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VOLUMEN XII e NUMERO 6 FEBRERO DE 1958 E .T E MP LAR : $ 2.00 . exICO de L' UBL1 CAD A POR LA UNIVERSIDAD A l' LONA l. ]) Jo: MExrco LA FILOSOFIA COMO LITERATURA N os HEMOS PRO.PUEST? elementos o mgredlentes litera nos de la filosofía. * En un primer tra- tamiento de! tema destacamos algunos círculos de problemas que indudablemen- te tienen que ver con la literatura. Fijar la atención en la construcción gramatical de un sistema filosófico, en los estilos de los filósofos, en e! género literario que ha elegido, o se le ha impuesto al pensador como forma o molde en que verter SllS ideas, son, repito, problemas relativos a la expresión literaria de la filosofía. Para evitar desde un principio que se nos acuse de traficar con una ilícita abs- * Ver mi artículo, "La Fílosofía como Ex- presíón Literaría". Univrrsidad de l\!féxico, vol. XIJ, N" 1. Por Emilio U RANGA tracción metafísica. como sería la de ha- blar en general de 'la "filosofía", C0ll10 si se tratara de una esencia eterna que es- taría en la base de todo aquello que lla- mamos filosófico, lo mcjor será que diga- 1I10S que por filosofía entendemos este gnL po de libros: Los D'iálogos de Platón, la Metafísica de Aristóteles, el Discurso del método de Descartes. la Etica de Spinoza, el Ensayo de Locke. d T1'iItado de Hume. las tres Críticas de Kant, la T coría de la ciencia de Fichte. la F enollle nología y la Lógica de Hegel, las Tesis de Feuerbach, las M'igajas y el Post-seriptum de Kierke- gaard, los NI anuscritos económico-filosó- ficos )' la 1deoloyía alemana de Marx,.;l Mundo cO/no voluutad y representanon de Schopenhauer, todas las de Nietzsche el Anál-isis de las sensacWlles de Mach,' M aterialis1llo y ell! pireocr'iticis- /nO de Lenin, el PrarlJnatismo de James, la Evolllrión creadora de Bergson, las /I!- 'vestigaciollcs )' las Ideas de Husserl, El Ser y el ticmpo de Heidegger, El Ser y la nada de Sartre, Proccso JI rl'aHdad de Whitehl·ad. Con esta enumeración, que en princi- pio tendría ([ue ser interpretada como ex- haustiva, pretendemos acotar el campo, en este caso el grupo de libros, que servirá como material de referencia de las tesis que hemos de sostener. Se dirá de inme- diato que b enumeración es arbitraria. la A. Durero- "tales fibrvs acvtan el Ca/l1/'v ell (jI/e cVI·/centra/l/o." la filosvfía" SUMARIO: La filosofía, como litera/nra, por Emilio Uranga e La feria de lvs días e IJibliúteca A/llcricana, por Emesto Meji,l Sánehez e Tres poe/I/as de Dylan Tholllus e El café, por Juan Garda Ponee e lvlellloriu de las ¡/luyvres traiciones que se puedall escribir e Notas a Piedra de Sol, por Ramón Xirau e Juan de lvIail'ella, por Rail11undo Licia e Vicios y z'irtlUlcs de la prvvincia, por Carlos Valdés e Cesare Zfl;vattini, por Elena Poníatowska e Música, por Jesús Bal y Gay e Cine, por J. M. Garda Aseot e Teatro, por Juan Carda Ponee e .1Ilu(jnet, por Fran- císco Monterde e Grandeza, sel'vidu1ltbre y unidad del saber, por Manuel Pedroso e Libros, por María del Carmen Velázquez, José María Lugo, Francísco Pineda, Huberto Batís, María Elba Gutíérrez, Rerlha Esqui vel Rivera e Dibujos de Sonia d' AlIlnis de Bourollill y J lIan Soriano.

