VILLENA. La Posmodernidad Como Problemática en La Teoría Cultural Latinoamericana

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    La posmodernidad como problemática en la teoría cultural latinoamericana

    Francisco Villena

    Dept. Spanish & Portuguese

    Princeton University

    La posmodernidad ha devenido un paradigma tremendamente controvertido entre losestudiosos de la cultura latinoamericana. La aplicación de la posmodernidad al contextolatinoamericano tiene ciertos problemas de base que, si bien no deslegitiman su uso,desvelan varias aporías de su discurso. En el presente ensayo se discuten algunas de lasaporías fundadas en los sistemas de conocimiento y de producción de mitos aplicadas a larealidad latinoamericana.

    La teoría de la posmodernidad tiene como textos liminales los trabajos de FredricJameson, The Cultural Logic of Late Capitalism, y The Postmodern Condition, de JeanFrançois Lyotard. Se trata de una teoría cuya perspectiva es angloamericana y europea. Deahí que el uso de este término pueda ser visto como la extrapolación de un fenómenoajeno a la realidad histórica y social del mundo hispánico y, tal vez, otra nueva muestra deimperialismo cultural que ha tenido especial éxito en la academia estadounidense.

    Jameson asocia la posmodernidad a la lógica cultural del capitalismo tardío. Su estudioparte de los Estados Unidos, país donde esa lógica cultural se originó, según su propuesta.Jameson contrasta la cultura estadounidense con la del resto del mundo. Propone que

    todas las producciones culturales de Asia, África y América Latina siguen invariablementeun patrón alegórico. Jameson cree ver, en lo que él califica ‘Tercer Mundo’, una cultura deresistencia que se constituye en una alternativa utópica al quietismo de la posmodernidaddel ‘Primer Mundo’. Así pues, se puede entrever en esta propuesta una dinámica dedependencia cultural con respecto al ‘Primer Mundo’ del cual participan, como actantesprincipales, Estados Unidos y, subsidiariamente, Europa.

    Lyotard asocia la posmodernidad con la crisis de las metanarrativas: las categoríastrascendentales que la modernidad inventó para interpretar y normalizar la realidad. Elavance de la razón, la emancipación del hombre, el progresivo autoconocimiento soncategorías que la ilustración creó para articular las fuerzas productivas y conseguir unconsenso social, político y cultural. El debate de Lyotard cuestiona la operatividad de lasmetanarrativas de la modernidad en el nuevo contexto al mostrar que han perdido sucapacidad explicativa. La idea del progreso, la racionalidad unívoca y las ideologías -comobase sedimentaria de proyectos- han caído en la posmodernidad: ya no son aplicables,según Lyotard.

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    Tanto modernidad como posmodernidad son concepto ajenos a Latinoamérica en suorigen que se han aplicado constantemente para su explicación. Aun así, la modernidadtuvo especial eco en las políticas decimonónicas en Latinoamérica al abrirse al liberalismoeconómico y al establecer su dinámica en torno a los conceptos de ‘desarrollo’ y‘progreso’. Sin embargo, la llegada de la posmodernidad plantea nuevos interrogantes al

    explicitar el anacronismo que adoptar tal noción supone en sociedades que no hancompletado el proceso de modernización. Cabe plantearse entonces si modernidad yposmodernidad son etapas históricas que pueden convivir, o tal vez, si es posible queLatinoamérica haya llegado a la posmodernidad mediante la lógica capitalista queestablece el flujo de capitales de manera global -cuestión que tendría consecuenciasmundiales al margen de que se hubiera completado o no el proceso de modernización-.Cabe sopesar, entonces, si es aplicable y operativo el concepto de posmodernidad paraexplicar la realidad latinoamericana. Las actitudes de los críticos culturales y literarios sonenconadas y no parece haber consenso. Críticos como José Joaquín Brunner y NelsonOsorio, desde perspectivas distintas, abogan por borrar el concepto de posmodernidad yredefinir la coyuntura actual. Otros críticos como Beatriz Sarlo, Emil Volek, AntonioCornejo Polar y Julio Ortega, sí ven apropiado hablar de posmodernidad en Latinoamérica.Nestor García Canclini, Martín Hopenhayn, Nicolás Casullo, Jesús Martín Barbero y JohnBeverley problematizan ambas perspectivas, mediante una redefinición de la modernidady la asimilación de formas transculturales.

    El discurso literario no ha permanecido al margen de tal polémica y expone, implícita oexplícitamente, argumentos que sustentan o destruyen la aplicabilidad de la teoría de laposmodernidad a Latinoamérica. Los textos seleccionados para establecer este debate sonLa nada cotidiana, de la cubana Zoé Valdés, Mamá, del argentino Jorge Fernández Díaz, ySueños digitales, del boliviano Edmundo Paz Soldán. Estas novelas enriquecen la discusión

    sobre la posmodernidad y aportan elementos que aún no se han discutido en éste, comola cultura del afecto y la adecuación del simulacro posmoderno al contextolatinoamericano. Así pues, la adecuación del concepto de la posmodernidad dependerá desu nivel de aplicación y su productividad explicativa, más allá de debates sobre el origendel concepto teórico que resultan estériles y obcecados. ¿Puede ser Latinoaméricaposmoderna?

    Latinoamérica no es posmoderna

    A las dos horas de estar jugando en solitario, el Nihilista se da cuenta de que el Traidor hacerrado el libro en la última página. Por fin ha terminado... -¿Algo interesante sobre elposmodernismo?-Nada nuevo bajo el sol, teorías y teorías enrevesadísimas. Para entenderlas hay que viviren las ciudades industrializadas, y uno está aquí, de bestia, esperando, esperando,esperando la carroza... la del carnaval o la fúnebre... (Valdés 160)

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    La inadecuación terminológica de  postmodern(e), según la teorización francesa yanglosajona, en el contexto latinoamericano se evidencia en la cita de Valdés al hablar de‘posmodernismo’ al referirse a lo que ha venido llamándose ‘posmodernidad’. Porposmodernismo, en la historia de la literatura latinoamericana, se refiere a laspostrimerías del modernismo, que tendría a Gabriela Mistral y Alfonsina Storni entre sus

    figuras más destacadas. La voz ‘modernismo’ ya es problemática de por sí en el contextolatinoamericano al haber sido utilizada en Brasil para referirse al importante movimientoliterario que a partir de los años veinte asimila las vanguardias europeas y afirma elbrasileñismo de sus letras. La teoría de la posmodernidad podría verse, pues, como unaforma más de imperialismo cultural dada la confusión que establece en el sistema culturallatinoamericano.

