¡Venga tu Reino! Martes 1 de agosto...
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¡Venga tu Reino!
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Martes 1 de agosto 2017
San Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia.-
H. Balam Loza, LC.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Señor mío y Dios mío, aquí estoy a tus pies para alabarte. Quiero ser todo tuyo y ofrecerte todo
lo que soy. Aquí me tienes, dime qué es lo que quieres de mí, indícame cuál es el camino que me has
marcado para llegar a ser feliz. A veces voy buscando por todas partes la fuente de la felicidad, pero
he aquí que por más que vaya de arriba abajo buscándola no la encontraré sino aquí. Por eso vengo a
tus pies para que me des del agua que me quitará la sed profunda de mi corazón.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 13, 36-43
En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a su casa. Entonces se le acercaron sus discípulos
y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en el campo".
Jesús les contestó: "El sembrador de la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el
mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del maligno; el
enemigo que las siembra es el diablo; el tiempo de la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son
los ángeles.
Y así como recogen la cizaña y la queman en el fuego, así sucederán al fin del mundo: el Hijo
del hombre enviará a sus ángeles para que arranquen de su Reino a todos los que inducen a otros al
pecado y a todos los malvados, y los arrojen en el horno encendido. Allí será el llanto y la
desesperación. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos,
que oiga".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Ese sembrador que eres Tú, Jesús y esa semilla que soy yo.
«Entonces se le acercaron sus discípulos y le dijeron: “Explícanos la parábola (…)”» Jesús,
vengo aquí para que seas Tú quien me expliques mi vida; a veces no la comprendo e intentando
entenderla me doy cuenta que no lo logro. A veces lloró por cosas que no me hubiesen gustado que
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sucediesen, y tiempo después, me doy cuenta que ese hecho ha marcado el rumbo de mi vida. En
cambio, hay decisiones que tal vez no han sido las más adecuadas.
Jesús, Tú has puesto la semilla de mi vida en este mundo, en una familia y con un historia muy
concretas. Tú me has amado desde toda la eternidad y me has creado con el mismo amor. Hoy quiero
sentarme aquí y contemplar mi vida con tus ojos. Hoy no quiero quejarme de nada, no quiero llorar
nada ni arrepentirme de nada. Quiero agradecer tanto amor y tanta misericordia. Hoy quiero
contemplar a ese sembrador que pone la semilla en el campo. Ese sembrador que eres Tú, que me has
dado la vida. Has puesto todo tu cariño y trabajo incansable preparando el campo en el que debía de
caer la semilla de mi vida. Y con ese mismo amor me has dado la vida y me has cuidado.
Poco a poco me he ido olvidando de Ti, me he ido alejando de tu amor y lo he buscado por otros
lados. He dejado entrar la cizaña y el pecado. He descuidado el campo que me has confiado e incluso
lo he criticado. Pero tu mirada de amor jamás ha cambiado. ¿Qué ves en mí? ¿Qué quieres de mí? Me
doy cuenta que únicamente Tú eres quien me puedes indicar cuál es el camino de la verdadera felicidad
pues eres quien me ha amado eternamente y quien, por más de que te ofenda, jamás me olvidarás.
Jesús, gracias por darme la vida, por amarme y por querer mi felicidad.
«Una vez oí decir algo en un barrio: ‘Yo no voy a la iglesia porque mira esta, va todas las mañanas a misa,
recibe la comunión y después va murmurando de casa en casa: para ser cristiano así, prefiero no ir, como va
esta chismosa’. En mi tierra, a estas personas se las llama ‘cizañeras’: siembran cizaña, dividen, y las
divisiones comienzan con la lengua por envidia, celos y también por cerrazón que lleva a sentenciar: no, la
doctrina es esta, y bla, bla, bla. Recordemos al apóstol Santiago, en el tercer capítulo de su carta, dice:
“Somos capaces de poner el freno en la boca al caballo. También una nave, con un pequeño timón, puede ser
guiada, y nosotros, ¿no podemos dominar la lengua?”, porque la lengua, escribe Santiago, “es un miembro
pequeño, pero se gloría de hacer grandes cosas”. Y es verdad, la lengua es capaz de destruir una familia, una
comunidad, una sociedad; de sembrar odio y guerras, envidia»
(Cf Homilía de S.S. Francisco, 12 de mayo de 2016, en santa Marta).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy, Jesús, voy a rezar un rosario para agradecer el don de la vida y de la familia. Voy a poner todo
lo que soy y todo lo que tengo en tus manos.
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Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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Miércoles 2 de agosto
H. Cristian Gutiérrez, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Gracias, Señor, por darme de nuevo la oportunidad de estar contigo. Éste es el mejor momento que
tengo y por ello te lo quiero dedicar por entero. Tú me conoces y sabes todo lo que necesito. Dame
aquello que sea lo mejor para mí y que sea tu voluntad. Bien sabes cuánto te amo. Quisiera amarte
más y por ello te pido que aumentes mi amor. Dame una fe que me permita descubrir tu presencia y
tu acción en mi vida y jamás permitas que me separe de Ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 13, 44-46
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: "El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en
un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y
compra aquel campo.
El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una
perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Renuncia necesaria para alcanzar el Reino de los cielos.
Hace poco que he meditado en este pasaje y de nuevo me lo presentas en la liturgia porque tu palabra
siempre nos habla y puede decirnos cosas nuevas.
Me puedo detener esta vez a considerar el hecho de que la persona que encuentra el tesoro en
el campo lo vuelve a esconder. Es extraño hacer esto, pues te arriesgas al peligro de que otro lo
encuentre y se lo lleve. ¿No era más sencillo sacar el tesoro, llevárselo y luego comprar el campo?
Es que quieres hablarme de la importancia de la renuncia. Tú no quieres ser en mi vida un
tesoro más de los que tengo. Tú quieres ser mi único tesoro. Hablas de volver a esconder porque
poseerte implica todo un camino de trabajo, de esfuerzos y de luchas. No es fácil vender todo si no se
ha encontrado el tesoro que abarque más que todo lo que tengo. Es necesario descubrirte, contemplar
tu valor y ello me dará las fuerzas para renunciar a lo que sea, por Ti.
Podría también pensar que ese campo es el cielo. Ese lugar que está esperándome y que me
has ido a preparar. A lo mejor ya te he encontrado en mi vida y he contemplado tu belleza, tu riqueza,
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tu inmenso valor; pero sólo hasta que obtenga ese campo podré disfrutarte. Una cosa es ver la persona
amada sólo en las fotos, en una video llamada o recibir sus cartas y regalos; otra muy distinta es estar
junto a ella, tocarle, darle un abrazo, un beso, recibir una caricia. Eso es lo que me espera en el cielo.
Pero, mientras tanto, ya que he vislumbrado el precio de este tesoro, de este campo, debo poner todo
de mí para obtenerlo.
En este mismo ámbito de la renuncia veo al comerciante de perlas. Es obvio que habría de
tener en su posesión muchas perlas. Ellas eran la materia prima de su trabajo. Pero al encontrar la
perla más valiosa que había visto, vende todas las perlas, vende el negocio, vende las demás sucursales
y compra la perla. Renuncia. No hace un préstamo o hipotecas para comprar la perla fina y conservar
las demás. Vende todo cuanto tiene.
Ayúdame, Señor, a descubrir el gran valor que tienes en mi vida. O por lo menos a desear que
seas Tú el único tesoro, la única perla por la que valga la pena toda renuncia, todo sacrificio. Sé que
no es fácil una vez encontrado el tesoro vender todo para alcanzarlo, pero sé que con tu gracias todo
lo puedo. Señor, que Tú seas mi tesoro, que Tú seas mi única perla.
«Para encontrarlo [a Jesús] hay que ir allí, donde Él está: es necesario reclinarse, abajarse, hacerse pequeño.
El Niño que nace nos interpela: nos llama a dejar los engaños de lo efímero para ir a lo esencial, a renunciar a
nuestras pretensiones insaciables, a abandonar las insatisfacciones permanentes y la tristeza ante cualquier
cosa que siempre nos faltará. Nos hará bien dejar estas cosas para encontrar de nuevo en la sencillez del Niño
Dios la paz, la alegría, el sentido luminoso de la vida.»
(Homilía de S.S. Francisco, 24 de diciembre de 2016).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy buscaré renunciar a algo que me impida acercarme cada vez más a Dios.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
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Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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Jueves 3 de agosto
H. Iván González, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, creo en Ti. Quiero decirlo una vez más: creo en Ti. En mi vida de oración puede llegar la
rutina, pero no por ello dejaré de renovar mi opción por Ti. Una vez más quiero decirte, con todo el
sentido de mi ser: creo en Ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 13, 47-53
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: "El Reino de los cielos se parece también a la red que los
pescadores echan en el mar y recogen toda clase de peces. Cuando se llena la red, los pescadores la
sacan a la playa y se sientan a escoger los pescados; ponen los buenos en canastos y tiran los malos.
Lo mismo sucederá al final de los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos
y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación.
¿Han entendido todo esto?". Ellos le contestaron: "Si". Entonces él les dijo: "Por eso, todo
escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia, que va sacando
de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas". Y cuando acabó de decir estas parábolas, Jesús se marchó
de allí.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La opción es mía.
Señor, ¿quién puede aceptar tus palabras? Si me pongo a reflexionar en ellas con profundidad, con
tiempo, buscando entenderlas, he de confesar que me parecen duras. ¿Separar a los buenos de los
malos?, ¿qué me quieres enseñar con esta parábola? Me parece que tu misericordia se esconde; y
que sale a la luz una justicia «demasiado» justa.
La imagen que más me ayuda entender este pasaje, es pensar en un padre de familia. Él
quiere a sus hijos y, justamente porque los quiere, los regaña también. Sabe que si no les exige, si
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no les enseña a vivir virtuosamente, podrán quedar expuestos a muchos males, corporales y
espirituales. Al padre, aun cuando sabe que hace lo correcto, no deja de costarle cada vez que debe
corregir a su hijo. Y, al mismo tiempo, sabe que la moneda de la libertad siempre estará en el aire.
En otras palabras: él buscará transmitir lo mejor a sus hijos, pero sabe que sus hijos serán los que al
final decidirán su camino.
Pues bien, ahí estás Tú ahora, como mensajero de Dios Padre. Él no desea que ninguno de
sus hijos se pierda. Por eso nos viene a hablar con una parábola, con una «reprimenda» que puede
parecer dura y algo descorazonada. Toda palabra, todo gesto en mi vida, viene motivada por su amor
y es para mostrarme el camino del amor.
Ojalá pueda comenzar ahora a abrir un poco más los ojos, a buscar sólo aquello que es bueno
para mí y para los demás. Aquello que me lleva verdaderamente a amar. Que entienda que la opción
es mía. Pero que también recuerde siempre que Dios es paciente y que puedo confiar en Él si todavía
me cuesta dar el primer paso.
«Un buen padre sabe esperar y sabe perdonar, desde lo profundo del corazón. Cierto, sabe también corregir
con firmeza: no es un padre débil, sumiso, sentimental. El padre que sabe corregir sin degradarse es el mismo
que sabe proteger sin descanso. Una vez escuché en una reunión de un matrimonio decir a un padre, ‘yo
algunas veces debo pegar un poco a los hijos, pero nunca en la cara, para no degradarlo’ ¡Qué bonito! Tiene
sentido de la dignidad. Debe castigar, lo hace justo y va adelante.»
(Homilía de S.S. Francisco, 4 de febrero de 2015).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Haré una revisión de mi vida de gracia y trataré de mejorar en un punto concreto que me ayude a
mejorarla o de cambiar algún hábito que me está llevando a perderla constantemente.
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Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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Viernes 4 de agosto. San Juan María Vianney, presbítero.
H. Javier Castellanos, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Hoy vienes a mi encuentro, Señor. Te lo pido: entra y haz de mí lo que quieras. Enséñame aquello que
quieres que aprenda; actúa el milagro de cambiar mi corazón, y hazlo semejante al tuyo. Así sea.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 13, 54-58
En aquel tiempo, Jesús llegó a su tierra y se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal forma, que
todos estaban asombrados y se preguntaban: "¿De dónde ha sacado éste esa sabiduría y esos poderes
milagrosos? ¿Acaso no es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama María su madre y no son sus
hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿Qué no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De
dónde, pues, ha sacado todas estas cosas?". Y se negaban a creer en él.
Entonces, Jesús les dijo: "Un profeta no es despreciado más que en su patria y en su casa". Y
no hizo muchos milagros allí, por la incredulidad de ellos.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La herida que de verdad duele.
Hoy el Evangelio tiene un tono triste. Jesús visita una ciudad, pero ellos se niegan a creer en Él.
Construyeron un muro a su amor, y ni siquiera los milagros fueron posibles. Cristo se habrá retirado
de ahí decepcionado. Su rostro debió estar marcado por el pesar de no ser acogido; Él, que vino a
salvar al mundo entero, que vino como luz para todo hombre, se halla limitado por la libertad humana.
No le dolía a Cristo sólo el hecho de ser rechazado: Él sabía que su mensaje no sería acogido
por todos. No le dolía a Cristo sólo la falta de fe, pues vino también para ayudarnos a creer. Si algo le
dolía de verdad a Cristo en lo profundo de su Corazón, era esto: aquellos que lo negaban eran los de
“su tierra”. Sus parientes, amigos, todas las personas que habían convivido de cerca con Él durante
treinta años… Ellos, su patria y su casa, no quisieron recibir a su propio profeta y Señor…
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«Un profeta no es despreciado más que en su patria y en su casa.» Sólo lo pueden herir aquellos
que tienen su Corazón en las manos, aquellos que ya no son simples desconocidos o siervos. ¡Los
amigos, cuando hieren, hieren hasta el fondo! Cristo lo expresó muchas veces en las apariciones a
Margarita María de Alacoque y a Sor Faustina Kowalska. Lo que más le duele es ser despreciado por
la indiferencia o el pecado de sus amigos más cercanos. Aquellos que debían amarlo más
intensamente, ¡tú y yo y todos los que nos consideramos sus amigos!
Si el tono es triste, también llama a un consuelo. Al menos hoy, al menos tú, ese amigo o
amiga de Cristo, le podrá ofrecer algo de amor… A Cristo eso le basta.
