Vaz Ferreira, El Despuntar de La Nueva Logica

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FILOSOFIA DE LA PRACTICA

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VAZ FERREIRA: EL DESPUNTAR DE LA NUEVA LÓGICA

por Jorge Liberati

VAZ FERREIRA EDUCADOR

Carlos Vaz Ferreira ocupó toda su vida con la reflexión pedagógica y tal vez fue la que gravitó con

mayor peso en toda su actividad. Prestó atención a los problemas de la enseñanza primaria, de la ense-

ñanza secundaria y de la universidad (Pedro Figari fue quien bregó por la enseñanza industrial). Tam-

bién se ocupó de la enseñanza superior, aquella que sólo él distinguió para cubrir un gran vacío de la

enseñanza en general, en todas las épocas: el plano profesional y el no profesional; el interesado y el

desinteresado. El primero es aquel que responde a los intereses más fundamentales de la sociedad: la

salud, la educación, la justicia, la vivienda, el patrimonio, la producción, las obras de ingeniería, etcé-

tera, atendidos por la Universidad porque esta institución puede prestar la máxima garantía intelectual

en esos dominios. El segundo es aquel que, aunque nunca es desinteresado del todo, se modera porque

ya no responde a una urgencia directa de la sociedad sino a una urgencia de la ciencia, de la ciencia

experimental o de la ciencia en general o de las ciencias históricas y del hombre. Tiene que ser satisfe-

cho fuera de la urgencia social. Vaz Ferreira creía que los estudios, la experimentación, las investiga-

ciones, la creatividad, pueden garantizarse también en la Universidad pero en un ámbito no profesio-

nal. Logró que el Estado le respaldase y que en 1945, año en que falleciera su esposa Elvira Raimondi,

se creara la Facultad de Humanidades y Ciencias, de la cual fue director primero y luego decano.

Igualmente, asociaba el concepto de enseñanza superior a una categoría fundamental, a un contenido o

a una orientación espiritualmente superior, intelectualmente superior. Este contenido, apoyado princi-

palmente en los valores, debe constituir el marco ideal en cualquiera de los niveles de la enseñanza,

aun en el de la escuela primaria.

“CAMBIO DE MARCHA EN FILOSOFÍA”

Para comprender la importancia y el fundamento de las innovaciones de Vaz Ferreira, tenemos que

empezar por referirnos a los aspectos guía, a los factores dinamizadores de la forma en que Vaz Ferrei-

ra encaró todos los problemas, el de la educación pero también todos los otros. Es necesario ir a los

comienzos para apreciar mejor el método, el procedimiento de Vaz Ferreira, en el pensamiento y en la

acción e, igualmente, para apreciar el proceso de gestación de su forma de ver el mundo y de concebir

ideas para contribuir en su mejoramiento. Vaz Ferreira nació en 1872, ingresó a la Universidad en

1888 a los 16 años con un certificado de un maestro, porque él no fue a la Escuela. Escribió bajo el

seudónimo de Docteur Pascal los Cuentos intelectuales y en 1894 ya era Catedrático sustituto en el

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Aula de Literatura de la Sección de Enseñanza Secundaria de la Universidad. En 1897, a los 25 años,

ocurre un acontecimiento que muchos estudiosos de Vaz Ferreira y del proceso histórico de las ideas

en el Uruguay entienden como un hecho cardinal: gana por concurso la Cátedra de Filosofía de la Uni-

versidad, cuyo rector era Alfredo Vásquez Acevedo. Se registra, entonces, un cambio de marcha de la

filosofía en el Uruguay.

Hay dos rectores importantes en el siglo XIX: Plácido Ellauri y Vásquez Acevedo. Ellos repre-

sentan el juego de las ideas que se procesa en ese siglo. Existían dos grandes corrientes, la espiritualis-

ta y la positivista. Ellauri defendía la escuela ecléctica del espiritualismo, la de Victor Cousin. Vásquez

