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Consideraciones iniciales
os historiadores de la poltica de los
tiempos ms cercanos coincidimos
en reconocer la influencia que en
nuestras aproximaciones y agendas de investi-
gacin tuvieron las lecturas de los socilogos y
de los politlogos de la transicin democrtica.
De algn modo ello contribuy a perfilar la
tendencia hacia la centralidad que adquiri la
historia poltica en un contexto en el que la
Mara Estela Spinelli
IEHS-UNCPBA-UNMdP
Resumen
El presente trabajo explora en la historiografa poltica de los tiempos ms recientes, surgida en la dcada del 80
en la Argentina. Parte del anlisis del contexto histrico, que registra cambios importantes en la cultura poltica y en
el peso de tradiciones intelectuales e ideolgicas luego de la experiencia de la dictadura militar 1976-83. Se sealan como
rasgos distintivos la retraccin del nacionalismo en sus distintas vertientes y el re posicionamiento de la tradicin liberal-
democrtica. Recorre tambin las transformaciones institucionales de los primeros aos de restauracin democrtica
para explicar la creciente influencia adquirida por la corriente iniciada desde fines de los aos cincuenta por los
introductores de la historia social en el pas; finalmente analiza la produccin historiogrfica y politolgica del perodo,
sealando la influencia de la segunda sobre la primera.
Palabras clave: Historiografa poltica; Militares; Civiles; Transicin democrtica, Peronismo; Radicalismo.
Abstract
During the 1980s, after the experience of the military dictatorship (1976 1983), several changes affected argentine
political historiography that deals with the recent past. The different variations of nationalism lost ground, and liberal-
democratic tradition recovered influence. The present paper seeks to understand these changes in relations to the
transformation of argentine political culture and intellectual and ideological traditions. It traces institutional changes
during the early years of the reestablished democracy, in order to explain the growing influence of the historiography
that grew under the influence of the social history school that entered the country in the late 1950s. It finally studies
the influence of political science on historical literature in the period.
Key words: Political historiography; Military men; Civilians; Democratic transition, Peronism; Radicalism.
1 Un primer acercamiento a esta temtica en Spinelli, M. E. (2007). El presente trabajo es producto tambin de
las lecturas y discusiones del seminario La historiografa poltica argentina de la segunda mitad del siglo XX.
Un anlisis a la luz del problema de la comprensin o de la responsabilidad de los actores, del Programa de
Doctorado en Historia de la UNCPBA, que dictara en 2008 en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacio-
nal de Cuyo, Mendoza, y posteriormente en Tandil. Agradezco la participacin de los estudiantes de doctorado.
Sus lecturas, comentarios, preguntas y reflexiones ayudaron a la maduracin y orientaron en la indagacin de
numerosas cuestiones.
Estudios de Filosofa Prctica e Historia de las Ideas www.estudiosdefilosofia.com.ar Revista anual de la Unidad de Historiografa e Historia de las Ideas - INCIHUSA / Mendoza
Ao 9 / N 10 / ISSN 1515-7180 / Diciembre 2008 / Dossier (1128)
La impronta de la transicin democrtica en lahistoriografa sobre la segunda mitad del siglo XX argentino1
The Imprint of Democratic Transition in Historiographyon the Second Half of the Argentinean XXth Century
comunidad acadmicoprofesional se realineaba
(Romero, L. 1996) y ampliaba, sealando, visto
desde la perspectiva de los ms de veinte aos
transcurridos, un nuevo camino en su desarro-
llo que, con matices y novedades, puede seguir-
se hasta nuestros das.
La investigacin y la reflexin historiogrfica
tuvieron un fuerte impulso entre los historiado-
res en los ochenta, lo cual quizs est ligado a
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Mara Estela Spinelli / La impronta de la transicin democrtica en la historiografa sobre la []Estudios de Filosofa Prctica e Historia de las Ideas www.estudiosdefilosofia.com.ar
Ao 9 / N 10 / ISSN 1515-7180 / Mendoza / Diciembre 2008 / Dossier (1128)
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una situacin de coyuntura: la necesidad de rea-
lizar un balance del conocimiento desde el cual
partir2, sea inscribindose en una tradicin o
desde la mirada crtica a la Historia Tradicio-
nal imperante entonces. Pero fue ya despus de
un camino recorrido de investigaciones nuevas
y de trayectorias de historiadores que comen-
zaban a consolidarse como nuevos referentes en
sus campos de estudio cuando, buscando el
punto de partida de esa regeneracin profesio-
nal, comienzan a desarrollarse nuevas lneas de
investigacin sobre la historiografa que retoman
el anlisis del proyecto de la historia social de
mediados de la dcada del cincuenta como pun-
to de partida de la lnea renovadora de los
ochenta3. Esta inquietud por la historiografa
tuvo productos muy variados: la reflexin sobre
el camino recorrido, sobre los problemas de lar-
go plazo en el proceso histrico argentino, la in-
vestigacin de corrientes interpretativas o trayec-
torias de historiadores que dio lugar, incluso, a
tesis doctorales como la de Diana Quattrocchi
Woisson (1995) sobre el revisionismo y la tradi-
cin de la Historia Acadmica hasta 1955, o los
abordajes de largo aliento sobre el mismo tema
de Alejandro Cattaruzza4 que en algn momen-
to dialogan con el anterior; y en otra lnea, las
investigaciones y los proyectos colectivos promo-
vidos por Fernando Devoto, en los cuales se
inscribieron algunos de los aportes de Nora Pa-
gano y Pablo Buchbinder sobre la Nueva Escue-
la Histrica y sobre Emilio Ravignani. Y tuvo
tambin un nuevo impulso cuando, para usar
una expresin collingwoodiana, en una nueva
constelacin conceptual, irrumpi el debate
epistemolgico originado en la exaltacin de la
narrativa, que puso en tela de juicio la cientifi-
cidad de la Historia5. El objetivo de este trabajo
es, tomando como base el conocimiento y la re-
flexin acumulada sobre la historiografa argen-
tina, historiar, por una parte, el proceso de con-
solidacin historiogrfico inscripto en la trayec-
toria de la historia social inaugurada por Jos
Luis Romero y Gino Germani y en la que ocup
un importante lugar Tulio Halpern6 desde el
anlisis del contexto de la restauracin democr-
tica en la Argentina; y por otra, revisar las dis-
tintas interpretaciones historiogrficas, las pers-
pectivas tericas, y las reflexiones y los debates
que se desarrollaron.
Un marco histrico, poltico y cultural. Losaos ochenta como punto de partida de unanueva historia poltica.
Por qu empezar por el contexto histrico
para analizar la transformacin historiogrfica?
Porque si bien hacemos referencia centralmente
a un cambio en la perspectiva terica para abor-
dar lo poltico que la pone a tono con las nove-
dades historiogrficas, por lo pronto europeas de
los setenta y tempranos ochenta7, ese cambio se
halla empapado de una transformacin en la cul-
tura poltica que atraviesa a una parte importan-
te de la comunidad acadmica y de la sociedad.
De ah que el contexto histrico nos brinda ele-
mentos para comprender y hacer inteligibles tanto
la agenda de los temas importantes y los sesgos
interpretativos de una poca, como el punto de
vista de los historiadores en relacin a los mis-
mos. En la mayor parte de las obras historiogr-
ficas y de las ciencias sociales es posible detectar
la marca del tiempo, y el caso que nos ocupa no
es una excepcin.
2 Aqu caben ser citados: Historiografa argentina 19581988. Una evaluacin crtica de la produccin histrica
nacional, del Comit Internacional de Ciencias Histricas. Comit Argentino, de 1988, que reproduca los
aportes presentados en el congreso; y el artculo mucho ms panormico de Halpern, T. (1986).
3 Aqu cabe hacer referencia a dos obras: Devoto, F., 1993-1994 y Biagini, H. et al. (1996).
4 En la compilacin antes citada de Fernando Devoto, volumen I, pgs 113 a 139, y profundizado y ampliado en
Cattaruzza, A., y Eujanin, E. (2003).
5 Un balance de este debate y sus consecuencias en la historiografa, en Carrizo de Muoz, N. (2003). Sobre el
impacto de ese debate y la respuesta entre los historiadores argentinos, Oscar Cornblit (1992).
6 Evidencia de ello es el artculo La Historiografa en la hora de la libertad publicado en el nmero 237 de la
revista Sur dedicado al balance del peronismo, luego de su cada en 1955, que curiosamente constitua una
proclama en favor de la actualizacin de los estudios histricos en el pas, denunciando a una historia
acontecimiental y perimida. Este artculo inicia la reedicin del volumen Argentina en el callejn, Buenos Aires,
Ariel, 1994.
