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INTESYS CONSULTING: http://www.intesysconsulting.com, Email. [email protected], Edificio Meridiano, Escazú, de Multiplaza 100mts sur. Tel. (506) 2505-5005. San José, Costa Rica, Las buenas ideas y cómo generarlas La innovación está envuelta en un mito de genialidad: hay quien dice que es un trabajo para científicos especialistas en ingenios espaciales y los chicos listos que rebosan creatividad. Aunque no discutamos que Al dar con una idea sencilla pero elegante por primera vez, meditando los pros y los contras, se experimenta un verdadero placer. Pero, más gratificante aún que leer sobre las ideas de los demás, resulta solucionar los problemas uno mismo y experimentar, de primera mano, la alegría de entender la manera de hacer que las cosas funcionen mejor. Este libro le enseñará una serie de métodos sencillos para que genere sus propias soluciones ingeniosas. Algunas personas tienen la idea de que dar con las soluciones concretas a los problemas de la vida real es algo que está reservado a los expertos; que las técnicas para la innovación están más allá de la capacidad de una persona media. Tonterías. La innovación es una habilidad que se puede enseñar (y aprender). Y es más, la capacidad de innovación está en todos nosotros. El problema es que el sentido de la innovación como ingenio cotidiano se pierde a menudo en este mundo de alta tecnología. Buscar de forma permanen- te nuevas y mejores maneras de hacer algo es tanto una habilidad para perfeccionarse como una forma de vida. Cuando empiece a pensar con los métodos tratados en este libro, no tardarán en convertirse en su segunda naturaleza y comenzará a ver soluciones potenciales a los más diversos problemas por todas partes. De hecho, merece la pena que en su organización sea conocido como una persona genera- dora de ideas; como aquél que siempre dice: “¿Y por qué no?”. EL AUTOR Barry J. Nalebuff es profesor en la escuela de Administración de Yale, en New Haven, Connecticut, y ha sido consultor de Ameri- can Express, Bell Atlantic, Citibank, Cor- ning, Merck y Procter & Gamble, entre otros. Ian Ayres es profesor de la cátedra William K. Townsend de la facultad de derecho de Yale ¿Y por qué no? Como utilizar el ingenio para reinventar el mercados y resolver problemas INFORMACION SOBRE EL LIBRO Título original del libro: ¿Y por qué no? Autor: Barry J. Nalebuff e Ian Ayres Editorial: Empresa Activa Fecha de Publicación: 21 de marzo del 2005 ISBN: 9788495787736 INTRODUCCION 15 de mayo, 2015 Volumen 05-15 Contenido: Introducción 1 Las buenas ideas y cómo generarlas 1 Herramienta 1: ¿Qué haría un millonario? 2 Herramienta 2: ¿Por qué no siente mi dolor? 5 Herramienta 3: ¿Dónde más funcionaría? 8 Herramienta 4: ¿Funcionaría al revés? 10 Conclusión 12 Este es un resumen del libro indicado. Estos resúmenes, son enviados sin costo, a las personas inscritas a Intesys Consulting

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Edificio Meridiano, Escazú, de Multiplaza 100mts sur. Tel. (506) 2505-5005. San José, Costa Rica,

Las buenas ideas y

cómo generarlas

La innovación está envuelta

en un mito de genialidad:

hay quien dice que es un

trabajo para científicos

especialistas en ingenios

espaciales y los chicos listos

que rebosan creatividad.

Aunque no discutamos que

Al dar con una idea sencilla

pero elegante por primera

vez, meditando los pros y los

contras, se experimenta un

verdadero placer. Pero, más

gratificante aún que leer

sobre las ideas de los demás,

resulta solucionar los

problemas uno mismo y

experimentar, de primera

mano, la alegría de entender

la manera de hacer que las

cosas funcionen mejor. Este

libro le enseñará una serie de

métodos sencillos para que

genere sus propias

soluciones ingeniosas.

Algunas personas tienen la

idea de que dar con las

soluciones concretas a los

problemas de la vida real es

algo que está reservado a los

expertos; que las técnicas

para la innovación están más

allá de la capacidad de una

persona media. Tonterías. La

innovación es una habilidad

que se puede enseñar (y

aprender). Y es más, la

capacidad de innovación

está en todos nosotros. El

problema es que el sentido

de la innovación como

ingenio cotidiano se pierde a

menudo en este mundo de

alta tecnología.

Buscar de forma permanen-

te nuevas y mejores

maneras de hacer algo es

tanto una habilidad para

perfeccionarse como una

forma de vida. Cuando

empiece a pensar con los

métodos tratados en este

libro, no tardarán en

convertirse en su segunda

naturaleza y comenzará a

ver soluciones potenciales a

los más diversos problemas

por todas partes. De hecho,

merece la pena que en su

organización sea conocido

como una persona genera-

dora de ideas; como aquél

que siempre dice: “¿Y por

qué no?”.

EL AUTOR

Barry J. Nalebuff es profesor en la escuela

de Administración de Yale, en New Haven,

Connecticut, y ha sido consultor de Ameri-

can Express, Bell Atlantic, Citibank, Cor-

ning, Merck y Procter & Gamble, entre

otros.

Ian Ayres es profesor de la cátedra William K.

Townsend de la facultad de derecho de Yale

¿Y por qué no? Como utilizar el ingenio para reinventar el mercados y resolver problemas

INFORMACION

SOBRE EL LIBRO

Título original del

libro: ¿Y por qué no?

Autor: Barry J.

Nalebuff e Ian Ayres

Editorial: Empresa

Activa

Fecha de Publicación:

21 de marzo del 2005

ISBN: 9788495787736

INTRODUCCION

15 de mayo, 2015

Volumen 05-15

Contenido:

Introducción 1

Las buenas ideas y

cómo generarlas

1

Herramienta 1: ¿Qué

haría un millonario?

2

Herramienta 2: ¿Por

qué no siente mi

dolor?

5

Herramienta 3:

¿Dónde más

funcionaría?

8

Herramienta 4:

¿Funcionaría al

revés?

