Zavala_el Libro y Sus Orillas

40
El libro y sus orillas Roberto Zavala Ruiz

description

Zavala_el Libro y Sus Orillas

Transcript of Zavala_el Libro y Sus Orillas

  • El libro y sus orillas

    RobertoZavala Ruiz

  • El libro y sus orillas.Tipografa, originales, redaccin,correccin de estilo y de pruebas

  • El libro y sus orillas.Tipografa, originales, redaccin,correccin de estilo y de pruebas

    Roberto Zavala Ruiz

  • Primera edicin, 2012

    Zavala Ruiz, Roberto El libro y sus orillas. Tipografa, originales, redaccin, correccin de estilo y

    de pruebas / Roberto Zavala Ruiz ; prl. de Blanca Pulido. Mxico : FCE, 2012

    XVI + 431 p. ; 23 17 cm (Colec. Libros sobre Libros) ISBN 978-607-16-1016-4

    1. Libro 2. Edicin 3. Editorial I. Pulido, Blanca, prl. II. Ser. III. t.

    LC Z121 Dewey 070.5 Z3351

    Distribucin mundial

    Fotografa de portada: Alejandro Cruz Atienza

    D. R. 2012, Fondo de Cultura EconmicaCarretera Picacho-Ajusco 227; 14738 Mxico, D. F.www.fondodeculturaeconomica.comEmpresa certifi cada ISO 9001:2008

    Comentarios: [email protected]. (52 55) 5227 4672; fax (52 55) 5227 4640

    Se prohbe la reproduccin total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio, sin la anuencia por escrito del titular de los derechos.

    ISBN 978-607-16-1016-4

    Impreso en Mxico Printed in Mexico

  • Sumario

    Nota del editor xi

    Prlogo. Veinte aos despus, desde otra (y la misma) 0rilla xiii

    Prefacio a la primera edicin xv

    i. La orilla tipogrfi ca: de la madera y el plomo al rayo lser 1 Apndice al captulo i: A orillas de esta orilla 69

    ii. La orilla original 83 Apndice al captulo ii: Normas para la redaccin de la fi cha bibliogrfi ca 111

    iii. A orillas de la escritura 131 Apndice i al captulo iii: Tngalo presente cuando escriba: reglas prcticas de G. Martn Vivaldi 252 Apndice ii al captulo iii: Por qu cantar con canto no aprendido?: los textos en las editoriales 256

    iv. Orillas paralelas: correccin de estilo y anotacin tipogrfi ca 273 Apndice al captulo iv: Minucias del lenguaje 374

    v. A orillas de la errata: pruebas y contrapruebas 387 Apndice al captulo v: Empleo de los signos de correccin 408

    A manera de eplogo 409

    Bibliografa 411

    ndice analtico 417

    ndice general 427

  • Para lvaro,defi nidor del antes y el despus

    en este mi tiempo nuevo

    Para Merced y Mercedes,all donde se hallen

    Y para ti,en espera de que acabes

    de llegar

  • [ xi ]

    Nota del editor

    Experimento una dicha doble al presentar esta edicin de El libro y sus orillas. En primer lugar, porque aparece dentro de la coleccin Libros sobre Libros, que busca ofrecer herramientas prcticas a todos aquellos involucrados en la gestacin de productos editoriales; desde que se pu-blic por primera vez, en los ya remotos primeros aos noventa, la obra de Roberto Zavala Ruiz ha sido un muy transitable puente para quienes desean cruzar hacia el mundo de la edicin: su exposicin al grano, siem-pre concreta, fruto de la experiencia y la refl exin sobre esa experiencia, sirve para que los nefi tos sepan qu armas velar a la hora de convertirse en correctores de textos y para que los expertos contrasten opiniones o conozcan los porqus de algunas de sus prcticas. Hoy, totalmente revi-sado y puesto al da, este libro ratifi ca su carcter inicitico y la vocacin de su autor por compartir un saber que durante mucho tiempo slo poda adquirirse siendo aprendiz al lado de un ofi cial competente y generoso, cualidades que por excepcin cohabitan en una persona.

    La segunda razn de mi dicha est en que ahora puedo decirle gra-cias, pblicamente, al propio Roberto Zavala Ruiz a quien conoc primero como annimo lector, luego como colega y fi nalmente, si l no piensa lo contrario, como amigo por haber escrito este clsico de nuestro gremio y sobre todo por haber confi ado en que el Fondo de Cultura Econmica poda darle un nuevo impulso (no est de ms aclarar que los preceptos ofrecidos aqu no coinciden punto por punto con los que a diario aplica la editorial en la confeccin de sus publicacio-nes, ya que ste no es un manual de estilo institucional sino la obra de un autor de carne y hueso, con sus opiniones y preferencias, sus apasio-nadas fi lias y una que otra fobia). Confo en que nuevos lectores apro-vecharn la lectura de este trabajo, tan lleno de advertencias, consejos, humor, recomendaciones de lectura, y que jvenes generaciones de hacedores de libros encontrarn aqu el auxilio que muchos otros he-mos hallado.

    Orillera en un nuevo sentido, la obra de Zavala Ruiz est lejos de ser un rido manual sobre el correcto uso de la lengua o un refunfun

  • el libro y sus orillasxii

    catlogo de gazapos; hoy que las tecnologas de produccin y los mo-dos de leer parecen ensayar un rquiem por el pronto fallecimiento del libro sobre papel, est claro que el cuidado de la expresin escrita sigue siendo algo trascendente, por lo que ser muy productivo este volu-men para todo aquel interesado en comunicarse con precisin e incluso con elegancia. Tipografa, puntuacin, mtodos de marcado y correc-cin, formas de consignar una bibliografa, funcin de los textos peri-fricos, cuadros, frmulas: el temario cubierto aqu es muy amplio y por momentos enredoso, pero Zavala Ruiz procura siempre mostrar soluciones realistas a la variedad de problemas que surgen en el largo camino que va de la idea al ejemplar impreso.

    El tomo que el lector tiene delante de los ojos contiene mucho ms que una remozada al libro que con tanta suerte circul durante ms de dos dcadas al amparo de la unam, en una serie hermana de la que ahora lo acoge: la Biblioteca del Editor. Haca tiempo que el autor se mo-ra de ganas por enmendar erratas, actualizar datos o ejemplos, me-jorar la composicin tipogrfi ca, todo lo cual hemos hecho ahora, amn de que un gran nmero de nuevas obras han entrado a la conversacin que aqu se presenta. Se han omitido secciones que el progreso tcnico volvi obsoletas y se introdujeron otras que los tiempos actuales de-mandaban; se conserv en todo momento como centro al libro tal como an lo conocemos, pero sin negar la existencia y el predecible auge del e-book. En dos dcadas las orillas a las que se refi ere el ttulo de esta obra se han modifi cado, pero la mdula permanece.

    Enhorabuena, pues, al autor, al Fondo y, sobre todo, a los lectores, por este renacimiento de El libro y sus orillas.

    Toms Granados SalinasDirector de la coleccin

  • [ xiii ]

    PrlogoVeinte aos despus, desde otra (y la misma) orilla

    Han pasado casi veinte aos y bastantes reediciones desde que se pu-blic la primera edicin de El libro y sus orillas en la unam, en 1991, en la Biblioteca del Editor. Nosotros, los de antes, ya no somos los mis-mos, y por diversos avatares, la obra cambia ahora de casa y su autor decidi hacerle unos ajustes en la mudanza.

    Como todos bien sabemos, las mudanzas son ideales para renovarnos o reinventarnos. As, algunos aspectos de esta obra han sido revisados por Roberto Zavala Ruiz con el fi n de ofrecer a sus fi eles lectores (que di-ligentemente han agotado miles de ejemplares de la obra que usted tiene ante sus ojos, a lo largo de dos dcadas ya) algunas ampliaciones dentro de su perspectiva. Y no todas se refi eren, como podra pensarse, a consi-deraciones respecto al moderno formato digital de los libros. El autor se ha dado el lujo de extenderse all y aqu en pequeos o grandes deta-lles, como un pintor o un escultor que tuviera la oportunidad de rehacer su obra y enriquecerla con adiciones y matices necesarios para profundi-zar sus alcances.

