Viento Sur, nº 115, marzo 2011

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www.vientosur.info SUR Nº 115 AÑO XX 8 E MARZO 2011 La izquierda contra el franquismo. Miguel Romero (editor), Martí Caussa y Ricard Martínez (LCR), Jtxo Estebaranz (libertarios), José Antonio Errejón (PTE), Francisco Letamendia (abertzales), Xavier Domènech (PCE) Túnez. Accidente y revolución. Santiago Alba Rico Cuba. El socialismo democrático ante las actuales reformas. Armando Chaguaceda y Ramón I. Centeno FSM de Dakar. La ocasión perdida. Josu Egireun Francia. El NPA en la encrucijada. Josep Maria Antentas Política, conflicto y populismo (II). También en Europa: posibilidades populistas en la política europea y española. Iñigo Errejón In memoriam. Jean Haíra VIENTO

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● La izquierda contrael franquismo. MiguelRomero (editor), MartíCaussa y Ricard Martínez(LCR), Jtxo Estebaranz(libertarios), José AntonioErrejón (PTE), FranciscoLetamendia (abertzales),Xavier Domènech (PCE) ●Túnez. Accidente yrevolución. Santiago

Alba Rico ● Cuba. El socialismo democrático antelas actuales reformas. Armando Chaguaceda y Ramón I. Centeno ● FSM de Dakar. La ocasión perdida. Josu Egireun ● Francia. El NPA en laencrucijada. Josep Maria Antentas ● Política, conflicto y populismo (II). También en Europa:posibilidades populistas en la política europea yespañola. Iñigo Errejón ● In memoriam. Jean Haíra

“...un viento sur que lleva colmillos, girasoles, alfabetos y una pila de Volta con avispas ahogadas”

Federico García Lorca Poeta en Nueva York

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4plural2plural2

5vocesmiradas

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7subrayadossubrayados

Número 115 / marzo 2011 / 8 e

TúnezAccidente y revolución. Santiago Alba Rico 5CubaEl socialismo democrático ante las actuales reformas.

Armando Chaguaceda y Ramón I. Centeno 13Foro Social Mundial de DakarLa ocasión perdida. Josu Egireun 25FranciaEl NPA en la encrucijada. Josep Maria Antentas 31

El escenario de una especulación. Álvaro Minguito. Carmen Ochoa Bravo 41

La izquierda contra el franquismoPresentación. Miguel Romero 47La LCR y la izquierda radical (1966-1975). Martí Caussa 49El choque contra la Transición. Miguel Romero 56La LCR más allá del franquismo: de la “unidad trotskista” al Partido de los Revolucionarios

y la fusión con el MC (1978-1991). Ricard Martínez i Muntada 64La eclosión de la corriente asamblearia (1969-1975). Jtxo Estebaranz 72El Partido del Trabajo de España. José Antonio Errejón 79La izquierda abertzale en la pre-Transición (1974-junio 1977).

Francisco Letamendia 87El PCE en el proceso de cambio político. La voluntad de ser arte y parte.

Xavier Domènech Sampere 95

Política, conflicto y populismo (II). También en Europa: posibilidades populistas en lapolítica europea y española. Iñigo Errejón 105

Primera palabra. Pablo Martín Coble (Madrid, 1960)Antonio Crespo Massieu 115

Jean Haíra, lagun, internacionalista, jusqu’au bout. Josu Chueca 121

El modelo inmobiliario español y su culminación en el caso valenciano. José ManuelNaredo y Antonio Montiel Márquez. José Galante 123

La Crisis de la Economía de Mercado (2010). Jesús Albarracín. Adaptación y actualiza-ción de Daniel Albarracín. Camilo Espino 124

La universidad en conflicto. Capturas y fugas en el mercado global del saber. VVAA.Joseba Fernández González 125

Democracia laica y religión pública. Rafael Díaz-Salazar. Michael Löwy 126

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Barcelona Espai Icaria Arc de Sant Cristófol,11-23 (08003).

La Central del Raval Elisabets nº6. (08001).

La Central Mallorca, 237. (08008).

La Ciutat Invisible Riego, 35, baixos. (080014).

Laie Pau Clans, 85. (08010).

Llibreria Documenta Cardenal Casañas, n°4. (08002).

Bilbao Libreria Cámara Euskalduna, 6. (48008).

Córdoba Espacio Social yCultural Al Borde Conde de Cárdenas, 3(14003).

GranadaLibrerías Picasso Obispo Hurtado, 5(18002).

HuescaLibrería Anónima Cabestany,19. (22005).

Las Palmas de Gran CanariaAsociación Canaria deEconomía Alternativa Café dEspacioCebrián, 54. (35003).

MadridLibrería Fuentetaja San Bernardo n° 48(28015).

Librería AntoníoMachado Fernando VI nº 17(28004).

Librería Rafael Alberti Tutor n° 57. (28008.

La Libre Argumosa nº 39. (28012).

La Marabunta Torrecilla del Real, 32(28012).

Librería Facultad deCiencías Polítícas ySociología Universidad Complutense Campus de Somosaguas

Traficantes de sueños Embajadores n° 35(28012).

Kiosko San Millán / PlazaCascorro. (28012).

MálagaLibreria Proteo Pta Buenaventura nº 3(29008).

Oviedo-UviéuConceyu AbiertuLa Gascona, 12 baxu A (33001).

Tienda de ComerciuXustu "L'Arcu la Vieya" El Postigu Altu 14, baxu(33009).

Pamplona-IruñeaZabaldi (CasaSolidarídad) Navarreria, 23, bajo(31001).

La Hormiga AtómikaLiburuakCuria 2, bajo. (31001).

Santander La Libre (librería alter-nativa)Cisneros, 17. (39001).

SevillaAteneo Tierra y Libertad Miguel Cid, 45

ValenciaLlibrería tres i quatre Octubre Centre de CulturaContemporània San Ferrán, 12 (46001).

ValladolidLibrería Sandoval Plazuela del Salvador, 6 (47002).

Vitoria-GasteizESK Beethoven, 10, bajo (01012).

ZaragozaBar Barrío Sur San Jorge, 29(50001).

Papelería Germinal Sepulcro, 21(50001.

Librería Antígona Pedro Cerbuna, 25 (50009).

Librería Cálamo Plaza San Francisco, 4 (50009.

Kíoskos - Plaza San Francisco (50009).- San Juan de la Cruz, 3 (50009).

Consejo Asesor Luis Alegre ZahoneroNacho Ávarez-PeraltaIñaki BárcenaMartí CaussaÍñigo ErrejónSandra EzquerraRamón Fernández DuránJosé GalantePepe Gutiérrez-ÁlvarezPedro IbarraPetxo IdoyagaGloria MarínLadislao MartínezBibiana MedialdeaJusta MonteroDaniel PereyraEnric PratBegoña Zabala

Redacción Josep María AntentasAndreu CoIlAntonio CrespoJosu EgireunManolo GaríRoberto MontoyaAlberto NadalCarmen OchoaJaime PastorCarlos SevillaPilar SotoMiguel Urbán CrespoEsther Vivas

EditorMiguel Romero

Diseño original Jerôme Oudin & Susanna Shannon

Maqueta Fernando de Miguel & Judit GonzálezTRAZAS S.L. [email protected]

Redacción C./ Limón, 20 – Bajo ext-dcha. 28015 Madrid. Tel. y Fax: 91559 00 91

Administración y suscripciones Josu Egireun. Tel.: 630 546 782 [email protected]

Imprime Varoprinter. C/ Artesanía 17. Pol. Ind. de Coslada. 28823 Coslada (Madrid).

DL: B-7852-92 ISSN: 1133-5637

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Puntos de difusión de VIENTO SUR

Propuesta gráfica a partir de fotografías de Xabier Idoate, artista y profesor de laUniversidad del País Vasco – Euskal Herriko Unibertsitatea

[email protected] SUR

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Se decía: “el imperialismo es una época de guerras y revolucio-nes”. Y sonaba optimista, porque las guerras engendrarían revoluciones y lasrevoluciones serían victoriosas. Un siglo después, no han quedado ni las ruinasde ese optimismo, esa perversa ilusión de la recompensa segura al final de lasbatallas trágicas y necesarias. En cambio, los acontecimientos que se desarro-llan desde finales del 2010 en los países árabes responden bien a la vieja ima-gen de imperialismo, guerras y revoluciones.

Esta vez, llegaron primero las revoluciones con su capacidad creativa y sugeneración de entusiasmo y de contagio intactas, despertando las potencias dor-midas de los pueblos oprimidos, desordenando el mundo, por fin, en el buensentido. Santiago Alba Rico viene escribiendo crónicas sobre la revolución enTúnez, originales e inspiradoras. En su artículo reflexiona sobre el sentido y lasperspectivas de la revolución, cuando hay que pasar de la lírica a la política, delas fórmulas generales al análisis de las situaciones concretas.

Y llegan también las guerras, ya en acto o como próxima amenaza enBahrein, Yemen y, sobre todo, Libia. Será más difícil entender las cosas, poner-se de acuerdo. Pero se puede confiar en que, al menos en Túnez y en Egipto,siguen vivos procesos revolucionarios. Hay que estar muy cerca de ellos. Loestaremos a nuestra manera, desde la web.

Se nos reprocha frecuentemente lo poco que publicamos sobreCuba. La verdad es que no resulta nada fácil encontrar buenos textos. Cuandolo encontramos lo publicamos. Así lo hacemos con el análisis de ArmandoChaguaceda y Ramón I. Centeno sobre los “Lineamientos de la PolíticaEconómica y Social” que serán, sin duda, aprobados en el próximo congresodel Partido Comunista Cubano. Además los autores se arriesgan a proponeralternativas desde un punto de vista socialista y democrático, que pueden sonarmuy alejadas de las posibilidades actuales, pero si no es por ese camino, pare-ce inevitable la desintegración de lo que todavía pueden considerarse “logrosde la revolución”, que por otra parte sólo ocupan espacio retórico en los docu-mentos preparatorios del congreso.

En cambio venimos dedicando una atención amplia y sistemática al Foro SocialMundial y al Nuevo Partido Anticapitalista. Por una infeliz coincidencia, publi-camos ahora textos que dan cuenta de situaciones muy difíciles en ambos casos.

Desde hace ya mucho tiempo, el Foro Social Mundial viene perdiendo lacapacidad que tuvo originalmente para ser un referente internacionalista. JosuEgireun considera que el Foro de Dakar continúa en la misma dirección. Esverdad que no hay recambio, pero esa no es razón suficiente para permanecer.En Dakar se convocó una Jornada Internacional de solidaridad con los Pueblos

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alvuelo

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Árabes para el 20 de marzo. Quizás haya habido alguna acción respetable yvaliosa en algún país. Pero la jornada no ha existido. La solidaridad internacio-nal contra el capitalismo y el imperialismo tiene que buscar nuevos caminos.

El NPA nació con fuerza e ilusión hace dos años. En Francia, pero tambiénmás allá de Francia, fue considerado como la prueba de que se había iniciadouna nueva y prometedora etapa para la construcción de organizaciones de laizquierda política anticapitalista. Incluso, a veces, fue considerado como unmodelo, más o menos lejano. La experiencia ha resultado mucho más dura de loque se imaginó. Pero no es difícil entender las dificultades que se han mostradoen el reciente congreso, que responden a los grandes problemas que tiene queafrontar ahora cualquier organización anticapitalista: fundamentalmente, a miparecer, la política unitaria a la izquierda de la socialdemocracia, a escala nacio-nal y europea; la necesidad de que la política concreta predomine sobre la pro-paganda anticapitalista; y la transformación del “partido de vanguardia” al “par-tido plebeyo” enraizado en eso que en Francia llaman “el pueblo de izquierdas”.Josep Maria Antentas expone sus propios puntos de vista sobre estos temas.

A partir de este número vamos a contar con una colaboración fijaen esta sección, que reduce el espacio de texto con lo que todos salimos ganan-do. Tres grandes dibujantes, Azagra, Miguel Brieva y Eneko, se turnarán consus dibujos en este espacio. Su compañía es un honor. Empezamos con un dibu-jo de Azagra que evoca imágenes que nos llegan de los países árabes.

M.R.

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Azagra

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Rida Ridawui, un abogado tunecino conocido por su compromiso y apoyo a loscambios democráticos en el país, decía de un modo provocador que “la revo-lución en Túnez se había producido por accidente”. Con ello no quería dismi-nuir la importancia de lo ocurrido ni sus potencialidades emancipatorias sinoseñalar dos elementos esenciales sin los cuales es difícil evaluar las causas yanticipar los efectos del levantamiento popular iniciado el 17 de diciembre de2010: el azar imprevisible que lo puso en marcha y la pura afirmación rebeldeque lo lanzó más allá de la conciencia misma de sus participantes. Nadie podíaprever la mortal protesta individual de Mohamed Bouazizi frente a la enésimahumillación cotidiana de la policía; nadie podía prever que la mortal protestaindividual de Mohamed Bouazizi frente a la enésima humillación cotidiana dela policía fuese a hacer caer al dictador Ben Alí y a ondular de arriba abajo elmundo árabe. Lo más sorprendente de las revoluciones es que ocurran; pero notiene nada de extraño que hayan ocurrido. El “accidente” de Sidi Bouzid, cunade Bouazizi y de las revueltas tunecinas, iluminó la lógica implacable que lle-vaba necesariamente hasta él; y los acontecimientos que desencadenó demos-traron hasta qué punto ese gesto de desesperación no era ni desproporcionadoni caprichoso ni individual: se ajustaba de la manera más coherente a la situa-ción general. Podía no haber sucedido nunca, es verdad, porque hay miles deleyes apodícticas que no se materializan jamás; podía no haber sucedido nuncaporque lo necesario, en cualquier caso, sólo sucede por azar (y por voluntad).Pero, una vez lo necesario irrumpe, lo sorprendente es la sorpresa que nos pro-duce; lo sorprendente es que no haya irrumpido antes.

La situación general había sido ya expuesta en abril de 2005 en el informeencargado por la PNUD a una grupo de intelectuales árabes:

De acuerdo a los estándares del siglo XXI, los países árabes no han resuelto lasaspiraciones de desarrollo del pueblo árabe, la seguridad y la liberación, a pesarde las diversidades entre un país y otro a este respecto. De hecho, hay un casicompleto consenso en torno a la existencia de graves carencias en el mundo árabe,y la convicción de que éstas se sitúan específicamente en la esfera política.

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1eldesordenglobalAccidente y revoluciónTúnez

Santiago Alba Rico

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Corrupción, clientelismo mafioso, parcialidad de la justicia, tribunales deexcepción, violencia contra la “sociedad civil”, desigualdad económica, elinforme incluía también una denuncia de la ocupación de Palestina e Irak comoobstáculos decisivos para la democratización de la zona: “Tras desmantelar elantiguo Estado, las autoridades al mando de Estados Unidos han dado pocosprogresos a la hora de construir uno nuevo”. Era una forma cortés de aludir alenorme esfuerzo –al contrario– que EE UU y la UE han hecho en esta zona delmundo para impedir la democracia. Tras los atentados del 11-S y la invasión deIrak, la administración Bush había comprendido la necesidad de hacer algunasconcesiones que maquillaran los regímenes amigos sin cuestionar su poder o–como gustan decir los bombardeadores– su “estabilidad”.

Las reformas constitucionales en Túnez y Egipto, las elecciones familiares enArabia Saudí y los pomposos y perversos comicios en Irak, junto a las manifes-taciones masivas en Beirut, llevaron a algunos propagandistas a hablar en 2005de una “primavera árabe”. El informe del PNUD venía a corregir esta visiónsoñadora para hablar con aspereza de “un agujero negro” y “una catástrofeinminente” asociada a una “explosión social” que podía, según sus previsiones,provocar “una guerra civil”. Sus propuestas y su lenguaje, en todo caso, se ce-ñían muy claramente a los límites de las reformas liberales y a los anhelos deuna “buena gobernanza” concertada entre los Estados árabes y sus poblaciones.

En ese mismo mes de abril de 2005, sin embargo, el analista Gilbert Achcarveía con toda claridad la ilusión fraudulenta de la “primavera árabe”, tomabadistancias frente al informe de la PNUD y anticipaba una sacudida que hoy, seisaños más tarde, nos resulta sorprendentemente natural:

Un estudio libre de toda restricción institucional concluiría más bien en lanecesidad de una unión de las fuerzas democráticas con el fin de imponerdesde ‘abajo’ cambios radicales, que serán menos violentos en la medida enque sean masivos, como lo ha demostrado ampliamente la historia y comotambién lo confirma la actualidad reciente. Además, en esta parte del mundodonde subsisten numerosos Estados patrimoniales, en los cuales todavía lasfamilias reinantes se apropian de una parte considerable de los recursos nacio-nales, agrícolas y mineros, no podría haber consolidación de la democraciasin una importante redistribución de la propiedad y de los ingresos. Por esoparece mucho más ilusorio instaurar de manera duradera las libertades y lademocracia por medio de una acción concertada con una parte de las clasesdirigentes en el mundo árabe actual que, mucho antes, en las monarquíasabsolutas europeas o, hace poco, en las dictaduras burocráticas de Europacentral y oriental.

Así fue, así pasó, así está pasando. El informe de 2005 de la PNUD definiónegativamente la unidad del mundo árabe, que desde hacía décadas aparecíafragmentado, desordenado, difícil de integrar en cualquier forma de descripción

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homogénea: ahora el concepto de “dictadura” venía a vincular orgánicamenteampulosas monarquías teocráticas con pseudo-repúblicas laicas en el marco deuna frustración política, cultural y vital al mismo tiempo panárabe y pandémi-ca. Las reflexiones de Achcar dejaban claro, por su parte, que la democratiza-ción de las dictaduras árabes, en las que política y economía se fundían inex-tricablemente, implicaba necesariamente una ruptura institucional revoluciona-ria y una redistribución social de los recursos. No se podía negociar nada conlos Estados; había que tumbarlos.

La situación local de Túnez, por debajo de los espejismos, se ajustaba plena-mente a la situación general. Provinciana y periférica, mimada por la UE y losEE UU, adulada por el FMI, fotografiada por los turistas, ignorada por losgrandes medios europeos, la nación norteafricana parecía sustraerse en la ima-ginación a todos los males de la región. ¿No era un país “moderado”? ¿No ocu-paba el puesto 41 en el ranking de desarrollo humano? ¿No tenía un crecimien-to del 5% anual? Españoles, italianos, franceses, ¿no invertían sin parar en elsector turístico y textil? ¿No era el país más competitivo y el más “occidental”de África? Todavía hoy, dos meses después del 14 de enero, la entrada “Túnez”de la Wikipedia afirma con desparpajo: “A Túnez le faltan los inmensos recur-sos naturales de los países vecinos, pero la dirección económica cuidadosa yexitosa ha traído una prosperidad razonable”. La dirección económica “cui-dadosa y exitosa” había puesto en torno al 60% del PIB en manos de la fami-lia gobernante –la de Ben Alí y su esposa, Leyla Trabelsi– en un proceso deprivatización feudal-capitalista beneficioso para los grandes intereses extranje-ros y ruinoso para las regiones más desfavorecidas del país. De pronto, tras lafuga del tirano, los gobiernos que apoyaban el régimen de Ben Alí y los mediosque lo ignoraban, descubrieron que Túnez era un país dictatorial, corrupto ypobre. A veces muy pobre. La fractura tradicional Este/Oeste no ha dejado deagravarse en las últimas décadas y, frente al modesto desarrollo de las costasorientales, el centro y suroeste se han mantenido sumergidos en un abismocompleto y humillante. Vías de tren abandonadas desde la época colonial,carreteras comidas por la arena y los arbustos, sin hospitales ni escuelas niobras hidráulicas que permitan desarrollar la agricultura, el Estado mafioso deBen Alí, sin embargo, no olvidaba a los parados y a los pobres, hasta los quealargaba sus tentáculos para succionarles, como ácaros o chinches, sus últimasfuerzas y sus últimos recursos. Para entender bien el impulso revolucionariotunecino –y árabe en general– y la fuerza material de sus consignas abstractas(dignidad y democracia) es necesario llamar la atención sobre este procesogeneral, íntimo, capilar, de contaminación popular a manos de un poder que nodesdeñaba ninguna fuente de riqueza, por modesta que fuera. Todos los tune-cinos, pero muy particularmente los de las regiones del interior, tuvieron quedejarse mancillar durante años, cotidiana e ininterrumpidamente, por unas ins-tituciones con las que tenían que negociar todos los minutos del día, y ante las

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que tenían que inclinarse todos los segundosde cada hora, para reproducir su vida desnu-da, su pura existencia biológica. La dictadu-ra política y policial se desprendía natural-mente de este sistema de corrupción gene-ral; para robar a todos y cada uno de lostunecinos –en los pueblos más lejanos, a loscuerpos más desamparados– era necesariohumillarlos, ofenderlos, encadenarlos, gol-pearlos y enfangarlos sin cesar. El gritokarama (dignidad) era y sigue siendo elimpulso rabioso de una catarsis compartidaque incluye todos los órdenes de la existen-cia, íntimos y colectivos; y el grito dimocra-tiya (democracia) demanda, más allá de lastransformaciones institucionales, tambiéntrabajo, escuelas, hospitales, distribuciónjusta de los recursos del país. Esta fusióntotalitaria entre dictadura, corrupción ypobreza explica por qué en Túnez, como enel resto del mundo árabe, la democratiza-ción pasa necesariamente por una rupturainstitucional y una recuperación de sobera-nía nacional.

Naturalmente, la revolución tunecina –a nadie puede sorprenderle– no es unarevolución socialista. Lo que sí es sorprendente, aquí como en Egipto, es queno ha sido tampoco –o aún menos– una revolución islamista. Condenados poroccidente al letargo oriental o al fanatismo religioso, tunecinos y egipcios, sinninguna tutela o dirección, han reclamado ingenuamente, seriamente, sacrifi-cando sus vidas, esa cosa que a tantos parece vacía o engañosa: “democracia”.No han lanzado esta palabra al aire angelical de las ideologías abstractas. Lahan arrojado violentamente contra nosotros, se la han echado en cara a laspotencias occidentales que apoyaron a los dictadores y que no han dejado deintervenir para reproducir dependencias políticas, económicas y culturales.“No queremos una democracia importada”, “no queremos lecciones deFrancia”, “no a la intervención extranjera”, eran consignas repetidas una yotra vez en la doble ocupación de la Qasba de Túnez (del 21 al 28 de enero ydel 20 de febrero al 4 de marzo) y que expresan claramente la dinamita anti-colonial contenida en las demandas políticas de los árabes. Francia, Italia,España, EE UU no son el modelo; los países occidentales, al contrario, tienenpendiente su propia democratización.

“El grito karama(dignidad) era y siguesiendo el impulsorabioso de una catarsiscompartida que incluyetodos los órdenes de la existencia, íntimosy colectivos y el gritodimocratiya(democracia) demanda,más allá de lastransformacionesinstitucionales, tambiéntrabajo, escuelas,hospitales, distribuciónjusta de los recursosdel país”

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Como señala el escritor libanés René Naba, la revolución árabe es

la primera revolución democrática del siglo XXI que se ha llevado a cabo, adiferencia de las de los pueblos de Europa del Este en la década de 1990, sinayuda exterior, contra los opresores y los patrocinadores de los opresores, porarticulación de la dialéctica del enemigo interior sobre el enemigo exterior.

La revolución tunecina la puso en marcha un “accidente” que implicaba –enesa oscuridad membranosa– a todos los tunecinos, pero muy especialmente alas víctimas de las tres infamias conniventes (dictadura, pobreza y corrupción).Una vez desencadenada, la estrategia de las potencias ex-coloniales, y sobretodo de EE UU, ha sido la de convertir los levantamientos árabes en “revolu-ciones postmodernas” de blogueros y ciberactivistas, privilegiando ciertos sec-tores de clase media descontentos con las dictaduras, pero que se conformanya con algunas transformaciones formales –nada desdeñables, por lo demás–en el terreno político. Si se tiene en cuenta que casi el 80% de los egipcios vivebajo el umbral de la pobreza y que en las regiones del interior de Túnez, aban-donadas y sin recursos, en torno al 60% de la población juvenil no tiene traba-jo, podemos ya evaluar la manipulación interesada que subyace a esta versióndifundida por los medios. Mohamed Bouazizi, el vendedor ambulante que seinmoló el 17 de diciembre, procedía de Sidi Bouzid, la zona más campesinadel país; Qasserine, la ciudad donde más jóvenes murieron durante las revuel-tas, es una ciudad obrera devastada por el paro; Gafsa, otra de las ciudades másbelicosas, es el centro de la cuenca minera, escenario en 2008 de una insurrec-ción popular brutalmente reprimida que preparó, en cualquier caso, las jorna-das de enero de 2011. Al contrario de lo que es tradicional, la revolución, enel caso de Túnez, ascendió claramente de la periferia al centro, donde sólo enel último momento se sumaron las clases medias (profesiones liberales, inte-lectuales, artistas) que hoy ya se desmarcan de ella. Como escribe el analistatunecino Fathi Chamkhi, se trata, al mismo triempo, “de una revoluciónsocial, democrática y nacional”. También inter-nacional, en el sentido de que,mediante esta sacudida, Túnez se ha reinscrito de forma inesperada en elmundo árabe refundando al mismo tiempo, frente a la Umma o comunidadislámica, la unidad material y política de un nuevo mundo árabe insurgente. Yano es el panarabismo de Nasser y Bourguiba, padres de una independenciamalograda y finalmente antidemocrátiica que ahora hay que “volver a hacer”.Pero no es un exageración considerar los levantamientos del mundo árabecomo una “segunda independencia”, como un volver a empezar contra la inter-vención colonial y contra las dictaduras locales. Eso explica la rehabilitaciónde los himnos y banderas nacionales e incluso, si se me apura, la reapariciónen Libia de la bandera que llaman “monárquica”, pero que es en realidad labandera de la independencia (frente a la de la Yamahiriya, símbolo de la dic-tadura de Gadafi).

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¿Qué se puede esperar en Túnez? ¿Qué se ha conseguido ya? ¿Qué hemosaprendido?

Desde el día 14 de enero, la presión popular ha logrado tumbar tres gobier-nos, forzar la dimisión de 24 gobernadores e imponer elecciones para unaAsamblea Constituyente. La ocupación dos veces de la Qasba, sede del primerministro y del Ministerio de Finanzas, dejó bien clara una fractura de clase queno podrá ser contenida con puras medidas formales ni promesas siempre apla-zadas. La izquierda, por su parte, está tratando de aprovechar este inesperadoespacio abierto por el impulso popular para reorganizarse y, si ha sido sorpren-dida a contrapié, como los islamistas y la UE, cuenta con algunas pequeñasventajas comparativas. La constitución del Frente 14 de Enero, coalición departidos marxistas y “patrióticos” hasta ahora divididos, anticipa la posibilidadfundada de una mayoría relativa en la futura Asamblea Constituyente escogidael próximo 24 de julio. Para ello, habrá que mantener esa unidad y trabajarsobre el terreno a partir de un mapa político cuarteado y poco homogéneo.Durante los años de dictadura, las fuerzas progresistas ilegales tuvieron queactuar a la sombra gigantesca de la UGTT, el poderoso sindicato oficial cuyadirección colaboró y se benefició de la corrupción benalista. Un recorrido porla geografía tunecina evidencia la diferente musculación política de las ciuda-des y pueblos, según la mayor o menor presencia de la izquierda en los sindi-catos locales. En algunos lugares –Redeyef, en la cuenca minera, es emblemá-tico– hay autogestión comunera; en otros espontaneísmo bravo; en otros deses-peración sin molde; en otros ya –sobre todo en los medios pequeñoburguesesde la capital– reivindicación del “orden y la estabilidad”. Junto al esfuerzo deorganización, la izquierda tunecina aborda la necesidad de nuevas movilizacio-nes contra los rescoldos muy activos del aparato del Estado dictatorial, todavíaintacto y empeñado en una obra permanente de represión y terrorismo selecti-vo, y contra todas las formas de intervención extranjera, económicas y milita-res, que se ciernen sobre la región.

Túnez nos ha enseñado ya al menos dos cosas. Una tiene que ver con las nuevasclases revolucionarias y las viejas técnicas de organización. Es cada vez másnecesario encontrar bisagras que enganchen y permitan el juego articulado entrela horizontalidad del impulso y la verticalidad de la organización. Esas bisagras,más que virtuales, siguen siendo “lugares antropológicos” que ciñen e integranflujos muy movedizos. Lo que ha habido en Túnez, como en Egipto, ha sido sobretodo dos espacios de fuerte concentración simbólica y política: la plaza de Tahriren El Cairo y la plaza de la Qasba en Túnez capital (junto con otras decenas decentros de debate y formación política acelerada en todas las ciudades y pueblosde los dos países). Durante muchos días estos espacios –trabajados también porpartidos y organizaciones– han constituido una mezcla de ágora, academia e ins-titución pública improvisada en la que cientos de jóvenes han hecho una especie

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de curso intensivo de formación política y solidaridad social consciente. Es lademostración de que, si bien la red y facebook han sido de vital importancia parala movilización, los espacios físicos y las reuniones “corporales” siguen siendofundamentales como marcos al mismo tiempo de aprendizaje y organización.Desde ellos irradia ahora, de vuelta a los lugares de origen, un conocimiento queningún político profesional podría jamás difundir en los medios populares, muysuspicaces frente a las instituciones y los políticos. Los cientos de “pueblerinosluminosos” –como los llamaba Alma Allende– que se resisten a “volver a la nor-malidad” son ya militantes sin partido que reparten en las regiones, maestros deleva, líderes de aluvión, nuevos valores y nuevas formas de conciencia.

La segunda enseñanza nos atañe más directamente. Sabemos poco acerca decómo evolucionarán las revueltas que voltean hoy el mundo árabe entero, desdeMarruecos y Argelia hasta Irak, Arabia Saudí, Yemen y Bahrein; y sabemosque, más allá de Gadafi y el petróleo, una posible intervención de la OTAN enLibia podría obstruir y cerrar de golpe este abanico subversivo. Pero lo ciertoes que esta Gran Revuelta Arabe –vinculada a la crisis del capitalismo– es dealguna manera ya mundial y pone en aprietos por igual a imperialistas y anti-imperialistas, atrapados en el trágico pero confortable esquema, prolongaciónde la guerra fría, de amigos y enemigos o, al menos, de aliados y adversarios.Seamos sinceros: una “verdadera revolución democrática” incomoda a todos.Que las zonas consideradas más atrasadas del planeta, contra toda lógica y pre-visión, emprendan una “revolución democrática” extemporánea que los france-ses hicieron en 1789 para nada (o casi nada) no sólo desconcierta a los bombar-deadores humanitarios, con sus pretensiones de universalidad y sus patentes dedemocracia, sino también a los que desde la izquierda han motejado de “tram-posa” o “fraudulenta” la idea misma de democracia o a los que consideran quela “auténtica democracia” sólo puede ser un efecto secundario del socialismopero nunca su fuente o su motor. Nos asustaron con Al-Qaeda y el fanatismomusulmán, pero da mucho más miedo, la verdad, esta salvaje reclamación delibertad –y de Asamblea Constituyente y Ley Electoral– que no encuentra ape-nas partidos u organizaciones en las que confluir, debilitadas por las dictaduras,y que puede volcarse en cualquier dirección. Da miedo y con razón. Pero elsocialismo del siglo XXI, si de verdad quiere serlo, tiene que contar con dosnuevos datos, uno geográfico y otro político: un mundo árabe que regresa ines-peradamente a la escena de la historia y una avalancha global y sin fronterascontra la tiranía. Un nuevo muro de Berlín está cayendo y lo que se entrevé alotro lado es sobre todo un gran bullicio. Todo puede ser peor, pero todo, encualquier caso, es ya distinto. Y es la izquierda la que debería hacerse cargo deese discurso emancipatorio y democrático antes de que lo hagan, como siem-pre, los bombardeadores humanitarios y sus mercados.

Santiago Alba Rico es filósofo y analista político. Publica habitualmente, entre otrosmedios, en Rebelion www.rebelion.org

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El próximo VI Congreso del PCC consolidará la reestructuración de escenariosposibles en torno al modelo económico cubano. Al ampliarse el cuentapropismoy arraigarse las transformaciones en el sistema empresarial del sector externo, sefortalece la relevancia de las unidades productivas asociadas al mercado. Los retosque su presencia implica para una renovación socialista democrática, requiere for-mular una agenda realista que impulse la autogestión. Pero los actuales“Lineamientos de la Política Económica y Social” /1 para el cónclave partidistason omisos en esa y otras direcciones de empoderamiento de los productores y, ensentido amplio, de los ciudadanos. Urge un modelo de gestión que requiera de lademocracia desde el centro de trabajo para su éxito, y así escapar al falso dilemade elegir entre la restauración capitalista y el monopolio burocrático.

Nuevas reformas económicas orientadas al mercadoLa etapa económica de Cuba inaugurada hace –cuando menos– dos décadas,obligó a un cambio de políticas económicas y sociales. Junto con el redimensio-namiento ministerial y empresarial, se autorizaron el cuentapropismo y la inver-sión extranjera. Los costos sociales generados por la crisis fueron compartidospor toda la sociedad (excepto la élite), pero se mantuvieron servicios sociales ygratuidades, aunque su calidad se degradó. Además, pese a protegerse ciertosgrupos vulnerables (ancianos, niños), durante el Periodo Especial, se incremen-tó la pobreza y la desigualdad (Espina, 2008; Ferriol en Mesa Lago, 2005).

Pero la debilidad económica cubana ha sido una constante, por lo que mayoresreformas han sido necesarias para sostener la economía y las políticas sociales dela Isla.

El pasado 1 de agosto de 2010, Raúl Castro comunicó, ante la AsambleaNacional del Poder Popular (ANPP), el próximo recorte de alrededor de unmillón de empleados estatales. Para contrarrestar los efectos de tal medida, elgeneral anunció, también, la ampliación del “ejercicio del trabajo por cuentapropia y su utilización como una alternativa más de empleo de los trabajadoresexcedentes, eliminando varias prohibiciones vigentes para el otorgamiento denuevas licencias y la comercialización de algunas producciones, flexibilizandola contratación de fuerza de trabajo” (Castro, 2010). Esta apertura a la micro-inversión, dado su carácter compensatorio, traspasa el punto de no retorno.Estamos frente a un decisivo giro ideológico en el pensamiento económico del

El socialismo democrático ante lasactuales reformas

Cuba

Armando Chaguaceda y Ramón I. Centeno

1/ Disponible en http://www.cubadebate.cu/wp-content/uploads/2010/11/proyecto-lineamientos-pcc.pdf

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régimen cubano. El cuentapropismo ha dejado de ser comparado con “pirañas”capitalistas necesarias (Henken, 2008) y se ha transformado en un vehículo para“incrementar niveles de productividad y eficiencia”, alejándose de “aquellasconcepciones que condenaron el trabajo por cuenta propia casi a la extinción ya estigmatizar a quienes decidieron sumarse a él, legalmente, en la década delos noventa” (Granma, 24/10/2010). Han sido integrados al modelo cubano conmayor legitimidad (un verdadero tratado de paz), los propietarios de pequeñosrestaurantes y cafeterías, talleres de reparación de automóviles, pequeños pro-ductores de calzado, taxistas o arrendadores de habitaciones a turistas.

Esta intención de ampliar el sector no estatal busca la incorporación, en un lapsode seis meses a partir de su anuncio, de 250.000 nuevos cuentapropistas y otros215.000 cooperativistas. Sin embargo, aún se carece de un mercado de créditos einsumos. Además, se piensa gravar al sector con impuestos excesivos (de cincotipos) que se elevan a alrededor del 40% de ingresos, cifra superior a la media lati-noamericana. Si bien se cuadruplicará la recaudación fiscal en dos años (2009-2011) de 247 a 1.000 millones de pesos, el gravamen afectará a la sobrevivenciade la mayoría de estos emprendimientos en el corto plazo (Mesa, 2010b).

Esta reforma puso fin a la larga parálisis del gobierno de Raúl, cuyo ascenso,en 2006, había estado rodeado de profundas expectativas de cambio. Su bande-ra de “no tenemos derecho a equivocarnos”, justificante de la inmovilidadadoptada, fue intercambiada por una frenética carrera que culminará en abril de2011, con el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC).

El pasado 8 de noviembre, Raúl, en presencia de Hugo Chávez, y como reco-nocimiento a la importancia de la relación con este último, anunció en el ActoConmemorativo del Décimo Aniversario del Convenio Integral de CooperaciónCuba-Venezuela, la convocatoria al máximo cónclave cubano, el cual tendrá unsolo punto: la economía. Para ello, han sido publicados los “Lineamientos de laPolítica Económica y Social”. Este material, desde ese momento, está circulan-do entre los militantes del partido para orientar las discusiones pre-congreso,que incluyen a las organizaciones de masas y otros espacios de consulta (queno de toma de decisión) dirigidos a la población.

Este documento corrobora la reorientación del modelo económico cubano,con una nueva redistribución –más desigual– de los costos sociales de la refor-ma. Los Lineamientos anticipan que se acabarán los “subsidios y gratuidadesindebidas” (punto 44) y que se procederá a la “eliminación ordenada de lalibreta de abastecimiento” (punto 162) todo lo cual genera múltiples problemasal atentar contra el ya modesto consumo de los sectores más pobres, los que noreciben divisas del exterior ni logran obtenerlas en Cuba. Esto se verá agudiza-do por el retorno a los hogares del desempleo masivo, después de medio siglo,ya que no todos los cesados encontrarán un lugar en el sector no estatal.

Lo anterior constituye una amenaza para lo que los Lineamientos llaman “cora-zón de las izquierdas”: la “cuestión social”. No definen quién ni bajo qué pará-

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metros se fijará lo indebido y lo excesivo. Además de la extinción de la cartilla deracionamiento, cesarán los subsidios a los comedores obreros y se revisarán, alalza, las tarifas eléctricas. Además de la semejanza con los ajustes neoliberales, losustancial es la revisión y desmontaje (sin compensación alguna) del pacto socialde la Revolución. Los ocho meses desde el discurso de Raúl ante la ANPP hastael Congreso del PCC, colocan a la sociedad frente a hechos ante los cuales ape-nas tiene tiempo de reaccionar. Evadiendo una deliberación entre ciudadanos, seintroduce, de forma atropellada, una agenda de cambios tecnocrática /2.

El documento reconoce o sugiere situaciones que los ciudadanos, intelectua-les y (muy probablemente) segmentos de la propia burocracia aprecian comoasuntos impostergables de interés social y nacional, desde hace tiempo. Entreestos destacan la desestatización de la pequeña empresa, la ampliación del tra-bajo por cuenta propia y el cooperativismo, la necesaria sostenibilidad del gastosocial, hermanada con un aumento del ingreso estatal y la productividad del tra-bajo. Sin embargo, estas referencias buscan atender, más bien, la necesidad demayor consenso social como sustento de la gobernabilidad.

Pero los Lineamientos, que orientarán el desarrollo del país en los próximosaños, son un listado desordenado de ideas tecnocráticas que no aportan unavisión de economía política. Tampoco integra, en su mirada gobiernista, lasdemandas y problemas de vida cotidiana de la población, y las propuestasexpresadas en anteriores consultas (1990, 1993). Desatiende problemas arras-trados desde el anterior Congreso (1997) relacionados con la incompleta recu-peración económica, el efecto distorsionador de la doble moneda, la deprecia-ción del salario real, el subconsumo popular acumulado de bienes y servicios yel crecimiento del burocratismo y la corrupción.

El balance histórico que se presenta en estos “Lineamientos” –de 1991 a2009– es incompleto, pues enfatiza los factores externos y disminuye los inter-nos. No mencionan el fracaso de la “Batalla de Ideas” en tanto estrategia dedesarrollo ad hoc dominante en los años 2002-2008, ponderando sus conse-cuencias directas –y efectos políticos de mediano plazo– y las responsabilida-des de dirigentes de todo nivel en su aprobación e implementación. Tampocohace un balance crítico del incumplimiento de los acuerdos económicos del VCongreso (ni sobre la prolongada postergación de éste) ni sobre cómo los nue-vos ordenamientos tributarán al Plan 2010-2015 ya elaborado por el Gobierno.

También llama la atención que este documento defina socialismo como“igualdad de derechos e igualdad de oportunidades para todos los ciudada-nos”. Tal fraseo es insuficiente y no explicita el tipo o modelo de socialismoque desarrollará el país. Silencia qué bienes y servicios no pasarán por el mer-

2/ Es en el acápite VI Política Social, donde se debería explicitar (y defender) la centralidad del gasto social en laestrategia de desarrollo y en el modelo económico cubano. Este debe estar “anclado” legalmente, de preferenciaen la Constitución, con un porcentaje del PIB para evitar los bandazos de políticas sucesivas. Consideramos quelas políticas sociales (y en particular los programas que las concretan) deben ser fiscalizados y evaluados antes ydurante su implementación.

