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Dirección de la Revista:
Antonio Luque García
José Luis Rodríguez Santana
Ilustraciones de portada y contraportada:
J. Antonio Martín Gutiérrez
Diseño, edición y maquetación:
Alvaeno Ediciones
Depósito legal:
MA 898-2014
ISSN:
2014-7031
***
Esta revista se ha realizado dentro del equipo de apoyo
de la biblioteca del IES Fuengirola Nº1.
GONZÁLEZ VERA, J. L., Una antología privada.
TESSAINER Y TOMASICH, C. Reina por una
bofetada.
GUILLÉN ESCALONA, N., ¿Es posible hacer
Matemáticas con una hoja de papel?
MARTÍN GONZÁLEZ, M., La continuidad del griego
en el tiempo.
MARÍN SEDEÑO, E., Base celular del cáncer.
GARCÍA AGUILAR, J. M.; SALCEDO DE LARA, Mª.
C., La ruta de la seda: un viaje en el tiempo y en el
espacio.
DOMÍNGUEZ RÍOS, M. Á., El número áureo.
MÁRQUEZ PÉREZ, C., El léxico como herramienta de
inclusión de personas con diversidad funcional.
MARTÍNEZ HOYOS, F., Miranda, el general
venezolano de la Revolución Francesa.
2
***
ROMERO MÁRQUEZ, A., El poeta habla consigo
mismo acerca de su infancia.
LEIVA LEÓN, J., Massachusetts.
GARCÍA MACÍA, T., Sede Vacante.
LÓPEZ MORA, P., El expreso de los repuestos, los
tragos y el amor.
QUESADA, A. J., El Rótulo.
ROMERO MÁRQUEZ, A., Que no me falte el canto.
LUQUE GARCÍA, A., Momento.
PRIETO RAYA, J. Relevo generacional.
PÉREZ FUILLERAT, J. L., Amor, viejo amor.
***
GALLARDO ELENA, M., La igualdad en un crisol de
culturas.
MARTÍN PÉREZ, M. J., La inteligencia emocional
plena: aprender a gestionar nuestras emociones en la
práctica de la atención plena (Mindfulness).
IX Certamen Literario IES Fuengirola Nº 1.
IV Concurso de Fotografía IES Fuengirola Nº 1.
***
La dirección de esta revista no se hace responsable de la
originalidad de los artículos publicados, ni comparte
necesariamente las opiniones de sus colaboradores.
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En estas líneas que escribo para mi amigo José Luis
Rodríguez Santana expondré un conjunto de
reflexiones que me servirían para la elaboración de
una antología privada e intransferible de la poesía
castellana de finales del siglo XX y primer quinquenio
del XXI. En estos folios voy a centrarme en una serie
de poéticas hoy ya maduras que, además, llegaron a
la lírica de la mano de una voluntad de estilo, más o
menos común, y que para mí tiene su origen en el
aprendizaje sobre los textos de promociones
inmediatas anteriores, concretamente, las considero
uno de los caminos de evolución de la llamada poesía
de la experiencia, nombre hoy extendido y aceptado
para referirnos a una serie de poetas que englobarían
una parte de la generación que comenzó a publicar en
los años 80.
Las coordenadas de este artículo serán dos. Dado
que estamos en Fuengirola, voy a hacer referencias,
siempre que pueda, a escritores malagueños, o
vinculados con nuestra provincia. Esto no es una
concesión al localismo empobrecedor, ya que, por
suerte, la creación lírica de nuestros días tiene uno de
sus pilares en esta tierra.
Por otro lado, intentaré dibujar una línea que cruza
la tendencia dominante de la lírica española en los
veinticinco últimos años, y mostraré las características
comunes de una serie de poéticas.
Observando el devenir de la poesía española de los
noventa, toda la crítica coincidió en apreciar dos
líneas principales; de un lado, la llamada –o, tal vez,
mal llamada– poesía de la experiencia, y de otro, la
vía que respondió al grupo de la auto-titulada
creación de la diferencia.
Esa dicotomía simplista, para mí, respondía a una
maniobra de artificio que pretendió forzar el gusto de
los lectores hacia un determinado sentido. En 1994 un
grupo de escritores se reunieron en Granada para
crear dos instituciones: “El salón de los
independientes” y “La asociación andaluza de críticos
literarios”. Ambas pretendían acabar con la supuesta
confabulación que mantenía a sus miembros
apartados de todo éxito literario y que ellos veían
capitaneada y acaparada por dos poetas: Felipe
Benítez Reyes y, sobre todo, Luis García Montero.
Por supuesto, no quiero ser injusto, entre esos
asociados e independientes hubo muchas y muchos
escritores que nunca participaron de las polémicas
porque, además, tenían prestigio suficiente como
para no necesitar atacar a nadie.
Ese sentimiento de marginación de los premios
literarios, de los viajes al extranjero que en aquella
década pagaba con generosidad el Instituto
Cervantes, o el enfado porque algunos no tenían una
mayor fama como poetas entre las chicas de su
barrio, era achacado por ellos, los de la diferencia, a
una maquinaria articulada prácticamente por el PSOE
que encumbró a unos escritores y enterró a los que
no le eran afectos, por lo que, en su inocencia, buena
fe y afán de justicia, se vieron obligados a
contraatacar creando sus propios premios, antologías,
editoriales, o revistas literarias, desde las que no
dudaron en insultar con toda la virulencia a quienes
ellos consideraban sus demonios particulares, y no
había escrito en el que no hubiera una pedrada.
Según este grupo de “poetas de la diferencia”, la
poesía de la experiencia no tenía ningún valor porque
era clónica, endecasilábica y fría. Es decir, todos los
poemas eran iguales, los autores podían confundirse
pues tenían un estilo idéntico, todos los versos eran
de 11 sílabas y, para creadores de tanto prestigio
como Jorge Riechmann, en sus estrofas el lector
repite una y otra vez: “Anoche fui de copas, vi a
muchas tías buenas, sentí la melancolía de la juventud
perdida”. Este breve párrafo indicaba las pobres
lecturas que en muchos casos se realizaron, o los
excesivos anclajes en una poética personal que
impedía ver las otras.
