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© Fotografía: Paula Campos PROGRAMA Nº65 Violeta Parra: Al centro de la injusticia

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P R O G R A M A N º 6 5

Violeta Parra: Al centro de la injusticia

produce co-producción

estrenada el 4 de octubre de 2017 en teatro ucprograma nº 65 Violeta Parra: Al centro de la injusticiaEste programa es concebido como una iniciativa de mediación en el marco del Programa de Formación de Audiencias del Teatro UC. Queda prohibida su reproducción total o parcial sin la autorización expresa del Teatro UC.

elencoMarcela MillieClaudia Vicuña Francisca Márquez José Olavarría Sebastián de la Cuesta Marco Rebolledo

diseño escenografía, iluminación y vestuarioRodrigo Bazaes Nieto

pintura artísticaIngrid Hernández

composición en guitarrónÁngel Parra

producción montaje originalCaioia Sota

co-producciónFundación Teatro a Mil

reseña Un homenaje al universo de Violeta Parra, inspirado en el libro Violeta se fue a los cielos de Ángel Parra. Canciones, teatro y baile muestran los amores, dolores y la búsqueda de justicia que tejieron la vida de la creadora. La obra estrenada en 2008 vuelve a escena en el marco de las conmemoraciones del centenario de la artista.

Violeta Parra: Al centro de la injusticiaDe Teatro La Provincia Dirección Rodrigo Pérez

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editorial | Andrés Kalawski, director artístico Teatro UC

Hace poco hubo un eclipse de sol. Se podía ver desde el hemisferio Norte solamente, según entiendo. No lo pude ver. Lo que sí pude ver, en cambio, fue un montón de fotos y videos de gente imprudente mirando directamente al sol. El sol está tapado, pensaron, no me puede dañar, no hay luz. Es tentador pensar que era gente tonta, gente con poca educación, que nosotros hubiéramos seguido sin dudar las recomendaciones de los expertos. Yo creo que entiendo la tentación, en cambio. Es difícil no levantar la cabeza. El sol es tan bonito y no lo podemos mirar, ¿cómo resistir el deseo de saber cómo es?

Igual que el sol, las artes pueden encandilar y a veces queman. Una canción, un poema, un tapiz, una comida, se separan de sus creadores, se vuelven relativamente autónomos y dejan de pertenecerles. A las obras de arte las usamos de cajón de velador y les lanzamos dentro lo que andamos trayendo. Y nos pasan cosas muy profundas y algunas superficiales también. Y, en el camino, las personas que trabajan haciendo arte, quedan detrás del brillo de su obra y no las podemos ver bien. Incluso si las homenajeamos, si les gritamos que son genios. No sabemos nada.

Violeta Parra fue una artista completamente excepcional. Además de ser bellas, sus creaciones combinaban un vínculo fuerte con tradiciones populares y tradiciones cultas muy antiguas con una enorme originalidad. Lamentablemente el proceso de crear esas obras la convirtió en una especie de leyenda. Repetimos los mismos lugares comunes sobre su vida y su obra. Los usamos como lentes para mirarla sin quemarnos los ojos.

El Teatro UC le pidió a Rodrigo Pérez que volviera a esta obra después de casi diez años. Nos pareció que, entre medio de todas las variaciones de homenaje que recibe en el centenario de su natalicio, necesitábamos volver al centro de su vida y su obra.

Violeta Parra: Al centro de la injusticia no es una biografía de Violeta Parra, pero sí un intento de construir un observatorio con las herramientas del teatro. Encontrar maneras de volver a escuchar esas letras, volver a mirar esas imágenes sin pensar de nuevo lo mismo. Para entender y para sentir a Violeta Parra sin cegarnos ni renunciar a mirar

Fotografía Archivo Fundación Violeta Parra

Al centro de la injusticia

“Chile limita al norte con el Perú y con el Cabo de Hornos limita al sur,

se eleva en el oriente la cordillera y en el oeste luce la costanera.

Al medio están los valles con sus verdores donde se multiplican los pobladores, cada familia tiene muchos chiquillos con su miseria viven en conventillos.

Claro que algunos viven acomodados, pero eso con la sangre del degollado.

Delante del escudo más arrogante la agricultura tiene su interrogante.

La papa nos la venden naciones varias cuando del sur de Chile es originaria. Delante del emblema de tres colores

la minería tiene muchos bemoles.

El minero produce buenos dineros, pero para el bolsillo del extranjero;

exuberante industria donde laboran por unos cuantos reales muchas señoras

y así tienen que hacerlo porque al marido la paga no le alcanza pal mes corrido.

