18 AtAque en el
Cuerno de oro
49
En la desembocadura de los Dardanelos, de 60 kilómetros de largo pero de tan solo 1700 metros de ancho en su punto más estrecho, un extraño buque con desmesurada arboladura bordea la costa desde hace varios días…A pesar de su línea de agua y de su velamen típicamente europeo, este misterioso navío enarbola el pabellón de los corsarios de Argel en el palo de mesana y la falúa de reconocimiento solo ha visto auténticos marineros berberiscos en cubierta…Pero no son más que estratagemas pensadas para confundir a los vigías de las poderosas fortalezas otomanas que protegen el estrecho.Estratagemas ideadas por el pirata Barbarroja, pues este barco es su fantástico Halcón Negro, a bordo del cual se esconden Eric, su hijo adoptivo, sus lugartenientes Trespatas y Babá, y 220 aguerridos marineros dispuestos a todo…
Barbarroja surca audazmente el estrecho ante la boca de los cañones otomanos con la intención de interceptar al Bahadur, espléndido navío turco de línea, a su regreso de Estambul. En efecto, cada año, el Bahadur recala en todas las provincias del imperio turco para recaudar el tributo y los regalos para el sultán, supremo emir de los creyentes.
Sin embargo, Barbarroja y Eric no ansían los fabulosos tesoros que trans-porta el Bahadur, sino que pretenden rescatar a una cautiva, Carolina de Muratore, secuestrada por los moros…
Si llegara a desaparecer o a permanecer encerrada para siempre en un harén, el viejo ducado de Mantua volvería a pertenecer al imperio Austriaco tras la muerte de su abuelo Fernando Carlos IV.
El barón Spada, primer ministro de Fernando Carlos IV, es
un traidor vendido a los austriacos. Ha concertado con los berberiscos,
y gracias a su hombre de mano, la captura de
la joven.
50
Pero no saben que, habiendo adivinado sus intenciones, Khair Reis y Ruggieri van tras ellos a bordo de una veloz falúa y se aproximan a los estrechos que llevan a Estambul.
Todos los acontecimientos resumidos
en estas dos páginas a modo de introducción
de este nuevo episodio, fueron narrados en
detalle en los álbumes:
LA CAUTIVA y
EL BARCO DEL INFIERNO.
Por ello, después de bombardear e incendiar Argel, Barbarroja y Eric fuerzan la marcha para interceptar al Bahadur en los Dardanelos. A su
paso por Malta, embarcan a Guglielmo, un agente doble, y a quince renegados musulmanes
para dar gato por liebre a los turcos.
…Ya que, para congraciarse con el sultán, el dey de Argel quiere regalarle a la bella cautiva para su harén, y así, Carolina navega hacia Estambul a bordo del Bahadur.
Eric, que se ha visto mezclado fortuitamente en tan siniestro drama político, le ha prometido al viejo duque de Mantua que le traería a su nieta sana y salva. Junto a Barbarroja, y gracias a las fantásticas armas secretas del Halcón Negro, lanza un ataque extremadamente temerario contra Argel para arrancar a Carolina de las garras de los moros… Desgra-ciadamente, es demasiado tarde. Carolina ya no está en Argel…
Carolina de Muratore fue secuestrada frente a las costas de España por los piratas del almirante argelino Khair Reis, cuando volvía de Luisiana para estar al lado del duque enfermo… Pero en vez de matarla, como le ha prometido a Ruggieri, Khair se enamora de ella, y la trae de vuelta a Argel…
…Donde el dey cae igualmente presa de los encantos de Carolina y se la requisa para hacer de ella su favorita…
¡Tierra! ¡A proa!
¡Por fin!
¡La costa del imperio! Alá quiera que el Halcón Negro esté aquí y el Bahadur aún
no haya llegado.
5150
Aquella mañana, mientras el Halcón Negro prosigue, inasequible al desaliento, su interminable ir y venir por la desembocadura de los Dardanelos…
¡Por todos los demonios!
¡El Halcón Negro! ¡Ja, ja, ja…! Ha modificado ligeramente su aspecto, pero es él. ¡Y enar-bola la luna
de Argel!
