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    Brian W. Aldiss

    CAPULLO EN FLOR

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    Brian Aldiss acaba de entrar en la cuarentena y vive en Berkshire, Inglaterra, con unaesposa, un gato y cuatro hijos. En 1969 gan el primer premio de Australia al mejorautor contemporneo de ciencia ficcin. La Asociacin Britnica de Autores de CienciaFiccin le design recientemente el autor de ciencia ficcin ms popular de GranBretaa por una mayora que haca pensar en una eleccin de los pases balcnicossituados al otro lado del teln de acero. Basta echar un vistazo a los mritos pasados

    de Aldiss (cuya resea ocupara ms pginas que el presente relato) para comprenderpor qu estos honores caen sobre l de forma casi natural.

    Sus ltimas novelas Report on Probability A (Informe sobre la probabilidad A) yBarefoot in the head (Con la cabeza descalza) revelan una notable inventiva en elestilo y en la idea. Su inters por la ciencia ficcin como forma literaria le llev aeditar, en compaa de Harry Harrison, una revista critica titulada "SF Horizons", cuyavida fue desafortunadamente breve. An contina coeditando con Harrison unaantologa anual de ciencia ficcin.

    Aldiss y familia son viajeros empedernidos como resultado de los viajes que l hizocuando luch en la segunda guerra mundial. En 1964, Aldiss y la que entonces era suprometida viajaron a Yugoslavia en un viejo Land Rover. De esa experiencia surgi unprofundo libro de viajes, Cities and Stones (Ciudades y piedras).

    Puedo aadir que sus peripatticas costumbres resultan frustrantes para cualquiereditor. Aldiss me envi el manuscrito de Capullo en Flor desde Berkshire con una notaen la que comentaba casualmente que ese mismo da sala rumbo a Estados Unidos,donde tena intencin de visitar a Harry Harrison. Harrison, que tampoco es malviajero, se encontraba en esos momentos a mitad de camino entre Nueva York y lacosta oeste, donde tena intencin de aposentarse en la zona de la baha de SanFrancisco. (Finalmente acab instalndose en la zona de San Diego). Me pas casi tresmeses persiguiendo a Aldiss por Estados Unidos para hacerle una oferta; se me escapen Nueva York, o rumores de que se encontraba en Chicago, luego descubr que l yHarrison iban a hablar ante un grupo de estudiantes del Harvey Mudd College de Los ngeles, y as sucesivamente. El caso es que nunca consegu darle alcance. Porfortuna, el servicio postal de Su Majestad Britnica pudo hallarlo finalmente y ello tuvo

    como resultado que Capullo en Flor figure en este volumen.Capullo en Flor es uno entre varios relatos recientes de Aldiss dedicados a examinar los peculiares procesos de pensamiento de los chinos. Contiene una de las escenaserticas ms alegremente explcitas que he ledo, una escena que, pese a toda suclaridad, uno puede dejar leer a su ta soltera sin que sta arquee tan siquiera lascejas. Supongo que a estas alturas habr quedado ya bastante patente la admiracinque personalmente siento por este cuento.

    Una tarde del ao trescientos uno del segundo milenio de la Bondad Universal, LobInson Mik hizo una profunda reverencia ante su patrn, el comisario de tribunales dejusticia, Bur Ton, se desliz su mscara de calle y ech a andar por Piccadilly Circus a

    pleno sol.A simple vista, nadie hubiera adivinado que guardaba un secreto mortal. En muchosaspectos, era un funcionario corriente de la capital de la Repblica China de GranBretaa, de cuerpo delgado, con oscuros ojos almendrados, una cara lisa y redonda yuna mata de cabello castao rizado. No llamaba la atencin entre la muchedumbre quese daba de codazos en el Circus.