10

Conclusión 12

Este es un resumen del

libro indicado. Estos

resúmenes, son enviados

sin costo, a las personas

inscritas a

Intesys Consulting

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Edison y Einstein estaban

hechos de otra pasta, si nos

concentramos en la innova-

ción fuera del ruedo

tecnológico, la cosa ya no se

parece a la ciencia

aeroespacial.

De hecho, los inexpertos

cuentan a veces con la

ventaja de no estar constre-

ñidos por el saber bendeci-

do. Es más fácil pensar

fuera del redil cuando uno ni

siquiera sabe dónde está o

cuál es el redil. Ignorar que

“Esto es así y punto” o que

“Eso se intentó una vez,

pero fracasó” puede ayudar

al no experto a hacer surgir

nuevas ideas que el experto

no habría descubierto.

¿Cómo hacer para imaginar

lo inimaginado? Existe una

estructura sencilla y

recurrente para pensar fuera

del redil que llamamos

la actitud “¿Y por qué no?”.

Consiste en una nueva

forma de ver mejoras y

soluciones potenciales a los

problemas (sean grandes o

pequeños) que solo están

esperando a producirse. Se

trata de ideas que se pue-

den ejecutar en la actualidad

(o que podían haberse

llevado a la práctica hace

unos años) con que solo

hubiera habido alguien con

la inspiración y las agallas

para hacerlo.

La actitud “¿Y por qué no?”

se fundamenta en cuatro

herramientas que pueden

utilizarse de forma aislada o

combinada. Son las

siguientes:

1. ¿Qué haría un

millonario? Ante un

problema dado, piense en

cómo lo podría resolver si

tuviera todos los recursos

del mundo para hacerlo.

2. ¿Porqué no siente mi

dolor? Si la actuación de

alguien causa perjuicios a

los demás, hagámosle sentir

el “dolor” al primero para

que el problema quede

resuelto.

3. ¿Dónde más

funcionaría? Nos pregunta-

mos si no existirá ya alguna

solución que, con algún

ajuste, pueda resolver un

problema.

4. ¿Funcionaría al revés?

Dele la vuelta a cómo se

hacen normalmente las

cosas y déjese sorprender

por los resultados, sin

censura previa.

No afirmamos que estas

cuatro herramientas sean la

única manera de generar

nuevas ideas. Nada más

lejos de la realidad. Las

innovaciones que se basan

en los avances tecnológicos

siguen siendo una importan-

te fuente independiente de

progreso. Ni siquiera afirma-

mos que estas cuatro herra-

mientas agoten la bolsa de

herramientas “por qué no”.

Pero creemos que aprender

a utilizarlas de manera

proactiva es un buen punto

de partida, y le reportará sus

frutos al ayudarle a producir

infinidad de ideas nuevas.

La actitud “¿Y por qué no?”

es un antídoto contra la

complacencia. Los ejemplos

que veremos a continuación

desmienten la clase de

fatalismo que sostiene que

no se puede hacer nada con

la mayoría de los problemas

existentes porque ya está

todo inventado. Es absurdo

sugerir que todas las buenas

ideas ya han sido pensadas

y, sin embargo, es la eterna

cantinela. Si muchas más

personas utilizaran los

cuatro métodos de la actitud

“¿Y por qué no?”, el mundo

podría convertirse en un

enorme buzón de

sugerencias…

Herramienta 1:

¿Qué haría un

millonario?

Para explicar el funciona-

miento de esta herramienta

nos serviremos de una

anécdota del magnate de

Las Vegas Howard Hughes.

Hughes era un apasionado

de las películas antiguas de

Bogart, pero, por aquella

época, en 1966, todavía no

existía el reproductor de

vídeo. Para dar salida a su

pasión cinéfila, Hughes se

compró una cadena de

televisión local para utilizarla

como su magnetoscopio

particular. Cuando le

apetecía, llamaba al director

general de la emisora y se

limitaba a decirle la película

que tenía que emitir esa

noche.

Con este ánimo, “¿Qué

haría un millonario?”,

empiece imaginando una

solución personalizada y

muy cara. De entrada, no

nos planteamos que la

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Volumen 05-15

“Es absurdo

sugerir que

todas las buenas

ideas ya han sido

pensadas y, sin

embargo, es la

eterna

cantinela.”

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Esta herramienta nos trae a

la memoria una escena de

El último gran golpe. Gene

Hackman interpreta el papel

del cerebro de una banda de

ladrones que siempre va un

paso por delante de los

demás. Cuando su novia le

pregunta que cómo es tan

inteligente, él contesta: “No

soy inteligente; solo me limi-

to a pensar qué es lo que

haría una persona más

inteligente que yo”.

Caso de estudio 1. Hace un

tiempo preguntamos a un

grupo de ejecutivos cómo

pensaban ellos que evitaría

el millonario Donald Trump

que una llamada equivocada

lo molestara de noche. La

respuesta inmediata fue que

tendría a alguien encargado

de atender las llamadas de

su teléfono las veinticuatro

horas del día. Este es el

primer paso para aplicar la

primera herramienta de la

actitud “¿Y por qué no?”:

contestar sencillamente a la

pregunta “¿Qué haría un

millonario?”.

El segundo paso sería

pensar las maneras de

hacer más asequible la solu-

ción. ¿Cómo se podría

estandarizar o automatizar el

servicio de un secretario

personal? Lo que tenemos

que encontrar es una forma

verdaderamente barata de

hacer este cribado.

Cualquier cosa que implique

la participación de una

tercera parte será, con toda

probabilidad, demasiado

cara.

¿Podría una máquina cribar

solución tenga que ser

práctica. En su lugar, solo

nos preguntamos: ¿hay

alguna solución?

Esta forma de pensar es un

instrumento que lleva a ser

un poco más audaz y

extravagante de lo que uno

sería de otra manera. De

hecho, estas soluciones

nada prácticas ni siquiera

tienen que existir, excepto

en su mente. Por supuesto,

el propósito de preguntarse

qué haría un millonario no es

el de producir una idea

inmediata. Es solo el primer

paso. Pero imaginar sin

restricciones nos puede

conducir a soluciones en las

que no habríamos pensado

jamás cuando nos centrába-

mos en los límites en lugar

de en las posibilidades.