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cado, qué garantías existirán a la apropiación de tierras y propiedades porempresas extranjeras o (hipotéticos) grandes capitalistas nativos. Tampoco seaborda la necesaria participación de los productores y consumidores en el pro-ceso de planificación y la gestión de las empresas, imprescindible para la tran-sición del socialismo de Estado a uno democrático participativo.

El punto 2 anuncia la incorporación, sobre la base de las formas de propiedadreconocidas en la Constitución, de formas adicionales de gestión económicaque “pudieran contribuir a elevar la eficiencia del trabajo social”. Pero nosugiere el peso que cada forma tendrá en la economía, aunque se presume porlas intervenciones del ministro de Economía –y otros dirigentes y funcionarios–que la estatal centralizada (aunque reformada) seguirá siendo dominante.Tampoco se señala si se pasará a un modelo de economía mixta, cuál será laproporción (y relación) entre plan y mercado dentro de ésta, y qué modificacio-nes legales sustantivas deben anticipar, acompañar y resultar de la aplicación dereformas económicas.

Las cooperativas no pueden abordarse, como se trasluce del documento y lasintervenciones de funcionarios, como una mera forma “no estatal” capaz deabsorber el desempleo estatal y asumir producciones subsidiarias. El Estado debeincentivar la expansión acotada del cooperativismo al área de industria y serviciosdonde haya una demanda insatisfecha. Este proceso debe tener propósitos explí-citamente políticos (sin por ello ejercer paternalismo ante la ineficiencia de algu-nas) pues esta forma de empresa/asociación –en un entorno no-capitalista– es unaforma alternativa de socialización de la economía, y no una simple modalidad de“capitalismo colectivo” como señala el discurso tradicional, aún vigente. Y debenestar amparadas por una “Ley de Cooperativas” acorde a los cambios en curso.

En el apartado II “Políticas Macroeconómicas” no se explicita cómo se finan-ciará el proceso de reformas económicas: si por la inyección de remesas a unaexpansión del consumo o la inversión de éstas en el sector privado (pese a suimportancia en los ingresos nacionales no hay alusiones a éstas en el documen-to), mediante un paulatino incremento de la productividad, con ingresos petro-leros (reexportación de crudo venezolano o explotaciones en Golfo de México),con nuevos créditos externos, etc. En este último punto sigue siendo un proble-ma la abultada deuda externa del país, mayor a la de naciones vecinas tanto entérminos absolutos como de relación con el PIB nacional.

Una nueva ecuación (y actores) para la políticacubanaEn los complejos dilemas de políticas públicas de la encrucijada cubana seestán tomando decisiones que fortalecen a los sujetos asociados al mercado.Los “Lineamientos” son relevantes por lo que dicen... pero también por lo queno dicen. Del sector externo cubano se escribe como si no existiera una élitegerencial digna de mención. Mientras con el sector cuentapropista predominó

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una relación tensa que en 2010 se convirtió en estratégica, con los gerentes hapredominado el silencio público y el amor privado.

Junto con la ampliación de los pequeños negocios, la coyuntura ratifica laimportancia del sistema empresarial vinculado a la economía global, dado elcarácter vital de las divisas que se captan por sus exportaciones (Pérez López,2003; Everleny, Omar, 2010), con las cuales se financia la importación de bie-nes y servicios que Cuba requiere y no produce, principalmente alimentos /3.Su adelanto tecnológico respecto del resto del tejido empresarial –donde no cir-culan divisas– es evidente en tanto este último acusa una extendida obsolescen-cia de los bienes de capital y muestra una subutilización de la mano de obra for-malmente empleada de alrededor del 26,9 % en 2010 (Mesa-Lago, 2010).

No sorprende, entonces, que los gerentes cubanos hayan adquirido crecienterelevancia para explicar los cambios políticos en la Isla. El sociólogo HaroldoDilla los considera una de las alas dominantes del régimen un sector “represen-tado por los militares”; la otra es “el grupo más conservador afincado en laburocracia partidaria” (2010:13). Para él, ambas facciones tienen una relaciónconflictiva. Lo llamativo es que parece existir un cambio (aún en curso) en lacorrelación de fuerzas en la élite dirigente a favor de la intersección de intere-ses entre el Ejército y el sector externo, lo cual también explicaría la invisibili-zación, en los Lineamientos, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR),cuyo peso tiende a aumentar dentro de las instituciones y sociedad cubanas.

Estos cambios políticos explicarían el magro rol que jugará el Partido –la“vanguardia de la Nación cubana” según la Constitución vigente– en su VICongreso. Este será, en la práctica, un mero aprobador-legitimador de decisio-nes previamente adoptadas e introducidas por la élite gobernante. La relaciónentre este organismo y el Estado ha variado de un modo en que el primero sediluye y subordina a las funciones del segundo, evidenciando que su pretendi-do papel de transmisor de las necesidades sociales hacia el poder es, en reali-dad, un flujo informativo en el sentido inverso.

La creciente influencia de los gerentes se ha visibilizado más a partir de laexpulsión del PCC del prestigioso académico Esteban Morales, luego de queeste denunciara, en un artículo publicado en el sitio de Internet de la UniónNacional de Escritores y Artistas de Cuba, en abril de 2010, a “un grupo de fun-cionarios de muy alto nivel” cuya “corrupción resulta ser la verdadera contra-rrevolución, la que más daño puede hacer, porque resulta estar dentro delgobierno y del aparato estatal” (Morales, 2010). Se refería a dos casos decorrupción; uno, en el Instituto de Aeronáutica Civil de Cuba; y, otro, que invo-lucró a la empresa mixta Río Zaza. ¿Quién y por qué expulsó a Morales delPCC? La interpretación más viable es que intereses vinculados al grupo de los

3/ Este punto se conjuga con los problemas del sector agrario. Cuba no está en el camino de alcanzar la indepen-dencia alimentaria. Ha habido un lento avance en la entrega de tierras en usufructo -sólo se encuentra en explota-ción el 25 por ciento de las tierras ociosas (Vidal & Everleny, 2010)- mientras que durante el primer semestre del2010 se constató una caída del 10% en la producción de alimentos respecto al año anterior.

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gerentes de más alto nivel presionó dentro del instituto político para que toma-se esta decisión.

En cuanto al involucramiento del Ejército cubano en actividades productivas,este adquirió una envergadura inédita a partir de 1987, con el PerfeccionamientoEmpresarial aplicado a las empresas de las FAR, que se extendió a las demásempresas a partir de 1998, con el Decreto-Ley No. 187. A partir de entonces, per-sonalidades importantes del ámbito militar comenzaron a sobresalir como ejecu-tivos. Caso emblemático: el comandante de la Revolución, Ramiro Valdés –quienes uno de los seis vicepresidentes del Consejo de Ministros desde 2009– es tam-bién ministro de la Informática y las Comunicaciones desde 2006. Desde sucargo ministerial supervisa diferentes empresas, entre las que se encuentra la quedirigió, personalmente, el Grupo de la Electrónica, que es el que en la Isla con-trola la producción, venta e importación de productos y servicios electrónicos,software y hardware. Pero no es el único caso: el Ministerio de Turismo, clave enla economía cubana, también está dirigido por un militar, el coronel ManuelMarrero Cruz, desde 2004. Antes de ello, era director de Grupo Gaviota, unaempresa insignia del sector turístico surgida del sistema empresarial de las FAR.

Estos cuadros, por ser parte de la élite política, han incidido en un trato inclu-sivo respecto del conjunto más amplio de gerentes del sector externo. Los miem-bros más jóvenes no provienen del Ejército, lo cual ha facilitado la emergenciaen ellos de un ethos que en poco se distancia del mundo empresarial del capita-lismo tradicional. Esto es particularmente visible en la comunicación que atravie-sa la estructura que el Estado ha auspiciado para representar (sujetar) los intere-ses gerenciales, una especie de “organización de masas”: la Cámara de Comerciode la República de Cuba (Centeno, 2010).

Los intereses vinculados al mercado, permean la dirigencia política y se extien-den por toda la rama del sector externo /4. Por ello, el trato que el régimen ha debi-do articular con la élite gerencial no es un asunto menor. Este sujeto socioeconó-mico conduce operaciones vinculadas al comercio exterior de las que la economíacubana no puede prescindir. Su nivel de vida privilegiado, en el interior de unasociedad donde reina la escasez, genera confusión en tanto el discurso estatalimperante insiste en la vigencia de los ideales igualitarios del socialismo cubano.

Reconocidos estudiosos de la Cuba contemporánea esperan que la capa geren-cial pueda transformarse en una nueva burguesía nativa, constituyendo la fuerzasocial restauradora del capitalismo en la Isla. A los gerentes cubanos se les hahomologado con los gerentes de empresas soviéticas que, luego del desplome delsistema político de la URSS, pasaron de directores a propietarios en la nuevaRusia. Los primeros compartirían la trayectoria histórica de los segundos, por lo

4/ Más aún, con la actual ampliación a la pequeña inversión privada anunciada por Raúl, es posible que los geren-tes puedan convertir sus grandes ahorros en inversión. Aunque el alcance de la ampliación cuentapropista no per-mite la aparición de burgueses, sino de pequeños propietarios, se fomentan intereses económicos irresistibles. Así,la actual apertura, que incluye la posibilidad de contratar fuerza de trabajo, señala el espacio legal donde se puedepresionar por un mayor espacio a la iniciativa privada.

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que aquéllos serían, desde ahora, una burguesía larvaria (Pérez-López, 1999;Domínguez, 2007; Mujal-León y Busby, 2004; Dilla, 2005 y 2010).

Sin embargo, aunque gerentes cubanos y soviéticos comparten una misma ubi-cación en la estructura industrial, se desenvuelven en contextos políticos distin-tos. Para que los eslavos buscaran la privatización, no bastó con reformas econó-micas orientadas al mercado (la perestroika) pues influyó, de forma decisiva, elcontexto de lucha y división política al interior de la élite en la URSS bajo el man-dato de su último presidente, Gorbachov. Esta última característica está ausente(por el momento) en el caso cubano.

Reforma económica e inestabilidad política fueron dos ingredientes que coexis-tieron en el caso ruso que, sin embargo, pueden hallarse de forma separada. Éstefue el caso en China, donde las reformas económicas de Deng Xiaoping a finalesde los años setenta del siglo XX, no desataron una lucha interna en la élite.

En el contexto isleño, el modo en que ha sido formulada la expectativa de larestauración capitalista en Cuba, da por sentado –con la muerte de Fidel– el pró-ximo desplome del sistema político, descartando la variante donde no se geste talsituación. En este sentido, es necesario abrir analíticamente el escenario de con-tinuidad, no sólo el de ruptura. Las actuales reformas económicas de Cuba noexhiben, inmediatamente ni de forma visible, un impacto político. Más bien,reconfiguran el abanico de escenarios posibles en función de un incremento delpotencial actoral de sujetos socioeconómicos en expansión difícilmente removi-bles, cuyo estatus, aunque permitido por el Estado, está otorgado por el mercado.

No obstante, aunque esta élite tiene mayor conciencia de los cambios que seproducen, el rumbo que toman y el monopolio de su implementación, su puestaen marcha esboza, palpitantes, las oportunidades. Por un lado, con los actualescambios, los sujetos asociados al mercado adquieren mayor peso específico; porotro, al ocurrir esto último en detrimento de las posiciones populares, se abre elespacio para el (no inexorable) conflicto social. En este contexto, el discurso esta-tal de reivindicación continua (y abstracta) de los valores socialistas, que ahoraparecen estar en entredicho, puede jugar en contra de la inclinación autoritaria almercado de la élite dirigente.

Así, debido a que las decisiones económicas están diseñadas de modo en que noalteren la dominación política de la élite privilegiada, una autentica renovaciónsocialista democrática no podrá ser materializada desde los actores centrales delrégimen. De ahí la importancia de una agenda de intervención (social, contracul-tural) que apunte a la conformación de un espacio público plebeyo, capaz de con-trapesar e impedir una restauración capitalista. Bajo la hipótesis de que estaríangestándose en Cuba oyentes para un discurso socialista democrático, es necesariocolocar en el primer plano la discusión sobre cómo impulsar esta agenda políticadesde el centro de trabajo. Esto requiere proponer una relación plan-mercado lejosdel estatismo recalcitrante y de la desregulación extrema; con base en formas depropiedad lejanas del monopolio burocrático y de la gran propiedad privada.

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Apuntes para un socialismo democráticoMientras el cuentapropismo responde al mercado interno, las empresas del sec-tor externo –frecuentemente con capital extranjero– responden al mercado inter-nacional. Los pequeños negocios privados son micro y pequeñas empresas,mientras las organizaciones industriales por las cuales circula el flujo de divisasson medianas y grandes. Unas y otras, desde su alumbramiento en los noventas,han terminado por reestructurar el catálogo de las unidades productivas cubanas,lo cual obliga la discusión sobre las posibilidades de una renovación socialistademocrática en las condiciones enmarcadas por los Lineamientos.

La reconstrucción del paradigma socialista pasa por recuperar la idea decolectividades de trabajadores que funcionen como asociaciones de producto-res libres, vinculados por lazos solidarios estructurados desde abajo, dotadas deamplios espacios e instrumentos participativos que confluyan en el estableci-miento de una confederación nacional. En la actualidad, esta participación delos trabajadores asume, a partir de sus experiencias históricas, dos variantesprincipales: 1) la planificación democrática; y, 2) la autogestión. En el primermodelo el énfasis está en el centro, mientras que, para el segundo, gravita hacialas redes y niveles subalternos.

La primera se dirige a la elaboración, mediante procesos de participaciónactiva del conjunto de los ciudadanos (insertados en diversas estructuras y nive-les), de un plan nacional que define las principales directrices referidas a lapolítica económica, lo cual resulta en un instrumento normativo que orienta eldesempeño económico de unidades productivas –y sus agregados– en los mar-cos de un contexto y temporalidad definidos. Ciertamente, existen dificultadesreales para conducir un proceso de este tipo, pues, aunque fuera posible esta-blecer algún tipo de plan afín, habría después que hacerlo efectivo, lo que supo-ne otro complicadísimo proceso para determinar la cuota de dicha producciónque le corresponde a cada empresa y, lo que es más difícil, relacionarlas entresí, mediante instrumentos informativos distintos a las relaciones monetariomercantiles. De cualquier forma, y pese a sus limitaciones, una planificacióndemocrática ofrece cotas de participación superiores al modelo planificadorestatizado y vertical del socialismo de Estado cubano.

Por su parte, la autogestión apuesta por la participación protagónica de los tra-bajadores en la administración de las entidades en las que desarrollan sus proce-sos productivos, haciéndose visible la actuación directa de los colectivos en esce-narios y procesos concretos (su fábrica, granja o entidad de servicios) de toma dedecisión, ejecución y control. En clara diferencia con los enfoques de planifica-ción democrática, que se asocian a una estatización (como primer paso hacia unasupuesta y perspectiva socialización) del conjunto de los medios de producciónde un país, las iniciativas autogestoras han nacido mayormente como imprevistosexperimentos de génesis espontánea, encabezados por trabajadores decididos, porsituaciones coyunturales (quiebra de las empresas, abandono de éstas por sus titu-

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lares y patronos) a ampliar el control sobre sus espacios laborales y, por ende,sobre la fuente de reproducción de sus medios de vida, reconociendo la pertinen-cia de ciertos espacios de mercado para la realización de sus producciones.

Es decir, la adopción de esta variante implica considerar la existencia de unmercado con diversos grados de regulaciones y restricciones dentro del Periodode Transición. La evidencia demuestra que la relación mercado-autogestión esestrecha, ya que los instrumentos financieros presentes en una planificación detipo indicativa permiten una mayor descentralización y democratización de losprocesos, con mayor autonomía para las colectividades de base, superior a la delos procesos desarrollados bajo un esquema de asignación central de recursosfísicos como materias primas, medios de producción, etc /5.

Hay tres variantes de la autogestión (Recio, 2001):1. Conducción total de la actividad de la empresa por sus trabajadores (tanto

manuales como intelectuales, de producción y servicios) que integran y contro-lan, mediante revocables formulas representativas, los órganos de dirección enunión a la activa existencia de un espacio de análisis, discusión y decisión decorte asambleario (autogestión clásica).

2. Participación compartida del colectivo laboral con los directivos estataleso privados en la gestión de la empresa mediante instancias (Consejos) deDirección, donde se disfruta de prerrogativas decisoras en ambos lugares de laecuación (cogestión).

3. Espacios de consulta, agregación de demandas y propuestas, incluidos elderecho a vetar medidas y directivas particulares por parte de los trabajadores sinparticipación de estos en la gestión directa de la entidad (control obrero).

El aporte de la autogestión para la renovación democrática del socialismocubano, reside en su doble carácter económico y político /6, pues la ejecutoriacolectiva dentro de la empresa no puede ser un hecho solamente económico,sino que debe apostar, desde su génesis misma, por desplegar procesos políti-cos de empoderamiento y control amplio y efectivo del espectro de decisiones,e ir articulándose a escalas cada vez más amplias, creando instituciones denuevo tipo en el sistema político.

Hoy existen, en el imaginario social cubano, dos visiones mayoritarias sobre loscauces posibles del ordenamiento socioeconómico y la participación ciudadana enel mismo. Para algunos, la privatización de los centros de producción y serviciossería la panacea divina que resolvería el proverbial déficit de bienes de consumo,aportando la eficacia necesaria. En el extremo opuesto del arcoiris ideológicoencontramos la fracasada visión de un socialismo centralista y verticalista, restrin-

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5/ En tanto la autogestión busca contribuir a la viabilidad económica del socialismo -lo cual implica un proyectode sociedad- ciertamente habría que introducir controles externos en el proceso de toma de decisiones. Una solu-ción es la habilitación de actores parlamentarios “soviéticos” (en su acepción leninista de los primeros años de larevolución), en calidad de “auditores del pueblo”, a fin de articular la gestión de las unidades productivas con laparticipación política a nivel más macro. Los bolcheviques, para ello, pensaron en los Soviets.6/ Ver al respecto una reconstrucción conceptual que rescata aportes relevantes en (Hudson, 2010).

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gido por las órdenes emanadas del nivel jerárquico superior del aparato estatal /7.Sin sugerir que estén emparentados ideológica o programáticamente, ambos pro-yectos comparten una extraordinaria similitud: excluyen ciertas formas auténtica-mente populares, democráticas y horizontales de gestión pública, como si el deba-te entre tesis y antítesis no reconociese el espacio para una necesaria síntesis.

La élite política cubana está definiendo reformas sin ningún proyecto de desa-rrollo económico que acompañe y dilucide este proceso en el marco de la transi-ción socialista. En realidad, se está perfilando en la Isla un modelo económicohíbrido improvisado en cada vez mayor tensión con los ideales de la Revolución.Frente a este desacoplamiento entre las decisiones económicas y el proyecto desociedad, nuestra propuesta es la construcción consciente de un modelo mixto deeconomía, donde la participación democrática desde las unidades productivas, sir-van no sólo de modelo de gestión económica, sino de contrapeso político a aque-llos sectores que podrían desarrollar intereses materiales destinados a una agendade restauración del capitalismo. La ruta hacia un socialismo renovado implicaría:

a) Procesos de discusión, en los órganos locales y nacionales del PoderPopular, de modalidades alternativas del plan económico y presupuesto. Pese asus dificultades, esta modalidad de plan democratizado contendría una partici-pación ciudadana hoy inexistente.

b) Nuevas cooperativas industriales, de servicios y comercio, de escalapequeña y mediana, para lo cual debe aprobarse una legislación afín, ya que laactual restringe este tipo de actividad a los escenarios agrarios. Las entidadesde poder municipal, renovadas, asumirían una función contralora sobre el pro-ceso de toma de decisiones, y recaudaría un nuevo monto tributario, ofrecien-do, seguramente, mejores bienes y servicios a la población.

c) Despliegue del paquete de potencialidades existentes (y perspectivas) den-tro del sistema empresarial estatal, promoviendo la participación activa de lostrabajadores en la discusión de las metas y vías de implementarlas /8, desarro-llándose experiencias de control obrero, favoreciendo un rol protagónico desindicatos renovados democráticamente.

d) Integración de los trabajadores por cuenta propia mediante una política deinserción en los espacios económicos locales, garantizando el acceso a insumosy créditos, estableciendo una regulación y fiscalización de parte de organismospopulares conformados a nivel municipal que garanticen condiciones de com-petencia y eviten la formación de monopolios u oligopolios –un mercado com-petitivo no requiere de burguesía.

Todo paquete de reformas debe contemplar la interrelación de una ampliagama de decisiones, actores involucrados y tiempos de implementación, susefectos sociales y los contenidos ideológicos de las medidas tomadas, evitando

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7/ La primera visión desconoce el inmenso poder material y simbólico de la gran burguesía cubanoamericana ysus nexos con la clase política gringa, lo cual comprometería la soberanía nacional. La segunda ha demostrado suincapacidad para “repensar” la economía nacional de forma racional y cercana a las demandas de la gente.8/ Ver (Pérez, comp, 2004) y (Chaguaceda, comp, 2005).

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la mercadofobia o la estadolatría (y sus opuestos). La falsa disyuntiva no puedereducirse a elegir entre eficacia con desigualdad creciente ni cobertura socialcon precariedad material. En los años 60, fiel a su ambiente época e ideología,Ernesto Guevara señaló que el comunismo sin moral comunista no le interesa-ba. Medio siglo después, una reforma sin participación tampoco debería sedu-cir a los defensores del socialismo cubano, sean nativos o foráneos.

A modo de conclusiónLa actual coyuntura constata la ausencia de un plan coherente de reformas quesupere la discrecionalidad y coordine eficazmente los diferentes actores econó-micos, por la vía de mayor autonomía empresarial /9 y territorial, un mercadocontrolado y un plan indicativo, con mayor participación de trabajadores y con-sumidores en la deliberación de las agendas de cambio. La persistencia de diri-gentes (y enfoques) políticos encerrados en el modelo estatal tradicional puedeser un lastre para el éxito de las reformas anunciadas. No obstante, se vislum-bran esperanza con los debates de cara al próximo congreso del PartidoComunista, fuerza oficialmente dirigente de la sociedad cubana.

Si existe congruencia entre la retórica política, las acciones en curso y el com-promiso con un proyecto de sociedad emancipador, la dirección del país aprove-chará la actual convocatoria al debate para lanzar una discusión amplia, en todoslos sectores de la población, sobre los problemas, los errores, las urgencias, losrecursos disponibles y las soluciones posibles en el marco de un socialismo par-ticipativo y democrático. Ello sentaría pautas para combatir las tendencias res-tauradoras del capitalismo, a cuya propaganda contribuye el estancamiento delmodelo actual. En esos derroteros la autogestión, en tanto modelo que requerirála democracia para su éxito, puede acompañar los aportes de la planificación y elmercado, incrustando contenidos socialistas democráticos a la reforma en curso.

Este texto integra reflexiones previas de los autores (Chaguaceda, 2005) y Centeno,2010). Agradecemos los aportes y comentarios invaluables de varios colegas, entre ellosMarlene Azor, Liliana Martínez, Félix Sánchez, Alicia Puyana y Carmelo Mesa Lago,quienes enriquecieron los desarrollos previos del presente trabajo.

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Armando Chaguaceda es politólogo, historiador y activista social cubano, miembro delObservatorio Crítico (Cuba) y el Observatorio Social de América Latina, Coordinador delGrupo de Trabajo Anticapitalismo & Sociabilidades Emergentes (Consejo Latinoameri-cano de Ciencias Sociales). Ha investigado y publicado sobre las políticas de participa-ción en Cuba y Latinoamérica.Ramón I. Centeno es politólogo, ingeniero y militante trostskista mexicano, graduadode la Maestría de Ciencias Sociales (FLACSO México), especializado en la relaciónIndustria-Política y en el rol de los empresarios del sector externo en la Cuba actual.

9/ A pesar de la formación de una capa (y ethos) empresarial en la élite gerencial del sector externo, su incapaci-dad actual para reivindicar una mayor autonomía de forma abierta, persiste. Sin embargo, para que estas empresasrespondan a un plan de desarrollo socialista, siguen faltando mecanismos de control social, realizables en el con-trol obrero al interior, señalados en el apartado anterior.

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El retorno del FSM al continente africano venía marcado por la euforia delderrocamiento del régimen de Ben Alí en Túnez a través de la movilizaciónpopular y su contagio a los países árabes, así como la esperanza de entrar en unciclo en el que, más allá de todas las contradicciones, los pueblos adquieren elprotagonismo que les corresponde en la historia. Esta euforia se mezclaba conlas preocupaciones heredadas de los problemas habidos en el FSM de Nairobicuatro años antes /1 y las incógnitas planteadas por la escasa proyección prác-tica que tuvo la radicalidad expresada en el FSM de Belém en enero 2009: elamplio consenso alcanzado en torno a la jornada de acción del 29 de marzopara hacer frente a la crisis desencadenada en 2008 no se tradujo en moviliza-ciones reales y los debates que emergieron con fuerza en aquel foro (sobrealternativas al sistema y estrategias de acción) apenas tuvieron continuidad.¿Sería capaz el FSM de remontar esta situación? El derrocamiento de la dicta-dura de Ben Alí en Túnez y la revuelta social sin precedentes que desencadenóeste acontecimiento (el última día del FSM acogió la buena nueva de queMubarak también se vio obligado a dimitir por la presión popular) hacía abri-gar cierta esperanza en esta duodécima edición del FSM. Por primera vez en suhistoria, el FSM tenía lugar en medio una revolución popular que catalizaba lascontradicciones del sistema y daba cuerpo al lema del Foro: otro mundo esposible y se puede cambiar desde abajo, a través de la movilización popular.Los procesos tunecino y egipcio permitían al Foro encontrarse a sí mismo. Sinembargo, si bien las noticias, el entusiasmo y las esperanzas que transmitíanestos acontecimientos atravesaron todos los espacio del Foro, tras su conclusiónpodemos decir que apenas dejaron huella en él porque el FSM faltó a la cita.

En primer lugar, porque el programa del Foro no cambió un ápice a pesar deestos acontecimientos y el debate sobre ellos, las dinámicas que encierran, lascuestiones programáticas y estratégicas que plantean, etc., quedaron relegadasa un segundo plano, en espacios marginales. Y, en segundo lugar, porque delForo no salió ninguna iniciativa concreta (tipo encuentro internacional de losmovimientos sociales en apoyo proceso tunecino-árabe, similar al encuentrointernacional contra el neoliberalismo de Aguascalientes) en unos meses que seanuncian cruciales /2. Una iniciativa que permitiera salir de círculo vicioso dellamamientos a jornadas de acción internacionales difíciles de llevar a la prác-

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La ocasión perdidaForo Social Mundial de Dakar

Josu Egireun

1/ Ver Egireun, J. (2007) “El Foro y los movimientos: nuevos y viejos problemas” en VIENTO SUR nº 91.2/ A la UE le faltó tiempo para ver la importancia de esta presencia sobre el terreno para atar en corto alGobierno actual y anunció una cumbre para el mes de marzo.

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tica; que hiciera posible dar una visibilidad a la iniciativa y, sobre todo, que per-mitiera crear lazos de solidaridad concretos de los movimientos sociales con elproceso desencadenado a partir de Túnez. Esta iniciativa, u otra similar, podíahaber partido del Consejo Internacional (única estructura regular del FSM) o dela Asamblea de los Movimientos Sociales (AMS), pero ambas fueron incapa-ces de mirar de frente estos procesos y hacerse cargo de los desafíos que plan-tean. El Consejo pasó de largo y la AMS, cuyo llamamiento a un “día mundialde solidaridad con el levantamiento del pueblo árabe y africano” puede correrla misma suerte (es decir, quedar en el olvido) que los llamamientos de los últi-mos siete años, fue incapaz de dar un paso más allá de una declaración sinanclaje real con los retos del momento y la dinámica de los movimientos.Volveremos sobre este punto.

No es la única luz de alarma que se ha encendido en este Foro. La ausenciaen el mismo de la red Trabajo y Globalización/3, desaparecida del mapa, o quela CSI (Confederación Sindical Internacional) acudiera a Dakar con una repre-sentación de segundo nivel y para aclarar si seguía o no anclada a este proceso,son otros tantos signos de preocupación.

Como lo es que en el acto de clausura las primeras palabras de agradecimien-to del Comité Organizador fueran para el Gobierno senegalés; el mismo quesolicitó a su homólogo marroquí subvencionar una delegación de activistas deese país para contrarrestar la presencia de una delegación saharaui en el Foro /4,lo que redunda en los problemas heredados de Nairobi.

¿Sobra el FSM?Ante esta situación y el papel subordinado que juegan los movimientos socia-les en cuanto a la organización del FSM (detrás de los Gobiernos y de las ONG,dice Raúl Zibechi) hay voces que se cuestionan su utilidad. ¿Sobra el FSM? Larespuesta no es simple.

Una cosa es señalar estos problemas y huir de la autocomplacencia de quie-nes consideran que el FSM está en el buen camino porque “permite seguir reu-niendo una diversidad de movimientos difícil de lograr en otros marcos o gene-rar una movilización de masas en torno a él”/5, y porque, ahora mismo (dicen)“vemos que el G-20 introduce en su agenda cuestiones que en su origen sóloestuvieron planteadas por el movimiento altermundialista (tasar las transaccio-nes financieras o hablar de paraísos fiscales)”, como planteó Gustave Massiahen su intervención del acto de clausura.

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3/ Creada en Nairobi agrupando a sindicatos, movimientos asociativos y activistas en torno a la cuestión laboral.4/ En realidad, la situación es más deplorable: como informa Mimoun Rahmani en el Consejo Internacionalposterior al Foro se dio a conocer que el mismo había sido financiado por los Gobiernos de Senegal, Mauritaniay Marruecos. 5/ Resultan injustificables las cifras de participación dadas por la organización en Dakar: 75.000 participantes.La Universidad acoge a una población estudiantil de 50.000 personas y ésta es muy superior a la “población”que acudió al FSM.

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Más aún, resulta difícil sostener que el “foro está en onda con las grandesmovilizaciones” (G. Massiah, Libération 13/2/11). Un repaso detallado de lasmovilizaciones habidas desde la cumbre de la OMC en Cancún (septiembre2003) hasta la más reciente contra el clima en esa misma ciudad o la preceden-te de Copenhague en 2009, muestra la dicotomía de esos procesos y la débilextensión que logran las redes que animan estas movilizaciones en los foros.

Sin embargo, es preciso constatar que todas estas redes y muchas otras (inmi-grantes, solidaridad con Palestina, anulación de la deuda, educación...), acudenal FSM con el objetivo de compartir y tratar de integrar en sus iniciativas alresto de movimientos ante la ausencia de otros espacios de encuentro a nivelinternacional. Y, también, que el Foro permite el encuentro de movimientos quetrabajan sobre los mismos temas en distintas latitudes, la articulación de nuevasredes de acción (como en esta ocasión contra el acaparamiento de tierras) o quese refuercen iniciativas en marcha, como fue el caso de la iniciativa “Flotilla aGaza” del movimiento de solidaridad con el pueblo palestino.

Por ello, no se puede concluir que el FSM esté de más. Con todas sus contra-dicciones (las principales iniciativas de movilización a nivel internacional para2011-2012, como la movilización contra el cambio climático, frente el G-8 yG-20 o Rio+20 –cumbre del las Naciones Unidas por el desarrollo sostenible–tienen vida propia al margen del FSM al igual que lo tuvo la Marcha Mundialde Mujeres en 2010) el FSM representa un espacio de trabajo que, hoy por hoy,no existe fuera de sus fronteras.

Ahora bien, estas contradicciones dejan ver que el FSM presenta límites,tanto en relación a los actores presentes (sobre todo, experiencias de lucha con-tra las políticas de austeridad: total ausencia de experiencias como la griega ofrancesa) como a las temáticas abordadas para responder a los retos que tienenfrente a sí los movimientos sociales (cómo construir solidaridades con lasluchas en curso, etc.). Cuestiones éstas que no forman parte de las preocupacio-nes del Consejo Internacional y que si se quieren abordar con un mínimo deseriedad exigen un cambio profundo en la dinámica de la Asamblea de losMovimientos Sociales.

La Asamblea de Movimientos Sociales a la derivaEl enorme entusiasmo que recorrió la AMS, catalizada en torno a los procesosque se viven en Túnez y Egipto contrasta con la lánguida experiencia de Belémen 2009. Sin embargo, más allá de esa euforia desbordante, la edición de Dakarmuestra su marcha sin rumbo; una situación que se vive desde las exitosasmovilizaciones de febrero de 2003. Fecha a partir de la cual la Asamblea ha idoperdiendo componentes, energía y, fundamentalmente, ha dejado de ser unareferencia para los movimientos sociales a nivel internacional.

Estas dificultades han estado presentes desde hace tiempo en la reflexión dela red de los movimientos sociales (al menos desde el seminario realizado en

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Bruselas en setiembre de 2006), pero nuncase ha dispuesto del marco necesario paraabordarlas colectivamente y buscar solucio-nes. Los seminarios realizados a lo largo de2009 y 2010 (más centrados en la disputacon el Consejo Internacional sobre el lugarde la Asamblea en el FSM que orientados aponer en pie los útiles para construir la redde movimientos sociales) no han servidopara avanzar mucho. Más bien han situadoa la AMS en una fuga hacia delante, sinrumbo fijo. Un ejemplo de ello es lo acon-tecido en Dakar.

El comité que animaba la Asamblea(Marcha Mundial de Mujeres, CADTM yVía Campesina) llega con la propuesta deabordar una declaración al uso estructuradasobre cuatro ejes previos a la revolucióntunecina: transnacionales, militarismo, vio-lencia hacia las mujeres y el acaparamientode tierras.

Como ocurre casi siempre, las reuniones sobre el terreno no son el mejormarco para avanzar en los debates sobre la utilidad de seguir con la rutina delos llamamientos o reflexionar si es necesario abordar otras formas de trabajo;máxime cuando la alternativa a la declaración era lanzar la iniciativa de encuen-tro de los movimientos sociales en Túnez.

Pero los problemas de la Asamblea se agudizan en el acto de apertura de lapropia Asamblea, por la intervención de la representante de la Marcha Mundialde Mujeres, Miriam Nobre, y por el contenido del llamamiento.

Hasta Dakar la Asamblea estaba considerada como el punto de encuentro delos movimientos en aras de construir una agenda común de movilización, unespacio para construir la convergencias para la acción de movimientos conidentidades programáticas y estrategias no necesariamente confluyentes. EnDakar, Miriam Nobre definió la Asamblea de Movimientos Sociales como elpunto de encuentro de los “movimientos que están por la revolución”. Algoque va más allá de la pluralidad y los cometidos de la propia Asamblea. UnaAsamblea cuya demarcación venía determinada siempre, con más o menosacierto, por las iniciativas de acción.

Definiciones de este tipo abren muchas interrogantes, porque es difícil pen-sar que colectivos tan plurales como la Marcha Mundial de Mujeres o la VíaCampesina o la red internacional de Attac encajen en esa definición y porquecrea una demarcación excluyente y sectaria totalmente innecesaria. Una defini-

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“... el programa del Forono cambió un ápice a pesar de estosacontecimientos [lasrevoluciones árabes], y el debate sobre ellos:las dinámicas que encierran, las cuestionesprogramáticas y estratégicas que plantean, etc.,quedaron relegadas a un segundo plano, en espaciosmarginales...”

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ción, en definitiva, que excluye de la asamblea a los sindicatos que impulsaronla lucha contra la reforma de las pensiones en Francia. ¿Qué sentido tiene avan-zar en esa dirección?

En cuanto al llamamiento, los problemas llegaron al día siguiente de hacer-se público: Attac Alemania se despacha con un comunicado en el que se des-vincula del mismo por dos razones: la formulación de la campaña de BDShacia el Estado de Israel (presentada como una campaña a secas contra Israel,cuando la red de solidaridad con Palestina presentaba una formulación muchomás ajustada) y por la ausencia total de referencias a las políticas de austeri-dad en curso y las respuestas sociales. Queda por saber cuál será la actitud dela red Internacional de Attac.

En cualquier caso el problema va más allá. El que la Asamblea siga adoptan-do declaraciones de forma rutinaria que ganan en radicalidad a medida que sedebilita, pierde en pluralidad y deja de ser un referente a nivel internacional,sirve para bien poco.

El impulso de las iniciativas y la articulación de resistencias precisa de algomás que un llamamiento. Sobre todo cuando estos últimos años hemos compro-bado que ese esquema no funciona, que la Asamblea no constituye un referen-te para los movimientos sociales en los distintos países. Por tanto, ¿a qué sirveuna declaración tan radical más allá de la autocomplacencia para los sectoresmás radicales –no necesariamente lo más activistas– que salen del Foro con unadeclaración que les confirma en sus principios ideológicos?

Si a esto le añadimos que desde Nairobi la estructura del Foro integraAsambleas Temáticas (en Dakar hubo 38) y que en ellas sí se da una articula-ción de redes para impulsar iniciativas concretas (este año, la del G8-G20, jus-ticia climática o Rio+20, fundamentalmente) que han funcionado mejor que losllamamientos de la Asamblea de Movimientos Sociales (por ejemplo, la contracumbre de la OTAN en Estrasburgo y la cumbre climática en Copenhague en2009, etc.), el problema no hace más que agravarse.

La puesta en pie de estas Asambleas Temáticas, donde tanto las declaracio-nes como los compromisos para la acción se construyen a través de debates másconcretos y con más tiempo, plantea la necesidad de resituar el lugar de laAsamblea de Movimientos Sociales en este nuevo escenario. Exige repensar lautilidad de ese espacio pero sobre todo abordar el tema que subyace en él y parael que debe servir: cómo avanzar en la articulación de los movimientos; quépistas explorar para avanzar en esa vía.

¿Es útil seguir insistiendo en jornadas de acción mundial como se ha conclui-do en Dakar (el 20 de marzo en solidaridad con el levantamiento de los pueblosárabes y el 12 de octubre contra ... ¡el capitalismo!) o es mejor plantearse otrotipo de actividades (por ejemplo, impulsar y coordinar iniciativas de solidari-dad concretas en torno a las luchas en curso) que den visibilidad y muestren lautilidad del trabajo en común?

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Si miramos un poco el funcionamientos de otras iniciativas, como las impul-sadas contra el cambio climático o la que se está organizando con el G8/G20en Francia, su punto fuerte es que se trata de iniciativas con dinámicas de tra-bajo y grupos de animación dirigidos hacia objetivos concretos (algo con lo queno cuentan los llamamientos genéricos a “jornadas de acción global”) que sonla condición necesaria para impulsarlos.

Ahora bien, la dinámica de los movimientos sociales no puede remitirse úni-camente a las cumbres internacionales. Hoy en día, más que nunca, la relaciónde fuerzas se determinada día a día en las luchas de resistencia concretas fren-te a las agresiones de la patronal o de las políticas neoliberales en curso (desdelos planes de austeridad como en Grecia, hasta la precarización de condicionesde trabajo como en Nissan, Fiat...). Luchas que exigen desarrollar iniciativasconcretas de solidaridad.

¿Qué nos queda del FSM de Dakar? Ausente a la cita que presentaba la revolución Tunecina y las revueltas popula-res en los distintos países árabes, el FSM de Dakar no ha sido en balde. Másallá de este problema central, ha sido un espacio de trabajo útil, si bien desi-gual, para las redes y movimientos que se han encontrado allí. Y de momento,nos deja el resultado de las distintas Asambleas temáticas que a nivel de movi-lización se traducen en cuatro iniciativas concretas: el G8/G20 en Francia (26-27 de mayo y 3-4 de noviembre, respectivamente); la cumbre sobre el cambioclimático en Durban para finales del 2011; el Foro Mundial del Agua –marzo2012– y Rio+20 (Cumbre sobre el Desarrollo Sostenible) en mayo de 2012.

Nos deja también la responsabilidad de responder a las dificultades que hapuesto de manifiesto el Foro. La irrupción de la crisis en 2008 ha sido una prue-ba de fuego para los movimientos y define un escenario que ya no camina alritmo parsimonioso de los años precedentes. No sólo nos enfrentamos a unaspolíticas neoliberales nefastas para la humanidad y el planeta, sino a una ofen-siva, a una declarada guerra social que se desarrolla a ritmos acelerados.

Es necesario tomar conciencia de los nuevos tiempos que estamos viviendo yde la importancia de construir la solidaridad con los movimientos de resisten-cia (sea contra la reforma de pensiones como en Francia, las movilizaciones enGrecia o la revuelta popular en los países árabes, o contra las transnacionalesque cierran empresas, precarizan las condiciones de trabajo o acaparan tierrasen el campo). La relación de fuerzas se construye en ese día a día; el capital esconsciente de ello y los movimientos sociales llevamos un gran retraso.

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Josu Egireun es miembro de la redacción de VIENTO SUR.

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Los días 11, 12 y 13 de agosto tuvo lugar el primer congreso del Nouveau PartiAnticapitaliste (NPA), dos años después de su fundación y en los que el parti-do se ha confrontado a un buen numero de dificultades imprevistas y a una tra-yectoria compleja.

