Usos Prácticos de La Poesía

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Arte y Letras, Blogs, La gracia que sí/no quiso darme el cielo, Literatura Usos prácticos de la poesía Publicado por Natalia Carbajosa Imagen: Steve Johnson (CC) Para A. F. B., con mi cariño y admiración Un amigo mío, poeta respetado aunque de perfil discreto desde su ciudad de provincias, sufre una enfermedad rara. Tan rara, que lleva ya un par de años con ella a cuestas y los neurólogos todavía no han sido capaces de diagnosticarla. El caso es que, un buen día, lo ingresaron en un hospital y de allí salió en silla de ruedas y con un abultado equipaje de limitaciones para la vida cotidiana. Pero al margen del descalabro vital múltiple (familiar, económico) y de un periplo de pesadilla por agresivas pruebas médicas que se han ido repitiendo con regularidad, sin ningún resultado seguro, y además de verse postrado en una silla y dependiente de la ayuda de los demás, su verdadero descenso a los infiernos se produjo a raíz de un episodio temporal de pérdida del habla. A un poeta le duele como a cualquier otro mortal tener que prescindir de las piernas. Mas, ¿cómo prescindir de las palabras, que son su mayor alimento, el filtro (aun cuando imperfecto, como todo lo humano) por el que ve, entiende y se ex plica a sí mismo todas las cosas? En un intenso relato sobre su indeseado viaje a través de la enfermedad, inédito por el momento, el poeta nos cuenta a los amigos, pero se cuenta sobre todo a sí mismo, su propia historia reciente. Y se la cuenta con palabras, claro; no en verso en esta ocasión, aunque los poemas escritos a lo largo de treinta y tantos años de su vida afloren en la prosa, se cuelen como pájaros por los boquetes de los edificios abandonados y entonen su canto otra vez en medio de la ruina. Afortunadamente para él y para todos, esas aves convertidas en objeto de la memoria han vuelto a él, y han borrado con creces la angustia momentánea (en su momento interminable) que se produjo «cuando las palabras no funcionaban, cuando las palabras hicieron su revolución y me abrumaron con su sombrío Nuevo Battlestar Galactica, apuntes y reflexiones (IV): la gracia y la condición humana Enrique García Ballesteros Un caso práctico del complemento directo preposicional: mis tetas Yolanda Gándara Deje de preocuparse de una vez y aprenda a mirar el lado luminoso de la vida Pedro Torrijos Hi! Raquel GU Los duelistas, o la anatomía de un trol Jorge San Miguel Sibaritas del erotismo Muriel Campistol Qué interesante eso que me estás contando Javier Bilbao Gato Pérez, músico único que solo pudo darse en una Barcelona que ya no existe Álvaro Corazón Rural La música disco exige tu respeto Yago García Mad Max: Fury Road. Sed testigos Bárbara Ayuso Opinión Hermidiana José María Albert de Paco Todo sobre Rato Tsevan Rabtan Deseos humanos José Antonio Montano Diez libros que habría lamentado perderme en 2014 Enric González Las matemáticas que nos curan Clara Grima STORE Mapa Autores Librerías Agenda Publicidad Tarifas Contactar Aviso legal Jot Down Opinión Arte y Letras Cine-TV Deportes Ciencias Música Vicio Blogs Entrevistas

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    Usos prcticos de la poesaPublicado por Natalia Carbajosa

    Imagen: Steve Johnson (CC)

    Para A. F. B., con mi cario y admiracin

    Un amigo mo, poeta respetado aunque de perfil discreto desde su ciudad de provincias, sufre una enfermedadrara. Tan rara, que lleva ya un par de aos con ella a cuestas y los neurlogos todava no han sido capaces dediagnosticarla. El caso es que, un buen da, lo ingresaron en un hospital y de all sali en silla de ruedas y con unabultado equipaje de limitaciones para la vida cotidiana. Pero al margen del descalabro vital mltiple (familiar,econmico) y de un periplo de pesadilla por agresivas pruebas mdicas que se han ido repitiendo con regularidad,sin ningn resultado seguro, y adems de verse postrado en una silla y dependiente de la ayuda de los dems, suverdadero descenso a los infiernos se produjo a raz de un episodio temporal de prdida del habla. A un poeta leduele como a cualquier otro mortal tener que prescindir de las piernas. Mas, cmo prescindir de las palabras, queson su mayor alimento, el filtro (aun cuando imperfecto, como todo lo humano) por el que ve, entiende y se explicaa s mismo todas las cosas?

    En un intenso relato sobre su indeseado viaje a travs de la enfermedad, indito por el momento, el poeta noscuenta a los amigos, pero se cuenta sobre todo a s mismo, su propia historia reciente. Y se la cuenta con palabras,claro; no en verso en esta ocasin, aunque los poemas escritos a lo largo de treinta y tantos aos de su vida aflorenen la prosa, se cuelen como pjaros por los boquetes de los edificios abandonados y entonen su canto otra vez enmedio de la ruina. Afortunadamente para l y para todos, esas aves convertidas en objeto de la memoria hanvuelto a l, y han borrado con creces la angustia momentnea (en su momento interminable) que se produjocuando las palabras no funcionaban, cuando las palabras hicieron su revolucin y me abrumaron con su sombro

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  • silencio y su abandono. Cuando con ellas se exili el pasado a ninguna parte e incluso el futuro se escondi de m.