En el mundo real, los costes

restringen nuestro margen

de maniobra. La realidad es

que somos, sin excepción,

criaturas de recursos limita-

dos; en algún momento,

hasta el rey Creso, Howard

Hughes y Bill Gates lo son.

Pero imaginar cómo podría

resolver un

problema en el supuesto de

que dispusiera de unos

recursos ilimitados (dinero,

tiempo, o conexiones)

sugiere a menudo caminos

que, a la postre, nos benefi-

ciarían a todos. Y mediante

la automatización o la

normalización de una de

estas onerosas soluciones,

un innovador podría

obtener un 99 % de benefi-

cio por un 1 % del coste de

la idea imaginada.

las llamadas? Una opción es

crear una lista de números

autorizados cuyas llamadas

superaran la criba. Aunque

esto resuelve la mayor parte

de los problemas, recopilar

una lista de números autori-

zados sería un trabajo

ímprobo. La preocupación

de que la lista estuviera

incompleta no se acabaría

nunca; y, aunque una

persona estuviera en la lista

autorizada, uno seguiría

prefiriendo que esa persona

no le molestara a altas horas

de la noche.

Una alternativa a la lista

autorizada es la utilización

de un código de acceso;

este se podría facilitar a las

personas con privilegios

para establecer la conexión

telefónica. Pero llamar por

teléfono podría resultar un

poco complicado si todos los

números de teléfono

también tuvieran un código.

Ahora piense por un

momento en que nuestro

millonario creara un sistema

automatizado en el que cada

vez que se llamara a su

número de teléfono se

escuchara este mensaje

pregrabado:

“Has llamado a los Trump.

Estamos en casa, pero no

queremos que se nos

moleste en este momento.

Si se trata de una emergen-

cia, pulsa el 0 para que

suene el teléfono. Pero más

vale que sea para algo

importante”.

La primera parte del

mensaje evita las llamadas

equivocadas; la segunda

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“...imaginar sin

restricciones

nos puede

conducir a

soluciones en

las que no

habríamos

pensado jamás

cuando nos

centrábamos en

los límites en

lugar de en las

posibilidades.”

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préstamo hipotecario del que

preocuparnos.

Pongamos por caso que su

cuenta corriente no genera

ningún interés y que está

pagando un 6 % por su prés-

tamo hipotecario. No es una

solución óptima porque es

evidente que hay un

desequilibrio entre la nula

remuneración de su dinero

en efectivo y los intereses

que tiene que pagar por su

hipoteca. Tiene un

problema.

Ahora, aplique la herramien-

ta número uno y póngase en

la piel de un millonario.

Tiene al director del banco a

sus pies y a una decena de

consejeros que le asesoran.

La idea general es que su

dinero debería colocarse

donde fuera más productivo.

Lo que hipotéticamente

haría un millonario, y lo que

le gustaría hacer a usted,

sería disponerlo todo de

manera que su dinero fuera

“arrastrado” a la cuenta más

remunerada todas las

noches y que se volviera a

poner a su disposición al día

siguiente. En pocas

palabras, el más indicado

para mover su dinero no es

su asesor, ni siquiera su

director financiero, sino su

banco.

Todo esto puede parecer

ciencia ficción bancaria, pero

un producto exactamente

igual a este se encuentra

disponible en el Reino Unido

gracias al grupo Virgin. En

1997, Virgin se asoció con

AMP y el Royal Bank of

Scotland para ofrecer la

permite que quien llama se

“autocribe”. Tal vez la ironía

de esta solución estribe en

que, aunque fuera efectiva

en un 99 % para la mayoría,

no funcionaría muy bien

para los Trump del mundo.

Preguntarse “qué haría un

millonario” le impulsa a

pensar a lo grande. Con

frecuencia, la gente intenta

resolver solo el problema

específico inmediato (la

llamada equivocada del

momento) en lugar del

problema mayor.

Como se puede intuir, se

produce otro beneficio,

acaso psicológico, con el

enfoque del millonario. La

simple conciencia de que

existe una solución ya es

una ayuda para que

adquiera confianza en la

exploración de las alternati-

vas. Aunque es fácil

rendirse y decir que no se

puede hacer, ponerse en

el lugar del millonario le

facilita la asunción de que se

puede encontrar una

solución. Adaptar, modificar,

estandarizar y automatizar

una solución de millonario

suele ser más fácil que

alcanzar la solución

partiendo de cero.

Caso de estudio 2.

Administrar el dinero es un

problema complicado. Lo

normal es que tengamos el

dinero repartido en cuentas

corrientes, cuentas de

ahorro, inversiones en

activos monetarios y puede

que, incluso, en bonos del

tesoro. Al mismo tiempo, tal

vez tengamos también un

cuenta Uno de Virgin. Esta

cuenta reconoce que el

cliente tiene una situación de

endeudamiento neta. Una

persona con un préstamo

hipotecario de 200 000

dólares y una cuenta

corriente con 10 000 dólares

tiene, en realidad, una

deuda neta de 190 000

dólares y, en consecuencia,

la cuenta Uno de Virgin

carga a esa persona los

intereses de solo 190 000

dólares.

La cuenta Uno de Virgin es

un modelo de sencillez. Su

sueldo se deposita directa-

mente en la cuenta de su

préstamo hipotecario.

Realmente útil, ¿verdad?

Puesto que es improbable

que encuentre un lugar para

aparcar su dinero con una

retribución mayor que lo que

paga por su préstamo

hipotecario, ya no tiene que

pensar en certificados de

depósitos, cuentas de inver-

siones monetarias y todo lo

demás. Simplemente mete

todos sus ahorros en el

préstamo hipotecario.

Virgin vendió su cuenta Uno

al Royal Bank of Scotland, y

este tipo de préstamo

hipotecario y sus imitadores

se han convertido desde

entonces en el producto

hipotecario más popular del

Reino Unido. Es un buen

ejemplo de cómo un banco

puede administrar su dinero

de manera automática. Los

bancos ya lo hacen con sus

clientes privilegiados, así

que es evidente que no

tienen que inventar la

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“La simple

conciencia de

que existe una

solución ya es

una ayuda para

que adquiera

confianza en la

exploración

de las

alternativas.”

