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VIERNES 17 DE MAYO DE 2019 EDICIÓN ESPECIAL

REVOLUCIÓN AL MÁXIMO

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2| VIERNES 17 DE MAYO DE 2019 w w w . c i u d a d c c s . i n f o

Aquiles, el amor en lo sencilloLORENA ALMARZA

Con humor y amor, Aquiles Nazoa, nos contó Caracas y celebró siempre la idiosincrasia de nuestro pueblo. En su verbo, lo popular y lo sencillo, los

gente y sus cosas. Para Héctor Mujica, el querido poeta fue “Caraqueño por los cuatros costados”, pero además, “… su historia de Caracas no es la de un profesional de la historia, sino la historia íntima”, pues “... no sólo leyó los libros del cronista, sino que anduvo a pie por todos los sitios y lugares”.

aprendió a “deletrear el paisaje” en los paseos que solía dar junto a su padre, Rafael Nazoa.

Este caraqueño, nacido en la barriada popular El Guarataro, entretejió recuerdos, imaginario, momentos de valor histórico, así como hechos y personajes cotidianos para contarnos la

Ludovico Silva: “Ha sido el único poeta venezolano que habló directamente a los desheredados, a los marginales, a los miserables y también a esas clases medias que tienen un pie en el barro y otro en el primer peldaño de la escala social…”.

En mi opinión, si alguien expresó con generosidad aquello que el maestro Augusto Mijares

venezolano”, fue Aquiles. De su obra, entre muchas, venero El Credo y La historia de un caballo que era bien bonito. Y si viene con los dibujos de Felipe García, son un doble tesoro.

El GuarataroNació el 17 de mayo de 1920 en el barrio Nuevo Mundo, en El Guarataro, en una calle paralela a la vía de llegada del tren de los Valles de Aragua. Sobre su nacimiento escribió: “Los dioses que presidieron mi nacimiento en 1920, me fueron especialmente favorables y les agradeceré siempre el haberme deparado la ocasión de vivir una niñez cuyos términos más poéticos y constantes fueron el tranvía y el tren…”.

Creció en un hogar muy humilde y vivió una “infancia pobre pero

de Caracas. Su poema abstencionista El Mismo Pianito le costó nuevos encarcelamientos y acecho de la Digepol.

Entre 1968 y 1975, realizó el programa Las cosas más sencillas el cual se transmitió por la Televisora Nacional (canal 5), dirigido por Oscar Yanes, y en el cual, con frescura y profundidad, hablaba de temas de actualidad, de lo costumbrista caraqueño, y hasta de García Lorca y Alicia en el país de las maravillas. Para la producción no contaba con muchos recursos, pero afortunadamente sí con muchos amigos y amigas que solidariamente le apoyaban en cada programa.

Adiós al poetaEl 25 de abril de 1976 muere el poeta en un accidente automovilístico. Su obra Humor y Amor circulaba desde 1970, y tras su lamentable partida fueron publicadas

Desde Ciudad CCS nos acercamos al nuevo aniversario de vida de Aquiles Nazoa, con amor y humor. Nos acercamos a él porque él también se acerca a nosotros. Y contó nuestras historias en verso y en prosa. Y supo amarnos sin pedirnos nada a cambio. Solo nos ofreció su ternura y nosotros lo hicimos nuestro para siempre.

Y este homenaje es más que merecido. Ya él lo había dicho: “Yo soy inmortal porque yo soy el pueblo”. Se sumó a nosotros con alegría. Y por eso decimos Aquiles Pueblo. A 99 años de su nacimiento nos sigue acompañando con su alegría y su solidaridad.

Dicen que un día, cuando llegó al canal 5, donde hacía su programa Las Cosas Más Sencillas, el portero, que era nuevo en ese trabajo, le preguntó “¿Qué desea?”. Y Aquiles estaba como esperando esa pregunta, porque contestó:

el libre tránsito, que…” “Pase, amigo, pase, está deseando mucho”, le contestó el portero.

Así, de esta manera sencilla, entramos al mundo de Aquiles para decir, desde aquí, que

a su palabra. A su credo.

En ti creemos

nunca triste”. Dicen que tanto él como su hermano Aníbal heredaron de su madre, Micaela González, el humor que les caracterizó. Estudió en la escuela El Buen Consejo, “que parecía desprendida de un bonito libro de lectura porque al frente le pasaba una quebrada y se llegaba a ella por un puentecito…”. Luego estuvo en la Escuela Federal Zamora, frente a la Plaza de Capuchinos, donde solía jugar con Héctor Poleo y Evencio Castellanos.