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VOLUMEN

~IEXICO,

XII e NUMERO 6

FEBRERO DE 1958

E .T E M P LAR : $ 2.00

~ .exICOde

L' U B L 1 CAD A POR LA UNIVERSIDAD ~ A l' L O N A l. J\UTONO~1A ]) Jo: MExrco

LA FILOSOFIA COMO LITERATURANos HEMOS PRO.PUEST? inves~igar ~os

elementos o mgredlentes litera nosde la filosofía. * En un primer tra­

tamiento de! tema destacamos algunoscírculos de problemas que indudablemen­te tienen que ver con la literatura. Fijarla atención en la construcción gramaticalde un sistema filosófico, en los estilos delos filósofos, en e! género literario que haelegido, o se le ha impuesto al pensadorcomo forma o molde en que verter SllS

ideas, son, repito, problemas relativos a laexpresión literaria de la filosofía.

Para evitar desde un principio que senos acuse de traficar con una ilícita abs-

* Ver mi artículo, "La Fílosofía como Ex­presíón Literaría". Univrrsidad de l\!féxico, vol.XIJ, N" 1.

Por Emilio URANGA

tracción metafísica. como sería la de ha­blar en general de 'la "filosofía", C0ll10 sise tratara de una esencia eterna que es­taría en la base de todo aquello que lla­mamos filosófico, lo mcjor será que diga­1I10S que por filosofía entendemos este gnLpo de libros: Los D'iálogos de Platón, laMetafísica de Aristóteles, el Discurso delmétodo de Descartes. la Etica de Spinoza,el Ensayo de Locke. d T1'iItado de Hume.las tres Críticas de Kant, la T coría de laciencia de Fichte. la F enolllenología y laLógica de Hegel, las Tesis de Feuerbach,las M'igajas y el Post-seriptum de Kierke­gaard, los NIanuscritos económico-filosó-

ficos )' la 1deoloyía alemana de Marx,.;lMundo cO/no voluutad y representanonde Schopenhauer, todas las ObrG~' deNietzsche el Anál-isis de las sensacWllesde Mach,'M aterialis1llo y ell! pireocr'iticis­/nO de Lenin, el PrarlJnatismo de James,la Evolllrión creadora de Bergson, las /I!­'vestigaciollcs )' las Ideas de Husserl, ElSer y el ticmpo de Heidegger, El Ser y lanada de Sartre, Proccso JI rl'aHdad deWhitehl·ad.

Con esta enumeración, que en princi­pio tendría ([ue ser interpretada como ex­haustiva, pretendemos acotar el campo, eneste caso el grupo de libros, que servirácomo material de referencia de las tesisque hemos de sostener. Se dirá de inme­diato que b enumeración es arbitraria. la

A. Durero- "tales fibrvs acvtan el Ca/l1/'v ell (jI/e cVI·/centra/l/o." la filosvfía"

SUMARIO: La filosofía, como litera/nra, por Emilio Uranga e La feria de lvs días e IJibliúteca A/llcricana, por Emesto Meji,l Sánehez eTres poe/I/as de Dylan Tholllus e El café, por Juan Garda Ponee e lvlellloriu de las ¡/luyvres traiciones que se puedall escribir e Notas a Piedrade Sol, por Ramón Xirau e Juan de lvIail'ella, por Rail11undo Licia e Vicios y z'irtlUlcs de la prvvincia, por Carlos Valdés e Cesare Zfl;vattini,por Elena Poníatowska e Música, por Jesús Bal y Gay e Cine, por J. M. Garda Aseot e Teatro, por Juan Carda Ponee e .1Ilu(jnet, por Fran­císco Monterde e Grandeza, sel'vidu1ltbre y unidad del saber, por Manuel Pedroso e Libros, por María del Carmen Velázquez, José María Lugo,Francísco Pineda, Huberto Batís, María Elba Gutíérrez, Rerlha Esqui vel Rivera e Dibujos de Sonia d'AlIlnis de Bourollill y J lIan Soriano.