«Dejarse atraer y enviar por el movimiento del corazón del Padre es mantenerse en esa sana tensión de
avergonzada dignidad. Dejarse atraer por el centro de su corazón, como sangre que se ha ensuciado yendo a
dar vida a los miembros más lejanos, para que el Señor nos purifique y nos lave los pies; dejarse enviar llenos
del oxígeno del Espíritu para llevar vida a todos los miembros, especialmente a los más alejados, frágiles y
heridos.»
(Meditación de S.S. Francisco, 2 de junio de 2016).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy buscaré consolar a Cristo tratando con amabilidad a alguien que me resulte incómodo o
desagradable.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
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Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
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Sábado 5 de agosto
H. Hiram Samir Galán Jaime, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Señor, cada vez que avanzo sin Ti, las caídas y los tropiezos se dejan ver casi inmediatamente, por eso inicio
mi oración confiando en que tu misericordia hará la diferencia en esta oración y en mi vida. Gracias por estar
siempre conmigo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 14, 1-12
En aquel tiempo, el rey Herodes oyó lo que contaban de Jesús y les dijo a sus cortesanos: "Es Juan el
Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas".
Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la
mujer de su hermano Filipo, pues Juan le decía a Herodes que no le estaba permitido tenerla por mujer.
Y aunque quería quitarle la vida, le tenía miedo a la gente, porque creían que Juan era un profeta.
Pero llegó el cumpleaños de Herodes, y la hija de Herodías bailó delante de todos y le gustó
tanto a Herodes, que juró darle lo que le pidiera. Ella, aconsejada por su madre, le dijo: "Dame, sobre
esta bandeja, la cabeza de Juan el Bautista".
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los invitados,
ordenó que se la dieran; y entonces mandó degollar a Juan en la cárcel. Trajeron, pues, la cabeza en
una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre.
Después vinieron los discípulos de Juan, recogieron el cuerpo, lo sepultaron, y luego fueron a
avisarle a Jesús.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La cobardía incomoda.
Al escuchar la cobardía de Herodes frente a la petición de la hija de Herodías, nos queda una
sensación de amargura y hastío porque sabemos que, a pesar de tenerlo encerrado, Herodes no
quería matar a Juan el Bautista.
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Pero qué es lo que realmente nos molesta. ¿Por qué es común escuchar que lo que menos
podemos tolerar en los demás es la hipocresía y la cobardía? Creo que es precisamente lo que nos
atañe más directamente, pues todos alguna vez hemos sido cobardes e hipócritas.
Incluso me animo a decir que hemos matado la reputación de muchas personas a causa de
nuestra cobardía. Por ejemplo, cuando hemos callado verdades que comprometían la reputación y
dignidad de otras personas, o peor aún, cuando hemos inventado mentiras con tal de no salir
perjudicados en alguna situación de conflicto, afectando e involucrando a otros para salir bien
librados.
Señor, qué distintos son tus pensamientos de nuestros pensamientos, tu justicia de nuestra
justicia. Enséñanos a salir de nuestro egoísmo y buscar siempre la verdad que nos conduce hasta Ti,
aunque a veces eso implique el necesario camino de la cruz y de la abnegación.
«Herodes sembró muerte para defender su propio bienestar, su propia pompa de jabón. Y esto se sigue
repitiendo… Pidamos al Señor que quite lo que haya quedado de Herodes en nuestro corazón; pidamos al
Señor la gracia de llorar por nuestra indiferencia, de llorar por la crueldad que hay en el mundo, en nosotros,
también en aquellos que en el anonimato toman decisiones socio-económicas que hacen posibles dramas
como éste.»
(Homilía de S.S. Francisco, 8 de julio de 2013).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Me esforzaré por trasmitir el valor de la verdad a las personas más cercanas a mí durante este día.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
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Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
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Domingo 6 de agosto
Transfiguración del Señor
H. Adrián Olvera, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Señor, hoy descubro que ahí donde Tú estés, es donde yo quiero estar.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 17, 1-9
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir
a solas con él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente
como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. De pronto aparecieron ante ellos
Moisés y Elías, conversando con Jesús.
Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí! Si quiere, haremos
aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”.
Cuando aún estaba hablando, una nube luminosa los cubrió y de ella salió una voz que decía:
“Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias; escúchenlo”. Al oír esto, los
discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor. Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo:
“Levántense y no teman”. Alzando entonces los ojos, ya no vieron a nadie más que a Jesús.
Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: “No le cuenten a nadie lo que han visto, hasta
que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¡Dios está conmigo!
Si hago un esfuerzo y me pongo a pensar un poco, descubro que en mi vida han habido ciertos
momentos, segundos e instantes en donde he podido gritarle al mundo: «Dios está conmigo»; me ha
tomado consigo y me ha revelado de manera evidente la grandeza de su amor.
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No es que algunas veces esté y otras no... Simplemente son momentos donde me ha
deslumbrado el resplandor de su Corazón. Esos momentos se han convertido en pilares y refugios en
los momentos difíciles... en los momentos de soledad; aunque también son rincones en mi vida en
donde me encanta descansar.
La rutina, la cotidianidad, el paso de la vida a veces me hacen olvidar estos momentos; me
hacen olvidar esos caminos a los que Dios me ha querido invitar. Ahí donde me ha dicho que está
conmigo, que me espera... Ahí donde ha surgido desde lo más profundo de mi alma de manera tan
natural: «hagamos tres chozas, aquí quiero estar».
La transfiguración del Amor de Dios que he tenido a lo largo de mi vida no sólo son
momentos que ya no están... momentos que son hermosos de recordar. Son encuentros que marcan
un camino que quiero seguir... son encuentros que llenan de esperanza cualquier circunstancia de mi
vida... Son encuentros que me hacen querer vivir.
Si hago un esfuerzo y me pongo a pensar un poco... puedo gritarle al mundo: ¡Dios está
conmigo!
«La “luminosidad” que caracteriza este evento extraordinario simboliza el objetivo: iluminar las mentes y los
corazones de los discípulos para que puedan comprender claramente quién es su Maestro. Es un destello de
luz que se abre de repente sobre el misterio de Jesús e ilumina toda su persona y toda su historia.»
(Ángelus de S.S. Francisco, 12 de marzo de 2017).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Vivir este día con una actitud de asombro ante las manifestaciones del Amor de Dios.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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Lunes 7 de agosto H. Rubén Tornero, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Jesús, gracias por este momento que me regalas para estar en tu presencia. Tú me conoces. Sabes bien
cuáles son los deseos, temores e ilusiones más profundos de mi corazón. Pongo todo en tus manos.
Deseo sentirme y saberme amado por Ti. Dame la gracia de hacer una experiencia profunda y personal
del infinito amor que me tienes. Quiero ser un instrumento de tu amor. Dame la gracia de llenarme
tanto de Ti, que los que me rodean puedan encontrar reflejada en mí, al menos, una pequeña chispa
del amor que nos tienes. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 14, 13-21
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, subió a una barca y se dirigió a
un lugar apartado y solitario. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Cuando Jesús
desembarcó, vio aquella muchedumbre, se compadeció de ella y curó a los enfermos.
Como ya se hacía tarde, se acercaron sus discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y
empieza a oscurecer. Despide a la gente para que vayan a los caseríos y compren algo de comer».
Pero Jesús les replicó: «No hace falta que vayan. Denles ustedes de comer». Ellos le contestaron: «No
tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados». Él les dijo: «Tráiganmelos».
Luego mandó que la gente se sentara sobre el pasto. Tomó los cinco panes y los dos pescados,
y mirando al cielo, pronunció una bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que los
distribuyeran a la gente. Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que habían sobrado, se
llenaron doce canastos. Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y a
los niños.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Una mirada de amor.
Jesús, hoy en el Evangelio me dices que viste a la multitud y te compadeciste de ella. Quisiera
detenerme a contemplar tu mirada. No es inquisitiva ni acusadora. Los que son mirados por Ti, no se
sienten intimidados; al contrario, sienten que tu mirada les sirve de protección. Tu mirada hacia la
multitud nos es como la del espectador que ve en el televisor una masa casi tan ingente como
anónima. Para los discípulos era una multitud… para Ti, cada uno tenía un nombre; una historia
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única; un pasado concreto, repleto de colores, de luces y sombras; unas heridas reales que
necesitaban ser sanadas. Miras a la multitud, miras a cada uno y te compadeces de él. Amas a cada
uno y te duele ver sus heridas, sus desilusiones, sus pecados. Todo. Tu mirada amorosa llega hasta
lo más profundo del corazón y lo sana desde dentro
Lo mismo quiero experimentar yo. Quiero sentirme mirado y amado por Ti. Deseo
experimentar esa mirada cálida y acogedora que todos los días, a cada instante de mi vida me
regalas. No me reprochas nada, tan sólo me miras y me amas. Miras mi interior: ese problema que
tengo, esa situación que no deja ser feliz, esa herida que me lastima… todo lo sabes ya. Cúrame,
Jesús, con tu mirada. Dame la gracia de mirarme como Tú me miras: aceptando lo bueno y lo malo
que hay en mí, sin exagerar ni lo uno ni lo otro. Dame la gracia de mirarme como me miras y que
esa experiencia del amor que me revela tu mirada sea tan fuerte que yo comience a ver todo y a
todos con el mismo amor con que Tú los miras.
«En efecto, Dios dirige su mirada de amor también a cada hombre y a cada mujer, ¡con nombre y apellidos!
Su mirada de amor está sobre cada uno de nosotros.»
(Homilía de S.S. Francisco, 8 de mayo de 2017).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy voy a tratar de ver todo lo que me pasa y a aquellos que me rodean como Dios los ve.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
¡Venga tu Reino!
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Martes 8 de agosto de 2017
Santo Domingo de Guzmán, presbítero.
H. Luis De Ávila, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Nos ponemos en tu presencia Espíritu Santo, ilumínanos con tu luz, abre nuestros corazones para ser
dóciles a tus inspiraciones.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 14, 22-36
En aquel tiempo, inmediatamente después de la multiplicación de los panes. Jesús hizo que sus
discípulos subieran a la barca y se dirigieran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después
de despedirla, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba él solo allí.
Entre tanto, la barca iba ya muy lejos de la costa y las olas la sacudían, porque el viento era
contrario. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el agua. Los discípulos, al verlo
andar sobre el agua, se espantaron y decían: “¡Es un fantasma!” Y daban gritos de terror. Pero Jesús
les dijo enseguida: “Tranquilícense y no teman. Soy yo”.
Entonces le dijo Pedro: “Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua”. Jesús le
contestó: “Ven”. Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús; pero al sentir
la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó a hundirse y gritó: “¡Sálvame, Señor!” Inmediatamente
Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”.
En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en la barca se postraron
ante Jesús, diciendo: “Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios”.
Terminada la travesía, llegaron a Genesaret. Apenas lo reconocieron los habitantes de aquel
lugar, pregonaron la noticia por toda la región y le trajeron a todos los enfermos. Le pedían que los
dejara tocar siquiera el borde de su manto; y cuantos lo tocaron, quedaron curados.
Palabra del Señor.
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Medita lo que Dios te dice en el Evangelio Una fe firme.
La vida que Cristo nos invita a vivir siempre estará marcada por un vaivén de momentos de claridad
y momentos de sombras. Habrá días en que nos deleitaremos viendo las multiplicaciones de los panes
y tantos milagros del maestro, pero otros en los que el actuar de Dios nos parecerá misterioso y
desconcertante, porque los caminos de Dios no son los caminos de los hombres.
Por ello, Jesús nos ha querido dejar una gran lección en este pasaje a todos los hombres de
poca fe de todos los tiempos, cuando dice: «Tranquilícense y no teman. Soy yo». Jesús quiere que
nuestra fe sea firme a pesar de la luz o la oscuridad que se vaya presentando en nuestra vida. Nuestra
fe debe ser tan fuerte que debemos saber que los momentos de prueba u oscuridad pasarán, y es una
oportunidad para crecer en nuestra santificación y confianza en Dios.
El Papa Francisco ha repetido la importancia de hacer memoria. Es común que nosotros,
hombres de poca fe, nos dejemos inquietar por rachas de la vida, o dar demasiada importancia a cosas
que no lo son. Cuando recordamos la obra de Dios en nuestra vida y vemos el todo, se desvanecerán
tantos fantasmas que rondan nuestra barca. Hacer memoria es ver las cosas desde una óptica desde la
que nos ve Dios, es ver el actuar de su providencia que jamás nos ha dejado, ni nos dejará.
«La corrupción, la soberbia, el exhibicionismo de los dirigentes aumenta el descreimiento colectivo, la
sensación de desamparo y retroalimenta el mecanismo del miedo que sostiene este sistema inicuo. Quisiera,
para finalizar, pedirles que sigan enfrentando el miedo con una vida de servicio, solidaridad y humildad en
favor de los pueblos y en especial de los que más sufren. Se van a equivocar muchas veces, todos nos
equivocamos, pero si perseveramos en este camino, más temprano que tarde, vamos a ver los frutos. E
insisto, contra el terror, el mejor antídoto es el amor. El amor todo lo cura.»
(Homilía de S.S. Francisco, 5 de noviembre de 2016).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Ir a una capilla y pedirle al Señor la gracia de jamás dudar y de ser un hombre de mucha fe.
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Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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Miércoles 9 de agosto de 2017 H. Balam Loza, LC.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Señor mío y Dios mío, aquí estoy a tus pies para alabarte. Quiero ser todo tuyo y ofrecerte todo
lo que soy. No quiero hacer nada más que tu voluntad. Quiero hacer lo que Tú me pidas pues sé que
eso es lo que da la plena felicidad y la paz profunda.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 15, 21-28
En aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea le salió al
encuentro y se puso a gritar: “Señor, hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija está terriblemente
atormentada por un demonio”. Jesús no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se acercaron
y le rogaban: “Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros”. Él les contestó: “Yo no he sido
enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel”.
Ella se acercó entonces a Jesús y postrada ante él, le dijo: “¡Señor, ayúdame!” Él le respondió:
“No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos”. Pero ella replicó: “Es cierto,
Señor, pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Entonces
Jesús le respondió: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas”. Y en aquel mismo
instante quedó curada su hija.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Una mujer cansada.