    As, en esta nueva casa, la obra, que bsicamente sigue siendo la misma, adquiri habitaciones nuevas, sin abandonar su matiz ni su personalidad, edifi cadas alrededor del tema de temas que sigue estan-do en el centro de la atencin y las pasiones de su autor: la redaccin, revisin y factura editorial de textos con vocacin de transformarse en libros, desde su presentacin hasta su escritura (detenindose en aspec-tos del uso del lenguaje, con hermosos ejemplos literarios nuevos), pa-sando por su posterior revisin, factura tipogrfi ca, diseo editorial e impresin, atravesando por el complejo proceso de la intervencin de todos los actores que colaboran (con diversas fortunas) en este proyecto a varias manos: los editores, correctores, diseadores, impresores, entre otros profesionistas, todos con la meta (se supone) de llegar a buen puerto, al puerto ltimo: crear un libro. Y no en cualquier forma, por encargo, lo que da por resultado libros malhechos, mercenarios, des-cuidados, arrojados al mundo slo por cumplir un trabajo rutinario. No: en esta obra el lector encontrar, es necesario sealarlo?, disquisi-

  • el libro y sus orillasxiv

    ciones y apuntes, consideraciones, recuerdos, ancdotas, sealamien-tos y maneras de proceder, todos organizados con extrema precisin por el autor y reunidos con amorosa paciencia, con el deseo de entregar la estafeta a quien se interese por hacer libros de la mejor manera posi-ble, lo que implica el arte de preocuparse por los detalles, s, para resol-verlos, y lograr el equilibrio y la belleza a la hora de proponerse escri-bir, revisar, corregir, editar o imprimir un libro bien hecho.

    Lo que se propuso Roberto Zavala desde que concibi su obra, pro-psito que hoy refrenda en esta nueva edicin, es proporcionar, a quie-nes requieran esa suma de saberes, el conocimiento y las referencias que podrn conducirlos a su meta: lograr la edicin cuidada y armo-niosa de un libro que d gusto leer, mirar y sostener entre las manos. De un libro que llegue al mundo con todo derecho, mostrando sus po-deres y su fi el naturaleza.

    Cada libro, cuando en su creacin intervienen tanto la pasin como la inteligencia, presenta siempre retos que es necesario superar con ele-gancia y disciplina. En un mundo en que la rapidez impera, el saber alrededor de la hechura de un libro sigue constituyendo un aprendiza-je que es necesario construir con ayuda de los que nos han precedido en el empeo. Los libros bien escritos, bien revisados, bien diseados y diligentemente armados e impresos sern siempre, adems, punto de partida para otros itinerarios: nuevos escritos, reseas, etctera. Pero se es ya otro cantar.

    Naveguemos por esta renovada orilla; por sus estaciones, las mis-mas y otras. El viaje y la compaa valen la pena.

    Blanca Luz Pulido

  • [ xv ]

    Prefacio a la primera edicin

    Yo s que es imposible bolero somos, a qu negar hacer coincidir el contenido imaginado por los diversos lectores con el impreso a esta obra por su autor. Y es imposible porque, con toda seguridad, habr quien slo encuentre dichos o cantos de Pero Grullo en los mismos apartados y secciones que otros hallen de verse y de leerse, y acaso de-masiado escuetos. Parece no haber remedio.

    En cuanto a la estructura, muchos temas podran haber fi gurado en un captulo distinto del que los contiene. Por ejemplo, el relativo a puristas e innovadores, integrado en el captulo iii, bien pudo pasar al iv, donde se trata de la correccin de estilo y la anotacin o marcado tipogrfi co. Algunos ms se abordan dos y tres veces, en una suerte de espiral creciente que los retoma para ampliarlos y relacionarlos con las distintas etapas del proceso editorial. As, el captulo i intenta tender una plataforma bsica de conocimientos, establecer un lenguaje co-mn que permita posteriormente referirse a puntos ms complejos, a particularidades de la edicin, dando ya por sabidos el concepto, el dato, la referencia ms sencilla.

    El autor de esta obra ha cometido sus pginas por dos razones. La primera es que quienes saben mucho de estos asuntos, o no escri-ben, o escriben a cuentagotas y destinan sus brevsimos apuntes a sus colaboradores o subalternos ms directos, en el mejor de los casos; se exceptuara quiz la escritura, pues en los ltimos aos se han escri-to y publicado numerosos manuales y cursos de redaccin, algunos muy buenos. La segunda es que si en Espaa se han impreso obras reco-mendables acerca de cmo se hace un libro, as como diccionarios y enciclopedias de las artes grfi cas, la crisis econmica los ha tornado in-alcanzables en ms de un sentido.

    El ttulo de esta obra, en fi n, hace mencin directa del contenido, pero tambin del tratamiento: ningn tema se agota, sino que ms bien se bordea; si bien es cierto que no se ahonda, se ofrece en cambio un panorama amplio y se remite a los interesados en planos profundos a la bibliografa respectiva.

  • el libro y sus orillasxvi

    Por ltimo, lo primero. Este libro debe todo a infi nidad de personas y de autores, por lo que cada nota, cada referencia bibliogrfi ca y cada ejemplo-guio deben leerse, ante todo, como una forma escrita de mi gratitud permanente.

    R.Z.R.

  • [ 1 ]

    i. La orilla tipogrfi ca: de la madera y el plomo al rayo lser

    1. Introduccin

    Todava no consiguen ponerse de acuerdo los estudiosos acerca de quin invent la imprenta. Por supuesto, ello implica tambin el cun-do y el dnde. Parece que el problema radica, como ocurre con la demo-cracia y el ejercicio del poder, en la defi nicin misma del trmino. Si se entiende por imprenta slo el arte de imprimir, habr que conceder el crdito a los chinos, quienes practicaban esta nobilsima actividad tres siglos antes de que naciera Cristo, y a los coreanos y vietnamitas, segn las investigaciones ms recientes. Pero si se atiende a una defi ni-cin ms precisa, segn la cual sera el arte de imprimir valindose de tipos movibles y auxilindose con una prensa adecuada, entonces la mayora de los autores reconoce como inventor de la imprenta europea a Johannes Gensfl eisch Gutenberg, y como fecha probable del hallazgo el ao 1440.1

    Otros investigadores atribuyen la invencin al italiano Pnfi lo tam-bin conocido como Pamphilo Castaldi, algunos ms al holands Lau-rens Janszoon Coster, y otros, en fi n, a un alemn de apellido Mentelin. Todos coinciden, sin embargo, en que el taller del probable maguntino, Gutenberg, fue el centro desde el cual habra de expandirse la imprenta hacia el mundo de entonces. Tampoco se impugna la noticia de que los primeros tipos sueltos (excepcin hecha de los manufacturados con ante-rioridad por chinos y coreanos) fueron fabricados por el prototipgrafo alemn y por un discpulo suyo, Peter Schoeffer o Schoiffer.

    Quede el crdito donde quedare, y ms all de reconocimientos o escamoteos, a partir de entonces el hombre logr reproducir en serie las ideas y conocimientos generados y retenidos por siglos. Cuando plane el saqueo y la conquista de Maguncia, el elector Adolf von

    1 Los datos que se citan en este apartado provienen en su mayora de tres fuen-tes: Agustn Millares Carlo, Introduccin a la historia del libro y de las bibliotecas, 3a. reimp., 1a. ed., Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1986; Jos Martnez de Sousa, Diccionario de tipografa y del libro, 2a. ed., Madrid, Paraninfo, 1981; y fce, Curso de formacin de editores, tema i, Mxico, s. f. (mimeografi ado).

  • el libro y sus orillas2

    Nassau estaba lejos de imaginar que ese 28 de octubre de 1462 se ini-ciara la expansin de la galaxia Gutenberg hacia todos los confi nes. La cultura pas de golpe de una virtual oralidad primaria al mbito de lo textual. Antes, alguien hablaba y converta a los oyentes en un gru-po, en un pblico verdadero; ahora, lo impreso propiciaba ms bien el viaje introspectivo, necesariamente individual. Si antiguamente se te-na la sensacin, al escuchar a un narrador o al leer un manuscrito, de recibir un conocimiento en gerundio, hacindose, con la imprenta el texto parecer concluido, consumado conocimiento en partici-pio, y esa impresin de fi nitud interpondr mayor distancia entre el lector y el autor.2

    En un tiempo en que las noticias viajaban con lentitud exasperante, los conocimientos cientfi cos y su aplicacin tenan que remontar ade-ms prejuicios y difi cultades de todo tipo. Ya se vio que para salir de Maguncia la imprenta hubo de esperar ms de veinte aos. A nadie asombrar que tardara ms de treinta para llegar a Espaa y estable-cerse en Segovia en 1472, ni que se demorara todava un ao ms para alcanzar las tierras valencianas. Poco a poco se extenda por Europa, y en Espaa, de donde haba de pasar al continente americano, fue di-fundindose con toda calma; tanta, que arrib primero a la Nueva Espaa (1539) que a Madrid (1556). Esper casi a que acabara el siglo antes de asentarse en Lima en 1584, y de la Nueva Espaa no pudo dar el salto hacia Puebla sino en 1640; ochenta aos despus, luego de an-dar el camino que hoy se desanda en unas horas, el invento de Guten-berg entr a Oaxaca en 1720. A estas alturas ya todos leeremos sin sor-presa que Mrida, bastin hispano en la pennsula de Yucatn, vino a recibir la imprenta luego de iniciada la guerra de Independencia: era el ao de 1813.

    Por lo que respecta a la historia del libro, remitimos a los interesa-dos a la erudita y bien documentada obra de Millares Carlo.3 Aqu nos contentaremos con algunos datos ms o menos deshilvanados.