En su libro El Ruiseñor de Catuche, escribió “… He

A los doce años fui aprendiz en una carpintería; a los trece, telefonista y botones del Hotel Majestic; y luego domiciliero en una bodega de la esquina de San Juan, cuando esta esquina, que ya no existe, era el foco de la prostitución más importante de la ciudad”.

“Más tarde fui mandadero y barrendero del diario El Universal, cicerone de turistas,

pequeña repostería, y director de El Verbo Democrático, diario de Puerto Cabello. Durante los últimos diez años me he compartido entre las redacciones de Últimas Noticias, El Morrocoy Azul, El Nacional, y Élite y Fantoches, del que fui director”.

De igual modo, en “Vida Privada de las Muñecas de Trapo” contó que aprendió inglés y francés gracias a una mujer de origen trinitario que vendía dulces en la esquina de Sociedad, eso cuando era muchacho todavía.

El periodismo y las letrasAquiles fue un fervoroso lector e investigador, de hecho, casi a diario visitaba la Biblioteca Nacional, donde pasaba horas leyendo. Participó en el grupo literario “Presente” por invitación de Pedro Beroes. Allí compartió con Héctor Poleo, César Rengifo, Óscar Guaramato, Juan Beroes, Antonio Márquez Salas, Rafael Ángel Insausti, Gabriel Bracho, Héctor Mujica, entre otros. A su vez, Beroes se lo llevó al diario Últimas Noticias, donde inició su columna en verso “A punta

Lancero. Publicó sus versos en El Nacional con el pseudónimo “Jacinto Ven a Veinte” y en el semanario El Morrocoy Azul su obra Teatro para leer. Trabajó también para la revista colombiana Sábado, e incluso entrevistó a Jorge Eliécer Gaitán.

Durante un tiempo estuvo en Cuba, allí dirigió la revista Zigzag y participó en diversos congresos y tertulias. En su estancia, conoció a Estrella Fernández-Viña Martí, sobrina nieta de José Martí, de quien se enamoró perdidamente. Se casaron, pero al poco tiempo Estrella murió de tuberculosis. El poeta volvió a la patria y se entregó al semanario Fantoches.

El Transeúnte Sonreído vio la luz en 1945, y tres años después su trabajo periodístico fue reconocido con el Premio Nacional de Periodismo. En ese andar de poesía y vida, conoció a la apureña María Laprea, viuda de Raúl Estévez, con quien se casó. Además de poesía, crónicas y ensayos, el multifacético Nazoa escribió varios guiones

cuento de Guillermo Meneses La Balandra Isabel llegó esta tarde, El demonio es un Ángel y Yo quiero una mujer así.

Exilio y regresoSu apoyo a las manifestaciones estudiantiles y de obreros contra la dictadura le valió la cárcel y en 1956 la expulsión del país. El poeta relató que fue “embarcado con las manos esposadas” en un avión, y fue antes de despegar que se enteró de que su destino era La Paz, capital de Bolivia. Allí se unió al círculo de escritores de la Peña Navia, y publicó entre otros, . Bajo seudónimo, continuó escribiendo para El Nacional.

Regresó a Caracas en 1958 y se incorporó a la revista Dominguito, de Gabriel Bracho Montiel. Junto a su hermano, fundó en 1959 Una señora en apuros, y al año siguiente dirigió la revista El Fósforo. Ambas publicaciones enfrentaron la persecución del gobierno de Betancourt. Entre 1960 y 1965, publicó El Ruiseñor de Catuche, Cuba, de Martí a Fidel Castro, Los Poemas, Pan y circo y Los humoristas

Vida privada de las muñecas de trapo, Raúl Santana con un pueblo en el bolsillo y Leoncio Martínez, genial e ingenioso. En reconocimiento a su trabajo, la Academia de la Lengua de Dinamarca le concedió post mortem, el premio Hans Cristian Andersen. Respecto al poeta y humorista, Domingo Miliani destacó que “su temprana conciencia de clase proletaria, su formación marxista, hicieron de Aquiles Nazoa un signo dramático de dignidad intelectual y política irreductibles.”Gracias Aquiles por enseñarnos a mirar lo hermoso en lo sencillo de la vida.

