Vicente Barrantes

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1 A VUELTAS CON EL VERDADERO PARADERO DE LA TUMBA DE VICENTE BARRANTES Los bibliófilos, esos hombres tan extraños en estos tiempos de lecturas superficiales y vacuas, capaces de guardar todo tipo de papeles que puedan ayudarnos en el futuro a desenmarañar cualquier duda que se nos presente, vamos a dar nuevamente respuesta a una falsa noticia que se ha venido dando como buena respecto al enterramiento del prestigioso académico (don Vicente Barrantes fue académico de la Real de la Lengua, de la Historia y de San Fernando) y que ha servido para que a estas alturas de la historia, siga utilizándose el dato como inamovible. Había nacido en Badajoz, un 24 de marzo de 1829 y, como tantos jóvenes extremeños de clase media sin recursos económicos había ingresado en el Seminario de San Atón, lugar común en el que podemos encontrar los nombres de muchos de los más importantes personajes de las letras extremeñas de aquellos tiempos. La muerte temprana de su padre anuló cualquier posibilidad de proseguir los estudios en dicha institución

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Había nacido en Badajoz, un 24 de marzo de 1829 y, como tantos jóvenes extremeños de clase media sin recursos económicos había ingresado en el Seminario de San Atón

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A VUELTAS CON EL VERDADERO PARADERO DE LA TUMBA DE

VICENTE BARRANTES

Los bibliófilos, esos hombres tan extraños en estos tiempos de lecturas

superficiales y vacuas, capaces de guardar todo tipo de papeles que puedan

ayudarnos en el futuro a desenmarañar cualquier duda que se nos presente,

vamos a dar nuevamente respuesta a una falsa noticia que se ha venido

dando como buena respecto al enterramiento del prestigioso académico

(don Vicente Barrantes fue académico de la Real de la Lengua, de la

Historia y de San Fernando) y que ha servido para que a estas alturas de la

historia, siga utilizándose el dato como inamovible.

Había nacido en Badajoz, un 24 de marzo de 1829 y, como tantos

jóvenes extremeños de clase media sin recursos económicos había

ingresado en el Seminario de San Atón, lugar común en el que podemos

encontrar los nombres de muchos de los más importantes personajes de las

letras extremeñas de aquellos tiempos. La muerte temprana de su padre

anuló cualquier posibilidad de proseguir los estudios en dicha institución

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religiosa, teniendo que ganarse la vida de los suyos con un trabajo como

escribano del Cuerpo de Administración Militar.

Nunca llegaría a terminar carrera alguna, pero su gran inquietud por

la cultura y su claro entendimiento hicieron de él un gran erudito, sobre

todo en cuestiones relacionadas con su tierra extremeña.

Como tantísimos extremeños de todos los

tiempos que hemos pretendido salir de los

limitados campos profesionales y culturales a que

Extremadura nos condenaba a los muchachos sin

recursos económicos, en 1848, se trasladará a vivir,

ya para siempre, el joven Barrantes a Madrid. Son

años de incertidumbres, de soledades dolorosas

donde la falta de cariño materno y la nostalgia por

la tierra hagan vacilar en mucha ocasiones la

voluntad de seguir en la capital del reino.

Pero Madrid ha tenido siempre un encanto especial para los jóvenes

de provincia, y Barrantes, que desde que pisó suelo madrileño soñaba con

abriese camino en el mundo literario, frecuentaría el mundo de la bohemia

literaria que por aquellos años de mediados del siglo XIX se reunía

alrededor de una mesa de mármol en cualquier café madrileño para

arroparse en sus miserias y alimentarse con los deseos de triunfos venideros

a falta de alimentos verdaderos con los que llenar sus estómagos. Este

cuadro lo completaba el extremeño malviviendo en una concurrida pensión

de la calle Jacometrezo.

