Download - [1980] André Gunder Frank. El desarrollo de la crisis y la crisis del desarrollo (en Comercio Exterior, vol. 30, n° 3, marzo de 1980, págs. 234-244)

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    omercio Exterior vol. 30, nm . 3,Mx ico, marzo de 1980, pp . 23 4-244

    l desarrollode la crisis y ladel desarrollo

    La reciente liberacin de Nicaragua del reg1men somocistahace particularmente oportuna la cuestin de revolucinversus contrarrevolucin en el mundo. Muchos piensan queestamos viviendo en Lina poca prerrevolucionaria, anloga yderivada de aqulla en la que ocurri la primera revolucinsocialista, a fines de la primera guerra mundial, en lo quehoy es la Unin Sovitica. Esta creencia en el progreso actualde la revolucin y el socialismo se basa especialmente en losacontecimientos de los ltimos 15 aos en Cuba y Vietnam,Angola y Mozambique, Etiopa, Irn e incluso Afganistn, yen la situacin o las perspectivas en Zimbabwe y Namibia,algunas partes del Caribe y otros lugares del Tercer Mundo.La creencia en el progreso prerrevolucionario tambin se basaen los amplios movimientos de masas en Europa y Amricadel Norte al final de los sesenta y principios de los setenta;en la cada posterior de las dictaduras en Grecia, Portugal yEspaa, y en las movilizaciones populares, de trabajadores yde mujeres, dirigidas sobre todo contra las poi ticas econmicas y sociales que se extendieron en los ltimos dos o tresaos por muchos pases capitalistas industrializados, subdesarrollados y socialistas (lo cual es especialmente significativo

    De la Universidad de East Anglia. Este ensayo deliberadamentepresentado sin notas al pie, es un resumen y, en parte unaampliacin del reciente trabajo del autor La crisis mundial tomo 1,Occident e p ses del Este y Sur tomo 2 El Tercer Mundo BrugueraBarcelona 1979. [Traduccin del ingls de Fernando Molina.)

    riSISANDRE GUNDER FRANK

    en el caso de los ltimos, segn algunos observadores). Porotro lado, tambin en el Occidente capitalista industrializado,en el Este socialista y en el Tercer Mundo subdesarrolladodel Sur se estn sintiendo fuertes vientos conservadores oreaccionarios, contrarreformistas o contrarrevolucionarios ymilitantemente nacionalistas.Hasta qu punto puede decirse, entonces, que la revo-lucin o la contrarrevolucin estn en el orden del da en elfuturo previsible? Como en toda situacin prerrevolucionariao que supuestamente lo es claro est que la respuestadepende de hacia dnde se dirijan la lucha de clases y lalucha imperialista. Las fuerzas (elemento poi tico subjetivo)en esta lucha de clases estn parcialmente limitadas ymoldeadas por los factores econmicos objetivos . En elpasado reciente se otorg gran importancia a los factoressubjetivos e ideolgicos en Cuba, China y Vietnam pero, encierto modo, ha habido una gran desilusin en estos pasescon respecto a la eficacia de tales factores. Esta decepcin hamarcado a sus propios lderes: basta mencionar a MaoTse-tung, cuya Revolucin Cultural obviamente fue derrotada, amn de muchos otros en estos pases y en el resto delmundo. Por tanto, quiz no sea equivocado dedicar mayorcuidado a los factores econmicos objetivos en la lucha porla liberacin y el socialismo. Sucesos recientes pueden poneren duda aquello de que la verdad objetiva es siemprerevolucionaria, como dice el viejo adagio, pero ciertamente

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    todava es verdad que la ilusin subjetiva o la falsedad nuncapueden ser revolucionarias.De acuerdo con las proclamas oficiales sobre la situacindel mundo y sobre los avances aparentemente revolucionariosmencionados, los chinos dicen a cada oportunidad que elpanorama es excelente. La Unin Sovitica afirma que elsocialismo avanza a grandes pasos sobre el mundo. Loseurocomunistas y otros partidos comunistas sostienen que lamovilizacin social y los avances populares se estn acelerando y que virtualmente arrasan el mundo, aunque hayahabido reveses temporales en algunos lugares de AmricaLatina hasta hace poco. En la ltima conferencia cumbre delos No Alineados se dijo tambin que la movilizacin popularavanza a pasos agigantados en el Tercer Mundo, especialmente a partir de lo sucedido en Nicaragua y otros lugares.Los trotskistas dicen que por lo menos en varios pases delsur de Europa -Portugal Espaa, Francia, Italia y quizBlgica- la revolucin est prcticamente a la vuelta de la

    esquina, o que podra estarlo si los revolucionarios jugasenbien sus cartas. Incluso Estados Unidos estara afectado pornuevos movimientos populares de gran escala. Hasta qupunto se apoyan estas afirmaciones en hechos reales? Hastaqu punto este optimismo, que por supuesto todos debemosapoyar subjetivamente, est en verdad justificado por consideraciones poi ticas y econmicas objetivas? En efectollmense consideraciones objetivas o subjetivas, habra q u ~preguntarse si la teora, la ideologa, la organizacin y ladireccin revolucionarias, que por cierto todos los socialistasy revolucionarios estiman esenciales para convertir una si-tuacin prerrevolucionaria en una revolucin, justifican esteoptimismo. Hay razones objetivas para dudarlo.De hecho, buena parte de esta movilizacin contempornea por la revolucin y la liberacin nacional es unresultado (defensivo) de la creciente crisis econmica ypoi tica del mundo, y en esa medida se enfrenta a limitaciones objetivas y graves. La crisis quiz no sea enteramentedistinta de otras anteriores, en particular de la que empezen 1913 y dur hasta el fin de la segunda guerra mundial.Esa crisis abarc dos guerras mundiales, la depresin de lostreinta, la Revolucin de Octubre y la Revolucin China;pero, no lo olvidemos, tambin incluy el surgimiento delfascismo como movimiento contrarrevolucionario que tuvoalgn xito, cuando menos en ciertos momentos y lugares.Otra importante crisis anterior y similar del desarrollo capitalista ocurri entre 1873 y 1895, vinculada al surgimientodel capitalismo monopolista en las economas centrales y aldesarrollo del imperialismo clsico y del colonialismo desdelas economas centrales hacia las perifricas o ms bien en

    el sistema econmico y poi tico mundial, que incluye t ~ n t oal centro como a la periferia. Parece entonces qu e el mundo,o al menos el mundo capitalista, se enfrenta a un nuevoperodo crtico de sobreacumulacin de capital y de sobreproduccin desde mediados de los sesenta.Muchos de los sucesos poi ticos mencionados son res-puestas a esa crisis y estn caracterizados, cuando no limi tados, por ella. La expansin industrial de la posguerra, igualque las g_randes expansiones anteriores, produjo ms capitalcon relac1n al trabajo utilizado en trminos marxistas, unaumento en la composicin orgnica del capital) sobre todoen la industria. junto con la relativa sobreinversin en bienesde capital en la industria, hubo tambin un a relativa sub-

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    inversin en la capacidad productiva de los sectores minero yagrcola en la mayor parte del mundo capitalista. Debesealarse que esta subinversin en el sector primario es lacausa fundamental de las crisis agrcolas y de energticos enlos setenta y, quiz, de los ochenta. El aumento de lacomposicin orgnica del capital es decir, el aumento en larazn capital/trabajo) y de la productividad, as como elaumento del poder de negociacin y la militancia de lostrabajadores en parte vinculado con el anterior) produjeronen las economas industriales, desde mediados de los sesenta,una disminucin de la tasa de ganancia, de la de crecimientoy, en algunos casos, una reduccin en trminos absolutos dela demanda de productos industriales, especialmente debienes de capital o de inversin. El desequilibrio anteriorquiz conduzca a un relativo aumento del aprovisionamientode materi as primas en fuentes minerales (incluyendo el lechomarino y quiz, la Antrtida) y agrcolas (sobre todo de laagroindustria). Por otra parte, la productividad y la produccin han crecido a ritmos distintos en las principales economas capitalistas industrializadas. Hasta hace poco tiempola productividad haba crecido en Europa Occidental a u n ~tasa que duplicaba la de Estados Unidos, y la de japn aldoble que la europea, es decir, cuatro veces ms que laestadounidense.

    Esta evolucin ha tenido las siguientes consecuencias ymanifestaciones. Una es el intento de posponer limitar oincluso, algunos sectores monopolizados, i m p ~ d i r la disminucin en la tasa de ganancia y la contraccin delmercado por medio de enormes programas de impresin dedinero y de fomento del crdito. Este esfuerzo asumi suforma ms espectaculr en Estados Un idos que, a travs delfinanciamiento deficitario de la guerra contra Vietnaminund al mundo con dlares. En segundo lugar, la o m p e ~tencia se intensific particularmente entre los sectores capitalistas de los pases industrializados en su lucha por ganarlos reducidos mercados nacionales . Esta se manifest sobretodo en las repetidas devaluaciones del dlar, con el objetode mantener o aumentar el mercado para las exportacionesestadounidenses y proteger el interno contra las incursionesde, sobre todo, Alemania y japn. Las monedas de estospases se han revaluado considerablemente con respecto aldlar, pero sin que hasta ahora esto mueva la balanza a favorde Estados Unidos en el mercado mundial. Sin embargo labaja del dlar ha abaratado los salarios y las propiedade; eneste pas con respecto a Europa y japn, y por tanto hacambiado el flujo de la inversin extranjera, que ahora sedirige desde esas regiones hacia Estados Unidos. El descensode la demanda y el aumento de la competencia tambin hanacelerado las bancarrotas y la monopoi izacin en los mer ~ d o s internos, as como las poi ticas de exportacin agreSivas y un renovado proteccionismo en el plano internacional.