    La nada cotidiana narra la historia de Patria, una joven que busca en la escritura una luzde esperanza ante la desoladora realidad que le ofrece Cuba. El comienzo y el final de lanovela es el mismo: ‘Ella viene de una isla que quiso constuir el paraíso’. El libro,ambientado en la Cuba castrista de los noventa, ofrece el panorama de un país que no hasatisfecho los ideales de la modernidad. Esta realidad no es única de Cuba; la mayoría lospaíses latinoamericanos han tenido un proceso de modernización desigual que haresultado en desigualdades insalvables entre clases sociales y un subdesarrollo económicoen comparación con los patrones europeos y estadounidenses. La nada cotidiana observaesas ‘teorías enrevesadísimas’ ininteligibles en el contexto cubano, parangonable allatinoamericano, ya que -todavía- el ciclo de la modernización no ha cumplido suspromesas de progreso ni tampoco ha llegado a su extremo de industrialización que laoptimización de los recursos, según la ideología liberal capitalista, establecía. Es dablecolumbrar, pues, que Latinoamérica permanece en el período de la modernidad y quedebe completar su ciclo.

    Para situarse con un mínimo de equilibrio intelectual en el debate acerca de laposmodernidad -real o supuesta-, se requiere un conocimiento básico de la modernidad,lo que significa de algún modo entrar en el período en que ésta se estabiliza comoproyecto y empieza a imponerse como modelo, sobre todo a partir de las independencias.Si el sustento ideológico de la posmodernidad se basa en la afirmación -o más bien lacreencia- de que la modernidad ha completado su ciclo histórico -cerrándose la ‘historia’-,bueno sería establecer hasta qué punto se han cerrado también los anhelos que seencuentran en su origen. Comenta Nelson Osorio, que el hecho de que “el modelo de lamodernidad haya evidenciado su incapacidad para hacer efectivas las propuestas deigualdad, felicidad y libertad que están en su origen no significa que estas aspiracionesdeban ser desechadas con el modelo” (Osorio 13).

    Para explicar el nuevo momento histórico cabe replantear el debate terminológico. ¿Esesta coyuntura parte de la modernidad? ¿Tan distinta es esta realidad que se necesita unnuevo concepto explicativo? En su aguzado ensayo Cartografías de la modernidad , JoséJoaquín Brunner contextualiza el debate modernidad/posmodernidad en Latinoamérica ymuestra la continuidad del proceso de la modernidad con características evolutivas que

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    no justifican una nueva denominación. Para él, la posmodernidad es, en efecto, la formaespecífica que la modernidad toma en Latinoamérica. Brunner, aun problematizandosobre la pertinencia del término ‘modernidad’, acepta su conceptualización aplicada aLatinoamérica ya que “las modalidades culturales de la modernidad no se agotanexclusivamente en los cuadrantes de la acción racional ni tienen ellas por qué ceñirse al

    horizonte de la comprensión de sí que tienen los europeos” (Brunner 38). El crítico ahondaen la heterogeneidad de tiempo y espacios, de prácticas y discursos, donde todo parecepresentarse simultánea y sincrónicamente. Así pues, la llamada posmodernidad seríaparte constitutiva de la modernidad. Para apoyar su argumento Brunner cita a AníbalQuijano para hablar en torono a la idiosincrasia latinoamericana:

    Se trata de una especificidad, o si ustedes quieren, de uno de los sentidos que vanformando la identidad latinoamericana: la relación entre historia y tiempo es aquí porcompleto diferente que como aparece en Europa o en Estados Unidos. En América Latina,lo que en otras historias es secuencia, es simultaneidad. Se trata de una historia diferentedel tiempo. Y de un tiempo diferente de la historia. (Quijano 60-61)

    Brunner al final de su ensayo incide en la posibilidad de que, finalmente, el discurso de lamodernidad dé un nuevo giro que acabe por trastorcar la identidad latinoamericana porcompleto. Esta advertencia sobre la rearticulación del momento histórico emparenta conlas teorías que desarrollan los que apuestan por la aplicabilidad del concepto de laposmodernidad en Latinoamérica:

    [Existe] la posibilidad de que estemos asistiendo al final de esos mismos discursos y queellos puedan ser pronto sustituidos por otras maneras de hablar -y de crear- nuestrasidentidades: aquéllas proporcionadas por los medios de comunicación, en particular por la

    televisión, y por los múltiples otros lenguajes que se general con la vida urbana, con losmovimientos del mercado cultural, y con las nuevas formas de inserción de los países en laeconomía del mundo. (Brunner 211)

    De la fuerza de los medios de comunicación de masas, de la lógica capitalista del mercadoglobal, de la necesidad de superar el contexto local para explicar la realidadlatinoamericana surgen los argumentos que constituyen el cuerpo de aquellos críticos quesí apuestas por la operatividad del concepto de posmodernidad en América Latina.