¿Será, por fin, el Bahadur?
¡No! No es más que una falúa
corsaria. Ondea bandera de
Bugía.
¡Ah, de la toldilla! ¡Alerta…! Vela a babor, en
través…
¡Y mi pabellón almirante personal! ¡A esos perros rumíes no les falta astucia ni audacia! ¡Pero Alá está con nosotros!
Hemos llegado a tiempo, antes que el Bahadur.
No podemos atacar, ni siquiera
por sorpresa. El Halcón Negro no tendría ni para empezar con nosotros.
Resguardémonos. Seguramente nos estén observando desde sus cofas. Procuremos que
no nos identifiquen.
Demos la alerta a las ciudadelas turcas de ambas riberas. El Halcón Negro está expuesto al fuego cruzado de sus cañones. ¡No podrá escapar al nutrido bombardeo de cientos de piezas pesadas!
Conozco a los artilleros del sultán… Antes de poder ajustar el
tiro, el Halcón Negro habrá escapado a mar abierto gracias a su
maniobrabilidad.
Subir hasta el Bósforo, traer a la flota del sultán
al Cuerno de Oro, y derrotar al Halcón Negro antes de que pueda retirarse a mar
abierto.
Además, quiero a los rumíes con vida, y sobre todo, en la medida de lo posible, quiero su maravilloso barco intacto.
¿Cuál es el plan, entonces?
Y correrá al encuentro del Bahadur, que ya no puede
estar lejos, sin que nadie pueda darle alcance, y ajustará cuentas con él antes de que podamos
prestarle auxilio.
Pero antes, hemos de avisar al Bahadur del terrible peligro que le acecha a la
entrada de los estrechos y retrasar su
marcha.
¡Escondeos! ¡Rápido! Si esos berberiscos ven cristianos a bordo, todo
estará perdido.
Que Babá se quede en la toldilla y siga
observando las maniobras de
la falúa.
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¡Bien pensado, cojitranco! Pero el viejo Barbarroja tiene
más de un as en la manga… ¡Ja, ja, ja…! ¡Acabo de dar con la respuesta perfecta!
¡Todos a sus puestos!
¡Y eso no es lo peor! Nos arriesgamos a quedar atrapados
entre dos fuegos si resulta que una flota sube por el estrecho, mientras la otra
baja para cerrar la pinza.
¡Sangre y asaduras! ¡Tienes razón…! Bastaría con tres o
cuatro buques para cortarnos el paso e impedir que usemos nuestras armas secretas sin
que supongan un peligro también para nosotros.
¡Bah! Si esas ratas sospecharan algo, los fuertes turcos ya habrían abierto
fuego contra nosotros.
¡Hum! Hay otra posibilidad… La
proximidad de una escuadra enemiga. La falúa podría haber partido en
su busca.
¿¡Y qué más da!? ¡No nos
asusta!
Siempre y cuando podamos maniobrar libremente. Cosa prácticamente impo-sible si nos quedamos encerrados en este cuello de botella. ¡Ni siquiera podríamos orzar como ha hecho esa falúa!
La falúa regresa a
alta mar. Esto no me gusta
nada.
En menos de tres horas,
nuestro mensaje habrá llegado
hasta el gran almi-rante en Estambul. ¡La flota otomana
puede estar aquí al caer la noche para tomar a los rumíes
por sorpresa!
¿¡Cómo pretendes interceptarlo!? ¿¡Y avisar a la flota del sultán!? Este buque está entre ellos y nosotros.
Lo principal es salvar al Bahadur
y su preciado cargamento.
¡Por las asaduras del
diablo! ¿Acaso sospechan
algo? ¡Resulta inquietante!
Nuestra extraña maniobra sin duda
despierte la curiosidad de esos perros, pero no tenemos elección.
¡Tienes razón! ¡Maldita sea! ¡Los moros dan media vuelta!
¡Oh! ¡Novedades! ¡La falúa dar media
vuelta!
¿Qué?
!?
En cuanto estemos fuera de su campo de visión, atracaremos
frente a una de las fortalezas que vigilan la entrada del estrecho.