7 Son perceptibles las influencias y los contactos con las corrientes de Annales y de la historiografa britnica.
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13Mara Estela Spinelli / La impronta de la transicin democrtica en la historiografa sobre la []Estudios de Filosofa Prctica e Historia de las Ideas www.estudiosdefilosofia.com.arAo 9 / N 10 / ISSN 1515-7180 / Mendoza / Diciembre 2008 / Dossier (1128)
El triunfo de la Unin Cvica Radical en las
elecciones de 1983 y el particular liderazgo civi-
lista del presidente Ral Alfonsn, con la demo-
cracia como idea fuerza, tuvieron fuerte impac-
to en la emergencia de una nueva hegemona
dentro de la comunidad acadmica en general y
de los historiadores en particular. No slo signifi-
caba la normalizacin institucional y una prome-
sa de modernizacin poltica y social que pusiera
al pas a tono con el mundo desarrollado y de-
mocrtico, sino la derrota del peronismo, por pri-
mera vez en una eleccin limpia. Esto ltimo hizo
ilusionar no slo a los dirigentes polticos que
participaban del proyecto triunfante, sino a inte-
lectuales, analistas polticos y generadores de
opinin con su superacin8. Los valores polticos
del viejo antiperonismo la ciudadana, las liber-
tades polticas, la forma republicana de gobier-
no, el estado de derecho y un renovado antimili-
tarismo, luego del franco retroceso sufrido en la
dcada del setenta, volvieron a aflorar con fuer-
za y encontraron nuevos adeptos, tanto en las
generaciones nuevas, como entre aquella clase
media izquierdizada y peronizada en los sesenta
y en los setenta, que revisaba sus posiciones9. Qu
haba pasado? Porque esa transformacin y ese
resultado no ocurrieron de casualidad, ni de re-
pente.
El clima poltico preparatorio para la salida
electoral se haba venido anunciando desde el
ao 198110, cuando el presidente de facto, gene-
ral Jorge Rafael Videla, leg la presidencia al ge-
neral Roberto Eduardo Viola, de efmera gestin,
a causa de una relacin de fuerzas desfavorable
dentro de las fuerzas armadas donde el tema de
la necesidad de esa salida electoral no parece
haber sido un elemento menor11. Luego, el in-
tento y el fracaso en recuperar las islas Malvinas
liderado por el gobierno del general Leopoldo
Fortunato Galtieri marc el camino definitivo de
la retirada del rgimen militar, concretada final-
mente por el general Reynaldo Bignone, encar-
gado de realizar el llamado a elecciones.
La experiencia de la ltima dictadura militar
del siglo XX, con su secuela de fracasos econ-
micos y crmenes polticos, revitaliz los princi-
pios del liberalismo poltico en buena parte de la
opinin pblica (Sidicaro, R. 1993)12 y de la clase
media argentina, despus de aquella renuncia a
la libertad que vastos sectores de la sociedad hi-
cieron, deliberada o automticamente en 1976,
urgidos por la necesidad de estabilidad y pacifi-
cacin. As lo reflejaba, entre otros, la presenta-
cin que haca Carlos Floria de Reflexiones sobre
la Argentina Poltica, ya citado:
Los autores han compartido los aos
salvajes de la Argentina acechada por el
estado de naturaleza segn la descripcin
de Hobbes. Esos tiempos aportaron expe-
riencias conmovedoras, dejaron lecciones
ntidas para quien quiera aceptarlas sin
distorsiones ideolgicas, pues a la derecha
y a la izquierda, arriba y abajo, en todos
los sectores y fuerzas sociales, hubo com-
plicidades deliberadas o inconcientes,
8 Buena parte de los editoriales polticos de La Razn de la maana, dirigido por Jacobo Timmerman, que co-
menz a editarse en los primeros tramos de la gestin de Ral Alfonsn, da cuenta de esta lnea de opinin
en sus ataques, fundamentalmente, al sindicalismo peronista.
9 Dentro de los que permanecieron en el peronismo derrotado, la reaccin fue rpida prueba de ello. En la re-
vista Unidos, por ejemplo, que comienza a editarse en 1983, puede seguirse el debate sobre las razones de la
derrota, que reeditaba la divisin entre un peronismo ortodoxo, o tradicional, y un peronismo renovador, ms
prximo a las posiciones de los sectores de la izquierda peronista de los setenta; y refleja la influencia del cli-
ma poltico modernizador y democratizador triunfante con el alfonsinismo, en el sentido de que ellos inten-
tarn bregar por la superacin del modelo de liderazgo encarnado por Pern, ya para entonces muerto, y
suplirlo por un partido de ideas, programtico.
10 De 1981 es precisamente el ensayo que compil Carlos Floria: Reflexiones sobre la Argentina poltica, editado
por la Editorial de Belgrano (fuente que sirve como prueba de lo afirmado) del que participaron Roberto
Corts Conde, Ezequiel Gallo, Manuel Mora y Araujo, Natalio Botana, Carlos Floria, Enrique Zuleta Puceiro,
Jorge Enrique Cermesoni, Flix Pea y Carlos E. Prez Llana.
11 Sobre este proceso cfr. Novaro, M. y Palermo, V. 2003.
12 Particularmente los captulos XV y XVI. En la misma lnea, aunque para otros grupos, ms acotados, de inte-
lectuales de izquierda que comienzan a revalorizar el estado de derecho, puede verse Lesgart, C. (2002 y
2004.
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omisiones notorias o defectos graves en el
anlisis y en los mtodos de accin sobre
la realidad.
La empresa poltica que los argentinos tene-
mos por delante es muy difcil. Es la experiencia
de una transicin entre un rgimen no competi-
tivo y autoritario como es, naturalmente, un r-
gimen militar, y un rgimen competitivo apto para
el compromiso entre la libertad, la justicia y el
pluralismo inteligente
Este espritu de poca como hubieran di-
cho los historicistas , fue visible despus, en el
acompaamiento prodigado a la campaa de Ral
Alfonsn y a los primeros tramos de su gestin
presidencial, donde no slo el reclamo por los
derechos humanos violados por los militares que
dio lugar a las investigaciones de la CONADEP y
al juicio a las juntas, sino la reivindicacin de los
derechos individuales ms elementales (el divor-
cio, la oposicin al servicio militar obligatorio, los
derechos de las minoras, la libertad de opinin
e informacin) tuvieron un lugar de privilegio en
el debate pblico. Era lo que los tericos polti-
cos de la transicin democrtica, con un ma-
yor grado de generalidad, pues comprenda a la
cada de las ltimas dictaduras de derecha de
occidente, conceban como la etapa de liberali-
zacin, fase necesaria de la salida del rgimen
autoritario13.
El debate sobre la transicin a la democracia
en la Argentina form parte de discusiones aca-
dmicas y polticas, en el pas y tambin en re-
uniones internacionales, decamos, desde 1981. In-
ternamente coincidi con el retorno a la escena
de los partidos polticos y el creciente debilita-
miento de la imagen pblica del rgimen militar14
que se hizo visible, gradualmente, en los medios
de comunicacin. De dicho debate originalmente
participaron dirigentes partidarios donde sobre-
salieron los representantes de las dos grandes tra-
diciones partidarias, la UCR y el peronismo, re-
presentantes de las corporaciones, tambin inte-
lectuales de prestigio acadmico vinculados a la
tradicin liberal y a la catlica. A grandes trazos
estos ltimos comenzaron especulando sobre las
razones de los reiterados fracasos de la democra-
cia, el mbito de lo pblico y de lo privado, la
tradicin republicana, el militarismo, el populismo
(Floria, C. 1981); ellos pusieron el problema del
sistema poltico como una de las primeras prio-
ridades. Otros intelectuales, extranjeros en este
caso, irrumpieron en el medio acadmico y en
sectores de la clase media ilustrada de las gran-
des ciudades con un tema crucial: los militares y
la poltica en la Argentina Eran los libros serenos
y densamente documentados del historiador nor-
teamericano Robert Potash (1981) y del socilo-
go francs Alain Rouqui (1981 y 1982); ambos
estudiaban la poltica argentina desde haca ms
de una dcada15.
Desde otro lugar menos visible, dadas las
condiciones imperantes de proscripcin y per-
secucin que sobre ellos pesaban, intelectuales
provenientes de diversas corrientes de la izquier-
da se reunan para volver a pensar el pas16; al-
gunos, nutridos de nuevas experiencias, con he-
rramientas tericas y conceptuales adquiridas de
su formacin acadmica y profesional en el ex-
terior, preponderantemente en universidades de
Francia e Inglaterra, o tambin de los Estados
Unidos y Alemania; otros, de su interaccin en
los mbitos de sociabilidad, estudio y discusin
creados en los lugares de exilio, entre los que
13 Un primer balance de esa produccin en Scott Mainwaring (1984). Diez aos ms tarde apareci un segundo
balance crtico de Jos Alvaro Moiss (1995).
14 Un anlisis sobre los partidos polticos durante la ltima dictadura militar , Csar Tcach (1996).
15 El tema de los militares y la poltica, que para bien y/o para mal atravesaba la experiencia de varias genera-
ciones de argentinos, no era nuevo en la historiografa y en las Ciencias Sociales; adems de los estudios de
la historiografa clsica surgida del impulso de la Nueva Escuela Histrica que relataron las acciones de ejr-
citos heroicos y de guerras fratricidas, desde la historiografa militante haba incursionado en l, entre otros,
Jorge Abelardo Ramos con Ejrcito y semicolonia; desde la sociologa germaniana Daro Cantn publicaba, en
1966, Notas sobre las fuerzas armadas argentinas; y en 1967 Jos Nun publicaba Amrica Latina: la crisis hegem-
nica y el golpe militar; tambin el anlisis de este actor poltico tuvo un importante lugar en Los que mandan,
el libro de Jos Luis de Imaz, cuya primera edicin es de 1964.
16 Sobre ellos particularmente han investigado, entre otros, Cecilia Lesgart y Nora Pagano centrada, esta
ltima, en los historiadores. Ambos estudios constituyen dos de los captulos de la compilacin que coordina-
ran Fernando Devoto y Nora Pagano: La historiografa acadmica y la historiografa militante, ya citado.