«Ella se acercó entonces a Jesús» Hoy veo una mujer pobre y humilde, una mujer que habría sufrido
grandes penas por la enfermedad de su hija. Una mujer cansada y con pocas esperanzas, agotada de
buscar por todas partes una solución a su dolor. Podemos pensar en el rostro de una madre que pasado
largas horas llorando por el dolor de su niña.
Y he ahí que aparece Jesús como un rayo de luz y de esperanza en la espesura y oscuridad de su
corazón. Corre a su encuentro y se pone delante con todas sus penas, pone delante de Jesús todo su
corazón y lo abre completamente. Va al médico del alma y le cuenta su historia con todas sus heridas
y sufrimientos. Se sabe indigna, pero eso no la frena pues reconoce la mirada de amor de Jesús. Se
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sabe desde el primer momento amada por ese hombre y no duda en acudir. No duda en superar los
obstáculos que puedan aparecer.
Hoy, Jesús se acerca a mi vida y me mira con amor, ve mi dolor y quiere curarme. ¿Quiero ser
curado? Lo importante no es lo que Cristo puede hacer por mí, sino si yo quiero ser curado. Tengo
que acercarme y pedírselo. Así como la mujer fue capaz de mostrar su fragilidad, del mismo modo
tengo que acercarme y contarle mi historia, pues es el único modo que puedo ser curado.
El corazón puede irse cargando de sufrimientos; a veces podemos ocultarlos, pero por dentro
pueden seguir abiertos haciéndonos mucho daño. Nos será fácil presentarlos a Jesús y dejárselos en
sus manos; pero sólo así viviremos la verdadera vida, en libertad plena.
«Debemos siempre buscar al Señor: todos nosotros sabemos cómo son los momentos malos, momentos que
nos derrumban, momentos sin fe, oscuros, momentos en donde no vemos el horizonte, no somos capaces de
levantarnos, todos lo sabemos. Pero es el Señor que viene, nos reconforta con su pan y con su fuera y nos
dice “álzate y sigue adelante, camina. Por ello, para encontrar al Señor debemos estar así: en pie y en camino;
después esperar que Él nos llame: corazón abierto. Y Él nos dirá “soy yo”; y ahí la fe se hará fuerte. Pero la
fe, ¿es para mí, para conservarla? No, es para ir y darla a los demás, para ungir a los demás, para la misión.
Por lo tanto, en pie y en camino; en silencio para encontrar al Señor; y en misión para llevar este mensaje,
esta vida a los demás. Precisamente esta es la vida del cristiano.»
(Cf Homilía de S.S. Francisco, 10 de junio de 2016, en santa Marta).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy, Jesús, voy a tener un detalle con algún familiar o amigo que esté sufriendo y que pueda
necesitar de mi tiempo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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Jueves 10 de agosto San Lorenzo, diácono y mártir
H. Cristian Gutiérrez, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, vengo ante Ti porque te amo. Sé que Tú también me amas y deseabas más que yo este rato de
intimidad que estamos iniciando. Sé que estoy hablando con una persona viva y real que me conoce,
que me escucha, que me ve y me habla. Pero sobre todo, que me ama, me ama sin medida, me ama
más que nadie en el mundo. Quiero, Señor, estar en tu presencia y acompañarte, con palabras o sin
ellas, pero al fin y al cabo acompañarte, porque Tú estás aquí.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 12, 24-26
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo les aseguro que si el grano de trigo sembrado en la
tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo,
se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna.
El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que
me sirve será honrado por mi Padre”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Para poder dar fruto.
Hoy usas la imagen del grano de trigo. El grano del que me hablas en el pasaje es aquél que muere y
da fruto. Sin embargo, puede existir otro tipo de trigo, ése que sólo recibe cuidados y atenciones pero
nunca da nada, nunca produce, nunca se realiza. Es como esos granos, o esas espigas que adornan un
florero. Reciben agua, sombra, sol, cuidado, compañía, pero nunca morirán a sí mismas para poder
dar origen a otras espigas.
Donarse desinteresadamente puede sonar extraño en el mundo de hoy. Sin embargo, es la
invitación que me haces en este Evangelio. En la vida cotidiana experimento el deseo de recibir
siempre y casi nunca el de dar. Quiero que los demás me den su afecto, me presten atención, me
regalen cosas, me brinden su tiempo, me concedan alguna ayuda o favor; pero a la hora en que yo
puedo hacerlo, generalmente huyo. Incluso en mi relación contigo quiero que me des lo que pido, que
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me llenes de tu fuerza, de tu gracia, que ayudes y protejas a los que amo y me saques de uno que otro
apuro, pero no me dono a Ti, o son muy pocos los actos de entrega, de sacrificio, de donación entera
a Ti.
Permíteme, Señor, ser grano de trigo que muera a mí mismo en el servicio a los demás, en el
dar de mi tiempo, de mis cosas, de mis cualidades. Que me sepa entregar a los demás sin esperar nada
a cambio, hacerlo desinteresadamente. Así como Tú me has enseñado al morir en la cruz, para dar
frutos de salvación para el mundo entero.
«Esta es la ley del evangelio: si el grano de trigo no muere, no da fruto, porque esta es la ley que Jesús mismo
nos indicó con su persona. Pero con la certeza de que después llega la resurrección. Uno de los teólogos de
los primeros siglos decía que “la sangre de los mártires era la semilla de los cristianos”. Porque morir así
como mártires, como testigos de Jesús, es precisamente como la semilla que muere y da el fruto y llena la
tierra de nuevos cristianos. Y cuando el pastor vive así, no está amargado: quizás se siente desolado, pero
tiene esa certeza de que el Señor está a su lado.»
(Cf Homilía de S.S. Francisco, 18 de octubre de 2016, en santa Marta).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Procuraré no negar ningún favor al que me lo pida.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
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Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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Viernes 11 de agosto Santa Clara, virgen
H. Iván González, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) María, veo qué pequeño soy, veo lo poco que soy y me cuesta creer que hay un Dios que me pueda
amar. Tú, mamá, que eres verdadero ejemplo de confianza y abandono en Dios, ayúdame, llévame
de la mano y enséñame a ponerme en manos del Señor. Hoy quiero rezar, quiero pasar un rato con
Él.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 16, 24-28
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo,
que tome su cruz y me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida
por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá
dar uno a cambio para recobrarla?
Porque el Hijo del hombre ha de venir rodeado de la gloria de su Padre, en compañía de sus
ángeles, y entonces dará a cada uno lo que merecen sus obras. Yo les aseguro que algunos de los aquí
presentes no morirán, sin haber visto primero llegar al Hijo del hombre como rey".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Aprender a amar verdaderamente.
Cuántas veces me he preguntado en qué consiste tu camino, Señor. En qué consiste ser cristiano, o
qué tiene de especial mi vocación, qué riqueza. Qué es lo que cambia en mi vida. Esperé tantas
veces que mi vida se volviera distinta, que cambiara el entorno en que me muevo. Esperé poder
gozar de ciertas «gracias» o «facilidades» venidas de tu mano en el día a día. Ahora que miro mi
pasado y que veo tantas expectativas no llenadas, me pregunto si me equivoqué. En otras palabras,
me pregunto por qué no llenaste mis deseos.
Pues bien, quizá debo admitir que mi fe no siempre ha sido muy grande. Quizá mis deseos
muchas veces no eran necesariamente los mejores. Podrían haberme traído alguna satisfacción –o al
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menos eso es lo que yo creía- pero quizá no eran tan profundos. Te amaba, Señor, y te amo; pero
confieso que muchas veces te busco y te he buscado más como un «hechicero» que como mi Dios.
Ahora, poco a poco he aprendido que la fe no consiste en pensar o desear algo con mucha
certidumbre, para conseguirlo al instante. Sino más bien en una confianza personal en mi Creador.
En una confianza que me abre los ojos y el corazón para buscarte y encontrarte. Y reconocer tu
mano misericordiosa que me guía y me da lo que verdaderamente necesito.
Me preguntaba en qué consiste tu camino. Ahora veo que no consiste en el éxito. Ese camino
sería para pocos (y, además, ¿quién tiene éxito que no tenga otro deseo de ser saciado?).. Es verdad
que Tú obras en el éxito también, pero no es ésa la esencia de «ser cristiano».
Para responder a mis preguntas, dos frases resuenan constantemente en mi interior: «El que
quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga» y «si el grano de trigo
no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, dará mucho fruto». Debo meditarlas
frecuentemente. Son pedagogía divina que rompe con la pedagogía del mundo actual. Pedagogía
para aprender a amar verdaderamente.
«Él lo dijo claramente a sus discípulos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome
su cruz y me siga”. Él nunca prometió honores y triunfos. Los Evangelios son muy claros. Siempre advirtió a
sus amigos que el camino era ese, y que la victoria final pasaría a través de la pasión y de la cruz. Y lo mismo
vale para nosotros. Para seguir fielmente a Jesús, pedimos la gracia de hacerlo no de palabra sino con los
hechos, y de llevar nuestra cruz con paciencia, de no rechazarla, ni deshacerse de ella, sino que, mirándolo a
él, aceptémosla y llevémosla día a día.»
(Homilía de S.S. Francisco, 9 de abril de 2017).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy, al rezar, buscaré tener un corazón abierto a aquello que Dios me quiera dar y pedir.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
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Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
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Sábado 12 de agosto.
H. Javier Castellanos, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Oh, Señor, hazme un instrumento de tu paz.
Donde haya odio, que lleve yo el amor.
Donde haya ofensa, que lleve yo el perdón.
Donde haya discordia, que lleve yo la unión.
Donde haya duda, que lleve yo la fe.
Donde haya error, que lleve yo la Verdad.
Donde haya desesperación, que lleve yo la alegría.
Donde haya tinieblas, que lleve yo tu Luz. (Oración de san Francisco de Asís)
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 17, 14-20
En aquel tiempo, al llegar Jesús a donde estaba la multitud, se le acercó un hombre, que se puso de
rodillas y le dijo: "Señor, ten compasión de mi hijo. Le dan ataques terribles. Unas veces se cae en la
lumbre y otras muchas, en el agua. Se lo traje a tus discípulos, pero no han podido curarlo".
Entonces Jesús exclamó: "¿Hasta cuándo estaré con esta gente incrédula y perversa? ¿Hasta
cuándo tendré que aguantarla? Tráiganme aquí al muchacho". Jesús ordenó al demonio que saliera del
muchacho, y desde ese momento éste quedó sano.
Después al quedarse solos con Jesús, los discípulos le preguntaron: "¿Por qué nosotros no
pudimos echar fuera a ese demonio?". Les respondió Jesús: "Porque les falta fe. Pues yo les aseguro
que si ustedes tuvieran fe al menos del tamaño de una semilla de mostaza, podrían decirle a ese monte:
'Trasládate de aquí para allá', y el monte se trasladaría. Entonces nada sería imposible para ustedes".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Tan sólo una semilla.
Jesús hizo dos cosas en sus tres años de misión: predicar y curar. Poco a poco, reunió al grupo de los
Doce apóstoles y les fue formando en la misma misión. Sin embargo, hoy en el Evangelio encontramos
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que los apóstoles son incapaces de curar a un endemoniado. ¿Qué había pasado con el poder que
habían recibido del Señor?
Cristo ciertamente escogió a los Doce para ser sus mediadores. De verdad tenían en sus manos
un poder divino para sanar y liberar; lo experimentaron cuando fueron enviados por toda Judea. El
padre de familia se acercó con la fe de que su hijo sería curado. Pero la fe no es sólo del que pide la
gracia, sino también del mediador. Cristo nos ha llamado a cada uno para continuar su misión,
extender su gracia, sanar a tantas personas con nuestra vida, nuestro ejemplo y nuestro consejo. Miles
de personas necesitan ese poder que tenemos en nuestras manos de cristianos. Pero ese poder tan
inmenso sólo será fecundo si cuenta con una pequeña semilla: la fe. ¡Dios quiere actuar a través de
nosotros! ¡Cristo quiere que seamos sus manos, sus pies, sus labios! Pero… ¿lo creemos realmente?
¿Tenemos la semilla de mostaza?
Somos mediadores también cuando pedimos por la paz, por nuestro país, por los gobernantes,
por los pobres y por los necesitados, por nuestros seres queridos y por la gente que nos persigue.
Somos mediadores cuando pedimos a Dios –incluso en esta oración– que sane tantas heridas y libre
al mundo del Maligno. Pidamos también a Cristo ser mediadores llenos de fe: que no pongamos
ningún obstáculo, que creamos en lo imposible. Porque nuestra confianza está en Él. Y para Él nada
es imposible.
«La fe, incluso si es pequeña como un grano de mostaza, es capaz de mover montañas. Cuantas veces la
fuerza de la fe ha permitido pronunciar la palabra perdón en condiciones humanamente imposibles. Personas
que han padecido violencias o abusos en sí mismas o en sus seres queridos o en sus bienes. Sólo la fuerza de
Dios, la misericordia, puede curar ciertas heridas. Y donde se responde a la violencia con el perdón, allí
también el amor que derrota toda forma de mal puede conquistar el corazón de quien se ha equivocado. Y así,
entre las víctimas y entre los culpables, Dios suscita auténticos testimonios y obreros de la misericordia.»
(Homilía de S.S. Francisco, 6 de noviembre de 2016).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy me interesaré por las dificultades de un compañero o compañera de trabajo o estudio,
ofreciendo mi apoyo en un momento del día o rezando un misterio del rosario por él o ella.
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Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
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Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
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Domingo 13 de agosto
H. Hiram Samir Galán Jaime, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Ven, Espíritu Santo, ilumina y guía mi oración para que pueda descubrir tu voluntad en mi vida. Te ofrezco
mi corazón, te necesito.
Gracias, Señor, por estar conmigo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 14, 22-33
En aquel tiempo, inmediatamente después de la multiplicación de los panes. Jesús hizo que sus
discípulos subieran a la barca y se dirigieran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después
de despedirla, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba él solo allí.
Entre tanto, la barca iba ya muy lejos de la costa y las olas la sacudían, porque el viento era
contrario. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el agua. Los discípulos, al verlo
andar sobre el agua, se espantaron y decían: “¡Es un fantasma!” Y daban gritos de terror. Pero Jesús
les dijo enseguida: “Tranquilícense y no teman. Soy yo”.
