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Título original: Saxum. The life of Alvaro del Portillo

Palabra Hoy Director de la colección: Ricardo Regidor

© John F. Coverdale, 2014© Ediciones Palabra, S.A., 2014 Paseo de la Castellana, 210 – 28046 MADRID (España) Telf.: (34) 91 350 77 20 – (34) 91 350 77 39 www.palabra.es [email protected]© Traducción: Equipo editorial

Diseño de cubierta: Raúl OstosISBN: 978–84–9061-078-7Depósito Legal: M. 19.068-2014Impresión: Gráficas Anzos, S. L.Printed in Spain – Impreso en España

Todos los derechos reservados. No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento

informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos,

sin el permiso previo y por escrito del editor.

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En memoria de Lynn Coverdale.

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Índice

Nota sobre las fuentes ............................................ 13Introducción ........................................................... 15

Capítulo 1. Encontrar el sentido de la propia vida 19El Opus Dei ........................................................ 20Viejo como el Evangelio y, como el Evangelio, nuevo .................................................................. 25Responder a la llamada de Dios ......................... 26

Capítulo 2. Los primeros años .............................. 29Enseñanza Elemental ......................................... 32Elección de la carrera universitaria ................... 35Preparación para la Escuela de Ingenieros ........ 38Exámenes de ingreso .......................................... 40Acercando a los demás a Dios ............................ 42

Capítulo 3. Ambiente político y social .................. 45La Segunda República ........................................ 46Legislación antirreligiosa ................................... 46Giro a la derecha y vuelta ................................... 47Preludio de la Guerra Civil ................................. 49Levantamiento militar ........................................ 51Revolución .......................................................... 53

Capítulo 4. Primeros pasos en el Opus Dei .......... 57Plan de vida ........................................................ 59

Capítulo 5. Fugitivo y prisionero .......................... 65Huida .................................................................. 66En la cárcel ......................................................... 69

Capítulo 6. Refugiado ............................................ 71Cruzando el frente ............................................... 78

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Capítulo 7. Oficial de ingeniería ........................... 83Escuela de oficiales ............................................. 84Primer destino: Cigales ....................................... 85Olot ................................................................... 88

Capítulo 8. Saxum .................................................. 91Un joven ingeniero .............................................. 91Viajes apostólicos ............................................... 94Apoyo de los miembros del Opus Dei ................. 96Ayudante principal de Josemaría Escrivá .......... 98Ataques al Opus Dei ........................................... 99Un apoyo necesario ............................................ 104

Capítulo 9. Sacerdote del Opus Dei ...................... 107Vocación de Álvaro del Portillo al sacerdocio .... 109La Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz ........... 111Preparándose para el sacerdocio ........................ 114Ordenación sacerdotal ........................................ 115Confidencias de un santo ................................... 117Ministerio sacerdotal .......................................... 119

Capítulo 10. Aprobación pontificia ....................... 123Álvaro vuelve a Roma ......................................... 124Cartas comendaticias ......................................... 125Primeras negociaciones en el Vaticano .............. 127Convocando al fundador a Roma ...................... 129Siguen las negociaciones .................................... 131Aprobación pontificia preliminar ....................... 133Aprobación pontificia final ................................ 134Nuevas amenazas importantes .......................... 137

Capítulo 11. Haciendo el Opus Dei en y desde Roma ......................................................... 141

Villa Tevere ......................................................... 142Tomando posesión de la finca ............................ 144Vida en el Pensionato ......................................... 145Remodelación y nueva construcción ................. 146Rector del Colegio Romano de la Santa Cruz..... 150Sentando las bases del Opus Dei en Italia ......... 153Estudiando y trabajando en el Vaticano ............ 157Secretario General de nuevo ............................... 158

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Índice

Mala salud .......................................................... 160Muertes en la familia .......................................... 162La curación de Josemaría Escrivá ..................... 164

Capítulo 12. El Concilio Vaticano II ..................... 167Contactos con el Papa Pablo VI ......................... 174Un plato muy lleno ............................................. 175

Capítulo 13. Los años del post-concilio ................ 179La alegría de las enseñanzas del Concilio........... 180Sufriendo con la Iglesia ...................................... 182El marco jurídico del Opus Dei .......................... 185Congreso General Especial del Opus Dei ........... 189Clima de tormenta .............................................. 190En busca de su protección ................................. 193Segunda sesión ................................................... 194Viajes catequéticos con el fundador ................... 195