    La actitud de Lob Inson tampoco se diferenciaba en ningn modo de su conductahabitual. Al llegar a la esquina, se detuvo junto al puesto de diarios donde la viejecita

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    de costumbre estaba sentada vendiendo peridicos, cigarrillos, grabados, flores yanticonceptivos. Con una sonrisa, escogi una xilografa de un antiguo monorral, deltipo que haba quedado en desuso un siglo atrs, con un fondo de gigantescascascadas y el monte Snowdon. Mientras la viejecita se lo envolva en un papel deperidico, Lob Inson dijo:

    -Es para mi mujer; hoy es el cumpleaos de nuestro hijo mayor.

    Con su rollo en la mano, se abri paso entre la densa multitud. Antes de coger suautobs se detuvo, como tantos otros, para levantar la mirada hacia la gran pantallaque cubra parte de un edificio y donde se proyectaban las noticias. Por la pantallapasaban grandes carros de combate que desembarcaban de unos gigantescossubmarinos en las playas del norte de frica, un gran nmero de carros de combate ytras ellos las tropas de la Gloriosa Repblica Universal. La guerra contra frica Unida,la nica otra gran potencia que quedaba en el mundo, entraba ya en su dcimo mes ypareca estar bastante claro quin la ganara. Ello tal vez explicase el aire impertrritode los espectadores.

    La escena cambi para mostrar la contrainvasin, con el ataque de los africanos alsector albans. Este sector, uno de los ms antiguos y leales de la Repblica Universal,

    era objeto de una dura contienda. Se vio una imagen de una casa de campo. Ungigantesco soldado africano apareci en la pantalla. Arrastraba a una muchacha chinapor un brazo. Con la otra zarpa se desgarr la parte delantera de los pantalones. Elauditorio contuvo el aliento. Primer plano de su rostro sudoroso, las fosas nasalesdilatadas, gritos de la muchacha. Le arrancan el vestido, sus senos quedan aldescubierto. El negro la viola. Detallados enfoques de la accin.

    -Y el fotgrafo por qu no hace algo? -pregunt un hombre de la multitud. Luegoech un vistazo a su alrededor por si lo haba odo la polica secreta y se escabull.

    Cuando Lob Inson dirigi la mirada hacia el lugar por donde haba desaparecido elhombre, descubri una muchacha al borde de la multitud, con los ojos fijos en la gentems que en la pantalla. La mir atentamente al cabo de un minuto se le acerc.

    Era una tpica muchacha londinense, con cabellos lisos y oscuros, ojos azules, mejillasregordetas, pulcramente vestida con un provocativo traje azul noche que le llegabahasta los tobillos. Descubri a Lob Inson cuando ste ya se le acercaba. Lade lacabeza, su barbilla se levant ligeramente, le lanz una mirada modosa peroinconfundible. Lentamente esboz una ancha sonrisa para mostrarle que tena losdientes sanos.

    Lob Inson se detuvo frente a ella e hizo una amable reverencia sin quitarse su mscarade calle. Con ello manifestaba que la consideraba de rango inferior. Ella lo acept y lecorrespondi con una reverencia ms profunda que la de l.

    Ella le gust. El corazn comenz a latirle un poco ms fuerte, pero nada manifestexteriormente. Ella se mova lenta y cortsmente con una inclinacin a lavoluptuosidad. Y no tena la piel spera y blanca como otras chicas de placer.

    Resultaba tan sensual como le haba parecido a primera vista.Amablemente, de acuerdo con las normas prescritas para esos casos, l le hizoalgunas preguntas. Era una chica autorizada, pero slo llevaba una semana enLondres, adonde haba acudido procedente de la regin agrcola de los alrededores.Haba recibido una preparacin adecuada en el arte de dar placer y tena diplomas enmovimiento fsico, terapia posicional y psicologa. Su precio era razonable y su alientoera bueno. Su nombre profesional era Capullo en Flor.

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    Una vez cerrado el trato bajo la escena de la gigantesca violacin, que fue transmitidacon tanto detalle como la campaa africana, Lob Inson se dirigi al autobs y Capulloen Flor le sigui a corta distancia.

