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Yanett Segovia
Profesora del Centro de Investigaciones Penales
y Criminológicas (CENIPEC). Universidad de Los Andes-Venezuela
Beatriz
Nates Cruz
Profesora del Departamento de Antropología y Sociología
Universidad de Caldas-Colombia
Territorios identidades y violencias
1)
UNIVERSIDAD
DE
LOS ANDES
Consejo de Publicac iones
2 11
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Título de la obra: Territorios identidades y violencia
Autores: Yanett Segovia; Beatriz Nates Cruz (Compiladoras); Juan Antonio Flores
Martos; Dilia Flores Díaz; Nelly García Gavidia; Carmen Díaz Orozco;
Alejandro Moreno Olmedo; Francisco Rodríguez; José Ordóñez; Jesús
Manuel Salcedo Picón; Francisco Ferrándiz; Alejand ro Baer Mieses; María
García Alonso; Gregorio Hernández Pulgarín; Mauricio Navia Antezana;
Julián López García; Mónica Navia; Omar González Náñez; Alexander
Mansutti Rodríguez; Nalúa Rosa Silva Monterrey.
Coeditado por el Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanas y el
Grupo de Investigación Territorialidades de la Universidad de Caldas-Colombia; y
el Consejo de Publicaciones de
la
Universidad de Los Andes-Venezuela.
Av. Andrés Bello,
antiguo
CALA. La Parroquia
Mérida, estado Mérida. Venezuela
Telefax (+58274) 2713210,2712034,2711955
e-mail [email protected]
http:
www.ula.ve/cp
Colección: Ciencias Humanísti cas
Serie: Antropología
1a edición.
2011
Reservados todos los derechos
©
Los
autores
Los trabajos publicados han sido rigurosamente seleccionados y arbitrados por
especialistas en las diferentes disciplinas y
coordinado
a través de: Grupo de
Investigación Expresiones y Representaciones
de la
Violencia en Iberoamérica
(CENIPEC) Universidad de
Los
Andes-Venezuela;
el
Instituto de Investigaciones
en Ciencias Sociales y Humanas y el Grupo de Investigación Territorialidades de la
Universidad de Caldas-Colombia.
Diagramación: Consejo de Publicaciones (María Elena Díaz de Cuiñas;
Diseño de portada: Al berto Gilson
Apoyo técnico a la edición: Juana Chaves Castaño
ISBN 978958759016-6
Impreso en Capital
Manizales, Colombia,
2011
ÍNDICE
Pág.
Presentación
.
..
PRIMER P RTE
EL CUERPO COMO LUGAR DE LA VIOLENCIA
Y
LA
IDENTIDAD .............. ............. ... .... ..... ... ... .
1. Violencias
en
la
carne
,
emociones
y "
cuerpos" domésticos
en Veracruz, México
Juan Antonio Flor
es
Martas ..... ... .
... ............ ................ 19
2. La moral está en el cuerpo
Yanell Segovia ....... .......... ...... .
.43
3
El cuerpo y sus expresiones del dolor y el sufrimiento
Dilia Flores Díaz y Nelly García Gavidia ... .... .. .. .... ... ..... .......... .. ... 65
4. Estigmatización y exclusión del cuerpo enfermo y anciano
Nelly Gard a Gavidia
........ .. ............ ..... ....... ........... .... . . . .81
5. Del cuerpo dócil. Métodos de regulación de la conducta
corporal ciudadana durante el siglo
XIX
en Venezuela
Carmen Díaz Orozco
.............. 97
17
7
mailto:[email protected]://www.ula.ve/cphttp://www.ula.ve/cphttp://www.ula.ve/cphttp://www.ula.ve/cphttp://www.ula.ve/cpmailto:[email protected]:[email protected]:[email protected]:[email protected]://www.ula.ve/cpmailto:[email protected]
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VIOLENCIAS
N
LA CARNE, EMOCIONES
Y "CUERPOS" DOMÉSTICOS EN VERACRUZ, MÉXICO
Juan ntonio Flores Martas
Universidad de Castilla-La Mancha; Talavera de la Reina-España
Me interesa explorar algunas de las violencias cotidianas en
la cultura urbana de Veracruz (México) centrando el foco en
aquellos elementos
y
materiales etnográficos que durante mi
investigación de campo permiten trazar algunas líneas y fuerzas
que permiten hablar de una teoría del trauma cultural
y
social
entre las gentes veracruzanas. En particular, mi análisis se centra
en los siguientes escenarios expresivos de relaciones sociales: la
casa, el cuerpo
y
el imaginario espiritual. El cuerpo, en especial
de las mujeres, se convierte en Veracruz en
u
espacio violentado,
mutilado
y
alienado por medio de la violación sexual
y
otras formas
del maltrato doméstico, físicas
y
simbólicas sostenidas por la
hegemonía de un imaginario social masculino agresivo. Aparte de
ser víctimas de estas violencias del día a día , las mujeres de esta
ciudad mej icana-caribeña tienen dificultades para encontrar tramas
corpóreas o discursivas que expresen esta experiencia traumática.
Mi contribución se aproxima a una topología doméstica del mal
en escenarios microexpresivos en los que es factible buscar
y
9
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2UAN ANTONIO FLORES MARTOS
0
encontrar trazos del sufrimiento sociaP.Actualmente me encuentro
trabajando en la identificación de algunos de los modos en que esas
violencias
habituadas
se infiltran y entreveran en la expresión de
las emociones y en la educación sentimental de los veracruzanos.
