03Extra
Homenaje a Rodrigo de Balbín Behrmann
2015
ARPI 03 Extra
Homenaje a Rodrigo de Balbín Behrmann
Publicación Extra: 2015 ISSN: 2341-2496 Dirección: Primitiva Bueno Ramírez (UAH) Subdirección: Rosa Barroso (UAH) Consejo editorial: Manuel Alcaraz (Universidad de Alcalá); José Mª Barco (Universidad de Alcalá); Cristina de Juana (Universidad de Alcalá); Mª Ángeles Lancharro (Universidad de Alcalá); Estibaliz Polo (Universidad de Alcalá); Antonio Vázquez (Universidad de Alcalá); Piedad Villanueva (Universidad de Alcalá). Comité Asesor: Rodrigo de Balbín (Prehistoria-UAH); Margarita Vallejo (Historia Antigua- UAH); Lauro Olmo (Arqueología- UAH); Leonor Rocha (Arqueología – Universidade de Évora); Enrique Baquedano (MAR); Luc Laporte (Laboratoire d'Anthropologie, Université de Rennes); Laure Salanova (CNRS). Edición: Área de Prehistoria (UAH) Foto portada: Peña Somera (J. A. Gómez Barrera)
SUMARIO Editorial 05-12 Semblanza asturiana seguida de un oprobio de la vejez . Limón Delgado, Antonio 13-19 Hacerse humano. Carbonell Roura, Eudald 20-31 Peuplement de l’intérieur de la Péninsule Ibérique pendant le Paléolithique supérieur: où en est-on? Aubry, Thierry 32-43 Arte rupestre en la frontera hispano-portuguesa: cuenca del río Águeda. Reis, Mario; Vazquez Marcos, Carlos 44-55 Ganando altura. Tránsito, explotación y campamento de cazadores-recolectores en los espacios de monta-ña de la encrucijada vasca. Arrizabalaga, Alvaro; Calvo, Aitor; Domínguez-Ballesteros, Eder; García-Ibaibarriaga, Naroa; Iriarte-Chiapusso, María José 56-72 Los anzuelos de la Cueva de la Canaleja (Romangordo, Cáceres). González Cordero, Antonio; Cerrillo Cuenca, Enrique 73-80 L’art céramique et l’émergence de l’économie agricole. Salanova, Laure 81-95 La nécropole de Barnenez à Plouezoc’h dans le Finistère: le long tumulus nord et son implantation. Cousseau, Florian 96-110 L’intégration de pierres dressées isolées à l’air libre dans les espaces sépulcraux de l’ouest de la France: Le département du Morbihan Gouezin, Philippe 111-118 Les pétroglyphes de la Pierre des Farfadets. Commune du Poiré sur Vie–Vendée (France). Etude d’inter-prétation provisoire. Benéteau, Gérard 119-132 Algunas reflexiones sobre métodos de realce digital de la imagen en pinturas rupestres. Cerrillo Cuenca, Enrique 133-147 El tiempo y los ritos de los antepasados: La Mina y el Alto del Reinoso, novedades sobre el megalitismo en la Cuenca del Duero . Rojo-Guerra, Manuel; Garrido-Pena, Rafael; Tejedor-Rodríguez, Cristina; García-Martínez de Lagrán, Iñigo; Alt, K.W. 148-163 El megalito pseudohipogeico “Monte Deva III” como representación de la plenitud neolítica en el hinter-land de Gijón (Asturias). de Blas Cortina, Miguel Angel 164-179 Ad aeternum. Enterramiento de la Edad del Bronce en Carmona (Sevilla). Belén Deamos, María ; Román Rodríguez, Juan Manuel; Vázquez Paz, Jacobo
180-196 Nuevos datos sobre la secuencia de uso sepulcral de la cueva de Santimamiñe (Kortezubi, Bizkaia). López Quintana, Juan Carlos; Guenaga Lizasu, Amagoia; Etxeberria, Francisco; Herrasti, Lourdes; Martínez de Pancorbo, Marian; Palencia, Leire; Valverde, Laura; Cardoso, Sergio 197-210 Novedades en torno al arte rupestre de Valonsadero (Soria). Gómez-Barrera, Juan A. 211-223 Ces marques qui ne font pas partie du corpus. Hameau, Philippe 224-237 A dos metros bajo tierra. Pensando los yacimientos prehistóricos de hoyos. Márquez-Romero, José Enrique 238-256 The diversity of ideotechnic objects at Perdigões enclosure: a first inventory of items and problems. Valera , Antonio Carlos 257-271 Sobre la cronología de los ídolos-espátula del dolmen de San Martín (Laguardia– Alava). Fernández– Eraso, Javier; Mujika-Alustiza, José Antonio; Fernández– Crespo, Teresa 272-286 La diversidad campaniforme en el mundo funerario. Algunos ejemplos de la cuenca media/alta del Tajo en el interior peninsular. Liesau von Lettow-Vorbeck , Corina; Blasco Bosqued, Concepción 287-305 El Yacimiento romano de la Ermita de San Bartolomé (Atalaya del Cañavate, Cuenca). López, José Polo; Valenciano Prieto, Mª del Carmen 306-319 De un largo “tiempo perdido” en la reconstrucción de la Prehistoria canaria a una rápida construcción de su protohistoria. González-Antón, Rafael; del Arco Aguilar, Carmen 320-333 Manifestaciones rupestres protohistóricas de la isla de Lanzarote en un contexto doméstico: el sitio de Buenavista (Teguise). Atoche Peña, Pablo; Ramírez Rodríguez , Mª Ángeles 334-356 Décorations et représentations symboliques sur les mégalithes du Sénégal et de Gambie. Laporte, Luc; Delvoye, Adrien; Bocoum, Hamady; Cros, Jean‐Paul; Djouad, Sélim;Thiam, Djibi 357-370 Breves notas en torno a unos grabados de armas metálicas de influencia atlásica en las tierras del Tiris, al SE del Sahara Occidental. Sáenz de Buruaga, Andoni 371-387 La figura humana en el arte rupestre en el sur del Valle Calchaquí (Salta, Argentina). Ledesma, Rosanna