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identificarlos buscando los

comportamientos que

originan un daño externo

que es mayor que el

beneficio interno.

El problema general es de

incentivos perdidos o mal

dirigidos. Las personas

hacen aquello para lo que se

les incentiva. Deles los

incentivos equivocados y

harán las cosas

equivocadas. En los

paquetes de compensación

en las empresas, por

ejemplo, el problema típico

es que los vendedores son

recompensados por el

volumen y no por el

beneficio. Por consiguiente,

son demasiado proclives a

sacrificar los márgenes de

beneficio a fin de mantener

las ventas y la cuota de

mercado. No es infrecuente

encontrar una empresa que

intenta salirse de una guerra

de precios que ella misma

empezó sin darse cuenta.

Pero las buenas noticias son

que hay una idea sencilla y

poderosa sobre cómo

mejorar los incentivos

deficientes: la interiorización.

La cuestión es que una

persona no repara en los

costes externos de su toma

de decisiones. Así que la

solución consiste en

“interiorizar” aquellos efectos

externos. En otras palabras:

si al que toma la decisión se

le hace “sentir su dolor”,

acabará haciendo lo

correcto.

Hay un viejo chiste sobre

dos excursionistas que

caminan por el bosque. De

respuesta desde la nada. En

su lugar, pueden adoptar las

soluciones a la medida ya

existentes, simplificarlas y

aplicarlas al mercado de

masas. A veces, pensar

como un millonario puede

favorecer a los que

desafortunadamente no lo

son.

Herramienta 2:

¿Por qué no siente

mi dolor?

Entre los muchos tipos de

errores que comete la gente,

uno es particularmente

preocupante por los proble-

mas que genera: el interés

propio conduce en ocasio-

nes a que la gente haga las

cosas equivocadas porque

perjudican a los demás. Los

economistas llaman

técnicamente a esto

“externalidades”. Por

ejemplo, si compra una

barra bloqueadora del volan-

te para disuadir a los ladro-

nes de coches y esta acción

desvía al ladrón hacia el

coche de al lado porque le

resulta más fácil de robar,

entonces el precio de la

barra no refleja su valor para

la sociedad (que sería cero).

El comprador tendría que

haber pagado un precio

mayor porque (en teoría) su

acción de compra está

perjudicando a otra persona.

Buscar el comportamiento

ineficaz es una manera

sistemática tanto de

identificar como de resolver

los problemas. Podemos

repente, se dan de bruces

con un oso que parece

hambriento. Uno de los

excursionistas empieza a

ponerse las zapatillas de

correr, y el otro le dice: “Con

un oso no hay escapatoria”;

a lo cual, le contesta el

primer excursionista: “Ya lo

sé; solo tengo que huir de ti”.

Es evidente que el chiste

trata de las “externalidades”

que pueden generarse

cuando una persona toma

precauciones para evitar ser

la víctima de algo. A veces,

la solución que se alcanza

no reduce el factor negativo

(el oso), sino que se limita a

desviarlo hacia otro (el

excursionista ingenuo).

Caso de estudio 1. El

número de accidentes de

tráfico aumenta con el

número de kilómetros

recorridos. Sin embargo, el

precio del seguro de los

vehículos apenas varía con

el kilometraje. Esto no solo

es injusto, sino que induce

también a que la gente

conduzca más de lo que lo

haría si tuviera que pagar

todo el coste. Como es

evidente, los que pierden

son los conductores con un

kilometraje bajo. Las

mujeres conducen, de

media, alrededor de la mitad

de los kilómetros que los

hombres. Y, de media, se

ven involucradas en la mitad

de accidentes. Así que

parecería que la política de

tarifa fija discrimina a las

mujeres. Esta política,

además, discrimina a las

personas con menos

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“...el interés

propio conduce

en ocasiones a

que la gente

haga las cosas

equivocadas…”

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que si la prima por kilometra-

je reflejara el riesgo incre-

mental, la conducción de

vehículos se reduciría

alrededor de un 7 %, y las

aseguradoras se ahorrarían

más de 8000 millones de

dólares cada año. (La reduc-

ción de los kilómetros

conducidos también recorta-

ría la congestión, lo que

llevaría a otros 8000 millo-

nes de ahorro anuales).

Dada la demanda de

consumo y la mejora de

incentivos, surge la pregunta

de por qué las aseguradoras

no han ofrecido el pago por

lo que se consume hace ya

tiempo. Según parece, una

de las razones es que las

instituciones estatales de

control hacen casi imposible

sacarlo al mercado. Algunos

estados, como Massachu-

setts, fijan un precio único

para todos los seguros

automovilísticos y se

muestran reacios a

experimentar con nuevas

políticas para fijar los

precios. Otros estados solo

permiten las primas por

kilometraje si este se basa

en las afirmaciones de los

asegurados. En estos esta-

dos, las compañías de

seguros no están

autorizadas (para preservar

la intimidad de las personas)

a controlar la distancia

recorrida por medio de la

tecnología del GPS o, ni

siquiera, por la lectura del

cuentakilómetros.

Quizá el mayor escollo es

que cualquier compañía

dominante que actúe sola no

ingresos, que también

tienden a conducir por

debajo de la media. Además

de ser injusto, las tarifas

planas crean un problema

de incentivos. Conducir más

lleva a más congestión del

tráfico y, de nuevo, a más

accidentes. La herramienta

de la interiorización le

permite ver el problema:

unos efectos indirectos

clásicos. Cuando un

conductor decide si hacer o

no un viaje de más a la

tienda, no tiene en cuenta en

qué medida conducir esos

kilómetros extras aumenta

las posibilidades de que otro

pueda morir.

¿Se da cuenta de cómo se

pueden resolver los

problemas del exceso de

conducción? ¿Y cómo

podemos conseguir que los

conductores “sientan el

dolor” de hacer kilómetros

de más?