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Humor y mal humorde Aquiles Nazoa> Esta entrevista realizada al Ruiseñor de Catuche nos dibuja un Aquiles ingenioso al manifestar sus impresiones acerca de los humoristas. Emilio Santana-1968. Tomado de la pág. El transeúnte sonreído.

Santana: ¿Se podría señalar el aspecto sociológico del chiste colorado?

Aquiles: En general, el gusto por los chistes colorados florece entre las comunidades sexualmen-te reprimidas y en los pueblos sometidos a represión política; en el primer caso compensan idealmente lo que no está permiti-do hacer, y en el segundo actúan como sucedáneo de lo que no está permitido decir.

Santana: Ahora que el Presi-dente Leoni abandona Miraflores, ¿cómo sienten su ausencia los humoristas, ustedes que lo tuvieron tantos años como su personaje favorito?

Aquiles: Su ausencia represen-ta indudablemente para nosotros una pérdida irreparable. Pero lo gozado nadie nos lo quita. Además,

el mayor encanto que tuvo para nosotros el Dr. Leoni, es decir sus admirables “galletas” lingüísticas, se había deteriorado últimamente. Puede decirse que para la fecha de su último discurso ya había recobrado completamente el habla. En todo caso, ante la operación de trasplante ocurrida, nosotros para consolarnos nos decimos lo que entre los “palos” del matrimonio le dice el novio a la recién adquirida: “señora, usted ha perdido una hija pero ha ganado un hijo”.

Santana: ¿Qué opinas de los cómicos y libretistas de televi-sión?

Aquiles: De los cómicos pienso que si ganaran menos serían mejores, aunque si fueran mejores probablemente ganarían menos. En cuanto a los libretistas, antes de

responder a esa pregunta tendré que informarme. Yo no tenía noticias de que en la televisión hubiera libretistas...

Santana: ¿Cuando está un humorista de mal humor?

Aquiles: Siempre, porque ése es el único del que puede disponer para sí. Cuando en la casa del humorista hay buen humor, lo vende.

Santana: ¿Ha decaído el buen humor entre nosotros?

Aquiles: Ha decaído. A mí no me han vuelto a encarcelar desde 1956.

Santana: ¿Se alegran o se entristecen los humoristas por la salida de los adecos y la elección del Dr. Caldera?

Aquiles: La salida de los adecos nos entristece grandemente, porque con ellos se nos cierra nuestra fuente de inspiración más rica. Y en cuanto a la elección del doctor Caldera, tampoco nos alegramos, porque a nosotros no nos gusta alegrarnos del mal ajeno.

Santana: ¿Qué opinas de tu hermano Aníbal como humorista?

Aquiles: Que entre los escrito-res venezolanos de su generación, es el único al que puedo agrade-cerle que me trate como un hermano a pesar de la diferencia de edades. Ahora, por mucho que yo lo quiera y admire, en honor de la verdad histórica debo recono-cer lealmente que el mérito que se atribuye a Aníbal de haber cruzado los Alpes con su ejército de elefantes, es un mérito que no le corresponde a él, sino a los elefantes.

Santana: ¿Cuál es el mejor humorista venezolano? (Por favor, excluyendo a Aquiles Nazoa).

Aquiles: En Venezuela actual-mente no hay “el mejor” en ninguna categoría de la cultura. Aquí todo está condicionado para que nadie pase de cierto nivel de crecimien-to. Precisamente, por eso es por lo que se dice que somos un país subdesarrollado. Estamos en pleno “boom” de la mediocridad.

Santana: ¿Imagino que sÌ podrías mencionar nuestro peor humorista?

Aquiles: El peor humorista es el

que se dedica laboriosamente a labrarse su parcelita de fama como gracioso, una vez comproba-da su absoluta incapacidad para caer en gracia.

Santana: ¿En cuál aspecto del género son más abundantes los peores humoristas?

Aquiles: En los versos, especial-mente en las columnas versifica-das de la prensa. Pero esa ha cambiado mucho. En los últimos años nuestros periódicos han ido depurando la calidad de sus columnas, y hoy puede decirse que los poetas tenidos como peores han sido eliminados, quedando en su lugar únicamente los que demostraron ser más peores.

Santana: Si Job Pim y Leo vivie-ran en esta época, ¿cuántas veces hubieran estado en la Digepol?