    Otra manifestacin importante de la sobreproduccin y dela demanda insuficiente ha sido un aumento de la capacidadproductiva ociosa en la industria . Este problema, que afectaa todo el sector, es particularmente visible en la siderurgia,que durante varios aos ha sufrido una recesin en todo elmundo y, despus de cerrar varias plantas, todava opera a60 o 70 por ciento de su capacidad en muchas partes delmundo industr ial izado. En consecuencia, tambin ha habidouna recesin notable en las inversiones. Con capacidad ociosa

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    y ganancias bajas, las empresas no tienen por qu hacernuevas inversiones enormes. En las economas industrializadas, el n>ivel de inversin de 1973 no se volvi a alcanzarsino hasta 1978 (exceptuando a 1nglaterra, donde an hoy nose alcanza). Por tanto, hay una brecha de inversin en elperodo 1973-1978, y ahora amenaza con desplomarse otravez debido a la nueva recesin. Adems, la naturaleza de lainversin ha cambiado. La inversin expansiva para ampliarla capacidad o producir nuevos bienes ha sido remplazada, engrado cada vez mayor, por la inversin racionalizada con elobjeto de producir ms barato, especialmente con menorescostos de mano de obra. Se ha hablado mucho de nuevatecnologa en la produccin de energticos y en muchosotros campos. Empe,ro, a pesar de que, como todos sabemos,el precio de los energticos aument drsticamente a partirde 1973 y ha seguido aumentando hasta ahora, no se harealizado ninguna inversin importante en este campo-excepto en la exploracin y perforacin de pozos depetrleo, que han aumentado considerablemente desde1973-, ni siquiera en plantas de refinacin, lo que explicalos recientes cuellos de botella. Asimismo, tampoco se hanhecho inversiones significativas en otras fuentes de energa,como esquistos bituminosos, carbn o combustibles nucleares. La industria nuclear est virtualmente arruinada desde elpunto de vista econmico, lo que explica buena parte de laintensa carhpaa por vender reactores nucleares, que haproducido fuertes disputas internacionales (por ejemplo,entre Estados Unidos y Alemania sobre Brasil y entreEstados Unidos y Francia sobre Paquistn) y violentasreacciones contra las plantas nucleares en muchos lugares delmundo. Todas estas fuentes sustitutivas de energa, incluidala solar y los combustibles sintticos, han sido tema demuchas discusiones, pero hasta ahora no han llegado alterreno de los hechos. La principal razn es que la tasa

    general de ganancia y los mercados potenciales todava nojustifican inversiones importantes en ste ni en otros campos.La excepcin aparente, la industria de computadoras y, enespecial, el uso de microcircuitos microchips), es en esenciauna inversin destinada a racionalizar la produccin y areducir costos de mano de obra; hasta ahora no ha sido unainnovacin tal que permita producir sobre bases completamente nuevas. Antes de que pueda emprenderse un programade inversiones de gran escala y se utilice una tecnologaradicalmente nueva, la tasa de ganancia deber elevarse otravez y para hacerlo sern necesarias muchas transformacioneseconmicas, sociales y poi ticas en escala mundial. Msadelante se analizan los comienzos de algunas de estastransformaciones.El desarrollo de la crisis, a travs de recesiones recurrentesy progresivamente ms profundas, ha tenido otras consecuencias y manifestaciones que han contribuido tanto a lareduccin de las ganancias como a su posible recuperacin enel futuro. Desde mediados de los sesenta, estas recesioneshan sido cada vez ms frecuentes, largas y profundas, y hanestado crecientemente coordinadas por los principales pasesindustrializados. Un ndice del agravamiento de estas recesiones es su efecto en el empleo en los pases industrialesmiembros de la OCDE Durante la recesin de 1967, eldesempleo en Estados Unidos, Europa, japn, Australia yNueva Zelandia lleg a cinco millones, pero el primeroapenas contribuy a esta cifra, ya que gracias a la guerra deVietnam, por as decirlo, pudo cerrar la puerta al lobo de la

    desarrollo y crisis

    reces1on. En la de 1969-1971, que tambin golpe a EstadosUnidos, el desempleo abierto lleg a diez millones en lospases industrializados. Luego, en la recuperacin de 1972 a1973, el desempleo baj a ocho millones. Durante la si guiente recesin, que afect a casi todo el mundo capitalistaal mismo tiempo (1973-1975) y fue la ms profunda desdelos treinta, el desempleo abierto alcanz a 15 millones en lospases industrializados, de los cuales nueve millones correspondieron a Estados Unidos. En este pas, el desempleo seredujo desde entonces a menos de seis millones, pero siguiaumentando en Europa, japn, Canad y Australia. Enefecto, el nmero de desempleados en esos pases crecitanto durante la llamada recuperacin comenzada en 1975,que el desempleo total en la oc o aument de los 15millones registrados en los peores momentos de la recesinanterior a 17 o 18 m iliones en meses recientes.

    En el verano de 1979 comenz a una nueva recesin enEstados Unidos, quiz en 1nglaterra y amenaza claramente aotros pases. Nadie sabe con certeza cunto durar. Elgobierno de Carter habla de un aterrizaje suave y dice quela recesin ser relativamente benigna y no muy larga, as seadebido a las prximas elecciones.En un documento confidencial del gobierno que, ante laexpresa consternacin del presidente Carter, se filtr alconocimiento pblico, se estimaba una recesin mucho mssevera, que durara hasta 1981, y se calculaba que eldesempleo aumentara de nuevo a 8 por lo menos. Msan, hay razones de peso para pronosticar que la recesin de1979-1981 ?)puede resultar peor que la de 1973-1975. Unarazn es que sta es mucho ms bienvenida y necesariaque la anterior, la cual no llev suficientes empresas a labancarrota como para limpiar la casa del capitalismo y

    tampoco tuvo xito en doblegar a las organizaciones ymilitancia sindicales. Por tanto, los estados capitalistas harnmenos por combatir internamente esta recesin que la an-terior. La economa de deuda , como apropiadamente lallama Business Week, ha crecido tan espectacularmente en suintento por cerrar la puerta al lobo que otra aceleracinadicional en el crecimiento de la deuda amenaza con agravarel probable derrumbe del castillo de naipes financiero, yademasiado inestable; esto ha hecho que los preocupadosbanqueros sean an ms prudentes y refuerza el conservadurismo econmico. Al mismo tiempo, los recursos financieros e institucionales que antes estaban disponibles paracombatir la recesin, como el desarrollo de mercados mo-netarios especulativos en Europa y Asia y (para contrarrestarlos) la introduccin de tipos de cambio flexibles y lacoordinacin econmica internacional mediante conferenciascumbre y dems, ya se han gastado o han fracasado directamente. Adems, la vlvula de seguridad que los pasessocialistas y los miembros de la OPEP representaban para elcapital a travs de su mayor demanda por exportacionesoccidentales tambin se ha agotado y es mucho menosprobable que sirva durante esta nueva recesin. Despus de laltima expansin que tuvieron estas economas, su limitadacapacidad para pagar o absorber importaciones ha dadocomo resultado restricciones que implican que ahora nopodrn salir al rescate del capital occidental, como lohicieron despus de 1973. Por tanto, parece que durante estarecesin habr serias limitaciones a las demandas de consumo, inversin y exportacin. Sea como sea, la nueva

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    recesin empieza con un nivel de desempleo muy superior alanterior a la de 1973-197 5, especialmente en Europa yJapn, y el nivel de inversin apenas alcanza al de 1973. Yaque las proyecciones "cientlficas" de los profetas oficiales einstitucionales parece qu e no pueden o no quieren tomar encuenta estos factores en la preparacin de sus predicciones,generalmente tan optimistas, por ahora slo podremos imaginar y revisar en el futuro) el aumento del desempleoactual de 17 millones y la calda en la inversin as como lasnuevas restricciones sobre el comercio mundial. En unapalabra, nos volvemos a enfrentar a la perspectiva de unarecesin que puede ser peor que la de 1973-1975 y que llegaen un momento en el que las manifestaciones y consecuencias econmicas, poi ticas y sociales de la ltima deningn modo han sido superadas. Esta grave circunstancia es,en s misma, una caracterstica de la creciente crisis. Elinforme anual del Fondo Monetario Internacional, publicadoen septiembre de 1979, predice una larga y dura recesinmundial, que debe empezar a principios del ao siguientecomo consecuencia de la debilidad de la economa estadounidense. En su reunin anual, realizada en Belgrado en lamisma fecha, el F M 1 rectific su prediccin para 1980 y dijoque "el crecimiento econmico mundial ser menor que elporcentaje presentado en el informe anual."

