youkali13-B3TorresApablaza

12
El presente ensayo, se articula en torno al concepto de ideología y sus desplazamientos en la Escuela de Frankfurt, asumiendo la relevancia de un retorno a una teoría crítica de la sociedad. Dicho retorno, que en algunos puntos es también un desarrollo singular, propone la reconstrucción de la crítica ideológica más allá de toda hermenéutica del contenido, encon- trando en el análisis de la forma propuesto por Marx, el fundamento que orienta la aproximación reconstructiva 1 . Desplazamientos de la crítica ideológica La teoría crítica clásica inaugurada por Hor khei mer, emergió en el seno de una modernidad organizada por una pretensión totalitaria de orden y regulación social, por lo que el objeto de esta crítica tomó como versión afirmativa la defensa de la autonomía huma- na, la libertad de elección, autoafirmación y el dere- cho a la diferencia 2 . El núcleo fundamental de problematización de este proyecto, es la crítica a la Ilustración, caracteriza- da como un fenómeno totalitario, que en su preten- sión de dominar la naturaleza y liberar a la humani- dad del mito, condujo su sometimiento a relaciones cosificadas. Sometimiento que en el análisis de Horkheimer 3 , se identifica articulado a un tipo de racionalidad instrumental que introduce una forma de alienación inédita en la historia por medio de la reducción de la existencia a su utilidad técnica. Pese a la variabilidad temática del proyecto críti- co de la Escuela de Frankfurt, con desarrollos que van desde la crítica del arte, pasando por el psicoa- nálisis, hasta la economía política, existe un diagnós- tico compartido respecto a que el impulso iluminis- ta por dominar la naturaleza, deviene cosificación y dominación del ser humano, de manera que la in- dustrialización articula la sujeción de toda la vida a la racionalidad y la planificación: al sometimiento de la naturaleza le es inmanente una función represiva que se encuentra en el origen de la represión de to- da la humanidad 4 . Del mismo modo, Marcuse 5 en su reflexión sobre * Psicólogo y Licenciado en Psicología por la Universidad de Santiago de Chile. Magíster (c) en Ciencias Sociales por la Universidad de Chile. Actualmente es parte de la Vicerrectoría Académica de la Universidad de Artes y Ciencias Sociales ARCIS. E-mail: ivan- [email protected] 1.- Para un desarrollo más completo de este método de análisis, ver HABERMAS, J. (1981). La reconstrucción del materialismo histórico. Madrid: Taurus 2.- Bauman, Z. (2009). Modernidad Líquida. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. 3.- Horkheimer, M. (2000). Teoría tradicional y teoría crítica. Barcelona: Paidós. 4.- Larraín, J. (2009). El concepto de ideología. Vol 3. Irracionalismo, historicismo y positivismo: Nietzsche, Mannheim y Durkheim. Santiago: Lom Ediciones 5.- Marcuse, H. (1969). El hombre Unidimensional. Ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada. México: Editorial Joaquín Mortiz ISBN: 1885-477X YOUKALI, 13 página 83 MISCELÁNEA DEL FETICHISMO DEL CONTENIDO AL ANÁLISIS DE LA FORMA: APROXIMACIÓN RECONSTRUCTIVA A LA CRÍTICA IDEOLÓGICA DE LA SOCIEDAD MODERNA EN LA ESCUELA DE FRANKFURT por Iván Torres Apablaza*

description

youkali13-B3TorresApablaza

Transcript of youkali13-B3TorresApablaza

  • El presente ensayo, se articula en torno al conceptode ideologa y sus desplazamientos en la Escuela deFrankfurt, asumiendo la relevancia de un retorno auna teora crtica de la sociedad. Dicho retorno, que enalgunos puntos es tambin un desarrollo singular,propone la reconstruccin de la crtica ideolgicams all de toda hermenutica del contenido, encon-trando en el anlisis de la forma propuesto porMarx, el fundamento que orienta la aproximacinreconstructiva1.

    Desplazamientos de la crtica ideolgica

    La teora crtica clsica inaugurada por Hor khei mer,emergi en el seno de una modernidad organizadapor una pretensin totalitaria de orden y regulacinsocial, por lo que el objeto de esta crtica tom comoversin afirmativa la defensa de la autonoma huma-na, la libertad de eleccin, autoafirmacin y el dere-cho a la diferencia2.

    El ncleo fundamental de problematizacin deeste proyecto, es la crtica a la Ilustracin, caracteriza-da como un fenmeno totalitario, que en su preten-sin de dominar la naturaleza y liberar a la humani-dad del mito, condujo su sometimiento a relacionescosificadas. Sometimiento que en el anlisis deHorkheimer3, se identifica articulado a un tipo deracionalidad instrumental que introduce una formade alienacin indita en la historia por medio de la

    reduccin de la existencia a su utilidad tcnica. Pese a la variabilidad temtica del proyecto crti-

    co de la Escuela de Frankfurt, con desarrollos quevan desde la crtica del arte, pasando por el psicoa-nlisis, hasta la economa poltica, existe un diagns-tico compartido respecto a que el impulso iluminis-ta por dominar la naturaleza, deviene cosificacin ydominacin del ser humano, de manera que la in-dustrializacin articula la sujecin de toda la vida ala racionalidad y la planificacin: al sometimiento dela naturaleza le es inmanente una funcin represivaque se encuentra en el origen de la represin de to-da la humanidad4.

    Del mismo modo, Marcuse5 en su reflexin sobre

    * Psiclogo y Licenciado en Psicologa por la Universidad de Santiago de Chile. Magster (c) en Ciencias Sociales por la Universidadde Chile. Actualmente es parte de la Vicerrectora Acadmica de la Universidad de Artes y Ciencias Sociales ARCIS. E-mail: [email protected]

    1.- Para un desarrollo ms completo de este mtodo de anlisis, ver HABERMAS, J. (1981). La reconstruccin del materialismo histrico.Madrid: Taurus

    2.- Bauman, Z. (2009). Modernidad Lquida. Buenos Aires: Fondo de Cultura Econmica.

    3.- Horkheimer, M. (2000). Teora tradicional y teora crtica. Barcelona: Paids.

