VICISITUDES ENTRE EL VINCULO ENTRE PROFESOR Y ALUMNO

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0 10/9/2008 Foro: “Actores sociales y relaciones de poder en los procesos educativos” | Psp. Graciela P. Bischoff UNIVERSIDAD DE FLORES- FACULTAD DE PSICOLOGÍA Y CIENCIAS SOCIALES VICISITUDES ENTRE EL VINCULO PROFESOR ALUMNO

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10/9/2008

Foro: “Actores sociales y relaciones de poder en los procesos educativos” | Psp. Graciela P. Bischoff

UNIVERSIDAD DE FLORES-FACULTAD DE

PSICOLOGÍA

Y CIENCIAS

SOCIALES

VICISITUDES ENTRE EL VINCULO

PROFESOR ALUMNO

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RESUMEN:

Esta investigación indaga acerca de las relaciones de poder y maltrato que se establecen entre profesores y alumnos, en este caso adolescentes de nivel medio, como consecuencia de ciertas características de personalidad del docente que provocan distintas alteraciones que influyen negativamente en la disposición para aprender y se expresan a través de diversos síntomas psicosomáticos, cognitivos y conductuales que generan repitencias, cambios de escuelas, deserción escolar y en algunos casos abandono permanente de todo sistema educativo. El tipo de diseño de investigación es explicativo, sobre una muestra de 120 adolescentes, 23 profesores, pertenecientes al 3er año del nivel Polimodal, turno tarde y vespertino, de una escuela provincial en el conurbano bonaerense e incluyó entrevistas a 16 psicopedagogos, cursando la especialización en la Facultad de Psicología y Ciencias Sociales de la UFLO. INTRODUCCIÓN Sabemos que las relaciones pedagógicas que se despliegan día tras día en la intimidad del aula, están atravesadas por la presencia de emociones muy complejas y contradictorias, que inciden siempre sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje, y lo facilitan o lo perturban. Este trabajo de investigación pretende describir y analizar los complejos y sutiles dinamismos psíquicos que intervienen e interfieren negativamente en los vínculos entre profesores y alumnos, ante la presencia de rasgos propios del narcisismo patológico que inciden en la personalidad de algunos docentes y terminan afectando los ideales de los estudiantes. El acento está puesto en este caso en la singular relación profesor-alumno/a/s en función de las subjetividades participantes. Relación que, por su estructura, se constituye en asimétrica y deviene consecuentemente en una relación de poder. Este poder emanado del ejercicio del rol docente se define desde el marco institucional que convalida, a su vez, la verticalidad existente en las relaciones entre autoridades, profesores y alumnos y que está atravesado por el particular estilo psicológico del maestro o profesor, y las interrelaciones que el mismo establezca con cada alumno o grupo de estudiantes. A su vez los estudiantes presentarán un determinado desarrollo intelectual-emocional-social de acuerdo con sus singulares experiencias personales y según su pertenencia a determinados estamentos sociales y al tiempo histórico cultural en que vivan. La relación profesor-alumno es sumamente complicada y aún cuando el docente crea que lo único que hace es “enseñar una materia”, el rol que él está desempeñando es mucho más complejo, escapa a su control consciente y tiene consecuencias de gran importancia. Con respecto a los alumnos, cabe señalar que así como necesitan hallar al docente “ídolo”, también necesitan rechazar a otros. Para el educador es muy difícil sobrellevar este rol. Su narcisismo resulta halagado si es elegido como el “maravilloso” y esto moviliza en él respuestas de compensación social hacia los alumnos, tales como distinciones, premios, etc. Recibir la proyección del odio es mucho más complicado y puede