    Otra manifestacin y consecuencia - de hecho parte integral de este proceso de profundizacin de la crisis a travsde sucesivas recesiones, es el intento de reducir los costos deproduccin por medio de poi ticas de austeridad y restriccin de beneficios sociales, que han conducido a un mayordesempleo. Puede demostrarse que en la mayorla de lospaises capitalistas industriales ha habido una polltica dedesempleo deliberada. Esta y otras recesiones no se deben ala poi ltica gubernamental made n Washington como dijoPaul Samuelson refirindose a la que acaba de empezar. Lasrecesiones son una parte esencial de la crisis de la acumulacin, que a su vez es un aspecto integral del desarrollocapitalista desigual. Adems, puede demostrarse que estasrecesiones son promovidas no slo por las poi ticas deWashington sino por las de Londres y Bonn, Pars y Tokio,etc. Por ejemplo, cuando el Senado entrevist al candidato adirigir la Reserva Federal es decir, el banco central deEstados Unidos), Paul A. Volcker, ste dijo que no sabe sihay recesin todava pero que, con recesin o sin ella, vengalo que venga, la principal tarea no es combatir la recesinactual o futura sino la inflacin . Lo cual significa, entrminos simples, que va a seguir polticas monetarias y quepedir al gobierno que siga polticas fiscales destinadas acontener los salarios y disminuir el poder de compra, paracombatir la inflacin, en lugar de aumentar el poder decompra para luchar contra el desempleo. Por tanto, no escasual ni accidental que el nombramiento de Volcker se hayarecibido con jbilo en Bonn, Pars, Tokio y todas las capitales poi ticas y financieras del mundo occidental.

    En efecto, los dirigentes polticos del mundo capitalista,como el presidente Carter (cuya consigna electoral fue la"lucha contra el desempleo" aunque, como era previsible,pronto la cambi por "la inflacin es el enemigo pbliconmero uno"}, el primer ministro Raymond Barre ( ieleconomista ms conocido de Francia ), los ministros laboristas Callaghan y Healey y sus sucesores conservadoresThatcher, Howe y joseph en Inglaterra, y tantos otros como

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    ellos, han declarado muchas veces que prefieren seguir polticas (monetarias, fiscales , etc.} deflacionarias y conservadoras para combatir la inflacin, aun al costo de provocarel cierre de plantas industriales (como en el caso de lassiderrgicas francesas} y aumentar el desempleo.

    El mismo argumento se usa en todas partes: debemoscombatir y controlar la inflacin porque nos afecta a todospor igual en el plano interno (aunque una caracterstica de lainflacin es reducir el ingreso real del trabajo y aumentar elvalor real de las propiedades} y, sobre todo , porque noseliminara del mercado mundial, reducira nuestras exportaciones y, por tanto, creara desempleo. Supuestamente lasprincipales causas de la inflacin son el gasto pblico y lasdemandas salariales (aunque los salarios son una parte re ducida y declinante de los precios de venta y las pruebasdemuestran que los precios suben por el intento de protegerlas ganancias en las industrias monopolizadas}. Estos argumentos se usan en todas partes para defender la imposicin de poi ticas de austeridad y para exigir mesura en elgasto pblico (con la excepcin de gastos en defensa y otrossimilares, por supuesto) y "responsabilidad" en las demandassalariales de los sindicatos, que deben mantenerse por debajode la tasa de inflacin (lo que da como resultado, en amboscasos, la disminucin del ingreso y los salarios reales, especialmente en los niveles ms bajos de ingreso}. Sin embargo,adems de que se basan en fundamentos cientficos muydudosos, estos argumentos conllevan una falacia lgica en suconstruccin: cuando todos siguen la misma poi tica (comocuando todos se paran de puntas para ver mejor el desfile),nadie mejora sus costos relativos ni su posicin de exportacin (ni logra ver mejor} a pesar de los esfuerzos; perotodos terminan con menores salarios o ms incmodos}.Pero hasta ah llega la analoga: la disminucin del bienestarpuede ser una consecuencia totalmente accidental del comportamiento masivo, pero los salarios ms bajos no son, sinduda, consecuencias inesperadas de la lucha contra "elenemigo pblico nmero uno". Hay razones para creer quela reduccin de los salarios es el objetivo econmico bsicode la consigna poi tica de "pelear contra la inflacin" (quetodos sienten} a costa del desempleo (que slo afectadirectamente a algunas personas, pero que indirecta e inmediatamente debilita el poder de los trabajadores para de fender el nivel salarial y las condiciones de trabajo en todoslados}. Dadas estas afirmaciones, teoras y poi ticas oficiales,no debe sorprender que la prensa capitalista las haya re-sumido alegremente diciendo : "el mundo necesita una re-cesin".

    En todas y cada una de las economas capitalistas se hanimpuesto poi ticas de austeridad para que los trabajadores seaprieten el cinturn, con ms xito en algunos lugares que enotros. Sin duda, en Estados Unidos e Inglaterra los salariosreales han bajado. En otras economas industriales hayalgunas pruebas de que los salarios han bajado y otras queindican lo contrario. No obstante, si consideramos no lastasas salariales sino el conjunto de los salarios reales pagados(tomando en cuenta el aumento en el desempleo), es claroque stos han disminuido desde 1973. Al mismo tiempo, hahabido una reduccin concertada de los beneficios socialesen todo el mundo capitalista. La consigna de hoy es elcambio de gastos "improductivos" a "productivos" (incluyendo armamentos, por supuesto); consecuenci a: adis a los

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    beneficios social es. Otra manera de bajar los costos deproduccin es cambiar el modo en que la gente trabaja,reorganizando los procesos de produccin en las fbricas yen las oficinas. En general, los nuevos procesos implican laaceleracin del trabajo y la desespecializacin del trabajador.Estas poi (ticas se han aplicado en la mayor parte delmundo occidental, hasta donde ha sido posible, por mediode gobiernos socialdemcratas y a menudo con el apoyo delos partidos laboristas y comunistas. El apoyo de los comunistas a todas las medidas capitalistas de austeridad ha sidomuy notorio en Italia y Espaa. Quiz valga la pena sealarque en Espaa fue el propio secretario general del PartidoComunista Espaol, Santiago Carrillo, quien tom la iniciativa de proponer las medidas de austeridad en el llamadoPacto de la Moncloa, despus de la eleccin del primerministro Adolfo Surez. Las poi (ticas de austeridad e ingresos tambin se aplican en muchos lugares con la colabo

    racin directa de los sindicatos, incluidos algunos comunistascomo en Italia, que piden a sus miembros apretarse elcinturn. El argumento es la polltica del mal menor, deacuerdo con la cual es mejor apretarse el cinturn voluntariamente que verse obligado a hacerlo por un gobierno dederecha o, como dirlan los comunistas italianos, fascista. Enmuchos lugares esta poi (tica sindical y comunista ha dadocomo resultado una considerable militancia de los cuadrosmedos y revueltas en las bases. Esto ha sido ms evidenteen 1 alia e 1nglaterra, donde los trabajadores rechazaron elcontrato social y la colaboracin con las poi lticas de austeridad del gobierno que los 1 d eres sindicales hablan apoyado .El e espaol y sus sindicatos han decidido repentinamenteoponerse a tales poi (tic as, pero habr que ver hasta qugrado.) En Inglaterra, este aumento de la militancia en lasfbricas ha decidido al recin elegido gobierno conservador aacortar las riendas a la movilizacin laboral y a los sindicatosmediante todo tipo de acciones legales contra las huelgas yotras manifestaciones de los trabajadores, llegando incluso ala aplicacin de pollticas explicitas para aumentar y usar eldesempleo como medida disciplinaria. En el pasado (laderecha espera que tambin en el futuro) un aumentosignificativo en el desempleo hacia extremadamente difcil laaccin sindical para obtener mayores salarios o incluso paramantener los reales. Por cierto, para que el capital recupereniveles adecuados de ganancia y el impulso inversor quesaque al capitalismo de la actual crisis de acumulacin ycomience un nuevo perodo de expansin, se requiere noslo una nu eva base tecnolgica, sino que la introduccinrentable de nu eva tecnolog(a y la inversin correspondientetendrn que basarse en otra importante derrota poi tica delos trabajadores, como sucedi entre los veinte y los cuarenta. Estas circunstancias han conducido a cambios muymarcados hacia la derecha en la mayor parte de los pa(sesindustrializados. Inglaterra y Alemania son casos obvios, ytambin Estados Unidos. Hoy en d a parece realista pensaren joseph Strauss como prximo primer ministro de Ale mania. Comparado con Strauss, Ronald Reagan parece unsocialdemcrata o, incluso, un revolucionario, y j immy Carter predice que Reagan ser su oponente republicano. Loscambios notables hac ia la derecha no slo se manifiestan enel nivel poltico, sino en otros campos como la educacind ond e ha habido una contraofensiva cont ra las medidasprogresistas de los sesenta), la salud, la inmigracin, las

