Colección Inteligencia Emocional

EL SISTEMA NERVIOSO CENTRALEl mindfulness frente al estrésLa práctica del mindfulness nos ayuda a gestionar las situaciones de estrés, ansiedad o depresión. Hay estudios que demuestran que su efecto puede llegar a ser más potente que el tratamiento con algunos de los mejores ansiolíticos y antidepresivos.

La práctica contemplativa influye en el sistema de mantenimiento y reparación de nuestro organismo. Los últimos estudios de las neurociencias respecto a la afectividad y la contemplación que no tomarse en serio el cuidado de nuestro organismo, antes o después tendrá, probablemente, consecuencias negativas para nuestra vida.

El cerebro y el sistema nerviosoEn la corteza cerebral hay zonas donde nos llega información sobre el ver, oír, pensar o hablar.

Antonio Moreno Bellón

El cerebro emocional y nuestro sistema límbico nos permite experimentar sentimientos.

El sistema nervioso autónomo (vegetativo) tiene como misión fundamental regular todas las funciones de nuestro organismo. El sistema nervioso autónomo se divide en sistema nervioso simpático y sistema nervioso parasimpático.

Antonio Moreno Bellón

El sistema nervioso parasimpáticoEl sistema nervioso parasimpático es el máximo responsable de cuidar de las células y tejidos, y de que no les falten los recursos que precisan para llevar a cabo sus complejas funciones. Es el encargado también de reducir y enlentecer el deterioro de dichas células y tejidos para que así podamos vivir no solo más, sino también mejor.

El sistema nervioso simpáticoEl sistema nervioso simpático tiene la función de reacción de protección que se pone en marcha en el organismo en momentos de alerta y en momentos de alarma. Por él nos mantenemos atentos y activos en situaciones que son novedosas y en las que existe un claro componente de incertidumbre. También le debemos la capacidad de escapar de un ataque gracias, entre otras cosas, a la redistribución del riego sanguíneo que lleva a cabo. En una situación de amenaza, la sangre llega en mayor proporción a los músculos que a otras regiones del organismo.

El problema está en que, si se activa constantemente de manera intensa el sistema nervioso simpático, el organismo acumula un determinado grado de desgaste llamado carga alostática.

Vivimos en una sociedad marcada por la incertidumbre, la volatilidad, la complejidad, el cambio. Muchas personas están viviendo este nuevo mundo de cambios vertiginosos como una amenaza y, por eso, están sufriendo las consecuencias de una activación prolongada del sistema nervioso simpático.

El sistema simpático es clave en la reacción de estrés y esta reacción se produce ante lo nuevo, lo desconocido, lo no familiar, lo que no controlamos.

La epidemia del cortisolCiertas publicaciones y artículos científicos hablan de que estamos viviendo una verdadera “epidemia de cortisol”. El cortisol es una hormona que es liberada por las glándulas suprarrenales sobre todo cuando hay una activación sostenida del sistema nervioso simpático. Esto sucede cuando se vive una experiencia como una amenaza, sea esta de naturaleza física o emocional.

Antonio Moreno Bellón

Si la sensación de amenaza se mantiene durante un tiempo prolongado, las cifras de cortisol pueden llegar a ser un 50% mayores de lo que se considera normal.

Los aumentos de cortisol están asociados a cuadros psicológicos como la ansiedad y la depresión. Además, provocan un deterioro progresivo del organismo, observándose con frecuencia una reducción de la masa muscular y también de la ósea.

Los efectos negativos de la activación intensa y prolongada del sistema nervioso simpático también tienen efectos negativos en las partes más íntimas de la célula.

Cuando el sistema simpático se activa, comienza a consumir gran parte de la energía que se genera a partir del metabolismo energético (conjunto de reacciones celulares encaminadas a obtener, a partir de la glucosa, los ácidos grasos y el oxígeno, la energía que precisa para que la célula pueda llevar a cabo sus distintas funciones). Al producirse la activación del sistema simpático y demandar este para su funcionamiento tal cantidad de energía, se reduce la disponible para que el otro sistema (parasimpático) pueda cuidar de las células, favorecer su función y reducir el desgaste que experimentan. Se reducen las células del sistema inmunitario. Esto quiere decir que muchas enfermedades están desencadenadas parcial o totalmente por esta sensación de sentirse siempre en peligro.