Aquiles: Quizá ninguna. Bajo el sistema democrático no es precisamente la policía quien se encarga de neutralizar a los talentos subversivos. Eso lo logran con mayor eficacia los altos organismos y empresas represen-tativas de la Cultura y de la libertad de Pensamiento. El sistema democrático posee un método de silenciamiento superior en eficacia al de los nazis, y mucho más elegante: consiste en concederle al escritor absoluta libertad para escribir lo que desee y asegurarles a los periódicos la libertad absoluta de no publicár-selo. Los ricos de la sociedad democrática no liquidan por la violencia a los humoristas: los com-pran poniéndolos a recitar en sus sobremesas y permitiéndoles que los tuteen: los corrompen compro-metiéndolos por la gratitud.

Santana: Finalmente Aquiles, ¿por y para qué acostumbran los humoristas firmar con seudónimo?

Aquiles: Hay unos que lo usan con la misma finalidad que en el carnaval algunas señoras decentes se disfrazan de “negrita” y cogen la calle: para poder echar la casa por la ventana con toda impunidad; hay otros que lo emplean para compensar con un elemento de intriga la insustancialidad de lo que dicen. Entre dos clases de jabón, que son básicamente la misma combinación de sosa, potasa y sebo, la gente le atribuye propiedades superiores al que en vez de llamarse simplemente jabón se llama detergente. Otros humoristas adoptan el seudónimo para no violentar la armonía estilística de lo que dicen con la introducción de un elemento serio, como es el nombre propio: ese es el caso de Job Pim. Otros, en fin, acuden al seudónimo impulsados por un sentimiento de pudor literario, tal es la conciencia que tienen de que lo que escriben es malo.

Así es mi amigo Aquiles Nazoa, unas de miel y otras de hiel, como en definitiva somos todos.

i admiración por Aquiles Nazoa comenzó cuando yo estudiaba

bachillerato en el Liceo Fermín Toro. Por esos años recuerdo que su famoso Ruiseñor de Catuche pasaba de mano en mano, y no había acto cultural en que alguno de nosotros no declamara sus versos. También por aquella época sabíamos que tradicionalmente en Venezuela ser buen humorista significaba ser perseguido, entre otras cosas. No es que todos los presos fuesen humoristas, pero evidentemente, todos los buenos humoristas, tarde o temprano, terminaban en la cárcel. Más adelante, en el año 56, cuando estuve preso en la Seguridad Nacional junto con un grupo de fermintoreanos, en una noche de insomnio me enteré de que en el calabozo vecino estaba nuestro gran poeta y humorista. Recuerdo que muchos de los temores que sentía aquella noche fueron disipados por la conversación que sostuvimos con Aquiles.Tal era el grado de interés de sus palabras que hasta los mismos carceleros de guardia se acerca-ban a su celda para oírlo. Desde entonces comprendí que Aquiles Nazoa era y es un humorista de profunda significación humana, porque la sonrisa que produce su creación encierra un tono de protesta que evidencia que el buen humor no es reír por reír simple-mente. Ahora estamos sentados frente a frente y nuestro diálogo surge fresco y espontáneo:

Santana: ¿ De qué vive un humorista?

Aquiles: De un humorista, si es venezolano, se sabe siempre de qué muere; nunca de qué vive. Para los humoristas venezolanos sigue vigente aquello que aplicándolo a su propio caso escribió una vez Don Francisco de Quevedo: “El que escribe para comer, ni come ni escribe”.

Santana: Dentro de lo que se entiende por humorismo hay muchas categorías, como se sabe. ¿A qué rango de esa escala pertenecen los chistes colorados?

Aquiles: Hay entre esos cuentos algunos que la persona inteligente escucha con agrado porque en ellos el color, o sea la intención, pasa a un plano de interés muy secundario con respecto a sus méritos específicamente humorís-ticos, es decir, el ingenio en la elaboración, la lógica en el argumento, la agilidad en la exposición y la sorpresa en el desenlace. Pero hay muchos otros en los que, como en los malos cuadros, la violencia del color agobia a todos los otros valores, y esos ya no son chistes, sino actos de bajeza.

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AQUILES NAZOA

Verdaderamente, nunca fue tan claro el amor como cuando Hans Christian Andersen amó a Jenny Lind, el Ruiseñor de Suecia.

Hans y Jenny eran soñadores y hermosos, y su amor compartían como dos colegiales comparten sus almendras.Amar a Jenny era como ir comiéndose una manzana bajo la lluvia. Era estar en el campo y descubrir que hoy amanecieron maduras las cerezas.

