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DE ORIENTALES A URUGUAYOS.
(R epaso a las transiciones de la identidad)
Carlos Demasi
Centro de Estudios Interdisciplinarios UruguayosFacultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
1) ¿De !" esta#os $a%lando&
“Había, hace muchos años, en la calle Sarandí, una botica en la cual me encontr un
día con !ue los botellones, !ue eran entonces de uso en el mostrador como adorno,habían sido sustituidos por dos grandes tarros de lo"a blanca !ue lucían,
respecti#amente, el uno el escudo de armas de la patria del $armacutico y el otro el
escudo de armas de %ur!uía& Como mani$estase un caballero su e'trañe"a m(s
)usti$icada por ese singular homena)e otomano, dí)ole a mi presencia el dueño de casa*
“+uite usted* sólo se trata de una torpe"a de mi comisionista en arís- le pedí el escudo
de armas oriental y me ha mandado eso !ue #e.& / concluía el cronista* “0los
uruguayos !uedamos como en la 1anda 2riental de la poca del 3irreinato,denominados en el concepto de ser gentes del Este, #ale decir, los turcos de la 4mrica
meridional&&&. “567 El desconcierto del “torpe comisionista. puede ser comprensible si se
piensa !ue para un europeo del siglo 8I8 el “oriente. era el Imperio %urco y un “Estado
2riental. debía despertar reminiscencias e'óticas pero poco #inculadas al 9ue#o
:undo&
;a ancdota muestra un caso cl(sico de con$usión entre nombres y cosas& ;a
e'presión “Estado 2riental. tenía signi$icados completamente di$erentes seg
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se desea nombrar- por lo tanto en el caso de entidades comple)as como los países, !ue
son generalmente el resultado de la reunión de di$erentes partes, el nombre implica la
elección de una entre #arias posibles& ;a designación re$le)a a!uella de las partes !ue ha
logrado imponerse como determinante o hegemónica sobre el con)unto& ara el caso, el
“Estado 2riental. y la “ep
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la nación, en cambio representa el lugar donde di$erentes concepciones de la nación
disputan y negocian entre sí.5@7 &
odríamos hacer el intento de poner en claro nuestros propósitos en este artículo,
enunciando lo siguiente& En n!estra sociedad $an coe'istido arias concepciones de
la naci*n+ !e se $an en,rentado a lo lar-o del tie#po no !na sola. /or lo tanto0
la idea de naci*n+ $a s!,rido ca#%ios d!rante n!estra $istoria0 de ac!erdo con
los di,erentes e!ili%rios entre estas concepciones desde s! 2#%ito concreto la
$istorio-ra,3a $a contri%!ido a ,!nda#entar !na idea de la naci*n0 eclipsando las
otras. En estos tie#pos ,inisec!lares los e!ili%rios !e ,!nda#entaron esta
concepci*n de la naci*n se $an #odi,icado sensi%le#ente entonces0 lo !e por
#o#entos parece !na crisis de car2cter ter#inal0 no ser3a sino el res!ltado de !na
de#anda de rene-ociaci*n+ de los co#ponentes del disc!rso de la naci*n.
4 partir de este planteo, podemos aceptar con cierta cautela algunas de las
a$irmaciones !ue repas(bamos m(s arriba, y recha"ar concretamente otras* aceptemos la
e'istencia de una “identidad., y rechacemos en cambio la idea de su estabilidad en el
tiempo& or el contrario, propongamos otros predicados* supong(mosla el resultado de
un persistente traba)o de creación !ue arranca desde los comien"os de nuestra historia
5cual!uiera !ue sea ese momento7- aceptemos entonces !ue ese traba)o apuntó a
resultados di$erentes seg
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in#isibilidad57& or lo tanto, el mismo relato ha elaborado su propio pasado de manera
de presentarse como el
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ob)eto* la $orma como “se llama. al país no “es. el país- identi$icar este espacio como
“Uruguay. implica el riesgo de caer en la trampa nominalista y asimilar un rótulo 5con
lo !ue signi$ica de )erar!ui"ación de una #isión por sobre otras7 con las condiciones de
e'istencia de esta comunidad histórica& 9ecesariamente debemos suponer !ue detr(s del
relato e'iste un pasado “ol#idado. por el relato tradicional, pero !ue mani$iesta sus
e$ectos en el presente&
ara intentar el rastreo de los aspectos ocultos del pasado deberemos hurgar en el
subsuelo del relato cl(sico, buscando a!uellas “líneas de $alla. !ue nos re#elan los
rastros de a!uellos cataclismos pasados, !ue permanecen ocultos ba)o la super$icie& En
este sentido podemos reali"ar el in#entario de las di$erentes denominaciones utili"adas a
lo largo del tiempo para designar el espacio !ue ocupa este país& 4ceptemos entonces
!ue la manera de autodesignarnos es tambin una $orma indirecta de decir algo sobre
nosotros mismos, lo !ue implica una determinada mirada sobre "onas de nuestro pasado
a las !ue di$ícilmente accedemos de otra $orma- concretamente, se trata de un canal
pri#ilegiado para obser#ar los grupos !ue se han disputado la hegemonía en nuestro
país& El “nombre. ha sido como una eti!ueta !ue ha encerrado todo un comple)o
ideológico !ue supone una interpretación global de nuestro pasado íntimamente