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elección sin fundamento. Muchos echaránde menos libros que tienen por ilidudable­mente filosóficos y otros verían de buena~rana que se' excluyeran algunos nombres; títulos. En definitiva, la confección dela lista obedece a sin-razones autobiográ­ficas, quiero decir, que un trasfondo per­sonal regula su existencia, la plasma taly como se presenta. No hay por qué ne­garlo, inclusive es un índice que señaladirectamente hacia un problema íntima­mente relacionado con nuestro tema.

En efecto, si tales libros acotan el cam­po en que concentramos la filosofía, a suvez, cuando hablamos de el filósofo o losfilósofos, tampoco queremos que se en­tienda una esencia flotante y abstracta.Las biografías, o en su caso 'Ias autobio­grafías de los autores de esos libros, sonpara nosotros lo que define al filósofo oa los filósofos. De modo que habría quecompletar la lista, 'en atención a sus auto­res, con toda una serie de documentos quenos permitan estudiar las vidas de estospersonajes: cartas, diarios,conversacio­nes, testimonios de contemporáneos, ico­nografía, etc. Tendríamos así, en concre­to, cerrado el coto de lo que hemos deestudiar bajo los títulos de la filosofía ylos filósofos, o el filósofo. Lo .filosófico eslo que hay en los libros y en las vidas deese grupo de autores.

Es difícil suscribir la opinión de quela filosofía, en .concreto alguno de esos li­bros, es comprensible sin una exposiciónautobiográfica. Los filósofos han expues­to sus. ideas, pero a la vez han dicho casisiempre cómo llegaron a esas ideas. Casinunca ha sido para el filósofo una cosaindiferente construir su sistema de ideas,sino que en su trama le ha ido la propiavida. Para muchos, empero, la verdad deuna filosofía sería el resultado de unasustracción, lo que queda después de bo­rrar en una exposición todo lo que se re­laciona con las sin-razones autobiográfi­cas. Pero aun en este caso extremo, enesta voluntad decidida de poner entre pa­réntesis al autor de las ideas, al filósofo,Ctlando se trata de presentar el contenidode un sistema de ideas, tal presentaCi()llse ameniza, o se sazona, introduciendoatractivas alusiones ud hominel1'1.; aunquesea sólo COJllO aderezo uel cebo para cap­tar y predisponer favorablemente la aten­ción de los oyentes. El ingrediente auto­biográfico se cargaría a la cuenta de loedificante, de las concesiones a la piedadde los lectores, o a sus resistencias a verpor pudor cara a cara las ideas desnudas.

La autobiografía es, a mi parecer, uningrediente casi esencial de toda filosofía.y para el tema que nos preocupa es unoele los elementos indudablemente litera­rios con que se integra la filosofía. Po­dríamos formular la cuestión hajo la for­ma de silogismo hipotético: si la autobio­grafía es un género artísti~o y la filosofhentraiia como esencial un elemento auto­hiográfico, la filosofía. por tanto, entrañaun componente artístico. ¿O hay quien

-ponga en duda que la biografía y la auto­hiografía son géneros artísticos tan legí­timos como el cuento, la novela o el dra­ma?

Ya que tenemos la intención de dedi­car un capítulo a la filosofía como auto­biografía, o como "confesión personal",reservamos para ese momento tratar porextenso e! tema, por lo pronto valgan es­tas ligeras indicaciones. ¿ Cuál es en de­finitiva el sentido de una autobiografb,

.cle una biografía?- Hemos dicho antes que

de hacerle su lugar, cuando se habla delsistema o de la verdad, tal lugar seríamodesto y vergonzoso, entraría en la va­nidad de ser amenos, de agradar, de nohacerse pesados cuando se expone unafilosofía, o lo que es quizá peor, de mos­trarse edificante, humano, compasivo, dedar a entender que la verdad no se des­arraiga de lo humano, sino que formacuerpo can él, y participa de sus debili­dades siempre saludadas con gusto porrecordarnos que todos participamos de undestino común, los filósofos y el restode los mortales. ¿ No decía Freud que endefinitiva lo que autorizaba sus explora­ciones psicoanalíticas de Leonardo y derJoisés, era mostrar que nadie escapa dela naturaleza humana?

