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    DE ULTRA EN ELFRENTE ATLÉTICO A

    TRIUNFAR EN LOSFOGONES DE

    SHANGHÁI[P10]V

    ¿Y SI NOS JUBILAMOS JUNTOS? El ‘cohousing’ senior avanza en España. Cada vez más personas quieren afrontar

    su última etapa con otras personas con los mismos sueños e intereses,y se unen para compartir vivienda, servicios y compañía hasta el final

    LAS PESADILLAS DEVILLAR, EL HOMBRE

    MÁS PODEROSODEL FÚTBOL

    ESPAÑOL[P6]

    V DOMINGO

    EL CORREO14.06.15

    Socios de Brisa del Cantábrico posan en Meruelo (Cantabria), donde van a construir. En primer término, camisa de cuadros, Nemesio Rasillo, su presidente. :: ANDRÉS FERNÁNDEZ

    Br isa d e l C ant áb r ic o  36.000 eur os par a ser  socio. V iv iendo solo, 350 eur os al mes el alo jamiento y  gastos comunes. Con todo in-cluido ( comida), 850 eur os. ( br isadelcantabr ico.com).

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    La vejez: de lejos se latoma por una institu-ción; pero es la gente joven la que súbita-mente encuentra quees vieja. Un día me he

    dicho: ¡Tengo 40 años! Cuando desperté de esta perplejidad tenía 50.El estupor que entonces se adueñóde mí todavía no se ha disipado».Con pensamientos como éste, Si-mone de Beauvoir (París, 1908-1986) culminaba la tercera partede sus memorias en los años 60.

    Más o menos cuando la joven ma-lagueña Aurora Moreno decidía sa-lirse de monja. Como parte de suvocación, había visitado asilos deancianos: «La gente me decía: ‘Es-toy aquí porque quiero’, pero sucara mostraba que le habían lleva-do. Empecé a pensar que era posi-ble vivir la última etapa de otraforma, con libertad, junto a amigosy en un clima cordial. Desde luego,aquellas residencias no eran comolas de hoy, que tampoco me gus-tan. Y he visto muchas, y muy ca-ras…». Aurora no se quedó varadaen aquel estupor de Beauvoir y conunos amigos que apenas habíanatravesado los 40 de los que habla-ba la escritora, empezó a labrarse

    otro porvenir. «Autogestionar

    Entre 28.000 y 145.000 eurospor apartamento y de 50oa 1.000 euros al mes porcomida, atención sanitaria,gimnasio, talleres... Y luego está el espíritu,claro, eso de vivir activos,entre amigos. Los expertosvaticinan un boom en España:«Esto va a causar furor»

    ::  ISABEL IBÁÑEZ

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    Nemesio explica la necesidad deponer límites a la edad de los nue-vos socios (de 50 a 70 años): «Se trata de reproducir en la comunidad lavida real: de los 8,5 millones de mayores de 65, no todos van a acabardependientes; de hecho, entre los65 y los 80 solo lo es el 8%. Y a par-tir de los 80 se dispara a un 40%. Asque, si echamos números, es de-pendiente un 18% de la poblaciónmayor de 65 años. Pues intentamoque eso ocurra en este lugar, que el

    espacio sea apetecible para vivir,que no haya muchas personas de-pendientes a la vez, para que resul-te un espacio sostenible económi-camente, porque si no el gasto sedispara, y porque así los que estánbien pueden ayudar».

    Se desnuda Nemesio al contar poqué se metió en esta historia. Mejordejarle hablar: «He tenido a mi ma-dre ocho años dependiente, conpárkinson. No me planteé llevarla auna residencia porque ella decía: ‘Oshe dado unos estudios y me tenéisque cuidar’, y yo habría acabado enun psiquiátrico porque no estoy pre-parado para meter a alguien en unsitio al que ha dicho que no quiere irCon una persona contratada

    se necesita un familiar para

    nuestro futuro», lo llamaron,como un conjuro para ahuyentarmangoneos.