Pa no sentir la aguja de este dolor en la noche estrellada dejo mi voz. Linda se ve la patria señor turista,

pero no le han mostrado las callampitas.

Mientras gastan millones en un momento, de hambre se muere gente que es un portento.

Mucho dinero en parques municipales y la miseria es grande en los hospitales.

Al medio de Alameda de las Delicias, Chile limita al centro de la injusticia”.

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Rodrigo Pérez: “Siempre es bueno revisitar las obras que han marcado algún tipo de hito”

Para el director de Violeta Parra: Al centro de la injusticia el valor histórico de la pieza estrenada en 2008 está en dónde pone el acento: la poética de la folclorista.

Por Marcela Rivera O.

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“La obra fue estrenada en el Gran Circo del Mundo allá en Pudahuel, con dos semanas de funciones gratuitas para la comuna, todas repletas”, recuerda Rodrigo Pérez a casi diez años del debut de Violeta Parra: Al centro de la injusticia, montaje que partió como un encargo de Ángel, el hijo de la artista, y de la productora teatral Caioia Sota. “Era muy impresionante. Empezamos a circular por distintos lugares y plazas y se comenzó a crear una capacidad de adaptación a los lugares. Tuvimos, por ejemplo, una temporada en La Memoria, un teatro íntimo. En la calle la gente en general palmeaba; en el teatro no, aunque después, al final, también sí, las cuecas. Comenzamos a entender que esta obra, en vez de ser hacia adentro, es claramente hacia afuera y hay una relación con el espectador”, cuenta Pérez.

El director de Teatro La Provincia, explica que la idea surgió del autor de Violeta se fue a los cielos “a propósito de tener su mirada sobre su propia madre plasmada en una obra que no fuera solamente musical y que no fuera la novela”. “Nosotros fuimos trabajando en función de una cronología que propone el libro, una cronología de los avatares de la vida de Violeta”, añade aclarando que el texto sirvió de inspiración inicial para la puesta en escena que, a diferencia de otras que se han estrenado en torno a la compositora de Gracias a la vida y Volver a los diecisiete, se focaliza en la poesía de la artista.

“La versión es exactamente la misma, con la diferencia que hacen los años en términos de los cuerpos y que crecimos en familia, eso no es menor, porque nos hace estar de otra manera en el mundo. La densidad y comprensión de la vida que uno va adquiriendo, algo le entrega a la obra. Independiente de estos factores, hay sólo un agregado que es un poema

que encontré después, hace muy poco. Es un poema inédito, que yo no conocía y al que la Isabel Parra le puso música, Me beberé tus lágrimas, dice.

“Cuando supe que debía montar esta obra empecé a escuchar a Violeta Parra el día entero y empezaron a aparecerme distintas versiones; una versión de la Mazúrquica modérnica cantada por Serrat, otra de Qué he sacado con quererte de Raphael de España, etc. Me pasó que cuando escuchaba sus canciones, pero no interpretadas por ella, volvía a escuchar la letra. Yo tenía en mi mente las letras asociadas a su música y a su voz, todo junto, y cuando la escuchaba cantada por otro me aparecía el texto en primer lugar y ahí me sorprendía del nivel de poesía que éste tenía. En ese momento nos planteamos que el objetivo primero de esta puesta en escena iba a ser re-encontrarnos con la profundidad de su poesía, no sólo con la música”, profundiza Pérez.

¿Ahí está puesto el esfuerzo entonces?

Ése es el foco, que el espectador se entretenga, pero con el objetivo último y más importante de que vuelva a encontrarse con la poética, con la lírica de Violeta. Al hacerlo uno dice: ¡pero si esto es para Premio Nobel! En ese momento pensamos que el canto a capela recuperaba las letras.

¿Cuál dirías que es el aporte de re-estrenar el montaje?

Tengo la sensación que siempre es bueno revisitar las obras que han marcado algún tipo de hito. Esta obra marcó un hito, no sé si tanto en términos teatrales, pero sí tuvo una llegada importante a nivel popular y eso de alguna manera le devolvió a la obra un sentido. Volver a encontrarse con

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ella después de unos años no deja de ser importante. Lo otro, es que el acento está puesto en la poética. Maravillados con el talento hacemos esta obra, no para contar su vida, sino su poética y a través de ésta entender lo que le pasaba en el corazón. Es una mirada distinta al intento de poner en escena la figura.

