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Un sistema educativo que responde a la demanda de desarrollo Por Ascencio Flores Lograr eficacia, es decir efectos e impactos de la acción educativa, requiere de vínculos fuertes entre el sistema educativo y los sectores económicos, sociales, culturales y ambientales. En estos vínculos radican las posibilidades de articular una estrategia sustentable de desarrollo, ya que no hay mayor ni base más sólida del desarrollo que una sociedad con un perfil integral de competencias para impulsarlo. Por ejemplo, el mercado laboral es cantidad y calidad de puestos de trabajo, pero también emprendimientos para el autoempleo y la generación de empleos. El sistema educativo puede avizorar y ser avisado por las instituciones de línea económica, empresas y organizaciones empresariales, de sus demandas y oportunidades de formación, considerando, entre otros, las tendencias de crecimiento y aportes al Producto Interno Bruto (PIB) de actividades relacionadas con perfiles técnicos y profesionales; y particularmente la situación del valor agregado de los procesos y resultados productivos y tecnológicos. Además, muchas de estas instituciones ofrecen condiciones para apoyar esta formación. Pero también el reto del sistema educativo para la reconstrucción del tejido social es enorme. Los valores de la convivencia, el respeto a los derechos humanos, el civismo y la participación democrática, entre otros, deben ser objeto de una profunda labor de formación de talento y calidad humana, siendo este por excelencia el valor agregado de la educación a la sociedad. El capital social con el cual todo técnico y profesional debiera contar. Por tanto, el sistema educativo debe fortalecer sus vínculos con las instituciones gubernamentales y no gubernamentales que se ocupan de estos temas, manteniendo un análisis situacional actualizado, y abordajes socio-culturales y psico-sociales eficaces para fortalecer la cohesión social.

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Un sistema educativo que responde a la demanda de desarrollo

Por Ascencio Flores

Lograr eficacia, es decir efectos e impactos de la acción educativa, requiere de vínculos fuertes entre el sistema educativo y los sectores económicos, sociales, culturales y ambientales. En estos vínculos radican las posibilidades de articular una estrategia sustentable de desarrollo, ya que no hay mayor ni base más sólida del desarrollo que una sociedad con un perfil integral de competencias para impulsarlo.

Por ejemplo, el mercado laboral es cantidad y calidad de puestos de trabajo, pero también emprendimientos para el autoempleo y la generación de empleos.

El sistema educativo puede avizorar y ser avisado por las instituciones de línea económica, empresas y organizaciones empresariales, de sus demandas y oportunidades de formación, considerando, entre otros, las tendencias de crecimiento y aportes al Producto Interno Bruto (PIB) de actividades relacionadas con perfiles técnicos y profesionales; y particularmente la situación del valor agregado de los procesos y resultados productivos y tecnológicos. Además, muchas de estas instituciones ofrecen condiciones para apoyar esta formación.

Pero también el reto del sistema educativo para la reconstrucción del tejido social es enorme. Los valores de la convivencia, el respeto a los derechos humanos, el civismo y la participación democrática, entre otros, deben ser objeto de una profunda labor de formación de talento y calidad humana, siendo este por excelencia el valor agregado de la educación a la sociedad. El capital social con el cual todo técnico y profesional debiera contar. Por tanto, el sistema educativo debe fortalecer sus vínculos con las instituciones gubernamentales y no gubernamentales que se ocupan de estos temas, manteniendo un análisis situacional actualizado, y abordajes socio-culturales y psico-sociales eficaces para fortalecer la cohesión social.

En el ámbito cultural la demanda educativa está ligada con la promoción de nuestra diversidad cultural, en un movimiento hacia dentro que la enriquece y otro hacia afuera que integra la riqueza cultural universal. Las instituciones culturales, las personas notables de la cultura y el arte, los creadores de cultura en los territorios, los rescatadores de tradiciones, los artesanos deben ser aliados permanentes del sistema educativo. Hay que estimular y apreciar el valor cultural de estos actores y los aportes universales en nuestro ideario y cosmovisión nacional. Incorporar al currículum y a la estrategia educativa esta visión cultural es también desarrollo.

Otro vínculo de largo plazo necesario para el sistema educativo es con las instituciones de protección, conservación, investigación y/o desarrollo ambiental.

La demanda educativa debe ser consecuente con la llamada “huella ecológica”, que no es más que el clamor de la naturaleza para preservar sus fuentes de salud, biodiversidad, turismo, belleza y sostenibilidad productiva, amenazadas constantemente por los depredadores económicos. El sistema educativo debe incorporar los enfoques y herramientas que abonen a una estrategia de prevención a largo plazo de los desastres naturales, y a una cultura ambiental de todos los ciudadanos.

Es en este sentido que los vínculos del sistema educativo con los otros sectores pudieran asegurar una estrategia de formación para el desarrollo, mediante equipos interinstitucionales, gubernamentales y no gubernamentales. De esta forma, los perfiles de educación general, y de técnicos y profesionales se pudieran materializar en la práctica y la investigación en ambientes laborales, tecnológicos, culturales, ambientales y sociales pertinentes a la realidad del desarrollo de nuestro país.

Por ello, un plan nacional de desarrollo debiera ser elaborado desde sus inicios en forma interdisciplinaria, con un fuerte componente educativo como una base sustentable para el desarrollo, lo cual todavía no ha sucedido en nuestro país.

Desde esta perspectiva, el plan de educación para el desarrollo pudiera trascender las diferentes ideologías de los gobiernos de turno y se sentarían las bases de un desarrollo humanamente sustentable.