Yenireth Faría. Productos Químicos

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Planteamiento del Problema La mayoría de las empresas químicas fue diseñada y orientada para satisfacer la demanda venezolana, sustituir importaciones y exportar excedentes, lo que permitía generar divisas para el país y de esta manera, lograr una balanza comercial estable y positiva. Sin embargo, la sobrevaluación del bolívar, que comenzó con el aumento del precio del petróleo a partir del año 2004; la sustitución de producción nacional por importaciones; las altas tasas de inflación; las dificultades logísticas para movilizar y embarcar mercancía exportable en los puertos nacionales; el marco regulatorio; las leyes laborales que han generado un entorno contrario a la productividad; así como el impacto de los problemas eléctricos en los procesos productivos; han disminuido la fabricación de productos químicos venezolanos. Actualmente, este sector tiene un déficit comercial que requiere 1.500 millones de dólares anuales (Según datos del Instituto Nacional de Estadística) en divisas para poder importar las materias primas necesarias para la producción química demandada por el mercado nacional. Cada empresa del sector obtiene sus insumos de fabricantes y distribuidores extranjeros que tienen pericias técnicas reconocidas. Estos proveedores internacionales otorgan créditos al fabricante venezolano para que, sin el

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producción de productos químicos

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Planteamiento del Problema

La mayoría de las empresas químicas fue diseñada y orientada para

satisfacer la demanda venezolana, sustituir importaciones y exportar excedentes,

lo que permitía generar divisas para el país y de esta manera, lograr una balanza

comercial estable y positiva.

Sin embargo, la sobrevaluación del bolívar, que comenzó con el aumento

del precio del petróleo a partir del año 2004; la sustitución de producción nacional

por importaciones; las altas tasas de inflación; las dificultades logísticas para

movilizar y embarcar mercancía exportable en los puertos nacionales; el marco

regulatorio; las leyes laborales que han generado un entorno contrario a la

productividad; así como el impacto de los problemas eléctricos en los procesos

productivos; han disminuido la fabricación de productos químicos venezolanos.

Actualmente, este sector tiene un déficit comercial que requiere 1.500

millones de dólares anuales (Según datos del Instituto Nacional de Estadística) en

divisas para poder importar las materias primas necesarias para la producción

química demandada por el mercado nacional.

Cada empresa del sector obtiene sus insumos de fabricantes y

distribuidores extranjeros que tienen pericias técnicas reconocidas. Estos

proveedores internacionales otorgan créditos al fabricante venezolano para que,

sin el requisito de pago previo, se reciban las materias primas necesarias. Estos

envíos se han logrado gracias a la confianza generada por las empresas locales

luego de años de cultivar vínculos técnicos y relaciones comerciales con ellos.

Hasta el 2012, esta relación funcionaba sin mayores contratiempos. Las

divisas requeridas por el sector químico para realizar los pagos a los proveedores

internacionales eran tramitadas por cada empresa ante CADIVI desde su creación

en 2003, a la tasa de cambio oficial establecida por el Ejecutivo Nacional.

Las empresas entregaban bolívares y recibían su contrapartida en divisas

para mantener el flujo de materias primas requerido. Siguiendo las leyes y

reglamentos establecidos por el Ejecutivo Nacional solicitaban y recibían los

Certificados de no Producción Nacional (CNPN) necesarios para la obtención de

las Autorizaciones de Adquisición de Divisas (AAD), a su vez necesarios para

poder realizar las correspondientes importaciones de materias primas,

maquinarias y repuestos utilizados por las fábricas.

Las materias primas, maquinarias y repuestos ingresaban a Venezuela por

los puertos nacionales, luego de las inspecciones que realizan tanto el SENIAT

como CADIVI, habiendo pagado todos los impuestos y derechos que se cobran

durante los procesos de nacionalización. Adicionalmente, en muchos casos las

empresas han sido objeto de fiscalizaciones para control posterior para validar el

buen uso de las divisas.

En ese sentido, y conforme con las leyes y regulaciones venezolanas, y

luego de obtener la debida aprobación de CADIVI para la liquidación de las divisas

(ALD) las empresas convertían sus bolívares en divisas al vencimiento de los

plazos de crédito otorgados por los proveedores extranjeros; mientras que el flujo

comercial permitía que la industria continuara manufacturando productos para los

venezolanos.

Desde mediados del año 2013, el flujo de pagos a proveedores ha

disminuido como consecuencia de que CADIVI no ha honrado oportunamente el

compromiso de convertir los bolívares en divisas conforme a lo convenido. Es por

ello que el sector químico hoy adeuda más de 5.000 facturas comerciales a

proveedores extranjeros por un monto que supera los 650 millones de dólares.