    Latinoamérica sí es posmoderna

    Marchó entre ancianos, militantes y curiosos, rodeada de bombos y de consignas, y volvióa su casa derrengada y vacía. Los hijos de aquella generación teníamos miedo a vivir.Estábamos asustadísimos porque perdíamos posiciones, éramos consumistas lamentablesy muñecos sin alma; dueños de muchas más cosas de las que alguna vez tuvimos, de lasque habían conseguido nuestros padres y de las que usaríamos nunca. Muchachos sin unpropósito, hipocondríacos totales y cobardes congénitos. Mamá me lo recordó sin tener

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    que decírmelo. Apenas con un hilo de voz escuché lo que pensaba: Ya no estoy triste sinoagotada, ya no me queda más que la bronca. Tengo una bronca... (Fernández Díaz 187)

    Los teóricos que incluyen a Latinoamérica en la posmodernidad apuntan que el mundo novive separado por muros infranquables que dividen lo premoderno, lo moderno y lo

    posmoderno. La coexistencia de distintas épocas históricas en mismo tiempo y lugar, queno es utópico ni heterotópico por este hecho, no es nada nuevo ni en Latinoamérica ni enotras partes del mundo. Quiera o no, Latinoamérica ya participa en el nuevo juego, segúnseñala Emil Volek, que se llama posmodernidad. En el proceso de cambio se rompen viejoestereotipos: “Algunas tribus indígenas de México prefieren el rock a las rancheras;algunos nómadas de la Amazonía comparan en video las tradiciones comunes con sushermanos; los otavaleños crean, de hecho, la primera corporación internacional tribal”(Volek 8). Además, los nuevos movimientos de insurgencia devienen simulacros derealidad virtual mediante su presencia en el ciberespacio. Por ejemplo, el EjércitoZapatista de Liberación Nacional (http://www.ezln.org)  dentro de sus propuestas dedesobediencia civil hace aproximadamente dos años, proponía bloquear la página web delgobierno mexicano (http://www.edomexico.gob.mx). Además, de esta campaña, hanreformateado los discursos del subcomandante Marcos en mp3 y ofrecen enlaces apáginas web de otros insurgentes paralelos (http://www.fzln.org.mx)  y decontrainformación (http://www.ezlnaldf.org).

    La entrada de Latinoamérica en la posmodernidad se podría explicar, pues, desde unadoble perspectiva. Por un lado, habría que considerar el desarrollo modernizador quealgunos países latinoamericanos consiguieron en distintas épocas del siglo XX que lossituaría en los umbrales de la posmodernidad: Argentina, Chile, Venezuela y Brasil. Porotro, el desarrollismo dependiente de éstos -en algunos momentos- y del resto de países

    latinoamericanos al entrar en diálogo con las prácticas políticas y económicas externas. Laglobalización impulsada por la tecnología, por el capital internacional, por la redistribucióndel trabajo post-industrial sitúa a Latinoamérica en el mapa del mundo de laposmodernidad. Por una vía o por la otra, el nuevo discurso crítico subsume aLatinoamérica.

    La Argentina que describe Jorge Fernández Díaz en Mamá  muestra la presencia deelementos posmodernos en el propio proceso de modernización del país. La novela narracómo una campesina asturiana envía a su hija de quince años a Argentina. Quiererescatarla de la miseria de la época franquista y le promete que pronto le seguirá sufamilia. Finalmente, nadie viaja y Carmen crece, se casa y acaba adoptando la ciudadaníaargentina. Muchos años más tarde, sus hijos, nietos y amigos le anuncian que quierentrasladarse a España, huyendo de la depresión económica. Al describir la generación delnarrador, en contraposición con la de su madre, se puede leer, a pesar del expansionismo,en primera instancia, y de la depresión económica posterior: “Éramos consumistaslamentables y muñecos sin alma; dueños de muchas más cosas de las que alguna veztuvimos, de las que habían conseguido nuestros padres y de las que usaríamos nunca.Muchachos sin un propósito, hipocondríacos totales y cobardes congénitos” (Fernández

    http://www.ezln.org/http://www.ezln.org/http://www.ezln.org/http://www.edomexico.gob.mx/http://www.edomexico.gob.mx/http://www.edomexico.gob.mx/http://www.fzln.org.mx/http://www.fzln.org.mx/http://www.fzln.org.mx/http://www.ezlnaldf.org/http://www.ezlnaldf.org/http://www.ezlnaldf.org/http://www.ezlnaldf.org/http://www.fzln.org.mx/http://www.edomexico.gob.mx/http://www.ezln.org/

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    Díaz 187). Estas descripciones, sin duda, recuerdan a las Escenas de la vida posmoderna deBeatriz Sarlo, donde la ciudad, el mercado, los sujetos, la cultura muestran la (i)lógica delcapitalismo más avanzado: se crean necesidades que se resuelven comprando, secoleccionan objetos (ni por el valor de uso ni por el de cambio), se crean modas estéticas,se diseña la realidad a partir de los medios de comunicación de masas, se trastocan las

    culturas populares. Todo ello en el contexto argentino contemporáneo que evidencia lapresencia de la posmodernidad.

    La reflexión latinoamericana sobre su pluriforme ontología asume elementosdecididamente posmodernos como la crítica descentralizada del sujeto, el descreimientodel valor y legitimidad de los cánones, y la celebración de la heterogeneidad deldiscurso.La asunción del corpus teórico de la posmodernidad en Latinoamérica tieneimportantes repercusiones dentro del propio sistema teórico por varias causas, comoseñala Antonio Cornejo Polar:

    Primero, porque es sintomática la frecuencia con que los postmodernos metropolitanosacopian citas y referencias incitantes de autores latinoamericanos, de Borges a GarcíaMárquez, pasando eventualmente por Fuentes, Vargas Llosa o Puig; segundo porque elborde, la periferia, lo marginal parecen ser cada vez más excitantes (ciertamente bajo elsupuesto de que en la realidad lo sigan siendo...); y tercero -la enumeración podría seguir-porque paradójicamente ‘la condición postmoderna’, expresión del capitalismo másavanzado, parecería no tener mejor modelo histórico que el tullido y deformesubcapitalismo del Tercer Mundo (Cornejo Polar 15)

    De este modo, Cornejo Polar incluye a Latinoamérica en la posmodernidad. La inclusión dediscursos latinoamericanos en el debate de la posmodernidad y el ‘deforme

    subcapitalismo’ latinoamericano parecen ser la  prueba más obvia, paradójica e hirientedel asimiento de la posmodernidad en Latinoamérica. A lo largo de Escribir en el aire  seinsiste en la heterogeneidad cultural de las literaturas andinas y se problematiza sobre lapresencia dialógica de elementos modernos y posmodernos dentro de lo que la criticaviene a considerar lógico en el campo de la posmodernidad. Julio Ortega en su ensayo‘Postmodernism in Latin America’ acentúa la visión extensiva de la modernidad en laposmodernidad latinoamericana. Ortega trata de aplicar las nuevas teorías John Barth yFredric Jameson a obras de García Márquez, Fuentes, Asturias, Cabrera Infante y Borges. Alo largo de su argumentación emana que no ve la posmodernidad como una ruptura sinocomo una extensión de la modernidad.