Otra muestra de esta miopía se lee en la
introducción de José García Pérez a su antología ... Y
el Sur. En uno de sus dos prólogos podemos leer:
“Más grave, si cabe, es intentar someter el
sentimiento del hombre, de la mujer, del poeta, a
Una antología privada
José Luis González Vera*
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unas pautas experienciales planas, sin latido y
clónicas. Ante una realidad como la actual, el poeta, si
es que lo es, debe significar, por encima de todo, el
hecho singular de su visión utópica y mostrar al
mundo la maravilla de su sentimiento”.
En mi humilde opinión, muchos miembros de la
Asociación de los Críticos Andaluces mostraron
durante aquellos años, demasiado a las claras, su
limitada formación teórica y el pobre bagaje literario
que acompañaba sus vidas. La situación de
enfrentamiento llegó, incluso, a los insultos
personales publicados bajo seudónimos, a infantiles
bromas con los títulos de los poemarios de la
experiencia y otras muchas majaderías que lograron
que Felipe Benítez Reyes publicara
en la revista Claves un artículo
titulado La nueva poesía española,
un problema de salud pública, que
comienza: “Si hay algo que
caracteriza a la nueva poesía
española es la variada proliferación
de teorías sobre la nueva poesía
española perpetradas por quienes
no pintan una mona en la nueva poesía española. Si
hay algo que caracteriza a los perpetradores de esas
teorías es el insuperable grado psicopatológico que
han logrado manifestar a través de una esforzada
sintaxis –que no desconoce el anacoluto ni el
galimatías- en revistas subvencionadas o en
suplementos literarios de provincias, incluida la
provincia de Madrid”.
Otra bala defensiva, también con la guía de Felipe
Benítez Reyes, fue la edición en 1994 de El sindicato
del crimen, graciosísima antología publicada, bajo
seudónimo, por un tal “Eligio Rabanera”, que había
descubierto toda la organización mafiosa que eran los
poetas de la experiencia y por eso hace públicos sus
nombres y sus poemas, además de ofrecer en el
prólogo una serie de características de este grupo
lírico dominante.
Este grave caos mental, además de que
proporcionó a los lectores buenos ratos
contemplando las idioteces que se vertían sin pudor
sobre folios y folios, sirvió para que, al menos,
tuviéramos que preguntarnos por la definición de
aquellas corrientes poéticas actuales, y sobre si existía
una línea de la experiencia o no.
Cesó antes de 2000 la actividad intimidatoria de los
que se autoproclamaron poetas de la diferencia, e
incluso se produjeron significativos intentos de
acercamiento y reconciliación. En ese grupo no todos
eran iguales, y muchos se dieron cuenta de la
barbaridad que estaban cometiendo al pretender
dejar fuera de la historia de la literatura a escritores
cuyas novelas y poemarios tenían una gran aceptación
por parte del público y por la crítica nacional e
internacional más prestigiosa. Creo que los únicos
puntos de conexión entre muchos de estos diferentes
fueron el rencor y la envidia; ni siquiera habían leído
los textos de las personas a las que
denostaban. Era previsible que todo
aquel circo terminara la actuación sin
aplausos, o como el rosario de la
aurora.
Por otro lado, el que Luis García
Montero quedase en primer lugar y
Felipe el tercero en El último tercio
de siglo (1968-1998). Antología
consultada de la poesía española, en la que votaron
trescientos lectores, de diversa opinión, demostró que
el tiempo iba situando a cada quien.
También hubo una última razón fácilmente
previsible que iba a acallar aquellas algaradas: otra
promoción de escritores jóvenes llegaba y hacia
finales de los 90, principios de 2000, era ella quien se
estaba llevando los premios y quien encontró eco en
las antologías como La generación del 99 de J. L.
García Martín, Feroces de Isla Correyero, o 10 menos
30 de Luis Antonio de Villena.
Por tanto, a pocos días de que el siglo XX
terminase, estaba claro que la tendencia dominante
de la década previa fue la llamada “poesía de la
experiencia”, cuyo éxito entre los lectores españoles
de los 90 puede ser un interesante campo de estudio
para la sociología de la literatura, que aquí tendría
mucho que aportar.
Hablar de poesía de la experiencia exige, al menos,
detenernos unos párrafos para definir su concepto. En
principio, todo fenómeno que muestre al escritor la
relación entre dos elementos naturalmente distantes
“a pocos días de que el
siglo XX terminase, estaba
claro que la tendencia
dominante de la década
previa fue la llamada
“poesía de la experiencia”.”
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y distintos, por ejemplo, qué unión existe entre un
atardecer y la luz que trae la niñez al recuerdo, califica
al poema como experiencial.
Petrarca y Garcilaso entrarían en esta definición.
¿Qué poema no parte de un ver más allá de la realidad
inmediata, a no ser la vanguardia pura? El mismo Rilke
aconsejaba en Cartas a un joven poeta que había que
rastrear el hecho poético en la vida diaria, en ese “lo
que pasa en la calle” de A. Machado, al que luego
volveré a referirme. Excepto las composiciones
visuales y las de ciertas vanguardias, cualquier poema
puede considerarse experiencial. Pues si se considera
que la unión entre dos objetos es la base de la poesía,
por ejemplo, entre felicidad y dolor o, en otras
palabras, entre ansia de infinitud del hombre y la
conciencia absoluta de ser mortal, que a cada paso la
recuerdan la belleza y el amor, si se concede, repito,
que esto es la base de la poesía, hay que admitir que
todo poema parte del encontronazo brusco con una
realidad que pretende volver a ser creada mediante su
expresión en palabras.
Sin embargo, “Poesía de la experiencia” ha sido el
marbete con el que se calificó a la tendencia
dominante de los años 90 y que, incluso, como he
repasado brevemente, ocasionó un enfrentamiento
estéril con los llamados poetas de la diferencia, grupo
heterogéneo del que únicamente se puede comentar
eso, que son diversos, y de algunos, como dice Luis A.
