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jean-Baptiste Camile Corot, Orphée et Eurydice, 1861

12 DOSIERICONOGRAFíA MUSICAL

LouisDucis, Orphée et Eurydice14

embargo, esa mítica pareja ha gozado decierta popularidad en el arte posterior. Yaal principio de este trabajo presentamosuna miniatura medieval en la que Orfeoroca un arpa (imagen 2). Podemos ahoravolver a contemplar esa imagen. Obser-varemos que al encuentro de Orfeo avan-za una joven dama de pálido rostro, pre-cedida por un monstruoso personaje conrasgos diabólicos que la deja salir poruna puerta orlada de llamas: evidente- ~Imente, es un Hades representado confor- .¡¡me a la imagen medieval del demonio, .sique deja partir a Eurídice. También Corot ~f'evocó en 1861 ese momento del mito, ~previo al lamentable fracaso de Orfeo ~(imagen 12). 8

IContamos, por otra parte, con una 5

interesante escena ajena a lo que encon--§trábamos las fuentes antiguas (tanto:3escritas como visuales) del mito. En efec- Frederic Leighton, Orpheus and Eurydice, í864to, Eurídice aparece en las fuentes anti-guas cuando se trata del fallido intentode rescatarla del Hades, por parte deOrfeo. Pero este cuadro de Louis Ducis(1775-1847) nos muestra a los amantesen un plácido momento anterior al dra-ma. Orfeo toca y Eurídice lo escucha(imagen 13).

os hallamos ante una imagen verda-deramente innovadora con respecto a lasfuentes antiguas. La música de Orfeo notenía ningún carácter erótico, según lasfuentes antiguas, y éstas nunca habíanaludido a los efectos de la música deOrfeo sobre Eurídice. con una excep-ción: el mitógrafo Fulgencio, de los ss. V-VI d. c., en su obra Mitologías (3, 10) sídijo que Orfeo había seducido a Eurídice Relieve de Arno Breker 1944mediante el sonido de su cítara y la había 'tomado por esposa.

o podemos dejar de referimos, en este contexto, a uncuadro, difícilmente calificable, del pintor inglés FrederickLeighton (1830-1896), cuyo Orpheus and Eurydice, de 1864presenta una verdadera revolución del mito. Aquí no es

que Orfeo se vuelva y pierda aEurídice, sino que Orfeo ... noquiere volverse. Es Eurídicequien, en un escorzo lleno depasión, intenta abrazar a Orfeo,asegurarse de que éste la ama;pero Orfeo intenta apartarla yaparta su vista de Eurídice. Noquiere perderla, ni quiere quesu música pierda su prestigio(imagen 14).

En este cuadro, Orfeo, lleva-do de la firme decisión de noperder a Eurídice, no sólo esque resiste su propia inquietudpor asegurarse de si ella losigue, es que resiste incluso lainquietud de la misma Eurídice,que en ninguna fuente antiguahabía tomado la menor iniciati-va como amante. La actitud de

15 Orfeo, en ese cuadro, es cohe-rente con el auto-control emoti-vo que la pseudo-moral victo-riana esperaba y exigía".

Esa misma resistencia a laposibilidad de que la músicafracase puede apreciarse en unrelieve de Amo Breker (1900-1991), que muestra a Orfeo lle-vándose a Eurídice (imagen 15),A pesar de que Orfeo está vuel-to hacia Eurídice, el conjuntono parece representar la derrotadel cantor: más bien se diríaque los amantes han alcanzadovictoriosamente el reino de losvivos. Tal vez el escultor oficialde la Alemania nazi no podíapermitirse plasmar una derrota.

Se ha discutido mucho si hubo una versión, anterior aVirgilio y a Ovidio, en la que Orfeo lograra realmente resca-tar a Eurídice, y nosotros debemos decir que apenas hay unsolo testimonio iconográfico que apoye esa posibilidad. Síhay, por otra parte, bastantes representaciones de Orfeo en

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