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Cultura poltica democrtica en el Per
Martn Tanaka1
Sofa Vera Rojas2
Instituto de Estudios Peruanos
Abril 2007
Resumen
La preocupacin por la cultura poltica, en la ciencia poltica, surge en el contexto de las
inquietudes por conocer las condiciones sociales que permiten el establecimiento y la
consolidacin de la democracia. En trminos generales, se postul que el tener una cultura
poltica democrtica era una suerte de requisito para el asentamiento de la democracia como
rgimen poltico. Mi planteamiento aqu es que, si bien la existencia de una cultura poltica
democrtica es til para el funcionamiento de la democracia, tambin es cierto que la cultura
poltica es muy cambiante, y est fuertemente influenciada por el contexto poltico, econmico y
social. Esto es muy evidente al analizar el caso peruano en las ltimas dcadas, en donde seobservan drsticos cambios, que van desde un asentamiento relativo de valores democrticos en
la dcada de los aos ochenta, hacia valores ms autoritarios en la dcada de los noventa, y una
suerte de vuelta hacia valores ms democrticos en los ltimos aos. Si vemos el Per en
perspectiva comparada, encontramos que nuestra cultura poltica parece caracterizarse por
combinar altas expectativas y proclividad a la movilizacin con bajos niveles de legitimidad en
las instituciones, lo que genera un cuadro propenso a desarrollar problemas de gobernabilidad.
1 Martn Tanaka es peruano, Doctor en Ciencia Poltica y Maestro en Ciencias Sociales por la
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) sede Mxico; y Licenciado en Sociologapor la Pontificia Universidad Catlica del Per. Actualmente es investigador asociado del Instituto de
Estudios Peruanos y profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad
Catlica del Per. Ha sido Visiting Fellow postdoctoral en el Helen Kellogg Institute for InternationalStudies de la Universidad de Notre Dame, Indiana, y profesor visitante en la Maestra de Ciencia
Poltica de la Universidad de Los Andes en Bogot. E-mail: [email protected] Sofa Vera Rojas es bachiller en sociologa de la Pontificia Universidad Catlica del Per.
Actualmente es asistente de investigacin en el Instituto de Estudios Peruanos. E-mail:[email protected]
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mailto:[email protected]:[email protected]7/30/2019 9298202 Cultura Politica Democratica en El Peru
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Nuestro pas estara a medio camino entre una cultura poltica crtica y anti-sistema, y una
cultura poltica ms moderada que plantea cambios graduales y que apuesta por cambios sin
romper la continuidad institucional.
I. Cultura poltica y democracia
El tema de la cultura poltica como mbito de preocupacin dentro de la ciencia poltica
surge alrededor de la dcada de los aos cincuenta, a partir de la inquietud sobre lo que Seymour
Martin Lipset llam, en un clebre artculo, los requisitos sociales de la democracia3. La
democracia como rgimen poltico se estaba expandiendo por diversas regiones del mundo, y
con ella apareca tambin la preocupacin por conocer en qu contextos la democracia iba a
encontrar un suelo frtil que permitiera su consolidacin, y qu tipo de obstculos tendra que
superar. Los intelectuales haban observado con estupefaccin, algunos aos atrs, el surgimiento
de regmenes totalitarios, como el fascismo y el comunismo, en espacio europeo y en pases con
de economas industrializadas, lo cual haba puesto en cuestin la permanencia de las
instituciones democrticas por sus propios medios. De qu dependa realmente una democracia
para sostenerse? Una vez acabado del tiempo de guerras y de polarizacin extrema, los procesos
de democratizacin por los que ciertos pases atravesaban levantaban varias preguntas Qu
tendran en comn los pases en los cuales la democracia logr afincarse? Y por el contrario,
qu tendran en comn aquellos pases sin democracia, o con experiencias democrticas
precarias y espordicas? Podra la democracia seguir un proceso de expansin y enraizamiento,
de seguirse ciertas recetas institucionales, equivalentes a las recetas que conduciran al desarrollo
econmico?
1.1. La cultura cvica
En este marco de preocupaciones, la existencia de una cultura poltica democrtica
apareci como un importante requisito para el afianzamiento de la democracia como rgimen
poltico. La formulacin clsica de este argumento la realizaron Gabriel Almond y Sydney Verba
3 Lipset, Seymour Martin: El hombre poltico. Las bases sociales de la poltica (1960). BuenosAires: Eudeba, 1963.
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en su influyente libro La cultura cvica4. Este libro rpidamente se convirti en un clsico
dentro de la ciencia poltica. Los autores realizaron una rica investigacin emprica y comparada,
recogiendo informacin de cinco pases: Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Italia y Mxico.
A partir de cuestionarios aplicados a muestras de la poblacin de estos pases se buscaba
encontrar una relacin entre la solidez de las instituciones democrticas en pases como Estados
Unidos e Inglaterra y ciertas actitudes y valores polticos en sus ciudadanos. Con las experiencias
de derrocamiento de sistemas democrticos en los mbitos menos esperados, los factores
econmicos dejaron de explicar satisfactoriamente el fenmeno democrtico, y se empez a
observar que ciertos rasgos en la cultura poltica de las sociedades eran indispensables para el
sostenimiento de los rdenes democrticos.
En su libro, Almond y Verba, plantean la existencia de tres tipos de cultura poltica: la
parroquiana, la subordinada y la participativa. En la primera, marcada por el localismo, no habra
una clara distincin entre el espacio pblico y el espacio privado; en la segunda, la vida pblica
est ms desarrollada, pero prima la pasividad en la poblacin; en la ltima, la poblacin aparece
como informada e interesada en involucrarse en los asuntos pblicos. Segn los autores, ninguna
de estas tres culturas polticas, por s solas, es conducente al establecimiento de la democracia,
que requiere de una suerte de justo medio entre ellas: es as como surge lo que los autores llaman
cultura cvica. En ella, existe un moderado inters en la poltica; el ciudadano no vive
subordinado pasivamente a los designios de sus mandatarios, se informa e involucra en los temas
de gobierno, pero no al punto de crear desrdenes o conflictos. Segn Almond y Verba, los
regmenes democrticos florecern all donde exista esta cultura cvica.
Para la ciencia poltica, el estudio de Almond y Verba fue pionero en cuanto a la
aproximacin metodolgica. El enfoque cultural desde el cual los autores se aproximaban al
fenmeno de la democracia en el mundo, no contaba hasta el momento con estudios empricos y
comparativos como el que llevaron a cabo Almond y Verba. Se haban realizado slo algunos
avances desde la antropologa e historia, estudiando por separado casos de pases desarrollados y
subdesarrollados, y occidentales y orientales. La intensin de los intelectuales norteamericanos
haba consistido en explicar la personalidaddel pueblo americano, y comenzar a conocer otras
4 Almond, Gabriel y Sydney Verba, The Civic Culture. Political Attitudes and Democracy in FiveNations. Princeton, Princeton University Press, 1963.
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sociedades con instituciones democrticas, as como tambin aquellas con dificultades en su
instalacin y consecucin. Sin embargo, no se contaba con herramientas sofisticadas para
caracterizar con rigurosidad cientfica las actitudes polticas de las poblaciones de diferentes
pases, y lograr demostrar que la estabilidad de las instituciones democrticas dependa en gran
medida de los valores polticos que la ciudadana cultivaba. Con la aparicin de La Cultura
Cvica se termina de consolidar el enfoque de la ciencia poltica que pone nfasis en las
orientaciones subjetivas y culturales para explicar la consolidacin de las instituciones
democrticas en una nacin, as como la fragilidad de estas ltimas en otras naciones.