De Villena, que son “los que se han unido en torno al
suplemento literario del diario de Córdoba, dirigido –
entre perpetuas soflamas contra todo – por Antonio
Rodríguez Jiménez. Este heteróclito grupo final –
autonominado de la diferencia – está compuesto por
poetas de varia edad y condición, cuyo único nexo
unitivo es el fracaso, la conciencia de su falta de
éxito”.
Bien, ya sabemos cuál es el denominador común
de los versificadores de la diferencia, pero ¿qué une a
los poetas de la experiencia? Personalmente,
encuentro que el nexo entre todos esos poemas es la
búsqueda de la emoción del lector, ante todo. El
poeta, que se siente ciudadano normal, de a pie, no
desea ser el chamán de la tribu que hable un lenguaje
mistérico, no busca la belleza del texto en decir corcel,
en vez de caballo, ni que el lector medio se devane los
sesos para encontrar quién era Ulrico de
Liechtenstein, a quien se hacen referencias
fundamentales para comprender unos versos. El poeta
de la experiencia está inspirado por una “musa en
vaqueros”, como dijo Luis García Montero, y lo único
que pretende es que al lector se le mueva el alma con
cada verso. Si comprendemos esto, será fácil deducir
las características formales en las que se revela esta
poética.
Este tipo de poesía, en este sentido, sigue los
dictados románticos del texto como disparo hacia la
sensibilidad del lector; sigue el equilibrio clásico del
poema construido dentro de la tradición métrica,
simplemente porque eso otorga armonía al discurso y
provoca que suene bien. El escritor busca hacer real
aquella expresión de Antonio Machado de que un
hombre no es más que otro hombre, y el poeta no es
más que nadie. Por último, la poesía de la experiencia
sigue la estela dejada por los autores del 50 (Blas de
Otero, Ángel González o Gil de Biedma) que
devolvieron a los versos su talante más humano, más
comprometido con “lo que pasa en la calle”.
Emoción, en definitiva, emoción del lector al que se
le busca para hablarle en su idioma, y para contarle
cosas que a él seguro que le han sucedido y que se las
encuentra enfocadas hacia un paso más allá, para que
pueda darles un significado nuevo que será fácil hacer
suyo por comprensible.
Los poetas de la experiencia podríamos decir que
tienen algo de exhibicionistas, pero con mucho oficio,
de profesionales, no de tipos que se aparecen ante la
puerta de un colegio y se abren asustados la
gabardina.
Ahí radica la gran dificultad: emocionar sin caer en
el llanto a voces de nuestras típicas folclóricas, que
poco nos llegarían a tocar la fibra sensible.
Tampoco podemos encontrar los trucos de los
versos, porque eso los convierte en una impostura. El
poema de la experiencia busca sonar como la charla
de un amigo que susurra secretos inconfesables, que
nos está poniendo la vida sobre el tapete, pero sin
que nos demos cuenta de que esa vida puede estar
inventada en todo o en parte, o sin que nos
percatemos del ritmo de los versos que acompasan el
vaivén de emociones que se pretenden transmitir. En
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definitiva: la poesía como comunicación y como
conocimiento, otra tradición que se suma a todos
estos rasgos de estilo.
Por estos factores comunes a todo el grupo, la
poesía de la experiencia ha sido tildada
frecuentemente como simple, prosaica o evidente, sin
sorpresas.
El nombre de poesía de la experiencia viene de
Robert Langbaum, quien publicó en 1957 un libro
titulado La poesía de la experiencia, cuya primera
edición en español, incomprensiblemente, vio la luz
en 1996, concretamente en la editorial Comares de
Granada. Este libro fue fundamental para Jaime Gil de
Biedma porque le hizo ver los problemas de la
creación poética a partir de la
Ilustración.
El concepto de poesía de la
experiencia de Langbaum nada se
parece a la del maestro Gil de
Biedma, ni a la de la actual escuela
experiencial, pues Langbaum se
detiene en los poemas dramáticos;
entonces, ¿en qué influyó en Gil de
Biedma, al que tanto interesaron
también los autores de poemas dramáticos, como
Espronceda? Le hizo ver el truco de desdoblarse, de
crear un personaje espectral de sí mismo con el que
poder lograr el objetivo de hablar con los demás,
mostrar su mundo con humildad, pero su propio
mundo, al fin y al cabo, lo que se encuentra dentro de
la órbita plenamente romántica; como dice Álvaro
Salvador, “El romántico, en definitiva, no se resigna al
divorcio entre la experiencia y la idea, e intenta la
superación de esa distancia con la desacralización del
mundo o la sentimentalidad”. Gil de Biedma decía que
“las lecciones de cosas siempre han sido románticas”;
por eso, yo me he atrevido a airear aquí el concepto
romántico de emoción.
Esta lección del maestro fue rescatada por los
escritores de los años 80-90 y trasladadas a sus
propios mundos y obsesiones, para nada clónicos,
pero con los presupuestos comunes a los que hemos
aludido. Y por dar unos cuantos nombres, no todos,
quiero citar a Luis García Montero, Álvaro Salvador,
Antonio Jiménez Millán, Aurora Luque, Abelardo
Linares, Felipe Benítez Reyes, Vicente Gallego, Carlos
Marzal, Álvaro García, José A. Mesa Toré, Juan Manuel
Villalba, Luis Muñoz, José Mateos, Francisco Bejarano,
Pere Rovira, Joan Margarit, Francisco Díaz de Castro,
Jon Juaristi y otros muchos, cuya nómina final tendrá
que ser revisada para que no se queden fuera
nombres como los de los malagueños Joaquín Ríos, o
el peculiar Francisco Fortuny, por señalar dos
ejemplos, cercanos y por mí queridos. Como dijo
Miguel García Posada refiriéndose a este grupo: “Ésta
es a mi juicio la corriente más radical y novedosa de
estos años, lo que no significa que toda la poesía de
calidad que se escribe hoy pertenezca a su ámbito *…+
Pero es sin duda, la corriente que se ha afirmado con
mayor personalidad en nuestra lírica
reciente, tanto en la adopción de un
tipo de lenguaje (de orientación
coloquial) y en la visión de la
realidad (temporal) como en la
métrica utilizada (de corte
antivanguardista)”.