Las autobiografías y las biografías delos filósofos nos permiten ver cómo esque la verdad se arraiga en la vida, seimplanta, crece alimentada por ella. Parauna filosofía, como la de Ortega y Gasset,en que la vida es la realidad radical enel sentido en que todas las otras presun­tas o consistentes realidades aparecen enella, ¿ cómo sería concebible la fifosofía

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sin e! aporte, sin e! componente autobio­gráfico?

¿ Qué es una autobiografía, qué es unabiografía? ¿ Qué exigencias pretende sa­tisfacer? ¿ Cómo han entendido la auto­biografía los filósofos? ¿Han innovado elgénero? De la autobiografía de San Agus­tín, sus Confesiones, se puede afirmar sinsombra de duda que es una innovaciónportentosa, nada menos que e! descubri­miento, por tanto la primera vez que unhombre cae en la cuenta de que puede na­rrar algo que se llama su "interioridad".su mundo interior, que la literatura sepuede apropiar esta realidad hasta enton­ces esquiva o no presentida, puesto quehacer literatura era decir cosas de afuera,describir, poetizar lo real, no las sombrasde la caverna interior. Pero aun sin in­novar, las autobiografías de los filósofosforman una galería de cuadros amenos, laparte agradable' de! museo que es la filo­sofía.

Esto dicho sin tocar siquiera el proble­ma que está en la base, o sea, que hayquien cree que la autobiografía es unanecesidad para e! filósofo, una parte desu método. Traducido al lenguaje que nosinteresa: que e! género autobiografía esel más apropiado para recoger eso quellamamos filosofía, más apropiado, másnecesario que escribir un sistema, un tra­tado, un ensayo. Contar la vida se parecemucho a exponer las ideas. El sistemacrece paralelamente á la vida' del filósofo.Hay el Marx, el Hege!, 'el Kant "jóve­nes", e! Platón, e! Aristótdes de "la ve­jez", y llega a hablarse hasta de que Kan t"chocheaba". Y estas· cara.cterizaciones setransportan de la vida al pensarúiento, lasideas de estos filósofos.son.jóvenes, vie-jas, de madurez. .

Ortega y Gasset con su' impertinenteensayito lanzó sobre Goethe la importan­te sugerencia de una biografía interior, delos filósofos vistos desde dentro. General­mente se traduce, y se traduce mal, talexigencia hablando de biografía' intelec­tual. Tal denominación es un eslabón in­termedio entre, exponer· al desnudo lasideas, con sus articulaciones lógícas, ex­ponerlas articulándose, nOpal' la lógica,sino por las ocurrencias' biográficas delfilósofo. Hay infidelidades a la lógica porser fiel a un capricho que llevamos entra­ñado en nuestra propia vi1¡l. La biografíadesde dentro se movería en estos terre­nos. Los alemanes han creado muy recien­temente un nuevo tipo de "biografía" quellaman "morfológica" y que consistiría,no tanto en ver cómo el personaje se vamodificanclo, sino por el contrario, cómoes que echa siempre un puente por encimade sus cambios, cómo ·.hay siempre unaespecie de constante ode carácter que de­fine la actitud ante la vida, ante el mun­do, ante los otros-yque'dice con precisiónpor qué a talo cual cosa la: llamamos kan­tiana' hegeliana, cartesiana.' ¿Qué quieredecir que esto es kantiano? En las nuevasbiografías de Goethe el íntento ha fun­cionado a maravilla. Hoy podemos decircon precisión que es "goetheana" todaactitud que convierta en principio de suvida esta convicción: "exponerse es co­rromperse", "la superficie de la vida seprotege endureciéndose", "no hay quemezclar la vida moral con la vida socia]".y por este tenor toda una serie de formu­laciones que avisan que la ley de la vidaes preservar un núcleo frágil y que quien

(Pasa a la pág. 9)

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"¡líe'ita abstracc'ión metafísica"

ILOSOFIALITERATURA

(¡'¡ene de la pág. 2)

nee que sin ello se puede vivir está conde­nado a naufragar. Esta "biografía", esta"morfología" se expresa infatigablementeen gestos, en costumbres, en actitudes, enideas, en manías, y saberla rastrear esaprende~' a conocer, a localizar a nuestropersonaje.