1.2. La cultura poltica parroquiana
Este libro tiene una especial importancia para Latinoamrica porque, al incluir el caso de
Mxico, hizo que dentro de la ciencia poltica, al estudiar la cultura poltica de la regin, se la
pensara a partir del diagnstico realizado para el caso mexicano. Este pas apareca como
signado por una cultura poltica de rasgos parroquiales, por la pasividad, la apata y la
dependencia frente al Estado, al cual no se le exige pero del que tampoco se espera nada. Para los
autores, el caso mexicano se ubicaba en el extremo menos democrtico de su seleccin de cinco
pases. Si bien los tipos de ciudadana parroquial podan encontrarse tambin asociadas a
sistemas democrticos de funcionamiento estable, se hallaban en una proporcin reducida y
justa. En cambio en Mxico, sin llegar a ser cuadros puramente parroquianos que, segn Almondy Verba se ilustran bien en las sociedades tribales africanas, las actitudes polticas eran
parroquianas en una proporcin problemtica. Las orientaciones sociales de los mexicanos hacia
el rgimen poltico eran ambiguas, y no se reconoca en l una entidad gubernamental
especializada y diferenciada. Al tener una actitud y orientacin de reconocimiento difuso del
Estado, la cultura poltica mexicana no poda sentar buenos precedentes para la consolidacin de
una democracia.
Los estudios de Almond y Verba sentaron un precedente importante para la comprensin
de los procesos polticos y sociales en Amrica latina. Formaron parte de una corriente
acadmica cuyo enfoque culturalista privilegiaba los valores, las actitudes y disposiciones de una
sociedad como explicacin a las transformaciones polticas de los pases. Si bien en su momento
fueron estudios que aportaron enormemente a la comprensin del xito de las democracias
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liberales en el hemisferio norte, en etapas posteriores recibieron duras crticas a su trabajo.
Fueron objeto de estas: la seleccin antojadiza de casos nacionales por un lado, y por otro, la
idealizacin de las formaciones institucionales del mundo occidental y su extensin a otras
regiones del mundo, es decir, la visin etnocentrista con que se abordaban los estudios en
sociedades no occidentales. Ms all de las crticas que recibiera esta caracterizacin de Mxico,
as como los postulados generales de Almond y Verba, lo que qued es un sentido comn segn
el cual la cultura poltica existente en nuestros pases no sera la ms adecuada para el
asentamiento de la democracia.
En esta lnea de anlisis e interpretacin destacan varios autores que situaron el problema
de la cultura poltica de nuestra regin en su herencia ibrica y catlica, como por ejemplo
Richard Morse5 y Howard Wiarda6. Ambos autores, aunque desde perspectivas distintas,
sostienen que Amrica Latina puede distinguirse claramente de otras regiones, como por ejemplo
Norteamrica, que estara signada por tradiciones anglosajonas y protestantes; para ellos, las
diferencias en la cultura poltica seran cruciales para entender el funcionamiento del Estado y de
la poltica en ambas regiones, los tipos de regmenes polticos que se dieron en ambos casos, y la
implantacin de la democracia en un caso y no en el otro. No slo la dinmica poltica podra
explicarse partiendo de la cultura poltica, tambin las diferencias en cuanto a los niveles de
desarrollo econmico en ambas regiones. As, de un lado tenemos a la una ex colonia britnica,
los Estados Unidos, que prosper y logr instituir una democracia poltica, y del otro a Amrica
Latina, atrapada en medio del subdesarrollo y la pobreza, y del autoritarismo y la inestabilidad.
1.3. Herencias ibricas
La tradicin ibrica y catlica se caracterizara por la preponderancia de concepciones
organicistas de lo social, segn las cuales la sociedad constituira una unidad de la que los
individuos formaran parte, para lo cual deberan representarse sus partes componentes,
siguiendo una lgica corporativa y funcional. El privilegio del conjunto frente a sus partes se
5 Del autor ver, entre otros, "La Herencia de Amrica Latina. En: Plural, n 46, julio de 1975, Mxico;
yEl espejo de Prspero. Un estudio de la dialctica del nuevo mundo. Mxico, Siglo XXI, 1982.6 Del autor ver, entre otros, "Hacia un sistema terico para el estudio del proceso de cambio socio-
politico dentro de la tradicin ibero-latina: el modelo corporativo". En: Estudios Andinos, IV (1974-
1975) 241-278; y "Political Culture and National Development: In Search of a Model for Latin
America". En:Latin American Research Review, XIII (1978) 261-266.
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expresa en la supremaca del Estado frente a los individuos; as, las relaciones entre ellos tienden
a estar signadas por la dependencia y la subordinacin. Los estrechos vnculos entre la religin y
el Estado que caracteriza a la estructura de poder en sociedades de tradicin catlica dificulta la
emergencia de un poder poltico autnomo. Al mismo tiempo, la ausencia de controles sociales
efectivos hace que, dentro del Estado, tiendan a desarrollarse prcticas patrimonialistas, en las
que la distincin entre la esfera pblica y privada se diluye, y lo pblico se maneja como si fuera
el mbito privado de los gobernantes.
Para Morse, la forma que los Estados latinoamericanos han tomado tendra correlacin
directa con la experiencia de colonizacin espaola. La lgica con que se desenvolvi el imperio
espaol en sus colonias favoreci a la caracterizacin de los estados patrimoniales en
Latinoamrica. El periodo colonial inhibi la formacin de sectores sociales autnomos e
interrelacionados entre s, y el surgimiento de un orden legal independiente de la intervencin
personal de la autoridad. En consecuencia, los estados patrimoniales constaran de estructuras
polticas en las que la autoridad del gobernante es personal y sus obligaciones no estn regidas
por la ley tanto como por su voluntad de gracia.
Como es obvio, estas concepciones estn en la antpoda de concepciones en las que prima
el pluralismo, la competencia, el respeto a las diferencias, la supremaca del individuo frente al
Estado, es decir, de concepciones liberales, que estaran indisolublemente ligadas alestablecimiento de la democracia. De all que sta se habra instalado en la Amrica del norte
anglosajona y protestante, mientras que no habra logrado fructificar en nuestros pases.
En el Per, a pesar de que no existen muchos trabajos que asuman explcitamente estos
puntos de vista, s podemos encontrarlos presentes de manera implcita a travs del concepto de
herencia colonial, populiarizado por Julio Cotler, en su clsico libro Clases, Estado y nacin en
el Per7. Segn el autor, una de las dificultades para el establecimiento de la democracia y para
el desarrollo del pas sera un legado proveniente del pasado previo a la constitucin del Per
como Estado-nacin, expresado en concepciones y prcticas signadas por el patrimonialismo, el
racismo y la exclusin social. An hoy, pese a los grandes cambios ocurridos en la historia de
nuestro pas, la persistencia de stas como rasgos centrales en la interaccin social, en las
7 Clotler, Julio: Clases, Estado y nacin en el Per. Lima, IEP, 1978.
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maneras de relacionarnos los peruanos y en nuestra cultura poltica, seran claves para entender
la fragilidad de nuestras instituciones democrticas.
1.4. Condenados a los autoritarismos?
En conclusin, al pasar revista por algunos hitos de la literatura existente sobre la cultura
poltica democrtica en general, y sobre el caso de Amrica Latina y del Per en particular,
encontramos que prima una visin pesimista. La existencia de una cultura poltica democrtica
sera una suerte de requisito necesario para el establecimiento de la democracia como rgimen
poltico, pero en nuestra regin predomina, desde hace varios siglos, una cultura poltica lejana a
los valores liberales.
