Undíaaburridocomotantosotros,AliciaseduermeydeestemodoentraenelPaísdelasMaravillas de la mano del Conejo Blanco. Allí conocerá a la Falsa Tortuga, la Reina deCorazones, el Gato de Chester, la Duquesa, el Sombrerero Loco o la Liebre de Marzo,entre muchos otros personajes fantásticos con los que vivirá aventuras de lo másvariopintas.
LewisCarroll
AliciaenelPaísdelasMaravillas(il.RébeccaDautremer)
ePubr1.0AlfredBorden18.06.15
Títulooriginal:Alice’sAdventuresinWonderlandLewisCarroll,1865Traducción:ElenaGalloKraheIlustraciones:RébeccaDautremer
Editordigital:AlfredBordenePubbaser1.2
A liciaempezabaahartarsedeestarsentadaenlahierbasinhacernada.Asulado,suhermanaleíaunaburridolibrosindibujosnidiálogos.
«¡Vaya una cosa!—pensaba Alicia—. ¿Qué tiene de divertido leer un libro en el que no haydibujosnidiálogos?».
Estaba considerando—con gran lentitud y sopor, a causa del calor del día— si el placer detrenzar una guirnalda demargaritas le daría el impulso suficiente para levantarse a recolectar lasflorescuando,depronto,unbonitoConejoBlancodeojosrosadospasócorriendoasulado.Aquellono teníanadade excesivamenteparticular; al finy al cabo, ¿quéhabíade raro enver correr a unConejoBlanco?TampocolepareciómuyextrañooírqueelConejosusurrabaparasímismo:
¡Diosmío!¡Diosmío!¡Llegotarde!
(Al recordarlo,másadelante,pensóque tendríaquehabersesorprendidomucho,peroenaquelmomentoencontróelhechodelomásnormal).SolocuandoelConejoBlancoextrajodelchalecounreloj debolsillo,miró la horay apretó el paso todavíamás,Alicia se levantódeun salto. ¡Nuncahabíavistounconejovestidoconchalecoyconsultandounreloj!
Lepicótantolacuriosidadquesaliócorriendotraselanimalcampoatravés;porsuerte,lodivisójusto cuando se metía como una flecha en la boca de una madriguera oculta bajo un seto. Unmomentodespués,Aliciatambiénentróenlamadriguera,sinsiquierapreguntarsecómoharíaparasalirdeallí.
Alprincipio, lamadriguera tenía formade túnelyseextendíaen línearecta.Perodeprontoelsuelo desapareció bruscamente,Alicia no pudo sujetarse y comenzó a caer por lo que parecía unpozo.Debíadeserunpozomuyprofundo,obienesqueAliciacaíamuydespacio,porquemientrascaía tuvo tiempoparamirardetenidamente loquehabía a su alrededorypreguntarse loque iba aocurrir. Primero miró hacia abajo, para averiguar dónde iba a aterrizar, pero estaba demasiadooscuro y no se veía nada. Luego, se puso a examinar las paredes del pozo. Estaban cubiertas dearmariosyestanterías,yenalgunossitioshabíagrabadosymapascolgados.Alpasar,Aliciacogióunbotedemermeladadeunodelosestantes.Enlaetiquetaponía:
peroestabavacío.Aliciasellevóunadesilusiónypensóquéhacerconél;comonoqueríaquenadieresultaraheridosilodejabacaer,locolocósobreunadelasalacenasqueibandesfilandoasulado.
«¡Vaya!—pensó—.Después de una caída así, cuando vuelva a casame parecerá una nimiedadrodarporlasescaleras.¡Vanadecirquesoyunavaliente!¡Yaunqueundíamecayeradeltejado,noselocontaríaanadie!».(Unaafirmaciónque,desdeluego,teníamuchasprobabilidadesdesercierta).
Alicia siguió cayendo y cayendo, cada vez más profundamente. ¿Acaso no acabaría nunca decaer?
—Me pregunto cuántos kilómetros habré recorrido —dijo en voz alta—. A lo mejor estoyllegandoalcentrodelaTierra.Aver…,tendríaqueserunacaídadeseismilosietemilkilómetros…—EsqueAliciahabíaaprendidomuchascosasenelcolegioy,aunqueaquelnoeraprecisamenteelmejormomentoparademostrarsusconocimientos,puesnohabíapúblicoparaescucharla,leparecióqueeraunbuenejercicioderepaso—.Sí,esaesladistancia,peromepreguntoaquélatitudyaquélongitudmeencuentro.
(Alicia no tenía ni la menor idea de lo que eran la latitud y la longitud, pero le encantabapronunciaresaspalabrastanbonitaseimpresionantes).
—¿EstarécruzandolaTierradeunextremoalotro?—siguiódiciendo—.¡Vaasermuydivertidollegaralpaísenelquevivelagentequeandabocaabajo!Losantípatas,meparecequesellaman.¿Oeranlosantipáticos?—Estavez,Aliciasealegrómuchodequenohubieranadieescuchando,puesningunadeesaspalabraslesonabadeltodobien—.Tendréquepreguntarlescómosellamasupaís,claro:«Perdone,Señora, ¿estoyenAustraliaoenNuevaZelanda?».—Yaldecirlo intentabahacerunareverencia.Imaginadlaescena:¡unaniñahaciendoreverenciasmientrascaealvacío!¿Creéisquepodríaishacerlovosotros?—.¡Perolaseñorapensaráquesoyunaignorante!No,mejornopreguntarnada.Talvezpuedaleerelnombredelpaísenalgúncartel.
Alicia seguía cayendo y cayendo.Y, puesto que no tenía otra cosamejor que hacer, se puso ahablarotravez.
—¡Dinamevaaecharmuchodemenosestanoche!—Dinaerasugatita—.Esperoquealguienseacuerdededarlesucuencodelechealascuatro.MiqueridaDina,¡cómomegustaríaqueestuvierasaquíconmigo!Nocreoquehayaratonesenestepozo,peroalomejorpodríascazarunmurciélago.Los murciélagos se parecen mucho a los ratones. Aunque me pregunto si los gatos comenmurciélagos,nosé…
Aliciasesintiódeprontomuycansadaydijocomoensueños:—¿Comenmurciélagoslosgatos?—yluego—:¿Comengatoslosmurciélagos?
Era incapaz de responder a estas dos preguntas, y se dio cuenta de que se estaba quedandodormida.EmpezabaasoñarqueestabapaseandoconDinayqueibanlasdoscogidasdelamano,odelapata,yquelepreguntabacontonograve:
—Vamos,Dina,dimelaverdad:¿algunaveztehascomidounmurciélago?Depronto,«¡cataplum!»,aterrizóenunmontónderamasyhojassecas,ylacaídallegóasufin.
Alicia,quenosehabíahechoniunrasguño,sepusodepie.Miróhaciaarriba:porencimadesucabezatodoestabaoscuro;peroanteellaseabríaunlargopasadizoy,alfondo,elConejoBlancosealejabaatodaprisa.Nohabíaunminutoqueperder:Aliciasaliócorriendotrasélatodavelocidad.Antesdeperderlodevistaalavueltadeunrecodo,oyócómodecía:
—¡Pormisorejasymisbigotes,seestáhaciendotardísimo!Uninstantedespués,ellatambiéndoblólaesquinayfueapararaunasalitaampliaconuntecho
muybajo,delquecolgabaunahileradelámparas.¡ElConejohabíadesaparecido!Habíapuertasalrededordetodalasalita.Aliciaintentóabrirlasunaauna,perotodasellasestaban
cerradas con llave. Con gran decepción, volvió al centro de la estancia. Estaba dándole vueltas acómosalirdeallí,cuandosetopóconunamesitapequeñadetrespatas,todaelladecristalmacizo,sobrelaquehabíaunadiminutallavedeoro.Inmediatamente,Aliciapensóqueaquellallaveabriríaalgunadelaspuertas,peropordesgracianofueasí.Olascerraduraserandemasiadograndesolallaveerademasiadopequeña,elcasoesquenoseabrióningúncerrojo.Derepente,Aliciadescubrióuna cortina que no había visto antes y que ocultaba otra puerta.Una puerta pequeñísima, de unoscuarenta centímetros de alto con una cerraduraminúscula.Aliciametió la llave: para su sorpresa,
encajóalaperfección¡ylapuertaseabrió!La niña se puso de rodillas para ver mejor. Había un corto pasillo, no más ancho que una
ratonera,quedabaaunjardín,eljardínmásbonitoqueospodáisimaginar.—¡Ah,estabadeseandosalirdeesahabitaciónparapasearseentreaquellosparterresde floresdevivoscoloresy sentarsejuntoaaquellasfuentesdeaguafresca!PeroAlicianopodíaniasomarlacabezaporelquiciodelapuerta…
«Y aunque pudiera sacar la cabeza —pensaba—, ¿de qué me serviría? No podría pasar loshombros. ¡Oh, cómo me gustaría encogerme en mí misma como un catalejo! Creo que podríalograrlosisupieracómoempezar…».
Comoveis, habían sucedido cosas tan extraordinarias queAlicia empezó a pensar que nada, ocasinada,eraimposible.
No tenía ningún sentido quedarse esperando detrás de la puerta. Alicia volvió a cerrarla y seacercóalamesadecristal,esperandodescubriralgunaotracosa,talvezotrallave,oalgúnlibroqueleexplicaraelmododemenguarcomouncatalejo.Peroestavezloqueencontrófueunfrasco.
—Haceunmomentonoestabaahí,¡estoysegura!—exclamóAlicia.Teníaunaetiquetadepapelconlassiguientespalabrasimpresasenletrasmayúsculas:
Puessí,estabamuybienquedijese«Bébeme»,peronuestraprudenteAlicianoibaaobedecersinmás. «Antes voy a comprobar que no ponga “veneno” por algún lado…», pensó, recordando quehabíaleídovarioscuentosencantadoressobreniñosquesehabíanquemadovivos,oquehabíansidodevoradosporanimalessalvajesovíctimasdeinnumerablesdesgracias,ytodoporhaberolvidadocumplirunascuantasnormas importantesque leshabíanenseñadosusamigos,comoporejemplo,que el fuego quema o que si te cortas el dedo con un cuchillo te sale sangre. Alicia sabíaperfectamentequesibebesdeunabotellaquellevaunaetiquetaenlaquepone«veneno»teacarreará,antesodespués,irremediablemente,unsinfíndeproblemas.
Perolapalabra«veneno»noseleíaporningúnlado,porloqueAliciaseatrevióaprobarloy,comoestabadelicioso(enrealidad,sabíaaunamezcladetartadecerezas,natillasypiña,pavoasado,carameloytostadasconmantequilla),sebebióhastalaúltimagota.
«¡Qué sensación más extraña! —pensó sorprendida—. Debo de estar encogiendo como uncatalejo».
Yeratotalmentecierto:ahoramedíaapenasveinticincocentímetros.Seleiluminóelrostroantelaideadequetendríaeltamañonecesarioparapasarporlapuertayentrarenaquelpreciosojardín.Algo nerviosa, esperó unosminutos para estar segura de que no seguíamenguando, «pues, quiénsabe—pensaba Alicia—, a lo mejor acabo extinguiéndome por completo, como una vela, y mepreguntoquéaspectotendríasiesoocurriera».
Alcabodeunmomento,comonosucedíanadaextraño, sedirigió rápidamenteal jardín.Pero¡ay,pobreAlicia!Encuantollegóalapuerta,sediocuentadequehabíaolvidadolallavecitadoradasobre la mesa, y cuando volvió a buscarla, vio que le resultaba totalmente imposible alcanzarla,aunqueladistinguíaperfectamenteencimadelcristal.Intentótreparporunadelaspatasdelamesa,pero era terriblemente resbaladiza y, tras varios intentos, acabó sentándose, exhausta, y rompió allorar.
«¡Vamos,vamos,denadasirvegimoteardeestamanera!—seincrepóasímismaconseveridad—.Teaconsejoquedejesdellorarinmediatamente».
Alicia tenía la costumbre de darsemuy buenos consejos (aunque raras veces los seguía) y enocasionesseregañabaasímismacontantadurezaqueseleinundabanlosojosdelágrimas.Hastarecordabaqueunavezsehabíadadouncacheteporhaberhechotrampasjugandoalcroquetmientrasjugabacontraellamisma(porqueanuestracuriosaniña leencantabafingirqueeradospersonas).«¡Peroahoradenadasirve fingirquesoydospersonas—pensó lapobreAlicia—,cuandoapenas
quedaalgodemíparaserunapersonaentera!».Enesemomento, se fijóenunacajitaquehabíabajo lamesa.Cuando laabrió,viodentrouna
galletitadiminutaenlaqueseleíalasiguienteinscripción,escritaconpasasdeCorinto:
«Desdeluegoquemelavoyacomer—pensóAlicia—.Simehacecrecer,podréllegarhastalallave.Simehacemenguar,podrépasarpordebajodelapuerta.Encualquieradelosdoscasos,iréaljardín,yluegoyaveremos».
Mordióuntrozodegalletayluegopensóangustiada:«¿Haciaarribaohaciaabajo?»,ysepusolamano en la cabeza para tratar de adivinar si iba a subir o a bajar. Quedó muy decepcionada alconstatarquenocambiabadetamaño,algoque,porotraparte,noocurrecuandosecomengalletas.Peroestabatanacostumbradaavivirsucesos increíblesqueahora loshechosnormales leparecíanaburridosyestúpidos.Asípues,condecisión,secomiólagalletasindejarniunamiga.
—¡Cadavezpeorymáspeor!—exclamóAlicia;estaba tansorprendidaque,depronto, seolvidóporcompletodehablarcorrectamente—.¡Ahorameestirocomosifueraelcatalejomásgrandedelmundo!¡Adiós,pies!—Pues,almirarlos,lospiesestabantanlejosqueleparecíandiminutos—.¡Oh,mis pobrecitos pies…! ¿Y ahora quién va a poneros lasmedias y los zapatos,mis pies queridos?Porqueyoyanopodréhacerlo.Estarédemasiado lejos comoparaocuparmedevosotros, asíquetendréisquearreglároslassinmí.
«Perotengoqueseramableconellos—pensódeprontoAlicia—,odelocontrarionoquerránllevarmeadondequierair.Vamosaver:¡yasé!TodaslasNavidadeslesregalaréunpardezapatosnuevos».
Entonces se puso a reflexionar sobre cómo iba a arreglárselas para que los zapatos nuevosllegaranasusdestinatarios.
—Se los enviaré por correo —se le ocurrió—. ¡Qué divertido será enviar un regalo a mispropiospies!Yladirecciónserárarísima:
AlSeñorDonPieDerechodeAlicia:Delantedelachimenea,juntoalparachispas.Afectuosamente,Alicia.
»¡Oh,peroquésartadedisparatesestoydiciendo!
Eneseprecisomomento,sucabezachocócontraeltechodelasalitapues,efectivamente,¡ahoramedíamásdedosmetrossetentaycinco!Rápidamentecogiólallavedeoroyfuecorriendohacialapuertecilla.
¡PobreAlicia!¡Cómointentabatumbarsedeladoparaverconunojoelmaravillosojardín!Peroahorasíqueresultabaimposiblesalir,inclusomásqueantes,yalfinalsesentóysepusoallorar.
—Debería darte vergüenza—se reprochaba—. ¡Una niña tan grande como tú—ahora sí quepodíadecirtalcosa—llorandodeesemodo!Dejadellorarinmediatamente,¡teloordeno!
Perosiguióderramandolitrosymáslitrosdelágrimas,hastaqueenseguidaseviorodeadaporunverdaderocharcodeunosdiezcentímetrosdeprofundidadqueseextendíaportodalahabitación.Al cabo de un rato, oyó a lo lejos el ruido de unos pasitos acelerados, y se enjugó las lágrimasrápidamenteparaverquéestabapasando.
Eradenuevo elConejoBlanco, que se había vestidodegala; enunamano sujetabaunpar deguantesblancosdecabritillayenlaotrallevabaunhermosoabanico.Cruzólasalaconpasoligero,sindejardemurmuraramediavoz:
—¡Oh,laDuquesa,laDuquesa!¡Sevaaponerfuriosasilahagoesperar!Aliciaestaba tandesesperadaqueestabadispuestaapedirayudaalprimeroqueapareciera.Así
pues,esperóaqueelConejoseacercaraydijocontimidez:—¡Señor,porfavor!Alinstante,elConejosedetuvo.Luegoalzólosojosysepegótalsustoalverlaqueselecayeron
al suelo los guantes y el abanico y salió corriendo, pies para qué os quiero. Con calma, Aliciarecogiólosobjetosy,comohacíamuchocalorenlaestancia,empezóaabanicarsemientrashablabaconsigomisma.
—Laverdadesquehoytodoesmuyraro.Encambio,ayereldíatranscurrióconnormalidad…¿Mehabráncambiadodurantelanoche?Vamosaver,pensemos:¿erayolamismaAliciacuandomedespertéestamañana?Ahoraquelopienso,meparecequeenrealidadmeheencontradoalgodistintadeayer…Pero,siyanosoyyo,¿quiénseré?¡Ah,estosíqueesunmisterio!
Alicia hizo un repaso mental de todas las niñas que conocía para comprobar si se habíaconvertidoenalgunadeellas.
—No soyAda, porque ella tiene el pelo largo y rizado,mientras que elmío no es rizado enabsoluto.TambiénestoyseguradequenosoyMabel,porqueyoséunmontóndecosas,mientrasqueellanosabeprácticamentenadadenada.Además,ellaesellayyosoyyo,y…¡Oh,quélío!Detodosmodos,voyacomprobarquehoysé todo loquesabíaayer.Vamosaver:cuatroporcinco,doce;cuatroporseis, treceycuatroporsiete,catorce…¡No,asínoes!¡Aesteritmonuncallegaréhastaveinte! Bueno, quémás da, en realidad la tabla demultiplicar tampoco sirve demucho. Vamos aprobarconGeografía:LondreseslacapitaldeFrancia,yRomaeslacapitaldeInglaterra,yParís…¡Vaya!¡Todomal,estoysegura!¡HandebidodeconvertirmeenMabel!Bueno,voyatratarderecitarVedcómolalaboriosaabeja.
Cruzólasmanossobrelasrodillasyempezóarecitarelpoema,peroleparecióquelesalíalavozroncayextraña,ylaspalabrasquepronunciabanoeranlasqueesperaba:
¡Vedcuánlaboriosoelcocodrilo!¡Cómoasucolalesacalustre,derramandolasaguasdelNilosobresusescamasilustres!
¡Conquéastuciaseparalasgarras,
fingiendoquebebealegremente,mientrasatraealasalimañasypececilloshaciasusdientes!
—¡Estoyseguradequenoeraasí!—suspirólapobreAlicia,ydenuevoseleinundaronlosojosdelágrimasmientraspensaba:
«SeguroquemeheconvertidoenMabel,yvoyatenerquevivirensumiserablecasucha,dondetendré tanpocos juguetesy, ¡oh, tantísimas leccionesqueaprender! ¡Puesnoquiero,nihablar!Hetomadounadecisión: si deverdad soyMabel, nopiensomovermede aquí.Yapueden asomar suscabezas y suplicarme: “¡Sube, cielo!”. Me limitaré a mirar hacia arriba y responder: “¡Primerodecidmequiénsoy!Ysimegustaserlapersonaquemedigáis,subiré.Perosino,mequedaréaquíhastaqueseaotrapersona”».
—¡Ay!—exclamóAliciadepronto,llorandoalágrimaviva—.¡Ojaláalguienasomaralacabezaymeviera!Estoycansadísimadeestarsolaenestasalita.
Entonces Alicia se miró las manos y descubrió con sorpresa que se había puesto uno de losguantesdelConejo.«¿Cómomehabrépuestoelguante?—pensó—.Debodeestarmenguandootravez…».
Se levantó y se dirigió a la mesa para medirse. Según sus cálculos, medía unos sesentacentímetros de alto, y seguía menguando. Cuando comprendió que aquel fenómeno se debía al
abanico que estaba sujetando, lo tiró al suelo. ¡Y menos mal, porque había llegado a los ochocentímetros!
—¡Porlospelos!Yahora,¡aljardín!—exclamó,ysepusoacorrerhacialapuerta.Pordesgracia,estabadenuevocerraday,comolavezanterior, la llavecitaestabaencimade la
mesa.«Todovademalenpeor—pensó lapobreAlicia—.¡Ahorasoymáspequeñaquenunca!¡Que
nunca!¡Laverdadesquetengomuymalasuerte!».