Será por aquellos años de penalidades e ilusiones en Madrid cuando

comience sus primeras incursiones en el mundo del periodismo y en

estudios históricos y bibliográficos. Hombre de gran talante satírico,

redactó por aquello años una revista titulada La Píldora, que fue prohibida

por el Gobierno. Sus mejores trabajos periodísticos podemos encontrarlos

en La Ilustración Española, en Las Novedades, El Semanario Pintoresco

Español, La Ilustración Católica y Los Niños, de Madrid, y en El Mundo

Ilustrado, de Barcelona. Utilizó a veces los seudónimos de Publicio y

Abate Cascarrabias en la prensa, y Modesto Infante, Bachiller Clarín

Brocado y Barvic para publicar libros.

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Don Joaquín Entrambasaguas y Peña, en un hermoso trabajo sobre

Mariano José de Larra titulado: Reliquias románticas, nos cuenta de los

amores del recién llegado Barrantes con la hija mayor de Fígaro, doña

Baldomera, a la que seguramente había conocido a través de su hermano

Luis Mariano de Larra, contertulios ambos en el café Levante, amores

desconocidos para muchos, pero confirmados de propia mano por

Barrantes, cuando en el libro manchado por la sangre del suicida escribe:

Este ejemplar de Macías se hallaba sobre la mesa del desgraciado Fígaro

cuando se suicidó. Suyas son las dos manchas de sangre que tiene en la

página 28. El ejemplar se hallaba en rama, cosa entonces más frecuente

que hoy, y que me fue regalado por Luis Mariano de Larra con otros

recuerdos de su padre en tiempos de mis amores con su hermana

Baldomera. Y a continuación, con letra más moderna: Letra de mi padre,

Vicente Barrantes, a quien he oído referir estos muchas veces. Madrid, 13

mayo 1904. Barrantes (Rública)

Amante de su tierra, fue nombrado por

méritos propios más que suficientes, Cronista

Oficial de Extremadura, denunciando los

innumerables saqueos, destrozos y rapiñas que

se venían cometiendo sobre el patrimonio

artístico y monumental extremeño desde la

Desamortización de Mendizábal, sobre todo

con el monasterio de Nuestra Señora de

Guadalupe, cuyos tesoros fueron

desapareciendo en pocos años, víctimas de

especuladores sin escrúpulos. Sus grandes

conocimientos bibliográficos hicieron que

denunciara el saqueo y venta al por mayor a ropavejeros y comerciante de

papel de la rica y bien surtida biblioteca monacal, cuyos libros, cuenta la

leyenda (y hay que creerla a tenor de las donaciones de libros por parte de

los vecinos de la zona muchos años después) fueron sacados en carros

tirados por mulas. La avaricia de los comerciantes o de los transportistas

ante tan suculento y barato bocado comercial hizo que llenaran los carros

con tantos libros que al subir las empinadas cuestas de las Villuercas los

animales no pudieran con la carga, por lo que los carreteros, para aligerar

peso, iban tirando libros a las cunetas del camino.

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Tampoco podemos olvidar que fue él quien en un denodado esfuerzo

por recuperar parte de lo perdido, inició una campaña para comenzar la

reconstrucción del monasterio de Guadalupe, consiguiéndolo, e iniciando

nuevamente la perdida biblioteca, donando la suya propia, en donde había

muchos libros de indiscutible calidad bibliográfica, así como

numerosísimos sobre la historia de Extremadura.