    Subir al autobs era siempre una lucha. Los buenos modales de la muchedumbredesaparecan cuando se trataba de subir a un vehculo, como si una locura pasajeraaflorara a travs de la controlada calma habitual. En el metro era todava peor. LobInson se abri paso a empellones hasta el compartimiento de hombres, mientrasCapullo en Flor suba a la parte trasera.

    Dej vagar su mente, olvidndose de la muchacha para mirar los carteles murales.Aparte de alguna publicidad de artculos de uso domstico, la mayora de ellos eranexhortaciones al odio: odia a los confidentes, odia a los murmuradores, odia a losespeculadores, odia a los enemigos. Aunque el odio era la nica forma de preservar laBondad Universal, Lob Inson se estremeci al pensar en la informacin secreta queposea.

    Lob Inson tena su hogar en Erscort, un nidito de pequeas habitaciones, en el quintopiso de un bloque de apartamentos. Mientras suban en el ascensor, Lob Inson se quitla mscara de calle y le hizo un leve gesto a la muchacha, dndole a entender que ya

    podan actuar de manera menos impersonal.-Es una zona muy agradable para vivir -dijo ella-. El edificio parece muy resistente yeste ascensor es el ms silencioso que he utilizado en mi vida. Quisiera poder seguirsubiendo eternamente si ello no supusiera renunciar al placer de acompaarle hasta sucasa.

    -Por desgracia, es un ascensor algo antiguo y temo que mi pequeo hogar te parezcatambin un poco pasado de moda, pero mi familia te dar una buena acogida, Capulloen Flor.

    -La idea de ver a su esposa me deslumbra, Lob Inson Mik.

    El ascensor se detuvo y los dos bajaron. Lob Inson sac la llave de su casa mientrasavanzaban por el pasillo, abri la puerta e hizo pasar a Capullo en Flor. Entraron en la

    pequea sala de estar. Entonces apareci Lob Inson Lu, vestida con ropas de estar porcasa y salud a su esposo con una reverencia.

    l le ofreci el rollo con el grabado. Lu lo abri y sonri.

    -Es una obra de una gran belleza, Mik. Tu percepcin habla muy bien de ti y llena deplacer todas nuestras vidas.

    -Concedes excesivas alabanzas a tan modesto gesto, esposa ma. Permite que tepresente a la seorita Capullo en Flor, que pasar parte de esta velada conmigo.Seorita Capullo en Flor, sta es mi honorable esposa.

    Capullo en Flor hizo una profunda reverencia.

    -Por favor, levntate para que pueda admirar tu rostro adems de tu peinado -dijo Lu.

    -Para m es un placer inclinarme ante tan augusta serenidad y madurez como lasvuestras.

    -Pero llevas un vestido muy bonito, Capullo en Flor, y tambin lujoso. Debes habertenido que trabajar largo y duro para obtenerlo.

    -No tanto, seora, pues con mi juventud, un corto tiempo ofrece altas aunque nomerecidas recompensas.

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    Un poco incmodo con esta conversacin, Lob Inson se alegr cuando su cuadofavorito, Claw Fod Jon, entr, colg su chaqueta y se sent en una silla mientras Luechaba una mano a la criada que estaba preparando el t.

    -Buenas noticias sobre la guerra, naturalmente -dijo Claw Fod con la vista en elperidico; luego aadi en voz mas baja-: si puede darse crdito a lo que dicen. Entrelos jefes de mi departamento, hoy corra el rumor de que no hay ninguna guerra.

    -Pero nos han bombardeado -dijo Lob Inson tambin en voz baja.

    -Una vez, cuado, una vez. Tal vez intentaran dar as ms realismo a la cosa. En elMinisterio de Propaganda son verdaderos artistas. El racionamiento de alimentos y laescasez de viviendas en Londres podran ser otras muestras de sus dotes artsticas. Talvez t y yo, querido amigo, no seamos ms que el pblico sobre el cual proyectannuestros gobernantes sus neurticas fantasas de dominacin. Qu me dices?