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15Mara Estela Spinelli / La impronta de la transicin democrtica en la historiografa sobre la []Estudios de Filosofa Prctica e Historia de las Ideas www.estudiosdefilosofia.com.arAo 9 / N 10 / ISSN 1515-7180 / Mendoza / Diciembre 2008 / Dossier (1128)
sobresalieron Mxico y Francia17; y otros, final-
mente, vinculados a los centros de investigacin
histrica y de Ciencias Sociales que, lejos de la
Universidad Pblica por entonces vedada, elabo-
raron proyectos y constituyeron centros de es-
tudios e investigacin, algunos de los cuales fue-
ron financiados por las Fundaciones que desde
los aos sesenta haban promovido el desarrollo
del Arte y de las Ciencias Sociales en la Argenti-
na18. Una de esas trayectorias de maduracin
intelectual y poltica puede seguirse a travs de
la revista Punto de Vista que apareci tempra-
namente, en 1978, como revista cultural.
El acontecimiento poltico ms importante e
impactante para la sociedad durante los ltimos
aos del Proceso, crucial para el destino del
rgimen militar y que logr la adhesin espont-
nea y efmera de amplios sectores sociales y po-
lticos, fue sin duda el desembarco en Malvinas.
Pero el rpido fracaso de la empresa, tanto en las
operaciones militares como en el manejo de las
relaciones exteriores y las gestiones diplomticas,
constituy el ltimo captulo de la dictadura. Para
ese entonces, abril de 1982, en un contexto en
donde las protestas, movilizaciones y reclamos de
diversos sectores haban vuelto a activarse en la
Argentina, los polticos y el debate sobre lo pol-
tico volvieron a los primeros planos de la escena
pblica y en cierto modo el acontecimiento, a
pesar de dividir claramente las posiciones respec-
to a la legitimidad o no de la decisin, los conso-
lid en ese lugar19. Conferencias, reuniones, me-
sas redondas, reportajes, programas de opinin
pasaron nuevamente a ser experiencias cotidia-
nas y aqu tambin los intelectuales tuvieron un
espacio importante que ya no cesara de crecer
hasta la campaa electoral de 1983, cuando el
debate sobre Malvinas, con toda la secuela de
desintegracin poltica dentro del rgimen y des-
prestigio de la fuerzas armadas en la sociedad,
cedi lugar a otros debates vinculados a la futu-
ra tarea que debera emprender el gobierno cons-
titucional. All tuvieron lugar cuestiones como la
democracia, la deuda externa, los derechos hu-
manos, los desaparecidos, el sindicalismo, los
militares, el crecimiento de la pobreza; poltica-
mente estos estuvieron hegemonizados por el
radicalismo, un poco ms a la izquierda se ubi-
caron los intransigentes del Dr. Oscar Alende,
pero tambin fueron sostenidos por los demcra-
tas cristianos y otros partidos menores, que
confrontaron exitosamente con el discurso del pe-
ronismo en crisis luego de su fracaso 197376,
que realizaba un anlisis moderado de la situacin
y recurra a sus consignas clsicas. De estos ras-
gos, sus adversarios polticos en la campaa ex-
plotaron todo tipo de sospechas, la ms difundida
de las cuales fue la del pacto militarsindical.
Fue a partir de esta nueva agenda poltica que
se establecieron los acuerdos del sector alfonsi-
nista de la UCR que revitalizaba la mstica de la
religin cvica y parte de aquellos intelectuales
de izquierda o independientes que adquirieron el
carcter de usinas de ideas, en los trminos
expresados por Nora Pagano que antes mencio-
namos. Algunos de ellos, los que venan de ha-
ber militado en distintas vertientes de la izquier-
da revolucionaria y del socialismo, fundaron ya
durante la gestin presidencial del doctor Ral Al-
fonsn el Club de Cultura Socialista, mbito de
discusin poltica, intelectual y cultural, entre
cuyos promotores se encontraban Pancho Aric,
Carlos Altamirano, Beatriz Sarlo, Hilda Sbato,
Juan Carlos Portantiero20 y otros intelectuales
que tuvieron un destacado papel en el proceso
de dinamizacin y renovacin acadmica en las
17 Sobre los exiliados argentinos en Francia durante la dictadura militar 197683, cfr. Marina Franco (2008).
18 Vase Silvia Sigal (1991) y John King (2007). Al respecto detalla Nora Pagano (2004) en Las ciencias sociales
durante la dictadura argentina (19761981): Dentro del terreno concreto de los centros privados el pionero
fue el Instituto Di Tella () Entre sus principales financistas, adems del grupo de Torcuato Di Tella (padre),
estuvieron las Fundaciones Ford y Rockefeller. De all partieron muchas experiencias entre las que se cuen-
tan las siguientes: CICSO, CLACSO, IDES, CENEP, CISEA, CEDES, CEMA, IERAL, FIEL, FIDE, entre otras, y a
continuacin rastrea su fundacin y particularmente su trayectoria durante los aos de plomo, destacando
su carcter de usinas de ideas.
19 Recientes investigaciones y ensayos de tono testimonial revelan que la divisin de posiciones respecto del
acontecimiento Malvinas no slo oper internamente entre los partidos y dentro mismo de ellos, sino tam-
bin entre los exilados polticos.
20 Sobre la trayectoria intelectual y poltica de algunos de los ms destacados promotores de esta experiencia,
Pancho Aric, Juan Carlos Portantiero y otros, ver Ral Burgos (2004).
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Facultades de Filosofa y Letras, Humanidades y
Ciencias Sociales de la Universidad Pblica y en
el Consejo Nacional de Investigacin Cientfica y
Tecnolgica (CONICET), a partir de la normali-
zacin institucional que restituy la autonoma
universitaria.
A pesar de la profunda crisis econmica que
se abata sobre el pas en 1983, el triunfo del ra-
dicalismo gener una cuota importante de opti-
mismo en los sectores que a partir de ahora pa-
saban a ser reconocidos como progresistas. La
restauracin de la legalidad poltica auguraba una
etapa de modernizacin en las formas y en las
relaciones institucionales y el reingreso del pas
al concierto mundial, luego del aislamiento vivi-
do durante el Proceso21. Desde el punto de vis-
ta de la cultura poltica y del discurso poltico, en
lo que se refiere al diagnstico de los problemas
econmicos, polticos y sociales, tambin puede
sealarse una ruptura con el pasado ms cerca-
no, una especie de retraccin del nacionalismo,
que empezara a ser negativamente valorado por
los sectores triunfantes, asocindolo al militaris-
mo y al peronismo. Las consignas antiimperialistas
radicales, la antinomia pueblooligarqua y las
condenas a la clase media o pequea burguesa,
como las justificaciones de la violencia, sosteni-
das por los revolucionarios de los setenta, ya no
fueron hegemnicas. Estos haban sufrido una
triple derrota poltica y moral, la del peronismo
en el gobierno (197376), primero; la de la dicta-
dura, despus, y por ltimo la del triunfo radical.
Todo esto se tradujo, en los primeros tramos de
la gestin del radicalismo, en lo que al ambiente
de los historiadores atae, en la decadencia de
las certezas del revisionismo histrico nacionalis-
ta y del marxista, filo peronista en algunas de sus
vertientes, que tan buena acogida haban tenido
en las dcadas anteriores22.
En este nuevo contexto, si bien el grupo ms
comprometido poltica y militantemente con el
proyecto de democratizacin fue, en cierto modo,
protagnico en la renovacin del medio acad-
mico aunque, debe sealarse, no todos los his-
toriadores que participaron de la renovacin de
los estudios histricos pertenecan con el mismo
grado de compromiso militante al mismo, este
estuvo acotado a unos pocos centros universita-
rios, como sealara Tulio Halpern Donghi (1986)
en el artculo de celebracin de los veinticinco
aos de la revista Desarrollo Econmico. Uno de
los ms notorios fue el de la Facultad de Filoso-
fa y Letras de la Universidad de Buenos Aires,
donde ingresaban o reingresaban, ya formados
profesionalmente, algunos de los discpulos o
antiguos auxiliares de docencia de Jos Luis Ro-
mero, Tulio Halpern, Reina Pastor o Claudio
Snchez Albornoz, junto a otros que haban com-
pletado su formacin profesional de postgrado en
el exterior en los aos de la dictadura, o poco
antes. En la Universidad Nacional de Rosario,
tambin herederos de la para entonces ya do-
rada experiencia de la Historia Social que haba
tenido entre sus ms destacados impulsores a
Nicols Snchez Albornoz (Hourcade, E. 1994, 90
110) se hacan cargo de las ctedras, reincorpo-
rando a otros historiadores separados; y el Insti-
tuto de Investigaciones Histricas volva a editar
el Anuario de la Escuela de Historia, siguiendo la
numeracin interrumpida en 196623.
Durante la presidencia de Ral Alfonsn se
produjo la reapertura de la Universidad Nacional
de Lujn en 1984, que reunira a un conjunto de
historiadores formados en la Historia Social, en-
tre cuyos cultores ms antiguos se encontraban
Jos Luis Moreno y Hayde Gorostegui de To-
rres24; a ellos se sumaba una camada de historia-
dores ms jvenes que pronto se convertiran en
21 Parte de ese optimismo por las posibilidades democrticas se refleja, desde el pesimismo que los invade en
los aos noventa, en las introducciones de las obras de Luis Alberto Romero (1994, 913), y de Hilda Sbato
(1998, 2325).