    desarrollo y crisis

    re lac iones rac iales y sex uales (contra el mov1m1ento delib eracin de las mujeres) y en el niv el ideolgico en general,donde la ueva derecha avanza a pasos agigantados en lamayor(a de los pa(ses capita stas industriali zados.Lo s socialdemcratas se encuentran relativamente inermesfrente a estos cambios hacia la derecha. Las poi ticas econmicas y social es keyn es ianas y neokey nesianas han demostrado que no sirven ms, sobre todo en una economla quesufre la llamada estanflacin o receflacin , durante larecesin de 1973 a 1975), que implica desempleo e inflacinsimultneos. El keynesianismo servir an menos durante larecesin de 1979-1980 l o 1981? ) que est empezando. Laraz n aparente es que la medicina keynesiana sirve paraaumentar el poder de compra si hay desempleo (pero a costade un aumento de la inflacin), o para reducir el poder decompra si hay inflacin (lo qu e sin duda aumenta eldesempleo). Por consiguiente, cuando gobiernos y economistas se enfrentan simultneamente al desempl eo y la

    inflacin, se quedan sin ninguna poi (tica keynesiana. No hacemucho el New York Tim s aconsejaba seguir una poi ticaeconmica prudente: ni aumentar el poder de compra paracombatir el desempleo ni restringirlo para luchar contra lainfl aci n. Es dec ir, la poltica econmica prudente de hoy esno hacer nada porque los economistas y los gobiernosrealm ente no saben qu hacer. No es de extraar queusiness Week diga que la American Economic Associationslo se preocupa por trivialidades y no sabe cmo afrontarninguno de los urgentes problemas econmicos, y que laeconom a est en completa bancarrota intelectual y poi tica.Esta es una evaluacin muy realista que hace la comunidad

    e m p r e s < ~ r i a l pero vale no slo para la ciencia econmicaposkeynesiana sino, en ge neral, para la ideologa socialdemcrata de la posguerra. El sueo norteamericano de msy mejor prosperidad continua ha terminado en E;tadosUnidos y en el resto de Occidente. En su famoso discursodel 15 de julio de 1979, el presidente Carter dijo que la granmayorla de los norteamericanos piensa que los prximoscinco aos sern peores que los cinco ltimos. Su afirmacines realista, pero debi aadir que los ltimos cinco ya fueronpeores que los anteriores 25. Esta crisis de confianza confronta a la derecha, a la izquierda y al centro con unacreciente crisis ideolgica sobre qu ofrecer. El mismo discurso de Carter es una manifestacin de bancarrota ideolgica total. El nico acuerdo en los comentarios sobre esediscurso fue que no ofreca absolutamente ninguna solucina la crisis de confianza (que refleja la decadencia del podereconmico y poltico de Estados Unidos o, en otras palabras,de su poder imperialista) o siquiera a la crisis de energticos,que el propio Carter considera un subproducto de esta crisisde confianza.

    Se puede cuestionar si la izquierda ha escapado a la crisisde confianza y a la ideolgica. Las declaraciones oficiales yoficiosas citadas, segn las cuales todo va bien, quiz no seanms que hojas de parra para cubrir una grave crisis ideolgicade la izqu ierda tambin. Esta crisis ideolgica de la izquierdasocialista y del marxismo es un reflejo o contraparte de unacrisis econmica y polltica real, y tambin se manifiesta enlos llamados pases socialistas, desde la Unin Sovitica hastaChina y los pases socialistas pequeos de la Europa Oriental,el Sudeste Asitico y quiz tambin Cuba. Estos pasestambin estn envueltos en la cris is polltico-econmica de

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    Occ id ente a sl como en la suya propia, a menos que ambassea n parte de una misma cris is en un sistema mundial nico,cuestin a la que nos refer im os ms ade lante}. Aunque no esbueno apoyarse en la autorid ad, qu iz convenga citar alcamarada Brezhnev, quie n dijo que dados los ampli osvincul as econmicos entre los paises cap italistas y socia stas,los efectos noc ivos de la cr isis actual de Occidente tambinhan repercutido en el mundo soc ia sta . El camaradaZhikov, primer ministro de Bulgaria, fue ms le jos: esdeseable que la crisis por la qu e atrav iesa Occidente terminerpidamente, ya que afecta y crea incertidumbres para laeconom la bl ga ra, qu e hasta cierto punto depende delcomerc io con los paises occidentales . Estos lderes de pasessocialistas reconocen no s lo que la crisis cap italistamundi al los afecta negativamente, sino que esperan y pidenque la cris is desaparezca para seguir operando con norm a-lid ad. Eso es en s mismo eleme nto y manifestacin de unacrisis muy se ria del socialismo y del marxismo; en el pasado,y aun durante la ltim a crisis grave del capitalismo, sta fuebienvenida por los socialistas marxistas, al suponer quesentara las bases para la posible destruccin revolucionariadel capita smo y su sustitucin por el sociali smo. El hec hode que pases socia stas como la Uni n Sovitica, Bulgariay otros de Europa Oriental (sin mencionar a China, que haentrado en una alianza poltica y econmi ca con EstadosUnidos y japn contra la Uni n Sovitica} es peren que lacr isis termine y colaboren activamente con el capitalismopara superarla e in clu so compitan entre s para ayudar lo},sign ifica que el socialismo y el marximo sufren una cr isisideolgica muy grave. Los pases soc ialistas estn claramente compromet id os de palabra, y ms an por sus ac-ciones, con el mante nimiento del capita smo en Occidenten efecto, desean que prospere y cuanto ms, mejor- ; atodos los efectos, estos socialistas marxistas parecen haberabandonado la esperanza en el derrumbe del capitali smo enOccidente y las polticas que contribuiran a lograrlo.

    En el campo econmi co este apoyo socialista al capitalismo occide ntal es visible en la acelerada integ rac in oreintegracin de las economas socialistas a la divisin internac ional capital ista del trabajo por medio del comercio y laproducc in. Durante la ltima dcada los pases soc ia stashan aum entado eno rm emente su comercio con Occidentepara importar su tecno loga. Como resultado, han tenido undficit en su balanza de pagos, que cubren en parte congrandes deudas hacia Occidente, las que han aum entado de7 000 millones de dlares en 1971 a cerca de 60 000millones en la actualidad . Parcialmente los pases socialistas cubren su dficit con Occidente -esto es muy significativo desde el punto de vista poltico- por medio de susupervit de balanza de pagos con los pases subdesarrolladosdel Tercer Mundo, con lo s cuales tambin ti enen vncul oscomerc iales crec ientes. As, los pases socialistas importantecnolog(a de Occidente y para pagarla exportan dos terceraspartes de comb ustibles y materias primas y una tercera partede manu fact uras . Pero las exportaciones social istas al TercerMund o, a su vez, consisten de dos terceras partes deproductos manufacturados de bajo ni ve l teconlgico y susimportac iones consisten de dos terceras partes de materiasprimas. Esto es, las econom as socia listas ocupan un lu garinterm ed io en la divisin in ternacional del trabajo: la relac in Este Socialista-Tercer Mun do es sim ar a la relac inOccidente Capitalista-Este Socialista.

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    Esta poi ltica de integ rac in y cooperac10n econm icasentre los pases amados soc ia stas y los capita stas delOccidente y el Sur va ms a del simple comercio e incluyecada vez ms una complicada red de ac uerdos productivos.Las empresas occidentales producen en los pases socia stas atravs de com pl ejos convenios, que abarcan desde las licencias hasta la inversin, en los que e as aportan la tecnologa,el co no c imi ento prctico y a menudo la administracin y lacomercializacin, mientras que los anf itriones aportan manode obra capacitada y barata, as ( como disciplina laboral, esdecir, garant las co ntra hu elgas. 1nc\uso China, famosa por supoi tica de autodeter min acin, y Vietnam, que en buenamedida ga n la guerr a co ntra el imperialismo estadounidensegracias a su poi tica de autodeterminacin militar y poi ti ca(a pesar de la ayuda militar de la Uni n Sovitica y deChina}, ahora permiten y hasta estimu lan la inversin extra njera en sus economas (en el caso de Vietnam, adm -tiendo 100% de prop iedad extranjera en la fa bricac in deproductos manufacturados para el mercado mundial}. As, elOccidente capitalista produce cada vez ms en lo s pasessoc ialistas , a bajos costos, para exportar a Occ idente y alTercer Mundo.

    Este aumento de la produccin y del comercio con laseconom(as socialistas representa, para el capital occ id ental,uno de lo s medios importantes para detene r y reve rtir lamarea de la creciente crisis econmica. Esta v lvul a deseg uridad socialista para la crisis capitalista se manifest demodos particulares durante la recesin de 1973-1 975, cuandolos bienes de cap ital que no encontr aban mercado en Occidente fueron comprados por los pases del Este y de laOPEP, ay udando as(a mantener a flote los negocios occidentales. La mi sma ay uda socia sta se manifiesta econ-micamente en lo s menores costos de produccin que representa producir en el Este, gracias a los subsidios otorgadospor la sociedad socia sta ; polticamente, se manifiesta atravs de la amenaza capitalista -v a ri as veces utilizada- detrasladar la s plantas prod uctivas a un pas socialista si lamilitancia sindical no se autodisciplina en su pa(s deorigen.