¿Cómo fue el proceso inicial de creación?

Sirvieron hartas cosas, pero todas las conversaciones sobre ella con Ángel Parra se tradujeron en la progresión física y coreográfica. Lo que más me quedó en la cabeza del relato respecto a su madre fue el permanente afán, siempre había un afán nuevo y distinto. Siempre había algo que hacer, la quietud no era para ella. Además, tuvimos acceso a varios videos que en ese tiempo no se conocían. Lo de ella está más en la corporalidad y el afán. Es un espectáculo en que los actores están afanosos y eso es un rescate de lo que nosotros pudimos deducir de la figura de ella.

¿Cuál es la diferencia de este montaje con el resto de los que se han realizado sobre Violeta?

La gracia de éste es que acá su figura es una abstracción. Acá uno sabe mucho de ella, desde cómo siente y describe lo que siente sin necesidad de que ella esté. Está simbólicamente por momentos, como por ejemplo en el traspaso del vestido, etc. Pero el vestido se lo sacan ahí mismo y es como decir yo trato de ser y no lo logro. En esta versión uno se puede aproximar solamente a través de sus palabras y su creación. No hemos pretendido acercarnos más allá.

¿Por qué de todas las canciones de Violeta escogieron Al centro de la injusticia para dar vida a la obra?

Tiene que ver con el país donde ella está. Es su mirada sobre el país, porque ella la pelea contra las injusticias sociales que son las mismas desde hace sesenta años, es impactante. Ella tenía esa sensibilidad para captar desde el lugar del más vulnerable la injusticia, se ponía en su lugar, porque ella también era muy vulnerable, para recoger esa injusticia. Pero también estaba hablando de esa injusticia que ella misma sufría. Todas las discriminaciones que de alguna manera finalmente son una de las cosas, a parte de sus amores, que la llevan a enfrentar la muerte. Hay pequeños gestos en la obra, como el bordado, el afán, los banquitos que usa.

Sintetizando, ¿qué vera el público?

Va a ver una parte de la obra poética de Violeta Parra. Por tanto, va a volver a reencontrarse no sólo con la música, sino también con la dimensión poética que esta mujer tiene. Y volver a instalarla en el lugar que siempre ha tenido, que es de voz de la tierra a la cual nosotros pertenecemos. Se va a reencontrar a través de ella con el país y con un espectáculo que contiene el baile, el canto y la poesía de una manera sencilla y hermosa, que pone a la poesía en primer lugar. Nuestra idea es poner a personas lo más cercanas a uno haciendo la obra. Los actores, más que hacer una interpretación, se bajan de la interpretación y son ciudadanos que interpretan la poética, no a ella.

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la figura de violeta

¿Te era cercana Violeta Parra hasta antes realizar el montaje?

¡Yo escuchaba a Violeta Parra en vez de escuchar a Charly García! La Violeta en términos de su composición me gustaba muchísimo. También Isabel Parra y todo ése universo.

¿Por qué a un joven se interesaba en su música?

Creo que tiene que ver con una obra musical que en dictadura y como adolescente “revolucionario” me hacía volver a un lugar que yo no había alcanzado a conocer, que era un país en el que se podía decir lo que se quería, injusto, pero reclamable, y por lo tanto, modificable. Piensa que la dictadura parte cuando yo tenía 12 años, entonces era para mí un intento de recuperar un territorio con cualidades no solamente geográficas, sino también espirituales, un país añorado. La época en que ella muere, el ‘67, es la década en que el mundo se

cree “está pariendo un corazón”, como dice Silvio Rodríguez, la década en que todo era posible. Por un lado, están los hippies, y por otro, las grandes revoluciones. Está toda la fe puesta en esos lugares. En mi caso particular, uno podía volver a ese lugar de esperanza a través de esta música.

¿Qué hace que Violeta trascienda tanto que incluso esté presente las nuevas generaciones?