22 Tulio Halpern Donghi haba publicado en 1973 un anlisis de tono crtico a esas interpretaciones del pasado
del pas, que titul: El revisionismo histrico argentino como visin decadentista de la historia nacional. El mismo
fue reeditado en 1996 junto a otros artculos del autor en Ensayos de historiografa, de Ediciones El cielo por
asalto.
23 Ello fue evocado en la conferencia central de las Jornadas de la Asociacin de Historia Econmica, realizadas
en 1985 en la Universidad Nacional de Rosario, a cargo de quien haba sido decano de la Facultad de Huma-
nidades y Arte, Tulio Halpern Donghi.
24 Evidencia de ello son los volmenes de la coleccin de Historia Argentina de Paids que dirigi Tulio
Halpern Donghi, La democracia constitucional y su crisis, volumen en que participaron Alberto Ciria, Jos
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nuevos referentes, Fernando Devoto, Daniel
Santamara, Mara Ins Barbero, Ral Frandkin y
Andrs Regalski, entre otros, (algunos de ellos
inauguraron los Cuadernos de Historia Regional).
Por ltimo, en la Universidad Nacional del Cen-
tro, en la sede de Tandil, Provincia de Buenos
Aires, durante la etapa de normalizacin se ini-
ci la modernizacin de la carrera de Historia
que poco ms tarde se completara con la fun-
dacin del Instituto de Estudios Histrico Socia-
les, IEHS, en 1985. All un grupo de historiadores
nuevos, algunos graduados recientes de la Uni-
versidad de La Plata, como Norberto Alvarez y
Graciela Malgesini, o el caso de Eduardo Migues,
que vena de concluir su doctorado en Inglate-
rra, junto a algunos historiadores que volvan del
exilio, como Juan Carlos Garavaglia, Zacaras
Moutoukias, Juan Carlos Grosso, otros que haban
estado excluidos de la Universidad en los aos del
Proceso y una camada de graduados, actualiza-
ron programas, promovieron la investigacin en
distintos campos, crearon el Anuario del IEHS,
constituyndose en un nuevo ncleo de referen-
cia de la Historia Social.
Esos nuevos grupos de historiadores y cien-
tistas sociales mantuvieron o construyeron vncu-
los con los investigadores del Instituto Torcuato
Di Tella, uno de los centros innovadores ms pres-
tigiosos en Ciencias Sociales, y con la Revista
Desarrollo Econmico. Estos eran, junto con Tulio
Halpern Donghi y con el recuerdo de Jos Luis
Romero25, los nuevos faros de la profesin. Po-
dramos pensar tambin en que aqu se confor-
ma una red acadmica con contactos bastante
diversos, aunque todava acotados a pocos pro-
fesionales o estudiantes en distintas universida-
des, producto de las actividades iniciales de la
Asociacin Argentina de Historia Econmica y de
los encuentros en las Jornadas de Historia de la
Academia Nacional de la Historia, cuando toda-
va no haba concluido el Proceso. Fue en este
contexto acadmico y poltico donde comenz
a operar una transformacin importante en el
campo de la historia social mayormente cultiva-
da por estos historiadores, que fue un paulatino
giro hacia la historia poltica. Dos ejemplos son
caractersticos de este pasaje: el de Hilda Sbato,
hacia la participacin poltica durante el siglo
XIX, y el de Samuel Amaral hacia el peronismo26.
Una historia poltica renovada que, desde el re-
corte de lo poltico, trababa un fuerte dilogo
con la sociologa y la ciencia poltica para su
anlisis
El debate sobre la transicin democrtica ysu impacto en la historiografa
En el intento de construir un relato explica-
tivo sobre el clima poltico de la etapa de de-
mocratizacin liderada por el radicalismo, que
nos acerque a la comprensin de los valores y
sentimientos polticos prevalecientes entonces,
debe destacarse en primer lugar la trascenden-
cia en el discurso de la reivindicacin de la de-
mocracia como sistema poltico. En sta se ci-
fraron mltiples esperanzas redentoras y cons-
tructivas, y en otro lugar, no menor, la adver-
tencia de los peligros que se cernan sobre ella,
en suma la denuncia de los enemigos y adversa-
rios autoritarios (militares, sindicalistas peronistas,
catlicos tradicionales y preconciliares) que aten-
taban contra el proyecto democratizador y la
fortaleza del gobierno. A grandes rasgos, estos
fueron los tpicos por donde transit el discurso
poltico oficial. Eran las cuestiones de la transi-
cin que discutan y ponderaban los sectores
medios politizados de la poca apostando a pre-
decir el futuro de la democracia, reflejadas en
Luis Moreno y Daro Cantn, claramente estructurado en los niveles de anlisis de economa, sociedad, pol-
tica; y La Organizacin Nacional, de Hayde Gorostegui de Torres.
25 Cuya memoria fue evocada en el homenaje de 1988 que dio lugar a un recordado Congreso de Historia
realizado en el Teatro General San Martn de Buenos Aires, y anteriormente en el libro De historia e historia-
dores, homenaje a Jos Luis Romero, editado en Mxico, en 1982, por Siglo XXI, en el que intervinieron Sergio
Bag, Gregorio Weimberg, Leopoldo Zea, Rafael Gutirrez Girardot, Luis Gonzlez, Tulio Halpern Donghi,
Arturo Ardao, Malcom Deas, Juan Marichal, Alberto Tenenti, Jorge Hardoy, Richard M. Morse, Nicols Snchez
Albornoz, Juan Oddone, John Lynch, Roberto Corts Conde , James Scoobie, Ezequiel Gallo, Alberto Ciria y
Leandro Gutirrez.
26 Hilda Sbato, en la ya citada obra de 1998, La poltica en las calles. Entre el voto y la movilizacin. Buenos Ai-
res, 18621880, vase Introduccin, pgs. 9 a 29; y Samuel Amaral, entre otros, Pern, del exilio al poder, de
1993.
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notas de opinin, reportajes y programas radia-
les y televisivos, charlas entre amigos o discusio-
nes entre colegas.
Las lneas de discusin sobre la transicin a
la democracia en la Argentina, con toda la incer-
tidumbre que ella generaba, pueden seguirse a
partir de un conjunto de libros de gran impacto
en el medio acadmico, producto de compilacio-
nes de diversas jornadas y encuentros, tanto en
Argentina como en otros pases, entre ellos: El
poder militar en la Argentina (19761981), de
Peter Waldman y Ernesto Garzn Valds (1983);
Argentina hoy, de Alain Rouqui (1982); Cmo
renacen las democracias?, de Alain Rouqui y
Jorge Schvartzer (1985); Proceso, crisis y transi-
cin democrtica, de Oscar Oszlak (1988); Ensa-
yos sobre la crisis argentina, de Julio Pinto (1986);
a los que se sumaban los ensayos de Juan Carlos
Portantiero, Jos Nun y Guillermo ODonnell27.
Esta discusin sobre el presente poltico, con
sus frustraciones y sus desafos, condujo a una
reinterpretacin del proceso histrico de la Ar-
gentina del siglo XX que tendi a desplazar las
explicaciones hasta entonces disponibles. En ge-
neral, anteriormente, stas haban puesto mucho
ms el nfasis en las clases sociales, en los inte-
reses econmicos nacionales o extranjeros28, o en
tensiones ideolgicas para explicar la crisis polti-
ca29, por no mencionar las que ponan como eje
al imperialismo, que circularon ms en el am-
biente de la militancia que en el acadmico. A
partir de este momento, se coloc como cons-
tante del proceso largo, la antinomia autorita-
rismodemocracia, o civilesmilitares. En ese
contexto el socilogo francs Alain Rouqui, que
ya haba incursionado en la investigacin de la po-
ltica argentina con su Radicales y desarrollistas,
editado en espaol en 1975 por Schapire, lanza-
ba ahora la hiptesis de la cultura poltica milita-
rista, inaugurando una nueva periodizacin: la de
la era militar, iniciada en 1930, y sin final por
entonces a la vista30. Un poco ms adelante y
desde un ngulo que trascenda la cultura de los
partidos, los historiadores sociales Luis Alberto
Romero y Leandro Gutirrez aportaban lo suyo,
con el estudio de la cultura poltica de los secto-
res populares, buscando all los resquicios de una
tradicin cultural que los llevaba a revisar las
explicaciones antes convincentes de las masas en
disponibilidad en el apoyo al peronismo31.
Pero ms all de que el debate fue en s mis-
mo fructfero, lo que nos interesa sealar es que
tuvo un impacto fuerte en la prctica y en las
preocupaciones de los historiadores, pues al co-
locar en el centro del diagnstico de la crisis ar-
gentina a la poltica, oper entre nosotros como
una de las causas, si bien no la nica, que devol-
vi centralidad a la historia poltica32. Por otra
parte, los historiadores tambin se apropiaron del
nuevo andamiaje conceptual y terico de la
politologa y de la sociologa poltica que les sir-
vi no slo para pensar y definir sus propios
problemas de investigacin, sino tambin para
buscar nuevos parmetros de precisin, objetivi-
dad y prescindencia afectiva en la elaboracin de
sus explicaciones.
La historia poltica del siglo XX haba sido
entre los historiadores y cientistas sociales
27 (Ver: Nun, J. y Portantiero, J. C. 1987. Portantiero, J. C. 1986. ODonnell, G. 1982 y 1984).
28 Por ejemplo la teora del empate de Juan Carlos Portantiero, o la de los choques entre sectores, utilizada
por Gilbert W. Merk, (1972, 136167) para explicar los conflictos polticos de la Argentina postperonista.