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LA DIVERSIDAD CAMPANIFORME EN EL
MUNDO FUNERARIO: ALGUNOS EJEMPLOS
DE LA CUENCA MEDIA/ALTA DEL TAJO EN
EL INTERIOR PENINSULAR (1)
Corina Liesau von Lettow-Vorbeck (2)
Concepción Blasco Bosqued (3)
Resumen
El trabajo propone una serie de ejemplos de recientes hallazgos para mostrar cómo los campani-
formes escenifican su sociedad a través de la muerte. Estos contextos confirman las hipótesis formuladas en
relación a la enorme variabilidad de sus manifestaciones funerarias a través de diferentes tipos de tumbas,
número de individuos inhumados, los ajuares y sobre todo por recurrentes manipulaciones de estos registros,
no sólo como consecuencia de las tradiciones de regiones muy distantes en las que se implantan, sino que tal
diversidad se manifiesta también a escala regional, incluso local.
Palabras Clave: Campaniforme, Valle del Tajo, sociedad, Arqueología funeraria
Abstract
The work proposes a series of examples of recent findings to show how the Bell Beaker burials reveal
social relations across the funerary behavior. These contexts confirm the hypotheses formulated in relation to
the enormous variability of their types of tombs, number of inhumed individuals, grave goods and recurrent
manipulation of the grave contents. They are not only the consequence of the traditions of very distant re-
gions in those where are implanted, but also such diversity, is demonstrated in a regional and local scale.
Key words: Bell Beaker, Tagus valley, social studies, funerary Archaeology
(1) Este trabajo ha sido financiado por el Proyecto de Investigación Plan Nacional I+D+i HAR 2011-28731: Las sociedades
calcolíticas y su marco temporal en la región de Madrid. Una revisión a la luz de nuevos datos. Ministerio de Economía
y Competitividad. Gobierno de España.
(2) Universidad Autónoma de Madrid.Depto. de Prehistoria y Arqueología. [email protected]
(3) Universidad Autónoma de Madrid.Depto. de Prehistoria y Arqueología. concepció[email protected]
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1.- INTRODUCCIÓN
Muchas son las aportaciones que el Profe-
sor Balbín ha hecho a la Prehistoria española y
europea, pero no hay duda que en su extensa obra
destaca la dedicación que ha otorgado al patrimo-
nio iconográfico desde las más diversas ópticas,
pero también han sido fundamentales las aporta-
ciones que ha hecho con Mimí y su equipo sobre el
campaniforme del interior peninsular a partir del
estudio de la necrópolis del Valle de las Higueras
(Huecas, Toledo) (Bueno et al. 2000, 2005, 2007-
08; 2009, 2010, 2011).
Por ello queremos colaborar en este me-
recido homenaje con una reflexión sobre la imagen
diversificada de los campaniformes basada en los
datos obtenidos del mundo funerario documenta-
do en distintos yacimientos de la Cuenca media/
alta del Tajo. Estos sitios han sacado a la luz un
considerable número de tumbas con ajuares y aso-
ciaciones muy diferentes que confirman una enor-
me variedad de matices, algunos muy novedosos,
avalando la pluralidad de los grupos campanifor-
mes y su vinculación con las tradiciones locales
destacada por varios investigadores europeos co-
mo Strahm (2004) o Heyd (2007); el primero de
ellos propone que el campaniforme es el resultado
de dos componentes, “el “set” que comprende
objetos comunes al conjunto de Europa tales como
la cerámica decorada con el clásico vaso, siendo la
expresión de un nuevo saber, de una ideología. El
segundo componente está representado por la
cerámica complementaria o común y el utillaje
lítico y óseo propio de los hábitats y representa la
expresión de las poblaciones autóctonas que se
inhuman con campaniforme (Strahm 2004: 201).
Para el ámbito peninsular esta visión fue
propuesta ya hace años por Martín Valls y Delibes
al manifestar “Nuestra oposición a aceptar la re-
ducción de campaniforme Ciempozuelos = ente-
rramientos individuales y nuestra resistencia a sos-
tener que este campaniforme de la Meseta fuera
una cultura enteramente foránea, ya que en las
penillanuras salmantinas se nos ofrece sin amba-
ges la mejor prueba de su indigenismo: mantuvie-
ron la costumbre funeraria de utilizar unos dólme-
nes que ya entonces tenían dos milenios de tradi-
ción a sus espaldas” (1989: 86). Unas evidencias
que también el equipo del homenajeado ha dejado
perfectamente asentadas a través de la informa-
ción entregada por sus investigaciones en la necró-
polis del Valle de las Higueras en Toledo (Bueno et
al. 2000: 71; 2007-08: 786; 2010: 65-66).