Capítulo 14. La sucesión del fundador ................. 199Elección del Presidente General .......................... 202Las tareas del sucesor ......................................... 204

Capítulo 15. Un hombre de oración y un padre ... 209Hombre de oración ............................................. 209La Eucaristía ...................................................... 210Oración mental ................................................... 211La Virgen y san José ........................................... 212Espíritu de sacrificio .......................................... 215Con presencia de Dios ........................................ 217Un padre para sus hijos e hijas .......................... 219Preocupación por los enfermos .......................... 221Apoyo en las dificultades .................................... 224Formando a sus hijos ......................................... 226

Capítulo 16. En servicio al Opus Dei y la Iglesia.. 231Crecimiento y expansión .................................... 231Estilo de gobierno ............................................... 233Ver almas detrás de los papeles .......................... 235Labores apostólicas ............................................ 236Obras sociales ..................................................... 237Educación ........................................................... 240Servicio eclesial .................................................. 242Servicio personal a la Iglesia .............................. 245

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Amar a la Iglesia ................................................. 246Capítulo 17. Llegar a mucha gente ....................... 251

Viajes apostólicos ............................................... 252Capítulo 18. Amigo de jardineros y de papas ....... 261

Amigo de papas ................................................... 264Juan Pablo II ...................................................... 268Apoyar al Papa .................................................... 271Encuentros privados .......................................... 274El Papa tiroteado ................................................ 275Secundar los deseos del Papa ............................. 277

Capítulo 19. En busca de un puerto seguro ......... 281Primeros pasos ................................................... 281Contratiempos .................................................... 282Nuevas dificultades ............................................ 284Un estudio más profundo ................................... 285Aprobación ......................................................... 288Ultimos pasos ..................................................... 290Obispo prelado .................................................... 293

Capítulo 20. Beatificación del fundador ............... 297Primeros pasos ................................................... 297Apertura de la causa ........................................... 299La beatificación .................................................. 301

Capítulo 21. Sus últimos días ................................ 307Peregrinación a Tierra Santa .............................. 308Muerte ................................................................. 312

Epílogo .................................................................... 315

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Nota sobre las fuentes

El libro más importante publicado hasta la fecha sobre la vida de don Álvaro del Portillo es la biogra-fía de ochocientas páginas de Javier Medina Bayo, Álvaro del Portillo. Un hombre fiel, Madrid, Rialp, 2013. También me han sido útiles el libro de Salva-dor Bernal, Recuerdo de Álvaro del Portillo, Prelado del Opus Dei, Madrid, Rialp, 1996, y el de Hugo de Azevedo, Misión cumplida. Mons. Álvaro del Portillo, Madrid, Palabra, 2013.

Quiero agradecerle al Obispo Prelado del Opus Dei, don Javier Echeverría, el tiempo que me ha de-dicado a responder a mis preguntas; y a don Francesc Castells por orientar mi investigación en los archivos de la prelatura del Opus Dei, donde me centré en la correspondencia de don Álvaro y en los testimonios de quienes le conocieron.

María Eugenia Ossandón fue muy amable por permitirme usar el manuscrito de su artículo: «Los encuentros entre Mons. Álvaro del Portillo y Juan Pablo II» (que aparecerá en la revista Studia et Do-cumenta) que me proporcionó información muy útil acerca de la relación entre Álvaro del Portillo y el Papa Juan Pablo II.

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Los lectores que quieran más información sobre algún hecho en particular de los mencionados en este libro pueden escribir directamente al autor a la si-guiente dirección de correo electrónico: [email protected]

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Introducción

A media tarde del 23 de marzo de 1994, el Papa Juan Pablo II llegó a la sede central del Opus Dei en Roma para asistir al velatorio de Álvaro del Porti-llo, Obispo Prelado del Opus Dei, que había fallecido aquella misma mañana temprano.

El Papa estuvo arrodillado durante unos diez mi-nutos, rezando ante sus restos mortales en la iglesia prelaticia de Santa María de la Paz. Al levantarse, Javier Echevarría, vicario general del Opus Dei, le invitó a rezar el tradicional responso, pero el Papa prefirió rezar una Salve, seguida de tres Glorias y de la invocación Requiem aeternam dona ei, Domine. Cuando don Javier le agradeció su presencia en nom-bre de la Prelatura, el Santo Padre respondió en ita-liano: Si doveva. Si doveva. «Tenía que venir, tenía que venir».

