casos, se comparan variaciones de cantidades con

el tiempo; en otros casos, se comparan variaciones de cantidades en

contextos; en otros casos, se correlacionan series. El problema es que

todas estas medidas, porque eso son, son tomadas no como

orientaciones, no como medidas, sino como si fuesen esencias de la

realidad. Algo así como lo que ocurre con los conceptos en filosofía,

que son considerados esencias o sustancias; solo que, en el caso de la

macroeconomía, se trata de datos, estructuras de datos, relaciones de

datos, que, por cierto, vienen interpretados por conceptos, de carácter

técnico. Sin embargo, los datos hacen el papel de códigos claves,

descifradores de las leyes de la realidad. Cuando la realidad ha sido

reducida al plano, aplastada a dos dimensiones, cuando su explicación

se reduce a la búsqueda perpetua del equilibrio, entonces, es de

esperar que se pretenda explicarla desde los cuadros de datos o, si se

quiere, desde curvas cartesianas. Sin embargo, esta realidad reducida

no es más que la imagen de un mundo vaciado de contenidos,

espesores, dinámicas de fuerza, para convertirse en un mundo gris,

poblado por cantidades acotadas. Está lejos de ser el mundo en

constante devenir, desenvuelto en la dinámica compleja de fuerzas,

asociaciones y composiciones vitales.

La economía está lejos de explicar la complejidad, sinónimo de

realidad, incluso lejos de explicar el plano de intensidad económico,

entrelazado y articulado a múltiples planos y espesores de intensidad.

La teoría y metodología instrumental, que son operadores, cuando se

convierten en explicaciones ontológicas, por así decirlo, dejan de ser

operadores, para convertirse en “ideología”; es decir, en la sustitución

de las relaciones efectivas sociales por relaciones ficticias entre

indicadores. Cuando ocurre esto, la economía es una religión. El mundo

que valoriza, que reclama como verdadero es este mundo insensible

de los pálidos indicadores. A partir de este paradigma, exige, en el

mundo real efectivo, comportamientos que imiten a las curvas que

marchan al equilibrio macroeconómico. Convierte a los seres del

mundo real en números, des-corporeizándolos, suspendiéndolos, fuera

de las demandas de las necesidades. Aplica programas de austeridad,

para lograr el equilibrio añorado, como si fuese la tierra prometida.

Esta “ideología” macroeconómica cree que opera sobre números no

sobre seres humanos, entonces sus programaciones son implacables;

apuntan a reestructurar las composiciones numéricas. En este trámite,

los costos que cuentan son los medidos por las balanzas, que ponderan

los saldos positivos en contraste con los saldos negativos; los déficit

frente a los superávit. Los otros costos, los cualitativos, descargados

sobre los cuerpos, los territorios, las condiciones de vida, no cuentan.

La enajenación de los economistas llega muy lejos, cuando muestran

gran satisfacción, de lograr el equilibrio macroeconómico anhelado, a

un costo desolador en las sociedades; pero, estos “efectos colaterales”

no cuentan, no son conmensurables para este instrumental de medida

macroeconómica.

La contrastación es la mejor evaluación de las teorías, de los modelos,

de los paradigmas, por lo tanto, de la economía, sobre todo de la

macroeconomía. Si el mundo efectivo no logra armonizarse, cuando se

aplican estas políticas económicas, cuando, mas bien, persisten las

intermitentes crisis económicas, cuando asistimos a despliegues

intensos y extensos de los dramas sociales en el mundo, quiere decir

que esas teorías, esos modelos, esos paradigmas, no funcionan. Sin

embargo, se persiste en usarlos, sobre todo, ya no como instrumentos

orientadores, sino como explicaciones verdaderas, quiere decir que se

ha escogido la ruta de la extravagante enajenación, que sustituye la

complejidad, sinónimo de realidad, por la caricatura simple de su

reducción bidimensional numérica, cuyo único drama reconocido es el

desequilibrio.