Todo este interés por su patria chica

quedará patente, además de lo ya dicho, en su

colaboración en la Comisión de monumentos de

la provincia de Badajoz, junto a Tomás Romero

de Castilla, su nombramiento como socio de la

Real Sociedad Económica de Amigos del País,

donde colabora a engrandecer su espléndida y

hoy, desafortunadamente, desaprovechada

biblioteca, su colaboración imprescindible en la

revista El Folklore frexnense y bético

extremeño, el ya citado nombramiento como

Cronista Oficial de Extremadura y, los que a

nosotros nos parece más importante, su enorme esfuerzo en la monumental

obra titulada: Aparato bibliográfico para la Historia de Extremadura, cuyo

primer tomo sale a la luz en el año 1875 y el tercero y último en el año

1877, recopilando sus impresiones, datos y noticias de su tierra natal,

siendo: no ya meramente acopio y clasificación de materiales históricos –

como él decía– sino traza también, cuerpo de doctrina, exposición

metódica de las grandes tesis y síntesis de la raza extremeña, desde las

más remotas edades, ha producido en el desarrollo de nuestra grandeza

nacional…

Barrantes, hombre muy acreditado entre sus contemporáneos por la

amplitud de sus conocimientos, será nombrado en 1871 Académico de la

Historia, ocupando la vacante dejada a su muerte por don Modesto

Lafuente. El día 14 de enero de 1872, con motivo de su posesión, leerá un

magnífico discurso con el título de: Isabel la Católica en Extremadura,

contestado por su amigo don Antonio Cánovas del Castillo. Lógicamente,

su entrada en la Academia de la Lengua y el posterior discurso sobre: La

importancia de Extremadura en la conquista de tierras americanas en el

siglo XVI a través de sus mejores hijos, verdaderos sansones en fortaleza

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física y acreditada fe en Dios, al que llevaron como estandarte de sus

triunfos y del que gustosamente predicaron su doctrina salvadora, fue

calurosamente recibido en su tierra de nacimiento con la publicación del

texto original y con honores y nombramientos oficiales, tan socorridos en

estos casos.

En el primer gobierno de Antonio

Cánovas del Castillo fue nombrado Director

General de la Administración en Filipinas,

miembro del consejo del gobernador y su

secretario; ya toda su vida se interesaría por

la hispanización del archipiélago. Publicó al

respecto obras como su Teatro tagalo

(1889), donde sostiene que los filipinos son

incapaces de pensamiento creativo tras

analizar su teatro religioso tradicional, lo

que le valió las pullas de José Rizal;

Apuntes interesantes sobre las Islas

Filipinas que pueden ser útiles para hacer

las reformas convenientes y productivas

para el país y para la nación escritos por un español de larga experiencia

en el país y amante del progreso (1869) Madrid : [s.n.], 1869 (Imp. de El

Pueblo) o su La instrucción primaria en Filipinas de 1586 a 1868; su

pensamiento en estos aspectos es colonialista.

Fue consejero de Instrucción Pública y académico de la Historia

(1872) y de la Lengua (1876), diputado a Cortes y senador por Cáceres en

las legislaturas 1891-1893 y 1896-1898. Su Diccionario de extremeños

ilustres inédito se ha perdido. Imprimió la Recopilación en metro del

bachiller Diego Sánchez de Badajoz Madrid: Librería de los Bibliófilos

Fernando Fé, 1882-1886 y editó, con prólogo y notas a cuatro tintas y con

ilustraciones (litografías y una fotografía), de Lope de Vega, Soliloquios

amorosos de un alma a Dios (Madrid: Imp. de Prudencio Cuartero, 1863),

para lo cual utilizó el texto de la edición que publicó en Roma, 1646,

Leonardo de San José. Tradujo, de Alejandro Dumas, El Conde de Monte-

Cristo (Madrid: Murcia y Martí, 1861) y La piel de zapa de Balzac

(Madrid, 1854), para el folletín de Las Novedades.

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Intentó adentrarse en el mundo del teatro escribiendo en

colaboración con Cándido Barrios el drama en verso y prosa Laura de

Monroy, o Los dos maestres Madrid: Vicente de Lalama, 1850. Su novela

histórica en dos volúmenes Juan de Padilla (Madrid, 1855-1856) fue

prohibida por la autoridad eclesiástica a causa de sus pasajes anticlericales,

por edicto del 28 de diciembre de 1857.

Hombre polifacético y con grandes conocimientos en diferentes

materias culturales, dará a la imprenta importantes trabajos, tan alejados

entre sí, como: Barros emeritenses, donde narra sus experiencias como

director de las excavaciones en la ciudad romana de Mérida, La patria de

Vasco Díaz (1882), El teatro Tagalo (1890), Los extremeños en América

(1892), Las Jurdes y sus leyendas (1893), Una visita al Monasterio de

Guadalupe (1894-95), los Apuntes para un catálogo de impresores, o su

magnífica Biografía de Arias Montano, en cuyo homenaje en su pueblo

natal de Fregenal de la Sierra colaboró de manera principal.

