Victus.el Mundo.M.nespolo

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45 EL MUNDO. MIÉRCOLES 10 DE OCTUBRE DE 2012 CULTURA / EM2 MATÍAS NÉSPOLO / Barcelona Cuatro años después de los relatos de Tretze tristos tràngols, el autor de La pell freda regresa con Victus (La Campana), su obra más ambiciosa. Una monumental novela histórica sobre el asedio de Barcelona de 1714 que recupera al gran héroe olvidado de la gesta catalana, Antonio de Vi- llarroel. Una visión de los hechos en forma de memorias tan alejada de la historiografía oficial catalana como de la españolista. Memorias que dic- ta a los 98 años Martí Zuviría, un ge- nio de la ingeniería militar cobarde, traidor y cínico, que participó en la expugnación y fortificación de la ciu- dad. Y la cereza del pastel, en tiem- pos de fervor soberanista, es que Sánchez Piñol, el autor catalán más leído y traducido de las últimas déca- das, ha escrito la obra en castellano. Pregunta.– ¿Por qué 1714 y la Guerra de Sucesión? Respuesta.– Llevaba más de 20 años trajinando con las fuentes his- tóricas. Siempre me apasionó el te- ma porque esa tragedia colectiva pa- recía sacada de una gran novela. Me decidí cuando leí las obras del mar- qués de Vauban, el mentor de Zuvi- ría en la novela, y descubrí cómo funcionaban los asedios. Las técni- cas de fortificación y expugnación eran profundamente racionalistas, de allí surge el Iluminismo. Una par- tida de ajedrez regida además por principios humanistas, porque per- mitía conquistar ciudades con un mí- nimo de bajas. La gran paradoja es que esa cumbre del racionalismo coincidió en el tiempo con el asedio más irracional y descabellado. Según todas las normas, la ciudad mejor fortificada no podía resistir más de 30 días. Barcelona resistió 13 meses. P.– Su visión es tan equidistante como incómoda. ¿Qué dirán los his- toriadores? R.– Ya la han leído varios y no tie- nen nada que reprochar. Los hechos son rigurosamente históricos. Claro que hay pequeñas cuestiones en las que ni ellos aún se ponen de acuerdo y que la novela no podrá contentar a todo el mundo, pero nadie podrá de- cir que no está bien documentada. He intentado contarla según las últi- mas investigaciones. Hasta ahora unos y otros han tergiversado el 11 de septiembre. A la historiografía burguesa catalana nunca le gustó el papel del pueblo, cuando el protago- nismo de las clases dirigentes fue más que dudoso; dieron una imagen sin fisuras cuando Cataluña estuvo al borde de una guerra civil y pasa- ron de puntillas sobre un personaje clave como el general Villarroel. Y la historiografía españolista es peor, porque lo ha manipulado todo. La derecha llega a decir barbaridades como que los catalanes luchaban por la unidad de España. Su perversión es coger una frase de Villarroel y sa- carla de contexto, cuando el concep- to de España era otro. Los catalanes de entonces no eran independentis- tas, defendían sus libertades y cons- tituciones. Pero a un náufrago no se le pide que bata un récord de nata- ción, sino que sobreviva. P.– ¿Por qué en castellano? R.– Comencé en catalán y no fun- cionaba. Ante los factores irraciona- les te tienes que dejar llevar; no sabía por qué lo hacía, pero ahora quizá sí. Estamos ante un conflicto político que se va a extender al ámbito cultu- ral y, desgraciadamente, hay una tendencia a usar las lenguas como porras. Nunca he creído que existie- ran dos Cataluñas ni dos comunida- des lingüísticas. A los que sí lo creen esta novela les va a dar problemas. P.– ¿Y no teme reacciones? R.– No. Muchos podrán creer que he desertado, pero no es verdad. P.– ¿Qué ventajas le ha reportado el cambio de lengua? R.– Si escribes la historia en cata- lán y para catalanes, pierdes la dis- tancia y das cosas por supuesto, pe- ro eres tú quien se ha documentado no el lector. El castellano me obliga- ba a explicarlo todo y en ello había cierto afán divulgativo. No sé cómo se leerá en Madrid, pero me parecía legítimo recrear un gran episodio del imaginario histórico catalán del que me siento orgulloso. Muy pocos pue- blos se pueden vanagloriar de que sus antepasados combatieron a un ti- rano y nosotros combatimos a dos: Felipe V y Luis XIV. P.