WEBER Y HEGELWEBER Y HEGEL Alfonso Piza Para poder ubicar en esta parte el Estado es fundamental...

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WEBER Y HEGEL Alfonso Piza Para poder ubicar en esta parte el Estado es fundamental tratar de entender lo que es la idea y su diferencia con el concepto. En la Ciencia de la Lógica Hegel ha establecido la distinción: la idea no es otra cosa que la realización del concepto. Y para entender el Estado en la Filosofía del Derecho hay que desenvolver la idea del derecho como realización del concepto. En ese sentido es muy indicativo el parágrafo 257, donde Hegel dice: El Estado es la realidad de la idea ética, es el espíritu ético en cuanto a voluntad patente, claro por sí mismo, sustancial, que se piensa y se conoce y que cumple lo que él sabe y cómo lo sabe 1 . Allí se encuentra suficientemente puesto todo lo que compete a la idea, y no es por azar por lo que la crítica de Weber sobre esta concepción se detenga en esto, en cómo se concibe la idea. Weber como sociólogo e historiador se guía críticamente frente a esta concepción de Hegel. Pero aquí crítica quiere decir que toma esa concepción y la examina con un interés de investigación. Por tanto, toma la idea como un punto de crí- tica, atendiendo a que la idea es la realización del concepto. Creo que eso es lo que en principio habría que relievar. Pero naturalmente Weber significaba, en esta consideración de la idea en Hegel, toda la crítica del neokantismo y de varios escritores de 1 § 257.

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WEBER Y HEGEL

Alfonso Piza

Para poder ubicar en esta parte el Estado es fundamental tratar de entender lo que es la idea y su diferencia con el concepto.

En la Ciencia de la Lógica Hegel ha establecido la distinción: la idea no es otra cosa que la realización del concepto. Y para entender el Estado en la Filosofía del Derecho hay que desenvolver la idea del derecho como realización del concepto.

En ese sentido es muy indicativo el parágrafo 257, donde Hegel dice:

El Estado es la realidad de la idea ética, es el espíritu ético en cuanto a voluntad patente, claro por sí mismo, sustancial, que se piensa y se conoce y que cumple lo que él sabe y cómo lo sabe1.

Allí se encuentra suficientemente puesto todo lo que compete a la idea, y no es por azar por lo que la crítica de Weber sobre esta concepción se detenga en esto, en cómo se concibe la idea. Weber como sociólogo e historiador se guía críticamente frente a esta concepción de Hegel. Pero aquí crítica quiere decir que toma esa concepción y la examina con un interés de investigación. Por tanto, toma la idea como un punto de crí­tica, atendiendo a que la idea es la realización del concepto. Creo que eso es lo que en principio habría que relievar.

Pero naturalmente Weber significaba, en esta consideración de la idea en Hegel, toda la crítica del neokantismo y de varios escritores de

1 § 257.

la segunda mitad del siglo XIX que también habían sometido a crítica las concepciones de Hegel.

Me parece que es fundamental retener cómo la idea de Hegel real­mente es un resultado, y que específicamente quiere decir la realización del concepto, el concepto como aquello que es necesario para la ciencia. Aplicado al caso del derecho y al Estado tiene ya ese contenido.

Weber retoma ese punto en lo esencial. Para él también la idea es un problema como lo ha formulado Hegel; sólo que se presenta crítica­mente frente a esa concepción por tener intereses tal vez distintos aun­que no necesariamente antagónicos. Y como sucede siempre hay necesidad de vincular la concepción típica de Weber a su fundamento, que no es otro que Kant.

Kant señala que el entendimiento tiene necesidad de sistematizarse. En la sección tercera de la Analítica Trascendental se refiere a la repre­sentación sistemática de todos los principios sintéticos del entendimien­to puro2. Es decir, el entendimiento tiene necesidad de una representación sistemática y hay cuatro maneras como el entendimiento la hace: los axiomas de la intuición, las anticipaciones de la percepción, las analogías de la experien-ciay los postulados del pensamiento empírico general. Cada una es una forma en que el entendimiento sistematiza los principios.

Sería relevante aquí el tercero, es decir, las analogías de la experien­cia, que nos colocan en un primer principio que Kant enuncia de la siguiente manera: La experiencia sólo es posible por la representación de un enlace necesario de percepciones.

Este me parece que puede ser el punto de partida para tratar de ubicar cómo Weber se enfrenta críticamente a esta concepción de la idea ética que constituye el Estado para Hegel.

En esta analogía, repito, la experiencia sólo es posible por la repre­sentación de un enlace necesario de percepciones. Kant señala dos ma­neras de ver este principio. Por un lado está lo que él llama un principio constitutivo, en el cual se puede intuir lo real de la percepción, y men­ciona el caso de las matemáticas. En la medida en que es posible que la intuición nos señale cómo es lo real de la percepción, podemos hablar de principios constitutivos.

Además Kant hace relación a otros principios que someten la exis­tencia de los fenómenos a reglas apriori. Es decir, en este segundo caso

Véase Mannuel Kant. Crítica de la Razón Pura Doctrina Elemental Trascendental, Primera División "La analítica Trascendental". Libro Segundo, Analítica de los Prin­cipios. Segundo Capítulo "Sistema de Todos los Principios del Entendimiento Puro". Sección Tercera.

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no es posible la primera manera y entonces el entendimiento se ve obligado a emplear unas reglas apriori. Con esto, la explicación de los principios cambia y ya no se puede hablar de que el principio constituye lo que nece­sitamos explicar, lo real, sino que el principio regula la existencia de los fenómenos.

Esto permite establecer para Kant la diferencia que existe entre la ciencia y la filosofía, y sobre todo va a señalar en qué grado se pueden utilizar las analogías. Las ciencias operarían con principios constituti­vos. Más o menos dice lo siguiente: en las ciencias existen fórmulas que expresan la igualdad de dos relaciones de cantidad y son siempre cons­titutivas, de tal modo que cuando dos miembros de la proporción están dados por sí mismos se da el tercero, es decir, se construye.

Al contrario en la filosofía, la analogía no es la igualdad de dos relaciones de cantidad, sino la de dos relaciones de cualidad, con la que dados tres miembros no puedo conocer y determinar a priori mas que su relación con un cuarto, pero no ese mismo cuarto miembro.

Tbdo, en suma, para tratar de establecer esa diferencia entre los principios constitutivos que serían propios de las ciencias constituidas y los principios regulativos que el entendimiento de todas maneras se plantea, no como algo arbitrario y subjetivo, sino como elementos nece­sarios en su sistematización.

Entonces, según se opere con los principios constitutivos o con los principios regulativos, se pueden derivar analogías muy distintas. En efecto, las analogías de los principios constitutivos tienen todas esas características de exactitud, de matemática, de relación de cantidad; como dice Kant, dados dos elementos, el tercero ya se construye por sí mismo, y el entendimiento opera con ellas como instrumento que lo guía en su juicio. Con las analogías que se desprenden de los prin­cipios regulativos, ya no se puede prever más que unas ciertas reglas a priori, es decir, el entendimiento no puede anticipar sino unas ma­neras de relación que no están totalmente dadas y construidas desde los principios.