    Aquel puñado de jóvenes sinmucho poder adquisitivo comenzóa poner cada mes pequeñas canti-dades de dinero durante casi unadécada... Hasta que compraron te-rreno, edificaron y se trasladaronallí, va para 15 años. Y hoy, Aurora,maestra jubilada con 80 cumplidos,cuenta todo esto desde su aparta-mento de 50 metros cuadrados conterraza y vistas al mar y a los mon-

    tes de Málaga. Está dentro del resi-dencial Santa Clara, edificio en ré-gimen de propiedad colectiva con76 viviendas donde conviven los102 socios de la cooperativa Los Mi-lagros. Gimnasio, piscina, bibliote-ca, peluquería, capilla, comedor,huerto, jardines... Hay seis habita-ciones para enfermos y asistenciacontinuada de médicos y fisiotera-peutas. Celebran fiestas, organizanobras de teatro, excursiones y otrasactividades con las cuotas de losusuarios, 1.000 euros al mes la co-mida del mediodía incluida. ¿Quése pide para entrar en esta ‘fami-lia’? Tener entre 50 y 70 años (nor-ma común a casi todas estas comu-nidades), buena salud y 66.000 eu-

    ros, al margen de la cuota mensual.

    «Amigas mías que viven en resi-dencias –confiesa Aurora– suelendecirme: ‘¡Ojalá hubiera hechocomo tú!’». Esto no quiere decirque las personas que hablan aquíestén en contra de estos lugares;simplemente creen que hay otrasopciones para ellas. Además, insis-ten en las pocas posibilidades queexisten de acceder a un centro pú-blico y en el precio de los privados,de 2.000 a 3.000 euros al mes.

    Santa Clara fue el germen del‘cohousing’ sénior en España. ‘Co-

    housing’ es el término para desig-nar a grupos de personas que vi-ven en comunidad ahorrando gas-tos, compartiendo servicios y fo-mentando las relaciones. Puedeser intergeneracional, pero si essolo para mayores se le añade sé-nior. Muchos de los protagonistasdel reportaje ni siquiera conocíanla palabra cuando se iniciaroncomo revolucionarios pioneros.Visitantes de todo el mundo sehan acercado a aprender del mo-delo malagueño, aunque en elnorte de Europa y EE UU llevenmás camino recorrido, casi tresdécadas. En nuestro país hay unpuñado de comunidades instala-das, mientras que Dinamarca y

    Holanda cuentan cada una con

    más de 200, según Miguel ÁngelMira, de la Asociación Jubilares(jubilares.es), entidad que brindaapoyo a los que no saben por dón-de empezar.

    «Todos no están preparados»Tienen 60 peticiones en espera yhan ayudado a iniciar varios gru-pos. «Hace mucho que mujeres yhombres en la cincuentena hablande este tema. Cuántas veces habre-mos oído: ‘¿Y si nos jubilamos jun-tos los amigos?’. Quien se acerca a

    esta iniciativa no necesita vivien-da, sino una comunidad en la quevivir integrado y conjurar el fan-tasma de la soledad, que mata másque el tabaco. Esta es una opciónenormemente atractiva para llevaruna vida activa, segura y saludable.Aquí se recrean las cosas buenas dela vida en una aldea: convivencia,ayuda mutua, solidaridad... No esun sitio donde ir solo cuando unoestá mal». Y advierte del ‘boom’que se avecina: «Estamos ante una‘tormenta perfecta’ a punto de es-tallar». En España, 8,5 millones depersonas son mayores de 65 años(18% de la población), de las que2,5 millones tienen más de 80. Seestima que en 2050 habrá más de

    15 millones que superen los 65, el >

    doble de la cifra actual (un terciode la población). Proyectos comoeste, donde los herederos puedenocupar el espacio dejado por su fa-miliar o llevarse el dinero inverti-do, pretenden anticiparse a losacontecimientos.

    Aunque no todo el mundo estápreparado para el ‘cohousing’. Losabe bien Nemesio Rasillo, que con64 años sigue trabajando en la con-sejería de Ganadería de Cantabriaen Santoña, con la jubilación en el

    horizonte. Le ayudó su experienciacon los cooperativistas ganaderos ala hora de convertirse en el ‘motor’de Brisa del Cantábrico, que ha en-contrado terreno en Meruelo, don-de se disponen a edificar con unmodelo bioclimático que exhibenya algunas de estas comunidades.Cuando buscaban socios, se diocuenta de que la gente de las zonasmás rurales no entendía fácilmenteel concepto: «Quizá por tener unamentalidad más cerrada, pensandoen que los hijos deben cuidar a lospadres. Esto es para mentes abier-tas. También les cuesta más entrara los solteros, puede que por estaracostumbrados a vivir solos. Y amás años, es más difícil que lo cap-

    ten y lo acepten».

    Trabensol, Madrid

    En Torremocha del Jarama,al norte de Madrid, en unentorno rural. Múltiplesservicios, participación acti-va de los socios y un mode-lo de construcción bioclimá-tica: suelos radiantes, ener-gía geotérmica y solar...145.000 euros por socio y

    1.000 euros al mes, 1.200por pareja. (trabensol.org).