#inculada con un proyecto de $uturo, sustentado todo eso a partir de determinada lectura
de su realidad presente&
;a curiosidad por nuestro nombre como ob)eto de estudio ya ha sido planteada por
otros autores& =&3erdesio5B7 ha de$inido al Uruguay como “un constructo producido por
el acto de re$erir* es una creación discursi#a.- en una Contratapa de “1recha., Carlos
;iscano planteaba el mismo problema desde otro (ngulo* la duda nacional del uruguayo
comien"a “ya desde el nombre.& L&&&M “El país no tiene nombre propiamente dicho&
4doptó el geogr($ico.5K7&
9i tanto ni tan poco, aparentemente& +ui"( la a$irmación de 3erdesio pe!ue dee'agerada, así como la de ;iscano pare"ca e'cesi#amente simpli$icadora* aun!ue est
$uera de duda !ue se trata de “un constructo., el “Uruguay. es algo m(s !ue el resultado
del “acto de re$erir.& Correlati#amente, aun!ue la denominación del país sea e!ui#alente
de un “nombre geogr($ico. como propone ;iscano, eso no implica en sí mismo ning@, pp&>?N>>&
657 Carlos ;iscano “4cerca del ser.- 1recha nGA?>, 6QabrilQ6>>B, Contratapa
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corresponden a denominaciones geogr($icas 5incluso “4ustria. a su manera e!ui#ale a
“2riental.7, sin !ue eso pro#o!ue ninguna crisis aparente en sus imaginarios nacionales&
ero m(s all( de sus di$erencias, en algo coinciden ambos traba)os* los dos de$inen
la nación como un concepto din(mico* “en mo#imiento. 5;iscano7 o “en continua
$ormación. 53erdesio7, y este car(cter trans$ormista se ha re$le)ado en la denominación
con la !ue hemos designado a nuestro propio territorio&
“El territorio !ue hoy llamamos y conocemos como Uruguay, no es otra cosa !ue un
ob)eto en disputa- las di$erentes $ormas de concebirlo, de pensarlo, de imaginarlo, se
arrogan el derecho y la #irtud de ser la forma de imaginarlo, pensarlo, concebirlo., dice
3erdesio en el artículo citado5R7& Su a$irmación se encuentra $uertemente rati$icada por la
prueba documental& 4l repasar los testimonios nos encontramos con la e#idencia de la
lenta y laboriosa construcción del Uruguay, a tra#s de sucesi#os procesos de
incorporación y descarte- lo !ue implica !ue el país, tal como lo conocemos
actualmente, sería un a#atar m(s en ese proceso& 3amos a tratar de repasarlo
r(pidamente&
4) Deno#inaciones territorios.
Comparada con la instalación de los españoles en :'ico o en er
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derechos de #alor e!ui#alente para reclamar el dominio de un territorio !ue presentaban
como #acío de pobladores 5los indígenas no ele#aban peticiones ni demandas7 pero !ue
dis$rutaba de una enorme cantidad de ganado cimarrón& El en$rentamiento se )ugaba en
todos los planos* legal, administrati#o o militar, y se cru"aban los reclamos y las
apelaciones dirigidas a las autoridades !ue parecían m(s procli#es a adoptar una
decisión $a#orable al demandante& ;os Cabildos y las 4udiencias eran re!ueridos por
reclamaciones y solicitudes !ue a #eces llegaban hasta el mismo :onarca, aun!ue para
todos $uera e#idente !ue el contencioso debía resol#erse sobre el territorio mismo y por
la #ía de los hechos&
E$ecti#amente, $ueron los hechos los !ue resol#ieron el con$licto& ;a persistente
presión española y portuguesa $ue desalo)ando a los indígenas- la #alori"ación de los
cueros en el mercado mundial $ue dando identidad al territorio 5y ele#ando el inters de
la Corona española7, por lo !ue se planteó abiertamente la lucha contra la presencia
portuguesa& or entonces ya las :isiones habían iniciado su decadencia* la
mal!uerencia de la autoridad española sumó la guerra guaranítica primero, la e'pulsión
de los )esuitas luego, el acoso de los portugueses y la guerra !ue estos lle#aron adelante
a comien"os del siglo pasado 5donde $ue arrasada /apey
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e'periencias de la guerra de independencia e#idenciaron esa realidad, y el imperio del
1rasil 5heredero de los portugueses7 debió con$ormarse con las
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indios misioneros y !ue los habitantes de este territorio !ue hoy $orma el Uruguay, no
tu#ieran una designación especí$ica&
;a Corona nunca decidió a !uien le correspondía el dominio del territorio, en parte
por!ue entendiera !ue el con$licto entre ambas ciudades re$or"aba su poder, o tal #e"
por!ue los sucesos !ue desembocarían en la independencia se precipitaron antes de !ue
cada ciudad pudiera encontrar los argumentos !ue #olcaran la decisión a su $a#or& Desde
la perspecti#a monte#ideana, si el poder de su elite no era bastante para imponer el tipo
de organi"ación !ue pretendían, en cambio sí tenían su$iciente capacidad de #eto como
para blo!uear a!uellas soluciones !ue no contaban con su aprobación, como ocurrió
algunas #eces a $ines de la colonia& ero Oacaso el ostentar capacidad de blo!ueo no es,
tambin, una muestra de !ue se carece de margen para negociar y hacer aceptar a los
dem(s en todo o en parte la solución !ue se deseaP
5) ¿Orientales o #onteideanos&
;as guerras de independencia incorporaron a nuestra historia la tradición “oriental.