Basta recordar que entre nosotros, losintentos de don América Castro se mue­ven en tina dirección semejante. ¿Quiénpodrá dudar que un análisis semejanteayucla a precisar los componentes litera­rios de una filosofía, más aun, que estámontado pl'ecisamente en un análisis dela "experiencia literaria"?

Pero ciemos la palabra a los escépticos.Cerremos estas alusiones recorclando lasduras palabras de Hegel. En la filosofíano clebe hablal' el "yo", sería tanto como

por literatura? Al final de nuestro primer.•capí tulo", más exactamente .,propuesta",dijimos que nos reconoCÍamos deudores dedon Alfonso Reyes en lo tocante a la "ca­racterización" cle lo literario, que si pre­tendemos con frontal' literatura y filosofíaello era posible, porque con El desl-inde senos brindaban indispensables hilos con­ductores en la labor de cernido. No hemosolvidado esta indícación. Pero por lopronto nos bastará dar un brochazo, di­bujar en grandes rasgos nada más lo queentendemos por literatura. Las ideas dedon Alfonso Reyes van a servirnos paraoperaciones de calibre más fino. Por lopronto anclamos todavía borroncando, es­tamos en la etapa "tachista" de nuestraformación pictórica.

:Qué es la literatura? Para orientar, oen;~';;;nba.r, como dicen los colombianos,hacia la respuesta lo mejor es decir lo quepresumiblemente era.la liter~tura, lo queera antes de que nacIera la Idea. que ho'ytenemos de la literatura. Pues bIen, la lI­teratura era, ante todo, preceptiva, nor­ma canon. La literatura era lo que ha­bía~ hecho los clásicos, los especialistas clela norma, de la medida, cle la ley. Los d~­más eran simplemente imitadores, segtl1­dores, y entre más dóciles mejor. La lite­ratura era, pal'a los "modernos", una de­sesperación, lo inaccesible a la vez. que loinmarcesible. En una palabra: la lIteratu­ra se clefinía por su ausencia, quiero de­cir para todo el que no había sido clásico.De ahí el prestigio de las "falsificacio­nes". Hacer "pasar" por clásica una obra"moderna" debió estremecer cle alegría.La buena literatura era la que daba el"gatazo" de ser antigua. Ante todo se in:vestigaba si una novela era una novela, SI

una poesía era una poesía y si u,n c1r~maera un drama. Y los que consegtl1an aJus­tar la vicia a la preceptiva eran los litem­tos. Los que simplemente escribían se ~e­paraban cle los literatos como por un abIS­mo. A nadie le venía en mientes creel'seliterato porque escribía. No bastaba es­cribir ni siquiera escribil' bien, sino con­form~ a la ley, pues ¿ qué sentido teníadecir escribir bien?

Hoy la literatura es otra cosa. La. litera­tura somos nosotros, cada uno de nos­otros. La literatunl ya no es canon, sinoaventura, es ul1a aventura individual deexpresión, o es el aventurarnos ('11 húsque-

L A FCOMO

añadir la vanidad al error. Si una filoso­fía cualquiera sufre siempre de verse mo­tejada de "error", ¿ qué ventaja tiene aña­dir a este presumible error la vanidad cledecir que es mío y contar pormenorizada­mente cómo me hundí en él?

Resumamos los pasos de nuestra pes­quisa. Hemos 2.cotaclo, para gusto de "fisi­calistas", el campo deexperiencia en que pre­ten d e m o s clemostrarn u e s t l' a s tesis, hemoshecho de la filosofía unabiblioteca y de los filó­sofos un conjunto debiografías. Tomadas es­tas precauciones pareceque podemos ya empe­zar a entreSaGll', a ras­trear y detectar, lo queen esas vicias y en esa~

obras hay de "Iitel'atu­ra"; pero nos detiene unescrúpulo de definición.Si hemos concretizadolo que entendemos porfilosofía ¿ por qué hastahoy clejamos en lo bo­rroso lo que entendemos

-Sí. Todo el mundo me dice eso, con­testó él, agradeciéndole que le hubierapermitido hablarle de ella.