El lanzamiento del NPAEl proyecto NPA empezó a gestarse después de la segunda campaña presiden-cial de Olivier Besancenot como candidato de la LCR en abril de 2007. Losresultados lo confirmaron como la opción más sólida a la izquierda del PartidoSocialista (PS), con un 4,1% de votos, lejos del 1,9% del Partido Comunista(PCF), el 1,5% de los Verdes, el 1,3% de Lutte Ouvrière y el 1,3% del alter-mundialista José Bové.

La fundación del nuevo partido culminó años de búsqueda y de tentativas porparte de la LCR para avanzar en la construcción de una nueva herramienta decombate adaptada al periodo histórico actual. Ante el bloqueo de otras víasposibles tradicionalmente contempladas (como la radicalización de corrientesde la izquierda tradicional, la convergencia entre organizaciones revoluciona-rias, el impulso de un referente político por parte de corrientes de la izquierdasindical)/1 la fórmula adoptada por la LCR era audaz y arriesgada: llamar a lacreación desde abajo de un nuevo partido. Sin resultado positivo asegurado, unafirme convicción guió la decisión tomada: “Nadie nos reprochará haber fraca-sado. Por el contrario, muchos podrían reprocharnos no haberlo intentado”/2.

El nuevo proyecto a construir situaba el combate contra el neoliberalismo enuna perspectiva de ruptura con el capitalismo, y hacía del ecologismo, el femi-nismo y el internacionalismo elementos constitutivos de su programa. En conti-nuidad con la orientación estratégica seguida por la LCR, el objetivo era, comoseñalaba Besancenot, “hacer emerger, a partir de lo que ya existe a nivel social,un referente político que no quede atrapado por los engranajes del poder y queno sea satelizado por el PS”/3. El nuevo partido debía ser “lo más abierto yamplio posible, sin sacrificar a la apertura la claridad sobre las cuestionesestratégicas esenciales y sin debilitar la radicalidad que hará su fuerza”/4.

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El NPA en la encrucijadaFrancia

Josep Maria Antentas

1/ Rousset, P. (2008) “Hacia la formación de un nuevo partido anticapitalista”. Disponible en: http://www.anti-capitalistas.org/node/32222/ Coustal, F. (2009) L’incroyable histoire du Nouveau Parti Anticapitaliste. París: Éditions Demopolis.3/ Besancenot, O. (2009) Entrevista en Regards, disponible en:http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/index.php?x=2302)4/ Bensaid, D. (2008) Penser Agir. París: Lignes, pág. 21.

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Se intentaba traducir en fuerza militante organizada el apoyo social y electo-ral de Besancenot, convertido en una de las figuras más populares de la izquier-da francesa y en la cara visible de la oposición a Sarkozy, en un contexto dondeel PS no representa una alternativa real a la política del gobierno. Así, un sondeode comienzos de 2008 hecho por CSA indicaba que el 49% de los encuestadosconsideraban a Besancenot como el rival del presidente. Su popularidad no eraun elemento puntual, sino una tendencia más de fondo que, según un estudio dela Fondation Jean-Jaurès, se consolidó en tres procesos: la campaña por el No ala Constitución Europea en el 2005, la movilización contra el Contrato de PrimerEmpleo (CPE) en el 2006 y las elecciones presidenciales de 2007.

La decisión de llamar a la creación de una nueva fuerza anticapitalista marcó elpaso de la izquierda francesa en el periodo posterior a las elecciones presidencia-les de abril de 2007, obligando al resto de corrientes a mover ficha. Los socialis-tas, entonces en plena lucha por el liderazgo del partido, pusieron en marcha ungrupo de trabajo para estudiar las consecuencias de la emergencia “de un polo deradicalidad”. El PCF, sumido en una larga crisis histórica, decidía apostar, una vezmás, por una línea de colaboración con el PS en nombre de la unidad contra laderecha, descartando acuerdos con el NPA. Los verdes intentaban recomponer unnuevo bloque ecologista subalterno al social-liberalismo a través de la alianzaentre Daniel Cohn-Bendit, representante de su ala más derechista y antiguo parti-dario de la Constitución Europea, el popular periodista Nicolas Hulot y José Bové.De momento, sin embargo, era la creación del NPA lo que marcaba la pauta.

El eco mediático de la iniciativa fue considerable y el interés suscitado en lossectores militantes notorio. Durante el año 2008 el proceso despegó, constitu-yéndose más de 300 comités de base y atrayendo a unos 9.000 militantes detodo tipo (sindicalistas combativos, estudiantes, activistas de las barriadaspopulares, exmilitantes decepcionados de otras formaciones de izquierda...) enel momento de la fundación del partido.

Fuera de Francia, la fundación del NPA generó también gran expectación entrela izquierda anticapitalista internacional. Detrás de ello, tres motivos: el impor-tante papel jugado por Francia en el ascenso de las resistencias a la globaliza-ción neoliberal desde mitad de los noventa, la credibilidad de la LCR converti-da desde hace tiempo en una de las formaciones radicales más emblemáticas deEuropa, y la coyuntura política del momento marcada por el impacto de la cri-sis estallada en septiembre de 2008 poco antes de la fundación del partido. Elnuevo proyecto no fue percibido por la izquierda europea como un modelo paracopiar o exportar mecánicamente, pero sí una referencia y un poderoso estímu-lo en la búsqueda de una “vía anticapitalista propia” en cada país.

Poco después del cuarenta aniversario de mayo del 68, cuyo significado habíasido ferozmente atacado por Sarkozy, la creación del NPA marcaba simbólica-mente el final de una etapa y el comienzo de otro.

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A medida que se acerca el momento del paso del testigo entre la Liga y elnuevo partido, algunos preguntan con más y más insistencia a las decenas de“veteranos”, fundadores de la Liga en 1969 o de la organización de juventudexpulsada de los estudiantes comunistas, la JCR, si no sentimos nostalgia en elmomento de verla desaparecer para transcrecer en una fuerza nueva. Para res-ponderles yo diría que tenemos más bien el sentimiento (y un poco de orgullo,reconozcámoslo) del trabajo realizado y del camino recorrido. Fue mucho máslargo de lo que imaginamos en el entusiasmo juvenil de los años sesenta y noes fácil permanecer tanto tiempo siendo ‘revolucionarios sin revolución’,

escribía Daniel Bensaïd /5 en vísperas de la fundación del nuevo partido.

El ciclo antineoliberal de 1995La audiencia y eco encontrado por el NPA testimoniaba la existencia de unacorriente de simpatía popular para la izquierda radical fuera de los aparatospolíticos tradicionales más allá de los sectores sociales mejor organizados ycombativos. Es decir, un espacio, aunque contradictorio, inestable y con limita-ciones, se había abierto para una nueva alternativa anticapitalista. Dos factoresrelacionados entre sí nos permiten entender el porqué: primero, el retorno de lacontestación social desde mediados de los años noventa; segundo, la erosión delos grandes partidos de izquierda, la descomposición de su base social y su des-plazamiento a la derecha y su incapacidad para conectar con las nuevas radica-lidades emergentes y las luchas sociales.

La influencia conseguida por la izquierda anticapitalista francesa es resulta-do del ciclo abierto con las huelgas de noviembre-diciembre de 1995 contra lareforma de la seguridad social del gobierno Juppé caracterizado por el “retornode la cuestión social”, el ascenso del movimiento “antiglobalización” y grandesluchas sociales, aunque la mayoría terminadas en derrota.

El movimiento anti-Juppé, el más importante desde el 68, llegaba sólo cincomeses después que Chirac fuera elegido presidente de la República, con unacampaña basada demagógicamente en la denuncia de la “fractura social”. El5% de votos obtenidos por Arlette Laguiller, candidata de Lutte Ouvrière (enuna contienda donde la LCR no estuvo presente), era una sorprendente señal deque algo estaba cambiando después de un largo periodo de retroceso y desmo-vilización. En el terreno social el estallido de algunas iniciativas y luchas diná-micas, pero todavía limitadas, mostraba en vísperas de las huelgas de 1995 queun nuevo periodo empezaba a despuntar: las movilizaciones contra el Contratode Inserción Profesional (CIP), las marchas contra el paro ambas en 1994, elnacimiento de asociaciones como Agir Contre le Chomage (AC!) y otras o laconsolidación del sindicato SUD-PTT fundado en 1989 y que jugaría un roldinamizador en noviembre-diciembre de 1995.

Después llegaría el movimiento de los “sin papeles” en 1996 contra la LeyDebré, el boom del movimiento de parados en 1997, el desarrollo del movimien-

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5/ Bensaid, D. (2008) Penser Agir. París: Lignes, págs. 22-23.

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to “antiglobalización”, con el ascenso deATTAC en 1998, el desmantelamiento delMcDonald’s en Millau por José Bové y acti-vistas de la Confédération Paysanne en 1999.Sin olvidar, en el terreno cultural-intelectual,el auge de revistas como Le MondeDiplomatique, Les Inrockuptibles, los pro-gramas radiofónicos de Daniel Mermet o lanotoriedad de las intervenciones públicas dePierre Bourdieu en apoyo a luchas sociales.

La primavera de 2003 sería escenario deotro gran estallido social en oposición a lareforma del régimen de pensiones de la LeyFillón y la reforma del sistema educativo.Aunque de magnitudes comparables a larevuelta de 1995, a diferencia de ésta, la pri-mavera anti-Fillón no conseguiría frenar lareforma en marcha.

El renacimiento de las luchas socialesestuvo marcado en el terreno sindical por laagudización de la crisis del sindicalismo

mayoritario y la evolución de la principal confederación sindical, la CGT haciaun modelo de sindicalismo aún más institucionalizado y de concertación. El sin-dicalismo alternativo progresaría en influencia social, pero de forma limitada.

En el terreno político el ciclo abierto en 1995 se caracterizaría también por laacentuación de la social-liberalización del PS y la aceleración del declive his-tórico del PCF. El gobierno de la izquierda plural encabezado por Jospin en1997 sería un momento clave en esta dinámica y marcaría una clarificaciónestratégica en el seno de la izquierda. Si el argumentario de PCF y verdes parajustificar su apuesta de gobierno era influenciar al PS la realidad sería la opues-ta: lejos de arrastrarlo a la izquierda, sería éste quien empujaría a sus socios ala derecha y a practicar políticas contrarias a su programa e ideología.

Frente a ellos la política de la LCR sería la de buscar la acumulación de fuer-zas en torno a un proyecto anticapitalista independiente del partido socialista ycon vocación de “atreverse a la ruptura”/6. Dos grandes orientaciones se dibu-jarían en este periodo y atravesarían los debates en el seno de la izquierda.¿Confluencia antineoliberal con vocación de gobierno con el social-liberalismoo alternativa anticapitalista independiente? Esta última vía es la que llevaría allanzamiento del proyecto NPA.

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“El reciente y complejoprimer congreso da fede las dificultades delNPA, pero también dela instalación real delproyecto en elpanorama políticofrancés. El NPA sale delcongreso divido, sinuna mayoría políticaclara y una direccióndebilitada. Sin embargo,esto no significa que nopueda recomponerseuna mayoría importantedentro del NPA en elpróximo periodo”

6/ Sabado, F. (2005) “La gauche, une ambigüité historique fondamentale”. Critique Communiste ,176, 151-159.

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Las elecciones presidenciales de 2002 reafirmaron el peso de la izquierda revo-lucionaria (5,7% LO, 4,2 LCR), señalaron el declive del Partido Comunista(3,9% de votos) y una cierta consolidación estancada de los Verdes (5,5%) einstalaron en el plano político electoral a Besancenot y a la LCR. El paso de LePen a la segunda vuelta, cuyo ascenso histórico y avance entre las clases traba-jadoras es la otra cara del impacto del neoliberalismo y de la descomposiciónde la izquierda tradicional, provocaría además el estallido de una masiva movi-lización, con un fuerte peso de los estudiantes más jóvenes.

Diez años después del inicio del ciclo, la victoria del No en el referéndum ala Constitución Europea, con un peso claro del No de izquierdas (a diferenciadel referéndum sobre el Tratado de Maastricht en 1992) testimoniaba la forta-leza de la crítica al neoliberalismo y expresa la crisis política y social larvada.De alguna manera podía “entenderse como una revancha de estas derrotassociales. ‘No lo conseguimos en la calle, con las luchas, con las huelgas, perovamos a castigarlos con el No’. Pero claro, esto no equivale a una victoria enel terreno social”/7. El estallido de la revuelta en las banlieues [barriadas] enotoño del mismo año y de la impresionante movilización contra el ContratoPrimer Empleo (CPE) en primavera del 2006 completarían un periodo marca-do por tres crisis político-sociales encadenadas.

El retorno de la cuestión social estuvo dominado, en Francia y en el resto deEuropa, por una fuerte desconfianza de activistas sociales y cuadros sindicaleshacia los partidos políticos y “la política” en general. Se abría así una “secuen-cia antipolítica”/8 en el que el movimientismo social sería el centro de grave-dad. El ascenso del movimiento “antiglobalización”, cuyo discurso fundacionalse basaría, precisamente, en la idea de la autosuficiencia de los movimientossociales sería el mejor reflejo de esta secuencia.

Progresivamente, sin embargo, iría produciéndose un cierto “retorno de lacuestión política” y la erosión de la “ilusión social”/9 del periodo. Dos factoreslo explican: por un lado las dificultades de las luchas sociales, la acumulaciónde derrotas y el agotamiento del impulso antiglobalizador, manifestándose asílos límites de una estrategia basada sólo en el movimentismo social; por el otro,el traumatismo del paso de Le Pen a la segunda vuelta de las elecciones presi-denciales de abril de 2002, que empujaba directamente a plantearse una cues-tión política y electoral difícil ya de esquivar.

La campaña por el No a la Constitución Europea de 2005 no haría más quereforzar aún más este retorno de la cuestión política. Retorno, sin embargo,débil y acompañado de fuertes dilemas estratégicos en el seno de la izquierda,

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7/ Bensaid, D. (2007) “Gane quien gane la Liga seguirá llamando a una orientación de convergencia” (entrevistahttp://www.vientosur.info/articulosabiertos/vientosur91-internacional-francia-entrevistaDanielBensaid.pdf)8/ Kouvelakis, S. (2007) La France en révolte. Luttes sociales et cycles politiques. París: Textuel.9/ Bensaid, D. (2008) Penser Agir. París: Lignes.

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donde una perspectiva estratégica anticapitalista coherente (con todas sus debi-lidades, claro) como la de la LCR convivía con corrientes reformistas deizquierda, partidarios de reagrupamientos antineoliberales más o menos subal-ternos al PS, e ilusiones electoralistas (a veces protagonizadas por sectores“exmovimentistas”). La campaña por el No, generaría, por otra parte, un inten-so debate sobre las posibilidades de una candidatura unitaria de las fuerzas delNo a las elecciones presidenciales de 2007, en el que convivieron aspiracionesunitarias legítimas con ilusiones electoralistas sin fundamento que concebían lacampaña presidencial como una mera prolongación de la campaña por el Noescamoteando las diferencias reales del campo del No, junto con intentos de lascorrientes antineoliberales más institucionalistas de subalternizar a la izquierdaanticapitalista en nombre de la unidad.

El lanzamiento del NPA, en cierto modo, era una señal de este retorno de lapolítica en el que, bajo el impulso de los resultados de las elecciones presiden-ciales de abril de 2007 y la popularidad de la figura de Besancenot, el anticapi-talismo consecuente pareció convertirse en la opción hegemónica, o al menoscon más opciones de futuro, a la izquierda del social-liberalismo.

De la fundación al primer congresoLanzado en esplendor, en un contexto muy particular marcado por la necesidadde confrontarse al gobierno Sarkozy y en pleno estallido de la crisis internacio-nal, los retos del nuevo partido eran muy grandes: pasar la prueba de la prácti-ca y mostrarse como una herramienta eficaz.

Los andares del NPA se rebelaron más difíciles de lo previsto. La sensaciónde “tener el viento a favor”, tan engañosa como volátil, pronto terminó. La cre-ación del Front de Gauche en noviembre de 2008, como alianza entre el PCF yel Parti de Gauche de Jean-Luc Mélenchon, exsenador socialista escindido delPS, hizo emerger un nuevo actor en la izquierda, con una figura pública rele-vante y que se presentaba como unitario. Durante la campaña de las eleccioneseuropeas de mayo de 2009 el NPA se encontró a la defensiva, perdió el favorde los medios de comunicación en beneficio del Front de Gauche y la batallasobre el discurso de la “unidad de la izquierda”. El resultado electoral (4,88%),aunque meritorio y objetivamente razonable, no permitió obtener ningún euro-diputado, se quedó por debajo de las expectativas subjetivas de muchos de losmilitantes y, elemento importante, por debajo del Front de Gauche. Tambiénhay que recordar el renacimiento de los verdes que pasaron del resultado mar-ginal de las presidenciales (1,3%) al éxito de la lista Éurope Écologie (16%)capitaneada por Cohn-Bendit con un perfil muy derechista, recogiendo esen-cialmente voto desencantado con el PS.

La creación y ascenso del Front de Gauche hizo desvanecer la (parcial) ilu-sión fundacional del NPA, sobre todo vivida subjetivamente para muchos de losnuevos afiliados con menos experiencia, de que era el “partido de la izquierda

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a la izquierda del PS”, al lado de un moribundo PCF, unos verdes marginales,y una Lutte Ouvrière aislada y en declive. De golpe, el NPA se convirtió en unode los dos actores a izquierda del PS y en el pequeño de ambos.

Los resultados limitados de las elecciones europeas y el ascenso del Front deGauche cristalizó importante diferenciaciones internas respecto a la relación amantener con éste con vistas a las elecciones regionales y locales de marzo de2010, dividiendo al partido en prácticamente tres tercios iguales. La posiciónmayoritaria defendía la independencia respecto al Front Gauche y la imposibi-lidad de mantener una alianza a escala nacional con éste, por su compromisocon una perspectiva de gobierno conjunto con el PS, pero abría la puerta aacuerdos locales y regionales en aquellas demarcaciones donde estaba claroque el Front no iba a gobernar con el PS. A esta orientación se confrontaba otraposición partidaria de buscar una alianza “antineoliberal” estable con el Fronty otra partidaria de no llegar a ningún tipo de acuerdo.

En paralelo con las discusiones sobre orientación en los primeros meses devida el NPA tuvo, como es normal, algunas dificultades para engrasar la nuevamaquinaria, ponerse en marcha, y dinamizar el funcionamiento interno. Laestabilización de una militancia muy variada y en gran parte sin experiencia ya veces sin una buena comprensión del significado del compromiso políticoduradero, la militancia partidaria, las discusiones complejas y tediosas, el tra-bajo organizativo colectivo..., se manifestó compleja. Al calor de los debatesinternos, algunos sectores o “personalidades” más o menos relevantes en elmundo activista o intelectual que se habían acercado al proyecto en su funda-ción lo abandonaron, en general con la retórica común de considerarlo una“mera repetición de la LCR”, un proyecto típico de “la izquierda revoluciona-ria de siempre”... De unos 9.000 afiliados iniciales se pasó a unos 5.000/6.000en dos años. Aunque el catastrofismo interesado de algunos medios de comu-nicación, que intenta presentar la pérdida de afiliación como consecuencia de(esencialmente) desacuerdos “por la derecha” con la orientación del partido,carece de justificación, no por ello hay que minimizar un dato negativo relevan-te como este.

Apareció, además, de forma imprevista el debate sobre la cuestión del velo, araíz de la decisión del comité local de Vaucluse de colocar en las listas de laselecciones locales y regionales de marzo de 2010 de una joven candidata convelo, Ilham Moussaïd. Si este es un debate de actualidad internacional que estámarcado por la doble ofensiva xenófoba e islamófoba y antifeminista que reco-rre la Unión Europea, adquiere una especificidad particular en Francia y hagenerado controversias, y tomas de posición, a menudo poco comprensibles yaún menos extrapolables fuera del hexágono, en el seno de todas las familias dela izquierda/10. Los medios de comunicación y el resto de la izquierda, empe-

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zando por el Front de Gauche, atacaron duramente sin escrúpulos al NPA, con-virtiendo el asunto en el tema estrella de la campaña y silenciando las propues-tas programáticas del partido. El resultado fue la aparición de importantes ten-siones internas dentro de la organización y el estallido de un debate bastantetumultuoso.

A pesar de las dificultades encontradas, y de muchos intentos mediáticos dedarlo por enterrado, el NPA mostró durante estos dos años su vitalidad y suexistencia real. Tuvo un papel destacado y dinámico en el movimiento contrala reforma de las pensiones de Sarkozy en otoño de 2010, interviniendo en lamovilización social y sindical, empujando hacia la huelga general y mostrandouna implantación sindical, social y territorial real. El partido del megáfono [ellogo del NPA incluye la imagen de un megáfono] por fin tenía su bautismo defuego social.

Los debates del primer congresoLa discusión principal del congreso/11 estuvo centrada en la definición deorientación y las tareas de construcción y las respuestas a la crisis. Las princi-pales controversias al respecto tienen que ver en cómo articular una alternativade izquierdas a la izquierda del PS y, en particular, sobre la táctica electoral quedebe seguir la organización y la relación que deber tener con el Front deGauche.

La orientación defendida por la dirección (con mayoría relativa, 42%) seenmarcaba en la continuidad de la orientación seguida por el NPA desde su crea-ción. Frente a una tendencia que enfatizaba los rasgos “revolucionaristas”,“obreristas” del partido y una rígida política de alianzas (plataforma 2 con un28%) y otra que disolvía el perfil anticapitalista en benefició de una convergen-cia “antineoliberal” amplia de las fuerzas a la izquierda del PS (plataforma 3con un 26%), la posición de la dirección afirmaba la necesidad de construir unaizquierda “basada en la independencia estricta del Partido Socialista”, y laimposibilidad de llegar a acuerdos nacionales con el Front de Gauche, querepresenta “la cristalización en el paisaje político de una izquierda reformistaantineoliberal” y que concibe “la transformación social esencialmente a tra-vés del prisma electoral e institucional”. En otras palabras buscaba ni “diluirel perfil anticapitalista ni el repligue en sí mismo del partido.” Dicha orienta-ción busca combinar la necesaria construcción y consolidación del NPA conuna política unitaria que evite que el partido aparezca como sectario ante elFront de Gauche, en un escenario donde tanto éste como los medios de comu-

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10/ Para esta cuestión y algunos aspectos del debate “francés” y del NPA ver el dossier “Laicismo, religión yespacio público” editado por Martí Caussa en VIENTO SUR, 114, 29-73.11/ Para más detalles del Congreso pueden consultarse las crónicas de Josep Maria Antentas y Judith Carreras:“Empieza el Congreso del NPA” (http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/index.php?x=3606)“Segundo día del congreso del NPA” (http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/index.php?x=3611)“Terminó el Congreso del NPA” (http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/index.php?x=3614)

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nicación buscan presentarlo así. Siendo ésta una orientación adecuada el pro-blema real es su concreción práctica compleja y atender simultáneamente a laslegítimas aspiraciones unitarias, a menudo ilusorias, de una parte de la militan-cia del partido, y a los deseos comprensibles de reforzar el propio proyecto, amenudo desprovistos de cintura táctica, de otra parte.

El otro debate importante de este primer congreso fue sobre feminismo, laici-dad e emancipación. Uno de los subtemas del mismo concernía al velo y a laposibilidad o no que militantes con símbolos religiosos puedan representarpúblicamente al partido. Tres grandes posiciones se conformaron en el debateprecongresual: el reagrupamiento “feminismo y laicidad”, opuesto a que hubie-ra representantes públicos del partido con símbolos religiosos visibles; la posi-ción de los activistas de la comisión “barrios populares”, que representa la sen-sibilidad que menos problematiza la cuestión del velo; y, finalmente, las posi-ciones impulsadas por la agrupación de Marsella que, esquemáticamente,podrían definirse de intermedias.

El congreso aprobó (71%) una moción de síntesis de las distintas aportacio-nes al debate que afirmaba la importancia de la defensa de la laicidad, de losderechos de las mujeres, la lucha contra la islamofobia y la concepción de lascreencias religiosas como algo perteneciente a las convicciones privadas de lasy los militantes. Realizada en una votación a parte, la cuestión sobre la posibi-lidad o no de tener representates públicos con símbolos religiosos se saldó conla aprobación de una moción (con pocos apoyos, 39% y con muy poca diferen-cia de la moción concurrente) que admitía dicha posibilidad y establecía que encaso de conflicto al respecto sería la dirección nacional quien dirimiría el asun-to (a diferencia de la moción derrotada que proponía la necesidad de que ladirección nacional tuviera que refrendar por 2/3 una eventual candidatura concandidatas con símbolos religiosos, lo que equivalía de facto a un bloqueo deesta posiblidad). Una conferencia monográfica a celebrar en un futuro profun-dizará los debates del partido sobre la cuestión.

Perspectivas de futuroEl reciente y complejo primer congreso da fe de las dificultades del NPA, perotambién de la instalación real del proyecto en el panorama político francés. ElNPA sale del congreso divido, sin una mayoría política clara y una direccióndebilitada. Sin embargo, esto no significa que no pueda recomponerse unamayoría importante dentro del NPA en el próximo periodo en torno a una cam-paña presidencial de Besancenot. Las encuestas siguen siendo muy favorablesa la intención de voto en las presidenciales (4-7%) y esto muestra que existe unespacio social y electoral relevante para una opción como el NPA que, por otraparte, está también confrontado al reto de emanciparse a medio plazo de sudependencia de la popularidad de Besancenot.

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La evolución de la situación social, con un fuerte desgaste de Sarkozy, elagravamiento de la crisis, los ecos del movimiento contra la reforma de las pen-siones, y el soplo de aire fresco de las revoluciones árabes cuyo impacto, enparticular la de Túnez, es muy alta en Francia (por el pasado colonial, la pobla-ción inmigrante y los escándalos que afectan al gobierno) puede ayudar a revi-talizar al partido.

Dos años después de su creación, el objetivo fundacional del proyecto es másnecesario y urgente que nunca: construir, en palabras de Daniel Bensaïd

un nuevo partido, tan fiel a los intereses de los dominados y los desposeídoscomo lo es la derecha con los poseedores y los dominadores, y que no pideexcusas por ser anticapitalista y por querer cambiar el mundo /12.

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Josep Maria Antentas es miembro de Revolta Global-Esquerra Anticapitalista y profesorde sociología en la UAB. Forma parte de la redacción de VIENTO SUR.

12/ Bensaid, D. (2008) Penser Agir. París: Lignes, pág. 7.

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Álvaro Minguito

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En sus proyectos fotográficos aborda las distintas formas de expresióncolectiva de las actividades políticas, sociales y urbanas. Así en La memo-ria internacionalista y La memoria enterrada donde recoge una marcha porel frente del Jarama o las actividades para la recuperación de la memoriahistórica. También cuando su mirada recoge los paisajes humanos y urba-nos de Marruecos, Estambul o Mozambique.

Pero este trabajo El escenario de una especulación, junto con Correderabaja y Un lugar en el mundo presenta un eje distinto: la afirmación delderecho a la vivienda. Son esos edificios abandonados, esperando que suprecio suba, los que se transforman en lugares vividos, colectivos, persona-les. En el lugar en el que te recoges, piensas, lees, amas, discutes, cabilaspero que te da fuerzas para salir a gritar que todas las personas tenemosderecho a una vivienda digna entre otras afirmaciones.

Mi objetivo es reivindicar la sensibilidad, la justicia,... y la belleza.Intento que la escucha, la lectura y los procesos de vida me inspiren. Lacalle y sus personajes protagonizan las imágenes que capto. La humanidady sus cualidades las habitan. O eso pretendo.

Y no solo lo pretende. Lo consigue. Mirad su página y su blog. En Blancoy negro o en color, retrato o paisaje. Su dominio sobre la profundidad decampo, la composición de sus fotografías, su punto de vista son clásicos,pero recogiendo la mirada de siglos, la refleja con una visión actual.

www.alvarominguito.netwww.cuandolooscuropintenegro.blogspot.com

Carmen Ochoa Bravo

Álvaro Minguito (Madrid 1972)El escenario de una especulación

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Hace cuarenta años se fundó la Liga Comunista Revolucionaria,una organización en la que militamos algunos de los componentes actuales delConsejo y la Redacción de VIENTO SUR, y la totalidad de quienes decidieroncontinuar con la revista tras el fracaso de la unificación MC-LCR. Este aniver-sario nos pareció un buen punto de partida para un Plural.

Empezamos a hablar sobre el asunto entre gente de la Redacción y elConsejo: tuvimos claro desde el comienzo que el intervalo temporal debía irdesde comienzos de los años 70 hasta la Transición y que el enfoque no podíalimitarse a la experiencia de la Liga. Había que incluir a otras organizaciones ycorrientes significativas de la lucha antifranquista; así el resultado sería másinteresante y se correspondería con la orientación general de la revista.

Decidido este criterio y antes de organizar el sumario y buscar colaboracio-nes, había que preguntarse si el aniversario era la única razón del Plural y, enconsecuencia, éste iba a tener un aire de entre “ceremonia de autoexaltación” yañoranza melancólica de “lo que pudo haber sido y no fue”, o si el tema teníainterés en sí mismo, como parte de la memoria política que debería ser patri-monio de eso que se conoce con la expresión horrible de “nuevas generacionesmilitantes”, o sea la gente joven de la izquierda social y política, que afortuna-damente para ella, no lleva encima el lastre del “miedo a equivocarse otra vez”,que tantas veces (nos) atenaza a la “vieja generación”.

Con algunas dudas, pensamos que el tema tenía interés en sí mismo, y nospusimos a trabajar.

¿Qué tipo de textos encargar? En primer lugar, había que valorar lainformación, porque buena parte de esta historia permanece desconocida o loque es peor, mal conocida. La “izquierda radical estatal” ha tenido mala suertecon sus historiadores. Curiosamente, hay mejores libros sobre la historia delFLP, que sobre la de la Liga o la ORT, pongamos por caso.

En cambio, convenía descartar los enfoques “deconstructivos” que conviertenaquellas experiencias militantes en una especie de acampadas de boy scouts,aventurillas iniciáticas banales de “jóvenes inquietos”. Algunos de estos juegoshan terminado, lógicamente, dando la razón al PSOE o al PCE, y ya de paso ala Transición y a ese “mejor de los mundos democráticos posibles” en los queal parecer vivimos, pero esa es otra historia.

Además, había que evitar toda pretensión de insinuar, entre líneas, algunaanalogía entre entonces y ahora. No era ese, de ninguna manera, ni el enfoque,ni el sentido del Plural. Si alguien quería plantear una reflexión de políticaactual a partir de las experiencias de entonces, era muy libre de hacerlo, peroen ese caso mejor que lo planteara abiertamente.

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La izquierda contra el franquismo

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Ya sólo quedaba pedir las colaboraciones necesarias. JtxoEstebaranz recibió el encargo quizás más difícil, especialmente teniendo encuenta el espacio disponible: escribir sobre la corriente “libertaria” o “asamble-aria”, con sus muy diversas referencias ideológicas y prácticas.

Sobre la corriente maoísta, había que seleccionar; estaba descartado, por razo-nes de espacio y de interés, dedicar un artículo a cada una de sus numerosasorganizaciones. Facilitó la selección poder contar con la colaboración de JoséAntonio Errejón sobre el PTE, que es además la única organización de la“izquierda radical estatal” de la época que llegó a contar con una influencia demasas real, por medio de organizaciones que impulsó, y controló con mano dehierro, mientras pudo: Joven Guardia Roja y Sindicato de Obreros del Campo.

El encargo más claro cayó en Francisco Letamendia, que una vez más harespondido puntualmente a nuestra petición de colaboración sobre la experien-cia de la corriente abertzale; por cierto, hay en su artículo muchos datos políti-camente significativos, que incluso los “contemporáneos” recordábamos sólovagamente; es muy interesante y oportuno volver a ponerlos sobre la mesa.

¿Incluimos un artículo sobre el PCE? En principio, no estaba muyclaro. El tema iba a ser la “izquierda radical” y, obviamente, el PCE de la luchacontra el franquismo no respondía a ese perfil político, sin que eso significaraningún menosprecio al compromiso, ese sí “radical”, de sus militantes. Pero enrealidad, de una manera u otra, el PCE fue una referencia ineludible en la luchaantifranquista y, más aún, en la Transición, y de un modo u otro, la actitud haciasus iniciativas generales y sus decisiones concretas tuvo una influencia deter-minante en los resultados y consecuencias de aquella historia y en las políticasde la “izquierda radical”.

Una vez que decidimos incluir un artículo sobre el PCE nos encontramos conel muy complicado problema de a quien encargarlo con capacidad para hacerun trabajo crítico desde un conocimiento bien fundado de esa experiencia.Resolvimos el problema gracias a la colaboración de Xavier Domènech, aquien debemos algunos de los textos más lúcidos y estimulantes publicados enlos últimos años sobre la historia de la Transición.

Y en fin, la Liga. Pues podría decirse que “quien parte y reparte” se llevó sino la mejor, al menos la mayor parte. Dos artículos sobre el período elegido:Martí Caussa escribe desde la fundación hasta la muerte del dictador y yomismo desde entonces hasta los Pactos de la Moncloa. Además, RicardMartínez analiza sobre la última etapa de la Liga, en torno a una idea políticamuy controvertida: el “Partido de los Revolucionarios”.

No sé si será prudente anunciarlo, pero estos materiales tienen que ver con elproyecto en curso –¡largo curso, vive dios!– de un libro colectivo sobre “LaLCR en sus documentos”, en el que buscamos contar nuestra propia historia,antes de que alguien, vaya usted a saber quien y cómo, la cuente por nosotros.Espero que “descubrir” el proyecto aquí, anime a los ya pocos rezagados, inclu-so a alguno al que conozco muy bien, a terminar de una vez su trabajo.

Miguel Romero (editor)

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La LCR nació en el mismo momento que una constelación de grupos de la llama-da izquierda radical (o izquierda revolucionaria y también extrema izquierda). Trasnumerosas crisis, escisiones y unificaciones tan solo algunas de estas organizacio-nes habían superado el nivel de grupúsculo en el momento de la muerte de Franco.Este artículo intenta analizar el contexto de su nacimiento y consolidación, conespecial atención a la LCR y a sus relaciones con el resto de organizaciones.

Los tiempos estaban cambiandoComo fecha simbólica de este inicio de cambio, en el Estado español, se puede ele-gir 1962 con las grandes huelgas de los mineros asturianos y la solidaridad que des-pertaron entre la clase obrera y los estudiantes; también porque allí nacieron lasCCOO, la organización más importante del renacer del movimiento obrero. Comootros hitos se pueden señalar: 1966 con la constitución del primer SindicatoDemocrático de Estudiantes y el éxito de CCOO en las elecciones a enlaces y jura-dos; 1967 con la durísima lucha de Laminado de Bandas Echevarría y la solidari-dad que despertó; y 1969 con la radicalización de las luchas estudiantiles, el asesi-nato de Enrique Ruano por la policía y el Estado de excepción como intento (fra-casado) para acabar con los impulsores de la creciente radicalidad de las luchas. Anivel internacional merecen señalarse, después de la revolución colonial (que habíallevado a la independencia de Argelia en 1962) y de la ruptura sino-soviética en1963, dos acontecimientos de 1966: la Conferencia Tricontinental de La Habana yel inicio de la Revolución Cultural China. Aunque sin duda los acontecimientosmás influyentes fueron los de 1968, el mayo francés, la Primavera de Praga y laofensiva del Tet en Vietnam, que fueron interpretados por mucha gente como unnuevo ascenso de la revolución y la lucha por el socialismo a escala planetaria.

Rupturas en las “viejas” organizacionesLos acontecimientos anteriores sacudieron la estabilidad de casi todas las orga-nizaciones existentes y acabaron produciendo rupturas en las mismas. Algunade estas organizaciones, como el PCE, había surgido antes de la guerra civil,

1. La izquierda contra el franquismo

Martí CaussaLa LCR y la izquierda radical (1966-1975)

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aunque otras tenían su origen en los años cincuenta, pero eran ya “viejas” enrelación a las expectativas de un sector de sus militantes.

Tal era el caso de la primera ETA (nacida en 1959) que, en la primera partede la V Asamblea, expulsó a los “obreristas” de ETA-Berri, que se llamóKomunistak a partir de 1969 y que desembocó en el MCE en 1972. Pocosmeses más tarde, en marzo de 1967, la segunda parte de la V Asamblea rompiócon la orientación de la “vieja” ETA, definiendo los perfiles de lo que despuésse llamó nacionalismo revolucionario, con el proyecto de construir un Estadosocialista vasco independiente. En 1970 se produjo una nueva ruptura en elcurso de la VI Asamblea, entre la mayoría (que acabó evolucionando hacia eltrotskismo y la fusión con la LCR) y la minoría, que se llamó ETA-V y dio con-tinuidad a la orientación anterior.

Tales delimitaciones no eran una exclusividad vasca, sino un signo de los tiem-pos, como lo muestra el surgimiento (en 1969) del Partit Socialista d’AlliberamentNacional (PSAN), después de romper con el Front Nacional de Catalunya (FNC),creado en París en 1940. El PSAN era también un representante del nacionalismorevolucionario que preconizaba la liberación nacional y de clase y la construcciónde una sociedad socialista catalana. Posteriormente, estuvo en el origen delMoviment de Defensa de la Terra (1984) y de Catalunya Lliure en 1989.

La primera ruptura con el PCE fue la del PCE-ml en 1964, con una orienta-ción pro-China que evolucionó a pro-Albania; este partido fue el impulsor delFRAP en 1970 y en 1975 inició una ofensiva de acciones armadas. Pero las rup-turas llamadas a tener más peso en la izquierda radical se iniciaron en 1967 enCatalunya, con el grupo Unidad que más tarde dio origen a Bandera Roja (1968)y al PCE(I) en 1969. Este último, de orientación maoísta, se convirtió en PTE en1975 para poder incorporarse a la Junta Democrática y en PT en 1979, despuésde la fusión con ORT. Esta última organización, también de orientación maoís-ta, había surgido en 1969 como una escisión de la Asociación Sindical deTrabajadores (AST), sindicato de origen católico constituido en 1964.

También en 1969 tuvo lugar la crisis terminal de las Organizaciones Frente(FLP, FOC y ESBA), primero con la expulsión del grupo Comunismo (que dioorigen a la LCR) y después con un estallido en numerosos grupos, de los cua-les el que tuvo más importancia en la izquierda radical fueron los Círculos deObreros Comunistas que, en 1974, estuvieron en el origen de la OICE (que, asu vez, se fusionó con el MCE en 1979).

A pesar de las grandes diferencias entre estos grupos pueden señalarse una seriede características más o menos comunes a muchos de ellos (las principales dis-crepancias se dan entre los representantes del nacionalismo revolucionario, espe-cialmente ETA-V y, parcialmente, el PSAN) que pueden considerarse la impron-ta de la época en que nacieron: 1) afirmación de la actualidad de una revoluciónque abriera el camino hacia el socialismo; 2) oposición a las vías pacíficas y nece-sidad de la violencia revolucionaria, aunque unos preconizaban su necesidad

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inmediata y otros no; 3) protagonismo de la clase obrera, aunque con diferenciassobre las alianzas necesarias para el derrocamiento del franquismo; 4) necesidadde un partido de tipo leninista, aunque con interpretaciones diversas de su signi-ficado; 5) fuerte identificación con corrientes internacionales, particularmentecon el maoísmo y el trotskismo; 6) un elevado grado de activismo, generalmenteacompañado de izquierdismo (acciones radicales de pequeños grupos) y de sec-tarismo, manifestado particularmente en la creación de organizaciones obreras decada partido (Comisiones Obreras Revolucionarias, de Zona, Sectores de CC OO,etc.) y en la reticencia a la unidad de acción con otros partidos; 7) poca capaci-dad para integrar las diferencias internas, lo cual dio lugar a muchas escisiones.

Los retos de la consolidaciónEn el momento de su aparición todos estos grupos contaban con una experienciapolítica y organizativa previa, adquirida en las organizaciones con las que habíanroto; esto era sin duda un capital importante. También contaban con algunas defi-niciones teóricas de partida y unas referencias internacionales fuertes que, en algu-nos casos, eran también relaciones organizativas con partidos del ámbito interna-cional. Pero el capital humano y la experiencia que acumulaban podía dilapidarserápidamente sin una orientación adecuada. Y las referencias internacionales, en elmejor de los casos, sólo podían ser una ayuda para encontrar esta orientación, peroel peso de la tarea debía recaer necesariamente sobre las nuevas organizaciones.

De modo que la consolidación de estos grupos estaba fundamentalmente liga-da a factores como los siguientes:

1) La capacidad para demostrar la utilidad de la organización en la consecuciónde alguno de los objetivos que estaban de actualidad en cada momento. Esta erauna exigencia absoluta; sin esta capacidad, expresada al menos en algunos movi-mientos o actividades, una organización nueva no podía crecer ni consolidarse.