y la “cisplatina.& El surgimiento del “orientalismo., a $ines del año 6?66, sería la
primera “crisis $undante. de nuestra identidad- y la misma se produce en el marco del
con$licto !ue se plantea entre la Junta de 1uenos 4ires y los habitantes de este territorio,luego de la $irma del armisticio de octubre& 4parentemente, el documento m(s antiguo
!ue incluye esa designación es una comunicación de 4rtigas a la Junta de 1uenos 4ires
$echada el 6 de no#iembre de 6?66* “&&&la interesante perspecti#a de #er continuar su
marcha a los ciudadanos orientales cargados de sus $amilias y llenos de su propia
grande"a.5>7, es una $rase !ue ya trasluce una identidad propia y !ue pre$igura los
trminos utili"ados en la clebre nota !ue un mes despus en#iara a la Junta de
araguay& ara los guerreros artiguistas, la e'presión “1anda 2riental. los incluía comointegrantes de un mo#imiento !ue tenía por centro a 1uenos 4ires, mientras !ue
“campos de :onte#ideo. implicaba reconocer los derechos de las odiadas autoridades
de la pla"a $uerte& De allí, “orientales., e'presión de una nue#a situación !ue de$ine a
los integrantes de una entidad política autónoma& Esta situación se de$inir( con m(s
precisión cuando sur)a la ro#incia 2riental como cuerpo político integrado
#oluntariamente a un con)unto de pro#incias- y en lo sucesi#o, “tropas orientales.,
“pueblo oriental., ser(n denominaciones habituales para la comunidad social radicada
95 7Comisión 9acional 4rchi#o 4rtigas* “4rchi#o 4rtigas. %& +uinto, pp&@KN@R&
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en este territorio, “eriódico 2riental. el órgano de prensa !ue los e'prese, en 6?6B y
“Je$e de los orientales. ser( la designación de !uien los diri)a&
;a “cisplatinidad., en cambio, tu#o menos continuidad& Fue la decisión de un grupo
dirigente radicado en :onte#ideo 5ni si!uiera de toda la clase dirigente monte#ideana7
sin tiempo ni posibilidades de arraigar en la masa de habitantes& ;uego de la e'pedición
de ;a#alle)a la designación tomó un car(cter peyorati#o, y aun!ue la etapa
independiente recicló a muchos de los persona)es !ue había ocupado un papel destacado
en el :onte#ideo de ;ecor, lo hi"o a condición de !ue sepultaran toda re$erencia a ese
“período negro. de nuestro pasado& Debieron transcurrir muchas dcadas antes !ue
4&F&Costa rei#indicara y de$endiera la denominación y el orden político !ue ella
implicaba&
;a 4samblea Constituyente debió crear un Estado !ue uni$icara la comunidad !ue
compartía este pasado con$licti#o, a partir de una realidad !ue era #i#ida como impuesta
desde el e'terior& %al lo mani$iesta J&Ellauri en su inter#ención como miembro
in$ormante* “ara e'presarme con m(s propiedad dir !ue es ya una obligación $or"osa
de !ue no podemos desentendernos* nos ha sido impuesta por una estipulación solemne
!ue respetamos, y en la !ue no $uimos parte a pesar de ser los m(s interesados en ella&
4presurmonos, pues, Señores, a cumplir de un modo digno los #otos de nuestros
comitentes, llenos de ese $uego sagrado, !ue inspira el #erdadero amor a la atria,
desprend(monos de todo sentimiento, !ue no sea el del bien y $elicidad de los pueblos,
cuyo pacto social #amos a establecer en su nombre.567&
Cuando comen"aba nuestra #ida institucional se tenía clara conciencia de la
importancia $undacional de la Constitución* en la inter#ención de Ellauri es permanente
la insistencia en mostrarla como un pacto social y como elemento $undante de la
9ación& ara todos parece claro !ue del respeto a la Constitución deri#ar( la #iabilidad
del nue#o Estado, como lo dice claramente el :ani$iesto de la 4samblea =eneralConstituyente* “&&&si no tenemos bastante #irtud para resignarnos, y su)etar Llas
pretensiones personalesM a los oderes constituidos, nuestra atria no e'istir(, por!ue su
e'istencia depende del sacri$icio !ue hacen todos los indi#iduos de una parte de su
libertad, para conser#ar el resto.5667&
En todo el :ani$iesto, así como en el discurso de Ellauri, se percibe claramente la
sensación de inseguridad !ue domina al autor y, probablemente, a la 4samblea& Es