– ¿Vindicación que enlaza con el actual reclamo soberanista? R.– La Guerra de Sucesión fue un conflicto de intereses entre Francia e Inglaterra y entre Castilla y Catalu- ña. Se puede estar de acuerdo o no con la independencia catalana, pero los hechos recientes demuestran el fracaso del dominio castellano de la península. La visión del mundo que se impuso en 1714 nos ha llevado a este estado de cosas en el que hay millones de desafectos. Lo peor que puede hacer un novelista es conver- tirse en futurólogo, pero nos esperan dos años apasionantes en términos políticos. Porque cuando una Cons- titución se convierte en garrote, algo ha fracasado. Y no entiendo que en el siglo XXI te digan que no puedes convocar un referéndum. P.– Parecería que la clave de Victus es ese contradictorio narrador... R.– Las grandes tragedias requie- ren ser contadas con grandes dosis de humor, si no se vuelven insopor- tables. Tenía claro que ne- cesitaba una voz narrativa muy potente, cínica y ve- rosímil, para dar cuenta del heroísmo colectivo. Porque siempre es más fácil narrar las miserias que las virtudes. Y frente al dilema de la novela his- tórica entre personajes y argumentos, he intentado que los personajes fueran los argu- mentos. Por eso pensé en Zuviría co- mo una suerte de anti Quijote ultra racionalista. P.– ¿Imagina esta novela en panta- lla grande? R.– Estoy trabajando en el guión, de hecho. Será la misma historia pe- ro contada de otra manera. Los dere- chos de adaptación ya están vendi- dos a la productora Brutal media. Mientras tanto se estrena El Bosc, de Óscar Aibar, en el Festival de Sitges, que es una adaptación de un cuento de mi primer libro Les edats d’or. ALBERT SÁNCHEZ PIÑOL Autor de ‘Victus’ «Nunca he creído que existieran dos Cataluñas ni dos comunidades lingüísticas. A los que sí lo creen esta novela les va a dar problemas», defiende el autor que ha escrito su nueva novela en castellano «Cuando una Constitución se convierte en garrote, algo ha fracasado» «A la historiografía burguesa catalana nunca le gustó el papel del pueblo» «Los catalanes de entonces no eran independentistas, defendían su libertad» «Las grandes tragedias requieren ser contadas con dosis de humor» Sitges Contenta de regresar al Festival de Sitges, donde hace cuatro años obtuvo el premio a la Mejor Película por Surveillance, la nor- teamericana Jennifer Lynch pre- sentó ayer su nueva y perturba- dora propuesta, Chained, con la que «quería transmitir al especta- dor una sensación de malestar». Película psicológica sobre la pérdida de la infancia, Chained narra la relación que se establece entre un chico y su secuestrador, un asesino en serie que ejerce de taxista, que obliga al joven, des- pués de haberlo encadenado, a que mantenga limpia y ordenada su casa, especialmente cada vez que él comete un crimen, infor- ma la agencia Efe. La directora, hija de David Lynch, admitió ayer que cuando leyó el guión la ate- rrorizó por los personajes que di- buja, especialmente el secuestra- dor, a quien Lynch conside un «monstruo humano». . «En esta película vemos a per- sonas, no a personajes como el Jason de Viernes 13. Se trata de gente que está destrozada inter- namente, pero tal como actúa no está bien. Como sociedad debe- ríamos tener la responsabilidad de parar los casos de niños se- cuestrados, porque en el mundo son muchos», defendió ayer la di- rectora quien también admitió que ha montado la película para que el espectador se sienta incó- modo. «Es como cuando te into- xicas después de una comida. Tienes una sensación de males- tar y eso era lo que quería trans- mitir aquí», señaló. En este sentido, Lynch comen- tó que en Estados Unidos el filme se ha restringido a menores de diecisiete años, no tanto por la violencia que narra, sino por có- mo se siente el público tras salir de la sala de proyección. «La vio- lencia te debe hacer sentir mal», apostilló. El festival acogió también ayer la última del canadiense Cronenberg, Cosmopolis, una adaptación de la novela de Don DeLillo en una cinta protagoni- zada por Robert Pattinson. Cine / Festival La hija de Lynch reflexiona sobre el maltrato a la infancia Jennifer Lynch. / EFE DOMÈNEC UMBERT Impreso por . Prohibida su reproducción.

