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Aunque puedan existir factores de confección estadística que determinen este paradójico aumento en los últimos años, no puede negarse que estas cifras despiertan una cierta inquietud, respecto a ]a situación sani· taria de nuestra patria, en lo referente a la prevención del riesgo fetal.
s·esión del dfa 25 de mero de 1965
INDICACidNES DE LOS DERIVADOS DE LA NORTESTOSTERONA COMO lNHIBIDORES DE LA OVULACióN •
J. M." USANDIZAGA-POMBO
En estos últimos tiempos ha sido muy grande el número de trabajos publicados, estudiando acciones hormonales que condicionan la inhibición de la ovulación.
Ya en el año 1921, HABERTLANDT había hecho la observación de que el h·asplante de ovario de embarazada a otra mujer no grávida ocasionaba el cese de la menstruación en ésta. La administración de progesterona que condicionaba análogos resultados, publicados en los años 30 y 40 (CLAU· BERG, MASSE!I.'BACH y BIKEN:BACH y PAULICOVTCS, STRURGIS y ALBRIGRT)
fue preconizada como medio de inhibir la ovulación, frenando la hipófisis. Sin embargo, la administración de progesterona en la clinica (MARTÍ Y col., por ej., utilizaban dosis de 300 mg al día), conducía a la aparición de una alta incidencia de met~·orragias, y de intolerancias y dafios hepáticos, dw-ante el tiempo que ésta se utilizaba, por lo que se impuso la necesidad de llegar a la síntesis de substancias farmacológicas (proges~ágenos), que desprovistas en lo posible de efectos desfavorables mantuvie· sen acciones semejantes a las de la progesterona.
Sin embargo, en la actualidad se dispone de medicaciones que dan excelentes resultados con esa finalidad de inhibir la ovulación, de las que nos vamos a ocupar en las páginas que siguen. .
No cabe duda de que sus aplicaciones en la clínica para el tratarmento de diversas alteTaciones ginecológicas son muy numerosas, pero no :e puede ignorar que han suscitado el máximo interés por su posible eficaCia para "planear" 1a familia.
El creciente y progresivo aumento de la población de nuestro plalleta,
• Fragmento del artículo original La inl•ibici6tl de la OfJtrlaci611 {>or lo~ derivodas ~~.~ ttor·lestoslcrona, publicado en "Medicina C!inica", año XIIL tomo XLV, num. 1, Barc ' julio 1965.
1/SANDJZAGA·POMBO. Jl','DlCACIONES DERIVADOS NO:RTÉSTOS'l,"EI'IONA 379
es motivo de preocupación socioeconómica para muchos, ante la inquietud de que la misma no pueda ser alimentada si se mantiene la evolución que experimenta en los momentos actuales, más que por la insuficiencia en la producción de alimentos, por el aumento en el número <le habitantes. Tampoco debe ser olvidado, que en nuestra civilización industrial es difícil mantener familias con un número de hijos comparable al de las que viven en el campo; aun en éstas, tampoco se desea que sea superior al de un "límite prudencial", totalmente variable en cada paso, y siempre más reducido que en épocas anteriores.
Esto nos llevaría a plantear problemas de orden social con consecuencias moiales, que sobrepasan ampliamente la misión del médico. En el último Concilio Vaticano se ha discutido ampliamente y han u·ascendido al público opiniones contradictorias. Es de esperar que se llegue a conclusiones definitivas prontamente.
Todo esto ha suscitado un enorme interés en la clase médica por la inhibición de la ovulación como problema médico y social Sin tomar una posición definitiva sobre sus posibles aplicaciones prácticas desde un punto de vista social, que para un médico católico no pueden ser más que las que autorice la Iglesia, nos vamos a limitar a hacer una exposición amplia y detenida de cuándo se pueden utilizar inhibidores de la ovulación.
Estos preparados pueden emplearse con diversas indicaciones que están ¡•esumié!as en el cuadro l.
CuADRO NÚM. 1
f.!tilizaci6n de los progestágenos Tratamiento cíclico:
Esterilidad Trastornos de la menstruación
Amenorrea Ciclo de onda baja Cic:o anovulatorio Ciclo ovulatorio
Hipermenorrea Hipomenorrea Polimenorrea Oligomenorrea Menorragia Reglas abundantes Reglas escasas Dolo1· con la ovulación (Mittelschmerz) Dismenorrea
Hiperplasia glandular ~as indicaciones
Dolorimiento ovárico Ovario poliquístico
Planificación familiar (KmcHitOFP y HtU.LEl\, P.n:.E-:rEns y col., PEI>TERS y col.)