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“Discurso del miembro in$ormante Dr& Don Jos Ellauri. en “Constitución de la ep
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comprensible, si se tiene en cuenta la debilidad de la elite dirigente monte#ideana,
incapa" de mantener ba)o su control al Estado !ue estaba surgiendo, y !ue temía #erse
dominada por sectores sociales !ue eran tradicionalmente sus enemigos- concretamente,
los !ue tenían por base el medio rural& ;as continuas e'hortaciones de Ellauri
signi$icaban en de$initi#a una $orma 5tal #e" poco e$ica" pero la
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la Constitución y las leyes, como lo $ueron de la Independencia y de la libertad., y
termina la $rase con una in!uietante obser#ación* “Sin stas, no hubiera nacido la atria-
sin a!ullas, su e'istencia sería tan precaria como la de un meteoro.56K7&
epasando los documentos se aprecia claramente la intención de eludir toda
re$erencia concreta al pasado 5remoto o reciente7 y a cual!uier antecedente local en los
traba)os de la Comisión redactora& ;os constituyentes $ueron conscientes del car(cter de
la tarea !ue reali"aban, y de)aron e'presamente de lado todo a!uello !ue implicara la
memoria de la sociedad, espacio donde se mantenían #i#os los con$lictos- la opción
iluminista de la 4samblea, “seguir la senda !ue otros pueblos trillaron para llegar a su
prosperidad y hacer $elices a sus ciudadanos., como lo dice e'presamente Ellauri,
de)aba de lado todos los antecedentes locales así como toda la carga con$licti#a !ue
stos in#olucraban& Sin embargo, hubo un punto donde nau$ragaron todas las
precauciones* para los constituyentes signi$icó un dato ineludible la re$erencia a la
e'periencia reciente cuando $ue necesario elegir una denominación para el nue#o
Estado& ;a construcción de un Estado en este territorio implica ad)udicarle una
denominación, y sta conlle#a necesariamente una elección, lo !ue supone un )uicio
sobre el pasado y un replanteo de todos sus aspectos con$licti#os- entre ellos, el estatus
de :onte#ideo con relación al con)unto&
Esto $ue un tema de animada discusión en la 4samblea& ;a Comisión propuso
“Estado de :onte#ideo. y así lo designa en muchos documentos o$iciales- Solano
=arcía propuso “Estado del 9ordN4rgentino.- ;("aro =adea propuso “Estado 2riental.,
“Estado 2riental del caudaloso ío de la lata. o “Estado 2riental del Uruguay. dando
como argumento !ue el nombre propuesto por la Comisión podía pro#ocar recha"o en
los dem(s departamentos& :iguel 1arreiro $undamentó históricamente la denominación
de$initi#a* “Creo !ue el nombre de 2riental !ue ha tenido hasta ahora la ro#incia es el
!ue debe conser#arse, por!ue cual!uiera de las ra"ones !ue se han e'puesto enoposición no pueden pesar con lo !ue sus guerreros han lle#ado siempre este nombre,
como en el incón, Sarandí e Itu"aingó.56R7&
El debate suena distante al lector de hoy, !ue puede considerar absolutamente sin
sentido argumentar por una denominación o por otra& Sin embargo, anali"ando
someramente el conte'to surge claramente su intención* los nombres propuestos
5“Estado 2riental. o “Estado de :onte#ideo. como $ueron las posibilidades !ue se
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Id, p&@1757 3ersión tomada de 4&Castellanos* “;a Cisplatina, la Independencia y la repRB, p&??&
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mane)aron en un primer momento7 implican tomas de posición antagónicas respecto al
rol de la capital, ya sea como centro dominante 5como es el caso de la
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calculado- y mucho menos cuando para caracteri"arlo se hace preciso $ormar un nombre
compuesto de una $rase demasiado larga& 9os parece !ue siguiendo el mismo espíritu,
se le llamase epBB, p&6RB&
2157 H %&883III pp&?AN?B&
2257 H %&883III p&>&
2357 H %&883III p&B>
2457
“Correspondencia diplom(tica del Dr& Jos Ellauri 6?>N6?AA. :onte#ideo, Instituto Histórico y =eogr($ico delUruguay, 6>6>&