    4.- Larran, J. (2009). El concepto de ideologa. Vol 3. Irracionalismo, historicismo y positivismo: Nietzsche, Mannheim y Durkheim. Santiago:Lom Ediciones

    5.- Marcuse, H. (1969). El hombre Unidimensional. Ensayo sobre la ideologa de la sociedad industrial avanzada. Mxico: Editorial JoaqunMortiz IS

    BN:

    18

    85

    -4

    77

    X

    YO

    UK

    ALI

    , 1

    3

    pg

    ina

    83

    MIS

    CEL

    N

    EADEL FETICHISMO DEL CONTENIDO AL ANLISIS DELA FORMA: APROXIMACIN RECONSTRUCTIVA A LACRTICA IDEOLGICA DE LA SOCIEDAD MODERNAEN LA ESCUELA DE FRANKFURT

    por Ivn Torres Apablaza*

  • la ideologa de la sociedad industrial avanzada, identificalo propio de la sociedad postindutrial en la conquis-ta tecnolgica de los antagonismos: la tcnica comoun sistema de dominacin y coordinacin social queproduce formas de vida y poder capaces de reconci-liar los opuestos, conteniendo as las posibilidadesde crtica y cambio. Para Marcuse, la produccin ysatisfaccin de necesidades administradas constitui-rn el eje en torno al cual esta contencin del cambiose organiza en la experiencia subjetiva del indivi-duo.

    Bajo este mismo diagnstico, Walter Benjamin,compaero de viaje de los tericos de Frankfurt,analiz el carcter mercantil de la produccin arts-tica en la sociedad industrial avanzada, situando sureproductibilidad tcnica en un campo industrialque organiza la valorizacin y el consumo culturalde lo esttico6.

    Las consecuencias del proyecto iluminista quefundamentan la modernizacin en la sociedad in-dustrial, por tanto, se pueden identificar en el cam-po de la ciencia y la tecnologa, la poltica, la econo-ma y la cultura. Siguiendo a Benhabib7, el modelode anlisis compartido por los tericos de la Escuelade Frankfurt, se encuentra estructurado por relacio-nes funcionales entre: 1) organizacin de las fuerzasproductivas, 2) estructura institucional de la socie-dad, y 3) formaciones de la personalidad. De mane-ra que los conceptos de racionalizacin y racionalidadinstrumental son utilizados para describir principiosorganizacionales de la formacin social, orientacio-nes de valor de la personalidad y las estructuras designificado de la cultura.

    Dentro de esta matriz analtica, sin embargo, esnecesario situar una inflexin que nos permita com-prender el surgimiento de esta forma de analizar lasociedad, donde el concepto de ideologa cobra parala Escuela de Frankfurt un valor fundacional, expe-rimentando importantes cambios en los modos deentenderlo y asignarle relevancia explicativa para elanlisis de la modernidad.

    La nocin de ideologa que recorre las primerasreflexiones de la Escuela de Frankfurt, se encuentradirectamente relacionada al desarrollo conceptualque propusiera Marx en La Ideologa Alemana, dondees definida como una ilusin que complementa la

    produccin y reproduccin sociales por medio deuna inversin de su facticidad en la representacinque los individuos realizan de ella. Esta formulacinse resume de la siguiente manera: () en toda la ide-ologa los hombres y sus relaciones aparecen invertidos co-mo en una cmara oscura, este fenmeno responde a suproceso histrico de vida, como la inversin de los objetosal proyectarse sobre la retina responde a su proceso de vi-da directamente fsico8.

    La formulacin ms acabada en Marx de la ideo-loga y su efecto de inversin, se encuentran, sin em-bargo, en su crtica de la economa poltica al exami-nar el fetichismo de la mercanca, cuyo planteamien-to general se resumen en el siguiente enunciado: Loque aqu reviste, a los ojos de los hombres, la forma fantas-magrica de una relacin entre objetos materiales no esms que una relacin social concreta establecida entre losmismos hombres9

    La recepcin que la Escuela de Frankfurt realizade esta nocin, es el de una falsa conciencia, cuyoscontenidos han sido mistificados por determinadasrelaciones sociales de dominacin y poder. Se asumeque las representaciones de los individuos sobre larealidad social, se encuentran determinadas por lasposiciones que ocupan en una red de relaciones his-tricamente determinadas. Para Horkheimer, porejemplo,

    los hombres son un resultado de la histo-riael modo en que ven y oyen es inseparabledel proceso vital socialLos hechos que los

    6.- Benjamin, W. (1936). La obra de arte en la poca de su reproductibilidad tcnica. En Benjamin, Walter. (1989). Discursos interrum-pidos I. Buenos Aires: Taurus.

    7.- Benhabib, S. (1994). La crtica de la razn instrumental. En iek, Slavoj (Comp). (2005). Ideologa. Un mapa de la cuestin. Mxico:Fondo de Cultura Econmica.

    8.-Marx, K; Engels, F. (1994). La ideologa alemana. Valencia: Universidad de Valencia, p. 40.

    9.- Marx, K. (2006). El Capital. Tomo I. Mxico: Fondo de Cultura Econmica, p. 38.ISBN

    : 1

    88

    5-4

    77

    X

    YO

    UK

    ALI

    , 1

    3

    pg

    ina

    84

    MIS

    CEL

    N

    EA

  • sentidos nos presentan estn socialmente pre-formados de dos modos: a travs del carcterhistrico del objeto percibido y a travs del ca-rcter histrico del rgano percipiente10

    As, slo un esfuerzo de reflexin crtica, habilitaraa los individuos para desarticular las representacio-nes de la realidad subsumidas como ideologa enfalsa conciencia:

    La distincin entre conciencia falsa y verdade-ratodava est llena de sentidoLos hom-bres deben llegar a verla y encontrar su caminodesde la falsa hacia la verdadera conciencia,desde su inters inmediato al verdadero. Peroslo pueden hacerlo si experimentan la necesi-dad de cambiar su forma de vida, de negar lopositivo, de rechazar. Es precisamente esta ne-cesidad la que la sociedad establecida consiguereprimir11

    Esta primera recepcin del concepto de ideologa,experimentar, sin embargo, un desplazamiento te-rico importante al llevar a su radicalidad la crticade la racionalidad tecnolgica en la modernidad. LaEscuela de Frankfurt cuestiona la versin positivaclsica de la crtica ideolgica fundada por Marx, ha-cindolo comparecer por lo que ellos acusan comouna recepcin acrtica de los presupuestos bsicosde la racionalidad instrumental presentes en la ra-cionalidad de la sociedad burguesa. El procedimien-to de la sospecha sobre la formulacin de Marx, es-tablecer as un contrapunto en su conclusin res-pecto al potencial liberador de la propia racionali-

    dad instrumental dentro de las contradicciones de lamodernidad12. En la formulacin clsica de Marx, laexpansin autopropulsada e imparable de las fuer-zas productivas conducira indefectiblemente a ladisolucin de las relaciones contradictorias que seestablecen con las relaciones de produccin existen-tes en el seno del rgimen de produccin capitalista.Pero como argumentan los tericos de Frankfurt, esesta misma racionalidad la que extiende y profundi-za las condiciones de dominacin en la sociedad mo-derna.