Esta realidad del campaniforme como un
fenómeno de aculturación tiene su manifestación
tanto en el registro productivo y residencial, como
en el registro funerario y no sólo por la utilización
de antiguos monumentos para enterramientos
colectivos, sino también por su reproducción ex
novo, aunque desligándose poco a poco de la prác-
tica de inhumaciones acumulativas (Blasco et al.
2009; Gómez et al. 2011) con la intención de ofre-
cer una imagen más individualizada y jerarquizada
en cronologías más recientes. Precisamente esta
percepción es la que fue ensalzada en trabajos an-
teriores al estudiar los registros funerarios disponi-
bles desde la óptica de una ideología tradicional de
la existencia de élites guerreras (Harrison 1977,
Delibes 1977, Garrido 2000). Sin embargo, gracias
a excavaciones recientes se han documentado otro
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tipo de manifestaciones funerarias en forma de
depósitos secundarios asociados a inhumaciones,
aparentemente individuales, que han ido mostran-
do un panorama interpretativo mucho más com-
plejo y, por ello, novedoso. Gracias a la recogida
exhaustiva e identificación in situ de los restos hu-
manos el conocimiento actual, permite confirmar
que los hallazgos postcraneales son tan importan-
tes en la interpretación de los rituales funerarios
como los propios cráneos, los únicos que, en exca-
vaciones antiguas sirvieron para identificar a los
individuos y determinar sus características morfo-
lógicas, de género, e incluso raciales (Sampedro y
Liesau 1998, Blasco et al. 2014).
2.- ALGUNOS EJEMPLOS DE JERARQUIZACIÓN
SOCIAL CAMPANIFORME
La voluntad de marcar diferencias entre
no campaniformes y campaniformes, pero también
entre los individuos del último grupo, se realiza
mediante la entrega de ajuares de muy diferentes
categorías. Somos conscientes que abordar este
tipo de estudios de lectura social de las poblaciones
antiguas, debe hacerse con suma precaución por la
cantidad de variantes interpretativas posibles. Por
ello, nuestro propósito es únicamente el de ofrecer
algunas reflexiones, a partir de los datos de excava-
ciones recientes que refuerzan la idea de una rela-
ción jerarquizada entre individuos de un mismo
grupo en función de su rol social, edad y género.
Nos encontramos pues ante un ritual que consti-
tuye un claro precedente de las prácticas fu-
nerarias posteriormente extendidas entre distintos
círculos de la Edad del Bronce tanto europeos
(Elbiali 2011), como también peninsulares
(Fábregas y Bradley 1995), y muy especialmente,
los argáricos (Lull y Estévez 1986; Cámara y Molina
2011; Schubart 2012).
El tema tiene, por supuesto, un amplio
recorrido que va aportando matices que, aunque
complican su interpretación, también lo enriquecen
a medida que contamos con una información más
detallada. Para ello presentamos, a modo de ejem-
plo, unos casos concretos que nos parecen lo sufi-
cientemente elocuentes para entender que la com-
plejidad de las relaciones sociales en los contextos
con campaniforme, a pesar de la ingente biblio-
grafía que ha generado, es todavía un tema abierto
y con un gran futuro para la investigación. Los yaci-
mientos seleccionados son tres: Camino de las Ye-
seras (San Fernando de Henares), Humanejos
(Parla) y Huecas (Valle de las Higueras) (Figura 1) y
las tumbas elegidas para nuestro trabajo son:
Área funeraria 2 de Camino de las Yese‐
ras: Tumba en hipogeo y covacha 1 (Figura 2)
(Liesau et al. 2008, Blasco et al. 2009, Blasco y
Ríos, 2010, Gómez et al. 2011, Liesau y Moreno
2012). En una superficie rebajada e irregular de
unos 60m2 de extensión se localizan tres tumbas,
un hipogeo y dos covachas (Figura 2 a). El hipogeo,
ubicado en la zona E del perímetro de la estructura,
presenta una cámara de planta ovalada con un pro-
fundo acceso en chimenea escalonada. La cámara
fue clausurada por dos grandes losas de sílex basal
y el acceso fue sellado con grandes bloques (Figura
2c). En su interior, un posible varón, de entre 16 y
18 años de edad, estaba en posición flexionada y
decúbito lateral izquierdo esqueletizado en la
cámara todavía sin colmatar, acompañado por un
importante ajuar.
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Fig. 1.- Localización de los tres yacimientos citados.
Fig. 2.- a: Plano del área funeraria 2 de Camino de las Yeseras con indicación de la situación de las dos tumbas mencionadas. b: Enterramiento de mujer con infantil y cuencos del ajuar. c: Hipogeo y ajuar del enterramiento individual masculino.
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En la zona sur del perímetro se localizó
una covacha, de dimensiones reducidas que
acogía los cuerpos de una mujer adulta en decúbito
lateral izquierdo y un infantil, de entre 1 y 5 años,
colocado en un plano inferior debajo de su espalda
y sus piernas. Entre su brazo izquierdo y el costado
se colocaron dos cuencos superpuestos, mientras
sobre el infante se halló un cuenco bocabajo más
pequeño. Ambos cuerpos se esqueletizaron en es-
pacio colmatado una vez concluida su inhumación
(Figura 2 b).