Violencias mixturadas micro
Desde mis materiales etnográficos me interesa reflexionar sobre
los modos y guiones existentes en la sociedad veracruzana para
la
encamación culturaPde la violencia. Éste es un término que usaré para
aludir a fenómenos variados, tanto de carácter fisico o sensible como
simbólico. Bourdieu (1997) utiliza el concepto
violencia simbólica
para hacer visible una fonna de violencia cotidiana no percibida ,
pero que en buena medida aparejan en la experiencia de las gentes
del Puerto problemas y hechos que afectan
de
modo tangible sus
vidas. En Veracruz se hace dificil sostener la distinción analítica
entre violencia real e imaginaria , como recuerdan una serie de
historias, trastornos y traumas entre las gentes con las que trabajé
entre 1993 y 1997, que nos ilustran sobre cómo lo imaginario
resuena en lo real. Los padecimientos de la enfennedad y aquellos
ligados a la amenaza y violación de las fronteras corporales, inscriben
las marcas del mal en unas fisiologías -en especial las femeninas
configuradas/afectadas por una imaginación masculina agresiva y
2
Las violencias cotidianas y su tolerancia hacia ellas en el puerto de Veracruz las
he analizado de modo más específico en anteriores trabajos (FLORES, 2002: 36-51;
FLORES, 2005: 93-112), así como en mi monografia sobre la cultura urbana veracruzana
(FLORES, 2004).
3 GARCÍA 1994:60-82) ensaya una interesante reapropiación y secularización
sociológica del concepto de la teología católica de encamación , en una propuesta
teórica para la encamación cultural. Otros trabajos de interés que han abordado una
definición antropológica de este concepto, son los de Csordas (1988) YStoller (1995).
VIOLENCIA
EN
LA CARNE, EMOCION ES Y CUERPOS DOMÉSTICOS
obsesionada por el dominio. En un esbozo de una teoría veracruzana
sobre la violencia, el trauma y la represión, el vector del poder cobra
protagonismo en las relaciones y guiones que conducen a agresores,
violadores y verdugos, y a las víctimas, humilladas, secuestradas,
flageladas o violadas.
Me referiré a una clase de violencias
micro
minúsculas si
se comparan con aquellas que tienen un mayor peso específico
yeco
en los medios de comunicación, en la agenda político
social. He elegido aquellas que se focalizan en los sujetos y
cuerpos veracruzanos, en especial en los de las mujeres cuando se
encuentran en su casa, barrio o lugar de trabajo.
Siguiendo a Ferrándiz y Feixa (2004: 160), no me interesa
estudiar
la
violencia como
un
acto
sino
como
un
continuo
(SCHEPER-HUGHES y BOURGOIS, 2004: 1-5),
no
tanto como
algo excepcional sino como una realidad normalizada, no tanto
como política sino como cotidianeidad. Y desde luego coincido
con Nordstrom y Robben (1995)
al
destacar la cualidad escurridiza
de la violencia -difícil de aprehender para el investigador social-,
y en su manufactura y cualidad cultural. Entiendo por violencia
cotidiana las prácticas y expresiones diarias de violencia en
el
nivel de microinteracciones: en ámbitos interpersonal y doméstico,
fundamentalmente. Partiendo de las tipologías de violencia que
establece Bourgois (2001), y según Ferrándiz y Feixa (2004: 163),
el concepto se ha adaptado del de Scheper-Hughes (1997) para
centrarse en la experiencia individual vivida que normaliza las
pequeñas brutalidades y terror en el ámbito de la comunidad y crea
un sentido común o
ethos
de la violencia.
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JUAN ANTONIO FLORES MARTOS
VIOLENCI A EN LA CARNE, EMOCIONES Y CUERPOS DOMÉSTICOS... 3
En mi trabajo me sitúo en la línea de Kleinman, Das y Lock
(1997) cuando analizan la violencia cotidiana y
el
sufrimiento social
señalando que la representación es la experiencia y que
lo
que
no
es representado no es real . Estos autores despliegan un tipo de
análisis interdisciplinar enfocado en la subjetividad humana para
examinar las relaciones más básicas entre lenguaje, dolor, imagen
y sufrimiento (1997: xi-xiii).
Emociones en el campo
También me interesa tratar
el
modo en que las emociones de
los protagonistas, víctimas y verdugos, así como del investigador
u observador externo, se entreveran, accionan y reaccionan ante
esas violencias.
Como nuestros colegas médicos, los antropólogos recibimos
alguna clase de adiestramiento
aunque
menos formalizado,
ortodoxo y con otra clase de ideas incuestionables- para
lo
que va
a ser nuestro ejercicio profesional, la etnografía, en esa situación
metodológica y vivencial singular que es el trabajo de campo.
ASÍ , en nuestro oficio se nos enseña
el
valor y la cautela con la
que es necesario desarrollar la empatía, la cercanía y la toma de
distancia con nuestros informantes y
el énfasis médico en
la
no
contaminación con las emociones de los otros durante
el
trabajo es inexistente o menor-o En nuestra tarea, la utilización y
el
manejo o gestión de dichas emociones son
un
asunto de orden
epistemológico y metodológico de primer orden. Además , estoy
convencido de que la implicación personal, e inclusive emocional,
contra
lo
que el cientificismo aséptico pregona, nos abre nuevas
vías de conocimiento y comprensión del objeto y problema que
estamos estudiando, además de suponer en ocasiones un saludable
ejercicio de compromiso ético.
Por otra parte, la sobrevaloración - desde nuestra perspectiva
como antropólogos - de las dimensiones individuales de la emoción
o del sentimiento ha dificultado la constitución de un corpus teórico
consensuado que incidiese en los aspectos sociales y culturales
de las emociones, quizás por la consideración de las emociones
como un asunto de las subjetividades y algo relativo al individuo.
Siguiendo a Andrew Beatty (2005) en su trabajo Emotions in the
Field
deberíamos permanecer agnósticos sobre el elemento
subjetivo de las emociones e indagar de modo más intenso en los
contextos pragmáticos y de uso variados de dichas emociones .
No obstante, nuestras monografías y artículos describen o
reflexionan poco sobre esas emociones implicadas en las relaciones
humanas y sociales en las que desplegamos nuestra tarea. Pareciera
como
si
estas emociones propias/ajenas
no
fueran relevantes, como
si
las manejásemos con la suficiente destreza como para salir
triunfantes del reto, o como
si
se convirtieran en un equipaje
tan-
demasiado- pesado que
lo
mejor es no removerlo y ocultarlas ante
el
lector y ante nosotros mismos. Como etnógrafos, pareciera que
estuviésemos entrenados y programados para convertir emociones,
sensaciones y sentimientos en ideas, conceptos y teorías, o todavía
más, como
si
la ciencia social que nos ocupa, canibalizara estos
elementos expresivos de subjetividades -sociales , culturales- en
su proceso de armar conceptos y generar teorías.