    Recurdese ante todo que los caldeos escriban sobre barro, acaso en espera de que fuese materia perdurable. Es sabido que unan las tabli-llas en forma parecida a como se hacan los libros rsticos, de hoja en hoja. Cuentan que Asurbanipal, rey asirio entregado sabiamente a los

    2 Walter J. Ong, Oralidad y escritura: tecnologas de la palabra, Mxico, fce, 1987. Vase sobre todo el captulo v, Lo impreso, el espacio y lo concluido, pp. 117-136.

    3 Op. cit. Vanse en particular los captulos i-iv y vi.

  • la orilla tipogrfi ca 3

    placeres de la carne, entreveraba sus voluptuosidades con la coleccin de libros. Sardanpalo, como le llamaron los griegos, enojados quiz por la doble virtud del poderoso, lleg a formar una biblioteca bien nutrida de tablillas escritas.

    El hombre ha escrito en barro, en piedra, en pieles, en papiro. Cual-quier material le pareci bueno para dejar constancia del asombro y pa-ra sembrar preguntas que no acabamos an de responder. Durante mu-chos aos fue el papiro egipcio la mejor superfi cie dedicada a la escritura. Vendran tiempo despus las codiciadas tablillas de marfi l, las hojas de madera encerada cuyas caras apreciaron tanto los romanos y, con el paso de los aos, el pergamino y la vitela, es decir, la piel de ter-nera debidamente preparada para recibir los trazos y colores de un pin-tor o las lneas de la escritura.

    Al parecer, los primeros libros propiamente dichos se deben a los monasterios, que por el siglo iii alojaban todava a mucha gente sabia y laboriosa. Hoy se conoce como cdices (libros manuscritos de cierta an-tigedad, de importancia histrica o literaria, anteriores a la imprenta) a los productos del esmero monacal en sus scriptoria. Como ocurre an con los modernos prncipes, muchos de los profesionales de la pluma eran empleados ms que menos lacayescos del rey en turno. Con todo, los mejores copistas beban, coman, soaban y transcriban santamen-te recluidos. La consabida paciencia de los monjes rescat de la desme-moria los libros clsicos de la Antigedad.

    En cinco siglos se ha pasado de grabar planchas de madera con la punta del buril a domesticar el rayo lser y emplearlo en la composi-cin tipogrfi ca. Si a mediados del siglo xv se componan slo unas do-cenas de caracteres o tipos sueltos en una hora, hoy pueden procesarse millones de caracteres en el mismo lapso, y se est en posibilidad de ha-cer una impresin tradicional, una impresin digital o un libro electr-nico, listo para ser ledo en una computadora de tablilla.

    Desde que Wang Chieh imprimi en el ao 868 el primer libro de que se tiene noticia, valido para su empresa de planchas de madera, piedra y metal, hasta el primer libro impreso con tipos sueltos, la Bi-blia de 42 lneas de Gutenberg, transcurrieron menos de seis siglos. De entonces a la fecha la historia es breve pero enorme. Los inventos han sido muchos, ingeniosos como el que ms. Pero con todo y ser compleja, la historia es a un tiempo clara y sencilla. Si bien los me-dios tcnicos se han desarrollado considerablemente, la forma de ha-cer libros, el mtodo de trabajo, las operaciones bsicas no distan mu-cho de los alcanzados en el siglo xv. Tampoco esto debe resultar

  • el libro y sus orillas4

    extrao, pues un invento casi perfecto cambia poco y mejora con pa-so cansino.

    Jos Martnez de Sousa4 menciona que se estima en veinte millones de libros la produccin mundial desde Gutenberg hasta 1900, pero el siglo xx se inici con tiros que, juntos, alcanzan los doscientos mil im-presos por ao.

    Para acercarnos a la historia del libro en Mxico, baste asimismo un recuento de datos que nos permita hablar enseguida del inters cre-ciente por la produccin editorial, por las distintas partes del proceso que posibilitan que un autor haga llegar sus encuentros a miles, y aun a millones en casos aislados.

    Acaso los objetivos que impulsaron el establecimiento y desarro-llo de la imprenta en Mxico, y con ello la edicin de libros, hayan sido, por un lado, los intereses administrativos de la Corona y, por el otro, los fi nes religiosos y educativos. Textos de doctrina y didc-ticos fueron sin duda lo primero que interesaba reproducir. En el fon-do los propsitos se fundan en uno solo: la plena colonizacin de los americanos, la sujecin ideolgica que suplira gradualmente a la fuer-za de las armas.

    En un librito apasionante,5 Olivier Reboul sostiene que una ideologa aspira al dominio, y ste se expresa primeramente en el lenguaje: confi s-ca la palabra, la monopoliza. Para cualquier ideologa slo existen los medios de la seduccin o la violencia, pasando por la censura y la oculta-cin de los hechos.6

    Por el lenguaje dice tajantemente Reboul la ideologa le ahorra al poder el recurso a la violencia, suspende el empleo de sta, o la reduce al estado de amenaza, de implcita ultima ratio. Por el lenguaje, en fi n, la ideologa legitima la violencia cuando el poder tiene que recurrir a ella, hacindola aparecer como derecho, como necesidad, como razn de Esta-do, en suma, disimulando su carcter de violencia.7

    No otra cosa practicaron los frailes desde su llegada a las anchuro-sas y prdigas tierras de Amrica. Si en el siglo xiv haba sido la lengua de los mexicas la que se impuso con rapidez de imperio sobre las de-

    4 Op. cit., pp. 162-163.5 Lenguaje e ideologa, Mxico, fce, 1986.6 Ibid., p. 34.7 Idem.

  • la orilla tipogrfi ca 5

    ms lenguas mesoamericanas, en el xvi sera desplazada por el idioma de Castilla, por el habla de los dominadores peninsulares. El espaol haba de ser el vehculo idneo para difundir la religin y la cultura, aunque para cumplir este objetivo los religiosos tuvieran que aprender primero las lenguas de los naturales.

    Para no seguir por esta vereda, es necesario apretar el paso y decir que en 1539 lleg a la Nueva Espaa Giovanni Paoli, un impresor ita-liano procedente de Sevilla. El 12 de junio de ese ao haba fi rmado un contrato con el alemn Johannes Cromberger, que tambin se haba establecido en Sevilla y a quien se conoca ya como Juan Cromberger, en cuya imprenta haba trabajado como ofi cial cajista, es decir, como componedor de letras de metal.8 El nombre de Giovanni Paoli quiz no resulte conocido a muchos, que en cambio s recuerdan el ya espa-olizado de Juan Pablos Lombardo, por la editorial que lleva en su ra-zn social el compromiso de homenaje permanente a quien estableci la primera imprenta en el continente americano. Por cierto, la Doctrina cristiana para instruccin e informacin de los indios fue la primera obra con colofn de Juan Pablos impresa en tierras americanas.

    Hacia el mes de septiembre lleg Juan Pablos a la capital novohis-pana, y pronto se instal en la conocida Casa de las Campanas, situada en la esquina oriente de las calles de Moneda y Licenciado Verdad. Habiendo obtenido el permiso real para imprimir libros en la nueva colonia, hacia fi nes del mismo ao se public la primera obra, que co-mo era previsible trataba de religin: Breve y ms compendiosa doctrina christiana, volumen en cuarto de doce pginas. Por desgracia no se tie-ne ningn ejemplar; el ms antiguo que se conserva fue editado cinco aos despus, y es tambin de contenido religioso: Doctrina breve muy provechosa de las cosas que pertenecen a la fe catlica y a nuestra christian-dad, en cuyo colofn se registra como fecha de terminacin el 14 de ju-nio de 1544. En 1546 sali de la prensa de Juan Pablos el undcimo t-tulo impreso por l, la Doctrina cristiana ms cierta y verdadera, y hacia fi nes de enero del ao siguiente, la Regla christiana breve, ambos ttulos sin el nombre del impresor, lo cual indica, a decir de Emilio Valtn, que segua en pie la razn social de la Casa de Juan Cromberger, pues no ser sino el 17 de enero de 1548, fecha registrada en el colofn de la Doctrina christiana en lengua espaola y mexicana, cuando fi gure la le-yenda En casa de Juan Pablos, quien probablemente para esas fechas haya podido adquirir de los herederos de Cromberger los materiales

    8 Agustn Millares Carlo, op. cit., p. 144.

  • el libro y sus orillas6

    de la imprenta.9 Lo cierto es que entre 1544 y 1546 se alternan en los colofones los nombres de Juan Cromberger y Juan Pablos.

    De certezas en brevedades cristianas transcurri la vida editorial de la Nueva Espaa hasta fi nalizar el siglo xvi.