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desencadenar una escalada de venganzas inimaginables, generalmente esto no se da con todo el grupo sino con un o algunos pocos alumnos. Como psicopedagoga y en el ejercicio de la asistencia psicoterapéutica de niños y adolescentes, he podido observar una serie de síntomas que compartían un origen en común. El agente desencadenante parecía ubicarse en relación a determinados tipos de institución escolar y de educadores que por la singularidad de sus características se constituían en patogenizantes. Así destaco una multiplicidad de síntomas que pueden agruparse en tres áreas; trastornos psicosomáticos, de conducta y de aprendizaje por causa aparente de la enseñanza inadecuada; síntomas que se expresan a través de falta de atención, impulsividad, distracción, aburrimiento, agresividad, dificultades respiratorias, cólicos, gastritis, diarreas, insomnio, alergias, dolores de cabeza, y otros que provocan interferencias en el desempeño del alumno. Fenómenos que J. Cukier1, psicoanalista argentino, engloba bajo el término de “didactopatogenia”2, es decir modificaciones negativas que sufren las estructuras psicológicas de los alumnos por la acción de los enseñantes. Muchas veces nos quedamos observando solamente la manifestación de los problemas sin analizar las causalidades que las originan, y así muchos fracasos escolares son diagnosticados equivocadamente y tratado por diferentes especialistas como problemas de aprendizaje. Cuando se diagnostica a partir de lo que se observa como resultado, se trabaja con una modalidad de pensamientos que confunde la consecuencia con las causas múltiples. El efecto de tal confusión redunda en rotulación, marginación, expulsión y culpabilización del alumno, eximiendo al sistema educativo y a la institución enseñante (de lo que como profesionales de la salud formamos parte) de ser interpelados y de interpelarse por su participación en la producción y/o mantenimiento de ese fracaso en el aprendizaje. En el fracaso escolar, el alumno muestra que no aprende, dependiendo muchas veces de las modalidades del enseñante y ése es el lugar sobre el que prioritariamente debe intervenirse. Algunos modelos patológicos en la docencia Muchos pueden ser los motivos por los cuales una persona elige como tarea la docencia. No es raro que entre ellos aparezca el interés por enseñar y una actitud positiva hacia los adolescentes que serán sus alumnos. En una época en la cual la tarea no está jerarquizada socialmente, es posible que muchos la mantengan sólo por motivos vocacionales u ocupacionales. Sabemos que hay importantes motivaciones inconscientes entre sus componentes que forman parte del mundo

1 Gheiler, M. Marcos, Compilador: Sociedad Peruana de Psicoanálisis.” Psicoanálisis y

Educación”, Primer Encuentro Interdisciplinario. Conferencia de José Cukier. Biblioteca Peruana de Psicoanálisis. 1992. 2 “como extensión del término médico iatrogenia. Consultada en su momento la Academia Argentina de Letras acerca de la validez del término, ésta le respondió por carta del día 18 de Marzo de 1987 diciendo que "[...] A la patología inducida por la enseñanza puede denominársela "didactogenia" por extensión del significado comúnmente atribuido a la palabra iatrogenia. "Iatrogenia", del griego iatrós (médico), significa lo originado en el médico...

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interno de cada uno. Pero ahondemos antes en el profesor como figura de identificación y revisemos la imagen que tenemos del mismo que mucha relación tiene con la pedagogía tradicional aún vigente. Por un lado se lo idealiza demasiado y por otro, no se valora el trascendente rol que juega para los adolescentes. Éste, como cualquier otro ser humano tiene necesidades, carencias, puntos débiles, limitaciones y contradicciones propias de su condición, y desde su rol debemos destacar el papel fundamental que cumple en la vida de sus alumnos ya que es una figura de identificación, es decir que juega allí un papel definitorio y estructurante. Esta afirmación se basa en lo que la mayoría de las escuelas psicológicas actuales coinciden: el niño necesita tener, desde que nace, modelos de identificación, figuras parentales cuyas modalidades de ser o existir ”irá” absorbiendo hasta incorporarlos dentro de sí mismo como su manera de ser o existir. La primera cosmovisión del niño es la que ha incorporado a través del mensaje de sus padres y de los padres de sus padres: hereda una tradición y es a su vez, portador de ella. La escuela es el segundo hogar que cumple la misma misión. El docente es el complemento y el sustituto más eficaz de las figuras parentales. En la escuela secundaria los adolescentes experimentan paralelamente un proceso de construcción del si mismo, atravesando el complicado periodo de la pubertad, cambios físicos y de conducta evidentes que marcan el final de la infancia y muchas veces última oportunidad que atraviesan en el proceso de construcción del si mismo y la socialización. Así como la “señorita” de primer grado “hereda” por así decir el vinculo que el niño tiene con su madre, los profesores reciben por transferencia directa ese modelo de vinculo que se reactualiza en la pubertad y toma nuevas formas, es la edad de todos los posibles, haciéndose necesaria la intervención de la figura paterna como limitadora y ordenadora, siendo muchas veces rechazada en el interior de la familia y buscada afuera, llevándolos a asumir conductas transgresoras y de riesgo que propician la intervención de otras figuras de autoridad3. El rol del profesor pesará mucho en este sentido, en la cosmovisión que el alumno incorpore. Si del hogar trae una versión pesimista de la vida, el profesor puede modificarla. También puede suceder lo contrario, desgraciadamente4. El adolescente necesita idealizar a alguien para afrontar el mundo nuevo que lo asusta y para compensar la crisis de desvalorización de sus padres por la que está atravesando por el momento evolutivo que le toca vivir. El docente se encuentra así ante una difícil maniobra: por una parte es positivo que se preste a desempeñar ese papel, pero sin compenetrarse plenamente con él, por otra parte debe procurar una paulatina des-idealización para ayudar a que su alumno madure aceptando alguna imperfección en su “ídolo”. Dentro de la teoría psicoanalítica, se considera que el narcisismo es la cuota de autoestima normal que se requiere para vivir y forma parte del desarrollo normal de una persona. Parte de la