La respuesta debería ser

evidente. Hay que cobrar los

seguros a los conductores

sobre la base de los

kilómetros realizados. En

lugar de la clase de

cobertura “todo lo que se

pueda comer”, la gente que

conduce más debería pagar

más.

Un sistema por kilometraje

no significa unas primas me-

dias de seguros más altas.

Quiere decir que la gente

con bajo kilometraje dejaría

de subsidiar a la de kilome-

traje elevado. De hecho, el

economista de la Universi-

dad de California en

Berkeley Aaron Edlin calcula

tiene un incentivo tan grande

para cambiar como se

podría pensar en un

principio. No nos olvidemos

que cambiar al criterio del

kilometraje conduciría a

unas tarifas mayores para

casi la mitad de los clientes.

Mientras otras compañías

continuaran ofreciendo

pólizas con tarifas fijas, el

asegurador se arriesgaría a

perder a la mitad de sus

clientes. Podría seguir

ofreciendo contratos con

tarifas fijas como alternativa,

pero tendría que subir el

precio y se arriesgaría a per-

der a esos clientes. Sin em-

bargo, el producto es de lo

más aconsejable para una

compañía que esté intentan-

do crecer y atraer a más

clientes.

Caso de estudio 2. Resulta

paradójico que en ciertos

ámbitos (públicos o

privados) haya que dar a la

gente incentivos para hacer

algo que en realidad les

beneficia. Supuestamente

somos animales racionales

pero, como veremos a

continuación, tenemos una

tendencia innata a dejar las

cosas para el último

momento.

En Estados Unidos, nuestros

amigos de Hacienda

permiten que los

contribuyentes deduzcan las

aportaciones realizadas a un

plan de jubilación individual

hasta el mismo día de

presentar la declaración de

la renta. La mayoría del

resto de deducciones están

referidas al 31 de diciembre.

Volumen 05-15

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“Resulta

paradójico que

en ciertos

ámbitos haya

que dar a la

gente incentivos

para hacer algo

que en realidad

les beneficia.”

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contribuciones a obras de

beneficencia y las de los

planes de pensiones.

Aquellas son deducibles e

intrínsecamente discreciona-

les, pero hay un problema

de desconexión al limitar las

contribuciones deducibles al

final del año natural. A la

gente le resulta más difícil

ver la proyección de la

donación cuando no cose-

chan el beneficio fiscal hasta

pasados cuatro meses.

Pero, y tal vez sea lo más

importante, el 15 de abril,

como día de examen de

conciencia fiscal, es un mo-

mento ideal para reflexionar

si hemos contribuido lo

suficiente a las obras

benéficas.

Con el plazo actual, cuando

se está en disposición de

comprobar cuánto se ha

ganado y cuánto se ha dado

durante el año anterior, es,

literalmente, demasiado

tarde para ser más

generoso. La mera prórroga

del plazo para deducirse las

donaciones a obras

benéficas hasta el 15 de

abril, en consonancia con la

normativa de las contribucio-

nes a los planes de pensio-

nes individuales, permitiría

que la gente tomara las

decisiones sobre su genero-

sidad con más conocimiento

de causa.

La mayoría de la gente

piensa en el 15 de abril

como en el día de la declara-

ción, pero unos pocos

cambios sencillos podrían

hacer que empezáramos a

pensar en los 15 de abril

Pero con un plan de

jubilación individual puedes

estar haciendo aportaciones

hasta el mismo 15 de abril

(día de presentación de la

declaración) y seguir

deduciéndolas de los

impuestos de años

anteriores.

¿Cuál es el problema que

intenta resolver la prórroga

del plazo y de qué forma

concreta lo resuelve? ¿Y

qué problemas parecidos se

podrían solucionar mediante

la prórroga de los plazos?

El alargamiento del plazo

está pensado para animar a

la gente a que ahorre. Es un

incentivo inteligente. Si el

plazo de deducción del plan

de jubilación individual

acabara con el año, esta

aportación al ahorro tendría

que competir con los gastos

de vacaciones. También

estaría el problema de la

tardanza en la satisfacción,

porque entonces sería

necesario esperar cuatro

meses para ver los

beneficios fiscales.

Además, posponer el plazo

hasta el mismo día de la

presentación de la declara-

ción aumenta de manera

radical la proyección del

ahorro. Todo el mundo bus-

ca en el último momento las

maneras de reducir sus im-

puestos. Pero, aparte del

plan de jubilación individual,

no hay ninguna otra. Hace la

aportación hoy y ve dismi-

nuir sus impuestos de inme-

diato.

Ahora piense en los parale-

lismos entre las

como en los “días de la

beneficencia”, una jornada

en nuestra vida en la que

reflexionemos sobre si

hemos hecho lo suficiente

por los menos afortunados.

Todo es cuestión de

incentivos y de aumentar o

reducir el

“dolor” (impuestos).

Caso de estudio 3. Las

huelgas y los cierres

patronales imponen unos

costes sociales enormes, y

no solo a la mano de obra y

a la patronal, sino también a

los clientes y demás

personas que dependen del

sector afectado..

Cuando en el 2002 los traba-

jadores portuarios estadou-

nidenses se quedaron sin

trabajo por un cierre

patronal, los costes del

problema para el resto de la

economía se estimaron en

más de 10 000 millones de

dólares durante los primeros

10 días. En los 10 000

millones, los costes para

terceros eran de 50 a 100

veces superiores a las canti-

dades que estaban en juego

en las negociaciones del

convenio entre los trabajado-

res y la dirección de los

puertos.

¿Habría alguna manera de

reducir las pérdidas que

causan los paros laborales

sin alterar el correspondiente

poder de negociación de

trabajadores y empresarios?

Resulta que desde hace

más de cincuenta años

existe una idea brillante para

eliminar virtualmente las

pérdidas que suponen las

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“Todo es

cuestión de

incentivos y de

aumentar o

reducir el

“dolor”...”

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espera a ser probada; es

una idea que ya ha funciona-

do. Durante la Segunda

Guerra Mundial, la Marina

estadounidense utilizó una

huelga virtual para resolver

un conflicto laboral en la

planta de válvulas de la

Jenkins Company, en

Bridgeport, Connecticut. La

Marina ordenó que todos los

ingresos de la empresa y los

salarios de los trabajadores

se pagaran a un interventor

de la Marina.