2557 E&4ce#edo, “4nales&&&. %&I p&6* “Sobre denominaciones.
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inglesa en el :editerr(neo oriental& %al es la persistente “cuestión de oriente. europea
!ue aconse)aba 5para eliminar e!uí#ocos7 la adopción de denominaciones m(s
claramente indi#iduali"antes para cual!uier otra realidad política 5@K7& or esto, para
designar la ignota ep&7
2857 E&4ce#edo* “4nales&&&. %&II p&>@&
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generación uruguaya, #igorosa )u#entud sedienta de laurelesX.& En n*
“recuerdo con las l(grimas !ue de)a correr la tradición animada, la e'presión magní$ica
del noble octogenario, cuando 5escuchaba7 el sonido de su #o" 5&&&7 recuerdo cuando yo
tomaba la pluma y l me dictaba las glorias uruguayas.5@7&Si aceptamos, como propone HobsbaYm, !ue “;as naciones no construyen estados
y nacionalismos, sino !ue ocurre al re#s.57, debemos a$irmar entonces !ue en el
Uruguay, como parece ser el caso general en ;atinoamrica, el Estado antecede al
nacionalis#o este es anterior a la Naci*n+. /or lo tanto0 el acto de crear la
Naci*n+ consisti* en ,!nda#entar la e'istencia del Estado tal co#o pre7e'iste0 con
s! or-ani8aci*n s! ,!nciona#iento. Es la de,ensa de la naci*n real#ente
e'istente+ contra c!al!ier otro proecto di,erente. As30 co#o se $a dic$o0 en la$istoria !r!-!aa ,!ndar la naci*n ,ortalecer el Estado son e!ialentes. Y esto
i#plica consolidar !n centro pol3tico !n -r!po social !e e9er8a el poder - pero los
grupos sociales !ue habían hegemoni"ado la “construcción del Estado., en 6?, no
2957 En las acciones se lee* LtítuloM “epK>, p&?&
3057 “Cien años de la 4sociación ural del Uruguay. :onte#ideo, 6>R6, pp&BNK&
315 7.Centenario del Club Uruguay.- “El aís., 6@ de diciembre de 6>R?, p&6@&
3257 El Siglo, :onte#ideo, 6?QI8Q6?K>, citado por occa, * “Eduardo 4ce#edo Día" y el destino nacional.& 1recha,
“;a ;upa. 6QI3Q6>>B, p&6K&3357 Citado por =&Caetano* “Identidad nacional e imaginario colecti#o en Uruguay& ;a síntesis perdurable delCentenario. en H&4chugarN=&Caetano 5cit&7, p&?6&
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eran e'actamente los mismos !ue lo controlaban cincuenta años despus& or lo tanto,
había !ue replantear a!uellos problemas !ue en la hora $undacional habían !uedado
arbitrados de una $orma !ue no se adaptaba a la nue#a distribución de $uer"as&
Era ya e#idente !ue el país había cambiado en los años transcurridos desde el $in de
la =uerra =rande, y !ue los #alores de a!uel grupo $undacional no daban cuenta del
progreso material del país& ;a modesta aspiración de sobre#i#encia mani$estada por
a!uella generación sonaba demasiado tímida en el conte'to de un país !ue había
logrado multiplicar su ri!ue"a ganadera y trans$ormarse en un importante centro
$inanciero, !ue recibía oleadas de inmigrantes europeos y !ue estaba #iendo aparecer las
primeras empresas industriales& ;a independencia ya no debía ser un estado transitorio
sino una $orma de$initi#a, un #alor a de$ender en un conte'to !ue se presentaba poco
$a#orable para tales aspiraciones& ero para !ue eso $uera #iable había !ue crear una
“realidad nacional., una comunidad imaginaria !ue se presentara como posible, incluso
deseable, para !uienes integraban 5y se integraban7 al país&
odemos asumir sin di$icultad !ue los $undadores de nuestra historiogra$ía
consideraban !ue lo !ue estaba en )uego era demasiado #alioso y su con!uista era
toda#ía muy insegura, para permitir !ue los ad#ersarios pudieran argumentar y darles la
posibilidad de !uedarse sin m(s con el $a#or del auditorio& En de$initi#a, todo relato
histórico lle#a implícita una propuesta de $uturo 5un “prospecto. diría eal de 4"6, p&@@&
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Entindase !ue no se discutía la “capitalidad. de :onte#ideo sino su “centralidad.- y
por eso, en las deliberaciones de la Constituyente, no se discutió sobre el lugar donde se
ubicaría la capital del nue#o Estado, sino !ue se recha"ó la denominación “Estado de
:onte#ideo.& ero ya en la bisagra de los dos siglos, con la e'periencia de #arias
dcadas de #ida independiente 5y la política centrali"adora de ;atorre7, :onte#ideo
estaba sumando a su propia e indiscutible gra#itación el reciente dominio !ue imponía
por la #ía de los hechos sobre todo el país& ;a centrali"ación impulsada por la capital
implicaba desde el punto de #ista económico la necesidad de !ue :onte#ideo rompiera
materialmente los antiguos la"os !ue unían 5desde la colonia7 a algunas localidades del
interior con centros !ue ahora habían !uedado m(s all( de las $ronteras 5i#era y :elo
con 1rasil, Salto con Corrientes, el litoral uruguayo con 1uenos 4ires, etc&7, y los
religara con el centro político del país& 4un!ue ese proceso se haga contra la #oluntad
de los implicados 5“;a unidad se hace siempre brutalmente., recordaba en(n en 6??@7
siempre permanecer( incompleto* “&&&ni otrora ni hoy el Estado uruguayo y
monte#ideano L&&&M ha llegado a disponer de un (mbito económico, $iscal, político y
cultural no compartido.5B7&
ero la dominación basada en la $uer"a tiene bases endebles- por ello, :onte#ideo
tambin debía legitimar ideológicamente su situación $undament(ndola en alguna $orma
especial del “destino mani$iesto., y borrar de la memoria hasta la misma e'istencia de
un estado anterior, di$erente& En esta tarea la $unción del relato histórico es muy
importante, siempre y cuando logre crear una #ersión creíble del pasado- y esto chocaba
$uerte con los datos de la realidad& Si e$ecti#amente :onte#ideo “debía. gobernar el
territorio, tal dominio debió haber sido considerado “natural.& ero nada era m(s le)os
de eso y todos eran conscientes de ello& or lo tanto, había !ue “renegociar los ol#idos.