Esta religión de la economía tiene también sus aparatos de inquisición,

sus cuartos de tortura, sus castigos; una clasificación de pecados,

generalmente atribuidos a déficit en las balanzas, a gastos excesivos,

a deudas no pagadas, a desatender la composición requerida para el

equilibrio, que casi tiene que ver con la disminución en el presupuesto

para la salud, para la educación, para la logística social. También tiene

que ver con disminución de empleos en el aparato administrativo y en

otros rubros. Lo importante es el equilibrio, como si el secreto de la

vida se encontrara en el equilibrio, olvidando que la vida es

conservación y transformación, necesidad y azar.

Cuando a los señores y las damas del régimen mundial de la economía

se les pregunta por qué la crisis de sobreproducción se convierte en

crisis financiera intermitente, las respuestas son sandeces, como, por

ejemplo, se debe a la mala administración, a gastar más de lo que se

tiene. Como estas sandeces la dicen estos personajes, ungidos de

aureolas pomposas, como se dicen en salones elegantes o, incluso,

parcos, oficinas, sin embargo, de altos funcionarios, entonces lo que

dicen se inviste de ceremonia, la misma que esconde los grandes

vacíos de estas explicaciones anodinas. Para abultar la ceremonialidad

y los abalorios, los economistas hacen eco de estas sandeces como si

fueran enunciados con sentido propio. Lo único que hacen es compartir

el sentido común “técnico” de las sandeces. Los medios de

comunicación prestan atención a estas sandeces y las difunden como

verdades mediáticas. Lo grave que hasta los gobernantes que llegaron

al poder por votación popular, para corregir estos entuertos y

contrasentidos, terminan creyendo en el discurso en boga. Entonces

culminan firmando acuerdos, convenios, compromisos, de pago de la

deuda, acompañando el pago de la deuda con exigentes restricciones

y dietas de austeridad.

La macroeconomía es un instrumental técnico, más que teórico, para

medir, principalmente el producto interno bruto. A partir de esta

composición establecer la relación entre gastos e ingresos, gastos,

inversiones, e ingresos, que tienen que ver con valorizaciones, con las

realizaciones en el mercado. La ecuación es la medida de la

equivalencia entre gastos e ingresos. Estamos entonces ante medidas

de la economía, vista o visualizada a partir de la relación entre

inversiones e ingresos. El producto interno bruto es la valorización de

la producción anual realizada en el mercado. El PIB tiene que

corresponder tanto a la suma de las inversiones, así como, del otro

lado, a la suma de los ingresos. Sin embargo, la economía efectiva, no

se reduce a estos movimientos cuantificados de la economía, concebida

como un cuadro de oferta y demanda; estas cuantificaciones son

instrumentos de orientación para obtener una información integral de

las inversiones y de los ingresos; nada más. Pretender que esto

expresa o manifiesta las dinámicas económicas es una desmesura

exagerada de los sacerdotes de la economía, que han convertido su

circunscrito saber técnico en una religión.

Breves anotaciones sobre la macroeconomía

Para que quede claro lo que decimos. No es un problema de la

macroeconomía como instrumento técnico para el análisis, como

instrumento descriptivo de movimientos económicos, no es problema

de las herramientas estadísticas, que se utilizan para el cálculo,

tampoco de la teoría analítica técnica que acompaña a esta heurística,

sino el problema radica en los sacerdotes monetaristas, quienes

convierten estos útiles instrumentos analíticos en el paradigma de la

verdad económica. Es decir, convierten la economía en una religión.

En adelante haremos un repaso a la concepción analítica e instrumental

macroeconómico; lo haremos un tanto esquemáticamente para

ilustrar.

Se dice que la macroeconomía asume el estudio general de la

economía; para tal efecto recurre al análisis de las variables agregadas,

el monto total de bienes y servicios producidos, el total de los ingresos,

el nivel de empleo, de recursos productivos, la balanza de pagos, el

tipo de cambio y el comportamiento general de los precios. La

macroeconomía busca examinar cuál puede ser perfil adecuado de las

políticas económicas, persiguiendo el objetivo del crecimiento

económico, conseguir la estabilidad de precios, fomentar el empleo y

la obtención de una balanza de pagos, sostenible y equilibrada.