Hans solía contarle fantásti-cas historias del tiempo en que los témpanos eran los grandes osos del mar. Y cuando venía la primavera, él le cubría con silvestres tusílagos las trenzas.

La mirada de Jenny poblaba de dominicales colores el paisaje. Bien pudo Jenny Lind haber nacido en una caja de acuarelas.

Hans tenía una caja de música en el corazón, y una pipa de espuma que Jenny le diera.

A veces los dos salían de viaje por rumbos distintos. Pero seguían amándose en el encuen-tro de las cosas menudas de la tierra.

Por ejemplo, Hans reconocía y amaba a Jenny en la transparen-cia de las fuentes y en la mirada de los niños y en las hojas secas.

Jenny reconocía y amaba a Hans en las barbas de los

mendigos y en el perfume del pan tierno y en las más humildes monedas.

Porque el amor de Hans y Jenny era íntimo y dulce como el primer día de invierno en la escuela.

Jenny cantaba las antiguas baladas nórdicas con infinita tristeza.

Una vez la escucharon unos estudiantes americanos, y por la noche todos lloraron de ternura sobre un mapa de Suecia.Y es que cuando Jenny cantaba, era el amor de Hans lo que cantaba en ella.

Una vez hizo Hans un largo via-je y a los cinco años estuvo de vuelta.

Y fue a ver a Jenny y la encontró sentada, juntas las manos, en la actitud tranquila de una muchacha ciega.

Jenny estaba casada y tenía dos niños sencillamente hermo-sos como ella.

Pero Hans siguió amándola hasta la muerte, en su pipa de espuma y en la llegada del otoño y en el color de las frambuesas.

Y siguió Jenny amando a Hans en los ojos de los mendigos y en las más humildes monedas.

Porque verdaderamente, nunca fue tan hermoso el amor comocuando Hans Christian Andersen amó a Jenny Lind, el Ruiseñor de Suecia.

Hoy quiero, en un galerón,relatarles lo que pasacada vez que en una casase produce un apagón.

La primera precauciónes ver si hay luz en la calle,y observado ese detallelo segundo es dar un gritodiciéndole al muchachitoque se acueste y que se calle.

Y aquí comienza un trajínde policíaca novelapor encontrar una vela

que nadie encuentra por fin.

- ¡Voy por ella al botiquín!,dice usted desafiador,y sale con tal furorque en su ceguedad de fierano ve que al pasar lo esperala pata de un mecedor.

-¿Qué te sucede, Gaspar?...(Un pugido es la respuesta).

- ¿Qué te sucede? ¡Contesta!,le vuelven a preguntar.

Y entonces, vuelto un jaguar,un caimán, un jabalí,responde usted:- ¡Me caí!,y añade luego despaciolo que por falta de espaciono consignamos aquí.

En tan triste situaciónoye usted que alguien revela:

-¿Qué estas buscando? ¿La vela?Pues yo la vi en el fogón...

Como en una procesiónel viejo, el grande, el chiquito,

corren al sitio descritoy en jubilosa algaradasacan la vela pegadadel fondo de un perolito.

Ya puesta en el comedoro en algún cuarto la vela,lo que sigue es una pelade las de marca mayor.

Pues el niño un tenedorpone en ella a calentar,simulando no escucharla voz que dice impaciente:

-Deje la vela, Vicente,porque lo voy a pelar...

Cesa al fin el apagóny al prenderse los bombillos,un ¡viva! dan los chiquillos(y algún que otro grandulón...)

Y usted, que aunque cuarentón es ingenuo todavía,mientras acuesta a la críale adelanta a su mujer:

-¡Mañana al amanecerdemando a la compañía!. (AN)

Balada de Hans y Jenny

Los apagones

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Pequeña historiade los helados

La famosa “Confitería de las Familias” en la esquina de Las Madrices, afamada por sus sorbetes. La fotografía fue tomada a principios de 1900, cuando en las calles empiezan a alternar los postes del tendido eléctrico y sus extrañas lámparas de arco voltaico, con los esbeltos faroles del alumbrado a gas. Los rieles son todavía los del tranvía de caballos que baja desde la esquina de La Torre hasta la estación del Ferrocarril Central, cubriendo toda la ruta del Este. El pavimento de la avenida es de adoquines dispuestos diagonalmente, mientras el de la calle transversal sigue siendo de piedras coloniales. La figura de oscuro que se ve plantada en el centro de la bocacalle es un agente de policía. En aquella época vestían un uniforme de dril azul y se tocaban con una cachuchita que los asemejaba los primeros jugadores de beisbol.