reconstruyendo un relato del pasado !ue ocultara los aspectos m(s chocantes del
con$licto, resigni$icara los !ue eran indisimulables y resaltara los m(s con#enientes&1uena parte de nuestra historiogra$ía puede incluirse como a$iliada a este propósito- y
3557 C&eal de 4"?RP7 p&A>& Desde la perspecti#a capitalina, eal de 4"
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5no por casualidad7 es en ella donde aparece con m(s $recuencia la palabra “Uruguay.
para designar el nombre del país&
ara el obser#ador despre#enido, el nombre “Uruguay. parece el arbitra)e m(s
e!uitati#o entre las pretensiones de la campaña y las de :onte#ideo- concreta la
propuesta de un “nombre nue#o. para el nue#o Estado, lo !ue parece m(s adecuado a
una realidad tambin “nue#a. en la !ue se ha modi$icado la importancia de :onte#ideo
y e!uilibrado el peso especí$ico de cada una de las partes& ero eso sólo ocurre en el
ni#el enunciati#o& :onte#ideo logró resigni$icar la “historia del Uruguay., utili"(ndola
para hacer “ol#idar. su pasado y )usti$icar su centralidad& El resultado es una “historia
de :onte#ideo. aun!ue con tal grado de in#isibilidad !ue se puede decir !ue ;atorre
“monte#ideani"ó el Uruguay. sin !ue sea e#idente la tautología&
El primer representante de este giro historiogr($ico es un historiador de tendencias
conser#adoras y clericales& En buena medida podría llamarse a Francisco 1au"( el
$undador de la historiogra$ía “uruguaya., ya !ue $ue !uien primero utili"ó el trmino
con su nue#o signi$icado, lo proclamó desa$iante desde su título y lo mantu#o a lo largo
de todo el libro& J&4&2ddone caracteri"a así los ob)eti#os de 1au"(* “Historiador y
legislador, periodista y hombre de partido, 1au"( encara la creación historiogr($ica
como #ehículo #i#i$icante de la conciencia nacional, urgido por una e'igencia espiritual
!ue le mue#e a ahondar en el pasado para e'plicarse por #ía retrospecti#a la e'istencia
independiente de su país, en el momento culminante de la contro#ersia sobre la
autenticidad histórica de la epB>, pp&@N&
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“+ue la población sal#a)e, descubierta por los españoles sobre el suelo uruguayo,
constituía al tiempo de la con!uista una entidad social con aspecto y dominios propios,
es creencia uni$orme de los primiti#os historiadores de estas regiones, segB %&I pp&6AAN6AB& ;ossubrayados son míos&
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or consiguiente, es 1au"( !uien primero de$iende la centralidad de :onte#ideo,
$undament(ndola históricamente* “El Uruguay nació a la ci#ili"ación cristiana en
concepto de independencia, es decir, ba)o el mismo concepto en !ue había nacido a la
sociabilidad indígena& Jam(s se creyó in$erior a sus #ecinos en nada, y tan cierto es esto,
!ue desde el día de su instalación, comen"ó el Cabildo de :onte#ideo por dirigirse al
ey e'ponindole sus cuitas y necesidades directamente, y de ahí para adelante $ueron
continuadas las correspondencias de este gnero entre las di#ersas corporaciones del
país y el monarca& Este espíritu de independencia, deliberado y consciente, se e'tendía
tambin a los campos donde moraba la población primiti#a& %odos los pueblos $ormados
por los indígenas, habían nacido por sumisión pre#ia al Cabildo de :onte#ideo, y
despus de arreglos y con$erencias entre sus caci!ues o )e$es y los magistrados de la
ciudad& De la misma manera, las tierras ad)udicadas a los habitantes de las :isiones !ue
transmigraron al sud del ío 9egro, les $ueron concedidas por las autoridades del país&
9adie conocía o acataba en el Uruguay otra autoridad, pues, !ue la !ue podría llamarse
a!toridad nacional- y los colonos !ue llegaban de España, encontr(banse en el mismo
caso.5?7& ;a re$erencia $inal al “acatamiento a la autoridad nacional. $orma parte
constituti#a del “principio de centralidad.& En el relato de 1au"(, el e)e e'plicati#o de la
historia colonial se encuentra sobre la oposición :onte#ideoNinterior, representando
:onte#ideo la legalidad 5española primero, re#olucionaria despus7, y el interior es el
campo de acción de los poderes enemigos* los portugueses, los porteños, y luego los
$ederales&
En pocas posteriores este e)e se mantu#o, aun!ue se modi$icó en parte su