Entonces le dijo Pedro: “Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua”. Jesús le
contestó: “Ven”. Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús; pero al sentir
la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó a hundirse y gritó: “¡Sálvame, Señor!” Inmediatamente
Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”.
En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en la barca se postraron
ante Jesús, diciendo: “Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios”.
Palabra del señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
«Señor si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua.»
Por lo general todas las personas que solemos hacer oración y tener una cierta vida espiritual
creemos tener una fe fuerte y sólida. Estas acciones nos permiten sentirnos en paz y creer que
estamos cumpliendo con nuestro deber de cristianos.
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Y si bien todo esto contribuye en el crecimiento y en la madurez espiritual, no son
indicadores directos de nuestra fe, pues tenemos que recordar que, en primer lugar, ésta es un don y,
como tal, no realizamos nada para merecerla o adquirirla. En cambio, sí podemos decir que la fe
crece y aumenta en el ejercicio de la misma. Así vemos que Pedro recibió la fe como don y por ello
le pidió a Jesús que lo llamara hacia Él. Pero en el ejercicio de la fe es necesario confiar y
abandonarse en Dios, a pesar de que las circunstancias que se nos presenten nos inquieten y nos
hagan dudar.
Es por ello que Pedro, al sentir la fuerza del viento y de la naturaleza, en lugar de aferrarse
más a Jesús, dudó y pensó en sí mismo, por ello se hundió.
Señor, enséñanos a tener una fe fuerte y operante para que seamos capaces de realizar
maravillas en tu nombre, y que cada día nos conduzca hacia Ti a pesar de que todo parezca gris y
oscuro.
«Pero en todo esto el Señor sigue diciéndonos, como decía a los discípulos de su tiempo: “¡No tengáis
miedo!”. No olvidemos esta palabra: siempre, cuando nosotros tenemos alguna tribulación, alguna
persecución, alguna cosa que nos hace sufrir, escuchamos la voz del Señor en el corazón: “¡No tengáis
miedo! ¡No tener miedo, ve adelante! ¡Yo estoy contigo!”. No tengáis miedo de quien se ríe de vosotros y os
maltrata, y no tengáis miedo de quien os ignora o “delante” os honora pero “detrás” combate el Evangelio.
Hay muchos que delante nos sonríen, pero luego, por detrás, combaten el Evangelio. Todos les conocemos.
Jesús no nos deja solos porque somos preciosos para Él. Por esto no nos deja solos: cada uno de nosotros es
precioso para Jesús, y Él nos acompaña.»
(Homilía de S.S. Francisco, 25 de junio de 2017).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Pondré en manos de Dios ese problema que siempre viene a mi pensamiento y me roba la paz, al
traer consigo angustia y desconfianza.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Venga tu Reino!
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¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
¡Venga tu Reino!
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Lunes 14 de agosto
San Maximiliano María Kolbe, presbítero y mártir. H. Rubén Tornero, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Jesús, gracias por este momento de intimidad contigo. Me has llamado ahora para que pueda
experimentar tu presencia viva y amorosa. Gracias, Jesús, por ser quien eres. Te suplico que me des
la gracia de no endurecer mi corazón. Quiero escuchar tu voz. Deseo ardientemente experimentar en
mi vida todo el cariño que me tienes. No te importa si soy digno o no. Me amas por lo que soy. Gracias,
Jesús, y ayúdame a disponer mi corazón para que pueda escuchar lo que Tú quieres decirme en esta
oración.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 17, 22-27
En aquel tiempo, se hallaba Jesús con sus discípulos en Galilea y les dijo: “El Hijo del hombre va a
ser entregado en manos de los hombres; lo van a matar, pero al tercer día va a resucitar”. Al oír esto,
los discípulos se llenaron de tristeza.
Cuando llegaron a Cafarnaúm, se acercaron a Pedro los recaudadores del impuesto para el
templo y le dijeron: “¿Acaso tu maestro no paga el impuesto?” Él les respondió: “Si lo paga”.
Al entrar Pedro en la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: “¿Qué te parece, Simón? ¿A quiénes
les cobran impuestos los reyes de la tierra, a los hijos o a los extraños?” Pedro le respondió: “A los
extraños”. Entonces Jesús le dijo: “Por lo tanto, los hijos están exentos. Pero para no darles motivo de
escándalo, ve al lago y echa el anzuelo, saca el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una
moneda. Tómala y paga por mí y por ti”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Yo entiendo tu tristeza.
Muy querida alma:
Has leído que mis discípulos se llenaron de tristeza al escuchar de mi pasión y muerte. Es difícil
sufrir, pero quizá lo sea más el ver sufrir a alguien que amas entrañablemente, ¡y qué decir si se
sufre sin ninguna culpa! El corazón llora sangre delante de una enfermedad incomprensible, delante
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de la muerte del inocente. Escucho ese grito que sube desde lo más profundo de tu corazón: «¿Por
qué, Dios?, ¡¿por qué?!»
¿Sabes?, no soy de piedra. Tengo un corazón que también sufre… y sufre contigo… ¡ y sufre
por ti! No soy indiferente a tu dolor. Sufro contigo, a tu lado. Muchas veces me sientas en el
banquillo de los acusados y me preguntas iracundo el porqué del dolor y de la muerte… ¡como si Yo
jamás hubiera sufrido! Mira la cruz. Dime, ¿todavía crees que no te entiendo?
Yo, en carne propia, he experimentado la traición de los amigos, la injusticia e ingratitud de
los hombres, el dolor de los inocentes y hasta la muerte atroz. ¿Qué más necesito hacer para que
veas que no soy indiferente a tu dolor?
Tú me preguntas por qué, y Yo te digo: Porque te amo. Es cierto que es más difícil amar que
ser indiferente; es peor sufrir que no sufrir; nos da más miedo morir que vivir; es más desagradable
llorar que no llorar… pero también es cierto que es mucho más hermoso llorar y ser consolado que
jamás haber llorado; es mejor morir y resucitar que nunca haber muerto; es más bello sufrir y ser
consolado que jamás haber sufrido… es mil veces mejor amar y ser correspondido que nunca haber
amado por miedo a ser rechazado. Aquí me tienes. Quiero secar tus lágrimas, quiero resucitarte a
una vida nueva, quiero sufrir a tu lado y consolarte… quiero amarte como nadie te puede amar. ¿Me
lo permites?
«Dios dice: ¡No más! He visto la aflicción, he oído el clamor, he conocido su angustia. Y ahí se manifiesta el
rostro de nuestro Dios, el rostro del Padre que sufre ante el dolor, el maltrato, la inequidad en la vida de sus
hijos; y su Palabra, su ley, se volvía símbolo de libertad, símbolo de alegría, de sabiduría y de luz.»
(Homilía de S.S. Francisco, 15 de febrero de 2016).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy me pondré delante de un crucifijo y le daré las gracias a Jesús por estar allí por mí.
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Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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Martes 15 de agosto
La Asunción de la Santísima Virgen María
H. Adrián Olvera, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) María, cuéntame lo que es ver cumplido todo lo que se te fue prometido.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-56
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en
la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su
seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “Bendita tú entre
las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a
verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú que has
creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.
Entonces dijo María: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi
salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.
Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas
el que todo lo puede. Santo es su nombre y su misericordia llega de generación en generación a los
que lo temen.
Él hace sentir el poder de su brazo: dispersa a los de corazón altanero, destrona a los
potentados y exalta a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide
sin nada.
Acordándose de su misericordia, viene en ayuda de Israel, su siervo, como lo había prometido
a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia, para siempre”.
María permaneció con Isabel unos tres meses, y se volvió a su casa.
Palabra del Señor.
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Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Me enseñas que aquello en lo que creíste era Verdad.
María... María... Cuánto me has enseñado; cuánto has creído; cuánto has amado.
Me enseñas a creer, me enseñas a amar... me enseñas a esperar. No sabías qué iba a pasar y,
sin embargo, decidiste amar pues tu mirada no estaba en aquello que no comprendías o en el
asombro del mensaje que en ti producía... estaba en aquello que más querías; que más amabas...
estaba en Dios.
Tu mirada estaba en ese Dios que bien conocías... Estaba en ese Dios que sabías que te
amaba más que nadie. Tu mirada estaba puesta en la esperanza de ese amor que, por ser amor,
implica dolor, confusión, soledad, cruz...Amor que no se estanca ahí, sino que se transforma en
plenitud, en verdadera paz, en verdadera felicidad.
Tu mirada estaba puesta en ese Dios que cumple sus promesas... En ese Dios que aunque
parece que algunas veces abandona, nunca lo hace. Tu mirada, simplemente, estaba puesta en el
verdadero Dios.... Aquél en el que siempre creíste; a quien siempre amaste.
Hoy, en este día de la Asunción, me enseñas que aquello en lo que creíste era verdad... que
aquellas promesas en las que pusiste todas tus fuerzas, toda tu mente, todo tu corazón se han
cumplido. Me enseñas a caminar con la mirada puesta en Dios y lo demás... ya sea el dolor, la
confusión, la soledad, la cruz, se transformarán en plenitud, en verdadera paz, en verdadera
felicidad. Gracias por enseñarme a esperar.
María... María... «Dichosa tú que has creído, porque se cumplió todo cuanto te fue anunciado
de parte del Señor».
«Cometemos una gran injusticia contra Dios y su gracia cuando afirmamos en primer lugar que los pecados
son castigados por su juicio, sin anteponer —como enseña el Evangelio— que son perdonados por su
misericordia. Hay que anteponer la misericordia al juicio y, en cualquier caso, el juicio de Dios siempre se
realiza a la luz de su misericordia. Por supuesto, la misericordia de Dios no niega la justicia, porque Jesús
cargó sobre sí las consecuencias de nuestro pecado junto con su castigo conveniente. Él no negó el pecado,
pero pagó por nosotros en la cruz. Y así, por la fe que nos une a la cruz de Cristo, quedamos libres de
nuestros pecados; dejemos de lado cualquier clase de miedo y temor, porque eso no es propio de quien se
siente amado. “Cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del
cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no
necesitan maltratar a otros para sentirse importantes. [...] Esta dinámica de justicia y ternura, de contemplar y
caminar hacia los demás, es lo que hace de ella un modelo eclesial para la evangelización”. Que seamos, con
María, signo y sacramento de la misericordia de Dios que siempre perdona, perdona todo.»
(Homilía de S.S. Francisco, 12 de mayo de 2017).
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Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy antes de dormir rezaré un avemaría pidiéndole a María que renueve mi esperanza en el Amor
de Dios.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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Miércoles 16 de agosto de 2017
H. Luis De Ávila L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Nos ponemos en tu presencia Espíritu Santo, Ilumínanos con tu luz, abre nuestros corazones.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 18, 15-20
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a
solas. Si te escucha, habrás salvado a tu hermano. Si no te hace caso, hazte acompañar de una o dos
personas, para que todo lo que se diga conste por boca de dos o tres testigos. Pero si ni así te hace
caso, díselo a la comunidad, y si ni a la comunidad le hace caso, apártate de él como de un pagano o
un publicano.
Yo les aseguro que todo lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten
en la tierra quedará desatado en el cielo.
Yo les aseguro también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo, sea lo que
fuere, mi Padre celestial se lo concederá; pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo
en medio de ellos".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Corrección fraterna.
Qué importante es el tema de la corrección fraterna, pero qué delicado. Es muy fácil ver los fallos y
debilidades de los demás, pero nos cuesta tanto ver y aceptar los propios. El Evangelio de hoy nos
hace una llamada en primer lugar a examinar nuestra propia vida y a ordenarla, porque pretender
corregir a otros cuando uno se encuentra en un estado de comodidad, poco esforzado en trabajar por
la propia santificación, podría resultar contraproducente.
Cuando alguien nos corrige, es edificante si viene de alguien que sabemos que hace oración,
que su vida nos habla de Dios. En cambio, cuando nos corrige alguien que es pronto en juzgar a los
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demás, que le gusta vivir de apariencias, etc., entonces nos molestan sus observaciones sobre nuestra
vida.
Cuando hemos trabajado un tiempo prolongado en identificar nuestra vida en el día a día con
Jesucristo, nuestra vida de oración es activa y vemos que nuestros actos buscan expresar la caridad
del Señor, entonces puede ser que Dios se valga de nosotros para querer hacer ver a otros sus faltas.
Sólo en la unión al Señor la corrección fraterna es fructífera.
«Un aspecto que se deberá cuidar de manera particular es la vida fraterna en comunidad. La cual es
alimentada por la oración comunitaria, por la lectura orante de la Palabra, por la participación activa en los
sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación, por el diálogo fraterno y por la comunicación sincera
entre sus miembros, por la corrección fraterna, por la misericordia hacia el hermano o la hermana que peca,
por la “condivisión” de responsabilidades. Todo esto acompañado por un elocuente y alegre testimonio de
vida simple junto a los pobres y por una misión que privilegie las periferias existenciales.»
(Homilía de S.S. Francisco, 28 de enero de 2017).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Trataré de no juzgar a aquellas personas que me cuestan, antes bien, pediré a Dios que me muestre
aquello que no está de acuerdo con el cristiano que me llama a ser.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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Jueves 17 de agosto de 2017
H. Balam Loza, LC.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, enséñame en este día a llevar tu amor. No quiero vivir esta oración para mí sino quiero
encontrarme con tu amor que me perdona siempre y no mira la grandeza de mis faltas. Me amas
profundamente y quiero aprender amar como Tú lo has hecho conmigo. Quiero estar aquí y ver la
historia maravillosa de tu amor en mi vida. Quiero ver todas las veces que he salido de casa, me he
perdido, me he manchado y Tú, me has esperado con la mesa puesta y con los brazos abiertos.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 18, 21-19, 1
En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: “Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces
tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?” Jesús le contestó: “No sólo hasta siete, sino hasta setenta
veces siete”.
Entonces Jesús les dijo: “El Reino de los cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas
con sus servidores. El primero que le presentaron le debía muchos millones. Como no tenía con qué
pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su mujer, a sus hijos y todas sus posesiones, para saldar
la deuda. El servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba, diciendo: ‘Ten paciencia conmigo y te lo
pagaré todo’. El rey tuvo lástima de aquel servidor, lo soltó y hasta le perdonó la deuda.