    Otro desafío al que debe atender la crítica latinoamericanista es el que representa lacomunidad hispana en los Estados Unidos, cuna del capitalismo tardío, según Jameson, yparadigma de la posmodernidad. Siendo el tercer país del continente americano enpoblación hispana, tras México y Colombia, los estudios sobre cultura latinoamericana nosuelen ubicarlo entre sus preocupaciones. ¿Es, entonces, Estados Unidos parte deLatinoamérica? Los Latino/Hispanic/Chicano studies  han sido ‘cajones de sastre’analizados con bastante frecuencia desde departamentos de inglés, de literatura

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    estadounidense, o de estudios comparados, evidenciando el olvido o la ignorancia que losestudios latinoamericanos les han auspiciado por lo general. Si se asume, dentro delrompecabezas de la cultura estadounidense, el carácter hispano del país parecería,entonces, evidente la conveniencia de aplicar, en este nuevo contexto y de forma menosproblemática, la teoría de la posmodernidad a la cultura y literatura latinoamericana -

    asumiendo el carácter ‘latino’ de Estados Unidos y relativizando las divisiones nacionalesde las literaturas-. Sandra Cisneros, en The House on Mango Street , recuerda la identidadhispana de Estados Unidos:

    Mamacita is the big mama of the man across the street, third-floor front. Rachel says hername ought to be Mamasota, but I think that’s mean. The man saved his money to bringher here. He saved and saved because she was alone with the baby boy in that country.He worked two jobs. He came home late and he left early. Every day. (…) Sometimes theman gets disgusted. He starts screaming and you can hear it all the way down the street.

    Ay, she says, she is sad.Oh, he says, not again.

    ¿Cuándo, cuándo, cuándo? She asks.¡Ay, Caray! We are home. This is home. Here I am and here I stay. (Cisneros 77-78)

    Así pues, según las teorías de los críticos que se han expuesto, Latinoamérica sí esposmoderna al entrar en diálogo con el resto del globo a través de los sistemaseconómicos, políticos y culturales, fundamentalmente. El debate se facilita, además, si sereconceptualiza la noción de ‘Latinoamérica’ por encima del Río Grande. Sin embargo, porencima de todo, cabe plantear la productividad y la pertinencia de la aplicación de lateoría de la posmodernidad a Latinoamérica para dilucidar la significación del debate.

    ¿Es aplicable la teoría de la posmodernidad a Latinoamérica?

    Sebastián recordó un artículo sobre un fotógrafo de National Geographic que le habíapagado a tres beduinos para que, un crepúsculo de rojiza luna llena en el horizonte,pasaran ‘espontáneamente’ con sus camellos junto a las pirámides de Giza. La foto habíaganado premios. Recordó también a su mamá pidiéndole que sacara la lengua.

    -Pero hay algo que es diferente con las computadoras -dijo, tratando de articular una líneade defensa, recordando algunas frases de Pixel-. Es... es el hecho de que uno no sólopuede decidir qué parte del paisaje sacar, sino que puede crear el paisaje que le venga en

    gana. De modo que al final ya ni siquiera se necesita la más mínima relación entre la foto yel... punto de referencia.

    -De acuerdo. Entonces hablemos de intensificación de cambios, no de revolución. ¿Porqué a todo se le tiene que llamar revolución? ¿O ponerle un post? Como esa cosa ridículade la postfotografía.

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    ¡Por favor! (Paz Soldán 140)

    Tanto los críticos que negaban la posmodernidad como los que la afirmaban, coincidían enla naturaleza divergente de la época específicamente ‘moderna’ con respecto a esta nuevaetapa contemporánea que señalan algunos como continuación de la modernidad, otros

    como continuación de la modernidad -pero que llaman posmodernidad-, y Volek queapostaba por la ruptura y consecución de la posmodernidad. Sea como fuere, todosadvierten la especificidad del momento histórico. Como señala Paz Soldán en su novelaSueños digitales, la evolución de los cambios no tiene por qué suponer la desanexión delos momentos históricos ya que los unos engendran a los otros en un procesocontinuamente transicional: “Hablemos de intensificación de cambios, no de revolución.¿Por qué a todo se le tiene que llamar revolución? ¿O ponerle un post? Como esa cosaridícula de la postfotografía. / ¡Por favor!” (Paz Soldán 140) 

    Sueños digitales narra la historia de Sebastián, un experto informático en tratamientodigital de imágenes que trabaja en un periódico de Río Fugitivo -ciudad literaria/ficticia, talvez aluda a Cochabamba, situada en Bolivia-. Crea los seres digitales al combinarfotografías de gente famosa. Al ganar popularidad es invitado por una oficina del gobiernopara reescribir la historia de su país a través de borrar o añadir personajes o detalles a lasfotografías. Paz Soldán plantea la polémica sobre el simulacro y la creación de nuevosmundos mediante la manipulación de los ya existentes. La novela se ambienta en uncontexto totalmente posmoderno que no niega sus imbricaciones con el pasado y suhistoria -aunque sea para reescribirla-. El contenido de esta novela conlleva los debatescapitales sobre la naturaleza cultural latinoamericana, su identidad, y la sempiternahibridez. Es de rigor señalar que la aplicabilidad de la teoría de la posmodernidad alcontexto latinoamericano depende de su productividad en la explicación de tales

    conceptos. Nestor García Canclini, Martín Hopenhayn, Nicolás Casullo, Jesús MartínBarbero y John Beverley son algunos de los teóricos que han mostrado análisis brillantescon respecto a la rigurosidad del concepto de la posmodernidad en consonancia con lospricipales debates sobre la cultura latinoamericana.