contenido& El primer batllismo rede$inió la nacionalidad a partir de “la identi$icación del
país con ideales !ue los trascendían* la democracia política, la )usticia social, la
soberanía económica, conceptos uni#ersales y no limitados a las $ronteras geogr($icas
de ning7& lo !ue implicaba la eliminación de las tendencias 'enó$obas eincluso racistas presentes en el relato de 1au"(, pero no )usti$icaba un replanteo desde la
base& El traba)o de historiadores posteriores aportó nue#os elementos !ue enri!uecieron
el es!uema original como se #e claramente en la obra de &1lanco 4ce#edo y de
J&E&i#el De#oto&
En toda la obra de ablo 1lanco encontramos la presencia de ese paradigma- a
#eces el molde se muestra en títulos de neto cuño program(tico, como en “El gobierno
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1au"( cit& %&II pp&KKNKK6& Subrayado mío&3957 1arr(n,J&&- 9ahum, 1* “1atlle, los estancieros y el Imperio 1rit(nico. %omo K* “Crisis y radicali"ación 6>6N6>6K.& :onte#ideo, E&1anda 2riental, 6>?B, p&@6&
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colonial en el Uruguay y los orígenes de la nacionalidad. donde se encuentra implícito
el postulado de la $undación de la nacionalidad 5ine#itablemente “uruguaya.7 desde los
mismos orígenes del poblamiento&
Sin embargo, en esta obra el título parece desmedido con relación al contenido& “El
gobierno colonial&&&. es una historia institucional de :onte#ideo hasta el comien"o de la
re#olución- de los #eintiB>, pp&8I8N88&
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pro$undas raíces en la corta historia de los dos pueblos& ;os argumentos en $a#or de una
u otra solución eran igualmente $uertes y el tiempo transcurrido no había hecho otra
cosa !ue enconar y agra#ar las pasiones&.
Seg
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El concepto $ue desarrollado en los rólogos al %omo Segundo y %omo %ercero del
“4rchi#o 4rtigas.5A7& SegB6- %omo %ercero, rólogo de Juan E&i#el De#oto, :onte#ideo, :onte#erde,6>B6 5en lo sucesi#o, 44 %&II y 44 %&III7& 4mbos $ueron reunidos y publicados luego con el título de “aíces
coloniales de la re#olución oriental de 6?66., :onte#ideo, 6>B@&4457 J&E&i#el De#oto* rólogo a “;a independencia nacional.& :onte#ideo, 1iblioteca 4rtigas 3ol&6AB, 6>RB, p&3II&
4557 44 %&III p&8;3&
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!ue inspiró las iniciati#as autonómicas del Cabildo de :onte#ideo y de su cuerpo de
Hacendados y Comerciantes.5AK7&
;a mirada del historiador es netamente monte#ideana, y su de$inición del
“problema del arreglo de los campos., re$le)a tambin una perspecti#a portuaria y
centralista& i#el resume el “problema&&&. en estos trminos* “;a paci$icación del
escenario rural por las #ías represi#as no sería nunca remedio para un mal !ue sólo
podrían solucionar el “arreglo de los campos. como se estilaba decir entonces, la
distribución de la población de manera m(s ordenada, la reducción de los indígenas, la
ampliación de la )urisdicción de :onte#ideo a todo el territorio de la 1anda 2riental
como se había propuesto desde 6RK> en #arias ocasiones hasta la m(s reciente de 6R>R,
y la delimitación de$initi#a de la $rontera.5AR7&
Como ya #imos, en todo el transcurso de la poca colonial :onte#ideo nunca logró
presentar de manera con#incente la relación e'istente entre lo limitado de su
)urisdicción y el desorden rural- a los o)os de la autoridad española el problema siempre
se presentó como poco rele#ante, y resultado de la escasa #igilancia del territorio& ero a
los e$ectos de la construcción de un relato, el “problema&&&. re$undamentaba la
pree'istencia de la nacionalidad uruguaya desde la poca colonial, rati$icaba la #ocación
dirigente de :onte#ideo en el con)unto del país, nos ad#ertía sobre la in$luencia
negati#a del “a$uera. 5especialmente de los brasileños y los argentinos7 y nos
rea$irmaba en la con$iada con#icción de nuestra “especialidad.& ei#indicaba así todo el
modelo ideológico cl(sico del “Uruguay $eli".5A?7&
Este re$or"amiento coincidía con el momento de m('ima e'pansión de esta imagen&
El orgullo de “la Sui"a de 4mrica., el país !ue 5seg?@7& Su signi$icación en la historiogra$ía nacional.&:onte#ideo, Departamento de ublicaciones de la Facultad de Humanidades y Ciencias, serie 4#ances dein#estigación, 6>?R&