    Es precisamente esta inflexin sobre el discursode Marx el que llevar a la Escuela de Frankfurt a re-chazar la operatividad de la crtica ideolgica para elanlisis de la sociedad postindustrial, dando paso ala crtica de la racionalidad instrumental.

    Esta desconfianza bsica no circular, sin embar-go, nicamente en torno a la crtica de la racionali-dad de la sociedad burguesa, sino que adems fun-damentar su desplazamiento terico en la necesi-dad de precisar el carcter de la ideologa y su valorexplicativo, frente a una sociedad donde el aparatoproductivo muestra una tendencia a volverse totali-tario, determinando las aptitudes y actitudes social-mente necesarias, as como tambin las necesidadesy deseos de los individuos. De modo que la tecnolo-ga instituira formas de control y cohesin muchoms efectivas y placenteras que la ideologa13. Enotras palabras, el desplazamiento desde una crticaideolgica a una crtica de la racionalidad instru-mental, descansar en caracterizar la ideologa de lasociedad postindustrial como una forma de concien-cia tecnocrtica. Se cuestiona as, no tan slo el valordescriptivo de un concepto sino, fundamentalmente,su capacidad de explicar las transformaciones deuna formacin histrica de la modernidad distinta ala observada por Marx, donde declinara la diferen-cia entre conciencia falsa y verdadera:

    Con el progreso tcnico como su instrumento,la falta de libertad - en el sentido de la sujecindel hombre a su aparato productivo - se perpe-ta e intensifica bajo la forma de muchas liber-tades y comodidades. El aspecto nuevo es laabrumadora racionalidad de esta empresa irra-cional, y la profundidad del condicionamientoprevio que configura los impulsos instintivos yaspiraciones de los individuos y oscurece la di-ferencia entre conciencia falsa y verdadera14

    10.- Horkheimer, op. cit., p. 35.

    11.- Marcuse, op. cit., pp. 15-16.

    12.- Larran, op. cit.

    13.- Marcuse, op.cit.

    14.- Ibd., p. 54. ISB

    N:

    18

    85

    -4

    77

    X

    YO

    UK

    ALI

    , 1

    3

    pg

    ina

    85

    MIS

    CEL

    N

    EA

  • La alienacin que supone la falsa conciencia ideol-gica sobre la facticidad de la realidad social, tambines problematizada al observar una identificacingratificante de los individuos con las condiciones deexistencia que les han sido impuestas, de maneraque la realidad misma constituira una etapa msavanzada, objetiva, de esta alienacin. A decir deMarcuse el sujeto alienado es devorado por su existenciaalienadala falsa conciencia de su realidad se convierteen la verdadera conciencia15

    Con este desplazamiento de la crtica ideolgica alde una racionalidad instrumental, la crtica inmanen-te de Marx, caracterizada por el fetichismo de la mer-canca, ser reemplazada por una crtica cultural16.

    En Habermas - representante de la llamada se-gunda generacin de la Escuela de Frankfurt -, el ad-venimiento de la crtica cultural asume la forma deuna teora mucho ms elaborada. En su anlisis, eltrayecto desde el capitalismo liberal a un capitalis-mo industrial a gran escala, articula una necesidadde legitimacin poltica que encuentra en la cienciay la tecnologa sus medios privilegiados. Las normasde consenso son reemplazadas por una lgica deprogreso tcnico y una accin racional con arreglo afines. Surge una nueva conciencia tecnocrtica quedespolitiza los problemas prcticos y justifica el ejer-cicio del poder en decisiones tcnicas de expertos.As, la ideologa en el capitalismo avanzado signifi-

    ca una conciencia tecnocrtica y despolitizada, aun-que no es la ciencia y la tcnica las criticadas comoideolgicas, sino su lgica extendida a las diferentesesferas de la interaccin simblica17. Es a esto lo queHabermas denomina precisamente la colonizacin delmundo de la vida por el sistema.

    En este autor, es posible identificar un pasajeepis temolgico en la crtica de la ideologa que vadesde el reemplazo de una teora de la concienciapor una teora a de la competencia comunicativa.Como lo seala Larran18, con la publicacin deTeora de la Accin Comunicativa19, el concepto de ide-ologa pierde la centralidad que hasta ese entonceshaba tenido en Habermas, sugiriendo que la nocinde ideologa debe restringirse a los sistemas totaliza-dores del siglo XIX, lo que implicara que en la socie-dades capitalista avanzadas, la ideologa ha desapa-recido y ha sido reemplazada por un equivalentefuncional: La falsa conciencia ha sido sustituida hoypor una conciencia fragmentada que elude toda ilustra-cin sobre el mecanismo de la cosificacin20

    Habermas, sin embargo, se aleja de la Escuela deFrankfurt, cuando opera la distincin entre racionali-dad instrumental y comunicativa, de manera que ensu anlisis, la modernidad no experimentara preci-samente un exceso, sino ms bien un dficit de racio-nalidad (comunicativa). En esta direccin, Habermasse encuentra vinculando la racionalidad comunicati-va a la superacin de la ideologa, toda vez que conella intenta significar la eliminacin de la comunica-cin sistemticamente distorsionada por relacionesde poder ocultas tras las estructuras de la comunica-cin, que obstaculizan la aprehensin conciente delos conflictos y su regulacin por estrategias raciona-les de consenso intersubjetivo, es decir, relaciones co-municativas transparentes, no-ideolgicas.

    Siguiendo a iek21, mientras los tericos deFrankfurt aceptaron la crtica de la economa polti-ca, permanecieron en las coordenadas de la crticade la ideologa, mientras que la nocin de racionali-dad instrumental inscribe el anlisis en un campoexterno, no propiamente ideolgico, que designauna actitud no tan slo funcional a la dominacinsocial, sino que acta como el fundamento de dicha

    15.- Ibd., p. 23.

    16.- iek, S. (1994). El espectro de la ideologa. En iek, S. (Comp). (2005). Ideologa. Un mapa de la cuestin. Mxico: Fondo de CulturaEconmica.

    17.- Habermas, J. (1989). Teora de la Accin Comunicativa. Madrid: Taurus.

    18.- Larran, op. cit.

    19.- Habermas, op. cit.