3 Winnicott, D. W.: Realidad y Juego. Ed. Gedisa, Buenos Aires.1972.; Freud, S.: “La Metamorfosis de la pubertad”. En : “Una Teoría Sexual”, 3, op.cit. ; García Arzeno, M.E. : “El síndrome de la niña púber”Paidós, 3era. Edición, 1991. 4 Klein, Melanie: “Notas sobre algunos mecanismos esquizoides”, ap. IX, en: Desarrollo en Psicoanálisis, Ed. Hormé, Paidós, 1967.

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capacidad de amar, de la energía libidinal, debe estar dirigida hacia uno mismo. Sin embargo, Otto Kernberg5 ha desarrollado y señalado la enorme importancia del concepto de "narcisismo patológico" ubicándolo dentro de los trastornos narcisistas de la personalidad6. En ciertos desarrollos anormales esta autoestima no se logra y el resultado aparentemente paradojal es el de personas que superficialmente parecen quererse a sí mismas más que nadie, encubriendo una incapacidad total de amar, incluso a sí mismos. Sienten gran necesidad de ser amados y admirados y presentan una curiosa contradicción entre un concepto muy elevado de si mismo y una desmedida necesidad de homenaje por parte de los demás. Ante todo digamos que la profesión docente se presta para que quiénes no logren otros modos de dominación o éxito deriven hacia ella las necesidades que su patología les impone. La persona incapaz de estimarse lo suficiente suple tal falencia con un público que lo aplauda, que le suministre en forma permanente lo que no es capaz de producir desde su mundo interno: estima, amor o respeto hacia sí mismo. Ese público bien pueden ser alumnos. Si éstos no cumplen ese papel o simplemente no realizan satisfactoriamente sus tareas, el resultado para este tipo de personalidad es una herida muy difícil de sobrellevar porque lo hiere en su orgullo, y la consecuencia puede ser la de producir respuestas muy duras, despectivas hacia quienes le infligieron lo que considera una afrenta personal, utilizando como defensa básica a "la desmentida"7 que opera descalificando el sistema de registro y los anclajes del pensar y crear, viene desde afuera y ataca al pensamiento, a través del lenguaje que es utilizado para cambiar el sentido a las percepciones y así hacer dudar al otro y en esta función detiene el pensar y dispone a adorar, a venerar. Lo cual es des-reconocimiento de lo real, no sólo de lo real de la muerte, sino de lo real de las condiciones de vida8. Así, si los “alumnos público” no responden con aplausos, la culpa recae en ellos que a los ojos del “profesor actor”, no lo pueden entender. En 5 Kernberg, O., Desórdenes Fronterizos y Narcisismo Patológico. Paidós, Bs. As. 1975.

6 “caraterizado por un patrón general de grandiosidad en la imaginación y/o comportamiento, una elevada necesidad de admiración y una falta de empatía que comienzan a principio de la edad adulta” DSM-IV, Breviario, Criterios Diagnósticos (López-Ibor Aliño) J.J. Director de la Edición española, Barcelona, Masson,1995.