    -No deberamos hablar de este modo, Claw Fod. Permite que te presente a mi nuevaamiguita.

    -Con mucho gusto. He hablado neciamente. Su aspecto es agradable.

    -Claw Fod Jon, sta es la seorita Capullo en Flor.

    -Te portas bien en la cama, cario?

    -Algunos hombres han tenido la amabilidad de asegurarme que s, seor, pero laexageracin es un defecto corriente y el deseo de ser amable puede pesar ms que lasinceridad.

    -Conoces la posicin de la yegua blanca fugitiva?

    En las mejillas de Capullo en Flor se formaron unos hoyuelos secretamente seductores.

    -Pese a las limitaciones que impone mi edad y mi experiencia, aunque no, espero, miflexibilidad, me consideran especialmente experta en la posicin de la yegua blancafugitiva, seor.

    Claw Fod se frot las manos y dirigi unos sonidos guturales de felicitacin a sucuado.

    Entonces lleg el t y, con l, Mar Len, la criada, Lu y su hijo mayor, Lob Inson Piter,que ese da cumpla aos y estaba jugando con una pelota roja. La conversacin segeneraliz en torno a las fragantes tazas. Los hombres hablaban entre s, las mujerescharlaban entre ellas y Piter hablaba con todos. Fueron llegando del trabajo otrosmiembros de la familia y la pequea habitacin estuvo pronto repleta. Capullo en Florfue presentada sucesivamente a todos los que iban llegando y en cada ocasin supodecir algo agradable.

    Escudndose en la charla de las mujeres, Claw Fod le dijo a Lob Inson:

    -Y si lo que te he dicho fuera cierto, cuado? Y si no estuviramos en guerra confrica?

    Claw Fod haca constantemente preguntas escabrosas como esa desde que habaentrado a trabajar en uno de los departamentos ms jvenes del Ministerio dePropaganda.

    -Si nos dicen una cosa, debe haber una buena razn para ello -dijo Lob Inson.

    Era imposible replicar a eso. Pero Claw Fod se limit a decir:

    -Deberamos saber qu sucede realmente. Has odo alguna nueva noticia hoy en laoficina?

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    -Me he enterado de una cosa que te contar despus, cuando estemos a solas.

    La captacin de informaciones haba llegado a constituir una especie de aficin para losdos hombres, aunque Claw Fod siempre llevaba la iniciativa del juego. Las restriccionesimpuestas a los viajes eran tan grandes, la reconstruccin de la historia estaba tanavanzada, el adoctrinamiento de los nios era tan meticuloso, que resultaba casiimposible conocer la situacin mundial.

    Claw Fod suspir al pensar en las dificultades que sufran y dijo:

    -Al menos, con los aos, parece que hemos logrado recoger algunos resquicios deinformacin clara. Es evidente que antao la Gran China exista slo en Asia. Tal veznaci del vientre de Marx y Mao Tse-tung.

    -Prefiero creer la otra leyenda, la de que exista antes que ellos, pero era un lugareternamente sumido en la oscuridad hasta que ellos llegaron para iluminarla con laantorcha del comunismo.

    -Podra ser una explicacin adecuada, cuado. Tu sabidura me convence. Luego, elresto del mundo adquiri la clarividencia suficiente para pedir ser aceptados bajo susagaz dominio y la primera en aceptar tal honor fue la brbara tribu rusa.

    -Permteme un segundo, Claw Jon. Si esa tribu rusa era tan brbara, debi ser laltima en aceptar el dominio ilustrado.

    -Tal vez era la que estaba ms prxima.

    -Tal vez los rusos tambin tenan una doctrina comunista.

    -Cmo es posible que fueran brbaros?

    -Tal vez existen dos tribus distintas con el mismo nombre de rusos?