La esquina de La Torre, la más céntrica de Caracas, diagonal con la torre de la Catedral, como era en 1895 cuando se inauguró la célebre botillería de Jaime Escofet, en cuyo alto existió uno de los Salones para familias más elegantes de Caracas, con música de piano y famoso servicio de sorbetes.

moldes y cajitas “desde dos copas”.

En 1929 la gran novedad de Caracas fue la aparición de los helados duros de palito, o sea los popsicles, que se vendían a real y no eran fabricados en el país, sino que venían en cavas especiales de los Estados Unidos.

Para las fiestas como bautizos, bailes y matrimonios, era costum-bre encargar una sorbetera de helado así como un sifón de cerveza que la cervecería despachaba acompañado de su correspondiente panela de hielo. La elegante costumbre de ir a los lugares públicos para tomar helados en copas, entró en su decadencia durante la época conocida como “los años locos”, entre 1926 y 1930, cuando las

ucho han contado los helados como amable motivación y

fomento de las buenas relaciones sociales entre los caraqueños. Como tantas otras golosinas y postres hoy extendidos por todo el mundo, son los helados una remota invención de los árabes, quienes los crearon con el nombre de xorbet y también sherbet de los que derivó nuestro idioma la palabra sorbete. Aunque hay indicios, de que ya los antiguos romanos los habían conocido, la introducción de los helados en Europa se atribuye al gran viajero veneciano Marco Polo, quien al regreso de su largo viaje por el Oriente, en los albores del Renacimiento, trajo entre sus apuntes varias recetas para prepararlos. Desde esa época hasta mediados del siglo XVII la técnica para enfriar fue un secreto casi exclusivo de algunos afamados reposteros italianos, particularmente de los de Venecia. Pero la especialidad se extiende a Francia llevada por Procopio Calpilla, que en 1860 establece en París la primera heladería del mundo. Entre los grandes artistas del postre frío que desde entonces dieron lujosa fama a la repostería francesa, uno a quien nunca olvidará esa exquisita industria es a Vatel, el renombrado cocinero del príncipe Condé. Célebre porque se suicidó en un rapto de impaciencia al faltarle el pescado para una comida en la que el invitado era el rey Luis XIV, Vatel es también famoso en la historia de la gastronomía porque precisamen-te el día de su suicidio y para esa misma comida trágica, había inventado la forma más exquisita del mantecado: el quesillo frío.

La primera ciudad de nuestros trópicos en conocer los helados fue La Habana, en 1807, con hielo importado de los Estados Unidos. Desde 1805 el norteamericano Federico Tudor había estableci-do un curioso “comercio interna-cional del frío”, servido por barcos que salían del cauce del Hudson, de Maine, Michigan y Wisconsin, llevando copiosos cargamentos de hielo y nieve hacia las Indias Occidentales y, a partir de 1815, para las colonias

españolas de ultramar. Ya en 1825 avisa el periódico caraqueño El Venezolano a sus lectores, que para las celebraciones del 5 de Julio se ha hecho un pedido a los Estados Unidos para los graniza-dos y refrescos. Y en 1856 el señor Fausto Teodoro de Aldrey, fundador después del periódico La Opinión Nacional anexa a su “Café Español” la primera heladería de Caracas. La solicitud de permiso para establecerla fue redactada por Cecilio Acosta, en un poético memorial en el que exaltaba la significación de los helados como estímulo de la amis-tad. “Los sorbetes –dice allí el gran pensador– sirven de aliciente al espíritu de asocia-ción, matan los rencores y hacen que los hombres se acerquen y se entiendan. La desunión engendra el odio, y el odio no puede vivir sino entre las sombras que forma la distancia. La enemistad es despechada y se aisla para aborrecer; pero en un salón de buena compañía donde hay generosidad en vez de hiel, la frente se desarruga y la palabra concilia al fin los sentimientos”.

Poco después, el 12 de marzo de 1856, en su aviso del periódico El Foro se excusa el señor Aldrey de no haber podido cumplir sus compromisos relacionados con la fabricación de helados, porque la goleta de nieve que encargó oportunamente a Nueva York había quedado bloqueada en el Hudson a causa del riguroso invierno; pero avisa a sus clientes que para abreviar en lo posible la demora ya ha hecho un pedido de emergencia a los depósitos de hielo y nieve existentes en la isla de Saint Thomas.