Se comunican entre ellas mediante señales ópticas.
5352
En Estambul, un poco más tarde…
Al mismo tiempo, en las bodegas del Halcón Negro, los hombres de Barbarroja se afanan en una extraña tarea…
Y así, mientras Khair Reis se hace a la mar con la esperanza de interceptar al Bahadur antes que el Halcón Negro, en la torre más alta de la fortaleza, un enorme espejo parabólico de cobre capta los rayos del sol y manda señales luminosas a la plaza fuerte vecina que las transmitirá a su vez a la siguiente, y así, sucesivamente…
Cuento con ello capitán. Tengo más
instrucciones para el
gobernador.
Se hará como deseas, efendi.
Tu mensaje habrá llegado a su destino antes de dos horas.
¡Almirante Khair Reis! ¡Qué honor! Tu incomparable reputación
ha llegado hasta nosotros. El gobernador de esta
fortaleza estará…
¡Basta, capitán! Aquí tiene mis salvo-conductos. Necesito
transmitir un mensaje urgente a la flota de Estambul y hacerme al mar enseguida.
Khair Reis es quien manda esa falúa.
¡Khair Reis, el terror de los
infieles!
Llenadlos hasta el borde. Cerradlos con una vejiga de cerdo estanca llena
de pólvora y provista de una mecha engrasada…
Y lastradlos para que aguanten de pie en el agua.
¡Rayos! Eso agotará nuestras
reservas de fuego griego.
¡Fin del mensaje…! ¡Rápido…! ¡Que un
jinete se lo lleve al gran
almirante!
El Halcón Negro dispone de una instalación de bombas y sifones para escupir contra sus adversarios una mezcla de petróleo, azufre y pez, llamada fuego griego, que utilizaban ya los buques bizantinos allá por el siglo VI, y cuyo secreto ha descubierto Barbarroja…
Tal vez, pero ni un solo barco turco cruzará
mi barrera. ¡Je, je, je!
54
Mientras tanto, mucho más al sur…
El mensaje de Khair ha llegado hasta el gran almirante de la flota Otomana en su palacio del Cuerno de Oro, en Estambul…
En efecto, se trata del Bahadur que navega majes-tuosamente cubierto de doraduras, estandartes y pendones.
Al rato…
Al mismo tiempo…
Mientras, una poderosa escuadra compuesta por cinco veloces falúas armada cada una con 60 cañones sale de Estambul y ocupa todo el estrecho en formación de línea navegando a todo trapo rumbo sur y hacia la desembocadura de los Dardanelos…
¡Velas a proa! ¡Aparejo de guerra!
¡Por fin! ¡El Bahadur!
¿Una embosca-da? ¡Piratas en nuestras
aguas!
Tenemos que capturarlos con
vida… Este es el plan…
¡Falúa a proa! ¡Enarbola el
pendón almirante de Argel! ¡Manda poner en facha!
¡Un barco cristiano que navega con pabellón
argelino por los estrechos! ¡Que la escuadra del pachá Solimán zarpe inmediatamente para interceptarlo! ¡Lo
quiero intacto!
¡Por la barba
del profeta! ¿¡Khair Reis!?
¡Nos han visto!
¡Contestan! ¡Timonel! ¡Acércate
todo lo que puedas! ¡Armad
un bote!
¡Todos los barriles
listos para ser lanzados,
capitán!
Nos harán falta si el Bahadur tarda
en llegar.
¡La sorpresa será total! No nos verán llegar y podremos abordarlos antes
de que puedan maniobrar.
Si mantenemos este ritmo, llegaremos a mar abierto y caeremos sobre
los piratas francos al caer la noche.
5554
Una hora más tarde…
Una hora más tarde…
Pasan las horas, cae la noche… En las bocas del estrecho, el Halcón Negro sigue orzando, incansable.
El Halcón Negro, vira remolcando sus botes cargados de toneles llenos defuego griego.
La maniobra es ejecutada sin una orden dada a gritos, sin un solo ruido de silbato. En silencio e invisible en la oscuridad, el buque cambia de rumbo y vuelve a la bocana…
¡Babá! ¡Manda apagar todas las lumbres! ¡Pipas
incluidas!