2) La oferta de un proyecto político capaz de interesar a la gente más inquie-ta que participaba en las luchas, un proyecto que relacionara la orientación enlos combates del momento con el derrocamiento de la dictadura y el avancehacia el socialismo del que se reclamaban.

3) La capacidad de cambio ante la evaluación que la realidad realizaba sobresu línea política: ya sea porque ésta se demostrara poco adecuada desde el pri-mer momento, ya sea porque los cambios en la situación social y política obli-garan a modificarla.

4) La adopción de una estructura y un funcionamiento interno que permitieranmantener un máximo de unidad frente al inevitable surgimiento de diferenciasinternas. Las dos soluciones más radicales y contrapuestas fueron el liderazgo deuna persona acompañado de “culto a la personalidad” o una democracia internacon debates periódicos, derecho de tendencia y elección democrática de los diri-gentes. En la práctica, entre la una y la otra hubo muchas mediaciones, aunquealgún tipo de liderazgo fue la opción mayoritaria.

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5) La habilidad para desarrollar una política unitaria que permitiera dar lamayor amplitud a las movilizaciones o iniciativas que eran necesarias. Y lacapacidad para generar procesos de acercamiento con otras organizaciones afi-nes y, eventualmente, culminarlos con unificaciones que aumentaran las fuer-zas militantes.

La trayectoria de la LCR: de la ruptura con el FLPa la fusión con ETA-VILa gente que rompió con el FLP para formar el grupo Comunismo no era trots-kista. Eran jóvenes radicalizados por su experiencia de lucha en el movimientoestudiantil o en las Comisiones Obreras Juveniles, que querían que su organi-zación se definiera a favor de la revolución, del comunismo y adoptara unaestructura de tipo leninista.

Su preocupación fundamental después de la ruptura fue dotarse de unas basesteóricas comunistas mediante un proceso de discusión interna. Pero éste se orga-nizó de tal manera que implicó el práctico abandono de la intervención y la pér-dida de buena parte de los simpatizantes y contactos. Cuando un año despuésapareció el número 0/1 de la revista Comunismo, se explicaba que el grupo habíaavanzado en la utilización de elementos teóricos del trotskismo, pero se tratabade algo bastante genérico. Por eso cuando unos meses más tarde la mayoría delgrupo se definió a favor de la IV Internacional, se produjo la salida de un grupode militantes que se alinearon con las posiciones de Pierre Lambert y constitu-yeron la Organización Trotskista (OT) y, más tarde, la LOC y el PORE.

Esta reclusión teoricista estuvo a punto de significar la desaparición del grupoComunismo. Fue rescatado gracias a la sensibilidad de sus militantes, implica-dos en luchas duras como las de AEG y Harry Walter o en las luchas contra laspenas de muerte solicitadas en el Consejo de Guerra de Burgos. En algúnmomento de estas movilizaciones, en diciembre de 1970, el grupo comunismodecidió convertirse en LCR. Fue el primer gran cambio. La nueva organizaciónse concebía como un grupo para la acción y quería demostrar su utilidad a tra-vés de la misma. Pero estaba lastrado por su sectarismo respecto a CCOO, a losdemás grupos políticos y a sus propios reagrupamientos internos.

Un documento que tuvo especial importancia en la evolución de la primeraLCR fue El crepúsculo del franquismo, escrito por Ernest Mandel y fechado el31 de diciembre de 1970, aunque fue conocido por el grueso de los militantesbastante más tarde. En él se afirmaba que las luchas contra los Consejos deGuerra de Burgos habían inaugurado el crepúsculo del franquismo que, sinembargo, no podía ser transformado en democracia burguesa por la simple pre-sión de las masas, sino que debía ser derrocado por la acción revolucionaría demasas. Ésta comenzaría seguramente por reivindicaciones económicas y demo-cráticas elementales, pero en su desarrollo pondría al orden del día el ataque ala propiedad capitalista y la necesidad de avanzar hacia la revolución socialista.

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Sin embargo el I Congreso de la LCR reunido en enero de 1972 fue todavíaun caos. Los únicos acuerdos que adoptó fueron la petición de adhesión a la IVInternacional, la aprobación de unos Estatutos y la elección de un ComitéCentral. También constató la existencia de posiciones parcialmente diferentessobre las CCOO y otros aspectos de política unitaria, que se agruparon en loque se llamó discusión sobre el Frente Único.

Con el paso de los meses estas diferencias aumentaron y dieron lugar a la cons-titución de dos tendencias, llamadas la Liga en la Encrucijada y la Liga enMarcha, que terminaron separándose en ocasión del II Congreso de la LCR, cele-brado en diciembre de 1972, al que solo acudió la tendencia En Marcha. La otratendencia realizó su Congreso en junio de 1973 y adoptó el nombre de LC. Alvalorar las diferencias políticas el II Congreso de la LCR afirmó que, pese a sugravedad, no justificaban la ruptura; la misma valoración se repitió en el momen-to de la reunificación en 1977. En las dos ocasiones se señaló el peso determinan-te que tuvieron los inadecuados métodos de debate y funcionamiento.

Los principales cambios prácticos que comportó el II Congreso de LCR fue-ron: 1) el inicio de un trabajo sistemático en CC OO (compartido también porel Congreso de LC); 2) la decisión de establecer un proceso de debate y unidadde acción privilegiada con ETA, que acababa de realizar la segunda parte de laVI Asamblea; 3) la revisión de los métodos de funcionamiento interno; 4) lasistematización de lo que se denominó combinación de unidad de acción y des-bordamiento (que había sido el núcleo de las diferencias con LC).

Este último punto se puede esquematizar de la siguiente forma. Para conseguirla conquista de las reivindicaciones del movimiento de masas era necesarioarrastrar a las organizaciones mayoritarias (principalmente el PCE) a la unidadde acción. Pero, debido a la relación de fuerzas, esto no era posible de forma sis-temática. Era necesario apoyarse en los sectores más combativos (el movimien-to estudiantil, ciertas fábricas, la unidad de acción con otros grupos de la izquier-da radical...) para iniciar la movilización (el desbordamiento) y luego intentarforzar la incorporación de las organizaciones mayoritarias (la unidad de acción).

El III Congreso se realizó simultáneamente con la VII Asamblea de ETA, endiciembre de 1973, y de ambos salió una organización unificada que duranteunos años firmó como LCR-ETA(VI) a nivel estatal y como ETA (VI) enEuskadi. Esta unificación puede considerarse el final del proceso de consolida-ción de la organización. En el terreno de la actividad política las principalesaportaciones de esta unificación fue una mejor comprensión de las reivindica-ciones nacionales, antirrepresivas y democráticas. Esto último se reflejó, porejemplo, en el protagonismo adquirido en las luchas por la libertad de los pre-sos políticos, tanto dentro como fuera de las cárceles, que dieron lugar a lasimportantes movilizaciones de diciembre de 1974 y las todavía mayores de1975 para intentar evitar las últimas penas de muerte de Franco contra dos mili-tantes de ETA y tres del FRAP.

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La democracia interna: proclamaciones y realidadesFrente a otras organizaciones de la izquierda radical que interpretaron el centra-lismo democrático en clave estalinista o maoísta, quienes rompieron con el FLPlo interpretaron desde el principio en clave democrática, aunque no exenta decontradicciones. Así por ejemplo el grupo Comunismo propugnaba el libre deba-te dentro del partido y la libertad de tendencia, pero al mismo tiempo se refería a“la lucha ideológica interna (la única forma de lucha de clases dentro del parti-do)”, una clara influencia maoísta. Esta extraña combinación permitía que apare-cieran tendencias con posiciones diferenciadas, pero por otra parte facilitaba larápida cristalización en fracciones (si alguna se inclinaba por la “lucha de clasesdentro del partido”). Cuando se planteó la opción de optar por la IV Internacionaly un grupo de militantes defendió la alternativa que representaba Pierre Lambert,la mayoría del grupo Comunismo no respetó ninguno de los mecanismos demo-cráticos que teóricamente defendía y expulsó a estos últimos. También el lideraz-go personal estuvo fuertemente arraigado en este grupo y la primera LCR.

La adopción de los Estatutos en el I Congreso y la relación con la IVInternacional, con una larga tradición democrática, supusieron una mejora notablepero insuficiente. La discusión de tendencias posterior iba a mostrar que el dere-cho de tendencia también podía ser usado para desorganizar e incluso paralizar laactividad de la organización, y que la inclinación a extrapolación de las diferenciasera una amenaza para la unidad de la organización. Solo a partir del II Congresose consiguió un funcionamiento interno capaz de combinar la democracia, el res-peto de las diferencias, el funcionamiento colectivo y la eficacia en la acción.

Durante la dictadura numerosas organizaciones rechazaban la democraciainterna con dos tipos de argumentos. El primero afirmaba que una organizacióndemocrática no podía resistir la represión; la LCR fue el ejemplo práctico de locontrario. El segundo argumento afirmaba que el reconocimiento del derechode tendencia facilitaba las rupturas y las escisiones; sin embargo los grupos queno lo reconocieron no tuvieron menos rupturas; y, por otra parte, a partir del IICongreso las rupturas en la LCR fueron insignificantes y las fusiones, en cam-bio, muy importantes. La argumentación de la LCR siempre sostuvo que lademocracia interna era una cuestión de principio, a la que no se debía renun-ciar, incluso si en algunos momentos los liderazgos parecían tener más éxito.Pero por, otra parte, reconocía que su aprendizaje era una tarea permanente.

La política unitaria hacia la izquierda radicalYa se ha indicado que la gente que rompió con el FLP se caracterizaba por susectarismo, una actitud compartida por la mayoría de las organizaciones de laizquierda radical. El grupo Comunismo disponía de una nutrida colección deadjetivos terminados en “istas” para descalificar al resto de grupos de laizquierda radical. En este contexto es evidente que la política unitaria debía serprácticamente inexistente.

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En los inicios de la LCR las cosas no cambiaron sensiblemente. Solo despuésdel I Congreso la tendencia En Marcha empezó a plantear que, para poder ini-ciar movilizaciones era necesario apoyarse también en la unidad de acción conotros grupos de extrema izquierda. No fue una rectificación fácil de dominar,porque se teorizaba que la unidad debía combinarse con la crítica a todas lasinconsecuencias; y no pocas veces esta crítica se hacia de tal modo que deve-nían un obstáculo para la siguiente unidad. Sólo la práctica y las exigencias delas luchas fueron allanando los obstáculos a la unidad.

Pero es preciso reconocer que la colaboración sistemática era difícil debido ala importancia de algunas diferencias. Tres de ellas merecen ser destacadas: 1)las que derivaban de una estrategia (o marco de lucha de clases) nacional, comoen el caso de ETA, PSAN, etc. que, en determinados momentos, podían dificul-tar la unificación de las movilizaciones a escala estatal que defendía la LCR; 2)las que tenían que ver con la realización de acciones armadas (como las de ETA,FRAP o GRAPO) que la LCR no aprobaba, pese a su perspectiva de derrocar ala dictadura mediante una Huelga General Revolucionaria; 3) las que implica-ban la entrada o el apoyo en los organismos de la Oposición Democrática (comola Junta y la Plataforma), a los que la LCR se oponía radicalmente por conside-rar que su actuación se dirigiría a evitar la ruptura radical con el franquismo.

El tipo de unidad que acabamos de analizar se refería solo a la unidad para laacción. La posibilidad de la unidad en un mismo partido era una cosa muy dife-rente. Ni el grupo Comunismo ni la primera LCR se dedicaron a pensar en ella,aunque ninguno de los dos se había considerado “el partido”, sino sólo una orga-nización que luchaba por su construcción. Las cosas sólo empezaron a cambiar enel II Congreso con la relación preferente establecida con ETA, una organizacióna la que en el pasado se habían dirigido las mismas descalificaciones que a lasdemás y que sorprendentemente (por la evolución de su dirección en contacto conla LCR francesa y la IV Internacional) se estaba acercando al trotskismo. El éxitode esta fusión, aprobada en el III Congreso, hizo pensar que otras evoluciones delmismo tipo eran posibles y que había que estar atento a ellas. Las condicionespara la unidad se fijaban en la coincidencia en el programa fundamental (queincluía la definición trotskista) y mantener el régimen de libre discusión y demo-cracia interna que se estaba demostrando adecuado. Esto facilitó la fusión congrupos locales, pero las propuestas más ambiciosas todavía tardarían en llegar.

En el momento de la muerte de Franco, la constelación de grupos radicalesque había surgido a finales de los años sesenta se había reducido. Sólo algunosde ellos se habían consolidado relativamente y eran capaces de influir en lasmovilizaciones en curso. La situación que se abrió con la muerte del dictador y,especialmente, a partir del gobierno Suárez, los iba a someter a pruebas muchomás decisivas. Pero esta es ya otra historia.

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Martí Caussa fue miembro de la dirección de la LCR. Forma parte del ConsejoAsesor de VIENTO SUR.

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La historia de la LCR se funde con la de su periódico, Combate. LeyendoCombate se conocen no sólo las ideas y las iniciativas de la organización; tam-bién se percibe, más o menos entre líneas, su pulso, los estados de ánimo de losmilitantes y de la dirección.

La mitificación del Qué hacer de Lenin –el periódico como organizador y cen-tralizador colectivo del partido clandestino– tuvo un peso inicial en la atribuciónde ese papel predominante a Combate. Pero fue sobre todo la lógica de la acciónmilitante la que, de una manera natural, lo estableció así pese a que en la Liga seproducía muchísimo “papel” (panfletos, boletines de empresa y sectoriales y, espe-cialmente, boletines internos por todas partes, reflejo abrumador, y hasta emocio-nante dadas las circunstancias, del cuidado por la democracia interna, por no dejarque la clandestinidad la sofocara, por dejar constancia por escrito de los debates yponerlos a disposición de los militantes). La organización se dirigía desde el perió-dico y sacar el periódico significaba asumir la obligación de analizar la situación,plantear objetivos, informar de luchas que sólo podían conocerse por medio de él.En la clandestinidad, tocar Combate era como abrazar a la Liga. Sin duda, paraconocer la historia de la organización hay que recurrir también a otras fuentes;pero para conocer la vida de la Liga, no hay medio mejor que Combate.

Este artículo va a tratar de cómo vivió la Liga, y por tanto qué se escribió enCombate, entre la muerte de Franco y los Pactos de la Moncloa. El título del artí-culo resume en cierto modo la conclusión: la Liga “chocó” con la Transición ysalió muy dañada del choque. A veces leer Combate es una experiencia gratifi-cante, aunque también a veces es inquietante (pero, ¿cómo pudimos hacer eso oaquello?). Hay en todo caso, muchas más luces que sombras en la experienciade la Liga durante esos años. Pero debemos recordar las dos.

Combate nº 41. 1 de diciembre de 1975. “¡Libertad para los pre-sos políticos!”. En la portada, el título no es más grande porque se saldríadel papel. Franco ha muerto y la Liga responde no con una retahíla de consig-nas, sino concentrando la atención en lo fundamental: la libertad de las y lospresos políticos, el libre regreso de las y los exiliados es entonces la clave de laruptura. Expresa así además la necesidad, y el deber, de proteger a quienes

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2. La izquierda contra el franquismo

Miguel RomeroEl choque contra la Transición

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están en la cárcel, en condiciones especialmente duras que se denunciaban enel periódico. “A nosotros nos tienen seguros en sus manos”, escribían nuestrospresos del Penal del Puerto de Santamaría. Y añadían:

...las condiciones en las que vivimos, el sadismo y la persecución constante porparte de los carceleros, las provocaciones, amenazas y castigos que lluevensobre nosotros, nos hacen temer lo peor (…) Si algo nos ocurriera, será un vilasesinato más, en la larga cadena de crímenes del franquismo...

Se han recordado muchas veces los brindis con cava, o con lo que cada cualtenía a mano, para festejar la muerte del dictador. Y por supuesto que hubo brin-dis, y abrazos, y alegría,... Pero no fue ese el clima político de las semanas pos-teriores, sino una mezcla de expectativas y angustia. No conseguir arrancar alos presos de las cárceles fue el primer signo de la dureza de las luchas que esta-ban en el horizonte.

La Liga comprende bastante bien las condiciones políticas básicas de la dic-tadura sin Franco. Unos días antes de la muerte del dictador, la revista de la IVInternacional, Inprecor, publicó un editorial escrito probablemente por alguiende la dirección de la Liga, en el que se decía:

Los hechos confirman el diagnóstico de los revolucionarios: solamente cuan-do las masas hagan fracasar todos los planes de cambio en la continuidad (delfranquismo); cuando la situación prerrevolucionaria se haga una realidad,entonces la gran burguesía proclamará abiertamente su ruptura con el ‘fran-quismo sin Franco’, es decir, aceptará la legalidad del movimiento obrero y susorganizaciones como única solución de recambio a la eventualidad de unenfrentamiento directo de las masas con el Estado burgués, con miras a la des-trucción de éste. Todos los planes de la oposición reformista –del PC y del PS–tienden a la creación de estructuras políticas que permitan la afluencia delmovimiento de masas hacia canales que sean compatibles con el mantenimien-to del Estado burgués y de la economía capitalista.

Con estas ideas, fue posible orientarse razonablemente bien en los meses pos-teriores.

Pese a que la lucha política contra “el franquismo sin Franco” era la cuestiónfundamental en aquellos momentos, Combate dedica mucho espacio a la acciónsindical contra el “plan de ajuste” aprobado en el primer Consejo de Ministrospresidido por el recién coronado Rey. El periódico reproduce la plataforma reivin-dicativa de la Coordinadora de Euskadi de CC OO (CECO) –que agrupaba a la“izquierda sindical”, mayoritaria en Euskadi, salvo en la margen izquierda deVizcaya, feudo de la Comisión Obrera Nacional de Euskadi (CONE), fruto de unadivisión impuesta por el PCE–. La plataforma combina reivindicaciones sociales(aumentos salariales lineales, a igual trabajo igual salario, medidas contra el paro,jubilación a los 60 años...) y políticas (amnistía, libertades democráticas, disolu-ción de las fuerzas represivas, derecho de autodeterminación...). Esta orientaciónsocio-política no era un discurso ideológico; por el contrario, marcará el extraor-dinario período de huelgas que caracterizará el primer semestre de 1976.

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Tampoco se entendía como un tema de simple propaganda otro eje fundamen-tal de la Liga: la política unitaria. Por ejemplo, Combate informa de los esfuer-zos que están realizando las CECO para lograr la unidad con CONE, dirigién-dose a ella en estos términos:

Sabemos de vuestro trabajo en fábricas y tajos en pro de movilizar a toda nues-tra clase. Sabemos de vuestros deseos de unidad. Entonces, ¿a qué continuar divi-didos? (...) Hagamos participar en la solución de estos problemas al grueso de tra-bajadores en asambleas... y es seguro que nos prestarán una ayuda decisiva paraconseguir lo que todos buscamos, la unidad más estrecha de todas las CC OO.

La Liga propondrá ampliar esta unidad a otras organizaciones sindicales vascas(LAB, Comités,...) con las que se había coincidido en la acción de la últimahuelga general. Pero el PCE no estaba en absoluto por la labor de unificar nadaque no dirigiera, y finalmente cada organización se mantuvo, aunque la orienta-ción y la presión unitaria fue un estímulo visible en ese semestre de 1976 en elque la ruptura estuvo al alcance de la mano.

Así, en la incierta situación posterior a la muerte de Franco, la Liga es unaorganización bien conectada con la dinámica de los acontecimientos. Pero tam-bién puede decirse que los acontecimientos “conectaban bien” con la Liga.Había condiciones muy adecuadas para una organización activista, empírica,unitaria y radical. Eso es lo que explica que durante el año siguiente tuviera elmayor período de crecimiento de su historia.

El gran objetivo de la Huelga General sólo estará en la portada de Combate enel número siguiente, nº 42, 15 de diciembre de 1975, cuando puede apoyarse en laexperiencia de la jornada de acción que el 11 de diciembre movilizará a miles deantifranquistas en Catalunya, Euskadi y Madrid. Pero ya entonces aparece junto alos llamamientos a asambleas y organismos unitarios “de clase” a todos los nive-les, un tema de propaganda que irá ganando peso en los meses posteriores: “…launidad de acción de todas las organizaciones políticas obreras impulsando estastareas [el desarrollo de esos organismos unitarios] y abriendo con ello la perspec-tiva de un gobierno auténticamente representativo del propio movimiento demasas, de un gobierno sin concesiones ni acuerdos con la burguesía, de unGobierno de los Trabajadores”. En aquellos momentos, era una fórmula generalpara criticar las propuestas de “gobiernos provisionales” dirigidos por personajesburgueses, que no representaban ni a sí mismos, difundidas por la “oposicióndemocrática”. No tenía mucha importancia: sobrevolaba por encima de lo real-mente importante, la práctica apasionante de cada día, construyendo la posibilidadde la Huelga General por los objetivos fundamentales para la ruptura con el “fran-quismo sin Franco”: la amnistía, la disolución del aparato represivo, las libertadesdemocráticas, la autodeterminación, las reivindicaciones sociales contra el “plande ajuste”, las elecciones constituyentes. Pero más adelante, cuando la moviliza-ción social declinó, el “Gobierno de los Trabajadores” se convirtió en una consig-na central, concretada como “Gobierno PSOE-PCE”. Volveremos sobre este tema,que resume bien las dificultades políticas de la Liga para afrontar la Transición.

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Combate nº 55-56. Julio-Agosto 1976. “Para los revolucionarioses el momento de la audacia”. El desarrollo sociopolítico de los aconte-cimientos a lo largo del año 1976 puede representarse por un diente de sierra,prácticamente simétrico. En el primer semestre tuvo lugar un enorme desarrollode las organizaciones y movimientos de luchas (cerca de 18.000 huelgas, equi-valentes a 150 millones de horas de trabajo, sólo en el primer trimestre de 1976;extensión territorial y social del movimiento contra la dictadura, abarcando asectores significativos de las “capas medias”; masificación de movimientos porla autodeterminación, especialmente en Euskadi y Catalunya; amplias respues-tas solidarias frente a la represión policial y los atentados fascistas, etc.). Estemovimiento social logró en sólo unos meses la caída del primer gobierno de lamonarquía. Entonces, en la conciencia de la gente movilizada de cualquier ten-dencia política, “ruptura” equivalía a hacer “tabla rasa” del aparato político yrepresivo de la dictadura. Y éste era considerado, con razón, como un objetivotan necesario como posible. Lo fue especialmente en el mes de marzo, cuandola respuesta indignada a los crímenes de Vitoria significó un toque a rebato porla Huelga General, que fue desoído por la “oposición democrática”.

Pero tras el nombramiento de Adolfo Suárez como presidente del segundogobierno de la monarquía en julio de 1976, el diente de sierra tomó el cursodescendente. En menos de un año, hasta las elecciones generales de junio de1977, se provocó una inversión transcendental en la relación de fuerzas: cuan-do el movimiento por la “ruptura” mantenía la iniciativa en la calle, la iniciati-va política fue entregada por el PCE y el PSOE, bajo las siglas de laCoordinación Democrática (creada, no por casualidad, inmediatamente des-pués de los acontecimientos de Vitoria) al Rey y a Suárez, es decir, a la “refor-ma”. Así la burguesía española pudo, a muy bajo precio, empezar a superar sugravísima crisis política hasta conseguir imponer la Transición.

Combate respondió al nombramiento de Suárez, entendiendo bien que partíade una situación de debilidad, pero sin comprender aún el proyecto político queencarnaba. Un planteamiento voluntarista, pero lógico en aquellos momentos,contaba con una “parálisis” de las políticas de negociación con el entramado de“reformadores” del franquismo, y no podía prever la futura capitulación ante élde los partidos mayoritarios de la izquierda:

Para los revolucionarios es el momento de la audacia. Por una parte, hay queaprovechar la debilidad del gobierno para lanzarse a fondo por la conquista dela legalidad del todo el movimiento obrero. Por otra, hay que aprovechar lasexperiencias concretas que millones de trabajadores van a hacer en la propialucha de su propia fuerza y de la parálisis política a que conduce la colabora-ción con la burguesía para imponer a las direcciones obreras reformistas suruptura con los pactos interclasistas. Ambas batallas están firmemente unidasy ambas se van a producir en la lucha por la Huelga General. ¡Por la amnistíatotal. Por la legalización inmediata de todos los partidos obreros. Por la con-vocatoria inmediata de elecciones constituyentes, Por la autodeterminación delas nacionalidades. Preparemos la Huelga General!.

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Este número de Combate es el que tenían en las manos los delegados al“Congreso de Montpellier” (organizado en esa ciudad del sur de Francia, graciasa la inolvidable solidaridad de la “organización hermana”, la LCR francesa). Laorganización cambió entonces cambió su nombre de LCR-ETA (VI) a LCR, másapropiado para una conquista de la legalidad que parecía próxima, pero tardaríaaún más de un año en llegar. Algunos datos publicados en Combate nº 57, 1ªquincena de septiembre (el periódico ya “se atreve” a hacer explícita su periodi-cidad) son interesantes: la media de edad de la organización es de 23 años; un32% son mujeres (pero sólo el 9% del Comité Central elegido en el Congreso).El 60% de los militantes son asalariados(as), de los cuales el 40% trabajan en laindustria. El 29% son estudiantes. Sólo el 18% militaban en la Liga cuando launificación entre LCR y ETA VI en diciembre de 1973. El 28% de los miembrosdel CC han estado en la cárcel; en su conjunto, suman 38 años y 10 meses deprisión. La media de edad del CC es de 28 años. El número de militantes se hamultiplicado por tres entre junio del 75 y junio del 76.

En Combate nº 58, 2ª quincena de septiembre, el editorial se refiere a la cuestiónpolítica más compleja y que mas dificultades venía creando a la organización yadesde las postrimerías del franquismo: las relaciones con los organismos llama-dos de la “oposición democrática”: en un principio, la Junta Democrática (1974),controlada por el PCE, en la que participaba el PTE; la ConvergenciaDemocrática (1975), controlada por el PSOE, en la que participaban el MC y laORT; ambas unificadas en la Coordinación Democrática (1976).

En nombre de la unidad de la ‘oposición democrática’, las organizaciones obrerasintegradas en Coordinación Democrática renuncian a impulsar la acción centrali-zada y unitaria de las masas. Frente a esa ‘unidad de la oposición’ es necesario esta-blecer la unidad del movimiento obrero y de todas sus organizaciones. Para prepa-rar y organizar la HG (...) Esta HG desbaratará todo el intento de mantener el régi-men franquista y la monarquía asesina (así se la llamaba desde Vitoria), imponien-do la convocatoria de una Asamblea Constituyente que proclame la República.

La Liga no participó en esos organismos y dedicó mucho tiempo y muchoesfuerzo a criticarlos. Fundamentalmente, las críticas se centraron en la ausen-cia de sus programas de reivindicaciones fundamentales para la ruptura con elfranquismo; sus rechazos sistemáticos a basar las propuestas políticas en lamovilización social, abandonando en la práctica el objetivo proclamado de laHuelga General; y la orientación hacia un acuerdo negociado con el gobierno yla Monarquía, formulada entre líneas por la Junta Democrática, incluso antesde la muerte del dictador, y asumida abiertamente por la CoordinaciónDemocrática al primer signo de atención del gobierno Suárez.

Todas estas razones estaban bien fundadas y contaron con pruebas prácticasindudables. Pero condujeron a un cierto aislamiento político, en la medida que laLiga era la única organización significativa a la izquierda del PCE que no forma-ba parte de esos organismos, que funcionaban como referentes “unitarios” para lamayoría de la gente movilizada. La inexistencia de órganos realmente unitarios de

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base, en los que se pudieran compartir ideas y experiencias, creaba una situaciónaún más difícil. La Liga estaba obligada a que sus alternativas políticas tuvieran uncarácter meramente propagandístico, difundido solamente por las propias publica-ciones, sin apenas posibilidad de desarrollar iniciativas políticas con influenciapráctica. No fue un problema demasiado importante en la etapa de ascenso delmovimiento, pero se fue agravando a medida que la “reforma negociada” fueganando peso como alternativa pretendidamente “realista”, sin que fuera posibledesbordarla. Hubo esfuerzos para intentar reunir las fuerzas necesarias para esedesbordamiento: desde finales de 1976, la Liga propuso a ORT, PTE y MC llegara acuerdos políticos unitarios para responder a la “reforma”, sin resultados.

Ese relativo aislamiento político potenció el uso de “consignas centralizado-ras”, o más bien que pretendían serlo, con un enfoque doctrinario, alejado de larealidad. Así lo mostró la traducción de la fórmula general de Gobierno de losTrabajadores al “Gobierno de los Partidos Obreros”, explicada así en Combatenº 67, 1ª quincena de febrero:

(...) hay que propagar entre la clase que es ella misma quien posee la respuesta alos problemas de la sociedad, que son los partidos en los que confía quienesdeben gobernar, apoyándose en las organizaciones de los trabajadores, responsa-bilizándose ante ellos de llevar a la práctica todas las reivindicaciones obreras.

Explicar racionalmente esta posición cuando “los partidos en los que confía” laclase obrera, son muy mayoritariamente el PSOE y el PCE, es decir, los mismosa los que se critica precisamente por no llevar a la práctica “las reivindicacionesobreras” era una tarea imposible.

Combate nº especial. 20 de febrero de 1977. “Por la unidad obre-ra ante las elecciones”. La Liga lucha por imponer su legalidad y Combateadquiere el formato de un periódico de kiosko, más o menos tabloide. El periódi-co está dedicado, por supuesto, a los militantes que siguen en prisión. AntxonKarrera y José María Galante, que poco antes estaban con ellos, escriben:

... Hoy quisiéramos hacer saltar los cerrojos de todas las cárceles en que os tie-nen encerrados la Monarquía para poder fundirnos en un solo abrazo y gritarmas fuerte que nunca: ‘Iraultza ala hill’. Besarkada iraule bat [‘Revolución omuerte’. Un abrazo revolucionario].

Ante las próximas elecciones, la Liga hace una propuesta unitaria: “candidatu-ras obreras únicas en base a una respuesta común (amnistía y libertades; auto-determinación; contra el pacto social; elecciones libres a una AsambleaConstituyente que proclame la República) a las cuestiones más urgentes delmomento, sin impedir por ello que cada partido ejerza su derecho y su deber adifundir la totalidad de su programa ante los trabajadores”. Razonable, peroirrealizable. EL PCE sentía próxima su legalización y esperaba obtener un granresultado electoral. Las organizaciones de la izquierda radical, PTE, ORT, MC,preparaban sus propias plataformas para sortear la ilegalidad, también con extre-mo optimismo sobre sus votaciones.

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El 18 de abril, se hace público el acuerdo para constituir el Frente por laUnidad de los Trabajadores” con OIC y Acción Comunista (AC). OIC era laorganización más próxima a la Liga desde un punto de vista programático ytenía una fuerza militante significativa. AC era prácticamente sólo una sigla;nunca se tomaron en serio el acuerdo y abandonaron el FUT al final de la cam-paña, adoptando una posición de boicot.

La Liga insiste en dar al FUT un enfoque unitario:

(...)Nuestro propósito no es convertir al FUT en un nuevo instrumento de divi-sión del movimiento obrero sino por el contrario hacer que todo el potencialrevolucionario de los que apoyen este frente revierta en propuestas de acciónsistemáticas dirigidas a los militantes y simpatizantes de los partidos obreros.

Pero una campaña electoral es una competencia. Incluso en Combate, buenaparte del espacio sobre la campaña electoral estaba dedicado a criticar a lasdemás candidaturas “obreras”.

La legalización de la candidatura obligaba a recoger firmas: una por mil encada circunscripción, con un mínimo de 500 firmas. Se recogieron en 23 pro-vincias, pero fueron invalidadas por las juntas electorales, con argumentos arbi-trarios, en cinco de ellas. La Liga no fantaseaba sobre sus resultados: “estosvotos (del FUT) cuentan, quizás no en las estadísticas electorales, pero si en laconciencia de amplios sectores de trabajadores”.

Combate nº 77, 24 de junio. “Victoria de los partidos obreros” (?)El 15 de junio, la UCD obtiene 166 diputados, una mayoría parlamentaria cómo-da para gobernar aunque, la ley D´Hont no estaba impuesta por casualidad, lasuma de los votos de la izquierda fuera superior. Combate lo considera una “vic-toria”; bueno, digamos una “victoria moral”, pero unas elecciones las gana quiengobierna a continuación. La conclusión política de la Liga es un brindis al sol:“Los partidos obreros deben plantear su candidatura al poder”. Consciente dela falta de base de la propuesta, el texto añade: “No tenemos confianza en quevayan a hacerlo, pero no cejaremos en la batalla”. Es una batalla sin sentido.

El FUT obtuvo algo más de 40.000 votos (0,22%) en 15 provincias; en otrastres, las candidaturas se retiraron en el último momento. Como suele ocurrir, lacampaña fue mucho mejor que la votación. Las cuentas de Combate están bas-tante exageradas: 200.000 personas en los mítines y un gran despliegue de pro-paganda: 200.000 periódicos en las castellano, catalán, euskera y gallego;40.000 programas...; pero incluso dividiendo por dos, dan idea de una campañay de un esfuerzo material potente para una organización ilegal.

El estado de ánimo de la organización se refleja en el título del artículo que ana-liza los resultados de la izquierda radical: “Prólogo a la crisis de la extrema izquier-da”. El texto comenta los cálculos insensatos de los demás partidos a la izquierdadel PCE: el PTE pronosticó que obtendría entre 15 y 20 diputados, de los cuales 3en Sevilla; obtuvo en total 120.000 votos (0,67%) en 40 provincias. La ORT con-taba con obtener de 8 a 10 diputados; obtuvo 77.000 votos (0,42%). El MC pre-sentó candidaturas con diversas siglas; esperaba un 3% en Madrid; obtuvo el 0,2.

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Participó en el único éxito de la izquierda radical: la elección de FranciscoLetamendia por la coalición Euskadiko Ezkerra (9,42% en Guipuzkoa).

Se nota el malestar con que está escrito el artículo, que trata de una forma sec-taria a la OIC, rechazando con cajas destempladas, en nombre de la “unidad delos trabajadores”, su propuesta de que el FUT sirviera para impulsar un “movi-miento popular anticapitalista”. El lamento porque la campaña no haya servi-do para una “aproximación” entre la Liga y la OIC no suena sincero. Fue, enrealidad, un fracaso importante que no se valoró adecuadamente en su momen-to. En 1979, una OIC diezmada entró en el MC.

Combate semanal nº 82. “Pacto de la Moncloa no. UnidadObrera sí”. La Liga ha sido legalizada a finales de septiembre. Combate pasaa ser semanal. La nueva etapa se inicia con una noticia amarga:

Sólo dos días antes, el 6 de octubre, a pesar del frío y el aguacero, 500.000 tra-bajadores habían gritado en las calles de Madrid: ‘Unidad sindical contra elpacto social’. Era jueves. El sábado las direcciones del PSOE, PCE y PSP fir-man con la UCD y los demás partidos burgueses el pacto social. En Madrid sehabía gritado: ‘No se ve, no se ve la bandera de la UCD’. Las direcciones delos partidos obreros mayoritarios se encargaron dos días después de sacar delfango esta bandera y lanzarla contra los trabajadores...

Ha triunfado la Transición. Y la Liga sigue aturdida, repitiendo como un discorayado una salida política cada vez con menos sentido:

En las luchas sociales y políticas que están ante nosotros, buscando en ellas elfortalecimiento de la unidad y la combatividad de los trabajadores, nos esfor-zaremos por convencer a la clase obrera de que para resolver los problemas dela sociedad, debe plantear su candidatura al poder, exigiendo a los partidos enque mayoritariamente confía, el PSOE y el PCE que formen gobierno...

En octubre de 1978, tuvo lugar el V Congreso de la LCR. Incluyó una autocrí-tica pública en la que se señalaron tres errores: –”... ha existido una subestima-ción de la capacidad evolutiva de la burguesía y de su margen de maniobra;–la confusión entre la necesidad de una orientación hacia la Huelga GeneralPolítica y el hecho de que esta eventualidad fuera la única posible...; –unavisión un tanto espontaneísta del ‘salto’ que debía dar el movimiento para quese produjera la Huelga General Política”.

Faltó añadir el que me parece más importante. La organización más unitaria dela izquierda, terminó convirtiendo la unidad en una doctrina sin política.Pasaron dos años durísimos antes de volver a una concepción política de la uni-dad, que fue la que estuvo en el origen de la fundación de la Liga, orientada ainfluir en la realidad, no a hacer propaganda; basada en la capacidad de inicia-tiva propia, no en emplazamientos estériles a los “partidos mayoritarios”. Esafue la intención de lo que llamamos “Partido de los Revolucionarios”.

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Miguel Romero es editor de VIENTO SUR.

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El presente artículo se centra en la evolución de la visión de la Liga sobre laconstrucción del partido revolucionario, con el paso de una perspectiva basadaen la atracción de otras corrientes a la estrategia y el programa propios, asícomo –a fines de los setenta– en la “unidad de los trotskistas”, a la posteriororientación del Partido de los Revolucionarios, mantenida, aunque con intensi-dades muy distintas según el momento, desde 1981 hasta el final. El texto tiene,deliberadamente, un fuerte componente descriptivo: relata hechos, trata dereconstruir un proceso y aporta fuentes documentales; pero también contiene,de modo implícito, elementos interpretativos.

Parece haber consenso en que la adscripción inicial al trotskismo por partedel grupo Comunismo y, por tanto, de la Liga, fue más empírica que doctrinal:“un encuentro, no una conversión”/1. El encuentro, primero con la JCR y luegocon la Liga francesas, así como con la IV Internacional, se dio no tanto por undebate teórico como por la actitud y la práctica de dicha corriente en relacióncon mayo del 68, Vietnam y los grupos guerrilleros de América Latina; tambiénpor sus análisis sobre el Estado español /2. Ello no significa, claro está, que nohubiera afinidad teórica e identidad fuerte, como ilustra, por ejemplo, la decla-ración del Buró Político en el primer número de Combate (1971): actualidad dela revolución permanente, necesidad de revolución política antiburocrática enel Este, necesidad de una internacional revolucionaria de masas /3. De igualmodo, ETA VI, en el momento de su adhesión a la IV y su decisión de confluircon la LCR (1973), asume plenamente el código trotskista: internacionalismo,

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3. La izquierda contra el franquismo

Ricard Martínez i Muntada

La LCR más allá del franquismo: de la“unidad trotskista” al Partido de losRevolucionarios y la fusión con el MC(1978-1991)

1/ Romero, M. (2007) “El trotskismo de la Liga”. En D. Bensaïd. Trotskismos. Barcelona: El Viejo Topo, pág. 99. 2/ Caussa, M.( 1988) “Historia LCR 1969-1988”. Documento sonoro (charla para la dirección del MC). El esque-ma de dicha charla, en M. Caussa (2010) “Guión sobre la historia de la LCR”, notas inéditas.3/ Buró Político de la LCR, “¡¡Viva la Liga Comunista Revolucionaria!!”. Combate nº 1, marzo de 1971, págs. 3-9.

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revolución permanente, los tres sectores de la revolución mundial, construcciónde la Internacional, programa de transición /4.

Atracción de otras corrientes al marxismo revo-lucionario y “unidad de los trotskistas”Precisamente la fusión entre LCR y ETA VI ratificó la idea de que

la construcción del Partido Revolucionario no puede concebirse por el simplecrecimiento individual alrededor de un núcleo ya existente, LCR-ETA (VI),sino que revestirá la fórmula de reagrupamientos y fusiones con otras forma-ciones y grupos políticos, que, al calor de la maduración de la revolución espa-ñola, evolucionarán hacia el marxismo revolucionario [...]. Es cara a estos rea-grupamientos futuros que la fusión actual entre ETA (VI) y la LCR tiene unvalor de estímulo, un valor ejemplar /5.

Esta perspectiva se mantendría durante todos los años setenta. El V Congreso(octubre de 1978) se pronunció, a este respecto, en términos muy similares alos de cinco años atrás. En cambio, los documentos del congreso son pocoexplícitos en lo tocante a otra cuestión que, sin embargo, se halló muy presen-te en los últimos setenta: la de la “unidad de los trotskistas”, alentada por la reu-nificación entre LCR y LC (que se acordó e inició en diciembre de 1977 y fuesancionada precisamente por aquel congreso) y, sobre todo y desde antes, porla prioridad concedida a tal orientación en los preparativos del XI CongresoMundial de la IV Internacional (que se celebraría en noviembre de 1979 sin lle-gar a ser, ni de lejos, la esperada ocasión de la mencionada unidad)/6. De hecho,el V Congreso se mostró más que circunspecto en relación con

los grupos que se reclaman del trotskismo, con los que podemos tener acuer-dos de principios y referencias teóricas pero profundas divergencias estratégi-cas y tácticas [...]. En el Estado español, prácticamente todos estos grupos tie-nen rasgos muy marcados de sectarismo parasitario /7.