A inicios de la década de 1950 se maduraron modelos micro-

económicos basados en el comportamiento macro-económico, tal como

la función del consumo. El economista holandés Jan Tinbergen

conformó el primer modelo macroeconómico. El primer proyecto

mundial de modelo económico, el Warton Econometric Forecasting

Asociates LINK, fue emprendido por Lawrence Klein.

El nacimiento de la macroeconomía moderna se da lugar en 1936,

nacimiento en el cual el economista británico Jhon Mayard Keynes tiene

que ver por el despliegue epistemológico que ocasiona en las

formaciones discursivas económicas de entonces. En su obra Teoría

general del empleo, el interés y el dinero, interpreta y explica la

fenomenología de la Gran depresión. La interpretación económica

precedente consideraba que las crisis de los ciclos económicos no

podían ser soslayadas, en cambio, Keynes expuso la posibilidad de

sortear las crisis cíclicas. En resumen expuso como la política fiscal y

monetaria podían utilizarse como herramientas para incrementar el

nivel de la producción y el empleo en una sociedad.

Los preferentes datos que se utilizan en la macroeconomía son

las llamadas macro-magnitudes, obtenidas de la Contabilidad nacional.

El indicador más conocido es el producto interno bruto (PIB), indicador

de la medida integral del valor anual de la producción y los servicios

dados en un país determinado. Las variaciones del PIB muestra la

evolución del crecimiento de la producción. Por otra parte, también se

utilizan, de manera específica, otros indicadores, que acompañan al

análisis; por ejemplo, los indicadores de Valor Agregado Bruto, Renta

Nacional, además de medidas o coeficientes como el Deflactor. Así

como el Índice de Precios al Consumidor, que mide la variación de

precios de la canasta familiar promedio; se trata de una estructura de

bienes ponderada por los precios. También se usan indicadores como

la Tasa de Desempleo y la Tasa de Interés.

El modelo de oferta y demanda agregada analiza la producción de un

periodo y el nivel de precios existente a través de la funciones de oferta

y demanda agregada; proporciona la sinopsis necesaria para

comprender la evolución de las magnitudes agregadas básicas. El

modelo de oferta y demanda agregadas es la herramienta analítica

para el estudio de las fluctuaciones de la producción, así como de la

variación de precios. Las unidades de análisis son la demanda agregada

y la oferta agregada; la demanda agregada es una figuración aritmética

del mercado de bienes y servicios. Los componentes de la demanda

agregada son el consumo privado (C), la inversión privada (I) y el gasto

público (G); en una economía abierta hay que añadir las exportaciones

netas (XN), que consiste en la diferencia entre exportaciones (X) e

importaciones (M) de bienes y servicios.

Los tópicos macroeconómicos se remiten a fenómenos generales del

funcionamiento de la economía, sin tomar en cuenta problemas

sectoriales singulares. Los modelos macroeconómicos toman en cuenta

características propias de los movimientos económicos, como el

crecimiento económico, el desempleo y la evolución de los salarios, la

inflación, la balanza comercial, la demanda agregada, los impuestos y

los tipos de interés.

Dentro del contexto del análisis macroeconómico, se puede considerar

el análisis monetarista. Se analiza el dinero en sus diversas funciones,

se explora los efectos de los sistemas monetarios, incluida la regulación

del dinero, las regulaciones vinculadas a las instituciones financieras.

El análisis monetarista moderno suministra una formulación

microeconómica de la demanda de dinero, observando su influencia

sobre la demanda agregada y la producción. Acopladas a este análisis

se recurre a otras categorías, como la oferta de dinero, la demanda

de dinero, la base monetaria. Por otra parte, también se recurre a la

teoría cuantitativa del dinero, así como al enfoque de la ilusión

monetaria, así como al enfoque de la trampa de liquidez.

En lo que respecta al análisis del crecimiento económico, se examinan

las variables que determinan el incremento de la producción, también

el acrecentamiento de la renta; se trata del análisis cuantitativo de los

indicadores económicos a largo plazo. La teoría del crecimiento

económico analiza comparativa las economías nacionales.