    Esos primeros libros tienen formatos muy cuidados: portadas en dos tintas (el rojo y el negro de la sabidura), dibujos de blasones, emblemas y escudos, as como smbolos religiosos trados de Europa. En 64 aos se imprimieron 116 ttulos en ocho lenguas indgenas. Ha-cia fi nes del siglo xvi, en la ciudad de Mxico funcionaban nueve pren-sas tipogrfi cas.

    El mismo Juan Pablos imprimi en 1542 la hoja volante ms anti-gua que se conoce: Relacin del terremoto de Guatemala, en la que se narraban los terremotos que haban sacudido a la ciudad centro-americana los das 10 y 11 de noviembre de 1541.

    Desde que el impresor italiano trajo consigo los conocimientos del arte de imprimir y los materiales para ponerlo en prctica, se han tira-do por ac millones de ejemplares. En la Colonia fue la Real Audien-cia la encargada de conceder o denegar los permisos para imprimir, de manera que las ideas en letra de molde no circulaban con entera liber-tad. Para completar el cuadro, recurdese que las embarcaciones que arribaban a puertos americanos eran visitadas antes que nadie por los censores de la Santa Inquisicin, quienes cuidaban las buenas concien-cias evitando las contaminaciones ideolgicas que podan propagarse por medio de lecturas no autorizadas. Primero estaban la fe catlica y los intereses nada espirituales del gobierno real. Andando el tiempo la situacin haba de transformarse, no sin violencia, hasta llegar a la poca actual. Hoy se imprime con mayor libertad que entonces, si bien es cierto que la censura se ejerce de maneras ms sutiles y refi nadas, so-bre todo en las publicaciones peridicas de mayor circulacin.

    Este brevsimo recuento tiene como propsito servir de antecedente al conocimiento del libro, y de la edicin en general, tema de este cap-tulo. El autor juzga necesario tender una plataforma que posterior-mente permita hablar de temas un tanto ajenos para la mayora de los lectores. Crear este lenguaje comn implica conocer el libro por dentro y por fuera, analizar sus partes, revisar las tcnicas de impresin ms usuales, conocer los caracteres tipogrfi cos y las familias que los agru-

    9 Emilio Valtn, Impresos mexicanos del siglo XVI, Mxico, 1935, citado por Agustn Millares Carlo, op. cit., p. 145; y fce, Curso de formacin de editores, tema i, passim.

  • la orilla tipogrfi ca 7

    pan, introducirse en el conocimiento del proceso editorial, ofrecer al-gunos datos sobre papeles, tamaos del libro, sistemas de composicin y muchos otros temas.

    2. El libro por dentro y por fuera

    Partes del libro

    Antes de proceder a enlistar y describir las partes de un libro, cabe de-cir que en este rengln no hay normas fi jas, por lo que las partes pue-den cambiar de una obra a otra o variar ligeramente en algunas edito-riales. En todo caso, se hablar aqu de un libro modelo, pero tngase presente que la escasez de recursos puede obligar, por ejemplo, a eli-minar pginas en blanco o a reducir los mrgenes.

    Tomemos un libro encuadernado a la rstica, es decir, con un forro de cartulina comn, y dejemos para otro lugar la descripcin de orna-mentos externos, como los nervios, la cabezada o la lomera.

    1. Cubierta o primera de forros. En ella deben indicarse el nombre del autor o autores; ttulo y subttulo de la obra; nmero del tomo o volu-men; nombre de la obra completa de la que forma parte el libro, si ste fuera el caso; nombre de la editorial. Por razones de esttica tipogrfi -ca algunos de estos datos pueden abreviarse y aun suprimirse, lo que no podr hacerse en la portada.

    2. Segunda de forros o retiracin de portada. Por lo general va en blan-co, aunque algunas casas editoras aprovechan este espacio para anun-ciar otras obras del autor, los ttulos de una coleccin, etctera.

    3. Pginas falsas. Son las pginas 1 y 2, que suelen ir en blanco, y se les conoce tambin como hoja de respeto o pginas de cortesa.

    4. Falsa portada, anteportada o portadilla. Es la pgina 3 y por lo ge-neral lleva slo el ttulo del libro, a veces abreviado. Si la obra pertene-ce a una coleccin o a una serie, se registra aqu el nombre de la misma y el de la persona que la dirige.

    5. Contraportada o frente-portadilla. Es la pgina 4. Suele aparecer en blanco, aunque algunas veces puede fi gurar en ella el nombre del tra-ductor o del ilustrador. Tambin puede ostentar el nombre de la colec-cin y el del responsable de la misma.

    6. Portada. Es la pgina 5, y en ocasiones su diseo incluye tambin la frente-portadilla. En la portada deben asentarse los datos siguientes:

  • el libro y sus orillas8

    a) nombre del autor; b) ttulo completo de la obra, y subttulo, si lo hay; c) nombre y logotipo de la editorial; d) lugar o lugares donde la edito-rial se halla establecida; e) si en la pgina legal (p. 6) no se indica el ao de publicacin, ste puede incluirse en la portada. En ocasiones fi gura en esta pgina el crdito al traductor, prologuista, introductor, presen-tador, ilustrador, etctera, o bien se da en ella el nombre de la obra completa a la que pertenece el libro.

    En ocasiones, entre las pginas 4 y 5 se coloca una ilustracin, que recibe el nombre de frontispicio.

    7. Pgina legal. Es la pgina 6. En ella se imprimen todos los datos que por ley debe llevar un libro: a) titular de los derechos de autor e in-formacin relativa a la edicin original, b) ao de publicacin, c) nom-bre y domicilio de la editorial, d) los isbn correspondientes a la obra completa (si el volumen forma parte de un conjunto mayor) y al libro en particular, o bien, cuando se trate de coediciones, e) la leyenda Im-preso y hecho en Mxico, o simplemente Impreso en Mxico, que suele darse tambin traducida al ingls.

    En esta misma pgina se incluye ahora la fi cha catalogrfi ca, elabo-rada por especialistas para facilitar la catalogacin del libro: de ah su nombre.

    Si se desea suprimir el colofn, la pgina legal puede incluir los da-tos del impresor (fi rma y direccin) y el nmero de ejemplares de que consta el tiro. Puede fi gurar asimismo el nombre del editor original si la obra es publicada esta vez por otra casa, o los crditos que se desee registrar: portadista, ilustrador, persona que cuid la edicin, etctera.

    8. Dedicatoria o epgrafe. Es la pgina 7. Si la dedicatoria o los ep-grafes son breves, lo que siempre se agradece, la pgina 8 aparecer en blanco a fi n de que el texto propiamente dicho se inicie en pgina im-par. Lo usual es que el primer captulo comience en la pgina 7, si bien muchas obras van precedidas de textos complementarios que pueden o no formar parte del libro: Advertencia, Prlogo, Prefacio, Presentacin, Agradecimientos, Palabras liminares, Introduccin.

    (Abrimos aqu un parntesis para decir que las primeras seis pgi-nas se conocen en Mxico como preliminares y en Espaa y otros pases como principios.)

    9. ndice general, contenido o tabla de materias. Es la lista de las par-tes, captulos y dems subdivisiones del libro.

    10. Texto. Es el cuerpo escrito del libro. Pueden formar parte de l ilustraciones de diversos tipos: fotografas, mapas, dibujos, etctera, o bien complementos del texto: cuadros, grfi cas y dems, que irn dis-

  • la orilla tipogrfi ca 9

    tribuidos a lo largo del libro o concentrados al fi nal de la obra. Sobre este asunto se volver ms adelante.

    El texto debe empezar siempre en pgina impar. Es una tradicin secular que reconoce de manera grfi ca la importancia del cuerpo de la obra.

    Hay obras cuya complejidad obliga a dividirlas en Partes, Secciones o Libros. Cada una de estas divisiones ir separada por una falsa en pgina impar. (Se llama falsa a una hoja impresa por una sola cara, la impar, y cuya vuelta aparece en blanco.) El texto de cada parte comen-zar en la siguiente pgina impar.

    11. Apndices o anexos.12. Cuadros y material grfi co, cuando total o parcialmente se agru-

    pan al fi nal de la obra.13. Notas, cuando no van a pie de pgina y, a veces, cuando hay una

    serie de notas adems de las colocadas a pie de pgina. Es el caso de obras que se publican con introduccin y notas de una persona distinta del autor.

    14. Bibliografa.15. Vocabulario o glosario.16. ndices analticos, sea de materias, de nombres, de lugares, de

    obras citadas, etctera.17. Otros ndices: de lminas, ilustraciones, grfi cas, cuadros, etctera.18. Colofn. Como la pgina 6, su inclusin obedece a disposiciones

    legales. En l deben incluirse, por lo menos, los datos siguientes: a) el nombre y la direccin del impresor, b) la fecha (al menos el mes y el ao) en que termin de imprimirse la obra, c) aunque no es obliga-torio, suele incluirse el nmero de ejemplares. En Mxico, el nmero que corresponde a cada ejemplar se reserva a las ediciones de lujo o a tiradas pequeas.