Insisto en que es la obra. Puede ser la personalidad, pero ésta tiene una traducción y esa traducción es la obra. Y es una obra primero que todo lúcida, de una brillantez para captar lo que hay y lo que hay no necesariamente fácil de ver, sino también lo difícil de ver. Ella lo percibe, lo toma y lo traduce. Uno dice: ¡esto es lo que siento, esto lo debería haber escrito yo! Pero uno no tiene las palabras. Ese nivel de identificación con las pasiones hace que nos identifiquemos con ella. Es como que ella usara nuestras emociones para ponerlas ahí. Son las de ella, pero uno cree que las escribió uno

“Teatro La Provincia tiene que ver con un teatro que, a pesar de ser de Santiago, es como si fuera de provincia. ¿Qué significa esto? Tomar las historias, las vidas, los materiales que, al menos en su origen, no han logrado estar en el centro. Tiene una vocación de experimentar en el lenguaje escénico, pero sin dejar de lado el contenido. Vale decir la investigación tiene que ver con cómo instalar el contenido experimentando escénicamente. No ser literal”, explica Rodrigo Pérez refiriéndose a cómo se inserta Violeta Parra: Al centro de la injusticia dentro del trabajo de la compañía, una que desde 2003 ahonda en

temas políticos y culturales de la historia reciente de Chile, siendo Provincia señalada, una velada patriótica, trilogía Patria, con Cuerpo, Padre y Madre, y Escuchar, alguna de sus creaciones más recordadas.

“En ese sentido esta obra calza perfecto con ese objetivo, porque nosotros estamos dando cuenta de algo sin la literalidad de aquello e intentado hacer una creación. Eso es distinto a poner en escena un texto. Esa vocación de investigación y de ser un poco provinciano está muy presente en la obra. A pesar de haber sido una obra por encargo”, profundiza el director.

violeta al centro de la provincia

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La palabra poética de Violeta Parra: crítica social y amor

Por Paula Miranda

Investigadora y docente de la Facultad de Letras UC, experta en poesía chilena y autora del libro La poesía de Violeta Parra (2013), entre otros destacados escritos.

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La obra de Violeta será cada vez más clásica porque su poesía nos muestra una vida en plenitud y esa vida no es la suya, sino la de cada uno de nosotros. Esto lo logra gracias a que ella escuchó y estudió sistemáticamente cientos de textos hasta hacerlos “estallar” en su propia voz: “Y el canto de todos, que es mi propio canto”.

Una de sus cualidades esenciales es la capacidad que tuvo para asimilar sentidos y estéticas de los más diversos registros, imprimiéndoles su personal visión y pasión, bajo la idea del “concierto pililo”. De la canción moderna popular, como boleros, sevillanas o habaneras, Violeta tomó su sentimentalidad y su profundo sentido del espectáculo; del canto tradicional, su capacidad conmemorativa, ritual y social (canto a lo humano, a lo divino y paya, sirilla, ritmos nortinos, cantos mapuches, cuecas y tonadas). En ese crisol, ella es también creadora de imágenes y sentidos poéticos modernos. Dialoga con sus coetáneos (Mistral, Neruda o Lihn), con la experimentación de las vanguardias, con la intertextualidad y la irreverencia de los años sesenta, y muy especialmente con el espíritu anti de su hermano Nicanor. Hablamos de alguien que fue integrando a su propio quehacer muchas otras voces, y que se convirtió así en nuestra poeta vanguardista más tradicionalista, y la preservadora de la tradición más experimental.

Dos serán sus temas medulares: el social y el amoroso. En lo social, Violeta fue crítica del capitalismo y denunció con fuerza las miserias e injusticias sufridas por los pobres de su país: “Miren cómo sonríen los presidentes/ cuando le hacen promesas al inocente”. Su canto adquirió mayor radicalidad en 1961, en Argentina; y desde 1963, cuando, estando en París, Violeta habló de sus “cantos revolucionarios compuestos por mí en Europa”. Concibió así una canción que se vinculó con las luchas sociales epocales, desde un tono de denuncia y en algunos casos de invocación o compasión religiosas. Le otorgó muchas posibilidades a la canción de crítica social: en sus décimas dice que protestará por otros, no “por migo”; se identifica con la cultura política anterior al siglo XIX (Santiago penando estás), invoca ciertos mesianismos utópicos (Hace

falta un guerrillero), poetiza magistralmente un terremoto y dialoga con Dios para entender el sentido de este castigo (Puerto Montt está temblando), reivindica compasivamente, pero en tono derrotista, la historia de injusticias que padece el pueblo mapuche (Arauco tiene una pena o Según el favor del viento). En otras, denuncia con gran efectismo y compasión, las represiones de que han sido víctimas los líderes de la emancipación. La lejanía de Chile durante estos años, la hizo tomar cierta distancia de la política contingente nacional, por lo que la confrontación nunca fue tan directa ni su poesía se agotó en lo coyuntural; de ahí su actualidad y vigencia.