    20.- Ibd., p. 502

    21.- iek, op. cit.ISBN

    : 1

    88

    5-4

    77

    X

    YO

    UK

    ALI

    , 1

    3

    pg

    ina

    86

    MIS

    CEL

    N

    EA

  • relacin, de manera que la ideologa emerge comoun concepto subsidiario, supeditado a la racionali-dad instrumental.

    Este movimiento de desplazamiento en la nocinde ideologa, obedece tambin, segn afirmaBenhabib22, a la necesidad de explicar la especifici-dad de un perodo histrico donde el capitalismo li-beral se transforma en democracia de masas y auto-ritarismo poltico, y el funcionamiento autnomodel mercado es reemplazado por sistemas de contro-les directos, de modo que la distribucin social de lariqueza, el poder y la autoridad, se politizan.

    Aun cuando el desplazamiento descrito es claro,es posible sealar que el trayecto seguido por los te-ricos de la Escuela de Frankfurt, cuya prioridad esla crtica de la racionalidad instrumental, compartecon Marx su orientacin crtica hacia el desenmasca-ramiento y su principio metodolgico de la crticainmanente23.

    En esta direccin, el concepto de ideologa segui-r implicado en la relacin de verdad o falsedad quepresupone con la facticidad de la realidad social. Sunocin de ideologa sigue siendo la clsica de Marx,a saber: aquella representacin que distorsiona yoculta las contradicciones de un contexto histricoespecfico. La diferencia con Marx, es que ahora es lapropia racionalidad instrumental de la modernidadla que cae bajo la inspeccin de una sospecha sobresu carcter ideolgico. Dicho en otras palabras, sibien el concepto de ideologa en la Escuela deFrankfurt, especficamente en Horkheimer y Mar cu -se, sigue siendo tributario de la nocin inauguradapor Marx, lo que se cuestiona es su validez operati-va para caracterizar los cambios en la formas ideol-gicas de la sociedad moderna. Para ellos, la ideologaha dejado de ser un velo de la realidad, tendiendo asu convergencia, de modo que la propia realidad seha vuelto ideolgica.

    Reconstrucciones: el anlisis de la forma y el espec-tro de la ideologa

    El anlisis expuesto hasta aqu, puede ser sintetiza-do en dos ncleos de problematizacin a partir deldesplazamiento en la nocin de crtica ideolgica dela Escuela de Frankfurt. El primero, como la necesi-dad de una reformulacin terica que se encuentracon fenmenos distintos a los del perodo de la mo-dernidad donde el concepto se operativiza como cr-

    tica, de manera que se impone la necesidad de su su-peracin a favor de la nocin de racionalidad instru-mental. El segundo, relativo a la recepcin de unconcepto de ideologa identificado por sus conteni-dos como falsa conciencia, presuponiendo con ello,la existencia de una realidad objetiva mistificada pormecanismos de poder que la hacen funcional a su re-produccin.

    En relacin el primer problema, se podra argu-mentar que la sociedad que ingresa al siglo XXI noes menos moderna que la que ingres al siglo XX, si-no diferente. Como lo describe Bauman:

    lo que la hace tan moderna como la de un sigloatrs es lo que diferencia a la modernidad decualquier otra forma histrica de cohabitacinhumana: la compulsiva, obsesiva, continua,irrefrenable y eternamente incompleta mo -dernizacin: la sobrecogedora, inextirpable e in-extinguible sed de creacin destructiva24.

    La crtica ideolgica se encuentra as, ante una mo-dernidad cuya realidad social la interpela con nue-vos desafos: privatizacin del espacio pblico, frag-mentacin-individualizacin de los contactos socia-les, emergencia de formas de conciencia cnica, auto-afirmacin del individuo, proliferacin de los place-res y las transgresiones en una sociedad permisiva, ypredominancia de soluciones biogrficas a contra-dicciones sistmicas. Podr entonces seguir soste-nindose una crtica ideolgica para esta nueva ex-presin de la modernidad?

    Para aproximarnos a la respuesta, resulta necesa-rio reconstruir la nocin que la misma crtica impu-

    22.- Benhabib, op. cit.

    23.- Larran, J. (2010). El concepto de ideologa. Vol 4. Postestructuralismo, Postmodernismo y Posrmarxismo. Santiago: Lom Ediciones

    24.- Bauman, op. cit., p. 33. ISB

    N:

    18

    85

    -4

    77

    X

    YO

    UK

    ALI

    , 1

    3

    pg

    ina

    87

    MIS

    CEL

    N

    EA

  • so en su recepcin de los desarrollos propuestos porMarx. Para ello, se seguirn las propuestas tericasde Slavoj iek para la nocin de ideologa.

    Siguiendo a Marx y su anlisis del fetichismo dela mercanca, donde se describe con precisin el me-canismo bajo el cual las relaciones entre personas secosifican en la forma mercanca para asumir la apa-riencia de un hecho esencial y natural al objeto; en-contramos una matriz de anlisis que nos permitegenerar las mltiples formas de la inversin fetichis-ta. En este sentido, para la especificidad de la crticaideolgica, iek25 argumenta la necesidad de elu-dir la fascinacin fetichista del contenido, oculta trasla forma, de manera que el secreto a develar no seaya precisamente el secreto del contenido sino el se-creto mismo de la forma:

    De dnde procede, entonces, el carcter mis-terioso que presenta el producto del trabajo,tan pronto como reviste forma de mercanca?Procede, evidentemente, de esta misma for-maEl carcter misterioso de la forma mer-canca estriba, por tanto, pura y simplemente,en que proyecta ante los hombres el carctersocial del trabajo de stos como si fuese un ca-rcter material de los propios productos de sutrabajo26

    Para Marx, a diferencia de la recepcin que realiza laEscuela de Frankfurt centrada en el contenido misti-ficado por mecanismos de poder, lo relevante es elanlisis de la forma, de manera que el fetichismo dela mercanca ya no es una cierta ilusin que refleja larealidad, sino una forma fantasmagrica, una fan-tasa que opera en el centro del proceso de produc-cin social: Lo que aqu reviste, a los ojos de los hombres,la forma fantasmagrica de una relacin entre objetos ma-teriales no es ms que una relacin social concreta estable-cida entre los mismos hombres27

    Con iek, es posible afirmar que la recepcin querealiza la Escuela de Frankfurt del concepto de ideo-loga formulado por Marx a partir de su anlisis delfetichismo de la mercanca, se ha interpretado de ma-nera parcial, considerando slo el primer momentodel anlisis crtico de la inversin fetichista: la crticaideolgica clsica, ha procedido intentando descubrirel significado oculta tras la forma (para Marx, el signi-ficado del valor de la forma). Sin embargo, como elmismo Marx argumenta, revelar el secreto, su esen-cia, no basta, es necesario dar un paso ms all en la

    direccin del secreto de la forma, es decir, cmo esque el significado oculto (su contenido positivo), se hasubsumido tras una forma especfica.