Pero ¿por qué sentía Juan Pablo II que tenía que acudir al velatorio de Álvaro del Portillo?

Una de las principales razones puede ser la gran amistad que les unía. A lo largo de toda su vida, Ál-varo del Portillo había demostrado una gran capaci-dad para hacer amigos y el Papa Juan Pablo II era, desde hacía ya muchos años, uno de sus amigos más

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cercanos. Otra de las posibles razones es un senti-miento de gratitud por sus muchos servicios a la Igle-sia a lo largo de su vida. El fundador del Opus Dei, san Josemaría Escrivá, había dicho varias veces que la única ambición del Opus Dei era «servir a la Iglesia como ella quiere ser servida»; y Álvaro del Portillo había aprendido bien esa lección. Era un hombre de un gran talento y con muchas cualidades personales que puso por completo al servicio de la Iglesia.

Por último, Juan Pablo II probablemente quería rendir homenaje a un hombre santo. Durante toda su vida, Álvaro del Portillo había dado un testimonio sereno, pero impresionante, de cómo vivir las virtu-des cristianas de la fe, la esperanza y la caridad, junto a las virtudes humanas que hacen de los hombres y las mujeres normales personas sobresalientes. Ha-bía dado ejemplo de fortaleza, paciencia, humildad, preocupación por los demás y cariño. Y en especial su vida había reflejado la virtud de la fidelidad: fide-lidad a Dios, a su vocación personal y al fundador, de quien había sido apoyo inquebrantable desde el día que se conocieron, en 1935, hasta la muerte de san Josemaría, en 1975. A partir de esa fecha, y du-rante casi veinte años, continuó demostrando como cabeza del Opus Dei su completa fidelidad al espíritu del fundador: había visto que, para él, esa era la vo-luntad de Dios.

La vida de Álvaro del Portillo es una gran lección de cómo convertir los acontecimientos de la vida dia-ria en ocasión de acercarse más a Dios, y de llevar a los demás hacia Él. Nos muestra que las virtudes cristianas son fuente de alegría y de felicidad, lo más

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Introducción

opuesto al pesimismo. Nos muestra la eficacia de darnos alegremente y de olvidarnos de nosotros mis-mos en el servicio a Dios.

San Josemaría Escrivá hizo esculpir una frase del libro de los Proverbios sobre la puerta del despacho de don Álvaro1: Vir fidelis multum laudabitur. «El va-rón fiel será muy alabado». Su vida tiene tal fuerza que nos mueve a vivir con más fidelidad nuestra pro-pia vocación. Y, aunque sus circunstancias son di-ferentes a las nuestras, su ejemplo de fidelidad, y de tantas otras virtudes, puede interpelarnos hoy en día.

1 Como es habitual con los sacerdotes, las personas mayores y con aquellos a los que se les quiere mostrar respeto, desde muy pronto los miem-bros de la Obra comenzaron a llamar a Álvaro del Portillo como «don Álva-ro». En estas páginas, al referirme a él tras su ordenación, a veces le llamaré don Álvaro.

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Capítulo 1

Encontrar el sentido de la propia vida

Un día de marzo de 1935, Álvaro del Portillo ha-blaba con unos amigos, estudiantes como él que par-ticipaban en las actividades de la Sociedad de san Vicente de Paúl, de un joven sacerdote que cada vez era más conocido en Madrid por su labor, el Padre Josemaría Escrivá. Manuel Pérez, que le había intro-ducido en las actividades de esa sociedad caritativa, se ofreció a presentarle también a Escrivá. Unos días más tarde le llevó a la residencia DYA, que se encon-traba en la calle Ferraz y que en aquellos momentos era el único centro del Opus Dei que existía2. Álvaro se quedó sorprendido por la alegría de aquel joven sacerdote y también de que recordara varios detalles

2 Los centros del Opus Dei son muy distintos entre sí. De modo general, suelen tener una zona de residencia para algunos miembros de la Obra, un oratorio y con frecuencia vive en ellos algún sacerdote. Desde allí se lleva a cabo una amplia variedad de actividades apostólicas. DYA era una residen-cia de universitarios que ocupaba varios apartamentos de un mismo edificio de la calle Ferraz de Madrid. Allí se daba alojamiento y manutención, en un ambiente de familia, a los miembros de la Obra y a otros estudiantes universitarios de Madrid. Se impartían clases de vida cristiana y había días de retiro y meditaciones que tenían lugar en el oratorio. Además, se daban clases especializadas en derecho, arquitectura y otras materias.