Hacer una antropología de otra manera , más próxima a las
realidades vivenciales
ya
las relaciones sociales e interpersonales
que mantenemos durante nuestros trabajos de campo, y en las
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que
acabamos enmarañados durante nuestras investigaciones
y
evitar
así un enfoque
más
construido desde la presión
conceptual y teórica que supuestamente nuestra disciplina deposita
sobre nosotros-, implica otorgar
el
protagonismo necesario
a
las emociones, a la descripción y
comprensión
de las texturas
emocionales conformadoras de los campos y procesos de violencias
cotidianas.
Carnes veracruzanas
Durante mi investigación pude escuchar y registrar numerosas
historias de
mujeres jóvenes
-aludidas
indistintamente como
niña , chamaca ,
'jovencita ,
o señorita y abarcando un flexible
espectro de edad de los
13
a los 30 años- víctimas de posesión
espiritual de desarreg los corporales espirituales extremos. Estas
figuras condensan, según los relatos, la inocencia y pasividad ,
y su protagonismo apunta a la expresión del mal pensado como
más horrible: la posesión por espíritus malignos o demoníacos.
Los
interlocutores suelen apuntar
como
posible origen o causa
de esa aflicción,
el
campo de las pasiones ilícitas (como fuente de
desarreglos y malestares corporales y emocionales). Un caso extremo
me fue contado por Doña Mari (de la colonia Zaragoza) sobre cómo el
deseo de un desconocido puede hacer enfermar a una mujer señorita
-término
con el que se alude a su soltería y virginidad- aunque no
tenga conciencia de él,
y
sea necesario hacerle un exorcismo para
sacarle el demonio que lleva dentro. Así, la mujer se convierte en
víctima de
una
posesión espiritual, en enferma , por ser objeto de
un deseo ajeno. Doña Mari lo contaba de este mod0
4
:
4 Creo necesaria una aclaración formal relativa
al
modo de transcripción de los fragmentos
de entrevistas palabras de mis informantes. Se ha elegido -por diversas razones teóricas,
VIOLENCIA EN LA CARNE, EMOCIONES Y CUERPOS DOMÉSTICOS
25
Bueno, con
la chica se fueron a un
rancho que
estaba
serca
de
por
aquí de Veracrus,
y esta niña señorita
ya
grande no, y muy
seria, muy respetuosa la muchacha y entonses en ese pueblo iban
a conoser a un tío que ellos tenían años que ni lo conosían, era la
primera
ves
que
iban a
ese pueblo
... Tuvieron
que pasar
un arroyo,
un puente y al otro lado estaban las casas, el
caserío,
pero
dise
que allí vivía un hombre sólo,
en
una casita, y que estaba,
siempre
estaba tendido en una hamaca el hombre con
su guitarra,
pero
al
ver a la muchacha se enamoró
yo
creo della, pero ella
no se dió
cuenta
de
nada, la cosa es que cuando llegó a Veracrus, al otro
día
empesó a sentirse muy mal, que se
mareaba,
se caía, se sentía de lo
peor
, la
vieron
los
médicos
y no tenía
nada
... Empesó
con
mucho
miedo, como que
alguien
la perseguía, como que le hablaban y se
empesó a poner muy mal, como que ya estaba perdiendo la rasón,
entonses pues ellos
no
creían
ni
en brujería
ni
en nada
no, la
llevaron
con
el
padre
a la
Santa
Rita
de Casia,
fueron a comulgar
y le expusieron el caso al padre , y le dijo el padre Mira tal
día
me
la
traen
porque le vamos a haser un exorsismo y ya la
llevaron
a
varias
sesiones y la muchacha no, ella se inhibía y no funsionó,
de veras,
hasta
que me la trajeron a mÍ.
Como
se continuará exponiendo, nos hallamos ante una sociedad
que contempla a esta muchacha , una especie de víctima privilegiada
metodológicas
y
estéticas- la transcripción literal
y
casi fonética de las entrevistas
y
conversaciones con mis interlocutores, relegando
el
criterio ortográfico , pues se trata
de pasajes orales que quiero que sean reproducidos manteniendo en lo posible algo de
su
oralidad (la gente no habla como escribe, ni como dictan los volúmenes de gramática
o diccionarios), e intentando neutralizar
la
tendencia presión disciplinar a convertir
los
discursos
en
textos .
En
la literatura etnográfica, esto se acepta cuando se trata de pasajes
narrados por indígenas
y
campesinos,
y
en este caso
se
aceptará para
los
nativos del Puerto,
sean personas de clases altas, medias, de extracción popular o marginal.
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para expresar el peor mal, la "posesión espiritual (demoníaca)" y
propensa a padecer todo tipo de daños: acoso sexual y violación
(generalmente
por
familiares o conocidos suyos), posesiones de
espíritus y demonios que la convierten en activa, violenta y grosera
al desplegar su estereotipo de posesión, y "exorcism os" o curaciones
para sacarle esos espíritus que han ocupado su cuerpo y la mantienen
postergada, incidentes dramáticos que
le
permiten expresar su fuerza
y actividad.
Existe
en
Veracruz una singular imaginación
libertina
que trato de perfilar, la cual se plasma también en las leyendas
veracruzanas tradicionales (BROISSIN
ABDALÁ,
1985), en las
cuales un demonio deja en el cuerpo de un a doncella los signos de
una flagelación/posesión, así como en las cautelas e historias que
los veracruzanos cuentan sobre curadores espiritistas que abusan
sexualmente de sus pacientes, fundamentalmente mujeres jóvenes
e incluso algunas menores de edad
s
• El sentido común veracruzano
identifica a algunos agentes de la
cienci espiritu l
como violadores
que dan rienda suelta a sus deseos con las dolientes jóvenes que
acuden a sus templos.