Este es uno de los elementos para ver cómo se desprende de la construcción kantiana esa idea que es retomada por los neokantianos, con toda la experiencia de la nueva ciencia, de las nuevas matemáticas y de la investigación en la física que no conoció Kant, retomando esta problemática que él había dejado en la primera parte de la Crítica.

En la Dialéctica Trascendental me parece importante establecer có­mo ya se habla del uso regulativo de las ideas de la razón pura. Es decir, Kant desarrolla esto que se da a nivel de las analogías para ver de qué manera las ideas que uno tiene sirven para comportarse sistemática-

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mente. Se trata para Kant de que no nos confundamos, sino que hay principios regulativos que el entendimiento requiere por su necesidad de sistematización.

Pero en la Dialéctica trascendental se habla más positivamente de esta distinción y se trata de desarrollar el uso que puede hacerse de ella. En el apéndice del uso regulador de las ideas de la Razón Pura, Kant dice algo tan fuerte como lo siguiente:

Yo sostengo: las ideas trascendentales no son nunca el uso constitutivo, de suerte que gracias a ellas se den conceptos de ciertos objetos y en el caso de que se las entienda así, no son sino conceptos dialécticos. Por el contrario, tienen un uso regulativo e indispensablemente necesario: dirigir el enten­dimiento hacia cierto fin con vistas al cual las líneas directrices de todas sus reglas convergen hacia un punto que a pesar de que sea solamente una idea (focus imaginarius) o sea, un punto del cual no parten realmente los conceptos del entendimiento, puesto que se hallan totalmente fuera de los límites de la experiencia posible, si sirven , empero, para proporcionarles la máxima unidad a la vez que la máxima extensión3.

Me parece que aquí se está desarrollando ese fundamento, que pos­teriormente se encuentra en Weber, respecto a estos dos usos de la pa­labra idea que él va a tratar. También creo importante recordar una parte que Kant trae en la Dialéctica Trascendental, en relación con el problema que Weber va a desarrollar y es la diferencia entre la idea e ideal. Ello está un poco adelantado aquí, veamos:

Del ideal: hemos visto antes que por medio de puros conceptos del entendi­miento, sin ninguna de las condiciones de la sensibilidad, no es posible representar objetos porque faltan las condiciones de su realidad objetiva y no se encuentra en aquellos más que su mera forma del pensar. Sin embargo pueden exponerse in concreto aplicándolos a fenómenos pues en ellos tienen propiamente la materia para el concepto de experiencia que no es sino un concepto de entendimiento en concreto. Pero las ideas están más alejadas aún de la realidad objetiva de las categorías, puesto que no pueden encon­trarse en ningún fenómeno en el cual quepa representarlas en concreto. Contienen cierta integridad4.

Véase Manuel Kant. Crítica de la Razón Pura . Doctrina Elemental Trascendental. Segunda División, La Dialéctica Trascendental, Libro Segundo De los Raciocinios dialécticos de la Razón Pura. Tercer Capítulo El Ideal de la Razón Pura. Apéndice, Del Uso regulador de las ideas de la razón pura.

Véase Manuel Kant. Crítica de la Razón Pura. Doctrina Elemental Trascendental. Segunda División. La Dialéctica Trascendental. Libro Segundo De los Raciocinios Dialécticos de la Razón Pura. Tercer Capítulo El Ideal de la Razón Pura. Primera Sección Del Ideal en General.

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Al referirse Kant a las ideas, de todas maneras está dándose cuenta de la necesidad de que el entendimiento sistematice las percepciones; por eso la idea tiene allí un momento, es la integridad.

Entonces, como se expresaría uno de los discípulos de Kant, Ernst Cassirer, hay una función de la idea aquí para el conocimiento.

La idea no es una cosa que se puede desechar como diría el neopo­sitivismo, sino que tiene una función sistemática para el entendimiento. Y en este sentido permite aproximar la unidad sistemática conceptual a la unidad empírica sin lograrlo jamás.

En seguida viene una diferencia más radical, dice Kant:

Pero más alejado aún que la idea parece estarlo de la realidad objetiva aquello que yo denomino ideal, con lo cual entiendo la idea, no sólo in concreto sino in individuo, esto es, como cosa individual determinable, o aún determinada por la idea exclusivamente5.

Estas diferencias van a ser muy importantes, para todo el neokan­tismo y especialmente en el caso de Weber. No creo que haya necesidad de presentar otras relaciones entre la idea y lo ideal, sino esto que es básico para ver de qué está nutrida la crítica de Weber.

Estas distinciones, un poco abstractas en la medida en que hay que desglosarlas del sistema total, pueden resultar suficientes para el punto.

Entremos a ver las posiciones de Weber, su actitud ante el desarrollo de Hegel. En su temprana obra de 1904, La objetividad en la Ciencia Social y en la Política Social6, Weber desarrolla estas ideas, estas con­cepciones de Kant desde el punto de vista de su trabajo como historiador, como economista, como historiador de la economía; no podemos decir enteramente que como sociólogo, porque en esta época todavía esa pers­pectiva no era tan clara para él, aunque estaba interesado naturalmente en una investigación que fuera más allá de lo económico, que desarro­llara algunos aspectos sociales.

Weber entonces se enfrenta con este trasfondo problemático que es de alguna manera metodológico y que muchos discutirían si es lógico. En lo que es pertinente él comienza con la diferencia que existe entre lo que decía Kant acerca de la integridad de la idea, del elemento sistemá­tico de la idea que nos lleva como científicos a que nos planteemos la

5 Manuel Kant. Op. Cit.

6 Weber, Max. La "objetividad" cogniscitiva de la ciencia socialy de la política social (1904). En Ensayos sobre Metodología Sociológica. Traductor José Luis Etcheveny. Segunda reimpresión. Amorrortu Editores. Buenos Aires, Argentina. 1982. pp. 39-101.

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unidad sistemática y a tratar de aproximarla en lo posible a lo empírico, pero con la conciencia de que jamás lo vamos a lograr. Eso lo retoma en dicho ensayo Weber cuando se refiere al problema del tipo ideal como una construcción que el científico, en este caso el historiador, se ve obli­gado a hacer con el fin de comparar la realidad empíricay tratar de guiar un juicio sobre esa realidad.

El trata de ver cómo en la historia el ideal continuamente está per­judicando no solamente a la idea, sino, por ese camino, a la investigación empírica. Entonces Weber señala como ejemplo el hecho de que el cris­tianismo no debe ser tomado como un ideal, sino como un tipo ideal, Pero lo que se daba hasta ese momento, según él, era que los científicos no tenían la suficiente claridad para distinguir qué era la idea y qué era el ideal, en el sentido que ya había establecido Kant. Ese es su diagnóstico fundamental: en la historia el problema es que se confunde la idea con el ideal.

En este ensayo Weber advierte que hay un problema para la inves-tiación histórica, para la investigación económica y es que no hay sufi­ciente claridad sobre lo que es un tipo ideal como concepto. Sobre todo quiere enfatizar que no es suficiente establecer un tipo ideal para ase­gurar los resultados de la investigación.

¿Por qué ocurre esto? Porque continuamente se están deslizando dentro de los conceptos típicos ideales elementos ideales, es decir, ele­mentos de valor. Entonces aquí el problema no es la construcción típica ideal. Es el uso, como diría Kant, de esta idea lo que nos lleva sucesiva­mente a confusiones. De ahí que el elemento básico para él sea la preci­sión conceptual.