Pero, apenas había salido aquel servidor, se encontró con uno de sus compañeros, que le debía
poco dinero. Entonces lo agarró por el cuello y casi lo estrangulaba, mientras le decía: ‘Págame lo que
me debes’. El compañero se le arrodilló y le rogaba: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’.
Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le pagara la deuda.
Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a contarle al rey lo
sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: ‘Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque
me lo suplicaste. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve
compasión de ti?’ Y el señor encolerizado, lo entregó a los verdugos para que no lo soltaran hasta que
pagara lo que debía.
Pues lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes si cada cual no perdona de corazón a su
hermano”. Cuando Jesús terminó de hablar, salió de Galilea y fue a la región de Judea que queda al
otro lado del Jordán.
Palabra del Señor.
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Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Una gota del perfume del perdón.
Con los brazos abiertos. Cuántas veces al sentirnos libres abrimos los brazos, podemos decir que es
el símbolo de la libertad. Pero si pensamos un poco en ese gesto podemos darnos cuenta de que
solamente quien es libre puede recibir a otro. Solamente quien aprende a perdonar se libera de unas
cadenas pesadas. Pensemos por un momento en eso que nos puede estar atando. Esas cadenas que
puedan estar quitándonos la libertad y la paz. ¡Cuántas noches sin dormir pensando en alguna palabra,
tal vez muy pequeña, que me pudo haber ofendido!
Muchas veces el problema lo agrandamos más y nos pesa. Es verdad que en ocasiones es más
difícil ya que nuestra confianza ha sido pisada. ¿Qué hacer? Perdón. Es una palabra de seis letras pero
que sana el corazón. Es una fragancia que llena las estancias más pobres y más tristes. Es una palabra,
en fin, que da vida y libertad.
«Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» Un hombre en una cruz insultado supo decir
«te perdono», pero no sólo eso, esa palabra era la fragancia más valiosa porque estaba cargada de
amor. Ese amor me sana y me da vida cada vez que pienso que no soy digno. Detrás del «Yo te
absuelvo de tus pecados» hay una mirada de amor que da vida a nuestro corazón, que sana, que libera,
que da paz. Ese perdón ilumina nuestras vidas e historias. ¿Qué pasaría si no recibiésemos el perdón
de Dios?
Y nosotros somos instrumentos del amor para los demás. A veces podemos encontrarnos con
personas que pueden sufrir por dentro y nos hacen sufrir por sus acciones. A veces no las
comprendemos, pero es importante ir más allá de un acto ofensivo. Mirar como Jesús mira es el ideal
del cristiano. Amar, aunque duela y perdonar siempre, es lo que puede cambiar el mundo de hoy. Una
mirada que llega al fondo y no se queda en la primera impresión es lo que puede iluminar a mi hermano
que puede estar sufriendo.
«En esta escena encontramos todo el drama de nuestras relaciones humanas. Cuando estamos nosotros en
deuda con los demás, pretendemos la misericordia; en cambio cuando estamos en crédito, invocamos la
justicia. Todos hacemos así, todos. Esta no es la reacción del discípulo de Cristo ni puede ser el estilo de vida
de los cristianos. Jesús nos enseña a perdonar, y a hacerlo sin límites: “No te digo hasta siete veces, sino hasta
setenta veces siete”.»
(Homilía de S.S. Francisco, 4 de agosto de 2016).
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Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy, o durante la próxima semana, voy a acercarme al sacramento de la reconciliación con una actitud
de querer encontrarme con Jesús que sana mi vida y mi corazón.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
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Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
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Viernes 18 de agosto H. Cristian Gutiérrez, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Creo en Ti, Señor. Confío en Ti y pongo en tus manos todo lo que soy y lo tengo. Sé que Tú nunca
me vas a fallar y que contigo todo lo puedo. Te amo porque quiero amarte y no sólo porque me lo
pides. Quiero amarte más y mejor. Ayúdame a serte fiel en todos los momentos del obrar cotidiano y
concédeme aquellas gracias que más necesito en este momento. Te pido por todos los miembros del
Movimiento que, en cualquier parte del mundo, nos unimos a Ti en esta oración y ayúdanos a ser tus
apóstoles incansables.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 19, 3-12
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y, para ponerle una trampa, le preguntaron: “¿Le
está permitido al hombre divorciarse de su esposa por cualquier motivo?”.
Jesús les respondió: “¿No han leído que el Creador, desde un principio los hizo hombre y mujer, y
dijo: ‘Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, para unirse a su mujer, y serán los dos una
sola cosa?’ De modo que ya no son dos, sino una sola cosa. Así pues, lo que Dios ha unido, que no lo
separe el hombre”.
Pero ellos replicaron: “Entonces ¿por qué ordenó Moisés que el esposo le diera a la mujer un acta de
separación, cuando se divorcia de ella?”.
Jesús les contestó: “Por la dureza de su corazón, Moisés les permitió divorciarse de sus esposas; pero
al principio no fue así. Y yo les declaro que quienquiera que se divorcie de su esposa, salvo el caso de
que vivan en unión ilegítima, y se case con otra, comete adulterio; y el que se case con la divorciada,
también comete adulterio”.
Entonces le dijeron sus discípulos: “Si ésa es la situación del hombre con respecto a su mujer, no
conviene casarse”. Pero Jesús les dijo: “No todos comprenden esta enseñanza, sino sólo aquellos a
quienes se les ha concedido. Pues hay hombres que, desde su nacimiento, son incapaces para el
matrimonio; otros ha sido mutilados por los hombres, y hay otros que han renunciado al matrimonio
por el Reino de los cielos. Que lo comprenda aquel que pueda comprenderlo”.
Palabra del Señor.
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Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
El proyecto de amor que Dios quiere.
En este pasaje me das algunas lecciones sobre el amor. Amor es una palabra demasiado utilizada en
el mundo de hoy. Pero se queda en eso, en palabra. El amor es lo más genérico que puede mencionarse.
Para muchos, Señor, el amor es sentimiento, es emoción, es gusto, es placer, es actividad, es mariposeo
en el estómago, es rubor en las mejillas, es poesía, es literatura, es novela, es letra de canciones. Pero
¿qué es el verdadero amor? ¿Cuál es el amor que pensaste para el hombre?
En efecto, estas descripciones del amor son demasiado pobres para expresar tan sublime
realidad. Tan pobres, que por ello encuentro a tantos que «amando» se sienten infelices, insatisfechos,
vacíos, pobres. Se sienten objetos, no personas. Se descubren utilizados más que amados. Se hallan
en arenas movedizas más que en suelo firme. Buscador de amor podría ser una definición del hombre.
Hecho para el amor, pero un amor verdadero, fuerte, fiel, generoso, sincero, duradero, desinteresado,
libre, real. No para ése contaminado, pobre, mezquino, falso, ilusorio, irreal, pasajero, que el mundo
pone a la venta en cualquier lugar.
Es desde la perspectiva del amor verdadero desde donde se mira el matrimonio y la virginidad.
«Que lo comprenda aquel que pueda comprenderlo» es lo que dices al final del pasaje. Ambos son
dones que Tú das para salvaguardar el verdadero amor. Son como los cofres que lo conservan, las
cajas fuertes que lo protegen, las bóvedas que los mantienen frescos.
El matrimonio es un regalo tuyo para aquellos que han sabido acoger tu amor y desde él, amar
al otro. Entonces el motivo de la unión no es sólo el amor de un hombre por una mujer o al contrario,
sino que será tu mismo amor que los ha unido y los quiere mantener así. El uno es instrumento de tu
amor por el otro. Tú te encargarás de custodiar ese amor. Porque el amor del matrimonio implica
fidelidad, responsabilidad por el otro, cuidado de la pareja, atención a los detalles, frescura en el trato,
sinceridad y verdad a toda prueba; saber perdonar y pedir perdón; acoger al otro como es y no como
yo quiero que sea; implica renuncia a sí mismo, entrega al otro, desinterés, cariño, sacrificio, ternura.
¡Éste es amor verdadero! No lo que me vende el mundo actual.
Señor, si el matrimonio ya es un don difícil de entender, más lo es el don de la virginidad o la
castidad consagrada. Pero ambos son dones tuyos, y por ello ambos son valiosos, hermosos, buenos,
santos. Son los que renuncian al matrimonio por entregarse de lleno al servicio del Reino, no porque
el matrimonio sea algo malo, sino porque simplemente das a cada uno el tesoro que le corresponde.
La castidad o la virginidad no es un «no» al amor. (Así lo ve el mundo de hoy). Por el contrario, es un
«Sí» al amor verdadero. Porque así como los esposos se entregan al otro y el motivo de su unión es tu
amor por los dos, de igual manera el consagrado se entrega a Ti, y a los demás, movido por el amor
que le das y que quiere transmitir.
Amar verdaderamente, en ambos casos, es saberse amado por Ti y ser capaz de amar al otro.
Es saberse amado por Ti y entregarse, sacrificarse, donarse para que el otro sea feliz, se sepa amado,
se realice, sacie su sed de amor que lleva dentro.
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«De hecho, sólo a la luz de la locura de la gratuidad del amor pascual de Jesús será comprensible la locura de
la gratuidad de un amor conyugal único y usque ad mortem. Para Dios, el matrimonio no es una utopía de
adolescente, sino un sueño sin el cual su creatura estará destinada a la soledad. En efecto el miedo de unirse a
este proyecto paraliza el corazón humano. Paradójicamente también el hombre de hoy –que con frecuencia
ridiculiza este plan– permanece atraído y fascinado por todo amor auténtico, por todo amor sólido, por todo
amor fecundo, por todo amor fiel y perpetuo. Lo vemos ir tras los amores temporales, pero sueña el amor
autentico; corre tras los placeres de la carne, pero desea la entrega total.»
(Homilía de S.S. Francisco, 4 de octubre de 2015).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy viernes, rezaré el vía crucis para meditar sobre la gratuidad del amor de Dios y procuraré hacer
un balance sobre la calidad de mi amor.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
¡Venga tu Reino!
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Sábado 19 de agosto
H. Iván Gonzalez, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, creo verdaderamente que Tú puedes saciar aquel núcleo de mi corazón en donde nadie puede
entrar. No habrá riqueza, objeto o persona que pueda saciar ese deseo de eternidad que experimento.
Quiero ser feliz eternamente y amarte libremente.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 19, 13-15
En aquel tiempo, le presentaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y orase por ellos.
Los discípulos regañaron a la gente; pero Jesús les dijo: “Dejen a los niños y no les impidan que se
acerquen a mí, porque de los que son como ellos es el Reino de los cielos”. Después les impuso las
manos y continuó su camino.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Las personas más curiosas de este mundo.
Tantas veces los niños pueden parecerme las personas más curiosas de este mundo. No saben nada
de la vida, diría uno. No tienen ninguna utilidad, diría otro. No producen, no generan, no instruyen,
no hablan lenguas, no trabajan. Ser como niños, ¿qué beneficio traería eso?
Confieso que muchas veces he podido sorprenderme a mí mismo con estos pensamientos en
la cabeza. Quizá el hombre se vuelve demasiado pragmático en un mundo que le exige simplemente
resultados, resultados, resultados. Puedes maravillarte, puedes reír, pero que todo sea con un fin
concreto y útil.
¿De verdad los niños no saben nada de la vida?, ¿no enseñan, no producen, no instruyen?
Mira hacia el cielo, invita a una persona a mirar las estrellas. ¿Se maravillaría? Puede ser. O quizá
también pueda simplemente decirte que «eso» es el espacio, que hay «tantas» estrellas y «tantas
galaxias», que todo está medido y que todo estará por conocerse algún día. En otras palabras, «dado
que creo conocerlo todo, no tengo por qué maravillarme». Es una lástima…
¡Venga tu Reino!
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Señor, Tú sabías y escondías más de lo que me decías y me dices en este Evangelio. Yo sí
quiero renovar mi corazón, quiero hacer la experiencia que ya ni siquiera puedo traer a mi memoria.
Un día yo también fui niño, fui niña y me sabía maravillar de tantas cosas. Me sabía maravillar de tu
obra, sabía confiar en los demás, sabía reír, sabía jugar. Sabía que no todo está dirigido a esta vida,
sino que hay cosas que construyen también para la otra.
Ojalá que cuando las personas me vean, no me importe si a mí también me consideran entre
las personas más curiosas de este mundo.
«El niño es precisamente aquel que no tiene nada que dar y todo que recibir. Es frágil, depende del papá y de
la mamá. Quien se hace pequeño como un niño se hace pobre de sí mismo, pero rico de Dios.
Los niños, que no tienen problemas para comprender a Dios, tienen mucho que enseñarnos: nos dicen que él
realiza cosas grandes en quien no le ofrece resistencia, en quien es simple y sincero, sin dobleces. Nos lo
muestra el Evangelio, donde se realizan grandes maravillas con pequeñas cosas: con unos pocos panes y dos
peces, con un grano de mostaza, con un grano de trigo que cae en tierra y muere, con un solo vaso de agua
ofrecido, con dos pequeñas monedas de una viuda pobre, con la humildad de María, la esclava del Señor.»
(Homilía de S.S. Francisco, 1 de octubre de 2016).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Trataré de encontrar un día de descanso lejos de la televisión, el internet o todo aquello que pueda
tener mi mente ocupada y buscaré algún lugar en el que pueda simplemente contemplar y
maravillarme del gran amor que me ofreces, Señor, y, de ese modo, «ablandar» un poco más mi
corazón.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
¡Venga tu Reino!
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Domingo 20 de agosto.
H. Javier Castellanos, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) «Señor, hijo de David, ten compasión de mí». Mira, Señor, este corazón que tanto has amado. Mira,
Señor, este corazón, marcado por la tristeza, el sufrimiento y la miseria. Mira, Señor, este corazón que
tiene tanta sed de Ti.
«Señor, hijo de David, ten compasión de mí». Mira, Señor, todo lo que ya has hecho en mi
vida. Mira, Señor, tanto bien que ya has hecho brotar en mí. Mira, Señor, y haz que mi alma sea cada
día más como Tú quieres que sea.
«Señor, hijo de David, ten compasión de mí». Mira, Señor, mis propósitos y planes para este
día. Mira, Señor, cuánto necesito tu gracia para cumplirlos. Mira, Señor, cuánto te necesito a Ti para
dar gloria a Dios Padre. ¡Haz mi corazón semejante al tuyo!
