5 Obstáculos contra la oración bíblica
“…NO TENÉIS LO QUE DESEÁIS, PORQUE NO PEDÍS” (Santiago 4:2b)
Cuando nuestras oraciones no son contestadas, queremos saber qué le pasa a Dios. Es más fácil culparle a Él
que mirarnos al espejo y decir: “Quizás soy yo el problema”. Ahora vamos a revisar 5 barreras frecuentes
que impiden una oración.Barrera nº 1: Falta de oración
Seamos honestos; ¿cuántas veces decidimos orar por algo, lo añadimos a nuestra lista de oración, decimos
que oraremos sobre ello, y casi lo hacemosí De cuando en cuando piensas hacerlo, pero casi nunca oras por
ello en modo alguno.¿Por qué no contesta el Señor? ¡Porque todavía no has orado! Algunos de nosotros
vivimos bajo la consigna: “¿Por qué orar si puedes preocuparte?”. “¿Por qué orar si puedes intentar
conseguirlo tu sólo trabajando hasta la muerte?”. “¿Por qué orar si puedes vivir sin ello?”. Entiéndelo
bien: cuando trabajamos, trabajamos nosotros; cuando oramos, ¡Dios trabaja!Barrera nº 2: Pecado inconfeso
Escucha: “…vuestros pecados han hecho que oculte de vosotros su rostro para no oíros” (Isaías
59:2b). Dios espera que mantengas tu integridad personal, muestres consideración y amor hacia los demás,
y le pongas a Él en el primer lugar de tu vida. Escucha: “… lo que pide el Señor de ti: solamente hacer
justicia, amar misericordia y humillarte ante tu Dios” (Miqueas 6:8b). Éstas no son sugerencias, ¡son
requisitos! Si no los cumples, no esperes que Dios conteste tus peticiones; malgastas tus palabras, a no ser
que sea una oración de confesión. Primero busca su perdón, y entonces Él te escuchará cuando le derrames
tu corazón.
“…RECONCÍLIATE PRIMERO CON TU HERMANO, Y ENTONCES VUELVE Y PRESENTA TU OFRENDA” (Mateo
5:24b)
Las 5 Barreras Contra La Oración
Barrera nº 3: Conflicto sin resolver
Escucha esta Escritura: “…si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra
ti, deja allí tu ofrenda…, reconcíliate…, y entonces vuelve y presenta tu ofrenda” (Mateo 5:23,24). Escucha
de nuevo: “…maridos…, vivid con ellas sabiamente, dando honor…, para que vuestras oraciones no tengan
estorbo” (1 Pedro 3:7). Muchos de nosotros subestimamos lo comprometido que Dios está en edificar y
conservar nuestras relaciones amorosas. No tiene sentido orar si estamos continuamente envueltos en
conflictos. Juan escribió: “El que dice que está en la luz y odia a su hermano, está todavía en tinieblas” (1
Juan 2:9). El Señor sólo te escuchará cuando salgas a la luz, trates con lo que te separó de la otra persona, e
intentes restaurar la relación.
Por supuesto, no siempre es posible reparar situaciones. Pablo escribió: “Si es posible, en cuanto dependa
de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Romanos 12:18). Pero algunas veces, la otra persona
prefiere continuar con el conflicto antes que aceptar tus disculpas. Si esto ocurre, mira en lo profundo de tu
corazón. ¿Has intentado sinceramente arreglar la situación, o dejas algo atrásí ¿Realmente quieres
restaurar la relación, o prefieres dejar las cosas como están para que “supuren”? Si tus intentos han sido
de todo corazón y honestos, Dios no permitirá que una relación rota interfiera en tus oraciones. Pero si tus
intentos han sido en desgana y egoístas, prueba de nuevo, y ¡esta vez de verdad!
“PEDÍS, PERO NO RECIBÍS, PORQUE PEDÍS MAL…” (Santiago 4:3)Barrera nº 4: Egoísmo
Cuando nos fijamos más atentamente en nuestra manera de orar, nos enfrentamos al egoísmo. Hay
mucha confusión acerca de deseos y necesidades, derechos y favores, justicia y gracia, comodidades como
seres humanos que somos y obediencia a Cristo. Es imposible crecer espiritualmente sin pruebas. Orar:
“Dame una vida fácil, feliz y sin problemas”, es una oración que Dios no puede contestar, porque si lo
hiciera, podría acabar contigo.Barrera nº 5: Actitudes desinteresadas
El pueblo de Israel se preguntaba por qué el Señor no contestaba sus oraciones. He aquí lo que Él le dijo: “…
deja(r) ir libres a los quebrantados y rompe(r) todo yugo… comparta(s) tu pan con el hambriento… cuando
veas al desnudo lo cubras y… no te escondas de tu hermano… Entonces… el Señor… dirá…: ¡Heme aquí!”
(Isaías 58: 6b-7,9). Dios está comprometido en desarrollar a su pueblo para que refleje su carácter – y su
carácter siempre expresa compasión por los demás. ¿Has visto alguna vez una caricatura mostrando
cientos de personas en cola hasta donde alcanza la vista? Cada una está pensando lo mismo: ‘¿Qué puedo
hacer; ya que soy sólo una persona? Es posible que no podrás cambiar el mundo siendo sólo una persona.
Sin embargo, puedes buscar maneras pequeñas para mostrar que te preocupas. Quizá tu congregación
trabaja repartiendo comida o tiene un ministerio con los presos. Tal vez, tus habilidades puedan hacer una
pequeña diferencia en males como el desempleo, la ignorancia, el abuso de niños, el alcoholismo o el
suicidio. Mientras mantengas tu oído abierto a los perjudicados, Dios mantendrá su oído abierto a ti.
Top Related