Weber señala que la realidad histórica es fluida, que hay cambio, que hay una relación de muchas cosas, es decir, que la historia es una diver­sidad (así se la representaban los neokantianos), que la historia es una relación inmensa de cosas. Y dice que, precisamente porque somos cons­cientes de que tenemos que cambiar los conceptos, es por lo que debemos ser muy precisos en la definición de los mismos.

De todas maneras leamos esto que me parece es lo que preocupa aquí a Weber. Dice él tratando de establecer el tipo ideal y la relación con lo empírico y con la investigación.

Sin embargo qué se entiende o se puede entender por tal concepto teórico es algo que sólo puede volverse claro, de manera realmente unívoca, a través de una formación conceptual precisa, esto es, típico ideal7.

7 Ibidem. pp. 84- 85.

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Fíjense cómo él asocia a ese elemento típico ideal la cuestión de la conceptualización precisa. Por eso dice en seguida:

... en todo caso, debiera parar mientras quien se burle de la "robinsonada" de la teoría abstracta mientras no disponga de algo mejor, esto es, más clara para reemplazarlas. La relación causal entre la idea históricamente verifi­cable que gobierna a los hombres y aquellos elementos de la realidad histó­rica a partir de los cuales es posible abstraer el tipo ideal correspondiente puede, como es natural, configurarse de maneras muy diversas8.

Este es otro punto para él esencial. La relación que hay entre la idea que en un momento dado tienen los hombres y los elementos empíricos de la realidad; esa relación entre las ideas y los cambios de esos elemen­tos puede establecerse de maneras muy distintas. Pero para todas exige la misma claridad, la misma formación conceptual que requiere todo lo típico ideal. Es decir, uno puede plantearse una cuestión más general o más o menos general, pero lo que debe establecer siempre es la claridad conceptual.

Y sigamos con esto que me parece esencial. Dice, "Sólo cabe estable­cer, en principio, que ambas cosas son fundamentalmente distintas"9. Es decir, estamos hablando de la idea históricamente verificable que gobierna a los hombres y de aquellos elementos de la realidad histórica a partir de los cuales es posible abstraer el tipo ideal correspondiente. Una cosa es que las ideas tienen efectivamente un elemento importante en la realidad histórica, y otra cosa es de qué elementos de la realidad histórica uno va a abstraer el tipo ideal para poder estudiar esas rela­ciones.

Vuelve a insistir en estos dos puntos para elevarlos incluso a una diferencia lógica. "Sólo cabe establecer, en principio, que ambas cosas son fundamentalmente distintas". En desarrollo de esa diferencia lógica Weber dice:

Ahora bien, en este punto se impone la segunda consideración; Aquellas "ideas" mismas que gobiernan a los hombres de una época, esto es, que operan en ellos de manera difusa, sólo pueden ser aprehendidas a su vez con precisión conceptual -en cuanto se trate de formaciones conceptuales algo complicadas y bajo la forma de un tipo ideal...10.

Es decir, quien pretenda establecer qué ideas gobiernan a los hom­bres solo lo haga mediante la construcción del tipo ideal de esas ideas.

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Ibid.

Ibid.

Ibid.

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No se trata de establecer que esas ideas son algo empírico, que no re­quieren una conformación conceptual. Incluso, como se vera más ade­lante, Weber es mucho más exigente desde el punto de vista lógico, porque dirá que esta construcción es genética, o sea, la única manera de conformar tipos ideales es genéticamente.

Continúa:

Aquellas "ideas" mismas que gobiernan a los hombres de una época, esto es, que operan en ellos de manera difusa, sólo pueden ser aprehendidas a su vez con precisión conceptual bajo la forma de un tipo ideal, porque ellas alientan en las cabezas de una multitud indeterminada y cambiante de individuos y experimentan en ellos las más variadas gradaciones de forma y contenido, claridad y sentido11.

Veamos la ejemplificación concreta:

Aquellos elementos de la vida espiritual de los individuos de una época determinada de la Edad Media, por ejemplo, que podemos caracterizar como "el cristianismo" de esos individuos, si pudiésemos exponerlo en toda su plenitud se convertirían, naturalmente, en un caos de conexiones de pensa­mientos y sentimientos de toda índole sumamente contradictorios y dife­renciados hasta lo infinito, a pesar de que la Iglesia de la Edad Media pudo establecer, en un grado particularmente elevado, la unidad de la fe y de las costumbres12.

Me parece muy plástica esta manera de expresarse por parte de Weber. Y continúa indicando:

Ahora bien, si se pregunta en qué consistió, dentro de ese caos, el "cristia­nismo" medieval con el cual es preciso operar de continuo como si se tratase de un concepto bien definido y se inquiere dónde reside lo "cristiano" que encontramos en las instituciones de la Edad Media, muéstrase al punto que también aquí en cada caso singular, se aplica una formación conceptual pura construida por nosotros13.

Aquí yo veo esa necesidad de integridad que la idea tiene. Es decir, necesitamos el concepto de lo cristiano de la Edad Media, construido como puramente típico ideal, y sin el cual la realidad no se nos podría dar desde el punto de vista investigativo.

Entonces ¿en qué consiste lo cristiano? Dice él que lo cristiano de la Edad Media

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Ibid.

Ibid.

Ibid.

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consiste en una ligazón de artículos de fe, de normas morales y de derecho canónico, de máximas para la conducción de la vida y de innumerables cone­xiones singulares a las que nosotros reunimos en una "idea": una síntesis que, sin el empleo de conceptos típico-ideales, jamás podríamos alcanzar14.

Este es el punto que él quiere dejar sentado para establecer el diag­nóstico de lo que ocurre en las ciencias histórico sociales, en las ciencias históricas y en la historia de la economía.

Entonces el tipo ideal se muestra como la necesidad de integridad sistemática en el entendimiento, pero resulta que hay una confusión entre el tipo ideal oomo elemento práctico y el tipo ideal como elemento lógico. Es decir, como elemento lógico debe servir solamente para la comparación y la medición de la realidad con respecto a los conceptos o a los tipos. Pero frecuentemente lo práctico se introduce dentro de lo lógico.

Dice luego, "pretenden ser, o lo son inconscientemente tipos ideales, no sólo en sentido lógico sino también práctico"15. Weber está tratando de establecer la diferencia entre lo que podría ser la idea y el ideal de que hablaba Kant. Es decir, la idea como lo que sistemáticamente nece­sita el entendimiento para poder encontrar una unidad de lo empírico.

Pero resulta que el entendimiento no puede hacer eso en el vacio porque el sentido práctico de los tipos se está revelando permanentemente. Y continúa Weber refiriéndose a su ejemplo del cristianismo como tipo ideal, es decir, como unos: "modelos que contienen -en nuestro ejemplo- lo que el cristianismo, en opinión del expositor, debe ser, aquello que en él y para él es "esencial" porque está provisto de valores permanentes"16.

Parece importante destacar aquí cómo la diferencia que Kant y We­ber señalaban entre la idea y el ideal frecuentemente se desdibuja. "Sin embargo, ocurra ello de manera consciente o -con mayor frecuencia-incosciente", el problema no es achacable a una perversidad del inves­tigador, sino a la manera como operan esos valores:

tales modelos contienen ideales a los cuales el expositor refiere valorativa-mente el cristianismo: tareas y fines según los cuales orienta su "idea" del cristianismo y que, naturalmente, pueden diferir notablemente de los valores a que los contemporáneos, por ejemplo los primeros cristianos, refirieron el cristianismo; y no sólo pueden diferir de ellos: sin duda diferirán siempre17.