Los espíritus malignos y demonios que t oman posesión de esas
jóvenes, en la dramatización de su estereotipo de posesión, mantienen
en el presente su carácter -y
conducta-
de varones libertinos que
disfrutan con la flagelación de los cuerpos de sus víctimas. Tal es el
caso de un espíritu demoníaco de nombre Yosafat que en la localidad
s No se trata sólo de discursos o "historias" alejadas de la realidad. En el caso de uno
de mis informantes, médium de la cienci espiritu l en el Puerto, don Antonio G., éste
desapareció de la ciudad y abandonó sus negocios huyendo de la acción de la justicia,
acusado de abusar sexualmente de una menor a quien había estado curando en su consulta.
VIOLENCIA EN LA CARNE, EMOCIONES Y "CUERPOS" DOMÉSTICOS
de Pueblo Nuevo, al interior del estado, "pint a" su nombre a latigazos
en la espalda de una "niña", según nos relata su amiga Marisela
1 :
De esta niña de Pueblo Nuevo, el nombre que vió fue Yosafat, y se
lo
pintó en esta parte de aquí en la espalda, ia latigasos le pintó el
nombre .. Pero es que a ella se le mete
un
espíritu, nunca supieron
el por qué ese espíritu se le mete a esa niña Esta persona paseabas
por ahí y ¡gritaba , así como que le pegaban, y era el nombre que
se lo estaba pintando. Y ahora que ella hablaba, ha hablado con
una vos así como prepotente, y como que desía "¡Déjenme en
pas, lárguense, no los quiero ver... " Y lastimaba más a la niña,
la botaba, porque hasían que el animalillo, o lo que tuviera esa
adentro, se alterara y nada más consiguiera la niña haser cosas
por medio de ellos no, a la muchacha. A las que están ayudando,
¡las insultaba, las regañaba, las aventaba, ¡cacheteó a su mamá'
¡A su mamá la cacheteó' en serio,
tú
no conoses a la mamá así
con los cachetes hinchados , ¡pero unas cachetadas demasiado
fuertes , dise "No hombre, te lo juro que si me da otra, me quita
la cabesa" De fuertes las cachetadas, di se Y no sentí mano de
mujer". Pero si, cuando le llega
el
animalillo o el espíritu, que feo,
yo a mí me da
mucha
tristesa la niña, porque es tierna, todavía
si vieras que dulse y que tierna es esta niña con su persona. ¡De
toda la familia, esa niña es un pan de Dios, lindísima, buenísima
onda la chiquilla, yo la quiero mucho a la chaparrita . Sus papás
se separaron, vivía con sus papás ella, pero el papá tenía a otra
mujer, y la mamá tiene otros novios, que si uno por acá otro por
allá, locochona ¿no? Es madre soltera y ya también ha de haberla
afectado un poco eso.
En concordancia con este imaginario, la flagelación o la paliza
a la mujer es pensada por los hombres y mujeres de Veracruz como
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un remedio contra la posesión espiritual (cuando la víctima es un a
joven), o como fórmula para acabar con un trabajo de hechicería
enviado
por
una mujer a un hombre. En este último caso es preciso
que el hombre le pegue hasta sacarle sangre de alguna parte de su
cuerpo para volver así a componerse. Así relata doña Carmen
P.
el
caso de la hija de su comadre, poseída por un espíritu maligno, y cómo
el padre de la
joven
le pega con el cinturón hasta que vuelve en sí:
El papá cuando oyó los gritos, cuando oyó los gritos, que corre
a la recámara y ve a su hija que tenía así a su mamá, así en la
cama, que desía que la quena matar, agarra el señor
el
sinturón,
lo saca y agarra a su pobre hija , A puros cuerasos , y la mamá
que le gritaba,
"¡Que no
le
pegues a mi hija , la vas a matar ", pero es que ¡con
saña la agalTó el señor , porque
la
chamaca no quería soltar a su
mamá. Dise que
al
rato la chamaca cayo así como desfallecida,
y cuando abrió los ojos
le
preguntó, mamá que tienes por qué
estás llorando .. " ¡Nansy no te acuerdas que cosa me hisiste ",
"¿Mamá qué cosa es?". Dise mi comadre, "Yo me agalTé a mi
hija, la abrasé, y agarré a la otra y
me
las llevé a la recámara" .. Y
empesé a orar, a orar, a orar. .
" , Pero yo pensé que
al
otro día mi
hija iba a convaleser toda morada de los sinchasos que le había
dado ... ¡Ni una señal de sinchasos ", dise .. (Carmen P.
El cuerpo, y en concreto la "carne" de una parte de mis informantes
veracruzanas, se encuentra "abierta" para los espíritus . Así recogí
expresiones de mis interlocutores, en especial de mujeres,
para
referirse a esos trances espiritualistas como "prestar servicio" o "dar
servicio" (doña Mode); "prestar o po ner mi carne" ( doña Guille);
"prestar la materia" (Armando M.); "ocupar una materia" (Betty
M.); o "han estado su cuerpo nada más" (doña
Cannen
P. , señalan el
VIOLENCIA EN LA CARNE, EMOCIONES Y "CUERPOS" DOMÉSTICOS...
29
carácter utilitario y vehicular con que se concibe esa clase de "cuerpo
materia-carne , la de la agente ritual cuando "presenta" o "toma"
algún espíritu (llamado generalmente "maestro" o "protector"), que en
una alta proporción suele ser extranjero o exótico. En estas fórn1ulas
lingüísticas y rituales de la ciencia espiritual se conjugan al tiempo la
voluntad del que
cede-
y
abre-
su cuerpo para que sirva como asiento y
escenario para el peiformancede un espíritu, y la ausencia de voluntad
y conciencia que el sujeto en trance dice experimentar durante él.