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Tratamiento continuado: (Amenorrea artificial y seudoembara:zo) Indicaciones ginecológicas
Híperplasia glandular Mioma Congestación pelviana Dispareunia Enfermedad flbroquística de la mama Dolor lumbar
Indicaciones médicas Metrorragias condicionadas por una hemofilia (PEll:TERS y col., FBRJN, Ross).
Aunque en el cuadro anterior se mencionan todas las posibilidades de empleo de esta medicación, en realidad, con los que principalmente se han utilizado las reseñamos a continuación:
a) Este-riUdad. - El cese de la ingesta de noresteroides conduce a un aumento de la fecundidad (GoLDZIEimR), a juzgar por las refeJ·encias de éxitos (Pmcus, PEETERS· y col., KAISER). l<IRCJ:HliOFF y HALLER trataron 180 pacientes durante 593 ciclos, alcanzando la cifra de embarazos poste· riores a 39 (22 %), éxito de indudable valor si se tiene presente que 32 parejas presentaban esterilidad primaria y 7 secundru:ias.
El mecanismo de acción de estos fármacos seguiría vru:ios caminos: l. • Inhibición de la secreción de gonadotrofinas: El reposo temporal
de una glándula de secreción interna se sigue de una estirnulación de su funcionamiento. Este efecto rebote ha sido experimentado por LAKIIMANN y NELSON en ratas. En el grupo control, la incidencia media de cuerpos lúteos era de 6,4, frente a un 9,2 en el objeto de tratamiento. Los huevos fecundados en trompa mantenían aproximadamente diCha relación (4,4 y 7,2 respectivamente).
2.• Dosis pequeñas de una hormona ejercen también una acción estimulante: Rocx: y colaboradores se han valido de dosis de 5-30 mg de progestágenos, que administraban en algunas fechas de la primera a la tercera semana del ciclo. E11 175 mujeres en que su fecundación no tenía lugar de un modo inexplicable, el 16% de ellas quedó embarazada durante 1a terapia, y otro tanto sucedió con otro lO % uno a tres ciclos más tarde. RxcE-WRAY todavia son más optimistas, al afirmar que el 87% de 87 pacientes quedó en estado durante los tres primeros meses del tratamiento.
3.o El infantilismo uterino: Puede ser corregido al crearse un_ se~doembarazo. Dosis continuadas de progestágenos actuarían en dicho sentido.
b) .Trastomos de la men.stru.aoión.- Por las razones a qHe antes nos referimos, la menstn1ación se ve influida por el tratamiento medicamentoso, pero desgraciadamente nunca se llega a un verdadero control Y dirección de la misma.
l . • La menstruación durante el tratamiento: La menstruación hace su aparición cada 26-27 días (MEARS y GRA.t'IT en el 75% de sus casos)
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o 28 días (KmCHHOFF y lL\LLER). En realidad los primetos ciclos se suceden con tma mayor frecuencia (PEETERs), por eso Bi:\CKNER habla de 25-27 clías (80-90% de pacientes), que al cabo de cierto tiempo se convierten en 26-28 días (90 % de las mujeres). Análogos datos facilita GREENBLAT.
Si tomamos como punto de referencia la última píldora ingerida, la aparición de la regla ocurre del primer al tercer día (PEETERS, KIRCHHOFF y IlAT.LER, BocKl\'ER), a causa de la repercusión de la deprivación hormonal sobre el endometrio (GREENBLAT). Según CooK y col. existe una diferertte repercusión según la dosis del progestágeno aclministra~o, en cuanto que cot'l 10 mg transcurren 4-5 días y con 5 mg solamente 1-2 fechas; según el tipo de nmesteroide utilizado, pues mientras el etinil-3-desoxi-19-nortestosterona se comporta con cierto efecto depot, ya que la irrupción de la regla tiene lugar algo más tarde, dw·ante más tiempo y con mayor pérdida hemática, el acetato de norestisterona presentaría un comportamiento antagónico (KmcHHOFF y HALLER). De todas formas debe tenerse mt1y en cuenta que la seudomenstruación .no tiene lugar con excesiva frecuencia. (Ver más adelante).