Acevedo representaba el positivismo, introducido por José Pedro Varela, de gran aceptación en ámbi-

tos académicos, cuya vertiente principal provenía de la obra de Herbert Spencer. Este inicial ingeniero

de ferrocarriles escribió unos Principios de psicología, algunos años antes de la publicación de la obra

capital de Darwin, en los cuales se presenta la noción de “evolución” como clave interpretativa de la

realidad. En Uruguay el positivismo puja contra el espiritualismo, el de Prudencio Vázquez y Vega por

ejemplo, puja que domina el debate universitario. El ingreso de Vaz Ferreira en la cátedra representa el

final de ese debate; no porque combatiera esas corrientes sino porque inició su actividad casi cortándo-

lo o dejándolo en suspenso. Tenía su propio debate interior, con sus propias ideas o, quizá, una nueva

manera de plantear esas ideas. Las formas de aquél debate no se correspondían con sus propósitos.

Aquí aparece un primer punto de total importancia para comprender el camino que elige el no-

vel profesor. No es un racionalismo ni un neopositivismo estrictamente, o una composición entre el

espiritualismo y el positivismo, exactamente, aunque es un poco de todo eso. Es muy original e inde-

pendiente de sus antecedentes, aunque ellos gravitarán de todos modos, especialmente William James,

John Stuart Mill y Henri Bergson. En Vaz Ferreira, empero, son tan importantes los consecuentes co-

mo los antecedentes. En su valoración deben tenerse en cuenta tanto el panorama filosófico anterior

como el que vino después, que permite entenderlo claramente. En el Uruguay no se había advertido

que el pensamiento de Vaz Ferreira, además de constituir la mayor innovación filosófica hasta su mo-

mento histórico, representa un claro adelantamiento de la filosofía que sobrevendrá en Europa, princi-

palmente a partir de la década del treinta del siglo XX.

EL PROBLEMA DE LO MENTAL

Vaz Ferreira crea y cultiva una nueva lógica, que él llama “lógica viva”. Ahora bien, desde que no cul-

tiva o desde que no se ocupa de la lógica formal tradicional, que alcanza su apogeo a principios del

siglo XX, se podría pensar que desdeña la lógica de su tiempo, y que por eso busca un nuevo derrotero.

Pero esto no sería exacto. La dimensión lógica del pensamiento humano, en su sentido tradicional, es

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para él de orden primordial. Sin embargo, y como lo demostró Arturo Ardao1, llega a ella no como

búsqueda desde la misma lógica sino más bien desde la psicología. Vaz Ferreira era, esencialmente, un

psicólogo en busca de nuevos caminos para esta ciencia. Es verdad que escribió unos Apuntes de Lógi-

ca Elemental en 1899; pero carga con algunas incertidumbres en los planos de las dos disciplinas; y, se

diría, con las mismas incertidumbres en los dos dominios. En el año de su nombramiento, 1897, publi-

ca el Curso expositivo de psicología elemental, libro de gran circulación, incluso en Argentina.

Esta obra lleva inserta una duda originaria. Si bien Vaz Ferreira se ubica en el estado evolutivo

de una psicología totalmente remozada, como la de Ribot en Francia o como la de Wundt en Alema-

nia, no estaba totalmente seguro de su oportunidad y pertinencia. No estaba seguro de la transferencia

de potestades que impulsaba el positivismo desde la ciencia a los dominios del saber no estrictamente

observacionales y experimentales, y reclamaba por una ciencia que esclareciera el problema de lo

mental. En el artículo “Psicología y fisiología”, por ejemplo, publicado en los Anales de la Universi-

dad en ese mismo año de 1897, afirma: «adquiere su razón de ser una ciencia que se ocupe, no de los

estados de conciencia aisladamente, como la Psicología propiamente dicha; no de los fenómenos mate-

riales aisladamente, como las ciencias física y biológicas, sino de las relaciones entre unos y otros

fenómenos»2.