Entonces,supieresbalóy,«¡plof!»,seviohundidahastaelcuelloenaguasalada.Loprimeroquepensó fuequehabíacaídoalmar.«Enesecaso,podrévolveracasaen tren»,pensó. (Aliciahabíavistoelmarsolounavez,yhabía llegadoa lacuriosaconclusióndeque todas lasplayas inglesasdisponíandecabinasdebaño,quesiemprehabíaniñoshaciendohoyosenlaarenaconpalas,yquetodasesasplayas,rodeadasinevitablementedehotelitosdealquiler,seencontrabansituadasjustoalladodeunaestacióndeferrocarril).Peroprontosediocuentadequeeraimposiblequeestuvieraenelmar, puesto que se encontraba bajo tierra, y por fin se dio cuenta de que se trataba del charcoformadoporlaslágrimasquehabíavertidounratoantes,cuandomedíadosmetrossetentaycincodealtura.
—¡Ojalánohubieralloradodeesemodo!—exclamómientrasnadabaparallegarhastalaorilla—.Supongoqueahogarmeenmispropiaslágrimasserámicastigo.¡Seráunaccidentemuyextraño!Perotodoestanextrañoúltimamente…
Depronto,vioquealgochapoteabacercadedondeellaestaba.Alprincipiocreyóqueseríaunamorsaounhipopótamo.Peroluegorecordólodiminutaqueera,asíqueseacercóydescubrióqueelanimalencuestióneraunratónque,igualqueella,habíacaídoalagua.
«¿Servirá de algo que me dirija a ese ratón? —pensó Alicia—. Todo está siendo tanextraordinario en este lugar que probablemente también sepa hablar. No pierdo nada porintentarlo…».
Yempezóahablardeestemodo:—Oh,Ratón,¿sabríaustedcómosalirdeestecharco?¡Estoytancansadadenadar,oh,Ratón!—
Alicia estaba totalmente convencidadeque ese era elmodocorrectodehablar conun ratón, puesrecordabaquehabíaleídoenellibrodelatíndesuhermanolaspalabras:«Unratón,deunratón,aunratón,porunratón,¡oh,ratón!».
El Ratón volvió la cabeza, la miró con curiosidad, le guiñó el ojo un par de veces, pero norespondió.«Alomejornohablainglés—pensóAlicia—.¡PuedequeseaunratónfrancésquellegóaquíconGuillermoelConquistador!».(Pesea todossusconocimientosdehistoria,Alicianoteníaunaideamuyclaradelacronologíadelosacontecimientos).Asípues,dijoenfrancés:«Oùestmachatte?»,queeralaprimerafrasedesulibrodefrancésyquequeríadecir«¿Dóndeestámigata?».ElRatónsaltóbruscamentedelagua;todoelcuerpoletemblabadeespanto.
—¡Oh, disculpe, se lo ruego!—se apresuró a decir Alicia, temiendo haber ofendido al pobreanimal—.¡Semehabíaolvidadoporcompletoquealosratonesnolesgustanlosgatos!
—¡Quenomegustanlosgatos!—exclamóelRatónconungritotensoyagudo—.¿Ati,enmilugar,tegustaríanlosgatos?
—Seguroqueno—respondióAliciacontonoconciliador—.¡Noseenfade,porfavor!PeromeencantaríapresentarleanuestragataDina,aunquefuerasolounavez,porquecreoquelaibaaadorar.MiDinaesmuytranquila—siguióhablandomientrasnadabaperezosamenteenelcharco—.Ycómoronroneacuandosetumbacercadelachimeneaparalamerselaspatitasylavarselacara…Además,¡estansuavecuandolaacaricias!Enfin,ytambiénesunaexpertaencazarratones…¡Oh,perdón!—volvióaexclamarAliciaalverquealRatónseleerizabaelpelo—.Yanohablaremosmásdeestetema,seloprometo.¡Lamentomuchísimohaberheridosussentimientos!
—¿Missentimientos,dices?—contestóelRatón,queestabatemblandoderabiaydemiedodesde
lasorejashastaelfinaldelacola—.Ennuestrafamiliaodiamosalosgatosdesdequeelmundoesmundo. ¡Son criaturas repugnantes,malvadas y vulgares! ¡No, no vuelvas a pronunciar la palabragato!
—¡Nuncamás!—repitióAlicia, que estaba deseando cambiar de tema—.Ejem…¿Le gustan austedlos…losperros?
ElRatónnorespondió,yAliciaprosiguióalegremente:—Cerca demi casa vive un perrito queme gustaría presentarle, porque esmaravilloso.Es un
terrierdemiradaaguda,conelpelolargoyrizado.Tetraetodoslosobjetosquelelanzas,tedalapatitaparaganarselacenaysesabetantostrucosquenomeacuerdonidelamitad.Sudueñoesungranjero que nos ha dichoque el perro le resulta tan útil que vale una fortuna.Por ejemplo, cazaratas,y…¡Oh,perdón!—exclamóAliciaarrepentida—,¡meparecequehevueltoaofenderlo!
Yasíera.ElRatónsealejabadeellanadandocon todassus fuerzas,yprovocabaasupasounverdaderotorbellinodeaguaenlasuperficiedelcharco.Alicialollamócontonocariñoso:
—¡QueridoRatoncito!¡Vuelva,porfavor!¡Leprometoquenohablaremosmásdeperrosnidegatos,puestoquenolegustannadadenada!
Aloír esaspalabras, elRatóndiomediavueltay lentamente se acercó aAlicia.Conel hocicopálido(deira,pensóAlicia)ylosmiembrostemblorosos,dijoconunadébilvocecilla:
—Tenemosquellegarhastalaorilla:tecontarémihistoria,yasícomprenderásporquéodioalosperrosyalosgatos.
Yaibasiendohoradesalirdeallí,pueselcharcoseencontrabasaturadodeanimalesquehabíancaídoenél.Habíaunpatoyundodo,unloroyunaguilucho,yotrasmuchascriaturascuriosas.Todoelgruposepusoanadarhaciatierrafirme,detrásdeAlicia.
¡Sí que fue una asamblea extraña la que se celebró en la orilla! Las aves arrastraban el plumajeempapado y los otros animales tenían el pelo planchado contra el cuerpo, y todos chorreaban,incómodosydemalhumor.
Elprimerproblemaera,desdeluego,pensarcómoibanasecarse.Cadaquienexpresósuopinión,y al cabodeunosminutos aAlicia leparecióque era lomásnaturaldelmundomantener aquellaconversacióncomosiseconocierandetodalavida.SobretodosostuvounprolongadodebateconelLoro,queacabópordeclarar,enfurruñado:
—¡Soymás viejo que tú, y por lo tanto sémejor lo que hay que hacer!—Cosa queAlicia noestabadispuestaaadmitirsinconocersuedad.PerocomoelLorosenegócategóricamenteadecirlosañosquetenía,eldebateconcluyóahí.
Porfin,elRatón,queparecíaejercerciertaautoridadsobreelrestodesuscompañeros,ordenó:—¡Sentaostodosyescuchadme!¡Yaveréiscomoosdejosecosrápidamente!Ante estas palabras, todos formaron un círculo a su alrededor.Alicia lomiraba fijamente con
algodeansiedad,puesestabaseguradequeibaaagarrarunbuenresfriadosinosesecabapronto.—¡Ejem!—empezóelRatón,dándoseairesdeimportancia—.¿Estáistodospreparados?Osvoy
acontarlahistoriamásresecaqueconozco.Silencio,porfavor,queempiezo:«PuestoqueelPapasemostrabafavorablealacausadeGuillermoelConquistador,esterecibióenseguidalasumisióndelosingleses,quienes,alestaracostumbradosalasconquistasyalasusurpaciones,estabanbuscandounosnuevosdirigentes.EdwinyMorcar,loscondesdeMerciaydeNorthumbria…».
—¡Brrr!—dijoelLoroconunescalofrío.—Disculpa,¿decías?—preguntóelRatóncortésmente.—¡Nada,nada!—seapresuróaresponderelLoro.
—Ah,mehabíaparecido—murmuróelRatón—.Sigo:«EdwinyMorcar,condesdeMerciaydeNorthumbria, sedeclararona favor;yhastaStigand,elarzobispodeCanterbury,cuyopatriotismoeraportodosconocido,encontrolooportuno…».
—¿Encontróqué?—preguntóelPato.—Encontró«lo»—respondióelRatón—.Imaginoquesabrásloquesignifica«lo».—Séperfectamenteloquesignifica«lo»cuandosoyyomismoelqueloencuentra—contestóel
Pato—.Y,porlogeneral,«lo»sueleserungusanoounarana.Lacosaesquéencontróelarzobispo.Sinhacercasodelaobservación,elRatónprosiguiósurelato:—«Encontrolo oportuno y acompañó a Edgard Atheling en su búsqueda de Guillermo para
ofrecerlelacorona.Alprincipio,laconductadeGuillermofuemoderada.Perolainsolenciadelos
normandos…». Bueno, querida, ¿qué tal te encuentras ahora? —interrumpió la narración paradirigirseaAlicia.
—¡Sigoigualdeempapada!—selamentólaniña—.Estahistorianomeestásecandoenabsoluto.—En ese caso —declaró solemnemente el Dodo—, propongo que se aplace la sesión y que
adoptemossindilaciónmedidasenérgicasdestinadasa…
—¡Habla en cristiano! —se quejó el Aguilucho—. No entiendo la mitad de esas cosas tangrandilocuentesquedices,ytampococreoquetúmismolasentiendas.
Bajólacabezaparaocultarunasonrisaburlona,peroalgunosanimalesserieronsindisimulo.—Loquequeríadecir—prosiguióelDodoalgomolesto—esquelamejorformadesecarnos
seríaorganizarunacarreraelectoral.—¿Quéesunacarreraelectoral?—preguntóAlicia,noporquetuvieraespecialinterésensaberlo,
sinoporqueelDodoguardabasilencioynoparecíaquenadiequisieratomarlapalabra.—Puesverás,lamejorformadeexplicarenquéconsisteesorganizaruna—respondió.(Y como a vosotros también podría apeteceros organizar una, en un día de invierno, voy a
contarosloquehizoelDodo).Primero,dibujóenelsueloloslímitesdeunapistamásomenosredonda:—Laformaexactanotienedemasiadaimportancia—aclaró.A continuación, todos losmiembros del grupo se colocaron aquí y allá dentro de la pista.No
hubo ningún «¡preparados, listos, ya!», sino que cada cual se ponía a correr por dondemejor le
parecíayseparabacuandoloestimabaconveniente,detalmodoqueresultabadifícildecidircuándoterminaba la carrera. No obstante, al cabo de una media hora de tumulto, todos quedaroncompletamentesecos,yelDododeclaróacabadalacarrera.Entoncestodosseagruparonentornoaél,jadeandoypreguntandoquiénhabíaganado.
Pararesponderaesapregunta,elDodonecesitabamadurarlarespuestalargoytendido,demodoquepermaneciósentadoreflexionando,conundedoenlafrente(queeslamismaposturaqueadoptaShakespeare en casi todos sus retratos), mientras el grupo guardaba silencio, expectante. Por fin,declaró:
—Todoshemosganadoytodosdebemosrecibirunpremio.—Pero¿quiénvaahacerlaentrega?—preguntaronlosotrosalunísono.—¡Puesella,porsupuesto!—decidióelDodoseñalandoaAlicia.Todoslosparticipantesrodearonalaniña,reclamandoavozengrito:—¡Lospremios!¡Lospremios!Alicianosabíaquéhacery,desesperada,rebuscóensusbolsillosyencontróunacajadegrageas
(que, por fortuna, no se habían disuelto en el agua salada), y las repartió entre el corro. Habíaexactamenteunaparacadauno.
—Peroellatambiéntendráquerecibirunpremio—observóelRatón.—Desdeluego—asintióelDodomuyserioy,dirigiéndoseaAlicia,preguntó—:¿Quémástienes
enlosbolsillos?—Soloundedal…—respondióellacondesilusión.—Averlo—ordenóelDodo.Una vez más, se apelotonaron todos a su alrededor, mientras el Dodo le ofrecía el dedal,
declarandosolemnemente:—Terogamosqueaceptesesteelegantededal.Cuando concluyó aquel brevediscurso, todos aplaudieron.Aliciapensóque aquella ceremonia
eratotalmenteabsurda,perolosanimalesparecíantanseriosquenoseatrevióareírse.Y,comonosabíaquéresponder,selimitóahacerunaligerareverenciayaaceptareldedalcongransolemnidad.
Losiguienteeracomerse lasgrageas, cosaque se llevóacaboenmediodeun totalbarulloyconfusión,pueslospájarosgrandessequejabandequelasgrageasnosabíananada,mientrasquelospequeñosseatragantabanconellas,yhuboquedarlespalmaditasenlaespalda.Noobstante,cuandohubieron terminado, se sentaron de nuevo en círculo y suplicaron al Ratón que les contara otrahistoria.
—Silorecuerda,mehabíaprometidoquemecontaríaporquéodiaalosg…yalosp…—dijoAlicia,sinpronunciarlaspalabrasquepodríanofenderalRatón.
—Es que mi historia trae cola, una cola bien larga y bien triste… —respondió el Ratón,volviéndosehaciaella.
—¿Larga y triste?—preguntóAlicia—. Pues sí, es verdad que es larga—reconociómientrascontemplaba la cola del Ratón—. Pero ¿por qué triste? —y siguió pensando en aquel curiosoproblemamientraselRatónhablaba,demodoqueelrelatoquecontóadoptóenla imaginacióndeAlicialasiguienteforma:
ElperroFuriaamenazóaunratónqueensucasaseencontró:«¡Vamosajuicio!Ven,queteacuso,aunqueseaunabuso.
Teabrounacausa,¡teperseguirésinpausa!».ElRatóncontestó:«Unpleitodeesaguisa,sinjuezysinjurado,sinjurado,señorestimado,esunjuicioderisa».«Yoseréeljuezyeljura-do»,dijoFuria,elperrotai-mado.«Vere-dictoemi-tiré,amuer-teteconde-na-ré».
—Noestásatendiendo—lereprochóelRatónaAliciaconseveridad—.¿Enquéestaspensando?—Porfavor,perdóneme—dijoAliciahumildemente—.Habíallegadoustedalaquintacurva,si
nomeequivoco.—¡Esolodudo!—gruñóelRatón,furioso.—¿Cómoqueunnudo?—Aliciaoyómal,yexaminabaalRatónconpreocupación—:Sitieneun
nudo,dejequeloayudeadeshacerlo—seofreció,comosiempre,dispuestaaserútil.—¡Nihablar!—exclamóelRatón,queselevantóysealejódelgrupo—.¡Esinsultanteescuchar
tamañosdisparates!—¡Hasidosinquerer!—decíaensudefensalapobreAlicia—.¡Peroesqueustedseenfadapor
cualquiercosa,laverdad!PortodarespuestaelRatónemitióungruñido.—Porfavor,¡vuelvayterminesurelato!—lesuplicóAlicia.—¡Sí,porfavor!—imploraronacorolosdemásanimales.PeroelRatón,sacudiendolacabezaindignado,sealejóconpasoligero.—¡Quélástimaquesehayaido!—suspiróelLoro.
UnamamáCangrejoaprovechóparadecirleasuhija:—Hijamía,¡asíaprenderásanoperderlacalmanuncamás!—¡Calla,mamá!—contestóirritadalajovenCangrejita—.PorDios,¡acabaríasconlapaciencia
deunaostra!—¡Cómo me gustaría que estuviera aquí Dina! —exclamó Alicia sin dirigirse a nadie en
particular—.¡NostraeríaalRatóndevueltaenmenosquecantaungallo!—¿YquiénesDina,sinoesindiscreción?—preguntóelLoro.Alicia, que siempre estaba encantada de hablar de su mascota preferida, respondió con gran
entusiasmo:—Dinaesnuestragata.Tendríaisquevercómocazaratones,¡nooslopodéisimaginar!¡Ysila
vieraispersiguiendoalospájaros!Encuantoveuno,¡selocomedeunbocado!
Aquellaspalabrasprovocaronunareacciónimprevistaenlaasamblea.Algunospájarossalieronvolandodeinmediato;unaviejaUrracaahuecólasplumasconcienzudamenteydijo:
—Creoquemevoyacasaya;elfríodelanochenoesnadabuenoparamigarganta.YunCanariollamóasushijosconvoztemblorosa:—¡Niños,nosvamos!Yaeshoradeirsealacama.Conmilpretextos,todossedespidieron,yenseguidaAliciasequedósola.—NotendríaquehaberhabladodeDina—selamentó—.Anadieporaquíparecegustarle,yeso
queeslamejorgatitadelmundo.¡MiDinaquerida!¡Mepreguntosivolveréavertealgunavez!YenestolapobreAliciaseechóallorar,puessesentíamuysolaydesconsolada.Peroalpoco
oyóa lo lejosun leve rumordepasosy levantó losojos, con la ligeraesperanzadequeelRatón
hubieracambiadodeopiniónyhubieradecididovolverparaterminardecontarsuhistoria.
EraelConejoBlanco,quebrincabamirandoasualrededormuypreocupado.Parecíaquehubieraperdidoalgo,yAliciaoyóquemurmuraba:
—¡La Duquesa! ¡La Duquesa! ¡Ay, mis pobres patitas! ¡Ay, mi piel y mis bigotes! ¡Me va aejecutar,esolosabenhastaloshurones!¿Dóndedemoniosloshabrémetido?
Aliciaadivinóalinstantequeestababuscandoelabanicoylosguantes.Comoeraunaniñamuydispuesta,sepusoabuscarlostambién,peronosirviódenada:despuésdelcharcodelágrimas,todohabíacambiado,ylagransalita,lamesadecristalylapuertecillahabíandesaparecidoporcompleto.
Pocodespués,elConejodescubrióaAliciaysedirigióaellamuyenfadado:—PeroMaryAnn,¿quéestáshaciendoahí?¡Vecorriendoacasaytráemeunpardeguantesyun
abanico!¡Deprisa!Aliciatuvotantomiedoquesefueenladirecciónindicadasinintentarsacarlodesuerror.«¡Mehatomadoporsucriada!—pensómientrascorría—.Menudasorpresasevaallevarcuando
le diga quién soy. Peromás vale que primero le lleve el abanico y los guantes…, ¡si es que losencuentro!».
Pensando esto, llegó a una hermosa casita. En la puerta había una placa de cobre que teníagrabadalasiguienteinscripción:
«C.BLANCO»
Aliciaentrósinllamarysubiócorriendolasescaleras,aterrorizadaconlaideadetoparseconlaverdaderaMaryAnnydequelaecharandeallísinhaberencontradoelabanicoylosguantes.
«¡Quéextrañoesestodehacerrecadosparaunconejo!—pensó—.Despuésdeesto,supongoqueseráDinalaquememandeabuscarloquenecesite».
Ysepusoaimaginarcómosería:
—SeñoritaAlicia,vístaseyprepáreseparasaliradarsupaseo—diríalaniñera.—¡Voyenseguida!¡PeroesqueDinamehaencargadoquevigileestaratonerahastaquevuelva
paraquenoseescapeningúnratón!—responderíaAlicia.Y luego pensó: «En realidad, no creo que Dina durara mucho tiempo en casa si le diera por
impartirórdenesdeesaforma».
Enesemomento,entróenunpequeñodormitorioqueestabamuyordenado.Talycomoesperabaviosobreunamesa,delantedelaventana,unabanicoyvariosparesdediminutosguantesblancosdecabritilla.Cogióelabanicoyunpardeguantesy,cuandosedisponíaasalir,observóunfrasquitoquehabíaalladodeunespejo.Estaveznoseveíaningunaetiquetaquedijera:«BÉBEME»,perodetodosmodosllegóbastaélylodestapó.
«Enestelugarsiempresucedealgointeresantecuandobeboocuandocomo—pensó—.Vamosaverquéocurresimetomoestebrebaje.Esperoquemehagacrecer,porqueyaestoyhartadetenerestetamañotanridículo».