No se ve a tres cables de distancia. Tendremos que
guiarnos por las luces de las riberas.
¡Listos para orzar! ¡Silencio absoluto! No
quiero oír el más mínimo ruido a bordo. Que las tripulaciones de las
chalupas tomen posición.
El Halcón Negro se queda aquí, cruzando de una orilla a otra. Nosotros nos apostaremos
con las chalupas a media milla hacia tierra, en medio del paso.
Mandaré el bote mayor. Babá y Trespatas, los otros dos. En cuanto lleguemos a la bocana, desaparejaremos y tomaremos
posición en su parte más estrecha.
Hum… Nos estamos arriesgando mucho.
Vamos a meternos en una auténtica nansa en la que no podremos maniobrar y estaremos expuestos al fuego cruzado de
ambas orillas.
Hasta que se haga de noche del todo, finjamos retirarnos a mar abierto. Volveremos con la oscuridad total, sin lumbre
a bordo, y precedidos por nuestros botes y toneles.
¡Fuego del infierno! Vamos a tener que volver a la parte más estre-cha de la bocana si no queremos que ese maldito Bahadur aproveche la oscu-ridad para pasar antes nuestras narices sin luces a abordo para no llamar la atención.
¡El diablo está de nuestra parte!
¡Hay luna nueva! ¡La oscuridad será
total!
56
Cargadas hasta los topes y en formación estrecha, las tres chalupas se alejan del Halcón Negro y, en silencio total, suben por el estrecho hacia su parte más angosta…
El chincho-rro llega a su puesto de vigilan-cia, muy ade-lantado con respecto a las barcas.
A bordo del Baha-dur, sin embargo…
En ese momento…
Tomaré posición con el chinchorro una milla* más arriba. Así podré alertaros
a tiempo de cualquier enemigo que pueda tomarnos en maniobra
de pinza.
Recoged los remos. Estamos en la parte más estrecha de la bocana. Estad
listos para desplegar los
brulotes.
*Milla náutica: 1852 metros.
¡Maldición! ¡No se ve a un palmo! Habrá
que estar atentos al
menor ruido, muchachos.
¡Capitán! ¡El Bahadur!
¡Tripas del diablo! ¡Es él!
¡Por fin!
Ruido de voces y aguaje a lo lejos.
¡Y crujido de arboladuras! ¡Se nos echan encima varios barcos!
¡Capitán! ¡Escuche!
Ya tendríamos que haber divisado a los piratas francos.
Ojalá que la escuadra llegue a tiempo
a la cita.
Sí, capitán…
¡Ja, ja, ja! No sospecha nada. ¡Viene directo hacia nosotros!
¡Zafarrancho de combate! ¡En silencio total!
Comunicaré con vosotros mediante esta linterna. Estaré apostado en la orilla derecha. La señal serán tres destellos cortos o dos disparos.
5756
Pero la noche oculta algo importante a los vigías turcos: La presencia, ante sus nari-ces, de tres chalupas del Halcón Negro que se afanan en botar, en la parte más estrecha y en su través, las minas, enganchadas entre sí, que ha confeccionado Barbarroja.
Los piratas tienen el sentido del oído agudizado pues, en efecto, las cinco falúas de Solimán bajan hacia el estrecho a gran velocidad y sin luces a bordo dispuestas a cortarles el paso a lo ancho.
Pero a media milla más abajo…
¡A los remos, muchachos! ¡Bogad con
brío!
Transmitiré la señal con las pisto-las para que no haya confusión con las
de los turcos.
Ya no hay duda de que se trata de barcos de guerra.
¡Una escuadra entera!
¡Capitán, mire! ¡Seña-les lumino-sas! ¡Y las fortalezas contestan!
¡Reducid la distancia! Nos acercamos a las fortalezas de
Çanakkale. El paso se estrecha
peligrosamente.
Los rumíes estarán navegando más hacia
mar abierto. Si el Bahadur llega a la hora prevista, los apresaremos entre
dos fuegos.
Aquí, la orografía de las orillas nos mantiene ocultos.