Evidentemente, porque un
poema pertenezca a una
determinada escuela no es sinónimo
de que tenga calidad. Incluso, hasta ahora, he hablado
de la experiencia, como si fuera un bloque monolítico,
y no lo es; el tono elegíaco de José Antonio Mesa poco
tiene que ver con la reflexión metafísica de Álvaro
García, dos autores de la misma ciudad, de casi la
misma edad y que, a menudo, han sido considerados
demasiado cercanos. Más similitudes pueden
encontrarse entre poemas de José A. Mesa y de Eloy
Sánchez Rosillo, por ejemplo; o entre la reflexión de
Álvaro y la de Carlos Marzal; por tanto, considerar a
los escritores arriba mencionados como una escuela o
un grupo, en el sentido generacional, es algo muy
arriesgado. La historia de la literatura dirá.
Sin embargo, sí pueden rastrearse características
generales comunes.
Según Luis Antonio de Villena, “Hablamos hoy de
un poema de la experiencia, ante un texto lírico
escrito racionalmente: realista y figurativo con una
base narrativa o anecdótica”. Vuelvo a insistir, a esta
definición habría que añadirle el afán de emocionar al
lector de partir de una anécdota semejante a la que él
“El romántico, en definitiva,
no se resigna al divorcio
entre la experiencia y la
idea, e intenta la superación
de esa distancia con la
desacralización del mundo o
la sentimentalidad”.
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mismo pudiera tener, y el deseo de contarle “Lo que
pasa en la calle” no como “los eventos
consuetudinarios que acontecen en la rúa”, sino con
palabras usuales, quizás gastadas, como las piedras de
los ríos, pero que alcanzan su valor de calidez cuando
son insertadas en unos metros precisos, entre unos
acentos que van determinando su musicalidad.
Elegancia neoclásica sería el siguiente término que
deberíamos usar, la elegancia del metro clásico como
soporte estético del truco que hace parecer al poema
una charla amiga y, para ello se prefiere desnudar el
poema de todas las musicalidades fuertes, como la
rima consonante, aunque en aquellos años se produjo
un rescate puntual de las composiciones clásicas:
sonetos, soneto modernista con rima asonante,
romances, sextinas, etc. La tradición es necesaria, no
porque el poema se convierta por su ausencia en
prosa pura; esta idea es un error, el juego de
metáforas de Felipe Benítez Reyes soportaría el
versículo perfectamente. La tradición es necesaria
porque confiere elegancia al poema, artificio cuyo
reto es que quede oculto tras una tenue cortina de
ritmo sin estridencias, porque si pretendemos hablar
con el lector como con un amigo, de poco sirven los
montajes rítmicos muy marcados, como de fanfarria o
de orquesta en ferias. En esta recuperación de los
cánones clásicos, de la vuelta a un compromiso con el
ser humano, es donde Luis García Montero encontró
que radicaba la esencia posmoderna de la poesía de la
experiencia, simplemente, porque la posmodernidad
es “poner en duda las derivaciones autodestructivas
de la modernidad”.
Es por esto, por lo que una lectura sesgada de los
poemas experienciales los calificaba como prosaicos,
o endecasilábicos. Falsamente prosaicos, y desde
luego, no sólo endecasilábicos. El endecasílabo con
acento en sexta sílaba es, desde luego, un metro muy
útil porque desde su adaptación al castellano se ha ido
conformando como un ritmo muy propio para el tono
conversacional. Los manuales escolares siguen
diciendo que el octosílabo es el verso más abundante
del castellano y el más adecuado para el sintagma
español. Yo sólo me pregunto quién ha contado el
número de octosílabos y el de endecasílabos usados.
Dejo la pregunta en el aire.
El verso de 11 sílabas tiene una magnífica
combinación si se acentúa en la sexta sílaba pues su
ritmo se hace compatible con los eneasílabos también
con acento en sexta, y por supuesto con heptasílabos,
alejandrinos, pentasílabos y trisílabos; en definitiva, el
ritmo en una silva es lo que marca la musicalidad; si le
quitamos la rima consonante e, incluso, si le quitamos
la rima, nos encontramos con el tono deseado de
conversación. Ese era el truco, ese era el artificio
rítmico que muchos no han querido, o no han sabido
ver, anclados en sus rimbombancias modernistas, que
sólo se le pueden permitir a un poeta tan auténtico y
tan lúdico en sus versos, como es Francisco Fortuny,
porque, en su caso, no hay calco de clisé, sino
evolución y mucho oficio.
Sin embargo, aunque hemos dicho que la métrica
clásica es un instrumento imprescindible para ese
afán de elegancia y de tono conversacional, lo que sí
puede considerarse común a todos es un afán de
originalidad, de mundo propio en el sentido de
búsqueda de nuevas metáforas, de adjetivaciones
muy comedidas pero novedosas, de imágenes
arriesgadas por su simpleza que, como en el caso de
Felipe Benítez Reyes, a veces, no esquivan ni lo
onírico, ni lo simbolista. O como hace Aurora Luque, la
originalidad de insertar frases hechas actuales, entre
poemas con referencias constantes a la cultura
helénica antigua.
¿Cómo se entienden estos rasgos clásicos
combinados con tantas alusiones al romanticismo?
¿Cómo me he atrevido a unir emoción, elegancia y
originalidad? ¿Cómo puedo casar este constante viaje
del S. XVIII al XIX sin que me dé vértigo? Me
preguntaba yo si no estaba metiendo la pata, cuando,
de pronto, volví a encontrar la clave en las Aguas
territoriales de L. García Montero, que dice: “La
ilustración puede enseñarnos todavía muchas cosas.
Acostumbrados en poesía a hacer una lectura
romántica de la ilustración, quizá es ahora el
momento de promover una lectura ilustrada del
romanticismo”.
Pero volvamos a los cauces de este artículo. Llevo
todas estas páginas haciendo alusiones a la poesía
española de los años 90, que están más que
enterrados, median ya 26 años entre La generación de
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los ochenta de José Luis García Martín (editado en
1988), y nuestro actual año 2014. Incluso, cuando él
mismo editó su antología, La generación del 99.
Muchos nombres ya habían cambiado; incluso
escritores como Justo Navarro se habían centrado en
su quehacer novelístico y habían abandonado la
edición de poesía.