Tanto las características de ambas tum-
bas, como la delimitación espacial en forma de
recinto en el que se circunscriben a modo de
panteón funerario, son uno de los hallazgos más
notables en relación con los rituales campani-
formes de este yacimiento.
Tumba 1853 de Humanejos (Figura 3 a):
Se trata de una gran cámara cuadrangular
subterránea. Perteneció a un varón maduro coloca-
do en decúbito lateral izquierdo, asociado a un im-
portante ajuar campaniforme, actualmente en es-
tudio. En un nivel superior, aunque muy deteriora-
do, por el desplome de la cámara, se recuperó el
esqueleto de una mujer joven, también en decúbito
lateral izquierdo. El estudio tafonómico ha permiti-
do comprobar que se trata de un varón maduro,
mayor de 45 años, el que se depositó en primer
lugar y sus restos se mantuvieron en un espacio
vacío como único ocupante de la cámara hasta su
esqueletización. La diacronía de su inhumación ha
quedado reflejada al mantenerse protegidos estos
restos con una fina capa de sedimento que le
cubría, para posteriormente colocar el cuerpo de la
mujer en un plano lateral y superior. La mujer ape-
nas presentaba un ajuar reconocible, a excepción
de un punzón que sujetaba entre sus manos (Liesau
et al. 2015).
La tumba 9 (UE 558) de Humanejos
(Figura 3 b): Es una tumba hipogéica a gran pro-
fundidad (3,4 m) con una cámara de planta ovalada
y una gran escalera hecha con losas de caliza y
pedernal. Presenta además una entrada o vestíbulo
cuadrangular que pudo haber tenido una estructura
de madera de acceso que desapareció y presenta
importantes alteraciones por fosas de ocupaciones
posteriores (Flores y Garrido 2014: 161, Fig.2). La
tumba estaba alterada por uno o varios expolios y
aunque no se encontraron esqueletos humanos en
posición primaria, si numerosos fragmentos óseos
y cerámicos de al menos cinco recipientes campa-
niformes (Flores y Garrido 2014: 162).
Cueva 3 de la necrópolis de con inhuma‐
ción colectiva del Valle de las Higueras (Bueno et
al. 2005, 2007-08, 2010) (Figura 3 c, d, e). De todas
las tumbas de este conjunto, es la que más infor-
mación ha proporcionado al estar dividida en cinco
ámbitos: una cámara central con antecámara y 3
nichos. En la cámara central los cuerpos se deposi-
taron siguiendo diferentes pautas que incluyen la
delimitación de espacios o “camas” de piedra con
agrupaciones, posiblemente, parenterales (Figura
3 c) y donde conviven ajuares de ornatos perso-
nales con depósitos de vajillas En uno de los nichos
destaca un doble enterramiento infantil donde es
especialmente relevante el ajuar de un niño de
entre 5 y 9 años (Bueno et al. 2005: 75-77) (Figura 3
e).
Estos cinco modelos de tumbas son un
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buen reflejo de la pluralidad de ritos y ajuares en
tres yacimientos ubicados en un reducido territo-
rio regional ya que distan entre sí apenas unas
decenas de kilómetros en línea recta: entre Cami-
no de las Yeseras y Humanejos hay sólo 33’6 km y
desde Humanejos al Valle de las Higueras 44,7 km
(Figura 1). Cada uno de estos sitios tiene como
nexo común la entrega de ajuares campaniformes
en varias tumbas, pero ofrecen importantes pecu-
liaridades específicas, de manera que el análisis de
estas diferencias a escala regional resulta no sólo
interesante, sino pertinente para explorar nuevos
aspectos que las definan ya que no se pueden
achacar ni a su lejanía, ni a la existencia de compo-
nentes de diferentes tradiciones locales, como se
ha argumentado en ocasiones para explicar las
asimetrías de los campaniformes europeos per-
tenecientes a distintas regiones (Besse 2004: 221).
2.1 Un modelo no tan clásico de enterramiento
individual
Considerando los enterramientos indivi-
duales como los más característicos de los campa-
niformes en Camino de las Yeseras, solo una de las
tumbas seleccionadas entra en esta categoría
(Hipogeo del Área funeraria 2), en ella un posible
varón joven presenta un ajuar extraordinario, pero
su composición no se ajusta exactamente al es-
quema tradicional definido en su día por Delibes
(1977), Harrison (1977) o Garrido (2000). Destaca
Fig. 3.- a: Tumba con doble inhumación de varón y mujer (UE 1853), Humanejos. b: Planta, sección y fotografía de la tumba expoliada nº 9, Humanejos (Flores y Garrido 2014, fig.2, p. 161). c: Reconstrucción de la situación de los individuos enterra-dos en la cámara central de la cueva 3 del Valle las Higueras (Bueno et al. 2012, fig 9, p. 373) d: Plano de la cueva funeraria 3 del Valle de las Higueras (Bueno et al. 2012, fig. 9, p. 371). e: Ajuar del nicho oeste de la cueva 3 donde se inhumaron 2 infan-tiles, Valle de las Higueras (Bueno et al., 2005, fig. 7, p. 76).