Solicitad novedades a las fortalezas mediante señales
luminosas.
¡Es la señal! ¡Desplegaos, muchachos! ¡Soltad los brulotes
en la línea de los dos fuertes!
¡Bogad con brío, chicos! ¿¡Has
oído esas detonaciones!? ¡Provenían de
la orilla derecha!
¡Bah! Será un cen-tinela presa
de los nervios.
¡La respuesta
de los fuertes,
excelencia!
Per-fecto.
El Bahadur está a la vista. El navío franco está oculto
entre él y nosotros en el linde del estre-cho. Desde ayer, los
fuertes han procurado no molestarle para
evitar que se dé a la fuga.
58
…Y con el fantástico impulso que le confiere el viento en popa, cae sobre el flanco del pesado buque otomano…
El Halcón Negro cambia repentinamente de rumbo…
Como una flecha, el Halcón Negro se acerca al Bahadur, mucho más lento.
Mientras tanto, el Halcón Negro orza para ganar velocidad… Silencioso e invisible como un gran rapaz nocturno, se dirige al Bahadur, cegado por sus propias luces.
En cuestión de minutos, los ocupantes de los botes han tendido, entre ellos y las dos orillas, una barrera invisible y mortal de máquinas infernales que anclan por los extremos para que no se muevan.
¡Justo a tiempo! Remando a toda marcha, el chinchorro se reúne con los botes que esperan uno junto al otro.
¡Los turcos nos pisan los talones! ¡Volved al Halcón Negro, yo me encargo del resto!
Y ahora, el ancla.
Cabo botafuego.
Cabo de anclaje.Fondo
lastrado.
Ancla.
¡Todos a sus puestos de
abordaje! ¡Listos para cargar foques
y velas bajas!
¡Por las asaduras del diablo, muchachos! ¡Vamos a
caer sobre ellos sin que tengan tiempo de tocar a zafarrancho
de combate!
¡Cargad las piezas
de babor con metralla!
¡Apuntad a ras de cubierta! ¡Evitad el castillo de popa! ¡Es donde tienen a la prisionera!
¡Batería de babor! ¡Fuego…!
¡Granaderos! ¡Fusileros! ¡Fuego
a discreción…!
5958
En la cubierta del buque Otomano la sorpresa es total… Una sorpresa que pronto se transforma en pánico…
Al mismo tiempo, de las gavias del Halcón Negro, caen andanadas de granadas sobre el puente del Bahadur.
En ese momento, más arri-ba, en el estrecho.
El estruendo de la batalla también ha llegado a las falúas otomanas.
De todas formas, es demasiado tarde. Las falúas, que navegan a la velocidad de un caballo desbocado y en formación demasiado cerrada como para intentar cualquier maniobra evasiva, ni siquiera tienen tiempo de frenar su marcha. Las del centro de la línea ya enganchan la barrera de minas.
¡Los rumíes…! ¡A
las armas! ¡A las armas!
¡Adelante! ¡Al abor-daje! ¡Sin cuartel!
¡Escuchad! ¡El Halcón Negro ha interceptado al
Bahadur!
¡Alerta! ¡La escuadra enemiga! ¡Bote el fuego, capitán!
¡Alerta! ¡El Bahadur está siendo
atacado!
¡Llegamos demasiado tarde!
¡Forzad la marcha!
¡Ah, de la toldilla! ¡Alerta…! ¡Luces a
ras del agua, justo delante!
¿¡Luces!?
¡Bah! ¡Serán fuegos
fatuos! ¡El cielo amena-za tormenta! ¡Zafarrancho de combate general!
60
A bordo del Bahadur, el combate también llega a su fin…
El cabo que sujeta las máquinas infernales de Barbarroja es arrastrado por las proas de las falúas de cabeza mientras las anclas lo frenan por ambos extremos haciendo que caiga sobre los flancos de los barcos, envolviendo inexorablemente a toda la escuadra turca… ¡De repente se desata el infierno…! En cuestión de segundos, y uno tras otro, los barriles repletos de pólvora y fuego griego estallan escupiendo géiseres de líquidos inflamados.