    Se puede pensar que, ante una situacin tan dolorosa y tan plagada de incertidumbre (se nos olvida a menudo queen la vida todo es incierto), magro consuelo pueden proporcionar las palabras. Y desde luego, en esta situacin noes tarea fcil hilar un discurso veraz a la par que exento de autocompasin, justo con los dems y fiel al escrutiniode uno mismo; convocar a la entereza que transforma esa cada libre de la enfermedad antes en quietud queen enajenacin, a la fuerza, s, porque hay que seguir viviendo. Pero una cosa es dejarse vivir, y otra muydistinta reconocer (a pesar de las dudas, los traspis, el dolor que no remite) que no hay final feliz, hay un nuevocomienzo. Lo cual nos recuerda aquellas palabras de Ramn Gaya, en la ms pura tradicin estoica, cuandoafirma que a este mundo no venimos a ser felices ni desdichados, sino a cumplir con nuestro deber. Hallar cul esel deber que se nos asign y cumplirlo o esforzarse en cumplirlo, esa puede ser nuestra felicidad, o dicho de otromodo, nuestra tranquilidad.

    Hay en la afirmacin de Ramn Gaya cierta concepcin del destino que nuestro poeta parece compartir, al menosimplcitamente. No hablo de esa versin simplona del destino escrito en las estrellas que nos exime de todaresponsabilidad sobre nuestros actos, sino de la facultad de vernos a nosotros mismos dentro de unos parmetrosalgo ms amplios que los que nuestras pequeas vidas individuales nos proporcionan. En esa otra comprensin delyo que psiclogos y filsofos han defendido, y que todos los grandes lectores han experimentado alguna vez en susvidas, el hombre aprende a leer su destino ligado a los ciclos de la vida, al kairs antes que al kronos, a lo quelate en la naturaleza, incluido por supuesto su dejarse ir poco a poco: La prdida se hace constante en nuestraexistencia y, afortunadamente, nos ajustamos cada cierto tiempo al cambio de las reglas del juego. Esa prdidaconstante, en el ser humano, no se asume hasta que se verbaliza. Y cuanto ms traumticas sean las circunstanciasque ocasiona, como es el caso, ms necesario se vuelve el recurso de la palabra. Pero no la palabra abrumada por elpeso de las convenciones, los usos manidos, los pensamientos clich de los manuales de autoayuda. La palabra delpoeta herido por la arbitrariedad de los dioses, que lo han escogido a l como receptculo de sus infortunios,sosegada mas sin escatimar toda la crudeza, ha de sonar distinta si aspira a emprender el vuelo de vuelta a casa(lase, si se quiere, la casa del ser); esto es, volver a habitarla, remozarla, abrir las ventanas que tanto tiempohaban permanecido cerradas para que entre el aire. Palabra consciente de la prdida, s. Pero no derrotada.

    Todo esto, que al final no es sino aprender a vivir con los mimbres de que disponemos (cosa que nos vemosobligados a hacer cada da), no lo proporciona ningn currculum envidiable, ni ningn juguete tecnolgico, niviajes rutilantes, ni nada de lo que a priori nos parece tan importante o incluso lo ms importante en la vida. Esprecisamente lo que no tiene cabida en ningn discurso oficial, ni en los expedientes acadmicos o las hojas deservicios ms brillantes (lo cual no significa que restemos valor al trabajo bien hecho), lo que ms ensea. Laexperiencia de la enfermedad, verbalizada desde el conocimiento que otorga una vida entera al arrimo de lapoesa, no va a devolver a mi amigo su salud perdida. Pero de momento ya le ha devuelto algo que serainfinitamente ms trgico perder: le ha devuelto a s mismo. Y solo desde ese s mismo estar en condiciones devivir, esto es, de ser digno de la palabra hombre.

    A la pregunta de para qu sirve la poesa no se puede responder. Primero, porque quien pregunta busca unarespuesta utilitaria, limitada al orden inmediato de las cosas. Segundo, porque solo es capaz de responderse quienno necesita esa respuesta, ya que de todos modos ha nacido con la dependencia de la poesa. Pero a veces, comoes el caso, se le llega a ver la parte prctica, esa que tan difcil nos resulta expresar. El relato de mi amigo terminacon un libro de poesa, una antologa que prepar desde su nuevo estado fsico, recogiendo en los poemas de suslibros los retazos de los otros que haba sido en su vida anterior; recomponiendo con ellos, desde el presente,una voz que es a la vez la de antes y distinta. Y es que, como bien dice, la magia de un poema es que nunca se sabequ fue verdad en l, qu fue deseo en l. Y as ha de ser: que nada se sepa, aunque todo sepamos.

    Tags literatura poesa Ramn Gaya

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    ResponderJung 04/05/2015 at 17:28Congratulaciones y gracias, he disfrutado mucho tu escrito.

    ResponderNatalia Carbajosa 05/05/2015 at 17:13Gracias a ti, un saludo.

    ResponderJJ 05/05/2015 at 20:49Lucid, bright and tender, Nats at her best. Beautiful.

    Responderbenito estrella pavo 08/05/2015 at 19:44Muy bueno tu artculo, Natalia. Limpia prosa y contenido relevante. Un abrazo. Benito

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