14 Ibid.

15 Ibidem. p. 87.

16 Ibid. 17 Ibid.

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Esa diferencia entre la idea y lo ideal expuesta en la anterior cita tiene como destinatarios a investigadores como Ernst Troeltsch, que estaba indagando la orientación de la enseñanza en el cristianismo primitivo, un trabajo inmenso muy famoso todavía hoy. Por tanto, Weber se estaba refi­riendo con estos ejemplos a elementos de investigación real.

Viene entonces lo que me parece central:

En esta significación, las "ideas" no son ya, por cierto, instrumentos pura­mente lógicos, conceptos respecto de los cuales la realidad es medida com­parativamente, sino ideales a partir de los cuales ella es juzgada valorativamente. Ya no se trata aquí del proceso puramente del relacionar lo empírico con valores, sino de juicios de valores admitidos en el "concepto de cristianismo". Puesto que el tipo ideal exige aquí validez empírica penetra en la región de la interpretación valorativa del cristianismo18.

Fíjense en la manera precisa como Weber expresa esto. Como se trata de que la idea es la realización del concepto, aqui en el caso del cristia­nismo lo que él ve con preocupación es que se introduzcan en el concepto elementos de valor. Era consciente de ese problema.

Y sigue diciendo:

Puesto que el tipo ideal exige aquí validez empírica penetra en la región de la interpretación valorativa del cristianismo: se ha abandonado el terreno de la ciencia empírica; estamos frente a un credo personal, no ante una formación conceptual típica e ideal. Esta diferencia es fundamental; no obs­tante, la confusión de esas dos significaciones de "idea" se cuela muy a menudo en la labor historiográfica19.

Esto es lo que me interesa subrayar. La actitud crítica frente a lo que se mantiene como idea en Hegel está alimentada de estos elementos lógicos e investigativos. Hay que recordar que casi toda la historiografía alemana del siglo XIX se relacionó con cierta perspectiva crítica con respecto a Hegel. Esto llevó a una contradicción real de toda esta histo­riografía alemana con Hegel. Cabe citar la más valiosa: Ranke20 por ejemplo y todos los discípulos; también Meyer21, un especialista en la historia griega, o Mommsen, especialista en la historia romana.

18 Max Weber. Ibid.

19 Ibid.

20 Ranke.Leopoldo de (1795-1886). Sus obras iniciales se publicaron cuando dominaba la historiografía influenciada significativamente por Hegel. Su labor historiográfica fundamentada en hechos documentados y examinados críticamente marcó un hito en la cultura alemana. Diccionario de Filósofos. Centro de Estudios Filosóficos de Gallarale. Ediciones Rioduro. Madrid, 1986.

21 Meyer, Edüard. (1855-1930) historiador alemán que estableció la cronología del an-

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Tbdo está aquí sintetizado en el problema de la investigación empí­rica, pero también en la manera lógica como se puede presentar crítica­mente. Es decir, no es un problema solamente de la investigación, de la historia, de la ciencia, de lo que aportan los historiadores que se habían comportado críticamente con respecto a Hegel, sino que Weber mismo sabía que no podía encontrar una estructura lógica en Ranke como lo dice con respecto a Meyer. Dice en el ensayo siguiente de 190622 que a Meyer lo podemos respetar como historiador muy importante, pero don­de no podemos estar de acuerdo es con la metodología que él trata de elaborar a propósito de su labor como investigador.

El problema fundamental es la concepción expuesta en la Lógica, donde la idea es realización del pensamiento. Yo creo que Weber, alimen­tándose en Kant, se sitúa críticamente frente a esto, pero de alguna manera también está en ese camino entre el concepto y la idea. Los acentos naturalmente son diferentes, pero me parece que para Weber es claro que la idea es fundamental. Y la labor científica se nutre de que efectivamente trabajemos en las formaciones conceptuales con ideas y no con ideales.

Un último elemento por examinar en Weber es su obra posterior, la que se refiere al Weber sociólogo (aunque no quiero trazar una línea a modo de muralla china entre el trabajo de Weber en los ensayos y su labor posterior, pues creo que hay continuidad); se trata de examinar si en la última parte de su obra hay por lo menos una guía para ver hasta qué grado Weber fue consecuente con las ideas expuestas aquí. Sus trabajos posteriores a 1910, incluso los que aparecen un poco antes, me parece que pueden ser importantes para entender algunos aspectos de la Sociología del Derecho23

Para la comprensión de la Sociología del Derecho de Weber resulta muy conveniente el examen de los Tipos de Dominación, en la primera parte, Teoría de las Categorías Sociológicas y Sociología de la Domina­ción, en la Segunda Parte, La Economía y los ordenes y los poderes sociales, de la misma obra. Weber se refiere al estudio de los fenómenos económicos, sociales, de las posibilidades de ese estudio, pero propia-mentetodavía no tiene lo que se llamaría una articulación conceptual

tiguo Egipto, fue u n destacado historiador del folclor, la numismática y los monu­mentos históricos y realizó una obra pionera en historia antigua. Fue profesor de historia antigua en Breslau (1885), Halle (1889) y Berlín (1902). Su obra más impor­tan te es Geschichte des Altertums en 5 volúmenes (1884-1902).

22 Weber, Marx. Estudios críticos sobre la lógica de las ciencias de la cultura (1906) En Ob. cit. pp. 102-174.

23 Weber, Max. Economía y Derecho (Sociología del Derecho) En Economía y Sociedad. Tomo I. Traducción de José Medina Echavarría y otros. Tercera reimpresión. Fondo de Cultura Económico. Bogotá. 1977 pp. 498 y ss.

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que le permitiera hablar de un campo diferente, que sería el de la socio­logía.

Yo creo que la manera como Weber se enfrentaría a la temática de Hegel podría encontrarse en el apartado de la investigación sobre el derecho subtitulado Relaciones entre Economía y Derecho. Este subtí­tulo es diciente y es un punto importante.

Naturalmente, en Weber el derecho se relaciona con todo el desarro­llo económico, político, técnico pero además aborda el problema de las representaciones sobre el derecho. Y no cualquier tipo de repre­sentaciones, sino aquellas relativamente doctas respecto a un problema que para él va a ser de importancia: la diferenciación de los campos jurídicos objetivos.

Lo que en otro sociólogo habíamos visto, en la obra de 1893 de Durk­heim, la División Social del Trabajo, aquí también va a ser afrontado por Weber, sin que quiera decir que él se apoye en Durkheim. Me parece que no hubo conocimiento por parte de Weber de la obra de Durkheim ni viceversa, hasta donde es posible afirmarlo según los biógrafos. De todas maneras, aunque en los elementos de método vayan a diferir, tienen algunas afinidades.

Entonces, el primer problema en la diferenciación de los campos jurídicos objetivos es establecer la diferencia que hay entre derecho pú­blico y derecho privado, derecho penal y derecho civil, derecho sustancial y derecho procesal. Por eso el subtítulo de la diferenciación de los campos jurídicos efectivos donde aparece como problema de tratamiento, como se expresaría Weber, el sentido subjetivo requerido para poder establecer esas diferenciaciones.