Después de una vida intensa, cansado y

minado por diferentes enfermedades, a su

regreso a España se retira a descansar a las

afueras de Madrid, Pozuelo de Alarcón, donde

inválido y paralizado por reúma muere el 16

de octubre de 1898.

A continuación de estos breves apuntes

biográficos, vamos nosotros a comenzar lo

que verdaderamente nos importa en estos

momentos como es el destino de sus restos

mortales.

Removiendo papeles viejos entre

nuestros numerosos depósitos acumulados en

más de cuarenta años de rebusca, nos

encontramos con el primer número de la

Revista de Extremadura, fechada en enero de 1899, es decir pocas fechas

después del fallecimiento del personaje aquí reseñado, (Pozuelo de

Alarcón, 16 de octubre de 1898)

Esta importantísima revista cultural y científica fue la respuesta de

un grupo de sabios cacereños (Daniel Berjano, Joaquín Castel, Manuel

Castillo, el Marqués de Castrofuerte, Gómez Santana, Publio Hurtado,

Gabriel Llabrés, Vicente Paredes y Sanguino Michel) a la profunda crisis

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de identidad nacional que se produjo con la derrota naval por las fuerzas de

los Estados Unidos de América sobre la flota española, lo que, entre otras

muchas desgracias para España, significó la pérdida de las últimas colonias

americanas como lo fueron Cuba, Filipinas y Puerto Rico, una vez firmado

el Tratado de Paz en París.

Este desastre, no por muy esperado, o cuanto menos con muchas

posibilidades de que así sucediera, dado la calamitosa política llevada a

cabo por los gobiernos de España en los territorios de ultramar y los

intereses económicos y militares de la ya potencia americana que

necesitaba expandir su poderío, hizo que saltaran en pedazos todos los

mecanismos políticos y sentimentales de una nación que había sido durante

muchos siglos la gran potencia militar, y desde luego, la gran dominadora

de los mares de todos el mundo con su flota de barcos que comerciaban e

influían en el equilibrio comercial, político y militar de todas las tierras

conocidas.

La pérdida de los territorios de

ultramar (Cuba era una provincia más

de España), y la derrota de lo que se

consideraba una flota, si no invencible

sí poderosa, hizo que la nación quedara

paralizada, empobrecida y sin

horizontes. Fue entonces cuando

aparecen los primeros síntomas de

desunión en el propio territorio

nacional y muchas son las voces de

políticos provinciales reivindicando sus propia personalidad territorial,

continuación de la Revolución cantonal producida entre julio de 1873 y

enero de 1874, por parte de los republicanos federales intransigentes,

contra la Primera República, fracasada en un corto espacio de tiempo.

Este desánimo en el pueblo español, esta constatación de derrota y

fracaso está perfectamente reflejada en las obras literarias de lo que

después se llamó Generación del 98 (Azorín, Baroja, Unamuno, Maeztu,

Valle-Inclán, Ganivet, Machado, etc.)

Pero no sólo en estos grandes escritores podemos ver el daño

causado por este acontecimiento. En algunas regiones españolas empiezan

a aparecer, como otra forma de reivindicación de lo propio y alejado de lo

nacional, obras escritas en los dialectos de la zona: Rosalía de Castro, en

Galicia, José María Gabriel y Galán y Luis Chamizo en Extremadura,

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Vicente Medina en Murcia, Maragall en Cataluña, etc., que tuvieron una

aceptación y un éxito editorial más que significativo entre el público.

Naturalmente, el mundo editorial se convulsionó con estos nuevos

movimientos reivindicativos y empezaron a proliferar revistas culturales y

científicas ensalzando lo regional y dando paso a una multitud de

escritores, hasta esos momentos desconocidos o poco publicados, que

continuaron el camino de los más destacados.