    Si se sigue esta reformulacin, ya no se tratara deelevar la ideologa a una conciencia crtico-reflexivao de quitarse sus anteojos distorsionadores, sino deexperimentar que la realidad no puede reproducirsesin una mistificacin ideolgica, pues se encuentrainscrita en ella misma. De esta manera, la efectivi-dad social slo sera posible a condicin de que losindividuos que participan en ella no sean conscien-tes de su lgica: sta es probablemente la dimensinfundamental de la ideologano es simplemente una fal-sa conciencia, una representacin ilusoria de la realidad,es ms bien a esta realidad a la que se ha de concebir comoideolgica28

    En este sentido, para iek la distorsin ideolgi-ca se encuentra localizada ya no en lo que los indivi-duos piensan o creen, sino en lo que hacen. Los indi-viduos saben que tras las relaciones entre las cosasexisten relaciones entre personas, sin embargo, laparadoja se produce cuando se advierte que es en supropia actividad social donde las personas actancomo s no supieran. Sin embargo, lo que no sa-ben es que en su realidad estn orientados por unailusin fetichista, de manera que lo que se reconocefalsamente no es la realidad, sino la ilusin que lasostiene y estructura la actividad social.

    Consecuentemente, para la Escuela de Frankfurtla estrategia de resolucin del mecanismo ideolgi-co descansa en un procedimiento racional que refle-xiviza los trminos de su misma crtica, por cuantoresponde a una pretensin ilustrada que confa enque el esfuerzo de reflexionar y pensar sobre lo so-

    25.- iek, S. (1992). El sublime objeto de la ideologa. Buenos Aires: Siglo XXI

    26.- El capital, ed. cit., p. 37.

    27.- Ibd., p. 38

    28.- iek, op. cit., p. 46.ISBN

    : 1

    88

    5-4

    77

    X

    YO

    UK

    ALI

    , 1

    3

    pg

    ina

    88

    MIS

    CEL

    N

    EA

  • cial conduce indefectiblemente a la conciencia crti-ca, cayendo presa de su propia crtica. Al respecto, lasiguiente afirmacin de Horkheimer es reveladora:la teora en general cae en descrdito porque la forma depensamiento ms avanzada del presente es la teora crticay todo esfuerzo intelectual consecuente que se interese porel hombre desemboca en ella por su propio sentido29. Sinembargo, cmo interpretar el hecho de que un indi-viduo, consciente de las determinantes sociohistri-cas de su situacin de dominacin, no vincule el sa-ber consciente con una praxis transformadora?

    En este sentido, para conservar la operatividadde la crtica ideolgica se hace necesario desvincularel concepto del nfasis exclusivamente representa-cional, de manera que la ideologa deje de ser unamera ilusin, una representacin errnea o distor-sionada de su contenido social.

    Lo que se pone en juego en este punto para iekes la tesis lacaniana segn la cual la verdad tiene laestructura de un relato de ficcin, de tal manera queuna de las tareas de la crtica ideolgica contempo-rneas sea la de identificar los elementos que bajo laforma de un relato de ficcin, permiten establecer elcarcter antagnico del sistema y, a la vez, sustraer-nos de la autoevidencia de su identidad estableci-da. Precisamente, porque el efecto ideolgico operacerrando un campo de sentido especfico, anudandosu significacin a travs de un significante particularque, por un juego de pura diferencialidad, emergecomo un representante universal de todos los de-ms, otorgndole coherencia al campo que totaliza.De manera que uno de los desafos centrales para lateora crtica hoy, sea el de operar la apertura-distin-cin del campo de sentido suturado, cerrado por la

    forma del relato ideolgico.En consecuencia, una ideologa no es necesaria-

    mente falsa. Lo relevante no es su contenido sino elmodo como este contenido se relaciona con la posi-cin subjetiva desde donde se enuncia. Estamos den-tro del espacio ideolgico desde el momento en queeste contenido es funcional a alguna relacin de do-minacin social de una manera no transparente: Lalgica misma de la legitimacin de la relacin de domina-cin debe permanecer oculta para ser efectiva30. La pre-gunta relevante entonces para la crtica ideolgica po-dra ser formulada de la siguiente manera: cul es laposicin subjetiva en la topologa social del enun-ciado ideolgico, que orden de intereses soporta?.

    Se trata, en este preciso sentido, de lo que podr-amos llamar una mentira de segundo orden, don-de la falsedad o verdad del enunciado no refleja di-rectamente el engao, sino un procedimiento que si-mula la verdad de su posicin de enunciacin.Nuevamente, se trata de ocultar los intereses y sucampo de influencia social tras un relato cuya formasimula una verdad, independientemente de su con-tenido positivo.

    Una de las expresiones contemporneas de estaforma de simulacro ideolgico, es lo que autores co-mo Peter Sloterdijk31 han denominado como laconciencia cnica, donde su formulacin contem-pornea ya no puede consistir en un ellos no lo sa-ben pero aun as lo hacen, recordando con ello laformulacin de Marx en relacin al efecto del feti-chismo de la mercanca, sino como un ellos lo sabeny aun as lo hacen. El cinismo, como forma ideol-gica contempornea, opera externalizando las cau-sas de las condiciones sociales, de manera que el su-jeto pueda desprenderse de la responsabilidad deactuar. Externalizacin de la causa objetivada queanuda precisamente el efecto ideolgico fundamen-tal: anulacin de la crtica y la praxis transformado-ra. Si la ilusin, en cambio, estuviera del lado del co-nocimiento, el cinismo sera una posicin postideo-lgica, sin ilusiones.

    La forma ideologa al ser independizada de sudeterminacin representacional, nos obliga, sin em-bargo, a preguntarnos por su especificidad. Paraiek32 la distorsin es reveladora por s misma, demanera que lo que emerge en las distorsiones de larealidad es lo que Lacan denomina lo real, el trau-ma alrededor del cual se estructura la realidad so-cial: su espectro.

    29.- Horkheimer, op. cit., p. 67

    30.- El espectro de la ideologa, ed. cit., p. 15

    31.- En El sublime objeto de la ideologa, ed. cit.