Estaramos entonces condenados? Ciertamente no. Y es que, si bien podemos aceptarque la existencia de una cultura poltica democrtica es importante para el establecimiento de la
democracia, tambin es cierto que la cultura poltica no es inmutable, y se modifica a lo largo del
tiempo. Esta es altamente sensible, en aspectos fundamentales, a los cambios que ocurren en el
conjunto de la sociedad. Los contextos econmicos, polticos y sociales hacen que la cultura
cambie, y se desarrollen (o retrocedan) concepciones y actitudes, que luego se expresan en
prcticas, ms afines a la democracia. El anlisis del caso peruano de las ltimas dcadas nos
ofrece una clara muestra de estos cambios.
II.Democracia y autoritarismo
2.1. Las transiciones democrticas
A pesar de las previsiones pesimistas respecto a las posibilidades democrticas en
Amrica Latina, desde finales de la dcada de los aos setenta, y a lo largo de la dcada
siguiente, casi toda la regin llev a cabo procesos de transicin democrtica, uno a uno las
distintas dictaduras militares o regmenes autoritarios dieron paso a regmenes electos por el voto
popular, y regidos por constituciones que resguardaban las libertades democrticas bsicas y
establecan instituciones basadas en la idea de la separacin y equilibrio de poderes 8. Ecuador y
8 Ver O'Donnell, Guillermo y Philippe Schmitter: Transiciones desde un gobierno autoritario.Conclusiones tentativas sobre las democracias inciertas. Paids, Buenos Aires, 1988.
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Per inician este proceso que cubrir todos nuestros pases, en un proceso de alcance global que
Samuel Huntington llam la tercera ola democratizadora9. Las transiciones pusieron de
manifiesto en la regin que los supuestos elementos desfavorables de la cultura poltica para el
establecimiento de la democracia no eran obstculos insalvables, que otras variables son
igualmente importantes, y que incluso pueden modificar la cultura poltica en sentidos ms
democrticos, como por ejemplo el peso de influencias globales y tendencias regionales.
Las tendencias globales eran las que Huntington bien describe en su libro La Tercera
Ola. Un grupo de cerca de treinta pases donde las dictaduras haban llegado a su fin, todos en un
periodo de tiempo relativamente corto, fue lo que lo que l llam una ola de democratizacin. A
mediados de los setentas, la tercera versin de este fenmeno se inici en el sur de Europa, con el
emblemtico caso de la transicin hacia la democracia en Portugal. En efecto, el ideal
democrtico empez a legitimarse en el mbito internacional, y desde all empez a hacer sentir
su influencia sobre las lites latinoamericanas. En el caso peruano, la crisis econmica de
mediados de la dcada de los aos setenta, el creciente desgaste de la dictadura militar, y la
necesidad de legitimar el rgimen poltico, abri el proceso de transicin a la democracia. Este se
inici con la convocatoria a elecciones para una Asamblea Constituyente, y se culmin con
nuevas elecciones generales en 1980, en las que result nuevamente electo Fernando Belaunde,
el presidente depuesto en 1968. En la dcada de los aos ochenta, al inicio del primer gobierno
democrtico luego de doce aos de dictadura militar, las elites polticas peruanas parecan haber
llegado al consenso, aunque todava inestable y precario, de que cualquier problema, diferencia o
disputa deba resolverse bajo las reglas que la democracia establece para ello. As, a pesar de la
existencia de una dinmica marcada por procesos de amplia movilizacin social y fuerte
polarizacin poltica, as como por el desafo de grupos antisistmicos subversivos, la
legitimidad de los procedimientos y valores democrticos pareca irradiarse progresivamente al
conjunto de la poblacin, expresada en el respeto a los procesos electorales y al principio de la
alternancia en el poder, y la defensa de las libertades democrticas esenciales, entre otros.
2.2. Consenso de las elites
9 Huntington, Samuel:La tercera ola. La democratizacin a finales del siglo XX. Buenos Aires,
Paids, 1994.
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Contrario a lo que finalmente sucedi, el escenario de polarizacin poltica en que se
llev a cabo la transicin democrtica sugera que las fuerzas sociales, en estrecha relacin con
los partidos polticos, podran rebasar el orden institucional que se gestaba. El conjunto de los
partidos polticos se distribuan con presteza en un espectro izquierda-derecha, donde los
extremos estaban bien marcados y resultaban indispensables para expresin de las fuerzas
sociales radicalizadas. Si bien es cierto que algunos partidos de izquierda optaron por
posicionarse afuera de la Asamblea Constituyente, puesto que la vean como una continuacin
del poder oligrquico y militar, el proceso de transicin no se vio comprometido. Los partidos de
izquierda de vnculos fuertes con las organizaciones sociales, gremiales y sindicales, fueron los
protagonistas de la intensa actividad poltica en espacios sociales. Sea que los movimientos
sociales tuvieran o no proyecciones polticas ideolgicas, con posibilidades de encabezar un giro
poltico significativo, las organizaciones sociales que los componan tenan una clara orientacin
hacia la cosa poltica e intenciones manifiestas de repercutir en el proceso poltico de transicin;
actitudes polticas que los estudios anteriores sobre la cultura poltica en Amrica Latina no
haban previsto.
Desde las perspectivas de la teora de la modernizacin del estructural-funcionalismo, el
proceso de transicin democrtica tena como precedente un cambio en la cultura poltica de las
masas sociales, ahora ms participativa y politizada. El gobierno militar de los setentas haba
puesto fin a la sociedad tradicional, y los movimientos sociales eran seal de que se estaba dando
paso a un nuevo orden social. Las polticas reformistas del gobierno militar de Velasco buscaron
la modernizacin de la sociedad a travs de un mayor acceso a bienes sociales y econmicos
puestos a disposicin de los sectores sociales tradicionalmente subordinados al poder
oligrquico. La poltica de participacin social que Velasco promovi desde el Estado repercuti
en la forma en que los movimientos sociales de los ochenta se dirigan al gobierno y los poderes
polticos. La demanda por mayores derechos sociales, que eran las principales reivindicaciones
de estas movilizaciones, no se podan concebir separadas de los partidos polticos. Cules eran
las nuevas caractersticas de la cultura poltica de la sociedad peruana?
En los aos sucesivos, el sistema democrtico se mantuvo, aunque precariamente, gracias
a la confluencia de las elites polticas en el respeto a las reglas de juego democrtico. Al
contrario de lo que podra pensarse, la polarizacin poltica y la movilizacin social no minaron
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el mantenimiento del orden democrtico. La alta conflictividad entre varios grupos de inters y
fuerzas polticas partidarias, no pareca llegar a un desenlace en que la balanza del poder se
inclinara por alguno de ellos. La igualdad de fuerzas en competencia por llegar al poder hizo
necesaria la tolerancia mutua. Solo el respeto por la pluralidad y la alternancia poda asegurar la
existencia de uno como fuerza poltica vigente, y asegurar iguales posibilidades de acceso al
poder. Ninguno de los actores buscara acabar con el sistema, aunque fuera derrotado en
elecciones democrticas, con la esperanza de resultar ganador en las elecciones siguientes. La
lealtad con el sistema democrtico era muy alta y esto echaba luces de una cultura poltica de
predisposicin positiva respecto de la democracia.