La dmación de la menstruación es de 3-5 días (BocKNER en el 81% de casos) o de 3,4 a 4,4 días (KIRcHHOFF y HALLER) con una pérdida total de sangre por genitales externos inferior a las habidas sin tratamiento (Cuadro 2). Si la terapia ocupa solamente la segunda parte del ciclo, la disminución de esta cantidad pasil de un 78-93% a tm 58-76% (RocK y col.).
CuADRO NÚM. 2
La hemon·agia menstrual durante el tratamiento en %
Cook y col. , Mears y Grant . . IGrchhoff y Haller Rice-WJay . . . . . Editorial del Bril. Mcd .. Rock y col. . . . . .
Aumentada Disminuida Itrual
3-5 4 2
43 % 50-70 52 54,4 58-80 78-93
44 33,5
2: La menstruación una vez acabado el tratamiento: Una vez que c~sa la terapia efectuada dtu-ante un tiempo prudencia}, e1 ciclo menstrual hende. n regulal'izarse (PlNCus, RocK y GARCÍA, RrcE-WRAY) con ciclos ~ás b:ten largos (lo más común de 27 fechas) y se corrigen las menorrag( las (XIUTC:HERSON y col.), reduciéndose la duración de la misma a 5 días ECKESTEIN y col. )."
Sin embargo, el primer ciclo puede ser más prolongado, pues llega a durar de 31 a 59 días en el 59 % de ellos, o más Teducido (5-23 días en un 19% de pacientes) (RxcE-Wn.u). Por otra parte, en enfermas meno-
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páusicas, los resultados deben calificarse de imprevisibles y desconcer· tantes (Ross). (Cuadro 3.)
3.• Ciclos anovulatorios: La corta serie de ciclos anovulatorios tratados por BERNARD y col. o TscBERNE, nos hace ser pesimistas, pues persiste la ausencia del óvulo a pesar de la terapia.
CuADRO N'ÓM. 3
El cíclo menstrual desp-r.t¿s del tratamiento
Duración %
Hutcherson y col. 2-5-30 83,3 Goldziel1cr y col. 26 15
27 50 28 15
Eckestein .. >35 25 <20 5,3
Rice-Wray y col. 24-31 95,8
4.• Dismenorrea: Los resultados terapéuticos de la dismenorrea son diversos {Cuadro 4). Existen indudablemente curaciones o mejorías, pero algunas de ellas sólo duran 2-3 meses (Ross). Por otm parte, en pacientes sin dismenorrea se instauran algias abdominales que pueden coincidir con la seudorregla. (Ver más adelante.)
CuADRO NÚM. 4
Evolución de la dismenorrea
Tscheme .. Dickinson y Smith . Bemard y col. . Marti y col. . Tyler . . . . Mears y Grant . Bockner . . Jaensch-Zander.
Curaron o mejoraron
80,9 $ 3 casos 7 "
29 " 33 36 " 37 48
Empeora ro11
14 casos
l naltet·ados
100 casos
3 " 7 " 6 "
14 "
Como dosis de 2,5 mg los resultados aparecen más halagüeños que con 5 mg (Cuadro 5), mientras que cuando la terapia desarrolla en la segunda parte del ciclo, los éxitos decayeron de un 80-90 % a un 15% (Rocr y col.).
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CUADRO NÚM. 5
Resultados del tratamiento ele la dismenorrea (MEARS)
Número de ciclos 2,5 mg .. 5 mg .. . .
1 2
11
2 2
2.3
3 1
11
6 2 6
12 Posteriormente 3 3 Casos en 3 O q,uehubo
mejoría
5.• Tensión premenstrual: Las enfermas sometidas a la acción de los progestágenos mejoraron su tensión premenstrual hasta en un 80 % de casos (KmcBHOFF y liALLER). Sin embargo, otros resultados no son ni mucho menos tan favorables (Cuadros 6 y 7).
C UADRO NÚM. 6
Tmtamiento de la tensión ·premenstntal
Mears y Grant PuJlen . . . Cook y col . .
:Mejoran Empeoran Invariable Yarian de síntomas
' ll 53
CuADRO ¡.;ÚM. 7
26
28%
--------5
36 20 casos
Casos de meíoría o curación de la tensí6n premenstnial (MEARS)
Número de ciclos 2,5 mg 5 mg.
