Vanguardismo y generación del 27

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VANGUARDISMO Y GENERACIÓN DEL 27 LAS VANGUARDIAS EUROPEAS Y LA GENERACIÓN DEL 27. A/ ESTUDIO DE LA VANGUARDIA POÉTICA . Antes de estudiar la Generación del 27, conviene ver el movimiento que favoreció su aparición en el panorama poético nacional: la Vanguardia. Desde el S. XVIII nunca nuestra literatura estuvo tan bien sincronizada y tan en sintonía con la europea como en los años de la vanguardia. El término resume con innegable plasticismo la situación avanzada de pioneros que adoptaron, a lo largo de las trincheras artísticas, sus primeros cultivadores. Si la vanguardia europea tiene sus límites entre 1906 y 1930, en España se vive con cierto retraso inicial, a excepción hecha de Ramón Gómez de la Serna y el carácter innovador del Diario de un poeta recién casado de Juan Ramón Jiménez. La vanguardia Hispana se concreta en el Creacionismo, en el Ultraísmo, y en los libros surrealistas, publicados muy avanzada la segunda década del siglo. Es en 1918, con la llegada del poeta chileno Vicente Huidobro desde París, cuando en España comienza a manifestarse más decididamente la vanguardia. Los novecentistas habían traído novedades con respecto a la literatura anterior, pero no una verdadera ruptura como sí van a hacer ahora los movimientos de vanguardia, que se oponen a la estética anterior, y que proponen concepciones profundamente nuevas del arte y de las letras, con propuestas estéticas originales, provocativas y radicales. También se les llamó “-ismos”. Dichos “ismos” vanguardistas se suceden a un ritmo rápido: Expresionismo, Futurismo, Cubismo, Dadaísmo, Surrealismo, etc. Muchos de ellos afectan por igual a las artes plásticas, escénicas, cinematográficas, a las letras e incluso al pensamiento. Las vanguardias tienen una duración limitada, pero la huella dejada se ha prolongado a lo largo de todo el siglo pasado. El común denominador de estas tendencias contiene buena dosis de contradicción y confusión. La literatura se entrega a experimentos creadores traducidas en obras poco perdurables (exposiciones de pinturas que

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VANGUARDISMO Y GENERACIÓN DEL 27

LAS VANGUARDIAS EUROPEAS Y LA GENERACIÓN DEL 27.

A/ ESTUDIO DE LA VANGUARDIA POÉTICA .

Antes de estudiar la Generación del 27, conviene ver el movimiento que favoreció su aparición en el

panorama poético nacional: la Vanguardia. Desde el S. XVIII nunca nuestra literatura estuvo tan bien

sincronizada y tan en sintonía con la europea como en los años de la vanguardia. El término resume con

innegable plasticismo la situación avanzada de pioneros que adoptaron, a lo largo de las trincheras artísticas,

sus primeros cultivadores.

Si la vanguardia europea tiene sus límites entre 1906 y 1930, en España se vive con cierto retraso inicial, a

excepción hecha de Ramón Gómez de la Serna y el carácter innovador del Diario de un poeta recién casado

de Juan Ramón Jiménez. La vanguardia Hispana se concreta en el Creacionismo, en el Ultraísmo, y en los

libros surrealistas, publicados muy avanzada la segunda década del siglo. Es en 1918, con la llegada del

poeta chileno Vicente Huidobro desde París, cuando en España comienza a manifestarse más decididamente

la vanguardia.

Los novecentistas habían traído novedades con respecto a la literatura anterior, pero no una verdadera

ruptura como sí van a hacer ahora los movimientos de vanguardia, que se oponen a la estética anterior, y que

proponen concepciones profundamente nuevas del arte y de las letras, con propuestas estéticas originales,

provocativas y radicales. También se les llamó “-ismos”. Dichos “ismos” vanguardistas se suceden a un ritmo

rápido: Expresionismo, Futurismo, Cubismo, Dadaísmo, Surrealismo, etc. Muchos de ellos afectan por igual a

las artes plásticas, escénicas, cinematográficas, a las letras e incluso al pensamiento. Las vanguardias tienen

una duración limitada, pero la huella dejada se ha prolongado a lo largo de todo el siglo pasado.

El común denominador de estas tendencias contiene buena dosis de contradicción y confusión. La literatura

se entrega a experimentos creadores traducidas en obras poco perdurables (exposiciones de pinturas que

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terminaban con los cuadros ardiendo como parte del proceso creador, performances, etc).

Históricamente, la literatura de vanguardia corresponde a la posguerra que siguió a 1918, aunque el

Futurismo o el Cubismo sean inmediatamente anteriores. Durante diez años, la vieja Europa disfruta de una

visible prosperidad (también Estados Unidos, en los llamados “Happy Tweenties”). Se siente la necesidad de

olvidar los errores pasados (1ª Guerra Mundial) y se practica una literatura de evasión. Es lo que Ortega y

Gasset denominará como “la deshumanización del arte”. Esta situación dura hasta el inicio de la década

siguiente. La crisis económica sufrida en Estados Unidos tras el crack de Wall Street en 1929 va a reflejarse

en Europa al inicio de los años treinta (“Dark Thirties”), y provocará también una profunda crisis espiritual.

Las características del nuevo arte, según Ortega, eran: afán de originalidad, hermetismo, autosuficiencia,

antirrealismo y antirromanticismo, sobrerrealismo, predominio de la metáfora, intrascendencia y escritura

onírica.

Pasamos, a continuación, a ver de un modo más pormenorizado cada uno de los principales movimientos de

vanguardia que afectaron a la poesía:

FUTURISMO.