También se utilizó una

huelga virtual por mutuo

acuerdo en la huelga de

autobuses de Miami en

1960. Después del

tradicional abandono

reivindicativo del trabajo

durante tres días, los

trabajadores y la patronal

acordaron reestablecer el

servicio con las siguientes

condiciones: (1) el público

tendría el servicio de

transporte gratis; (2) los

conductores en “huelga” no

recibirían ningún salario ni

propina; y (3) la empresa

haría frente a todos los

demás costes normales

derivados del funcionamien-

to de los autobuses.

El aspecto más peliagudo en

el acuerdo de una huelga

virtual radica en calcular

cuánto debería perder el

empleador durante la

huelga. Para algunos

empresarios, es la pérdida

potencial de clientes, y no la

pérdida inmediata de

ingresos, la principal razón

para evitar un paro laboral.

¿Y por qué los trabajadores

huelgas y los cierres patro-

nales. Está basada en una

aplicación sofisticada de la

herramienta “¿Por qué no

siente mi dolor?” y en una

comprensión muy original de

los incentivos que cada

parte tiene en una huelga.

En circunstancias normales,

los gobiernos ofrecen palo y

zanahoria para cambiar los

estímulos de la gente, pero

lo que aquí estamos buscan-

do es una intervención que

mantenga los incentivos ya

existentes. Queremos que la

patronal y los trabajadores

sigan sintiendo el mismo

dolor que con las huelgas

tradicionales. Lo único que

queremos es reducir el dolor

que sienten los demás. ¿Y

cómo podemos conseguirlo?

En lugar de la huelga tradi-

cional, ¿por qué no hacer

una huelga virtual? En esta,

los trabajadores siguen tra-

bajando con normalidad, la

empresa continúa produ-

ciendo lo mismo, pero

ambas partes renuncian, en

beneficio del Estado o de

una organización benéfica, a

una cantidad de dinero

equivalente al daño de la

huelga. Piense en ello.

Durante la huelga virtual no

se produce ningún trastorno

para el resto de la econo-

mía. La patronal y los traba-

jadores sienten, sin duda, el

dolor (y, así, tienen un incen-

tivo para el acuerdo), pero al

gobierno (o a las entidades

benéficas) les cae un premio

del cielo.

La huelga virtual no es una

idea absurda sin más que

accederían a trabajar por

nada? Por la misma razón

que están dispuestos a

hacer una huelga ahora:

para imponer el dolor a la

patronal. De hecho, durante

una huelga virtual, podría-

mos esperar ver a la parte

social trabajar con más

ahínco, porque cualquier

venta adicional representa

un dolor adicional para el

fabricante, que tiene que

perder todos los ingresos de

la venta.

Herramienta 3:

¿Dónde más

funcionaría?

Las dos primeras herramien-

tas que hemos visto siguen

el mismo patrón: tenemos un

problema y buscamos con

ahínco la solución (a través

de la pregunta de qué haría

un millonario o modificando

los incentivos). En la tercera

herramienta el proceso se

invierte: tenemos una

solución que resuelve algo

muy bien y nos preguntamos

dónde más podría funcionar

también. Con esta traslación

“nos metemos en

problemas”. Quizá no sabía-

mos que nos pasaba algo,

pero una solución sencilla y

brillante que funciona en otro

ámbito “nos abre los ojos”.

Por ejemplo, nadie empieza

diciendo: “Lo que de verdad

necesitan los niños es un

patinete que ruede con más

facilidad”. En su lugar, lo

más probable es que diga:

“Las ruedas de pilicarbonato

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“Quizá no

sabíamos que

nos pasaba algo,

pero una

solución sencilla

y brillante que

funciona en otro

ámbito “nos

abre los ojos”.”

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sencillo (casi una insignifi-

cancia) y la manera más

directa de traslación.

En otras ocasiones, una

solución no se encontrará en

otra cultura, sino en otro

contexto. Por supuesto, esta

búsqueda es más difícil que

la traslación geográfica,

porque no hay un lugar

evidente donde buscar el

nuevo problema que se

debe resolver. Se necesita

ser proactivo.

Caso de estudio 1. Los

conductores que superan el

límite de velocidad son un

auténtico problema para la

seguridad vial. Si usted fuera

el responsable de disminuir

los accidentes derivados de

esta práctica podría utilizar

la herramienta número tres

de la actitud “¿Y por qué

no?” y buscar soluciones a

este problema en otros ám-

bitos geográficos.

Hay muchas alternativas de

baja tecnología que consi-

guen delatar a quienes so-

brepasan el límite de veloci-

dad, y sin que haya que

preocuparse por la cuestión

del derecho a la intimidad.

Así, por ejemplo, en varias

autopistas de peaje de Euro-

pa, se imprime la hora en el

tique, de manera que, si va

del punto A al punto B más

deprisa de lo permitido, se

demuestra que se ha sobre-

pasado el límite de velocidad

y se multa de inmediato.

Siempre que el coche su-

pera el límite de velocidad,

los taxis de Singapur (y tam-

bién de Japón) emiten un

molesto sonido metálico. De

han revolucionado las male-

tas rodantes. ¿Habría algún

otro producto que pudiera

mejorarse?”. Solución: el

patinete Razor. Cuando

podemos trasladar las ideas

que han funcionado en un

contexto y modificarlas para

llevarlas a otro, descubrimos

la solución a un problema

hasta ese momento

inadvertido.

La traslación requiere a

menudo una adaptación. La

solución trasladada tiene

que adaptarse y encajar bien

en el contexto e instituciones

del nuevo entorno. Con esta

herramienta puede empezar

con sus propias soluciones e

intentar encontrar nuevos

contextos donde la misma

idea resolverá los problemas

de algún otro. O puede

empezar con las soluciones

de otras personas y ver si

pueden ayudarle a resolver

sus propios problemas.

Antes de que empiece con la

búsqueda de problemas, ha

de tener, claro está, una

solución, y comprender la

razón de que esa solución

funcione. ¿Y a dónde se

dirige para encontrar una

solución?