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 15, 21-28
En aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea le salió al
encuentro y se puso a gritar: “Señor, hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija está terriblemente
atormentada por un demonio”. Jesús no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se acercaron
y le rogaban: “Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros”. Él les contestó: “Yo no he sido
enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel”.
Ella se acercó entonces a Jesús y postrada ante él, le dijo: “¡Señor, ayúdame!” Él le respondió:
“No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos”. Pero ella replicó: “Es cierto,
Señor, pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Entonces
Jesús le respondió: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas”. Y en aquel mismo
instante quedó curada su hija.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Y si Jesús no contesta?
Esta mujer cananea recorrió una larga distancia sin una sola respuesta de Jesús. Gritaba y gritaba, pero
parecía que el Señor no tenía oídos para ella. ¿Por qué el buen Pastor no atiende a una oveja perdida?
¡Venga tu Reino!
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¿Por qué la Luz del mundo deja un alma a oscuras? Hasta los apóstoles, cansados ya de escucharla, le
dicen a Cristo que al menos la atienda para que los deje en paz…
Parecía que no pasaba nada entre tanta petición. Sin embargo, la insistencia de esta mujer fue
dando algunos frutos de un valor incalculable: el crecimiento interior, la humildad y la fe.
Imaginemos que Jesús hubiera respondido inmediatamente. Ni siquiera hubiera hecho falta
alzar la voz, y mucho menos insistir a gritos… Pero la mujer se hubiera perdido el gran tesoro de
«acercarse a Jesús» y postrarse ante Él. Y es que cuando oramos con insistencia nos estamos acercando
a Jesús. Decía san Agustín que orar es acercarse a Dios. La distancia entre Dios y nosotros se recorre
con el corazón, que crece en el deseo ardiente de recibir a su Señor. Así, creciendo interiormente en
la esperanza y en el deseo de Dios, tendremos suficiente espacio para acoger las gracias que Cristo
desea darnos. Entonces sabremos lo valioso que es el don de Dios.
La mujer cananea ni siquiera se nos presenta con un nombre. No es parte del pueblo elegido y
no entra en la misión de Cristo. En cuanto ella reconoce su pequeñez, el buen Pastor la toma sobre sus
hombros. Sólo los humildes tocan el corazón de Cristo. Sólo los pobres, como María, son grandes
delante de Dios. Sólo si tenemos las manos vacías podemos estar disponibles para que Él nos colme
de bienes…
El tercer fruto es el más bello y maduro. «Mujer, ¡qué grande es tu fe!» Cristo mismo se admira
de esta fe y entonces queda “vencido” de compasión y ternura. No puede negarle el milagro a ella,
que está tan segura de obtenerlo. Cristo no puede negarle su amor y su gracia a quien se abraza con
tanta fuerza a su Corazón.
Insistamos en nuestra oración. No nos cansemos de gritar al Señor por nuestros hijos e hijas,
por nuestras necesidades espirituales y materiales. Él no responderá de modo automático, pero seguro
que ya está trabajando dentro de nosotros para que se den los frutos.
«Seguir a Jesús no es fácil pero es bonito y siempre se arriesga pero se encuentra una cosa importante: tus
pecados son perdonados. Porque detrás de esa gracia que nosotros pedimos —la salud o la solución de un
problema o lo que sea— está la necesidad de ser sanados en el alma, de ser perdonados. En realidad todos
sabemos que somos pecadores y por eso seguimos a Jesús para encontrarlo. ¿Yo arriesgo o sigo a Jesús según
las reglas de la compañía de seguros? ¡Hasta aquí, no hacer el ridículo, no hacer esto, no hacer aquello! Pero
así no se sigue a Jesús. Es más, haciendo así, se permanece sentados como los escribas en el Evangelio que
juzgaban. Seguir a Jesús, porque necesitamos algo, y arriesgando también en persona, significa seguir a Jesús
con fe: esta es la fe. En resumen, debemos confiar en Jesús, fiarse de Jesús: precisamente con esta fe en su
persona.»
(Cf Homilía de S.S. Francisco, 13 de enero de 2017, en santa Marta).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
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Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy buscaré tres momentos concretos para rezar por mi familia; por ejemplo, un avemaría a media
mañana, al final del trabajo y antes de dormir.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
¡Venga tu Reino!
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Lunes 21 de agosto
San Pío X, Papa
H. Hiram Samir Galán Jaime. L.C
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Jesús, Señor mío, que te conozca hasta tal punto que no pueda dejar de amarte, y que te ame hasta
tal punto que no pueda dejar de seguirte.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 19, 16-22
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un joven y le preguntó: "Maestro, ¿qué cosas buenas tengo que
hacer para conseguir la vida eterna?". Le respondió Jesús: "¿Por qué me preguntas a mí acerca de lo
bueno? Uno solo es el bueno. Dios. Pero, si quieres entrar en la vida, cumple los mandamientos". Él
le replicó: "¿Cuáles?".
Jesús le dijo: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio,
honra a tu padre y a tu madre, ama a tu prójimo como a ti mismo.
Le dijo entonces el joven: "Todo eso lo he cumplido dese mi niñez., ¿Qué más me falta?".
Jesús le dijo: "Si quieres ser perfecto, ve a vender lo que tienes, dales el dinero a los pobres, y tendrás
un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme". Al oír estas palabras, el joven se fue entristecido, porque
era muy rico.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
No alejarse de lo verdaderamente bueno.
«¿Por qué me preguntas a mí acerca de lo bueno? Uno solo es el bueno. Dios.» En este Evangelio
Jesús nos recuerda uno de los nombres de Dios. Él es la Bondad, el único verdaderamente bueno.
Todos nosotros sentimos simpatía hacia las personas buenas. Buscamos hacer el bien y huir
del mal. Todos, en el fondo queremos ser buenos, gentes de bien. Lo bueno edifica, engrandece, sana.
¡Venga tu Reino!
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Y el bien, el ejemplo de una persona buena arrastra, es algo que se difunde solo. Es algo que todos
experimentamos.
¡Y cuánto más Dios! Siendo Él la Bondad misma, no hay nadie que busque tanto nuestra
felicidad, nuestro bien como Él. Dios es bueno y nosotros a veces lo olvidamos. En el fondo, cualquier
pecado, cualquier desobediencia a sus mandatos, sucede porque no creemos que Él es bueno y que
desea nuestro bien por encima de todo, aunque a primera vista no lo comprendamos. Nos pasa como
el niño que hace berrinches a su madre, que le dice que la odia porque le prohíbe jugar con un cuchillo.
El niño no entiende que eso le puede hacer daño, pero la mamá, que ama entrañablemente a su hijo,
por ese mismo amor, le impide tocar el cuchillo.
El joven rico no confió en Cristo. Rehuyó su mirada amorosa. No quiso renunciar a sus bienes.
Olvidó quién era Dios y prefirió seguir los impulsos de su razón y de sus pasiones. Confío más en sus
riquezas. ¿Y yo? ¿Confío que lo que me está pidiendo Dios ahora mismo, es por mi bien?
«La tercera respuesta de Jesús, amar con todas las fuerzas, nos recuerda que allí donde está nuestro tesoro
está nuestro corazón, y que es en nuestras pequeñas cosas, seguridades y afectos, donde nos jugamos el ser
capaces de decir que sí al Señor o darle la espalda como el joven rico. No se pueden contentar con tener una
vida ordenada y cómoda, que les permita vivir sin preocupaciones, sin sentir la exigencia de cultivar un
espíritu de pobreza radicado en el Corazón de Cristo que, siendo rico, se ha hecho pobre por nuestro amor o,
como dice el texto, para enriquecernos a nosotros. Se nos pide adquirir la auténtica libertad de hijos de Dios,
en una adecuada relación con el mundo y con los bienes terrenos, según el ejemplo de los Apóstoles, a los
que Jesús invita a confiar en la Providencia y a seguirlo sin lastres ni ataduras. No se olviden de esto: el
diablo siempre entra por el bolsillo, siempre. Además, es bueno aprender a dar gracias por lo que tenemos,
renunciando generosa y voluntariamente a lo superfluo, para estar más cerca de los pobres y de los débiles.»
(Homilía de S.S. Francisco, 1 de abril de 2017).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Veré lo que Dios me está pidiendo que le ofrezca hoy y se lo daré, confiando en que lo que me pide
es por mi bien.
Despedida
¡Venga tu Reino!
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Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
¡Venga tu Reino!
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Martes 22 de agosto Nuestra Señora María Reina
H. Adrián Olvera, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, entonces..., ¿quién podrá salvarse?
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 19, 23-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo les aseguro que un rico difícilmente entrará en el
Reino de los cielos. Se lo repito: es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico
entre en el Reino de los cielos”.
Al oír esto, los discípulos se quedaron asombrados y exclamaron: “Entonces ¿quién podrá
salvarse?” Pero Jesús, mirándolos fijamente, les respondió: “Para los hombres eso es imposible, mas
para Dios todo es posible”.
Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo a Jesús: “Señor, nosotros lo hemos dejado todo y
te hemos seguido, ¿qué nos va a tocar?”. Jesús les dijo: “Yo les aseguro que en la vida nueva, cuando
el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, los que me han seguido, se sentarán también
en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
Y todo aquel que por mí haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o esposa
o hijos, o propiedades, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. Y muchos primeros serán
últimos y muchos últimos, primeros”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Lo que me falta es caminar contigo.
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Hay tantas cosas en la vida que quiero hacer: Metas, proyectos, sueños... Muchos de ellos dependen
casi totalmente de mí y por ello debo prepararme, formarme; debo programar, estudiar, entrenar... Y
muchas de estas cosas debo hacerlas yo solo.
Es curioso como ante lo esencial de la vida las cosas no funcionan así. Ante aquellos deseos
más profundos del corazón puedo prepararme, puedo formarme; puedo programar, estudiar y
entrenar todo por mi cuenta pero, al final, nada lograr. Hay algo que falta...
En las cosas esenciales de la vida no puedo ir solo, necesito de Alguien. Alguien que me
enseñe, que me ayude... Alguien que conozca, no sólo aquello que yo quiero que se conozca de mí...
sino que me conozca con todo lo que soy, con mis debilidades, con mis fortalezas... Alguien que
conozca todo de mí.
Ante aquello que parece imposible, aquello que veo que me sobrepasa, que está fuera de mí.
Ante el amor, el perdón, el querer ser mejor, la fe, la esperanza, la felicidad..., me da mucha paz
saber que todo esto es imposible para mí, mas para Dios no lo es.
No significa dejar de esforzarme, significa saber dónde, significa saber en quién pongo mi
esfuerzo; en quién pongo mi confianza.
Señor, hay tantas cosas en la vida que quiero hacer. Mientras más camino soy consciente que
solo por mi cuenta nada puedo. Te necesito. Ayúdame a caminar contigo.
«El evangelista enfoca los ojos de Jesús y esta vez se trata de una mirada pensativa, de advertencia. Dice así:
“Mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!”. Ante el
estupor de los discípulos, que se preguntan: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?”, Jesús responde con una
mirada de aliento --es la tercera mirada-- y dice: la salvación, sí, es “imposible para los hombres, ¡pero no
para Dios!”. Si nos encomendamos al Señor, podemos superar todos los obstáculos que nos impiden seguirlo
en el camino de la fe. Encomendarse al Señor. Él nos dará la fuerza, él nos dará la salvación, él nos acompaña
en el camino.»
(Homilía de S.S. Francisco, 11 de octubre de 2015).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy trataré de vivir poniendo las pequeñas o grandes actividades del día en manos de Dios.
¡Venga tu Reino!
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Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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Miércoles 23 de agosto H. Rubén Tornero, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Amado Jesús, vengo a ponerme en tu presencia. Aquí me tienes, delante de Ti, tal cual soy. No quiero
que haya ni tapujos ni formalismos. Quiero mostrarte todo cuanto tengo y cuanto soy.
Mira mis heridas; no deseo esconderlas ante Ti, que eres el mejor médico. Mira mis alegrías;
no quiero ocultarlas ante Ti, que eres mi Padre. Todo lo que tengo, todo lo que soy, te lo debo a Ti.
No permitas nunca que la desconfianza gane terreno en mi vida. Que tenga siempre presente que tu
amor por mí es eterno e incondicional y que sepa que, pase lo que pase, siempre podré encontrar un
refugio seguro en tus brazos. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 20, 1-16
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos es semejante a un
propietario que, al amanecer, salió a contratar trabajadores para su viña. Después de quedar con ellos
en pagarles un denario por día, los mandó a su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a unos que
estaban ociosos en la plaza y les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo que sea justo’.
Salió de nuevo a medio día y a media tarde e hizo lo mismo.
Por último salió también al caer la tarde y encontró todavía otros que estaban en la plaza y les dijo:
‘¿Por qué han estado aquí todo el día sin trabajar?’ Ellos le respondieron: ‘Porque nadie nos ha
contratado’. Él les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña’.
Al atardecer, el dueño de la viña le dijo a su administrador: ‘Llama a los trabajadores y págales su
jornal, comenzando por los últimos hasta que llegues a los primeros’. Se acercaron, pues, los que
habían llegado al caer la tarde y recibieron un denario cada uno.
Cuando les llegó su turno a los primeros, creyeron que recibirían más; pero también ellos recibieron
un denario cada uno. Al recibirlo, comenzaron a reclamarle al propietario, diciéndole: ‘Esos que
llegaron al último sólo trabajaron una hora, y sin embargo, les pagas lo mismo que a nosotros, que
soportamos el peso del día y del calor’.
Pero él respondió a uno de ellos: ‘Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en
que te pagaría un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete. Yo quiero darle al que llegó al último lo mismo
que a ti. ¿Qué no puedo hacer con lo mí lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque yo soy
bueno?’.
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De igual manera, los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
El denario de tu amor.
Jesús, hoy me haces ver cuán grandes son tu amor y tu misericordia. Das un denario tanto a los que
trabajaron desde temprano como a los que llegaron al caer el sol. Una misma paga para todos. ¿No
es algo injusto?
Definitivamente sería muy injusto si Tú sólo fueras patrón y yo sólo un trabajador más…
pero eres bueno y más que siervo soy tu hijo… y Tú, más que patrón, eres mi Papá.