José Luis García Martín, Luis A. De Villena e Isla
Correyero fueron los primeros en percatarse de que
se apreciaba una natural evolución que ha ido
derivando la poesía del 2000 hacia formas de crear
muy diversas. De todos los caminos posibles que han
podido comprobarse y entreverse, yo me voy a
centrar en uno, cuyo origen considero que consistió
en tensar al máximo las
características que hemos visto
como propias de la experiencia.
Por ejemplo, el afán de charla
amiga, de descripción realista de
una situación que parte de la
anécdota, llevó a que poetas como
Juan Manuel Villalba condensaran
sus versos en un espacio muy
cercano a la narración, sin olvidar, por supuesto, el
truco de que no se vea el truco del poema.
Antes señalé que la superación de la modernidad
consistía en eliminar de ella lo negativo, lo que nos
alejaba de lo humano, y considero que Isla Correyero
tuvo parte de razón al sacar a la luz Feroces, antología
en la que recogía una serie de poetas a los que
consideraba comprometidos con lo social, es decir,
ecología, neo-proletariado o marginación. He dicho
que tenía parte de razón, porque podría haber
enmarcado a todos esos creadores en los cauces de
las últimas tendencias de la poesía española e incluso
haberlos relacionado más con obras como
Trainspotting o Acid House de Irving Welsh, con los
poemas y relatos de Carver, e incluso con los beats
americanos, especialmente con el tono de los relatos
y poemas de Boukowski o Jack Kerouac.
Efectivamente, el compromiso con lo social fue y
está volviendo a ser un denominador común en gran
parte de la creación poética española. Cualquier
tiempo pasado tampoco fue mejor. La sociedad
española de aquel cercano fin de siglo no debía de ir
tan bien, cuando hizo fácil el retrato de situaciones
llenas de sordidez como las que narraba el asturiano
David González.
El ideal de elegancia neoclásica había estallado en
mil pedazos; pero ¿no es continuar la línea de no
llamar corcel al caballo, cuando hay que llamarlo
penco? Es decir, ¿no siguieron estos poemas en la
búsqueda del lenguaje coloquial, de lo que se habla
en la calle, de la palabra amiga y gastada? Lo que
sucede es que si estamos narrando situaciones
internas del talego, en las que lo lírico surge de la
contraposición entre la crueldad de los
comportamientos humanos, y la visión distanciada,
incluso irónica, con la que se viven esas experiencias,
sería un total ejercicio de
manierismo no emplear las
palabras que ahí se usan.
Es el mismo efecto que
empleó el malagueño Antonio
Blanco y que tanta polémica
desató con su libro La pandilla
basura, en el que simplemente, el
lenguaje cotidiano se convertía
en un medio de provocación del lector pero, a la vez,
supuso una llamada de atención sobre aspectos
cotidianos de llamada de atención sobre aspectos
cotidianos de la vida de cualquier joven que en aquel
entonces contara veinte años.
Una visión amarga del mundo, violenta que no
podía sino luchar con las pocas armas de que
disponía. Su autor quería un kalashnikov en las
manos, pero como las generaciones que nos hemos
criado a partir del 68 sabemos que la lucha no sirve
para nada, pues se dispara con las únicas balas que
están al alcance de la mano, esto es, la crudeza del
lenguaje. Poesía social, igual que en el 50, pero en
aquellos años sabían quién era el enemigo, y en la
década de 2000 sólo sabían que habitaba entre ellos,
pero no había un enemigo definido. Por otro lado, la
lamentación no existe, sólo hay reflejos de
situaciones, terribles pero sin quejas explícitas, hay
dolor tácito como en los poemas de Violeta C. Rangel.
Incluso fue fácil rastrear una visión irónica de la
misma poesía, a la que se acude por necesidad pero
con la conciencia clara de que un poema no cambia el
“Acostumbrados en poesía a
hacer una lectura romántica
de la ilustración, quizá es
ahora el momento de
promover una lectura
ilustrada del romanticismo”.
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mundo, ni modifica la sociedad. Y ahí queda el
“Romance de Mateo el Jeta” de Jesús Aguado.
En definitiva, tras el tono distorsionado, tras el
lenguaje vulgar, tras el dolor que ocultaron aquellas
poéticas que transcurrieron entre finales y principios
de un nuevo siglo y milenio, seguía latiendo el
compromiso con lo humano. Hoy, 2014, parte de los
poetas de España han regresado a las aceras, pero a
las aceras destartaladas de los barrios. Otra parte ha
huido de tanto exceso de realidad desagradable hacia
la torre de marfil. Una fuga legítima como cualquier
otra y tan llena de calidad como sus predecesoras.
*J. Luis González es profesor de Lengua Castellana y
Literatura y colaborador habitual en La Opinión de Málaga con
su columna semanal El Paseante. Como poeta ha publicado
Nombres propios (2001) y Montaje de autor (2009); en su faceta
narrativa cuenta con alguna selección de relatos cortos, como
Nombres propios (2006) o Tarjetas de visita (2013), así como una
novela, El sabor de la madera (2009).
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Reina por una bofetada
Carlos Tessainer y Tomasich*
A modo de aclaración.
La Historia la hacen los seres humanos. Es por ello
que a menudo queda incompleta si se ignora la
personalidad y la forma en que actuaron sus
protagonistas. Cuando en los dos números anteriores
de esta revista aparecieron sendos artículos de mi
autoría, dedicado el primero al matrimonio de la reina
Isabel II de España y el segundo a la hipotética
paternidad de los once hijos que tuvo, no faltó quien
jocosamente me preguntó si aquello era algo parecido
a “una crónica de sociedad”; el desconocimiento, a
menudo resulta desafortunado. Quizás ignoraban que
el matrimonio de la reina Isabel se
convirtió en su momento en un asunto de
política internacional de tal trascendencia
que llegó a causar auténticas crisis en las
relaciones entre distintos países europeos
y una situación tensa y muy delicada
entre Francia y Gran Bretaña.