    Su rge entonces la pregunta de si lo s pases soc ialistasforman un mund o socia sta , distinto y se parado delsistema capitalista mundial, o si todav(a y cada vez ms sonparte integral de la divisin capita lista mundial del trabajo, laproduccin y el comercio y, por end e, del sistema capitalista(social y poltico) mundia l. Stalin afirm un ao antes demorir que existen dos mercado s mundiales; aunque lahistoria ha demostrado su error, mucha ge nte todava afirmaqu e existen dos sistemas sociales (aunque cas i nad ie quehay slo dos sistemas poi ticos }. En efecto, muchos marxis-tas y otros que no lo so n alegan que, si bien es posibl e que slohaya un nico mercado mundial {capitalista}, la ley capita stadel va lor y las fuerzas del mercado no act an en las economassocial istas . Sin embargo, es indudable que estas fuerzascapitali stas s operan en Yugoslavia, co n todo y compete ncia,monopo lio y desempleo; cada vez hay ms pruebas de quetambin operan en la Europa Oriental socialista . La re-ciente violacin de Rum ani a a los ac uerdos del CAM E, alap car repentinamente a los turistas de Europa Oriental altosprecios en divisas (cap ita stas} por la gasolina, es s lo unamanifestacin espectacu lar de la difusin hac ia el Oriente dela inflac in capitalista mundi al y de la reorgan izacin eco-

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    nmica. Esta reforma econmica para adaptar a los requerimi entos de la competencia en el mercado capitalista mundial la organizacin, el financiamiento, los precios, las varie-dades, la calidad, los procesos y la comercializacin de laproduccin interna ha sido muy deliberada en Hungra. Ade-ms, aunque los pases socialistas pueden p lane ar sus eco no-m las, el incumplimiento de las metas de crecimiento delactual plan quinquenal de la Unin Sovitica (slo se logrpoco ms de la mitad de lo planeado) y de la mayor partede los pases de Europa Oriental sugiere que, cualesquiera quesean sus serias dificultades internas, estn relacionadas con eldesarrollo de la crisis en Occidente que, sobre todo paraEuropa Oriental, ha aumentado los costos de importacin yrestringido las posibilidades de exportacin para cubrirlos.Por consiguiente, la ley capitalista del valor y no unasocialista y distinta, como decla Stalin) s parece operar enlas econom(as socialistas, aunque quiz menos (ltodavla?)en la sovitica y la china, relativamente ms autnomas apesar de que esos paises tambin han seguido el aumento enel precio del petrleo de la o P P en sus ventas al exterior,incluso en las que hacen a otros paises socialistas). Si algunasde estas econom(as socialistas logran resolver estos problemasdurante la presente crisis (como promete Deng Xiaoping parala China del ao 2000, a travs de las cuatro modernizaciones), surge otra pregunta irnica: quiere decir esto queslo algunos pases que han pasado por una revolucinsocialista podrn sumarse al pequeo circulo de las economas metropolitanas del sistema capitalista mundial, mientrasque las economas capitalistas intermedias- como Brasil e1 n- no podrn hacerlo? Sin embargo, la intensa rivalidadentre pases socialistas , que llega a bordear la guerra, lesplantea un serio obstculo, ya que cada uno de ellos -hastaahora la Unin Sovitica, China y Vietnam- trata de evitarque otro logre el xito. (Esta rivalidad tan intensa entreestados socialistas que se enfrentan para ganar posicionesmundiales o regionales de liderazgo, as como las alianzasresultantes -que de otro modo seran sorprendentes- con ellema de el enemigo de mi enemigo es mi amigo , recuerdanla fuerte competencia y las alianzas entre Estados Unidos,Alemania, Francia, Rusia y Japn por obtener las posicionesque abandonaba el imperio britnico en decadencia durantelos perodos de crisis y de guerras mundiales y regionales delltimo siglo.)

    Un aspecto an ms claro de la integracin socialista almundo capitalista es la distensin entre la Unin Sovitica yEstados Unidos, que no se debe simplemente (quiz nisiquiera en lo fundamental) a la necesidad de la coexistenciapacfica bajo la espada nuclear de Damocles, sino quetambin es la contraparte poi tica de una creciente integracin econmica. Quiz convenga citar al seor Kissinger:La clave de la estrategia de Estados Unidos hacia la UninSovitica ha sido crear intereses mutuos para preservar elorden internacional. Las relaciones entre ambos pases se hanhecho tan estables que ya no se podran esperar nuevoscambias dramticos . Por su lado, el seor Brezhnev aadaque estaremos contentos si nuestros esfuerzos por mejorarlas relaciones sovitico-norteamericanas ayudan a que ms yms paises se plieguen al proceso de distensin, ya sea enEuropa o en Asia, en Africa o en Amrica Latina, en elCercano o en el Lejano Oriente . Por otra parte, el ejeWashington-Pekn-Tokio que est surgiendo no requiere co-mentarios . La poi tica exterior china -de alian zas visibles e

    desarrollo y crisis

    invisibles con cualquiera que co lab ore con su poi tica antisovitica- habla por s misma. Parece que su nico lema esel enemigo de mi enemigo es mi amigo , ya se trate del shade Irn, los tteres de la CI en Africa, el senador jacksonen Estados Unidos o joseph Strauss en Alemania Occidental,favo ritos de los chinos porque representan las ms ansiosasfuerzas antisoviticas de Occidente. Esto no significa que lapoltica sovitica sea mejor en ese sentido: aunque la histori ade los aos recientes demuestra que la Unin Sovitica haapoyado algunas causas progresistas, tambin ha apoyadoot ras muy reaccionarias como, por ejemplo, a Lon Nol enCamboya, al rgimen de Videla en Argentina o a Marruecos,con el cual la u RSS ha incrementado considerablemente sucomercio. A pesar de su apoyo a algunos movimientos deliberacin nacional aqu y all y de algunas defensas entrelos No Alineados, objetivamente no sera realista -de hechoes injustificadamente optimista- esperar que la poi ticaexter ior de la Unin Sovitica y mucho menos las de Chinao Vietnam) en lo econmico, diplomtico o militar, apoyeen el futuro previsible la transformacin de algn movi-miento de liberacin nacional en revolucin socialista, enAfrica o en cualquier otra parte; sobre todo si su propiaco nveniencia aconseja que los intereses nacionales o socialistas de otros sean abandonados a su suerte o inclusoatacados, como en Somalia, Eritrea y el sudeste asitico. Ellema del internacionalismo proletario suena cada vez msvac o, si no es que trgico.

    El Tercer Mundo fue y sigue siendo una parte integral ymuy importante de la econom(a capitalista mundial. Amenos que las clases trabajadoras en el Occidente y .en el Surlo puedan impedir, el Tercer Mundo desempear un papelfundamental en el intento del capitalismo de detener yrevertir la marea de la creciente crisis econmica. En primerlugar, como el Tercer Mundo es parte integral del mundocapitalista, la crisis inmediatamente se transmite del centro alTercer Mundo a travs de los crecientes dficit en las balanzasde pagos. Mientras la demanda en los pases industrializadosdisminuy o creci ms lentamente, los precios de lasmaterias primas exportadas -exceptuando al petrleo- ba-jaron o aumentaron ms despacio. Al mismo tiempo, la graninflacin mundial increment los precios de los productosmanufacturados que importa el Tercer Mundo. Por consiguiente, los trminos de intercambio han cambiado de nuevoen contra de los pases subdesarrollados durante esta crisis apesar del aumento temporal en los precios de las materiasprimas en 1973-1974, que se revirti completamente despusde 1974), y los pases no exportadores de petrleo delTercer Mundo han afrontado problemas cada vez ms gravesde balanza de pagos y un enorme crecimiento de su deudaexterna. Adems, no es casual ni accidental que el supervitde la o P P equivalga aproximadamente al aumento en eldficit de balanza de pagos del Tercer Mundo, lo cual sugiereque los pases subdesarrollados han absorbido la mayor partede los aumentos en el precio del petrleo desde 1973.