2.3. La tolerancia al golpe
Sin embargo, a finales de la dcada de los ochenta, en un contexto de aguda crisis
econmica, hiperinflacin, aumento de la violencia terrorista, empez a prosperar en la cultura
poltica popular una demanda muy fuerte por orden y por seguridad, generndose un cambio en
las preferencias polticas ciudadanas. La aprobacin que despert el golpe de Estado del 5 de
abril de 1992 ilustra muy bien cierto sentido comn segn el cual situaciones extraordinarias
deben resolverse con iniciativas extraordinarias; los graves problemas que aquejan al pas
requeriran de soluciones radicales y efectivas, pasando las reglas y lmites institucionales a un
segundo plano. Lo sustantivo por encima de lo formal. Segn una encuesta realizada porApoyo en 1992, luego del golpe del 5 de abril, se encontr que el 78 por ciento de los limeos
aprob el golpe de Estado, y 51 por ciento de la poblacin crey que tras esa fecha el gobierno
de Fujimori segua siendo democrtico. Sin embargo, nuevamente, las percepciones y opiniones
de la poblacin cambian segn cambia el contexto poltico general. Recientemente, a raz de la
conmemoracin de los quince aos del golpe, una nueva encuesta (Apoyo, abril 2007) revela que
las percepciones hacia la democracia y la tolerancia al golpe de Estado del 5 de abril han
cambiado de manera significativa. El cierre del congreso es aprobado ahora por el 49 por ciento
de los encuestados (frente al 78 por ciento de 1992) y el 63 por ciento considera que el gobierno
de Fujimori dej de ser democrtico y pas a ser una dictadura luego del golpe de Estado (frente
a 33 por ciento en 1992). Esto demuestra que las actitudes hacia la democracia y sus
instituciones van cambiando con el tiempo, as como los contenidos que se le adjudican, segn
cambia el contexto poltico y social en el que efectivamente se est viviendo. En este sentido, en
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1992, la democracia se empez a identificar con demandas por orden y seguridad que eran lgica
consecuencia de la violencia y la crisis econmica del momento; en el momento actual, en el que
se realizan esfuerzos por institucionalizacin democrtica, las preferencias ciudadanas reflejan
los nuevos desafos del momento.
Cuadro 1
Aprobacin al cierre del congreso
Fuente: Apoyo 1992, 2007
Cuadro 2
Tras el 5 de abril el gobierno de Fujimori
continu siendo
Fuente: Apoyo 1992, 2007
Para comprender el apoyo que recibi el golpe del 5 de abril, comandado por el mismo
presidente Fujimori, es necesario recurrir al contexto poltico y social en que este se dio. Una vez
que Fujimori super la coyuntura crtica de inicios de su mandato, en la que l se encontraba en
una situacin de asilamiento poltico, las cosas fueron relativamente fciles. Hbilmente fue
haciendo alianzas polticas, al mismo tiempo que contribua en la generalizacin de la idea de
inoperancia de las instituciones democrticas frente a los agudos problemas que acosaban al pas.
Sendero Luminoso haba pasado a la etapa del equilibrio estratgico en la cual corresponda
iniciar acciones en la ciudad y poco a poco cercarla desde el campo. Entonces, las acciones
subversivas se dejaban sentir en el mismo centro de la capital del pas. La situacin econmica
no era menos ofensiva que el terrorismo. Los paquetes de estabilizacin fiscal que el gobierno
anunci una vez asumido el poder, haban golpeado gravemente los sectores ms empobrecidos
del pas. En este escenario crtico, Fujimori anunci con especial habilidad poltica, demostrando
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el imperativo de la medida, la clausura del poder legislativo, as como la reforma total de otras
instituciones democrticas referidas a la justicia y fiscalizacin. Su decisin se encontr
completamente respaldada por una mayora de ciudadanos que desconfiaba del Congreso de la
Repblica, y por el convencimiento general de que era la nica manera de acabar con los
problemas del pas.
El compromiso poltico por el orden constitucional de 1979 fue desechado. Aunque las
fuerzas polticas y sociales estaban todas a favor del mantenimiento de esta, en un escenario poco
polarizado y menos movilizado que el de los ochenta, la violacin al rgimen democrtico se
llev a cabo con relativa facilidad. Si bien el funcionamiento de las instituciones democrticas
ms criticadas era mnimamente aceptable, y en la prctica los partidos polticos cumplan
bsicamente con sus funciones de representacin, se da una brusca ruptura va golpe de estado
con el rgimen democrtico. Hay quienes diran, utilizando los trminos de Huntington, que esta
etapa puede ser el inicio de la contraola democrtica en Amrica Latina. Ms all de eso, esta
interrupcin del orden constitucional pone en evidencia el escaso avance en la consolidacin de
las instituciones democrticas en el pas y sienta las bases para argumentaciones posteriores
sobre la posible existencia de una cultura poltica de tradicin autoritaria en el pas.
As, si para los actores polticos de los aos ochenta lo importante era restablecer la
institucionalidad democrtica, en los noventa se pone en evidencia que algunos actores polticospreferan resolver los problemas del pas mediante medidas fuertes y severas, anteponiendo la
eficiencia y los resultados antes que las normas y valores en los que se sostiene una democracia.
La medida radical que adopta el gobierno de Fujimori que es manifiestamente autoritaria y que
viene cargada con un discurso anti-institucional, resulta es aceptada por la opinin pblica en
tanto que se espera que los resultados sean ms efectivos que continuar jugando el juego
democrtico. En el momento de la clausura arbitraria del Congreso de la Republica, la
popularidad de Fujimori y el respaldo de la medida golpista fueron abrumadores, muy por el
contrario a lo que en la actualidad la ciudadana declara que tolerara. Llamar democrtico a un
gobierno que puede deponer las libertades civiles es algo difcil de comprender si se piensa desde
la democracia de nuestros das. Es decir, los contenidos de la democracia van variando segn las
experiencias polticas del pas, y el contexto social en que se vive. Los niveles de tolerancia al
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autoritarismo y de exigencia a la democracia son volubles segn sea el escenario poltico y
social.
2.4. Cultura poltica autoritaria?
Todo esto ha llevado, en el caso peruano, a un debate intenso sobre si es que existe en el
Per una cultura poltica autoritaria, anclada en nuestro pasado, o si existen cuando menos
elementos democrticos novedosos lo suficientemente fuertes como para imponerse y sustentar
al rgimen poltico. El episodio del fujimorismo y su vigencia durante una dcada sera, para
algunos, la prueba manifiesta de la existencia de una persistente cultura poltica autoritaria en el
pas. Esto adems se asentara en la existencia de elementos autoritarios en otras esferas de la
vida social: la familia, la escuela, el trabajo, por ejemplo, por lo que sera una herencia muy
difcil de superar.
Varios estudios desde la antropologa y la sociologa han encontrado rasgos autoritarios
en las conductas dentro de la familia y del aula. Son perspectivas que estudian, a partir del
desenvolvimiento de las personas en el ejercicio de la autoridad y su relacin con el poder, los
posibles caracteres autoritarios o democrticos que se cultivan en la vida cotidiana. Han hecho
hincapi en que en muchas ocasiones las personas demuestran no tener incorporados valores de
respeto a los derechos igualitarios de los dems, suelen abusar de posiciones de poder y/o
desobedecer a la autoridad. Con la presuncin de que las conductas de una persona en el espacio
privado tendran directa repercusin en las conductas de este mismo en los espacios pblicos, se
plantea la necesidad de modificar la cultura poltica de la vida cotidiana. A partir de estas
perspectivas de estudio de la cultura poltica se sugiere que una solucin al problema del
autoritarismo y corrupcin en el pas es la formacin de conciencias ciudadanas, a partir de un
trabajo minucioso de educacin a largo plazo en todas las esferas de la vida del ciudadano
comn.