El análisis macroeconómico del desempleo discierne las implicaciones

del desempleo en la economía; se ocupa de su medición, de las causas

desencadenantes, así como de las fluctuaciones del desempleo. Para

tal efecto se recurre también a la categoría de salario de eficiencia; se

apoya el análisis en la curva de Phillips, así como en la ley de Okun.

Para tener una descripción matemática del modelo, expondremos su

formulación algebraica. Consideremos la renta o ingreso nacional (Y)

como la suma de todos los bienes y servicios producidos en un período.

Algunos de esos bienes y servicios han servido para el consumo de los

habitantes del país, es decir, (C) será el consumo. Otros habrán servido

para que las empresas puedan reponer sus necesidades de capital para

producir, también para adquirir maquinarias, herramientas, materias

primas; esto lo llamaremos inversión (I). Por su parte, el Estado ha

intervenido en la economía consumiendo bienes y servicios para

hacerlos públicos, ha intervenido mediante empresas públicas en

el mercado; a lo que llamaremos gasto público (G). También se han

importado bienes del exterior, mediante las importaciones (M) y se han

exportado al exterior, mediante las exportaciones (X). Entonces,

podemos representar la renta como esta suma:

La razón por la que las importaciones pasan "restando", es la siguiente:

el lado de la ecuación Y + M representa en qué hemos usado todo el

dinero empleado en el periodo, el total de producción nacional de

bienes y servicios, y de importaciones, y en eso ha tenido que

emplearse todo lo que se ha demandado durante el periodo: C + I +

G + X, ya que algunas de estas variables en parte han tomado de la

producción nacional y en parte de las importaciones. Por tanto Y + M

= C + I + G + X, y pasando M al otro lado, tenemos la relación.

Podemos simplificar y llamar a las dos últimas variables "Exportaciones

netas", y presentarlo así:

Hay que introducir ahora factores que influyen el consumo. El consumo

se supone que será una parte de la renta disponible de los

consumidores. La renta disponible no es exactamente Y; como el

gobierno necesita parte de esa renta para financiar el gasto público

(G), podemos suponer que la renta disponible es la renta Y después de

que el gobierno ha retenido una parte en forma de impuestos,

considerando, además, los presentamos de forma simplificada por una

tasa impositiva (t). La renta disponible será (1-t)Y. Ahora bien, el

consumidor, normalmente, no se la gastará toda en consumo, sino solo

una parte, podemos suponer que por término medio todos tienen la

misma propensión al consumo, y la llamamos (c) a esa propensión. Por

tanto, el consumo privado será:

Introducimos esto en nuestra ecuación y quedaría así:

Otro supuesto que se suele hacer es que la inversión privada se

encuentra negativamente afectada por los tipos de interés del dinero.

Cuando éstos son altos, como las empresas tienden a pedir créditos

bancarios para equipar sus medios de producción, tienden a invertir

menos porque invertir más significa tener que pagar más de intereses.

Esto lo podemos representar así: La Inversión tiene un nivel máximo

posible (Im) y disminuye linealmente con los tipos de interés, o sea:

Donde b representa la sensibilidad de las empresas privadas al tipo de

interés bancario e i ese tipo de interés. Nuestro modelo ahora es así:

La cuestión es que en este modelo vemos que la misma variable, la

renta, aparece en los dos lados de la ecuación. Esto puede

interpretarse como una relación dinámica, o sea, el valor de Y en la

izquierda va a depender del valor que tuvo en el pasado, en la derecha

de la ecuación, y del resto de los valores de las variables. E irá

cambiando periodo tras periodo.