Ahora bien, el tipo ideal no es una descripción sin supuestos, no es una reunión abstracta de elementos, verbigracia como lo haría un taxo-nomista en la botánica o en la zoología. Tampoco es una hipótesis, pero sirve como fundamento para formar hipótesis. En fin, con estos elemen­tos Weber va a establecer la diferenciación que no está dada; él como sociólogo tiene que establecer ese sentido subjetivo.

El dice un poco perplejamente al final de esta primera parte, que es posible que la mayor parte, o una gran cantidad de sistemas, hayan vivido sin una diferenciación entre lo público y lo privado. Sin embargo, es necesario entrar en el esclarecimiento de lo que significa eso público y eso privado.

A modo de ejemplo, veamos brevemente qué es lo que él nos dice en ese punto para ver el condicionamiento respecto a lo que es posible dentro de la Sociología de Derecho. Esto es importante porque práctica­mente allí está la fuente de los conceptos de norma que elabora la socio-

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logia moderna, los conceptos de pautas valorativas, de pautas normati­vas. Para estos conceptos la exposición de Weber ha dado elementos de consideración.

Habría una primera distinción que Weber encuentra en ese sentido subjetivo, es decir, en esos expertos del derecho, según la cual el derecho público sería todo lo que se refiere al instituto estatal. Y casi todo lo que no se refiere al instituto estatal sería derecho privado.

El hace una serie de examenes y ve que hay ciertos tipos de derecho público en los cuales se asegura un elemento privado. Es decir, que la realidad conspiraría contra esta tajante distinción. Específicamente él habla del derecho electoral, el derecho de elegir y ser elegido, que es una cosa privada pero que está asegurada siempre por el Estado.

En un segundo examen dice que hay otros que tratan de establecer que las normas del derecho público siempre estarían relacionadas con lo que jurídicamente son los reglamentos, o sea, que las normas son instituidas por unos ciertos poderes y la única opción que tienen los particulares es acomodarse a esas normas. En la medida en que no hay ninguna posibilidad subjetiva sino que el individuo tiene que adecuarse a eso que se le pide, la norma adquiere carácter de reglamento. En este segundo sentido el derecho público sería el que constituye elementos de reglamento y el derecho privado sería el campo de los elementos subjetivos.

Una tercera manera sería representar el derecho público como aquel derecho en donde hay una autoridad que ordena y determina qué es la norma; una autoridad a la cual están supeditados todos los otros elementos que se consideren. Y a diferencia de esto, el derecho privado sería aquel en el que la representación de las normas establece no esa preponderancia de un poder sino que hay una igualdad entre partes diferentes.

El examina por todos los aspectos estas diferencias, apoyándose en los juristas, y tratando de determinar el tema investigativo allí presente: el tipo de norma.

También habla de un campo de investigación que sería la creación de esas normas. Las normas se crean y sociológicamente diríamos que puede haber normas antiguas que lentamente van cambiando su signi­ficado o a las que la gente va dando una orientación distinta y no hay necesidad de cambiarlas.

Además hay elementos carismáticos de creación en la antigüedad: pueden ser de un juez especialmente calificado, o de un oráculo. También hay elementos progresivos de racionalización del derecho, donde las reli­giones tienen un papel importante. En el campo de creación de normas él ve que estos elementos de carisma, de la tradición, de racionalización, etcétera, no son elementos adjetivos, sino que configuran propiamente lo

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genético de este tipo ideal, lo genético de este tratamiento de la sociología del derecho.

En el campo de la creación, y en el campo de la aplicación del derecho que sería toda la esfera judicial, Weber hace un despliegue de tipos ideales de esa creación y aplicación de justicia. El más importante en vista de ia época moderna dice Weber es el abandono de una justicia del carisma, la del juez que juzga como Salomón para el caso individual. Frente a ello encuentra una sistematización del derecho y unas reglas de derecho que ya le quitan ese elemento del carisma a los juicios.

Pero antes de configurarse este tipo de justicia en la época moderna están los modelos de justicia patriarcal y estamental, o sea, un tipo de justicia determinado por un poder central, por un monarca, etcétera, y las normas de justicia atinentes a esos modelos de dominación. Aquí permanentemente se plantea la relación entre los tipos de creación y aplicación del Derecho y los tipos de dominación. En los modelos de justicia estamental ya se va a crear un cuerpo de funcionarios que van a establecer los elementos de la justicia, absolutamente indispensable para cierto tipo de desarrollo del capitalismo moderno, por lo menos en el caso del continente europeo. Para el caso inglés se ve cómo el tipo de justicia va a tener características peculiares que, sin embargo, no obs­taculizan el desarrollo del capitalismo.

Dentro de esa gran temática es fundamental la distinción que Weber hace entre la creación y la aplicación de las normas. En términos de la cívica que estudiamos, sería el poder legislativo, el poder judicial y el poder ejecutivo. La ejecución de las normas estaría en manos del poder ejecutivo. Pero lo que determina a Weber son los conceptos que quedan, es decir, los que permitan establecer genéticamente estas formas mo­dernas sobre la base de las anteriores, ver el elemento del carisma, no solamente el elemento político, y ver también el elemento de la creación del derecho y de la aplicación.

Pero en toda esta temática hay unos problemas sociológicos que no están cubiertos por la creación ni por la aplicación del derecho. Se trata de lo que Weber llama "Regierum" y que el traductor español pone como gobierno, pero entendido en su dimensión sociológica de ser en gran parte administración pública. Es decir, él va a dintinguir aquí como conceptos la administración y el gobierno. La administración se da tam­bién para lo privado, para la hacienda.

La administración pública es la que auna los elementos de creación, de aplicación y aquellos otros que no están ni en la creación ni en la aplicación pero son indispensables para la norma: es el gobierno.

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Y dentro de ese gobierno Weber señala unos elementos positivos y negativos hacia lo moderno. Dice que el elemento positivo del gobierno en el caso moderno sería la legitimidad. O sea, el gobierno tiene en cuenta las normas para su movimiento, tiene presente para su acción el aspecto de la legitimidad. Pero sociológicamente, desde el punto de vista investigativo, esto no es suficiente; necesitamos también ver el aspecto negativo del gobierno que son los obstáculos que se encuentran para el ejercicio de esa legitimidad. Obstáculos de todo tipo, dentro de lo que podría estar la sociedad civil en los términos de Hegel.

Weber casi nunca menciona este concepto de sociedad civil que se desarrolló aquí en el seminario, pero en este caso se trata de eso, de que la parte positiva de la legitimidad no basta sociológicamente, sino que es necesario ver esos elementos que obstaculizan el elemento positivo del gobierno.

Como ya lo saben ustedes la legitimidad se puede apoyar en ia tra­dición, en un elemento carismático, en la legalidad e incluso puede haber elementos de racionalidad.

Aquí podríamos ver toda esta exposición sobre los elaboradores de las opiniones jurídicas, los honoratiores jurídicos como los llama, el pa­pel que han tenido los tipos de educación que condicionaron ese tipo de derecho, el tipo de educación universitaria en el continente europeo y de educación empírica en Inglaterra; el papel que este estamento juega en lo normativo, en la racionalización formal y material del derecho. También establece genéticamente todo el papel del Judaismo, del Islam y del derecho canónico cristiano en la conformación y racionalización del derecho.