    Nuevamente, como tan a menudo les ocurra, se haban perdido en un laberinto decontradicciones. Pero discutan sin apasionamiento. Era slo un ejercicio intelectual;cualquiera que fuera la verdad autntica, entre las muchas que les rodeaban, ello noafectara para nada sus vidas ni su bienestar. Y, al menos algunos aspectos estaban

    claros. Por ejemplo, en trminos generales se saba que finalmente los britnicos, otratribu brbara, haban aceptado el dominio de China, siguiendo el ejemplo de susvecinos, y as se haba iniciado sobre la Tierra el primer milenio de la GloriosaRepblica Universal.

    Los britnicos haban sido la tribu de diablos extranjeros que haba actuado de manerams civilizada; el sistema los haba asimilado, no por aniquilacin, sino a travs dematrimonios mixtos hasta llegar al momento presente en que, dadas las superiorescapacidades reproductoras del pueblo chino, haban quedado anulados. Algo distintohaba ocurrido con los norteamericanos, y la mayor parte de los esfuerzos del primerPlan Milenario Celestial haban estado encaminado a la educacin forzosa de losnorteamericanos. Finalmente, durante el Siglo de las Coronas de Flores y la Radiacin,se haban resuelto radical y definitivamente sus problemas, para gran provecho de

    toda la humanidad. As lo crean los dos hombres, guindose por lo que decan lasleyendas.

    La agradable charla de la hora del t fue interrumpida por Lu quien anunci que Piterdeba ir a desnudarse, pues era su hora de acostarse.

    Como si la seal tambin fuera dirigida a l, Lob Inson se levant al mismo tiempo,salud con una reverencia a varios de los parientes que le rodeaban y se acerc aCapullo en Flor.

    -Tal vez ahora podras seguirme al dormitorio?

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    -Ser un exquisito placer para m.

    Le sigui con modestia hacia el dormitorio.

    Una vez all, Capullo en Flor abri su pequeo bolso, sac una barrita de incienso, quecoloc en el quemador situado junto a la cama, bajo el retrato del abuelo de LobInson, y la encendi. Lob Inson se instal en la cama y contempl sus movimientos.

    Ahora que se dispona a hacer lo que mejor saba, Capullo en Flor pareca dotada deuna gracia hipntica. Cada uno de sus gestos pareca una conspiracin con elespectador. Todava no se haba despojado de su traje azul noche cuando Lob Inson yase derreta de placer.

    Fue doblando ostentosamente sus ropas a medida que se las iba quitando,depositndolas sobre una silla de mimbre, hasta quedar completamente desnuda. Erauna prostituta modesta. Se acerc a la cama tan tranquilamente como si estuviera enla calle con todas sus ropas puestas, sin exhibirse, con plena presencia, sonriendo unpoco.

    Se enrosc junto a Lob Inson sobre la cama y se inclin a besar sus pies, para darleocasin de observar el blanco de sus deseos, tan fresco como una ostra recin sacadadel agua. Ansioso de explorar las perlas que sta encerraba, l alarg una mano e

    introdujo un dedo, que ella aprision, mientras se volva ligeramente en la cama paracomprobar si l estaba disfrutando con su xito. Su rostro le ofreci amplias muestrasde que as era.

    Capullo en Flor retir su mano, se volvi hacia l y comenz a desnudarlo mientras lpermaneca all tendido. Los movimientos que tuvo que hacer para zafarse de susropas y la sensual destreza que demostr la muchacha en su tarea, hicieron que eseproceso resultara an ms ertico que cuando se desnud ella. Por fin se encontraronuno frente a otro, sin barreras.

    Cuando estaban as tendidos y Lob Inson se regocijaba en la contemplacin de lassuculentas formas llenas de la muchacha, entr Lu, hizo una reverencia ante su seor,y pregunt:

    -Puedo tener el placer de preparar un refresco para los dos?-Gracias, amable esposa. Y trae tambin un plato de esos chiles verdes, por favor.