Yasífue,aunquecreciómuchomásrápidodeloquehabríadeseado.Antesdeingerirlamitaddelcontenido,yatocabaeltechoconlacabeza,loquelaobligóaagacharseparanoromperseelcuello.Rápidamentesoltóelfrascoyexclamó:
—¡Hecrecidodemasiado!Ahoranopuedosalirporlapuerta.¿Porquéhabrébebidotanto?Pordesgracia,denadasirviólamentarse:Aliciaseguíacreciendosinparar,yenseguidatuvoque
ponersederodillasenelsuelo.Unminutodespués,comoyanoquedabasitiosuficiente,setumbó,apoyóuncodocontralapuertaypasóelotrobrazopordebajodelacabeza.Acontinuación,comoseguía creciendo, tuvo que sacar el brazo por la ventana, metió un pie en la chimenea y pensó:«¡Ahoranopuedomoverme!¿Quévaaserdemí?».
Por suerte, el frascomágicoyahabía surtido todo suefecto,yAliciadejódecrecer.De todosmodos,seencontrabaenunaposiciónmuyincómoday,alnopodersalirdelpequeñodormitorio,sesintiómuydesgraciada.
«La vida es mucho más agradable en casa —pensó—. Allí al menos no nos pasamos el díacreciendoymenguandode repente,y los ratonesy losconejosno tedanórdenes.Casiempiezoaarrepentirmedehaberentradoenlamadriguera.Aunque…,peseatodo,¡estaaventuraesdelomásextraordinario!Me pregunto qué es lo que ha podido sucederme…Cuando leía cuentos de hadas,creíaquetodasesascosaseranimposibles,¡yahoraestoyviviendounadeellas!Deberíanescribirunlibrosobremí,¡esoes!Dehecho,cuandocrezca,yomismaescribiréuno…Aunqueenrealidadyahecrecido—observócontristeza—.Encualquiercaso,¡nosécómopodríacrecermásaúndentrodeestahabitación!».
Yleseguíanasaltandopensamientos:«Perosiyanopuedoseguircreciendo,¿mequedaréparasiempreconlaedadquetengohoy?Lobuenoesquenuncallegaríaaservieja,aunqueporotrolado,¡tendríaqueaprenderleccionesdurantetodalavida!¡Quéfastidio!MipobreAlicia,¡peroquétontapuedesllegaraser!—serebatíaasímisma—.¿Cómovasaaprenderte las leccionesaquí?¿Cómovasameterlibroalgunoenunahabitaciónenlaqueapenascabestú?».Yduranteunbuenratosiguiócharlandodeesaguisaconsigomisma,haciéndosepreguntasyrespondiéndolas.Porfin,oyóunavozfueradelacasayguardósilencioparaprestaratención.
—¡MaryAnn!¡MaryAnn!—decíalavoz—.¡Tráemelosguantesinmediatamente!
A continuación, se oyó en la escalera un ruido de pasos apresurados. Alicia supo que era elConejo,quevolvíaparaverquéestabahaciendo,ysepusoatemblardetalmodoquelacasaenteraempezóadarsacudidas.Sehabíaolvidadodequeahoraeramilvecesmásgrandequeelanimalyque,portanto,nohabíamotivoalgunoparatenerlemiedo.
Enseguida el Conejo llegó al rellano y giró el picaporte. Pero como la puerta se abría haciadentroyelcododeAliciasehabíaquedadoapoyadocontraelbatiente,resultabaimposibleentrar.
—¡Conqueesastenemos!¡Puesdarélavueltayentraréporlaventana!—rezongóelConejoenvozalta.
«¡De eso nada!», pensó Alicia. Cuando calculó que el Conejo estaba colocado debajo de laventana,abrióbruscamentelamanoylaagitócomosiquisieraatraparalgunacosa.Noapresónada,pero oyó un gritito, un ruido de caída y un estrépito de cristales rotos, por lo que dedujo que elConejohabíadebidodecaerenunsemillerodepepinosoalgoparecido.
Entonces,elConejo,congranirritaciónenlavoz,gritó:—¡Pat!¡Pat!¿Dóndeestás?—yalguienqueAlicianoconocíarespondió:—¡Aquí,señoría,cavandoenbuscademanzanas!—¡Cavandoenbuscademanzanas!—repitióelConejoconcrispación—.¡Puesdejaesoyvena
sacarmedeaquí!—Nuevoruidodecristalesrotos—.Yahoradime,¿quéesesoquesobresalepormiventana?
—¿Eso?Puesunbrazo—pronunció«braso»—,claroestá,señoría.—¡Sedicebrazo,no«braso»,animal!¿Hasvistoalgunavezunbrazodesemejantetamaño?¡Si
ocupatodalaventana!—Claroestá,peronodejadeserunbrazo…—Bueno,puesaquínoloquieroparanada,asíqueveaquitarlodeahí.Luegohuboun largosilencio,yAliciaoyócuchicheos intermitentesdeeste tipo:«¡Esonome
gustanada,señoría,claroqueno!»y«¡Obedece,mendrugo!».Porfin,volvióaabrirlamano,movióelbrazo,yalinstanteseoyerondosgritosseguidosdeunnuevoestrépito.
«¿Perocuántossemillerosdepepinotienenaquí?—sepreguntóAlicia—.¿Yahoraquépiensanhacer? Porque si creen que me van a sacar por la ventana, no sé cómo lo van a conseguir. Sinembargo,mevendríadeperlas,porquepodríairmedeaquí».
Esperóotrorato,peronovolvióaoírnadamás.Entonces, reconoció el sonido de las ruedas de una carretilla, y llegó hasta ella un barullo de
vocesmezcladas.Distinguiólasiguienteconversación:—¿Dóndeestálaotraescalera?—¡Oye,quesolohepodidotraeruna!Billsehallevadolaotra…—¡Bill,tráela,muchacho!Ahí,ponedlasenlaesquina.—No,¡primerohayqueunirlas!Inclusounidasnollegannialamitaddelaaltura…—Oh,asíestábien,¡noseasgruñón!—¡Toma,Bill,sujetaestacuerda!—¿Creéisqueeltechoaguantará?
—¡Cuidado,sehasoltadounateja!¡Cuidadoabajo!—Ruidodelatejacontraelsuelo.—¿Quiénhasido?—MeparecequehasidoBill.—¿Quiénvaabajarporlachimenea?—Yono,¡bajatú!—Nihablar,¡yotampocobajo!—LetocabajaraBill.—¿Looyes,Bill?¡Elamohadichoquetetocabajaratiporlachimenea!«Conquesí,¿eh?ConqueBillvaabajarporlachimenea—pensóAlicia—.Noesjusto,medala
impresión de que le toca a él hacerlo todo. No me gustaría nada estar en su lugar: tal vez estachimeneaseamuyestrecha,peroseguroquepuedodarleunapatada».
Adentró la pierna todo lo que pudo y esperó hasta que el bichejo (cuya especie no logróadivinar),reptandoatientasyaferrándosealasparedes,bajóhastaelhogar.Entoncespensó:«¡EsteesBill!»,diounpuntapiésecoyaguzóeloídoparaescucharloquepasabaacontinuación.Primeroseoyóuncorodeexclamaciones:
—¡Mirad,Billhasalidoporlosaires!
LuegoelConejoexclamó:—¡Idabuscarlojuntoalavalla!Luegoseprodujounsilencioseguidodeunaalgarabíadevoces:—¡Levantadlelacabeza!—¡Dadle aguardiente! ¡Y no lo zarandeéis! Vamos, muchacho, ¿qué ha pasado? ¿Qué te ha
ocurrido?¡Cuenta!Porfinseoyóunavocecilladébilyaguda.«¡EseesBill!»,pensóAlicia.—Lo cierto es que no lo sé muy bien… No, gracias, ya no quiero más aguardiente, ya me
encuentromejor… Todo está todavía demasiado borroso enmi mente para que os lo cuente. Loúnicoqueséesquesemehaacercadounacosacomosifueraunmuñecoresortedisparadodelacajayque,actoseguido,mehevistovolandoporlosairescomouncohete.
—Yalocreoqueibasporlosaires—exclamaronsusamigos.—¡Tendremosquequemarlacasa!—decidióelConejo.—¡Ah,no,nihablar!¡Silohacéis,osenvíoaDina!—gritóAliciacontodassusfuerzas.Alinstantesehizounsilenciomortal,yAliciapensó:«¿Yahoraquévanasacarsedelamanga?
Sifueranunpocomásastutos,levantaríaneltejado».Alcabodeunoodosminutos,elgrupovolvióaagitarse,yAliciaoyó:—Unacarretilladabastarádemomento—decíaelConejo.«¿Una carretillada de qué?», se preguntó Alicia. Pronto lo supo: al segundo, un granizo de
guijarrosentróporlaventana,yalgunosledieronenlacara.«¡Yaestábiendetantastonterías!»,pensó,yexclamó:—¡Niseosocurravolverahacerlo!—Ysuspalabrasprovocaronunnuevosilencio.
EntoncesAliciaviosorprendidaquelosguijarrossetransformabanengalletitasalcaeralsuelo.Seleocurrióunabrillanteidea.
«Simecomouna,estoyconvencidadequecambiarédetamaño;y,comomepareceimpensablecreceraúnmás,digoyoquemenguaré».
Secomióunagalletay,encantada,vioqueempezóaencogerenelacto.Encuantofuelobastantepequeñacomoparapasarporlapuerta,saliócorriendodelacasa.Un
tropel de animales y aves la estaban esperando.Bill, el pobre lagarto, se encontraba enmediodelgrupo,sostenidopordosConejillosdeIndiasqueloobligabanabeberdeunabotella.CuandovieronaAlicia,seabalanzaronsobreella,perolaniñaseescapóatodocorreryseadentróenunfrondosobosque.
«Loprimeroquetengoquehacer—pensómientrasandabasinrumbo—esrecuperarmitamañonormal.Ylosegundoesencontrarelcaminoquemellevealpreciosojardín.Mepareceunexcelenteplan».
Aquelplan,sencilloyprecisoalmismotiempo,parecía,enefecto,excelente.ElproblemaeraqueAlicia no tenía ni la menor idea de cómo llevarlo a cabo. De pronto, mientras exploraba losalrededoresconinquietud,seoyóunladridojustoencimadesucabeza.Rápidamentelevantólanariz.Unenormeperrolamirabadesdeloaltoyleacercabasusojosgrandesyredondos.Tímidamente,tendiólapataparatocarla.
—¡Pobreanimalito!—exclamóAliciaconuntonomuycariñoso,haciendoungranesfuerzoporemitirunsilbidodellamada.
Enrealidad,esperabaqueelanimalnotuvierademasiadahambre.Delocontrario,apesardesusmimosycaricias,¡podríaacabarentresusfauces!
Sinpensardemasiadoloquehacía,recogióunaramasecayselaacercóalcachorro.Enelacto,elperritosepusoapegarsaltosyaladrardealegría,yluegoseabalanzósobrelavarafingiendounataque.Paraquenolapisoteara,Aliciaserefugiódetrásdeunagrancardo,pero,encuantovolvióaasomarse,elcachorrosaltócontantoímpetuquediounavoltereta.Alicia,queteníalaimpresióndeque estaba jugando conun caballo percheróny temía sin cesar que el perro la aplastara, volvió aesconderse rápidamente. El cachorro, por su parte, fingía que atacaba la vara, y avanzaba yretrocedía, sin dejar de ladrar. Por fin, exhausto, se alejó un poco y se sentó a descansar, con lalenguacolgandoylosojosmediocerrados.
Sepresentólaocasióndeescapar.Aliciasepusoacorrerlomásrápidoquelepermitieronsuspiernas,y solocuando los ladridosdel cachorro seconvirtieronenun sonidomuy lejanodejódecorrer,sinaliento.«¡Quécachorrillomásadorable!—pensó,mientrasseapoyabaenunbotóndeoroyseabanicabaconunadesushojas—.Mehabríaencantadoenseñarlealgunostrucos,si…,bueno,sihubiera recuperado mi tamaño normal. ¡Dios mío! Tengo que volver a crecer, ¡casi lo habíaolvidado!Veamos…¿Quépuedohacer?Supongoque tengoquecomerobeberalgunacosa,pero¿qué?».
Esequéeralacuestiónquehabíaqueresolver.Concalma,Aliciaexaminólasfloresylahierba,sinsaberquéeraloque,entalescircunstancias,podríaserlacomidaolabebidaadecuada.Luegoseacercóaunasetadeaproximadamentesumismotamaño.Lainspeccionópordebajo,porlosladosypordetrásy,depronto,seleocurriótratardeverloquehabíaporencima.Sepusodepuntillasparaecharunaojeada,entoncessumiradasecruzóconunaenormeorugaazulqueestabasentadaconlos
brazoscruzadosenelcentrode laseta, fumando tranquilamenteunnarguile, sindemostrarelmásmínimointeréspornadadeloquesucedieraasualrededor.
Trasobservarsemutuamenteduranteunbuenrato,laOrugasesacóelnarguiledelabocay,convozadormilada,preguntó:
—¿Ytúquiéneres?Noesquefueraunaformamuyalentadoradeentablarconversación.—Yo…Esquenolotengomuyclaro,señora,almenosporahora—respondióAliciaunpoco
cohibida—.En realidad, cuandome he levantado estamañana sí que sabía exactamente quién era,perometemoquedesdeentonceshesufridovariastransformaciones.
—¿Aquéterefieres?—preguntólaOrugaconaspereza—.¡Explícate!—Creoquenovoyasercapaz,señora,dadoqueyoyanosoyyo,¿comprende?—Puesno,nocomprendonada—gruñólaOruga.—Metemoquenovoyapodersermásclara—respondióAliciaamablemente—;nisiquierayo
mismacomprendoloquemepasa.Cuandounacambiadetamañotantasvecescomoyo,yenunsolodía,sequeda,cuandomenos,algoturbada.Escomprensible,¿noleparece?
—¡Puesno!—exclamólaOruga.—Usted, lógicamente, todavía no lo sabe—prosiguióAlicia—, pero cuando se transforme en
crisálida(cosaque,sinduda,leocurriráantesodespués)yluegoenmariposa,sindudaleparecerábastanteextraño.
—¡Enabsoluto!—replicólaOruga.—Bueno,talvezaustedledéigual—dijoAlicia—,peroamí,desdeluego,meresultaríadelo
másextraño…—¡Ati!¿Peroquiénerestú?—dijolaOrugacondesprecio.Yasívolvieronalpuntodepartida.Unpocomolestaporeltonotansecoconelquesedirigíaa
ella,Aliciaseenderezótodoloquepudoydeclarómuydignamente:
—Creoqueesustedlaquedeberíadecirmequiénes,enprimerlugar.—¿Yesoporqué?—replicóextrañadalaOruga.
Eraunapreguntamuyembarazosa.Comonoencontrabaunarespuestaconvincente,ylaOrugasemostrabarealmenteantipática,Aliciasegirósobresustalonesysealejó.
—¡Vuelveaquí!—legritólaOruga—.¡Tengounacosaimportantequedecirte!Esperanzada,laniñasediolavuelta.—¡Debesaprenderamantenerlacalma!—leprevinolaOruga.—¿Esoestodo?—preguntóAliciaaplacandosucóleralomejorquepudo.—No.
Comonoteníanadamejorquehacer,Aliciadecidióesperar.Alfinyalcabo,talvezlaOrugaletransmitieraunaenseñanzainteresante.
Duranteunosminutos,laOrugafumóensilencioy,porfin,descruzandolosbrazos,sesacóelnarguiledelabocaypreguntó:
—Demodoque,entuopinión,tehancambiado,¿esasí?—Esometemo,señora.Yanorecuerdolascosascomoantes…Ymeresultaimposiblemantener
lamismaestaturadurantediezminutosseguidos.—¿Yquécosasnorecuerdas?—Verá,he intentadorecitarVedcómola laboriosaabeja—respondióAliciaconmelancolía—,
peromeveníanalacabezaunosversoscompletamentedistintos.—RecítameSoisyaviejo,padreWilliam—leordenólaOruga.Aliciajuntólasmanosyempezóarecitar:
—Soisyaviejo,padreWilliam,pero,peseavuestrascanas,vaisporahíhaciendoelpino,yesonoescosamuysana.
Lediceelpadreasuhijo:—Alcontrarioquehaceaños,nocreoquelagimnasiaamicococausedaño.
—Estáisgordo,padreWilliam,mas,contodovuestropeso,entráisdandovolteretas,¿propioesesodeunobeso?
Lediceelpadreasuhijo:—Másflexiblesoyqueantes,graciasaestebebedizo.¿Quieresprobarlo,tunante?
—Dientesyanoosquedan,padre,enlaquijaday,encambio,¡unaoca,consushuesos,enterahabéisdevorado!
—Hablétantoantelosjuecesenmisdíasdeletrado
quelaquijadaylosdientesintactossehanconservado.
—Lavistatenéiscansada,conquedecidme,mipadre,¿cómohacéiselequilibrioconestaanguilatangrande?
—¡Hijo,porDios,yaesbastante!Hoyestoymuyocupado.Dejadehacermepreguntas¡yveteafreírespárragos!
—¡Lohasrecitadofatal!—observólaOruga.—Sí, me temo que no muy bien —reconoció Alicia humildemente—. He cambiado algunas
palabras…—¡Estámaldeprincipioafin!—sentenciólaOrugacontonocategórico.Alcabodeunosminutos,volvióahablar:—¿Quéestaturadesearíastener?—Laverdadesquemedaunpocoigual—seapresuróaresponderAlicia—.Loquenomegusta
nadaesandarcambiandotodoeltiempo,¿sabe?—No,nosénada—respondiólaOruga.Aliciaguardósilencio.Nuncahastaesemomentolehabíanllevadotantolacontraria,yempezaba
aperderlacalma.—¿Tegustaeltamañoquetienesahora?—preguntólaOruga.—Bueno, nome importaría ser un pocomás alta, si no esmolestia.Ocho centímetros es una
estaturarealmenteridícula.—¡A mí me parece estupenda! —replicó la Oruga irguiéndose (medía exactamente ocho
centímetros).—Ya,peroyonoestoyacostumbrada—explicóAliciacondesesperación.Ypensó:«¡Ojaláestascriaturasnosesintieranofendidasalaprimeradecambio!».—Coneltiempoacabarásacostumbrándote—dijolaOruga.Ysepusoadarcaladasotravez.Estavez,AliciaesperópacientementeaquelaOrugadecidiera
volveradirigirlelapalabra.Alcabodeunpardeminutos,estasesacóelnarguiledelaboca,diounpar de bostezos y se estiró. Luego bajó de la seta y se alejó reptando por la hierba. Amodo dedespedida,selimitóadecir:
—Unodelosladosteharácrecer,yelotroteharámenguar.«¿Unodelosladosdequé?¿Elotroladodedónde?»,sepreguntóAlicia.—¡De la seta!—respondió laOruga, como siAlicia hubiera hecho la pregunta en voz alta, y
luegodesapareció.
Aliciapasóunratocontemplandolaseta,tratandodeadivinardóndetendríalosdoslados.Comoeraperfectamenteredonda, lasoluciónnoeranadafácil;peroal finalrodeóelhongoconlosdosbrazosylasdosmanosyarrancóuntrozodecadaextremo.
«Yahora,¿cuálseráelbueno?»,sepreguntó,dandounmordisquitoaltrozoqueteníaenlamanoderecha.Almomento,notóquelabarbillachocababruscamenteconlospies.
Sellevóunsustodemuerteporaquelrepentinoresultado,ycomprendióqueestabamenguandomuy rápidamente; así pues, sin un segundo que perder, decidió probar el otro trozo. La barbillaestaba tan aplastada contra los pies que apenas pudo abrir la boca, pero al final logrómorder elpedazodelamanoizquierda.
—¡Por fin tengo lacabeza libre!—dijoaliviada,perocasi al instante, el alivio seconvirtióenpreocupación: ¡le habían desaparecido los hombros! Todo lo que alcanzaba a ver era un cuellodesmesuradamentelargoqueparecíabrotarcomoeltallodeunaplantadescomunaldelbosquequeseextendíaasuspies.
«¿Dónde se habrán metido mis hombros?—se preguntó Alicia—. ¡Oh, pobres manitas mías!¿Cómo es que ya no las veo?». Las agitó mientras hablaba, pero no notó nada, salvo un ligerotemblorentrelashojasdelosárboles.
