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Familias y emigración cubana: estrategias cotidianas en su contexto psicohistórico∗
Consuelo Martín Fernández
Doctora en Ciencias Psicológicas. Investigadora y Profesora. Presidenta del Consejo Científico
del CEMI (desde noviembre 2007) [email protected]
“Desde los albores mismos de la humanidad, los seres humanos han migrado. Los éxodos y las corrientes
migratorias siempre han sido parte integrante, así como factor de terminante, de la historia humana…”
Estado de la Población Mundial, (UNFPA), 2006.
Tal es la magnitud global de las migraciones internacionales que llegó a ser declarado el año
2006 al más alto nivel mundial. Son múltiples los esfuerzos, instituciones y organizaciones
nacionales, regionales e internacionales que tratan sobre aspectos relacionados con temas
migratorios. Pero es interesante que en la Asamblea General de la ONU, del 14 y 15 de
septiembre de ese año, el Secretario General Kofi Annan iniciara sus reflexiones con los allí
presentes afirmando que se trata de un tema del que no hubieran imaginado estarlo desarrollando
en un diálogo de alto nivel. ¿Por qué? Es demasiado candente; involucra intereses económicos,
políticos, nacionales, transnacionales; cuestiona los tratados de libre circulación de todo excepto
personas, el intercambio desigual entre regiones y países del mundo; demanda recolocar los
temas sociales, justicia, equidad, género, generaciones, culturas, etnias, identidades, religiones,
familia, trabajo, redes; reta el análisis de las causas y consecuencias materiales y espirituales de
los que participan; redimensiona la geografía de los impactos (muros, guerras); recoloca el tema
del desarrollo y la dependencia visto también asociado a las migraciones internacionales.
Como institución mundial todavía es pálido el tratamiento dado en el 2006. Se distancia
cuando plantea que son los gobiernos los que deben decidir si es deseable mayor o menor
migración, pero al mismo tiempo, evidencia la reciente importancia que ha ido cobrando en la
∗ Ponencia presentada en la V Reunión del Grupo de Trabajo Familia e Infancia. CLACSO, México, octubre 2007.
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agenda de la Naciones Unidas y aún más, ofrece una clara oportunidad cuando afirma que el
enfoque en la comunidad internacional debe ser la calidad y la seguridad en las experiencias
migratorias, y se cuestiona qué hacer para maximizar sus beneficios en el campo del desarrollo.1
En términos de la población implicada, las cifras aumentan vertiginosamente. Se calcula
que en la década del noventa eran unos 120 millones de migrantes en el mundo y hasta el 2005,
ha ascendido a casi 200 millones; según la ONU, 191 millones de personas vivían fuera de sus
países de origen en el 2005: 115 millones en países desarrollados y 75 millones en países en
desarrollo2. Estos datos avalan por su propia magnitud, la relevancia del tema migratorio
internacional en la actualidad mundial. Cuba no está exenta de este fenómeno, por el contrario,
participa y experimenta cada vez con mayor claridad las tendencias migratorias regionales, aún y
cuando tiene particularidades propias. La cifra general estimada3 oscila en 1,600 000 y 1,700 000
cubanos en el mundo; están asentados con una alta concentración regional, en: Norte América
(81%), Europa (8%), Sur América (6%), Centro América (2%), Caribe (2%); Asía y África (1%);
y más aún se agrupan en una localización determinada, pues si bien hay cubanos en 148 países,
los mayores asentamientos están en Estados Unidos, España, Venezuela y México.
Desde el punto de vista histórico contextual, es necesario señalar que la emigración, como
fenómeno universal de traslado de un lugar a otro en el mundo, ha tenido un desarrollo peculiar
en Cuba a partir del proceso revolucionario de 1959. El conflicto bilateral entre Cuba y Estados
Unidos ha existido y existe con una beligerancia tal que se afectan las relaciones sociales en
todos los órdenes: político, económico, jurídico, ideológico, social, cultural, familiar. Y,
particularmente, se ha visto atrofiada esta emigración, no sólo en cuanto a las regulaciones
migratorias en el plano objetivo sino –y más importante aún para este estudio–, en la subjetividad
cotidiana, pues la memoria colectiva establece determinadas relaciones simbólicas entre pasado,
presente y futuro, donde las representaciones sociales devienen determinantes y determinadas por
el contexto para cada momento histórico concreto.
1 ONU: “Informe sobre Migración y Desarrollo”, División de Población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, 2006, en: http://www.un.org 2 CMMI: “Las migraciones en un mundo independiente. Nuevas orientaciones para actuar”, Comisión Mundial sobre Migraciones Internacionales, Suiza, 2005, en: http://www.gcim.org 3 Aja Díaz, Antonio: “Cuba: país de emigración a inicios del siglo XXI”, Anuario Digital CEMI, Universidad de La Habana, 2006, e n: http://www.uh.cu/centros/cemi/index.htm
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Presupuestos teóricos
Históricamente, la migración internacional se puede resumir de forma sintética en las categorías
de migración forzada, migración laboral y migración familiar. Recientemente incorporada como
categoría que requiere aún la elaboración de teorías propias, la migración familiar se concibe
como complemento de la migración laboral, pero también de la forzada, ya que mediante ella los
miembros de la familia se reúnen en el nuevo país de residencia. Como incluye dependientes que
no están destinados al mercado laboral puede redundar en costos sociales y financieros que
requieren políticas sensibles y programas de enfoque tanto para países receptores como emisores
de migrantes4. Si bien implica la reunificación familiar en el nuevo país, también tiene costos
sociales en el país de origen como en los países de asentamiento transitorio y definitivo, en este
último también se puede incluir el retorno al de origen por los movimientos migratorios
circulares y los procesos de repatriación. De tal modo, los países emisores requieren desarrollar
enfoques teóricos desde sus propias dinámicas histórico-concretas, tarea en ciernes que aún
reclama aunar muchos y mayores esfuerzos.
Algunos apuntes para la presente ponencia5 precisan partir de retomar explícitamente que
la relación entre emigración y vida cotidiana tiene una determinación espacio temporal. Esa
relación vincular produce un impacto psicosocial dinámico y dialéctico que trasciende, por
ejemplo, las propias familias y reconfigura sus nociones básicas en la subjetividad cotidiana.
Cabe aclarar que la decisión de emigrar es multicausal y no se reduce a un absoluto económico o
político o jurídico, sea voluntaria o forzosa, legal o indocumentada, sino más bien es el resultado
de la combinación de múltiples factores que expresan su coherencia en las nociones que integra
el sujeto (individual, familiar y social) en la configuración subjetiva de su historia personal.
Muchas veces es la situación coyuntural la que permite explicar una u otra toma de
decisiones, pero no siempre lo que para unos inclina a emigrar es una coyuntura válida para otros,
quienes por el contrario se deciden por estrategias dentro del país de origen.