La recompensa que me das, ese denario del que habla el Evangelio, no es otra cosa que tu
amor. Tú me has dado todo el amor que me has podido dar. A mí me has amado de la manera más
infinita y perfecta que puedes. No me puedes dar más, ¡porque ya me lo has dado todo!, y me lo das
¡porque me amas!
No importa si trabajo mucho o poco, pues tu amor no depende de lo que haga o deje de
hacer. Me amas por lo que soy. Todo mi trabajo no debe ser más que la respuesta del hijo que se
sabe amado por su Papá y quiere que los demás lo amen. Ahí está el secreto. Trabajar desde la
mañana no es otra cosa que estar a tu lado más tiempo disfrutando de tu amor. La recompensa de
amar es haber amado.
Gracias, Jesús, por tu inmenso amor. Ayúdame a trabajar para que los demás te conozcan y
te amen.
«Jesús libra a los sanos de la tentación del “hermano mayor” y del peso de la envidia y de la murmuración de
los trabajadores que han soportado el peso de la jornada y el calor. En consecuencia: la caridad no puede ser
neutra, aséptica, indiferente, tibia o imparcial. La caridad contagia, apasiona, arriesga y compromete. Porque
la caridad verdadera siempre es inmerecida, incondicional y gratuita. La caridad es creativa en la búsqueda
del lenguaje adecuado para comunicar con aquellos que son considerados incurables y, por lo tanto,
intocables. Encontrar el lenguaje justo… El contacto es el auténtico lenguaje que transmite, fue el lenguaje
afectivo, el que proporcionó la curación al leproso. ¡Cuántas curaciones podemos realizar y transmitir
aprendiendo este lenguaje del contacto!»
(Homilía de S.S. Francisco, 15 de febrero de 2015).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
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Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy voy a invitar a alguien a darle de comer a un necesitado, sin buscar ninguna recompensa.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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Jueves 24 de agosto 2017.
San Bartolomé, Apóstol
H. Luis De Ávila, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor mío y Dios mío, creo que estás aquí presente, que me cuidas y me escuchas. Sé que tienes algo
qué decirme hoy. Concédeme en esta oración la gracia de escuchar tu Palabra y la fortaleza necesaria
para actuar.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 1, 45-51
En aquel tiempo, Felipe se encontró con Natanael y le dijo: “Hemos encontrado a aquel de quien
escribió Moisés en la ley y también los profetas. Es Jesús de Nazaret, el hijo de José”. Natanael replicó:
“¿Acaso puede salir de Nazaret algo bueno?” Felipe le contestó: “Ven y lo verás”.
Cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo: “Este es un verdadero israelita en el que no
hay doblez”. Natanael le preguntó: “¿De dónde me conoces?”. Jesús le respondió: “Antes de que
Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera”. Respondió Natanael: “Maestro, tú eres
el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel”. Jesús le contestó: “Tú crees, porque te he dicho que te vi
debajo de la higuera. Mayores cosas has de ver”. Después añadió: “Yo les aseguro que verán el cielo
abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Ser otros Cristos.
¡Venga tu Reino!
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Natanael se sorprendió que Jesús supiera todo de él. «Éste es un verdadero israelita en el que no hay
doblez». Muchas veces, debido a nuestra falta de fe, a nuestra naturaleza humana tan limitada, nos
cuesta trabajo pensar que Cristo realmente piense particularmente en cada uno de nosotros. Sin
embargo, vemos que no es así. Jesús sabe como me encuentro en este momento presente que leo esta
meditación; me llama por mi nombre; me ama tal cual soy, y se llena de ilusión pensando en todo el
bien que podría hacer con tan sólo ser un poco más dócil a su llamada, que todos los días sale a mi
encuentro.
Jesús se manifiesta en las cosas simples, le gusta hacerse presente en la persona que está por
salirme al encuentro; de hecho le encantaría que yo sea su rostro para tantas personas que encontraré
hoy en mi camino.
Qué hermoso que Jesús pensará de nosotros al final de este día «Éste es un verdadero israelita
en el que no hay doblez», es decir, ser cristianos de una sola pieza, ser otros Cristos para los demás,
vivir abnegados y buscar en todo la mayor gloria de Dios.
«Nosotros cristianos por la fe, tenemos al Espíritu Santo dentro de nosotros, que nos hace ver y
escuchar la verdad de Jesús, que ha muerto por nuestros pecados y ha resucitado. Esto, por lo tanto,
es el anuncio de la vida cristiana: ¡Cristo está vivo! ¡Cristo ha resucitado! Cristo está entre nosotros
en la comunidad, nos acompaña en el camino. Y no obstante la fatiga que a veces hacemos para
comprender, una de las dimensiones de la vida cristiana es precisamente esta: el anuncio. Lo
entendemos bien por el pasaje de la Escritura donde se lee que Juan afirmó: “Lo que hemos oído, lo
que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos”. Como si dijera:
Cristo resucitado es una realidad y yo doy testimonio de esto.»
(Homilía de S.S. Francisco, 22 de abril de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel
que te ama.
¡Venga tu Reino!
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Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que
es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Trataré de preguntarme 10 veces en este día: ¿qué haría Cristo en mi lugar en esta determinada
situación?, y atreverme a resolverlo como Él lo haría.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
¡Venga tu Reino!
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Viernes 25 de agosto de 2017
H. Balam Loza, LC.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
La vida es un instante comparado con la eternidad. Quiero detenerme en este frenesí para estar contigo,
Jesús, Amigo mío. Quiero poner toda mi vida aquí y quiero comenzar de nuevo. Comenzaré a caminar
contigo, a tu lado. Muchas veces soy yo quien camino solo, pienso que puedo llevar toda la carga por
mí mismo y me doy cuenta que no puedo, que necesito de Ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 22, 34-40
En aquel tiempo, habiéndose enterado los fariseos de que Jesús había dejado callados a los saduceos,
se acercaron a él. Uno de ellos, que era doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: “Maestro,
¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?”.
Jesús le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con
toda tu mente. Este es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a
éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los
profetas”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Un cambio de 180º y en camino de la libertad.
«Como a ti mismo» Es interesante darnos cuenta que Jesús nos pide amar al prójimo como a nosotros.
¿Qué es lo que podemos aprender de esto? No es casualidad sino algo muy importante. En el orden
de estos mandamientos está la paz y la libertad. Lo primero es amar a Dios, pero para amar a Dios hay
que darse cuenta de todo el amor que hemos recibido de Él. El Papa Benedicto XVI nos decía que el
ser cristiano nace de una experiencia profunda. Es necesario aprender a ver la propia vida e historia
como un regalo de un Dios, que es Padre, Hermano y Amigo.
Sólo cuando uno se da cuenta del amor recibido y del cariño con el cual lo ve Dios, cuando
uno se da cuenta que Dios es un Ser personal que nos ama tal cual somos, es cuando todo cambia.
Cuando sentimos que alguien nos mira con amor, nuestra vida da un giro de 180º.
¡Venga tu Reino!
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Al mismo tiempo, al sentirme amado me doy cuenta que soy un regalo para los demás, que mi
historia, con sus más y con sus menos, es un camino marcado por el amor. En fin, que mi historia y
todo lo que soy es algo amable, es algo que he de valorar y he de mirar con alegría. Dios me ha creado,
me ha formado, me ha mandado a una familia… Es en este momento cuando entiendo que todo lo que
soy, con toda mi historia, es un tesoro, del mismo modo el otro es un tesoro para mí, es un regalo. En
una palabra, es mi hermano. A veces podrá tener muchos defectos, pero es mi hermano y lo amo.
Somos hijos del mismo Padre y hemos sido llevados de la mano con todo el amor. Cuando hago la
experiencia de un Dios Padre y del prójimo como hermano, alcanzo la paz.
«Y el Nuevo Testamento nos enseña que el pleno cumplimiento de la justicia es amar al prójimo como a sí
mismo. Cuando nosotros seguimos, con la gracia de Dios, este mandamiento, ¡cómo cambian las cosas!
¡Porque cambiamos nosotros! Esa persona, ese pueblo, que vemos como enemigo, en realidad tiene mi
mismo rostro, mi mismo corazón, mi misma alma. Tenemos el mismo Padre en el cielo. Entonces, la
verdadera justicia es hacer a esa persona, a ese pueblo, lo que me gustaría que me hiciesen a mí, a mi
pueblo.»
(Homilía de S.S. Francisco, 6 de junio de 2015).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy visitaré algún familiar o conocido que esté solo o triste. Voy a llevarle algún detalle que le
pueda alegrar y, si es prudente, lo invitaré a rezar conmigo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
¡Venga tu Reino!
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Sábado 26 de agosto H. Cristian Gutiérrez, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Gracias, Jesús, por estar de nuevo conmigo en este momento de encuentro. Dispón mi corazón para
que sepa acoger todo aquello que me quieres dar. Ilumina mi mente para discernir lo que quieres de
mí. Fortalece mi voluntad para que lo acepte y lo procure con esfuerzo, y dame apertura para dejar
que tu gracia toque mi vida y poco a poco me vaya modelando mejor según tu imagen. María, madre
mía, acompáñame en este rato de oración.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 23, 1-12
En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos: “En la cátedra de Moisés se han sentado
los escribas y fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una
cosa y hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y los echan sobre las espaldas de
los hombres, pero ellos ni con el dedo los quieren mover.
Todo lo hacen para que los vea la gente. Ensanchan las filacterias y las franjas del manto; les
agrada ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; les gusta
que los saluden en las plazas y que la gente los llame ‘maestros’.
Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen ‘maestros’, porque no tienen más que un Maestro
y todos ustedes son hermanos. A ningún hombre sobre la tierra lo llamen ‘padre’, porque el Padre de
ustedes es sólo el Padre celestial. No se dejen llamar ‘guías’, porque el guía de ustedes es solamente
Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el
que se humilla será enaltecido”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Verdad y amor… dan libertad.
Señor, sabes que muchas veces en mi vida actúo como un fariseo. Soy duro de juicio, critico a los
demás; no acepto mis errores pero sí comento los de los otros; vivo en el legalismo de cumplir o no
cumplir sin ir al amor; busco ser el centro de atención y que me traten de manera superior que a los
me rodean.
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Me invitas a no actuar conforme a lo que los demás piensen de mí. Me llamas a vivir de cara
a Ti. Es esto lo que al final me hará una persona libre, sin temores, audaz, feliz. ¡Cuánta tristeza
embarga mi alma cuando busco sólo dejar ante los demás una imagen de lo que no soy!
Me pasa como los perfiles de Facebook en los que miles de fotos presentan y construyen la
imagen de una persona, sin que de verdad muestre todo de ella. Son las imágenes de la apariencia, no
de la verdad. Son imágenes, no personas. Trato de vivir de acuerdo a las modas, a lo que los demás
hacen o dicen, a lo que mis amigos usan o a lo que los famosos tienen. Pero entonces no hay verdad.
Se hace todo sólo para que los demás vean lo «feliz, bueno, cool, divertido, incluso, santo» que soy.
Ayúdame, Señor, a buscar la verdad en mi vida, a buscarla con pasión y sin temor. Ayúdame
a vivir de acuerdo a ella y a transmitirla sin temor. Porque sé que sólo la verdad y amor verdadero me
hacen libre.
«Así Jesús enseña cómo hacer plenamente la voluntad de Dios y usa esta palabra: con una “justicia superior”
respecto a la de los escribas y fariseos. Una justicia animada por el amor, por la caridad, por la misericordia,
y por lo tanto capaz de realizar la sustancia de los mandamientos, evitando el riesgo del formalismo. El
formalismo: esto puedo, esto no puedo; hasta aquí puedo, hasta aquí no puedo... No.»
(Homilía de S.S. Francisco, 12 de febrero de 2017).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy procuraré decir en todo momento la verdad.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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Domingo 27 de agosto
H. Iván González, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Gracias, Dios mío, por invitarme a estar contigo. Las invitaciones nuestras son de voz, de tarjeta.
Las tuyas son de lo más variopintas; entrelazadas entre tantos hechos y realidades. Hoy yo te digo
«sí»: quiero estar aquí y te doy las gracias por haberme invitado. En tus manos, Madre mía.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 16,13-20
En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus
discípulos: «¿Quién dice la gente que es el hijo del hombre?» Ellos le respondieron: «Unos dicen que
eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas». Luego les
preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?». Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: «Tú eres el
mesías, el Hijo de Dios vivo».
Jesús le dijo entonces: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado
ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro, y sobre esta
piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves
del reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo. Todo lo que desates en
la tierra, quedará desatado en el cielo”».
Y les ordenó a sus discípulos que no dijeran nada a nadie que él era el Mesías.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La dicha de poder decir «creo».
Si yo puedo decir con todo mi corazón «Tú eres el mesías, el Hijo de Dios vivo», seré
verdaderamente feliz. Poder creer en Ti, confiar en Ti, vivir cada día de tu mano. ¿Hay mayor
satisfacción que la de saberse unido a su Creador? Durante la angustia, durante la felicidad, siempre
de tu mano. Las penas pasarán, las felicidades… también. Pero Tú nunca. Y de Ti proviene el gozo
más profundo, la felicidad verdadera.
¡Venga tu Reino!
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Quiero llevar a muchas almas a esta realidad, Señor. Llevarlas a la realidad de saberse
amados por Ti. A la realidad de vivir queriendo amarte. Verdaderamente fuiste dichoso, Pedro; y te
doy gracias y doy gracias a Dios. Él que nos regaló la Iglesia para poder participar de esta misma
dicha, de la dicha de poder decir: «creo».
«Es la pregunta decisiva, ante la que no valen respuestas circunstanciales porque se trata de la vida: y la
pregunta sobre la vida exige una respuesta de vida. Pues de poco sirve conocer los artículos de la fe si no se
confiesa a Jesús como Señor de la propia vida. Él nos mira hoy a los ojos y nos pregunta: “¿Quién soy yo
para ti?”. Es como si dijera: “¿Soy yo todavía el Señor de tu vida, la orientación de tu corazón, la razón de tu
esperanza, tu confianza inquebrantable?”. Como san Pedro, también nosotros renovamos hoy nuestra opción
de vida como discípulos y apóstoles; pasamos nuevamente de la primera a la segunda pregunta de Jesús para
ser “suyos”, no sólo de palabra, sino con las obras y con nuestra vida.»