…Y así…
¡Por piedad! ¡Por
Alá! ¡No dispa-ren más!
¡A muer-te!
¡Piedad efendi…! ¡Nos rendimos…! ¡Nos
rendimos!
¡Desarmad a todo el mundo y reunidlos en cubierta!
¡Y vosotros, registrad esta bañera hasta la base del
mástil!
6160
Y así, en el Bahadur…
Mientras tanto, Eric y sus compañeros han llegado al lugar de la batalla.
¡Cuernos pelados! ¡Sangre y asaduras! ¡Las futuras mujeres
del sultán! ¡Las chicas más hermosas de su imperio!
¡Destinadas a su harén!
¡Capitán! ¡Mire qué hemos
encontrado! ¡Estaban escondidas en los apartamentos del
alcázar!
No os preocupéis, guapas, que
nadie os tocará un pelo. ¿Cuál de vosotras es
Carolina de Muratore?
Bellas mujeres… Mis respetos floridos y perfumados… Siento haberlas sacado tan
bruscamente de su sueño.
¡Padre! ¡Alabado sea dios! ¡Estás
vivo!
Y sobre todo, ¿cómo han logrado los turcos saber quiénes éramos a pesar de nuestra
estratagema?
¿Qué me dices de esa
falúa sospechosa que vimos ayer por
la mañana? Dio media vuelta en dirección a
mar abierto al vernos…
¿¡Qué más da eso
ahora!?
Sí, para cuando haya despuntado el alba tendremos que estar lejos.
Este mar es prácticamente propiedad de los turcos.
¡Nos perseguirán sin descanso! ¿Dónde está Carolina de Muratore?
La hemos buscado por todas
partes, hijo. No está entre estas bellas
mujeres… Los turcos la tendrán escondida
en el fondo del barco, pero no dicen ni
«mu».
Y tú también. ¡Cuernos pelados, muchacho, menudos fuegos artificiales!
¡Se ha iluminado todo el cielo!
La escuadra turca que debía atacarnos por la retaguardia ha sido aniquilada. Eso nos da unas horas de margen.
¿Quién les informaría
de nuestra presencia?
62
…Momentos más tarde…
Eres demasiado sensible, muchacho.
Ellos no habrían vacilado un segundo.
¡No! ¡Nada de torturas! ¡Me opongo!Aquí ha
pasado algo. Huele a gato encerrado.
Nada, señor. No consigo sonsacarles nada. Y no hay manera de que los oficiales
supervivientes suelten prenda.
Guglielmo habla su idioma y las
está interrogando, pero las desdichadas no
saben nada.
¡Babá! Corre a la bodega del Halcón Negro y
trae un barril de panceta salada o de manteca de cerdo medio
vacío…
¡Aquí tener! Ser el último barril de manteca que tener.
¿Ser suficientemente grande?
¡Perfecto! Pósalo y
ábrelo ante los turcos.
Je, je, je… Tal vez tenga una idea.
Conozco una manera de que los mudos
canten.
La ley coránica dicta que el cerdo
es un animal impuro. Ningún creyente
tiene la más mínima esperanza de
alcanzar el paraíso de Alá si va todo embadurnado de grasa de cerdo.
¡Qué tontería!
¡Están espantados! La muerte no les da miedo,
pero la blasfemia les repugna.
¡Ya han pasado los dos minutos! ¡Vamos allá! Empecemos por este de aquí, le he estado observando y parece el más cobarde de todos.
Guglielmo transmite la terrible amenaza.
Guglielmo, escoge de entre estos buenos musulmanes al más pío de todos. Y dile que lo lanzaremos al mar,
metido en este barril de manteca de cerdo lastrado de plomo, si en dos minutos no nos ha dicho dónde
está Carolina de Muratore.
6362
En ese momento, a una docena de leguas a vuelo de pájaro del Halcón Negro, pero separado de él por la península, la falúa de Khair Reis acaba de echar el ancla en el golfo de Saros.
Mientras…
¿Y Carolina de Muratore?
¿¡Dónde está la cautiva
cristiana!?
¡Piedad, efendi! ¡Hablaré!
¡No! ¡Esa porquería
no!