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CULTURA / EM2

MATÍAS NÉSPOLO / BarcelonaCuatro años después de los relatosde Tretze tristos tràngols, el autor deLa pell freda regresa con Victus (LaCampana), su obra más ambiciosa.Una monumental novela históricasobre el asedio de Barcelona de 1714que recupera al gran héroe olvidadode la gesta catalana, Antonio de Vi-llarroel. Una visión de los hechos enforma de memorias tan alejada de lahistoriografía oficial catalana comode la españolista. Memorias que dic-ta a los 98 años Martí Zuviría, un ge-nio de la ingeniería militar cobarde,traidor y cínico, que participó en laexpugnación y fortificación de la ciu-dad. Y la cereza del pastel, en tiem-pos de fervor soberanista, es queSánchez Piñol, el autor catalán másleído y traducido de las últimas déca-das, ha escrito la obra en castellano.

Pregunta.– ¿Por qué 1714 y laGuerra de Sucesión?

Respuesta.– Llevaba más de 20años trajinando con las fuentes his-tóricas. Siempre me apasionó el te-ma porque esa tragedia colectiva pa-recía sacada de una gran novela. Medecidí cuando leí las obras del mar-qués de Vauban, el mentor de Zuvi-ría en la novela, y descubrí cómofuncionaban los asedios. Las técni-cas de fortificación y expugnacióneran profundamente racionalistas,de allí surge el Iluminismo. Una par-tida de ajedrez regida además porprincipios humanistas, porque per-mitía conquistar ciudades con un mí-nimo de bajas. La gran paradoja esque esa cumbre del racionalismocoincidió en el tiempo con el asediomás irracional y descabellado. Segúntodas las normas, la ciudad mejorfortificada no podía resistir más de30 días. Barcelona resistió 13 meses.

P.– Su visión es tan equidistantecomo incómoda. ¿Qué dirán los his-toriadores?

R.– Ya la han leído varios y no tie-nen nada que reprochar. Los hechosson rigurosamente históricos. Claroque hay pequeñas cuestiones en lasque ni ellos aún se ponen de acuerdoy que la novela no podrá contentar atodo el mundo, pero nadie podrá de-cir que no está bien documentada.He intentado contarla según las últi-mas investigaciones. Hasta ahoraunos y otros han tergiversado el 11de septiembre. A la historiografíaburguesa catalana nunca le gustó elpapel del pueblo, cuando el protago-nismo de las clases dirigentes fuemás que dudoso; dieron una imagensin fisuras cuando Cataluña estuvoal borde de una guerra civil y pasa-ron de puntillas sobre un personajeclave como el general Villarroel. Y lahistoriografía españolista es peor,porque lo ha manipulado todo. Laderecha llega a decir barbaridades

como que los catalanes luchaban porla unidad de España. Su perversiónes coger una frase de Villarroel y sa-carla de contexto, cuando el concep-to de España era otro. Los catalanesde entonces no eran independentis-tas, defendían sus libertades y cons-tituciones. Pero a un náufrago no sele pide que bata un récord de nata-ción, sino que sobreviva.

P.– ¿Por qué en castellano?R.– Comencé en catalán y no fun-

cionaba. Ante los factores irraciona-les te tienes que dejar llevar; no sabíapor qué lo hacía, pero ahora quizá sí.Estamos ante un conflicto político

que se va a extender al ámbito cultu-ral y, desgraciadamente, hay unatendencia a usar las lenguas comoporras. Nunca he creído que existie-ran dos Cataluñas ni dos comunida-des lingüísticas. A los que sí lo creenesta novela les va a dar problemas.

P.– ¿Y no teme reacciones?R.– No. Muchos podrán creer que

he desertado, pero no es verdad.P.– ¿Qué ventajas le ha reportado

el cambio de lengua?R.– Si escribes la historia en cata-

lán y para catalanes, pierdes la dis-tancia y das cosas por supuesto, pe-ro eres tú quien se ha documentadono el lector. El castellano me obliga-ba a explicarlo todo y en ello habíacierto afán divulgativo. No sé cómose leerá en Madrid, pero me parecíalegítimo recrear un gran episodio delimaginario histórico catalán del queme siento orgulloso. Muy pocos pue-blos se pueden vanagloriar de quesus antepasados combatieron a un ti-rano y nosotros combatimos a dos:Felipe V y Luis XIV.