4 G.C.J.Van Kessel: “La migración internacional y el desarrollo en las Américas”, Seminarios y conferencias No.15, CEPAL, 2001, p.332. (El autor es Director General de la División de Refugiados, Ciudadanía e Inmigración de Canadá) 5 Se seleccionan a partir de diferentes materiales producidos por la autora, quien dirige las investigaciones sobre familia y migraciones internacionales en el CEMI, referidas en la Bibliografía consultada para el presente trabajo.
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En este sentido, el individuo en su relación vincular con la familia está supuesto a
ubicarse en un abanico de estrategias migratorias que van desde la salida de todos los miembros
para asentarse en la sociedad receptora, hasta la salida de un miembro con expectativas concretas
de apoyo al resto de los miembros que quedan en el país de origen. A saber, emigrar puede ser
concebida por la familia como una posible estrategia para afrontar las crisis que generan las
presiones cotidianas para la satisfacción de sus necesidades y la asumen como paliativo a los
problemas económicos y de solución inmediata. Sin embargo, esa solución puede a su vez
implicar otras crisis familiares e individuales, precisamente, por la desestructuración de la vida
cotidiana que produce la emigración, la desintegración de esas familias, la separación y la
demanda de nuevas estructuraciones y relaciones vinculares que en términos de la persona y la
familia permitan nuevos equilibrios en la cotidianidad, lo cual significa nuevas formas de
socialización y reintegración de las familias en sus prácticas cotidianas.
Por tanto, la emigración es sí misma un evento altamente estresante y productor de
posibles situaciones de tensiones y pérdidas que el propio cambio implica en la cotidianidad,
incluso cuando la situación pueda resultar beneficiosa por la satisfacción de las necesidades
concretas. Lo afectivo y lo material deviene una relación recursiva en la vida cotidiana del
migrante y es un importante eje en el análisis vivencial. Justo en esas dinámicas se pueden
producir emergentes de espacios propios para el desempeño profesional en la relación familia,
migración y salud mental desde un enfoque psicosocial, así como el aporte que este enfoque
significa para la necesaria interpretación del contexto histórico concreto en que se produce, en
particular, los cambios, contradicciones, continuidad y rupturas en el consenso social sobre la
connotación de emigrar o mantener relaciones con la familia emigrada en diferentes ámbitos de la
sociedad.
Las migraciones externas producen un impacto sociocultural de importancia sobre el país
de origen, sobre el grupo que se traslada y sobre la sociedad receptora. Los ejes de la tríada
enfatizan las coordenadas de la relación individuo-sociedad y se explican en función de la
comprensión de la vida cotidiana como contexto histórico concreto, de carácter sistémico,
dinámico y dialéctico. Entonces, la familia atravesada por el proceso migratorio es sentida o
percibida más allá, o además, de la parental y la consanguínea, o de los condicionantes espacio-
temporales y geográficos, es eje de la desintegración y la reintegración de sus procesos vitales y
tiene un condicionamiento histórico concreto. Se trata de la concepción de familia como sujeto
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del proceso migratorio –propuesta elaborada por la autora–, como protagonista de un fenómeno
social con sus determinaciones estructurales, funcionales y psicosociales en su contextualización
histórico cultural concreta. Esta propuesta teórica tiene también implicaciones metodológicas.
La determinación estructural concibe la familia con miembros en el país de origen, el
miembro o grupo que se traslada y los miembros en las sociedades receptoras; el criterio de
inclusión está dado por el sentimiento de pertenencia e identidad familiar. La determinación
funcional concibe como criterios básicos para el ejercicio de las funciones familiares las redes
sociales y de parentesco en el proceso migratorio y se refieren a la conexión, ayuda y atracción de
la cual la familia es eje central. Se concibe así cuando ejerce la función de conexión del emigrado
con el país de origen (les provee referentes de identidad nacional al tiempo que incorpora o
modifica pautas culturales a partir de las nuevas vivencias que el emigrado aporta); cuando la
función de ayuda es ejercida tanto para emigrar como en la adaptación a la sociedad receptora y
luego respecto a quedan en el país de origen (sea afectiva o económica, por ejemplo, las
remesas); y cuando ejerce la función de atracción de nuevos migrantes por la existencia de
antecedentes de cadenas migratorias familiares (reunificación familiar, reclamación de parientes).
Este análisis de la familia aporta elementos dinamizadores de las relaciones inter e intra
familiares en el proceso migratorio, los cuales son producidos y productores de relaciones
sociales generales. En su determinación psicosocial, la familia como sujeto del proceso
migratorio es actor social protagonista y expresión de fenómenos psicológicos en la subjetividad
cotidiana, como producto de la permanente interpenetración de lo individual, lo grupal y lo
social, lo cual se proyecta en contextos específicos como formas concretas de sentir, pensar y
actuar. Cualquier vivencia emocional o afectiva de distancias entre el conocimiento y el
comportamiento tiene una contextualización histórico cultural que permite su comprensión.
El sujeto social familia, en su doble carácter de institución y de grupo social, como agente
de socialización primaria y espacio de aprendizaje psicosocial, como esfera de la vida cotidiana,
como protagonista del proceso migratorio, contextualiza mediaciones subjetivas emergentes en
países de origen y de destino. En términos de salud humana, física y mental, es preciso reconocer
algunas pérdidas vivenciadas tales por actores migrantes en función de la necesaria reelaboración
de los vínculos primarios que son significativos para la persona desde la más tierna infancia y que
determinan la estructuración de su personalidad de acuerdo con sus referentes culturales o
modelos de identificación relevantes a lo largo de su vida. En términos de salud social, las causas
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que lo provocan y el efecto que producen las migraciones internacionales, cada día más, deben
formar parte del interés de la sociedad con carácter imprescindible. En esas dinámicas no escapa
a la sociedad ni a las mediaciones subjetivas individuales y familiares, la configuración en la
subjetividad de estrategias cotidianas con mayor o menor alcances sociales en términos de las
migraciones internacionales.
De la investigación aplicada
Para profundizar en las reestructuraciones de la emigración como fenómeno social en la
subjetividad cotidiana y tomando como referente teórico la concepción de la familia como sujeto
del proceso migratorio internacional, se realizaron estudios en profundidad a partir de las
entrevistas a 100 sujetos portavoces de su historia migratoria familiar, a quienes se les aplicaron
además las técnicas de investigación asociación libre de palabras, diferencial semántico y
escalera de las estrategias de enfrentamiento a la crisis según la percepción de su eficiencia para
resolver problemas cotidianos. Todo ello aporta elementos explicativos en la reconstrucción de su
historia migratoria familiar, con respecto a las etapas del proceso migratorio cubano después de
1959, los cuales indagan en la memoria colectiva los cambios operados en el contexto de la crisis
económica de los años noventa. Los resultados que se seleccionan para la presente ponencia
constituyen fragmentos de un estudio más amplio realizado en Ciudad de La Habana en los años
1999-2000. En algunos aspectos comparativos se toman datos de una actualización desde 2004 y
en proceso actual, los que ratifican tendencias desde los noventa o incorporan ciertos matices.