    Los Milagros, Málaga

    76 apartamentos de 50 me-tros cuadrados y terraza convistas al mar. Jardines, pisci-na, biblioteca, capilla, pelu-quería, salones de terapiaocupacional, gimnasio, wi-fi, habitaciones para enfer-mos, asistencia médica...66.000 euros por socio y

    unos mil euros al mes. (resi-dencialsantaclara.es).

    :: ALBERTO FERRERAS

    : :  SAL VAD OR

     SALA S

    Nemesio explica la necesidad del

    doble de la cifra actual (un tercio

     SAL VAD OR

     SALA S

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    controlar, y tiene vacacio-nes, fines de semana… Me-

    nos mal que me ayudó mi mujer».Destaca Nemesio que son ellas lasgrandes beneficiadas de este proyec-to, «porque con la dependencia, el90% del trabajo se lo lleva la mujer».«Tengo familia –prosigue– y la me- jor manera de ayudar a mis hijos eshacerme cargo de mi vida, es unacto de amor hacia ellos. La vejezdebe ser una etapa bonita, para dis-frutar si tienes salud, vivir tu vida ydejar que los demás vivan la suya.

    Parece que te entierras, cumples 65y dices: ‘Ya no valgo para nada’. Des-de la sociedad te caen palos por to-das partes. Me preocupa acabar enuna residencia, no solo por su pre-cio; no son espacios para vivir, sinocasi para morir: el 93% de los resi-dentes son dependientes».

    En el País Vasco, los 50 inte-grantes de la comunidad Egunsen-tia-Aurora andan en la fase ante-rior, buscando un lugar para cons-truir, complicado cuando se tratadel poco terreno libre que quedaen Bizkaia a un precio razonable,aunque están abiertos a instalarseen algo ya construido; han visitadoclínicas, residencias, colegios, in-muebles industriales... Están pen-

    dientes de ver el emblemático edi-

    ficio de La Aduana, en Orduña,donde ya inspeccionaron el con-vento de Santa Clara. Reformadocomo hotel balneario, podría seruna opción. Buscan un entorno ru-ral, pero cerca de los servicios queofrece un núcleo urbano. Apuestanpor un modelo ecológico y danmucha importancia «a los valores,al desarrollo personal, a mantener-se activo». Se han reunido conayuntamientos y con el Gobiernovasco para que les ayuden en estamisión, aunque el vacío legal sobre

    ‘cohousing’ dificulta el tema.«Pero han acogido muy bien nues-tra idea», precisa Martin Ceballos,uno de los socios, que comparteeste proyecto con su pareja.

    Con él está Josemi Merino, pro-fesor universitario de 62 años quetambién se mudará con su mujer: «Da vértigo dejar tu casa, pero tan-to como la jubilación, y la mía estáahí. No hay que temer al cambio,piensas que va a ser mejor, com-partiendo conocimientos... De-cantarme por el ‘cohousing’ tieneque ver con lo que he vivido, losaños 70, el espíritu hippie... Y esuna forma de luchar contra la sole-dad, que causa enfermedades. Mesiento pionero, somos culos in-

    quietos». Así habla el resto:

    Felipe Martín: En las primerasreuniones debatimos la filosofía devida que queríamos. ¡Algunos esta-ban reticentes porque imaginabanque esto era como una secta, jaja!Lo que pretendemos es ser inde-pendientes hasta el final.

    Mercedes Martín: Me pareceimportante que seamos las muje-res y hombres del grupo quienesestemos creando el proyecto...

    Inés Ortega: La idea es quecuando vivamos juntos no se hagalo que quiera la mayoría sin más,

    sino tener en cuenta a todos, comoen una sociocracia, donde se deci-dan las cosas en asamblea.

    Conchi Llanos: El que alguienquiera vivir en una cooperativa yasupone una criba, una selección depersonas que comparten interesese ideales, algo fundamental.

    Nati Pérez: Yo valoro la libertadde elegir cómo quiero vivir, porquea veces te lo eligen los hijos. Me im-porta cargarles con mis problemas,pero más elegir mi futuro.

    Martin Ceballos: No olvidéis laparte egoísta; compartir porquesolo no puedo tener lo que vamos atener juntos: piscina, talleres, en-fermería... Y el motivo por el que laidea nació en Dinamarca, combatirla soledad.