29 El peso de las derechas en la tradicin poltica de Amrica Latina, en Juan Francisco Marsal (1972), y Jos Luis
Romero (1970).
30 Los rasgos de esa cultura poltica militarista los resuma en tres puntos: el primero, que las fuerzas armadas
constituan un actor poltico legtimo; el segundo, que los partidos buscaban el apoyo de los militares para
sus propios fines; el tercero, que el militarismo estaba presente en todos los partidos, el sueo del coronel
propio deca es la frmula de salvacin poltica (Rouqui, A. 1983, 68). El artculo forma parte de la ya cita-
da obra de Peter Waldman y Ernesto Garzn Valds El poder militar en la Argentina (19761981), que reprodu-
ce las ponencias presentadas en el coloquio organizado por la Asociacin Alemana de Investigacin sobre
Amrica Latina, entre el 29 y el 31 de octubre de 1981.
31 Buena parte de los artculos producidos en aquella etapa fueron reunidos en el libro de Luis Alberto Romero
y Leandro Gutirrez: Sectores populares, cultura y poltica. Buenos Aires en la entreguerra, editado por Sudame-
ricana en 1995, que parta de la preocupacin por explicar las razones del fuerte e inclaudicable apoyo po-
pular a Pern desde el comienzo mismo de su accin poltica.
32 Una aggiornada historia poltica estaba presente tiempo antes en un libro emblemtico, El orden conservador,
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inscriptos en la tradicin de la Historia Social
iniciada entre nosotros por Jos Luis Romero y
Gino Germani hacia fines de la dcada de 1950
el campo problemtico por excelencia y terreno
de investigacin compartido por historiadores,
socilogos y politlogos. Analizando un conjun-
to de variables econmicas, demogrficas,
ecolgicas, sociales y culturales construyeron ex-
plicaciones sobre las experiencias polticas del
radicalismo, de la dcada del treinta, del pero-
nismo y de la primera etapa de los gobiernos
constitucionales que siguieron a la cada del
mismo, en 195533, cuando ya la crisis tenda a
convertirse en endmica. Buena parte de los tra-
bajos se inscribi en las teoras de la moderni-
zacin y la dependencia. En ellos eran visibles
tambin los modelos analticos de la sociologa
y la ciencia poltica, as como la utilizacin de
nuevas tcnicas de investigacin. En este senti-
do, es oportuno remarcar que ms all de las
adscripciones tericas, a veces cambiantes, exis-
te una lnea de continuidad en la concepcin del
trabajo profesional que se proyecta en los his-
toriadores, socilogos y politlogos argentinos de
la dcada de 1980 con aquella generacin que
inici la actualizacin de las ciencias sociales ha-
cia fines de la dcada del cincuenta34. Lo que se
incorpora en la coyuntura de democratizacin
como novedad sustantiva es la influencia y pro-
yeccin del campo acadmico tanto numrica,
como generacional y espacialmente35. Los con-
gresos nacionales anuales que reunieron a los
historiadores, a los profesores y a los estudian-
tes de historia en distintas universidades del pas
se institucionalizaron, creando nuevos mbitos
de discusin de las investigaciones.
Aclarado este punto, queda entonces por
explicar cul fue el impacto intelectual y poltico
de la coyuntura de 1980 en la concepcin del tra-
bajo y del proceso histrico.
Los temas de la historiografa poltica en larecuperacin democrtica
Quizs los dos artculos de revisin de la his-
toriografa poltica que intentaron un balance de
las novedades y de las lneas interpretativas ms
marcadas fueron los elaborados por Ezequiel
Gallo (1988, 327338) y por Carlos Floria (1988,
339344) para la reunin del Comit Internacio-
nal de Ciencias Histricas, reunido en Paran en
1988. All, el primero que revisaba la historiogra-
fa poltica sobre fines del siglo XIX puso mar-
cado acento en las novedades metodolgicas y en
el uso de las tcnicas utilizadas, no sin recordar
especialmente que la historia poltica haba que-
dado relegada a un modesto segundo lugar bajo
la hegemona de la historia econmica y social
desde la dcada de 1940 y que ello fue visible
tambin en la produccin acadmica argentina;
marcando, por ltimo, hacia fines de los aos
setenta el retorno a la poltica. Desde otro ngu-
lo de anlisis, Carlos Floria tomaba en su re-
flexin la produccin sobre la poltica argentina
desde 1930 a 1980 en su conjunto y seal, en
cambio, el peso de las influencias ideolgicas a
pesar de la complejidad de los cruces disciplina-
rios, enfatizando en la impronta de las dos tra-
diciones fuertes, el nacionalismo antiliberal y el
liberalismo, dentro de una vasta bibliografa his-
tricopoltica.
Desde nuestra perspectiva, transcurridos ms
de veinte aos de aquellos balances crticos de la
historiografa poltica, encontramos que, a partir
de la transicin democrtica (revisada desde la
esfera de lo intelectual y poltico cultural), en las
interpretaciones de largo plazo del proceso his-
trico argentino, el giro consiste en el nfasis
puesto en el problema poltico, formulado en tr-
minos de tensin Autoritarismo o Democracia
(Cavarozzi, M. 1983), o el pndulo cvicomilitar,
de Natalio Botana, editado en 1976; para entonces ya haban tenido impacto los debates de la Escuela de los
Annales sobre el retorno del acontecimiento y de la poltica.
33 Esta etapa de la historiografa la analic en La renovacin historiogrfica en la Argentina y el anlisis de la pol-
tica del siglo XX, en la ya citada obra compilada por Fernando Devoto (1993, 3049).
34 El tono del artculo de Tulio Halpern Donghi Veinticinco aos de historiografa argentina, ya citado, revela ese
sentido de pertenencia a una comunidad acadmica, antes acotada, y seala los cambios ideolgicos opera-
dos en algunos de los entonces jvenes colegas.
35 No hemos elaborado datos que nos permitan cuantificar esta ampliacin, pero la multiplicacin de Congresos
y Jornadas nacionales de historiadores, con asistencias y participaciones cada vez ms numerosas, la apari-
cin de las nuevas revistas acadmicas, el crecimiento del nmero de becas y de cargos docentes en las uni-
versidades nacionales, hablan a las claras de una expansin.
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o civiles y militares. Estos no son explicados ya
como epifenmenos de la estructura econmica
y social, sino que lo que se busc fue desentra-
ar sus causas desde la lgica interna de la po-
ltica y de las racionalidades de la accin polti-
ca en pos de un objetivo. En esa etapa fueron
los tericos del autoritarismo y poco ms ade-
lante, los de la democracia (ODonnell, G. 2000),
los que ejercieron el mayor atractivo intelectual.
Aqu, otra vez fueron los socilogos y politlogos
los que avanzaron en el estudio de la poltica en
la segunda mitad del siglo XX, revisando y apli-
cando modelos interpretativos que volvan a es-
tar en el centro de la discusin acadmica,
como el para entonces ya viejo artculo Un Jue-
go imposible. Competicin y coaliciones entre
partidos polticos de Argentina, 19551966, de
Guillermo ODonnell, fechado en 1972 y centra-
do precisamente en el problema de la racionali-
dad de los partidos polticos. En esa discusin
se inscribieron las investigaciones de Catalina
Smulovitz sobre los gobiernos de Arturo Fron-
dizi (19581962) y de Arturo Illia (196366), cu-
yos resultados se publicaron hacia fines de la
dcada de 1980. En otra lnea, podemos mencio-
nar tambin la preocupacin por la naturaleza
del sistema de partidos en la Argentina, en pers-
pectiva comparada con los pases vecinos tam-
bin azotados por dictaduras militares (Chile,
Uruguay y Brasil), donde incursion Liliana De
Riz, que enriqueca la aproximacin mucho ms
general y acotada de Peter Snow, Fuerzas pol-
ticas en la Argentina, traducido y publicado en
castellano en 1983. Otro libro emblemtico de la
coyuntura fue el Estado Burocrtico Autoritario
de Guillermo ODonnell, que empricamente re-
corre los gobiernos de la Revolucin Argenti-
na ofreciendo nuevas herramientas conceptua-
les, y contemporneo de l, Retorno y Derrum-
be. El ltimo gobierno peronista, 197376, tam-
bin de De Riz 36, completaron un recorrido que
ilumin procesos y problemas ms circunscrip-
tos.
En el terreno de la historiografa poltica, el
reflejo de ese presente de la democracia recin
conquistada se tradujo en un marcado inters por
la historia de los partidos polticos, que se haba
iniciado, como haba ocurrido en otras oportu-
nidades37, ya durante la campaa electoral previa
a octubre de 1983. Luego, fue particularmente la
historia de la Unin Cvica Radical, desde la esci-
sin de 1956, la que concit gran inters. En ella
se buscaba el acta de nacimiento de nueva iden-
tidad poltica inscripta en la trayectoria de la
Unin Cvica Radical del Pueblo, cuyo momento
de realizacin plena haba sido la presidencia de
Arturo Illia38. Tambin se produjo una nueva mi-
rada sobre el Partido Socialista y un nuevo abor-
daje del peronismo, tanto del para entonces lla-
mado histrico, como el de su retorno al poder
en 1973.