    32.- El espectro de la ideologa, ed. cit. ISBN

    : 1

    88

    5-4

    77

    X

    YO

    UK

    ALI

    , 1

    3

    pg

    ina

    89

    MIS

    CEL

    N

    EA

  • En el anlisis de la Escuela de Frankfurt, la ideologaya no puede explicar la mistificacin de la realidad,ya que sta misma se ha vuelto ideolgica. Sin em-bargo, en la propuesta de iek:

    aunque no haya una lnea clara de demarca-cin que separe la ideologa de la realidad,aunque la ideologa ya est operando en todolo que experimentemos como la realidad, sinembargo debemos sostener la tensin quemantiene viva la crtica de la ideologaes po-sible suponer una posicin que nos permitamantener una distancia con respecto a ella, pe-ro este lugar desde el que se puede denunciarla ideologa debe permanecer vaco, no puedeser ocupado por ninguna realidad definida po-sitivamenteen el momento en que pretende-mos ocupar este lugar vaco caemos irremedia-blemente en el lodo ideolgico33

    Este vaco es precisamente el espectro de la ideologa,su ncleo pre-ideolgico, como un residuo de la sim-bolizacin en su intento de domesticar el antagonis-mo real. Se trata, en este sentido, del resto de unaoperacin de represin primordial de algo que nopuede ser simbolizado por el lenguaje: el nombre da-do por iek a este antagonismo es lucha de clases.

    Esta reformulacin de la nocin de ideologa, to-ma al psicoanlisis lacaniano como pilar terico alpermitir diferenciar el espectro de la ficcin simblica.Mientras la ficcin simblica es aquella realidad es-tructurada como relato (construccin social de larealidad), el espectro es el resto que no pudo sersimbolizado (lo Real), la parte de la realidad quequeda sin simbolizar, es decir, sin ser parte del rela-

    to que es la ficcin simblica. En otras palabras,

    la realidad nunca es directamente ella misma,se presenta slo a travs de su simbolizacin in-completa, y las apariciones espectrales emer genen esta misma brecha que separa para siempre larealidad de lo real, y a causa de la cual la realidadtiene el carcter de una ficcin (simblica): el es-pectro le da cuerpo a lo que escapa de la realidad(simblicamente estructurada)34

    Si la realidad es socialmente construida entoncesnunca est completa, su construccin se asienta so-bre la base de un juego hegemnico (poder, inclu-sin/exclusin). En la ficcin simblica no hay unacuerdo o pacto simtrico entre las clases o gru-pos sociales; no es la sociedad internamente cohe-rente la que construye la realidad pues algo debe serexcluido para que la realidad social pueda consti-tuirse. Esto hace que aquello que queda por fuera dela realidad simblicamente construida continua-mente aparezca como un espectro.

    Desde Marx, el espectro de la sociedad capitalis-ta es la lucha de clases, que impide a la realidadsocial constituirse como una totalidad consistente.En este sentido es que con la lectura lacaniana quehace iek de Marx, la lucha de clases es lo real: unobstculo que hace surgir simbolizaciones siemprenuevas por medio de las cuales se intenta domesti-carlo, de manera que la lucha de clases es un signifi-cante para aquello que no puede ser suficientemen-te simbolizado.

    La constitucin misma de la realidad social supo-ne entonces la represin primordial de un antago-nismo, de modo que el sostn final de la crtica de laideologa ya no es la realidad, sino lo real reprimi-do del antagonismo.

    En este sentido, la crtica ideolgica de la Escuelade Frankfurt sigue la misma ausencia delMaterialismo Histrico de Marx, que es desde don-de extrae su poder comprensivo. En palabras detienne Balibar,

    la idea de una teora de la ideologa fue siem-pre apenas una manera ideal de completar elmaterialismo histrico, de llenar un hueco ensu representacin de la totalidad social, y porlo tanto una manera ideal de constituir el mate-rialismo como un sistema de explicacin com-pleto en su tipo35.

    El nombre de este hueco es lucha de clases como

    33.- Ibd., p. 26

    34.- Ibd., p. 31.

    35.- Ibd., p. 173.ISBN

    : 1

    88

    5-4

    77

    X

    YO

    UK

    ALI

    , 1

    3

    pg

    ina

    90

    MIS

    CEL

    N

    EA

  • el lmite inherente que atraviesa la sociedad y le im-pide constituirse en una totalidad coherente, sutura-da en s misma.

    En torno al control pulsional de la forma ideolgica

    Luego de este anlisis, qu posibilidades existenpara que el sujeto consiga desprenderse del efectoideolgico?, qu imposibilita el surgimiento de unacrtica ideolgica en la dimensin de las propiasprcticas sociales?

    De los tericos de la Escuela de Frankfurt, quienconsigue desarrollar con mayor detalle las razonesdel cierre del universo de la crtica es HerbertMarcuse. Como se seal ms arriba, para l, la ide-ologa se ha vuelto indistinguible de la realidad, demanera que recurre a la crtica de la racionalidad ins-trumental para establecer el principio organizador dela dominacin en la sociedad postindustrial.Especficamente, para identificar en la satisfaccinadministrada de necesidades el mecanismo especfi-co de la reduccin de la crtica al interior de la socie-dad. Para ello, procede vinculando psicoanlisis yanlisis social. La reflexin es que Eros, en tanto or-ganizacin pulsional de la vida psquica, se encuen-tra organizado histricamente por el principio de re-alidad, enfrentando constreimientos necesarios,otras veces, abiertamente represivos para la libre ex-presin de las pulsiones sexuales. La satisfaccin ad-ministrada de necesidades encontrara en este meca-nismo represivo, la fuente de gratificacin necesariapara anular la posibilidad del ejercicio crtico sobrelas condiciones de existencia en la sociedad moderna:

    toda liberacin depende de la toma de concien-cia de la servidumbre, y el surgimiento de estaconciencia se ve estorbado siempre por el predo-minio de necesidades y satisfacciones que, engrado sumo, se han convertido en propias delindividuoel objetivo ptimo es el reemplazode necesidades falsas por otras verdaderas, elabandono de la satisfaccin represiva36

    Sin embargo, tal como lo describe Bauman37, se ob-serva que la bsqueda de placer se ha convertido enel instrumento principal de la conservacin del or-den, de manera que el principio de placer se encuen-tra al servicio del principio de realidad al acoplar eldeseo al orden social. Segn este autor, esta fase dela modernidad asiste a la reconciliacin del principio

    de placer y realidad. En este preciso sentido, lejos detener que reprimir los deseos, se impone y promue-ve su liberacin ms all de todo lmite. La bsque-da de placer analizada por la Escuela de Frankfurt,constituida como fuente de amenaza en la sociedadpostindustrial, en la actualidad funciona como su so-porte principal: la sociedad postindustrial se organi-za en torno a la permisividad, promueve la prolife-racin de los placeres.