La población de este estudio se reagrupa según la intención de emigrar: 50 personas que
han tomado la decisión de emigrar y ya han hecho algún trámite concreto, al menos haberse
inscrito en el bombo o sorteo de 1998 (último posible y aún vigente), y otras 50 personas que
declaran no desear emigrar ni haber hecho trámite alguno al respecto. Ambos grupos se
conforman a partir de características sociodemográficas presentes en proporciones semejantes,
para de tal manera minimizar las diferencias en cuanto a las configuraciones subjetivas
cotidianas, más allá de las provenientes del deseo o no de emigrar.
En general, se caracterizan por una presencia ligeramente mayoritaria de personas jóvenes
entre 20 y 30 años (54%) y de mujeres (56%). Tienen altos niveles escolares (56% universitarios,
26% técnicos medio y 16% preuniversitarios) y en correspondencia con las edades, no hay
subescolarizados. Es amplio el abanico en cuanto a la situación laboral, predominan con un 66%
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los trabajadores (profesionales, técnicos, obreros, trabajadores de servicio) y además, están
presentes estudiantes (16%), jubilados (4%) amas de casa (7%) y desocupados (7%).
En particular, se perfilan cuestiones relativas a la historia migratoria familiar. Predominan
los que tienen familiares en la emigración (56%) y entre ellos, quienes desean emigrar (36%)
sobre los que no quieren irse (14%). Ahora bien, esto es una ventaja y no una condición
determinante pues, si bien en aquellos que no quieren emigrar la mayoría tampoco tiene familia
emigrada, hay entre ellos una quinta parte que no quiere irse del país, aunque tengan antecedentes
migratorios familiares.
Las personas que tienen familiares emigrados en su mayoría plantea que se relacionan con
ellos y consideran que mantienen buenas relaciones en todos los niveles, por teléfono, envían
ayuda económica y, cuando se puede, ellos se ofrecen para reclamar a los que dejaron atrás.
Para quienes consideran que sus relaciones son esporádicas o nulas, plantean que, por supuesto,
no se reciben esos tipos de ayuda, ni propuestas de reclamaciones de salida.
El grado de parentesco que predomina entre los sujetos y sus familiares emigrados es de
segundo nivel de consanguinidad (primos y tíos), aunque también están presentes los parientes
más directos (hermanos, madre, padre o hijo). La fecha de salida del país de los familiares
directos es en años más recientes, después de la crisis económica de los noventa (incluye la salida
ilegal por mar, llamados balseros), mientras que la diversidad de parientes salen desde mucho
antes, lo cual implica la existencia de familias con cadenas migratorias largas (al triunfo de la
Revolución, en 1965 por Camarioca, en 1980 por el Mariel y de los noventa hasta la actualidad).
Sin embargo, en las redes de relaciones familiares se evidencia que mientras más reciente es la
fecha de emigración, más fuerte es el sentimiento de pertenencia como una sola familia que vive
separada por cosas de la vida, lo cual ocurre con relativa independencia del grado de parentesco.
En cuanto a las vías para emigrar, específicamente para quienes tienen una intención
manifiesta, plantean que desean hacerlo legalmente. La mayoría ha solicitado el bombo o sorteo y
de ganarlo, el sujeto tiene la posibilidad de obtener visas para sí mismo y para el resto de sus
familiares si conviven en el mismo hogar. Además, quienes tienen familiares emigrados, plantean
tanto la posibilidad de ganarse el bombo, como realizar la salida por reclamación familiar; pero
en este caso requieren que sus familiares tengan una situación de legalidad migratoria en el país
receptor que les permita reclamarlos. Es evidente que hay una estrecha relación entre las vías
para emigrar y el componente familiar en la toma de decisión, sea individual o familiar.
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Se indaga entonces si la familia acepta o rechaza la decisión de emigrar. Resulta que en
prácticamente todos los casos es una decisión aceptada por la familia ya que consideran: allá
podrán encontrar un futuro mejor, hay perspectivas de mejorar su situación económica y podrán
incluso ayudar económicamente a los que se quedan. No obstante, muchos señalan que la familia
acepta que uno de sus miembros emigre aunque no dejan de reconocer consecuencias negativas
como la separación de la familia y el sufrimiento que ello acarrea. En el caso de las familias que
rechazan la decisión de emigrar del sujeto, unos refieren el costo psicológico que la emigración
implica, y otros añaden que también es porque la familia considera que lo correcto es vivir aquí,
irse es como un acto en contra de la Revolución. En cualquier caso, consideran que es una
valoración condicionada por las causas que la determinan y matizada por la experiencia familiar.
¿Qué razones han incidido y aún promueven la emigración?
En el pensamiento cotidiano se configura lo que los entrevistados llaman factores o causas para
irse del país y se deben relacionar siempre con el contexto psicohistórico de la vida cotidiana. En
función de la realidad concreta, el sujeto responde con un mayor o menor grado de implicación
personal y de diferentes maneras según las estrategias familiares, pues en la base se encuentra la
satisfacción de necesidades bio-psico-sociales, imprescindibles para mantener la integridad de la
vida cotidiana como sistema. Esta afirmación es válida y deviene en diversidad de estrategias que
implican acciones individuales y familiares para continuar dentro de la sociedad en que se vive;
de hecho es la tendencia mayoritaria en cualquier sociedad. Sin embargo, cuando en la
subjetividad se rearticula ese conjunto de factores complejos pero suficientes para decidir
emigrar, se configuran muy diversos modos de organizar la vida en otra realidad cotidiana e
implican acciones anticipadas al acto migratorio en las que se integran respuestas que evaden las
presiones de la cotidianidad conocida y que requieren justificaciones complementarias como
satisfactores inmediatos de sus necesidades y expectativas. Profundizar sobre estas razones es
precisamente el presente análisis del contexto psicohistórico, a partir del análisis de contenido de
la información obtenida en la entrevista y en la asociación libre de palabras, es decir, de la
producción subjetiva emergente de formas directa e indirecta.