    Lu se retir, mientras su esposo se dispona a hacer exactamente lo contrario. Chuplas puntas de canela de los senos de Capullo en Flor y gir la cara hasta que pudohundir la nariz en su sobaco e inhalar la deliciosa fragancia de su carne. Ella le cantabaen voz suave, como el arrullo de las palomas; dej que se apagara la msica parasusurrarle a Lob:

    -Queris que hagamos juntos la yegua blanca fugitiva? Se nota que sois un buenjinete, que no necesitar silla ni espuela!

    -Si, s, ser tu jinete, Capullo en Flor, y juntos recorreremos veloces las llanurassalvajes del xtasis!

    Ella le introdujo una lengua afilada en la oreja y le mordisque el lbulo.

    -Os debo advertir que soy una cabalgadura difcil de fatigar.

    La postura de la yegua blanca fugitiva no era fcil, a pesar de que Capullo en Flor eratan flexible como aseguraba. Slo cuando l sinti la fina superficie interior de losmuslos de la muchacha contra sus caderas sus tobillos se enlazaron en su nucaobligndole a acercar su rostro al de ella, pudo iniciar Lob Inson su ejercicio ecuestre

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    amatorio, y en ese momento el pequeo Piter entr corriendo en la habitacin,completamente desnudo.

    -Ya tendras que estar en la cama, jovencito -dijo su padre-. Y no me interrumpasahora. Tu padre est ocupado.

    -Pero, pap, slo quiero mirar para ver cmo lo haces! Otras veces me has dejado

    verlo.-Es bueno para el nio contemplar el placer de su padre -dijo dulcemente Capullo enFlor-. As cuando crezca e imite a su padre, sabr obtener placer y drselo a lasmujeres.

    -Puedes quedarte a mirar, Piter, ya que es tu cumpleaos.

    La cabalgata empez. La yegua blanca fugitiva cubri primero el terreno al msmodesto de los trotes, aunque no por eso dej de demostrar que era briosa y una purasangre en todos los sentidos. De momento, slo estaba mostrando su forma sobreterreno llano, pero ya se atisbaba la promesa de las prximas tierras montaosas, consus cumbres embozadas en la niebla. Lob Inson, que con frecuencia se habaejercitado en esa posicin, conservaba un dominio absoluto de la situacin.

    Cuando comenzaban a iniciar un modesto trote, Lu y Mar Len entraron en el dormitoriocon el refresco y los chiles y una fuente de melocotones baados en miel.

    -Conque aqu estabas, Piter, bribn! -exclam Mar Len-. El bao est preparado!

    Piter estaba desnudo, de pie junto a la cama, con una mano tmidamente apoyadasobre la bien formada nalga de Capullo en Flor. La pequea bandera que haca ondearno slo demostraba que comprenda lo que estaba haciendo su padre, sino tambinque algn da llegara a ser un caballero tan galante cmo l. Mar Len acarici esereconfortante despliegue exterior y dijo riendo:

    -Ven, vamos a refrescar eso en el bao!

    Mientras la criada se llevaba a Piter en medio de sus protestas, Lu sirvi dos vasos de

    sorbete a los contrincantes, insert dos pajitas en los vasos y se los alarg. Lob Insony su nbil corcel interrumpieron su marcha para sorber la refrescante bebida. Lu salidel dormitorio con un gesto de satisfaccin.

    Lob Inson cogi nuevamente las riendas, mientras la clida feminidad de Capullo enFlor le haca an ms difcil contener el paso.

    -Despacio, mi potranca -le advirti-. Todava no se divisa la meta. Primero debemosbuscar la posicin ideal antes de prepararnos para el ataque final.

    Obedientemente, Capullo en Flor volvi a adoptar un ritmo ms lento.

    Diez minutos ms tarde, mientras hacan otra pausa, pues ninguno de los dos deseaballegar demasiado pronto al punto donde el trote se convertira al fin en desenfrenadogalope, Claw Fod Jon entr de puntillas, se disculp y se sent junto a la cama.