    El colofn puede llevar adems los datos del taller donde se hizo la composicin, el papel utilizado, la familia tipogrfi ca y los cuerpos em-pleados, los datos del encuadernador, los crditos tcnicos de quienes realizaron la edicin y otras noticias pertinentes. En ediciones moder-nas se suprimen muchos de estos datos, que si bien para algunos lecto-res pasan inadvertidos, para otros representan una oportunidad de ad-quirir conocimientos, as sean rudimentarios, sobre calidades, texturas y colores de papeles, familias y cuerpos tipogrfi cos, etctera.

    19. Tercera de forros o retiracin de contraportada. De ordinario se de-ja en blanco. Empero, algunas editoriales ocupan este espacio con fi nes publicitarios; as, por ejemplo, se registran los ttulos publicados y los

  • el libro y sus orillas10

    que estn por publicarse en la misma serie o coleccin, otras obras del mismo autor, etctera.

    20. Cuarta de forros o contraportada. Buena parte de las editoriales acostumbran ofrecer aqu una breve presentacin del libro, una sem-blanza del autor, las crticas que ha merecido la obra (si es el caso de traducciones o reediciones), en fi n, todos los datos que alleguen ele-mentos de juicio al probable comprador. De unos aos para ac se inclu-ye asimismo el cdigo de barras, que se genera a partir del isbn y facili-ta el proceso de registro para su distribucin y venta.

    En algunas ediciones se aprovechan tambin las solapas (prolonga-cin del forro que se dobla hacia adentro) con fi nes publicitarios.

    Quiz convenga hacer dos aclaraciones antes de cerrar este aparta-do. La primera es sobre la Fe de erratas, que algunas editoriales siguen incluyendo en las pginas ltimas del libro, antes de cerrar el pliego fi -nal. Aparte de las difi cultades tcnicas que esto representa, pues en ocasiones retrasa la orden de tirar el ltimo pliego y, por tanto, la en-cuadernacin de la obra, casi nunca est completa: una lectura poste-rior permitir localizar errores graves que haban pasado inadvertidos al escribir la fe de erratas. Por ello resulta ms econmico y sencillo publicarla en una hoja suelta que se incluye en cada ejemplar cuando se reciben los paquetes de la encuadernacin.

    La segunda aclaracin es que con frecuencia el prlogo, la introduc-cin, la presentacin o textos anlogos se piden a un escritor prestigia-do, a un autor relevante en el campo de que trata la obra, cuando sta se halla lista para irse a la imprenta. A ello se debe que la foliacin de estas partes vaya a veces en nmeros romanos. Pero si el material se ha recibido completo desde un principio, es mejor incluir todo en la folia-cin general, en nmeros arbigos. La numeracin romana tambin se usa para marcar netamente las dos partes de una obra, por ejemplo Estudio liminar en romanos y Antologa en arbigos.

    Divisiones del libro

    No se abordarn en este libro los problemas tericos y metodolgicos que implica la divisin lgica de una obra. La pretensin, ms modes-ta, es ofrecer solamente algunas observaciones generales que conven-dra tener presentes en el momento de organizar los materiales para su exposicin.

    Se dijo en el apartado anterior que las divisiones mayores de una obra suelen ser las Partes, las Secciones, los Tomos o los Libros; se men-

  • la orilla tipogrfi ca 11

    cion asimismo que unas y otros deben comenzar siempre en pgina impar. Agreguemos ahora que tambin los captulos deben principiar en pgina impar, aunque bien pueden empezar en una par a excep-cin del primero cuando son numerosos y de poca extensin.

    Si se revisan obras de distintas editoriales que se hallen divididas en dos o ms partes, se observar que se acostumbra separarlas con una fal-sa. En esta hoja, y colocado por lo comn en el centro ptico de la pgi-na o en el tercio superior de la misma, se imprime el ttulo de la parte, que puede llevar o no esta palabra. En El Colegio de Mxico o en el Fondo de Cultura Econmica, por ejemplo, aparecera como sigue:

    TERCERA PARTEECONOMA POLTICA Y UTOPA

    Ms adelante se vern los distintos tipos de letra, sus nombres y ta-maos, etctera. Contentmonos mientras tanto con sealar que estos encabezamientos suelen componerse en letras de mayor tamao que las cabezas de los captulos.

    Desde el momento en que se disea un libro, una coleccin o una serie, debern establecerse las caractersticas tipogrfi cas generales, y en particular las relacionadas con los encabezamientos. Revsese con atencin un libro cuya estructura sea ms o menos compleja, y se ver que hay distintos tipos de letras que tienen mayor o menor jerarqua. Su seleccin no es arbitraria, aunque tampoco obedece a normas fi jas sino a estilos editoriales, en los que, por cierto, no deja de estar presen-te la moda artstica. Basta comparar un libro de hoy con otro del si-glo xix para darse idea clara de estilos, gustos predominantes, concep-ciones estticas al uso en la tipografa y dems diferencias que nos acercan y nos separan de los decimonnicos.

    Otra forma de establecer las distintas jerarquas es la colocacin de encabezamientos, ttulos o cabezas y subttulos. Retmese el libro que se ha decidido analizar y se ver, comparndolo con otros, que algunas casas editoriales envan al margen izquierdo la mayora de los subttu-los, en tanto que otras prefi eren centrarlos o alinearlos a la derecha. En su momento se tratar esto con mayor amplitud; mientras, obsr-vese que la colocacin al centro tiene mayor jerarqua y manda a los subttulos alineados ms comnmente a la izquierda, o bien, que de dos subttulos centrados de tipo distinto, uno manda al otro. El tipo de letra que se ha escogido para cada uno, insistimos, refl eja un modo de hacer los libros, una tradicin secular, un cmulo de conocimientos

  • el libro y sus orillas12

    que aplicados debidamente facilitarn la comprensin de la lectura y evitarn distracciones.

    Obsrvense todava dos aspectos ms de las divisiones, los referentes a la numeracin de los captulos y a los espacios en blanco de las pgi-nas en que se inician. Respecto de lo primero, la tendencia mayoritaria es la de numerar con romanos los captulos, aunque tambin hay edi-toriales que acostumbran utilizar para este propsito la numeracin arbiga: cuestin de estilos. Hay mayor unidad en cuanto a suprimir la palabra captulo de los encabezamientos: lo usual es que fi guren slo el nmero y el ttulo respectivo:

    I. LA PARADOJA DEL DEPORTE: INTEGRACINMEDIANTE CONFLICTO

    III. DEPORTE E INTEGRACIN SOCIAL EN BRASIL

    Por lo que se refi ere a los blancos de las pginas en que comienzan los captulos, adelantemos que se llama colgado o descolgado al espacio en blanco que se deja entre el lmite superior de la mancha impresa y el encabezamiento del captulo, o bien, de la cabeza al inicio del texto. Se apreciar mejor esta diferencia si se compara la pgina con una nor-mal en la que el nmero de lneas impresas es mayor. Los colgados va-ran tambin de una editorial a otra: algunas lo reducen a lo mnimo indispensable, otras obedecen a la tradicin secular de darles un tercio de la altura de la caja y algunas ms conceden un blanco ms generoso y acorde con el diseo moderno de la obra, para marcar as los princi-pios de las divisiones mayores.

    Por ltimo, obsrvese que los captulos suelen ir en una letra de ma-yor tamao que la usada en apndices y bibliografas. sta es otra for-ma de dividir una obra, de imprimir ciertas jerarquas.

    Tamaos del libro

    El tamao del libro depende en forma directa de las medidas en que se producen las distintas clases de papel. Hace siglos, cuando ste se fabri-caba slo manualmente y siempre del mismo tamao, pues en todas las tinas se hacan hojas bsicas de 32 44 cm, identificar los tamaos de los libros no presentaba dificultad alguna. Bastaba saber que la hoja completa o in-plano poda doblarse por la mitad en sentido transversal y obtener el tamao in-folio, de 22 32 cm. Si una de estas hojas se

  • la orilla tipogrfi ca 13

    divida en dos, doblando siempre a lo ancho, las dos hojas resultantes seran de tamao in-cuarto, de 16 22 cm. Por ltimo, si una hoja in-cuarto era dividida a su vez en dos, el tamao resultante era in-octavo, de 11 16 cm. As, de una hoja en plano se obtenan dos en folio, cua-tro en cuarto u ocho en octavo (vase la figura i.1).

    Con el tiempo, lo que era muy sencillo fue complicndose a tal gra-do que un fabricante se distingua de otro, ms que por las calidades y texturas de sus papeles, por los tamaos, que variaban como producto del capricho antes que de necesidades nuevas. A tanto ha llegado la fi e-bre comercial de distinguirse de otras marcas o casas, que muchos pa-ses han empezado a tomar medidas para imprimir alguna unidad a lo diverso. En este sentido trabajaron los alemanes, y los espaoles adop-taron y adaptaron las normas acordadas en un sistema que lleva en sus siglas la intencin: une, Una Norma Espaola. Hay ahora un intento serio por lograr un sistema que unifi que o normalice los tamaos de los libros en todo el mundo.