Quizá estas meditaciones le mueven a suspender las reediciones del Curso, que alcanza la

séptima en 1917. El Apéndice de esta última edición se despacha sin rodeos al respecto: «El que se

penetre de ciertas tendencias nacientes y probablemente fecundísimas de la psicología actual, siente

que se prepara un cambio considerable en nuestro concepto de lo mental»3. Esta anotación revela el

interés de Vaz Ferreira por la dinámica de la mente. Busca la descripción de conjunto de aquello que la

lógica decimonónica presentaba en compartimentos estancos la inferencia, el juicio, el razonamien-

to. Del mismo modo, y en el territorio de la psicología, intenta superar el dualismo cartesiano y la sim-

ple introspección. Busca, en síntesis, sorprender la actividad mental del hombre en pleno funciona-

miento y a partir de su producto inmediato, cuyo vehículo manifiesto es el lenguaje. Descubre dico-

tomías infecundas entre lo fisiológico y lo psicológico, emergentes de la psicología experimental. En

definitiva, y como dice Ardao, quiere echar luz sobre «los aspectos psicológicos del entendimiento

racional». Se acerca a la ciencia, distinguiendo en el positivismo aquello que considera aprovechable;

la especulación por la especulación no es de su agrado. Pero respeta la metafísica, que es el ámbito

secular de la especulación, porque obra como control y como factor liberador y expansivo del pensa-

miento. La equidad entre ciencia y metafísica es el “grado de creencia”, noción clave en el pensamien-

to de Vaz Ferreira. El otro factor que le guía es la experiencia; por eso ha dicho Ardao que es el funda-

dor de la filosofía de la experiencia en el Uruguay.

La duda es muy grande, el problema es muy grande, y los intentos por encaminarse hacia una

solución son múltiples. Pero el intento de superación no es el de aquel que se propone revisar la lógica

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o replantear la racionalidad deductiva. Es el del investigador que desde la psicología se dirige hacia la

lógica, tal vez sin saberlo plenamente.

LÓGICA Y FILOSOFÍA DEL LENGUAJE

No podemos seguir confiando en nuestras reflexiones si antes no desciframos la ambigüedad entre lo

psicológico y lo lógico. Interesa, tanto como los contenidos, la base racional que obra como sustento

pretendidamente neutro, descontadamente seguro, de las discusiones sobre los contenidos. Esta base es

lingüística. Considera la necesidad de estudiar con lujo de detalle y a partir de la observación empírica

las relaciones que existen entre lo psicológico y lo lógico. Esto es, estudiar cómo son tratados los con-

tenidos, cómo son tratados los problemas. No de estudiar las relaciones entre lo que dice la ciencia

psicológica y lo que dice la ciencia lógica. Se trata de discutir los fenómenos que corresponden a los

dos planos de esas ciencias, principalmente de los aspectos prácticos de esos fenómenos, de sus conse-

cuencias en la vida corriente, en el lenguaje corriente, en especial aquellos que esconden inconvenien-

tes léxicos, sintácticos y semánticos. La filosofía de Vaz Ferreira, ha dicho Manuel Arturo Claps, es

una filosofía del error4.

Ya desde 1908 Vaz Ferreira presiente la necesidad de incursionar por esta nueva senda. Escribe

“Un paralogismo de actualidad”. Este texto es la base que anuncia la Lógica viva. «El paralogismo

consiste en atribuir a la realidad las contradicciones en que a menudo se incurre, y muchas veces es

forzoso incurrir, en la expresión de la realidad; en transportar la contradicción, de las palabras a las

cosas, en hacer de un hecho verbal o conceptual, un hecho ontológico»5. Por ejemplo: «¿Pedro es ma-

lo? Un momento; veamos: esto es demasiado sencillo, y Pedro no es tan fácil de juzgar. Sin duda, Pe-

dro ha tomado parte en dos o tres incidentes personales en que me consta que no fue el agredido; re-

cuerdo hasta que fue preso y condenado por uno de ellos... pero, por otra parte, es hombre de una pro-

bidad intachable; escrupuloso en sus negocios, caritativo, sobrio. No es fácil decir lo que es: es malo y

no es malo»6.

Se trata del problema de los grados. Es el problema de no distinguir que las cosas no son ni

blancas del todo ni negras del todo, por decirlo así. Que hay grados entre lo blanco y lo negro, y que es

imposible pretender que todo sea dado en sólo una de esas modalidades, que son las más fáciles, las

modalidades simples de entender el mundo. Pedro no es ni malo ni bueno; hay un problema de grados.