Sin embargo, si suponemos que las otras variables no cambiaran, si

los parámetros fueran constantes durante suficiente tiempo, y además

el gasto público G estuviera generado de manera externa, entonces

posiblemente la renta llegaría a no cambiar tampoco con el tiempo,

alcanzando lo que se llama el valor de equilibrio. Podemos hallar este

valor de equilibrio:

Con esta ecuación, también llamada curva IS, se pueden hacer

diversos análisis viendo como cambiaría la renta de equilibrio si

variaran los parámetros o las variables implicadas. Esta curva refleja

los valores de renta (Y) y tipo de interés (i) para los cuales el mercado

de bienes y servicios está en equilibrio. Existe, sin embargo, una

diferencia importante si se considera que el gasto no es externo sino

interno, dado por el nivel de impuestos: G = tY. En este caso la renta

de equilibrio sería:

Obsérvese que la hipótesis de exterioridad del gasto público no es

cándido, ya que la conclusión sobre el efecto del aumento de los

impuestos es contraria en las anteriores ecuaciones ya que calculando

las derivadas siguientes se tiene:

Es decir, en el modelo de gasto público endógeno un aumento de los

impuestos conduce a una disminución de la renta, mientras que en el

modelo gasto público exógeno, igual a los impuestos, es decir, cuando

no hay déficit, el aumento del tipo impositivo conduce a aumentos de

renta.

Existe una curva que es complementaria de esta, llamada LM. Los

supuestos son los siguientes: Los agentes demandan dinero para poder

actuar en el mercado. El dinero interesa en términos reales, no

nominales. La oferta de dinero depende del Banco Central del país, que

es el único organismo que puede emitir dinero, pero éste luego deja

que el resto de los bancos lo distribuyan y cobren intereses por

prestarlo. En cualquier caso, la demanda monetaria se puede

representar como el cociente de dos variables, M, la cantidad total de

dinero en la economía, y P, los niveles de precios. Es decir (M/P). Esa

demanda se puede suponer que depende así del resto de la economía:

a mayor nivel de renta, se demandará más dinero para comprar en los

mercados, pero un mayor tipo de interés disuadirá generalmente de

demandar dinero, ya que éste debe ser reintegrado cuando se pide

como préstamo. De ahí que se represente la demanda así:

Si suponemos que la oferta y demanda monetarias están igualadas en

el mercado monetario, podemos coger la ecuación anterior y despejar

la renta:

Que es una curva que relaciona los niveles de renta y de tipos de

interés para los que el mercado monetario está en equilibrio. Ésta es

la curva LM.

Si tomamos las curvas IS y LM, las anteriores ecuaciones, y las

juntamos, obtenemos un sistema de dos ecuaciones con dos variables,

que serán la renta y el tipo de interés:

Podemos despejar, usando los métodos para sistemas de ecuaciones

lineales, obtener los valores de Y e i en función de todos los demás

parámetros y variables, usar las funciones resultantes para estudiar

como variarán los niveles de renta y tipo de interés en el equilibrio,

cuando varíen los parámetros o las variables exógenas. Es más,

podemos obtener la curva de demanda agregada, ya que podremos

expresar la renta (Y), dependiendo de los niveles de precios (P). Esta

curva tendría la siguiente expresión:

Se puede reducir esta expresión a una del tipo Y=A+B/P, que muestra

claramente que se trata de una curva decreciente en P. Si hubiéramos

partido de las anteriores ecuaciones el resultado final habría sido:

Si además desarrolláramos una curva de oferta agregada, que

relacionara niveles de salarios, de trabajo, de precios y de renta

producida, podríamos cruzarla con la de demanda agregada,

determinar por completo la renta, los niveles de precios, de empleo y

otros indicadores, en cada momento dado; estudiar como las políticas

monetarias y fiscales influyen.

Los gobiernos disponen de herramientas para aplicar políticas

económicas, una de ellas es la política monetaria, la misma que se

reduce a la manipulación de la oferta monetaria, expidiendo o

restringiendo el dinero, el crédito y el sistema bancario, incidiendo en

la producción, los precios y el empleo. Otra herramienta de las políticas

económicas es la política fiscal, la misma que se reduce al manejo de

los ingresos públicos, prioritariamente los impuestos, así como los

gastos públicos. Se puede adjuntar a estas herramientas las políticas

de rentas, las que se proponen la limitación de precios y salarios.