Que las desavenencias del matrimonio real llegaron
a motivar la mismísima intervención del papa a través
de cartas personales a la reina, cuando no de manera
constante mediante indicaciones expresas al nuncio
apostólico, para que se las transmitiera a Isabel.
Eso por no hablar de episodios donde las relaciones
entre un matrimonio que siempre se detestó, se
convertían en auténtica cuestión de Estado, haciendo
incluso caer gobiernos. Y que en buena medida, las
desastrosas relaciones del matrimonio real y el
desprestigio con que las mismas salpicaron a la
dinastía de Borbón, fueron una de las causas de la
Revolución de 1868.
Es así que, como la Historia la hacen las personas y
determinados hechos por ellas realizados acaban
teniendo consecuencias que afectan a toda una
colectividad, la peculiaridad de los mismos y sus
protagonistas trascienden por tanto la simple
anécdota, alcanzando una proyección que solo el paso
del tiempo hace posible calibrar.
Con este artículo, se cierra la trilogía que en El
Jardín de las Hespérides he dedicado a tres momentos
distintos de la vida de la reina Isabel II de España. Tres
hechos que marcaron el futuro del país y con él el de
millones de ciudadanos. Tres momentos en la vida de
una mujer – con una personalidad peculiar y que fue
de manera habitual e impúdica manipulada por todos
– que acabaron por marcar los derroteros de nuestra
Historia.
En cierta medida, Isabel II llegó a ser reina titular de
España gracias a una bofetada... Y además por aquel
bofetón, el país se vio inmerso en tres guerras civiles
(las guerras carlistas) que lo sembraron de sangre,
odio y desolación.
La sucesión al trono de España se regía
por el derecho dinástico castellano
vigente desde tiempo inmemorial y
recogido en el compendio realizado por
Alfonso X “el Sabio” de Castilla conocido
como Código de las Siete Partidas, que
había sido refrendado por Isabel “la
Católica” en su testamento de 1504. Este derecho
permitía a la mujer ejercer el poder regio y los
derechos sucesorios.
Esto cambió cuando Felipe V, el primer Borbón, fiel
a su origen francés, implantó en España la ley
semisálica. Y lo hizo mediante el Auto Acordado de 10
de mayo de 1713, en que se recogía el nuevo
reglamento de sucesión, conocido como Ley de
Sucesión Fundamental. No era una ley sálica en
puridad, pues permitía a la mujer heredar el trono de
no haber hijos varones del rey, ni hermanos del
mismo, ni sobrinos de él. Por tanto, los hermanos
varones menores del rey reinante o los hijos varones
que éstos pudiesen tener, tenían primacía en la
sucesión en caso de que el monarca solo tuviese hijas.
Curiosamente, Carlos IV hizo aprobar a las Cortes
en 1789 una disposición para derogar la ley semisálica
y volver a las normas de sucesión del Código de las
Siete Partidas. Pero por dejadez, inoperancia que ya
en el siglo XIX causaría al país tres guerras civiles, esta
Pragmática Sanción no llegó a ser publicada. Y se dice
“En cierta medida,
Isabel II llegó a ser
reina titular de
España gracias a
una bofetada...”
11
curiosamente porque en aquel momento la sucesión
directa de Carlos IV por línea de varón estaba más que
asegurada.
Es necesario precisar que la Constitución de Cádiz
de 1812 instituyó también como regla sucesoria la
secular de las Siete Partidas. Pero en el momento
histórico que se va a abordar, esta Constitución no
estaba vigente.
El problema se planteó en toda su plenitud en
1830. En 1829 falleció la tercera esposa de Fernando
VII, sin que el rey tuviese sucesión. Lo cierto es que no
tenía intención ni ganas de
casarse otra vez, pero
comenzaron a urdirse las
intrigas palatinas. Detrás de
estas intrigas, había en
realidad dos corrientes
ideológicas contrapuestas
cuyos seguidores tomaron
como cabeza visible a
quienes las materializaron.
En 1823, los Cien Mil
Hijos de San Luis acabaron
con el trienio liberal y
restauraron al “Deseado”, al
rey felón como monarca
absoluto, iniciándose con
ello el periodo conocido
como la “década ominosa”.
Obsesionado por no querer
tener un favorito (sin duda la
influencia de Manuel Godoy sobre su padre no le traía
buenos recuerdos), de todos desconfiaba, eliminando
de su entorno a las personas más inteligentes y
rodeándose de verdaderos inútiles.
Pero a partir de 1826, hubo cierta suavización en el
ejercicio del poder absoluto por parte de Fernando
VII. Frente a ello, comenzó a emerger la figura de su
hermano Carlos María Isidro, fiel defensor del
absolutismo, convencido del derecho divino de la
monarquía y sucesor al trono ante la ausencia de
herederos del rey. Cuando en 1827 estalló una
sublevación en Cataluña en la que se dieron vivas a
“Carlos V”, el distanciamiento entre el rey y su
hermano se fue acentuando cada vez más. Los
ultrarrealistas, partidarios de la unión entre trono y
altar, conocidos con el nombre de apostólicos,
cerraron filas en torno al infante Carlos,
convirtiéndolo así en cabeza de su ideario político.
Los liberales no tenían aún a ningún miembro de la
familia real que sirviera como representante y
defensor de su ideología, pero no tardaron en
encontrarlo. Se trataba del infante Francisco de Paula,
hermano menor del rey y muy probablemente hijo de
la reina María Luisa con Manuel Godoy. El citado
infante era miembro de la masonería, en la que
figuraba con el sobrenombre de
“hermano Dracón”; y no debe
olvidarse que los masones de la
época tenían una ideología
liberal muy avanzada. Casado
con su sobrina Luisa Carlota,
princesa del reino de las Dos
Sicilias, fue precisamente ella,
con su fuerte carácter, su
ambición y violencia la que, a la
vez que suplía la falta de
carácter de un marido no
excesivamente decidido, se
convirtió en auténtico motor del
ideario y las aspiraciones
liberales.
Al enviudar por tercera vez
Fernando VII en 1829 sin haber
conseguido dar un heredero
directo a la corona (ni varón, ni
mujer), los partidarios del infante Carlos y con él del
absolutismo, creyeron la partida ganada. Además
aunque no excesivamente mayor, el estado de salud
del rey no era bueno.