Es un problema común y debe haberle inspirado el nombre para su nueva ciencia, la lógica viva. No

había sido tratado; no formaba parte de ninguna teoría en la época en que Vaz Ferreira perseveraba en

estas cavilaciones. En otro escrito de 1908 afirma, respecto a la ciencia y a la metafísica, que no son

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dos dominios diferentes en el sentido en que lo es lo opuesto. Ocurre que hay un grado de evolución en

la ciencia y otro en la metafísica; allí encontramos aquellas reflexiones memorables: «Las ideas son

como los globos. Nos levantan fácilmente: el problema está en hacerlas dirigibles»; «La ciencia es

Metafísica solidificada»7. En su afán por establecer la precisión, la solidez, la indiscutibilidad del co-

nocimiento, el hombre ha experimentado la necesidad de establecer determinados puertos, ciertas ba-

ses sólidas, para que, después de que estemos de acuerdo en ellas, vayamos más allá y avancemos en la

incertidumbre. La ciencia tiene que establecer algunas certidumbres aunque sean provisorias. Ellas se

llaman leyes y teorías, formulaciones lógicas, de lenguaje o de matemática, que sirven como base de

sustentación de construcciones o teorías consecuentes.

Este es el camino que elige Vaz Ferreira; este es el método. Nace de una incertidumbre, de la

polémica entre lo material y lo espiritual, entre el cuerpo y la mente o entre lo fisiológico y lo psicoló-

gico. De cualquier manera que se formule esta disyuntiva, se resuelve, según Vaz Ferreira, advirtiendo

sobre el problema de los grados. Este problema tiene dos grandes derivaciones en el siglo XX (en Eu-

ropa). Una, a instancias de la filosofía analítica, el desarrollo en el sentido del lenguaje, de la connota-

ción y plurisignificación del lenguaje. Otra, impulsada por los desarrollos de la lógica y de la ciberné-

tica, el desarrollo de la lógica informal, en especial de la lógica borrosa.

Ambos desarrollos son posteriores a Lógica viva. Y, aunque Vaz Ferreira no tenía del todo cla-

ro el “giro” lingüístico que alcanzaría la filosofía ni el carácter informal en que derivarían algunos es-

tudios de lógica, de todos modos tuvo de ello una intuición notable. La prueba de esta intuición está ya

en las siguientes palabras escritas en 1908, fecha del todo temprana al respecto, aun en Europa: «De

esta... insuficiencia verbal o conceptual salió algún sistema de Filosofía; pero no ahondo en el ejemplo,

porque, ni tengo seguridad absoluta de lo que ahora estoy pensando al respecto, ni deseo tratar en este

artículo cierta cuestión que sería imprescindible poner en claro, y que, para no ahogar el tema princi-

pal, estoy evitando penosamente desde el principio; a saber: si la contradicción que resulta ilegítima-

mente objetivada es un hecho verbal, o si es también un hecho conceptual, y si tiene sentido, y cuál,

esta distinción que hago entre lo verbal y lo conceptual; de lo cual se pasa sin solución de continuidad

a discutir sobre la naturaleza del pensamiento, sobre la del lenguaje, sobre sus relaciones, y sobre toda

la psicología y toda la lógica». Ahora «vamos aprendiendo a usar cada vez mejor el lenguaje», afirma,

porque «Al comprender que con fórmulas verbales no podemos en todos los casos expresar la realidad,

ni transmitir nuestros estados mentales sino por aproximación, aprendemos a manejar mejor nuestro

instrumento de expresión, y éste se ha vuelto, a la vez, muchísimo menos peligroso y muchísimo más

eficaz»8. Y en el prólogo de su obra de 1910 agrega contundentemente: «Quizá se está efectuando ac-

tualmente (y no lo sentimos, porque estamos en ella) la revolución o evolución más grande en la histo-

ria intelectual humana; más trascendental que cualquier transformación científica o artística, porque se

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trata de algo aún más nuevo y más general que todo eso: el cambio en el modo de pensar de la huma-

nidad, por independizarse ésta de las palabras»9.