La memoria histórica recoge diferentes momentos relativos al proceso migratorio cubano,
de acuerdo con las determinaciones que del contexto se vinculan con la emigración, los cuales se
relacionan con situaciones de crisis en la cotidianidad de mayor o menor grado de impacto
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social6. Según la percepción de los entrevistados, a continuación se analizan los posibles factores
que inciden en la emigración desde de 1959, en la década del ochenta y con particular énfasis
desde los años noventa (1994 y actualmente); también se analizan los matices que aporta la
subjetividad grupal de quienes han decido emigrar. El siguiente cuadro presenta en síntesis la
proporción de las categorías expresadas por todos los entrevistados y a continuación se analizan
por períodos con los términos que las ejemplifican en cada caso.
Factores o causas para emigrar en el contexto cubano desde una perspectiva psicohistórica
(% del total percibido por cada período histórico)
Percepción de los factores o
causas de la emigración por
períodos históricos
1959-1979 1980-1989 1990-2004
1994 2004 Futuro
Situación económica
desfavorable
29 36 76 70 51
Reunificación familiar 4 14 15 23 25
Inconformidad política 60 11 6 5 5
Inadaptación/rechazo social 7 39 3 2 2
Incertidumbre 0 0 0 0 17
Años sesenta y setenta del siglo XX
La mayoría del total de los entrevistados considera como principal factor o causa de la
emigración en los primeros años de la Revolución la inconformidad política, no estaban de
acuerdo con las medidas revolucionarias, no aceptaban el proceso revolucionario, se fueron
huyéndole al comunismo, estaban en contra del nuevo sistema político implantado. En estos
primeros años, las personas que emigraban no estaban identificadas con el encierres proceso
6 Los períodos se retoman a partir de un estudio realizado para la tesis de doctorado de la autora, (ver: Martín, C.: 2000). Los eventos históricos asociados son: la primera etapa 1959-1979, se corresponde con el triunfo de la Revolución cubana y la salida por el puerto de Camarioca en 1965 y se extiende sin otro acontecimiento migratorio de relevancia social; la segunda 1980-1989, con los sucesos de la salida masiva por el puerto del Mariel en 1980; y la tercera 1990-2004, con el Período Especial, donde emergió el fenómeno de los balseros en la salida ilegal masiva de 1994 y se extiende, aunque menos profunda, como crisis económica de impactos sociales en la actualidad.
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revolucionario, la mayor parte de ellas eran burgueses, de clases altas o acomodadas y vieron
afectados sus intereses con las medidas progresistas tomadas por el nuevo gobierno, muchos
fueron expropiados, lo que condujo a la pérdida de sus bienes y propiedades. El proceso de
nacionalización tiene en su base un nuevo sistema social conducente a la igualdad de todos los
seres humanos a partir de la lucha contra las diferencias de clases: les quitaron sus bienes, lo
perdieron todo, dejaron aquí sus riquezas y se fueron del país.
Son coherentes con los resultados de la entrevista con las asociaciones libres de palabras
evocadas. Los sujetos asocian la emigración en los primeros años de la Revolución con una
situación económica desfavorable por la pérdida de sus bienes y propiedades, les quitaron todo,
perdieron sus riquezas, los despojaron de todos sus bienes; y sobre todo por un fuerte
condicionamiento en la inconformidad política ya que no estaban de acuerdo con la Revolución,
estaban en contra del comunismo.
En este contexto se marca un momento peculiar del proceso migratorio externo cubano. Si
bien el patrón nacional cambia de inmigración a emigración desde los años treinta, es en los
sesenta que se configura un cambio de signo en las dinámicas causales y tiende a su politización,
sobre todo a partir de la concreción del diferendo político entre Cuba y Estados Unidos. Las
regulaciones migratorias norteamericanas privilegiadas para los inmigrantes de origen cubano,7
se ubican dentro de los ejes de su interés explícito por derrocar el proceso revolucionario y se
convierten en factores de atracción, sobre todo para las salidas ilegales por vía marítima, que
devienen generadores de contradicciones que se mantienen aún vigentes.8
A sabiendas de que existen un conjunto de situaciones histórico concretas diversas y
complejas, a los efectos del presente estudio las referencias de la memoria histórica ubicada en
los años sesenta se extiende hasta la década del setenta, lo cual es considerado suficiente en
cuanto a la relación familia y emigración. Aunque para muy pocos sujetos, a los factores
principales señalados en este período, se añade la inadaptación social y el rechazo a la nueva
sociedad; y para menos aún, la reunificación familiar.
7 Por ejemplo, la Ley de Ajuste Cubano desde 1966. Para profundizar en el análisis de la información disponible, ver: Aja Díaz, Antonio: “La emigración cubana a la luz de la política inmigratoria de Estados Unidos”, Anuario CEMI 2000, Universidad de La Habana, Cuba, 2001. 8 Así se demuestra en: Aja Díaz, Antonio; C. Martín Fernández y M. Martín Quijano: “Las salidas ilegales por vía marítima desde Cuba hacia los Estados Unidos. Continuidad del análisis a partir de los Acuerdos Migratorios de 1994–1995”. Informe final de investigación. CEMI, Universidad de La Habana, Cuba, 2006.
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Años ochenta del siglo XX
Este decenio se ubica para memoria histórica circunscrito al éxodo que tuvo lugar en 1980 y a
quienes salieron por el Puerto del Mariel se les conoce como marielitos. Es interesante señalar
que este es el único de los períodos estudiados, en que las percepciones sobre factores o causas de
la emigración no alcanzan proporciones que aglutinen la mayoría de los entrevistados, aunque se
concentran en dos: el rechazo social coyuntural y la situación económica.
Con relación a los sucesos del Mariel, el rechazo social es lo más señalado ya que
consideran que eran ofendidos o humillados, eran censurados por su pensamiento o modo de
actuar, eran delincuentes, eran criticados y despreciados en Cuba. Expresan que existían
personas que de algún modo eran rechazadas por la sociedad, ya sea por su orientación sexual,
por ser religiosos, por sus ideas, o por haber cometido algún delito en el pasado; era una especie
de inadaptación social, no se adaptaron al sistema, eran marginados socialmente. Esto se
relaciona, aunque señalado en una proporción menor, con la percepción de que eran gusanos, la
escoria, no estaban con Fidel, eran contrarrevolucionarios; y explican que algunas de las
personas que emigraron no compartían las ideas socialistas, ni se sentían implicados con el
proceso social cubano; lo cual refiere contradicciones ideológicas que retrotrae la inconformidad
política, en términos de la percepción predominante en la emigración de los años sesenta.
El otro factor que resalta es la percepción de que querían una mejor situación económica,
querían vivir mejor, gozar de lujos, querían llevar una vida lucrativa; pero también porque en
Cuba se estaban pasando necesidades. Por una parte, los factores económicos se desdibujan en
percepciones que recorren puntos extremos que van desde personas que aspiraban a un nivel de
vida elevado, que no se correspondía con el principio de equidad que rige nuestra sociedad,
buscaban lujo y comodidades que no podrían obtener aquí, hasta personas que buscaban la
satisfacción de sus necesidades y mejorar sus condiciones de vida que eran desfavorables.