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sobre él que unas tías suyas le habían contado cuatro años antes. Josemaría Escrivá recordaba incluso que a Álvaro le gustaban mucho los plátanos, pero que de pequeño tenía ciertos problemas para pronunciar bien esa palabra. Pero, sobre todo, se quedó impre-sionado de que Escrivá pareciera tomarle en serio, a pesar de que Álvaro todavía era un estudiante. Ese primer encuentro duró solo unos pocos minutos y concertaron otra cita para cinco días más tarde, pero Josemaría Escrivá no apareció. «Cuando fui, el Pa-dre no estaba: me dio plantón. Se ve que le habían llamado para atender a algún moribundo, y no me pudo avisar, porque no le había dejado mi teléfono», contó Álvaro del Portillo más tarde. Asumió que ha-bría recibido un aviso urgente para atender a algún enfermo y que, como no tenía su número de teléfono, no pudo avisarle.

Álvaro no volvió a intentar verse con Josemaría Escrivá hasta tres meses más tarde, al acabar las cla-ses. El sábado 6 de julio de 1935, un día antes de la fecha prevista para irse de vacaciones fuera de Ma-drid, se acercó hasta la residencia DYA para despe-dirse, y entonces «charlamos con calma de muchas cosas». Cuando ya estaba a punto de irse, Josemaría Escrivá le invitó a asistir al día siguiente a un día de retiro; Álvaro decidió retrasar su salida de vacaciones y asistir al retiro.

El Opus DeiNo sabemos qué le dijo Josemaría Escrivá a Ál-

varo aquel 6 de julio, pero es razonable pensar que le explicaría el espíritu del Opus Dei, fundado siete

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años antes. En la visión fundacional que recibió el 2 de octubre de 1928, Dios le transmitió el mensaje de la llamada universal a la santidad, y le dio la mi-sión de promover en la Iglesia la institución, a la que llamaría finalmente «Opus Dei». El mensaje y la ins-titución eran dos aspectos de una única realidad. El fin de la Obra consistiría en difundir esa llamada, ayudando a la gente a hacerla realidad. Estaría cons-tituida por personas que habrían recibido una vo-cación para incorporar ese ideal en sus vidas y para transmitirlo mediante sus palabras y su ejemplo.

En el corazón del mensaje fundacional se encuen-tra la realidad de que Dios llama a todos a buscar la santidad, no solo a unos selectos. Josemaría Escrivá vio, no como mera posibilidad teórica, sino como una realidad práctica, que todos los hombres y muje-res podrían y deberían aspirar al amor de Dios, con todo su corazón, con toda su mente y con todas sus fuerzas; y a amar a su prójimo como a ellos mismos. En otras palabras, entendió que el Señor llama a to-dos los bautizados a la plenitud de la caridad.

A la vez, comprendió claramente que para la in-mensa mayoría de los católicos la vocación a la santidad no está directamente relacionada con una llamada al sacerdocio o a la vida religiosa, sino a san-tificarse en las circunstancias ordinarias de la vida diaria. Cristo ha redimido y santificado toda la crea-ción y llama a la mayoría de las personas a vivir los grandes mandamientos del amor a Dios y al prójimo en medio del trabajo, con la familia, en el tiempo de ocio y en el resto de las actividades ordinarias. Perso-nas de toda condición están llamadas a la santidad

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no a pesar de encontrarse en medio del mundo, sino precisamente en y a través de las situaciones y las actividades que conlleva estar en medio del mundo. Como escribió en Camino: «Tienes obligación de san-tificarte. –Tú también. –¿Quién piensa que ésta es labor exclusiva de sacerdotes y religiosos? –A todos, sin excepción, dijo el Señor: “Sed perfectos, como mi Padre Celestial es perfecto”».