Las cuestiones son dos, pues. Una es de carácter lógico: la realidad es gradual y por lo tanto su

interpretación debe incluir una relación de ese orden en la operación lógica10. Otra es de carácter fi-

losófico: el conocimiento de la realidad debe tener en cuenta la estructura no lógica (tradicional) del

lenguaje y superar sus inconvenientes mediante el análisis del enunciado y de la enunciación. Es nece-

sario advertir los paralogismos, por ejemplo, el de tomar por contradictorio lo que es complementario,

la falsa disyunción, la exageración, evitar el rechazo de las soluciones parciales, los desacuerdos en el

significado de los términos, la falsa precisión, los sinsentidos, la falsa reducción al absurdo, advertir el

tercero no excluido, la falsa generalización, la confusión de “planos mentales”, la ilusión de experien-

cia, la falsa clasificación, la falacia de los términos valorativos, etcétera11.

LUZ SOBRE LA MORAL

El componente lógico de la mente humana no discrimina sólo de la manera como lo hace la lógica

clásica, en tanto lógica blanquinegra, una lógica para la cual todo es blanco o todo es negro. Esto es

palmario sobre todo tratándose de proposiciones sobre hechos12. Igualmente, el componente lingüístico

del pensamiento humano discrimina una suerte de realidad virtual, heterogénea respecto a las circuns-

tancias interlocutivas y vicisitudinarias del quehacer humano y de la relación que ese quehacer entabla

con el mundo circunstante. Ahora bien, la moral es el dominio intermedio, constructivo y regulador,

entre el pensamiento y la acción tentativa, entre el ideal progresivo de la conducta y el ensayo práctico

que busca consagrarla. Este ámbito medio ¿es independiente de la racionalidad?; ¿se corresponde más

bien con el sentimiento, con la emoción, con los valores, con los ideales? Aquella lógica que Vaz Fe-

rreira consideró congelada, que estudiaba la verdad y la falsedad “muertas y embalsamadas”, no como

ellas son sino como la mente considera que deberían ser, pero que están vivas y son como a veces ni

sospechamos, ¿tiene alguna vinculación profunda con la moral?

Llama la atención de Vaz Ferreira que se considere con tanta insistencia la “crisis” de los tiem-

pos. Se habla de la crisis del mundo, de la crisis moral del mundo. Se argumenta que el progreso de la

técnica y de los factores de bienestar no se ha acompañado por un progreso de la moral. Quizá es una

crisis provocada por el olvido de las religiones, o por el auge del racionalismo, o por el naciente cienti-

ficismo. También se dice que puede deberse al aumento del bienestar material, o que hay una crisis de

la moral por todo el mal que hizo la guerra y porque en nuestro tiempo prevalece la frialdad de la

razón, de la lógica y de la ciencia.

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Vaz Ferreira desconfía de todas estas argumentaciones e incluso sostiene que la moral ha mejo-

rado en el correr de los tiempos. Es verdad que no ha cesado la injusticia, la desigualdad, la prepoten-

cia y la crueldad; pero, dice, por lo menos se comprueba un rechazo al respecto y se difunde un pen-

samiento que va consolidando una conciencia. Por ejemplo, existe un ideal de libertad, otro referido a

los extranjeros; existe la noción de pacifismo y la condena al menos intencional de la guerra; también

existe el rechazo de la esclavitud y el reconocimiento del feminismo. El problema, agrega, está en que

el hombre acumula ideales y muchas veces estos ideales chocan en algunos aspectos con otros ideales.

La acumulación de ideales provoca algo característico en el hombre: una moral conflictual. Esta moral

conflictual consiste en la tendencia generalizada a rechazar muchas concepciones morales porque nin-

guna es perfecta del todo. Hasta ocurren conflictos que conducen al absurdo y a la barbarie. Por ejem-

plo, existe un exceso en la cosecha de trigo, o en la producción de leche, y entonces, como no se puede

comercializar, se quema el trigo y se arroja la leche al agua. Se pregunta Vaz Ferreira: «la causa de-

terminante de ese horror ¿será acaso de orden moral?, ¿será crueldad?, ¿intención dañosa?, ¿falta de

compasión?, ¿dureza de corazón, lo que determina tales hechos?... aquí, claramente, no es eso... En

todos esos ejemplos, y en tantos más, se ve pues el debilitamiento y el enturbiamiento del raciocinio...