Además, cabe señalar que aumenta la proporción respecto a la etapa anterior, de quienes
perciben a la familia entre los factores de esa emigración. Señalan que algunos se fueron por la
reunificación familiar; a los marielitos vinieron a buscarlos sus familiares en yates; había gente
que hacía mucho no veía a sus parientes y se fueron; también había jóvenes que aprovecharon
para irse a probar suerte y qué mejor si era con algún pariente, pero eso fueron los menos.
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En las asociaciones libres de palabras con respecto a la emigración en los años ochenta
sucede algo similar a lo analizado en las entrevistas. En este caso también refieren el rechazo y la
inadaptación social, eran marginados en nuestra sociedad, estaban bajo presiones sociales, eran
mal vistos por el pueblo, eran considerados como lumpens, la escoria, no tenían oportunidades
en la sociedad. Se asocia a factores de la situación económica desfavorable, ya que aspiraban
una vida mejor, y en cuanto a que eran personas que querían una vida con lujos, pensaban
volverse ricos. En menor medida evocan la inconformidad política cuando se asocia a que eran
presos políticos, se proclamaban en contra del gobierno cubano para irse; y, en contraposición,
elevan contenidos asociados a la reunificación familiar en términos de que algunos se fueron
porque la familia los vino a buscar.
De manera general, en los años ochenta hay una valoración negativa de la emigración
asociada a considerarlas personas que al no estar implicadas con el proceso revolucionario, eran
rechazados por la sociedad. En ese contexto histórico concreto se rearticula la inadaptación y el
rechazo social, así como los contenidos relacionados con la situación económica desfavorable; y
la familia incorpora un matiz hacia la aceptación del proceso migratorio en la subjetividad, de
relevancia en ambos grupos de sujetos.
Años noventa del siglo XX y principios XXI
La memoria histórica se ubica desde los años noventa hasta la actualidad con el nombre de
Período Especial, en este caso se trata de unos 15 años (1990-2004) donde la crisis económica
tocó fondo en 1993-1994 en las condiciones más difíciles del contexto histórico cubano. A los
efectos de la emigración, hay un momento importante en 1994 con el éxodo del cual surgen los
balseros, asignado a quienes salen por mar ilegalmente hacia Estados Unidos en embarcaciones
rústicas, y por eso se ubica en ellos la referencia de los años noventa. Dentro del mismo período
(10 años después), se analizan las percepciones sobre los factores en la situación actual (2004) y
las que emergen sobre el futuro (dentro de 5 años).
Los factores señalados con respecto a los balseros se concentran para la gran mayoría de
los entrevistados en la situación económica desfavorable muy relacionada con la búsqueda de
una solución a los problemas inmediatos y la satisfacción de las necesidades básicas. Ellos
querían mejorar económicamente; buscaban un bienestar económico; se lanzaban al mar por la
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búsqueda de un porvenir más próspero, se arriesgaron por un futuro mejor; buscaban nuevas
perspectivas y la solución a sus problemas; había muchas necesidades insatisfechas.
En esa búsqueda para satisfacer las necesidades se entrelazan los factores económicos y
familiares. Aunque señalados en menor proporción, perciben que buscaban en la emigración una
forma para mantener a la familia; mandarles un dinerito; alimentar a los hijos; abrirse camino y
sacrificarse por el bienestar de la familia; tener “FE”(familiar en el extranjero) era una suerte;
la separación era necesaria porque la situación que se vivía era crítica.
En el caso de las asociaciones libres de palabras sobre los balseros, los contenidos evocan
la situación económica desfavorable en las causales de los sucesos de 1994. Eran personas que
estaban desesperados por la escasez que estaban viviendo; buscaban una salida a sus problemas
económicos; querían elevar su nivel de vida; mejorar su calidad de vida y la de su familia.
Aunque en términos más acuciantes que en la entrevista, ambos son consistentes en que prima la
emigración de los noventa por factores económicos, para dar solución a sus problemas y la
búsqueda de un futuro mejor, para sí mismos y sus familias.
Muy poco señalados fueron los factores relacionados con la inconformidad política, la
inadaptación y rechazo social. Aparecen más bien subsumidos en acciones paliativas de la
situación económica, consideran que entre los balseros se iban algunos para poner un negocito
que les permitiera echar pa’lante (por ejemplo, esto hace referencia a que en esa época todavía
no se habían desarrollado los trabajos por cuenta propia y había algunos aunque eran ilegales);
uno no puede estar de acuerdo con los balseros porque corren el riesgo de ahogarse, pero a
veces hay que hacer sacrificios para poder resolver los problemas.
Producto del período de crisis económica que atraviesa el país y el impacto que produjo
en la vida cotidiana la crítica situación vivida en los años noventa, algunas personas han
escogido la emigración como vía de escape ante las presiones económicas y buscando con ello
prosperidad y solución a sus problemas. De cierta manera, emigrar constituye una forma de
evadir las presiones de esa realidad en crisis y se perfila entre las posibles estrategias que ofrecen
solución a esos problemas.
En los albores del siglo XXI se configura la emigración de los momentos actuales con los
factores percibidos de forma similar a los referidos por la mayoría de los entrevistados con
relación a los años noventa. Sigue siendo lo fundamental la situación económica desfavorable y
se percibe que las personas que emigran lo hacen para mejorar económicamente; resolver sus
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problemas; se van en busca de una vida sin limitaciones, ni presiones económicas; buscan
bienestar, una vida próspera, un futuro mejor. Sin embargo, aumenta la proporción de la familia
entre los factores que promueven emigración y en términos más cercanos a la reunificación
familiar, precisamente por lazos de parentesco con aquellos miembros que emigraron en los años
noventa. Ahora hay otras formas para irse aunque todavía hay balseros; la familia puede sacarte
por reclamación familiar y por carta de invitación para visitas; lo importante es estar juntos con
la familia, reunirse con la familia, estar con los seres queridos. Producto de las vivencias de
separación familiar que ha traído consigo el proceso migratorio, consideran que es lógico que la
reunificación constituya un factor promotor de nuevas emigraciones.
Con gran coherencia se corresponden los resultados de la asociación libre de palabras con
respecto a la emigración en la actualidad. Los factores fundamentales que promueven causas para
emigrar en los momentos actuales se asocian con personas que tienen una situación económica
difícil; la gente quiere vivir mejor; elevar el nivel de vida; buscar nuevas oportunidades
económicas. También se destacan contenidos asociados a la reunificación familiar; para reunirse
con la familia que está lejos; lo mejor es poder estar de nuevo todos juntos; y además asocian la
emigración con la posibilidad de enviar de dinero y cosas necesarias; para poder ayudar más a
los que se quedan aquí.