    -Siento interrumpiros -dijo-. Slo quera ver cmo iban las cosas y admirar vuestroesplndido ritmo. Tal vez luego tambin yo pueda gustar las delicias de la adorableCapullo en Flor?

    -Por supuesto -dijo Lob Inson-. Por nada del mundo deseara que te perdieras unaexperiencia tan deleitable. Capullo en Flor, me alegra mucho que hayas venido delcampo para visitarnos.

    -Y yo no sabra deciros cunto me alegra salir del campo. Es un lugar tan pobre. Todoel mundo vive en chozas.

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    -En Londres tenemos otras noticias. Se dice que los campesinos viven bien, de lacrema de la tierra, a decir verdad.

    -No hay crema, mi jinete slo tierra y todos vivimos como cerdos.

    -Pero sin duda debe ser cierto que comis carne todos los das y pescado hervido envino y que vuestros hombres se emborrachan como comisarios cada noche.

    -Estamos de suerte si vemos el pescado los das de fiesta y la carne una vez al ao. Encuanto al vino, escasea todava ms que la carne. Este ao nos han reducido incluso laracin de arroz.

    -Tambin nos han contado ese cuento -dijo Claw Fod-. Los peridicos aseguran que loscampesinos vivs a base de cordero y cerveza importados de Australia.

    -Perdona que me concentre ms en los placeres fsicos que en los polticos -dijo LobInson. Senta agitarse la yegua que tena debajo como una criatura salvaje, y unaoleada de excitacin recorri su cuerpo. Mientras la segua hasta su guarida como sifuera un animal, se dijo que, adems de fsica, su excitacin era tambin espiritual. Aslo haban aprendido desde la infancia y el mensaje estaba profundamente arraigado enel corazn de su civilizacin. Exista el control, y casi toda la vida era control; pero

    debajo palpitaba una cosa difcilmente controlable casi una locura. Deban ocultarlargida disciplina, pero bajo las capas artificiales siempre continuaba latiendo esa cosasalvaje. Y ahora la cosa salvaje haba echado a correr! La salvaje yegua blanca estabarevelando por fin su verdadera naturaleza; haba rechazado las riendas y el freno, seencabritaba y gritaba, trepaba como el viento por las laderas del gran volcn. Habaperdido el control. Hua, hua, fugitiva!, y la personalidad se perda absorbida por lalocura de momento.

    Despus, Capullo en Flor y Lob Inson se cubrieron con unas batas, descansaron,charlaron y Capullo en Flor entretuvo a su amante y as su amante en potencia con unrelato de la vida en el pueblo, muy breve para no hacerse tediosa.

    -Esas cosas no debieran ocurrir! -dijo Lob Inson-. Hoy estaba revisando unosdocumentos y he encontrado uno antiguo que desde luego no deba haber estado all.

    Tendran que haberlo destruido durante una anterior reconstruccin e la historia.-Me temo que los burcratas no siempre somos eficientes -dijo Claw Fod,mordisqueado un chile y sacudiendo la cabeza-. Qu deca el documento?

    -Hablaba de cosas terribles, Claw Fod. Daba a entender que no estamos en el SegundoMilenio de la Bondad Universal. Deca que no derrotamos a los norteamericanos comonos han enseado, sino que ellos estaban invadiendo nuestra tierra natal china. Citabaa los brbaros rusos y sugera que tambin ellos se haban puesto en contra nuestra.

    -Deba tratarse de un documento enemigo, enviado aqu para sembrar el malestar y laconfusin entre nosotros, cuado. Nos han enseado que todos, todos losnorteamericanos murieron. El papel deca algo de los britnicos?

    -S. Deca que bombardeamos Londres, pero los ingleses no quedaron derrotados; yse unieron a los norteamericanos y los europeos para luchar contra nosotros!