    Por ahora los tamaos se determinan todava cortando y doblando una hoja completa las veces que sea necesario, hasta obtener el tamao

    A0 folio

    cuarto octavo

    16 32

    64

    A1

    A2 A3

    A4 A5

    A6 A7A8

    Figura I.1. Formatos del pliego de papel, del que se deriva el tamao de los libros. A la izquierda el tamao normalizado (841 1 189 mm); a la derecha el tamao clsico (320 440 mm). Reproducido de Jos Martnez de Sousa, Diccionario de tipografa y del libro, op. cit., p. 158

  • el libro y sus orillas14

    deseado. Si al desdoblarla muestra ocho rectngulos por cara, es decir, 16 pginas por pliego, el tamao del libro as obtenido se denomina en octavo; si hay cuatro rectngulos por cara, esto es, ocho pginas en to-tal, el tamao ser en cuarto; si slo se ha doblado la hoja hasta obtener dos pginas por cara o cuatro por pliego, se tendr un libro en folio. Y si luego de cuatro dobleces dividimos el pliego en 16 pginas por la-do, 32 en total, estaremos ante un libro en dieciseisavo.

    Con los rudimentos hasta aqu vertidos basta para entender que el tamao del libro y el del papel han estado y seguirn asociados de ma-nera inseparable. Otra cosa ocurre con el tamao y el contenido, que guardan una relacin ms bien cambiante. Algunos autores dan como norma que las obras literarias, por ejemplo, deben imprimirse en octa-vo o en dieciseisavo; las cientfi cas y de estudio, en cuarto o en octavo, y las artsticas, de ingeniera, cartografa y similares, en cuarto, en octa-vo o en folio; pero esto no es sino un intento de contener la abrumado-ra diversidad que puede apreciarse en una visita a cualquier librera. Es deseable, sin embargo, que trate de alcanzarse algn concierto, sin llegar a las rigideces, pues si un extremo conduce a la anarqua, el otro prefi gura un autoritarismo cuyas infl exibilidades bien conocen otros tiempos y otras latitudes.

    Cabe decir an que en el esfuerzo por normalizar los tamaos de los libros, que a partir de las caprichosas medidas de papel recibieron adems califi cativos que poco ayudaban a precisar (folio o cuarto regu-lar, menor, mayor, prolongado, etctera), los estudiosos atinaron a desig-nar los libros por sus medidas en centmetros o milmetros y a clasifi -carlos en grupos ms o menos regulares. De ah a las recomendaciones para uniformar haba slo un paso. Result entonces, en ese afn de sistematizar, que el treintaidosavo equivale a libros de menos de 10 cm de altura; el veinticuatroavo, a los que miden entre 10 y 15 cm; el dieci-seisavo, entre 15 y 20 cm; el octavo, de 20 a 28 cm; el cuarto, de 28 a 39 cm; y el folio, de 40 cm o ms.

    Con todo, muchos tamaos haban quedado fuera. En la actualidad casi no se usan ya las denominaciones clsicas de plano, folio, cuarto, etctera. En todo caso, se usan las equivalencias, en las que se atiende a la altura del libro (vase el cuadro i.1, en el que se dan los tamaos cl-sicos que rigen el mercado editorial espaol). En Mxico lo usual es re-ferirse a los libros por su tamao en centmetros: 10.5 13.5 cm o cuar-to de carta, 13.5 21 cm o media carta, 21 28 cm o carta; 11.5 16.5 cm o cuarto de ofi cio, 16.5 23 cm o medio ofi cio, 24 33 cm u ofi cio. De manera excepcional se ven tamaos mayores (doble carta, doble

  • la orilla tipogrfi ca 15

    ofi cio) o menores (octavo de carta o de ofi cio), pero todos ellos se obtie-nen cortando y doblando los pliegos bsicos de 57 87 cm (ocho car-tas) y de 70 95 cm (ocho ofi cios). Tngase presente tambin que hoy, con la mundializacin de la economa, nos llegan papeles europeos, por ejemplo, de 60 90 cm, de 61 90 cm o de 72 102 cm. Los tama-os de los libros dependern siempre del tamao del papel.

    Clases y tamaos de papel10

    No se requiere ms que la primera clase de lgica para darse cuenta de que el apartado anterior se separ de ste ms a fuerza que de ganas. Se espera, sin embargo, que al leer estas lneas se tenga presente lo di-cho en las anteriores.

    10 Este apartado sigue muy de cerca los conceptos de Euniciano Martn, C-mo se hace un libro, Barcelona, Ediciones Don Bosco, 1983, pp. 15-23. Se recogen tambin defi niciones de trminos del Diccionario de tipografa y del libro y de fce, Curso de formacin de editores, tema vii, fuentes ya citadas.

    Cuadro I.1. Tamaos clsicos de los libros que rigen en la actualidad en Espaa

    Sesentaicuatroavo 7 cm de altura

    Treintaidosavo 8 cm

    Treintaidosavo marquilla 8 a 11 cm

    Dieciseisavo 12 cm

    Dieciseisavo marquilla 13 a 15 cm

    Octavo 16 cm

    Octavo marquilla 17 a 22 cm

    Cuarto 23 cm

    Cuarto marquilla 24 a 32 cm

    Folio 33 cm

    Folio marquilla 34 a 45 cm

    Folio doble 46 cm

    Folio doble marquilla 47 a 65 cm

    Folio cuadrado 66 cm

    Folio cuadrado marquilla ms de 66 cm

    Fuente: Diccionario de tipografa y del libro, op. cit., p. 159.

  • el libro y sus orillas16

    Habra que empezar por decir que un libro no puede ser impreso adecuadamente sin considerar la calidad del papel, y la clase necesaria depende a su vez del contenido. El lector habr observado que hay obras con dos tipos de papel, uno para el texto y otro para las ilustra-ciones, sobre todo si stas son a color.

    Adems del grosor o calibre y la opacidad, conviene tener presentes el tamao, la textura, el peso, la calidad y el color del papel. Quien haya experimentado, como el escritor y periodista Fernando Bentez, un es-tremecimiento enfebrecido al escuchar las rotativas de un peridico, habr apreciado tambin las velocidades que alcanzan esas mquinas. Para imprimir en ellas se requiere un papel que permita, por ejemplo, el secado instantneo de la tinta, y que tenga adems resistencia al arrancado y al desgarramiento. Es importante tambin, al seleccionar el tipo de papel, considerar el grado de porosidad y el mayor o menor sati-nado de la superfi cie que recibir la impresin, pues de ello depender el tipo de tinta que deba emplearse para obtener un resultado ptimo.

    Cuando nos referimos al tamao de los libros hablamos del papel hecho a mano en tinas de medidas variables. Hoy la produccin ma-nual subsiste, pero se destina ms bien a trabajos artsticos y ediciones de lujo o libros-objeto.

    Si se atiende a su aspecto los papeles pueden ser alisados, satinados, estucados, etctera, y los empleados en las imprentas se agrupan en dos clases: a) naturales, es decir, sin recubrimientos, y b) size press o encola-dos superfi ciales, pigmentados, y estucados o cuchs.

    En una obra compuesta slo por texto y fi guras de lnea puede em-plearse y economizar, ahora que ms falta hace el papel alisado, no obstante su aspereza y rugosidad; pocos acarician el papel de una buena novela, aun siendo ertica, pero agradecen una impresin que facilite la lectura.

    El satinado, bruido o glaseado del papel se logra haciendo pasar las hojas entre dos o ms rodillos de una mquina con nombre de pjaro: calandria. Los rodillos calientes dan el brillo y acabado necesarios, que aumentarn cada vez que pase la hoja por esta doble tortura de presin y calor; el satinado puede ser ligero, normal o fuerte, segn la fuerza que se aplique. Tambin hay papel satinado por una sola cara, para im-presos que no imprimirn frente y vuelta, sino slo una de sus caras.

    Para obtener el papel estucado o cuch, al papel comn se le agrega una pasta especial a base de caoln, arcilla blanca de gran pureza, mezcla-da con yeso y otros ingredientes. Como en los satinados, el estuco puede recubrir slo una de las caras. Y una vez preparada la superfi cie, la hoja

  • la orilla tipogrfi ca 17

    pasa a la cmara de torturas pajareras, donde la calandria la dejar lista para recibir fotograbados impresos en offset o en prensa digital.

    Hay otros papeles, como el pergamino vegetal, de produccin y uso restringidos. Algunos ms, en fi n, presentan una fi ligrana en forma de tejido que les da apariencia de telas fi nas.