Desde una perspectiva analtica mucho ms
prxima a la tradicin de historia poltica clsica,
en la construccin del relato y la explicacin his-
trica, investigaciones sobre los distintos gobier-
nos militares y civiles abrieron un terreno nuevo
para entonces en la indagacin de los problemas
y los hechos; los estudios sobre La Revolucin
Libertadora y sobre La presidencia de Frondizi,
de Daniel Rodrguez Lamas; El Desarrollismo, de
Julio E. Nosiglia; El gobierno de Ongana, de
Gerardo Bra; La cada de Pern, de Julio Godio,
y muchos ms compartieron el espacio editorial
de las ediciones de la Biblioteca Poltica Argenti-
na del Centro Editor de Amrica Latina, con otro
conjunto de ensayos de tono partidista o de his-
torias de los partidos escritas desde dentro.
Los otros temas que concitaron la atencin
fueron: la prensa, donde la protagonista fue la
revista Primera Plana, leda desde un ngulo par-
ticular, su rol en el golpe de Estado que derroc
al presidente Arturo Illia, Que sucedi en 7 das,
36 La primera edicin de este libro es de Folios,1982, fue reeditado por Hyspamrica en 1986.
37 Entre 1972 y 1973 en el clima de creciente participacin y movilizacin de los sectores medios que caracteriz
la retirada del gobierno militar, tambin hubo un boom de literatura histricopoltica, entre los ms exitosos
merece recordarse el Argentina. De Pern a Lanusse 1943/1973, de Flix Luna, que tuvo alrededor de una de-
cena de reediciones; tambin cabe recordar la vigorosa historiografa de combate de la izquierda peronista y
de las otras vertientes de la izquierda.
38 En la advertencia a la reedicin de 1984 del arriba citado libro de Flix Luna, donde explica por qu mantiene
el texto de 1972 sin modificaciones, dice que algunos detalles s: hubiera podido corregir algn juicio injusto
sobre el gobierno contitucional de 1963/66 y atenuado algunos entusiasmos (se refiere, seguramente, al suyo
entonces por el frondizismo) que, pese a mi intencin de imparcialidad, no dejaron de colarse.
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durante los aos de la Libertadora y Crisis39;
tambin estudios sobre revistas literarias, Contor-
no y Sur, enriquecieron el conocimiento del cam-
po poltico cultural. Otro actor poltico crucial, la
Iglesia Catlica, se abord buscando la explica-
cin de sus vnculos y competencias con el pe-
ronismo y se retomaron dos tradiciones de inves-
tigacin donde ya exista un conocimiento acu-
mulado, los nacionalistas40 y el peronismo.
El radicalismo
El nuevo impulso a las investigaciones y en-
sayos sobre el Radicalismo fue dado, sin duda,
por el retorno del Radicalismo al poder en 1983
y la reconquista de la democracia como idea fuer-
za. Dos historiadores de reconocida trayectoria
acadmica y poltica, crticos de las prcticas his-
toriogrficas de viejo cuo, como Roberto
Etchepareborda y Hebe Clementi, publicaron una
biografa de Yrigoyen en dos volmenes; el pri-
mero, El radicalismo: Trayectoria poltica, y El
radicalismo. Nudos gordianos de su economa, la
segunda41. Ambos dejan traslucir una corriente de
proximidad hacia su objeto42.
En el campo de la nueva historia acadmica,
al trabajo pionero del socilogo francs Alain
Rouqui que investig la fractura de la U.C.R. de
1956 producida en su interpretacin por el
frondizismo, que rompi con la tradicin radical
para abrazar el desarrollismo, en Radicales y
Desarrollistas, para ese entonces slo acompaa-
do por el artculo de Alberto J. Pla, incluido en la
compilacin dirigida por Luis Alberto Romero, El
Radicalismo de 197043, sigui una serie de inves-
tigaciones y ensayos de naturaleza muy diversa
que reflejan los trminos y matices del debate
poltico de la coyuntura.
En una clave interpretativa antagnica a la
del socilogo francs, el ensayo del dirigente
desarrollista Isidro Odena (1984)44, titulado
Libertadores y desarrollistas, pona el nfasis en
las condiciones polticas que condujeron a la
alianza con el peronismo durante la Revolucin
Libertadora, y a la inevitabilidad de la ruptura de
la UCR, centrndose mayormente en el progra-
ma, en los obstculos y en las realizaciones del
proyecto desarrollista al cual adhera explcita-
mente. Un estudio especfico sobre la interna
radical entre 1956 y 1958, de Ricardo Gallo, pu-
blicado en 1983, coloc mayor nfasis en los pro-
tagonistas de la lucha por el liderazgo, Ricardo
Balbn y Arturo Frondizi. La investigacin, pro-
ducto de su tesis doctoral en Sociologa dirigida
por Flix Luna, sigui los preceptos emanados de
la concepcin y los mtodos de la historia polti-
ca clsica y se sustent en un importante acopio
de fuentes escritas y orales.
Este inters por el radicalismo en la segun-
da mitad del siglo XX y por la ruptura entre una
lnea democrtica y otra proclive al autoritaris-
mo, que reflejaba en parte los valores de la lnea
poltica triunfante, se vi reflejado tambin en la
publicacin de un libro testimonial, Frondizi, de
la oposicin al gobierno45 que reabra viejas y
nunca saldadas polmicas en la tradicin del par-
tido entonces gobernante, sobre la traicin de
Frondizi. El otro trabajo que ilustra bien esta l-
nea de discusin, que era en buena medida pol-
ticopartidaria y que alimentaba como dijramos
los valores polticos dominantes, es el estudio ms
amplio sobre la historia de la U.C.R. realizado
desde la perspectiva de la sociologa poltica por
Marcelo Luis Acua. Publicado en 1984 en dos
volmenes en la Biblioteca Poltica del Centro
Editor de Amrica Latina, analiz tambin el quie-
bre que haba dado origen al remozado radica-
lismo que Alfonsn llev a la victoria electoral en
1983. De Frondizi a Alfonsn: la tradicin polti-
ca del radicalismo postul que a partir de 1956
39 Tres estudios fueron publicados un poco ms adelante en Historias de Revistas Argentinas, editado en Buenos
Aires por la Asociacin Argentina de Editores de Revistas, en 1995.
40 Cuyos precursores haban sido Marisa Navarro Gerassi, en 1968, e Ignacio Zuleta Alvarez, en 1975.
41 Ambos editados por Siglo XXI, en 1983.
42 Agradezco a Leonardo Fuentes sus comentarios sobre la historiografa del radicalismo y particularmente la
discusin sobre estos trabajos.
43 El anlisis de Alberto J. Pla realizado en clave marxista destac las contradicciones de los partidos polticos en
relacin al fenmeno peronista.
44 En la coleccin Memorial de la patria, dirigida por Flix Luna.
45 la imagen de su protagonista refleja mi admiracin inicial y la desilusin y el desconcierto que la siguie-
ron Nicols Babini (1984, 7).
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surgen dos corrientes, una eficientista, represen-
tada por Arturo Frondizi, y otra normativa, re-
presentada por Balbn46.
Saliendo de la historia estrictamente partida-
ria, Catalina Smulovitz, tras la bsqueda de una
explicacin al proceso de inestabilidad poltica y
al peso del peronismo en la misma, analiz des-
de el marco de la teora poltica la dinmica po-
ltica de los dos gobiernos radicales que sucedie-
ron a la revolucin libertadora, el de Arturo
Frondizi y el de Arturo Illia, atendiendo a la rela-
cin oposicingobierno. Mientras, Csar Tcach
(1988) se retrotraa al sabattinismo y a su poste-
rior enfrentamiento con el peronismo.
Breve mencin de la nueva atencin alSocialismo
El renacimiento del ideal liberal democrtico
en la coyuntura poltica abierta por el triunfo del
radicalismo y la ubicacin de la antinomia auto-
ritarismo o democracia como la tensin que re-
corra el proceso histrico desde 1930 incidi
tambin en la relectura de la tradicin socialista
en la Argentina.
El Partido Socialista haba recibido una mira-
da fuertemente condenatoria por parte de la vi-
gorosa corriente de la historiografa militante de
izquierda y la peronista47 nacida desde mediados
de la dcada de 1950, entre otras razones por su
inclinacin al liberalismo y su aversin al pero-
nismo y, ms en general, a los sectores popula-
res48. En la hora democrtica, algunos de sus
antiguos crticos que haban adherido al ideal de
la revolucin volvan a indagar otro ngulo del
Partido Socialista: el progresismo poltico y social,
que llev a la valoracin positiva de sus prcticas
polticas y de su trayectoria en lo atinente al cui-
dado por la formacin del ciudadano. Ese giro
interpretativo hijo, en cierto modo, de la coyun-
tura histrica de los ochenta aparece iluminado
con la biografa de Juan B.Justo, de Jos Aric
(1999)49; obra en la que se vuelve a analizar el
proyecto socialista desde sus fortalezas y sus de-
bilidades, tratando de explicar las razones de su
fracaso en el intento de convertirse en la vanguar-
dia de los trabajadores. En ese camino abierto
hacia el inters por el socialismo se inscribi ms
adelante un conjunto de trabajos con relevamien-
tos empricos originales y enfoques tericos
aggiornados centrados en la cultura poltica. El
libro de referencia entre los estudiosos del socia-
lismo fue el de Richard Walter The Socialist party
of Argentina, 18901930, editado en 1977.
Retomando dos tradiciones de investigacin:nacionalismo y peronismo.