Como,porloqueseveía,noibaapodersubirlasmanosalacabeza,intentóbajarlacabezahastalasmanos, y descubrió encantada que podía retorcer el cuello en todas las direcciones, comounaserpiente.Acababadecurvarlohaciaabajoenunelegantezigzag,ysedisponíaahundirlacabezaen
la hojarasca, cuando un silbido agudo la hizo retroceder. Una gran paloma, batiendo las alas, seabalanzóbrutalmentecontrasurostro.
—¡Serpientedeldemonio!—gritó.—¡Nosoyningunaserpiente!—protestóAliciaconindignación—.¡Hagaelfavordedejarmeen
paz!—¡Serpiente,serpientedeldemonio!—insistiólaPaloma,yluegoañadiógimoteando—:¡Oh,lo
heintentadotodo,peronada!—Deverdadquenoentiendoloquequieredecir—dijoAlicia.—Heprobadoenlasraícesdelosárboles,enlasorillasdelosríosyenlossetos—prosiguióla
Palomasinprestarleatención—.¡Peroesimposiblequitárselasdeencima!Alicia, cada vez más intrigada, decidió que era mejor esperar a que la Paloma terminara su
monólogo.—¡Comosinofuesebastantecontenerqueincubarhuevos!—continuó—.¡Encimametocahacer
guardianocheydíaporculpadelasdichosasserpientes!Lojuro,¡llevotressemanassinpegarojo!
—¡Losientomucho!—dijoAlicia,queempezabaacomprender.—Yjustocuandoporfinmeinstaloenlacopamásalta—siguiólamentándoselaPalomaconun
quebrantoenlavoz—,cuandoporfincreíaquemehabíalibradodeellas,¡seponenabajardelcielozigzagueando!¡Bu!¡Serpiente!¡Serpiente!
—¡Peroleaseguroquenosoyunaserpiente!—afirmóAlicia—.Soyuna…una…
—¿Unaqué,aver?—seimpacientólaPaloma—.Senotaqueestásinventándoteuncuento.—Soy… una niña pequeña —dijo Alicia, sin demasiada convicción, al recordar todos los
cambiosquehabíasufridoaqueldía.—¡Saltaalavista!—gritólaPalomacondesprecio—.Hevistomuchasniñaspequeñasyninguna
teníauncuellocomoeltuyo.¡Queno,queno!¡Quetúeresunaserpiente,pormuchoqueloniegues!Yluegomedirásquenohascomidohuevosentuvida,¿verdad?
—Pues claro que he comido huevos—confesó Alicia, que no sabía mentir—. Pero las niñastambiéncomenhuevos.
—¡Nomecreounapalabradeloquedices!Perosiloquedicesesverdad,significaquelasniñassonunaclasedeserpientes,¡ypunto!
EraunaideatannuevaparaAliciaquesequedósinpalabras,ylaPalomaaprovechóparaañadir:—Séperfectamentequeestásbuscandohuevos,portanto,¿quémeimportaqueseasunaserpiente
ounaniña?—Puesamísímeimporta,ymucho—contestóAlicia—.Perodemomentonoestoybuscando
ningúnhuevo.Yaunqueasífuera,noquerríalossuyos:¡nomegustanloshuevoscrudos!—Bueno,puesentoncesfueradeaquí—gruñólaPalomavolviendoasunido.Aliciabajóalsuelocomopudo;elcuelloseleenganchabaenlasramasdelosárbolesytuvoque
detenersevariasvecesparadesenredarlo.Luegorecordóquetodavíaconservabalostrocitosdeseta,y se puso amordisquearlos conmucho cuidado, primero uno, luego el otro, y crecía unas veces,menguabaotras,hastaqueconsiguiórecuperarsuestaturanormal.
La había perdido hacía tanto tiempo que al principio le costó adaptarse. Pero enseguida seacostumbróyvolvióacharlarconsigomisma.
—¡Ya está! ¡He cumplido la mitad de mi plan! Realmente estas transformaciones sonextraordinarias:nuncaséloquevaaserdemídeunminutoaotro.Perobueno,yatengomitamañodesiempre.Ahorasolomequedaentrareneljardínmaravilloso…¿Cómoloconseguiré?
Diciendoesto,llegóaunclarodelbosqueenelquesealzabaunacasitadeaproximadamenteunmetroyveintecentímetrosdealto.
«Mepreguntoquiénviviráaquí—pensóAlicia—,peronopuedopresentarmeconestaestatura.Semoriríandelsusto,seguro».
Así pues, volvió amorder el trozo que tenía en lamano derecha, y hasta que no llegó a losveinticincocentímetrosdealturanoseacercóalacasa.
A liciapermanecióinmóvilunosminutosdelantedelacasa,sinsabermuybienquéhacer.Depronto,del bosque surgió un lacayo corriendo (la niña pensó que era un lacayo porque vestía una librea,pero,a juzgarporsucara,parecíamásbienunpez).Conenérgicosgolpes,el lacayo llamóaunapuertaqueabrióotro lacayoconlibrea.Este tenía lacararedondaylosojossaltonescomolosdeuna rana.Alicia observó que los dos llevaban una espesa peluca de rizos empolvada. Sintió tantacuriosidadquesealejóunpocodelosárbolesparaescucharloquedecían.
El lacayo-pez llevaba bajo el brazo un carta casi tan grande como él y se la entregó al otro,diciendocongransolemnidad:
—ParalaDuquesa.UnainvitacióndelaReinaalpartidodecroquet.Conlamismaceremonia,ellacayo-ranarepitiólafrase,peroalterandoligeramenteelordende
laspalabras:—DelaReina.UnainvitaciónalpartidodecroquetparalaDuquesa.Luegolosdoshicieronunaprofundareverencia,inclinándosetanabajoqueselesenredaronlos
rizos.
Ante aquella escena, Alicia lanzó una carcajada tan sonora que tuvo que volver corriendo albosque por miedo a que la oyeran. Cuando se atrevió a mirar de nuevo, el lacayo-pez habíadesaparecidoyelotroestabasentadoenelsuelo,cercadelaentrada,mirandoalcieloconcaradetonto.Aliciaseacercóalapuertatímidamente.
—Notemolestesenllamar—dijoellacayo—,pordosmotivos:primero,porquemeencuentroenelmismoladoquetú.Y,segundo,porqueseestáarmandotaljaleoahídentroquenadievaaoírte.
Y era verdad. Del interior de la casa salía un ruido escandaloso, gritos y una sucesiónininterrumpida de estornudos, a veces ahogados por un enorme estrépito, como si de repente sehicieraañicosalgúnplatooalgunatetera.
—Ya—dijoAlicia—.Enesecaso,¿podríaindicarmecómoentrar?—Talveztendríasentidollamaralapuerta—siguiódiciendoellacayosinescucharaAlicia—,si
estaseencontrarasituadaentretúyyo.Porejemplo,sitúestuvierasenelinterioryyoaquífuera;en
esecaso,túllamarías,yoabriría,yasípodríassalir.Hablabasindejardemiraralcielo, locual leparecióunacompletadescortesíaaAlicia.«Alo
mejor es que no puede evitarlo —pensó—. Como tiene los ojos tan arriba… Con todo, podríaresponderalmenosalaspreguntasquelehacen».
—¿Cómopuedoentrar?—volvióapreguntar.—Meparecequemevoyaquedaraquísentadohastamañana…—dijoellacayo.Enesemomento,lapuertadelacasaseabriódeprontoysalióunplatovolandoendirecciónal
lacayo,lerozólanarizyfueaestrellarsecontraunárbol.—O tal vez hasta pasadomañana—siguió diciendo el lacayo con elmismo tono, como si tal
cosa.—¿Cómopuedoentrar?—preguntódenuevoAlicia,alzandounpocolavoz.—¿Acasotienesqueentrar?¡Heahílacuestión!—dijoellacayo.Teníatodalarazón,peroaAlicianolegustabaquelellevaranlacontraria.—¡Hayqueverloinsolentesquesontodasestascriaturas!—murmuró—.¡Escomoparavolverse
loca!Ellacayoconsideróquehabíallegadoelmomentoderetomarsumonólogo.—Mequedaréaquísentadodurantedíasenteros.—¿Yyoquétengoquehacer?—insistióAlicia.—¡Hazloqueteapetezca!—respondióellacayo,yactoseguidosepusoasilbar.—¡Estotalmenteinútilhablarconél!¡Menudopasmarote!—exclamólaniñaconexasperación.Asípues,abriólapuerta,entróenlacasayfueadaraunagrancocinallenadehumo.LaDuquesa
estaba sentada en un taburete ymecía a un niño,mientras una cocinera, inclinada sobre el fogón,removíaunenormecalderollenodesopa.
—¡Es evidente que esta sopa tiene demasiada pimienta!—dijoAlicia dando varios estornudosseguidos.
Yeraverdad.Flotabamuchapimientaenelambiente;laDuquesasepusotambiénaestornudar,seguidadelniño,queestornudóentredosestridenteschillidos.Losúnicoshabitantesquenoparecíaninmutarselomásmínimoporaquelloeranlacocinerayungatoenormequedescansabaasuladoyqueesbozabaunasonrisadeorejaaoreja.
—Disculpe, señora—preguntóAlicia con timidez, puesno estabamuy seguradeque fuera debuenaeducaciónserlaprimeraenhablar—,¿podríadecirmeporquésonríeelgatodeesamanera?
—PorqueesungatodeChester,poreso.¡Cerdo!LaDuquesapronuncióestoúltimocontalviolenciaqueAliciaseasustó,peroluegocomprendió
quesedirigíaalbebé;entoncesrecobróalgodevalor:—NosabíaquelosgatosdeChestersonrieran.Laverdadesquenisiquierasabíaquelosgatos
pudieransonreír.—Todospueden,ylamayoríalohace.—Nuncahabíavistoningunohastaquelleguéaquí—dijoAlicia,felizdepoderporfinentablar
conversación.—Estáclaroquenohasvistomuchascosas.Ante aquella desagradable observación, Alicia prefirió cambiar de tema. Pero mientras ella
intentaba encontrar algo de que hablar, la cocinera retiró el caldero del fuego y se puso a lanzarcontra laDuquesa todo lo que tenía amano: una pala, unas pinzas y un atizador, seguidos de una
avalancha de cacerolas, platos y fuentes diversas. LaDuquesa no hacía elmenor caso, ni siquieracuandoalgúnproyectil laalcanzaba.Elbebé,porsuparte,gritaba tanfuertequeeraprácticamenteimposiblesabersillorabadedolorono.
Aliciaestabaaterrorizadaydabasaltosdeunladoaotro:—¡Porfavor,tengacuidado!¡Oh!¡Yahorasupobrenaricita!—selamentabaalverunaenorme
cacerolaestamparsecontralacaradelniño.—¡Si cada quien se ocupara de sus propios asuntos, laTierra giraríamás deprisa!—gruñó la
Duquesa.—Peroesonoserviríadegrancosa—observóAlicia,encantadadeaprovecharlaocasiónpara
exhibirsusconocimientos—.Pienseenelcaosqueesoprovocaríaconeldíaylanoche.PuesyasesabequelaTierradavueltassincesarduranteveinticuatrohorasparaejecutarunarotacióny…
—¿Hadichoejecutar?—interrumpiólaDuquesa—.¡Quelecortenlacabeza!Aliciamiróconhorrora lacocinera,peroestaestaba tanocupada removiendo la sopaqueno
parecíahaberoídolaorden.
—Esocreo,veinticuatrohoras…—volvióahablarAlicia—.¿Oerandoce?Yo…—¡Yabastadecifras!—gritólaDuquesa—.Siempreheodiadolosnúmeros.Volvióameceralniñoyacantarle;alfinaldecadaversoledabaunasacudida:
«Manoduraconelniñito
siledaporestornudar,pueslohaceconunsoloafán:incordiarysacardequicio».
CORO(formadoporlacocinerayelniño):«¡Uo!¡Uo!¡Uo!».
Durantelasegundaestrofa,laDuquesasacudíaalniñodearribaabajo,yelbebégritabatanfuertequeAliciacasinodistinguíalaletradelacanción.
«Manoduraconestenene,uncachete,siestornuda,pues¿nosoportacuandoquierelapimientaquemáslegusta?».
CORO:«¡Uo!¡Uo!¡Uo!».
—¡Ven,puedesacunarlounrato,siquieres!—ledijolaDuquesaaAlicia,ylelanzóelniñoporlos aires como si fuera unpaquete—.Tengoque ir a prepararmepara el partidodecroquet de laReina.
LaDuquesasalióatodaprisadelahabitación,sorteandoporlospelosunasarténquelearrojólacocinera.AAlicialecostócogeralniñoenbrazos,pueselbebé,queteníaunaformamuyextraña,meneabalosbrazosylaspiernashaciatodoslados,«comounaestrellademar»,pensóAlicia.
Elpobreniñosorbíayresoplabacomounalocomotora,ynoparabadeforcejearyretorcerse,contalímpetuquedurantelosdosprimerosminutosAliciatuvoquehacerverdaderosesfuerzosparaquenoseleescurriera.
En cuanto averiguó cómo mantenerlo tranquilo (lo cual logró inmovilizándolo mediante unaespeciede llaveconsistenteensujetarloaun tiempopor laorejayporelpiederecho),salióde lacasa.
—Si no me llevo al niño conmigo—pensaba—, van a terminar matándolo; sería un crimendejarloaquíabandonado.
Habíapronunciadoestasúltimaspalabrasenvozalta,alasqueelniñorespondióconungruñido(porfinhabíadejadodeestornudar).
—Nogruñas—dijoAlicia—.Noesunmodomuycorrectodeexpresarse.ElbebéemitióotrogruñidoyAlicialomirópreocupada.Teníaunanarizmuyrespingona,quese
parecíamásaunhocicoqueaunanariz,yunosojosdiminutos.AAlicialeparecíaqueelconjuntoerabastantedesagradable.
«Alomejoresporculpadelossollozos»,pensó.
Examinólosojosdelniñoparaversiderramabalágrimas,peronovioninguna.—Si te transformas en cerdo, querido niñito —declaró con un tono muy serio—, dejaré de
cuidarte.Asíquemuchocuidado.Amodo de respuesta, el pobre niño se puso a llorar (o tal vez a gruñir, resultaba imposible
distinguirlo), y los dos emprendieron lamarcha.Alicia estaba preguntándose lo que haría cuandoestuvieradevueltaencasa,cuandoelniñosoltóunnuevogruñido,yestavezfuetanfuertequesequedómirándoloestupefacta.Yanocabíaningunaduda:elniñoeradefinitivamenteuncerdito.
Noteníaningúnsentidoseguirllevándoloenbrazos,asíquelodejóenelsueloysesintiómuy
aliviadadevercómoseibatrotandohaciaelbosque.«Demayor—pensóAlicia—,habríasidounniñomuyfeo,perocomocerdomeparecequees
bastante bonito». Recordó a otros niños que conocía y que también serían unos lindos cerditos.«Ojalásupiéramoscómotransformarlos…»,pensaba,cuando,depronto,sepegóunsustoalveralGatodeChesterposadoenunaramadeárbol.
El animal sonrió,y aAlicia lepareciómuyagradable;pero como teníaunasgarrasmuymuylargasygrancantidaddedientes,decidióqueeramejordirigirseaélrespetuosamente.
—Minino de Chester…—empezó diciendo con prudencia, sin saber si al animal le pareceríacorrectoeseapelativo.
ElGatoalargóaúnmáslasonrisa.«Bueno,parecequelegusta»,pensóAlicia,yvolvióahablar:—¿Podríadecirme,porfavor,quécaminodebotomarparasalirdeaquí?—Esodependesobretododellugaradondequierasir—respondióelGato.—Medaunpocoigual—dijoAlicia.—Entonceselcaminotambiéndaigual.—…siemprequellegueaalgunaparte—explicóAlicia.—Oh,seguroquellegasaalgunaparte,sicaminaslosuficiente.Esoerainnegable,porloqueAliciatratódehacerleotrapregunta:—¿Cómosonloshabitantesdeporaquí?—PorestecaminoviveelSombrerero—contestóelGatohaciendoungestoconlapataderecha
—.Yporeseotro—levantólapataizquierda—vivelaLiebredeMarzo.Puedesiravisitarlos,tantoalunocomoalaotra:losdosestánlocos.
—¡Peroyonoquierovisitaragenteloca!—protestóAlicia.—Pueslotienesmuydifícil—dijoelGato—.Enestelugarestamostodoslocos.Yoestoylocoy
túestásloca.—¿Ycómosabequeestoyloca?—preguntóAliciaconasombro.—Debesestarlo,pues,delocontrario,nohabríasvenidoaquí…—dijoelGato.Laniñaconsideróqueaquelrazonamientonoeramuyconvincente.—Yusted,entonces,¿cómosabequeestáloco?—preguntó.—Para empezar —dijo el Gato—, convendrás conmigo en que los perros no están locos,
¿verdad?—Supongoquetienerazón…—Pues bien—siguió diciendo el Gato—, habrás observado que un perro gruñe cuando está
enfadadoymueve la cola cuandoestá contento.Yomuevo la cola cuandoestoyenfadadoygruñocuandoestoycontento.Conclusión:estoyloco.
—Yoaesolollamoronronear,nogruñir—observóAlicia.—Llámalocomomásteguste.¿VasaasistiralpartidodecroquetdelaReina,estatarde?—Meencantaría,peronadiemehainvitado…—¡Meverásallí!—aseguróelGato.Ydesapareció.Alicianosesorprendiómucho,puesempezabaaacostumbrarseatodasaquellas
extravagancias.PerocuandotodavíaestabamirandoellugardesdeelqueelGatohabíahablado,estevolvióaaparecer.
—Porcierto,¿quéhasidodelbebé?—lepreguntó.—Sehaconvertidoencerdito—respondióAlicia,comosisetrataradelacosamásnormaldel
mundo.—Nomeextraña…—murmuróelGato,ydenuevosevolvióinvisible.Aliciaesperóunratoporsireaparecía,peronoocurriónaday,alcabodeunosminutos,sefueen
direcciónallugardondevivíalaLiebredeMarzo.«Sombrereros ya he visto—pensó—. La Liebre deMarzo será más interesante y, puesto que
estamos enmayo, tal vez no esté completamente loca…Almenos, no tan loca como enmarzo».Mientrasandabaenestospensamientos,alzólosojosyviootravezalGato,sentadosobreunarama.
—¿Hasdichocerdoocardo?—preguntó.—Hedichocerdo—respondióAlicia—.Y,porfavor,noandeapareciendoydesapareciendode
esaformatanbrusca.—Deacuerdo—asintióelGato.
Yestavezsedesvaneciómuydespacio,empezandoporel finalde lacolay terminandopor lasonrisa,quesiguióflotandoenelaireduranteunbuenrato.
«¡Diosmío!—pensóAlicia—.Hevistomuchosgatos sin sonrisa, ¡peronuncauna sonrisa singato!¡Estosíqueesincreíble!».
NotuvoquecaminarmuchoparallegarhastalacasadelaLiebredeMarzo.Supusoqueerasucasaporquelaschimeneasteníanformadeorejasdeliebre,yeltejadoestabacubiertodepiel.Perolamoradaeratangrandeque,antesdeacercarse,Aliciamordisqueóuntrocitodesetaqueteníaenlamanoizquierda.Cuandomidióunossesentacentímetros,siguióandando,aunquealgotemerosa:«¿Ysialfinalresultaqueestálocaderemate?—pensaba—.CasimearrepientodenohaberidoacasadelSombrerero».
Bajounárbol,delantedelacasa,habíaunamesapuesta,ylaLiebredeMarzoestabatomandoeltécon elSombrerero.Sentado entre los dos había un lirónprofundamente dormidoy los otros dos,hablandoporencimadesucabeza,seapoyabanenélcomosifueraunalmohadón.
«Debe de ser muy incómodo para el Lirón —pensó Alicia—. Pero como está durmiendo,supongoquenolemolestará».