P.– ¿Vindicación que enlaza con elactual reclamo soberanista?

R.– La Guerra de Sucesión fue unconflicto de intereses entre Francia eInglaterra y entre Castilla y Catalu-ña. Se puede estar de acuerdo o nocon la independencia catalana, perolos hechos recientes demuestran elfracaso del dominio castellano de lapenínsula. La visión del mundo quese impuso en 1714 nos ha llevado aeste estado de cosas en el que haymillones de desafectos. Lo peor que

puede hacer un novelista es conver-tirse en futurólogo, pero nos esperandos años apasionantes en términospolíticos. Porque cuando una Cons-titución se convierte en garrote, algoha fracasado. Y no entiendo que enel siglo XXI te digan que no puedesconvocar un referéndum.

P.– Parecería que la clave de Victuses ese contradictorio narrador...

R.– Las grandes tragedias requie-ren ser contadas congrandes dosis de humor,si no se vuelven insopor-tables. Tenía claro que ne-cesitaba una voz narrativamuy potente, cínica y ve-rosímil, para dar cuentadel heroísmo colectivo.Porque siempre es másfácil narrar las miseriasque las virtudes. Y frenteal dilema de la novela his-tórica entre personajes yargumentos, he intentadoque los personajes fueran los argu-mentos. Por eso pensé en Zuviría co-mo una suerte de anti Quijote ultraracionalista.

P.– ¿Imagina esta novela en panta-lla grande?

R.– Estoy trabajando en el guión,de hecho. Será la misma historia pe-ro contada de otra manera. Los dere-chos de adaptación ya están vendi-dos a la productora Brutal media.Mientras tanto se estrena El Bosc, deÓscar Aibar, en el Festival de Sitges,que es una adaptación de un cuentode mi primer libro Les edats d’or.

ALBERT SÁNCHEZ PIÑOL Autor de ‘Victus’«Nunca he creído que existieran dos Cataluñas ni dos comunidades lingüísticas. A los que sí lo creenesta novela les va a dar problemas», defiende el autor que ha escrito su nueva novela en castellano

«Cuando una Constitución se convierteen garrote, algo ha fracasado»

«A la historiografíaburguesa catalananunca le gustó elpapel del pueblo»

«Los catalanes deentonces no eranindependentistas,defendían su libertad»

«Las grandestragedias requierenser contadas condosis de humor»

SitgesContenta de regresar al Festivalde Sitges, donde hace cuatroaños obtuvo el premio a la MejorPelícula por Surveillance, la nor-teamericana Jennifer Lynch pre-sentó ayer su nueva y perturba-dora propuesta, Chained, con laque «quería transmitir al especta-dor una sensación de malestar».

Película psicológica sobre lapérdida de la infancia, Chainednarra la relación que se estableceentre un chico y su secuestrador,un asesino en serie que ejerce detaxista, que obliga al joven, des-pués de haberlo encadenado, aque mantenga limpia y ordenadasu casa, especialmente cada vezque él comete un crimen, infor-ma la agencia Efe. La directora,hija de David Lynch, admitió ayerque cuando leyó el guión la ate-rrorizó por los personajes que di-buja, especialmente el secuestra-dor, a quien Lynch conside un«monstruo humano». .

«En esta película vemos a per-sonas, no a personajes como elJason de Viernes 13. Se trata degente que está destrozada inter-namente, pero tal como actúa noestá bien. Como sociedad debe-ríamos tener la responsabilidadde parar los casos de niños se-cuestrados, porque en el mundoson muchos», defendió ayer la di-rectora quien también admitióque ha montado la película paraque el espectador se sienta incó-modo. «Es como cuando te into-xicas después de una comida.Tienes una sensación de males-tar y eso era lo que quería trans-mitir aquí», señaló.

En este sentido, Lynch comen-

tó que en Estados Unidos el filmese ha restringido a menores dediecisiete años, no tanto por laviolencia que narra, sino por có-mo se siente el público tras salirde la sala de proyección. «La vio-lencia te debe hacer sentir mal»,apostilló.

El festival acogió tambiénayer la última del canadienseCronenberg, Cosmopolis, unaadaptación de la novela de DonDeLillo en una cinta protagoni-zada por Robert Pattinson.

Cine / Festival

La hija de Lynchreflexiona sobreel maltratoa la infancia

Jennifer Lynch. / EFE

DOMÈNEC UMBERT

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