Así surge la Revista de

Extremadura, una revista que hasta su

desaparición en 1911, fue, en palabras

del prestigioso filósofo Ortega y

Gasset: el más serio y valioso esfuerzo

que en provincias se ha hecho de

aportación a la cultura. Como el

camino ya estaba abierto, a la

desaparición de esta importantísima

revista apareció, también en Cáceres, la

Revista Archivo Extremeño, de corta trayectoria pero de gran enjundia

literaria y a la desaparición de ésta, surge la revista Alcántara, cuya

trayectoria ha tenido varias etapas y que hoy, afortunadamente sigue

publicándose en Cáceres. También Badajoz, la otra provincia extremeña,

va ver nacer otro gran proyecto cultural, seguramente arrastrado por el ya

fenecido en Cáceres y, todos los hombres de la cultura extremeña juntos,

van a dar vida a la Revista de Estudios Extremeños, en la que desde el años

1929 hasta la fecha han colaborado las plumas más importantes de

Extremadura y nacionales.

Cotejando este primer número de la Revista de Extremadura, Tomo

I, Cuaderno I, Enero de 1899, en su primera página aparece un sentido

homenaje de su director, Sanguino Michel, a la figura del desaparecido

Vicente Barrantes, a quien le había ofrecido las páginas de la citada revista

para publicar en ella sus trabajos. Es aquí, en este primer número de la

Revista Extremadura y de la mano de su director Sanguino Michel donde

va a dar comienzo el error del enterramiento del bibliófilo extremeño,

cuando literalmente nos dice; Llegó el 17 de Octubre de 1898, y del ilustre

paladín de Extremadura la parte principal, volvióse al cielo; los ojos que

anhelosos le miraban, se nublaron; la Fama tendió sus alas para pregonar

la nueva, y mientras se daba tierra á sus despojos en Pozuelo, Badajoz

donde tuvo su cuna, presa de grande amargura, trataba de perpetuar la

memoria del hijo que perdía, de un modo digno.

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Sanguino Michel, seguramente en su afán de homenajear a tan digno

personaje, no contrastó la noticia del enterramiento de Barrantes y los

demás escritores que han escrito sobre él han seguido confundiendo la

noticia, que si bien no altera la importancia del escritor, sí, creemos

nosotros, debe ser conocida por los extremeños, toda vez que tan ilustre

paisano no merece tan cruel olvido, ni mucho menos las condiciones en que

desde hace muchísimos años se encuentra su tumba.

Vamos nosotros a relatar cómo descubrimos la verdadera tumba del

insigne escritor pacense y los pasos que tuvimos que dar hasta dar con su

insondable y olvidado destino:

Cuando en el año 2004 nos pusimos a

trabajar en el libro Escritores extremeños en los

Cementerios de España (tomos I y II)

publicado por Beturia Ediciones, pudimos ver

en los periódicos madrileños los primeros

movimientos por parte de las autoridades

académicas para celebrar dignamente el 4º

Centenario de la publicación de El Quijote,

obra de nuestro más importante escritor como

lo es Miguel de Cervantes. Naturalmente, en

dicho homenaje, entre otras muchas

manifestaciones públicas se hablaba de la

tumba de Cervantes. ¿Pero dónde está la tumba

de Cervantes? Se preguntaban algunos

periodistas, aunque no recibieran respuestas claras sobre el asunto.

Los españoles, que nunca hemos sido muy dados a hacer alabanzas

de los vivos que han alcanzado la fama por cualquier motivo digno de

mencionarse, no lo íbamos a hacer una vez muertos. Sólo en un país como

este, donde la envidia es el mayor de nuestros pecados, es capaz de

escribirse sin rubor: el muerto al hoyo y el vivo al bollo, dando a entender

que la muerte todo lo borra, y más aún si le acompaña la Fama.