    Estos vascos miran con deseo almodelo madrileño, Trabensol, en

    Torremocha del Jarama. Allí reside Jaime Moreno, extrabajador de TVE,de 78 años, director de ‘Un país en lamochila’, el de su amigo Labordeta.Habla con orgullo de su cooperativa,de cómo levantaron un edificio bio-climático que mira al sur para apro-vechar el sol, del suelo radiante, decómo utilizan la geotermia, con 25pozos de 150 metros de profundidadcada uno que en invierno y veranomantienen una temperatura agra-dable, de las habitaciones con venti-lación cruzada... 10.000 metros de jardín y huerta con riego por gotero,aljibe para la lluvia... ¡Más que ‘co-housing’, esto es ‘ecohousing’!

    «Ahora estamos tratando la con-vivencia; tenemos similares crite-

    rios, pero debemos seguir trabajan-

    do». Presume de actividades: «Tai-chi, chi kung, pilates, baños tera-péuticos, gimnasio con aparatosque trajimos de casa, una sala parameditar, rezar o hacer yoga. Montamos la biblioteca con nuestros li-bros. Hacemos teatro leído, cine fó-rum, tertulias sociales y políti-cas…». Cuando se explica la idea,«la gente desconfía». «En nuestrocaso, partíamos de dos grupos esta-bles de dos barrios de Madrid. Elgrupo era fuerte para confiar unosen otros, y ha dado coherencia y

    principios de ayuda mutua».

    Duelo en compañíaRecuerda Jaime los tiempos en quesus padres vivían en su propia casaatendidos por varias personas: «Te-nías muchísimo estrés por no sabersi estaban bien cuidados, y hemosquerido liberar a nuestros hijos deeso. Además de que nos gusta estarcon amigos. Hemos quemado lasnaves, vendido nuestros pisos e in-vertido los ahorros. Hay que dar sa-lida a una población cada vez másenvejecida. Pero quienes deberíanorientar esto son las administracio-nes públicas, que el Estado se com-prometa». Jaime vive con su mujery tienen cinco hijos mayores. Sa-

    ben que no entrarían a una residen

    >

    «En parte tiene quever con lo que he

    vivido, los años 70,el espíritu hippie,la naturaleza...»

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    estado con nosotros18 años, han llegadoa centenarios. Misuegro murió enServimayor, adondele trajimos mi mu- jer, mi cuñado y yo,vivíamos en tresapartamentos».¿Lo mejor del ‘co-

    housing’? «Lo útil que me sientoayudando a los demás».

    En Valladolid, Profuturo(www.profuturovalladolid.com)

    representa otro modelo: en la ciu-dad, en una urbanización rodeadade verde. El autobús urbano para enla puerta. Su presidente es FelipeMartín, de 71 años, exdirectivo deuna multinacional que sigue traba- jando para el Consejo Estatal deMayores. Se encontraba en mediode la cincuentena y... «Es como sime hubiera asomado a una venta-na, hubiera visto el camino a reco-rrer y no me gustara. Y pensé en ha-cer uno distinto; vivir entre ami-gos, donde no me dirijan. Ni siquie-ra sabía lo que era el ‘cohousing’, loestábamos inventando. Se empezóa hablar de esto aquí hace cuatroaños, pero va a causar furor. En ple-na crisis, la construcción para ma-

    yores va a crecer».

    Egunsentia-Aurora,BizkaiaMartin Ceballos, Inés Orte-ga, Conchi Llanos, Nati Pé-rez, Felipe Morales y Merce-des Martín son socios deEgunsentia-Aurora, el pro-yecto de ‘cohousing’ seniormás avanzado en el País Vas-

    co. Están mirando terrenos yedificios en la provincia,como la Aduana de Orduña.(josemi340.wix.com/egun-sentia).

    ¿Cuándo nosconvertimosen mayores?

    Servimayor, Losarde la Vera (Cáceres)

    20.000 m2 de jardines yhuertos. Apartamentos enplanta baja. 28.000 eurospara ser socio y 600 eurosal mes: todas las comidas,servicios médicos y de en-fermería, lavandería, gimna-sio, biblioteca... (www.resi-dencia-servimayor.es).

    Profuturo, ValladolidEstá en la ciudad. 125.000 eu-ros por apartamento de unahabitación (160.000 de dos).De 500 a 600 euros, comidaaparte, por servicios comunes:médico, enfermería, fisiotera-

    peuta, gimnasio... (www.pro-futurovalladolid.com).