En su visión fundacional, también le quedó claro a Josemaría Escrivá que la búsqueda de la santidad no es una labor individualista sino que está íntima-mente ligada al apostolado, esto es, al esfuerzo para acercar a los demás a Cristo; todos los católicos tie-nen el deber de que los demás conozcan a Cristo, de que le amen y de que incorporen su doctrina a sus vidas. Aún más, este esfuerzo por ayudar a nuestros amigos, parientes y colegas a vivir su cristianismo de un modo más profundo y auténtico, no es algo aparte de la vida profesional y de las circunstancias ordina-rias. Es precisamente en el trabajo, en la familia y en medio de nuestras aficiones donde debemos hacer apostolado y donde con frecuencia se nos presen-tan las oportunidades para hacerlo. En palabras de Josemaría Escrivá: «Para el cristiano, el apostolado resulta connatural: no es algo añadido, yuxtapuesto, externo a su actividad diaria, a su ocupación profe-sional. ¡Lo he dicho sin cesar, desde que el Señor dis-puso que surgiera el Opus Dei! Se trata de santificar el trabajo ordinario, de santificarse en esa tarea y de santificar a los demás con el ejercicio de la propia profesión, cada uno en su propio estado».

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En la época de la fundación del Opus Dei, había muchos católicos comprometidos con la cristianiza-ción de la sociedad. Se desarrollaron iniciativas como Acción Católica y otras que buscaban promover una acción social y cívica inspirada en principios cristia-nos. El mensaje recibido por Josemaría Escrivá, sin embargo, no se centraba en cambiar las estructuras sociales, sino en animar a los fieles cristianos a bus-car con mayor empeño la santidad en su vida diaria y así, como consecuencia, se transformarían las estruc-turas sociales y se lograría una sociedad más justa. Pero siempre y cuando se tuviera claro que lo central es la santificación personal. «Un secreto. –Un secreto, a voces: estas crisis mundiales son crisis de santos. –Dios quiere un puñado de hombres “suyos”en cada actividad humana. –Después... “pax Christi in regno Christi” –la paz de Cristo en el reino de Cristo».

Para llevar a cabo lo que Dios le pedía, Josemaría Escrivá necesitaba un grupo de personas dispuestas a dedicarse por completo a formarse en este espíritu y a ayudar a muchos otros a hacer lo mismo. Eran una parte de la Iglesia al servicio de este espíritu y este mensaje –una parte que acabaría denominándose Opus Dei– con el papel tanto de extender ese espíritu como en ayudar a los demás a ponerlo en práctica.

Como vio en 1928, los miembros del Opus Dei no formarían una mera asociación, a la que dedicarían parte de su tiempo y sus energías durante un período limitado; más bien, pertenecer al Opus Dei supondría un compromiso personal total como respuesta a una vocación divina específica. En palabras de Josemaría Escrivá: «Entregarse a Dios en el Opus Dei no signi-

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fica elegir ciertas cosas ni dedicar algo de tiempo a hacer unas obras buenas en vez de otras. La vocación al Opus Dei afecta a nuestra vida entera». La voca-ción al Opus Dei supone «hacer el Opus Dei en la tierra, siendo tú mismo Opus Dei», así se es capaz de decir «a todas las almas, con el ejemplo de la propia vida, que hay una llamada universal a la perfección cristiana y que es posible conseguirla».

La gracia fundacional recibida de Dios por Jo-semaría Escrivá se dirigía a todo tipo de personas, tanto casadas como solteras, y desde el principio se esforzó en llegar a una gran variedad de gentes. Sin embargo, pronto llegó a la conclusión de que, si que-ría llegar a todos los sectores de la sociedad, necesi-taba en primer lugar un grupo que se comprometiera libremente a dedicar su vida y su tiempo a las labores apostólicas y que pudieran formar a otros. Así, co-menzó a dedicar sus mejores esfuerzos a la labor con estudiantes universitarios y con jóvenes recién gra-duados, a los que presentaba el ideal de una vida de celibato apostólico en medio del mundo. Este fue el desafío vocacional que presentó a Álvaro del Portillo.

Es probable que en esa conversación no hablaran de la posibilidad de ser ordenado sacerdote más ade-lante. En la actualidad, el Prelado solo pregunta a un pequeño porcentaje de miembros laicos célibes del Opus Dei –normalmente, varios años después de su incorporación– si desean libremente seguir viviendo su vocación a santificar el trabajo profesional como sacerdotes del Opus Dei. En 1935, sin embargo, no había ningún sacerdote en el Opus Dei; el mismo Jo-semaría Escrivá había sido ordenado en la diócesis

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de Zaragoza. Y no está claro si ya entonces le había comunicado a alguno de los primeros de la Obra su convicción de que finalmente habría sacerdotes en la Obra provenientes de sus miembros; así, parece alta-mente improbable que, al pedir su admisión al Opus Dei, Álvaro tuviera algún pensamiento o idea de que acabaría siendo sacerdote años después.