Pero todo esto no es para Weber una curiosidad histórica desvincu­lada de una necesidad lógica de exposición genética, sino muestra lo necesario de esa construcción genética para comprender el grado en que lo normativo sirve como modelo. En ese sentido me parece que desde cierta perspectiva se cumple lo que él decía críticamente al señalar de una forma tajante: la única manera de tener tipos ideales es constru­yéndolos genéticamente.

Weber trata también de los tipos ideales de justicia patriarcal y estamental con los que se da inicio al desarrollo de estamentos de fun­cionarios en relación con la aplicación de justicia.

Y finalmente cabe sólo mencionar el examen sobre el papel de las codificaciones, del derecho en la Revolución Francesa, el Código Napo­leónico y las tendencias del derecho moderno hacia una especialización creciente, hacia una positivización y las pugnas que inevitablemente iba a encontrar en relación con los valores de tipo ético, utilitario, jurídico, económico la sociedad de masas que el veía como inminente.

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Esto sería lo que se podría aportar en principio a este examen en donde, reitero, lo que parece fundamental es el punto que nos propone Hegel en la filosofía del Derecho, la idea como realización del concepto, que es la aplicación de la Ciencia de la Lógica a este terreno del derecho y del Estado.

Frente a esto Weber hasta cierto punto se coloca críticamente. Crí­ticamente quiere decir no que lo niegue, sino que, como hemos visto, sobre la base de las consideraciones de Kant, toma a su modo esta dife­rencia entre el concepto y la idea y, con intereses investigativos, trata de acomodar esta relación entre el concepto y la idea y de ponerla en práctica en su estudio sobre el derecho.

Síntesis de Preguntas , Respuestas e Intervenciones

Dr. Mesa: Hay un punto que nos muestra la vinculación del pensa­miento de Hegel con el neokantismo y particularmente con una variante del neokantismo, con Weber. Si nos atenemos a la concepción del Hegel acerca de la idea como la realización del concepto, la encamación del concepto como subjetividad en la objetividad, y si aplicamos esto al Es­tado, comprenderemos cómo el concibe el Estado como encarnación en lo real de todo el sistema de eticidad, de todos los valores éticos, ya no como valores subjetivamente experimentados, es decir, ya no sólo como moralidad, sino también como pasando a la objetividad, como eticidad.

La eticidad viene a ser para él la objetividad del pensamiento moral, o de los valores moralmente concebidos, y aquí es donde concede al derecho toda su dimensión. Señala la dimensión del derecho como algo que objetivamente se encarga de que esas normas se cumplan hasta hacer que las personas las interioricen de tal modo que lleguen a ser expresión de la propia personalidad.

Es allí, a través de esta reflexión, donde se muestra el Estado como la síntesis del sistema ético y de la sociedad civil. El Estado no puede ser impuesto a una sociedad de modo arbitrario, o erigido sobre una sociedad arbitrariamente, sino como una dimanación por la vía de la moral. Esa moral que pasa a la objetividad y que como objetividad se corrobora con el derecho y con el Estado y se convierte en una expresión colectiva y también en una expresión de los individuos.

Aquí, como ustedes ven, esa conformación del estado es la prueba final de la madurez de una sociedad civil, de un pueblo, y, como Marx lo habrá de advertir, culmina la síntesis de tal sociedad. Una síntesis que no excluye las contradicciones y el peso específico diverso de los distintos elementos componentes, sino que los conjuga en equilibrio, en un equi­librio necesario.

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Me parece que en ese proceso las sugestiones que el profesor Piza nos ha ofrecido son sobremanera importantes, sobre todo para el análisis sociológico y particularmente en cuanto a saber dónde un proceso, dónde una acción, un individuo, están movidos por ideales, o dónde esos ideales dan paso al curso de ideas. Ver, por ejemplo, cuando atribuimos carácter de ideas a procesos o a sucesos que están sustentados meramente por ideales, es decir, por valores personalmente experimentados. Me parece importante diferenciar entre la idea y lo ideal, cuestión que también hace Hegel y que para Kant, y para Max Weber inspirado en Kant, son funda­mentales desde el punto de vista del análisis sociológico e histórico.

Asistente: En ese sentido quiero que consideremos lo siguiente: Uno percibe que los diferentes caminos a que se ha hecho alusión en este seminario, los diferentes métodos para el conocimiento de la realidad llegan a ese punto de la prueba de las perspectivas teóricas.

En el caso particular del tipo ideal es fundamental de hecho el nivel de validez empírica de ese tipo ideal como ordenador. En el caso de la concepción de la idea que vimos en Hegel, el hecho mismo de concebirla como realización, como demostración, está implicando necesariamente que los elementos subjetivos que comporta el concepto sean demostra­dos. Es decir, que también el terreno de la validación empírica resulta ser lo sustancial.

Me ha preocupado dentro de las discusiones últimas el hecho de que se puede llegar al conocimiento de la realidad social por diferentes ca­minos, pero en últimas lo que seduce en términos del conocimiento es aquella explicación que tiene mayor capacidad para descubrir la causa­lidad, el movimiento mismo de esa realidad que se está conociendo.

Entonces la pregunta es: ¿en qué se distinguiría la validez empírica del tipo ideal de la exigencia, en Hegel, de que el concepto sea compro­bado o sea realizado?

Expositor: En la traducción de la Ciencia de la Lógica se ve a menudo el problema de qué significa la demostración dentro de la idea del conocer. Hasta donde yo entiendo se trata de mostrar, es decir, la exposición nos tiene que mostrar los distintos momentos, mostrar esas posibilidades.

Pero en cierto sentido, por lo pronto para diferenciar, no sería de­mostración en el sentido de una ciencia experimental, donde la demos­tración es muy clara, o de un teorema matemático, donde la demostración tiene una manera muy específica y muy típica. En la Cien­cia de la Lógica se trata de mostrar, mostrar esos pasos, mostrar el paso de un elemento a otro, de la idea, de la familia, etcétera., y en ese sentido no sería una demostración como en la ciencia experimental. En

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español no tenemos sino esa palabra, demostrar; en alemán Hegel tam­bién usa la palabra mostrar, es decir, exponer todos esos momentos diferentes que nos revelan ese contenido.

Por ejemplo, en esta parte ¿qué sería la demostración final? La de­mostración final seria mostrar cuatro de los dominios de la historia universal: el mundo oriental, el mundo griego, el mundo romano y el mundo germánico. Mostrar en cada uno de estos mundos como se realizó parcialmente la idea, eso es lo que puede establecer esta exposición de Hegel.

Yo creo que esa sería una posible diferencia que está también admi­tida por Kant. Es decir, una cosa es la que se le pedía a los conceptos constitutivos, la demostración, en el sentido experimental. Pero en los conceptos regulativos de la filosofía, y aquí en Hegel se trata también de eso, no puede esperarse operar con cantidades, operar con experimen­tos del tipo de la ciencia experimental moderna.

Sería muy restringido establecer que la ciencia es experimental, y pondríamos a discusión eso: no hay sino ciencia experimental. Otra ma­nera de formular sería si un rasgo definitivo de la ciencia son los con­ceptos; es decir, que tenga realmente conceptos que como tales la diferencien del ideal, la diferencien de los otros momentos del entendi­miento. Además establecer esos elementos del concepto de los que Hegel también habla, del momento genético por ejemplo, como algo absoluta­mente indispensable en el concepto.