En ese momento un camión, con el es­cape abierto, pasó por la calle y su es­truendo cubrió todos los demás sonidos.Ella sólo pudo agregar:

-Se le va a enfriar el café.-Sí, gracias-, terminó él. Y se inclinó

sobre la taza.Consuelo se alejó sin prisa, dio la vuelta

y se sentó junto a la vieja,que dormía plá­cidamente.

"Tiene veinticuatro años. N o puede ser.¿ Qué habrá pasado con la muchacha? Yolo vi besándola. Debí preguntarle cómo sellama. Tengo que saberlo."

Poco después la vieja se despertó y lepreguntó si no iba a cerrar. Ella le con­testó que todavía había un cliente y lavieja volvió a dormirse, pero él oyó estodesde su mesa, pensó que no tenía sen­tido seguir allí, sentado, sintiéndose cadavez más solo y pegó con la cucharilla enla taza para llamarla. Consuelo escuchóel sonido, se prometió a sí misma no de­jarlo ir sin preguntarle cómo se llamabay se dirigió a la mesa.

-La cuenta, por favor -dijo él.-Sólo es un peso -respondió Con-

suelo.El se metió la mano en el bolsillo, sa­

có un billete y varias monedas sueltas, leentregó el billete, se levantó y despuésde dudar un momento, dejó las monedassobre la mesa. Ella volvió a sonreírle.

-¿ Cómo se llama?-Carlos -contestó él.Se puso el impermeable, recogió el li­

bro y se dirigió a la puerta. Antes de salirse volvió hacia ella, que estaba de pie,inmóvil, a unos cuantos pasos de la mesa,y le dijo:

-Buenas noches.--No deje de venir -Se atrevió to-

davía a replicar ella.El sonrió y salió a la calle. El viento

helado se coló junto con el quejido de lapuerta. Consuelo recogió las monedas yse las guardó en la bolsa, luego tomó lataza y fUe a dejarla a la barra.

"Ahora vendrá solo'\ pensó, alegl'e.Después, muy quedo, pronunció su nom­bre: Carlos. Volvió a repetirlo más fuer­te: Carlos. Pasó saliva, sonrió y fue asentarse.

Cuando un cuarto de hora más tarde lavieja volvió a despertar y le preguntó sino pensaba cerrar, ella se levantó sin res­ponderle nada; se puso un suéter, salióa la calle y bajó las cortinas de hierro.Después, llevó a la vieja a su cuarto, laacostó, apagó las luces y ya sola en sucama escuchó con atención las respiracio­nes de los demás, rítmicas y pausadas.Los niños se movieron en la cama, ha­ciéndola chillar; ella suspiró y sonrió,alegre; después cerró los ojos y lo imagi­nó al día siguiente, sentado en su mes)en el rincón.

Afuera una nube, impulsada por elviento, cubrió por un momento la luna. Elcielo se había despejado por completo ylas estrellas brillaban en el silencio de lanoche. Bajo ellas, él caminaba sin rumbofi jo, con ei cuello del impermeable subido,las manos en el fondo de los bolsillos yel libro bajo el brazo, pensando: "Es inú­til. N o vaya volver a pasar por su casa;ni vaya regresar al café ... N o tiene sen­tido." La luz de una ventana le iluminúla cara por un momento. Después, dio lavuelta en una esquina y se perdió de vista.

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10 UNIVEItSIDAD DE MEXlCO

M.A.