Naturalmente, Cervantes, como Lope, Calderón, Quevedo, Herrera,

Velázquez… (y así hasta un sinfín de nuestros grandes hombres de letras,

de ciencias o de la milicia) por la desidia de nuestras autoridades y,

naturalmente, del pueblo, han desaparecido o se encuentran en paradero

desconocido, como consecuencia de nuestras constantes guerras tribales,

destrucción de monumentos o especulación del suelo que hizo que los

antiguos cementerios fueran clausurados en el siglo XIX para dar paso al

ensanche de las ciudades, pero que nadie con dos dedos de frente reclamara

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(salvo en contadísimos casos –Larra y Espronceda–) los restos de nuestros

más grandes personajes.

Conmovidos por estas noticias, nos propusimos trabajar sobre las

biografías de personajes extremeños (sobre todo del mundo de las Letras),

pero, señalando siempre fotográficamente su lugar de enterramiento para

que no ocurriera como en los casos antes mencionados. Queríamos dejar

constancia visual de la tumba de nuestros grandes hombres, como un

homenaje a ellos y una contribución a los posibles investigadores o lectores

que se preguntaran por sus últimos destinos.

No nos interesa la muerte (aunque

muchas veces esta sea más literaria que la

propia obra del escritor, como es el caso de

Meléndez Valdés), pero no está demás que

aunque el mejor homenaje que se le pueda

hacer a un escritor es leer sus libros, que en

algún momento las autoridades Autonómicas

o municipales (tambien las Académicas)

presten atención y cuiden (como se hacen en

otros muchos paises de Europa) las tumbas

de nuestros personajes.

Mucho tiempo y muchas horas de

investigación nos ha llevado encontrar estos

últimos destinos de los restos mortuorios de

los 32 personajes aquí biografiados en los tres tomos publicados, a los

queremos añadir en pocas fechas un cuarto tomo, pero, estamos seguros,

son muchas más las satisfacciones que las posibles molestias de andar

buscando por los cementerios de España sus tumbas. Nuestro humilde

trabajo dará respuesta a muchas preguntas sobre sus últimos destinos y

facilitará el trabajo de posteriores investigadores.

Cuando nos pusimos a trabajar en la biografía de don Vicente

Barrantes también caímos en la trampa de dar como válida la noticia de

Sanguino Michel, por lo que comenzamos a indagar noticias sobre su

muerte y posterior enterramiento en Pozuelo. Curiosamente, es el personaje

que más se nos ha resistido y del que más tiempo hemos empleado en su

búsqueda, pues parecía que la fatalidad nos perseguía y solamente nuestra

constancia y deseos de no darnos por vencidos nos llevó a un feliz término.

Sus restos mortales no tuvieron suerte: el tiempo y las nuevas

tecnologías borraron, en un principio, sus huellas, toda vez que ni en su

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archivo personal de la Real Academia de la Historia, ni en de la Lengua, ni

en la de San Fernando (Barrantes, como ya hemos dicho anteriormente fue

miembro de las tres Academias), conocían el dato del lugar de su último

reposo.

Una esquela publicada en

un periódico de la fecha

consultado en la Hemeroteca

Nacional nos puso en el inicio

de nuestras investigaciones, ya

que después de enumerar sus

múltiples cargos, títulos y

condecoraciones, terminaba

enunciando: Ruegan a sus

amigos se sirvan encomendar su

alma a Dios y asistir a la

conducción del cadáver que

tendrá lugar el día 18 del actual

–octubre de 1898– a las once de

la mañana, desde la puerta

exterior de la estación del Norte

al cementerio de la Sacramental de San Justo.

¡Más de un año nos costó

encontrar su tumba! La mala

suerte hizo que la

informatización que se ha

realizado en dicha Sacramental

(como en todos los cementerios de Madrid) y que abarca desde 1848 hasta

nuestros días, se olvidaran de nuestro escritor y político, teniendo que

recurrir a la paciencia y a la ayuda de su Director-Gerente señor Pino, para

que con su permiso y guía, consultar nosotros ficha a ficha con los apuntes

manuales que se hacían por aquellos años de finales del siglo XIX.