Ese reingreso de la preocupacin por lo po-
ltico que acompaaba a una coyuntura histrica
especfica de revalorizacin del sistema democr-
tico, y tambin a una tendencia historiogrfica en
expansin dentro de la disciplina desde haca ya
algunos aos, fue visible en el inters por el na-
cionalismo y los nacionalistas50. Dos investigacio-
nes tempranas mostraron acercamientos nuevos,
no slo porque relevaron nuevas fuentes, sino
porque analizaron los problemas a partir de la
razones de los actores en su contexto. La prime-
ra, realizada por Mara Ins Barbero y Fernando
Devoto, empez a indagar en las races del fe-
nmeno ideolgico aproximndolo al conserva-
durismo y al liberalismo en un recorrido que
abarca desde la dcada de 1910 hasta 1932 don-
de, sostienen, los nacionalistas haban logrado en
parte su cometido. La segunda, de Cristin
Buchrucker, Nacionalismo y peronismo. Argenti-
na en la crisis ideolgica mundial 19271955,
46 Esta hiptesis de las dos lneas radicales en la etapa de inestabilidad poltica fue retomada ms tarde por
Catalina Smulovitz (1993) en el artculo La eficacia como crtica y utopa. Notas sobre la cada de Illia.
47 La misma es analizada en parte por Maristela Svampa (1996). En tiempos ms recientes han recibido aten-
cin algunos de los historiadores y publicistas de esta tradicin, vase por ejemplo la compilacin ya citada
de Fernando Devoto y Nora Pagano (2004), y la minuciosa indagacin de Omar Acha (2006) sobre la vida y la
produccin de Rodolfo Puiggrs.
48 Algunos de los ensayos crticos ms conocidos fueron los de Jorge Abelardo Ramos, Jorge Enea Spilimbergo,
Jos Vazeilles.
49 La hiptesis de Justo fue escrito en 1981 y obtuvo una mencin especial en el Premio Internacional de Histo-
ria Jos Luis Romero, en Nota inicial a la edicin de Sudamericana, de 1999.
50 Ana Mara Barletta y Mara Dolores Bjar (1988) presentan una revisin amplia de la bibliografa sobre el
tema.
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23Mara Estela Spinelli / La impronta de la transicin democrtica en la historiografa sobre la []Estudios de Filosofa Prctica e Historia de las Ideas www.estudiosdefilosofia.com.arAo 9 / N 10 / ISSN 1515-7180 / Mendoza / Diciembre 2008 / Dossier (1128)
bucea en las distintas lneas y antagonismos, bus-
cando sus puntos de contacto con el peronismo,
al que explica como un fenmeno esencialmente
distinto51. Ambos resultados se alejaban de la his-
toriografa previa52 sobre el tema al lograr
historizarlo, es decir, a partir de la necesaria toma
de distancia que no siempre les resultar factible
a indagaciones posteriores a stas. Internadas en
las ideas y en los diagnsticos de pas realizados
por los nacionalistas, las explicaciones continua-
ron cayendo en posiciones maniqueas porque,
irremediablemente, en la nueva tensin autorita-
rismodemocracia planteada desde la hegemona
de la poltica, ellos se convierten para la tradicin
liberal democrtica en el huevo de la serpiente
de las dictaduras militares53. Ello es mucho ms
visible en el tratamiento del fenmeno durante la
segunda mitad del siglo XX, tanto en el estudio
de las ideas, como de los grupos nacionalistas y
sus interlocutores. Aqu pueden mencionarse los
trabajos de David Rock, Richard Walter, Leonardo
Senkman, en la dcada de 1990.
Buena parte de las indagaciones sobre las
ideas del nacionalismo y la influencia de sus in-
telectuales o grupos de activistas y de choque la
Alianza Libertadora Nacionalista, primero, Tacua-
ra, despus, avanzando hacia las etapas ms re-
cientes del proceso poltico estuvieron relacio-
nadas con su influencia sobre otros actores pol-
ticos: la iglesia catlica, los militares, la prensa o,
ms en general, sobre el fenmeno peronista.
De todos modos, la produccin historiogr-
fica sobre los nacionalistas y las derechas fue
bastante ms restringida, a partir de los aos
ochenta, que la volcada a la indagacin sobre las
izquierdas. Aqu, desde el peso que adquiri la
perspectiva analtica de las culturas polticas, in-
gres una serie de temas y preocupaciones sobre
la segunda mitad del siglo XX que, como sea-
laron Hugo Biagini, Hebe Clementi y Maril Bou
en Historiografa Argentina: la dcada del 80, en
su completo y riguroso anlisis sobre la produc-
cin fue cultivada por intelectuales venidos del
campo de la literatura y de la filosofa. Sus pre-
ocupaciones por la cultura los acercaron estre-
chamente a algunos de los historiadores sociales
que comenzaban a pensar sobre esos mismos
problemas y que compartan, en parte, modelos
de inspiracin comunes, E.P. Thompson y Ray-
mond Williams, entre otros54. Preponderantemente
se orientaron hacia la historia de las ideas y de
los intelectuales de izquierda de los sesenta, du-
rante el surgimiento de una nueva izquierda
opuesta a la izquierda tradicional55. Algunos de
estos trabajos dejan traslucir cierto sesgo auto-
biogrfico. Otros, en cambio, buscan rastrear el
fenmeno de politizacin de los sectores medios
en experiencias polticoculturales de fines de los
aos cincuenta, como la de la revista Contorno, y
otras. En este campo que avanz hacia el cono-
cimiento de las ideas, los intelectuales y la cultu-
ra poltica en las dcadas del sesenta y el setenta,
el eje principal fue la relacin con el peronismo,
la confrontacin con las distintas vertientes del
nacionalismo y el impacto de la revolucin cu-
bana.
La segunda tradicin de investigacin que
acapar sin duda la atencin de mayor nmero
de historiadores, ensayistas y cientistas sociales
ha sido y sigue siendo el peronismo. Quizs en
este tema, ms que en otros, pueda verse el cam-
bio de orientacin entre una vieja y una nueva
historiografa, a partir de la experiencia de la re-
cuperacin democrtica. Porque las ideas fuerza
de los ochenta y el retorno a la poltica como
fenmeno historiogrfico condujeron a una explo-
racin de aspectos sobre los primeros gobiernos
de Pern que haban quedado postergados o, al
51 Poco ms tarde vuelve sobre la cuestin, desde otro ngulo analtico, Loris Zanatta (1996).
52 Las dos obras clsicas y antagnicas en sus lneas interpretativas y en su construccin metodolgica previas
fueron las de Enrique Zuleta Alvarez y Marisa Navarro Gerassi, los cuales en la particular lectura que realiza
Carlos Floria en el citado artculo de 1988 constituyen, la primera un testimonio histrico, mientras la segun-
da denuncia posiciones ideolgicas.
53 Debe sealarse que, sin apartarse nunca de la vieja tradicin de la profesin en la expresin de Ezequiel
Gallo, la produccin historiogrfica de los nacionalistas mantiene tambin miradas maniqueas y un excesivo
peso ideolgico. En ese sentido, lo planteado por Carlos Floria para las obras de los sesenta y setenta mantie-
ne cierta permanencia en esta lnea de investigacin.
54 Reflejo de esa sociabilidad intelectual es la proximidad que quiso darles Luis Alberto Romero al bautizarlos
como historiadores por adopcin.
55 Los autores ms prolficos en esta lnea fueron Oscar Tern, Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo.
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menos, en un claro segundo lugar durante los
aos de hegemona de la historia econmica y
social, y en no menor medida de las preocupa-
ciones e ideales de la cultura poltica de los aos
sesenta y setenta56. Sin embargo, no puede dejar
de sealarse que hubo lneas de continuidad con
el camino abierto por el proyecto histricoso-
ciolgico sesentista que haba seguido avanzan-
do57; entre ellas, la discusin sobre los orgenes
del peronismo que Juan Carlos Torre cierra de
algn modo, al menos hasta ahora, en La vieja
guardia sindical y Pern, al final de la dcada del
80; tambin los estudios vinculados al sindicalis-
mo, que se completaron en esta etapa con las
indagaciones sobre los orgenes del peronismo en
algunos lugares del interior del pas y en los es-
pacios provinciales, uno de los ejemplos ms
exitosos fue la tesis de Csar Tcach58. En otro
rengln debe sealarse que en estos aos se abor-
d la exploracin de la resistencia peronista, uno
de cuyos estudios ms acabados, que puso el
ngulo de observacin en las bases sindicales, fue
el del historiador ingls Daniel James (1990), pri-
mera edicin de 198859.
El vuelco hacia el inters por el anlisis del
rgimen poltico peronista oper desde que co-
menz a instalarse la discusin de la transicin
democrtica60. Inters que, en etapas anteriores,
desde la cada del peronismo en 1955, cuando
sobresalieron las caracterizaciones como rgimen
totalitario y corrupto por la mayor parte de sus
opositores (Spinelli, M. E. 1997), haba sido pau-
latinamente desplazado por visiones totalizadoras
del peronismo que dejaron en un cono de som-
bras las prcticas polticas del mismo.