Sin embargo, al cabo de medio año, en abril de 1979, entró en la Liga el grupoLa Razón, de obediencia “morenista” y que hasta entonces había practicado el“entrismo” en el PSOE. Pese a las promesas de integración leal, sus trescientosmiembros se incorporaron a la Liga determinados a actuar como fracción.Fueron expulsados al cabo de unos meses sin haber ampliado sus efectivos, quese agruparían luego en el Partido Socialista de los Trabajadores (PST). No obs-tante, el episodio provocó un grave desgaste interno y una fuerte desmoraliza-ción entre muchos militantes de la Liga /8. El balance fue rotundo:

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4/ VII Asamblea de ETA VI, “Por qué nos adherimos a la IV Internacional”. Zutik nº 61, noviembre de 1973, págs.9-26.5/ Buró Político Unificado de LCR-ETA (VI), “Fusión ETA (VI)-LCR. Por la construcción del PartidoRevolucionario”. Combate nº 21, diciembre de 1973, pág. 15. Véase también: Romero, M. (2007), pág. 103.6/ Bensaïd, D. (2007) Op.cit. Págs. 87-88.7/ V Congreso de la LC., “Construir el partido”. Resoluciones del V Congreso, octubre 1978, págs. 50-51.8/ Caussa, M. “Historia LCR 1969-1988”, op. cit., y “Guión sobre la historia de la LCR”, op.cit.

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(...) llamarse trotskista no significa absolutamente nada desde el punto de vistade una identidad política entre la LCR y otras corrientes; lo que determinacualquier identidad orientada hacia la fusión son otros elementos: una líneaestratégica común, aun con diferencias de orientación política y táctica; la con-cepción general de las relaciones con las masas, la voluntad manifiesta deconstruir un único, centralizado y disciplinado partido y una concepcióncomún del régimen interno del partido /9.

Estaba ya en curso la reorientación hacia el Partido de los Revolucionarios, uncambio de gran trascendencia cuyas razones más inmediatas estaban probable-mente en la amarga experiencia de La Razón, pero que tenía raíces más profun-das: la crisis generalizada de la izquierda radical en el Estado español a partirde 1979 y el triunfo, aquel mismo año, de la revolución sandinista enNicaragua, que certificaba la existencia de corrientes genuinamente revolucio-narias no procedentes del trotskismo al tiempo que problematizaba la revolu-ción permanente, al menos en sus lecturas más simplistas.

El Partido de los Revolucionarios (1981) y su“resituación” (1985)El proyecto del Partido de los Revolucionarios fue aprobado oficialmente porel VI Congreso (enero de 1981). Su contenido esencial era el reconocimientode la existencia de otras corrientes revolucionarias y la voluntad de intentar unaconfluencia con ellas en un partido pluralista y democrático. En efecto, el “par-tido de todos los revolucionarios” que se quería construir

(...) puede y debe ser el resultado del reagrupamiento de todas las corrientespolíticas que hoy luchan prácticamente por la revolución socialista; [...] esareunificación, para ser sólida, eficaz y duradera, tiene que asentarse sobre dospilares: sobre un régimen de partido que permita la actividad centralizada enbase al respeto del derecho de tendencia a todas las minorías [...], y sobre unacuerdo en las tareas centrales a escala estatal e internacional que exige y exi-girá la toma del poder por los trabajadores /10.

Ahora bien, como producto de la experiencia de la IV “tenemos las bases delprograma marxista revolucionario” y “la estrategia de la revolución socialis-ta debe construirse sobre estas bases” por lo cual “dentro de ese partido, noso-tros continuaremos luchando [...] por hacer del Partido de los Revolucionarios,un Partido marxista revolucionario”/11.

Pocos años después, se valoraría que el proyecto del Partido de losRevolucionarios había sido el cambio fundamental introducido por el VICongreso, pero también “el que más problemas políticos nos ha planteado conposterioridad”. Los problemas tuvieron que ver con la discusión de eventualesprocesos de convergencia –orgánica o bajo la forma de frentes– con otras fuer-

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9/ Comité Ejecutivo, “Balance del V al VI Congreso de la LCR”. Boletín de Debate nº 4, noviembre de 1980, pág. 12. 10/ VI Congreso de la LCR, “Presentación. Un paso firme para la construcción de un Partido Revolucionario”.Resoluciones del VI Congreso de la LCR, enero de 1981, págs. 9-10.11/ Ibíd., pág. 98.

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zas. Y es que hubo confusión entre el proyecto a medio y largo plazo del Partidode los Revolucionarios y una serie de operaciones políticas inmediatas en lascuales se buscaron concreciones de dicho proyecto cuando en realidad no habíacondiciones para ninguna fusión partidaria /12. Esta confusión se dio en varioscasos, en formas y grados distintos pero con resultados siempre frustrantes. EnCatalunya, a partir de 1981, a la hora de abordar el surgimiento de la corriente(mal llamada) “prosoviética” del PSUC –el posterior Partit dels Comunistes deCatalunya, PCC–, con esperanzas de constituir una nueva formación política opor lo menos un frente. En Euskal Herria, con Nueva Izquierda, escindida deEuskadiko Ezkerra en 1982 y con la cual la LKI planteó un debate en la pers-pectiva de un nuevo partido de ámbito vasco. Hacia 1983 hubo también discu-siones sobre eventuales surgimientos de “nuevas formaciones políticas” a par-tir de frentes como Esquerra Unida del País Valencià /13 o, nuevamente enEuskal Herria, Auzolan. A otro nivel, pero también en este contexto, se realizóun primer debate con el MC (1981-1982), que permitió reforzar el conocimien-to mutuo y la colaboración, pero que, al haber sido planteado por la direcciónde la Liga como un debate para superar los obstáculos a la unificación, generócierta frustración al constatarse que en realidad había demasiadas diferenciaspolíticas. En conjunto, pues, durante los primeros ochenta se produjo ciertasobrevaloración de las operaciones unitarias, debido a la cual “tardamos encomprender que el centro de gravedad [...] debía desplazarse hacia los movi-mientos”. Ello comportó asimismo que se dejaran en segundo término la ini-ciativa y el reforzamiento de la Liga, en un momento en que ello era casi cues-tión de supervivencia /14. En efecto, durante los años inmediatamente posterio-res al VI Congreso, la Liga siguió retrocediendo en número de militantes y eninserción social, y la dirección central sufrió una grave crisis. Sólo a partir de1983, con el “doble giro” hacia el movimiento antiguerra y la juventud, seempezó a invertir la tendencia en distintas zonas y localidades /15.

El VII Congreso (julio de 1985) sistematizó las experiencias positivas de losaños inmediatamente anteriores y centró las prioridades en el trabajo en losmovimientos sociales, con el objetivo de acumular en ellos fuerzas radicales ytambién partidarias. En cuanto al Partido de los Revolucionarios, se formulóuna rectificación de envergadura: había que “resituar el objetivo del Partido delos Revolucionarios”, que debía ser objeto de una “batalla a medio y largoplazo”, aunque tuviera implicaciones actuales, en especial la búsqueda de unabuena relación con las otras corrientes revolucionarias. En todo caso, la conclu-

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12/ VII Congreso de la LCR, “Informe-Balance político sobre la dirección”. Actas y resoluciones del VII CongresoLCR, 25-28 de julio de 1985, págs. 9-10.13/ Un frente de la izquierda radical y nacionalista que existió durante los primeros ochenta y que no hay que con-fundir con la actual formación del mismo nombre.14/ VII Congreso de la LCR, “Informe-Balance político sobre la dirección”. Actas y resoluciones..., op. cit., págs.11-13.15/ VII Congreso de la LCR. “Informe-Balance de organización” y “Resolución de organización”. Actas y reso-luciones..., op. cit., págs. 15-21 y 22-41.

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sión era clara: “En la situación actual no existen condiciones para plantearnosla unidad partidaria con otras corrientes. La tarea en el terreno del partido esel reforzamiento de la LCR. Eso significa que asumimos la adquisición que sig-nificó el Partido de los Revolucionarios, pero que lo hacemos críticamente”/16.En lo referente en particular a las relaciones con el MC, el congreso constató elacuerdo existente en “buena parte de los objetivos revolucionarios fundamen-tales” y los avances de dicha organización en cuanto a democracia interna, conel reconocimiento del derecho a tendencia. No obstante, se valoró también quese habían consolidado diferencias políticas importantes. Por lo tanto, se tratabade buscar el trabajo unitario, el debate y el acercamiento, pero “en la situaciónactual no es realista plantear la posibilidad de una fusión a corto o medioplazo”/17. En el VII Congreso se expresaron también posiciones que divergíanen una medida u otra de las mayoritarias y que se caracterizaban por un mayoracento “unitarista”, ya fuera subrayando la necesidad de responder al debatesobre una eventual “alternativa a la izquierda del PSOE”, ya defendiendo laconveniencia de impulsar confluencias de movimientos y formaciones de fren-tes, ya propugnando una actitud más activa en la búsqueda de la unidad con elMC; en algunos casos, estas propuestas se combinaban con una menor insisten-cia en la prioridad de la construcción de la Liga. Estas posiciones, representa-das, entre otros, por Jaime Pastor y una parte significativa de la delegación dela LKI, hallaron un notable eco en el congreso: algunas de sus enmiendas que-daron no muy lejos del 40% de votos /18.

La segunda mitad de los ochenta constituyó una época más favorable para laLiga, como ilustra un documento de fines de la década:

Tenemos un partido más activo, más joven, más unido, más rico políticamen-te y, a pesar de las dificultades [...], vamos superando la crisis política y orga-nizativa que atravesábamos desde finales de los setenta /19.

Pese a lo resuelto por el VII Congreso sobre las relaciones con el MC, avanza-do el año 1986 la dirección de esta organización propuso a la Liga un procesounitario “anterior y diferente a un proceso de unificación”, si bien ésta era elobjetivo que daba sentido a todo el proceso. En junio de 1987 se firmó unacuerdo muy amplio, que daba importancia central a la discusión política parasaber si había condiciones para la unificación. A mediados de 1988 ambas par-tes concluyeron que no las había. Las diferencias radicaban en cuestiones teó-ricas y de estrategia o política general, así como en la actitud hacia el marxis-mo –el MC ya derivaba alejándose de él–, y, lo que era más importante para la

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16/ VII Congreso de la LCR, “Informe-Balance político sobre la dirección”. Actas y resoluciones…, op. cit., pág.14. Véase también la resolución política, en “7º Congreso de la LCR (IV Internacional)”, número especial deInprecor, septiembre de 1985, edición española., págs. 27-34.17/ Ibíd., pág. 40.18/ “Actas del VII Congreso”, Actas y resoluciones…, op. cit., pág. 7.19/ “Balance de la dirección”, Boletín interno nº 32 (nº 5 del VIII Congreso), marzo de 1989, pág. 3.

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Liga, en la concepción de la unidad del partido y la democracia interna. El MCconsideraba que la unidad no sólo debía incluir el programa, los objetivos y lastareas, sino también aspectos de “unidad de pensamiento”; además, tenía unavisión más restrictiva que la de la Liga acerca del papel de los congresos, lainformación sobre las discrepancias al conjunto de la organización, el alcancedel derecho a tendencia y la participación de las minorías en los órganos dedirección. De modo simétrico, la Liga consideraba que un partido unificadodebería ser ideológicamente plural y sus garantías de funcionamiento democrá-tico mucho más amplias que las del modelo del MC. La conclusión, según unaReunión Central de Cuadros de la Liga celebrada en julio de 1988, era que“actualmente no existen suficientes acuerdos para proponernos el objetivo deuna fusión partidaria [...]. Sin embargo [...] seguimos considerando que hayque tener este objetivo en el horizonte”. En mayo de 1989, el VIII Congresoratificó dicha valoración en términos casi idénticos /20.

Fin de trayecto: hacia la unificación con el MCAl cabo de poco tiempo, sin embargo, las perspectivas cambiarían radicalmen-te, en un contexto marcado por la caída del Muro (noviembre de 1989), la cri-sis generalizada de los regímenes del Este y el subsiguiente desprestigio delcomunismo, “del único que la gente conoce” –subrayaba un documento coetá-neo del CC de la Liga– /21, y, a otro nivel, por el fin del ciclo revolucionariocentroamericano, con la ofensiva fallida del FMLN en El Salvador (noviembrede 1989) y la derrota del FSLN en las elecciones nicaragüenses (febrero de1990). En mayo de 1990, la LKI y el EMK anunciaron que consideraban “unaposibilidad abierta” su fusión, tras un proceso de cerca de dos años: en 1988,cuando la Liga y el MC habían descartado la unificación a corto plazo, las orga-nizaciones vascas prosiguieron su exploración propia, con un método consis-tente en “anteponer a la discusión, entendida como contraste de los respecti-vos ‘bagajes’ partidarios, la aproximación de los partidos, esto es, la realiza-ción de una experiencia que permitiese ir construyendo un ‘bagaje’ común”.Lo que pronto se conocería como “método vasco” causó preocupación en ladirección estatal de la Liga, que temía que se fuera a la unificación sin aclararlas cuestiones de fondo, en especial la concepción del partido. La LKI, no obs-tante, valoraba que el EMK sí aceptaba claramente el pluralismo. En realidad,la declaración de mayo de 1990 supuso el inicio del camino hacia la fusión /22.

20/ Reunión Central de Cuadros, “Informe sobre las relaciones con el MC”. Boletín interno nº 25, julio de 1988,pág. 9; un balance global del proceso, en “Balance de la dirección”. Boletín interno nº 32, op. cit., págs. 12-15;VIII Congreso de la LCR, Resoluciones, mayo de 1989, pág. 41.21/ Comité Central, “La situación política y las tareas de los revolucionarios”. Boletín Interno nº 3, enero de 1990,pág. 20.22/ Comité Nacional de LKI. “Informe sobre las relaciones entre EMK y LKI”, 19 de mayo de 1990 (boletínEuskadi nº 32 de LKI), en Boletín Interno nº 6, mayo de 1990, págs. 5-12; Comité Ejecutivo de la LCR, “Nuestraopinión sobre las relaciones LKI/EMK”, 5 de mayo de 1990.

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Ello ejercería una influencia determinante a escala estatal. De modo casi inme-diato, en junio, la dirección del MC planteó –y la de la Liga se mostró de acuer-do con ello– que el proceso vasco, así como los acontecimientos internaciona-les, ponían nuevamente de actualidad el debate sobre la posible unificación.Sobre la cuestión del pluralismo y la democracia en un partido unificado, elMC lamentaba los “prejuicios consolidados” que tenía la Liga sobre su visióndel asunto; se sentían “inermes para demostrar lo contrario” y subrayaban queno eran lo mismo la historia y la actualidad del MC que un futuro partido uni-ficado /23. Parecía, pues, que había un cambio sustancial por parte del MC,aunque no todo el mundo en la dirección de la Liga lo veía claro /24. Ahorabien, en septiembre el MC anunció formalmente su aceptación del pluralismoy de los mecanismos democráticos tradicionalmente planteados por la Liga. Encuanto a la IV Internacional, no contemplaban ni la pertenencia del conjunto dela organización ni la posibilidad de afiliación individual, esto último para nocristalizar las procedencias, pero sí que había que tener “buenas relaciones”con ella e incluso colaborar en su construcción. El Comité Ejecutivo de la Ligaconsideró de inmediato y por unanimidad que la propuesta del MC significaba“la desaparición de lo que tradicionalmente habíamos considerado como elprincipal obstáculo para una fusión entre los dos partidos”, valoración ratifi-cada en octubre por el CC /25. Ello abrió el camino hacia un CongresoExtraordinario que debía poner en marcha el proceso de unidad. Se discutierondos documentos, uno común a la Liga y el MC, que desarrollaba la cuestión delpluralismo y la democracia, y otro exclusivo de la Liga, referido a la desafilia-ción de la IV, paso que se presentaba como una condición para la fusión, sin lacual no se habría planteado /26. La desafiliación suscitó la constitución de unatendencia que, sin poner el derecho a la afiliación individual como condiciónpara la fusión, sí propugnaba que, antes de que culminara el proceso, la Ligaafirmara su voluntad de atraer a la IV a la organización unificada, sin descartarla formación de una corriente para conseguirlo /27.

El IX Congreso (extraordinario) de la Liga se celebró los días 23 y 24 demarzo de 1991, en paralelo con el del MC. Las enmiendas de la tendencia obtu-

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23/ “22 de junio de 1990” (acta de la reunión de delegaciones del CE de la LCR y el SF del MC elaborada por ladelegación de la LCR).24/ Véase Moro (Miguel Romero) “Contribución al debate del CC sobre las relaciones MC/LCR”, Circular delComité Central para la discusión en las direcciones nacionales y direcciones regionales (uso restringido), juliode 1990, págs. 5-12.25/ “26 de septiembre de 1990” (acta de la reunión de delegaciones del CE de la LCR y el SF del MC, elabora-da por la delegación de la LCR); Comité Ejecutivo de la LCR, “Anexo sobre la discusión en el Comité Ejecutivode la LCR”, 27 de septiembre de 1990 (documento anexo al anterior); Comité Central, “Resolución sobre relacio-nes MC/LCR”, Boletín interno nº 8, octubre de 1990, págs. 4-6.26/ IX Congreso de la LCR, “Sobre el proceso de unificación entre la LCR y el MC” e “Internacionalismo e inter-nacional en el proyecto de unificación con el MC”. Resoluciones. 9º Congreso (extraordinario), 23-24 de marzode 1991, págs. 12-17 y 6-11. Remitimos a los documentos aprobados por el congreso porque las diferencias quepresentan con los sometidos a debate son prácticamente inexistentes..27/ VV. AA. “Un globo sonda”. Boletín Interno nº 11 (nº 2 del Congreso Extraordinario), enero de 1991, y “Cincominutos, por favor”. Boletín Interno nº 12 (nº 3 del Congreso Extraordinario), febrero de 1991, págs. 9-11.

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vieron entre un 15 y un 24% de votos, el documento sobre internacionalismo seaprobó con un 82% y la resolución sobre las bases de unificación con un96%/28. Una semana antes, se había consumado la fusión EMK-LKI, en unaConferencia de Unidad en la cual no se realizaron votaciones porque se consi-deró más interesante debatir informalmente: “en resumidas cuentas, lo que seha aprobado es la unidad, y la disposición a asumir todo lo demás en el futurodesde la unidad”/29, lo cual resume bien el “método vasco”, distinto del segui-do a escala estatal, si bien éste se vio influido por aquél. Pero, más allá del méto-do, la unificación vasca influyó en la estatal tanto porque hizo visible la propiaposibilidad de fusión como por una cuestión de peso material: en el caso de laLiga, la LKI representaba un tercio de la militancia (y sus decisiones y accionespesaban, por más que se hubiera constituido en organización soberana en 1988).

Tras el IX Congreso, se iniciaron el “ensamblaje” organizativo con el MC yla discusión de los documentos del Congreso de Unificación. Uno de ellos, elde bases políticas, reafirmaba el anticapitalismo, la perspectiva revolucionariay la probable necesidad de la violencia para llevarla a cabo; el sujeto de la trans-formación sería la clase obrera en sentido amplio, pero la cuestión de clase seentremezclaba con la de género, la nacional y la racial; todo proyecto socialis-ta había de hacer suyos las libertades y los derechos democráticos /30.

El proceso llegó a término los días 1, 2 y 3 de noviembre de 1991. Primero,la Liga celebró su X y último congreso, que aprobó los documentos de unidady eligió un último CC destinado a integrarse en el futuro Comité Unificado. Lomismo hizo el MC. Seguidamente, el Congreso de Unificación aprobó el nom-bre de Izquierda Alternativa para la organización a escala estatal. Si bien en lasegunda mitad de los ochenta la Liga apenas se había referido explícitamenteal Partido de los Revolucionarios, una de las posibles concreciones de aquelproyecto se había acabado materializando. La verdad es que, releídos hoy, losdocumentos del proceso de fusión resultan, si se me permite cierta frivolidad,aceptablemente revolucionarios. Por desgracia, el MC, o por lo menos su direc-ción, no se creía lo que decían, en especial en cuanto al partido pluralista ydemocrático. No tardamos en comprobarlo.

28/ IX Congreso de la LCR, “Actas del 9º Congreso Extraordinario”, en Resoluciones, op.cit., págs. 3-4.29/ “Abrir caminos a todas las liberaciones” (entrevista a Joxe Iriarte Bikila sobre la Conferencia de Unidad EMK-LKI). Combate nº 511, 11 de abril de 1991, págs. 14-15.30/ CC de la LCR y CF del MC. “Bases del acuerdo de unificación”. Congreso de Unificación, boletín nº 1, mayode 1991, págs. 3-12.

Ricard Martínez i Muntada es historiador del Centre d’Estudis sobre les ÈpoquesFranquista i Democràtica de la Universitat Autònoma de Barcelona (CEFID-UAB). Hainvestigado el movimiento vecinal durante el tardofranquismo y la transición y en laactualidad prepara su tesis doctoral, Una experiencia de la izquierda revolucionaria enel Estado español: la Liga Comunista Revolucionaria (1971-1991). Fue militante de laLCR desde 1984 hasta el final.

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La llegada del segundo franquismo con la década de los sesenta, con su proyec-to de transitar desde la dictadura fascista que le caracterizaba hacia un régimenautoritario que administrara una economía de mercado bajo el marchamo capi-talista al uso de la época, trajo consigo no pocas paradojas. El impulso indus-trializador y urbanizador que requería la implantación del nuevo modelo decapitalismo, precisaba de la contención salarial para abordar económicamentetamaño impulso, lo que se tradujo en una objetiva pauperización de la claseobrera y en un rebrote de la conflictividad fabril. De este modo, la puesta enmarcha del primer Plan de Estabilización, con el que el franquismo pretendíarefundarse, provocó un nuevo ciclo de protesta y con él, nuevas formas de orga-nización obrera. Las nuevas formas tenían como base la asamblea de tajo y lacomisión delegada de la misma, dando origen al movimiento que sería conoci-do como Comisiones Obreras. Las tareas de estas nuevas comisiones, conimplantación en las zonas de tradición industrial, gozaron en un principio deuna relativa permisividad gubernamental que contrastaba con la implacablepersecución de los conatos de reorganización de los sindicatos históricos depreguerra. Por su parte, las nuevas comisiones utilizaron con gran flexibilidadlos nuevos cauces legales de participación obrera que impulsaba el régimenautoritario, llegando en pocos años a convertirse la actividad reivindicativafabril de actividad excepcional en hábito para las plantillas.

Las protestas obreras se mantuvieron en alza sostenida durante la década de losaños sesenta a la par que las Comisiones Obreras iban extendiendo territorialmen-te su propuesta organizativa. Aquel proceso de extensión tenía sus raíces en unanatural expansión por imitación, pero también se debía en gran parte al impulsointeresado de fuerzas políticas clandestinas como el PCE y otras nuevas expresio-nes políticas emergentes. De este modo, el procedimiento de expansión de estanueva forma organizativa pasó, en muchas localidades, de una conflictividad

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4. La izquierda contra el franquismo

Jtxo Estebaranz

La eclosión de la corriente asamblearia(1969-1975)

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obrera que surgía del tajo y se articulaba en asamblea y en comisión (para conposterioridad tomar parte o no de una coordinación zonal superior), a la creaciónde una primera Comisión Obrera por localidad, formada por conocidos militan-tes de las fuerzas políticas clandestinas, que pretendía desde la misma extender eimplantar su forma organizativa hacia el interior de las fábricas. El ascenso de laconflictividad obrera con importantes episodios como la huelga de Bandas deEtxebarri en 1967 (que partiendo de un proceso reivindicativo derivado de laimposición de nuevos ritmos en la producción, pasó a convertirse en un prolon-gado desafío que creó un clima reivindicativo que se extendió a toda su áreametropolitana), decantaría el fin de la relativa tolerancia represiva frente a las pro-cesos reivindicativos en el interior de las fábricas, así como la ilegalización yrepresión de las Comisiones, amén de la vuelta de los estados de excepción.

La rápida debacle organizativa de este nuevo entramado reivindicativo, trajoconsigo también las primeras críticas al proceso de expansión impulsado porlas fuerzas políticas clandestinas, que había facilitado indirectamente su repre-sión al proceder a un crecimiento que no se correspondía con un incrementoorganizativo basado en una extensión por su base, sino por su cúspide. Estascríticas insistirían en la defensa de los ritmos e intereses de los procesos orga-nizativos de base frente a las injerencias externas radicadas en los intereses par-tidarios, dando origen así a las primeras expresiones de la corriente autónoma.Una corriente que hacía bandera de la plena soberanía de los procesos organi-zativos obreros y que insistía en las capacidades políticas de la propia claseobrera frente a la imposición de intereses externos que se correspondían mayor-mente con las aspiraciones de las fuerzas políticas clandestinas. Para encarar elnuevo tono represivo del segundo franquismo de finales de década, se impulsa-ron nuevos instrumentos reivindicativos unitarios desde los tajos (que tomaríandiferentes denominaciones según los territorios y localidades), en cuyo impul-so y desarrollo tendrían una destacada presencia las enseñanzas críticas de laderiva inmediatamente previa de las Comisiones. La cuestión de la defensa dela soberanía de las formas organizativas asamblearias y de sus ritmos reivindi-cativos comenzaba a tener suficiente peso en el debate interno del nuevo movi-miento obrero surgido a la par de los nuevos tiempos económicos y políticos.

De este modo, la apertura del franquismo al paradigma capitalista norteameri-cano conllevó la aparición de una nueva conflictividad obrera y la aparición deun nuevo movimiento obrero, alejado de las organizaciones sindicales tradicio-nales de preguerra. Su progresiva capacidad de agitación sería contestada con laapertura de un ciclo represivo, una de cuyas expresiones más descarnadas seríala unificación de los procedimientos penales contra los miembros de ETA en unoúnico, que sería conocido como “el proceso de Burgos”. Sin embargo, estaapuesta represiva contaría con una viva oposición obrera, articulada a través deformas organizativas unitarias, que conseguirían victorias simbólicas como el

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desestimiento franquista de aplicar las penas capitales para los condenados deBurgos. En este contexto, el proceso industrializador y urbanizador que seguía encurso, haciéndose especialmente visible ahora hacia nuevas localidades y zonassin tradición fabril, incorporó en aquellas zonas nuevos contingentes proletariospara los cuales la actividad reivindicativa no era ya anecdótica sino consustanciala su condición obrera. De igual modo, el relevo generacional que se llevaba acabo en las plantillas de las zonas industriales tradicionales contaba también conel mismo bagaje movilizatorio. A estas características de la fuerza de trabajo sesumaba la desafección que generaban de por sí las nuevas formas de organiza-ción industrial basadas en el control de los tiempos de producción. Además, seencontraban las insatisfacciones derivadas de las penurias de una atropelladaacogida de los nuevos contingentes obreros desplazados hacia las aglomeracio-nes urbanas, que propiciarían la aparición de un dinámico movimiento vecinal.

Las primeras expresiones organizativas de lacorriente autónomaEl franquismo, que había intentado reformularse como régimen autoritario a tra-vés de su incorporación al paradigma capitalista norteamericano, recurría denuevo a la represión para frenar la conflictividad obrera, mientras de modoesquizofrénico seguía impulsando reformas legales en clave de apertura políti-ca. En esta aparente confusión del régimen y en los albores de la década de lossetenta, la nueva clase obrera comenzaría a producir fuertes procesos reivindi-cativos que se acabarían convirtiendo en hitos movilizatorios. En el año 1970tendría lugar el proceso de huelgas de Granada, con el saldo de tres trabajado-res de la construcción muertos, que avanzaría un fenómeno que se iría exten-diendo durante los años inmediatamente posteriores: la huelga general localiza-da, que trasladaba el conflicto del interior de los tajos a toda la población urba-na. La huelga general de Vigo de 1972 (que preludia la de Ferrol de 1973 connuevos asesinatos de obreros), lanzaría con fuerza este recurso de lucha. A fina-les del año de 1970 comenzaría también la prolongada huelga de la plantilla dela Harry Walker en Barcelona, despegando poco a poco un nuevo ciclo ascen-dente de conflictividad obrera que llegaría a su punto álgido en 1974. Duranteestos años se asistió también a la puesta en marcha de las primeras experienciasorganizativas de corte autónomo, nacidas de la reflexión crítica sobre el ciclorepresivo inmediatamente previo, y vigorizadas por la nueva conflictividadobrera vehiculada a través de instrumentos de movilización unitarios y capaz yade trasladar su clima reivindicativo al conjunto de la población urbana.

Las primeras experiencias organizativas de esta corriente, que hizo identidadde la defensa de la autonomía de las luchas, tuvieron un marcado carácter edu-cativo. Este aspecto fue consecuencia de la plena confianza de este sector en lacapacidad de la propia clase como protagonista de sus movilizaciones. EnCataluña se habían creado ya los “Círculos de Formación de Cuadros” en 1969

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con el propósito explícito de dotar mediante un proceso de autoaprendizaje deuna mayor conciencia sobre las propias y luchas en curso y con el objetivo deprofundizar en los programas políticos obreristas. Además del análisis de laspropias experiencias, las lecturas de estos “Círculos” se orientarían hacia losclásicos del marxismo, aun cuando se incluían también otros, de sesgo no leni-nista (como los de Rosa Luxemburgo). En el mismo sentido, es de destacar elpropósito educativo iniciado también por la editorial Zero que, desde su funda-ción en 1964, editó títulos que se abrían a las nuevas reflexiones que surgíandesde sensibilidades antiautoritarias europeas. La apertura que posibilitó lanueva Ley de Prensa de 1966 como parte de la refundación del régimen fran-quista, posibilitó estas labores, que se redoblaron cuando la editorial Zerotuviera que mudar su nombre a Zero-Zyx en 1969 para superar renovados pro-blemas de censura. La labor de difusión de esta editorial (con su poderosacolección “Biblioteca Promoción del Pueblo”) formaba parte de similares pro-pósitos de autoeducación impulsados por este importante sector escindido delas organizaciones obreras apostólicas y que contaba con una extensa red decolaboradores en el conjunto del estado español.

Por otro lado, el posible rebrote del anarcosindicalismo se encontraba en víamuerta a comienzos de la década de los setenta. Escindidos los ambientes liber-tarios en dos tendencias desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y dispersa-dos físicamente sus exiliados en diferentes destinos, la reconstrucción de la CNTen el interior se había convertido en un trabajo de Sísifo. La rígida observanciapolicial desbarataba sus intentos de rearticulación aplicando duras condenas a losmiembros de las estructuras clandestinas, penas que contrastaban con la toleran-cia del régimen franquista hacia posturas de tinte autogestionario que surgíandesde el interior de las hermandades obreras apostólicas. La reunificación de laCNT para 1961, se sostendría precariamente durante aquella década, constatan-do progresivas bajas de los distintos sectores libertarios, insatisfechos por unateórica unidad que adolecía de una falta de incidencia real. La firma de la AlianzaSindical por CNT, UGT y STV en 1961 trató de aunar los esfuerzos de los sin-dicatos de preguerra para encarar los nuevos cambios socioeconómicos, peromostró la incapacidad desde aquellas estructuras clandestinas de proponer for-mas eficaces de lucha y evidenció las distancias entre los planteamientos de lasorganizaciones obreras históricas y los intereses de la nueva clase obrera en for-mación. Para después del Mayo francés, las diversas sensibilidades libertarias enel exilio tomarían sus propios caminos, incorporando algunas de estas las nuevascríticas antiautoritarias y consejistas por entonces en boga, mientras que su inci-dencia en los ritmos de la protesta en el interior era prácticamente inexistente.

Con todo, los propósitos educativos de la corriente autónoma pronto choca-ron con sus evidentes topes. La reflexión sobre los episodios vividos y lucha-dos, pero sobre todo la lectura y comprensión de los clásicos, evidenciaron las

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diferentes capacidades en grupos tan heterogéneos así como, una vez que elciclo de luchas se reactivó, mostraron la poca operatividad para volcarse en lapráctica revolucionaria. Estas constataciones promovieron el paso a un segun-do plano de las iniciativas educativos y la constitución de grupos formales quehacían bandera de la autonomía de las luchas, recalcando las formas asamble-arias y unitarias de las que se dotaban los conflictos en curso, e imponiéndoseen un principio la tarea de velar la aplicación del método asambleario.

Durante los años de 1971 hasta 1974 aparecerían diversos grupos y sensibilida-des asamblearias, comenzando por las Plataformas Anticapitalistas (aun cuan-do formalmente habían surgido en paralelo a los Círculos, con el propósito deimpulsar la autoorganización de base) cuya ambición de formarse como parti-do de corte consejista les proporcionó un gran dinamismo. Como ilustraciónindirecta de estos ambientes tendrían lugar asimismo las acciones del grupoarmado catalán-tolosano MIL. También en este periodo, los sectores proceden-tes de las hermandades obreras apostólicas que habían impulsado la editorialZero, dieron un nuevo paso constituyéndose en el grupo político Liberaciónpara 1972, ubicándose también entre las sensibilidades asamblearias, y convir-tiendo su editorial explícitamente en un vehículo de difusión de textos conse-jistas. No obstante, los diferentes orígenes geográficos de esta red convertida entendencia formal y su mayor eclecticismo, les harían permeables a la inclusiónde lenguajes autogestionarios y libertarios.

Igualmente procedentes de los entornos de las nuevas organizaciones surgidasal alimón de la refundación del régimen franquista (ETA y FLP), se fueron sig-nificando sectores también de marcado carácter autónomo. En Vasconia, es dedestacar en 1972 la sensibilidad consejista en el sector minoritario resultante dela escisión de ETA VI. Este sector de los “minos” no tomaría el camino haciauna convergencia con el PCE y por el contrario, estrecharía sus lazos conestructuras como Komiteak de Gipuzkoa, estructura que había surgido de lasnuevas formas organizativas unitarias fabriles impulsadas tras 1969. De modosimilar y de sectores vinculados en origen al FLP, se visibilizarían (con espe-cial relevancia en la capital española) sectores que habían evolucionado demodo similar hacia posturas asamblearias. No obstante, y como reflejo de lafalta de interés en promocionar un nombre propio para la tendencia consejistadiferente a los conflictos en curso, las actividades de esta sensibilidad funcio-naban al margen de nuevas siglas, utilizando diversos nombres efímeros, loca-les o ninguno. Quienes eran identificados con la tendencia consejista o antiau-toritaria eran retratados externamente con etiquetas de las expresiones organi-zativas autónomas más conocidas (adscripciones que las más de las veces notenían correspondencia veraz) o bajo diversos apelativos (entre ellos “antica-pis”). Para finales de 1974, la fusión entre núcleos catalanes y vascos daría ori-

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gen al partido consejista OICE, que desplegaría una intensa actividad proseli-tista extendiéndose hacia nuevas latitudes, enarbolando para ello una grandilo-cuente retórica revolucionaria al uso del sectarismo izquierdista de la época.

El cambio social, inducido por el nuevo proyecto socioeconómico del fran-quismo, evidenciaba las enormes distancias que existían con ciertas disposicio-nes legales que bebían aún del primer espíritu del régimen. Este contraste sedaba no solamente con espectros del pasado carentes de función en el nuevoentramado económico e industrial (como el Sindicato Vertical y su CentralNacional de Sindicatos), sino que tomaba especial relieve en ocasiones como lasanción en 1970 de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, que penali-zaba comportamientos no normativos muy extendidos bajo un espíritu de clarocorte nacional-catolicista. La promulgación de esta ley se encontraba en directarelación con los cambios que estaban ocurriendo en los hábitos sociales y quemostraban también unas capas juveniles que incorporaban valores de las sub-culturas juveniles de la época. La aplicación de esta Ley que tipificaba las con-ductas de los grupos “desviados” o marginales, contribuyó a dotar de concien-cia política a aquellos que se alejaban con sus estilos de vida de la moral oficialy a visibilizar a unos sectores juveniles que se correspondían con ambientessimilares europeos, y que hacían suyas también las propuestas políticas de lacontracultura y los vientos libertarios que soplaban tras el Mayo francés. Estosjóvenes, representarían una nueva sensibilidad antiautoritaria de mayor cortevivencial que político, en notable sintonía con las propuestas asamblearias delas que les distanciaba, no obstante, la retórica obrerista de estas últimas. Enparalelo surgieron las primeras prácticas políticas alternativas, con la primeraobjeción al servicio militar de corte político en 1971, mientras la cultura eman-cipatoria feminista fue afianzándose en el seno de los sectores movilizados.

La despedida represiva del franquismo y la vigo-rización de la vía asambleariaEl último franquismo continuaba con su complicado proyecto de conversión enrégimen autoritario, intención que se alambicó aún más tras el atentado contrael almirante Carrero Blanco de diciembre de 1973. A su apertura en ciertosámbitos (como la definitiva apertura en el terreno editorial que posibilitó lapublicación de clásicos de la izquierda, pero también un aluvión de títulos deautores de la nueva izquierda y la entrada de reflexiones alrededor de temáticasque cuestionaban los pilares de la sociedad capitalista desde nuevas ópticas) sele confrontaban la existencia de prácticas punitivas, como la retrógrada Ley dePeligrosidad. Las medidas tendentes a la implantación de una “democraciaorgánica” perdían con la persona de Carrero un importante valedor y ésta des-tapaba los problemas internos del régimen, que carecía no sólo de credibilidadsocial sino que iba perdiendo notablemente apoyos de sectores hasta entoncesinternos al mismo, sectores que abogaban por medidas democratizantes y cuyas

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aspiraciones confluían cada vez más con las de las fuerzas políticas moderadasen el exilio. Por otro lado, el nuevo ciclo de conflictividad obrera que había des-pegado desde 1971 fue cobrando mayor virulencia llegando a mantener unfuerte pulso movilizador durante el segundo semestre de 1974, multiplicándo-se las huelgas generales localizadas y ofreciendo un paisaje de conflictividadsocial en el que las nuevas fuerzas de extrema izquierda, y entre ellas las decarácter consejista o antiautoritario, quisieron ver la posibilidad de un cambiosocial en clave anticapitalista.

La apertura de un nuevo ciclo represivo en el primer semestre de 1975 porparte del gabinete Arias Navarro, obtendría una similar respuesta desde estossectores que el ofrecido un lustro antes. Sin embargo, lo peculiar de la nuevaapuesta represiva estribaba en que ésta se concentraba contra los nuevos secto-res políticos que apostaban por un cambio revolucionario, mientras que losafectos a las fuerzas moderadas del exilio (incluido en éstas el PartidoComunista), no sufrirían con tanta virulencia los envites de la represión. Lavuelta a los estados de excepción y las posteriores ejecuciones de septiembrede militantes de las organizaciones armadas que habían redoblado sus activida-des a partir de 1974, en vez de disuadir a los activistas, abrirían otra nueva olea-da de protestas, en el contexto de las cuales tendría lugar el fallecimiento físi-co del general Franco.

El año de 1976 se abriría con fuertes movilizaciones por la renovación de losconvenios, movilizaciones en las que las formas asamblearias y unitarias fue-ron hegemónicas, lo que impulsaría las aspiraciones políticas de las diversassensibilidades y grupos formales de la tendencia autónoma, contemplándose enalgunas zonas la reconstrucción de la CNT o dando impulso a otras convergen-cias. La progresiva apertura legal posibilitaría el auge de las publicaciones deesta corriente y visibilizaría con mayor nitidez el entramado de los nuevos gru-pos antiautoritarios, separados entre sí por sus diversos orígenes y lenguajes, asícomo por su diversa concepción de las tareas a emprender por unos grupos quese concebían a sí mismos como los garantes de los procesos de autoorganiza-ción obrera y popular.

Una sensibilidad antiautoritaria que había surgido como consecuencia de losavatares de los ciclos de protesta obrera del segundo franquismo y que habíaconstruido un corpus ideológico y un entramado de grupos suficientementemaduro para aquel 1976. Durante los años de estricta transición, estos libraríanla batalla de la defensa de las formas asamblearias y de la concepción anticapi-talista de las luchas frente a la progresiva moderación y disciplina impulsadadesde las estructuras vinculadas al exilio moderado, y frente a los movimientosdubitativos de las fuerzas de la extrema izquierda eclipsadas por las “oportuni-dades” del próximo calendario de reformas. Pero eso es otra historia...

Jtxo Estebaranz es historiador militante; es autor, entre otros, de Los Pulsos de laIntransigencia (Lemoiz, Leizaran, Itoiz) Bilbao: Muturreko, 2008.

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Quiero comenzar estos comentarios sobre la historia del Partido del Trabajo deEspaña (en adelante, PTE) agradeciendo a los editores de VIENTO SUR ladeferencia de poder evocar el rastro militante de una parte de la generación decomunistas agrupados inicialmente en torno a la idea de la revolución socialis-ta. Como les dije cuando me lo propusieron, en absoluto me considero autori-zado para tratar de describir los rasgos esenciales de la política defendida porel PTE y antes por el PCE(i). Antiguos camaradas agrupados en torno a la aso-ciación por la memoria histórica del PTE/JGR lo harían con mucho mejorconocimiento de causa.