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precisamente la ausencia de armas o piezas rela-
cionadas con la arquería (puñal, puntas de flecha o
de palmela, brazalete de arquero) así como el “set
Ciempozuelos”, ya que la única pieza cerámica es
una cazuela, eso sí con una excepcional decora-
ción simbólica representada en un friso con ciervos
y/o ciervas (Figura 2c). Acentuando el carácter
extraordinario del personaje, sus adornos, proba-
blemente una diadema de cuentas y placas de oro
y un posible collar o un pectoral de cuentas de
marfil, además de tres botones hemisféricos todo
ello elaborado a partir de marfil de elefante anti-
guo, pero también africano (Blasco y Ríos 2010,
Liesau y Moreno 2012) (Figura 3c), el conjunto
representa hasta la fecha el ajuar funerario campa-
niforme más extraordinario hasta ahora conocido
en el ámbito madrileño. No menos significativo es
el hecho de que partes o todo el cuerpo fueron
espolvoreados con cinabrio. Por consiguiente, po-
demos descartar que este personaje represente a
un tradicional de arquero-guerrero, sino a una
autoridad cuyo prestigio parece estar ligado a otro
tipo de actividad relevante para su entorno social.
2.2 Dos modalidades diferentes de enterramien-
tos dobles:
Aunque la cámara 1853 de Humanejos
(Figura 3a) se realizó muy probablemente para
practicar en un principio una inhumación indivi-
dual, en ella yacían dos inhumaciones sucesivas de
un varón maduro y una mujer joven. Sin duda, el
varón fue un personaje excepcional cuya imagen
debió de mantenerse en la retina de sus deudos
como se deduce de la inhumación del segundo
cuerpo un tiempo después. Sus restos se prepara-
ron de acuerdo a una pauta preconcebida: dos
puntas de palmela en diferente ubicación, un
puñal, además de un brazal representan al arquero
campaniforme con su panoplia completa. Pero
otros hallazgos, merecen destacar su rango supe-
rior como un posible collar, pectoral o cinturón de
cuentas y botones con perforación en V que en-
volvían una cazuela y, sobre todo, una alabarda,
similar a los cercanos ejemplares procedentes de
hallazgos cercanos de la provincia de Toledo
(Barroso et al. 2003), que representa un an-
tecedente de la panoplia argárica, actualmente en
estudio.
La mujer tenía una edad aproximada de
entre 20 y 25 años, fue introducida cuando el cuer-
po del varón armado ya estaba esqueletizado. Da-
da su inhumación posterior y las alteraciones de la
tumba, no se puede asegurar si hubo otros ajuares,
además del punzón, que acompañaron esta inhu-
mación y su presencia junto a este notable perso-
naje puede deberse bien a méritos propios o bien a
una relación directa con él de parentesco o con-
sanguinidad (Liesau et al. 2015).
Muy distinto es el segundo enterramiento
doble que hemos seleccionado, pertenece a una
mujer enterrada en la covacha del área funeraria 2
de Camino de las Yeseras, en la misma área fu-
neraria donde se encuentra el hipogeo del varón.
En este caso la tumba se elaboró expresamente
para ella (posiblemente cuando ya se había enter-
rado el joven varón con su excepcional ajuar). Se
trata también de una mujer joven de entre 20 y 30
años, de constitución grácil y ausencia de fuertes
inserciones musculares como presentan otras mu-
jeres coetáneas no campaniformes. Aunque su
ajuar se reduce a dos cuencos campaniformes con
una sobria decoración (Figura 2b), hay otros
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indicios “entre lo visible y lo invisible” (Bueno et. al
2011) que invitan a pensar que pudo haber tenido a
un alto rango social. Su aspecto no debió de pasar
desapercibido por la deformación craneal intencio-
nada que sufrió en su infancia, seguramente
mediante entablillamiento del occipital y parte
superior del cráneo, obligando a un ensanchamien-
to de los parietales que le proporcionó un aspecto
muy singular y que obedece a una estética hasta
ahora desconocida para el ámbito campaniforme.
El esmero con el que fue inhumada también queda
patente a través del estudio de los fitolitos del sedi-
mento recuperados debajo de su cráneo, donde los
resultados han permitido interpretar que la cabeza
sobrelevada con respecto a la horizontalidad de la
columna vertebral se debe a que reposa sobre algo
parecido a una almohada realizada con un relleno a
base de tallos y hojas de gramíneas (Cabanes et al.
2011: 281, 284). Así mismo, se pudo localizar otra
importante concentración de fitolitos entre ambos
cuencos superpuestos hallados sobre su antebrazo
que evidencian otro relleno de paja para su posible
protección y evitar con ello fracturas no deseadas
(Figura 2 b.).
A su espalda y debajo de sus piernas se
colocó el cuerpo de un infantil, el acoplamiento y
superposición directa de ambos cuerpos indican
una inhumación simultánea, por lo que, a diferen-
cia del anterior ejemplo, se trata una verdadera
tumba doble. Sobre el infante fue colocado un pe-
queño cuenco campaniforme colocado bocabajo,
que refleja un acto intencionado. Debemos des-
cartar en este caso que la pieza se volcó accidental-
mente a causa del movimiento de los cuerpos du-
rante los procesos de la putrefacción cadavérica,
debido a que su descomposición tuvo lugar en
un espacio colmatado previo al cierre de la
pequeña covacha.