Aunquelamesaeramuygrande,lostresestabanapiñadosenunaesquina.—¡Noquedasitio!¡Noquedasitio!—gritaroncuandovieronllegaraAlicia.—¡Perosihaysitioparadarytomar!—respondióindignada,ysesentóenunbutacón.—Sírveteunvasodevino—lepropusolaLiebredeMarzoamablemente.Aliciamirólamesa,peroallísolohabíaté.—Noveovinoporningúnlado—señaló.—Esquenolohay—reconociólaLiebredeMarzo.—Puesenesecasonoesmuycortésporsuparteofrecérmelo—replicóAliciaconfastidio.—Ytampocoesmuycortésquetesientesamimesasinquetehayainvitado—replicólaLiebre
deMarzo.—Nosabíaquefuerasumesa:tienecubiertosparamásdetrespersonas—dijoAlicia.—Necesitasuncortedepelo—declaróelSombrerero,quienllevabaunbuenratoobservandoa
Aliciayabríalabocaporprimeravez.—Noesdebuenaeducacióncriticaralaspersonas—respondióAliciacontonosevero—.Esuna
grandísimafaltadeeducación.ElSombrereroabriólosojoscomoplatos,perotodoloqueacertóaresponderfueesto:—¿Enquésepareceuncuervoaunpupitre?«¡Estupendo!Vamosadivertirnos—pensóAlicia—.Mealegrodequenospongamosa jugara
lasadivinanzas».
—¡Seguroqueloadivino!—exclamóenvozalta.—¿Quieresdecirqueconoceslarespuesta?—preguntólaLiebredeMarzoasombrada.—Desdeluego.—Entoncesdiloquepiensas.—Siempredigo loquepienso—seapresuróa responderAlicia—.Esdecir, siemprepienso lo
quedigo.Eslomismo,¿no?—Nimuchomenos—replicóelSombrerero—.Escomosidijerasque«veoloquecomo»eslo
mismoque«comoloqueveo».—Ocomosidijerasque«megustaloquetengo»eslomismoque«tengoloquemegusta»—
apuntólaLiebredeMarzo.
—Ocomosidijerasque«respirocuandoduermo»eslomismoque«duermocuandorespiro»—añadióelLirón,quealparecerhablabamientrasdormía.
—Ah,peroentucasosíqueeslomismo—observóelSombrerero.Y, diciendo esto, los cuatro se quedaron callados durante unminuto,mientrasAlicia intentaba
recordartodocuantosabíasobreloscuervosylospupitres,esdecir,pocacosa.ElSombrererofueelprimeroquerompióelsilencio:
—¿Aquédíaestamoshoy?—preguntódirigiéndoseaAlicia.Se había sacado el reloj del bolsillo y lo consultaba con desazón, dándole sacudidas y
llevándoseloaloído.Aliciapensóunpocoantesderesponder.—Estamosacuatro.—¡Va dos días atrasado! —murmuró el Sombrerero, en un suspiro—. ¡Te advertí que esa
mantequillanoeralamásadecuadaparaengrasarlamaquinaria!—gruñó,fulminandoalaLiebredeMarzoconlamirada.
—Perosieramantequillablanda…—sedisculpólaLiebremuyapenada.—Talvez, pero sehabrán atascadounasmiguitas—refunfuñó elSombrerero—.Nohabíaque
untarlaconelcuchillodelpan.LaLiebredeMarzocogióelreloj,loobservócontristeza,lohundióensutazadetéyvolvióa
mirarlo.Perosolopudorepetirlafrasedelprincipio:—Eramantequillablanda,teloaseguro.Alicia, que había observado el reloj con curiosidad por encima del hombro de la Liebre,
exclamó:—¡Quérelojtanextraño!Indicaeldíadelmes,peronolahora.—¿Yporquéhabríadeindicarlahora?—murmuróelSombrerero—.¿Acasoturelojindicael
añoenqueestamos?—¡Desde luego que no!—contestó inmediatamente Alicia—. Pero eso es porque un año dura
muchotiempo.—Pueslomismoocurreconmireloj—concluyóelSombrerero.Aquellafrase,queaparentementenoteníaningúnsentido,dejóaAliciabastantedesconcertada.—Noloentiendodeltodo—dijotratandodeponereltonomáseducadoposible.—Mira,elLirónsehavueltoaquedardormido…—observóelSombrerero.Lederramóunpocodetécalienteenelhocico.ElLirónmeneólacabezaconfastidioyluego,sin
abrirlosojos,farfulló:—Claro,claro,esoesloqueestabaapuntodedeciryotambién.
—¿Has encontrado la solución de la adivinanza?—preguntó el Sombrerero volviéndose haciaAlicia.
—No,laverdadesqueno…¿Cuáles?—Notengonilamenoridea—dijoelSombrerero.—Niyo—dijolaLiebredeMarzo.Alicialanzóunsuspiro.—Mepareceque tendríanquedejardeperderel tiempoplanteandoadivinanzassinosaben las
soluciones—declaró.—SiconocierasalTiempotanbiencomoyo—dijoelSombrerero—,nohablaríasdeperderlo
comosifueraunobjeto.ElTiempoesunapersona.—Noséaloqueserefiere—titubeóAlicia.—¡Porsupuestoqueno!—exclamóelSombrereromeneandolacabezacongestodedesprecio—.
SeguroquenuncahashabladoconelTiempo,¿aqueno?—Seguramente no—respondió Alicia con prudencia—. Solo sé que en mis clases de música
tengoquemarcarlo.—¡Esoloexplicatodo!ElTiempoodiaquelomarquen.Sitellevarasbienconél,haríatodolo
que tú quisieras. Por ejemplo, imagínate que fueran las nueve de la mañana y que tuvieras queempezaraestudiartuslecciones:puesbastaríaconqueledijerasunapalabray,¡hop!,lasagujasdelosrelojesgiraríanatodavelocidad,ydeprontoseríalaunaymedia,osea,lahoradelalmuerzo.
—¡Ojalálofuera!—suspirólaLiebredeMarzo.—Esoseríamaravilloso,desdeluego—dijoAliciaconvozsoñadora—.Peroentoncesnotendría
hambre…—Al principio probablemente no —reconoció el Sombrerero—. Pero podrías hacer que las
agujasdelrelojdeparedsedetuvieranenlaunaymediadurantetodoeltiempoquequisieras.—¿Esesoloquehacenustedes?ElSombrereronegótristementeconlacabeza.—¡Ay,pordesgracia,no!—respondió—.ElTiempoyyonospeleamoselpasadomesdemarzo,
justoantesdequeesta(yseñalóalaLiebredeMarzoconsucucharadeté)sevolvieraloca.SucedióenelgranconciertoquediolaReinadeCorazones,enelqueyoteníaquecantar:
Brilla,murcielaguito,brilla.Mepreguntoquéesdetuvida.
»Supongoqueconocesestacanción.—Mesuenadealgo—afirmóAlicia.—Yluegosigue:
Volando,elcielovassurcandoyeltéenbandejavasllevando,brilla,brilla…
ElLirónsesacudióy,mientrasdormía,empezóacantar:«Brilla,brilla,brilla…»,ycomosiguiócantandounbuenrato,huboquepellizcarloparaquesecallara.
—Bueno, pues apenas había terminado la primera estrofa—siguió diciendo el Sombrerero—,cuandolaReinaselevantódeunsaltoygritó:«¡NorespetalaMedida,estámatandoelTiempo!¡Quelecortenlacabeza!».
—¡Quéhorror!—exclamóAlicia.—Desdeesedía,elTiemposeniegaahacerloquelepido;poresoahorasonsiemprelasseisde
latarde.Aliciadeprontoviolaluzypreguntó:—¿Poresohaytantastazasdetéenestamesa?—Sí—respondióelSombrererolanzandounsuspiro—.Paranosotrossiempreeslahoradelté.
Poresarazónnuncapodemoslavarlavajilla.—Entonces,¿sepasantodoeldíadandovueltasalrededordeestamesa?—Esoes.Avanzamosamedidaquelastazassevanensuciando.—¿Yquéocurrecuandovuelvenalsitiodepartida?—seleocurriópreguntaraAlicia.—¿Ysihablamosdeotracosa?—intervino laLiebredeMarzodandounbostezo—.Yamehe
cansadodeestetemadeconversación.Propongoqueestaniñanoscuenteuncuento.—Me temo que no me sé ninguno —respondió rápidamente Alicia, algo agobiada ante la
sugerencia.—Bueno,entalcaso,elLirónvaacontarnosuno—exclamaronlosotrosdos.Ycadaunoporsu
ladolediounpellizco:—¡Eh,Lirón,despierta!ElLirónabriólosojoscongranesfuerzo.—¡Noestabadurmiendo!—murmurócarraspeando—.Estabaescuchandotodoloquedecíais.—¡Cuéntanosuncuento!—lepidiólaLiebredeMarzo.—¡Oh,sí,porfavor!—suplicóAlicia.—Perorapidito—añadióelSombrerero—,noseaquetequedesdormidoantesdelfinal.—Habíaunaveztreshermanitas—elLirónempezóelcuentomuydeprisa—.SellamabanElsie,
LacieyTillie,yvivíanenelfondodeunpozo…—¿Y qué comían? —preguntó Alicia, que siempre demostraba un gran interés por todo lo
referentealacomida.
—Comíanmelaza—respondióelLirón,trasmeditarlarespuestaunossegundos.—Esoesimposible—observóAliciaamablemente—.Sehabríanpuestoenfermas…—Peroesqueestabanenfermas.Inclusomuyenfermas.Aliciatratódeimaginarcómosepodríavivirdeaquellamanera.Leparecíaunpococomplicado,
porloquevolvióaformularunapregunta:—¿Ycómoesquevivíanenelfondodeunpozo?—Tomamásté—dijolaLiebredeMarzocongravedad.—Demomento nohe bebidonada—respondióAlicia ofendida—,por lo que no puedo tomar
másdealgoqueantesnohetomado.—Terefieresaquenopuedestomarmenosdealgoquenohastomado—aclaróelSombrerero
—.Porqueesmuyfáciltomarmásquenada…—¡Nadielehapedidosuopinión!—replicóAlicia.—¿Quiéneslaquecriticaahora?—lehizoverelSombrererotriunfalmente.Alicia no supo qué responder, por lo que se sirvió una taza de té y cogió una tostada con
mantequilla.LuegosevolvióhaciaelLirónyvolvióaformularsupregunta:—¿Porquévivíanenelfondodeunpozo?Trasunosminutosdereflexión,elLiróndeclaró:—Eraunpozodemelaza.—¡Esonoexiste!—exclamóAliciaindignada.ElSombrereroylaLiebredeMarzodijeron:—¡Shhh!¡Shhh!
YelLirónrezongódemalhumor:—Sinotecomportasconeducación,terminatúmismadecontarlo.—¡No, por favor, no se calle! —imploró Alicia humildemente—. No volveré a interrumpir.
Ahoraquelodice,talvezexistanpozosdeestetipo,aunquesoloseauno.—¡Desdeluegoqueexisteuno!—gruñóelLirón,indignado.Sinembargo,aceptóseguirnarrandosuhistoria.—Bueno,puesdecíaquelastreshermanitasaprendíanaextraer…—¿A extraer el qué?—interrumpió Alicia, que había olvidado por completo la promesa que
acababadehacer.—¡Puesmelaza!—seapresuróaresponderelLirón.—¡Necesitounatazalimpia!—intervinoelSombrerero—.Vamosacorrernostodosunsitio.Secambiódesitiomientrashablaba,seguidodelLirón,ylaLiebredeMarzoocupóellugarque
acababadedejarlibreelLirón.Alicialosimitódemalagana.ElSombrereroeraelúnicoquesalíaganandoconelcambio;Aliciafueaocuparunaplazamuchopeorquelaanterior,pueslaLiebredeMarzoacababadederramarunajarradelechedentrodesuplato.
ComonoqueríaofenderalLirónotravez,volvióahablarconmuchaprudencia:—Peronoloentiendo:¿dedóndeextraíanlashermanaslamelaza?—¡Sisepuedesacaraguadeunpozodeagua,noveoporquénoibaapodersacarsemelazade
unpozodemelaza,estúpida!—exclamóelSombrerero.—¡Pero si estaban en el fondo del pozo! —insistió Alicia, fingiendo que no había oído el
desagradablecomentariodelSombrerero.—Por supuesto que estaban en el fondo del pozo—replicó el Lirón—. Pero muy muy en el
fondo.AquellarespuestadejóaAliciatandesconcertadaqueporunmomentodejóqueelLirónsiguiera
contandosuhistoria.—También aprendían a dibujar—siguió relatando el Lirón bostezando y frotándose los ojos,
puesteníamuchosueño—.YdibujabanmilesdecosasqueempezabanporM…—¿YporquéporM?—preguntóAlicia.—¿Yporquéno?—replicólaLiebredeMarzo.Aliciasecalló.ElLirónhabíacerradolosojosyempezóadarcabezadas,peroalpellizcarleel
Sombrerero,sedespertópegandoungrititoyrespondió:—…MilesdecosasqueempezabanporM,comomonedas,mentes,memoriaomismo;¿sabías
que existen expresiones como«lomismomedaquemeda lomismo»? ¿Hasvisto algunavezundibujodeunmismo?
—Ahoraquelodice—respondióAlicia,sumidaenunatotalconfusión—,creoqueno…—Puesentonces,chitón—dijoelSombrerero.
AquellasalidadetonotandesagradableeramásdeloqueAliciapodíasoportar.Indignadísima,sepusoenpieysefue.ElLirónsequedódormidoylosotrosdosniseinmutaron,apesardequeAlicialosmirabadereojoesperandoquevinieranabuscarla.PerolaúltimavezquesediolavueltaviocómointentabanmeteralLirónenlatetera.
—¡Tardarán mucho en volver a verme por este lugar!—declaró mientras se dirigía hacia elbosque—.Eslameriendamásabsurdaalaqueheasistido.
Diciendoesto,observóunapuertaqueseabríaalpiedeunárbol.«¡Quécurioso!—pensó—.Perohoytodoesdelomásraro,asíquevoyaentrar,¿porquéno?».Yentró.Porsegundavez,seencontróenelgranvestíbulo,depie,cercadelamesadecristal.—Estavezvoyaorganizarmemejor—dijocondecisión.Primero,cogiólallaveyabriólapuertaquedabaaljardín.Luego,sepusoamordisquearlaseta
(aún conservaba algunos trozos en los bolsillos), hasta que menguó a la mitad de su tamaño.Entonces,cruzóelpasilloy,porfin,entróenelmaravillosojardíndefloresmulticoloresyfuentesdeaguafresca.
Juntoa laentradadel jardíncrecíaungran rosal.Estabaplagadodenumerosas rosasblancasquetresjardinerosseafanabanenteñirderojo.Alicia,muyextrañada,seacercóyoyóqueunodeellosdecía:
—¡Tencuidado,Cinco!¡Meestássalpicandodepintura!—Nolohehechoaposta—respondiósucompañeroásperamente—.¡EsculpadeSiete,quemeha
dadouncodazo!Sietelomiróyreplicóindignado:—¡Ah,muybien,Cinco!¡Paratisiempreesculpadelosdemás!—Mejorcierraelpico—replicóCinco—.AyermismooíquelaReinadecíaquemerecíasquete
cortaranlacabeza.—¿Yporqué?—preguntóelprimerjardineroquehabíahablado.—Esonoesdetuincumbencia,Dos—respondióSiete.—Porsupuestoqueloes—objetóCinco—.Yolevoyadecirporqué:porquelehasllevadoala
cocinerabulbosdetulipánenvezdecebollasnormales.
Sietearrojóalsuelosubrocha.Habíaempezadoacontestar:—¡Vaya!Detodaslasinjusticiasdelmundo…—CuandosumiradasecruzóconladeAlicia,se
quedó callado en el acto. Los otros dos se dieron la vuelta, y los tres hicieron una profundareverencia.
—¿Podríandecirmeporquépintanlasrosasderojo?—preguntóAliciacontimidez.CincoySietenodijeronunapalabra,peromiraronaDos,quebalbuceó:—Pues verá, señorita, para decirle la pura verdad, este rosal tenía que haber sido rojo.Ahora
bien,porerrorplantamosunrosalblanco,ysilaReinaseenteranoscortaráatodoslacabeza.Poresohacemostodoloposibleantesdequellegue,para…
Enesemomento,Cinco,quevigilabaelfondodeljardín,gritócongranangustia:—¡LaReina!¡LaReina!
Instantáneamente, los tres jardinerossearrojaronal suelobocabajo.Seoyóunruidodepasos;Aliciasediolavuelta,encantadaconlaideadeveralaReina.
Abrían lamarchadiezsoldadosportandobastos.Eranmuyparecidosa los jardineros, igualdeplanosyrectangularesqueellos,conmanosypiesencadaesquinadesucuerpo.Luego,desfilandoporparejas,aparecierondiezcortesanos,vestidosconropajesbordadosdediamantes.
Acontinuaciónllegarondiezadorablesinfantesreales,quedesfilabanalegrementecogidosdelamanoydandobrincos.Llevabancorazonesdearribaabajoycaminabandelantedelosinvitados,queeran en su mayoría reyes y reinas. Entre ellos, Alicia reconoció al Conejo Blanco. Parecía muynerviosoeinquieto,hablabaatropelladamenteysonreíaatodoloqueledecían.PasócercadeAliciasinrepararenella.
Detrásdeél,laSotadeCorazonesllevabalacoronarealsobreuncojíndeterciopeloy,cerrandoelsuntuosocortejo,aparecieronporfinelReyylaReinadeCorazones.
Aliciadudabasinodeberíatambiénellatumbarsebocaabajo,comolostresjardineros,peronorecordóquefueraeseelprotocolocuandopasabaundesfile.
«Enrealidad—pensó—,¿paraquéserviríauncortejositodoelmundosetumbarabocaabajoynadiepudieraverlopasar?».
Asíqueesperósinmoversedesusitio.
CuandotodoslospersonajesllegaronalaalturadeAlicia,sedetuvieronparamirarlay,conuntonoadusto,laReinapreguntóalaSotadeCorazones:
—¿Quiénesesa?Sinresponder,laSotadeCorazonesseinclinóesbozandounasonrisa.—¡Imbécil!—gritólaReinalevantandolabarbillaconimpaciencia.LuegosevolvióhaciaAlicia
ylepreguntó:—¿Cómotellamas,niña?—Me llamo Alicia, Majestad —respondió Alicia con mucha educación, y añadió para sus
adentros:«Bueno,enrealidadsonsolounabarajadenaipes,nodebotenermiedo».—¿Y esos quiénes son? —preguntó la Reina señalando a los tres jardineros, que seguían
postradosbocaabajojuntoalrosal.Comoestabanacostadosconlacaracontraelsueloyeldibujodesuespaldaeraelmismoqueel
delasotrascartasde labaraja, lógicamenteresultabaimposiblesabersieranjardineros,soldados,cortesanosoinclusoinfantesreales.
—¿Ycómovoyasaberlo?—respondióAlicia,sorprendidadesupropioatrevimiento—.Noesasuntomío…
LaReinaenrojeciódeira.EchóaAliciaunamiradaatrozyempezóagritar:—¡Quelecortenlacabeza!—¡Esoesridículo!—exclamórápidamenteAliciacontonodecidido.LaReinasequedósinpalabras.—Piénsalo bien, querida —murmuró el Rey amedrentado, mientras posaba una mano en el
hombrodesuesposa—.¡Perosinoesmásqueunaniña!LaReina,frenética,loapartóyordenóalaSotaquedieralavueltaalosjardineros;concuidado,
laSotalesdiolavueltaconelpie.—¡Arriba!—ordenólaReinadeungrito.En un santiamén, los tres jardineros se levantaron de un salto y ejecutaron una serie de
reverenciasantelosmiembrosdelcortejo,losinfantesreales,elReyylaReina.—¡Parad!Meestáismareando—ordenólaReinay,señalandoelrosal,dijo—:¿Sepuedesaber
quéestabaishaciendo?—ConpermisodeVuestraMajestad—empezóaexplicarDoshumildemente—,estábamos…—¡Yaloveo!—leinterrumpiólaReinacuandoexaminólasrosas—.¡Quelescortenlacabeza!Ylaprocesióncontinuósumarcha,dejandotrasdesíatressoldadosencargadosdeejecutaralos
desgraciados jardineros.Estos tres,muertosdeangustia, seprecipitaronhaciaAlicia implorándolequelosprotegiera.