(Homilía de S.S. Francisco, 29 de junio de 2017).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Rezaré un credo con sentido, atención y corazón. Y lo ofreceré por la Iglesia.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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Lunes 28 de agosto H. Rubén Tornero, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Jesús, gracias por este momento que me regalas para poder estar en tu presencia. Te suplico que me
ayudes a creer en Ti. Aumenta mi fe. Dame una fe viva, operante y luminosa capaz de transformar mi
corazón y mi entorno. Aumenta mi confianza. Dame la gracia de esperar siempre en Ti sin desfallecer,
de modo que pueda tener la certeza de que todo lo que me pasa, aunque muchas veces no lo entienda,
Tú lo permites para darme lo que más necesito en cada momento. Aumenta mi amor. Concédeme la
gracia de experimentar tu eterno amor por mí y que este amor me mueva a hacer que los demás
también te conozcan y te amen. Gracias, Jesús. Ayúdame a escuchar con el corazón lo que quieres
decirme hoy.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 23,13-22
En aquel tiempo, Jesús dijo a los escribas y fariseos: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas,
porque les cierran a los hombres el Reino de los cielos! Ni entran ustedes ni dejan pasar a los que
quieren entrar.
jAy de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para ganar un adepto y, cuando
lo consiguen, o hacen toda vía más digno de condenación que ustedes mismos!
¡Ay de ustedes, guías ciegos, que enseñan que jurar por el templo no obliga, pero que jurar por el oro
del templo, sí obliga! ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro o el templo, que santifica
al oro? También enseñan ustedes que jurar por el altar no obliga, pero que jurar por la ofrenda que
está sobre él, sí obliga. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar, que santifica a la
ofrenda? Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él. Quien jura por el
templo, jura por él y por aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por
aquel que está sentado en él”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Dios ama también a los fariseos.
¡Venga tu Reino!
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Hoy, Jesús, diriges palabras muy fuertes contra los fariseos. Los llamas hipócritas, ciegos e
insensatos. Parecería que son los malos de la película, los villanos del evangelio; y sin embargo, son
tus hijos… ¡Y los amas!
Me resulta difícil entender que amas a todos infinitamente, pero a cada uno de diverso modo.
Mi amor es limitado. El escucharte denunciar a los fariseos, me parece más una iracunda sentencia
de juez que un amoroso regaño de papá. Seguramente no les gustó el regaño, pero Tú sabías que lo
necesitaban, al igual que la mamá del niño enfermo le da la medicina aunque a éste no le guste.
Lo mismo pasa con los fariseos: cuando los corriges, no quieres fastidiarlos, sino mostrarles
que los amas tanto, que estás dispuesto a sacrificarlo todo con tal de salvarlos.
Y tantas veces haces conmigo lo mismo. Mandas situaciones que no entiendo, eventos que
me hacen sufrir, y yo, en lugar de verlos como muestras de tu amor, como la medicina de la que
sacarás un bien para mí, me quejo tanto y pierdo de vista el inmenso amor que me tienes.
Perdóname, Jesús. Te agradezco de corazón todo. Lo que me ha parecido bueno y lo que no.
Confío en que todo lo has hecho por mi bien, aunque no siempre lo entienda. Dame la gracia de
aceptar todo lo que Tú me quieras dar y de darme cuenta que nunca es tarde para amarte.
«Las disimulaciones son vergonzosas, siempre; son hipócritas, porque hay una hipocresía hacia los demás. A
los doctores de la ley el Señor dice: “hipócritas”. Pero, hay otra hipocresía: afrontar a nosotros mismos, es
decir cuando yo creo ser otra cosa distinta de lo que soy, creo que no necesito sanación, no necesito apoyo;
creo que no estoy hecho de barro, que tengo un tesoro “mío”. Y esto es el camino, es el camino hacia la
vanidad, la soberbia, la autorreferencialidad de los que no sintiéndose de barro, buscan la salvación, la
plenitud de si mismos. No se debe olvidar nunca por ello, que es la potencia de Dios lo que nos salva.»
(Homilía de S.S. Francisco, 16 de junio de 2017, en santa Marta).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy voy a aceptar de buena gana las pequeñas dificultades del día.
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Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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Martes 29 de agosto
El martirio de san Juan Bautista
H Hiram Samir Galán Jaime, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo a fin de que sea capaz de
conquistar el corazón de mis hermanos para llevarlos a Ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 6, 17-29
En aquel tiempo, Herodes había mandado apresar a Juan el Bautista y lo había metido y encadenado
en la cárcel. Herodes se había casado con Herodías, esposa de su hermano Filipo, y Juan le decía: "No
te está permitido tener por mujer a la esposa de tu hermano". Herodías sentía por ello gran rencor
contra Juan y quería quitarle la vida, pero no sabía cómo, porque Herodes miraba con respeto a Juan,
pues sabía que era un hombre recto y santo, y lo tenía custodiado. Cuando lo oía hablar, quedaba
desconcertado, pero le gustaba escucharlo.
La ocasión llegó cuando Herodes dio un banquete a su corte, a sus oficiales y a la gente
principal de Galilea. La hija de Herodías bailó durante la fiesta y su baile les gustó mucho a Herodes
y a sus invitados. El rey le dijo entonces a la joven: "Pídeme lo que quieras y yo te lo daré". Y le juró
varias veces: "Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino".
Ella fue a preguntarle a su madre: "¿Qué le pido?" Su madre le contestó: "La cabeza de Juan
el Bautista." Volvió ella inmediatamente junto al rey y le dijo: "Quiero que me des ahora mismo, en
una charola, la cabeza de Juan el Bautista".
El rey se puso muy triste, pero debido a su juramento y a los convidados, no quiso desairar a
la joven, y enseguida mandó a un verdugo que trajera la cabeza de Juan. El verdugo fue, lo decapitó
en la cárcel, trajo la cabeza en una charola, se la entregó a la joven y ella se la entregó a su madre.
Al enterarse de esto, los discípulos de Juan fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.
Palabra del Señor.
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Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Una auténtica vida cristiana.
Todos los cristianos tenemos vocación de profetas, es decir, todos, por nuestro bautismo, tenemos el
deber de recordar al mundo los mandamientos de Dios; de vocear y predicar a todos el Evangelio y,
sobre todo, de acercar a las demás personas a Dios a través de nuestro testimonio de coherencia y
autenticidad.
San Juan Bautista fue fiel al Señor hasta el final. Atrajo a multitudes de pecadores hacia Dios.
Y todo esto lo hizo, no gracias a sus grandes cualidades, o a sus enormes apostolados. Lo que más
atraía de él era su ejemplo de fidelidad y su entrega total a Dios, hasta el punto de derramar su sangre
antes que traicionar su conciencia.
Ser cristiano auténtico en nuestra sociedad actual, es difícil. Constantemente tendremos que
sufrir miles de martirios pequeños en nuestra vida, pero, ¿qué prefiero? ¿Agradar primero a los
hombres o ser fiel y agradar a Dios?
«Juan Bautista, en su celda, solo, angustiado, manda a sus discípulos a preguntar a Jesús: “¿eres tú o debemos
esperar a otro?”. Y luego el capricho de una bailarina y la venganza de una adúltera le corta la cabeza:
termina así el grande Juan Bautista, del cual Jesús dice que era el hombre más grande nacido de una mujer.
El apóstol cuando es fiel no se espera otro final que el de Jesús. Efectivamente se da el despojamiento del
apóstol: es desnudado, sin nada, porque ha sido fiel. Y tiene la misma sabiduría de Pablo: Solamente el Señor
ha estado a mi lado, porque el Señor no le deja y ahí encuentra su fuerza.»
(Cf Homilía de S.S. Francisco, 18 de octubre de 2016).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Sin miedo, buscaré, con prudencia y cuando tenga la oportunidad, hablar de Dios a alguien que vea
que lo necesita.
Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
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Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
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Miércoles 30 de agosto
H. Adrián Olvera, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Señor, dame la gracia de reconocerte como el tesoro más grande que haya encontrado.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 13, 44-46
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en
un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y
compra aquel campo.
El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una
perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Quién puede ser?
La experiencia de haber encontrado algo grande, único, algo valioso, hace que aquél que lo
encuentra se sienta especial. Hace que la vida ordinaria se vuelva extraordinaria; que el trabajo, los
quehaceres, los problemas, y también lo hermoso de la vida, tomen un sentido muy particular, un
sentido de esperanza, un sentido que indica que hay un por qué hay un camino que recorrer.
El encuentro con Dios es una experiencia que me hace sentir único, valioso y especial. Es
una experiencia que me hace ver lo extraordinaria que es la vida, aun con sus partes obscuras y
tenebrosas; que me hace encontrar el sentido desde lo más sencillo hasta lo más importante de mi
vida… Es un encuentro personal.
Es un encuentro con aquello que siempre he buscado. Un encuentro que me lleva a ver lo
esencial de la vida. Que me lleva a ver lo pasajero de los minutos pero lo valioso del tiempo. Es un
tesoro que me llena de alegría… que no tiene comparación.
¡Venga tu Reino!
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Definitivamente es un encuentro que me hace sentir miedo al tan sólo pensar en perderlo,
pues si no es Dios lo más grande que tengo… ¿Quién o qué puede ser?
«Hacerse humildes es descentrarse, salir del centro, reconocerse misericordiosos en Dios, mendicantes de
misericordia: es el punto de salida para que sea Dios quien obre. Un presidente del Consejo Ecuménico de las
Iglesias describió la evangelización cristiana como “un mendicante que dice a otro mendicante donde
encontrar el pan”. Creo que san Pablo habría aprobado. Él se sentía “Llenado por la misericordia” y su
prioridad era compartir con los demás su pan: la alegría de ser amados por el Señor y de amarlo. Este es
nuestro bien más precioso, nuestro tesoro, y en este contexto Pablo presenta una de sus imágenes más
conocidas, que podemos aplicar en todos nosotros: “llevamos este tesoro en recipientes de barro”. Somos sólo
recipientes de barro, pero custodiamos dentro de nosotros el tesoro más grande del mundo.»
(Homilía de S.S. Francisco, 26 de febrero de 2017).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Vivir este día en actitud de agradecimiento por el don de la fe, de la esperanza y del amor.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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Jueves 31 de agosto.
H. Javier Castellanos, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Gracias, Padre, por tu amor y generosidad. A manos llenas y gratuitamente bendices a tus hijos.
Gracias por tantas cosas que me has dado a mí en particular: por aquello en concreto que más aprecio,
y también por lo que me das sin que lo sepa o que tal vez me cuesta aceptar.
Ayúdame, Padre, a saber usar con sabiduría todo aquello que me has regalado. Que todo lo
que está en mis manos sirva para santificar tu nombre, extender tu Reino y cumplir tu voluntad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 24, 42-51
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Velen y estén preparados, porque no saben qué día va
a venir su Señor. Tengan por cierto que si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón,
estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. También ustedes estén
preparados, porque a la hora que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre.
Fíjense en un servidor fiel y prudente, a quien su amo nombró encargado de toda la
servidumbre para que le proporcionara oportunamente el alimento. Dichoso ese servidor, si al regresar
su amo, lo encuentra cumpliendo con su deber. Yo les aseguro que le encargará la administración de
todos sus bienes.
Pero si el servidor es un malvado, y pensando que su amo tardará, se pone a golpear a sus
compañeros, a comer y a emborracharse, vendrá su amo el día menos pensado, a una hora imprevista,
lo castigará severamente y lo hará correr la misma suerte de los hipócritas. Entonces todo será llanto
y desesperación"
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Fiel y prudente.
Cada uno de nosotros ha recibido un encargo muy especial. Dios nos ha llenado de dones: interiores
y exteriores, espirituales y materiales, personales y compartidos. Todas estas bendiciones vienen de
su mano y sabemos que al final de nuestra vida tendremos que rendir cuentas del bien que hemos
podido hacer con ellas. Por eso Cristo nos invita hoy a ser prudentes en la administración.
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El siervo fiel y prudente se encuentra cumpliendo su deber en todo momento. No importa si lo
están vigilando o se encuentra solo, él sabe que está a cargo y se hace responsable. Es prudente porque
en cualquier circunstancia se pregunta: «¿Qué quiere mi Señor que haga con esta riqueza?» Nosotros
también podemos aprender esta prudencia; que todas nuestras decisiones durante el día estén
ordenadas según un criterio central: ¿Qué quiere Dios de mí ahora? Este momento que tengo a
disposición, estos bienes que poseo, ¿para qué es mejor usarlos? ¿En dónde hay que invertir este
«dinero»?
Más en detalle, ¿qué significa cumplir el deber y administrar con prudencia? En la parábola
Cristo nos muestra el ejemplo negativo: un hombre que sólo piensa en sí mismo, que come y bebe y
maltrata a los demás. De ahí podemos imaginar qué es lo que Dios quiere. Tenemos dones y riquezas
interiores para el bien de los demás. Así como Jesús, que vino al mundo para servir, más que para ser
servido. Somos prudentes, verdaderamente prudentes, en nuestras decisiones, si «administramos»
siempre en beneficio de los demás. Más que pensar en lo que a mí me gusta, tener como criterio el
bien de mi familia, dar gusto a quien se encuentre a mi lado, llevar a Dios y ayudar en lo que pueda a
todo el que me necesite. ¡Ésta es la administración que Cristo premiará!
Como hijos de Dios, el Padre nos ha encargado alguna porción de su casa y de su familia.
Agradezcamos la confianza que pone en nosotros. Pidámosle su ayuda para saber usar bien los
dones que nos ha dado. Decidamos hoy vivir para servir.
«Estamos llamados a ensanchar los horizontes de nuestro corazón, a dejarnos sorprender por la vida que se
presenta cada día con sus novedades. Para hacer esto es necesario aprender a no depender de nuestras
seguridades, de nuestros esquemas consolidados, porque el Señor viene a la hora que no nos imaginamos.
Viene para presentarnos una dimensión más hermosa y más grande.
Que Nuestra Señora, nos ayude a no considerarnos propietarios de nuestra vida, a no oponer resistencia
cuando el Señor viene para cambiarla, sino a estar preparados para dejarnos visitar por Él, huésped esperado
y grato, aunque desarme nuestros planes.»
(Cf Homilía de S.S. Francisco, 27 de noviembre de 2016).
Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy buscaré compartir con otros algo que me agrada a mí.
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Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.