Lo que yo creo es que... aun en esos casos, el papel del factor racional, esto es, del factor irracional, es

muy grande. Por lo menos, es muy grande, sea o no el principal»13. A la vista está que se trata de una

falla en el razonamiento. Se comprueba un horror lógico por encima del horror moral. Esta es la con-

clusión de la primera conferencia de 1939 en Buenos Aires, “La actual crisis del mundo desde el punto

de vista racional”, publicada un año después.

Es posible apreciar, pues, una vinculación estrecha entre el proceso moral y el proceso racional.

No son universos aislados. Con este análisis Vaz Ferreira lleva su lógica al campo de la moral, consti-

tuyendo una moral viva que habría dado lugar a un desarrollo semejante al de la lógica. Ya se dijo que

la de Vaz Ferreira es una filosofía de la experiencia. Ello se aprecia en su desarrollo lógico. Pero tam-

bién se aprecia en su desarrollo moral. Intenta encontrar las vinculaciones de la inteligencia superior

con los hechos concretos, esto es, con la experiencia. Se podría decir que la moral de Vaz Ferreira se

basa en algo que no es intrínsecamente moral. ¿Qué se necesita para vivir en bienestar, para encontrar

la felicidad, la armonía entre las personas? Y bien, la respuesta está en saber qué se hace con los datos

de la experiencia en el nivel intelectual.

Más que un fenómeno de naturaleza abstracta, entre el bien y el mal, la moral es un problema

de entender bien, o sea, de razón. Desde el comienzo de su meditación sobre la moral, en sus confe-

rencias de 1909, se refiere al intelecto, en particular a la moral de los intelectuales. En su conferencia

sobre “¿Cuál es el signo moral de la inquietud humana?”, de 1936, Vaz Ferreira presenta, también en

el campo moral, una vía inherente a su criterio de los grados. Distingue entre el pesimismo y el opti-

mismo de valor y el pesimismo y el optimismo de éxito14. Algo puede indicarnos la ausencia del éxito;

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por ejemplo, dice, la cruzada de Don Quijote contra los molinos. Pero tras esa ausencia se levanta el

valor, aunque indisoluble respecto a las apariencias. Es el optimismo de valor. Su aplicación es una

cuestión de grados o, si se permite la transposición, una inteligencia dependiente de los grados de

apreciación y de aplicación sobre la trama tosca de la realidad primaria. La inteligencia debe superarla.

LA INQUIETUD HUMANA

La innovación lógica es, de esta manera, el expediente filosófico de la nueva filosofía. En Los proble-

mas de la libertad y los del determinismo Vaz Ferreira se refiere al “análisis reflexivo de los significa-

dos de las frases”15, que es en buena parte el corazón de su innovación, y que define su concepción

como la de una nueva lógica conceptual, como la de una semántica filosófica que incluye una lógica

informal, linguüística y semiótica, esto es, una semiolingüística. Consuma su incursión por la filosofía,

la moral y la psicología merced a una nueva orientación, a un fundamento metodológico nuevo, apo-

yado en una lógica que se abría al hombre y al futuro. La búsqueda de Vaz Ferreira es la de quien, pre-

ocupado sobre todo por las condiciones de vida de los hombres, vislumbra un instrumento de conoci-

miento de verdadera proyección pragmática, que supera las insuficiencias de la lógica, de la psicología

y de la filosofía de su tiempo.

Esa búsqueda no sólo intentaba perfeccionar la ciencia; trataba de mejorar las condiciones de

vida del hombre. Toda su actividad, teórica y práctica, estuvo motivada por ese propósito, y se puede

decir que fue más un hombre de hechos que de ideas, salvo que los hechos suyos se consagraron en el

terreno de la actividad educativa y cultural, sobre todo en el terreno de la experiencia y aun de la expe-

rimentación en ciencias humanas, y no en el de la política o en el de la guerra. Su lógica viva es un

camino para comprender los hechos, para salvar las dificultades innumerables que se interponen a la

inteligencia. Es un camino para entender la relación, más insondable de lo que a primera vista parece,

entre los conceptos y la realidad, entre las representaciones del mundo y el mundo. Su extensión y

aplicación en diversos territorios de las actividades del hombre permitió a su autor exponer algunos

notables develamientos y aun soluciones para diversos problemas. La distinción entre enseñanza pro-