JosÉ MARÍA DE COSSÍO puhlicó, en1953, en el tomo XC de la Bib~iote­ca de Autores Españoles (contznua­

ción de la colección Rivadeneira) varias"Autobiografías de soldados". Entre ellas,Vida y trabajos de Jerónimo de Pas3;­monte neyo único manuscrito, de la B1­blioteca Nacional de N ápoles, fue publi­cc:.do por R. Foulché-Delbosc, en 1922, enel tomo LV de la Revue Hispanique."Creo que la única alusión a él anterior(J¡ su publicación -dice Cossío- se debea don Marcelino Menéndez y Pela:vo. Elgran polígrafo le conoció y a él se refie­re en sus estudios sobre los orígenes de lanovela. Califica de "curiosa" esta autobio­grafía de Fray Jerónimo de Pasamonte.que anduvo cautivo en Berbería. y cuentaen su libro famosas historias de hechice­rías, de las cuales fue víctima su autor enItalia)1 Espaiia." Como advierte Foulché­Delbosc, el maestro montañés debió leerligeramente el manuscrito, pues ni Pasa­monte, pese a sus deseos, lle.Qó nunca áser fraile, ni en Espaira experimentó he­chicerías. aunque en cambio proteccionessobrenaturales según su juicio, y sí abun­dantemente en Italia."

Don Marcelino se refiere, anteriormen­te, al citado manuscrito en una carta aPereda, fechada en Nápoles, marzo de1877, tildándola, entre paréntesis,. de"harto ridículo" (Estudios y discursos decrítica y literaria, V, P. 332.) Hurtado,de la Serna y González Palencia en lasexta edición, corregida y au.mentada,Madrid, 1949, de la historia de la litera­tnra española, asequran que el libro u tie­'/'I.e poco interés literario"'.

Jerónimo de Pasamonte, parece quearagonés, si es que existió fue contempo-

• ráneo de Cervantes. Como el autor delQuijote, soldado en Lepanto y cautivo delos moros. Sus intentos de fuga son de lomás vívido de su relato. En 1599 se casa,en Nápoles. con los resultados que el lec­tor advertirá en' las páginas que repro­ducinws.

"El estilo de escribir de Pasamonte-dice su último editor- es totalmenteajeno a toda preocupación literaria." Deahí una parte del interés. N os encontra­mos con un escr-itor realista -uno másde la enorme serie espG110Ia- de los queintentan decir las cosas como creen queson o fueron, sin importarles un ardite lasintaxis. Esta'mos en las antípodas delnaturalismo. que qu.iere prescindir del au.­lar u ,<..olverle de piedra.

El realismo espaííol es mágico -y másen este caso el/. el que intervienen directa­mente elementos sohrehmnc:nos. "Realis­mo mágico", quizá l/O sea mala fórmulaaun para el socialista, si de novela se tra~ta.

Aunque la Revista Universidad tienepor norma no publicar sino páginas iné­ditas, es difícil qlle los curiosos acudancomo 1/0 sra para consulta, a los ma'mo~tretas de la colccción Rivadeneira. Porotra parte el relato de Pasal1wnl,' es tanvivo, tan divertido, que bien vale p~tbli­

cer este ~.I:lracto aunque 1/0 sea lnás quepara rectIfIcar, lIna vez 1'1/. la vida, la opi­nión de rse -otro- monstruo de la na­turaleza que fue do/! Marcelino.

DE

T Ej E R O N 1 'M OPASAMON

"¿por qué G.1iadir vanidad o/ error?"

rio la definición actual del lenguaje: ellenguaje permite decirlo todo, no hay ba­ITera de desatino, de locura, de sinsentido,de absurdo que impida decir algo. Todo Sepuede decir y la filosofía 10 ha dicho todo.La filosofía fue literatura moderna cuan­do la literatura todavía andaha encorseta­da por la preceptiva. Léase a los preso­cráticos: envidia de los poetas modernos.

Hagamos ahora una salvedad. La filo­sofía no ha sido siempre vista como loque es hoy la literatura, sino como 10 quefue ayer la literatura. Y por otro lado esinnegable que hay una filosofía sin senti­do de aventura: la escolástica. Desde lue­go no Santo Tomás. Pero una larga caudaoe epígonos nos hacen olvidar la excep­ción. Hay, por tanto, la variedad no lite­raria de la filosofía, la filosofía de pre­cepto, de manual. Entiéndase bien: no lalógica, ni mucho menos la lógica matemá­tica. Esta es filosofía en serio, aventura,audacia, invención, fantasía, literatura, enel sentido en que acabo de precisar.