    Una parte importante del supervit de la OP P se harecirculado al Tercer Mundo, a travs de bancos de los paisesmetropolitanos imperialistas, para cubrir sus dficit de balanzade pagos, sobre todo en forma de prstamos privados encondiciones y con costos cada vez ms onerosos. A su vez,las crecientes deudas se suelen utilizar como instrumentopoltico para imponer al Tercer Mundo polticas de auste-

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    ridad y super-auster id ad. Este cha ntaje por medio de larenegociacin y amp l ac in de las deudas ha recibido muchapublicidad en la prensa, espec ialm ente en los casos de Zairey Per, pero tambin se ha convertido en un procedimientohabitual del M y de los bancos privados con todos lo spases del Tercer Mundo. Cuando sus deudas externas aumentan, tienen que refinanciar\as a travs de bancos privadoso de prstamos oficiales. Entonces el M le dice al gob iernoque si no devala la moneda para abaratar las exportacionesy la invers in extranjera, baja lo s salarios, reduce el presupuesto gubernamental (especialmente en gastos de seguridadsocia l) y toma otras medidas ant ipopul ares, y si no quita alministro A y lo sustituye por el ministro B (quien es msprobable que in st ituya las polticas sugeridas por el M 1), elpas no obtendr el certifi cado de buena conducta del M 1sin el cua l es imposible conseguir prstamos oficiales ni debancos privados. Este club poltico-econmico se ha utilizadopara forzar a los gobiernos del Tercer Mundo a adoptarpolticas de super-austeridad. Sin embargo, lo mismo lesucedi a Portugal y tambin a Inglaterra. Cuando en 1976el M 1, dirigido por Estados Unidos, ofreci a Inglaterra unprstamo por 3 900 millones de dlares, le dio virtualmenteel mismo tratamiento que antes haba reservado para lasrepblicas bananeras; quiz esto indica que nglaterra se estsubdesarrollando hacia una forma de pas pseudo-tercermundista. No obstante, as como el desempleo y la recesinno se deben simple o principalmente a las decisiones de losgobiernos, tampoco las medidas de super-austeridad en elTercer Mundo son slo el resultado de las presiones de lospases capitalistas industrializados a travs del FM 1. Estaspresiones poi ticas externas refuerzan tendencias que tienenuna base econmica mucho ms amplia: el intento capitalistade mantener o revivir la tasa de ganancia produciendo msbarato en el Tercer Mundo y tambin en los pases social stas), con apoyo poi tico nacional para api icar estas me-didas represivas.

    Los costos de produccin se reducen particularmente altrasladar al Tercer Mundo las industrias intensivas en manode obra, como textiles y la produccin de cierto tipo dematerial electrnico, pero tambin algunas int ensivas encapital, como acero y automviles. Quiz sea simblico queel Volkswagen sedn ya no se produza en Alemania sino enMxico, para exportarlo a otras partes del mundo. Desde elpunto de vista de la economa cap italista mundial, esto esuna transferenciz. parcial de la produccin industrial haciazonas de bajos costos. Desde el punto de vista del TercerMundo, representa un a poi tica de promocin de exportaciones, sobre todo de las llamadas no tradicionales. Lapromocin de exportac ion es industriales del Tercer Mundoparece tener dos odgenes distintos. Por un lado, los pasesque ms avanzaron 'en el proceso de sustitucin de importaciones, como la India, Brasil y Mxico, empezaron aexportar algu nas de sus manufacturas, desde textiles hastaautomviles (algunas producidas por empresas transnacionales) que en un principio se fabricaban para sustituirimportaciones. Por otro lado, el capital extranjero instal enotros pases del Tercer Mundo plantas concebidas desde elcomienzo para expor-tar en lug ar de producir para el mercadointerno . Este movimiento empez en los sesenta con Mxico(que comb in ambos tipos de industria en diferentes re-giones) en la frontera con Estados Un idos, y en Coreadel Sur, Formosa, Hong Kong y Singapur. En los setenta se

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    extend i a Malasia, las Filipinas y, sobre todo, a la India,Paquistn, Sri Lanka, Egipto, Tnez, Marruecos, Costa deMarf l y prcticamente a todos los pases del Caribe. Estaseconom as ofrecen mano de obra barata y compiten entre scon subs idios estatales para proporcionar infraestructura,electric idad , transporte, estmulos fiscales y todo tipo deincentivos al capital extranjero para producir all con des i noal mercado mundial. En el caso de Chile, la junta militarincluso lleg a ofrecer pagar parte de los salarios de hambrepara que el capital extranjero mantuviera sus costos bajos.Para mantener estos bajos salarios y de hecho reducirlosdebido a la competencia entre pases por ofrecer condicionesms favorables al capital internacional, son imprescindiblesla represin poltica, la destruccin de los sindicatos y laprohibicin de las hu elgas y otras actividades sindicales, ascomo el encarcelamiento, la tortura y el asesinato de dirigentes sindicales y polticos y, en general, la imposicin del

    estado de emergencia, la ley marcial y gobiernos militares enms y ms pases subdesarrollados. En efecto, todo elaparato estatal tiene que adaptarse a este papel del TercerMundo en la nueva divisin internacional del trabajo.Este movimi ento represivo se ha extendido sistemticamente en Asia, Africa y Amrica Latina en el curso de lossetenta, y es indudabl e que no se debe simplemente a ciertotipo de impulso poi (tico autnomo por combatir al comunismo (lo que de todos modos se ha convertido en unapoi tica dudosa, ahora que Estados Unidos tiene aliadossocialistas y cuando algunos pases de este campo colaborancon estos regmenes represivos). Puede demostrarse que estapoi tica represiva ti ehe propsitos y funciones econmicasmuy claras: hacer a estas economas ms competitivas en el

    mercado mundial por medio de la reduccin de los salarios ysuprimir a los elementos de la burguesa local que estnatados al mercado interno. A fines de los sesenta y principiosde los setenta, este sector de la burguesa presion enmuchos pases del Tercer Mundo para que se introdujeranalgunas restricciones a las operaciones de las empresas transnacionales. Desde entonces, tales restricciones han desaparecido progresivamente y ahora los gobiernos se tropiezanunos con otros en su campaa por atraer al capital internacional.La consigna actual es trabajar para el mercado mundial,no para el interno . El mercado interno ya no es, ni sepretende que sea, la fuente de la demanda para la produccin nacional; ese papel se atribuye al mercado mundial. Portanto, no hay razn para aumentar los salarios de los

    productores directos, ya que no estn destinados a comprarlos bienes que ellos mismos producen, bienes que se vendern en el lejano mercado mundial. Una excepcin importante es el reducido estrato local de altos ingresos, quesupuestamente debe expandirse. As, no slo se genera unapolarizacin de ingresos entre pases desarrollados y subdesarrollados; tambin hay una polarizacin del ingreso dentrode cada pas subdesarrollado, donde los pobres se hacen mspobres, tanto en trminos relativos como absolutos, y losricos ms ricos. En algunos casos, como en Brasil hasta 1974(aunque menos desde entonces), el intento de desarrollar unmercado de altos ingresos para una parte de la industria localha tenido mucho x ito. Sin embargo en este pas, como enotros del Tercer Mundo, ese modelo de desarrollo se basa

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    en la depresin de los sal arios (que, en consecuencia, se hanreducido a cerca de la mitad en Brasil, Uruguay, Argentina yChile, y se estn reduciendo cada vez ms en Per y otroslados), y en la marginacin y el desempleo forzados de lostrabajadores (que ya han aumentado enormemente en elTercer Mundo y siguen en aumento) . Estos dos procesosestn incrementando rpidamente la depauperacin de lasmasas y la polari zacin de la sociedad. Adems, como engen eral el mercado interno ti ene que restringirse, tambinhay que reprimir al sector de la burgues(a que depende de l,como ocurri en Chile y Argentina. Por consiguiente, el grancapital debe instituir un gobierno militar que reprima no sloa los trabajadores sino incluso a un sector de la burgues(a yde la pequea burguesla. La alianza gobernante se da entre elsector del capital nacional vinculado con el internacional ysus ejecutores militares y pollticos. Este arreglo implica unareorganizacin muy sustancial del Estado en el Tercer Mundoy en muchos casos su militarizacin, para que ste puedaparticipar con ms eficacia en la divisin internacional deltrabajo, al servicio de los intereses del capitalismo en lospaises imperialistas, donde se enfrenta a una cns1s econmica, y de sus aliados en el Tercer Mundo es decir, elcapital monopolista de Estado).

    En algunos lugares desde fines de 1976, y en otros desde1977 y . 1978, parece haber habido un cambio en estatendencia hacia los golpes militares, el estado de emergencia,la ley marcial, etc. Hubo elecciones en la India y Sri Lanka,pseudo-elecciones en Bangladesh y las Filipinas, elecciones enGhana y Nigeria {con la promesa de sus reglmenes militaresde entregar el gobierno a civiles), se anuncian elecciones envarias partes de Amrica Latina y qui z una significativaliberalizacin del rgimen militar en Brasil. Algunos atribuyen estos cambios a la poi ltica de derechos humanos delpresidente Carter, aunque es dificil defender su eficaciacuando en varios casos cruciales estuvo ausente o se supedita intereses nacionales superiores. Otros atribuyen la libera zacin a la creciente movilizacin de masas en muchoslugares del Tercer Mundo. Otros analistas consignan estoscambios aparentes como resultado de un supuesto fracaso dela nueva poi ltica de promocin de exportaciones y cier-tamente, de acuerdo con muchos brasileos- a la renovada yprometedora perspectiva de la poi ltica de sustitucin deimportaciones y de la ampliacin del mercado interno. Sinembargo, en este momento no se observa ninguna reorientacin de las econom(as del Tercer Mundo en ese sentido.Un vuelo generalizado hacia el proteccionismo, o un colapsosustancial del sistema de comercio y finanzas internacionalesen otras partes del mundo, instigarlan e impulsar(an objetivamente la aplicacin de esta renovada polltica de sustitucin de importaciones. A medida que se agrava la crisiseconmica mundial, hay que reconocer que esto se convierteen una clara posibilidad; pero hasta ahora no ha sucedido .En el Tercer Mundo, la progresiva sustitucin de importaciones de bienes de consumo aunque menos la de bienes decapital destinados a producir para la exportacin requerirlauna distribucin del ingreso relativamente ms igualitaria yun rgimen polltico ms benigno, que permiti era o reflejarauna coalicin o alianza ms amplia de sectores de clases . Enotras palabras, esta gente sosti ene que los d(as oscuros demediados de los setenta han terminado y que ahora nosenfrentamos de nuevo a la perspectiva de una red emocrati zacin o al menos de democracia limitada en muchas partes