Si se parte del hecho de que una gran mayora apoy el golpe de Estado y que Fujimori
fue reelecto en 1995, se podra concluir que el Per tiene una cultura poltica autoritaria, pues
apoyamos aquellas formas de gobierno que atentan abiertamente contra las libertades
individuales y el pluralismo poltico en nombre de la autoridad y la eficiencia. Sin embargo, este
diagnstico pasa por alto que existieron otros sucesos durante el fujimorismo que no contaron
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con la aprobacin de la ciudadana. Por ejemplo, en el referndum de 1993, en el que se someti
a aprobacin la vigencia de la nueva Constitucin de 1993, se produjo un resultado muy ajustado
y controversial. En el mismo sentido, el fujimorismo tampoco logr contar con el respaldo
ciudadano en las diversas elecciones municipales ocurridas en esos aos, a pesar de las campaas
explcitas que el propio presidente realiz por sus candidatos. Del respaldo a ciertas medidas
autoritarias en determinados momentos no se deduce la existencia de una cultura poltica
autoritaria que persista en el tiempo y que caracterice a toda la poblacin.
De otro lado, analizando la informacin disponible, no encontramos evidencia emprica
que sustente la existencia de relaciones de causalidad entre, por ejemplo, la existencia de
patrones autoritarios en la familia o el centro de trabajo, o la pertenencia a algn grupo tnico y
la preferencia de la democracia como rgimen, o la tolerancia frente a formas autoritarias de
rgimen poltico10. Incluso se ha revelado que las practicas de ejercicio de autoridad, en el campo
familiar y laboral, tienen rasgos cada vez menos abusivos, menos prepotentes, y ms respetuosos
del otro. Por ejemplo, en el ltimo Informe del PNUD sobre la Democracia en el Per para el
ao 2006, resea como en el mbito de la familia, el castigo fsico es cada vez menos frecuente.
Slo el 11 por ciento de los encuestados respondi afirmativamente a la posibilidad de aplicar
castigos fsicos en caso de incumplimiento de alguna orden suya. Esta proporcin es reducida en
comparacin con las practicas de los padres, donde el 36 por ciento de estos aplicaba el castigo
fsico. Habra evidencia de un cambio generacional en el ejercicio de la autoridad familiar. Por
otro lado, en el espacio laboral, una gran proporcin de empleados, un 54 por ciento, considera
que sus empleadores son personas abiertas que saben escuchar y conceder, mientras que de
forma minoritaria, un 25 por ciento de los encuestados califica a sus jefes como impositivos. As
pues, a pesar de encontrar en la vida cotidiana rasgos de prepotencia en el ejercicio de la
autoridad, los estudios de opinin revelan que estos estn disminuyendo positivamente.
2.5. La mutabilidad de la cultura poltica
Todo esto nos revela que el juicio poltico de las personas es mucho ms complejo,
sofisticado y matizado que la imagen dual que presenta la oposicin entre una cultura poltica
10 Ver por ejemplo, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo,La democracia en el Per. Vol.
1: El mensaje de las cifras. Lima, PNUD, 2006; y Carrin, Julio, y Patricia Zrate, Cultura poltica dela democracia en el Per: 2006. Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2007.
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democrtica y una cultura poltica autoritaria. Para empezar, las opiniones, patrones, actitudes y
percepciones polticas, muestran mucha variacin y estn lejos de ser unnimes; y adems, se
ajustan y reflejan, como hemos sealado, a los desafos del contexto; especialmente,
encontramos que la cultura poltica es moldeada muy fuertemente por el desempeo de los
gobiernos, por la naturaleza de las ofertas polticas que se le presentan a la ciudadana, las
oportunidades que se abren o cierran. Por lo tanto, la cultura poltica no es algo inmutable, ni una
herencia frente a la cual no hubiera nada que hacer.
Diversos estudios recientes ilustran el punto que queremos establecer. Por ejemplo,
Tanaka y Zrate11demuestran cmo las preferencias hacia la democracia como rgimen poltico
estn fuertemente influenciadas por la aprobacin o desaprobacin a la gestin del presidente de
turno. No se explica de otro modo que, a pesar que en el Per se dio una transicin desde un
gobierno autoritario a uno plenamente democrtico entre 1998 y 2001, la preferencia por la
democracia como forma de gobierno haya disminuido ligeramente. En 1998 el 63,8 por ciento
de la ciudadana considera que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno,
pero en el ao 2001 esta preferencia incondicional disminuye al 59,7 por ciento. Incluso se
observa que, entre 1998 y el 2001 nuevamente, que son los aos en que se dio el
derrumbamiento del rgimen autoritario de Fujimori, la preferencia en algunos casos por un
gobierno autoritario aument ligeramente de 14,8 por ciento a 16,3 por ciento. Si la transicin
fue consecuencia del rechazo al autoritarismo del gobierno de Fujimori, as como la expresin de
aspiraciones democrticas Cmo entender entonces esta paradoja?
11 Tanaka, Martn, y Patricia Zrate: Valores democrticos y participacin ciudadana en el Per, 1998-2001. Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2002.
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Cuadro 3
Con cul de las
siguientes frases est
usted ms de acuerdo?
Fuente: Tanaka y Zrate,
2002
La explicacin est en que la evaluacin de los ciudadanos a la gestin del presidenteinfluye fuertemente en el apoyo al sistema poltico en general, y la democracia como rgimen.
As, el apoyo a la democracia fue mayor en 1998, durante el gobierno de Fujimori, a pesar del
carcter autoritario de la presidencia y de la manipulacin de las instituciones polticas, debido a
la popularidad que este mantuvo en el contexto de la campaa electoral frente a los comicios del
2000. En cambio, en 2001, durante el gobierno del presidente Toledo, a pesar de su carcter
plenamente democrtico, la rpida cada de la aprobacin a su gestin debilit la legitimidad del
conjunto de las instituciones democrticas.
Las estadsticas de Apoyo12, nos muestran que el ao 2000, a pesar de la actualidad de los
escndalos por corrupcin que haban puesto cuestin la transparencia del gobierno de Fujimori,
su aprobacin se mantuvo en sobre el 50 por ciento durante toda la primera mitad del ao,
momento en el que comienzan a hacerse visibles las disputas internas en la cpula del poder. En
el gobierno de Toledo, con instituciones indiscutiblemente democrticas, sin escndalos de
corrupcin o manipulaciones visibles del poder, la aprobacin de gobierno cae del 70 por ciento
a inicios de su mandato en julio del 2001 al 14 por ciento a fines del 2002.
El siguiente cuadro nos muestra como el apoyo al sistema poltico se relaciona
directamente con la opinin sobre el gobierno de Toledo. Cuanto mayor es la aprobacin de la
gestin de Toledo, mayor es el apoyo al sistema poltico. Al contrario, a medida que la opinin
12 Reportes mensuales de Apoyo Opinin y Mercado.
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sobre el gobierno de Toledo se tona ms negativa, la ciudadana se muestra menos dispuesta a
apoyar el sistema poltico.
Cuadro 4
Escala de apoyo al sistema poltico
segn opinin de la gestin
presidencial de Toledo
Fuente: Tanaka y Zrate, 2002
De otro lado, los cambios experimentados entre 1998 y 2001 muestran tambin un
impacto sobre la manera en que los ciudadanos entienden la democracia y su funcionamiento.