¿Qué ha dicho?
¿Qué?¡Cuernos
quemados!Que el
Bahadur fue alcanzado
ayer por una falúa de Argel.
¡Es la que dio media vuelta al vernos!
Esa falúa estaba al mando del almirante
Khair Reis.
¡Por todos los…!
¡Ahora lo entiendo!
El almirante Khair Reis avisó al comandante del Bahadur de que su buque iba a ser atacado por el Halcón Negro pero que debía acceder a servir de cebo para la captura de los piratas rumíes. Una escuadra entera venía hacia aquí para rescatarlo atacando a sus
enemigos por la retaguardia.
Espero que Solimán Pachá los haya capturado con vida. ¡Quiero verlos
empalados ante Topkapi!*
*Palacio del Sultán, en Estambul.
¡Ja, ja, ja! ¡A estas horas, Barbarroja y su maldito barco estarán durmiendo
con los peces!
¡POR LAS ASADURAS DEL
DiABLO!
Khair Reis se la llevó
para entregarla personalmente al Sultán. Espera así
poder obtener la protección
del emir de los creyentes ante la justicia de
Argel.
Por la orilla llegaremos a Estambul mañana
por la noche. Entre-garé personalmente
a Carolina de Muratore al sultán, y volveré con la cabeza bien
alta a Argel.
¡Y yo a Mantua! ¡Por fin!
Khair Reis y esa sabandija de Ruggieri nos
la han vuelto a jugar. ¡Y esta vez para siempre! Ya no hay
manera de liberar a Carolina de Muratore. ¡El diablo
sabrá dónde está!
Yo también lo sé.
De camino a Estambul. Y ahí
es donde iremos a buscarla. ¡A Topkapi! ¡Al palacio del
sultán!
Eh… Pero… Pero ¡eso es una
locura!
64
Al día siguiente, al alba, en la entrada del estrecho…
En efecto, enarbolando la gran empavesada, el Bahadur, del que ascienden hurras y música triunfal, acaba de penetrar por la bocana, custodiando al Halcón Negro en cuyo palo mayor ondea un enorme pabellón otomano y que arrastra el suyo por el mar, al revés, en señal de derrota…
¡Alerta! ¡Dos navíos entran por la bocana!
¡Por las barbas del profeta!
¡Es el Bahadur! ¡Y está escoltando al buque franco! ¡Ha salido victorioso del combate de
esta noche!
¡Es increíble, hijo! ¡Parece que funciona! ¡Ni siquiera lo comprueban!
¡Victoria! ¡Una salva de honor!
Al fin y al cabo… ¿Qué
más dará morir en
Estambul o en otra parte?
¡Y tengo un
plan!
Si de puro milagro llegamos al Cuerno de Oro, ¿cómo haremos, cuando estemos en
Estambul, para llegar hasta las puertas del palacio del Sultán?
Le seguirá con el resto de nuestra
tripulación, disfrazado. Como si hubiera sido
capturado por el Bahadur que trae triunfalmente a
su presa. Bastará con camuflarlo un poco
¿Y el Halcón Negro?
Transfiramos a Guglielmo y a la mitad de nuestros hombres
disfrazados al Bahadur. Bastarán para vigilar a una
tripulación reducida de prisioneros y renegados
que lleve a cabo la maniobra.
¡No podremos remontar los estrechos hasta Estambul! ¡Y mucho
menos volver a bajarlos, suponiendo que podamos
rescatar a la cautiva ante las narices de la
flota turca!
Precisamente. Es una empresa tan rematadamente
loca, que jamás ningún turco se
imaginará que nos hemos atrevido a embarcarnos en
ella.
¡Cuernos quemados, muchacho! ¿Y cómo
pretendes pasar ante
los cañones turcos?
¡Gracias al Bahadur! Todo lo más que los turcos han visto han sido los destellos del combate, y a lo lejos, en la oscuridad de la noche. ¡Será fácil convencerles de que el Bahadur ha salido victorioso!
Pero no estáis obligados a seguirme. Estoy dispuesto a
emprender este viaje en el
Bahadur con un puñado de voluntarios.
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