Le sugerimos que siga el

famoso consejo de Wittgens-

tein: “No piense, ¡observe!”.

Antes de nada, debería

procurar ver lo que hace la

gente en otras partes del

mundo para resolver el

mismo tipo de problema. En

ciertos aspectos, mirar por

encima del hombro para ver

lo que está haciendo su

vecino es mucho más

esta manera, el infractor no

puede, sin duda, alegar ig-

norancia. Pero el sonido tal

vez no sea lo bastante mo-

lesto. Singapur también exi-

ge que los vehículos comer-

ciales instalen en sus techos

una luz amarilla que empie-

za a centellear si superan la

velocidad máxima que tie-

nen autorizada. El resultado

es que la policía no necesita

radares para detectar a los

infractores.

Una vez que las luces que

indican que se ha superado

el límite de velocidad se en-

cienden, podrían continuar

así hasta que la policía las

apagara. Este “apágueme

las luces” eliminaría la exi-

gencia de perseguir esta

clase de infracciones. La

policía no necesitaría pillar al

infractor en el acto, y no ha-

bría necesidad de persecu-

ciones a toda velocidad. Los

infractores podrían correr,

pero no esconderse. Los

policías podrían esperar a

que ellos se acercaran y les

pidieran con educación que

los multaran.

Caso de estudio 2. El

problema de los servicios

públicos postales en muchos

países es que suelen ser

deficitarios. ¿Existe alguna

solución para aumentar sus

ingresos y, a la vez, bajar el

coste que tiene el envío de

una carta para los usuarios?

De nuevo, podemos aplicar

la herramienta de la

traslación y ver si algo que

ha funcionado en unos sitios

puede hacerse en otro.

A las empresas se les

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“Cuando

podemos

trasladar las

ideas que han

funcionado en

un contexto y

modificarlas

para llevarlas a

otro,

descubrimos la

solución a un

problema hasta

ese momento

inadvertido.”

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miembros. Esta red interco-

nectada de apoyo carece de

jerarquía, y no se admiten

predilecciones a la hora de

escoger (la asignación pro-

viene de arriba). ¿Mudarse a

una nueva ciudad? No hay

problema. Dos caras amigas

estarán esperando para

echar una mano. El sistema

interconectado de amistad

podría ser de utilidad en los

colegios y el trabajo.

Herramienta 4:

¿Funcionaría al

revés?

A veces, dar la vuelta a las

cosas proporciona una

nueva y poderosa solución.

Con esta herramienta

buscamos una solución

existente en un contexto

dado y le damos la vuelta

para conseguir una nueva

perspectiva.

Tome la fijación de precios,

por ejemplo. En el mundo de

los negocios lo habitual es

que el vendedor establezca

el precio. Las líneas aéreas

anuncian sus precios y el

cliente lo toma o lo deja.

Pero ¿hay otra manera de

trabajar? Priceline provocó

un revuelo al cambiar las

tornas sobre la fijación de

los precios. En lugar de

hacer que las aerolíneas

ofrecieran unos precios que

podían ser aceptados o no

por los clientes, Priceline

creó un sistema mediante el

cual los consumidores

ofrecían unos precios.

que las aerolíneas podían

permite poner sus logotipos

en las marcas de las fran-

queadoras. ¿Por qué no se

puede permitir que las em-

presas subvencionen el cos-

te de los sellos postales? Si

por incluir la foto de Ronald

en un sello de Estados Uni-

dos, McDonald pagara, por

ejemplo, 5 céntimos, el con-

sumidor conseguiría ahorrar-

se algo en el franqueo. Inclu-

so se podría hacer que la

goma del dorso supiera a

patatas fritas... Por supues-

to, los consumidores serían

libres de pagar el franqueo

completo con sellos sin esta

publicidad.

¿Le parece que estamos

locos? ¿Y qué pasaría si le

dijéramos que los sellos per-

sonalizados ya existen en

Canadá y en Australia? El

precio en Australia tiene un

recargo de casi un cien por

cien (por ejemplo, 100 sellos

de 40 centavos cuestan 87

dólares), mientras que en

Canadá una hoja de 25 se-

llos personalizados cuesta

24,95 dólares.

Caso de estudio 3. Las reli-

giones son una gran fuente

de soluciones que podrían

aplicarse a contextos no

religiosos.

Los mormones tienen varias

innovaciones que se podrían

emular. Así por ejemplo,

cada uno de los miembros

de la Iglesia mormona recibe

ayuda de otras dos perso-

nas. Asimismo, a todos y

cada uno de los miembros

se le asigna un equipo de

apoyo de dos personas para

ayudar a cuidar a otros dos

aceptar o no.

Como comprobará, el

aspecto más difícil de la

herramienta de simetría

consiste en tener el valor de

darle la vuelta a algo. La otra

manera de hacer algo

parece con frecuencia tan

estúpida que se censurará

aun antes de empezar. Pero

si evita la autocensura y deja

de pensar que siempre

existe una manera natural y

correcta de hacer las cosas,

los resultados pueden

merecer la pena.

Caso de estudio 1. En

todos los países existen

números de teléfono con

tarificación especial, de tal

forma que quien efectúa la

llamada asume total o

parcialmente su coste. Pero

¿qué pasaría si le damos la

vuelta al funcionamiento de

estos prefijos telefónicos?

¿Podría funcionar ese nuevo

sistema o hacerlo en un

contexto diferente?

Con este servicio invertido,

algunas empresas le

pagarían por llamarlas. Es

una idea interesante.

Algunos casinos le pagarían

por visitarlos. Quizá algunas

empresas estarían dispues-

tas a pagarle para que escu-

chara su publicidad. En

cierto sentido, las cadenas le

están pagando ahora por ver

los anuncios de televisión

ofreciéndole el programa

que enmarca los anuncios.

La idea adquiere aún más

sentido si se refuerza con la

idea de que la llamada

generaría un pago que sería

abonado en su factura

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“A veces,

dar la vuelta a

las cosas

proporciona una

nueva y

poderosa

solución.”