—¡Nadieosvaadecapitar!—exclamómientraslosescondíaenungrantiestodefloresquehabía
allícerca.Durante unos instantes, los soldados los buscaron por todas partes, y luego se reunieron
tranquilamenteconsuscompañeros.—¿Leshabéiscortadolascabezas?—gritólaReina.—¡Handesaparecidoporcompleto,Majestad!—respondieronlossoldados.—Perfecto.¿Sabesjugaralcroquet?—vociferólaReina.LossoldadosmiraronaAlicia,pueseraobvioquelapreguntaibadirigidaaella.—¡Sí!—contestóAliciadesgañitándose.—¡Entoncesvenconmigo!—gritólaReina.Aliciasintiógrancuriosidadporloqueibaasucederysesumócorriendoalcortejo.—Hacemuybuenohoy,¿verdad?—susurróunatímidavocecillamuycerca.EraelConejoBlanco,quecaminabaasuladoobservándolaconpreocupación.—Sí,muybueno—respondióAlicia—.¿DóndeestálaDuquesa?—¡Shhh!¡Shhh!—chistóelConejodándoselavueltacongranapuro.LuegosepusodepuntillasyacercólabocaaloídodeAlicia:—Lahancondenadoyvanacortarlelacabeza—leexplicóenunsusurro.—¿Porquéserá?—Disculpa,¿hasdicho«quépenameda»?—No,no,nohedicho«quépenameda»,pueslaDuquesanomeinspiraningunapena.Hedicho
«porquéserá».¿Quéhahecho?—HaabofeteadoalaReina…—empezóaexplicarelConejo.Aliciasoltóunacarcajada,porloqueelConejomurmuróconvoztemblorosa:—¡Shhh! ¡Por favor, te va a oír laReina!Verás, laDuquesa ha llegado tarde y laReina le ha
dicho…—¡Todosavuestrospuestos!—exclamólaReinaconunavozatronadora.Enelacto,todoelmundosepusoacorreradiestroysiniestro,ysechocabanunoscontraotros,
peroalcabodeunosinstantestodosocuparonsusitioyempezóelpartido.
Alicianuncahabíavistouncampodecroquettanrarocomoaquel:elsueloestabaabollado;laspelotas eran erizos vivos, los mazos eran flamencos y los arcos los formaban soldados que sedoblabanhaciendoelpuente.
La primera dificultad que tuvo que sortear Alicia fue aprender a sujetar su flamenco. No lecostabademasiado inmovilizarlobajoelbrazo,con laspatascolgando,yhasta lograbaponerleelcuellotieso,perocasisiempre,cuandosedisponíaagolpearalerizo,elflamencosedabalavueltaparamirarlaconunaexpresióntanestúpidaquenopodíacontener larisa.Luego,cuandoloponíaboca abajo y volvía a intentarlo, veía con desesperación que el erizo se había desenroscado y sealejabasigilosamente.Porúltimo,siemprehabíaunhoyoounmontículojustoenellugarenelquequeríameteralerizo,yencimalossoldados-arconoparabandecambiardesitio,asíqueAliciallegóalaconclusióndequeeraunjuegosumamentedifícil.
Los participantes jugaban todos a la vez, se peleaban sin cesar y se birlaban los erizos unos aotros.ProntolaReinamontóencólerayrecorrióelcampodandopatadasygritando:
—¡Quelecortenlacabeza!¡Quelecortenlacabeza!—Arazóndeunacabezaporminuto.
Alicia empezaba a preocuparse. Era verdad que todavía no había discutido con la Reina, peropresentíaqueibaaocurrirdeunmomentoaotro.«Yenesecaso—pensaba—,¿quévaaserdemí?Esta manía suya de ir cortando cabezas es terrorífica. Me parece increíble que queden tantossupervivientesporaquí».
Estaba tratandode inspeccionar el lugar para ver qué posibilidades tenía de escapar sin que lavieran,cuando,depronto,observóunaextrañaapariciónenelaire.Alprincipionosupodequésetrataba, pero después de observar unos minutos comprendió que era una sonrisa que se estabadibujandopocoapoco,yseacordódelGatodeChester.
—Porfinvoyateneralguienconquienhablar—dijoencantada.—¿Quétalestás?—preguntóelGatocuandosubocaterminódeformarsedeltodo.Aliciaesperóaqueaparecieranlosojosparasaludarloconunmovimientodecabeza.«Paraqué
voyahablarconélsinoaparecealmenosunadesusdosorejas»—pensó.Al cabo de un minuto, se materializó toda la cabeza. Sin duda, el Gato consideró que ya era
suficiente, y no dejó ver el resto del cuerpo. Alicia soltó el flamenco y,muy contenta de tener aalguienquelaescuchara,empezóacontarelpartido.
—Enmi opinión no están jugando como es debido—protestó—.Y se pelean tanto que no seentiende loquedicen.Además,noparecequehaya reglaseneste juego,o, si lashay,desde luegonadielasrespeta…Ynoseimaginalodifícilqueresultajugarconinstrumentosvivos.Porejemplo,enestemomento,elarcoporelquetengoquemeterlabolaseestáyendohaciaelotroextremodelcampo, y estoy segura de que podría haberle dado un buen golpe al erizo de la Reina si este nohubieseechadoacorreralverelmío.
—¿TecaebienlaReina?—susurróelGato.—¡En absoluto! Es tan sumamente…—En ese momento, Alicia vio que la Reina estaba muy
cerca, escuchando laconversación,y siguiódiciendo—:…diestraeneste juego,quenomerece lapenaseguirelpartido.
LaReinasealejóconunasonrisa.—¿Conquiénhablas?—preguntóelRey,queseacercóaAliciamirandoconinteréslacabezadel
Gato.—ConmiamigoelGatodeChester.Permitidmequeoslopresente.—Nomegustanada suexpresión—declaróelRey—.Peropuedehacermeelbesamanos si lo
desea.—Preferiríaabstenerme—replicóelGato.—No seas impertinente —dijo el Rey—. ¡Y no me mires de ese modo! —añadió, y fue a
escondersedetrásdeAlicia.—Un Gato tiene derecho a mirar a un rey —recordó Alicia—. Lo leí una vez, pero ya no
recuerdoenquélibro…—Talvez,peroesteGato tienequemarcharse—decidió elRey,y llamóa su real esposa,que
pasabaporallí—:Querida,megustaríaquehicierasdesapareceraesteGato.LaReinasolosabíaresolverlosproblemasdeunamanera.—¡Quelecortenlacabeza!—exclamó,sinsiquieradarselavuelta.—Voyabuscaralverdugo—dijoelRey,ysealejóatodocorrer.Aliciapensóquemáslevalíavolverajugar,puesalolejosoíaquelaReinavociferabafuerade
sí.Ya había condenado a tres jugadores por haberse saltado su turno, yAlicia estaba preocupada,pueselpartidoerataldesbarajustequeleresultabaimposibleadivinarcuándoletocabajugaraella.Asípues,fueabuscarasuerizo.
Este estaba luchando contra otro erizo, yAlicia pensó que era una excelente oportunidad parahacerunacarambola.Elproblemaeraquesuflamencosehabíaescapadoalfondodeljardín,ydesdeallíintentabainútilmentesalirvolandoparaposarseenunarama.
Cuando lo recuperó y lo llevó a su sitio, la batalla había terminado y los dos erizos habíandesaparecido.
—Nopasanada—pensóAlicia—,puesyasoloquedaunarcoenesteladodelcampo.Entonces,atenazandoalflamencobajosubrazoparaquenovolvieraaescaparse,seacercóasu
amigoelGatoparacharlarconél.Cuandollegóallugardondeélestaba,sesorprendióalverlacantidaddepúblicoquelorodeaba:
elverdugo,elReyylaReinamanteníanunaacaloradadiscusión,mientrasqueelrestodeasistentes,queparecíanmuyincómodos,nodecíanipío.
EncuantoAliciaseunióalgrupo,lostreslepidieronayudapararesolverunacuestiónquelostraíadecabeza.Cadaunodeellossosteníaunaopinión,pero,comohablabantodosalavez,laniñaapenascomprendíaloquedecían.
El verdugo repetía que era imposible cortar una cabeza si no estabaunida a un cuerpo, que élnuncahabíahechonadaparecidoyquenoestabadispuestoaempezarahacerloasuedad.
El Rey repetía que toda cabeza podía ser cercenada, con o sin cuerpo, y que lo que decía elverdugoeraunainsensatez.
La Reina mantenía que, si no se encontraba de inmediato una solución, todo el mundo seríaejecutadoenelacto(yestaúltimaobservaciónexplicabalaexpresióndegravedadydesasosiegodelaconcurrencia).
Alicia,porfin,declaró:—EsteGatopertenecealaDuquesa.Esaellaaquiendebeconsultarse.—Estádetenida.¡Tráemela!—ordenólaReinaalverdugo.Estedesapareciócomoelrayo.La cabeza del Gato, que había empezado a borrarse cuando el verdugo se marchó, había
desaparecido por completo cuando este volvió, escoltando a la prisionera. Entonces, el Rey y elverdugoempezaronabuscarlofrenéticamente,mientraselrestodelaaudienciavolvíaaljuego.
—¡Querida! ¡Nosabescuántomealegrodevolveraverte!—dijo laDuquesa,agarrandoaAliciacariñosamentedelbrazoparapasearunratoconella.
Laniñasequedógratamentesorprendidaalverladetanbuenhumorypensóque,sinduda,elmalgenioquehabíademostradocuandolaconociósedebíaalapimienta.
«CuandoyoseaDuquesa—soñaba—,nohabrápimientaenmicocina.Alfinyalcabo,lasopaestámuyricasinpimientay,además,seguroqueeslapimientaloqueponealagentedemalhumor—siguiópensando,contentadeexplorarunnuevorazonamiento—.Yelvinagrelesagriaelcarácter,ylacamomilaseloamarga…Yelregalizylasgolosinasvuelvenalosniñosdulcesyobedientes.Todoelmundodeberíasaberlo.Lospadresseríanmuchomenosroñososconlosdulces…».
SehabíaolvidadoporcompletodelaDuquesa,ydiounrespingocuandoestalesusurróaloído:—Querida, se te ha ido el santo al cielo yme dejas sin conversación.Demomento no puedo
extraerningunamoralejadeestahistoria,peroprontodaréconuna.—Alomejoresquenolahay—seaventuróadecirAlicia.—¡Peroquéinsensatez!—exclamólaDuquesa—.Todotienesumoraleja.Elcasoesencontrarla.Yestrechóaúnmás fuerteelbrazodeAlicia.A laniñaaquellono lehacíamuchagracia,para
empezarporquelaDuquesaerafeísimay,además,porqueeratanbajitaqueapoyabasupuntiagudabarbillaenelhombrodelaniña.
PeroAlicia,poreducación,hizotodoloposibleporaguantarsufastidio.—Parecequeelpartidovaalgomejor—comentó,pordeciralgo.—Asíes—respondiólaDuquesa—.Ylamoralejadeestoes…es…¡queelamorysoloelamor
esloquehacequeelmundogire!—Puesalguiendijounavezqueelmundogirabacuandocadaquienseocupabadesuspropios
asuntos—murmuróAlicia.
—Bueno,vieneaserlomismo—convinolaDuquesa,queclavóaúnmáslaafiladabarbillaenelhombrodeAlicia—.Ylamoralejadeestoes:«Ocupaosdelsentido,quelaspalabrasseocuparándesímismas».
«¡Ydaleconsacarleunamoralejaatodo!»,pensóAlicia.—Seguroqueteestaráspreguntandoporquénotepasoelbrazoporlacintura—dijolaDuquesa
—.Esporquenomefíodelcarácterdetuflamenco.¿Esmanso?—Alomejorledaunpicotazo—respondióAlicia,quenoteníaningunaganadeaquellamuestra
deafecto.—Esverdad.Losflamencossoncomolamostaza:losdospican.Ylamoralejadeesoes:«Bien
estáelpájaroensunido».
—¡Perosilamostazanoesunpájaro!—exclamóAlicia.—Tienesrazón,comosiempre.Laverdadesquetienesunapercepciónmuyclaradelascosas.—Creoqueesunmineral—siguióexplicandoAlicia.—Exacto,esunmineral—asintiólaDuquesa,queparecíaempeñadaennollevarlelacontraria—.
Hay cercade aquí unagranminademostazaque esmía.Y lamoraleja de esto es: «Minamíanopuedesertuya».
—¡Ah, no, ya sé!—gritóAlicia, que no había prestado atención a esta última reflexión—. ¡Lamostazaesunaplanta!
—Estoy totalmente de acuerdo—asintió la Duquesa—. Y la moraleja de esto es: «Sé lo queaparentaso,dichodeunmodomássencillo:noimaginesjamásquepuedesserotracosadistintadeloqueaparentas,puestoqueloqueeresoloquepodríashabersidonoesmásdeloquehabríassidoalosojosdelosdemás,inclusosihubierassidootrapersonadistintadelaquecreíanqueeras».
—Esto… tendría que escribirlo, pues la verdad es que creo que no he seguido muy bien surazonamiento—señalóAliciaconextremaeducación.
—Huy,puesestonoesnadaencomparaciónconcómopodríadecírtelosiquisiera—sepavoneólaDuquesa,halagada.
—¡Porfavor,nosemolesteendecirloconmáspalabras!—respondióAlicia.—Perosinoesningunamolestia—afirmólaDuquesa—.Dehecho,mira,teregalotodoloquete
hedichohastaahora.«Puesvayaunregalobarato—pensóAlicia—.Menosmalquenadiemehaceregalosasípormi
cumpleaños».—¿Yaestásotravezembebidaentuspensamientos?—preguntólaDuquesa,clavandodenuevosu
puntiagudabarbillaenelhombrodeAlicia.—¡Tengoderechoapensar!—replicóAlicia,queempezabaaperderlapaciencia.—Másomenoselmismoderechoqueelquetienenloscerdosavolar—dijolaDuquesa—.Yla
mora…ParagransorpresadeAlicia,interrumpiólafraseamitaddesupalabrafavorita,«moraleja»,al
mismo tiempoqueempezabaa temblarleelbrazoconelquesujetabaaAlicia.Laniñamiróhaciadelante.LaReinaestabaplantadadelantedeellas,conlosbrazoscruzadosyechandoculebrasporlosojos.
—Québuendía,Majestad—farfullólaDuquesaconvoztemblorosa.—Duquesa, te lo advierto con toda claridad—gruñó la Reina dando golpecitos con el pie—.
Quieroquetucabezadesaparezcademivistayamismo.Otelacortanotevas,túeliges.LaDuquesahizosuelecciónysefuecorriendo.—Volvamosaljuego—ordenólaReina.Aliciaestabademasiadoasustadacomopararechistar,yfuetrasellaalcampodecroquet.Los demás invitados, que se habían puesto a descansar a la sombra, se levantaron corriendo a
ocupar sus sitios,mientras que la Reina anunciaba indolentemente que elmásmínimo retraso lescostaría lavida.Duranteel restodelpartido,berreósincesara losotros jugadoresyvociferabaacadapaso:
—¡Quelecortenlacabeza!¡Quelecortenlacabeza!Enelacto,loscondenadoseranapresadosporlossoldados,quienes,poresemotivo,dejabande
formarlosarcosdeljuego,yenseguida,aexcepcióndelaReina,elReyyAlicia,noquedónadieen
elcampo,puestodoslosjugadoresseencontrabanalaesperadequeseejecutarasusentencia.Entonces,laReinaabandonóeljuego,casisinaliento,ypreguntóaAlicia:—¿HasconocidoyaalaFalsaTortuga?—No—dijoAlicia—,nisiquieraséloqueeseso…—EsloqueseusaparahacerlasopadeFalsaTortuga—explicólaReina.—Nuncaheoídohablardeella.—Puesven—dijolaReina—.Tevaacontarsuhistoria.Mientrassealejaban,AliciaoyóqueelReymurmurabaaloscondenados:—¡Indultoparatodos!«¡Qué buen monarca!», pensó Alicia con gran alivio, pues todas aquellas sentencias le daban
muchapena.Pocodespués,llegaronjuntoaunGrifoqueestabatumbadoalsolydormíaprofundamente.—¡Arriba,gandul!—gritólaReina—.LlevaaestaniñaconlaFalsaTortugaparaqueconozcasu
historia.Yotengoqueregresarparaencargarmedelasejecucionesqueacabodedecretar.AliciasequedósolaconelGrifo.Noleagradabademasiadosuaspecto,perosucompañíaera
mejorqueladelabrutalReina,queyasealejaba.—¡Puroteatro!—murmuróelGrifo.—¿Quéespuroteatro?—preguntóAlicia.—PueslaReina,queseloimaginatodo.Aquínuncalecortanlacabezaanadie,sabes.Anda,ven
conmigo.«Definitivamente, todo el mundo me da órdenes, —pensó Alicia—. Jamás en mi vida había
recibidotantasórdenes.¡Jamás!».
Tras unosminutos demarcha, vieron a la FalsaTortuga, que estaba sentada en una roca,muytristeysolitaria,yllorabaylanzabasuspiroscomosiselepartieraelcorazón.
—¿Porquéestátanafligida?—preguntóAliciaafectada.—Todosonfantasíassuyas—respondióelGrifoconelmismotonoquehabíaempleadoconla
Reina—.Enrealidad,noesmásdesgraciadaqueyo,¿sabes?Bueno,ven.Se acercaron a la Falsa Tortuga, y esta, sin decir palabra, los miró con sus grandes ojos
inundadosdelágrimas.—Estaseñoritahavenidoparaescuchartuhistoria—explicóelGrifo.—Muybien—dijolaFalsaTortuga—.Sentaosynoabráislabocahastaqueyoterminedehablar.Sesentaronyesperaronunosminutos.«No sé cómo pretende terminar su historia si ni siquiera la empieza», pensó Alicia, que sin
embargoesperópacientemente.—Hubo un tiempo en que yo era una tortuga auténtica—dijo de pronto la FalsaTortuga, tras
lanzarunprofundosuspiro.Siguióaesaspalabrasunlargosilencio,rotoúnicamenteporlos«¡Hrrrrrr!»queemitíaelGrifo
devezencuando,yporlosconstantessollozosdelaTortuga.Aliciaestuvoapuntodelevantarseydecir:«Graciasporsuinteresantehistoria,señora»,perosuponíaqueelrelatoteníaporfuerzaquecontinuar,porloquesequedósentadasindecirunapalabra.
—Cuando éramos pequeñas—siguió contando por fin la Falsa Tortugamás tranquila, aunqueprofiriendo ligeros quebrantos aquí y allá—, mis hermanas y yo íbamos al colegio en el mar.
NuestromaestroeraunaviejatortugaalquellamábamosSeñordeCarey.—¿Porquélollamabanasí?—preguntóAlicia.—¡Porquenoparabadeexclamar«caray»!—explicó laTortugaairadamente—.¡Miraqueeres
boba!—¡Deberíadartevergüenzapreguntaralgotansumamenteestúpido!—añadióelGrifo.Los dos lamiraron en silencio, tan intensamente que la pobreAlicia habría deseado que se la
tragaralatierra.Porfin,elGrifoanimóalaTortugaparaquesiguieracontandosuhistoria:—Continúa,querida.Notenemostodoeldía.—Sí.Íbamosalaescuelaenelmar—prosiguiólaTortuga—,aunquenotelocreas…—¡Nohedichoquenomelocrea!—exclamóAlicia.—¡Síquelohasdicho!—replicólaTortuga.—¡Cierraelpico!—añadióelGrifoantesdequeAliciapudieraresponder.—Recibíamos una excelente educación—siguió contando la Falsa Tortuga—. Teníamos clase
todoslosdías…—¡Yotambiénvoyalcolegio!—dijoAlicia—.¡Tampocoescomoparairpresumiendoporahí!—¿Tienesclasesespeciales?—preguntólaTortugaconansiedad.—Sí—dijoAlicia—.FrancésyMúsica.—¿YLavado?—preguntólaFalsaTortuga.—¡Desdeluegoqueno!—exclamóAliciaconindignación.—¿Ah, no? Entonces tu colegio no es tan especial—declaró la Tortuga aliviada—. Verás, en
nuestrocolegio,teníamosFrancés,MúsicayLavadocomoasignaturasoptativas.—Perosivivíanbajoelagua,¿paraquéaprendíanLavado?—observóAlicia.—Detodosmodos,yonoeratanadineradacomoparaapuntarmealasoptativas—respondióla
Tortugalanzandoungransuspiro—.Soloasistíalasclasesnormales.