    Según la última encuestadel Imserso, de 2010, a lapregunta de ¿a qué edad sees mayor?, la mayoría delas personas en esa

    etapa de la vida pien-san que eso no depen-de de la edad, aunquelos españoles respon-den mayoritariamenteque a partir de los 70años. El 87,3% de laspersonas mayores pre-fieren envejecer en sucasa, aunque sea solos.En realidad, el 84% vi-ven acompañados (deestos, un 40% con al-gún hijo) y tan solo un16% sin nadie a su lado,la mayoría, mujeres queresiden en el ámbito rural.Los españoles quieren queles cuide la familia, pero la

    tendencia es decreciente,especialmente entre losciudadanos con más estu-dios, que se decantan porlos cuidados profesionales.¿Cuáles son los temoresque aparecen en la últimaetapa de la vida? Mientrasel 44% de los encuestadosconfiesa que les preocupasu vejez, un 24% asegurano pensar en ello. Los mie-dos se centran en el dete-rioro de la salud (49%), físi-co (37%), de la autonomía(27%), el sentirse inútil(25%), la pérdida de memo-ria (9%), la soledad (27%) yla ausencia de amigos y fa-

    miliares (18%).

    cia pública. «Y en una privada nospiden por cada uno más de lo quepagamos aquí por dos. Además, noquiero ir a un sitio donde me atien-dan solo en lo físico y me cambienel pañal cinco veces al día; quieroseguir viviendo como persona ycompartir». Cada cooperativa es unmundo, y lo que Jaime destaca de lasuya es «el desarrollo personal. Losque están mejor cuidan de los queestán peor. Estamos todos lo sufi-cientemente bien, sin grandes de-pendencias. Y cuando haga falta

    contrataremos a personas que nosatiendan. Distribuiremos el gasto,aunque no debería aumentar mu-cho. En previsión, estamos creandoun fondo de solidaridad para los pa-gos inmediatos». Acaban de vivir elfallecimiento de una compañera:«El duelo en comunidad es muchomejor, las personas no se quedansolas, notan el apoyo hasta el final».

    Igualmente se respira entusias-mo en Losar de la Vera, en plena na-turaleza. Martín González se apun-tó al ‘cohousing’ de esta localidadcacereña (www.residencia-servi-mayor.es) en 2011. «La gente diceque es un hotel de cinco estrellas,cada apartamento con jardín pro-pio, en planta baja. Tenemos algún

    socio que estuvo en una residencia

    y comenta que hasido un cambio increíble... El pro-blema es que la gente no acaba devenirse a vivir aquí. De los 150 so-

    cios, solo lo hacemos el 10%; hemoscaído en la tentación de convertiresta residencia en una de mayores.Los socios deberían comprometer-se a ir al ‘cohousing’ cuando estánbien, no cuando necesitan cuida-dos. No se mantiene el equilibrio,no hay una cultura interiorizada.La gente piensa: ‘¿Cómo voy a ir, simis dos hijos ya me cuidan?».

    Martín, 78 años, fue enfermero,pescó bacalaos en Terranova, trabajóen auxilio en carretera, en el centrode salud de Zafra... Con su mujer vi-sitó Suecia en 1982 y conocieron el‘cohousing’. Empezaron a meditarlocon amigos con apenas cuarenta ytantos años. «Tengo cuatro hijos ynunca creí que me tendrían que

    cuidar. Mis padres y mi suegro han

    Su aspiración es que Profuturono se quede en un bloque de veci-nos: «Hay que fomentar la parti-cipación. Estamos un montón deprofesionales; un médico organi-za talleres de memoria, otra per-sona se encarga del senderismo,hay veladas literarias, catas devino… Es un proyecto vivo». SiBeauvoir pudiera ver la pasión deesta gente, aparcaría la perpleji-dad que le producía cumplir añosy afrontaría la vejez, a la que sen-tía «acechando fatalmente desde

    el fondo del espejo», como lospioneros vascos de Egunsentia-Aurora. Dejémosles hablando delfuturo que se están construyen-do:

    Nati: Una huerta ecológica...Conchi: Necesitamos contacto

    con la tierra... Y un gallinero.Nati: Manteniendo la individua-

    lidad, algo indispensable.Mercedes: Tener momentos

    para cantar, bailar, hacer cenitas, salir a la naturaleza...

    Conchi: Meditación, taichi... yel crecimiento personal, claro.

    Felipe: Piscina con arena calien-te donde tumbarse después delbaño, como dice Martin...

    Martin: Y vivir entre árboles, es-

    cuchar a los pájaros...

    :: BERNARDO CORRAL

    :: ANDY SOLÉ

    :: RICARDO OTAZO

    -  Bizkaia

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    housing’? «Lo útil queayudando

     

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