Segn Tanaka y Zrate, en 1998 haba cierto equilibrio en las opiniones ciudadanas respecto a
cules seran los requisitos para lograr una democracia estable; mientras que en 2001 se
registr un notorio aumento por la preferencia por un liderazgo fuerte, en desmedro del respeto
de las leyes y la Constitucin, o una mayor participacin de la poblacin. Para esto coincidieron
tanto la decepcin que generaron los escndalos de corrupcin al final del gobierno de Fujimori,
como los problemas de liderazgo del presidente Alejandro Toledo.
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Cuadro 5
Los requisitos de la
democracia
Fuente: Tanaka y
Zrate, 2002.
As, en el ao 1998 uno de los requisitos de la democracia de contar con lderes honestos
y eficaces reciba el 23,8 por ciento de respuestas de los encuestados, mientras que en el 2001 el
porcentaje de encuestados que la consideraban un requisito fundamental subi al 32,5 por ciento.
Por otro lado, la participacin de la poblacin y el respeto a las leyes y a la constitucin
disminuyeron de un 20,4 por ciento y 23,9 por ciento a un 16,2 y 20,9 por ciento,
respectivamente. En resumen, mientras que el respeto a las leyes y a la constitucin, as como el
respeto a los derechos humanos eran considerados los requisitos ms importantes de la
democracia, en el ao 2001 estos pasaron a ser el tener lderes honestos y eficaces.
Entender propiamente el estado, las caractersticas, de la cultura poltica en el Per
requiere llevar a cabo comparaciones sistemticas de sus cambios a lo largo del tiempo; slo as
podremos distinguir rasgos ms permanentes y estables de otros ms sensibles a los cambios de
la coyuntura. Respecto a esto, todava queda mucha investigacin por hacerse en nuestro pas.
De otro lado, evaluar correctamente la naturaleza de la cultura poltica peruana requiere
necesariamente tener un punto de vista comparado: slo as podremos evaluar si es que lo que
ocurre en nuestro medio es normal a la luz del contexto regional, o si por el contrario, resulta
excepcional. En este marco, existen pocas fuentes confiables de informacin, siendo una de ellas
elLatinobarmetro, encuesta que se aplica desde hace varios aos en la mayora de los pases de
la regin. As, encontramos por ejemplo que el Per destaca, en los ltimos aos, por tener uno
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de los ms bajos niveles de satisfaccin con el funcionamiento de la democracia en la regin.
Segn el Latinobarmetro del 2005, el Per tiene un 13 por ciento de satisfaccin con la
democracia, encontrndose en el ltimo lugar entre 18 pases de la regin.
Cuadro 6
Satisfaccin del
funcionamiento de la
democracia
Fuente:
Latinobarmetro
2005.
Cmo interpretar este dato? Significa esto que, en efecto, en el Per la democracia
funciona peor que en todos los dems pases? Ciertamente no. Significa estrictamente que la
percepcin de los peruanos respecto del funcionamiento de la democracia es peor que en otras
partes, y ello puede ser consecuencia de un grave desajuste entre las expectativas de la poblacin
y la situacin que se vive. As, el Per no sera el pas donde la democracia funciona peor; pero s
el pas donde se vive con mayor agudeza un desbalance entre las expectativas ciudadanas y los
resultados que deja el ejercicio democrtico. Y lo importante es recordar que, ms all de los
datos objetivos, las personas actan sobre la base de sus percepciones, que tienen efectos
reales, como sealara el socilogo William Thomas. Veamos con mayor detenimiento estas
cuestiones.
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III.El Per visto en perspectiva comparada
Para entender la cultura poltica de un pas no basta solamente conocer las opiniones, los
valores, las percepciones y actitudes de la gente hacia los temas polticos y las instituciones
democrticas de un pas determinado, es importante tambin saber si estos rasgos se repiten o no
en los pases vecinos. La perspectiva comparada nos permite evaluar si los patrones de nuestra
cultura poltica estn cerca del promedio de los pases de la regin, o si estamos en una situacin
muy particular. ElLatinobarmetro del 2006 recoge las opiniones de una muestra representativa
nacional (por primera vez en 15 aos) de 18 pases de la regin, y constituye una herramienta
bastante til para lo que intentamos dilucidar aqu.
3. 1. Evaluacin negativa de la economa y la democracia
Como vimos anteriormente, los ciudadanos en el Per destacan en el marco regional por
los altos niveles de insatisfaccin con su situacin general y con el funcionamiento de las
instituciones democrticas. En la percepcin de los encuestados peruanos, la situacin
econmica actual es una de las peores entre los pases latinoamericanos, solo es mejor que la de
Nicaragua. Por supuesto, la sensacin de malestar econmico es mayor que la precariedad
econmica que efectivamente aqueja al pas. Pases con situaciones econmicas ms crticas,
como podran ser El Salvador y Ecuador, por slo mencionar dos casos, tienen percepciones ms
optimistas de sus situaciones que los peruanos. En la evaluacin de las instituciones de la
democracia, como por ejemplo el poder judicial, el Per arroja una evaluacin muy deficitaria,
solo el 21 por ciento de los encuestados peruanos consideraron que el poder judicial hace un
buen trabajo. Si en la gran mayora de los pases latinoamericanos menos de la mitad de los
encuestados aprobaron el desempeo del poder judicial, en el Per solo fue la quinta parte.
Grfico 5
Evaluacin desempeo del poder judicial
Grfico 6
Situacin econmica actual del pas
Fuente: Latinobarmetro 2006. n=20.342
20
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La insatisfaccin frente a la situacin econmica y al funcionamiento de las instituciones
impacta directamente sobre los niveles de satisfaccin con la democracia y el respaldo a la
misma. El Per se encuentra entre los tres pases con porcentajes ms bajos de satisfaccin con la
democracia, con un 23 por ciento, superando solo a Ecuador y Paraguay (vimos que en el 2005 el
Per ocup el ltimo lugar). Aunque el porcentaje de encuestados peruanos que manifestaron
apoyar a la democracia no es de los ms bajos en la regin (55 por ciento), se encuentra por
debajo del promedio regional.
Grfico7
Satisfaccin con la democracia
Grfico8
Apoyo a la democracia
Fuente: Latinobarmetro 2006. n=20.342
3.2. Contenidos de la democracia
Ahora bien, conociendo que los peruanos muestran un escaso apoyo a la democracia y
una baja satisfaccin con el funcionamiento de sta, queda abierta la pregunta de qu es lo que
los peruanos entienden por democracia. Las actitudes positivas o negativas hacia la democracia
dependen en gran medida de cul sea el contexto y cual sea el significado que la democracia
tenga para los ciudadanos; de este modo es que se entiende que, como sealamos lneas arriba,
los peruanos manifestaron en 1992 que el rgimen de Fujimori, luego de la disolucin del
Congreso de la Repblica, continuaba siendo un rgimen democrtico, mientras que en el 2007
las opiniones se muestran bastante diferentes.
Veamos. Segn la encuesta de Latinobarmetro, para los peruanos la democracia es
igualmente justicia y libertad, antes que nicamente libertad, como lo es para muchos de los
pases de Amrica Latina. El Per, junto a Chile, Panam y Mxico, son los pases que
consideran que un rgimen debe cumplir requisitos sociales tanto como requisitos normativos,
para ser llamado democrtico. En estos trminos, y en un contexto econmico percibido como
adverso, los peruanos evalan que el pas es muy poco democrtico. En la escala del 0 al 10,
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siendo diez ms democrtico, el Per tiene 5.2, y con esta puntuacin se encuentra entre los
cuatro pases con la puntuacin ms baja de la regin, junto a Paraguay, El Salvador y
Guatemala. A diferencia de otros pases, la percepcin de una aguda desigualdad social hace que
se entienda que el pas no es en realidad democrtico, a pesar de la existencia un rgimen
poltico con esas caractersticas. Aqu parece compartirse el sentido comn expresado en el
informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (2004), segn el cual, si bien
existe una democracia electoral, no existe una democracia de ciudadanas y ciudadanos13.