La producción de helados en escala industrial y la generaliza-ción de su consumo, comenzaron por el año 65, después que el ingeniero francés Carré inventó la máquina de fabricar hielo, perfeccionada después y converti-da en artículo de uso doméstico por el suizo Carlos Linde al inventar la refrigeradora en 1874. Sin embargo, la primera sorbetera eléctrica no vino a llegar a Caracas sino en 1921, cuando la pastelería “La India” anuncia en los periódi-cos la novedad de sus helados elaborados “por fuerza motriz”, y establece su servicio de despa-chos a domicilio de sorbeteras,

Hace ya algun tiempo que se nota en Carácas la falta de un refrigerante tónico y agradable como el que produce un buen helado en cristalina copa. Nosotros, que deseamos contribuir por nuestra parte á cuanto pueda agradar á esta culta sociedad, no hemos omitido trabajo ni sacrificio alguno para ofrecerla el servicio de los helados por un nuevo y especial procedimiento poco conocido hasta hoi; de cuyo resultado nos prometemos dejar satisfechos á todos cuantos tengan la bondad de acordarnos sus favores.No serán solo los helados los que serviremos al respetable público de Carácas, sino tambien un escogido y variado surtido de jarabe frigorífico al gusto del que lo pida.Esperamos con sobra de razon que nuestros favorecedores nos animarán en esta empresa y nos ayudarán para prolongarla en varios puntos de la ciudad; pues por ahora solo se hallarán en la casa número calle de Carabobo, entre las esquinas de las Gradillas y la Sociedad, desde el lúnes en adelante, de siete á nueve de la noche.

Carácas, Agosto 1° de 1863.Los Empresarios. 4-8

Acertoy novedadM

damas de Caracas, empezaron a preferir los cocktails al estilo norteamericano y los caballeros la cerveza. Había vivido su edad de oro en 1877, en los tiempos afrancesados de Guzmán Blanco, días hermosos de nuestra ciudad en que se inauguraba “El Polo Ártico” con el ofrecimiento de “un nuevo y elegante salón para

señoras, completamente indepen-diente, en donde se servirán helados y muchas otras cosas, al son de un famoso piano”.

Nazoa, Aquiles (1977). “Pequeña historia de los helados”. En

Caracas física y espiritual, pp. 136-138. Caracas: Concejo

Municipal del Distrito Federal.

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iren, hijos de puta, desde mis escombros, desde lo que ustedes han destruído de mí; desde los pedazos de des-

compuesta sangre a que la infamia de ustedes me redujo, todavía les digo que lo ocurrido no fue de ninguna manera una derrota.Yo tengo más vidas que todos los gatos de ustedes juntos.Nadie ha logrado matarme completamente jamás, a pesar de que todos ustedes se conjuraron para coserme a puñaladas.Pues yo soy inmortal porque yo soy el pueblo.Yo encarno la inmortalidad del amor; soy inmortal porque sufro.Y soy rico también; registren los bolsillo de los que ustedes han dejado de mí, y se llevarán interesantes sorpresas.Nunca le robé nada a nadie, cosa que lamento mucho.Fui un buen tipo, algunas señoras me amaron.Y el tiempo de mi vida se consumió en ejercicios superiores de la tontería.Mis asesinos al matarme confirmaron la teoría de que el crimen perfecto no existe.Ustedes, gavilla de criminales indoctos en su pobre oficio, al asesinarme a la vuelta de la esquina se emporcaron estúpidamentey aunque creyeron que me matabanal despedazarme, yo sigo vivo en ese perro, en esa nube, en esos zapatos.Es más: por lo que ustedes viven es porque yo los he amado de alguna manera, quede constancia de este asunto.

Aquiles Nazoa, Acuarela de Claudio Cedeño,

1954

COORDINACIÓN EDITORIAL: Mercedes Chacín. DIAGRAMACIÓN Y DISEÑO: Thamara Álvarez, Eugenio Aguilera, Freddy La Rosa y Guillermo Villarreal. COORDINADOR DE FOTOGRAFÍA: Bernardo Suárez. COLABORARON EN ESTA EDICIÓN: Lorena Almarza, Felipe García, Teresa Ovalles, Laura Nazoa, Roberto Malaver. CORRECTORES: Anabell Daher

Despedidade duelo a cargodel propio interesadoM