2.3 Más allá de las exequias su imagen perdura:
Profanaciones, inclusión de nuevos cuerpos y
traslados
La tumba 9 de Humanejos (Figura 3 b) es
un buen ejemplo de cómo existe una práctica muy
generalizada entre estos grupos campaniformes de
reapertura de las tumbas, para extraer restos hu-
manos y sustraer una selección de los ajuares co-
mo queda reflejado en varias tumbas de Humane-
jos (Flores y Garrido 2014: 164). Pero a nuestro
entender, los cinco recipientes campaniformes,
entre ellos una copa y el botón de hueso o marfil
recuperados en la intervención dan idea de que el
expolio no tiene la intención de un saqueo exhaus-
tivo sino una retirada selectiva de restos de los es-
queletos y tan solo parte del ajuar. Esta hipótesis
se ve confirmada por varios aspectos que permiten
asumir una idea preconcebida de sucesivas reaper-
turas cuando se comienza con la construcción de
determinados espacios funerarios: los accesos, los
escalones enlosados hacia la cámaras funerarias, la
documentación de importantes hoyos de poste en
los lechos funerarios (Humanejos) o por encima de
la tumba pero en la base del área funeraria
(Camino de las Yeseras) a modo de cierres provi-
sionales antes de su definitivo sellado mediante
grandes losas.
También resulta significativo el hecho de
que aquellas cámaras que se emplean para inhu-
maciones sucesivas no se rellenan con sedimento
en previsión de nuevo enterramientos o poste-
riores reaperturas para la extracción selectiva de
piezas o la introducción de otras “más antiguas”.
Ello puede explicar la coexistencia de varios estilos
ARPI. Arqueología y Prehistoria del Interior peninsular 03– 2015 280
campaniformes, incluso de piezas diacrónicas, en
una misma tumba.
Otro aspecto de interés es la confirmación
recurrente de la fractura en mitades de muchos de
los recipientes campaniformes en contextos fu-
nerarios o singulares, una práctica documentada
también en estructuras domésticas del yacimiento
de Camino de las Yeseras, donde se pudo remontar
dos fragmentos campaniformes de un mismo reci-
piente procedentes, uno de una cabaña y el otro de
una tumba colectiva. No descartamos que piezas
como éstas hayan sido consideradas como un sím-
bolo de la memoria del linaje de los ancestros.
Todas estas manipulaciones no sólo afec-
tan a los ajuares, sino también a las inhumaciones
primarias con una reagrupación de determinados
individuos, en los que probablemente varios de
ellos fueron trasladados a una nueva tumba en
forma de fardo con los huesos largos más repre-
sentativos, además del cráneo (Liesau et al 2014).
Por tanto, no parece tratarse de meros expolios de
grupos posteriores en búsqueda de piezas en me-
tal, sino de prácticas funerarias complejas de los
propios campaniformes relacionados con el culto
de los ancestros y de sus símbolos que representan
su linaje. Este trasiego de piezas de ajuar y de
huesos humanos se presenta por tanto, en Hu-
manejos, Camino de las Yeseras y otros yaci-
mientos de la cuenca del Tajo como La Magdalena
(Heras et al. 2014) Ciempozuelos y los nichos de la
cueva 3 de “Las Higueras (Bueno et al. 2012) o, in-
cluso en hoyos con una importante cantidad de
vajilla facturada medialmente, como el caso de La
Calzadilla (Delibes y Guerra 2004).
2.4 Cueva 3 de la necrópolis de las Higueras: la
Cerámica de acompañamiento y cerámica cam‐
paniforme conviven en diferentes ámbitos de un
mismo monumento (Bueno et al. 2000, 2005 y
2009).
Esta necrópolis representa uno de los me-
jores ejemplos de cómo “la presencia de campani-
forme no goza de una sistemática globalizadora,
sino que presenta variables notorias” (Bueno et al.
2005, 70). Concretamente la cueva seleccionada es
un claro ejemplo de la coexistencia armónica de
rituales muy diferentes:
En la cámara central de la cueva 3 se inhu-
maron hasta diez individuos: “2 mujeres, 2
hombres y un individuo juvenil, siendo el resto
adultos de sexo no definible, acumulados sobre
“dos camas” que sugieren “cierto agrupamiento
parenteral” (Figura 3c) se acompañaron de un ajuar
perfectamente ordenado, aunque las entregas pu-
dieron hacerse en diferentes momentos, compues-
to por 5 puntas de sílex y hasta 12 recipientes con
diferentes contenidos. Solo una mujer adulta
poseía un ornato bien individualizado: Un collar de
cuentas de variscita, además de una gran hemival-
va de bivalvo de agua dulce (Margarita auricularia)
(Bueno et al. 2005: 75).
Por el contrario, en un nicho situado en la
zona oeste, sobre un suelo de arcilla coloreada con
cinabrio se enterraron dos infantiles: “El más com-
pleto, un niño de entre 5 y 9 años llevaba un collar
de cuentas de hueso hechas sobre omóplatos de
bóvido. A su espalda se depositó un conjunto de
vaso y dos cuencos incisos, de estilo Ciempozuelos,
uno sobre otro” (Bueno et al. 2005: 76) (Figura 3 e).
ARPI. Arqueología y Prehistoria del Interior peninsular 03– 2015 281
Se trata, sin duda, de un extraordinario
ejemplo de hasta qué punto viejas tradiciones y
nuevas mentalidades se armonizan en un mismo
espacio y explica el hecho de que tanto en Camino
de las Yeseras como Humanejos convivan si-
multáneamente tumbas con campaniforme y sin él
con rituales, ajuares y número de enteramientos
muy distintos.