    Habiendo dicho tres palabras sobre los papeles, dediquemos la cuarta a sealar los usos. Para la impresin tipogrfi ca en general re-sulta mejor usar papeles blandos con poca cola. En ediciones corrien-tes, sin ilustraciones, puede emplearse indistintamente papel alisado o satinado, segn el presupuesto de que se disponga; pero si la obra abunda en ilustraciones tramadas ser imprescindible recurrir al pa-pel bien satinado, y si es estucado, mejor. Imprimir en offset implica disponer de papel blanco y bien colado para obtener resultados pti-mos. Y si quiere editarse un libro con fotografas a color, nadie reco-mendar los papeles econmicos, pues el que tengan poca cola y cali-dad terrosa impide lograr impresiones ntidas y uniformes.

    Todos los impresores reconocen la importancia de cuidar el sentido o direccin de la fi bra del papel, pues de ello depende la estabilidad de las hojas: si no se respeta el hilo, los libros tendern a torcerse o acharo-larse, como dicen los encuadernadores. Las rotativas no presentan com-plicacin alguna, pues el papel viene enrollado en bobinas enormes, listo para ser impreso.

    Por cuanto a la opacidad, sta es determinante si se quiere facilitar la tarea de los lectores, que mucho agradecern tener un libro en el que no se transparente lo impreso en las pginas subsiguientes. La opaci-dad de la hoja tiene que ver, por supuesto, con el gramaje del papel y con el calibre o grosor del mismo, pero tambin con la calidad de los componentes empleados en su fabricacin.

    No se pasar a tratar de tamaos sin mencionar que el gramaje de un papel representa su peso en gramos por metro cuadrado.

    En cuanto a las cartulinas, papeles gruesos de ms de 180 gramos por metro cuadrado, se utilizan de ordinario para los forros de los li-bros. Las hay de diversas clases y entre las mejores pueden citarse las brstol, marfi l, opalina, hilo y otras, cuyos nombres comerciales varan un tanto. Como el papel, la cartulina puede ser satinada, alisada, mate, cuch, etctera.

    Si continuramos ascendiendo en la escala de grosores, luego de las cartulinas hallaramos los cartones. stos, por cierto, son muy aprecia-dos por los editores marginales y los hacedores artsticos, amoro-sos de los llamados libros-objeto.

  • el libro y sus orillas18

    Los cartones se emplean, en la industria editorial, para las pastas duras de encuadernaciones de lujo o de semilujo. Se fabrican con des-perdicios de papel, trapo, cuerdas, etctera, y pueden elaborarse con la paciencia de la manufactura o a mquina.

    Cerremos este apartado con nmeros. Tambin en las medidas del papel comercial hay cierto desorden, pero las ms usuales son las si-guientes:

    77 110 y 77 55 cm

    70 100 y 70 50 cm

    75 88 cm

    70 95 cm

    64 88 o 65 90 cm

    64 44 o 65 45 cm

    56 88 o 57 87 cm

    56 44 cm

    Se ha preferido no enlistar sus nombres, pues a ms de que varan de un pas a otro y aun dentro de uno mismo, lo usual es referirse a los papeles por sus medidas en centmetros o en milmetros. En Mxico, por ejemplo, son tres las ms comunes: 57 87, 70 95 y 87 114 cen-tmetros. No se olvide que los distintos formatos se obtienen a partir de los tamaos del papel.

    Terminologa del papel y del libro

    A lo largo de este captulo se defi nen numerosos vocablos de uso co-rriente en imprentas y editoriales. En particular, conviene recordar los siguientes cuando de papeles y libros se trata.

    Hoja es la unidad de papel blanco. Sus dos caras o pginas son el an-verso y el reverso. Algunos incluidos los papeleros la llaman pliego, aunque este nombre convendra reservarlo a un papel impreso o doblado.

    Pgina es cada una de las caras de una hoja. Tambin se llama as a la parte escrita o impresa de una hoja.

    Pliego es una hoja grande de papel, extendida o doblada, impresa o en blanco. En el papel ya impreso, en frente y vuelta, los dobleces para formar el pliego determinan la cantidad de pginas.

    Plieguecillo es el medio pliego comn cuando se le dobla por la mi-tad a lo ancho.

    Cuartilla, cuarta parte de un pliego.

  • la orilla tipogrfi ca 19

    Octavilla, octava parte de un pliego.Terno, conjunto de tres pliegos impresos e insertos unos dentro

    de los otros.Cuaderno, cuatro pliegos, metidos unos dentro de otros.Cuadernillo, cinco pliegos de papel o quinta parte de una mano.Mano, cinco cuadernillos, vigsima parte de una resma (25 hojas).Resma, 20 manos o 500 hojas. La resma es la unidad bsica en ope-

    raciones de compra-venta al mayoreo. Los impresores de libros piden su papel en millares, pero los paquetes por lo general llegan en resmas cuando se pide el papel extendido, esto es, sin corte.

    Resmilla, 20 cuadernillos.Bulto, dos resmas, es decir, 1 000 hojas.Atado, tres resmas, es decir, 1 500 hojas.Fardo, cinco resmas, 2 500 hojas.Hasta aqu se han dado trminos referentes al papel y su manejo.

    Enseguida se enlistan los ms empleados en tratndose de libros.Libro. La unesco lo defi ne como todo impreso que, sin ser peridi-

    co, rena en un solo volumen cuarenta y nueve o ms pginas, exclui-das las cubiertas.

    Folleto. La misma unesco entiende por folleto todo impreso que, sin ser peridico, rena en un solo volumen entre cinco y cuarenta y ocho pginas, excluidas las cubiertas.

    Hoja suelta es, segn este organismo, todo impreso que, sin ser pe-ridico, no llega a cinco pginas.

    Ahora bien, el libro puede ser prolongado u oblongo cuando es ms alto que ancho, y apaisado cuando su anchura es mayor que su altura. A reserva de ofrecer mayores datos cuando se trate de la encuaderna-cin, baste por ahora con defi nir corte, lomo y tapa.

    Corte es la superfi cie que presentan al exterior las hojas del libro cerrado.

    Lomo es la superfi cie del libro donde se cosen o pegan los pliegos para unirse con la tapa o cubierta. En l se acostumbra imprimir el t-tulo del libro, el nombre del autor y otros datos que interesen a la edi-torial, como los logotipos.

    Tapas son las dos hojas de cartn recubierto de papel, tela o piel que protegen las hojas del libro. Si se trata de una simple cartulina esta proteccin se denomina cubierta o forro.

    Para quienes gustan de coleccionar trminos raros, se asienta aqu que antiguamente hoy sera una barbaridad antieconmica en muchos libros slo se impriman los anversos de las hojas, y a estos ra-

  • el libro y sus orillas20

    ros ejemplares se les da el poco eufnico nombre de anopistgrafos, que de este modo se distinguen de los opistgrafos, cuyas hojas se impri-man por ambas caras.

    Por ltimo, unas palabras sobre la edicin. Con este nombre se desig-na a la serie de operaciones necesarias para publicar una obra, y tam-bin al conjunto de ejemplares impresos de una sola vez. Las ediciones pueden ser: a) de biblifi lo o de lujo, b) normales y c) econmicas.

    Se llama indita a una obra cuando se publica por primera vez. Hay adems ediciones acfalas (sin cabeza o ttulo o sin portada); annimas (si no fi gura el nombre del autor); diamante (en tamaos minsculos y letra pequesima); extracomerciales (no destinadas a la venta); piratas (las que no pagan derechos, como tantas de Cien aos de soledad que han llegado a manos de Garca Mrquez para documentar su optimis-mo, por los lectores, que no siempre por los editores); polglotas (como esas biblias que a muchos han introducido en el aprendizaje de len-guas); prncipe (la primera o principal); etctera.

    3. Familias y caracteres tipogrficos

    La unidad tipogrfi ca que no es tal

    No podra avanzarse mucho en estos rudimentos de tipografa sin de-fi nir antes los conceptos fundamentales. Y el primero es el punto tipo-grfi co. Hay que decirlo de una vez: en este punto, como en muchos otros, se sigue arrastrando la divisin, de manera que hablar aqu de unidad tipogrfi ca es por lo menos un contrasentido. Se ver por qu.

    Recurdese que Gutenberg haba establecido su taller hacia 1440. Trescientos aos despus, con la competencia que tanto impulsa el sis-tema capitalista, haba tantos tipos distintos y tal diversidad de tama-os, que hubo necesidad de crear un lenguaje comn, para uso de tip-grafos y clientes. Los tratadistas reconocen a Pierre-Simon Fournier el Joven (1712-1768) como el primero en el intento de unifi car las ya ca-prichosas medidas con que los fundidores fabricaban los caracteres, cuyos nombres eran muestra clara de la mayor o menor imaginacin de los bautizadores: diamante o ala de mosca, nomparela, gallarda, entre-ds o fi losofa, parangona, palestina, trismegisto y otras joyas parecidas.