    García Canclini en Culturas híbridas examina las paradojas resultantes de las políticas y lasculturas transnacionales. En su ensayo, critica las dos actitudes extremas en torno a laposmodernidad latinoamericana. Advierte la necesidad de desarrollar un modelo críticoque dé cuenta de las relaciones entre tradición, posmodernidad cultural, y la dinámicaeconómica de la cual Latinoamérica es parte. García Canclini entiende la posmodernidad,además, como un instrumento útil para explorar la heterogeneidad latinoamericana. Elmodelo que García Canclini establece, difiere del de Jameson sobre las generalizacionessobre la cultura del ‘Tercer Mundo’, aunque coincide con éste en la necesidad urgente decrear un modelo oposicional que se pueda aplicar al conjunto social. Por lo tanto, estaríade acuerdo con la posmodernidad siempre y cuando tome como referencia teórica yexplicativa a Latinoamérica.

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    John Beverley, en su compilación The Postmodernism Debate in Latin America, profundizasobre las interrelaciones entre la cultura hegemónica dominante y las formas locales. Latransculturación resultante obliga al investigador a adoptar nuevas formas de análisis. Porlo tanto, el acercamiento a la posmodernidad en Latinoamérica implica, según Beverley,reconocer su diferencia con respecto a otros modelos. Este aspecto lo comenta en su

    introducción al volumen:

    The Latin American voices included here will qualify this claim with the recognition that,rather than something that emanates from an advanced capitalist center outward towarda still dependent neocolonial periphery (conveniently leaving the power of agency in thehands of the center), what Jameson means by postmodernism might be betterunderstood as precisely the effect in that center of postcoloniality. The engagement withpostmodernism in Latin America does not take place around the theme of the end ofmodernity that is so prominent in its Anglo-European manifestations; it concerns, rather,the complexity of Latin America’s own “uneven modernity” and the new developments ofits hybrid (pre- and post-) modern cultures. (Beverley 4)

    Nicolás Casullo, en su compilación El debate modernidad posmodernidad , identifica laposmodernidad con las contradicciones intrínsecas que ya incluía la modernidad, sólo quellevadas a la emergencia de la cultura histórica reciente. En su explicación sobre lamodernidad, señala que ésta fue siempre una crisis agudizada, irracionalidad exasperanteentre discurso y realidad; fue, perpetuamente, una modernidad descentrada que agolpóen un mismo espacio y tiempo irrupciones industrialistas y testimonio de mundosindígenas; desacoples profundos entre las culturas populares y las racionalizacionesdominantes. Se centra en el caso de Argentina para explicar la crisis en la que lamodernidad ha entrado: “[Habita] una maraña de nuevas ofertas modernizadoras,

    nostalgias de utopismos perdidos, erratismos y ‘sinsentidos’ posmodernos en lo socialdegradado y en atmósferas culturales de desencanto. Viviendo de manera bastante irreallos fragmentos de lo nuevo y de lo viejo, donde preguntarnos por nuestra modernidad, sucrisis” (Casullo 63). 

    Jesús Martín Barbero muestra en su libro De los medios a las mediaciones  lasimplicaciones que la posmodernidad ha tenido en Latinoamérica a través de lacomunicación, la cultura y la hegemonía. Estudia cómo la industria cultural, estructuradapor el capitalismo, ha promovido la desestratificación social a través de los medios decomunicación masivos. Señala específicamente a la televisión como instrumento demediación cultural, a través del reconocimiento y la sublimación de deseos:

    Si la televisión en América Latina tiene aún a la familia como unidad básica de audiencia esporque ella representa para las mayorías la situación primordial de reconocimiento. Y nopuede entenderse el modo específico en que la televisión interpela a la familia sininterrogar la cotidianidad familiar en cuanto luegar social de una interpelaciónfundamental para los sectores populares. Escándalo para una intelectualidad que secomplace en denunciar los aspectos represivos de la organización familiar y para una

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    izquierda que no ve en ello sino lo que tiene de contaminación de la ideología burguesa, elanálisis crítico de la familia ha sido hasta ahora incapaz de pensar la mediación social queella constituye. Ámbito de conflictos y de fuertes tensiones, la cotidianidad familiar es almismo tiempo uno de los pocos lugares donde los individuos se confrontan comopersonas y donde encuentran alguna posibilidad de manifestar sus ansias y frustraciones

    (Martín Barbero 234)

    El contacto ‘simulado’ que la familia latinoamericana entabla con la televisión entra en lalógica del capitalismo mundial en cuanto se constituye en parte del proceso decompraventa de productos. Un buen ejemplo de ello se dio en México. El cambio del PRIal PAN es parangonable con el de Televisa y la Televisión Azteca en cuanto impidió elmonopolio de Televisa. Los empresarios de Azteca advirtieron la entrada de productosconsumibles por el público masivo y compraron estos productos evidenciando, desde otroactante, la entrada en la lógica posmoderna; por un lado, mediante teleseries de sellonorteamericano y, por otro, mediante programas informativos divergentes con respecto ala red de noticias ‘oficial’ que había construido en PRI. No se trata de descalificar niTelevisa ni a Televisión Azteca, ni al PRI ni al PAN, lo que se evidencia es la entradafeaciente de los medios audiovisuales mexicanos en una de las características paradójicasesenciales de la posmodernidad, la asimilación de modelos globales para definirsubjetividades.