Pero existen otros muchos aspectos de
esta necrópolis toledana, de apariencia más tradi-
cional, que ofrecen una importante similitud con
las de Humanejos y Camino de las Yeseras, como
es el acceso de mujeres y niños a ajuares impor-
tantes o la práctica reiterada de profanación de
tumbas con remoción, sustracción y reacomoda-
miento de restos óseos y ajuares relacionados, en
nuestra opinión, con la memoria de los ancestros
(Liesau et al. 2014).
3.- DISCUSION
Los ejemplos propuestos en estas líneas
para mostrar cómo los campaniformes escenifican
su sociedad a través de la muerte, confirman las
hipótesis formuladas en relación a la enorme varia-
bilidad de sus manifestaciones, no sólo en relación
a las diferentes tradiciones en las que se implan-
tan, sino también a escala a escala regional, incluso
también local. Teniendo en cuenta que los tres
yacimientos están próximos entre sí y que, proba-
blemente no lleve más de dos jornadas el desplaza-
miento de uno a otro, resulta llamativa la existen-
cia de prácticas funerarias tan diferenciadas entre
ellos.
Empezando por la ubicación espacial de
los difuntos, el valle de las Higueras se perfila como
una auténtica necrópolis en alto y bien visible, en
cuevas excavadas en una mesa caliza blanda que
flanquea el valle y no son tumbas excavadas en el
subsuelo de un lugar de hábitat, algo que sí ocurre
en los otros dos yacimientos. Ambos sitios presen-
tan una también una mayor concentración de tum-
bas en el sur, próximas al arroyo Humanejos o el río
Henares respectivamente. Dependiendo de las
condiciones geológicas del substrato de cada uno
de ellos, el tipo y morfología de las tumbas son
todo, menos homogéneos, aunque es en el valle de
Las Higueras donde se manifiesta una pauta más
reglada en la que se ordenan metódicamente las
estructuras funerarias, tanto en su distancia como
en la orientación de sus accesos. Presentan ade-
más construcciones mixtas, una parte interior ex-
cavada en la roca caliza y otra exterior construida
mediante mampuesto y barro (Bueno et al. 2007-
08: 777-778).
Tanto en Camino de las Yeseras como en
Humanejos conviven diferentes tipos de tumbas
con enterramientos individuales, dobles o colecti-
vos. Pero en estos dos yacimientos destacan una
serie de tumbas subterráneas con una importante
inversión de fuerza de trabajo, buscando muy pro-
bablemente la emulación de los grandes monu-
mentos neolíticos y calcolíticos, especialmente en
aquellas que poseen ajuares más ricos. No falta
tampoco en ellas una arquitectura de estructuras
efímeras cuya finalidad sería la de acceder a las cá-
maras de forma reiterada antes de ser clausuradas.
Otro aspecto novedoso es que por vez
primera en Camino de las Yeseras se han docu-
ARPI. Arqueología y Prehistoria del Interior peninsular 03– 2015 282
mentado tres áreas funerarias remarcadas de for-
ma intencionada a través de grandes cubetas exca-
vadas en el suelo de ocupación, en cuyos márgenes
se abrieron las respectivas tumbas con inhumacio-
nes individuales, dobles o colectivas. Parece proba-
ble que estas áreas estarían delimitadas con cerra-
mientos de materiales efímeros. Su amplio espacio
interior podría haber sido empleado para realizar
celebraciones relacionadas con los diferentes ritua-
les funerarios, como se desprende de un gran reci-
piente cerámico con una capacidad de aprox. 300 l.
cuidadosamente colocado en un punto destacado
del área funeraria 2 (Figura 4 a) (Blasco et al. 2005;
Liesau et al. 2008; Liesau et al. 2014).
En relación con los individuos y los respec-
tivos ajuares, resulta un tanto arriesgado empren-
der estudios comparados, dadas las reiteradas
aperturas para sucesivas inhumaciones o sustrac-
ciones de huesos y ajuares en la mayoría de las
tumbas, con lo que extraer patrones fiables que
cumplan con ciertos estándares fuera de alguno de
sus característicos ajuares, complica de forma sig-
nificativa las posibilidades de interpretación. Por
ello, resulta relevante la información que aportan
los estudios analíticos para poder aproximarse a
una explicación social, pero de lo que no cabe duda
es que la desigualdad de los ajuares nos habla de
una sociedad jerarquizada como precedente inme-
diato o coetáneo a otros grupos de la Edad del
Bronce. Esto afecta a escala peninsular como se ha
puesto de manifiesto por parte del equipo de los
profesores Bueno y Balbín para Huecas (Bueno et
al. 2005) y por nosotras mismas para los otros dos
yacimientos citados (Liesau y Blasco 2012; Liesau
et al. 2015).
Buenos ejemplos de dos categorías de
personajes en la cúspide de la pirámide social y a
edades distintas son el varón maduro de la tumba
1853 de Humanejos que porta además de una des-
tacada panoplia, otros elementos de prestigio o de
poder como los adornos de marfil. El otro ejemplo,
el joven del área funeraria 2 de Camino de las Ye-
seras, sobresale precisamente por acompañarle
una cazuela con decoración simbólica, una diade-
ma aurea y otro importante lote de piezas en mar-
fil, como por la ausencia de armas. Este personaje
pudiera estar relacionado con una función sacra o
con un relevante control de ciertos afloramientos
mineros o ser un mediador de determinadas redes
de intercambio. Estos dos ejemplos parecen refle-
jar la existencia de liderazgos en estas sociedades
calcolíticas motivados por distintos tipos de activi-
dades o méritos.