Los beneficios de la DHEA (Dehidroepiandrosterona)La DHEA es una hormona que se produce en las glándulas suprarrenales. Bajos niveles de DHEA se han asociado a diversos trastornos inmunes, agotamiento, obesidad abdominal, enfermedad cardiaca y diabetes. Sin embargo, los niveles elevados de DHEA reduce la intensidad de los cuadros de ansiedad o depresión, mejora la memoria, protege al corazón, genera sentimientos de bienestar, energía y vitalidad, estimula la actividad protectora del sistema inmune, reduce las cifras del colesterol, favorece el crecimiento de la masa muscular y ósea, reduce el envejecimiento y es un antagonista natural del cortisol. Ambos pueden ser medidos no solamente en sangre, sino también en saliva.

Sincronización cerebralA través de un electroencefalograma se pueden ver los dos hemisferios cerebrales y su ritmo. Cuando ambos hemisferios, el izquierdo (más calculador, conceptual y organizador) mejora su comunicación con el derecho (más imaginativo y emocional), también se mejora la atención, la comprensión y el aprendizaje.

De igual modo, la sincronización cerebral favorece el proceso creativo, y por eso se encuentran nuevas soluciones para viejos problemas.

La hipertensión arterialLa hipertensión arterial somete al corazón y a las arterias a un exceso de trabajo que, con el paso del tiempo, si esta hipertensión no se consigue controlar adecuadamente, puede acabar pasando factura. La presión excesiva al que se ven sometidas las arterias puede

Antonio Moreno Bellón

generar un endurecimiento de las mismas y una lesión de su capa más interna, que está en contacto con la sangre. Esta lesión favorece la aparición de una trombosis que al taponar la arteria impide que los tejidos reciban suficiente sangre, dando lugar a los temibles infarto cardiaco e ictus cerebral.

En los años setenta, el cardiólogo Herbert Benson investigaba en la Universidad de Harvard en Boston sobre un tratamiento de la hipertensión arterial de una forma radicalmente diferente al establecido por la medicina tradicional. Cayó en sus manos un libro de una viajera que describía como los monjes budistas hacían una practica de meditación con unos efectos asombrosos. Envueltos en sábanas empapadas de agua, cuya temperatura estaba cercana al punto de congelación, conseguían secarlas con el calor que emitían sus torsos desnudos. Benson pensó que los monjes no elevaban la temperatura del interior de su cuerpo, sino que eran capaces de elevar tan solo la temperatura de la piel. Benson intuyó que estaba ante un avance de la medicina mente-cuerpo. Viajó a la India para poder hacer los registros y su investigación.

Benson sabía que desde le centro trofotrópico del hipotálamo se activaba el sistema nervioso parasimpático produce un incremento de la temperatura de la piel. Pensó ¿Los monjes tibetanos habían encontrado un camino para activar dicho núcleo? Si esto es así, ese mismo procedimiento que usaban para secar las sábanas podría ser aplicado por sus pacientes hipertensos para controlar la hipertensión. Benson estudió como traer esa forma de meditación a Occidente y enseñarla a los enfermos hipertensos.

La meditación es capaz de producir la activación del sistema nervioso parasimpático. Desarrolló la “respuesta de relajación”. La técnica es bastante sencilla. Se trata de no dejarse envolver por pensamientos perturbadores que lo único que hacían era generar enfado, miedo, preocupación y ansiedad. Bastaba que la atención se enfocara en la respiración y no fuera “secuestrada” por dicho tipo de pensamientos para que se activara la respuesta del sistema parasimpático.

El mundo debe mucho a este investigador que se atrevió a explorar con absoluto rigor un campo como es el de la meditación, y que en el entorno médico de aquella época se percibía como poco científico y mucho más relacionado con lo espiritual que con lo fisiológico. Occidente necesitaba el puente de la ciencia para dar credibilidad a tradiciones y prácticas milenarias que difícilmente hubieran aguantado el paso del tiempo si no tuvieran un claro beneficio.

Antonio Moreno Bellón