Un investigador extranjero, el socilogo ale-
mn Peter Waldmann, public en 1981 su tesis
doctoral sobre el peronismo, El peronismo 1943
1955, iniciada ms de diez aos antes, en plena
convulsin y reinvencin del peronismo por parte
de los nuevos sectores que ingresaban a la pol-
tica. Perplejo por las valoraciones antagnicas y
la falta de evidencia emprica para cualquiera de
ellas, apost a un enfoque integral que incluy el
plano de las ideas, de la organizacin poltica y
las formas de dominacin. En sintona con esa
nueva mirada, en 1982 fue editado El Rgimen
peronista 19431955, de Ricardo del Barco, una
tesis doctoral en sociologa de la Universidad
Nacional de Crdoba. Su eje era la estructura
poltica. Y por ltimo, para marcar la relevancia
del giro hacia el anlisis de la poltica en el enfo-
que del fenmeno, en 1983 apareci el libro de
Alberto Ciria, Poltica y cultura popular. La Ar-
gentina peronista 19461955. Con un enfoque
mucho ms anclado en el mtodo de reflexin
histrica, el texto atenda centralmente a las for-
mas de la poltica, de la cultura popular y a las
prcticas y conflictos. La preocupacin por el
peronismo no era nueva en Alberto Ciria. Haba
incursionado en sus antecedentes ideolgicopo-
lticos en su Partidos y poder en la Argentina
Moderna (19301946), un libro cuya primera edi-
cin fue de 1963, y haba investigado tambin el
enfrentamiento peronismoantiperonismo, en la
dcada del 70. Adems de centrarse en el fun-
cionamiento concreto de la poltica, el rasgo co-
mn de los tres estudios sobre los dos gobiernos
peronistas es que partieron de un balance de las
interpretaciones sobre el peronismo.
La hegemona de lo poltico en las investiga-
ciones sobre el peronismo, como as tambin el
peso del enfoque cultural que revelaba la influen-
cia de los cambios operados en la prctica histo-
riogrfica pueden seguirse tambin en el anlisis
de los temas, problemas y recortes temticos
abordados, que versaron sobre las distintas pol-
ticas, la educacin, las mujeres peronistas, el pe-
ronismo y la Iglesia, la arquitectura, las moviliza-
ciones, la propaganda, el culto a la personalidad.
56 Un ilustrativo panorama de ambos tpicos en Oscar Tern (1991), y Silvia Sigal (1991).
57 En 1980 se edit un trabajo crucial en esa lnea de investigacin, El voto peronista. Ensayos de sociologa elec-
toral en la Argentina, que compilaron Manuel Mora y Araujo e Ignacio Llorente.
58 Ver: Sandra Gayol, Julio Meln, Mabel Roig (1988). La tesis de Tcach fue publicada en 1991 bajo el ttulo:
Sabattinismo y peronismo. Partidos polticos en Crdoba 19431955.
59 Daniel James. 1990 (1988). Resistencia e integracin. El peronismo y la clase trabajadora argentina, 19461976,
Buenos Aires, Sudamericana.
60 Un libro en colaboracin de varios autores, 19431982 Historia poltica argentina, Ricardo del Barco, Roberto
Etchepareborda, Carlos Floria, Criterio, Flix Luna, Guido Di Tella, Luis Gonzlez Esteves, Marcelo
Monserrat y Roberto Russell, editado en Buenos Aires por la Editorial de Belgrano, puso en evidencia la pre-
ocupacin por la poltica que invada a sectores intelectuales y polticos diversos.
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El campo de estudio sobre el enfrentamiento
del peronismo con la Iglesia, o viceversa, que era
otra muestra del retorno a la preocupacin por la
poltica, dio lugar a varias investigaciones iniciadas
en los aos ochenta, que partan de la necesidad de
explicar la cada del peronismo en 1955. En el re-
novado mbito acadmico de la universidad post
83, comenzaron a desarrollarse y debatirse las l-
neas de trabajo de Lila Caimari (1995), que consti-
tuyeron su tesis doctoral defendida en Francia y
que se inscribe en los cnones de la historia pol-
tica y la larga investigacin que fue iluminando te-
mas y problemas parciales, desde una perspectiva
analtica ms cercana a la historia social, de Susa-
na Bianchi (2000). Frente a stas, una investigacin
realizada desde la concepcin y el mtodo de la
vieja historia poltica, la de Jos Oscar Frigerio
(1990), que interpretaba el conflicto desde un n-
gulo diametralmente opuesto.
El otro rengln de interrogantes sobre el pe-
ronismo incitaba a la reflexin sobre el pasado
ms reciente y traumtico, cuyo centro de pre-
ocupaciones fue el tercer gobierno peronista y la
trayectoria de su ala izquierda, que involucraba
las experiencias de no pocos intelectuales. Aqu
la produccin fue variada y realizada desde dis-
tintas perspectivas disciplinares y analticas, don-
de sobresali la sociologa histrica, el ensayo
poltico61.
Ya hicimos alusin al Retorno y derrumbe
de Liliana de Riz, basado en el anlisis de las re-
laciones de fuerza entre las clases y fracciones de
clase en el contexto del capitalismo dependien-
te. En su interpretacin, la intencin de fondo
que subyaca al proyecto con que regres Pern
era la de crear un orden poltico legtimo y esta-
ble, capaz de constituirse en el espacio en que las
clases dirimieran sus enfrentamientos de intere-
ses; un orden de arbitraje que trascendiera su
formidable carisma personal (1982, 1214). En
otra lnea, Juan Carlos Torre ofreci una perspec-
tiva analtica del tercer gobierno peronista, si-
guiendo la lnea de la tradicin sindical, en Los
sindicatos en el gobierno 1973197662.
Una mencin aparte corresponde a las inves-
tigaciones sobre el discurso peronista, tambin
editadas en forma de libro en estos aos de la
transicin democrtica. En ellas haba una in-
fluencia directa de las lecturas y discusiones de
la historiografa francesa en esos aos, los dilo-
gos con la lingstica y. las tcnicas del anlisis del
discurso. Estos modelos analticos sirvieron a los
investigadores sociales para indagar en una pre-
ocupacin que haba cruzado su propia experien-
cia poltica; ellos fueron Ideologa y discurso po-
pulista, de Emilio De Ippola (1983), y Pern o
muerte, de Silvia Sigal y Eliseo Vern (1988), con
primera edicin de 198563; libro, este ltimo, que
pretenda explicar la explosin de violencia que
sigui al triunfo del peronismo en 1973. Por lti-
mo, el libro de Richard Guillespie, Montoneros.
Soldados de Pern, ensayaba el primer acerca-
miento histrico a la organizacin armada, des-
de un amplio rastreo de fuentes que incluy en-
trevistas a los protagonistas.
Este inventario necesariamente incompleto
de la produccin de los primeros aos de la res-
tauracin democrtica, que dej mayormente fue-
ra la consideracin de la historiografa militante
emparentada con la vieja tradicin revisionista y
de la mayor parte de la orientada a la divulgacin,
intent brindar un perfil de las interpretaciones
histricas que volvan a colocar en un lugar rele-
vante de investigacin y reflexin a la poltica.
Reflexiones finales
El ejercicio de revisar una parte de la pro-
duccin historiogrfica en el contexto histrico
del trnsito hacia la restauracin democrtica y
sus primeros aos de experiencia que hemos in-
tentado, nos pone en contacto con las transfor-
maciones operadas en la cultura poltica de un
sector de la sociedad que se esforzaba en
sacudirse el estigma autoritario, y que fue exito-
so en la coyuntura. Esta transformacin que mar-
c una reconciliacin con la tradicin liberal de-
mocrtica se vio reflejada, en la produccin de
los historiadores y cientistas sociales, en el giro
hacia la exploracin de lo poltico, an cuando
este giro no pueda explicarse de manera unicau-
sal por el peso de ese presente.
61 Los que ms impacto intelectual tuvieron en el medio acadmico, construidos desde experiencias y perspec-
tivas interpretativas bien diversas, fueron el de Guido Di Tella (1983), y el de Len Rozitchner (1984).
62 Editado en la Biblioteca Poltica Argentina del Centro Editor de Amrica Latina, en 1983.
63 Sobre este ltimo puede verse: Los fundamentos discursivos del fenmeno peronista, de Tulio Halpern Donghi,
publicado en 1987 en Vuelta Sudamericana y reeditado en Ensayos de Historiografa (1996).
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El trnsito hacia el inters por la poltica, y
su concepcin como campo legtimo y autno-
mo de conocimiento en la historia concebida
como ciencia social, tena ya antecedentes impor-
tantes en la disciplina histrica hacia los aos
setenta64, a los que haca alusin Ezequiel Gallo
en su intervencin de 1988 en el Congreso sobre
Historiografa reunido en Paran. Por otra par-
te, en una exploracin anterior, cuando revisamos
la renovacin de los estudios histricos en la
Argentina desde fines de los aos cincuenta du-
rante el auge de la historia econmica y social,
detectamos que la poltica tuvo un lugar de pri-
vilegio en el planteo de los problemas, slo que
las variables utilizadas para su anlisis la ubica-
ban como epifenmeno de las fuerzas econmi-
cas y sociales, apartando al fenmeno poltico de
la lgica acotada de la lucha por el poder entre
individuos, terreno que conceban como propio
de la Historia de viejo molde historicista (Spinelli,
M. E. 1993, 3049). Sin embargo, es en una mar-
cada lnea de continuidad con esta corriente re-
novadora visible en los principales referentes
historiogrficos donde comenz a emerger vigo-
rosa en los aos ochenta una nueva historia po-
ltica analtica, construida en un dilogo estrecho
con las teoras del autoritarismo y de la demo-
cracia en su primer momento, incluyendo en ella
el campo de las ideas, de los partidos, de las ins-
tituciones, de los intelectuales, de la prensa, de
las corporaciones y de la cultura poltica, que
comenz a mirar con ms detalle a los individuos.
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