    -Eso es absurdo! Los ingleses no haran nunca una cosa semejante. Nosotros somosmitad ingleses..., su sangre corre por nuestras venas, si podemos dar crdito a lahistoria.

    Lob Inson junt las manos en un gesto de desconcierto.

    -T eres el que dice que no puede creerse en ella.

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    Mientras los hombres hablaban, Capullo en Flor se haba deslizado fuera de la cama yestaba mordisqueando un chile junto a la ventana. Al tiempo que se refrescaba,paseaba la mirada por los tejados de Londres o contemplaba la calle, cinco pisos msabajo.

    -Y t has pensado algo al respecto? -le pregunt Lob Inson.

    Ella se volvi hacia los dos amigos con los prpados bajos.-En los pueblos he odo un relato demasiado terrible para creerlo, aunque concuerdacon lo que estis diciendo.

    -Cuntanoslo, por favor! Por lo que hemos estado diciendo, puedes ver que no tedenunciaremos a la polica secreta.

    -He odo decir que tal vez la polica secreta es inglesa y no china -dijo ella con voztemblorosa-. En los pueblos hablan de barreras al otro lado de las tierras que nosrodean. Dicen que Londres y el campo circundante son slo un pequeo espaciorodeado de alambradas y guardias. Dicen que Londres no es Londres sino una simpleficcin.

    -Perdona que te diga que esto que dices es absurdo, Capullo en Flor -dijo Claw Fod.

    Luego, volvindose hacia su cuado, continu-. Como ves, los campesinos son slocampesinos y por eso slo dicen tonteras; y esta muchacha tambin es slo unacampesina. Esto no es ya una falsificacin de la historia; es simplemente mentira!

    -Y dicen que el mundo se uni en contra nuestra -sigui diciendo Capullo en Flor- yque todo lo que qued de nuestra gran raza cuando dejaron de caer las bombas estrepartido en varias reservas rodeadas de alambradas. Nosotros simplemente vivimosen la zona de ocupacin britnica, y ellos se han mezclado con nosotros, no a lainversa. En el prximo valle hay una zona de ocupacin norteamericana.

    Lob Inson se ri.

    -Te das cuenta, Claw Fod? Las tonteras que salen a relucir cuando intentamosdescubrir la verdad! Tenemos que curarnos de este vicio y buscarnos un pasatiempo

    ms til. El estpido relato de Capullo en Flor nos demuestra que somos estpidos! Surelato es mera invencin, otra mentira infiltrada por nuestros enemigos, por losafricanos, tal vez. Su relato tiene un gran fallo que a nadie puede escapar. Si losingleses nos conquistaron, cmo se explica que todas las otras leyendas coincidan almenos en afirmar que dominamos el mundo?

    Capullo en Flor sigui mirando por la ventana.

    -Nuestros enemigos dicen que ello se debe a una especie de locura de conquistamundial que tenemos los chinos. Por eso, incluso despus de la derrota, fingimos queeste pequeo pueblo es el gran Londres.

    Los dos hombres intercambiaron una mirada muy solemne. Finalmente, Lob Inson dijocon voz ronca:

    -Esta pobre chica es muy peligrosa. Pese a ser nbil, ha traicionado a la BondadUniversal.

    -Desde luego! La entregaremos en cuanto yo haya probado su yegua blanca fugitiva.No podemos permitir que la gente escuche estas peligrosas insensateces propias decampesinos.

    -Aun suponiendo que fuera cierto -dijo Lob Inson pensativo-, y naturalmente s queello no es posible, qu trascendencia tendra eso para nuestras vidas privadas ypersonales? No conservamos todava intacta toda nuestra civilizacin?

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    -Exactamente! Capullo en Flor, ven a m -la llam Claw Fod.

    Pero la muchacha permaneci inmvil junto a la ventana abierta, sin prestarle odos.Las lgrimas manaban de sus ojos y le empaaban el panorama de apretados tejados,ms all de los cuales se alzaba el gran cono de un volcn apagado. Luego salt.