Resumamos antes de ir adelante. Noshemos propuesto investigar la expresiónliteraria de la filosofía. Por lo pronto filo­sofía significa para nosotros un conjuntode obras que antes enumeramos. En unaprimera aproximación hemos dicho quesería un desacierto desvincularlas de lasbiografías o autobiografías de sus autores,en una segunda aproximación, hemos pro­puesto una caracterización de la literaturamoderna que nos permite ver en esasobras, por excelencia, aventuras indivi­duales de expresión, "aventuras de ideas",como diría Whitehead. Quien sienta des­precio por la literatura moderna y apre­cio por la filosofía, protestará quizás aloirme decir de esas obras que son litera­tura. Pero quien aprecia la literatura mo­derna me acompañará en el juicio: en talsentido, también la filosofía toda, no sólola moderna, es literatura.

"aven/u'ra individual de expresión"

KLEE. TIERE 1M GEHEGE. 1918

da de una expresión persona!. La litera­tura ha venido a convertirse en la propiavida, el carácter o la falta de carácter queacusa en cada caso es el reflejo fiel de lapersona, no su deficiencia ante una normao el acierto de su imitación. En definitiva,que tan inimitable es hoy como antes, peroprimero 10 era por ser inaccesible comouna norma, tan incumplible cabalmentecomo una ley moral, y después por la im­posibilidad de ser el otro. Cada quien tie­ne su vida y el estilo de su vida, éste nose lo puede arrebatar nadie y el secretode la· originalidad muere con nosotros, esnuestra propia originalidad. No puede ha­ber recetas,. normas, cánones; hay ímpe­tus, pasiones, torturas, tanteos, experi­mentos, búsquedas, hallazgos, la forma seva desarrollando conforme se escribe, nopreexiste al acto de escribir, no es un có­1110do esquema para rellenar. Cuando nace~in forma, tal es su forma, cuando surgeceñida y precisa, tal es también su forma.Lo que le falta a la primera y sobreabun­da en la segunda no se puede suplir o re­cortar recurriendo a las preceptivas. Deahí la llamada crisis de los géneros litera­rios, la prosa poética, la poesía prosaica.No sé quién se ha atrevido a decir, congran acierto, que la prosa española del si­glo xx es más poética que toda la poesíadel XIX.

y ahora preguntemos dispuestos a res­ponder con sinceridad: ¿ se puede decir dela filosofía: que es literatura en el sentidoque acabamos de definir? Indudablemen­te. Pero procuremos medir el alcance denuestra respuesta y su significación. Po­dríamos por lo pronto abonar la respuestade que ese grupo de obras de que antes he­mos hablado y que han acotado el campode lo que queremos se entienda por filo­sofía son cada una de ellas, tomada en símisma, individualizada, una prodigiosaaventura de expresión, tan libre, tan cabalcomo cualquier pintura moderna. ¿ No de­cía Chestenon que después de haber leídoun tratado de metafísica le dejaban im­pávido las novelas policíacas? V, efectiva­mente, internarse en esas obras es aban­donarse al flujo de búsquedas de expre­sión que no conocen más ley que la propiapasión de expresarse. Ortega y Gassetdecía de las críticas kantianas que le suge­rían la arborización barroca de las catedra­les góticas, los ensayos de Leibniz, dijesy aderezos dieciochescos; a García Bac­ca el Ser y el tiempo le recuerda una pin­tura cubista, Bergson es impresionista,etc. La filosofía ha sido en estas obrasuna aventura que para expresarse ha teni­do que echar mano de la más desbordantefantasía. Repárese que cuando las gentesno dan con la medida de una expresión,que cuando tramonta sus cuadros socialesQ~ j;.omprensión, hablan de fantasía. Enuna pala:bra, la filosofía ha tomado en se-