Nace en 1909, fecha del manifiesto publicado por el escritor italiano Marinetti, claramente antirromántico.

Exalta la civilización mecánica y técnica: “un automóvil de carreras es más hermoso que la Victoria de

Samotracia”. Sus temas favoritos van a ser la máquina, el avión, la energía eléctrica, el deporte, etc. El estilo

busca el dinamismo y la rapidez verbal, rompiendo en ocasiones con la sintaxis para dejar “las palabras en

libertad”. El futurismo renueva la disposición tipográfica del texto. Los poetas quieren jugar con los espacios y

las palabras como grafía, aunque no digan nada. El Futurismo no dio notables frutos en Europa, pero sí abrió

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las puertas a nuevos temas. Fue un movimiento que se conoció pronto en España, ya que Ramón Gómez de

la Serna publicó su manifiesto en 1910. Encontramos huellas esporádicas en algunos autores del 27 (Pedro

Salinas escribe poemas a la bombilla, Alberti al billete de tranvía, a actores, a un portero de fútbol, etc..)

CUBISMO.

Parte de una vanguardia pictórica, cuyo manifiesto es un cuadro de Picasso, “Las señoritas de Avignon”

(1907). Se desarrolla sobre todo en Francia, aunque de la mano de pintores como el ya mencionado Pablo

Ruiz Picasso o Juan Gris. Se proponen descomponer las figuras humanas en formas geométricas: cubos,

cuadrados… para aportar una nueva visión de las cosas, los cuerpos en movimiento.

El cubismo literario intenta descomponer la realidad para proceder a composiciones libres de conceptos,

imágenes o frases. El principal artificio del cubismo va a ser el “collage”, aprovechado también por posteriores

movimientos vanguardistas.

DADAÍSMO.

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Encabezado por Tristán Tzara, surge en 1916. Su nombre (elegido al azar, abriendo el diccionario con un

cuchillo) es el de un balbuceo infantil: dada. Es la rebeldía contra la lógica, contra las convenciones sociales, y

propugna liberar la fantasía de cada individuo mediante un lenguaje incoherente. Seguirán a Tzara André

Breton, Paul Eluard, Aragon, etc, posteriormente importantes surrealistas. Por ello, el Dadaísmo es

considerado un simple movimiento abanderado de lo que con el tiempo será el Surrealismo.

SURREALISMO.

El Surrealismo es la revolución artística más importante del siglo. Fue el punto de confluencia de varias

tendencias vanguardistas, pero el giro definitivo lo dio André Breton tras leer a Sigmund Freud: en 1924

publicará el primer “Manifiesto surrealista”.

Pretende ser una revolución íntegra. Su lema: “transformar la vida”, frase de Rimbaud. Se produce un

encuentro entre las doctrinas de Freud y Marx. Liberación de los impulsos reprimidos en el subconsciente

(Freud) por una razón sumisa a las convenciones morales y sociales, o liberación de la represión que ejerce

sobre el ser humano la sociedad burguesa (Karl Marx).

Para los surrealistas, la vida es la cara más gris de la realidad: hay que conquistar una verdadera vida,

acceder a una realidad más alta, una super-realidad (sur – realité). La palabra surrealisme se debe a

Apollinaire (superrealismo, suprarrealismo y sobrerrealismo son términos que conviven en la época.

La liberación propugnada por esta vanguardia se produce a varios niveles:

-Liberación individual: Freud ha publicado en 1900 su obra acerca de la interpretación de los sueños, donde

se platea que en el ser humano existe una parte denominada inconsciente, donde residen los deseos

reprimidos, los traumas, las ansias, etc. La única vía de escape que le queda al inconsciente es la de los

sueños. Los surrealistas piensan que el arte tiene una relación directa con los sueños, por lo que es

imprescindible liberar el inconsciente para que el sujeto pueda crear arte.

-Liberación del lenguaje: El lenguaje como sistema se rige por unas reglas de sintaxis, morfología, etc. El

Surrealismo quiere liberar de estas reglas al lenguaje para que pueda expresar el mundo del subconsciente.

Pretenden alcanzarlo mediante:

A/ Escritura automática: el escritor se aísla, deja la mente en blanco, y escribe todo lo que se le ocurre, sin

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control ni filtro.

B/ Collages de palabras: mezclar palabras o frases recortadas de periódicos.

C/ Juegos de azar con las palabras: lo hacían juntando palabras buscadas al azar en el diccionario.

D/ Metáforas: aportan un nuevo tipo de metáforas, de tipo enigmático, ambiguo, que pueden adquirir múltiples

significados. Eliminan el término real, quedando presente únicamente el término imaginario.

- Liberación del espectador: el Surrealismo propone también la liberación por parte del espectador, al que

pretende cambiar la forma de ver el mundo.

Influyó mucho la presencia de André Breton y Louis Aragon en España para que el Surrealismo fuera el

movimiento con más peso de todos. En 1925 la “Revista de occidente” publica el Manifiesto surrealista, con

gran influencia en Alberti (Sobre los ángeles), Lorca (Poeta en Nueva York), y Vicente Aleixandre. Esta

influencia también se contagia al cine, sobre todo a Buñuel (Un perro andaluz), y a la pintura, teniendo como

abanderado a Salvador Dalí.

ULTRAÍSMO.

Recogió elementos futuristas y cubistas, aunque fue excesivamente efímero. Su primer manifiesto aparece en

1919 en la revista “Cervantes”. El nombre indica su voluntad de ir más allá del novecentismo imperante. El

promotor fue Guillermo de Torre, que ilustró sus doctrinas con sus poemas visuales de su libro Hélices (1923).

CREACIONISMO.