Algunas de estas facturas tienen hasta 600 días vencidas y el promedio es de 288

días de retraso. Las consecuencias de esta injustificada demora son muchas y

todas muy negativas, que van desde la disminución de los despachos de materias

primas hasta la total paralización de los mismos hacia Venezuela. Esto ha

ocasionado la pérdida de la confianza construida durante años para el

otorgamiento del necesario crédito comercial.

La mencionada situación ha hecho que las fábricas nacionales no cuenten

con suficiente materia prima para mantener sus ritmos de producción normales, lo

que las ha obligado, dependiendo de los niveles de inventario de cada empresa- a

disminuir jornadas extra y turnos de producción, paralizar líneas de fabricación y

hasta detener por completo la fábrica.

El Ejecutivo Nacional en septiembre de 2013 creó el SICAD, un mecanismo

errático e incierto para traer nuevas importaciones al país. Con el SICAD no se

sabe con certeza cuándo el sector recibirá divisas, y tampoco se puede planificar

cuántos dólares obtendrá y convertirá cada empresa en cada subasta, y tampoco

está permitido su uso en caso de tener acceso a CADIVI, por lo demás son

cantidades limitadas que no permiten atender las necesidades del sector. La

gravedad de la situación es tal, que los proveedores extranjeros no harán nuevos

despachos, mientras no se cancele lo adeudado.

En consecuencia, han expuesto ante la opinión pública y a los

consumidores finales, la dramática situación que atraviesan las empresas del

sector: no han podido satisfacer de manera oportuna los productos que fabrican

bien sea como materia prima para otros sectores nacionales o como productos

terminados para la venta.

Esta coyuntura se ha planteado reiteradamente desde mediados del año

2013 a distintos entes del Ejecutivo Nacional, recibiendo siempre la genuina

preocupación por parte de los funcionarios con los que se ha interactuado. Sin

embargo, los bolívares no se han podido convertir en divisas, por lo que algunas

de las deudas con los proveedores extranjeros no se han podido honrar.

Es importante insistir que la razón de ser de estas empresas es producir

bienes para los venezolanos, así como elaborar productos exportables que

contribuyan a generar divisas para el país. Para esto cuentan con tecnología,

conocimientos, experiencia, trabajadores debidamente capacitados, plantas

industriales instaladas y muchos deseos de trabajar. Pero si no se pagan las

deudas a los proveedores internacionales será imposible mantener la producción.

Venezuela puede ser un país de abundancia en productos y en puestos de

trabajo, con profesionales bien remunerados. Para esto requiere un cambio de

rumbo en política económica para tener una macroeconomía sana, tal como lo

plantearon recientemente, en un comunicado, 48 de nuestros mejores y más

destacados economistas. Esto supone una tasa de cambio que posibilite la

competitividad de la manufactura nacional, un desmontaje de los controles que

agobian a las empresas, entre éstos el control de cambio, un régimen laboral que

estimule la productividad, un sistema de seguridad personal que proteja a los

ciudadanos y unas leyes mercantiles imparciales y estables en el tiempo.

Para que la republica bolivariana de Venezuela; sea un país con solidez

económica-social debe contar con un sistema productivo autónomo; independiente

esto dependerá de la innovación, creación de nuevos proyectos de parte de los

aportes de ciencia y tecnología; los cuales día a día van cambiando, adaptándose

de acuerdo a las necesidades de los consumidores, es por ello que el gobierno

bolivariano, establece políticas de desarrollo de la nación  a través de los

convenios alianzas con otros países  para la transferencia tecnológica  y así

capacitar y formar a los venezolanos en la creación de nuevos productos, planes y

proyectos que benefician al país a través de conocimientos, los cuales  al ser

aplicados proyectan un resultado el cual va  a ser vendido o explotado al mercado,

en fin a satisfacer las necesidades en la población y a un costo más accesible,

para que todo el colectivo tenga el poder de adquirir un bien y que el estado

venezolano  a través de sus empresas de producción social, cooperativas,

instituciones públicas, no dependa  de importaciones.

Sea un estado creador desarrolle su ingenio, sus capacidades científico-

tecnológico para desarrollar productos nacionales, satisfaciendo la demanda de la

nación y desarrollando la función de los sectores productivos como:

Agroalimentarios, Deportes, Educación, Eléctrico, metalmecánico, químico, Salud

y tecnología de información; con potenciar exportador para mantener nuestra

economía y nuestra revolución tecnológica.

Por lo antes expuesto, se evidencia la necesidad de asumir un rol activo y

participativo desde las propias comunidades para solventar de modo natural,

rudimentario o artesanal la elaboración de productos químicos de primera

necesidad para sustituir a los acostumbrados a adquirir a través del mercado

convencional