Así que aprovecharé esta oportunidad que me dan mis amigos y compañerosde VIENTO SUR para evocar un tiempo y unas ilusiones comunes a cuantosvimos en la lucha contra la dictadura de Franco una oportunidad histórica pararetomar el impulso revolucionario de 1936-1937.

Ante todo debo decir que mi militancia en el PCE(i)/PTE fue, como tantasotras, fruto de la casualidad. Como muchos jóvenes que ingresamos en la uni-versidad a finales de los sesenta, el aliento subversivo que venía de la selvaboliviana, de la jungla vietnamita y de las calles de París, no cabía en los lími-tes del “partido” como por entonces todos denominábamos al PCE. Así que miexperiencia se vinculó con la organización que en las facultades de ciencias dis-putaba al PCE la hegemonía de la militancia universitaria, la FUDE y el PCE(ml). Al recordarlo, evoco la memoria de auténticos luchadores, algunos yadesaparecidos y otros olvidados por el viento de acomodación y oportunismodesatado con la transición del franquismo a la monarquía.

El bullir de las organizaciones maoístas entre la juventud estudiantil y, deforma creciente, en los barrios obreros, merecería un estudio detallado porquien pudiera llevarlo a cabo. En la segunda mitad de los sesenta del pasadosiglo las esperanzas y las ilusiones revolucionarias de millones de personas sevolvieron a la China popular y a su partido comunista que, después de haber

5. La izquierda contra el franquismo

José Antonio ErrejónEl Partido del Trabajo de España

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triunfado en una larga guerra contra la invasión japonesa y contra el Kuomitangde indisimuladas simpatías nazifascistas, se había convertido en el principaloponente del imperialismo americano, una vez que el Kremlin iniciara la polí-tica de coexistencia pacífica con el capitalismo, escenificada en la famosaentrevista Kennedy/Kruschev en la sede de la ONU. Ser maoísta para muchosjóvenes obreros y estudiantes era la expresión o la forma de manifestar su opo-sición al imperialismo y su simpatía por los pueblos en lucha por su descoloni-zación y su liberación.

Mi impresión personal es que, ausentes las referencias culturales existentes ensociedades capitalistas mas avanzadas como la Escuela de Frankfurt, laInternacional Situacionista o el renaciente movimiento libertario, el maoísmosirvió de bandera para la voluntad impugnatoria no sólo del régimen franquis-ta sino de los trazos éticos y culturales de consumismo y alienación que ibanpenetrando en la sociedad española.

Pero se trata, como digo, de una impresión personal que no está sustentadapor una reflexión profunda y meditada que tal vez merecería la pena ser reali-zada. Porque es lo cierto que aquellas voluntades y sentimientos impugnatorios,si existieron, fueron ahogadas por rancios discursos estalinistas que, si pudie-ron provocar fugaces impresiones de autenticidad revolucionaria, condujeron atransitar caminos políticamente agotados por su desconexión con las aspiracio-nes de la mayoría de la población trabajadora de la época.

Tras unos comienzos atormentados en los que las escisiones se alternaron conlas caídas y el sectarismo fue la tónica dominante, el PCE(i) encontró un víapara su desarrollo como organización política no sólo en el mundo estudiantilsino –y de forma espectacular para los propios militantes– entre una clase tra-bajadora ávida de encontrar discursos y relatos expresivos de su protagonismohistórico. Cualquier compañero con alguna experiencia sindical en aquellosaños podrá atestiguar que con frecuencia la afiliación en una empresa ó un tajovenía determinada sólo por aquel sindicato o partido que antes hubiera llegado,tal era la avidez con la que los trabajadores acogían en estos primeros momen-tos de semilibertad o disminución de la capacidad represiva del régimen cual-quier expresión de militancia obrera.

Favoreció también este desarrollo organizativo la práctica de un discursopolítico extremadamente simple cuyo pasivo se tradujo en un –en general– bajonivel teórico de la militancia que acaso haya podido tener consecuencias deindefensión de esta militancia con la aparición de la decepción y el desencantopolítico. Pero esto es, también, una mera impresión personal que en absolutoaltera lo que, al contrario, creo que constituye el principal activo de esta mili-tancia del PTE, toda una muestra de generosidad y abnegación en la mejor tra-dición de militancia comunista del siglo XX.

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Quienes militábamos en el PCE(i) de los primeros setenta éramos extremada-mente sectarios dentro de un clima general de sectarismo que afectaba a casitodas las organizaciones a la izquierda del PCE y que se acentuaba con las olea-das represivas que periódicamente descargaba el régimen. Una “clandestinitis”llevada al paroxismo impedía realizar un auténtico trabajo de masas lo que, enla práctica y salvo contadas excepciones, se traducía en ir la cola de las inicia-tivas del PCE para intentar “enrojecerlas”. El resto del trabajo político se con-sumía en la vigilancia contra las desviaciones y en un trabajo de captación, for-mación y organización con rendimientos más que modestos.

De esta época yo destacaría el relativo crecimiento de las JuventudesUniversitarias Revolucionarias en donde yo militaba y el entusiasta maoísmode nuestro discursos (recuerdo en especial un acto en los comedores del SEUpara honrar la “Gran Revolución Cultural Proletaria” que vivimos como unéxito de organización y audacia). Creo que se trataba del desconocimiento queteníamos de la evolución de la sociedad que pretendíamos cambiar en cuyoseno se producían cambios que habrían de acelerarse y precipitarse a la prime-ra ocasión de desfallecimiento del régimen.

El juicio de Burgos en 1970 en el que el régimen pretendió hacer un castigoejemplar con varias penas de muerte para varios militantes de ETA supuso unfuerte varapalo para los intentos de modernización y reforma del régimen del18 de julio emprendido por la gente del Opus Dei. La imagen fabricada porFraga en los “venturosos sesenta” se iba al garete entre las multitudinariasmanifestaciones que recorrieron varias ciudades europeas y en los actos clan-destinos de repudio de la Dictadura realizados sobre todo en las universidadesde Madrid y Barcelona. El PCE y con él toda la izquierda realmente existente(el PSOE ni estaba ni se le esperaba) se volcaron en estas movilizaciones queobtuvieron el triunfo de salvar del pelotón de fusilamiento a Izko de la Iglesia,Onaindía y el resto de sus compañeros al precio de cientos de detenciones y unatremenda represión en le curso de la cual fue asesinado en Eibar el militante delPCE (i) Roberto Pérez Jáuregui.

Los éxitos más importantes de la política del PTE pueden situarse en los cam-pos sindical y de la juventud plasmados en la creación de dos potentes organi-zaciones: la Confederación Sindical Unitaria de Trabajadores (CSUT) y laJoven Guardia Roja (JGR).

El espectacular desarrollo del movimiento obrero en los últimos años delfranquismo planteaba la disyuntiva sobre su forma de organización. De formamuy esquemática se planteaban dos opciones. La primera era recuperar laforma clásica de organización sindical en sindicatos de rama agrupados engrandes confederaciones diferenciadas por obediencias de tipo ideológico polí-tico (cristianodemócrata, socialdemócrata y comunista) similares a las queexistían en algunos países del continente y articuladas sobre la base de un

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apoyo ganado en elecciones sindicales. Elpluralismo fue uno de los argumento másutilizados por los defensores de esta tesis, elPSOE y la UGT, a la que terminaron plegán-dose las CC OO bajo la dirección del PCE.

La segunda postulaba, desde la experienciade las Comisiones Obreras y el desigualdesarrollo del movimiento asambleario, unmovimiento obrero “unitario”, una “centralúnica” que fuera la organización unitaria dela clase. Acusaban los partidarios de esta fór-mula a los de la primera, de trasladar la lógi-ca del parlmentarismo al interior de laempresa y las relaciones de producción.

Pero sin salir del campo sindical la mili-tancia del PTE puede apuntarse como prin-cipal activo el haber creado y desarrolladoen unas condiciones ciertamente difíciles el

Sindicato de Obreros del Campo (SOC) de Andalucía, que supo combinar desdeel principio las seculares reivindicaciones por la tierra de los trabajadores jorna-leros andaluces y su lucha contra el latifundismo (y hacía falta coraje paraenfrentarse a aquellos señoritos educados en el desprecio y el odio a lo trabaja-dores, protegidos por la permanente presencia de la Guardia Civil) con una radi-cal concepción anticapitalista que incorporaba, además, buena parte de los con-tenidos que han sido acervo de las propuestas ecologistas.

En el campo de la juventud, la escena estaba dominada por un proceso de radi-calización primero entre la juventud estudiante y luego entre los jóvenes traba-jadores en la que actuaban como elementos motores tanto como la politizaciónacelerada por la crisis del régimen franquista, las referencias culturales y éticasde ruptura eclosionadas en los años sesenta en torno a los fenómenos de masade la música rock, la liberación sexual, las críticas contra la sociedad de consu-mo o la lucha por los derechos civiles en USA, etc. Dentro de este clima gene-ral de radicalización, destacó sobremanera la de la juventud que abrazó los ide-ales y la organización comunista y, entre ella, por la referencia tan explícita asímbolos y referencias de un pasado idealizado del PCE de la época del FrentePopular, la Joven Guardia Roja que tuvo el acierto de unir a esta simbología, talvez ya algo añeja, una efectiva radicalidad en la defensa de reivindicaciones decarácter democráticos, por ejemplo, entre los soldados.

Armado con ese bagaje, la intervención del PTE estuvo vinculada a las peri-pecias de la transición de la dictadura al régimen parlamentario y asociada asu desenlace.

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“Así que una ocasióntan trascendente comoel período constituyentepasó sin que las fuerzas quepotencialmente podíanimpugnar elasentamiento de la democraciacapitalista hicieran algo significativo para impedirlo”

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Cuando en las postrimerías del franquismo se aceleraron los movimientospara constituir plataformas de intervención en pos de la recuperación de laslibertades, la dirección del partido no dudó en integrarse en la JuntaDemocrática, incluso al precio de aceptar la imposición de Carrillo de cambiarsu antiguo nombre por el de PTE. En la Junta los militantes del PTE desarro-llaron una intensa actividad que llevó a ser objeto de una represión especial enla persona de alguno de sus dirigentes como Nazario Aguado. Pero es segura-mente en el mundo sindical donde la actividad de los militantes alcanzó másfrutos como posteriormente se vería en la construcción de la CSUT.

En todo caso el resultado de referéndum para la Reforma política, verdaderoacta de nacimiento del régimen de la transición, puso al PTE, como a todos lospartidos de izquierda, ante la tesitura de prepararse para una situación políticaradicalmente distinta de la prefigurada por la mayoría de ellos. Con su apoyo alproyecto de reforma del franquismo, un electorado que todavía no era un“demos” avaló la estafa democrática perpetrada por el aparato del MovimientoNacional con la inestimable colaboración de los organismos de posición agru-pados en la Platajunta.

A partir de Enero de 1977, era claro que había empezado la cuenta atrás parala operación de legitimación de esta reforma del franquismo cuyos hitos másimportantes serían las primeras elecciones a Cortes con una pluralidad incom-pleta (eran ilegales la totalidad de los partidos a la izquierda del PCE) y la pro-mulgación de la Constitución elaborada por esas Cortes cuya condición deconstituyentes fué ocultada al propio electorado.

En este contexto que suponía una desventaja de partida, el PTE como la mayo-ría de la izquierda del PCE, se planteó la concurrencia a las elecciones utilizan-do la vía de las agrupaciones o coaliciones de partidos, en ese caso la coaliciónFrente Democrático de Izquierdas (FDI) con la recién legalizada y práctica-mente inexistente Esquerra Republicana de Catalunya y el Bloque Democráticoy Social, una “marca blanca” creada a los solos efectos de la participación enlas elecciones y la realización de la campaña y en el que por unas semanas“militamos” los que lo hacíamos en el PTE.

Los resultados obtenidos, siendo los mejores de la extrema izquierda (el FDIobtuvo un acta de diputado por Catalunya que ocupó Heribert Barrera), no deja-ron de ser decepcionantes sobre todo si se comparan con los obtenidos por for-maciones políticas recién inventadas o resucitadas al calor de operaciones demercadotecnia, como el propio PSOE.

Las elecciones del 77, realizadas con la legitimidad derivada del referéndumpara la Reforma política, en cuyo proceso participaron los organismos de la lla-mada oposición democrática (y no participaron algunos partidos como la LCR),venían a cerrar las esperanzas de un auténtico proceso constituyente y consa-

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graban el inicio de un régimen político en el que el reconocimiento de la sobe-ranía popular y la propia promulgación de la Constitución se haría bajo la vigi-lancia del ejército responsable de la sublevación facciosa contra la legalidaddemocrática en 1936 y espina dorsal de la dictadura durante cuatro décadas,vigilancia que se consagraría en el propio texto constitucional al atribuirle lafunción de “velar por la indisoluble unidad de la nación española”.

Constituido el primer gobierno de la UCD, la lucha contra la crisis económi-ca se convirtió en el argumento central de su obra de gobierno, directamenteinspirada por el grupo de economistas que, encabezados por Fuentes Quintana,preconizaban un proceso de reestructuración del capitalismo español destinadoa expulsar a los capitales menos aptos y a mejorar las expectativas de rentabi-lidad de los supervivientes mediante un pacto de rentas garantizado por la cola-boración del entonces todavía pujante movimiento obrero. Los Pactos de laMoncloa fueron la verdadera fundación del régimen político actual y en su con-tenido se sentaron las auténticas bases materiales de la Constitución que habíade promulgarse un año después.

En la conclusión de ese pacto de rentas consagrado en los Pactos de laMoncloa volcó toda su capacidad de movilización del aparato del PCE, porentonces dirigente indiscutido en CCOO, para conseguir la presencia deCarrillo y Tamames en un cónclave en donde su menguada representación par-lamentaria no autorizaba a estar. Tal vez fuera esta ocasión y en la de la mani-festación del 28-F de 1981 de repulsa del golpe de Tejero los últimos expresio-nes de la capacidad de movilización del partido que había sido el primer baluar-te de la resistencia antifranquista.

Contra los Pactos de la Moncloa se templó la capacidad de movilización delPTE a través de la CSUT recién constituida y es preciso recordar algunas rei-vindicaciones de la época como la propuesta de incrementos salariales, cifradaen un 30% frente al 22% que proponían las CCOO del PCE. Ello no obstantefue insuficiente para levantar la movilización social que requería la ocasión,una movilización potencialmente anticapitalista porque debía basarse en la pro-puesta de una salida distinta de la crisis de la que preconizaban Fuentes y susdiscípulos, muchos de los cuales desempeñarían responsabilidades políticas enlos gobiernos del PSOE.

No hubo una propuesta anticapitalista digna de tal nombre, ni fuerza políticacapaz de articularla y el PTE ni siquiera fue consciente de su necesidad.

El referéndum constitucional representó otra ocasión de decepción, en este casomotivada por la confusión generada entre el posible electorado ganado en 1977y entre la misma militancia por la distinta recomendación de voto postulada porel PTE, la abstención en Euskadi y un “sí crítico” –que nadie sabía lo que que-ría decir– en el resto del Estado. Con tan confusa posición, el PTE dejó sin

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orientación política a miles de militantes y gentes de izquierda y contribuyó alasentamiento de un clima de resignación que no ha dejado de manifestar susefectos desde entonces.

Las propuestas frentepopulistas, además de estar fuera del tiempo y de laestructura social y política de la España de los setenta, eran incapaces de sin-tonizar con las potencialidades antagonistas que subyacían en la construcción,del movimiento obrero y el resto de los movimientos sociales que por enton-ces comenzaban su emergencia. Las que las trascendían como los de la LCR,la OIC o el naciente movimiento por la autonomía obrera, eran excesivamen-te pequeñas como para alcanzar un umbral mínimo de audiencia entre los gru-pos subalternos.

Así que una ocasión tan transcendente como el período constituyente pasó sinque las fuerzas que potencialmente podían impugnar el asentamiento de lademocracia capitalista hicieran algo significativo para impedirlo. El “sentidocomún” de la sociedad española se acomodó de nuevo a lo que venía de arribadando por concluido el tiempo de cambios inaugurado con la muerte de Franco.A partir de ahora y salvo episodios esporádicos como el referéndum sobre laOTAN o las movilizaciones contra a guerra del 2003, la historia política seescribe en clave de Termidor y los vectores de reacción al empuje del movi-miento obrero de los setenta son los que llevan la iniciativa.

Las elecciones generales de 1979 confirmaron la decepción inicial, esta vez sinla compensación de escaño alguno aunque confirmaron la existencia de una fran-ja del electorado dispuesta a apoyar opciones críticas con el rumbo de la políticaespañola, materializado en la Constitución y en los Pactos de la Moncloa. Hechaesta constatación y la coincidencia en la misma con la dirección de la ORT, seacordó iniciar un proceso de unificación orgánica así como el apoyo a la candi-datura que más votos hubiera obtenido en las elecciones generales.

Comenzaban los tiempos del desencanto para toda una generación de militan-tes que, si jóvenes en su mayoría, habían hecho una dura experiencia en la luchaantifranquista.

Aun así, las primeras elecciones democráticas a ayuntamientos y corporacio-nes locales brindaron la posibilidad de enjugar algunas heridas obteniendo másde 200 concejales, alguno de los cuales han continuado recibiendo el apoyo delelectorado hasta nuestros días como en Puerto Real.

Pero el PTE, como otras organizaciones de la izquierda comunista forjadas enla clandestinidad y la lucha contra la dictadura, estaba tocado del ala. Ni siquie-ra la unificación con la ORT con las siglas PTE (Partido de los Trabajadores deEspaña), demandada por la militancia de base y superando el lamentable espec-táculo de dos sindicatos con la U de “unitario” [el Sindicato Unitario era laorganización sindical creada por la ORT] en sus siglas, pudo compensar losefectos de los batacazos electorales medidos en términos de desconcierto polí-

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tico, desmoralización militante y, por qué no decirlo, el peso de una deuda quehubo de ser liquidada con el esfuerzo personal de muchos militantes.

Mientras tanto los vientos estaban cambiando y no precisamente en la direc-ción que cantara Bob Dylan una década antes. Es verdad que se habían sucedi-do las revoluciones en Irán y en Nicaragua y que las luchas obreras contra la dic-tadura estalinista en Polonia alcanzaban una dimensión superior a la de cualquierpaís occidental pero en el centro del sistema estábamos comenzando el reflujo delas luchas de los sesenta y los setenta y nuestras propuestas y nuestras organiza-ciones iban quedando arrinconadas en la periferia del acontecer político.

Desaparecidas en buena medida las luchas de masas, nuestras organizacionesiban quedando sin el medio en el que Mao Ze Dong recomendaba desenvolver-se a los comunistas. En un momento de confusión generalizado, la investiga-ción teórica y la ansiedad militante llevaron a una minoría dirigente del PTE aescudriñar nuevos caminos con el documento “Una nueva fuerza para unanueva civilización” en el que, de forma tardía y algo confusa, se pretendíanincorporar algunos debates y reflexiones de la izquierda académica europea deunos años antes; pero ni la textura ideológica de la militancia ni, sobre todo, susituación de desánimo hacían posible una aventura de estas características y elPTE se disolvió en una desbandada general con trayectorias muy distintassegún la procedencia social y cultural de sus militantes. En general, los militan-tes procedentes de la ORT que continuaron su carrera política ingresaron en elPSOE mientras que los procedentes del PTE o se fueron a su casa o volvierona CC OO y algo más tarde ingresaron en IU.

Para cuando a mediados de los ochenta, ya con el PSOE en el gobierno y enmarcha un proceso de reestructuración del capitalismo y del mundo del traba-jo que habría de afectar a las perspectivas de la izquierda, vinieron las grandesmovilizaciones contra la entrada de España en la OTAN, el PTE ya era recuer-do y sus militantes, con trayectorias muy distintas, lo más que podíamos hacerera encontrarnos en las manifestaciones y preguntarnos por qué algo que habíacostado tanto esfuerzo levantarlo se había esfumado con tanta facilidad.

Estos son los recuerdos, torpe y confusamente contados, de un militante delPTE. Mi experiencia es la de tanta gente de mi generación que quiso “coger elcielo con las manos” formando parte de un movimiento comunista idealizado ydel que aún no habíamos conocido el daño sufrido por la pesadilla estalinista.Contarla tiene alguna función más que la de dar a conocer a los compañeros másjóvenes la historia en la que algunos participamos. Significa la posibilidad devolver a pensar juntos una experiencia en la que quisimos derrocar la dictadurafranquista y acumular fuerzas para el enfrentamiento contra el capitalismo.Poder decirlo en VIENTO SUR es la seguridad de seguir en el mismo combate.

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José Antonio Errejón fue militante del PTE.

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6. La izquierda contra el franquismo

Francisco Letamendia

La izquierda abertzale en la pre-Transi-ción (1974-junio 1977)

1974 es el año en el que se producen las escisiones más decisivas en la historiade ETA; tras la muerte de Carrero termina la prehistoria de ETA y comienza suhistoria contemporánea. En estas escisiones no se debatirán apenas cuestionesideológicas; nadie discute el independentismo, y existe una amplia toleranciasobre las opciones personales de los militantes respecto a las diferentes corrien-tes del marxismo. Las polémicas –y las escisiones consiguientes– tendráncomo punto de referencia las estructuras organizativas.

Las tensiones entre el Frente Obrero y el Frente Militar aumentan a raíz delatentado de Carrero Blanco; el Frente Obrero considera que esta operación vaa impedir toda acción de masas. En junio de 1974 se expulsa a tres dirigentesdel Frente Obrero. Los expulsados crean en octubre de 1974 un nuevo partido,Langile Abertzale Iraultzaileen Alderdia, LAIA (Partido AbertzaleRevolucionario de los Trabajadores), e impulsan la formación de unasComisiones Obreras Abertzales (COA) a las que se les asigna la tarea de armara la clase obrera.

La escisión del Frente Obrero ha puesto de relieve la inadecuación de laestructura frentista, la cual se va sustituyendo por otra basada en el doble prin-cipio de la separación en la base de las actividades militares y de masas y lacoordinación en la cima por unos únicos responsables, estructuración a la queempieza a llamarse político-militar. Las resistencias a esta organización políti-co-militar presentan un carácter de enfrentamiento “generacional”.

Los jóvenes líderes político-militares (p-m) pronto van a volverse contra losviejos líderes del Frente Militar en el exilio. Su discurso “insurreccional”rompe las barreras que habían impedido realizar atentados mortales contra losmiembros de las fuerzas de Orden Público por el simple hecho de serlo. En unalínea p-m, el III Biltzar Txikia de junio de 1974 decide “la separación organi-zativa de los aparatos legal e ilegal”, y “la creación de un departamento de

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operaciones especiales en base a comandos ilegales” (esto es, los Comandos“Bereziak”). Adopta igualmente una estructuración basada en la división tripar-tita entre comando armado, comando de información y comando de apoyo.

De abril a julio de 1974, sucesos como la Revolución Portuguesa de los clave-les y el primer gobierno de Arias Navarro ponen en el tapete la cuestión de la alter-nativa al franquismo. El 29 de julio de 1974 se constituye la Junta Democrática deEspaña liderada por el PCE. El punto 9 de su programa dice textualmente: “LaJunta propugna: el reconocimiento, bajo la unidad del Estado español, de la per-sonalidad política de los pueblos catalán, vasco”, lo que excluye el derecho a laautodeterminación de los pueblos del Estado defendido hasta entonces por el PCE.

ETA ve la necesidad de elaborar una alternativa política propia al franquis-mo, lo que le despojará de sus planteamientos “insurreccionales”. La lentituden despojarse de ellos provocará su escisión en las dos organizaciones ETAmilitar y ETA político-militar.

El Frente Militar convoca una reunión en octubre de 1974 en la que obliga alos responsables “político-militares” a definirse, conminando a abandonar lasala a los que se han definido como “políticos”. Argala racionalizará las posicio-nes de ETA militar, dando cuerpo teórico a lo que en un primer momento eramás bien el deseo de los viejos “milis” de no perder la hegemonía organizativa.

ETA político-militar arrastra tras de sí en ese momento a casi toda la militancia.Su Kemen 4 expone un programa de mínimos como alternativa al franquismo antela nueva situación, la cual “tendrá unas características democrático-burguesas”;se liquida en él definitivamente la estructuración de frentes, a favor de una estruc-tura político-militar con compartimentación funcional en la base, y coordinaciónen la cima; la dirección ejecutiva y el BT serán únicos y centralizados.

El Frente Militar publica por su parte un Manifiesto o “Agiri” en Noviembrede 1974. Rechaza en él las estructuras político-militares porque no están pues-tas las bases que harían posible una insurrección. De ahí las tres decisionestomadas por el Frente Militar:

1) Consideramos que es preciso dar un cauce dentro de la legalidad democráticaa los grupos obreros y populares independentistas, hoy escasamente organizados.2) Decidimos no entrar en la legalidad democrática y mantener nuestra estruc-tura en la clandestinidad.3) Por ello nos separamos del aparato de masas.

“ETA –concluye el Manifiesto– hace un llamamiento a todas las organizacio-nes, grupos y personalidades de los sectores independentistas, obreros y popu-lares (antioligárquicos), a buscar la unidad de acción en un frente común decara a la posición política a tomar con respecto a la alternativa democrática.”

En respuesta a este llamamiento nace en diciembre de 1974 Eusko AlderdiSozialista, EAS, formado por un grupo de personas que se mueven en el campocultural euskaldun. EAS se transformará después en EHAS.

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ETA político-militar decide celebrar la segunda parte de la VI Asamblea afines de enero de 1975. Pertur defiende en ella que las Comisiones ObrerasAbertzales rebajen su programa al de la liberación nacional y social. El primi-tivo nombre de COA, ligado a LAIA, se cambia por su nombre vasco deLangile Abertzaleen Batzordeak, LAB.

En cuanto a la lucha armada, se sustituye la estrategia de la insurrección porla de “la guerra de desgaste, basada en la incapacidad de lograr derrotar alenemigo militarmente y con el objetivo de forzar una negociación políticacuyos términos vendrían determinados por la correlación de fuerzas”. Estateoría tendrá un largo recorrido, pero no en ETA p-m, sino en ETA m.

El 25 de abril de 1975, el gobierno español declara el estado de excepciónen las provincias de Bizkaia y Gipuzkoa, lo que no impide que continúe laofensiva militar, ni que las fuerzas políticas de todos los signos elaboren susalternativas a la luz del día. Pero la fortísima actividad desplegada por ETA p-m en los dos campos del partido armado y de la creación de movimientos demasas antisistema está provocando la erosión de sus estructuras. Un informeinterno de la organización habla en noviembre de 1975 de más de 500 militan-tes encarcelados; en lo que respecta a las estructuras militares sólo queda uncomando completo.

Para ETA m, la solución al estrangulamiento organizativo pasa por la trans-formación de ETA político-militar en un partido obrero exclusivamente políti-co, quedando ella como la única organización armada; tesis desarrollada en elZutik 65 de agosto de 1975.

En septiembre de 1975 Franco confirma la pena de muerte de los militantesvascos Txiki y Otaegui y de los militantes del FRAP Baena, García Sanz ySánchez Bravo. La respuesta en el País Vasco es muy intensa, y la repulsa inter-nacional, clamorosa.

De la muerte de Franco al referéndum de laReforma: el desdoblamiento de ETA p-mFranco muere el 20 de noviembre, y Juan Carlos de Borbón es ascendido comomonarca a la jefatura del Estado. En los meses que siguen, la lucha por laamnistía arrebata el protagonismo a las organizaciones armadas y produce cier-to repliegue de sus actuaciones. El movimiento pro-amnistía presenta una doblenaturaleza: en los pueblos tiene un funcionamiento asambleario y unitario; enlas capitales lo dinamizan personalidades conocidas del mundo jurídico, artís-tico y deportivo.

ETA militar explicita en el Zutik 66 de marzo de 1976 su concepto de amnis-tía; ésta “no puede ser lograda como fruto de una gracia del Gobierno, sino úni-camente a través de la lucha popular, bien mediante acciones armadas...bien através de movilizaciones populares”. Este concepto difiere de las motivacioneshumanitarias de las gestoras de las capitales.

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El 21 de julio tiene lugar un hecho que aún no ha sido esclarecido, el de ladesaparición de Pertur. Al día siguiente, un grupo denominado “AlianzaApostólica Anticomunista de España” reivindica en Barcelona el secuestro.Para ETA político-militar, en estos momentos, la autoría de extrema derechaespañola de la acción no presenta duda alguna.

En este mes de julio, Adolfo Suárez, hombre del Movimiento, es nombradopresidente del gobierno. Se declara decidido partidario de llevar a cabo los doshitos de la Reforma, el referéndum y las elecciones generales, y decreta una“amnistía” de la que una vez más quedan excluídos los llamados “delitos desangre”. Pero los sucesivos indultos van vaciando las cárceles de presos vascos.Robert Clark indica que de 749 presos vascos en noviembre de 1975 se ha pasa-do en noviembre de 1976 a 150.

Es en este período cuando se sientan las bases del desdoblamiento de ETApolítico-militar. En julio de 1976, ETA p-m anuncia “la creación de un PartidoIndependentista y Revolucionario que sea capaz de dirigir, de una forma efec-tiva, la lucha que la clase obrera y todo nuestro Pueblo están llevando”.

Los trabajos del grupo Otsagabia, animado por el desaparecido Pertur, teori-zan esta estrategia. Otsagabia plantea, como única solución viable a la situaciónactual, “la separación organizativa entre la lucha política y la lucha armada;y la creación de un Partido, vanguardia revolucionaria de la clase obrera y detodo el pueblo vasco, de carácter independentista”. El Partido debe aprovechartodos los foros que se le brindan, incluyendo los electorales.

Se afirma paralelamente que lo que tiene techo no es la lucha de masas, sinola lucha armada; de ahí que ésta deje de tener un carácter de vanguardia, parapasar a tenerlo de cobertura y retaguardia respecto a las conquistas obtenidaspor las masas, convirtiéndose en un elemento garantizador de las conquistaspopulares y en factor de disuasión.

La fase de armonía que se abre a continuación entre ETA m y ETA p-m haceposible la constitución formal del KAS en el mes de agosto. Este organismo,integrado por EHAS, ETA-PM y LAIA, pretende ser una “mesa de debate obli-gatoria entre las organizaciones que lo constituyen”. Su programa comprendeentre otros los siguientes puntos: disolución de las fuerzas represivas y peticiónde responsabilidades; Navarra, incluída en Euskadi; un grado de autogobiernonacional superior al que plasmaba el Estatuto del 36; considerar a EuskadiNorte como parte del pueblo vasco; bilingüismo priorizando el euskera.

La VII Asamblea de ETA político-militar que se celebra en el mes de septiem-bre de 1976 para llevar a cabo el desdoblamiento invita a la Asamblea a unadelegación de ETA militar. Los Comandos Bereziak, cada vez más opuestos ala línea del grupo Otsagabía, ven sus posturas derrotadas por las de los otsaga-bianos en una relación de tres a uno.

El nuevo partido comienza a funcionar con el nombre de EIA, EuskalIraultzarako Alderdia, Partido para la Revolución Vasca. El grueso de su mili-

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tancia lo forman exmilitantes de ETA p-m, junto con algún aporte externo,como el mío.

ETA militar saluda alborozada en su Zutik 67 de noviembre de 1976 lasResoluciones de la organización político-militar. Pero las tesis sobre la luchaarmada que se presentan en este Zutik divergen por completo de las expuestaspor ETA-pm. ETA m dice en él que “la lucha armada es la única actividad ina-similable por la burguesía en el marco de una democracia burguesa”, y quemientras se mantenga “la negativa unilateral por parte de las fuerzas en elpoder de aceptar la alternativa del KAS”, el tipo de acción armada ha de ser“de carácter ofensivo”. Estamos lejos, pues, del carácter de retaguardia queOtsagabía atribuye a la lucha armada en esta nueva fase política.

Las concepciones de ETA-pm sobre el nuevo partido son expresadas en dostrabajos de octubre del 76. El trabajo titulado “En torno al poder popular” sesirve de modo prácticamente exclusivo del pensamiento de Gramsci en la elec-ción de sus significantes; lo que arrincona los sucesivos discursos anti-imperia-listas utilizados en la historia de ETA. Según el segundo trabajo, el Arnasa 1,la estrategia de poder popular significa entre otras cosas “participar en losorganismos e instituciones oficiales”, véanse la elecciones.

El referéndum sobre la ley de Reforma Política aprobada por las Cortes tendrálugar el 15 de diciembre del 76. El KAS lanza la consigna de huelga general parael día de la celebración del referéndum, que será poco seguida. Pero mientrasque la participación en el Estado ha sido del 79,9%, los votos se distribuyen asíen los territorios vascos: Alava, 72,44% de votantes; Navarra, 70,64%; Bizkaia,50,4%; Gipuzkoa, 42,46%, porcentajes los más bajos del Estado.

La aprobación del referéndum en el Estado español inaugura una nueva fasepolítica, la de la “reforma pactada” con sectores del régimen favorables a lademocracia formal, la cual da finiquito al proyecto de “ruptura democrática”de la oposición. En el País Vasco se mantendrá por el contrario una efervescen-cia de ruptura.

Del referéndum a las elecciones de junio de 1977:la escisión de la izquierda abertzaleEn Enero de 1977 comienza a discutirse en el seno del KAS la actitud a adop-tar ante las elecciones. Las dos organizaciones armadas toman ahora las rien-das del debate; ETA-pm luchará por la participación, y ETA militar por la abs-tención. Mientras que para la primera la participación en las elecciones consti-tuye la concreción de sus teorías sobre el poder popular, para la segunda lalucha armada y su protagonismo en ella dejarían de tener sentido si el KAS par-ticipase en los comicios.

Según el acuerdo tomado en el seno del KAS el 28 de febrero, la participa-ción definitiva en las elecciones “queda condicionada al cumplimiento de doscondiciones:

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a) La amnistía total en su figura de salida de todos los presos vascos y vueltade los exiliados.b) Las libertades democráticas en su figura de libertad plena de actuación enla campaña”.

El cumplimiento de las condiciones citadas “será exigido un mes antes de laselecciones”.

Las movilizaciones de la Semana Pro-Amnistía del 26 de febrero al 6 demarzo refuerzan las actitudes abstencionistas. La reivindicación de amnistía sepresenta en ella como opuesta a la Reforma; el lema coreado en todas las mani-festaciones es el de “Amnistía ez da negoziatzen” (la amnistía no se negocia).EIA empieza a dejar de ser visto por los sectores abertzales más radicales comouna fuerza revolucionaria, mientras que EHAS aparece como el organizador deeste movimiento anti-represivo.

EHAS celebra su II Asamblea extraordinaria en marzo. La concepción delKAS como bloque dirigente sustituye a la del partido dirigente. Si “la amnis-tía no se negocia”, tampoco son negociables los puntos de la alternativa KAS.EHAS propugna en consecuencia la transformación de los organismos demasas del KAS en ese partido.

ETA-pm ofrece el 20 de marzo al gobierno español una tregua de atentados acambio de la liberación de los presos. Los Comandos Bereziak manifiestan enel Kemen 13 su “más enérgica negativa a la propuesta del BT sobre la procla-mación de la tregua”.

El 3 de abril hace su presentación pública en Gallarta el nuevo partido EIA(Euskal Iraultzarako Alderdia, Partido para la Revolución Vasca). Su“Manifiesto a la clase obrera y al pueblo de Euskadi” identifica independentis-mo y marxismo-leninismo. EIA, se dice, actuará en el seno del KAS; pero sólomientras EIA no se constituya en el partido dirigente proyectado. Se defiendeuna alianza con las fuerzas estatalistas revolucionarias en el seno del “EuskalErakunde Herritarra”.

Las elecciones generales para el Congreso y Senado tendrán lugar el 15 deJunio de 1977. EIA, coherentemente con lo expuesto en su “Manifiesto”, pro-pone ampliar las candidaturas a fuerzas como ESEI, Carlistas, EuskoSozialistak, Movimiento Comunista. LAIA y EHAS, aunque no se oponen aello, se desvinculan de hecho del proyecto. La coalición recibe el nombre deEuskadiko Ezkerra, la Izquierda de Euskadi, la cual queda reducida en realidada un acuerdo EIA-MK.

Los Comandos Bereziak denuncian en un comunicado las negociaciones dela Dirección p-m con el Estado, y afirman haber expulsado a “todos aquellosmilitantes que han contribuido directamente a este juego maniobrista”. ETAmilitar decide apoyar a los Bereziak.

En realidad, las diferentes opciones organizativas responden a planteamien-tos políticos profundamente divergentes. Por parte de ETA militar (y de los

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Bereziak), enfrentamiento frontal con el Estado español nacido de la Reforma,potenciación de una comunidad civil propia nacida de la lucha anti-represivacontra el Estado, e identificación afectiva con la lucha armada. Por parte deETA político-militar, conquista de la hegemonía en el seno de la sociedad civilvasca, y ello dentro del nuevo marco político que va a crearse en el Estado.

Las Gestoras Pro-Amnistía convocan una semana pro-amnistía a partir del 8de mayo. El día 10, una comisión formada por cinco representantes de las fuer-zas nacionalistas se entrevistan en Madrid con Adolfo Suárez, no consiguiendode él el compromiso de liberación de todos los presos para el 24 de mayo. Segeneraliza el paro total, y la semana deja un saldo de cinco muertos y numero-sos heridos.

Una vez que los candidatos del KAS en Euskadiko Ezkerra han decidido reti-rar sus candidaturas, el Consejo de Ministros toma el 20 de Mayo la decisiónde proceder a indultos-extrañamientos de los presos “históricos”, entre ellos loscinco condenados a muerte en el proceso de Burgos de 1970.

El 29 de mayo EIA decide condicionar su participación a la excarcelación detodos los presos políticos vascos, no ya para el 30 de mayo, sino para el 15 dejunio; lo que, en definitiva, supone la participación plena en la campaña electo-ral. Un tercio de sus militantes se han pronunciado por la abstención.

Se produce el extrañamiento de nueve presos vascos a diferentes países deEuropa; pero llega el 15 de junio, día de las elecciones, sin que hayan salido enlibertad todos los presos. Euskadiko Ezkerra consigue en ellas un diputado y unsenador.

ETA militar retira en el Zutik 68 de julio de 1977 su apoyo a EIA, y anunciasu línea de actuación: promocionar la lucha popular, la cual se considera con-sustancialmente unida a la lucha armada. El Hautsi número 15 de ETA políti-co-militar de julio de 1977 elimina por su parte toda vacilación abstencionista.

Tras 15 de junio, EIA intentará llevar a cabo una política rupturista en el senomismo de las instituciones nacidas de la Reforma. Ello conducirá en breve a lossectores de EIA más influyentes a introducir correcciones que aminoren la ten-sión rupturista.

El contenido de este artículo responde a la invitación hecha en tal sentido por la redac-ción de VIENTO SUR. Presento en él un resumen de la evolución de las organizacionesde la izquierda abertzale en el período indicado (1974-elecciones generales de Junio de1977) tal como ha sido descrita en mi tesis doctoral a partir de los documentos organi-zativos de las mismas, tesis publicada posteriormente en forma de libro en R&BEdiciones (“Historia del nacionalismo vasco y ETA”, Volúmenes I, II, y III, 1994); y lohago en forma de relato sin conclusiones.

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Francisco Letamendia es profesor de la UPV-EHU.

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Documentos de las organizaciones (1974 – 1977)ETA militar• ETA’ren Agiria (1974). • Zutik, 65 (1975). • Zutik, 66 y 67 (1976). • Zutik, 68 (1977). • Zutik, 69 (1978). • ETA’k Euskal-Herriari (1977). ETA político-militar• Hautsi: 6, 7 y 8 (1975); 9 a 14 (1976); 15 y 15 bis (1977)• Kemen: 4 (1974); 5 y 6 (1975); 7 y 8 (1976); 9 a 16 (1977) • Langile: 2 (1975). • A la clase obrera y al pueblo de Euzkadi (1974). • A todos los militantes de la Y, 1974. • Comunicado de la 2.ª parte del VI Biltzar Nagusi de ETA (1975). • Aberri Eguna 1975. • Programa del Herrikoi Batasuna (1975). • Actas de la reunión de Biarritz (1975). • Informe sobre la alternativa (1976). • Apuntes de un debate sobre el partido,1976. • ETA y la lucha armada: experiencias de ayer, tareas de hoy, Otsagabía (1976). • A todo el pueblo vasco: Manifiesto del VII Biltzar Nagusia de ETA (1976). • Reunión de KAS (1977). • Informe sobre las dificultades existentes en KAS (1977). • Comunicado-denuncia de ETA a la clase trabajadora y al pueblo vasco.Bereziak (1977). • Comunicado del BT de ETA (p.m.).Bereziak (1977). • Carta a la militancia (1977). EHAS• Erkide (1975). • Manifiesto de EHAS (1976). • Asteroko (s/n.,1976-1977). • Informe sobre los debates del KAS (1977). • Asamblea de la Convergencia de Arechabaleta: Ponencias (1977).EIA• Manifiesto de presentación de EIA (1977). • Boletín interno: 3, 4, 6, 7, 8, 9 y 10 (1977). • Bultzaka: 1, 2 y 3 (1977).• Circular del K.E.Interno: 2, 3 y 4 (1977).• Anasa: 1. Material de debate para la mesa de reagrupamiento (1976). LAB• Tesis sobre LAB (Kemen,6),1977. • Comunicado de LAB a la clase trabajadora de Euskadi: Principios fundamentales de LAB(1975). • Euskadiko Langileentzat nahi dugun Sindikatua (1976). • Debate abierto: Hacia un Sindicato obrero vasco (Hautsi,13),1976. • Algunas notas sobre el Sindicato (1976). • Asamblea de LAB (Octubre 1976) (Kemen, 11) (1977). LAIA• Sugarra 1 (1975).• Sugarra 2 y 3 (1976).• Sugarra 5 Y 6 (1977).• Resoluciones de la 1.ª Parte de la II Asamblea (1976).