Dr. Mesa: Me parece que, a propósito de la pregunta, habría que considerar si los elementos subjetivos han de ser confirmados o infirma­dos por lo real. Si mi pensamiento, por ejemplo, sobre que la economía colombiana deba llevar este rumbo o aquel se va a confirmar en lo real o no; si lo que llamamos, a partir de Marx, los elementos ideológicos son diferenciables de los propiamente científicos; si en mi concepción, si en mi concepto hay elementos ideológicos, es decir, como Marx lo diría, si esa representación deformada de lo real -que Marx ve en la esencia de toda ideología- se confirma en la realización, es decir, en la idea, o se infirma. Es lo que se plantea en la pregunta, me parece.

Y si esto es así, se presenta para la ciencia experimental, para la lógica, para las ciestiones de método este problema: qué es lo ideal, qué es lo ideológico diferenciable de lo objetivo, habida cuenta de que el concepto no es subjetivo meramente sino también objetivo; y qué provie­ne de la aprehensión y de la abstracción, de lo que Hegel llamó las determinaciones de la cosa que se trasladan al concepto. Ver, por tanto, si las determinaciones del concepto de partido, de nación, de Estado, como determinaciones subjetivas, están de acuerdo con el momento ob­jetivo del concepto, si las determinaciones que están en el concepto sub-

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jetivamente corresponden a las determinaciones objetivas. La crítica científica tendría por tarea determinar qué es lo objetivo, qué es lo re­almente existente como válido en el concepto -válido quiere decir corro-borable en lo real- y qué es lo que tiene de mi propia subjetividad que no corresponde a la determinación del concepto tal como surge de la realidad o como se proyecta de nuevo sobre ella.

Si uno nota por ejemplo la obra de cualquier científico, un físico, un biólogo o de cualqueir pensador político, Marx entre otros, es posible diferenciar claramente lo que es pura ideología de lo que es aprehensión científica.

Entonces la crítica científica, la crítica filosófica, o la crítica lógica ha de proponerse distinguir qué corresponde a los valores, a este ideal mió, subjetivo, y que pertenece a lo que está puesto en lo real y por supuesto en el concepto como lógica, como determinación, como carac­terísticas. Y determinación en el sentido de característica de los concep­tos o de lo real.

Para el investigador se trata de lo que se llama problema epistemo­lógico; es, entre otras cosas, saber si los conceptos son corroborables o no como conceptos científicamente dados y cómo se pone entre parénte­sis o se elimina todo lo que puede ser manifestación ideológica. Es aquí donde el positivismo se proyecta con suma eficacia frecuentemente, para mostrar qué puede ser ideología, qué puede ser utopismo, qué puede ser pura ilusión, etcétera, diferenciándolo del conocimiento específicamente real.

En ese caso Max Weber me parece que es implacable, precisamente para enseñamos a distinguir esas dos esferas: la de la pura ideología como Marx la llamaría, la de lo ideal como Weber y Kant la llamarían, la de los valores subjetivamente elaborados y la esfera de los contenidos que son realidad identificable. Hacer esto nos ayuda a distinguir lo que es propiamente científico de lo que es subjetivamente experimentado como ideología.

Esa es tarea que la ciencia siempre ha tenido señalada y que cons­tituye uno de los elementos, pero sólo uno de los elementos fundamen­tales del análisis epistemológico que consiste en contestar a la pregunta de si esto que yo conozco es verdad o no es verdad.

Asistente: Quizás sea uno de los problemas que uno encuentra en Alejandro López, por ejemplo en Problemas Colombianos. Hasta qué punto su análisis del despliegue de la liberación entre los antioqueños a través de la colonización; de la manera subjetiva como el antioqueño maneja el crédito o su concepción de la tierra misma; del terrateniente, en su tercer ensayo; o cómo ve éi ese despliegue de la libertad como algo necesario y generalizable a todo el país mediante la presencia del Estado

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en un plano superior; si ese es un despliegue objetivo ¿hasta dónde va Alejandro López como individuo que sigue los ideales del Partido Liberal con los matices internacionales de la década de los veinte, con el hito que significa Keynes, el fin del laissez faire, donde se reclama la presen­cia del Estado en ciertas áreas estratégicas de la sociedad civil? Uno se encuentra con esa dificultad justamente: ¿hasta dónde va Alejandro López como científico apoyado en la economía de la época, en algunos sociólogos positivistas, y hasta dónde van sus ideales, su deber ser, su insistencia en que el país debería tender casi que, diría yo, linealmente hacia el ámbito del Estado?

Dr. Mesa: A uno se le ocurre en esa coyuntura, y en ese autor, preguntar cuáles son los elementos del momento objetivo del concepto, como diría Hegel, que nos permitirían decir con cierta exactitud si los elementos propiamente ideológicos tienen alguna validez, si son intui­ciones de lo real, o conocimientos de lo real.

Por ejemplo, el problema de la libertad de los individuos. Cuál sería, a la luz de Hegel, lo que podría permitir una expresión de un cierto grado de libertad buscado por los distintos individuos tal como Alejandro López lo propugnaba? El propugnaba la libertad, pero paralelamente a la li­bertad argumentaba en favor de la propiedad, la libertad de moviliza­ción, la capacidad de movilización, las condiciones del salario, la educación, todos esos elementos que conjugados permitirían conformar un sólo elemento determinante de cierto grado de la libertad propugnada por él.

Podríamos esclarecer muy bien lo que Hegel piensa cuando afirma que la esfera propia para la realización del individuo y su libertad por lo tanto es la propiedad. En otra sesión se hizo la observación acerca de cómo en Colombia la mitad del pueblo carece de propiedad y por lo tanto carece de libertad, ya que la propiedad constituye la esfera de proyección y realización de la persona. Alejandro López estaría propugnando la propiedad, estaría propugnando la libertad paralelamente.

Habría que plantear todo esto, es decir, en la realidad colombiana de su tiempo y de hoy cuáles son los elementos objetivos que permitirían propugnar la libertad como una meta del país. Y habría naturalmente que preguntar también hasta qué grado él, que conocía la lógica del capitalismo -tal vez era el único colombiano que, en su tiempo, había estudiado la lógica que está en el fundamento del marginalismo como teoría económica-, hasta qué grado estaba imbuido del concepto de prob­abilidad y si ese concepto lo llevaba a él, por ejemplo, a concebir esos movimientos hacia la libertad de manera puramente ideal o como prob­abilidad, es decir, como objetividad. Esos son problemas de la crítica, muy válidos.

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Asistente: Alejandro López lo dirá varias veces: lo que pasa en Antioquia pasa en todo el país. Pero en Antioquia eso que pasa en todo el país tiene unos destellos especiales que permiten al analista ubicarse en una mejor situación. El no niega que lo que está pasando en Antioquia esté pasando en todo el país. Allí vería expresada una idea tipico ideal, una idea que quizás tiene por su formación en la ciencia natural. Es decir, así como en ciertas plantas se analizan mejor ciertos fenómenos botánicos, en Antioquia también analizaba el proceso de todo el país.