Entre los
endemoniados
que
acuden
a misas de
sanación
católicas (carismáticas), en especial en su fase final de "liberación "
o exorcismo
colectivo
frente al altar mayor (FLORES, 2004:
605-617), hay un predominio de mujeres, sobre todo
jóvenes
y
de mediana edad. Son ellas las principales víctimas o dolientes de
las posesiones y actos de molesti a-interfer encia espiritual, las que
con sus movimientos convulsos, sonidos , palabras y derrame de
vómitos y otros fluidos consiguen escenificar
mejor
su posesión
y, al mismo tiempo, su liberación espiritual. La sujeción fisica que
revelan las vendas con que son atadas a las bancas de la iglesia en
Puentejula, remiten a otra clase de sujeción: la social, con reglas y
fórmulas tan rígidas como esas ataduras, a las que de modo implícito
y plástico se somete ante los ojos de
Dios
y de la
comunidad
(familiares y rezadores del rosario) a las "endemoniadas", personas
con desórdenes que provienen de la ruptura o el alejamiento de alguna
de esas nonnas, y que tras ese exorcismo colectivo vuelven a sentir
recompuesto el contrato social previo.
raumarse
Con las palabras e historias de mis interlocutores/as veracruzanos/
as que estoy seleccionando, aludo a cómo el cuerpo de la mujer
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constituye un territorio sensible, una carne en la que el varón puede
dejar diferentes clases de marcas , más o menos indelebles, por
motivos espurios o el mero deseo, placer o azar. Veámoslas.
Estando allí en
el
Bulevar, con la bebida y tomando, a mi amiga
se
le
subió el mar , y empezó a sentirse muy mareada, y él también
estaba un poco mareado, y que mi amiga
le
besa y el se dejó no, y
que se abrasan,
y él
que empieza ya con las manos y ella que no,
parándoselas, y el que ya quería que se fueran
al
coche, entrarla
en el coche, y ella que le dise que no, porque le daba mucha pena,
porque su marido la había dejado marcada, tenía una marca. Su
marido la trató como una prostituta, lo que hiso fue rasurarle ahí
abajo, la mitad del mismo, yeso a ella la traumó, y tiene desde
entonses mucho trauma, le da mucha vergüensa estar con un
hombre. La pobre es una mujer marcada (Doña Mari).
¿Que supone para una mujer estar traumada en Veracruz?
Algunas de mis informantes, sobre todo las que se sitúan entre 50
y 75, años aludían habitualmente al término fr um
6
o tr um rse
en nuestras conversaciones, situando sus orígenes en diferentes
desencadenantes (maltrato y violencia doméstica en Guadalupe;
una cicatriz por unan operación de vesícula en doña Mari; una
fuerte depresión combinada con una crisis de fe en Rosario A.; el
no disponer de una vivienda estable y ser abandonada por cuatro
de sus cinco maridos en doña Mode, inclusive teniendo que vivir
6 Es oportuno aclarar que trauma es una categoría nativa émic) detectada entre mis
infOlmantes del Puerto, probableme nte canib alizada e interiorizada de discursos
medicalizados
y
mediáticos, pero con matices
y
asociaciones propias
y
consensuadas en
este contexto sociocultural. Para el trauma cultural desde una perspectiva antropológica,
véase Sztompka (2000:449-466).
VlOLENCIA EN LA CARNE. EMOCIONES Y CUERPOS DOMÉSTICOS
durante unos meses con sus hijos en la calle debajo de una ceiba). La
convergencia de todas estas narraciones, de todos estos fragmentos
de sus vidas, se sitúa en los efectos fisiológicos, espirituales y
emocionales experimentados, en la experiencia de padecer una
enfermedad grave que altera sus vidas con una importante dosis
de sufrimiento, dolor, e incluso las llevaba a sentir la proximidad de
la muerte. Para mis informantes están claros los campos de fuerza
y de influencia entre
el
trauma y la enfermedad, en su contexto
sociocultural. Una mujer marcada en otra forma es Guadalupe
P Los siguientes párrafos de su historia de vida (de sufrimiento,
dolor, trauma y enfermedad) intentan ser una aproximación a la
categoría veracruzana de trauma como una senda para entrever
una teoría nativa sobre
la
violencia, el trauma y la represión. Me
interesa especialmente señalar
la
incorporación del maltrato y de
fórmulas institucionalizadas de violencia doméstica.
El
cuerpo de
Guadalupe P. puede abordarse como un territorio agredido apenas
capaz de balbucear el discurso del trauma, de expresar una vivencia
del dolor focal izada en males crónicos, paralizantes o degenerativos.
Ella ha encamado, y continúa sufriendo cotidianamente en esas
enfermedades, la violencia y el maltrato masculino, aceptados
culturalmente en Veracruz.
Al comienzo de la serie de entrevistas que conforn1an el material
de su historia de vida, fue Guadalupe la que aludió por sí misma
al
término
trauma,
estableciendo una conexión entre
los
traumas que
jalonaron su experiencia
vital la
violencia y maltrato doméstico de
la mano de su padre, los celos enfermizos y maltrato psicológico
de su marido y la muerte de éste a
balazos
y las enfermedades
que viene sufriendo
parálisis
facial, artritis (parálisis de manos
y brazos), insomnio (parálisis de la capacidad de dormir)-. Debo
señalar que en diversos momentos de las sucesivas entrevistas que
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UAN ANTONIO FLORES MARTOS
2
le hice en la sala de su casa, opté por detener la grabadora dada la
carga y tensión emocional de sus palabras
que
llegaban a arrasar
su cuerpo en esos momentos afectándome emocionalmente-o Así
lo afirmaba
al
inicio de la primera grabación: "Ya desde mi niñez,
de que transcurrió, ya pues no me acuerdo mucho. Yo me recuerdo,
son unos traumas que yo tengo, por eso estoy tan enferma".