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Con Franco ya en la cama, languideciendo hacia la muerte, más de trescientosdirigentes obreros fueron convocados a una conferencia en Francia. Allí elsecretario general del PCE les arengó en un sentido muy determinado. En esemomento

la clase obrera, a través de su lucha, a través del movimiento de ComisionesObreras y del Partido, es la vanguardia efectiva de la lucha democrática.(...)podéis dirigir una gran lucha de masas de los trabajadores. Pero, para eso –yes algo que yo quiero subrayar, camaradas, después de las discusiones quehemos tenido aquí–, hay que tomar plena conciencia de que la lucha que tene-mos ante nosotros, ahora, en el movimiento obrero, en el movimiento demo-crático –pero yo recalco en el movimiento obrero– es, ante todo y fundamen-talmente, una lucha de carácter político. Que el objetivo fundamental de esalucha es político: aprovechar el desequilibrio que provoca la desaparición deFranco para derribar, para destruir el conjunto del régimen franquista, paraallanar el terreno sobre el cual va a levantarse en un nuestro país un sistemademocrático. ¡Ese es el contenido esencial de toda nuestra lucha, de toda vues-tra lucha, de toda la lucha de la clase obrera hoy!/1.

Una arenga que, después de algunos intentos anteriores para forzar el paso haciauna lucha más directa contra el régimen saldadas con resistencias por parte de lospropios dirigentes obreros, marcaba el fin de un ciclo y el inicio de uno comple-tamente nuevo.

En el ciclo que ahora terminaba el partido había conseguido, después de los fra-casos de la Jornada de Reconciliación Nacional de 1958 y de la Huelga NacionalPacífica de 1959, devenir en el partido de los movimientos sociales opositores ala dictadura. Un proceso que se gestó a partir de una estrategia de trincheras que

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7. La izquierda contra el franquismo

Xavier Domènech Sampere

El PCE en el proceso de cambio políti-co. La voluntad de ser arte y parte

1/ Arxiu Nacional de Catalunya (ANC), Fons PSUC, Santiago Carrillo; Gregorio López Raimundo, Sobre elmovimiento obrero, Edita el CE del PSUC, noviembre de 1975, Doc. po. Del CE, caja 9.

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subordinaba, no sin contradicciones, la acción política a la social en una progre-siva acumulación de fuerzas con varios objetivos: llevar a la articulación de lo quese llamó en ese momento espacios de libertad, a la creciente erosión de la dicta-dura y a la extensión de una protesta social que, cual mancha de aceite, finalmen-te comportaría el fin de la dictadura (Domènech, 2008). Un ciclo que en definiti-va ahora se cerraba. Se trataba, según proclamaba el secretario general del PCE,de pasar de la lucha de trincheras a la de movimientos directos contra la dictadu-ra, impulsando un nuevo ciclo de protestas. ¿El objetivo? No otro que la caída dela dictadura. ¿El piloto? El partido del antifranquismo/2. Pero no fue así, o no fueexactamente así. De hecho en el proceso de cambio político ciertamente el PCEprobablemente tuvo, exceptuando el período de la Guerra Civil, una capacidad deincidencia e influencia como nunca, pero, a pesar de ello, ese momento no devi-no para él prologo de una nueva historia, sino en gran parte el epilogo/3.

El partido del antifranquismo Para la consecución del fin de la dictadura, el PCE había diseñado dos herramien-tas fundamentales, y fundamentalmente ligadas, ya desde mediados de los añoscincuenta. Con múltiples mutaciones, y una progresiva sofisticación en el inten-to de adaptarse a una realidad cada vez más compleja, la primera de ellas busca-ba la activación de la clase obrera y, posteriormente, del resto de la sociedad enuna Huelga Nacional; la segunda, que tenía tanto que posibilitar esa accióncomún para hacer caer al régimen como dar una salida a su desaparición, busca-ba la unidad de las fuerzas políticas antifranquistas. (Sánchez Rodríguez, 2004)

A la primera se le llamó Huelga Nacional Pacífica en el 1959, Huelga NacionalPolítica en 1963, cuando ya no se tenía tan claro que la caída del franquismo media-se sin violencia, Huelga General Política y Huelga Nacional, separando la primeraque sería obrera de la segunda que sería del resto de la población, o, finalmenteAcción Democrática Nacional ya en el período que nos ocupa. La segunda reves-tía, si cabe, un mayor complejidad cruzada de dos paradojas. El PCE era el princi-pal partido del antifranquismo y en ese sentido ocupaba un papel central en su arti-culación política, pero a su vez era un partido comunista en medio del contexto dela Guerra Fría y el anticomunismo no era sólo patrimonio de la dictadura en estesentido, lo que dificultaba enormemente su capacidad para establecer alianzas polí-ticas. En este marco sólo su relevancia como partido de los movimientos había con-seguido superar, parcialmente, esta situación. Así, fue desde su presencia en losmovimientos sociales como se pudo articular en la Taula Rodona, primera expe-riencia unitaria del antifranquismo catalán vinculada a los hechos de laCaputxinada protagonizados por los estudiantes, en 1966; en la Coordinadora deForces Polítiques de Cataluña, después de la experiencia del Estado de Excepciónde 1969 que evidenció hasta que punto el partido comunista catalán garantizaba la

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2/ Expresión utilizada por Carme Molinero y Pere Ysàs (Molinero e Ysàs, 2004).3/ No es motivo de este texto el intento de explicar la contribución del PCE al proceso de cambio político, sinoaproximarse tan sólo aquellos elementos que explican su evolución como partido a través del mismo.

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continuidad del antifranquismo social; y, posteriormente, en la Assemblea deCatalunya. Pero este era el caso del PSUC, un partido que se movía en un tejidosocial antifranquista singularmente denso (Molinero e Ysàs, 2010; Cebrián,1997).En el caso del PCE no se pudo articular una primera plataforma unitaria, la JuntaDemocrática que reunía también al PSP de Tierno Galván, a las CC OO, al PartidoCarlista de Carlos Hugo y a personalidades independientes, hasta una fecha tan tar-día como julio de 1974. Articulación que fue acompañada, además, por la apariciónde un competidor en la forma de la Plataforma de Convergencia Democrática pilo-tada por el PSOE en junio de 1975, acompañado en este caso por democratacristia-nos, el Movimiento Comunista o la Organización Revolucionaria de Trabajadores.Pero si esta era la primera paradoja a la que se enfrentaba el PCE, en una de las pie-zas claves de su estrategia política, había todavía otra relacionada con esta primera.

En el desarrollo del antifranquismo el papel que se autootorgaba el PCE lo con-vertía en arte y parte del proceso, en una tensión no siempre bien resuelta. Comoprincipal partido de los sectores populares en el marco del antifranquismo debíapoder defender sus intereses, de la misma forma que los sueños de parte de lamilitancia que surgía de ellos. Como principal partido con la voluntad de articu-lar la unidad del antifranquismo debía estar dispuesto a pactos cada vez másamplios e interclasistas. Doble realidad que a veces entraba en contradicciones.En este sentido, la política de alianzas se amplió en sus herramientas precisamen-te para intentar integrar las dos realidades. En la segunda mitad de los sesenta, enun momento donde el PCE sufrió varias escisiones por la izquierda, a la vez quecrecían las organizaciones de la izquierda radical, se empezó a formular en estesentido, complementando y ampliando la tradicional política de alianzas para laconsecución de la democracia, la idea de la Alianza de las Fuerzas del Trabajo yla Cultura que permitiría dotar de base una democracia política y social avanza-da y vislumbrar la posibilidad del camino hacia el socialismo, sin caer en:

El error principal de los grupos “izquierdistas” –que– radica en su subestimacióndel papel decisivo que la participación en la lucha reivindicativa y la propia expe-riencia juegan en el proceso de toma de conciencia revolucionaria de los traba-jadores y de las masas en general. A causa de esto, estos grupos no ven la nece-sidad de escalonar los objetivos revolucionarios, de colocar en primer términoaquellos que en cada momento pueden hacer avanzar el proceso de marcha haciael socialismo, de realizar una política de alianzas que junte en cada momento almayor número de fuerzas contra el adversario principal, cosa que les lleva anegar el carácter revolucionario inmediato de la toma del Poder por el proletaria-do. Desconocen de esta manera las enseñanzas de Lenin y la experiencia revolu-cionaria internacional. Olvidan que meses antes de la Revolución de octubre seprodujo en Rusia la revolución de febrero que derrocó el zarismo. Pasan por altoque la revolución cubana derrocó el poder dictatorial de Batista apoyándose enuna coalición de fuerzas que incluía una parte de la burguesía nacional y enarbo-lando la bandera de la constitución de 1940 y que sólo posteriormente se pasó enCuba a la etapa socialista de la revolución. Cierran los ojos, así mismo, a lasenseñanzas que aporta la política que sigue el Frente Nacional de Liberación del

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Vietnam del Sur (FNL) el cual, a pesar de que las cuatro quintas partes del terri-torio del Vietnam del Sur están en su poder, preconiza en su Programa la forma-ción de un Gobierno de unión nacional y democrático que agrupe a las personesmás representativas de todos los sectores populares, las nacionalidades, las reli-giones, de todos los partidos patrióticos y democráticos, así como a otras perso-nalidades y fuerzas patrióticas que han contribuido a la liberación nacional/4.

Pero más allá de la plasmación práctica de esta alianza –se podría argumentar queen parte la Assemblea de Catalunya y, también en parte, los debates que se vivie-ron en la misma durante el año 1976 tuvieron algo que ver con este tema– lo cier-to es que una vez formulada como opción estratégica de fondo quedó práctica-mente en esto: en una opción estratégica de fondo. Fue lo que se llamó Pacto porla Libertad, que tenía como objetivo principal la ampliación constante de alian-zas en el intento de derrocar la dictadura, lo que realmente se puso en juego. Enese contexto, por ejemplo, en el marco del desarrollo del Pacto por la Libertad seasumía durante la celebración del VIII Congreso del PCE en 1972 la integraciónde España en el Mercado Común. De esta forma se evitaba, según el partido, quela integración europea se convirtiera en una bandera que permitiera el aislamien-to de los comunistas, ya que

(...) no cabe duda que la aceptación del Mercado Común constituía la basesobre la que la derecha social (...) pensaba poder agrupar a todas las fuerzasexcluyendo a la clase obrera, excluyendo al Partido Comunista, aislando alPartido Comunista y capitalizando al movimiento democrático en nuestro país.Y una alianza, un acuerdo que fuese desde los centristas hasta la derecha delPartido Socialista sería el tipo de acuerdo que garantizaría el desarrollo neoca-pitalista en nuestro país/5.

Este era un camino que por algunos instantes, como los vividos posteriormente ala muerte de Carrero Blanco en 1973, incluía la posibilidad la convergencia conlos sectores reformistas del régimen, en un momento donde:

Nuestro país entra en una fase crítica cuya trascendencia nadie puede minimi-zar. La crisis del régimen dictatorial, mucho tiempo larvada, ha quedado abier-ta tras la muerte del Almirante Carrero Blanco. Las cosas han transcurridodiferentes a como todos imaginaban. No es el General Franco quien se esfumasino quien estaba destinado a garantizar la sucesión en su continuidad.. (...) Enesta hora nadie puede encerrarse en el papel de espectador. Todos debemos serprotagonistas (...) es indispensable un diálogo, una convergencia que rompa lasbarreras entre los que dicen querer cambiar el sistema desde de dentro y losque hemos sido situados implacablemente durante decenios fuera de toda lega-lidad (...) Si la voz responsable del Partido Comunista no es escuchada, si nose emprende el logro de soluciones políticas de convergencia que permitan irhacia un gobierno de amplia coalición, con libertades, con libre consulta al

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4/ ANC, Fons PSUC, Deturar la repressió, acabar amb l’immobilisme, imposar un canvi democràtic. Informepresentat per Gregori López Raimundo en nom del Comitè Executiu del P.S.U. de Catalunya en una reunió decomunistes catalans, enero de 1969, caja 55. Traducido del catalán.5/ ANC, Fons PSUC, Intervencions polítiques, III Congreso del PSUC, febrero de 1973, caja 4.

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pueblo para que éste, sin revancha, reconciliado, enterrada la hacha de la gue-rra civil, decida soberanamente los destinos de España, las clases dominantesserán responsables una vez más, ante la historia del periodo de violencia quepuede instalarse en nuestro país /6.

De hecho en los posibles desarrollos del Pacto de la Libertad, en unas fechas tantempranas como 1970, ya se llegó a entrever la posibilidad de que:

La cristalización del Pacto para la Libertad puede incluso determinar que elGobierno, o los gobiernos que todavía surjan dentro de este régimen, sean losde su liquidación. Se habla de la posibilidad de un nuevo Gobierno que desem-peñe un papel de transición, de liquidación de lo actual. Por muy difícil queparezca, eso no es imposible (...). Todo depende en esta situación de que hayauna auténtica alternativa potenciada por un fuerte apoyo popular en la calle.Esa alternativa y el movimiento popular pueden vaciar progresivamente alGobierno de su capacidad de resistencia, restarle día tras día sus apoyos, obli-garle a realizar, cualesquiera que hayan sido sus intenciones originales, unapolítica de liquidación del régimen”/7.

De todas formas esa era una posibilidad inicialmente marginal en el desarrolloestratégico del PCE. Lo que no fue marginal es la tensión entre ser el principalpartido que pretendía representar a las clases populares, y los mismos sueños desu militancia, y la voluntad de ser, a su vez, el principal defensor de la unidadantifranquista, en una concepción extremadamente amplia de esa unidad. Estafue una tensión que en diferentes momentos y contextos acabó por atravesar todala dinámica del Partido Comunista durante el proceso de cambio político, hastaacabar por afectarle en su vida interna.

De la calle a los despachosSi el secretario general del PCE había pedido la activación de la movilizaciónsocial en los momentos finales del dictador, lo cierto es que ésta, por múltiples fac-tores, tomó una dimensión inusitada durante el primer semestre de 1976. A lo largode ese año, clave en la consecución del fin de la dictadura, 110 millones fueron lashoras perdidas en conflictos laborales, por sólo 10 millones en 1975, en un paísdonde el derecho a huelga no existía y a pesar de ello se ponía a la vanguardia dela conflictividad europea. Una oleada de huelgas que se concentró en el primersemestre y que contenía en ella huelgas de carácter local, comarcal o provincial conun alto contenido político y que, en cierta manera, prefiguraban la imagen de lahuelga general política como antesala de la caída del franquismo. En este sentido,los conflictos locales, en un marco de conflictividad generalizada y en un tempopolítico muy concreto, visualizaban como la agregación de conflictos, en forma demancha de aceite, podía llevar a una huelga general que, seguida de la Acción

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6/ ANC, Fons PSUC, Declaración del Pleno del CE del Partido Com. De Esp., texto tomado de la escucha dela REI, Editado por el CE del PSUC, diciembre de 1973, caja 8. 7/ Carrillo, S. Libertad y Socialismo, París, Éditions Sociales, 1971, págs. 46 – 47.

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Democrática Nacional de toda la población, consumaría la caída de la dictadura yla instauración de un Gobierno Provisional conformado por el conjunto de la opo-sición (Domènech, 2002). Y si la primero, la Acción Democrática Nacional, pare-cía poderse tocar ya con los dedos, lo segundo, la unidad del antifranquismo, seencontraba también en un proceso acelerado. Tal como había esperado el PartidoComunista, la movilización social y política fue un acicate hacía la unidad del anti-franquismo político. Finalmente, las dos principales plataformas unitarias del anti-franquismo, pilotadas por el PCE y el PSOE respectivamente, se fusionaron enCoordinación Democrática en marzo de 1976. Pero el proceso no culminó allí,nuevos grupos se fueron incorporando hasta la conformación final en octubre de laPlataforma de Organismos Democráticas. Una unidad, de todas formas, que no sehizo sin una transformación. La omisión de la necesidad de ir hacia una AcciónDemocrática Nacional en ese proceso, llevó a la centralidad de la idea de una rup-tura pactada. Pero fue otro actor el que rompió con la idea la posibilidad de queuna caída del régimen llevase a la formación de un gobierno provisional.

La caída del primer gobierno de la monarquía, presidido por Arias Navarro, ysu sustitución en junio de 1976 por el nuevo gobierno de Adolfo Suárez, supusoun cambio radical en las posiciones que había operado el cambio político para elantifranquismo y el PCE, hasta entonces. La imposibilidad de un proyecto mera-mente reformista del franquismo, dada la capacidad de movilización social mos-trada por la oposición en la calle, llevó a que éste fuera asumiendo progresiva-mente el programa de la oposición. Este fue uno de los grandes éxitos del anti-franquismo, y en este sentido del mismo PCE, pero también se dio en unas con-diciones distintas y con limitaciones a aquello que se había proyectado desde lasplataformas unitarias. Un cambio que fue percibido desde la dirección comunis-ta y que impuso unas nuevas reglas del juego. Tal como se debatía en la direccióndel PSUC en esos momentos:

De un gobierno que quería imponer la reforma (...) desde posiciones autorita-rias (Fraga), a un gobierno que está dispuesto a negociar la reforma (...) haempezado una campaña de aproximación y discusión (no de negociación aún)con la oposición (aunque no con toda y no colectivamente: evitando un frentecomún de toda la oposición a nivel estatal). (...) Pero esta disposición introdu-ce un elemento nuevo a la situación. ¿Se tiene que negociar con el gobierno?(...) mientras el gobierno quiere elecciones a Cortes, reguladas y controladaspor el propio gobierno (...), nosotros queremos elecciones constituyentes, esdecir con garantías: presidido por un gobierno provisional representativo detodas las fuerzas democráticas a nivel de Estado. Se trata de negociar la ruptu-ra, no la reforma. (...) Este es el gran debate (...) Para nosotros hay cuestionessine qua non, cuestiones fundamentales, a las que no podemos renunciar (...).Pero somos una fuerza política responsable. Hacemos política y no demagogia.Por esto cuando hacemos propuestas, las hacemos de acuerdo con la correla-ción real de fuerzas del país y no formulamos propuestas utópicas. Y cuandohablamos de ruptura tenemos en cuenta los dos términos: ruptura - pactada.(...). En España no habrá Democracia contra el ejército (...) Y esto no responde

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a un deseo del P., sino a la correlación real de fuerzas. Si perdemos de vista lacorrelación real de fuerzas, no habrá libertades. Es por eso que, cuando habla-mos de condiciones para la ruptura, tratamos de encontrar un punto de equili-brio que permita el Pacto: no hacemos demagogia, hacemos política /8.

Una nueva realidad que llevó al PCE a una nueva agenda política, donde la discu-sión ya no fue como provocar la caída del régimen, sino en qué condiciones se iballegar a un proceso electoral. Una nueva baraja de cartas se repartió en esta parti-da. Donde antes estaba el intento de producir una huelga general de la clase obre-ra, en un proceso de mancha de aceite que llevase al fin de la dictadura, ahora lashuelgas y las protesta, y con ello los movimientos sociales, se convertían para elpartido en un recursos para forzar la negociación con el gobierno. El máximo expo-nente de esto fue la convocatoria, a la vez que se intentaban limitar en esta nuevaetapa los conflictos de larga duración a nivel local o comarcal, de la huelga gene-ral de un día del 12 de noviembre de 1976, en el contexto del referéndum por lareforma política celebrado finalmente el 15 de diciembre. Pero no sólo fue ese elcambio. Donde antes había un progresivo proceso de unidad antifranquista, ahoralas dinámicas de divergencia empezaban a hacer acto de presencia. Hechos comola celebración abierta del congreso de la UGT en el interior en abril de 1976, en losmismos instantes que la dirección de la UJCE era detenida y sometida a torturas /9,o la celebración tolerada en diciembre del congreso del PSOE con el respaldo dedirigentes internacionales de la Internacional Socialista, mostraban a las claras queno todos serían tratados por igual. Y en este mismo sentido, finalmente, dondeantes se trataba de conseguir pilotar a un bloque antifranquista, ahora, con progre-siva ansiedad se trataba de conseguir la legalización, la salida a la superficie, con lacelebración de actos públicos, forzando a su vez la presencia de los dirigentes enla legalidad, que tuvo su coronación con la detención y posterior liberación deSantiago Carrillo el 22 de diciembre de 1976, para poder llegar a las elecciones.Casi todos los recursos del partido se centraron en definitiva, ante las disyuntivaprovocada por la convocatoria de elecciones para el 15 de junio de 1977, en:

Ir: Es la mejor manera de conseguir las 7 condiciones, la mejor manera de con-quistar nuestra legalización. No ir querría decir seguir con una actividad testimo-nial, que nos aislaría de la escena política y reduciría nuestra incidencia. La bata-lla política no se libra en el terreno que nosotros hemos escogido, sino (...) en elterreno de les elecciones de la reforma. ¿Podríamos esperar a qué se diesen lascondiciones? Los demás se pondrían delante nuestro. (...) El cambio táctico no espara aceptar los éxitos de la reforma, sino para resituar nuestra política en suterreno para conseguir nuestros objetivos (...). No podemos colocarnos a la defen-siva ante las elecciones. Eso nos llevaría al dilema “electoralistas” y “moviliza-dores”. Hoy ser electoralistas quiere decir ser movilizadores. El punto másimportante de movilización son las elecciones. (...) La movilización fundamentales la campaña electoral. Todo ha de estar supeditado a la campaña electoral/10.

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8/ ANC, Fons PSUC, Informe de conjuntura, CE, manuscrito, 21 de julio de 1976, caja 9. Traducido del catalán.9/ ANC, Fons PSUC, Llibertat per Domènec Martínez, 23 de abril de 1976, 1272 (I), caja 76.

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Y ciertamente ser electoralista quería decir en ese momento movilizarse.Finalmente los recursos acumulados por el partido, en militancia, en capacidadde incidencia en los movimientos sociales y en el tejido civil, durante décadas detrabajo, para conseguir su legalización en ese 9 de abril de 1977, a pesar de todaslas resistencias del viejo régimen que no fueron pocas. Una legalización tardía, ymás aun en el caso del PSUC que se demoró todavía unas semanas más, que ibaen detrimento de sus posibilidades, una legalización con la que el proceso demo-crático ganaba en profundidad y amplitud, pero una legalización que no llevó alos resultados esperados. Las elecciones del 15 de junio de 1977 marcan uno delos instantes cruciales del fin real de la dictadura. Inesperadamente, si el conjun-to de los partidos que provenían del antifranquismo, en un voto de todas manerasfragmentado, representaban al 48,3% de los electores, los que venían de las filasdel franquismo, en un voto mucho más agrupado que permitió la formación delgobierno de UCD, cosecharon el 43%. Fue este resultado el que marcó el paso delo que eran unas elecciones a Cortes dentro del franquismo, a su transformaciónen Cortes Constituyentes y, por tanto, el paso de un régimen a otro. Pero para elPCE lo cierto era también que si la movilización se había centrado en las eleccio-nes, éstas se habían mostrado muy poco cálidas en sus resultados. La moviliza-ción había luchado por la legalización del partido, y con ella también por laampliación de la democracia, pero no por eso los resultados electorales dejabande ser un jarro de agua fría para los militantes y los dirigentes del partido.

El partido del antifranquismo pasaba a ser ahora un partido. Un partido que yano se encontraba en el centro del debate político, un partido que no se encontra-ba ya ni siquiera en el centro del arco de la izquierda. El 9,2% de votos cosecha-dos lo dejaban a mucha distancia de un PSOE que, con el 29,2% de los votos,coqueteará con una retórica radical, lejos del discurso de la “responsabilidad”comunista, durante todo el primer ciclo electoral de la nueva democracia. El PCEseguía conservando una notable presencia en los movimientos sociales, específi-camente en CC OO, y un importante patrimonio histórico labrado en el campodel antifranquismo, lo que lo dotaba de capacidad de influencia aún en el proce-so político, como se demostró en la redacción de la Constitución, pero el cambiode papel era radical en el nuevo contexto. El intento, en este sentido, de propug-nar una política de concentración nacional con la Unión de Centro Democrático,incluyendo en la misma la firma de los Acuerdos de la Moncloa ya que “impli-can una política de concentración, que es precursora del gobierno de concentra-ción”/11, parecía una prolongación de toda la política anterior en un contextodonde su debilidad era mucho más patente. En todo caso este ciclo quedó yaabsolutamente cerrado en 1982, cuando el PSOE se erigió ya no en el partido dela izquierda institucional, sino en el nuevo partido de gobierno, mientras el PCEcosechaba sólo un 4% de los votos y se quedaba sin grupo parlamentario propio.

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10/ ANC, Fons PSUC, Reunions del comité executiu (1976 - 1977), acta de la réunion del 20 de diciembre de1976, caja 9. Traducido del catalán.11/ ANC, Fons PSUC, IV Congrés PSUC, Informe del CC, octubre de 1977, caja 7. Traducido del catalán.

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El partido ensimismado Más allá de los debates sobre el leninismo, prosovietismo o eurocomunismo,como opciones estratégicas, tácticas e identitarias, que ocuparon gran parte de lavida interna del PCE al final del proceso de cambio político, y que son aún mate-ria de debate en la atribución de responsabilidades sobre lo que pasó, es difícil nover cómo su actuación hunde las raíces en la tradición comunista, mucho antesque en la misma el vocablo eurocomunista ni siquiera se hubiese articulado.Como mínimo comparte una forma de actuación común con los partidos comu-nistas occidentales surgidos de la Segunda Guerra Mundial, aunque en un marcoradicalmente diferente. El ejercicio de la responsabilidad política o lo que sellamó en el caso italiano el pragmatismo coraggioso fueron también señas deidentidad del PCE en este período. Si en Italia la aceptación de la legitimidadmonárquica por parte del principal partido de la resistencia en 1944 o la actitudautocontenida en las manifestaciones posteriores al intento de asesinato deTogliatti en 1948, fueron dos momentos claves des este “pragmatismo valiente”que mostraban al comunismo hacia la sociedad por su capacidad de contención,disciplina y capacidad de integración, también en el caso español se encuentranestos elementos en las manifestaciones posteriores a los asesinatos de Atocha oen la aceptación de la bandera monárquica. En el primer caso, el de la matanzade abogados laboralistas ligados al PCE en enero de 1977, es ya un lugar comúnafirmar que en la gran manifestación posterior el Partido Comunista se ganó lalegalización, en una demostración de poder precisamente como poder autoconte-nido, sereno y silencioso. En el segundo, una vez consumada la legalización, ines-peradamente para la militancia, y gran parte de los propios dirigentes, el ComitéCentral decidía renunciar a la bandera republicana en sus actos oficiales, paraasumir la bicolor, un 15 de abril de 1977 (haberlo hecho el 14 habría podidoaumentar intolerablemente el tono de la broma). En este sentido, a pesar de laeuforia y el crecimiento militante vivido por un PCE ya legal después de casi 40años de clandestinidad, los elementos de autocontención de lo esperado y derenuncias en los propios signos de identidad estuvieron plenamente presentes enla práctica del PCE. El resultado de esta forma de hacer política no supuso paralos partidos occidentales, al menos aparentemente, una erosión electoral para unPartido Comunista Francés que salió de la Segunda Guerra Mundial siendo el pri-mer partido en número de votos de Francia o para un Partido Comunista Italianoque, en su alianza con el PSI, llegó a agrupar el 44% del voto en esos mismosaños. Pero en su caso las condiciones del fin del fascismo, por derrumbamientofinal, y la práctica desaparición, o subordinación en el marco de la resistencia, delas opciones de la socialdemocracia clásica, creaban un contexto radicalmentediferente al vivido por su homologo español en los años setenta. Y en ese contex-to diferente, y la incapacidad para adaptarse a una nueva situación en el que él yano estaba en el centro de la dinámica política, se encuentran parte de las clavesde su deriva al final del período.

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El ciclo electoral se realizó a partir de renuncias. Renuncias a la propia identi-dad, renuncias a las esperanzas de cómo sería esa democracia que nacía en mediode una crisis económica que estaba afectando a la propia base militante del par-tido. Renuncias que a medida que avanzaba un proceso de político de un ritmoextremadamente acelerado, donde las elecciones generales, los referéndums, lasmunicipales y las autonómicas se encabalgaban a la vez que se pretendía cons-truir un partido, se hacían cada vez más acuciantes, en un intento de retomar unproceso que ya no se controlaba. Tal fue el caso del largo debate sobre el leninis-mo, abandonado en abril de 1978 en el IX Congreso. Renuncias que a su vez nose traducían en mejoras apreciables en los resultados electorales. A la vez, si elPCE consiguió ser el partido del antifranquismo, lo consiguió primordialmentesiendo primero el partido de los movimientos sociales, en un momento dondeademás la acción política no tenía ningún espacio institucional de desarrollo. Enese sentido la institucionalización democrática, la bifurcación entre sistema polí-tico y sociedad, supuso una consideración diferente del papel de estos movimien-tos, de los militantes que actuaban en los mismos, que conllevó también una per-dida de influencia en un campo que había sido crucial. Proceso, todo él, que supu-so finalmente una sangría militante, ideológica y, finalmente, identitaria quecerraba todo un ciclo de la historia del comunismo español/12. Parecía que iba aser prólogo, pero finalmente fue epílogo.

Bibliografía:• Cebrián, C. (1997) Estimat PSUC. Barcelona: Empúries.• Domènech, X. (2002) “El cambio político (1962-1976). Materiales para una perspectiva desde

abajo”. Historia del Presente, 1, 46-67.• Domènech, X. (2008) Clase obrera, antifranquismo y cambio político. Madrid: Catarata.• Domènech, X. (2009) “Cenizas que ardían todavía: la identidad comunista en el tardofranquis-

mo y la transición”. En M. Bueno y S. Gálvez (eds.) Nosotros los comunistas. Madrid:Atrapasueños.

• Molinero, C., e Ysàs, P. (2004) “El partido del antifranquismo”. Papeles de la FIM, 22, 103-126.• Molinero, C., e Ysàs, P. (2010) Els anys del PSUC. El partit de l’antifranquisme (1956-1981).

Barcelona: L’Avenç.• Pala, G. (2008) “El PSUC hacia dentro. La estructura del partido, los militantes y el significado

de la política (1970-1981)”. En G. Pala (ed.) El PSU de Catalunya. 70 anys de lluita pel socia-lisme. Barcelona: ACIM.

• Sánchez Rodríguez, J. (2004)Teoría y práctica democrática en el PCE (1956-1982). Madrid: FIM.

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Xavier Domènech Sampere es historiador y profesor de la Universidad Autónoma deBarcelona. Miembro del Centre d’Estudis sobre les Époques Franquista i Democràticasus investigaciones han girado al entorno de la relación entre movimientos sociales ycambio político, las identidades obreras y militantes bajo el franquismo, la memoria delos bombardeos durante la Guerra Civil y la relación entre movimientos memoriales ypolíticas públicas.

12/ El proceso que llevó a la crisis del PCE y el PSUC es mucho más amplio que lo apuntado aquí y ha sidotratado por distintos autores desde distintas perspectivas (Cebrián, 1997; Pala, 2008; Domènech, 2009; Moline-ro e Ysàs, 2010).

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[El texto que sigue es la segunda entrega de un trabajo más extenso, “Política, conflic-to y populismo (I y II)”, dedicado al análisis y la discusión del concepto de “populis-mo” y su relación con la izquierda. El trabajo ha sido dividido por razones de espacioy temáticas.La primera parte se publicó en el anterior número 114 de VIENTO SUR. Se dedicó a unadiscusión de carácter fundamentalmente teórico sobre el uso de un término que ha sus-citado tanta polémica entre el pensamiento radical, y que hoy vuelve a estar de actuali-dad a raíz de la revitalización de experiencias calificadas como “populistas”, así comode la aparición de fuerzas políticas que suponen una reedición del populismo en formu-laciones ideológicas no convencionales. Se ofrecía también un enfoque alternativo querelacionase la construcción de identidades populares con la teoría de la hegemonía decuño gramsciano.Esta segunda parte se centra en cambio en analizar los discursos actuales que presentanrasgos populistas, y los sujetos políticos que constituyen. En un enfoque descendente, serevisan las experiencias nacional-populares contemporáneas en América Latina, el popu-lismo de derechas y xenófobo que surge con cierto vigor en Europa, y las implicacionesde la renuncia al antagonismo –y por tanto a la formación de identificaciones populares–de las izquierdas mayoritarias en España. Se ha mantenido la numeración continua de losepígrafes para remitir al primer artículo y resaltar el carácter unitario del texto.Los dos artículos forman parte de un mismo esfuerzo teórico, y es recomendable que seanleídos como parte de la misma reflexión. No obstante, también cabe la posibilidad de quesean leídos como artículos independientes, de discusión teórica el primero y de análisispolítico el segundo.]

5. Populismo en América Latina Hemos visto ya que una condición inicial y necesaria para las rupturas populis-tas es la acumulación de demandas insatisfechas y la delimitación de una fron-tera que divide y simplifica la comunidad política en dos campos enfrentados:la “élite” y el “pueblo”. El nombre concreto que cada uno de los dos polos reci-ba depende, en cada caso, de cuál sea la demanda central en torno a la que seproduzca la ruptura, y el contenido ideológico que genere retrospectivamentepara cada uno de los términos de la oposición.

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También en Europa: posibilidades populis-tas en la política europea y española

4plural2plural2Política, conflicto y populismo (II)

Iñigo Errejón

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Esto sucede con mayor facilidad en los Estados de institucionalidad débil, dondelos sistemas políticos son menos capaces de canalizar las reivindicaciones particu-lares a través de las estructuras administrativas estatales, y el Estado tiene unosreducidos recursos, que dificultan la satisfacción de las demandas planteadas.

En América Latina los procesos de periferia han causado generalmente ladebilidad de los Estados nacionales /1. Las reformas neoliberales implementa-das en la región en las dos últimas décadas del siglo XX redujeron los ya esca-sos instrumentos fiscales y políticos de los Estados, al tiempo que multiplica-ron las demandas sociales en medio de un contexto de desregulación económi-ca, precarización y empobrecimiento de las clases subalternas /2.

En la mayoría de los países esta sobrecarga de demandas insatisfechas provo-có el colapso de los sistemas políticos, expresado en primer lugar por la crecien-te deslegitimación de los órganos institucionales de canalización de propuestasy reclamaciones: los medios de comunicación y, sobre todo, los partidos políti-cos. En algunos de estos países, las promesas neoliberales de desarrollo y enri-quecimiento individual generaron expectativas que contrastaron con el empeo-ramiento general de las condiciones de vida y la creciente “insonorización” delos sistemas políticos a las reclamaciones planteadas.

En esas condiciones, las demandas insatisfechas comenzaron a vincularse enbase a su común frustración. Las revueltas que estallaron en muchos de ellos, desdeel “caracazo” de Venezuela en 1989 a la “guerra del gas” en Bolivia en 2003, elcambio de siglo fue particularmente conflictivo para las élites tradicionales latino-americanas. Esas protestas, que comenzaban en torno a una reivindicación –inclu-so de mayor carga “simbólica” que “material”– cuya desatención se considerabaintolerable, desembocaron –a veces de inmediato, a veces en un largo proceso dedecantación– en cuestionamientos abiertos del orden existente, en deslegitimacio-nes masivas de las clases dirigentes y en la impugnación efectiva de su capacidadrectora. En estas sociedades el espacio político se simplificó produciendo “crisisdel régimen”, que se convirtió en una “crisis orgánica” cuando las demandas de losgrupos subalternos adquirieron centralidad como la cristalización de una oposicióngeneralizada que enfrentaba al “pueblo” con las élites que ostentaban el poder eco-nómico, político y, a menudo, étnico. Estos pueblos, cabe destacar, no fueron laexpresión política de ningún sujeto constituido en un espacio inmaculado de “losocial”. Por el contrario, fueron una construcción contingente, marcada por el anti-neoliberalismo como narrativa del resentimiento de los grupos subalternos, y porel nacionalismo como aspiración de inclusión ciudadana y desarrollo soberano.

1/ Para una reflexión sobre los Estados en las periferias del sistema-mundo, ver: Wallerstein, I. (2005 [1974]) “TheRise and Future Demise of the World Capitalist System”. Comparative Studies in Society & History, XVI, 4 (sep-tiembre de 1974), Cambridge University Press, en Capitalismo Histórico y Movimientos Antisistémicos. Un aná-lisis desde los sistemas-mundo. Madrid: Akal, 2005. págs. 387-415; y Taylor, P. J. y Flint, C. (2002) Geografíapolítica. Economía-mundo, Estado-Nación y Localidad. Madrid: Trama Editorial.2/ Ver, por ejemplo: Kohl, B. y Farthing, L. (2006) Impasse in Bolivia. Neoliberal Hegemony & Popular Resis-tance. Nueva York: Zed Books y Harvey, D. (2002) El Nuevo Imperialismo. Madrid: Akal.

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6. El populismo realmente existente en Europa: elde la derechaEn Europa, la situación es muy diferente. No es éste el lugar para ofrecer unaexplicación del fenómeno del populismo de derechas/3. Pero sí resulta intere-sante ubicar su surgimiento en un contexto de alta institucionalización, que hainspirado en las élites políticas e intelectuales la ilusión de un destierro defini-tivo del antagonismo, de un tiempo más allá del conflicto en el cual las decisio-nes por tomar sean entregadas a los “expertos”.

La hipótesis del “fin de la historia” de Fukuyama ha sido objeto de muchosintentos de descrédito, pero su peligro no reside tanto en su carga descriptivacuanto en su apuesta normativa: la consolidación de un amplio consenso entorno a la democracia liberal entendida como competición electoral de grandesmaquinarias partidistas, el libre mercado y los derechos individuales comolímites a la voluntad popular. Este consenso cerraría la época de las confronta-ciones ideológicas, y sustituiría, de hecho, la política por la administración esta-tal y la gestión mercantil. De Fukuyama se podrán decir muchas cosas, pero locierto es que no parecía ir demasiado descaminado: este escenario parece domi-nar la agenda política y la esfera pública de la mayor parte de países europeos,dominada por la competición de dos grandes partidos, uno conservador-liberaly otro nominalmente socialdemócrata, pero que habría renunciado en lo funda-mental a la redistribución de la riqueza y a las “aventuras” en las que la sobe-ranía popular pudiera friccionar con la acumulación privada de capital.

Precisamente el paso de los partidos socialdemócratas, con diferentes acentos,a la “tercera vía” supone la sanción de un horizonte “postpolítico” que preten-de que los “intereses generales” de la sociedad están ya definidos, y pueden serperseguidos, en ausencia de necesidades contradictorias, mediante la mera ges-tión “eficiente”. Habiendo renunciado a dar la batalla por la definición de losintereses generales, aceptando así los parámetros de la discusión política esta-blecidos por los límites que el Estado liberal fija al alcance de la soberaníapopular, abandonando toda pugna por establecer cuál es el “bien común” denuestras sociedades, el centro izquierda ha renunciado a la política strictu senso.

El correlato ideológico de esta evolución ha sido la extensión de la exaltaciónde los logros individuales y la denigración de lo colectivo como limitador de lalibertad. En un artículo reciente en Le Monde Diplomatique, Slavoj Zizek mos-traba de manera brillante la contradicción de una época en la que la publicidad,el cine, la industria del ocio y la cultura exaltan permanentemente la idea de que“nada es imposible” para el ser humano individualmente considerado, al tiem-po que se repite machaconamente la idea de que, como especie, no hay nada

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3/ En su lugar, es altamente recomendable la lectura del trabajo de Chantal Mouffe “El fin de la política y el desa-fío del populismo de derecha” . En F. Panizza, (coord.) (2009) El populismo como espejo de la democracia. Bue-nos Aires: Fondo de Cultura Económica, págs. 71-96.

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más que conseguir más allá del horizonte democrático-liberal y la única postu-ra racional y no arcaica es renunciar a cualquier meta colectiva, sospechosastodas de tendencialmente totalitarias/4.

No es extraño así que una parte sustancial del consenso embrutecedor domi-nante sea la creencia mayoritaria en “soluciones eficaces” por encima de lasideologías, que serían sólo un corsé obstaculizador para la búsqueda –técnica,claro– de las mejores opciones. También es sintomática la querencia por “lamoderación” –que es otra posición vacía susceptible de los contenidos másdiversos– y la convicción, nunca argumentada, de que “todos los radicalismosson malos” y de que “los extremos se tocan”. Se trata de la tensión policiaca acerrar la discusión política acotándola a quienes ya están de acuerdo.