Por otra parte, sus cantos de amor, son herederos de muchas tradiciones poético-musicales, tanto de la cultura de masas como del canto campesino, especialmente de las cantoras de tonadas, herederas directas de las hispano-moras. Para ella es más que una simple temática: marca su obra y su vida, sus proyectos y sus relaciones, a veces positivamente y en otras, con claros tintes tanáticos. Su máxima realización se expresa de manera íntegra en Las últimas composiciones, en el que ocho de los catorce temas, son amorosos. Pero antes, debió pasar por la creación de un bolero (Brillo de mar en tus ojos), por su personaje “Violeta de Mayo”, por varias tonadas, emancipatorias y a la vez “esclavas” del amor; por el espíritu resiliente de La Jardinera y por la experimentación fatalista de El gavilán. En Las últimas composiciones se despliega con gran maestría y complejidad su “decir” amoroso y aquí desarrolla al menos tres poéticas: el amor sublimado con visión vitalista y bajo nuevas éticas (Gracias a la vida, Volver a los 17); la expiación del desamor (Maldigo del alto cielo) y, por último, el amor desafiante y lúdico de la recriminación (El Albertí’o).

Sus canciones se irán “enrendando enredando” en nuestras conciencias, memorias y corazones a medida que transcurra el tiempo, pues su canción seguirá realizando acciones sobre el mundo: amar, conmemorar, agradecer, denunciar, sanar, compadecer. Ellas serán cada vez más necesarias en los tiempos que se avecinan, especialmente en contextos de crisis, pero también de enamoramiento y festejo

A Violeta, con respetoy admiración

Por Cuti Aste

Músico de variados géneros. Multi-instrumentista y compositor de música para teatro, cine y televisión. Director de la Regia Orquesta, la recordada banda de La Negra Ester.

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Violeta Parra es sur, riqueza espiritual y pobreza social, es creación sin límite, es estética con raíz en lo más profundo del país geográfico e histórico, en lo mas hondo del ser humano. La simpleza de su verso le permite llegar a las verdades más crudas con gracia única, con certeza milimétrica en su descripción de la realidad popular, la lucha social y la injusticia, sin perder el verso, la rima en cuartetas, décimas y sus centésimas sentenciantes. Su poesía, de alguna manera, menos humorística y metafórica que la antipoesía de Nicanor, cala hasta el hueso y no deja nada a la metáfora o la alegoría. Como Frida, no describe sueños, no es surrealista. Ella cuenta verdades tangibles, historias con paisaje, color, aroma, humedad y frío. Frío sureño. Mucho frío con olor a humo de leña de espino, a eucalipto y a bosque nativo.

Su bombo, su kultrún, su cuatro, su charango, su vihuela, su guitarra o su guitarrón, son orquesta suficiente para su canto que no necesita adornos ni ostentación de parafernalia para llegar al alma. Su verdadera orquesta fueron las aves del bosque, las gallinas y los perros que le ladraban en su recorrido, los búhos que la vigilaban de noche, los ratones del entretecho.

Recorrió todo Chile escarbando la identidad perdida de una nación en el tiempo y el olvido colectivo. Estableció un puente entre el siglo XIX y el XX registrando de memoria, con lápiz de carbón y más tarde con grabadora, las canciones que aún se negaban a desaparecer de la cabeza y corazón de cantoras que ya no existen. Especies ya extintas del canto popular y campesino. Así se construyó a sí misma y así nos enteramos hoy de la existencia de

versos, melodías y ritmos ya desaparecidos entre valles y quebradas, ríos y montañas.

Quiso estar en el Louvre y estuvo. Quiso volver y volvió. Quiso irse y nos dejó. Pero antes de hacerlo dejó su testimonio musical, que no sólo habla de su vida, sino que describe nuestro país, nuestra identidad o la falta de ella. Su canto celebró la vida dando gracias y condenó al cielo maldiciendo todo lo creado. Y ése es su genio que se abre a la amplitud incontenible por cualquier mortal común y corriente de poder amar y odiar hasta los extremos más alejados entre ambas emociones, con la pasión del santo y el arrojo del condenado.

Su voz áspera de vino, de invierno largo, de gritar al cielo, no es la voz de una cantante lírica, sino la voz de un pueblo que clama, la voz de mujer que sufre en su corazón maldito y goza en su jardín del olvido, la voz de la tierra. Su carpa se llueve como también le llovieron aplausos y críticas de los que no la comprendieron, de los que no la valorizaron en vida. Hoy podemos decir lo importante que fue y sigue siendo como artista en muchos planos, pero ella necesitaba que se lo dijeran en vida. Hoy podemos compararla con la luna y a Víctor con el sol en el cielo del canto popular chileno, donde las demás estrellas palidecen a su lado. Pero en su momento ambos fueron sacrificados por una sociedad ciega, sorda y muda que miraba hacia el norte, a los fuegos artificiales de la incipiente globalización que ahora cubre todo.