1 6 4
2 3 3
CUADRO NÚM. 8
3 6 3
6 Otros ciclos o o 2 o
Resultados en el tratamiento de las endometri{)sís
Helpup . . Rock y col. . . Kirchhoff y Haller
Casos
10 17
128
Ciclos
660
Mejoran
8 oasos 14 " 89,5%
e) Endometriosis. -Se han referido numerosos casos de pacientes que han mejorado de su endometriosis (Cuadro 8) al cabo de cierto tiem-
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po y tratamiento continuo con progestágenos (Cuadro 9). Al llegar al tratamiento hacia el ciclo 20 suele desaparecer la sintomatología dolorosa, permaneciendo solamente una discreta dismenorrea, durante los 3-4 meses posteriores al cese de la medicación (PEETERS y ÜEYEN).
Esta curación sería debida a la degeneración y evolución posterior del tejido glandular, que acaba siendo reabsorbido (PoTS). Existe en primer lugar una transformación decidual, que se continúa de una vacuolización, degeneración celular e infiltración por elementos mononucleares de drigen 11lasmático (HELPAP), de forma que a las 15 semanas ha desaparecido la clecidua, apJeciándose frecuentes puntos de necrosis (RocK y cgJ.) o sustituciones por tejido conjuntivo (PSYRENEEL).
CUADRO NÚM. 9
Duración del tratamiento de la endometriosis
Peeters . . Marti y coi. Peeters . . Chalmers .
8-12 ciclos 80 días 8-12 ciclos 4 meses
En contraposición a estas . descripciones se encuentran las experiencias de ScoTT y W~RTON. A los siete meses de tratar monos monkeys, a los que previamente se había implantado núcleos endometri.ósicos no obser· varon reducción del área ocupada por los mismos, si bien se apreciaba una mayor fibrosis de aquel estroma y resultaba extraño y discordante la gran abundancia de glándulas activas en medio de un estroma tran· quilo.
Como modelo de tratamiento de larga duración, podemos referirnos al seudoembarazo de 9 a 24 meses que practica KISTNER. La dosis diaria de noretinodral es de 2,5 mg durante una semana, 5 mg durante ob"a, 10 mg durante dos semanas y 20 mg por tiempo inde:6nido. El acetato noretindrona se adminjstra a dosis de 5 mg diaTios durante dos semanas, aumentando en 5 mg cada dos semanas hasta un nivel de manten.úniento de 15 a 20 mg. Los estrógenos se facilitan en caso de que aparezcan hemorragias. La dosis semanal inicial de capronato de hidroxiprogesterona y de valerianato de estradiol (Deluvetal 2 x) es de 1 ce por vía intramus· cular. Esta dosis se aumenta en 0,05 ce cada seis semanas, siempre que aparezcan hemorragias. Las enfermas tratadas con acetato de arnedroxi· progesteron por vía intramuss:ular (Depo-Provera) son sometidas a 2 ce cada dos semanas hasta un total de 4 dosis, y después a 2 ce cada cuatro semanas. En casos de hemorragia se administran estr6genos por via oral.
d) Cuadros 1·eu.máticos.- La influencia que los progestágenos e¡er· cen sobre el nivel hemático de las hormonas suprarrenales l1a querido ser
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ütilizado como medio terapéutico en procesos reumatoideos. Si bien se ha indicado la existencia de alguna alteración en el metabolismo ele la cortisona según el Medica! Adviso¡y Council en el sentido de un aumento de plasmacorticoides (METCALF y BEAVEN, SANDEll.'l!El\G y col.), no paxece que sea cierto (RrCE-WRAY y col., GREENBLAT, DrCKINSON y Sl\UTH). Según W ALLACH y col. el empleo continuado de progestágenos no lleva pareja una disminución de los valores de los 17 hidroxicorticoides y 17 cetostemides, tal como ha sido pretendido por PI.Ncus, HELLER y colaboradores y por BROOCKS y P:aUNTY, pues el efecto neoformador de proteínas pox los estrógenos (FoTHERBY) puede ser aplicado del mismo modo a los progestágenos.