El programa de TVE “Tengo una pregunta para usted”, que permite unacomunicación más fluida entre los candidatos y los electores, es una buenamuestra de ello/5. La mayor parte de las intervenciones de “ciudadanos anóni-mos” planteaban a “los políticos” problemas particulares no formulados dentrode ninguna superficie de inscripción colectiva, sino dentro del esquema mer-cantil de satisfacción aislada de necesidades fragmentadas. Además de reflejarla estupidez reinante, que confunde a los candidatos a puestos de gobierno conadministradores conocedores de las normativas y entresijos de las institucionesde regulación social, este hecho expresaba la despolitización generalizada: muypocas intervenciones interpelaban a los candidatos desde un “nosotros” queexcediese los marcos familiares o estrechamente corporativos/6, y por tantoninguno cuestionaba las definiciones de la cosa pública rectoras de las políticaspúblicas postuladas por cada partido.

Este marco no sólo naturaliza el orden existente y constriñe todas las opcionesrazonables al interior de sus parámetros, consiguiendo así la pasividad genera-lizada. También fomenta la denigración de la política, paso previo para entre-gársela a comités de sabios muy bien pagados.

Es lógico que a una desustanciación de la política, a una actividad interesadaen sacar del debate político las grandes cuestiones que afectan a la vida cotidia-

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4/ Zizek, S. (2010) “Salir de la trampa y hacer lo imposible. Rechazo obstinado de un orden insoportable”. LeMonde Diplomatique Edición española. Noviembre 2010; número 181.5/ Me refiero en concreto a los programas del 9 y 10 de noviembre de 2010 dedicados a las elecciones al Parla-mento de Cataluña del 28 de noviembre de 2010. 6/ El único tema en torno al cual, en los debates entre candidatos y ciudadanos en el programa de TVE, se expre-saron temáticas con vocación de universalidad, capaces de producir identidades fuertemente políticas, fue el de lacuestión nacional catalana. Esto demuestra la enorme fuerza de las identidades nacionales, en modo alguno soca-vada por los procesos de globalización; también la imposibilidad, para cualquier proyecto que se quiera hegemó-nico, de descartar esa centralidad de los significantes nacionales a base de ignorarla. En contra de la mayor partede los análisis postelectorales, el resultado del 28 de noviembre muestra el peso determinante de la fractura nacio-nal como eje orientador del voto. Las dos fuerzas más castigadas en las pasadas elecciones, PSC y ERC, han paga-do ante sus electorados potenciales los intentos de contemporización de la tensión nacional, perdiendo votos afavor de partidos más nítidamente españolistas en el caso del PSC hacia el PP, o nítidamente independentistascomo en ERC hacia SI o “Reagrupament”.

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na de la mayoría de las personas –salarios, condiciones de trabajo, precios,inversiones públicas, prestación de servicios públicos, derecho a la vivienda, altransporte o a la cultural, o incluso las grandes decisiones de política exterior–le haya seguido una pérdida generalizada de interés por la política. Pero la acti-vidad continuada de desprestigio de la política como una actividad sospechosa,y de los políticos como “vividores” o “ineficaces” debe ser tomada como unaofensiva que, no por casualidad, deja siempre a salvo de su denigración la acti-vidad privada entendida como el esfuerzo por el enriquecimiento personal.Algunos sectores de la izquierda radical, dicho sea de paso, se han apuntado demanera infantil al desprestigio de “los políticos” creyendo haber encontrado enello una consigna que entronca con el hartazgo popular. En realidad, sus críti-cas suelen ser desestimadas tan pronto como afectan a los “emprendedores” oproponen un horizonte más allá del existente. El desprestigio de la política aca-ricia la utopía comunista del fin de la política y su sustitución por “la adminis-tración de las cosas” tras haberla deformado. El resultado es una distopía quefomenta el cinismo, el individualismo y la atomización, y la competencia sal-vaje. No se acaba con la política, pero se la entrega a la burocracia y las insti-tuciones mercantiles no democráticas.

Este es el caldo de cultivo para el populismo de derechas. Descartados los idea-les colectivos –a excepción de las apelaciones a la “nación” en sus diferentesformulaciones– y en un escenario de desprestigio de lo público y exaltación delo privado, las frustraciones, angustias e insatisfacciones son difícilmente arti-culables por discursos de izquierda. Las nuevas modalidades de derecha “ple-beya” construyen discursivamente un “pueblo” constituido por los buenos ciu-dadanos, honestos trabajadores blancos y propietarios, estafado por los políti-cos y las élites intelectuales nacionales y europeas, amordazado por lo políti-camente correcto, y amenazado por la inmigración. En consonancia con loafirmado hasta aquí, hay que afirmar que las fuerzas políticas de la nueva dere-cha populista dejan por lo general fuera de su punto de mira al libre mercado.Así ha sido en el caso de las derechas populistas que han llegado al gobierno,como el FPÖ austriaco, los “posfascistas” de Gianfranco Finni o incluso laLega Nord de Bossi; también sucede en el Estado español con las fuerzasmenos marginales de una extrema derecha aún escasamente autónoma en lopolítico y electoral.

Esta apelación populista recibe su contenido ideológico del carácter de lafrontera que traza: el odio del penúltimo –el ciudadano olvidado por las élites–frente al último –el migrante no propietario ni de estatus de ciudadanía. Ésta esla fractura que constituye el pueblo del populismo reaccionario, xenófobo yantiliberal.

Así, el único populismo realmente existente en la Europa del consenso por el“centro” político es el de derecha. A ello han contribuido todos los que sueñan

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con el fin de la política y el conflicto, y enespecial la izquierda mayoritaria que harenunciado a ofrecer soluciones sustancial-mente diferentes sobre las cuestiones socio-económicas. En este contexto discursivo, esmás normal que las demandas frustradas searticulen en un sentido cínico y egoísta,agresivo contra los más desposeídos y pro-fundamente desconfiado de la democracia yde lo público como ámbito de discusión ymejora de la vida en colectivo.

La acusación de que la derecha populistaofrece “soluciones fáciles” o “simplistas” estan ineficaz como la condena moral queaumenta la posibilidad de los reaccionariosde presentarse como La oposición al sistemapolítico existente. Todas las fuerzas políticasque han sido capaces de movilizar ampliossectores de la sociedad en pos de un objeti-vo común, lo han sido merced a su habilidadpara sintetizar sus diagnósticos y, sobretodo, sus propuestas de solución en formula-ciones sencillas y directas. Cualquier fuerzaque no sea capaz de hacerlo debe ser toma-da, en consecuencia, como sospechosa de notener ninguna solución en absoluto.

La exclusión de las grandes cuestiones de la vida política, el miedo al conflic-to, la ilusión de una política aséptica y libre de las identificaciones pasionales,han llevado a Europa a un impasse que ha permitido que en diferentes países laextrema derecha se haya presentado eficazmente como una fuerza antisistémi-ca. Esto no es un fenómeno periférico, sino directamente relacionado con lahegemonía de la “postpolítica” neoliberal, su cara oscura, plebeya y agresiva.Por el contrario, en los momentos en los que la agenda política ha estado orde-nada por fronteras antagónicas, que provocaban adhesiones pasionales e iden-tificaciones populares que excedían la canalización institucional –como duran-te las movilizaciones contra la invasión a Irak, o las protestas contra los recor-tes en Francia, Inglaterra, Grecia o en menor medida el Estado español– lasfrustraciones no han sido articuladas en discursos de derechas sino que hanestado relativamente disponibles para la construcción de “pueblos” de izquier-das, unificados contra los recortes sociales y las salidas regresivas a la crisis.Ese es el camino, profundizar la construcción de antagonismo.

“La exclusión de lasgrandes cuestiones dela vida política, el miedoal conflicto, la ilusión deuna política aséptica ylibre de lasidentificacionespasionales, han llevadoa Europa a un impasseque ha permitido que endiferentes países laextrema derecha sehaya presentadoeficazmente como unafuerza antisistémica”

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7/ Estas dificultades no rigen obviamente para los discursos nacional-populares de las izquierdas que reivindicannacionalidades periféricas alternativas a la española. Pese a sus dificultades en la nominación de un pueblo distin-to del español, y en la materialización jurídica de esa comunidad política por escindirse, no deja de ser significati-vo que –con las diferencias obvias entre territorios- sólo las izquierdas con capacidad de interpelación nacionalalternativa a la española hayan sobrevivido con una cierta relevancia social al proceso de marginalización de lasfuerzas políticas “rupturistas” después de la Transición a la democracia.

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7. Unos últimos apuntes sobre el sistema políticoespañol y las posibilidades de ruptura populistaEn el país llamado España, y que las dificultades de la izquierda para nombrarun “nosotros-pueblo”/7 le obligan a llamar “Estado español”, la situación denegación del conflicto y de adormecimiento de la política ha dificultado enor-memente la constitución de un sujeto político amplio por el cambio social. Peroesa dificultad no afecta de la misma forma a todas las fuerzas de la arena polí-tica, ni constituye sólo un problema para las izquierdas con voluntad radical. Laizquierda que apostó por la concertación también sufre en la actualidad las con-secuencias de su intento de retiro de la política.

Aquí la última vez que el escenario político estuvo sustancialmente “abierto”fue en los últimos años de la dictadura de Franco y en el proceso de laTransición. La multiplicación de organizaciones políticas, del debate ideológi-co y de las energías colectivas orientadas a fines de emancipación social, hablanclaramente de un momento de aceleración histórica y de discusión de los sen-tidos políticos: esto es, de una redefinición colectiva de los marcos de conviven-cia y de los canales institucionales de solución de conflictos.

La clausura exitosa de la Transición como un pacto entre élites basado en pri-mer lugar en la reclusión de la política en las instituciones –sacándola de lascalles, los centros de trabajo o las asociaciones vecinales– supuso la estabiliza-ción de un sistema político marcado por un amplio consenso entre los grupos rec-tores de la dictadura y las fuerzas políticas más “moderadas” y homologables anteEuropa de la oposición democrática. Este pacto excluía de la agenda de discusiónpolítica las cuestiones que tradicionalmente habían ordenado las identidades polí-ticas en el Estado español: la monarquía y la bandera nacional, la propiedad delos medios de producción y la distribución de la riqueza social, y lo intentó conéxito desigual con el modelo territorial de Estado. Así, el pacto constitucionalconformaba un amplio bloque histórico dirigente del Estado y un sólido sistemapolítico tendente a la exclusión de ciertas demandas y a la tramitación aislada deotras. Una operación radical de “transformismo”, en términos gramscianos.

El fantasma que esta estabilización del sistema político debía conjurar eraaquel de las “dos Españas”, la dicotomización radical del campo político quellevó a la Guerra Civil como momento culmen del antagonismo –y de la poli-tización. Frente a aquella suerte de “ruptura populista”, la construcción de lademocracia exigía, según el discurso dominante, la disolución de las identida-des populares en una amplia y difusa identidad nacional reunificada, y en unaestructura política que permitiese la minimización del conflicto social.

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En la medida en que gran parte de los puntos de partida de aquella construc-ción política eran las “líneas rojas” trazadas por los grupos dirigentes de la dic-tadura, la derecha asumió sin demasiados traumas el nuevo escenario, con granparte de sus intereses blindados por su exclusión de la agenda política. Se tra-taba de una inclusión controlada, que no invalidaba por tanto el relato nucleardel pensamiento conservador: el que oponía a la patria verdadera con sus anti-tesis de la degeneración, la lucha de clases como enfrentamiento fraticida, y losnacionalismos periféricos: la “antiespaña”.

Las fuerzas de la izquierda tuvieron en cambio que representar un giro dis-cursivo notable, de los marcos del antagonismo entre la(s) España(s) amplia delas mayorías populares (y los pueblos) y la minoría dominante –encarnada enla caricatura del señorito, el guardia civil y el cura– a los de la reconciliaciónnacional y la gestión institucional de los conflictos. Estos conflictos, en todocaso, no serían ya las cuestiones centrales con capacidad de dibujar fronterasantagónicas, sino diferencias mínimas. Los elementos centrales de la conviven-cia se encontraban a salvo de la discusión política, definidos de una vez portodas en un momento en el que para las fuerzas del cambio pesaba la amenazade la involución militar, y fuera por tanto del ámbito de la soberanía popular.

De esta forma, fue la izquierda mayoritaria, particularmente pusilánime,quien se empeñó en dar muestras de su “democraticidad”, igualada ésta con larenuncia a los “temas sensibles”, y de su capacidad única para desconflictuar elsistema político español. La derecha, mientras tanto, mantuvo sus signos iden-titarios fuertes, tales como la bandera rojigualda y el nacionalismo español, elantisindicalismo feroz o el catolicismo agresivamente antilaico. No por sorpre-sa de estos elementos han partido todas las movilizaciones de masas de lasorganizaciones conservadoras de la sociedad civil.

Suscitando bastante atención mediática, la iniciativa “Transforma España” dela Fundación Everis presidida por Eduardo Serra, entregó a Juan Carlos I el 16de noviembre de 2010 un documento que resulta una magnífica demostraciónde operación hegemónica conservadora/8. Al mismo tiempo que anima a desi-deologizar la política y superar el “obsoleto” antagonismo de clase, redibujala frontera que constituye la sociedad: el valor país de España debe ser afir-mado contra el Estado y los políticos, identificados con la ineficiencia y elenfrentamiento/9. Este discurso liberal apunta a la creación de una “Big

8/ El documento, titulado “Un momento clave para construir entre todos la España admirada del futuro” puedeconsultarse aquí:www.fundacioneveris.es/Images/Transforma%20Espa%C3%B1a%20Fundaci%C3%B3n%20everis_tcm32-71088.pdf9/ Aquí se realiza un brevísimo análisis discursivo del documento “Transforma España” de la Fundación Everispara emplearlo como ejemplo de la tensión postpolítica de la hegemonía liberal-conservadora. No obstante, parauna reflexión más profunda sobre la iniciativa de la Fundación Everis y los objetivos políticos que persigue, esteanálisis se remite al lúcido artículo de Jaime Pastor “La sociedad civil…del gran capital vuelve a la ofensiva”(VIENTO SUR, nº 113) Disponible en: http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/index.php?x=3340

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Society” –a la Cameron– unificada en torno a un consenso sólo alcanzablemediante la confinación de los antagonismos a la esfera privada, donde soninvisibilizados. Este sí es un dispositivo de reafirmación de la frontera, conciertos ribetes populistas: la buena sociedad española sólo podrá reconciliarseconsigo misma reduciendo el peso de la política y apartando a los partidariosde (otras) divisiones. Pretendiendo hablar desde ninguna parte, los promotoresdel manifiesto se ubican así desde la universalidad, la posición invisible delvencedor. El llamamiento “pluralista” a superar la división y el enfrentamien-to político debe ser leído entonces como un violento movimiento hegemónico,que opera mediante el estrechamiento de las posibilidades de la soberaníapopular y la reificación de las relaciones de poder existentes, colocándolas asalvo de lo político. Así, este discurso no parte de una comunidad política pre-existente, sino que la (re)construye definiéndola, atribuyéndole morfología,intereses comunes y fronteras. Se trata siempre, por tanto, de una construcciónen el antagonismo.

La izquierda, habiendo abrazado en solitario la idea de las “dos Españas”, harenunciado así a activar, vivificar y movilizar a la suya. Gracias a eso se hahecho campeona de la corrección política, pero ha ido retrocediendo pasos agi-gantados en la lucha ideológica y por la institución del sentido político de loshechos sociales, y en consecuencia siendo la facción progresista de un bloquesocial cuyas fronteras discursivas define el adversario.

La derecha debe parte de su influencia creciente sobre el sentido común denuestra época a su beligerancia, a no haber olvidado nunca que la políticademocrática no sólo no es contradictoria con el conflicto sino que lo necesita.En la medida en que esa beligerancia pase por una interpelación al “puebloespañol” que lo enfrente a las élites bienpensantes y políticamente correctas ya los consensos edificados en una correlación de fuerzas en decadencia, podre-mos hablar de una activación populista de la derecha. Temáticas como la inmi-gración, el debate sobre el cambio climático, el rol constitucional de los sindi-catos o el modelo confrontacional al que tienden los medios de comunicaciónconservadores, podrían ser una muestra de esta dinámica, ante la sonrisa edu-cada y displicente de una izquierda a la que le gustaría que alguien le exonera-se de la política.

Agradezco las lecturas previas y comentarios de Manuel Canelas, Jorge Moruno, JoséAntonio Errejón y Miguel Romero.

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Íñigo Errejón es investigador en la Facultad de Ciencias Políticas de la UniversidadComplutense de Madrid. Miembro del Consejo Asesor de VIENTO SUR y de laFundación CEPS. E-mail: [email protected]

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Licenciado en Ciencias Económicas. Miembro de la Tertulia Poética “IndioJuan” del Ateneo Cultural 1º de mayo de CC.OO. de Madrid desde el año 2000.

Ha publicado poemas en antologías y revistas literarias. Ha obtenido diversospremios de poesía. En 2008 publica Primera palabra (Legado Ediciones,colección Duetos, Madrid, 2008), el poemario El sueño interrumpido en ellibro colectivo La República de la imaginación (Legado Ediciones, Madrid,2009) y Métodos del recuerdo (Centro de Estudios Bilbilitanos, Calatayud,2009) que fue Accesit del Premio Internacional de Poesía “José Verón” 2008 deCalatayud. Su blog: www.palabrasdegranito.blospot.com. Publicamos los poe-mas “Polifonía” y “Amnesia con rap de fondo” y una selección de la serie de21 que componen Primera palabra: esa asombrosa aproximación al momentoterrible y hermoso en que la primera palabra fue pronunciada.

“La belleza no es un lugar / donde van a parar los cobardes”, estos versos deAntonio Gamoneda, definen muy bien el empeño de Pablo Martín Coble; supoesía es una difícil y arriesgada búsqueda de la belleza. Una atenta labor deescucha porque “Crecer se hace en silencio”. De ahí nacen las palabras quenombran y son consuelo, esas que “aún no existen” pero que calentarán comoun fuego para “hacer un recuento/ de los amaneceres y apuntarlos,/ y enseñar aotros hombres a alumbrarse”. Una palabra que destruya sombras. Así fue lapalabra original, nacida del dolor: “La primera palabra/ fue la de una madrearrullando a su niño/ mientras se moría”, “Y la dijo/ entre la lentitud del creci-miento/ y el fuego de los desaparecidos”. Su poesía nos habla de esa mujer conamnesia que “olvida / que se olvida”, de esa espera y ese afán: “y mientrastanto/ escribiremos poemas/ para no llorar”. Y también de la esperanza de nom-brar mundo y habitar el lenguaje. La palabra que nos ayude a esperar en lanoche, a decir el silencio, a poblar el difícil lugar de la belleza: “Allí dondecaminar / es construir el espacio”.

Antonio Crespo Massieu

Primera palabra

5vocesmiradas

Pablo Martín Coble (Madrid, 1960)

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POLIFONÍA

No serán las palabras las que te hagan crecer.

El tiempo que transcurre entre un minuto y otro,

el espacio entre el dedo pulgar y el dedo índice

y la memoria lenta.

Crecer se hace en silencio,

entre la fantasía y su cojera,

con muletas de estaño

y la rara

costumbre de esperar.

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AMNESIA CON RAP DE FONDO

Sentada en una silla una mujerestá leyendo un libro. En su portada,una mujer está leyendo un libro,en su portada una mujer estáleyendo, sentada en una silla.

Apoya los ojos en la lista de los medicamentos,la inserta entre las once dimensiones que tiene la memoria,cierra de golpe los pliegues de su vida.

adiro, trangorex

...del recuerdo, las hojas,del tiempo, la parte más seca de los ojos,del olvido, el olvido...

Una mujer está sentada en una silla.Tiene un libro en las manos. Su portadaes la foto de un libro sin portada.

covals, omeprazol,arimidex, metamizol

Como un niño psicótico,ha perdido las frases y las duplicaciones donde depositaba los acontecimientos.

Llama a su madreen un desierto de lunas salicílicas.

sintrom, dobupal,plantabén, fosamax

Olvidaque se olvidaque se olvida.

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Primera palabra

I

Levantó la cabeza,

vio las garzas en formación de cuña.

Con un palo en el suelo

no pudo describir lo que pensaba.

Con ellas se marchó sin darse cuenta

del terror inmortal

que produce el lenguaje.

II

Donde está el silencio de la hierba mojada,

una hormiga

con las antenas rotas se refleja

y lucha

y no se reconoce.

También es inmortal aunque ella no lo sabe.

Allí donde caminar

es construir el espacio.

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V

Se ha sentido solo y ha bebido

cerveza y habla con los muertos.

Sueña con un lenguaje caído entre las piedras,

y aprende las palabras

en las ondas del río.

A partir de ese día

tiene nombre el silencio.

XV

Deseas las palabras que aún no existen.

Vas por la maleza en busca de unas cañas

que pongan una voz a tus cantos internos.

Cuando las encuentras

un rayo de luz atraviesa las hojas.

Haces sonar tus flautas.

Otros ya te escuchan.

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XIX

Un hombre que jamás te acarició

te enseñó a hacer fuego con dos palos.

Qué fácil es la luz,

tanto que su origen se olvida.

Ahora tu obsesión es hacer un recuento

de los amaneceres y apuntarlos,

y enseñar a otros hombres a alumbrarse.

XX

La primera palabra

fue la de una madre arrullando a su niño

mientras se moría.

Es igual de grande el canto de las rocas

que terrible

el silencio del cosmos.

Y la dijo

entre la lentitud del crecimiento

y el fuego

de los desaparecidos.

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6inmemoriamJean Haíra, lagun, internacionalista, jusqu’au bout *

Josu Chueca

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Que nadie se extrañe porel plurilingüismo del títu-lo. Es reflejo del homena-je que el 30 de diciembrepasado, hicimos a JeanHaïra, Jeannot, en Mia-rritze, tras habernos deja-do, pocos días antes. Viejo“compagnon de route” eideales, merecía sin dudaque los versos, cancionesy recuerdos de la andaduracompartida glosasen sularga y consecuente mili-tancia.

Jugando con las cifras ylas siglas que acompaña-ron su “parcours” mili-tante se puede resumir en“de VI a la IV” o de ETA(VI) al NPA, pasando porla LCR. Pero detrás de estos guarismos y curiosas denominaciones, había enel caso de Jean, mucho trabajo y solidaridad revolucionaria. “Du vrai et réelinternationalisme”. Internacionalismo práctico y del bueno, el que iba más alláde reclamarse de una Internacional, para llevarlo a la práctica. Porque Jeannotfue de los primeros integrantes de ETA(VI) originarios de Iparralde, quedemostró que el verdadero internacionalismo se demuestra andando. En el cri-sol cotidiano de la lucha de clases.

*/ Jean Haïra, compañero, internacionalista, hasta el final.

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Iniciado a la militancia, en la especial coyuntura del proceso de Burgos, viviólos primeros pasos y evolución de una ETA que rompiendo con el nacionalis-mo originario, quería intervenir en todos los frentes de la lucha de clases y enespecial del movimiento obrero. Fue Jean coprotagonista junto a los cada vezmás numerosos exiliados, de la evolución que llevó del nacionalismo al marxis-mo revolucionario, a toda una generación de jovenes luchadores. Gracias aJeannot y a otros camaradas de Iparralde, Zutik, Berriak... reflejaron puntual-mente el avance de la lucha antifranquista, por encima de mugas y fronteras.Las mismas que él y otros camaradas franqueaban una y otra vez como muga-laris, para poner en Dantxaria, Iruña o Donostia, la propaganda más innovado-ra y mejor editada de toda la clandestinidad vasca. Pagó su compromiso, alber-gando a camaradas huidos y organizando imprescindibles infraestructuras orga-nizativas, con detenciones y procesos, pero siguió, al pie de las roneo y offset,de la militancia comprometida “jusqu’au bout”.

Cuando LCR-ETA(VI) cogió suficiente peso y vuelo propio en el interior,Jeannot orientó su militancia a la “Ligue”, al trabajo sobre las problemáticasespecíficas del Estado francés. Desde entonces, a pesar de los altibajos quenuestras organizaciones han sufrido, Haïra siempre fue el “fil rouge” que llevósin discontinuidad el testigo del marxismo revolucionario en la intrincada pro-blemática vascofrancesa. Pieza fundamental, junto a su compañera Martine, enel desarrollo de la última LCR y del actual Nouveau Parti Anticapitaliste, edi-tando con la misma ilusión de los 70, el actual Le Piment Rouge abierto a losnuevos debates sobre ecología, decrecimiento... seguía reflexionando sobre laproblemática nacionalitaria, origen de su primera militancia. Su obra póstu-ma sobre la Cuestión Nacional en el País Vasco, refleja esta inquietud y su pre-ocupación constante por responder a todas las injusticias que en la sociedadexisten.

Aunque, no la podremos comentar ni discutir contigo, la leeremos con inte-rés, recordándote como lo que fuiste: afectuoso y sonriente en la discusión,amigo y camarada en la discrepancia, y sobre todo, con el aval de tu larga yconsecuente militancia, de tu real y comprometido internacionalismo. JeannotAdiorik Ez! Como te cantamos en tu despedida

Guzti guztiok izanen haugu/ beti Jean bidelagun!(Siempre te tendremos/ Jean junto a nosotros)

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El libro es la reelaboración de lasponencias presentadas en el “Colo-quio sobre Urbanismo, democracia ymercado: una experiencia española”,celebrado en París, en marzo de2010. Su objetivo es poner en manosde la ciudadanía un instrumento quepermita analizar el origen y la natu-raleza de nuestro modelo inmobilia-rio, su relación con la burbuja espe-culativa y la conexión de ambos conla crisis económica actual. Los auto-res adelantan una respuesta clara yescueta a estas cuestiones, permitien-do profundizar, con conocimiento decausa, sobre sus posibles remedios yalternativas.

La primera parte: “El modeloinmobiliario español y sus conse-cuencias”, obra de José ManuelNaredo, explica como la configura-ción de este singular modelo hundesus raíces en el franquismo, ecosiste-ma particularmente propicio a la cul-tura del pelotazo, a partir de dos pro-cesos que se retroalimentan con cre-ciente intensidad: por una parte laprogresiva desaparición del planea-miento urbano que va siendo sustitui-do por la “lógica” de la especulacióny, por otra, la evolución desde el pre-dominio de la vivienda en alquiler yla promoción de la vivienda socialhasta el dominio absoluto de lavivienda libre en propiedad, apoyada

en un sistema de crédito hipotecariomuy desarrollado.

Un interés particular tiene el análi-sis de los factores que hicieron posiblela culminación de este modelo con lademocracia y la adhesión a la UniónEuropea. Un primer requisito fue quela metamorfosis democrática del régi-men franquista se solapó con unarefundación oligárquica del poder, enla que un caciquismo renovado exten-dió la cultura del pelotazo en progre-sión geométrica. Otro fue el continuodesarrollo de una normativa urbanísti-ca que hizo de las operaciones inmo-biliarias, acordadas entre promotoresy políticos, la pieza clave de la nuevaordenación urbano-territorial al mar-gen de cualquier planeamiento. El ter-cer requisito fue que, tras la adhesióna la Unión Europea, este modelocontó con una financiación barata yabundante, que animó la formación deuna enorme burbuja especulativa.

A continuación se estudian las con-secuencias de este modelo, en primerlugar condicionando tanto el modelourbano-territorial resultante, como elmarco institucional que lo impulsa.En el terreno económico, la burbujainmobiliaria ha generado endeuda-mientos y desequilibrios que llevarona la economía española a una profun-da crisis, agravaron el déficit y elendeudamiento exterior y lastran

El modelo inmobiliario español y su culminación en el casovalencianoJosé Manuel Naredo y Antonio Montiel Márquez. Editorial Icaria (Antrazyt).Madrid, 2010.

7subrayadossubrayados

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011 124 VIENTO SUR Número 115/Marzo 2011

La Crisis de la Economía de MercadoJesús Albarracín. Adaptación y actualización de Daniel Albarracín. Maia Ediciones.Madrid, 2010.

ahora su posible recuperación. Lasrepercusiones sociales de esta crisisson obvias y están ligadas al aumentodel paro, el empobrecimiento y elmiedo de buena parte de la población,fenómenos agravados por la “reformalaboral” y de las pensiones que supo-nen serios recortes en la protecciónsocial de trabajadores y ciudadanos.Las consecuencias ecológicas, másallá del tsunami de ladrillos y cemen-to que ha recorrido la geografíapeninsular, se derivan de que el boominmobiliario ha desplegado un mode-lo territorial, urbano, constructivo yun estilo de vida mucho más exigen-te en recursos y pródigo en residuos yen daños ecológicos que los previa-mente existentes.

Esta primera parte acaba con unaimportante reflexión sobre las condi-ciones de un posible cambio demodelo, a partir de un diagnósticopreciso de sus nefastas consecuenciasy de su incapacidad para resolverlas.

La segunda parte: “El modelo inmo-biliario valenciano, marco institucio-

nal, actores, resultados y perspecti-vas”, elaborada por Antonio MontielMárquez, es un concienzudo e intere-santísimo análisis de un caso particu-larmente ilustrativo, el destrozo perpe-trado en el País Valenciano cuyo mejorresumen son las cien mil viviendasactualmente construidas y sin vender yun litoral alicatado hasta el techo, queha añadido una nueva patología a lasdeficiencias antes analizabas: “el sín-drome de la ciudad vacía”, prueba delos errores resultantes de políticasmarcadas por la dejación de responsa-bilidades públicas y la complacenciacon el capital especulativo.

Por último, la introducción al librotermina con la siguiente afirmación:“Sirva este texto para comprendermejor el origen y la naturaleza denuestros males, abriendo el caminopara superarlos”. Y lo mejor que sepuede decir de él es que, efectiva-mente, sirve.

José Galante

La crisis que atravesamos no sepuede contemplar desde la superficiede lo coyuntural, ni desde la esperaingenua en la providencia –que si semueve entre las sombras, acaba per-geñándola el poder–, ni desde lacomplacencia confiada en que tras latempestad regrese la calma. Nada,después de esta crisis, será igual, ycómo se opere ante ella determinarálas condiciones de la salida.

El capitalismo se sume en una crisisprofunda. Su sistema explica su vitali-dad así como sus quiebras. Compren-der qué sucede y cómo sucede resulta

crucial para manejarnos o, como pre-tendía el autor, intentar transformar elmundo en el que se despliega. Nadamás alejado de un prisma mecanicista,Jesús Albarracín nos ayuda a entenderque la dinámica capitalista no se pro-mueve desde ninguna ley automática.Los factores sociales y políticos le danforma y, a partir de ahí, el sistemarecorre su camino con un vigor contra-dictorio. Con cruces de rutas que sus-citan la posibilidad de alternativas.

Jesús Albarracín, reconocido econo-mista del Servicio de Estudios delBanco de España, de orientación man-

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La universidad en conflicto. Capturas y fugas en el mer-cado global del saberEdu-factory y Universidad Nómada (comps). Traficante de sueños. Mapas. Madrid, 2010.

En pleno ciclo de luchas estudiantilescontra la crisis capitalista y la mercan-tilización de la educación, la red inter-nacional de investigadores y activistas“Edu-factory”, junto a la “Universi-dad Nómada”, publican este libro enforma de material útil para explicar eintervenir en los distintos conflictosemergentes en el nuevo formato de laUniversidad-Empresa.

Impulsores de las teorías asociadasal “capitalismo cognitivo”, los autoresde La Universidad en conflicto propo-nen como fórmula estratégica de inter-vención para el movimiento la reapro-piación de la producción de los sabe-res, entendidos como elemento básicode los bienes comunes. Para ello, y

nutriéndose de los intensos debates delmovimiento estudiantil transnacional,plantean (como en el caso italiano) lapuesta en marcha de la “autoforma-ción” y la experimentación de distin-tos modelos de “universidades anóma-las” como laboratorios alternativos yde fuga frente al disciplinamiento, lasegmentación y la precarización de lasuniversidades gerenciales.

Entre los distintos temas abordadosen el libro, habría que destacar doscapítulos por encima del resto: uno,por la condensación de ideas y pro-puestas, y el otro por la incorpora-ción de aspectos más novedosos ennuestro contexto, pero que en elmedio plazo pueden convertirse en

deliana y vinculado a la IV Internacio-nal, comunista y referente internacio-nalista del movimiento obrero, falleci-do en 2000, nos legó este imprescindi-ble manual de análisis económico.Una contribución fundamental, desdeuna aproximación actual, para darcuenta de aspectos tales como la lógi-ca de la mercancía, el papel de la ren-tabilidad, la teoría del valor trabajo, ladinámica a largo plazo de la acumula-ción y la teoría de las ondas largas,algunas problemáticas monetarias, ociertos rasgos de la hipertrofia finan-ciera que ya a fines del siglo XX des-collaban, anticipando la crisis queahora estalla. También nos brinda unanálisis crítico de la planificaciónburocrática en el Este europeo, y nosaporta criterios de orientación parasuperar estas experiencias históricas.

Daniel Albarracín, su sobrino, rea-liza un ejercicio de síntesis, adapta-

ción y actualización, con el ánimo derecoger las clarividentes explicacio-nes de Jesús, rescatando y difundien-do un trabajo intelectual imprescin-dible, que más allá de la añoranza dela inteligencia, compromiso y perso-nalidad del autor, comporta un armade futuro en manos de aquellosinconformistas con lo existente.

El texto sale en formato de libro debolsillo, y fue publicado en su díapor Trotta como La economía demercado. Ahora, con el título origi-nal que deseó el autor, se recuperacomo síntesis con todos sus aparta-dos fundamentales, se actualizanafirmaciones, o se adaptan formula-ciones referidas a monedas que ya noestán en curso, para que el texto sigavivo con toda actualidad.

Camilo Espino

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aspectos nucleares de futuros con-flictos en las universidades.

En el primer caso, el artículo intro-ductorio de la profesora MontserratGalcerán sintetiza el escenario detransformación global de la universi-dad en cuanto a su interés para elcapital internacional y la mutaciónde sus propias funciones. Así mismo,se esbozan las diferentes alternativasde respuesta discursiva que los movi-mientos estudiantiles han planteado,situando la auto-representación delestudiante-precario como la figuraantagonista por excelencia frente a lanueva universidad y la más funcionalpara hacer emerger las nuevas for-mas de construcción del saber.

La segunda aportación analiza unaspecto clave para entender la genea-logía del nuevo ciclo de luchas estu-diantil (véase el caso de los paísesanglosajones): la cuestión de ladeuda estudiantil. Este capítulo,escrito por Jeff Williams, resultaenormemente didáctico para enten-

der la trascendencia del mecanismode la deuda en su doble vertiente:como elemento de inserción de laeducación en la lógica de la financia-rización de la economía y como posi-bilidad abierta para novedosos proce-sos de resistencia del estudiantado.

Sin desdeñar la importancia y per-tinencia de otros temas tratados en ellibro, éstos no dejan de ser una rea-firmación de elementos ya plantea-dos por esta corriente del movimien-to estudiantil en otras obras. Ello,obviamente, no es óbice para que LaUniversidad en conflicto sea un libronecesario para desentrañar los meca-nismos de adaptación de la universi-dad global en el creciente mercadodel saber y seguir acumulando dis-cursos y experiencias para la nuevaonda de conflictos estudiantiles enmarcha y que, esperemos, vuelva ahacer su aparición en nuestro país.

Joseba Fernández González

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Esta obra de un sociólogo de Madrides una aportación importante, desdeun punto de vista que se define comocristiano laico, al actual debate euro-peo sobre el lugar de las religiones enel espacio público. Su punto de parti-da es la constatación, por un pensa-dor laico eminente, Jürgen Haber-mas, de que hemos entrado, en Euro-pa y en el mundo, en una época“post-secular”, en la que las religio-nes son un hecho social público. Lareligión ha dejado de ser, desde hacetres decenios al menos, un asuntopuramente “privado”, para ocupar unlugar eminente en el debate público.

Esta participación de las organiza-ciones religiosas en la esfera públicaes legítima, a condición de que res-pete el laicismo del Estado y la auto-nomía del proceso legislativo demo-crático.

Sin embargo, recuerda el autor,varias fuerzas religiosas, de sensibili-dad “neo-conservadora”, tanto enEstados Unidos como en Europa,quieren imponer al Estado sus con-cepciones normativas: es el caso dela derecha cristiana protestante enEstados Unidos, de los papas JuanPablo II y Benedicto XVI, y de losepiscopados de España e Italia, que

Democracia laica y religión públicaRafael Díaz-Salazar. Taurus, Madrid, 2007.

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no aceptan la autonomía del Estado yquieren imponer su idea de la “Ver-dad” contra las decisiones democrá-ticas de la sociedad.

El autor ilustra el enfrentamientoentre dos concepciones opuestas delas relaciones entre valores morales yEstado democrático analizando eldebate entre el cardenal Ratzinger yJürgen Habermas –”el principal inte-lectual laico de Occidente”–; se tratano sólo de su controversia enMunich, en enero de 2004, publicadaposteriormente, sino del conjunto desus trabajos de los últimos años. Parael cardenal, adepto a una metafísicacristiana de la verdad, lo que está enjuego es la defensa de la ley naturalcristiana contra el “relativismo”: deahí la exigencia de que el Estadoreconozca como su fundamento losvalores cristianos, es decir verdadesque no son sometidas al consensodemocrático. El filósofo, resuelta-mente “post-metafísico”, aboga porel contrario por un “republicanismokantiano”, neutro en relación a lasdiferentes visiones del mundo enconflicto, tolerante y pluralista, fun-dado en la común aceptación del pro-cedimiento democrático. El laicismodel Estado no significa, según Haber-mas, que el creyente deba abandonarsus convicciones ni que la religióndeba desaparecer de la esfera pública(“privatización”), sino sencillamenteel reconocimiento de un sistema dereglas democráticas.

En el último capítulo del libro, elautor defiende un cristianismo laico,que podría contribuir a la promociónde una cultura cívica, republicana ydemocrática, una cultura de la frater-nidad. Cita sobre este tema a JeanBaubérot, para quien ciertas formasde cristianismo favorecen “la pro-ducción social del altruismo”, y a

Jürgen Habermas, para quien el cris-tianismo es una de las fuentes cultu-rales de la solidaridad de los ciuda-danos. Se refiere también a Alexis deTocqueville, que habría puesto enevidencia el cristianismo democráti-co y republicano de Estados Unidos.Pero se puede uno preguntar si estavisión tocquevilliana no es un pocodemasiado idílica: ¿no forman partede la cultura político-religiosa norte-americana, desde el XIX siglo hastanuestros días, las tendencias funda-mentalistas y conservadoras del pro-testantismo americano, tan bien des-critas por el autor?

¿Quiénes serían, hoy, los represen-tantes de ese cristianismo laico, repu-blicano y solidario? A propósito deFrancia, el autor cita a Jacques Delors,Michel Rocard, Emmanuel Mounier,Simone Weil: un conjunto un pocodemasiado heterogéneo... Más convin-cente es su análisis de las afinidadeselectivas entre el altermundialismo ylas religiones de la liberación. El cris-tianismo de la liberación es una reli-gión pública, muy presente en el ForoSocial Mundial de Porto Alegre, en elque el 68,5% de los participantes sedefinen como “religiosos”.

En conclusión, dos fuerzas se dis-putan el campo religioso: los neo-conservadores de todas las confesio-nes, deseosos de imponer sus normasy sus valores a toda la sociedad, y lospartidarios de la modernización reli-giosa, que proponen la recreación detradiciones espirituales milenarias enel interior de culturas laicas. El futu-ro de la democracia laica en elmundo depende en gran medida deltriunfo o del fracaso de la moderni-zación religiosa.

Michael Löwy

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VIENTO SUR

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w w w . v i e n t o s u r . i n f oSUR

VIEN

TOSU

R11

5

N º 1 1 5 A Ñ O X X 8 E M A R Z O 2 0 1 1

● La izquierda contrael franquismo. MiguelRomero (editor), MartíCaussa y Ricard Martínez(LCR), Jtxo Estebaranz(libertarios), José AntonioErrejón (PTE), FranciscoLetamendia (abertzales),Xavier Domènech (PCE) ●Túnez. Accidente yrevolución. Santiago

Alba Rico ● Cuba. El socialismo democrático antelas actuales reformas. Armando Chaguaceda y Ramón I. Centeno ● FSM de Dakar. La ocasión perdida. Josu Egireun ● Francia. El NPA en laencrucijada. Josep Maria Antentas ● Política, conflicto y populismo (II). También en Europa:posibilidades populistas en la política europea yespañola. Iñigo Errejón ● In memoriam. Jean Haíra

“...un viento sur que lleva colmillos, girasoles, alfabetos y una pila de Volta con avispas ahogadas”

Federico García Lorca Poeta en Nueva York

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