Pero el resultado de nuestro esfuerzo nos recompensó de manera

equívoca; si bien el lugar de su enterramiento no dejaba lugar a dudas, el

humildísimo nicho fue hace muchos años dañado por las filtraciones del

agua de la lluvia y por el abandono de tan antiguas galerías, habiendo

perdido muchos de los enterramientos sus lápidas originales. Un posterior

arreglo de las galerías motivada por la construcción de nuevos nichos han

adecentado el lugar, pero sin que se hayan repuesto sus antiguas y

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arruinadas lápidas, ni señalado a quién pertenecen cada nicho. Fue el

mismo director del citado cementerio quien amablemente nos acompañó en

esta ocasión para certificar, documento en mano, la certeza de la propiedad

del nicho.

Vicente Barrantes, el gran bibliófilo extremeño, ha sido olvidado por

todos, y así permanecerá si nadie lo remedia, hasta su completa

desaparición. Creemos, y no estamos muy alejados de esta verdad, que

desde 1898, fecha de su enterramiento, hemos sido los únicos extremeños

que aunque sea por motivos tan peculiares como es el de fotografiar su

tumba, nos hemos acercado hasta tan olvidado lugar.

Sin embargo, y este es el segundo motivo de este trabajo literario,

quisiéramos públicamente dar a conocer dicho lugar de enterramiento a la

espera de que posibles investigadores alienten a las autoridades extremeñas

a recuperar dignamente sus restos, o su lugar de enterramiento, como un

último homenaje a quien tanta gloria dio a Extremadura, su tierra y la

nuestra.

Vicente Barrantes Moreno

Sacramental de San Justo

Nicho de Adultos, fila 6, nº 9, 3ª sección

Patio de Santa Gertrudis

El mejor homenaje que nosotros podemos ofrecerle a un personaje

tan contradictorio en lo personal y político, como importante para la

Historia de Extremadura, serán las palabras de su amigo don Antonio

Cánovas del Castillo: Su amor al saber, su laboriosidad incansable, su

afanosa y discreta curiosidad, su modesta, sincera y constante profesión en fin, de un hombre de letras.

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Bibliografía de Vicente Barrantes

Poesía

Baladas españolas, Madrid: Imp. de Julián Peña, (1853, segunda

edición 1865 con un prólogo de Luis de Eguílaz y un artículo crítico

de Agustín Bonnat). Reeditado por Gregorio Torres Nebrera,

Badajoz: Carisma Libros, 1999.

Días sin sol, (1875) poesías filosóficas; incluye una carta de Antonio

Trueba.

Epistola religiosa y social dirigida al... Fr. Zeferino González

Badajoz, 1873 (José Santamaría y Navarro)

San Pedro de Alcántara: cristiano romance en que se refiere la vida

y virtudes del extático varon, Madrid, 1880 (Imprenta de la V. é H.

de D. E. Aguado)

España vencedora: poesía. Madrid, 1860 (imprenta y litografía de J.

J. Martínez)

Narrativa

Juan de Padilla Madrid, t. I, 1855; t. II, 1856 (Imp. de Ramón

Campuzano), novela histórica.

Siempre tarde, Madrid, 1852 (C. González), novela original,

reimpresa en Madrid (Imprenta de Alhambra y Compañía) 1862.

La viuda de Padilla Madrid, 1857 (Impr. de Gabriel Alhambra),

novela histórica.

Narraciones extremeñas Madrid, 1873 (Imp. de J. Peña)

Cuentos y leyendas Madrid, 1875 (P. Núñez)

El veinticuatro de Córdoba narración popular, Córdoba, (Imp. y lib.

de D. Rafael Arroyo), 1859.

La querida del soldado, Nueva York, colección Novelas de La

Crónica (1848-1851)

Un suicidio literario. La joven España.

La corte de los poetas. Novela histórica del año 1619.

Don Rodrigo Calderón. Novela histórica, folletín, publicado en La Ilustración, 1851-1852.

Teatro

Con Cándido Barrios, Laura de Monroy, o Los dos maestres Madrid:

Vicente de Lalama, 1850.