    Es entendible la recursividad que la teoría de la posmodernidad tiene, sobre todo, en laacademia estadounidense, ya que se basa en el principio de la economía teórica: se aplicael mismo corpus teórico para explicar múltiples discursos culturales. Sin embargo, estaperspectiva resulta reduccionista al obviar la articulación diferencial que Latinoaméricaexpone sobre la posmodernidad. Parece más ecuánime desconstruir la teoría hasta los

    principios básicos, que atinadamente señala Hopenhayn en No apocalypse, Nointegration: Modernism and Postmodernism in Latin America: la discontinuidad delprogreso (carente de sincronía e imbuido en múltiples direcciones), la multirracionalidadde la historia, la integración modernizadora y la modernización integradora, y la visiónmulti-ideológica descalificante de utopías (Hopenhayn 79-70). Todas ellas configuran unaexaltación de la diversidad, una multiplicidad subjetiva, un individualismo cultural yestético, y un relativismo axiológico que toma expresiones divergentes en los distintoscontextos geográficos -atendiendo a coordenadas histórico-sociales-. Es por ello que laposmodernidad latinoamericana, en diálogo con otras posmodernidades, tiene suspropias características en el desarrollo desigual de la modernidad y su entrada encirculación con la lógica del capitalismo tardío.

    La consideración de una Latinoamerica posmoderna hay que situarla en el marco de laproductividad explicativa que ello puede suponer. El desarrollo desigual de la modernidaddelimita el trasunto de la posmodernidad en el contexto latinoamericano. De ahí que lasactitudes celebratorias o deslegitimadoras de la posmodernidad latinoamericana, segúnpatrones estadounidenses o eurocéntricos, no sean operativos. Es cierto queLatinoamérica ha entrado en diálogo con la posmodernidad de los países

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    económicamente más productivos, pero su posmodernidad no es igual a la de éstos, porello resulta urgente adaptar la noción de este corpus teórico a la realidad específicalatinoamericana, como han comenzado a esbozar los trabajos de Martín Barbero,Hopenhayn, Nicolás Casullo, Beverley y García Canclini.

    Una perspectiva sopesada

    La posmodernidad, creada y concebida para las sociedades europeas y norteamericanas,muestra sus aporías en cuanto se la descontextualiza de sus centros primordiales: lasciudades postindustriales. Resulta problemático buscar la posmodernidad en los pueblosremotos de la Bavaria germana, del Yorkshire británico, o de la West Virginiaestadounidense, al igual que parece laborioso buscar trazos de posmodernidad en losnúcleos locales de La Pampa o Chiapas. La posmodernidad se evidencia sobremanera ensus manifestaciones citadinas. Sin embargo, donde llegan los medios de comunicación y elcapitalismo contemporáneo las creencias y los modos de actuación no permanecenintactos.

    La nada cotidiana, Mamá, y Sueños digitales transcurren en ciudades latinoamericanas: LaHabana, Buenos Aires, y Río Fugitivo (probablemente Cochabamba). Este hecho no es deextrañar por el tipo de poblamiento que promovió la colonización española y portuguesa:crear grandes centros urbanos para optimizar el decurso económico. Las ciudades-puertofueron clave en tal diseño. La población rural latinoamericana es inferior en términosporcentuales relativos a la población urbana. El tipo de poblamiento es radicalmentediferente al de Europa, donde los núcleos rurales, semiurbanos y locales tienen muchísimomás peso demográfico. Uno de los aspectos de la posmodernidad en Europa se basa en laemigración de los pueblos a las ciudades, hacia mediados del siglo XX; esta característica

    es distinta en Latinoamérica y Estados Unidos donde esta emigración ha sido de unanaturaleza diferente en su historia: desde parámetros eurocéntricos el continenteamericano ha sido posmoderno desde la llegada del capitalismo. Sirva este hecho comotoque de atención con respecto al peligro que adoptar patrones foráneos puede tener enel análisis de una materia.

    Las tres novelas mencionadas anteriormente muestran su diálogo con la teoría de laposmodernidad desde perspectivas distintas, mostrando escenas del controvertidodebate sobre la conveniencia de utilizar tal corpus teórico en relación con Latinoamérica.La nada cotidiana transcurre en La Habana castrista de los noventa y muestra la parálisis yla inviabilidad del proyecto modernizador. La conyuntura económica ha desvinculado a laisla de la modernidad al no entrar en diálogo el capitalismo global -que ha bloqueado su‘desarrollo’-. Esta crisis de la modernidad es apreciable en otros puntos de latinoamérica,hayan seguido o no los patrones del capitalismo expansivo, al haber sido escenario deluchas armadas y conflictos sociales dimanados de su relación de dependencia y eldesigual reparto de la riqueza. La modernidad muestra su crisis y se constituye enproyecto incompleto que, al entrar en las relaciones contemporáneas transnacionalestoma la figura errática de la posmodernidad, como señalaba Cornejo Polar. Sin embargo,

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    esta crisis, como se muestra en Mamá, puede constituirse en los epígonos de lamodernidad: dentro de la (i)lógica capitalista es normal que haya épocas de crisis yproductividad. De modo que la posmodernidad sería la otra cara de la modernidad, talnatural como la noche y el día. La llegada a la posmodernidad en los paíseslatinoamericanos que experimentaron un alto desarrollo de la modernidad sería un

    proceso lógico, entonces. Por otro lado, Sueños digitales ofrece la actitud más ecuánime alrespecto. Explícitamente, se muestra en la narración la incomprensión ante la ‘necesidad’de tener que incluirle un ‘post-’ a lo que supone el devenir histórico, sea en patronesmicro o macrohistóricos, de la historia de una región, de un país, o en relación con lahistoria global de un continente, ya que la actual coyuntura es necesariamentetransnacional por el impulso y los acuerdos en torno a la economía.

    La perspectiva más sopesada en torno al debate de la posmodernidad en Latinoaméricadebe hallarse en entender la realidad latinoamericana y los patrones de la posmodernidadque asume. No se puede aplicar indiscriminadamente la perspectiva posmoderna de lasciudades postindustriales europeas o norteamericanas porque el corpus teórico nomuestra su operatividad en este sentido, sino que ha de estudiarse la relación dedependencia que la existencia de estas ciudades y los núcleos del nuevo capitalismo tieneen Latinoamérica. Apuntaba acertadamente Cornejo Polar que “paradójicamente ‘lacondición postmoderna’, expresión del capitalismo más avanzado, parecería no tenermejor modelo histórico que el tullido y deforme subcapitalismo del Tercer Mundo”(Cornejo Polar 15). En la nueva coyuntura, la posmodernidad permea Latinoamérica conformas específicas y esta circunstancia no debe dejarse pasar en los estudios de laposmodernidad aplicados a Latinoamérica. Las otras características que comentabaHopenhayn, la discontinuidad del progreso (carente de sincronía e imbuido en múltiplesdirecciones), la multirracionalidad de la historia, la integración modernizadora y la

    modernización integradora, y la visión multi-ideológica descalificante de utopías debencontextualizarse necesariamente en la realidad de Latinoamérica, ya que esascaracterísticas generales toman direcciones divergentes en distintos puntos del globo.