Fue entonces cuando su cuñada, Luisa Carlota,
comenzó a urdir sus planes. Esta napolitana rubia y
marimandona aconsejó a su tío y cuñado Fernando VII
que volviera a casarse, pues la corona necesitaba
sucesión directa. La candidata a convertirse en cuarta
esposa del monarca y nueva reina de España era su
hermana María Cristina, sobrina del rey. Las intrigas
que durante aquellos meses de 1829 se sucedieron en
el palacio real de Madrid, bien pueden equipararse a
las ocurridas en las cortes renacentistas italianas. Los
Infanta Luisa Carlota Borbón de las Dos Sicilias
12
absolutistas partidarios del infante Carlos
oponiéndose con todas sus fuerzas a otras nupcias del
rey; los liberales con Luisa Carlota al frente, tratando
de convencer al monarca de la necesidad de un nuevo
matrimonio.
Los planes liberales encarnados en el infante
Francisco de Paula y Luisa Carlota tenían el camino
bien trazado: el rey tenía que casarse y dar un
heredero directo a la corona. Pero dada la mala salud
del monarca y por tanto su hipotética muerte a corto
plazo, ellos aprovecharían la regencia a favor de los
liberales, dando por descontado que la futura reina
María Cristina estaría
dispuesta a ello.
Y Luisa Carlota convenció
a Fernando VII de la
necesidad de casarse por
cuarta vez. Así, menos de
siete meses después de
haber enviudado, en
diciembre de 1829 el
monarca contraía nuevo
matrimonio con su sobrina
María Cristina Borbón de las
Dos Sicilias y Borbón…
Cuando en marzo de
1830 se anunció que María
Cristina estaba embarazada,
ante la incertidumbre del
sexo de la criatura, fue Luisa
Carlota quien comenzó a presionar al rey para que
derogase la ley semisálica instituida por Felipe V. Ese
mismo mes Fernando VII promulgaba la Pragmática
Sanción que abolía la ley establecida por el primer
Borbón.
Desde ese momento, los defensores del
absolutismo con el infante Carlos al frente, estuvieron
al acecho y no dudaron en recurrir a las armas si lo
que naciera fuese mujer.
El 10 de octubre de 1830 nació en el palacio real
de Madrid María Isabel (la futura Isabel II). Un nuevo
alumbramiento de la reina el 30 de enero de 1832,
llenó de temor a los liberales, al nacer la infanta Luisa
Fernanda. Frente a la desilusión liberal -pese a la
Pragmática Sanción- los absolutistas (en el futuro se
les conocerá como carlistas) no disimulaban su
alegría.
El último año de la vida de Fernando VII “el
Deseado”, el más indeseable de todos los reyes de la
Casa de Borbón que España ha tenido, fue una pura
intriga. En septiembre de 1832, estando en el palacio
de La Granja, entró en coma víctima de un ataque de
gota. Las presiones de los ultrarrealistas sobre una
asustada y llorosa María Cristina, esgrimiéndole que a
pesar de la Pragmática la causa de su hija carecía de
futuro y que si se obstinaba en que Isabel heredase el
trono sería responsable de la guerra civil que se
produciría, dieron resultado. Y
María Cristina, que temía por la
seguridad de sus dos hijas, suplicó
a Fernando VII poco antes de que
entrase en coma que, por el bien
de España, derogase la
Pragmática Sanción. Así Fernando
VII, en un estado de
semiinconsciencia y ante el llanto
de su mujer, firmó un codicilo a
su testamento por el que
restablecía la ley semisálica.
¿Qué ocurría con los infantes
Francisco de Paula y Luisa
Carlota? Pues que en aquellos
momentos se encontraban en
Andalucía. Avisados de lo que
acababa de suceder, llegaron
urgentemente a La Granja. Luisa Carlota fuera de sí se
enfrentó con su hermana la reina, acusándola de débil
e irresponsable. Llamó al ministro de Gracia y Justicia
Francisco Tadeo Calomarde, defensor de la ley
semisálica y uno de los que habían presionado al rey
enfermo para que derogara la Pragmática Sanción. Le
gritó, le insultó y le pidió el codicilo, que hizo pedazos.
Y no contenta con ello le propinó una descomunal
bofetada. Fue ante este ataque de cólera de la
impulsiva infanta a lo que el ministro abofeteado
contestó no sin cierta arrogancia: “¡Señora, manos
blancas, no ofenden!”
Recuperado el rey, el enfrentamiento entre éste y
su hermano Carlos quedó ya abierto. Este último salió
para Portugal en marzo de 1833. Cuando en el mes de
María Cristina Borbón de las Dos Sicilias,
“reina gobernadora” de España
13
abril del mismo año Isabel fue jurada como princesa
de Asturias, el infante Carlos declaró públicamente
que no reconocía a su sobrina como heredera al
trono.
El 29 de septiembre de 1833 falleció Fernando VII.
La ruptura dinástica quedó así consumada. Los
absolutistas cerraron filas en torno al infante Carlos;
los liberales en torno a la regente María Cristina y a su
hija Isabel II, aquella que llegó a ser en cierta medida
reina de España gracias al arrojo y a la bofetada que
su tía la infanta Luisa Carlota, la infanta liberal, le dio
al ministro Francisco Tadeo Calomarde; y con la que
no sólo aseguró el trono a una mujer, sino que
además puso de manifiesto una escisión ideológica y
dinástica que fueron el origen de las guerras carlistas.
La reina niña Isabel II y su tío el infante Carlos, fueron
así el vehículo de dos ideologías contrapuestas que
dividieron a los españoles: el liberalismo y los
partidarios del Antiguo Régimen respectivamente.
Aquella bofetada, fue por tanto y además, todo un
símbolo que autentificó dos maneras bien distintas de
entender el derrotero político que España debía
seguir; que en ningún caso puede comprenderse si no
se circunscribe en el contexto de la lucha entre
absolutismo y liberalismo, que tenía en aquellos
momentos como escenario a casi todos los Estados de
Europa occidental.