Así bosquejaba la figura de su padre, la violencia y el maltrato
que sufrieron su madre, ella y sus hermanos, y el abandono
defacto
experimentado al no hacer frente aquél a sus responsabilidades de
sostenimiento económico de la unidad familiar. Uno de los atributos
o potencialidades aceptados en esta sociedad para
el
varón, es el
volverse desobligado
-categor ía cultural que habla de la tolerancia
y aceptación de dicha realidad en este contexto--, algo de
lo
que
Guadalupe tuvo experiencia primero con su padre y después con
su marido:
Mi papá, tomaba mucho, mi papá tomaba mucho. Y mi papá
llegaba y quería pegarle a mi mamá, me acuerdo así, lo tengo
tan grabado. Que estaba pintando, porque teníamos así un patio
muy grande, cuando veíamos que mi papá llegaba y agarraba un
machete .. ¡Bueno,
sí
¡Mi mamá sufrió, bueno una cosa terrible
Hasta el colmo sufrió mi madre. Ya cuando daban las 6 o las 7
de la noche, ya sabía que ya venía tomado, dejaba las puertas
que había en la casa grande de madera, dejaba las puertas así
abiertas, para poder correr por una puerta y por otra, porque mi
papá ¡siempre llegaba e n contra de ella ... Y pobresito mi papá,
se volvió muy desobligado, y mi mamá tenía que lavar ajeno, que
haser tortillas .. Así nos levantó ella, así nos levantó. Y ya eso es
lo
que yo me acuerdo, que es un trauma muy grande que tengo.
VIOLENCIA EN LA CARNE, EMOCIONES Y "CUERPOS" DOMÉSTICOS .
Seguidamente, Guadalupe pasaba a describir a su marido,
Onésimo
A.,
sus rasgos de personalidad y oficio (policiajudicial),
así
como sus dudas iniciales antes de casarse con él dado su carácter
posesivo (celos obsesivos) y violento con las mujeres (a las que
"bañaba en sangre):
Duré de novia con él un año por que era muy, nunca en mi vida
he conocido a una persona tan enfem1a de celos .. celosísimo ..
¡Pero enfenno, enfenno Pero una cosa espantosa .. Era un hombre
joven, p orque era joven, pero muy vivido, muy vivido .. él había
tenido mucho mundo, y no
lo
sabía, era agente de polisía
..
El
había tenido mujeres y todo pero yo creo que nunca, nu nca había
tenido así una chamaca como yo. La cosa es que un día la prima
que
lo
atendía fue a la casa, en la mañana, y le llevó a
mi
mamá
un serro de fotografias, donde estaba con mujeres,
¡y
cartas que
le había hecho a las mujeres y que las mujeres le habían hecho a
él... ¡Bueno, una cosa , y le dijo: "¡Con esta vivió, pero la bañaba
en sangre, y le golpeaba, y le hasía y le tomaba'
Su relato va construyendo la figura de su marido como un varón
veracruzano prototípico en su condensación de valores de "macho",
de un pasado libertino y malvado, escarnecedor de mujeres, y que
incluso justificaba y defendía apoyándose en el "sentido común"
local- su conducta anterior ante la madre de Guadalupe con estas
palabras, imitando su discurso y argumentos:
Mire señora, yo no soy ratero, no soy asesino, no soy mariguano.
¡Malo he sido hasta no poder ¡Malo si, malo si ... Pero de
lo
que
le dijo esas personas, que luego yo he golpeado a las mujeres si,
que las he bañado en sangre si, ¿pero sabe usté por qué? Porque
son mujeres que le dise uno
una
cosa y le contestan a uno veinte ..
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JUAN ANTONIO FLORES MARTOS
4
y yo no soy hombre que se me deba contestar. Porque el hombre
de la casa voy a ser yo, no la mujer. A mi no me van a contestar.
Por
las palabras de esta informante sabemos que durante su
noviazgo, y durante los ocho años de casados antes de que
su
marido
fuera asesinado en una acción policial en un municipio cercano,
ella vivió atenazada por el miedo, las amenazas proferidas fruto de
sus celos ( sus nervios , como los calificaba su marido) , o de los
arrebatos violentos en que amenazaba con llevarse a su hija C
Incluyo un fragmento en que Guadalupe habla de una de las
enfermedades que en su historia de vida aparecen como las que
más han marcado su existencia (la parálisis corporal y facial , la
artritis reumatoide y el insomnio), una descripción de la percepc ión
sensible de éstas, y del sufrimiento y dolor que le han aparejado
en su vida diaria, en este caso hablando de la artritis:
Así que estaba entonses yo lavando unos cobertores en
la
lavadora,
pero teníamos un lavaderote así de material en la casa aquella, y
de momento, mira en esta mano ¡sentí como si me atravesaran
con un puñal, así un clavo, una cosa, pero horrible
y
ay, ay, me
saqué la mano, Y" ¡ay, que cosa tengo ". Pero con la cosa de que
yo
me
iba, pues seguí, seguí porque he sido muy fuerte ... Seguí,
seguí y terminé, y me metí al baño Pero resulta que a las 9 de la
noche yo ya no pude, porque el dolor de la mano se me vino hasta
acá, y el braso ¡se me pegó aquí de tal manera, que
por
más que
trataba, si me
lo
querían despegar, eran gritos, gritos ... No hay un
espesialista aquí en Veracrus que yo no haya visto Y he tenido
unos casos tan terribles, casi de arrastrarme, así de arrastrarme, de
no poder comer, de no poder.
ni
haser mi cuerpo para acá, hacia
VIOLENCIA EN LA CARNE, EMOCIONES Y "CUERPOS" DOMÉSTICOS
35
la mesa, ni mi mano para acá , de no poder moverme, de no poder
rascarme, de no poder, bueno, peinarme, bañatme
La trayectoria vital y experiencia de mujeres veracruzanas
como Guadalupe
P
, revela de forma más o menos explícita en
sus historias de vida que un
locus
privilegiado de la aflicción, del
mal, se halla en el territorio doméstico, en las relaciones de pareja
varón-mujer que son articuladas con la violencia y la dominación
de la mujer po r el hombre en este contexto íntimo, micro, que es
la familia y en especial la casa. Como desarrolla Beatriz Muñoz
(2007:30), en ciencias sociales se ha pasado a considerar la casa
como el lugar de sufrimiento y de alienación para la mujer.