Como información complementaria se ponen en perspectiva de futuro las percepciones de
los entrevistados con relación a los factores o causas que puedan incidir dentro de alrededor de
cinco años. Lo fundamental que consideran siguen siendo los factores de la situación económica,
las condiciones desfavorables seguirán siendo el principal factor promotor de la emigración; las
personas se irán para vivir mejor, solucionar sus problemas económicos; abrirse nuevos caminos
y satisfacer sus necesidades. Al mismo tiempo, es significativo que sigue en aumento la
percepción –que incluye a la cuarta de los entrevistados– sobre factores asociados con la familia,
la reunificación familiar será necesaria porque es deseable estar con la familia nuevamente;
reunirse con los seres queridos; abrir nuevos espacios para las relaciones familiares; vivir
donde mejor se pueda estar. Sin embargo, es en cuanto al futuro que emergen factores no
asociados en los períodos anteriores y que colocan entre los elementos causales de la emigración
a la incertidumbre; dependerá de si se mejora la economía; de encontrarse formas de desarrollo
profesional, personal y familiar; tal vez se resuelvan las cosas para vivir bien y juntos aquí.
220
En cuanto a la inconformidad política, la inadaptación y el rechazo social como factores
para emigrar en los momentos actuales y en las percepciones de futuro, se mantienen como
causales que promueven la emigración en muy bajo perfil. Es decir, que se incluyen en las
percepciones de los entrevistados que consideran hay gente que no está de acuerdo con el
sistema y quiere irse; hay los que no se adaptan a trabajar duro o ya se adaptaron a vivir del
cuento y lo quieren todo fácil y se embarcan en la locura de los balseros. Estos son matices que
evidencian la diversidad en la multiplicidad de causas para emigrar, al tiempo que naturalizan las
propias dinámicas del proceso migratorio en el contexto cotidiano cubano.
En el análisis psicohistórico realizado es importante señalar que entre los dos grupos de
entrevistados no se presentan diferencias en las percepciones según exista el deseo actual de
emigrar o de no hacerlo. Por tanto, se trata de algunas tendencias en cuanto a las percepciones
comunes, lo cual podría estar indicando cierta configuración de un pensamiento cotidiano
compartido con respecto a la distinción de factores económicos y familiares como causales
fundamentales que promueven la emigración cubana, con relativa independencia de las
respuestas personales a las situaciones concretas y las acciones devenidas estrategias familiares
de uno u otro grupo de sujetos.
Como dato adicional se observa la correspondencia que se presenta entre las percepciones
analizadas del total de entrevistados y las causas referidas por el grupo de personas que quieren
emigrar. En este grupo, la gran mayoría (82%) refiere que la situación económica desfavorable
es el principal factor que ha influido en la toma de su decisión, la cual se combina para un poco
más de la tercera parte de ellos (36%) con el objetivo de reunirse con sus familiares emigrados.
Además, algunos (11%) desean emigrar porque consideran que las condiciones actuales del país
no permiten realizarse profesionalmente y hay que buscar otras perspectivas laborales.
Resulta evidente que ante los imperativos y demandas de la crisis económica desde los
años noventa, los factores económicos y familiares se presentan con mayor fuerza como parte de
las tendencias de las migraciones internacionales. Así se rearticulan las variantes migratorias
como posibles estrategias de enfrentamiento personal y familiar a las demandas de la vida
cotidiana y, al ser percibidas tales, generan otros contenidos de la subjetividad social donde el
proceso migratorio se redimensiona en el contexto cubano actual y perspectivo, lo cual torna
relevante la representación social de emigrar que se analiza a continuación.
221
La emigración en el pensamiento cotidiano
Para una aproximación a la representación social de emigrar en la vida cotidiana cubana actual,
se entrevistan a los dos grupos de personas de Ciudad de La Habana antes descritos. Los
resultados de la entrevista se integran con el análisis de contenido de la asociación libre de
palabras con el término emigrar y del diferencial semántico sobre la emigración.
El eje en torno al cual gira el pensamiento común ubica que emigrar es irse del país y
también es una solución positiva ante los problemas materiales y económicos actuales. Al mismo
tiempo, se asocia a consecuencias negativas de orden psicológico, personal y familiar.
En la categoría irse del país (referida por 86% del total de los entrevistados), se integran
las asociaciones de emigrar con: irse, salida, escape, huída, abandono, viajar. Como también es
una solución positiva (percibida por 49% del total), se asocia con: solución, progreso, esperanza,
mejor vida, resolver, perspectiva positiva. Las consecuencias negativas que provoca emigrar
(señaladas por 25% del total) se asocian con: sufrimiento, separación familiar, nostalgia, tristeza,
dolor; referidas así por las crisis personales y familiares que en el orden psicológico trae consigo
la emigración en sí misma.
En relación con el análisis antes realizado, sobre los factores que promueven emigración
desde una perspectiva psicohistórica, en esta entrevista se evidencia nuevamente la dependencia
de las improntas de la vida cotidiana actual. Así, la representación social de emigrar que se
organiza en torno a irse del país se explica como forma de evadir las presiones de la crisis
saliendo del contexto cotidiano; y además, se configura como solución positiva a los problemas
que se generan de estas situaciones cotidianas, asignándole como es obvio que se trata de una
solución que de inmediato permite la satisfacción de las necesidades personales y familiares.
Esta percepción es compartida por todos los entrevistados y fue señalada en las asociaciones
libres que venían a la mente de aquellas personas que pertenecen a ambos grupos de
entrevistados, es decir, sin marcar diferencias por el deseo o no de emigrar, con lo cual más bien
parece ser que se configura una imagen actual de la emigración que tiende a ser positiva.
Es interesante que, sin embargo, no es un absoluto de esa imagen su tendencia hacia lo
positivo, sino que está matizada por otros contenidos. En dicha representación social también
están presentes las consecuencias negativas asociadas al acto de emigrar, ya que se percibe que la
emigración implica el abandono del país de origen, la separación de la familia y con ello
sentimientos negativos de sufrimiento, nostalgia y tristeza. Estas asociaciones, si bien forman
222
parte de la representación, fueron señaladas en menor proporción y se concentran entorno a
quienes pertenecen al grupo de las personas que no desean emigrar; énfasis de contenidos que
devienen elementos coherentes entre su realidad y su imaginario, sobre todo en las propias
condiciones difíciles de la vida cotidiana actual.