Pero en él está el cuidado de no exagerar el fenómeno antioqueño. En una carta a Carlos E. Restrepo señala que la necesidad del análisis del fenómeno antioqueño se debe a que todo sucede allí primero y sucede de una manera más clara que en el resto del país. Pero él también tiene otra idea u otro ideal y es que eso que controladamente se puede dar en Antioquia puede darse a escala nacional. Hay un espíritu experimental en él muy claro. Por ejemplo, todo el proceso político que lleva desde la Asamblea y el Consejo de Medellín a hacer oficiales las empresas priva­das de servicio públicos, y a escala departamental al control de la renta del tabaco, al control de los remates de las rentas del alcohol, etcétera, él dice que ese proceso de Antioquia debe realizarse a escala nacional. En él está la idea de que la experimentación en pequeño puede hacerse en grande.

Expositor: Tal vez en la pregunta que se formuló antes también está el problema de la causalidad. Me parece que la orientación de Weber es interesante para ver cómo él formula el problema de la causalidad en la historia y el problema de la probabilidad.

En ese aspecto Weber en el mismo trabajo de 190424 se representaba por lo menos nueve probabilidades de esas relaciones distintas que hay entre las ideas en la explicación de procesos y la consiguiente probabilidad de construcción de tipos de esas ideas. El habla de la significación heurística que tiene que ver con las probabilidades de causalidad.

Esas relaciones generales que se pueden establecer son las siguien­tes: Primero, conceptos de género, es decir, conceptos generales; segun­do, tipos ideales; tercero, conceptos de género típico ideales; cuarto, ideas en el sentido de combinaciones de pensamiento que operan empírica­mente en los hombres históricos. Un concepto de género aplicado a lo histórico serían todos los conceptos que se forman cuando el intercambio se generaliza, es decir, cuando todas las relaciones se vuelven relaciones que pasan por los valores de cambio. Así, en la medida en que sobre esa realidad podamos construir un concepto, tenemos hasta cierto grado una

24 Max Weber. La "Objetividad" cognoscitiva de la ciencia social y de la política social (1904). op. cit. pp. 39.101.

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teoría económica. Luego, en quinto lugar, tendríamos tipos ideales de las ideas señaladas en el punto cuarto; sexto, ideales que dominan a los hombres históricos; séptimo, tipos ideales de tales ideales; octavo, idea­les a los cuales el historiador refiere la historia. Voltaire, por ejemplo, en su exposición sobre la historia, o Vico con su teoría de que todas las cosas se repiten, en fin, ideas que serían la filosofía de la historia, en cierto sentido. Y finalmente, construcciones teóricas mediante el empleo de conceptos teóricos como casos límite ideales.

Estas son

las distintas combinaciones posibles: son formaciones conceptuales, cuya relación con la realidad empírica de lo inmediatamente dado es, en cada caso, problemática; este muestrario basta para testimoniar el infinito en­trelazamiento de los problemas metodológico-conceptuales que permanecen siempre vivos en el ámbito de la ciencia y de la cultura28.

Es decir, que para acceder al problema de la causalidad es necesario por lo menos tener en cuenta esas distintas probabilidades.

Asistente: Un problema práctico y concreto es el siguiente: uno percibe fácilmente en la producción historiográfica, o sociológica, o eco­nómica del país la distinción de la perspectiva metodológica de los dife­rentes estudios e investigaciones. Pero lo que no hay es una discusión crítica de la validez real, o sea, de la mayor certeza de esas aproxima­ciones hacia la realidad.

El aspecto problemático es que como perspectiva metodológica es lícito cualquier camino, incluso se ha indicado que la descripción de un problema viene a ser fundamental, un paso previo necesario. Pero entre dos investigaciones sobre un mismo problema la que más seduce al conocimiento es la que tiene mayor capacidad de descubreimiento de la tendencia. Siempre en las discusiones aparece que la epistemología que­da en un terreno metafísico y se ve la necesidad de esa discusión concreta sobre la validez de las investigaciones. Un ejemplo es la violencia que, como tema y como concepto, es de ambigüedad extrema, pero que resulta un hito dentro del desarrollo de la sociología en Colombia.

Y el problema de alguna manera está también en la diferencia que se señala entre las rígidas orientaciones en la formulación metodológica y teórica. Este es un problema grave en la práctica misma de la sociolo­gía. En esas discusiones le dicen a usted: si no consigue suficiente argu­mentación empírica para invalidar lo que yo he dicho, su recomendación metodológica resulta siendo vana, porque ¿cómo me demuestra que lo que yo he dicho no es cierto?

25 Ibid p. 92.

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Dr. Mesa: Hoy podemos decir que si los individuos que investigan estos problemas, los sociólogos, los economistas, los historiadores, los sicó­logos, no son capaces de corroborar sus conceptos de una manera científica, es decir, separándolos de lo que es ideología, si ellos no lo hacen, lo realiza el género, como diría Hegel. Lo estamos viendo hoy en el mundo.

El género lo hace, el género lo está haciendo en los países socialistas. ¿De qué manera? Allí vimos la liquidación de la propiedad privada, en Cuba se ha liquidado prácticamente la propiedad privada; pero vemos lo que ocurrió en la práctica, que es actividad del género. En la practica significó que los campesinos no volvieran a trabajar eficientemente, que no había servicios, que la productividad, a pesar de la técnica, era miserable, o es miserable; son hechos históricamente evidentes que obligan a la reflexión teórica de manera ineludible. El género rectifica todo eso claramente.

Las ideas de la Revolución Francesa sobre el hombre, que llevaron hasta el cambio del calendario y a declarar la felicidad humana, la igual­dad, todo eso fue rectificado radicalmente por el género, porque se im­pusieron elementos determinantes como la técnica nueva. En aquel tiempo la revolución industrial, como en el nuestro la microelectrónica. Lo que ustedes advierten es la rectificación genérica.

Podríamos decir hoy sin mucha pompa que la situación en los países socialistas tiene un fundamento evidente: la microelectrónica. La mi­croelectrónica puesta en la producción como determinante de la produc­tividad del trabajo; la cuestión decisiva es quién adecúa mejor la microelectrónica, quién la utiliza mejor, quien concibe la sociedad sobre ese fundamento de un modo mejor, etcétera.

Lo demás es insistir en la tristeza, es insistir en el error, es decir, en la ideología o en el ideologismo. Nosotros podemos, por ejemplo, insistir en muchas posiciones puramente ideológicas del tiempo de Jorge Eliécer Gaitán. Si tomáramos sus palabras de modo literal estaríamos en una situación similar a la en que hoy se encuentran los argentinos, por ejemplo.

Hablando aquí apoyados en un concepto de Max Weber, si nosotros en la política económica del estado tuviéramos el predominio de la ra­cionalidad material, conducidos por ideales, es decir, el bienestar, la solidadridad; si pusiéramos el acento principalmente en el reparto del producto interno bruto y no sobre la productividad del trabajo que tiene que ver con la racionalidad formal, como sabemos; sí insiriéramos en esa racionalidad material como política, el desastre se llamaría Argentina, que es sobre modo aleccionador. Webersefiala cómo no se encuentra un tipo ideal puro en la realidad, en este caso de racionalidad material y de racionalidad formal, sino una combinación de ambos. En esa combina­ción está el tacto del político, más que la sabiduría, el tacto del político.

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