Las violencias del español
Más complicado me resultó acceder a otro tipo de conversaciones
y discursos que consideraban la violación como una presencia
urbana aunque las páginas de la prensa local y los semanarios
sensacionalistas ofrecen por sí solas un panorama detallado de la alta
frecuencia de este delito en Veracruz- , así como una práctica existente
entre ciertos segmentos de varones jóvenes , algunos de losjuniors ,
de las personas conocidas de la ciudad, y en concreto de la colonia
española en el
Puerto. Recogí versiones femeninas que incluyen
al
"español del Puerto" en una categoría que condensa, además del
papel de explotador (que inclusive llega a secuestra r
ya
torturar a un
sospechoso de robar en su negocio, y que
es
compartido por
el
sentido
común veracruzano), el de violador. Dos de mis informantes , A
1
(26 años) , y
B
M. (30 años) me contaron cómo fueron objeto de una
violación
porjuniors
de familias españolas de estrato socioeconómico
alto, coincidiendo ambas en que los agresores eran conocidos con los
que tuvieron una cita, y que
al
ser acompañadas por ellos a su casa ,
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JUAN ANTONIO FLORES MARTOS
6
fueron violadas en el automóvil. Ninguna los denunció, y continuaron
viéndolos en la universidad a la que asistían, además de tener que
contemplar sus fotografías sonrientes en las páginas de Sociale
,
(Ecos de Sociedad) de la prensa local.
Estas prácticas, y especialmente su condición de patrón
sangrón
(prepotente) para muchos trabajadores veracruzanos
-la
colonia
española en la ciudad controla una parte importante de
la
industria,
I
I
comercio y sector servicios locales-, perfila al español como una
figura despreciada entre los segmentos populares porteños, y
l·
J
l
como objetivo de una violencia latente que aflora en ocasiones.
Yo
1
I
mismo la experimenté al acudir a una pequeña fiesta de cumpleaños
acompañado
de familiares de la festejada , Chepina.
Uno
de
,
1
sus invitados, Lencho, mecánico en un taller de reparación de
!1
automóviles propiedad
de
un español, cuando
le fui
presentado como
español me lanzó una mirada de odio -probablemente con el peso
acumulado durante años por la violencia laboral y humillaciones
sufridas por su
jefe-
al tiempo que llevaba la mano a
la
cintura y
amenazaba con encañonarme con una pistola calibre 22 que dejaba
asomar bajo la camisa.
En este contexto, la hechicería se revela como un fenómeno
de violencia simbólica
-de
agresión, pero también de defensa,
una respuesta y canalización de la violencia de los subalternos
frente a los poderosos que tienden a ostentar prácticamente el
monopolio de la violencia-o Algunos de los "trabajos" narrados
por agentes rituales de la ciencia espiritual, o por sus clientes,
perfilan a
la
"brujería" como una respuesta defensiva eficaz a la
agresión y dominación social (propietarios-trabajadores, españoles
veracruzanos, varón-mujer) .
VIOLENCIA EN LA CARNE, EMOCIONES Y "CUERPOS" DOMÉSTICOS 37
Juanos
un sastre
de la
colonia Hidalgo
de
orientación
homosexual, que se ganaba la vida modestamente , trabajó en
varias ocasiones para empresas cuyos propietarios eran españoles.
En una entrevista me contaba la experiencia traumática que había
tenido con sus jefes españoles. Trabajó como contador (contable)
de diferentes comercios cuyos dueños eran españoles (en
la
ferretería
El Diamante
y en
Telas
e
México )
y tuvo problemas serios
en ellos al descubrir los patrones que robaba de vez en cuando.
Sentía que los "españoles" que vivían en el Puerto de Veracruz eran
unos explotadores, prepotentes y maleducados, y que sus prácticas
vulneraban las leyes.
Un amigo abogado
lo
consiguió sacar tras dos
días en
la
cárcel. Había sido previamente retenido -"secuestrado",
en
sus propias palabras-, interrogado , maltratado físicamente en
la
bodega (almacén) de
la
empresa de "Telas de México", y luego
"juzgado" allí mismo por
el
propietario y sus abogados, y
al
no
conseguir que confesara lo llevaron a la cárcel. De las situaciones
comprometidas en que se vio
al
ser descubierto por los propietarios
de los negocios en que trabajaba, salió en el caso de la Ferretería
"El Diamante", refugiándose en un rancho en Tilapa , cerca de San
Andrés Tuxtla, y poniéndose en manos de la brujería de Guillermo
Cadena, un brujo de prestigio de la zona de los Tuxtlas, al sur de
Veracruz, que "entretuvo"
al
propietario de dicho negocio enviando
una enfermedad grave a un familiar cercano, la cual distrajo su
atención de él y del juicio emprendido contra su persona.
La primera vez que conocí a Juanos fue una
experiencia
"chocante" -me atrevo a calificarla de choque eléctrico (en sentido
li
teral), violento-o Unos amigos comunes me presentaron a él como
"un amigo español", y al darnos la mano ocurrió lo que reflejo en
este fragmento de mi diario de campo:
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8
I
Cuando le di la mano, Juanos se desequilibró, empujó mi mano
hacia mí, y por cuestión de unos 8 o 10 segundos, asistimos a
una especie de pulso vertical espontáneo y extraño, luego logró
soltarse (yo no le apretaba lo más mínimo) y se marchó enojado
a su lugar en
la
mesa que estaba. Raúl enseguida fue a sentarse
a su lado a platicar con él. En ese momento, todos los hombres,
i
la
flota de mi mesa se pusieron en pie y a hablar conmigo para
que les dijera que nos había pasado , cómo había estado
la
onda.
:j
Diciendo expresiones de asombro como "¡Chale, que fue eso!",
o de asco,
"¡¡Guácala' ,
y ahora
que
le pasó a este puto ".