En el campo de los resultados clínicos, el optimismo desprendido del trabajo de BLAIS y DEMERS no ha sido confirmado por GILBERT y col. De todas formas, en el gran cajón de sastre del dolor lumbar, PEETERS y col. logran un 40 % de curaciones frente a un 23 % de mejori.as y tm 37 % de fracasos.
e) Patología del ovm·io. - PEETERS y KAYSEll consiguen una disminución del tamaño de ovarios poliquísticos en tmos pocos casos en que siguió ¡osta conduda terapéutica.
f) Patologf.a de la mama. - La enfermedad fibroquística de la mama se atenúa en su evolución al esta·blecerse un seudoembarazo (l<AYSER). Fm.UN refiere tres de tales casos.
g) Coagulopatías. - En paCientes con diátesis hemorrágica, con el fln de evitar una excesiva sangría menstrual, Ross produjo tm seudoembarazo, obteniendo éxito completo en dos ocasiones.
h) Acción sobre el psiqtJÍS1JW. - La salud mental ae la mujer que vive obsesionada por miedo a un embarazo, no deseable por razones socio~conómicas o médicas y que todos los meses repite su neurosis de regla, mdudablemente se ve influida por m1a terapia que le garantiza la imposi· bilidad cle una gestación. Por otra parte, aunque actúe de sustantivo de otr~s medios anticoncepcionales, que indudablemente ejerce11 una reperCUSIÓn sobre su salud física o psíquica, y que al mismo tiempo· no se aco~pañan de un tanto por ciento tan elevado de seguridad frente a una pos1ble gestación, no debe ser echado en olvido que también conb·ibuye a mantener un complejo de castración. Por todo esto no nos sorprende que MEARS y GnANT refieran auténticas mejorías en algtmos procesos psíquieo$.
La líbido se ve poderosamente influida y lo mismo puede ocurrir que ~o se modifique (HuTCHERSON y col.) como que varíe de modo impreviSlble (fuCE-WRAY y col.). Por ello los resultados recogidos en el cuadro 10 son totalmente diversos.
Los casos de dispareunia pueden experimentar mejorías en ciertas oca-
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sienes, pero también debe tenerse p¡-esente una acción de tipo local sobre ati·oflas vaginales o vaginitis (PEE"l':ERS y col.).
i) Planificación familiar. - Diversos son los motivos por los que se desea la limitación de la familia. El juicio moral que merece tal proceder y a qué medios de acción se acude para ello, no es objeto de esta revisión, pues se aleja del campo estrictamente médico. El profesional católico debe obrar conforme a su moral, la cual entre los no católicos se plantea muchas veces en forma completamente distinta que entre nosotros.
Goldzieher . Más tarde. Más tarde.
Tyler y col. Wearing . Ringrose . Schu1tz . Buckner .
CUADRO NÓM. 10
Modificaciones de la líbido
Aumenacla Disntinuid.l
99 casos 66 .. 85 " 15% 7% 9%
3% 5% 10 % 9% 16 %
1 nalterad·a
98 casos 66 "
16% 85%
Así, por ejemplo, KmcHHOFF y HALLER, además de lós problemas socioeconórnicos particulares de un matrimonio, encuentran indicaciones de orden médico para espaciar embarazos, tales como partos peligrosos, cesáreas, presentaciones transversales, alteraciones generales del organismo b·as una interrupción terapéutica del embarazo, mola vesicular, eritroblastosis fetal, antecedentes de trombosis y embolias en otros partos, eclampsias, cardiopatías y tuberculosis pulmonar.
A medida que se han ido conociendo los progestágenos sintetizados por diversos laboratorios, en otros países rápidamente se experimentaron en masas de población "económicamente débil". La primera prueba (PINcus y col. en Puerto Rico, 1956) signiflcó el comienzo de otras mu· chas (CooK y PENDELTON en Puerto Rico, TYLER y ÜLSON en Los Angeles, GARCÍA y col. en Haití, fuCE-WRAY y col., PAl'!IAGUA ... ).
Este ai'io ha salido a la luz el magnífico trabajo de Kmc.HHOFF Y HALLER, producto de una serie de años de elaboración de teórica en sus laboratorios de la "Universitats Frauenklinik de Gottingen", y resultado de una estrecha colaboración con 620 médicos mrales, que por su indu· dable seriedad y valor científico pone al día los conocimientos sobre un tema tan rico en interrogantes e incertidumbres (Cuadro 11).
La totalidad de autores que al hablar de los progestágenos se ocupan
USAl\'DIZAGA-POMDO. DiDiéACIOJ:o.'ES DEI~IVADOS NORTESTOSTERONA 387
CtJA11RO NÚM. 11
Casuística de enfermos y ciclos ob¡eto de tratamiento
Napp y Rotche Gold y col .. Wearing . . . Kirchhoff y Haller Editorial . Ringrose . . Grocker y Stitt . . Dickinson y Smith Mears y Grant . . . . . Editorial del Brit. Med. Jo. Editorial del Brit. Mcd. Jo. Margulius . . Hutcherson y col. Pincus y col. Mears y Grant . . Andrews y Andrews Wats y Diddle . Rice-Wray y col. , Goldzieher y col. Tyler y col. Pincus y col. Rack . . .. . Ki¡chhoff y Haller Kirchhoff y Haller . . Medical Adviser Council Tyler . . . . .