fesional y enseñanza superior, y entre aprendizaje por escalonamiento y por penetrabilidad, en el terre-

no de la educación. El feminismo de igualación y el de compensación, la tierra de habitación y de pro-

ducción, en el terreno de lo social y de lo económico. Las distinciones entre igualdad y libertad, entre

individualismo y socialismo, en el ámbito de lo social y político. Distinguió, asimismo, entre proble-

mas normativos y problemas explicativos, entre pensar por sistemas (el punto flojo de la filosofía

clásica) y pensar por ideas para tener en cuenta. Observó las ventajas e inconvenientes de algunos

asuntos de la máxima relevancia para el individuo y para la sociedad, como, por ejemplo, el escepti-

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cismo de ignorancia y el de contradicción, en el terreno de la ética, y, en el de la religión, para él el

más importante de los asuntos humanos, el problema de la legitimidad de la ignorancia y el de la tras-

cendencia.

No fue, por esto, como sostuvieron erróneamente en otro tiempo algunos investigadores, un

hombre ajeno a los problemas de su época, indiferente ante el sufrimiento de los desamparados. Todo

lo contrario. Como José Pedro Varela, como José Enrique Rodó, reivindica el derecho a la educación,

la cual considera el expediente más eficaz para conducir a la persona a su máximo desenvolvimiento y

felicidad. Es verdad que representa a la inteligencia de su tiempo y que ese tiempo era todavía el de la

eclosión del capitalismo tardío, el de la industria de la cultura que arrastra la ideología del iluminismo,

puesta en el objetivo del microscopio por Horkheimer y Adorno y por la Escuela de Frankfort en una

época bastante posterior, que se alza a los años de mediados del siglo XX. Pero no dejó de percibir y

de negar “la lógica del dominio que rige la historia”. Así lo estampa en Fermentario: “Lo relativamen-

te superior que está en la historia, que pudo entrar y quedó en la historia, no es lo más elevado que dio

la humanidad en las almas, sino lo que pudo realizarse, y realizarse bien visiblemente, y engranar

fácilmente en los efectos visibles, y ser descriptible. Este es uno de los aspectos tristes de la historia. Y

hay tantos otros…”

NOTAS 1 Arturo Ardao, “Génesis de la Lógica Viva”, en Cuadernos de Marcha Nº 64, agosto de 1972. 2 En Edición de la Cámara de Representantes (ECR), Montevideo, 1957, Tomo I, p. 115. 3 Curso expositivo de psicología elemental, Talleres Gráficos A. Barreiro y Ramos, Montevideo, 1917, p. 260. 4 Manuel Arturo Claps, Vaz Ferreira, notas para un estudio, Apartado de la Revista “Número”, Montevideo, 1950, p. 12. 5 “Un paralogismo de actualidad”, 1908, “Carlos Vaz Ferreira I”, en ECR, T. X, p. 130. 6 “Un paralogismo de actualidad”, obra citada, p. 132. 7 “Ciencia y Metafísica”, ECR, T. X, pp. 121 y 122. 8 “Un paralogismo de actualidad”, obra citada, pp. 136 y 149. 9 Lógica viva, Prólogo a la primera edición, 1910, ECR, T. IV, p. 17. 10 Debe considerarse, como cierre de este proceso de reflexión de Vaz Ferreira, la conferencia de 1939 en Buenos Aires, publicada en la editorial Losada el año siguiente, sobre las “Trascendentalizaciones matemáticas ilegítimas”, ECR, T. XI. 11 Ver la nómina de falacias en la edición de Lógica viva de Editorial Técnica, Montevideo, 1983, p. 243. 12 «Los enunciados que hablan de hechos no son o verdaderos o falsos del todo. Su verdad cae entre la verdad y la falsedad totales, entre el 1 y el 0. No son bivalentes; son multivalentes, grises; son borrosos», Bart Kosko, Pensamiento borroso, Crítica, Barcelona, 1995, p. 21. 13 “La crisis actual del mundo desde el punto de vista racional”, de 1939, en ECR, T. XI, p. 145 y ss. 14 En ECR, T. X, p. 193. 15 ECR, T. II, p. 123.