    des rrollo y crisis

    del Tercer Mundo. 1ncl uso este grado de democracia ofrecerla mejores condiciones para la movilizacin popular ypara la continuacin o aceleracin de los movimientos deliberacin nacional y de las revoluciones socialistas en diversos paises del Tercer Mundo.Por otro lado tambin puede afirmarse, con pruebas en lamano, que estas evoluciones recientes no representan unamarcha atrs en el nu evo modelo de integracin econmica ala divisin internacional del trabajo, que hubiera surgidocomo respuesta a la crisis mundial, sino que esta aparentedemocratizacin no es ms que la institucionalizacin delnuevo modelo de crecimiento econmico basado en la promocin de exportaciones. Para instituir el modelo fue necesaria una represin poi ti ca muy severa, pero una vez im-plantado y en relativo funcionamiento, se la puede aflojar unpoco. En realidad, en esa etapa no slo es posible sino quese hace necesario y deseable, desde el punto de vista

    pol(tico, conseguir una base social ms amplia para elrgimen e instituir un tipo de democracia limitada, pormedio de la entrega del gobierno de los militares a los civiles.Empero, estas modificaciones no se har(an para trastocar elactual orden econmico y volver a promover la sustitucinde importaciones, ni mucho menos para impulsar el llamadocrecimiento no capitalista o algunas variedades de socialismo . Ms bien esta supuesta redemocratizacin tendr(acomo objeto mantener e institucional izar la nueva insercindel Tercer Mundo en la divisin internacional del trabajo,como productores con bajos salarios, durante la crisis mundial actual. Si observamos con realismo lo que est sucediendo en Asia, Africa y Amrica Latina, veremos que haygran cantidad de pruebas poi (ticas y econmicas para apoyaresta explicacin de lo que sucede hoy en d a en el TercerMundo.

    La contrapar te poi ltica de esta sal ida econmica es larenovada alianza populista de los trabajadores y otras fuerzasy partidos populares con algunos sectores burgueses. Estaali anza presionarla por el mejoramiento de los reg(menespoi lticos represivos y por su remplazo gradual con otros deapariencia ms democrtica pero de esencia tecnocrtica,para api icar bsicamente la misma poi ti ca econmica exclusivista y antipopular. En busca de esas alianzas tan pocosantas en el Tercer Mundo, ahora parece oportuna {oportunista) la resurreccin de toda clase de pollticos olvidados yaun de sus fantasmas . Estos poi lticos no ten an apoyo de laizquierda en sus buenos tiempos, cuando segu lan poi (ticas nomuy progresistas, pero lo tienen ahora para aplicar pollticasmucho ms derechistas que las anteriores. Sin embargo, estaspoi (ticas derechistas parecen un mal menor comparadas conlas de los recientes reglmenes militares. Por tanto, a falta deopciones mejores, la oposicin, incluida la izquierda, apoyaahora a dirigentes poi ticos civiles del pasado, como Fre enChile, Siles Zuazo en Bolivia, Magalhaes Pinto en Brasil,Awolowo y Axikwe en Nigeria, Aquino en las Filipinas,Pramaj en Tailandia, 1ndira Gandhi en la 1ndia e incluso alfantasma de Bhutto en Paquistn y acepta a nuevos ancianoscomo el ayatola jomeini en Irn para que dirijan movimientos progresistas que probablemente van a mantener loesencial del st tu quo y que, por cierto, no ofrecen ningunaopcin real de desarrollo.

    En la medida en que estas poi ticas y poi ticos son una

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    opc1on realista para el Tercer Mundo, han cado en unabancarrota total la teora y la ideologa ortodoxas deldesarrollo, as como la teora progresista de la dependencia yla nueva teora de la dependencia (no tan revolucionariacomo se esperaba}, para no mencionar la teora china de lostres mundos ni la sovitica de la tercera va, supuestamenteno capitalista , para la liberacin nacional, la democracia yel socialismo o sus variantes. En estas circunstancias, ningunade esas teoras e ideologas ofrece opciones realistas depoi tica y directrices poi tico-econmicas prcticas paralograr el desarrollo econmico o la liberacin nacional, ymucho menos la construccin del socialismo. El desarrollonacional independiente en el Tercer Mundo ha demostradoser una trampa y una ilusin, y la autodeterminacin colectiva o indivual es un mito para esconder esta triste realidaddel sistema capitalista mundial. Estos compromisos poi ticosde quienes se dicen socialistas revolucionarios y particularmente de los partidos comunistas- en el Tercer Mundoson otra muestra de la crisis ideolgica de la izquierda frentea la actual crisis mundial.

    Adems de los perturbadores sucesos recientes en elsudeste asitico, algunos hechos actuales en Africa y enAmrica Latina ilustran - de hecho manifestan- estos dilemas. A pesar de la ayuda cubana y el apoyo sovitico-incluso algunos dicen ahora que debido a ellos- hay muypocas pruebas de que Angola se est acercando a la autodeterminacin, no se diga el socialismo, y ha reprimido aalgunas fuerzas poi ticas internas que queran avanzar msrpido o ms lejos en esa direccin. En lugar de eso, despusde que la Unin Sovitica demostr expresamente que noquiere una Cuba angolana en sus manos, el gobierno delMPLA hace todo lo posible por mantener y aumentar susvnculos econmicos con Occidente y promueve la inversinextranjera capitalista. Angola tambin cultiva las relacionesms amistosas posibles con Mobutu en el norte y conquienes quieren un arreglo en Namibia en el sur. El Frelimode Mozambique est haciendo los mayores esfuerzos parapromover el desarrollo nacional por medio de la autodeterminacin, pero hasta ahora no ha podido librar al pas de lafuerte dependencia respecto de Sudfrica ni del cautelosocompromiso con Zimbabwe-R hodesia. El apoyo socialista alrgimen de Mengistu en Etiopa tambin ha condescendidocon la amplia represin, tanto de reaccionarios como derevolucionarios, para no hablar del sacrificio de las fuerzasprogresistas en Somalia y el feroz combate contra las socialistas y de liberacin nacional en Eritrea.

    Por otro lado, aunque Cuba ha hecho sentir fuertementesu presencia en Africa, hasta hace poco su actuacin y su apoyo material abierto haban sido muy poco conspicuos en Nicaragua y en otros lugares de Amrica Latina, sin duda pormuy buenas razones objetivas. Ms an, cuando los sandinistas derrotaron a la dictadura somocista, Fidel invit a sus1 deres a la celebracin del 26 de julio de 1979 y en sudiscurso dijo enfticamente - segn la interpretac in del ewYork imes y de los comentaristas de la televisin es tadounidense- que Nicarag ua no sera otra Cuba. Esta af irmacinprobablemente refleja una evaluacin realista de Fidel sobrelas limitaciones objetivas y subjetivas que surgen de lacomposicin de la Junta y del propio movimiento sandinista(que, despus de todo, fue apoyado por las fuerzas burguesasno somocistas dentro de Ni caragu a y por los gobiernos, no

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    muy revolucionarios, de Costa Rica, Panam y Venezuela enel exterior}. La declaracin de Fidel tambin refleja laslimitaciones objetivas actuales en otras partes de AmricaCentral, de Amrica Latina y del resto del mundo, as comomuy particularmente las que experimentan y transmitenCuba y la Unin Sovitica. Estas limitaciones objetivasdeberan hacernos preguntar de nueva cuenta si la situacines en verdad tan excelente como dicen los chinos y si elsocialismo realmente est avanzando a grandes pasos.Haramos bien en recordar que, como dijo Mar x el hombre(escribi antes del movimiento de liberacin femenina} o lospueblos hacen su propia historia, pero no enteramente comoquisieran sino sujetos a ciertas limitaciones objetivas.

    Estas reflexiones sobre la vida en el mundo real planteantres cuestiones adicionales, a las cuales slo podemos dedicarmucho menos atencin de lo que su importancia exige. Estascuestiones son la guerra, el nacionalismo y - especialmente apartir de ambas- si el mundo real en que vivimos estformado por dos o ms sistemas econmicos, sociales ypolticos que percibimos en forma subjetiva y por incontables sistemas nacionales, o si ese mundo en crisis en el quevivimos es objetivamente uno slo.