Los modelos que pretenden simular sistemas reales frecuentemente

recurren a estudios de regresión lineal múltiple. Se pretende averiguar

el efecto de pequeños cambios porcentuales en las variables de

entrada. Para grandes cambios el modelo podría resultar no lineal, por

lo tanto, las predicciones del modelo lineal resultan inapropiadas.

El modelo macroeconómico no sería útil para describir la economía

efectiva, simplificada a la sensibilidad de los parámetros seleccionados,

si no se contrasta la validez; la manera de hacerlo es usando los

valores reales de la variables. Tampoco serviría de nada suponer cuales

son las relaciones entre las variables y cuáles son los valores de los

parámetros que influyen en esas relaciones, si no podemos comprobar

en qué grado esas relaciones son así y cuales serían realmente los

valores de esos parámetros. Para tal efecto, se usa una técnica

estadística denominada econometría para comprobar la validez del

modelo, usando valores reales.

Por ejemplo, si, en el marco de un modelo hipotético, hemos supuesto

que el consumo (C) depende de la renta (Y), los tipos de interés (I), la

riqueza acumulada (W) y el nivel de precios (P), podríamos expresar

esto como:

Los valores de C, Y, I, W y P tendrían que averiguarse buscando

informes económicos oficiales que pudieran mostrarnos estas

estadísticas, los valores toman a lo largo del tiempo; los valores de los

parámetros tendrían que ser deducidos por el investigador, usando la

econometría. Esta técnica también puede informar hasta qué punto

este modelo lineal es válido, si alguna de estas variables es irrelevante,

si resultan en conjunto insuficientes para explicar el valor de C a lo

largo del periodo considerado.

En algunos casos, se intenta que los modelos macroeconómicos tengan

un soporte microeconómico, que se pueda representar las variables

macroeconómicas implicadas como la suma de variables

microeconómicas, que fluctúan en las relaciones de equilibrio de varios

modelos microeconómicos, que representen a los agentes económicos,

quienes operan1.

Conclusiones

1. En la modernidad las ciencias sociales, entre ellas la economía, se

han convertido, cada una de ellas, a su turno, en el pretendido

centro epistemológico privilegiado, desde donde se explica la

realidad, reducida a la rejilla de sus esquemas teóricos.

1 Bibliografía: Rudiger Dorbusch y Stanley Fischer: Macroeconoía. Oliver Blanchard: Macroeconomía. Felipe Larrain y Jeffrey Sach:

Macroeconomía en la economía global. José de Gregorio: Macroeconomía intermedia. Gregory Mankiw: Macroeconomía. Karl Marx: Plusvalía, Capital y Trabajo. Cuellar Darwin: Trabajo y esfuerzo. Carl Menger: Origen del dinero. Roberto Chachanosky: Economía para todos. Julio Cole: Dinero y Banca, consideraciones sobre la tasa de interés. Richard Froyen: Macroeconomía. Carlos Massad: Mis clases de Economía...y algo más. https://es.wikipedia.org/wiki/Macroeconom%C3%ADa.

2. Cuando esta pretensión epistemológica, de centro de saber, por lo

tanto, de lugar privilegiado de la verdad, se convierte en “ideología”,

para después convertirse en política, la ciencia descriptiva se ha

transformado en una religión.

3. Se trata de un saber pretensioso de los nuevos sacerdotes de las

nuevas religiones. Que, además, al ungirse de autoridades, usan el

poder para obligar a las poblaciones comportamientos y conductas,

que conducen a la austeridad, a la dieta, y al ahorro, generalmente

para pagar deudas que las poblaciones no han ocasionado, sino que

han sido generadas por las políticas económicas de los gobiernos,

de los organismos internacionales y del sistema financiero

internacional.

4. Las herramientas estadísticas, los instrumentos descriptivos y de

medida, son, indudablemente útiles; lo son cuando son usados

como tales, como instrumentos, herramientas, descriptivas; sin

embargo, pierden esa utilidad cuando se convierten sus medidas,

incluso sus modelos de orientación, en esencias o sustancias

inmanentes y trascendentes a la realidad, que ha dejado de ser la

realidad efectiva, reduciéndose a ser la representación aritmética

de la realidad efectiva.