Grfico9
Igualdad y justicia como significado de la
democracia
Grfico10
Cuan democrtico es el pas?
Fuente: Latinobarmetro 2006. n=20.342
Del contenido que los ciudadanos le adjudiquen al sistema democrtico y de las
expectativas que estos tengan respecto de su funcionamiento depender la evaluacin que estos
hagan de ella. Para los peruanos la democracia no solo significa vivir en un estado de derecho,
donde las libertades principales de individuos son respetadas, y se aseguran pluralidad y
alternancia poltica en el gobierno, sino que adems vivir en democracia sera sinnimo de
igualdad y justicia social. Es ms, en el Per el peso de esta segunda variable de significado de la
democracia (igualdad y justicia) es uno de los ms significativos en la regin. El Per es uno de
los pases que ms valor (20 por ciento) le da a la igualdad y justicia en su rgimen democrtico,
slo Panam y Chile tienen valores mayores (21 por ciento).
La importancia de esto radica en que el juicio poltico sobre lo democrtico del rgimen
poltico depende, en gran medida, para los ciudadanos peruanos, de cmo perciban su bienestar
social y econmico. As pues, en la percepcin de los peruanos el Per es menos democrtico
que para venezolanos lo es el suyo, por nombrar un ejemplo, aun si en la prctica en el Per las
13 Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD): La democracia en Amrica Latina.Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos. Lima, PNUD, 2004.
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libertades civiles estn ms aseguradas que en aquel pas. Ms all de esto, lo que los resultados
de la encuesta nos seala, es que la evaluacin de la democracia en el pas puede variar, puesto
que el contenido que se le adjudica a esta no es nico y tampoco es inmutable. Es importante
monitorear constantemente qu creen los peruanos que es la democracia, para comprender sus
evaluaciones y disposiciones polticas hacia la esta. Recordemos que, como lo hemos
mencionado ms arriba, las actitudes, opiniones, percepciones, valores, y orientaciones hacia la
democracia son cambiantes respecto del contexto poltico y social en el cual se emitan.
3.3. Politizacin
Cmo entender por qu los peruanos se encuentran tan insatisfechos, cuestin que no
guarda proporcin con los indicadores objetivos de calidad de vida en la regin? Una respuesta
parcial a esta pregunta se halla en los relativamente altos niveles de politizacin que se registran
en nuestro pas. En los siguientes grficos puede verse que: Primero, el Per se encuentra en el
cuarto puesto de los pases de Amrica Latina con el porcentaje ms alto de ciudadanos que
declaran hablar frecuentemente y muy frecuentemente de poltica con sus amigos. Luego, el
Per es uno de los tres pases con porcentaje ms alto de ciudadanos que respondieron ante la
pregunta: con qu frecuencia trata de convencer a alguien de lo que usted piensa polticamente?
con afirmaciones frecuentemente y muy frecuentemente. Aunque los porcentajes de
personas que se muestran dispuestos a difundir y discutir sus puntos de vista sobre la poltica noparezcan especialmente altos, destacan cuando se los compara con el promedio latinoamericano,
mostrndose cuatro y cinco puntos porcentuales por encima de este. En el Per, el 31 por ciento
declara hablar frecuentemente y muy frecuentemente de poltica con sus amigos, y el 20 por
ciento admite que intenta convencer con ideas polticas tambin con mucha frecuencia. En
ambos casos, los porcentajes peruanos son nicamente superados por Brasil y Venezuela.
Grfico1
Habla de poltica con los amigos:
frecuentemente y muy frecuentemente
Grfico2
Trata de convencer a alguien de lo que Ud.
piensa polticamente: frecuentemente y
muy frecuentemente
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Fuente: Latinobarmetro, 2006
Que quiere decir que los peruanos tengan tanto inters por intercambiar ideas polticas
en su vida cotidiana? En un contexto en el que la percepcin de la situacin econmica tiende a
ser tan negativo, y a desligarse de la situacin real de la economa en el pas y en la regin, el
flujo de reproches y crticas hacia el sistema se incentiva. Al parecer, en el Per las redes de
transmisin de ideas polticas ms comunes son las personales, de modo que el espacio privado
est constantemente permeado por opiniones polticas sobre el devenir del pas, en trminos
econmicos y polticos. Resta preguntarse qu repercusiones reales, ms all de la desaprobacin
del funcionamiento de la democracia en el pas, tienen estos niveles de politizacin en los
ciudadanos peruanos. Con qu otros elementos de la cultura polica de los ciudadanos se mezcla
esta politizacin? De qu depende que la politizacin de sus ciudadanos sea un elemento
favorable a la consolidacin de la democracia?
Para completar este panorama, encontramos que los peruanos, si bien tienen una
percepcin relativamente pesimista de la situacin de las cosas, llama la atencin su relativo
optimismo respecto a algunos indicadores de cambio y movilidad social. Preguntados los
peruanos si es que estn de acuerdo con la frase Usted cree que una persona que nace pobre
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puede llegar a ser rico?, tenemos que un 74 por ciento de los encuestados afirma que ello s es
posible. Dentro del espectro de pases latinoamericanos, el Per muestra el porcentaje ms alto
de expectativas personales de movilidad social. Una vez ms, las percepciones de los ciudadanos
respecto a su condicin social y posibilidades de cambio se condicen poco con el escenario real
de las cosas. Es poco probable que en el Per, uno de los pases con niveles ms altos de pobreza
extrema en la regin, tenga opciones personales de movilidad social ms elevadas que pases
donde la situacin econmica es menos depresiva.
Grfico11
Expectativa de movilidad social
Fuente: Latinobarmetro 2006. n=20.342
3.4. Cmo cambiar las cosas?
Hasta el momento tenemos que los peruanos destacan por ser muy crticos con su
situacin en general y con el funcionamiento de las instituciones democrticas, lo que sera
consecuencia de altos niveles de politizacin, y al mismo tiempo por tener muy altas
expectativas de movilidad social. La pregunta ahora es, cmo piensan los peruanos que pueden
llevarse a cabo los cambios necesarios para salir de su situacin y satisfacer sus expectativas? Lo
preocupante es que, al parecer, los peruanos optan por salidas no institucionales, por acciones de
protesta. En los ltimos aos, no solo en el Per, sino en toda la regin de los pases
latinoamericanos, los movimientos de protesta y demandas ciudadanas se han hecho cada vez
ms frecuentes, y suelen caracterizarse por su violencia, particularismo y efectos graves para la
gobernabilidad de los sistemas polticos. En el Per, el 22 por ciento afirma que la protesta es la
forma ms efectiva que tienen los ciudadanos de intervenir en las decisiones polticas de sus
gobiernos. En el espacio latinoamericano, solo Guatemala supera al Per en su confianza hacia la
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efectividad de los movimientos de protesta para cambiar las cosas. Al mismo tiempo, as como el
Per destaca por su confianza en las modalidades informales y contestatarias del sistema poltico
para realizar cambios, destaca tambin por su dbil confianza en el voto popular, un mecanismo
institucional para lograr cambios dentro de un rgimen democrtico. El Per es el penltimo pas
con menos confianza en la efectividad del voto, el 47 por ciento de los ciudadanos peruanos que
depositan su confianza en este, est muy por debajo del promedio regional, que alcanza el 57 por
ciento.