No menos contundente es la presencia
femenina, no sólo en su asociación a los personajes
más relevantes, sino también como protagonista.
Ejemplo de ello es la mujer de Camino de las Yese-
ras con un aspecto físico en vida muy diferente al
resto de las mujeres con las que convive por su ca-
beza piriforme deformada intencionadamente. A
su fallecimiento, fue tratada de forma muy cuida-
dosa, colocada su cabeza en alto sobre una al-
mohada realizada con tallos y hojas de gramíneas.
Pero ésta es solo una muestra de otros registros de
mujeres relevantes, tanto en el valle de las Higue-
ras, como en los dos yacimientos madrileños men-
cionados (Liesau et al. 2015).
También nos queda por destacar la rele-
vancia alcanzada por algunos infantiles de lo que
es un buen exponente el inhumado en el nicho
ARPI. Arqueología y Prehistoria del Interior peninsular 03– 2015 283
oeste de la “cueva 3” del Valle de las Higueras, don-
de un infantil de entre 5 a 9 años, depositado en un
suelo coloreado con cinabrio posee un set de vajilla
campaniforme y se adorna con un collar (Figura 3e)
cuyas cuentas realizadas sobre escápula de bovino
(Bueno et al. 2005, 76) tal vez emulan las cuentas
de marfil de los varones más relevantes.
Pero hay muchas otras vías por explorar
sobre las que también muestran indicios muy suge-
rentes los ejemplos que hemos seleccionado. Entre
ellas una mejor comprensión de las exequias fúne-
bres, sobre las que, hasta ahora, sólo se había inci-
dido en los rituales de bebida relacionados con la
cerveza e hidromiel (Guerra 2006; Rojo et al. 2006,
Garrido et al. 2011) a los que habría que sumar
otros ritos de comensalidad, ya apuntados por los
investigadores de la necrópolis de las Higueras
(Bueno et al. 2007-208: 784). A juzgar por los resul-
tados de los análisis de residuos en recipientes
procedentes de la misma cueva 3 de las Higueras,
los cuales detectan la presencia de guiso de pesca-
do e hidromiel (Bueno et al. 2005, 80). Unos indi-
cios a los que se suma la presencia, entre los reci-
pientes lisos de la cueva 8 de esta misma necrópo-
lis (Bueno et al. 2007-08, Fig. 6) de un gran conte-
nedor de tamaño similar al recuperado en el recin-
to funerario (área 2) de Camino de las Yeseras
(Figura 4 b).
Es probable que estas evidencias sean
expresión de banquetes colectivos en los que las
mujeres podrían haber tenido cierto protagonismo,
aunque no podemos descartar que sean contene-
dores de guisos para la comida en el más allá, susti-
tuyendo, al menos en Camino de las Yeseras, las
ofrendas de animales que se conocen mejor en
tumbas colectivas anteriores y, sobre todo, en los
enterramientos de la Edad del Bronce. Una hipóte-
sis que ya ha manejado el equipo de los Dres.
Bueno y Balbín, quienes además plantean la posibi-
lidad de que mientras estos recipientes lisos son
contenedores para la comida en el más allá, los
vasos campaniformes son la vajilla utilizada en los
rituales de las exequias (Bueno et al. 2012).
Otro aspecto destacable es la perduración
de la imagen de los ancestros en la memoria y
Fig. 4.- a: Área funeraria 2 de Camino de las Yeseras con indicación de la localización del gran recipiente. b. Foto de la cueva 8 del Valle de las Higueras durante la excavación. En el centro de la cámara destaca un gran recipiente (Bueno et al. 2012, fig. 10, p. 372).
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también a través de la recuperación de diferentes
huesos y ajuares, como queda reflejado en la tum-
ba 9 de Humanejos y en la Cueva 1 y 3 de las Higue-
ras. A estos ejemplos se suman otros tantos casos
en la Cuenca del Tajo, donde algunas de estas re-
mociones de tumbas reflejan complejos eventos de
clausura, caso del sacrificio de dos perros en un
foso colectivo de Camino de las Yeseras (Liesau et
al. 2008: 116-117; Blasco et al. 2009: 64-66).
De estos apuntes puede deducirse cómo a
través de fórmulas aparentemente diferentes, los
campaniformes transmiten una misma forma de
entender la muerte como un testimonio para fosili-
zar la idea de una sociedad compleja y la
“personalidad social” de cada individuo” (Fábregas
y Bradley 1995: 155). El registro enfatiza la vincula-
ción parenteral sin perder protagonismo ninguno
de estos dos aspectos, de la misma forma que el
mantenimiento de algunas tradiciones se hace
compatible con nuevos rituales y nuevos ajuares.
Así, mientras que se documentan muchas claves
simbólicas que indican la existencia de una impor-
tante red contactos por donde se transmiten ideas,
objetos, tecnologías y, como parece confirmarse
cada vez más, movimientos de personas que pue-
den derivar en alianzas y/o conflictos, existe tam-
bién un respeto al mantenimiento de la línea suce-
soria a través de numerosas tumbas que presentan
reaperturas y un exhaustivo trasiego de huesos de
los ancestros, además de cerámicas fracturadas
intencionadamente que se guardan como reliquias
de sus respectivos linajes.
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