    El desarrollo de la crisis o la crisis del desarrollo generancrecientes intentos nacionalistas por manipular o inclusoescapar de la realidad e intentos cada vez ms beligerantespara resolver la crisis. La competencia econmica y larivalidad poi tica, que se han intensificado, toman cada vezms la forma de amenazas o de verdaderas guerras en elTercer Mundo y ahora, entre estados socialistas. Los conflictos armados se derivan de problemas fronterizos, generados a su vez por disputas sobre recursos lealtades nacionales y religiosas, y especialmente por la posicin y composicin poi tica de los gobiernos vecinos (como en Kamp u eh ea, Uganda y Nicaragua}, que son defendidos oenfrentados, cuando no derrocados, por una coalicin defuerzas polticas y militares internas con otras vecinas,lejanas y con alguna superpotencia. Las pretendidas justificaciones ideolgicas de tales poi ticas con frecuenciaparecen pretextos para cubrir otros intereses, menos defendibles en pblico, y las lineas y alianzas ideolgicas seadaptan con rapidez a las circunstancias cambiantes, como enlos casos de Kampuchea, en el sudeste asitico, o de Etiopay sus vecinos en el Cuerno de Africa.

    Aparentemente la fuerza motri z ms extendida y poderosaen esta crisis de desarrollo y desarrollo de la crisis es elnacionalismo, que algunas veces se combina con la religin.Distintos intereses y lealtades nacionalistas, tnicas y religiosas parecen mover y definir a las superpotencias, a susretadores y a los dems estados, en sus mutuas rivalidadespor participar en el desarrollo mundial. Las tensiones y losconflictos, que a menudo tienen su origen en las restriccionesy reajustes impuestos por la crisis econmica mundial, encuentran su expre;in ms viable, desde el punto de vistapoi tico, en las combinaciones o coaliciones de movimientosnacionales, regionales, tnicos y religiosos dentro de losestados nacionales y sus zonas de influencia. En EuropaOriental, los sentimientos antisoviticos, anticomunistas yreligiosos (quiz en ese orden de importancia} se expresarona travs del sentimiento cat co polaco, probablemente msnacionalista que religioso, que sac a las calles a cinco

  • 8/12/2019 [1980] Andr Gunder Frank. El desarrollo de la crisis y la crisis del desarrollo (en Comercio Exterior, vol. 30, n 3,

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    millones de personas para ver al Papa cuando visit su tierranatal. Sin embargo, el sentimiento nacionalista, regionalista yreligioso tambin se est convirtiendo en el vehculo mspopular de oposicin en otras partes de Europa Oriental, ascomo, particularmente, en Asia Central y otras regiones norusas de la Unin Sovitica.- Tambin en China las recientesluchas por las lneas ideolgicas y el poder poltico se hancombinado con problemas de origen nacional o regional. Elxodo de refugiados de Vietnam, en su mayora de origen oascendencia china, as como la expulsin poi ticamentemuy significativa- de funcionarios del mismo origen y deotras minoras de sus puestos de direccin en el Ejrcito deLiberacin y en el Partido Comunista de Vietnam, presagianposibilidades alarmantes, o quiz aterradoras, para el futurocercano. Qu pasara si, en medio de una nueva recesinque agrave la crisis cada vez ms profunda, los malayos, losjavaneses y otros pueblos del sudeste asitico resuelven seguirlos pasos de Vietnam y emprender po roms antichinos ensus sociedades multitnicas7

    Los movimientos nacionalistas, regionales, tnicos y relgiosos tambin son factores determinantes en la regin delMindanao (Filipinas), en Tamil (Sri Lanka), en las tresesquinas de la India, en Paquistn y Afganistn, en Irn(gracias a los baluchis y otros), entre los kurdos y otrasminoras de Irn, lrak y Turqua (para no mencionar, unavez ms, a la Unin Sovitica), y por supuesto en elconflicto israel-palestino-rabe. En Africa las lealtadestnicas existentes condicionan los intentos de construir es-tados nacionales. En Europa la autoridad de los estadosnacionales sufre el reto de movimientos tnicos regionales(desde Escocia hasta Euzkadi y Cerdea, y no hablemos deYugoslavia), que ofrecen promesas (lfalsas?) de salvacin enun perodo de crisis econmica y poltica nacional e internacional. En Mxico, donde la Iglesia catlica ha desempeado un papel secundario durante mucho tiempo, la visitadel Papa atrajo a tres millones de personas a las calles. EnEstados Unidos, los hispanohablantes de origen mexicano,puertorriqueo y de otros pases latinoamericanos se estnconvirtiendo rpidamente no slo en la minora principalsino tambin en la ms militante y consciente; tambincontribuyen, sobre todo en el oeste y el sudoeste, alresurgimiento de una fuerte conciencia regional. El nacionalismo en Quebec parece plantear una amenaza a la supervivencia del Estado canadiense y alienta el regionalismo deotras provincias, como Alberta.

    En la mayora de los casos, este resurgimiento nacionalistacontemporneo ya no es un componente de las luchas por laliberacin nacional y, mucho menos, por el socialismo, comoocurri durante casi todo este siglo. Al contrario, como hacecien aos, cabe preguntarse si estos movimientos merecenapoyo en virtud de su posible contribucin a las causasprogresistas y socialistas o se debe condenar a buena parte deeste nuevo nacionalismo por sus probables consecuencias,objetivamente reaccionarias o incluso contrarrevolucionrias.Sin duda el nacionalismo que conduce a la guerra entreestados socialistas o al abandono de movimientos, poi ticaso gobiernos progresistas, slo podra apoyarse (como conducente a la liberacin y al socialismo) forzando al mximola imaginacin ideolgica (excepto en trminos puramentenacionalistas). Muchos otros movimientos nacionalistas, re-gionalistas, tnicos y religiosos en el Este, en el Sur y en

    des rrollo y crisis

    Occidente estn expuestos a ser manipulados y utilizados porlas fu erzas de clase conservadoras y reaccionarias mucho msfcilmente que por las progresistas, y ni qu decir por lassocialistas. En el mejor de los casos, el nacionalismo amenazacon confundir y dividir cada vez ms a las fuerzas popularesy proletarias; en el peor, es muy concreto el peligro de quelos sentimientos nacionalistas y religiosos sean manipuladosdirectamente por la reaccin. Es muy real la amenaza de quese sacrifique al socialismo en el altar del nacionalismo.

    Por ltimo, podemos preguntarnos: estamos viviendo enmuchas sociedades diferentes y atravesando distintas crisissimultneas, o en realidad vivimos en un solo mundo quepasa por una crisis nica aunque con distintas manifestaciones? El resurgimiento de tantos y tan distintos movi-mientos separatistas poi ticos, nacionalistas, tnicos, tradicionalistas y religiosos, muchos como respuesta a otras tantaspercepciones de crisis sociales y personales, quiz indiqueque el mundo est formado por o se est rompiendo en-pequeos pedazos, cada uno de los cuales trata de reafirmarsu cultura y su modo de vida tradicionales. Otra explicacinposible es que la mayora de estos movimientos son pocoms que desesperadas reacciones a menudo con consecuencias reaccionarias) a los variados sentimientos de crisisgenerados por la evolucin de un nico sistema mundial, quepasa por una crisis de desarrollo mientras se traga a todos loshabitantes del planeta. Esta otra explicacin surge deles tu dio del desarrollo histrico del sistema capitalistamundial y su difusin para incorporar a todos los lugares dela tierra.

    Ms an, hay pruebas que parecen apoyar esta visin demundo nico. Me refiero a los movimientos sociales que entiempos recientes han planteado los mayores y ms exitososretos a la realidad y a las teoras convencionales de nuestromundo, y que han causado la mayor sorpresa y alarma: lasrevoluciones dirigidas por jomeini en Irn y por Poi Pot enKampuchea. El extremismo aparente de ambas revoluciones(simbolizado por el retorno del Corn en Irn y por laabolicin de la moneda en Kampuchea) y la capacidad de suslderes para obtener la aceptacin a veces reticente oforzada) de estas y otras medidas por las masas, en realidades una expresin de la amplitud y profundidad con queafect a estos pases su acelerada incorporacin al sistemamundial durante la ltima dcada. La reaccin de los puebloscontra el sistema y su rechazo a los costos que la incorporacin les ha impuesto slo demuestra hasta qu puntoson partes del sistema, y no significa que hayan escapado de l.Adems, la triste suerte de la revolucin de Poi Pot y ladeclaracin pblica de su segundo, leng Sari, en Colombo,quien afirm que una alianza con cualquier fuerza internacional y de clase es aceptable en tanto sea antivietnamita) yel resurgen te realismo geopoltico, econmico y regional delnuevo gobierno de Irn (crecientemente decidido a rehacersus vnculos econmicos y polticos con Occidente y aocupar otra vez su papel de gendarme en la regin del Golfo)indican que las mismas direcciones kampucheana e iran reconocen ahora que, aunque los pueblos hacen su propiahistoria (social y nacional), lo hacen dentro de las condiciones y limitaciones poltico-econmicas objetivas que lesimpone su participacin en un sistema mundial real queatraviesa el desarrollo de una crisis y una crisis de desarrollo. O