Grfico3
Lo ms efectivo para cambiar las cosas: los
movimientos de protesta
Grfico4
Lo ms efectivo para cambiar las cosas:
votar
Fuente: Latinobarmetro 2006. n=20.342
Estos grficos nos demuestran que slo una pequea porcin de los peruanos,
insignificante en comparacin con los dems pases de la regin, est satisfecha con la
efectividad de uno de los mecanismos ms emblemticos que el rgimen democrtico
proporciona a la ciudadana para cambiar las cosas. El descontento con la utilidad de los
mecanismos de la democracia para producir cambios positivos en la vida poltica y econmica
del pas, podra estar ligado a la percepcin negativa que se tiene de la situacin econmica del
pas y la evaluacin desaprobatoria del funcionamiento de las instituciones.
Para agudizar las consecuencias que tienen la desaprobacin del funcionamiento de las
instituciones, y la percepcin negativa de la situacin econmica, en el sistema democrtico en
general, recordaremos a continuacin que ambas variables se alimentan mutuamente. Es decir, la
percepcin de los ingresos econmicos personales influye en la confianza en las instituciones
polticas en general. Segn Zarate y Carrin14, el promedio de confianza poltica, medido en base
a la confianza en el Congreso de la Repblica, la Corte Suprema de Justicia, el gobierno nacional
los partidos polticos, es significativamente bajo en relacin a los dems pases latinoamericanos.
14 Zarate, Patricia y Julio Carrin. Cultura poltica de la democracia en el Per: 2006. Lima: IEP,Vanderbilt University, Latin American Public Opinion Projet (LAPOP), 2006.
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El promedio de confianza poltica en las instituciones peruanas alcanza un 37 por ciento, siendo
este el promedio ms bajo en la regin despus de Ecuador con un 22 por ciento. Otros pases
como Hait y Nicaragua, con serios problemas en mantener la estabilidad democrtica, presentan
niveles de confianza por encima de los peruanos. Cuando se observa el promedio de confianza
poltica de los peruanos a la luz del nivel de ingreso subjetivo, es decir, cuanto cree la persona
que su salario mensual le alcanza para vivir o no, la influencia es manifiesta; mientras ms los
ciudadanos piensan que su salario es insuficiente mayor es la desconfianza que demostrarn
hacia las instituciones polticas.
3.5. El panorama general
Los datos esbozados hasta el momento muestran para el Per una situacin preocupante:
la combinacin de expectativas altas, alto descontento, junto con la desconfianza en los
mecanismos y medios institucionales para alcanzar sus fines. Esto es casi la definicin de
anomia esbozada por Robert Merton a mediados del siglo pasado 15. De otro lado, la combinacin
entre altos niveles de politizacin y disposicin a la movilizacin, junto con escasos niveles de
legitimidad de las instituciones del Estado, se asemeja mucho a una situacin de recurrentes
crisis de gobernabilidad, tal como lo pensara Samuel Huntington en la dcada de los aos
sesenta16.
Ahora bien, a pesar de que esta combinacin de elementos pareciera anunciar altos
niveles de conflictividad y serios problemas de gobernabilidad, esto no ha ocurrido, al menos no
todava. Ciertamente una serie de conflictos sociales agudos y con alta carga de confrontacin
han estallado en varias regiones del pas durante todo el gobierno de Alejandro Toledo, entre el
2001 y el 2006. Estos conflictos han tenido motivaciones diversas, pero las ms recurrentes,
segn las estadsticas de la Defensora del Pueblo, han sido las disputas por cuestionamientos a
autoridades locales, principalmente alcaldes distritales y provinciales, as como por problemas
ambientales sobre todo con empresas de extraccin minera. Sin embargo, estas acciones de
carcter reactivo y violento, que han estallado frente a problemas locales que enfrentan dos
posiciones radicalmente opuestas, no han tenido repercusiones polticas. A pesar de que existen
grupos sociales movilizados que protagonizan estos conflictos, y que apelan a las autoridades
15 Merton, Robert: Teora y estructura social(1949). Mxico D.F., FCE, 1965.16 Huntington, Samuel: El orden poltico en las sociedades en cambio (1968). Buenos Aires, Paids,
1972.
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polticas para obtener soluciones rpidas, estos no han tenido estrategias de coalicin entre s o
de alianza con actores polticos que puedan representarlos en las negociaciones con entes
nacionales.
Una pista que podra ayudarnos a entender por qu en nuestro pas las cosas no han
llegado hasta los extremos vistos en pases vecinos en los ltimos aos, puede ser que en el Per
las movilizaciones y protestas se encuentran altamente despolitizadas, en el sentido de
desconectadas de elementos articuladores y contenidos programticos, que suelen brindar actores
sociales y polticos mnimamente consolidados, que no existen en el Per. Por el contrario,
nuestro pas tambin se caracteriza por un cierto pragmatismo que en los ltimos aos ha venido
creciendo. Segn el Latinobarmetro 2006, cuando se les pide a los peruanos que se ubique en la
escala izquierda derecha, el promedio se ubica casi exactamente en el centro. La puntuacin
promedio para el Per es de 5.1 en una escala de 0 a 10, donde 0 es extrema izquierda y 10 es
extrema derecha. Qu significa que la mayora de los pobladores peruanos decidan abrigarse en
el centro poltico antes que optar por alguna de las tendencias, izquierda o derecha poltica? Es
posiblemente, signo del pragmatismo, en contraposicin a la ideologizacin de las dcadas de los
setenta y ochenta, que prima en las opciones polticas. Una clara expresin de este pragmatismo,
de variacin de la preferencia poltica segn la conveniencia de las ofertas de polticas que los
lderes lanzan, fueron los resultados de las elecciones presidenciales del ltimo ao, en que la
opcin de candidato aprista, que jug a lanzarse en centro moderado ante la radicalizacin de su
adversario, obtuvo el mayor apoyo electoral.
Grfico12
Escala izquierda derecha
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Fuente: Latinobarmetro 2006. n=20.342
IV.Para terminar
Si tomamos en cuenta el conjunto de la informacin presentada, y la examinamos adems
a la luz de los ltimos resultados electorales ocurridos a lo largo de 2006, encontramos en el Per
una combinacin de tendencias en cuanto a su cultura poltica. De un lado, tenemos amplios
segmentos de la poblacin caracterizados por altas expectativas, altos niveles de insatisfaccin y
criticidad con el funcionamiento de las instituciones, altos niveles de politizacin, que desconfa
de los mecanismos institucionales y apuesta ms bien a mecanismos extra legales como las
protestas, para la solucin de sus problemas. Este segmento puede apostar por ofertas polticas
antisistema, poroutsiders, por una opcin de cambio radical y una suerte de refundacin del pas,
que podra perpetuar la inestabilidad poltica que ha sufrido el Per en las ltimas dcadas.
Sin embargo, otro segmento igualmente importante, si bien muestra altos niveles de
insatisfaccin, criticidad, y politizacin, tambin resulta ms pragmtico, evita la polarizacin
social, apuesta por el centro poltico, y opta por ofertas que enfatizan los cambios dentro de
continuidades bsicas. Estas dos maneras de entender las cosas se expresaron muy
elocuentemente en las elecciones generales de 2006. Al final, prim, con una ligera ventaja, un
criterio ms prudente, pero solo por el momento. En conclusin la cultura poltica en el Per se
ve como voltil incierta, parece que se inclinara hacia una y otra direccin dependiendo de cmo
le vaya a la economa, la sociedad y la poltica. En los prximos aos veremos cules de las
tendencias que actualmente podemos registrar termina imponindose.
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Bibliografa
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