7 La teoría de Freud permite distinguir entre dos defensas parcialmente similares:)La desmentida (Verleugnung tiene peso en las patologías narcisistas no psicóticas de carácter (pacientes esquizoides, depresivos, paranoides) y la segunda, la desestimación (Verwerfung) en las psicosis (esquizofrenias, melancolías, paranoias). Ambas defensas poseen en común una orientación: se oponen 1) a la realidad (percepciones y afectos), 2) a los representantes psíquicos de ellas, sobre todo a ciertos juicios objetivos (desarrollados por un sector del yo, el yo real definitivo) y 3) a ciertos juicios críticos dirigidos contra el yo (desarrollados por el superyó, como representante de la ley). Ambas defensas son propias del yo real primitivo o del yo placer purificado, opuesto al yo real definitivo y al superyó. Ambos mecanismos se oponen, pues, a la realidad y a la ley, y por este medio pretenden mantener el equilibrio narcisista, la autoestima (Selbstgefuhl).

8 Gilou García Reinoso, “La Libertad y el Otro”. Una reflexión psicoanalítica. Revista Topía, Año VIII, NºXXIII, Buenos Aires, agosto-octubre 1998., en Fernández A. Los Idiomas del Aprendiente. Pág. 214. Ed. Nueva Visión, Buenos Aires, 2000

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otras palabras se refuta la realidad del alumno utilizando contradicciones lógicas, semánticas, pragmáticas, respuestas que desvían el pensamiento o bien hacen dudar a su interlocutor sobre aquello que percibe por los sentidos o bien siente o piensa. En otras circunstancias, cuando la desmentida está instalada como modalidad predominante, se puede estructurar una modalidad de aprendizaje oligotimizada. El sujeto se presenta como oligofrénico, tonto, sin serlo. Esta modalidad enseñante ejerce violencia secundaria: “aquello que el otro desea que yo piense es lo que yo pienso que pienso, o mejor aún, aquello que el otro desea que yo no piense, yo pienso que no pienso”9. Si bien un docente necesita seducir a su alumnado para mostrar el proceso de enseñanza aprendizaje y de vínculo con el objeto, los modos en que esta relación se establezca pueden comportar patología en virtud de que quién la dirige y ejerce el poder y el proceso es el mismo docente. En el caso de la desmentida la acción inconsciente convierte al otro (alumno) en un sujeto sujetado al discurso del otro (profesor) que termina colocándolo en el lugar de menor posibilidad de interpelación. Si en el discurso el docente desvaloriza al otro como sujeto deseante y autónomo, genera esta oligotimia que fragiliza al alumno adolescente en un periodo vital de máxima vulnerabilidad, dependencia afectiva y menores recursos yoicos, propios de la etapa que atraviesa, que termina pensando que es un fracasado, un tonto, un débil, un enfermo y el profesor queda como poseedor de ellos mismos y de sus posibles cambios. Así la desmentida lleva a la "didactopatogenia", es decir daño producido por la tarea docente, en la medida en que el alumno se verá enfrentado a paradojas o contradicciones creadas por el docente para desmentirlo y no como producto de la confrontación de sus sentidos o su pensamiento con la realidad. En nuestros días estos docentes narcisistas tanto del tipo autoritario como el demagógico no han desaparecido de las aulas ni han perdido su lugar pero existen más defensas del sistema hacia ellos. Este docente seducirá fácilmente a su público a través de valores superficialmente afectivos, no exigirá en función del conocimiento sólo en función de conseguir aplausos para sí mismo. En lo aparente este modelo es menos traumático para el alumno y de hecho no se lo ataca, sin embargo las consecuencias son igualmente patógenas. El espacio del aula pone en escena relaciones prolongadas entre el profesor y (unos) alumnos. Si bien todo comportamiento , toda actitud frente al “otro”-profesor, alumno- que pueda designarse como de amor o de odio, de agresión, de violencia o de apego, de antipatía o de fervor, no puede ser, en todos los casos, referidas a fenómenos transferenciales, no hay que olvidar que la condición institucional y psicológica del funcionamiento requerido por la escuela implica procesos de identificación, de dependencia, de relación de amor o de odio en unos y de procesos de don, de amor, y también de odio, de búsqueda del ser amado, en los otros. En la violencia autoritaria, se hace callar al otro, pero este otro mantiene la capacidad de pensar. En cambio con la desmentida, la desestimación y las contradicciones, operando sobre un psiquismo en conflicto puede imposibilitarse la posibilidad de 9 Fernández, A. “Los Idiomas del aprendiente.” Pàg. 211, Editorial Nueva Visión, Buenos Aires, 2000.