—¿Ycuáleseran?—preguntóAlicia.—Primero aprendí a mecer y a esgrimir, claro está—respondió la Tortuga—; y también las
operacionesaritméticas:fumar,reptar,putrificarydimitir.—Nuncaheoídoesodeputrificar—dijoAlicia—.¿Enquéconsiste?ElGrifosequedóboquiabiertoy,echándoselaspatasalacabeza,exclamó:—¿Cómo?¿Nosabesloqueesputrificar?Perosabrásloqueesembellecer,¿no?—Sí—titubeóAlicia—.Significahacerquealgoseahermoso.—Entonces,sinocomprendesloqueesputrificar,esquedebesdesertontaderemate.Alicianoencontrórespuesta,asíquenoinsistióysevolvióhacialaTortuga:—¿Yquémásaprendió?—Pues Histeria, antigua y moderna, y Pescadografía; y también Influjo. Nuestro profesor de
Influjoeraunaviejaanguilaquenosdabaclaseunavezporsemanaynosenseñabalatécnicadelaacuaracolaydelatinturaalpoleo.
—¿Yesocómoes?—preguntóAlicia.—Pordesgracianopuedohacerteunademostración,porqueyanoestoyenforma—dijolaFalsa
Tortuga—.YelGrifonoaprendióatinturar.—No tuve tiempo —refunfuñó el Grifo—. Pero yo también fui al colegio. Mi profesor de
LenguasClásicaseraunviejocangrejo.—Yonoasistíasusclases—suspirólaTortuga—.CreoqueenseñabaPatínyRiego,¿verdad?—Esoes—afirmóelGrifo,lanzandotambiénunsuspiro.Ylosdosocultaronelrostroentrelaspatas.
—¿Cuántashorasdeclasetenían?—seapresuróapreguntarAlicia.—Diez horas el primer día —respondió la Falsa Tortuga—, nueve al día siguiente, y así
sucesivamente.—¡Quéhorariomásraro!—dijoAliciaextrañada.—Poresosellamancursillos—explicóelGrifo—,porquecadadíasonmáspequeños.EraunaideatannuevaparaAliciaqueestuvomeditándolaunrato,yluegopreguntó:—Entonces,¿elundécimodíaeraundíadevacaciones?—Naturalmente—respondiólaFalsaTortuga.—¿Yelduodécimodíaquéhacían?—Yaestábiendecursillos—concluyódeprontoelGrifocontonodefastidio—.Ahoracuéntale
cómoeranlosjuegos.
LaFalsaTortugalanzóunprolongadosuspiroysellevóunapataalosojos.LuegomiróaAliciaytratódehablar,peroduranteunosminutoslossollozosseloimpidieron.
—Parece como si tuvieras una espina en la garganta —explicó el Grifo, que consideróconvenientedarlegolpecitosen laespalda.Por fin, laTortugarecuperó lapalabray,con lágrimasbañándolelasmejillas,dijoaAlicia:
—Supongoquenohabrásvividomuchotiempoenelfondodelmar…—Puesno,laverdad—respondióAlicia.—Yesposiblequenuncatehayanpresentadoaunbogavante…—Una vez me dieron a probar… —empezó a decir Alicia, pero enseguida se interrumpió,
avergonzada,ycorrigió—:No,nunca.—Portanto,nopuedessaberloagradablequeresultalaContradanzadelosBogavantes…—Puesno,nolosé…¿Cómosebaila?—Verás—empezóexplicandoelGrifo—,primeroseformaunafilaenlaorilla…—Dosfilas—corrigiólaFalsaTortuga—.Focas, tortugas,salmones,etcétera.Yluego,cuando
seapartanlasmedusas…—Cosaqueporlogeneralrequierebastantetiempo—interrumpióelGrifo.—…Todosdanunpasoadelante…—¡Ycadaunotomadeparejaaunbogavante!—aclaróelGrifo.—¡Esoes!—siguiódiciendolaTortuga—.Entonces,sedandospasosadelantehacialapareja…—…Luegosecambiadebogavante,ysedandospasoshaciaatrás—terminóelGrifo.—Entoncesselanzanlos…—¡Losbogavantes!—exclamóelGrifodandounsalto.—…maradentro,lomáslejosquesepueda,yluego¡sedaunsaltomortalenelagua!—dijola
Tortuga,queestabadesaforada,dandotambiénellaunavoltereta.
—¡Yaporellos!—vociferóelGrifo—.Yacontinuaciónsecambiadepareja…—… y se vuelve a la orilla, y así termina el primer movimiento del baile—dijo la Tortuga
bajandodeprontolavoz.
Las dos criaturas, que habían estado saltando como locas durante todo el tiempo que duró ladescripcióndelbaile,volvieronasentarsecongrancalmaytristeza,ymiraronaAlicia.
—Debedeserunbailemuybonito—dijotímidamente.—¿Tegustaríaverlo?—preguntólaFalsaTortuga.—¡Oh,sí!—respondióAlicia.—Vamos a ensayar el primer paso—propuso la Tortuga al Grifo—. Podemos perfectamente
bailarsinbogavantes,pero¿quiéncanta?—¡Cantatú!Amísemehaolvidadolaletra.Y con gran ceremonia empezaron a bailar, dando vueltas alrededor de Alicia y pegándole
pisotones constantemente.Marcaban el ritmo con las patas delanteras,mientras laTortuga cantabaconvozmelancólica:
—Másdeprisa,Caracol—decíaunaPescadilla—,bailemosjuntosalsol,muycerquitadelaorilla.—Nopuedo,porqueunDelfínmevapisandolaaleta.¡Baila,grupodanzarín!¡Bailad,Crustáceos,Ballenas!
Danzamásycontradanza,¿aquetegustaestebaile?DanzamásycontradanzalaDanzadelBogavante.
—¡Nosabesquédivertidocuandovuelasporlosaires!¡Alagua,patos,amigos!¡Meneaoscondonaire!—¡Esoparamíesmuylejos!—respondíaelCaracol—.MequedoconlosCangrejos,pasodeestadiversión.Danzamásycontradanza,¿aquetegustaestebaile?DanzamásycontradanzalaDanzadelBogavante.
—¡QuéCaracolmásarisco!—replicólaPescadilla—.SihastalosviejosMariscosnadandeorillaenorilla.Vanalacostadeenfrentebailandoycruzandoelcharco,conquemuévete,valiente,nopongascaradeasco.
Danzamásycontradanza,¿aquetegustaestebaile?DanzamásycontradanzalaDanzadelBogavante.
—Gracias,esunbailemuybonito—declaróAlicia,felizdequehubieraterminado—.MegustamucholapartedelaPescadilla.
—Oh,esquelaspescadillasson…—dijolaFalsaTortuga—.¿Hasvistouna,algunavez?—Sí,enlacen…—Secallójustoatiempo.—¿EnLacén?—seextrañó laTortuga—.Noconozco esa ciudad, pero si hasvistopescadillas
algunavez,sabráscómoson.—Sí—respondióAliciapensativa—.Tienen lacolametidaen labocayestáncubiertasdepan
rallado.—Lodelpanno—corrigiólaTortuga—,pueselmarlodisolveríaenmenosquecantaungallo.
Perosíesverdadquetienenlacolametidaenlaboca,ytevoyaexplicarlarazón…—Bostezó,cerrólosojosysedirigióalGrifo—:Explícaselotúcondetalle.
—Puesporque laspescadillas siempre se empeñabanenbailar con losbogavantes.Por eso laslanzaronalmar.Poresocayerontanlejos.Yporesosesujetaronlacolaconlabocacontantafuerzaque,desdeentonces,yanohubomaneradesacársela.Esaeslarazón.
—Gracias,esmuyinteresante—dijoAlicia—.Nuncaenmividahabíaoídotantascuriosidadessobrelaspescadillas.
—Si te gusta, puedo contarte más cosas —replicó el Grifo—. ¿Sabes para qué sirven laspescadillas?
—Puesno…—balbuceóAlicia.—Sirvenparasacarbrilloaloszapatosmarinos—leexplicóelGrifocongransolemnidad.—¿Parasacarbrilloaloszapatosmarinos?—repitióAlicia,totalmenteatónita.—¡Vamos!¿Yconquésacasbrillotúatuszapatos?—Conbetúnnegro,supongo…—Puesloszapatosylasbotasquellevamosbajoelmarselustranconpescadilla.—¿Yconquésefabricansuszapatos?—preguntóAliciaintrigada.—¡Con qué va a ser, con suelas de lenguado e hilo de ballena! —respondió el Grifo con
impaciencia—.Esolosabenhastalasgambas.—SiyohubierasidolaPescadilla—dijoAlicia,quenopodíaquitarsedelacabezalaestrofade
lacanción—,lehabríadichoalDelfín:«¡Aléjate,porfavor!¡Nonoshacesfaltaparanada!».—Ya, pero es que elDelfín no teníamás remedio que estar allí—explicó la Tortuga—. ¡Dos
pecesbieneducadosnuncasaldríansinelDelfín!—¿Ah,no?—preguntóAliciasorprendida.—¡Por supuesto que no! Si un pez me propusiera que me fuera de viaje, lo primero que le
preguntaríasería:«¿ConelDelfín?».—¿Quieredecirconeldelfin?—balbuceóAlicia.—Esoesexactamenteloqueacabodedecir—rezongólaTortugacongestoofendido.
—¿Porquénonoscuentastuspropiasaventuras?—preguntóelGrifoaAlicia.—Puedocontarles lasquehevividodesdeestamañana—respondióAliciacontimidez—.Pero
nolasdeayer,porqueayeryoeraunapersonacompletamentediferente.—¿Cómoeseso?,¡explícanoslo!—No, no —intervino el Grifo con impaciencia—. ¡Primero las aventuras! Las explicaciones
resultansiemprelargasytediosas.Así,AlicialescontótodoloquelehabíasucedidodesdequehabíadecididoperseguiralConejo
Blanco.Alprincipio, estaba algo turbada, pues losdos estaban sentados frente a ella y lamirabanfijamente, con losojos comoplatosy labocaabierta.Luego, amedidaqueavanzabaenel relato,empezóatomarconfianza.
Supúblicolaescuchabaensilencio,perocuandollegóalmomentodelencuentroconlaOrugayempezóarelatarleslaescenaenlaquerecitabaSoisyaviejo,padreWilliam,explicandocómohabíanbrotado laspalabrasde subocadeunamanera tandistintade loquedeberíanhaber sido, laFalsaTortugarespiróprofundamenteydijo:
—¡Esrealmentecurioso!—Muycurioso,sí—convinoelGrifo.—Todas las palabras estaban cambiadas —repitió pensativamente la Tortuga—. Y ahora me
gustaríaqueintentararecitarnosalgúnpoema.Pídeselo.SedirigióalGrifocomosiesteejercieraalgunaautoridadsobreAlicia.—LevántateyrecitaEslavozdelharagán—ordenóelGrifo.«Diosmío, cómo les gusta a estas criaturas dar órdenes ymandar recitar la lección—pensó
Alicia—.¡Silosémequedoenelcolegio!».Contodo,selevantóyempezóarecitar.PeronopodíaquitarsedelacabezalaContradanzadelos
Bogavantes,demodoqueempezóaconfundirlaspalabras,quesalíandesubocadeunmodomuyextraño:
EslavozdelBogavante,oigosudeclaración:—Mehetostadodemasiado,dadmeazúcar,porfavor.Conlapuntadelhocico,lasantenasseacicala,selavaylesacabrilloasucobrizacarcasa.
Cuandolaarenaestáseca,sesienteporfindichosoyretaalostiburonescontonomuyvaleroso.Mas,visubelamarea,losescualosporlatardealaorillitaseacercan,yelotrotiembla,cobarde.
—Nosepareceennadaacomolorecitabayocuandoerapequeño—murmuróelGrifo.—Yo nunca había oído una versión parecida —añadió la Falsa Tortuga—. ¡Qué sarta de
disparates!Aliciasesentósinresponderyocultóelrostroentresusmanos,preguntándosesialgúndíalas
cosasvolveríanalanormalidad.—Megustaríaquemeexplicaraloquesignificanestosversos—dijolaTortuga.—Nopuedeexplicarlo—seapresuróaresponderelGrifo—.Continúa,Alicia.—Pero¿cómopuedeacicalarselasantenasconelhocico?—preguntóinsistentelaTortuga.—Debedeserqueelbailelehadadomuchaflexibilidad—respondióAlicia,confundidaporlo
absurdodesupoema.—Bueno,pasaalasiguienteestrofa—ordenóelGrifo—,queempieza«Alentrareneljardín».Aunque Alicia estaba segura de que los versos le iban a salir trastocados, no se atrevió a
desobedeceryprosiguióconvocecillatemblorosa:
Alentrareneljardín,videprontoconsorpresacómoelbúhoylapanteracompartíanunapresa.Muyextrañapareciomeaquelladistribución:elfelinosecomíalacazaentera,yalbúhonoledejómásqueelplato,quealpobreanadalesupo.
—¿Dequésirveseguirrecitándolo,sinoexplicasnada?—interrumpiólaTortuga—.Nuncaheoídounpoemamásdesconcertanteentodamivida…
—Sí,esmejorquelodejesya—convinoelGrifo.Aliciasintióungranaliviocuandovioquehabíaterminado.—¿QuieresquebailemosotropasodelaContradanzaoprefieresquelaTortuganoscanteotra
canción?—preguntóelGrifo.—¡Oh,canteunacanción,por favor, señoraTortuga!—Alicia respondiócon tantavehemencia
queelGrifo,ofendido,farfulló:—Hum…¡Sobregustosnohaynadaescrito!CántaleLasopadetortuga,anda,querida.
LaFalsaTortugasoltóunprofundosuspiroy,conlavozrotaporlaslágrimas,empezóacantar:
Oh,bellasopa,verdeycremosa,québienhumeas,tanolorosa,enelpucherohiervessabrosa.¡Sopasopera,estásmuybuena!¡Sopasopera,paralacena!¡Oh,bellasopa!¡Oh,sopahermosa!¡Sopajugosa,cuándeliciosa!
¿Quiénquierecarne,puréopescado?¿Quénodaríaporunbocadodesopaverdetodoslossábados?¡Sopasopera,estásmuybuena!¡Sopasopera,paralacena!¡Oh,bellasopa!¡Oh,sopahermosa!¡Sopajugosa,estásdeliciosa!
—¡Repiteelestribillo!—exclamóelGrifo.LaTortugasedisponíaaobedecercuando,depronto,seoyóungritoalolejos:
—¡Eljuiciovaadarcomienzo!—¡Vamos!—decidióalinstanteelGrifo.CogiendoaAliciadelamano,arrancóatodavelocidadsinesperaraqueterminaralacanción.—¿Quéjuicioes?—preguntóAlicia,quecorríaasuladosinaliento.Pero elGrifo se limitó a responder «¡Vamos!»mientras aceleraba la carrera, al tiempoque la
brisatransportabaestasmelancólicaspalabras,cadavezmáslejanas:
¡Oh,bellasopa!¡Oh,sopahermosa!¡Sopajugosa,estásdeliciosa!¡Oh,bellasopa!¡Oh,sopahermosa!¡Sopajugosa,estásdeliciosa!¡Oh,bellasopa!¡Oh,sopahermosa!¡Sopajugosa,estásdeliciosa!
CuandollegaronaljuicioAliciayelGrifo,elReyylaReinadeCorazonesestabansentadosensustronos.Unagranmultitud,compuestapor todaclasedeanimalillosyaves,asícomopor todos lospalos de la baraja, se había congregado a su alrededor. La Sota de Corazones comparecía comoacusada,encadenaday flanqueadapordosguardias.ElConejoBlancoestabadepiecercadelRey,conuna trompeta enunamanoyun rollodepergamino en la otra.En el centrode la salahabíanpuestounamesa,ysobreellaseveíaunaenormebandejarepletadetartas.
TodasteníanunaspectotandeliciosoqueaAliciadeprontoleentrómuchahambre.«Ojalá el juicio acabe pronto—pensó—, y pasemos a la merienda». Como no había ninguna
posibilidaddequesecumplierasudeseo,sepusoamirarasualrededorparadistraerseunpoco.Eralaprimeravezqueasistíaauntribunal,perohabíaleídoescenasdejuiciosenloslibros,y
constatóorgullosaqueeracapazdeponerlenombreatodoloquehabíaalrededor.«Esteeseljuez—pensó—,puestoquellevaunapeluca».
Debemosaclararqueel juezeraelRey;seveíaqueestabaalgoincómodo,y llevabalacoronaporencimadelapeluca,loquenoledabaunaspectodemasiadoagraciado.«Yeseeselestradodeljurado—pensóluegoAlicia—.Yesasdocecriaturas—usabalapalabra“criaturas”porquehabíaunamezclademamíferosyaves—debendeserlosmiembrosdeljurado».
Repitióvariasvecesparasíesaspalabras,muysatisfechaconsigomisma,puespensaba(yteníarazón)quepocasniñasdesuedadconocíansusignificado.
Sepreguntósinoseríamejorhablarde«escabinos»,queeraotrotérminomuyinteresante.Losdocemiembrosdeljuradoescribíanfrenéticamenteensuspizarras.
—¿Quéhacen?—lepreguntóAliciaalGrifoenvozbaja—.¿Porquéestánescribiendosiaúnnohaempezadoeljuicio?
—Están poniendo sus nombres—explicó elGrifo en elmismo volumen—, no sea que se lesolvidenantesdequeterminelaaudiencia…
—¡Québichosmásignorantes!—exclamóAliciatotalmenteindignada.Perosecallóenelacto,pueselConejoordenó:—¡Silencioenlasala!ElReysepusolasgafasparaverquiénhabíaosadohablar.Aliciaseinclinóhacialosmiembros
deljuradoyvioquetodossehabíanpuestoaescribirlapalabra«ignorantes»ensuspizarras.Inclusovio que uno de ellos, que no sabía cómo se escribía «ignorantes», le pedía a su vecino que se la
deletreara.«Menudogalimatíasvaahaberensuspizarrascuandotermineeljuicio»,pensó.Unode losmiembrosdel jurado teníauna tizaque chirriaba.Alicia, comoes lógico, nopudo
soportarlo, por lo que dio la vuelta a la sala, se coló detrás del culpable (que casualmente era ellagartoBill)ylebirlólatizacontantadestrezaqueelpobrenosediocuentadenada;labuscóportodaspartes,peroacabódándoseporvencidoytuvoqueescribirconeldedo,suesfuerzofueinútildetodosmodos,yaquenodejónirastroenlapizarra.
—¡Alguacil,leelaacusación!—ordenódeprontoelRey.ElConejoBlancotocótresveceslatrompeta,desenrollóelpergaminoyleyó:
«LaReinadeCorazones,unatardesoleada,congranarteymuchotiento,habíahechounastartas.EstaSotaquepasabaporellugardeloshechoslasrobó,yhoyseleimputauncrimendeescamoteo».
—¡Idadeliberar!—ordenóelReyalosmiembrosdeljurado.—¡Todavíano,Majestad!—protestóelConejo—.Antesquedanalgunostrámitesporcumplir.—¡Llamadalprimertestigo!ElConejotocótresveceslatrompetayexclamó:—¡Elprimertestigo!EraelSombrerero,queavanzóconunatazadetéenunamanoyunarebanadademantequillaen
laotra.—Disculpadquemepresentedeestaguisa,Majestad,peroaúnnohabíaterminadodetomarelté
cuandomehabéisconvocadoajuicio.—Tendríasquehaberterminado—leamonestóelRey—.¿Cuándoempezaste?ElSombrereromiróalaLiebredeMarzo,quelohabíaacompañadodelbrazodelLirónhastael
tribunal.—Creorecordarquefueelcatorcedemarzo—dijo.—Elquince—corrigiólaLiebredeMarzo.—Eldieciséis—rectificóelLirón.—¡Queconsteenacta!—dijoelReyaljurado.Los miembros del jurado escribieron las tres fechas en sus pizarras, las sumaron y las
convirtieronenlibrasesterlinasyenchelines.—¡Quítateelsombrero!—ordenóelReyalSombrerero.—Noesmío—protestóeste.—¡Unrobo!—exclamóelReydirigiéndosealjurado,queinmediatamenteloapuntótodo.—Ninguno de mis sombreros me pertenece —explicó el Sombrerero—. Mi oficio consiste
precisamenteenvenderlos.Anteaquellaspalabras,laReinaseajustólasgafasylomirótanseveramentequeelSombrerero
sepusolívidoyempezóatemblar.—Prosigue con tu declaración—ordenó elRey—, y deja de temblar o haré que te ejecuten al
instante.Aquella amenaza no infundió ningún ánimo en el Sombrerero, que semovía nerviosamente y
mirabaconreceloalaReina.Estabatanalteradoquemordiólataza,creyendoqueeralarebanada.En esemomento,Alicia notó una extraña sensación que la dejó algo confusa, pero enseguida
comprendióqueestabacreciendo.Suprimerimpulsofueabandonareltribunal,perolopensómejorydecidióquedarse,almenosmientrastuvierasitiosuficiente.