    Efectuando una inflexin en los planteamientosde Marcuse, lo que permanece ausente en su anlisises un concepto que le permita observar el placer ex-cesivo que describe Bauman y iek, como promesaideolgica de satisfaccin plena. Este concepto es elde goce en psicoanlisis lacaniano, en tanto placerexcesivo que consiste a condicin de un plus de sa-tisfaccin pulsional, concepto que permite interpre-tar ese apego apasionado del individuo a sus pro-pias condiciones de dominacin. Se trata, en estesentido, de un modo especfico de dominio sobre elcuerpo y la subjetividad. Por este motivo, cuandoMarcuse seala que la razn tecnolgica se ha hechorazn poltica38, habr que entender no tan slo esesistema complejo conformado por la poltica y laeconoma que coloniza el mundo de la vida, sinopor sobre todo el poder del desarrollo tecnolgicopara hacer del goce un factor poltico; irracional porexcelencia (no hay una razn que lo disuelva).

    La bsqueda de placer excesivo que describeBauman en la fase actual de la sociedad moderna, seencuentra soportada por un cierto mandato econ-micamente administrado que obliga a los individuosa perseguir este plus de goce39, de manera que elsustrato de la forma ideolgica hoy incorpora una

    36.- Marcuse, op. cit., p. 29.

    37.- Bauman, Z. (2008). La sociedad sitiada. Buenos Aires: Fondo de Cultura Econmica.

    38.- Marcuse, op. cit., p. 18

    39.- El sublime objeto de la ideologa, ed. cit. ISB

    N:

    18

    85

    -4

    77

    X

    YO

    UK

    ALI

    , 1

    3

    pg

    ina

    91

    MIS

    CEL

    N

    EA

  • dimensin que no es simplemente disoluble con unexamen reflexivo sobre las condiciones de existenciao las necesidades verdaderas, pues ha subsumido elpropio cuerpo en la promesa de satisfaccin pulsio-nal. As, el goce permitido se convierte en goce obli-gatorio, modulado por una economa poltica delplacer, como mecanismo especfico de coordinacinsocial.

    Este desarrollo tiene algunos puntos de contactocon la nocin de desublimacin represiva formu-lada por Marcuse, la distincin, sin embargo, se en-cuentra en que esta no es privativa de la racionali-dad instrumental sino la forma especfica de una for-ma ideolgica cuyo mandato es el de un imperativoa perseguir el goce. En palabras de iek, se trata deun hedonismo represivo del goce pleno.

    Para iek40, el goce es vehiculizado en manda-tos que interpelan a los individuos a perseguir esteplus de goce. Sin embargo, el goce es incompatiblecon el orden simblico, pertenece al orden de lo re-al, de manera que cuando el individuo ingresa en es-te terreno, obtura la posibilidad de que el deseoemerja estructurado simblicamente. Dicho ms cla-ramente, no es posible ejercer la crtica, instrumentarel pensamiento, ya que el propio cuerpo se encuen-tra comprometido con la satisfaccin represiva delmandato de goce.

    Conclusiones

    Segn el desarrollo de este ensayo, hemos podidoapreciar que la manera en que los tericos deFrankfurt entendieron la nocin de ideologa experi-ment importantes cambios y, as tambin, recibidiversos grados de relevancia explicativa para elanlisis de la modernidad: desde una recepcin delconcepto de Marx como falsa conciencia, poniendoel nfasis en contenidos mistificados por determina-das relaciones de poder, a una crtica de la racionali-dad instrumental cuyo nfasis es una concienciadespolitizada y tecnocrtica. La Escuela de Frank -furt cuestiona la versin positiva clsica de la crticaideolgica fundada por Marx por considerar que uncierto sesgo opera internamente en su aceptacin dela racionalidad instrumental como habilitadora de laevolucin social. Para la Escuela, ser esta misma ra-cionalidad la que profundiza y extiende las condi-ciones de dominacin en la sociedad moderna.

    En cierto modo, la crtica al concepto de ideolo-ga en Marx, presente en la Escuela de Frankfurt,

    aun cuando procede reconociendo la ausencia deuna base material para la expresin de una falsa con-ciencia en la sociedad industrial avanzada, lo hacetambin suponiendo una cierta parcialidad analticaal considerar que la ideologa en Marx es el con-cepto (como falsa conciencia). Ms bien de lo que setrata, y esta es la utilidad de la crtica ideolgica enel anlisis social, es de retornar a la inquietud funda-mental en Marx respecto a identificar un fenmenocapaz de explicar la reproduccin fetichista sistmi-ca en las relaciones sociales. El desafo es desplegarla crtica ideolgica segn los problemas que la pro-pia realidad social nos propone. La ideologa no sesupera o termina porque su concepto no refleja la re-alidad y sus cambios (como falsa conciencia), es lapropia realidad la que nos interpela a reformular -reconceptualizar la crtica ideolgica rescatando sumpetu fundador.

    Se sigue sosteniendo la crtica inmanente deMarx y su procedimiento del desenmascaramiento,aunque de modo subsidiario a la racionalidad ins-trumental. Desde este punto de vista, el mtodo deanlisis crtico sigue preso del anlisis del contenido.Sucumbe a su fascinacin fetichista, sin dar un pasoadelante en la direccin de cuestionar el secreto de laforma, tal como procede Marx en la crtica de la eco-noma poltica en su expresin ms acabada. Es porello que la solucin o desenmascaramiento en los te-ricos de Frankfurt, sigue ligada al esfuerzo raciona-lista de la crtica. La propuesta desarrollada en esteensayo ha sido precisamente el de retomar la crticade la forma; para nuestro desarrollo especfico, laforma ideolgica.

    Mientras los tericos de Frankfurt aceptaron la

    40.- Ibd.ISBN

    : 1

    88

    5-4

    77

    X

    YO

    UK

    ALI

    , 1

    3

    pg

    ina

    92

    MIS

    CEL

    N

    EA

  • crtica de la economa poltica, permanecieron en lascoordenadas de la crtica de la ideologa, mientrasque la nocin de racionalidad instrumental, inscribela crtica en un campo externo de mecanismos no-ideolgicos que actan como el fundamento de ladominacin social. As, la ideologa ya no es conce-bida como un velo de la realidad, ya que ideologa yrealidad tienden a converger.