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pensar. Pero una sola condición no es suficiente. Requiere además, de la disposición previa del alumno, de un medio familiar abandonante, del desamparo e indefensión en que muchos niños y adolescentes se encuentran, de ciertas políticas educativas y de instituciones rígidas lideradas por docentes fascinantes. Este sistema pone al alumno en riesgo de oligofrenizarlo porque no puede pasar al pensar activo, sino que permanece pasivo ante el pensar del profesor, sometido a él y a las contradicciones que percibe sin posibilidad de cuestionarlas o huir de ellas, afectando su capacidad de pensar. Tampoco se instala la patología por la acción de hechos puntuales, sino de procesos que tienen un despliegue temporal y en determinada época de la vida. Cuanto más precoz es más efectiva la actividad didactopatogénica. Cuando la enseñanza es contraria a las lógicas en juego del alumno, el yo de realidad de éste intenta defenderse y apela a diferentes estrategias (distracción, apatía, aburrimiento, etc.). El alumno organiza un seudo-conocimiento sobre-adaptándose, con excesiva dedicación de tiempo para el logro de sus objetivos. Los rendimientos no están acordes con el esfuerzo demandado, se instala el desinterés por la tarea, déficit de la formación y de autonomía psíquica. La desmentida del profesor, conjuntamente con la desmentida de la institución educativa y sostenida por programas de estudio inadecuados, induce a la desestimación por parte del alumno que puede manifestarse a través de diversos síntomas que pudieron ser comprobados en esta investigación así como también que los mismos se siguen evaluando desde el docente, la institución y hasta el mismo psicopedagogo , en muchos casos, como un problema individual del alumno, desmintiendo el posible efecto didactopatogenizante. Como Psicopedagogos sabemos que se aprende sólo cuando hay motivos para hacerlo y que esto no radica en la mera curiosidad intelectual, sino que se arraiga en las relaciones interpersonales, en las que un niño o adolescente se juegan su aceptación y pertenencia, su aprobación y prestigio, su autoestima y respeto a sí mismo; su éxito e independencia y esto está en relación directa con la salud mental de quiénes tienen a su cargo su educación. Al analizar un problema de clase, el enfoque no debería ser “qué pasa con el alumno”, sino, qué pasa con la relación profesor-alumno y qué ocurre en la situación integral de clase. No hay que controlar el problema, sino, entenderlo. Hay que incrementar la capacidad para analizar la información sobre los alumnos y sensibilizarse frente a ciertos mensajes para poder comprenderlos, favorecer en lo posible la comprensión lógica, psicológica y relacional de cada situación compleja. Se debe así mismo mejorar la comunicación horizontal ente profesores y las distintas relaciones de poder, volviéndolas más fluidas, abiertas y humildes. Desde la investigación realizada se pudo detectar en algunos profesores la presencia de rasgos asociados a la patología y sus efectos negativos en la relación vincular Se considera esta una primera indagación de estos temas, en virtud de que generalmente estas cuestiones quedan escondidas en otras mas visibles como el fracaso escolar dirigiendo la culpabilización en el propio adolescente y su situación de ser justamente adolescente.

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Bibliografía. ALLIDIÉRE, NOEMÍ. El Vinculo Profesor-Alumno “Una Lectura Psicológica”. Editorial Biblos.2004.- FERENCZI. S. Primer Congreso psicoanalítico Internacional. Salzburgo. 1908. FREUD S. (1905d). {Tres ensayos de teoría sexual} A.E. S.E. 7. GARCÍA ARZENO, MA. ESTHER. El Educador como Modelo de Identificación. Colección PSICOLOGÍA Y EDUCACIÓN. Edit. Tekné. 1995.- GHEILER, M. MARCOS, Compilador:Sociedad Peruana de Psicoanálisis.”

Psicoanálisis y Educación”, Conferencia de José Cukier.. Biblioteca Peruana de Psicoanálisis. 1992. MALDAVSKY David. (1986) Estructuras narcisistas. Constitución y

transformaciones, A.E. Buenos Aires, 1988. Nueva Visión Bs.As.