N.• de enfennos
60 61 62 72 96
115 185 120 166 114 153 153 306 265 536 281 214 364 210 570 830
1.2BO 1.695 2.433 1.000
N.• de ciclos
200 272 312 316 433 805 964 998
1.023 1.106 1.377 1.795 1.852 1.857 2.292 2.429 3.050 6.062 6.232 7.194 8.133
10.000 11.107 14.083 15.000 30.000
de su utilidad como anticonceptivos, refieren prácticamente un lOO pOI cien de éxitos, si el esquema del tratamiento se ha efectuado correctamente. No citamos ningún trabajo en conCt'eto, pues práctilcamente sería repetir una gran parte de la bibliografía. Sin embar·go, debe ser tenfdo en cuenta, al menos teóricamente, pues no se refiere caso concreto confirmatorio de esta premisa, la posibilidad de una ovulación durante el primer ciclo, del día 9 al 10 o del 26 al 28. En el sentir de PsHYREMBEL y LALz, la inhibición sólo sería realmente segura a partir del 2.• ciclo.
Los autores señalan como condición indispensable que e1 tratamiento se ~·eahce deHn modo ininterrumpido. Numerosas han sido las referencias halladas en la literatura que mencionaban casos de mujeres que al no cumplir estrictamente este l'equisito quedaron embarazadas (PuLLEN, TYLER Y col., WATS y DIDDLE, VoKAER). fucE-WRAY y col., por ejemplo, se refie~en a gestaciones no deseadas a causa de olvidos en la ingesta de pastillas hacia los días 8 y 9, 10 y 11 y después del 19. Pmcus, en un
388 ' ' ANAr. ES. SECCION CIRUCIA
total de 282 ciclos incompletamente medicados, registra 2 y 3 ge~taciones respectivamente, cuando el número de pastillas olvidadas alcanzaba la cifra de 1 a 6, o más. RocK refiere hasta 5 y 11 embarazos respectivamente cuando los fallos de la ingesta se referían a menos o más de 5 dosis. Un poco sorprendente resulta la estadística de ECKESTEIN y col., pues entre 48 mujeres que se medican durante los 16 y 12 primeros· dfas del ciclo medicamentoso respectivamente, existieron 14 embarazos, correspondiendo el 80 % al primer ciclo y solamente el 20 % al segundo.
El que sobrevenga un embarazo no esperado se ha atribuido 11 diversas causas: dejar transcurrir un excesivo intervalo de tiempo entre los ciclos artificiales; haber sido realizado por otro facultativo un err6neo diagnóstico de embarazo y suspendida la medicación, sobrevenir éfte (CocK y col.); que el embarazo podía existir con -ante1ioriclad al U$0 de medidas inhibidoras de la ovulación; finalmente, que debido a una alte· ración del tránsito gástrico, por ejemplo vómitos (TuBAu), no haya tenido lugar la asimilación del producto.
Cátedra de Obstet1·icia. y Ginecología. Facultad de Medicina de Bm·celona (Prof. M. UsANDIZAGA).
Sesión del día 25 de abra de 1965
INCONTINENCIA DE ORINA
J. O. BosCH SALA
Comentando estas mil primeras historias clínicas, que corresponden a mil primeras visitas, y en relación con la incontinencia de orina en la mujer, observamos que han sido efectuadas en un período de 9 mes~;
restando los días festivos y los días en que operamos que no hemos VISI·
tado, el promedio resulta de unas 12 primeras visitas diarias, hallando entre ellas 48 pacientes con incontinencia de 01ina, lo que representa un 4,8 %.
Podemos catalogarlas, siguiendo la clasificación de lf'!GELMAN-SUND· BERC, en. tres grados.
Primer grado. ·Incontinencia de orina, al hacer algún esfuerzo: toser, reír, estornudar, etc.; es decir, casi provocándola.
Segundo grado. Incontinencias al más mínimo ·esfuerzo, como las an· teriores, pero además al subir escaleras, andar, etc. .
Tercer grado. Incontinencias de orina incÍuso estando de pie, es deell', a cualquier cambio de posición; graves.