    Siguiendo a Martn Jay41, el desplazamiento ha-cia el psicoanlisis de la crtica ideolgica en laEscuela de Frankfurt, constituy el instrumental te-rico que permiti dar cuenta de las consecuencias in-dividuales, amplificadas como accin social, de lamantencin y reproduccin de las estructuras. Gra -cias al psicoanlisis pudo llenar un vaco en la pro-pia teora marxista relativa a explicar la estructura-cin de la accin social. Freud les provey de uncuerpo terico que permiti entender la constitucinde la individualidad moderna, su relacin con las es-tructuras y las posibilidades de produccin y trans-formacin. El ejemplo ms notable lo constituyendos obras fundamentales, aunque tardas dentro dela historia de la Escuela: Eros y Civilizacin, y poste-riormente El Hombre Unidimensional, ambas deHerbert Marcuse.

    Tambin se ha propuesto que una de las tareas dela crtica ideolgica hoy es la de identificar los ele-mentos que bajo la forma de un relato de ficcin,permiten identificar el carcter antagnico del siste-ma, dejando abierta la brecha que separa lo Real desu simbolizacin, que es el lugar del antagonismosocial, del cual slo tenemos noticia por sus aparicio-nes espectrales en la forma de las ficciones simbli-cas del relato ideolgico. El desafo, desde este pun-

    to de vista, consiste en sostener la apertura-distin-cin del campo de sentido suturado por el relato ide-olgico: desatar su nudo.

    Del mismo modo, el contrapunto con la Escuelade Frankfurt respecto a la relevancia asignada alcontenido mistificado, dirige la atencin hacia el lu-gar desde donde se enuncia el relato y sus mandatosde sujecin/subjetivacin.

    Un campo posible de aplicacin de esta propues-ta de ejercicio crtico, es precisamente el mbito de lacultura popular. A decir de Marcuse:

    la conquista y unificacin de los opuestos, queencuentra su gloria ideolgica en la transfor-macin de la alta cultura en popular, tiene lu-gar sobre una base material de satisfaccin cre-ciente. sta es tambin la base que permite unatotal desublimacin42.

    Lo que Marcuse desdea en esta inversin, o perma-nece como no advertido, es precisamente su carcterideolgico, no reductible a la desublimacin, msall del sentido descriptivo de la precarizacin ymercantilizacin de lo esttico en la sociedad postin-dustrial. Si se sigue de cerca la Tesis VII Sobre la filo-sofa de la historia de Benjamin, descubriremos que,en sus palabras no existe un documento de la culturaque no lo sea a la vez un documento de la barbarie43. Eneste sentido, la invitacin es a superar la crtica ideo-lgico descriptiva, para dar paso al anlisis de lasformas ideolgicas en los mismos productos de labarbarie, descubriendo all las imgenes de mun-do que encarnan las formas ideolgicas (cine, litera-tura, msica, etc.). Sobre todo por su vnculo con sa-tisfacciones crecientes o promesas de aquello en labase material. El anlisis de las formas ideolgicasen la cultura popular, se orienta tambin en la direc-cin de identificar los ncleos de goce que sostienenlos mandatos ideolgicos respecto a qu y cmo de-sear, haciendo del efecto ideolgico un efecto prcti-co: ms all del contenido y la representacin, en-contramos la forma y la reproduccin prctica.

    Bibliografa

    Bauman, Zygmunt. (2009). Modernidad Lquida.Buenos Aires: Fondo de Cultura Econmica.

    Bauman, Zygmunt. (2008). La sociedad sitiada. BuenosAires: Fondo de Cultura Econmica.

    41.- Jay, M. (1974). La imaginacin dialctica. Madrid: Taurus.

    42.- Marcuse, op. cit., 92

    43.- Benjamin, W. (1989). Discursos interrumpidos I. Buenos Aires: Taurus, p. 55. ISBN

    : 1

    88

    5-4

    77

    X

    YO

    UK

    ALI

    , 1

    3

    pg

    ina

    93

    MIS

    CEL

    N

    EA

  • Benhabib, Seyla. (1994). La crtica de la razn instru-mental. En iek, Slavoj (Comp). (2005).Ideologa. Un mapa de la cuestin. Mxico: Fondode Cultura Econmica.

    Benjamin, Walter. (1942). Tesis sobre la filosofa de lahistoria. En Benjamin, Walter (2009). La dialcti-ca en suspenso. Santiago: Lom

    Benjamin, Walter. (1936). La obra de arte en la pocade su reproductibilidad tcnica. En Benjamin,Walter. (1989). Discursos interrumpidos I. BuenosAires: Taurus.

    Habermas, Jrgen. (1989). Teora de la AccinComunicativa. Madrid: Taurus.

    Habermas, Jrgen. (1981). La reconstruccin del mate-rialismo histrico. Madrid: Taurus.

    Horkheimer, Max. (2000). Teora tradicional y teoracrtica. Barcelona: Paids.

    Jay, Martin. (1974). La imaginacin dialctica. Madrid:Taurus

    Larran, Jorge. (2010). El concepto de ideologa. Vol 4.Postestructuralismo, Postmodernismo yPosrmarxismo. Santiago: Lom Ediciones

    Larran, Jorge. (2009). El concepto de ideologa. Vol 3.

    Irracionalismo, historicismo y positivismo:Nietzsche, Mannheim y Durkheim. Santiago: LomEdiciones

    Marcuse, Herbert. (1969). El hombre Unidimensional.Ensayo sobre la ideologa de la sociedad industrialavanzada. Mxico: Editorial Joaqun Mortiz.

    Marcuse, Herbert. (1968). Eros y civilizacin.Barcelona: Editorial Seix Barral.

    Marcuse, Herbert. (1937). Filosofa y Teora Crtica.En Marcuse, Herbert (1970). Cultura y Sociedad.Buenos Aires: Sur.

    Marx, Karl. (2000). El Capital. Tomo I. Crtica de laEconoma Poltica. Mxico: Fondo de CulturaEconmica.

    Marx, Karl; Engels, Friedrich. (1994). La ideologa ale-mana. Valencia: Universidad de Valencia.

    iek, Slavoj. (1994). El espectro de la ideologa. Eniek, Slavoj (Comp). (2005). Ideologa. Un mapade la cuestin. Mxico: Fondo de CulturaEconmica.

    iek, Slavoj. (1992). El sublime objeto de la ideologa.Buenos Aires: Siglo XXI.

    ISBN

    : 1

    88

    5-4

    77

    X

    YO

    UK

    ALI

    , 1

    3

    pg

    ina

    94

    MIS

    CEL

    N

    EA