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daría autorización a su

operadora local para que

conectara cualquier llamada

que le pagara a usted su

tarifa por minuto.

La operadora local, o algún

otro intermediario autoriza-

do, podría permitirle que

estableciera distintos precios

para las llamadas, en

función de las diferentes

horas del día o de los

diferentes productos

ofertados.

Habría muchos negocios

que prosperarían. Las

empresas que hicieran

ofertas legítimas no se

verían atrapadas en el

barullo actual. Los encuesta-

dores lograrían que se

contestara a sus sondeos y,

en lugar de colgar, la gente

diría: “¿Está seguro de que

no hay más preguntas?”.

Tal como están las cosas,

los televendedores intentan

acaparar su tiempo y

atención sin pagarle por ello.

Esta es la razón de que su

índice de aceptación sea tan

bajo, lo cual solo los lleva a

llamar con más asiduidad, lo

que provoca que gusten

menos y vuelta a empezar.

Se trata de un problema

típico de efectos indirectos.

Los comerciales llaman con

demasiada frecuencia

porque no “interiorizan” el

verdadero coste de sus

llamadas. ¿Qué les importa

a ellos si molestan o

enfadan a cincuenta

personas para hacer una

venta?

Por consiguiente, la herra-

mienta de la interiorización

telefónica.

Tenemos una solución que

está buscando el problema

adecuado. ¿Dónde podría

revelarse valiosa esta

solución? Creemos que esta

sencilla idea de simetría

podría redimir por completo

a una de las prácticas más

denostadas de nuestro

tiempo: el telemarketing.

Los televendedores son

despreciados en casi todo el

universo. En la lista de las

peores ideas del siglo XX de

la revista Time, ocupó el

cuarto puesto. Veinte

estados de Norteamérica

han reaccionado prohibiendo

a los televendedores llamar

a cualquier número

registrado en la guía de

teléfonos “restringidos” del

Estado. Y la Comisión

Federal de Comercio ha

propuesto la creación de un

registro nacional de la

misma índole.

El servicio de llamadas

inverso es una solución

mejor. En lugar de obligar a

elegir el todo o nada de la

solución de “no llamar”, la

llamada inversa da a los

hogares la oportunidad de

recibir una compensación

por atender las llamadas de

los televendedores. Con

este esquema, le pagarían

por cada minuto que

escuchara la perorata del

comercial. Aunque estos

están intentando venderle un

producto, puede llamarlos a

su vez. Aun así, podría

seguir registrado en las

guías de números restringi-

dos, pero, al mismo tiempo,

podría también habernos

conducido a la misma

solución. Si los costes de los

efectos indirectos son el

problema, entonces la

interiorización de esos

costes (haciendo que el

comercial sienta su dolor) es

la solución natural. Con un

servicio de llamadas

inversas, recibiría menos

llamadas de telemarketing, y

las únicas que recibiera

serían, probablemente, más

interesantes, porque los

comerciales se preocuparían

más de asegurarse de que

lo que ofrecieran fuera un

producto que usted pudiera

realmente desear.

Caso de estudio 2. La lista

de espera de norteamerica-

nos que necesitan de mane-

ra desesperada un trasplan-

te de órgano asciende a más

de 80 000 personas. Y la

lista sigue creciendo,

aunque, por término medio,

mueren 16 personas al día.

Esta escasez persiste a

pesar de que el 75 % de la

gente dice que estaría

dispuesta a donar sus

órganos. El problema es que

no ven nunca el momento de

materializar sus deseos.

¿Cuál es la magnitud del

problema? En el año 2001,

en Estados Unidos hubo

6081 donaciones de

órganos. Y eso es todo. La

espantosa insignificancia de

la cantidad es el resultado

de la norma de la predeter-

minación: a menos que una

persona declare de manera

explícita que sus órganos

sean destinados a la

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“El problema es

que no ven

nunca el

momento de

materializar sus

deseos.”

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mostrado que hay multitud

de grandes ideas que espe-

ran tan solo a ser realizadas.

Ideas que podría haber dis-

currido usted mismo. Nos

apostamos lo que sea a que

durante la lectura habrá lle-

gado, por su cuenta y riesgo,

a algunas de las ideas deba-

tidas, incluso mejorándolas y

desarrollando algunas otras

ideas “por qué no” de su

propia cosecha.

Su misión es seguir adelan-

te, compartir esas ideas y

retroalimentar a los demás.

Tenemos la esperanza de

que “¿Y por qué no?” ayuda-

rá a revitalizar una actitud de

optimismo pragmático. ¿Por

qué no soñar con las cosas

que nunca existieron y traba-

jar para hacerlas realidad?

Como escribió Mahatma

Gandhi: “Tú debes ser el

cambio que deseas ver en el

mundo”.

Pues claro, ¿por qué no?

donación, no se puede hacer

nada. Invertir la predetermi-

nación podría salvar miles

de vidas.

La modificación más sencilla

y menos controvertida

consistiría en cambiar a la

elección obligatoria. En el

momento de renovar el

carné de conducir, por

ejemplo, se exigiría a todo el

mundo que declarase cuáles

son sus deseos sobre este

tema.

Suecia promulgó en 1996

una norma que establecía la

exigencia de la elección, en

virtud de la cual todos los

adultos estaban obligados a

escoger entre la donación o

la no donación de sus

órganos. Se produjo un

incremento inmediato de

donantes potenciales de 600

000 personas. Una ley

parecida provocó un

incremento en el registro de

donantes de Dinamarca de

150 000 personas. Brasil es

otro de los países que está

en este bando.

El asunto de la donación de

órganos es un ejemplo

convincente de la inversión

del significado de la inacción

o el silencio. J. Alfred

Prufrock hizo esta profunda

reflexión: “¿Cuánto se ha de

dar por supuesto?”. Usted

también debería preguntár-

selo. Casi siempre hay algún

otro supuesto sobre el que

hay que reflexionar.

Conclusión

El ingenio no está reservado

a unos cuantos. Hemos de-

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“El ingenio no

está reservado a

unos cuantos.

Hemos demos-

trado que hay

multitud de

grandes ideas

que esperan tan

solo a ser reali-

zadas.”

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