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Sobre Extremadura

Catálogo razonado y crítico de los libros, memorias y papeles,

impresos y manuscritos, que tratan de las provincias de

Extremadura, así tocante a su historia, religión y geografía, como a

sus antigüedades, nobleza y hombres célebres, Madrid: Imprenta y

Estereotipia de M. Rivadeneyra, 1863, 1865

Aparato bibliográfico para la Historia de Extremadura, (Madrid:

Estab. Tip. de Pedro Núñez, 1875-1877), 3 vols., reimpreso en

Badajoz: Institución Pedro de Valencia, 1977 y reeditado con las

notas de Barrantes a su ejemplar en Mérida, 1999.

Índice de la Biblioteca extremeña Madrid, 1881 (Imp. de "El Mundo

político")

Barros emeritenses: estudio sobre los restos de cerámica romana:

que suelen hallarse en las ruinas de Mérida Madrid, 1877 (Imp. de

T. Fortanet)

Las Jurdes y sus leyendas: conferencia leída en la Sociedad

Geográfica de Madrid la noche del 1o de julio de 1890 Madrid,

1891 (Establecimiento tipográfico de Fortanet). Impresión facsímil

Valladolid: Editorial Maxtor, 2001.

Nota final sobre Las Jurdes (S.l.: s.n., 1893)

La Virgen de Guadalupe y las mujeres extremeñas Badajoz: La

Económica, s. a. (tip. de Rodriguez y compañía)

Sobre Filipinas

La instrucción primaria en Filipinas de 1586 a 1868 (sin año, sin

cuna de imprenta, en la página 8 se dice 1869)

Apuntes interesantes sobre las Islas Filipinas que pueden ser útiles

para hacer las reformas convenientes y productivas para el país y

para la nación escritos por un español de larga experiencia en el

país y amante del progreso Madrid, 1869 (Imp. de El Pueblo)

El teatro tagalo Madrid, 1889 (Tip. de Manuel G. Hernandez)

Guerras piráticas de Filipinas: contra mindanaos y joloanos

Madrid, 1878 (Imp. de Manuel G. Hernandez). Reimpreso en 2004.

Otros ensayos y escritos

La joven España: folleto dedicado á la Asamblea Constituyente

Madrid: Libr. de Cuesta, 1854 (Imp. de Julian Peña)

Viaje electoral, hecho con la bolsa a cuestas y el cuerpo molido á

palos, por Barvic á los infiernos del sufragio universal Madrid, 1872

(Imp. Viuda e hijos de Galiano)

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Plutarco de los niños: libro de lectura para las escuelas de

instrucción primaria, Madrid: 1857 (Imprenta de Julián Peña);

Madrid, 1861 (Establecimiento lito-tipográfico de J.J. Martínez);

Manila, 1868 (Imp. de Ramírez y Giraudier), declarado libro de

lectura para las escuelas de instrucción primaria de niños y niñas;

Madrid, 1876 (Tip. de G. Estrada, Ca); Madrid: Establecimiento

tipográfico de P. Nuñez, 1876, 1877 y 1882; y Madrid: Librería de la

Viuda de Hernando y C.ia, 1890 y 1896.

Discurso leído ante la Academia de la historia en su pública

instalación en la casa del nuevo legado por el Excmo. Sr. Vicente

Barrantes... el día 21 de junio de 1874 Madrid: Academia de la

Historia, 1874 (Imp. de José Rodriguez).

La línea recta: carta a S.A. el Regente de España Madrid, 1869

(imprenta de los señores Rojas)

Cursos seguidos en la Universidad de la Vida Madrid, 1867 (Imp. de

E. Aguado)

Bibliografía sobre Vicente Barrantes

Bernal, José Luis.- Nota al publicación del facsímil del Aparato

Bibliográfico por UBEx, 1999.

Cortijo Valdés, Antonio.- Biografía del Excelentísimo Sr. D. Vicente

Barrantes, Académico de la Historia y Cronista de Extremadura

Madrid, 1873 Julián Seña, 1ª edición.

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