En general, las asociaciones y percepciones se van a corresponder con valoraciones que se
destacan en el perfil semántico de la emigración, lo cual es coherente con la representación social
analizada. En correspondencia, se podría hablar del desarrollo de ciertas actitudes positivas hacia
la emigración como fenómeno contextualizado en la cotidianidad cubana durante la crisis de los
años noventa. Se observa una tendencia hacia asumir posiciones más a favor que en contra, pues
se constata un mayor peso en las características positivas y se manifiestan expresiones de
aceptación del proceso –aunque en menor medida–, incluyendo algunas de las personas que no
desean emigrar.
El perfil semántico de quienes quieren emigrar conforma una imagen donde la emigración
es muy satisfactoria y beneficiosa; es bastante constructiva, esperanzadora, productiva, aceptable,
favorable, provechosa, adelantadora, inofensiva, estimulante, recomendable, edificadora, y
gratificante. En niveles extremos no se le atribuye rasgo negativo alguno, aunque también
consideran la emigración bastante lamentable y no como algo alegre.
Para quienes no quieren emigrar, la valoración de la emigración no es tan positiva pues no
alcanza los grados superlativos en ninguno de los adjetivos valorativos propuestos, como sucede
en el grupo anterior. En el perfil semántico de la emigración sólo se incluye en sentido positivo
como bastante solucionadora, favorable y gratificadora. Se registra una mayor ambivalencia con
respecto a la emigración al evaluar como ni mucha ni poca la presencia de una buena parte de los
atributos propuestos. Sin embargo, sus valoraciones extremas son de signo negativo, pues
consideran la emigración como muy dolorosa y lamentable. Es en este grupo de personas donde
se evidencian las contradicciones asociadas a la emigración como proceso, potencialmente
solucionadora de la crisis en un nivel económico-social, mientras que generadora de crisis
afectivo-emocionales en el nivel psicológico personal-familiar.
El gráfico que aparece en la página siguiente muestra los resultados del diferencial
semántico, con las valoraciones sobre la emigración que integran el perfil de los grupos que
quieren y no quieren emigrar. La información ofrecida evidencia que en las configuraciones del
223
pensamiento cotidiano de ambos grupos, se integran reflexiones que superan la observación
superficial de la emigración como fenómeno social.
Podría afirmarse que las percepciones y juicios se orientan a ofrecer una explicación
causal de las características más frecuentes percibidas en el contexto cotidiano de los propios
sujetos acerca del proceso migratorio actual. Los procesos de influencia social, desde el punto de
vista psicohistórico son emergentes de la cotidianidad concreta y ello permite comprender la
presencia de elementos contradictorios integrados en la representación social de la emigración, lo
cual se relaciona estrechamente con su posibilidad de ser considerada dentro de las estrategias
cotidianas en la actualidad.
224
La emigración es:
Satisfa
ctoria
Constr
uctiv
a
Esperanzad
ora
Product
iva
Aceptab
le
Solucionad
ora/Proble
mática
Favora
ble
Provech
osa/In
útil
Adelantad
ora/Inv
olucio
nista
Inofensiv
a
Beneficio
sa
Deshon
rosa/Honro
sa
Estimulan
te/Frustr
ante
Acerta
da
Fructuosa
/Infru
ctuosa
Sosegad
a/Dolorosa
Recomen
dable
Edifica
dora
Alegre/
Lamen
table
Gratifi
cadora
/Dañ
ina
Neg
ativ
a
Pos
itiva
Quieren emigrar No quieren emigrar
Muy
Bastante
Algo
Ni mucho ni poco
Algo
Bastante
Muy
225
Emigrar como estrategia de enfrentamiento en la cotidianidad 9
Los resultados relativos a las estrategias de enfrentamiento a la crisis y las reflexiones que
aportan las entrevistas realizadas, evidencian que se implementan un abanico de estrategias
particulares en el contexto cotidiano cubano desde los años noventa. En ambos grupos se
presenta la información general de conjunto, pues son coherentes en cuanto a la diversidad de las
estrategias cotidianas y sólo emergen matices asociados al deseo o no de emigrar en cuanto a las
percepciones sobre la efectividad de las mismas, lo cual también se analiza más adelante.
Estrategias de enfrentamiento en la vida cotidiana desde los años noventa
(% del total de estrategias señaladas por los entrevistados)
Trabajo con acceso a divisas;
62%
Actos delictivos; 80%
Prostitución; 48%
Trabajo por cuenta propia;
56%
Ayuda económica el exterior; 24%
Viajar al extranjero; 18%
Trabajos extra o colaterales; 13%
Continuar en sector tradicional;
29%
Negocios ilícitos; 61%
Emigrar; 68%
9 Para analizar este aspecto se utiliza la variante de la técnica de la escalera (ver: Martín, C. 2000), adaptada específicamente para captar las estrategias cotidianas configuradas en la subjetividad desde los años noventa. Se pidió ubicar a lo largo de una escalera de siete peldaños las estrategias puestas en práctica en la vida cotidiana cubana actual para enfrentar los problemas de la crisis. Para ello, siguen un criterio jerárquico de orden ascendente, colocan la estrategia que consideran ha sido la menos utilizada en el peldaño de la base de la escalera, hasta la más utilizada en el peldaño de la cima. Luego, escogen la estrategia más efectiva y la menos efectiva y explican las razones de sus selecciones. Aquí se analizan las que indican como estrategias de enfrentamiento a la crisis que han utilizado con sus familias.
226
En general, la emigración es la segunda estrategia más mencionada dentro de una
multiplicidad de estrategias diversas señaladas. La preceden los actos delictivos, que alcanzan la
mayor proporción y le siguen, en orden descendente, el trabajo con acceso a divisas; los negocios
ilícitos; el trabajo por cuenta propia; y la prostitución; en menor medida señalan continuar el
sector tradicional de la economía; recibir ayuda económica desde el exterior; viajar al extranjero
temporalmente; y hacer trabajos extras o colaterales.
En ese abanico de posibles acciones señaladas, la emigración alcanza las más altas
proporciones entre las concebidas como las estrategias que más han sido utilizadas (sexto y
séptimo escalones). En particular, estos resultados se mantienen según se va a profundizando en
el análisis pues en la casi la totalidad de los entrevistados (93%) existe la percepción de que la
emigración constituye una de las estrategias de enfrentamiento a los problemas que acarrea la
crisis económica en la vida cotidiana cubana actual y sobre todo ocupa la mayor proporción entre
aquellas personas que han tomado la decisión de emigrar.
Ahora bien, los datos ubican la relevancia que adquiere en la vida cotidiana. Es
importante señalar el hecho de que no sólo un 62% de las personas que desean emigrar señalan
este acto como la estrategia más utilizada y a su vez la asocian con la solución a la crisis; sino
que esto mismo sucede con el 54% de los que no desean emigrar. La mayor parte de las personas
que considera la emigración como la estrategia más utilizada, la señala a la vez como solución a
la crisis y además la refieren como bastante o muy solucionadora (59%) y, por el contrario, es
mucho menor la proporción de quienes la consideran una estrategia bastante o muy problemática
(16%). Se indaga entonces la percepción de ambos grupos acerca de las estrategias que
consideraban más y menos efectivas.