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campeonato “uruguayo. de $7, como es tambin monte#ideano el carna#al
“del Uruguay. !ue cantaba una clebre conga de los cuarenta& 4 pocos les choca !ue la
“Comedia 9acional. sea una dependencia del municipio de :onte#ideo&
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de$inido como “la tierra purp
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sus 'itos han sido compartidos y $este)ados por todo el país& / eso, como reconoce
eal de 4"
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credibilidad& Como di)o 4&:ethol Ferr5B67 cada uno de los elementos !ue #ertebraban
nuestra historiogra$ía “cl(sica. se #en cuestionados&
;a inadecuación de la e'plicación historiogr($ica a las demandas sociales no es un
problema !ue a$ecte solamente a la comunidad de historiadores- su importancia
trasciende ampliamente el (mbito acadmico para incidir de alguna medida sobre la
sociedad toda& En nuestro país la imagen historiogr($ica es “la imagen del pasado. de la
sociedad- no tenemos a!uí “otras historias., otras #isiones del pasado generadas por la
propia sociedad y !ue compitan o complementen la historiogra$ía acadmica& 4sí lo
a$irman tambin Cosse y :ar[arian “&&&parecería !ue la producción historiogr($ica
nacional ha in$luido en la $ormación de concepciones sobre la historia !ue priman en la
sociedad& ;o ha hecho a tra#s de su recepti#idad en la escuela, en el liceo, los medios
de comunicación, la acti#idad política y sindical&. Es claro entonces !ue todas las
incorporaciones reseñadas tu#ieron su respuesta en la sociedad !ue ampli$icó y
multiplicó sus conclusiones y las utili"ó con otros $ines di$erentes& “Se ha con$ormado
una conciencia histórica !ue, desde una perspecti#a en la cual el pasado condu)o
ine#itablemente al presente, aspira a !ue la historia e#idencie de manera racional la
ilación del pasado con “este presente.& De esta $orma, la historia aparece en cierta
medida como “maestra de #ida.& or un lado, por!ue se piensa !ue permite aprender del
pasado, de sus errores y aciertos& or otro, por!ue es usada para habilitar ciertos
proyectos de $uturo, silenciar otros y argumentar la #alide" de determinado accionar.5B@7&
Cuando la producción historiogr($ica no responde a las demandas de la sociedad,
sta comien"a a mani$estar alguna $orma de mensa)e !ue e'presa su malestar- tal #e"
ste sea el lote !ue corresponde a los historiadores en la postulada “crisis de identidad.&
osiblemente la aparición en el (mbito acadmico de otras #isiones del pasado puedan
leerse como intentos de respuesta a esas nue#as demandas& ;a acti#idad historiogr($ica
muestra aborda)es completamente no#edosos, ya sea reno#ando sus temas 5como es elcaso de las obras m(s recientes de J&&1arr(n, o las historias de gnero7, retomando
temas poco estudiados 5como la historia religiosa o la inmigración7, eludiendo la
elaboración de un relato uni$orme en la reconstrucción de momentos de nuestro pasado
!ue se encuentran poco laudados 5así como 4&ico presentó las reacciones de la
sociedad ante el golpe de Estado de 6>R7 o abordando el con)unto de nuestra historia,
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“Historia contempor(nea del Uruguay. de =&Caetano y J&illa& ;os aportes de otras
disciplinas, como la ar!ueología, ponen en e#idencia las $allas del relato tradicional y
agregan nue#os datos para incluir desde nue#as perspecti#as a los indígenas en nuestra
historiogra$ía&
%odo esto suena como la con#ocatoria a nue#as #oces para re$ormular nuestro relato
nacional& +ui"(s este rescate toda#ía resulte incoherente o descaminado- tal #e" para
!uien las mire con o)os críticos suenen un poco a “$in de la historia.& %ambin es
comple)o anticipar las características del producto $inal, aun!ue probablemente no
#ol#amos a tener un relato tan integrado y homogneo como el tradicional& ero todo
esto no es m(s !ue la e#idencia de !ue el traba)o de construcción de nuestra identidad
no ha terminado* no lo heredamos ya acabado sino !ue corresponde recomponerlo para
adaptarlo a una realidad cambiante&
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