—Hazelfavordenoapretujarme—dijoelLirón,queestabasentadoasulado—.¡Casinopuedorespirar!
—Nopuedoevitarlo—contestóAlicia—,estoycreciendo.—¡Notienesningúnderecho,almenosaquí!—Nodigatonterías—replicóAlicia—.Sabeperfectamentequeustedtambiéncrece…—Sí,peroyocrezcoaunavelocidadrazonable,nodeestemodotanabsurdo—gruñóelLirón.
Yselevantófuriosoparabuscarunsitioalotroladodeltribunal.Durante todo ese tiempo, la Reina no le había quitado ojo al Sombrerero y, cuando el Lirón
cruzabalasala,ordenóaunodelosalguaciles:—Tráemelalistadeloscantantesqueactuaronenmiúltimoconcierto.EldesgraciadoSombrereroseechóatemblartanconvulsamentequeselesalieronloszapatos.—Siguecontudeclaración—repitióelReyfurioso—oharéqueteejecuten,tantositienesmiedo
comosino.—Solo soy un pobre hombre,Majestad—farfulló el Sombrerero con un hilo de voz—, y no
habíaempezadoatomarelté…,bueno,nodebíadehacernisiquieraunasemana…,ylasrebanadas
demantequillaeransumamentefinas…,yeltintineodelté…—¿Eltintineodelqué?—dijoelRey.—Delté.Todoempezóporelté.Esporeso.—¡Pues claro que té empieza por T! —dijo el Rey con impaciencia—. ¿O crees que no sé
escribir?¡Sigue,venga!—Solo soy un pobre hombre —repitió el Sombrerero—, y después de eso todo empezó a
tintinear,perolaLiebredeMarzodijoque…—¿Quién,yo?¡Yonodijenadadenada!—seapresuróainterrumpirlaLiebredeMarzo.—Sí,síquedijiste—insistióelSombrerero.—¡Lomismoda!—exclamóelRey—.Seguidcontando.—Bueno,detodosmodos,elLiróntambiénlodijo—siguióexplicandoelSombrerero,mientras
echabaunamiradafurtivaalLirón.Esteestabaprofundamentedormidoynonegónada,porloqueelSombrerero,congranalivio,continuóconsudeclaración:
—Después,hicemásrebanadasdemantequilla…—Peroentonces¿quéesloquedijoexactamenteelLirón?—preguntóunodelosmiembrosdel
jurado.—Yanomeacuerdo—respondióelSombrerero.—Tienesquehacermemoriaotemandoejecutar—gritóelRey.ElpobreSombrererodejócaerlatazaylarebanada,ysepusoderodillas:—¡Solosoyunpobrehombre,Majestad!—Loqueeresesuntestigomuymediocre—rezongóelRey.Anteaquellaspalabras,unConejillodeIndiassepusoaaplaudir,perolosalguacilessofocaron
susaplausos.(Comoesode«sofocar»noesfácildecomprender,osexplicaréloquehicieron:teníanungransacode telacerradoconcordones;metieronalConejillodeIndiasdentro,decabeza,ysesentaronencima).
«Cuántomealegrodehabervistoesaescena—pensóAlicia—.Ladevecesquehabréleídoenlosperiódicos:“Duranteelveredicto,hubounatentativadeaplausosquefueronrápidamentesofocadosporlosalguaciles”,perohastahoynocomprendíaenabsolutoloquequeríadecir».
—Si eso es todo lo que sabes de este caso, puedes descender del estrado—gruñó el Rey alSombrerero.
—No puedo descender más, porque ya estoy de rodillas en el suelo, Majestad —dijo elSombrerero.
—Entoncespuedessentarte—respondióelRey.ElsegundoConejillodeIndiasintentóaplaudir,perotambiénfuesofocadoalinstante.«Bien,yanoshemosquitadodeencimaalosConejillosdeIndias—pensóAlicia—.Ahoratodo
irámejor».—Majestad, preferiría terminar el té—suplicó el Sombrerero mientras miraba de reojo a la
Reina,queestabaconsultandolalistadecantantes.—Puedesdisponer—concedióelRey.Sinsiquieradetenersearecogerloszapatos,elSombrererosaliódelasala.—Yque lecorten lacabeza—dijo laReinaaunode losalguaciles.PeroelSombrererohabía
desaparecidoinclusoantesdequeelalguacilllegaraalapuerta.—¡Elsiguientetestigo!—ordenóelRey.
Compareció lacocinerade laDuquesa.Traíaconsigoelbotedepimientay,cuandoAliciaoyóestornudaralosasistentescercadelapuerta,adivinóenseguidaloqueibaasuceder.
—Haztudeclaración—dijoelRey.—Nomedalagana—respondiólacocinera.ElReymiróalConejoBlanco,yestelesusurróaloído:—VuestraMajestaddebesometeraltestigoauninterrogatorio.—Vamosallá,puestoquenohaymásremedio—dijoelReyconresignación.Cruzólosbrazosyfrunciótantoelceñoquecasinoseleveíanlosojos.Seguidamente,conuna
vozmuyprofunda,lepreguntó:—¿Conquésehacenlastartas?—Principalmenteconpimienta—respondiólacocinera.—¡Ymelaza!—añadiótrasellaunavozadormecida.—¡Prended a ese Lirón! —gritó la Reina—. ¡Que le corten la cabeza! ¡Echadlo de aquí!
¡Ahogadlo!¡Pellizcadlo!¡Quelecortenlosbigotes!Mientrassacabanalculpabledelasala,seprodujoungranbarullo.Cuandotodoelmundovolvió
asusitio,vieronquelacocinerahabíadesaparecido.—¡Bueno, no importa! —decidió el Rey, feliz de librarse del interrogatorio—. ¡Llamad al
siguientetestigo!Y,dirigiéndosealaReina,añadióenvozbaja:—Querida,deberíasencargartetúdelpróximointerrogatorio.¡Tengounajaquecaterrible!AliciavioqueelConejoBlancobuscabanerviosoelnombredelsiguientetestigo.Se preguntaba con gran curiosidad quién sería. «Hasta ahora, no han logrado reunir muchas
pruebascontralaSotadeCorazones»,pensaba.ImaginaossuestuporcuandoelConejoBlanco,conunchillidoagudo,gritó:
—¡Alicia!
—¡Presente!—respondióAlicia.Conlaemoción,habíaolvidadolomuchoquehabíacrecido.Selevantótanbruscamentequedio
un barrido con el borde de la falda y arrastró el banco del jurado, cuyos ocupantes salieronproyectados de cabeza hacia el público que se encontraba debajo.Todos se agitaban y pataleaban,comolospecesrojosdelacuarioque,sinquerer,Aliciahabíavolcadolasemanaanterior.
—¡Oh,perdonen,porfavor!—exclamó,consternada.Se puso a recogerlos rápidamente, pues el accidente de los peces rojos la había dejado tan
traumatizadaqueseimaginabaqueeranecesariocolocarcuantoantesalosmiembrosdeljuradoensusitioparaquenomurieranahogados.
—¡Eljuicionopodrácontinuarmientrastodoslosmiembrosdeljuradonoesténcolocadosensusitio!—declaróelReycongravedad—.Todossinexcepción.
—Hizohincapiéenestaspalabras,mientrasclavabaenAliciaunaduramirada.Laniñamiróelbancoyobservóque,conlasprisas,habíacolocadoallagartoBillbocabajo.El
animal no lograba ponerse derecho, y agitaba la cola hacia todos lados. Rápidamente Alicia loenderezó,peropensó:«Nocreoqueimportedemasiado,puesdudoqueelpequeñoBillseadecisivoenestejuicio,nienunsentidonienotro…».
Cuando hubieron recobrado la calma y encontrado sus pizarras y sus tizas, losmiembros deljurado redactaron su desventura con todo detalle. Todosmenos el Lagarto, que estaba demasiadoimpresionadoyselimitabaamirarfijamenteeltechoconlabocaabierta.
—¿Quésabesdeestecaso?—preguntóelReyaAlicia.—Nada.—¿Nada,nada?—insistióelRey.—Absolutamentenada.—Estoesalgodeunatotaltrascendencia—dijoelReydirigiéndosealjurado.LosmiembrosdeljuradosedisponíanaregistrarensuspizarraslarespuestadeAlicia,cuandoel
ConejoBlancointervino:—VuestraMajestadhaqueridodecir«intrascendencia»,porsupuesto—explicóhaciendoungesto
cómpliceconelceñofruncido.—Porsupuesto,hequeridodecirintrascendencia—seapresuróacorroborarelRey.A continuación, murmuró varias veces para sus adentros: «Intrascendencia, trascendencia,
intrascendencia,trascendencia»,comositrataradesabercuáldelasdospalabraslesonabamejor.Algunosmiembros del jurado apuntaron «trascendencia» y otros apuntaron «intrascendencia».
Alicia, que alcanzaba a leer loque escribían, sedio cuentadel errorperopensó:«En realidad,daexactamenteigual».
Depronto,elRey,queacababadegarabatearalgoensucuaderno,exclamó:—¡Silencio!—yempezóaleerenvozalta—:«Artículo42delReglamento.Todoaquelquemida
másdeunkilómetrodealtodeberáabandonarlasala».TodosmiraronaAlicia.
—¡Perosiyonomidounkilómetrodealto!—protestó.—¡Yalocreoquesí!—replicóelRey.—¡Midescasidos!—añadiólaReina.—Encualquiercaso,nopiensoirme—decidióAlicia—.Además,eseartículonoformapartedel
Reglamento,¡osloacabáisdeinventar!—¡Eselartículomásantiguo!—insistióelRey.—Entonces,seríaelartículonúmero1—replicóAlicia.
ElReysepusopálidoycerróelcuaderno.—¡Adeliberar!—ordenóconvoztemblorosaalosmiembrosdeljurado.—Con la venia deVuestraMajestad, todavía tenemosmuchas pruebas por examinar—dijo el
ConejoBlancomientrasselevantabadeunsalto—.Acabamosdeencontrarestacarta…—¿Quédiceesacarta?—preguntólaReina.—Todavíanolaheabierto,peroparecequeselahubieraescritoelprisioneroaalguien.—Eslógico—dijoelRey—.Loquenoseríanormalesqueselahubieraescritoanadie.—¿Aquiénvadirigida?—preguntóunodelosmiembrosdeljurado.—Anadie—respondióelConejoBlanco—.Bueno,enelsobrenofiguraningúndestinatario.—
Mientrashablaba,desplególahojadepapelyañadió—:Enrealidad,noesunacarta,sinounpoemaenverso…
—¿Estáescritoconlaletradelprisionero?—preguntóelRey.—No—respondióelConejoBlanco—.¡Yesoes lomásextrañodetodo!—Losmiembrosdel
juradosemiraronperplejos.—Hadebidodeimitarlaletradeotrapersona—sugirióelRey.Losrostrosdelosmiembrosdel
juradoreflejaronungranalivio.—Majestad,yonoheescritoesosversos—dijo laSotadeCorazonesensudefensa—.Ynadie
podrádemostrarlocontrario:elpoemanoestáfirmado.—Puestoquenolohasfirmado,lacosaesaúnmásgrave—dijoelRey—.Sinoalbergarasmalas
intenciones,lohabríasfirmado,comounapersonahonrada.Anteaquellaspalabras,todosaplaudieron.EralaprimerafraseinteligentequedecíaelReydesde
quehabíacomenzadoeljuicio.—¡Pruebairrefutabledesuculpabilidad!—exclamólaReina.—¡Noesunapruebadenada!—replicóAlicia—.¡PorDios!¡Sinisiquierasabenloquediceel
poema!—¡Léelo!—ordenóelRey.ElConejoBlancosepusolasgafas.—ConlaveniadeVuestraMajestad,¿pordóndeempiezo?—preguntó.—Empiezaporelprincipio, continúapor la continuacióny terminaporel final.Luegopodrás
dejardeleer.EstofueloqueleyóelConejoBlanco:
«Dijeronquefuisteaverla,yqueanteélmemencionaste:noleimportóquenohicieradelanataciónunarte.
Lesdijoquenoasistí(yesto,sinduda,esverdad):perosiesperainsistir,dime,¿detiquéserá?
Lediuna,yellosdos,túnosdistetresomás;despuésselasdevolvió,perometrataronmal.
Sillegáramosavernoscómplicesenundelito,querráquetúseasbuenoynossaquesdeestelío.
Puesmetemoquetúfuiste(muchoantesdesuataque)entrenosotrosunquisteculpabledeestedislate.
Noledigaselrespetoenormequeellasentía.Debeserungransecretoentretúyyo,deporvida».
—Esta es, hasta ahora, la prueba más importante que hemos recibido —dijo el Rey conentusiasmo,frotándoselasmanos—.Porconsiguiente,queeljuradose…
—Siunosolodelosmiembrosdeljuradopuedeexplicarmeloquesignificanlosversosdeestepoema —declaró Alicia. Había crecido tanto en los últimos minutos que ya no le daba miedointerrumpiralRey—,ledoydiezmonedas.Pues,enmiopinión,notienenningúnsentido.
Todos losmiembros del jurado escribieron en sus pizarras: «En su opinión, no tienen ningúnsentido»,peroningunotratódeexplicarlosversos.
—Si no tienen ningún sentido—dijo el Rey—, tanto mejor, pues no será necesario que nosmatemos para encontrárselo… Pero me pregunto si es verdad que carecen de sentido —siguió,mientrasextendíalacartasobresusrodillasyreleíaelpoema—.Amímedaqueestosversosquierendeciralgo.Nosabesnadar,¿no?—lepreguntóalaSotadeCorazones.
Estanegótristementeconlacabeza:—¿Acasotengopintadesabernadar?—preguntó.Yeraverdadquenosabía,puestoqueeradecartón.—Hastaaquítodoencaja—dijoelRey,quesiguiósusurrandolosversos—:Yesto,sinduda,es
verdad…Losmiembrosdeljuradoconocenlaverdad…Perosiesperainsistir…Perosiestáclaro:laqueesperaeslaReina.Dime,¿detiquéserá?¡Esaesunabuenapregunta!Lediuna,yellosdos…Esoesloquehizoelacusadoconlastartas,¿loveis?
—Peroluegodice:«despuésnoslasdevolvió…»—observóAlicia.—Por supuesto:nos se refiere a nosotros, ¡y ahí están las tartas!—exclamó el Rey con tono
triunfal,señalandoalamesa—.Estáclarocomoelagua.Yencuantoaestafrase:«muchoantesdesuataque…»A tinunca tehadadounataquedenervios,¿verdad,querida?—dirigió lapreguntaa laReina.
—¡Jamás en todami vida!—exclamó fuera de sí,mientras arrojaba el tintero a la cabeza delLagarto.ElpobreBillhabíadejadodeescribirconeldedoenlapizarracuandosediocuentadequenodejabaningunahuella;perosepusodenuevomanosalaobrausandotintaqueleresbalabaporelhocico.
—Sinuncatehadadounodeesosataquesesporqueeresinexpugnable.Ysieresinexpugnableesporqueestosversos¡terepugnan!—dijoelRey.
Ymiróalaconcurrenciaconunasonrisadesatisfacción.(Hubounsilenciomortal).—Expugnar…Repugnar…Esunjuegodepalabras—explicóelReycontonoofendido.Alinstantehubounacarcajadageneral.—¡Adeliberar!—ordenóelReyaljurado,porenésimavez.—¡No!¡No!—vociferólaReina—.¡Primerolasentencia,yluegolasdeliberaciones!—¡Peroesoesabsurdo!—protestóAliciaconfirmeza—.¡Esunaideadelomásestúpida!—¡Calla!—ladrólaReina,rojaderabia.—¡Nomecallo!—replicóAlicia.—¡Quelecortenlacabeza!—ordenólaReinamoradadeira.Nadiesemovió.—¿Quiénvaaobedecer?—dijoAlicia—.¡Sinosoismásqueunabaraja!Anteaquellaspalabras,lascartassalieronvolandoycayeroncomounalluviasobrelaniña.Con
un gritito de cólera y de miedo, Alicia intentaba quitárselas de encima y de pronto se encontrótumbada en la hierba, con la cabeza apoyada en las rodillas de su hermana, que le retirabacuidadosamentedelacaraunashojassecas.
—Alicia,querida,¡despierta!¡Hasdormidounasiestalarguísima!—ledijosuavemente.—¡Oh!¡Quésueñomásrarohetenido!—exclamóAlicia.Lenarrósusaventuraslomejorquesupoy,cuandoterminóelrelato,suhermanalediounbesoy
ledijo:—Es verdad que ha sido un sueño de lomás extraño, querida. Pero es tarde: ahora tienes que
volveracasaamerendar.Aliciaselevantódeunsalto,aunquesentíalacabezatodavíainundadadesumaravillososueñoy
fuecorriendoacasa.Suhermanasequedóallísentada,muypensativa.Apoyólabarbillaenlamano,contemplandolapuestadesolypensandoenAliciayensusincreíblesaventuras.Alcabodeunrato,cerrólosojosyempezóasoñardespierta.
PrimerovioaAlicia,queteníalasmanoscruzadassobrelasrodillasylamirabaconsusgrandesojosbrillantes.Casipodíaoír el sonidode suvozy recordaresedivertidogestoquehacíacon lacabezacuandoqueríaretirarseelpelodelacara.Mientraslaescuchaba,leparecióqueveíaaparecertodaslascriaturasdelsueñodeAlicia.LashierbasaltascrujieronasuspiescuandopasócorriendoelConejo Blanco… El Ratón asustado se zambullía en el charco de al lado haciendo un ligero«¡pluf!»…Oyó el tintineo de las tazas de té de la Liebre deMarzo y sus amigos, sentados parasiemprealrededordesueternamerienda…
Luegooyóelvoceríode laReinacondenandoasuspobres invitados…Elniño-cerdovolvióaestornudarenelregazodelaDuquesa,mientrasplatosyfuentesseestrellabanenmilpedazosasu
alrededor…LellegarontambiénelgraznidodelGrifo,elchirridodelatizadelpequeñoBillenlapizarra, los lánguidos suspirosde losConejillosde Indias en su saco, todoellomezcladocon loslejanossollozosdelapobreFalsaTortuga.
Duranteunbuenratopermaneciósentadasinmoverse,conlosojoscerrados,imaginandoelPaísdelasMaravillas.Sabíaperfectamentequelebastabaconabrirlosojosparavolveralarealidad.Silahierbasusurraba,erasoloporelsoplodelabrisa,yelchapoteodelestaquesedebíaúnicamentealosbalanceosdelosjuncos.Eltintineodelastazasdeténoeramásqueelrumordeloscencerrosdelasovejas,ylosgritosdelaReinanoeransinolasllamadasdelpastor.Losestornudosdelniño,losgraznidos delGrifo y todos los otros ruidos extraños se debían tan solo (y lo sabíamuybien) alrumordelcorral,mientrasquelosmugidoslejanosdelasvacassustituíanloslargossollozosdelaFalsaTortuga.
Finalmente,seimaginócómoseríademayorsuhermanapequeña,ysabíaqueAliciaconservaríapara siempre elmismo bondadoso y sencillo corazón.Un día congregaría a su alrededor a otrosniños,probablementesuspropioshijos,yentoncesharíabrillarsusojoscontándolescuentos,talvezincluso lamisma historia de su extraño viaje al País de lasMaravillas.Compartiría con ellos susalegríasysuspenas,ysiemprerecordaríasupropiainfanciaysusfelicesdíasdeverano.
AliceLiddell,laniñaqueinspiróelpersonajedeAliciaenelPaísdelasMaravillas,fotografiadaporLewisCarroll.
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