Pero aquí estamos, celebrándola, rescatándola del olvido e intentando darle el sitial que merece en nuestra historia, nuestra identidad, nuestra

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vida y nuestros corazones. Sus nietos así lo han sabido ver como lo hicieron sus hijos y espero que todo Chile se ponga al día valorándola como ya lo han hecho en todo el mundo al versionar y traducir sus canciones a decenas de idiomas. Ése es nuestro deber y el de todos los que llevan algo de ella en su corazón. Debemos dejarles a nuestros hijos su legado y enorgullecernos de que un espíritu tan lúcido haya nacido, recorrido y escudriñado nuestros suelos sacando de ellos los mejores frutos para dejárnoslos de regalo eterno e imborrable, dando

Conocí la obra musical de Violeta desde muy pequeña, no recuerdo cuando, siempre existió, en el contexto cultural en que crecí, durante los años ochenta en el mundo de la izquierda se escuchaba bastante a Violeta y a Víctor. Ambos artistas populares contrastaban con la imagen impuesta en aquella época de lo que era el folclor oficial, una serie de mujeres y hombres empaquetados, cantando y bailando todos iguales, todos sonriendo en eventos oficiales. Violeta Siempre me gustó y me sentía identificada con ella en algún punto, en la posibilidad de la diferencia, pues ella era auténtica. Al trabajar en este montaje pude dimensionar el aporte de Violeta al país, pues ella, por un lado, realiza un trabajo de investigación y divulgación esencial de la cultura tradicional popular

así testimonio de una vida intensa e inigualable y una visión única plasmada con pluma valiente y sin concesiones de tipo alguno con el auditor o personajes aludidos. Sus bellas melodías, cual caballo de Troya, son portadoras de las verdades más profundas y sirven de bálsamo dulce para su desgarrador mensaje. Eso es un atributo que sólo los artistas genios pueden ostentar y ella lo hizo sin ánimo de ostentación alguna.

¡Muchas Gracias Violeta Parra Sandoval!

chilena, sobre todo en su música y su poesía, además de ser una artista popular profunda y clara, que devela el estado de las cosas, denuncia, grita, maldice y ama con profundidad y genialidad musical, poética y artística.

Me parece hermoso ver lo que está ocurriendo, se pueden ver homenajes, obras de teatro, coreografías, exposiciones en torno a la figura de Violeta y su aporte, pues a través de su persona nos miramos a nosotros, a Chile, nuestros afectos, nuestras formas de comportarnos en comunidad, en sociedad, la forma de nombrarnos y mirarnos. La vigencia de nuestro montaje teatral es la vigencia de Violeta, que sigue retratando en su obra el estado de injusticia en el que seguimos viviendo, Violeta seguirá siendo el corazón de Chile que ama y denuncia al centro de la injusticia

“Violeta seguirá siendo el corazón de Chile”Por Marcela MillieActriz y parte del elenco del montaje.

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Decano Facultad de ArtesLuis Prato

Director Escuela de TeatroAlexei Vergara

Directora Ejecutiva Teatro UC Verónica Tapia

Director Artístico Teatro UC Andrés Kalawski

Productor Ejecutivo David Meneses · Productora Artística Tania Rebolledo Comunicaciones y Marketing Marcela Rivera · Educación y Mediación

Ignacia Goycoolea · Prensa Constanza Flores y Lía Alvear · Diseño Gráfico Florencia Aguilera · Administrador de Sala y Gestión de Públicos Nelson Álvarez · Jefe Técnico Francisco Lacalle · Operador Técnico Pablo Jorquera · Realizadores Escenográficos Eduardo Gallagher,

Claudio Viedma, Alejandro Núñez · Sonido Marco Díaz · Iluminación Juan Carlos Araya, Pablo Sáez · Realización Vestuario Sergio Aravena

Boletería Viviana González y Lucía Castillo · Encargado de Promoción y Ventas Mario Contreras, Raúl Pacheco · Asistente de Administración

Francisco Jorquera y Héctor Ibarra · Jefe de Administracióny Finanzas Luis Coloma · Secretaria Alejandra Salazar

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