    Fournier tom la nomparela, el tipo ms pequeo que se funda, y la dividi en seis partes. A cada parte la llam punto, y al doble de la nom-parela, es decir, a la unidad de 12 puntos, le dio el nombre de ccero, que

  • la orilla tipogrfi ca 21

    era entonces la denominacin de uno de los muchos tamaos que se fa-bricaban.11 Con estas unidades empez a fundir sus tipos en 1742, cinco aos despus de haber dado a conocer su sistema, y a partir de esta fe-cha comenzara una corriente unifi cadora que no ha terminado.

    El punto creado por Fournier era un tanto arbitrario, pues as como naci azarosamente a partir de una letra dada, bien pudo nacer de otra. Esto no resta mrito al tipgrafo e inventor, pero s dej la puerta abier-ta para que alguien entrase en busca de mayor exactitud. El punto Fournier equivala a 0.35 mm, y sus tipos tenan 22.050 mm de altura.

    No haban pasado veinte aos cuando Franois-Ambroise Didot (1730-1804), movido por el celo de la precisin, perfeccion el sistema de medidas ideado por Fournier. En su afn dio con el nonio, pieza pa-ra medir que lleva, latinizado, el apellido de su inventor: Nez. Basa-do pues en el nonio o pie de rey, Didot cre un nuevo punto que tena exactamente dos puntos de nonio y que, expresado en milmetros, equi-vale a 0.376 o, para quienes aman las cifras y las rarezas, 0.376065 mm a la temperatura de 20C. Sobre la base del punto Didot se tiene un c-cero o cuadrado de 12 puntos de lado, esto es, de 4.5126 mm. Y entonces los tipgrafos se dividieron en dos grandes grupos, los partidarios de Didot por un lado y los seguidores de Fournier por el otro.

    De manera que hay cceros y cceros, pues mientras los 12 puntos de esta unidad equivalen a 4.5126 mm en el sistema de Didot, los 12 pun-tos del sistema Fournier tienen slo 4.200 mm. El ccero se unifi c en 1954 con la convencin alemana din 1650, y los 12 puntos en ese siste-ma equivalen a 4.512 milmetros.

    Buena parte de las naciones han adoptado el sistema Didot modifi -cado. Se han incluido fuera de este mundo Inglaterra, los Estados Unidos y, arrastrados por este ltimo, varios pases de Amrica Latina: Costa Rica, Chile, Guatemala, Honduras, Mxico, Panam, Paraguay, Repblica Dominicana, Uruguay y Venezuela. En todos ellos se em-plea la pica, que ahora veremos de dnde sali.

    Seguramente Nelson W. Hawks no imagin que haba de contribuir al divisionismo cuando recurri al sistema ingls buscando la unidad. Calculado con base en la pulgada inglesa y el sistema de Fournier, el

    11 La informacin histrica de este apartado proviene de varias fuentes, sin desdear las enciclopedias y diccionarios. Quien se interese por obtener ms da-tos puede acudir a Jos Martnez de Sousa, Diccionario de tipografa y del libro, entradas carcter y punto; vase asimismo Agustn Millares Carlo, Introduc-cin a la historia del libro y de las bibliotecas, pp. 171-172 ss.

  • el libro y sus orillas22

    punto de Hawks mide aproximadamente un setentaidosavo de pulgada o, para seguir las comparaciones como hasta ahora, 0.3514729 mm. El punto americano, como se le conoce por la buena acogida que tuvo en-tre los tipgrafos y fundidores estadounidenses, sirvi de base para fabricar tipos cuya altura es de 23.317 mm. Doce puntos hacen una pica (4.233 mm), que es la unidad empleada en Mxico para expresar las medidas de la caja tipogrfi ca. Y ya que estamos en Mxico, digamos de una vez que, desde hace muchos aos, en nuestro pas empez a llamarse incorrectamen-te, si se quiere cuadratn a la pica. Adelantemos que un cuadratn es una pieza de metal en forma de paraleleppedo cuadrado que mide tan-tos puntos cuantos tenga el cuerpo de la letra a que pertenezca; as, hay cuadratines de 6 puntos, de 10 puntos, etctera. Esa fuerza de la costum-bre que ha hecho de cuadratn un virtual sinnimo de pica ha tenido que completarse con la expresin cuadratn del tipo cuando alguien quiere re-ferirse a lo que originalmente fue un cuadratn a secas. En este libro se encontrar tambin el trmino cuadratn empleado en los dos sentidos, como se usa en imprentas y editoriales mexicanas.

    En resumen, la unidad tipogrfi ca es hasta nuestros das una expre-sin inexacta, para decir lo menos. Si bien es cierto que muchos pases emplean ya los cceros unifi cados, otros se rigen todava por las picas angloamericanas. Todos estos sistemas dividen la unidad en 12 puntos, cuya equivalencia en milmetros vara segn el sistema que se utilice. Pero nos entendemos, y esto vale.

    Partes de la letra

    Cuando se observa con atencin un carcter tipogrfi co y se comprende el mecanismo que le da sentido; cuando se aprecia la ingeniosa disposi-cin de cada una de sus partes; en fi n, cuando se entiende la complejidad subyacente en el acto de concebir y realizar una letra de metal, ya no sor-prende que el hombre haya tardado tanto en inventar la imprenta.

    En la fi gura i.2 se muestran grfi camente las partes de la letra en un ti-po mvil. No es necesario aprenderse los nombres de todas, pero es indis-pensable tener presentes las ms importantes, pues en varios apartados se har referencia constante a los conceptos que a continuacin se defi nen.12

    12 Se ha tratado de integrar en estos conceptos la informacin aportada por Jos Martnez de Sousa, op. cit., pp. 153, 204-205; Agustn Millares Carlo, op. cit., pp. 171-174; y E. Martn y L. Tapiz, Diccionario enciclopdico de las artes e indus-trias tipogrfi cas, Barcelona, Ediciones Don Bosco, 1981, entradas carcter, cuer-po, letra y ojo.

  • la orilla tipogrfi ca 23

    Figura I.2. Partes de la letra: 1, asta; 2, ojo; 3, gracia, remate o terminal; 3a, lnea estndar; 4,alineacin izquierda; 5, hombro inferior; 6, alineacin derecha; 7, hombro derecho; 8,relieve interno; 9, marca del punzn; 10, cara posterior; 11, cara anterior; 12, cran principal; 13, canal; 14, cuerpo; 15, base o pie; 16, grueso o espesor; 17, rbol; 18, altura o alto real; 19,alzada; 20, hombro izquierdo; 21, acento (volado); 22, hombro superior; 23, cran secundario. Tomado de Jos Martnez de Sousa, Diccionario de tipografa y del libro, p. 153

    2

    1

    34

    56

    7

    8

    9

    10

    11

    12

    13

    15

    14

    16

    23

    17

    18

    19

    20

    21 22

    3a

  • Un libro como el que usted tiene en sus manos es muy engaoso. Todo en l parece listo para ser ledo y ms de un lector creer que as fue preparado por el autor. Pero entre el original que produce un escritor y los ejemplares impresos interviene un sinfn de personas con un solo pro-psito: lograr una comunicacin efectiva. El libro y sus orillas describe todos los procesos por los que pasa un texto en su largo camino entre la escritura y la lectura, ofreciendo advertencias, consejos y principios para realizar tales tareas; es por ello un puntilloso manual sobre el oficio editorial, til tanto para el que se inicia en estas lides como para el que ya tiene experiencia pero se enfrenta a un caso inusual o quiere dialogar con un colega sobre tal o cual norma.

    Entre los temas esenciales para dominar la produccin editorial, tratados aqu con precisin y amenas dosis de in genio, destacan:

    Las partes del libro Las bases del lenguaje tipogrfico La presentacin del original Los diversos tipos de texto y su redaccin La ortografa desde un punto de vista editorial Los infinitos meandros de la puntuacin Los ms comunes problemas de traduccin El abec de la correccin de estilo y de pruebas

    Publicado originalmente por la UNAM en 1991, este libro ha conocido ms de una decena de reimpresiones, fruto del enorme inters que despert entre escritores, redactores, correctores y editores de todo tipo. Esta nueva edicin pone al da algunos de los debates en los que, con indudable conocimiento de causa, Zavala Ruiz ha decidido participar: la ortografa acadmica, la turbia influencia de los medios de comunicacin masiva, los retos que plantean las nuevas tecnologas, el sometimiento implcito en cierto uso de las maysculas Fruto de varias dcadas de experiencia, El libro y sus orillas presenta con sencillez, profundidad y humor los fundamentos de un oficio que, lejos de verse amenazado por los cambios tecnolgicos, hoy es cada vez ms necesario.

    El libro y sus orillasTipografa, originales, redaccin, correccin de estilo y de pruebas

    Zavala_El libro y sus orillas_Ints.pdf00-preliminares_PDF_GHG.indd00-prlogo_Finas_GHG.indd01-libro_PDF_GHG.indd02-libro_PDF_GHG.indd03-libro_PDF_GHG.indd04-libro_PDF_GHG.indd05-libro_PDF_GHG.indd06-Libro_ndice gral_PDF_GHG.indd07-libro_PDF_GHG.inddSin ttulo