Se analizan tanto el total de las estrategias según la efectividad asignada para resolver los
problemas cotidianos, como los matices en las percepciones de los que quieren emigrar y los que
no lo desean sobre dicha efectividad. Una observación general es que ninguna estrategia fue
señalada por la mayoría de los sujetos en lugares extremos, es decir, como la más efectiva ni
como la menos efectiva. En el primer caso, hay una marcada concentración (45%) en torno a la
efectividad de la emigración y según la que mayor proporción alcanza, es evidente que se percibe
emigrar como la estrategia más efectiva y es en mayor medida por aquellas personas que desean
irse del país. En el segundo caso, la menor efectividad se adjudica a los actos delictivos (33%), lo
cual es explicado por los entrevistados cuando plantean que es comprensible debido a las
227
consecuencias negativas que traen consigo ya que estas conductas delictivas y antisociales
implican ir a prisión, ser rechazado socialmente y un deterioro moral del individuo. Resalta
acotar aquí que aún y cuando sean percibidos los actos delictivos como la estrategia de
enfrentamiento a la crisis más frecuentemente mencionada, se acompaña de una reflexión crítica
de rechazo por parte de los entrevistados de ambos grupos.
Al analizar la explicación sobre la selección de la estrategia más efectiva se arriba a los
siguientes resultados: los que escogen emigrar como la estrategia más efectiva consideran que de
ese modo se podrán dar solución a todos los problemas, este argumento también es utilizado
mayoritariamente, en la explicación de las personas que escogen la estrategia de ubicarse
laboralmente en centros con acceso a divisas. También se escoge realizar trabajos por cuenta
propia y explican su elección porque por esta vía se resuelven los problemas que le atañen a su
cotidianidad, aunque sienten que se frena esta solución por considerar alto el pago de impuestos
y otras dificultades de su implementación práctica. Es evidente que la efectividad está en función
de la capacidad económica asignada a las acciones consideradas por los entrevistados.
En menor medida se ubican los que consideran los negocios ilícitos como la estrategia
más efectiva, ellos se basan en el hecho de que es una vía mediante la cual se obtiene el dinero
fácil. Es decir, en estas personas se puede apreciar una devaluación del trabajo, ya que no lo
conciben como un medio para obtener ingresos, ni como una actividad socialmente útil, que
permite la realización personal al mismo tiempo de ser medio vida. Es interesante señalar
además que la realización de trabajos extras o colaterales no se tienen en cuenta por parte de
estos sujetos cuando valoran la efectividad de las estrategias mencionadas.
Con relación a la explicación de las estrategias escogidas como menos efectivas, los actos
delictivos –como se dijo antes– aglutinan la mayor parte por el hecho de que la misma implica
consecuencias negativas. Otra estrategia escogida como menos efectiva es la de continuar
trabajando en el sector tradicional de la economía, ante lo cual manifiestan que la misma no
resuelve los problemas, ya que producto de la crisis económica los salarios devengados en este
sector muchas veces son insuficientes para cubrir las necesidades materiales fundamentales.
Existe también quienes seleccionan la prostitución como estrategia menos efectiva y
alegan que la misma implica un deterioro físico y moral, además del riesgo de contraer
enfermedades de transmisión sexual.
228
En síntesis, al reflexionar sobre las estrategias de enfrentamiento a la crisis referida por
ambos grupos – estudiados en la capital del país desde los últimos años de la década del noventa,
la emigración ocupa un lugar importante en el pensamiento cotidiano refrendado por las
percepciones sobre la realidad cubana actual. Emigrar es una de las estrategias más referidas y se
percibe entre las más utilizadas y más efectivas, pues es sólo superada por los actos delictivos, los
que se configuran frecuentes, pero no efectivos y con una actitud crítica rechazante.
Cabe señalar que la emigración, si bien es percibida como la estrategia más utilizada en la
vida cotidiana cubana actual y a la vez como la más efectiva, en la práctica social no sucede
exactamente así, pues emigrar es un fenómeno condicionado por determinantes que tienen que
ver con el país de origen, con el grupo migrante y con la sociedad receptora, lo cual resulta un
proceso en extremo complejo. Lo que hasta aquí se puede afirmar es que dichas percepciones se
integran en una especie de representación social del fenómeno, que se ha ido modificando hacia
la aceptación dadas las condiciones cotidianas concretas marcadas por el período de crisis
económica desde los años noventa y hasta la actualidad. Sin embargo, esto es importante en tanto
puede estarse estructurando como una estrategia estable en la subjetividad cotidiana, la cual
tendría muchas implicaciones de sentido positivo y negativo, ya que la naturalización del
fenómeno, saludable socialmente en el nivel familiar, puede acompañarse de la despolitización
traumática del mismo con los consecuentes efectos nocivos que la emigración acarrea, sobre todo
para los países emisores (pérdida de personal calificado, envejecimiento de la población,
feminización de las migraciones, impactos sobre las familias, la infancia y tercera edad, dinámica
de desarrollo-dependencia asociada a las remesas, entre otras muchos aspectos que aún están en
el debate internacional).
Reflexión final
Constatar que en la población cubana estudiada existe la percepción de la emigración como una
posible estrategia de solución a la crisis actual de la cotidianidad y que por lo general, aparece
unida a la percepción de condiciones de una vida cotidiana desfavorable, no implica la
determinación causal única del fenómeno, ni la automática toma de decisión de emigrar. Puesto
en una perspectiva psicohistórica y en función de contextos concretos, los albores del siglo XXI
se ven atravesados por estas realidades y demandan el conocimiento cada vez más profundo y
229
comprometido desde las ciencias sociales que se interesan por las diferentes aristas de las
migraciones internacionales.
Para cualquier país emisor es necesario atender desde perspectivas propias la
multiplicidad de elementos que encierran las dinámicas migratorias internacionales. Aunque se
presentan contradictorios y contrapuestos en muchos niveles y tienen un fuerte componente
económico, no tienen que significar la desideologización y asunción acrítica del respeto a los
límites que establece la sociedad, sino más bien el reto consiste en potenciar el carácter activo y
transformador del sujeto (individual y social) al tiempo que se mueva hacia la normalización de
las relaciones familiares atravesadas por las migraciones en el contexto de un proceso migratorio
legal organizado. La actualidad reclama transformar ese drama humano envuelto en los
determinantes contextuales de la convulsa historia contemporánea en los niveles individual,
familiar, nacional, regional y global.
230
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