    La discontinuidad del progreso en Latinoamérica muestra sus diferentes direccionesatendiendo a las regiones, los grupos étnicos, las interrelaciones con fuerzastransnacionales, las guerras civiles, los regímenes dictatoriales que en cada zona tienenexpresiones diferenciales que deben atenderse en su contexto histórico y social. EnColombia, por ejemplo, el período de rencillas entre liberales y conservadores, a partir delperíodo de “La Violencia” dejó como saldo cerca de 250.000 muertos. Como resultado deestos enfrentamientos bipartidistas se dio el surgimiento de una nueva fuerzaconcretizada en las guerrillas que buscaron su participación en la desestabilización delgobierno. Todos estos factores aunados a los marcados desniveles sociales, a la falta deapoyo por parte del gobierno en las regiones rurales y agrícolas, y a la mala distribución debienes capitales en manos de unos pocos, contribuyeron a la desintegración y deteriorode Colombia, evidenciando las dificultades del progreso. Posteriormente, la economíacolombiana floreció tímidamente para precipitarse en uno de sus más grandes conflictos,a finales de los setenta y comienzos de los ochenta, por medio del narcotráfico. Al verse

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    acorralados por el tratado de extradición (1979), los jefes de los carteles, en especial el deMedellín, buscaron nuevos medios de desestabilización: uno de ellos fue el sicariato quedejó una larga lista de muertos desde los ochenta hasta mediados de los noventa yprovocó, junto a otros mecanismos, una nueva crisis política y económica. Lamodernización, pues, es un proceso discontinuo en Latinoamérica que debe atender a sus

    expresiones específicas en cada lugar.

    Respecto a la multirracionalidad de la historia, es preciso señalar que, desde que no hayuna racionalidad o direccionalidad en la historia, en sentido de la posmodernidad, nopuede haber ningún grupo que se apropie de una supuesta univocidad de la historia.Desde esta perspectiva, parece lógica la inquietud de distintos grupos por reescribir lahistoria social de sus países. El rebrote de las luchas sociales en favor de una mayorrepresentatividad de los grupos indígenas en varios puntos de Latinoamérica sería buenamuestra de ello; al igual que las luchas de las Madres de la Plaza de Mayo y de laasociación H.I.J.O.S. por recobrar la memoria de un período borrado de la reciente historiaargentina. La visión multirracional de la historia entra en diálogo con la visión multi-ideológica descalificante de utopías que señala Hopenhayn, ya que la relectura históricaen Latinoamérica implica el reflorecimiento de utopías, con su base ideológica, que, sibien aúna pequeñas verdades y no propone un horizonte revolucionario, muestra lanecesidad de un debate sobre la relectura histórica en Latinoamérica.

    Por último, cabe señalar que la integración modernizadora y la modernización integradoratoma en América Latina características propias atendiendo al lugar y al momentohistórico. Por ejemplo, Venezuela en lo que tradicionalmente se ha consideradoLatinoamérica, fue la vanguardia tecnológica mediante la introducción masiva deteléfonos celulares, sistemas informáticos y televisión por cable vía satélite, durante la

    década de los ochenta. El acceso a estos medios fue muy distinta según el poderadquisitivo, parámetros determinados, por lo general, por cuestiones regionales y étnicas:no existió el mismo proceso en Caracas, La Guaira, El Hatillo, o Sorte. La modernización,pues, muestra sus aporías en cuanto se convierte en integración de grupos específicos,que en cada país se organizan de forma distinta. Estas cuestiones brevemente esbozadasconstituyen problemáticas específicas que el debate sobre la posmodernidad enLatinoamérica no debe dejar de atender.

    Apostillas a la posmodernidad

    Junto a esta posmodernidad sopesada para el contexto de América Latina, hay queconsiderar los aspectos propios que la cultura latinoamericana puede aportar al debateposmoderno. Son cuestiones que la posmodernidad aún no ha tratado o ha estudiadosucintamente. Estas cuestiones incluyen la educación sentimental latinoamericana, lapertinencia del simulacro, y la persistencia de luchas ideológicas en una dirección que laposmodernidad de los países más ‘desarrollados’ (des)calificaría como utópica. 

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    La educación sentimental latinoamericana, en el gozne entre el sentido existencial trágicode los españoles, indígenas y mestizos, se ha mostrado más proclive al melodrama y a lacantada: el escapismo latinoamericano se enfoca hacia la alegría y la lágrima exacerbada.Con esta educación sentimental no resulta difícil de explicar el florecimiento y éxito de losfolletines románticos, las radionovelas, en su momento, y las telenovelas. Aspecto que se

    ha esbozado, pero aún no se ha estudiado en profundidad. Martín Barbero muestra lafunción del reconocimiento, la interpelación y la sublimación por medio del melodrama enel contexto latinoamericano, redefinidor de identidades. Sin embargo, faltan estudiossobre la interpelación de lo masivo en lo popular por medio de la educación sentimental.La presencia en un mismo contexto de lo posmoderno y lo sentimental es evidente enmuchos discursos latinoamericanos, al ser elementos del mismo debate, como se puedeleer en Sueños digitales:

    Ella le quitó el control y cambió a una película en blanco y negro en un canal de clásicos.Sebastián se mordió la lengua para no decir nada: no soportaba esas películasdescoloridas (...) ¿Cambiaría de canal? Nikki era de esas personas con complejos de culpapor sus huecos culturales e históricos, cada vez que hacía   zapping  y se encontraba uncanal de noticias o documentales o clásicos, se sentía obligada a quedarse ahí al menosunos minutos, por más que en realidad tuviera prisa en llegar a su telenovela o a BugsBunny (...) Al fin, Nikki cambió a  Atrévete a soñar , la telenovela brasilera del canal siete.(Paz Soldán 49)

    Otro aspecto que el debate sobre la posmodernidad en Latinoamérica debería atender esla rigurosidad del concepto ‘simulacro’ (Baudrillard) porque, si bien sí aparece en algunasmanifestaciones, como las señaladas en torno al EZLN o en Sueños digitales, no parecepatrimonio común a todos los discursos. Incluso en las ciberrealidades en las que se

    mueven el EZLN y Sueños digitales no se pierde el referente ‘real’ de la lucha armada y laredefinición de la historia nacional. Los conceptos de Baudrillard de simulación ysimulacro se refieren a la creación de lo real a través de modelos mitológicos oconceptuales que no tienen conexión con la realidad. El modelo deviene el determinantede nuestra percepción de lo real, según Baudrillard. Las fronteras caen entre la imagen y larealidad. La simulación y el simulacro crea un mundo de hiperrealidad donde lasdistinciones entre lo real y lo irreal se difuminan. La industria cultural borra las líneasentre los hechos y la información, entre la información y el entretenimiento, entre elentretenimiento y la política. Se bombardea a las masas mediante imágenes(simulaciones) y signos (simulacros). El tejido social se reelabora irrealmente, ya que lassimulaciones y los simulacros no tienen, en definitiva, referentes. Ésta es la idea deBaudrillard.

    Los simulacros tendrían una noción más amplia y global al poderse leer semióticamente.La duda, con respecto al entorno latinoamericano, es hasta qué punto se puede aplicar lanoción de hiperrealidad porque, por un lado es evidente su presencia en el continente,pero, por otro, los discursos latinoamericanos en su mayoría, parecen estar claramenteanclados en su problemática histórica. Desde los testimonios hasta los discursos

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    neorrealistas, desde la novela del terror colombiana hasta los cuentos de Senel Paz, todosellos muestran su referencialidad con respecto a lo que se llama comúnmente ‘realidad’.Incluso en las telenovelas donde se establece un simulacro de identificación/sublimaciónno se rompe el lazo con el contexto latinoamericano, con sus problemáticas específicas.

    Además, cabe señalar que las prácticas culturales en Latinoamérica, a la par que no sepueden definir como simulacros en su sentido estricto, entran en conflicto con ladescalificación de las ideologías definitoria de la posmodernidad. Según lo describeHopenhayn, este menoscabo de las ideologías conlleva automáticamente la denigraciónde las utopías. Este aspecto es altamente problemático para Latinoamérica, donde losconflictos sociales que ha provocado su historia insisten en reescribir su experiencia en losborrados o difiminados trazos que la historiografía y el poder político han realizado sobreellos. Son innumerables los movimientos insurgentes, de desobediencia civil, y los grupos

     juveniles que reclaman su participación en la esfera pública. En este sentido, seríaimportante aludir al G.A.C. (Grupo de arte callejero) y a la asociación H.I.J.O.S. (Hijos por laIdentidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio), que en el contexto argentino -principalmente en Buenos Aires y Córdoba-, han mostrado sus testimonios en un esfuerzode reescritura histórica.

    El G.A.C. creó señales de tráfico que se insertaron en el espacio público de las principalesciudades argentinas, a finales de los noventa, provocando el extrañamiento de losciudadanos. Estas señales tenían apariencia de normalidad, pero aludían específicamentea la desaparición de personas durante la dictadura, señalaban a distintos militares yreclamaban justicia (‘Juicio y castigo’ fue su lema). En distintas señales de prohibición,peligro y advertencia, se mostraba la desaparición de embarazadas, disidentes políticos yniños. Al tomar el espacio público, esta forma de representación consifue acercar

    convincentemente estas reivindicaciones a la ciudadanía, con la esperanza de reescribir lahistoria social.

    H.I.J.O.S. se creó en 1995 para luchar contra la impunidad de los represores quesecuestraron, torturaron y mataron a sus padres durante la dictadura militar argentina(1976-1983). Por las implicaciones del conflicto, aluden básicamente al contexto argentinopero también a los participantes del Plan Cóndor, habiendo sido el militar uruguayo JoséNino Gavazzo, uno de sus principales objetivos. Sus acciones se articulan mediante‘escraches’. Hay varios tipos de escraches pero el más habitual se constituye enmanifestaciones públicas que señalan al torturador en su propio vecindario, que suelenincluir  performances  relativas al secuestro y asesinato, tanto de los padres como de loshijos. Si bien no se ve un horizonte revolucionario mediante estas protestas, sí muestranque el fin de las ideologías y de las utopías es bastante cuestionable en Latinoamérica porsu propia dinámica histórica.

    Así pues, es necesario contextualizar cualquier intento teórico a las realidades deLatinoamérica. Sí se puede apreciar que el continente ha entrado en diálogo con laposmodernidad de los países más ‘desarrollados’ y, por lo tanto, sí se puede hablar de una

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    Latinoamérica posmoderna, pero sin olvidar el factor diferencial que define su realidadpolítica, histórica y social. Los rasgos que esta posmodernidad se basan en su relación dedependencia económica con respecto a los núcleos de poder. Al margen de haberseconcluido o no el ciclo de la modernidad en Latinoamérica, el continente ya dialoga con laposmodernidad y es parte de ella. La nada cotidiana, Mamá  y  Sueños digitales  son

    diferentes aristas de un mismo discurso que permiten leer la posmodernidadlatinoamericana en su conjunto: la posmodernidad es una realidad en Latinoamérica. Unaperspectiva intelectualmente ecuánime, sosegada y equilibrada ha de permitir el estudiode una Latinoamérica posmoderna desde su especificidad: sin caer en reduccionismos nigeneralizaciones.

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