Viejo como el Evangelio y, como el Evangelio, nuevo

Este ideal de búsqueda de la santidad y de apos-tolado en la vida diaria que Josemaría Escrivá pre-sentó a Álvaro el 6 de julio de 1935 era, como decía a menudo el fundador, «viejo como el Evangelio». El mismo Cristo había dicho a sus discípulos: «sed per-fectos como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mt 5, 48), y san Pablo a los primeros cristianos de Tesa-lónica: «Esta es la voluntad de Dios, vuestra santifi-cación» (1 Ts 4, 3). Y, al menos desde la Introducción a la vida devota, libro escrito a principios del siglo XVII por san Francisco de Sales, los teólogos reco-nocían que, en teoría, los laicos pueden tener una intensa vida espiritual que les lleve a la plenitud del amor a Dios y al prójimo, que es la santidad.

Pero, como el propio Josemaría Escrivá decía, este mensaje era aún «como el Evangelio nuevo». Aunque pocos negaban que, de modo teórico, era posible que los laicos alcanzaran la santidad, eran pocos también los que proponían la santidad en medio del mundo como un ideal factible. Una vida espiritual más in-tensa en un joven o una joven, o incluso un deseo de tratar a Dios de manera más seria, se tomaban

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normalmente como signos inequívocos de vocación al sacerdocio o a la vida religiosa. Había pocos sacer-dotes que animaran a sus fieles a buscar seriamente la santidad en medio de su vida diaria, lo que refle-jaba la convicción práctica de que lo mejor que podía esperarse de ellos era que cumplieran los deberes y obligaciones de su estado. La santidad en medio del mundo podría ser un tema interesante para la espe-culación teológica, pero nadie predicaba sobre ella y mucho menos se buscaba activamente. De hecho, la mayoría de los que oían algo sobre la predicación de Josemaría Escrivá, a mediados de los 30, pensaban que sus ideas eran las de un loco, si no heréticas.

Responder a la llamada de DiosÁlvaro quedó completamente entusiasmado con

este ideal de una vida dedicada enteramente al servi-cio de Dios en medio de la vida ordinaria, lo que en su caso significaba como ingeniero. Durante el día de retiro, el domingo 7 de julio de 1935, otro miembro del Opus Dei le propuso pedir la admisión y, aun-que había tenido muy poco contacto con el Opus Dei hasta ese momento, estaba, en palabras de su bió-grafo, «preparado para oír la llamada de Dios…. Para recibir la semilla divina».

Todo esto es verdad, pero también es cierto que una decisión tan rápida para entregarse a Dios por entero, y en una organización recién creada y sin lugar aún en la Iglesia, no es muy habitual. Desde su infancia, Álvaro tenía fama de ponderar las deci-siones con cuidado. Es claro que recibió una gracia extraordinaria, propia de los tiempos fundacionales

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Page 22: VIDA DE ÁLVARO DEL PORTILLO · Un día de marzo de 1935, Álvaro del Portillo ha-blaba con unos amigos, estudiantes como él que par-ticipaban en las actividades de la Sociedad de

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Encontrar el sentido de la propia vida

del Opus Dei. Él mismo observó: «Se trató evidente-mente de una llamada divina porque no se me había pasado ni lejanamente por la cabeza la idea de una vocación de esa clase: yo pensaba solamente que me doctoraría en ingeniería y crearía una familia»… Se-gún sus palabras, Dios le envió una gracia «tumba-tiva, que me impulsó a responder: Señor, aquí estoy. Quiero pertenecer a la Obra».

Para formalizar su decisión escribió una breve carta a Josemaría Escrivá, fechada el 7 de julio de 1935. Dirigiéndose a él como «Mi querido Padre», se limitó a decir: «Habiendo conocido la Obra de Dios me dirijo a V. para suplicarle me conceda la admi-sión en ella. Se encomienda a sus oraciones para per-severar en su propósito».

¿Quién era aquel joven estudiante de ingeniería que pidió la admisión al Opus Dei en julio de 1935, que pronto llegaría a ser el colaborador más cercano de Josemaría Escrivá y que finalmente se convertiría en su primer sucesor?

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