También empezaron a cotorreanne acerca de su condición de
gay-homosexual, interpretando que al darle la mano se excitó
demasiado y no se pudo controlar. Enrique F dijo: ¡ Se culipanteó
todita al darle la mano a Antonio! ".Y George c : "¡Se le hicieron
ij
burbujitas de caca
...
!" (Diario de
Campo
IV-96, 22-nov-96).
Finalmente , y por la intennediación de estos amigos comunes,
le visité días después para entrevistarlo en su casa-taller. Así
rememoraba la escena Juanos:
Mira, yo
me
apené mucho con lo que pasó en ese día que vinistes ..
me bajastes el pedo que yo tenía tan bonito y yo andaba con un
amigo que es medio castroso, y me pegó hasta una cachetada y
"¿qué
tienes?",
estaba
yo muy asustado no, no se
qué
me pasó ..
Yo
no anduve muy tomado .. Porque
yo
a ti no te conosía no
..
y
nos estaban presentando ..
Yo
sentí que andabas lleno de vibras . ..
¡Fue eso exactamente 10 que pasó!, que tú andabas cargado de
vibras, pero
tú
no lo sentiste s ¿o sí? ... No tú te descargastes ,
en
fin, soltastes toda la energía, de todas las gentes que has visitado
tantos, de todos los días, no sé si positivas o negativas, yo pienso
que positivas, que no hemos pasado nada malo no, pero yo de
VIOLENCIA EN LA CARNE, EMOCIONES Y "CUERPOS" DOMÉSTICOS
..
momento me quedé fíjate , y me dió pena no, por la gente ..
(J uanos, entrevis tas, . 25-11-96).
En sus palabras intenta explicar lo que pasó y las sensaciones
mutuas que tuvimos ambos, a partir de mi investigación con
médiums de la cienci espiritu l de la ciudad, y que al darle la
mano le transmití todas las energías negativas
-"vibras"-
que yo
había ido "acumulando" durante mis entrevistas con estas personas.
En ese primer momento de la entrevista, yo todavía no sabía sus
experiencias negativas con otros
"españoles", y durante esos y otros
encuentros, ninguno de nosotros llegó a mencionar que en nuestro
"choque" eléctrico y violento
-al
menos como lo percibió él -, mi
condición de español pudiera estar marcando dicha experiencia
fisiológica.
Últim
reflexión
Me gustaría finalizar expresando mi convicción de que la
implicación emocional resulta un recurso epistemológico y
metodológico en nuestras investigaciones de campo y posteriores
textos y construcciones teóricas en antropología. Topándome
con esta clase de violencias, y en ocasiones experimentando, al
menos tangencial mente, sus efectos o alcance al comprometer
m
emoción como investigador e implicando a mis atributos de
varón y español-, obtuve respuestas emocionales, así como una
apertura a hablar de temas comprometidos emocionalmente para
mis interlocutoras e interlocutores: de Juanos sobre su pasado
de choque y persecución por españoles -que lo secuestraron,
pegaron y enjuiciaro n-, de Á.J. y B.M. sobre su violación p or un
junior español, y de Guadalupe P. sobre su experiencia de maltrato
y violencia doméstica experimentada primero
por
su padre y
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0
después por su esposo. Los casos en los que he concentrado mi
análisis en esta ocasión, pueden considerarse una paradoja, y,
desde luego, muy alejados de las recomendaciones y alertas que
reflejan los manuales de trabajo de campo etnográfico acerca cómo
nuestra posición , perfil y atributos como investigadores pueden
condicionar, o inclusive anular, nuestras relaciones sociales con
los informantes y el acceso a ciertos conocimientos. O también
podemos entenderlo no como una contradicción o una casualidad,
sino como una especie de exorcismo o catarsis expresiva de
ese trauma
cultural
y sufrimiento social propiciados por una
figura que encama y rememora alguno de los rasgos del agresor,
del verdugo , al tiempo que permite restablecer una relación, una
conversación, con una figura análoga a la productora de violencia en
origen, en este caso la de este etnógrafo, en sus atributos marcados
de varón y español.
O, dicho de otro modo, durante mi investigación de campo
en las relaciones sociales e interpersonales que desarrollé , y en
especial en las entrevistas con algunos de mis informantes, éstos
contribuyeron a crear tramas discursivas de expresión de esas
experiencias de trauma social y cultural precisamente con una
persona que, en un diálogo o cercanía compartida, concentraba
en su perfil su condición de extranjero/ajeno a su mundo social
cotidiano, y a la vez compartía alguno de los atributos de las figuras
agresoras y responsables de originar dicho daño.
VIOLENCIA EN LA CARNE, EMOCIONES Y CUERPOS DOMÉSTICOS ..
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2
LA MORAL ESTÁ EN EL CUERPO'
Yanett Segovia
Universidad de Los Andes; Mérida-Venezuela
Esta ponencia nace de un trabajo de campo en la Guajira, esa
frontera que une a Venezuela y Colombia. Estuve allí en un
rito
de encierro
que practicaron a Ricardo Epinayuu, un wayuu de
Neyma (cerca de Maicao) que había cometido un crimen. A este
joven trataban de "sacarle" los espíritus del mal que lo habían
vulnerado. Llegué al atardecer de un domingo. Al día siguiente
comenzaría el "rito de encierro" que harían a Ricardo Epinayuu,
un joven de veintitrés años implicado en serios problemas de
delincuencia juvenil. En este rito se interviene a la persona que
consideran tomada por los poderes del mal. Y este joven, al parecer,
estaba respondiendo a los objetivos y caprichos de los
Wanülü
(espíritus del mal). Este era un rito más de muchos otros que le
habían practicado, pues los seres del mal lo tenían atrapado desde
hacía ya muchos años.
Todos esos días estuvieron concentrados en el rito que harían
a este joven. Marlene Püshaina (la
mujer
"de poderes" que le
• Este artículo es resultado de una investigación financiada por el CDCHT Universidad
de Los Andes, intitulada: Cuerpo
y
control, código D-351-07-09-A
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