*Carlos Tessainer es Doctor en Geografía e Historia por
la Universidad Complutense y profesor en el IES Fuengirola
Nº 1. Ha publicado diversas obras, como Francisco de Asís, el rey
Consorte (1994), El-Raisuni, aliado y enemigo de España (1998), Los
pájaros del cielo, relato de un reencuentro con Marruecos (2001 y 2007)
o El árbol del acantilado (2006), con la que quedó finalista del X
Premio de Novela Fernando Lara, así como numerosos
artículos en revistas especializadas.
Isabel II, reina de España Tadeo Calomarde. Ministro de Gracia y Justicia
14
El título de este artículo puede resultar
sorprendente ya que, normalmente, cuando hablamos
de hacer Matemáticas se piensa, por ejemplo, en
realizar operaciones con números (Aritmética),
resolver ecuaciones (Álgebra) o realizar problemas
donde intervienen figuras geométricas (Geometría).
Para ello podemos utilizar un bolígrafo o lápiz, papel
para escribir, calculadora, regla, compás,
transportador de ángulos… o bien el ordenador y
algún programa instalado, e incluso Internet y alguna
aplicación o herramienta que te permita realizar
cualquier operación en la pantalla.
Ahora bien, ¿es posible hacer lo mismo pero
únicamente usando una hoja de papel, un folio, como
los que normalmente solemos tener a mano? La
respuesta, sorprendentemente y en la gran mayoría
de los casos, es que sí. Y me refiero a usar sólo papel,
es decir, nos está prohibido escribir en él para realizar
cualquier operación y ni siquiera tampoco podremos
usar regla, compás o transportador de ángulos.
El origami es un arte de origen chino (siglo I o II d.
C.), cargado de imaginación y simbolismo, consistente
en el plegado de papel para obtener figuras de formas
variadas. El origen de la palabra son los vocablos
japoneses "ori" (doblar) y "kami" (papel). Después, la
kami se transformó en gami, creando así el vocablo
origami (折り紙 ( que en español traducimos por
papiroflexia (papiro, del latín papyrus, y flex-, raíz del
verbo latino flectere, que significa doblar o desviar).
Aunque el origami es un arte de gran estética,
donde se modela el medio que nos rodea y en el cual
vivimos, el simple hecho de plegar o doblar un papel
da lugar a múltiples conexiones con ideas y elementos
que forman parte de las Matemáticas. En este artículo
veremos sólo algunos ejemplos.
Se puede usar cualquier papel pero puesto que
vamos a doblarlo, se aconseja un papel en el cual, al
realizar el plegado o doblez, quede la marca clara del
mismo. El papel vegetal, fácil de conseguir en
cualquier papelería, es ideal para ello. Si además, al
hacer el pliegue, marcamos el mismo con la superficie
de un lápiz, obtendremos una marca del pliegue muy
nítida. Observa la siguiente imagen donde, en un
cuadrado, se han realizado varios pliegues:
Akira Yoshizawa es el gran exponente del origami
en la actualidad y Miguel de Unamuno, en la década
de los 30, fue el impulsor en España y en los países de
habla hispana.
La papiroflexia usa unos símbolos para que
podamos entender cómo se ha de doblar el papel. En
la actualidad también usa unos axiomas, que no son
más que determinadas dobleces que se aceptan como
válidos (1) a partir de las cuales podremos conseguir
elementos que nos servirán para obtener otros que
nos interesan. Los más conocidos son los de Humiaki
Huzita, basados en seis pliegues básicos que permiten
analizar la geometría de cualquier origami, a los que
se añadió actualmente un séptimo axioma descubierto
por Koshiro Hatori en 2001 (2).
Veamos a continuación algunos ejemplos de uso de
la papiroflexia para visualizar algunos conceptos e
ideas matemáticas. Evidentemente, el realizar
pliegues con el papel no implica que vayan a
visualizarse los números por arte de magia. En
papiroflexia, visualizar una cantidad es determinar un
segmento cuya longitud sea precisamente ese
¿Es posible hacer Matemáticas con una hoja de papel?
Nicolás Guillén Escalona*
15
número.
Cómo obtener un cuadrado con una hoja
rectangular cualquiera.
Mediatriz de un lado, punto medio de un
segmento.
Plegando el lado AD, hasta que se apoye en el lado
AB, permite obtener la diagonal AC del cuadrilátero
ABCD, que resulta ser un
cuadrado ya que
AD=AB=BC=DC. A partir
de ese cuadrado, si
doblamos de manera
que los vértices C y D se
superpongan respecti–
vamente a los vértices B
y A, entonces obtendremos lo que se observa en la
figura lateral.
Unos simples pliegues que permiten obtener: la
mediatriz (3). del segmento AD (en línea discontinua), el
punto medio de dicho segmento (E) y dos segmentos
de igual longitud, AE y ED, que hemos denotado con el
signo “=”.
Además, hemos obtenido la bisectriz (en este caso
la diagonal del cuadrado, que divide a éste en dos
ángulos iguales) del ángulo en el vértice A.
Si el lado del cuadrado es AD= , hemos
conseguido dos segmentos de igual longitud, , y
otro segmento AC (diagonal) de longitud
(usamos el teorema de
Pitágoras en el triángulo ADC,
, y despejamos AC). Si consideramos a=1, entonces la
diagonal será . ¿Cómo se podría conseguir un
segmento de longitud ? ¿Y ”.
También podríamos deducir que
y que
.
No parece difícil por tanto dividir un segmento en
un número par de partes iguales, obtener la bisectriz
de un ángulo u obtener la raíz cuadrada de un
número.
Un pliegue simple y
unos resultados
sorprendentes.
Observa los
siguientes pliegues:
1) Plegamos el folio
de forma que los vértices A y C se sitúen,
respectivamente, en los vértices B y D. Obtendremos
la marca señalada con línea discontinua y que divide
en dos partes
iguales el folio
(es la mediatriz
de los segmentos
AB y CD).
2) Plegamos
el folio por el
vértice A (podría
servir cualquier vértice) de forma que se situé en la
mediatriz antes obtenida.
Ahora observa los ángulos que se forman en P (en
el triángulo BPA´) y en B (en el triángulo PBD).
¿Podrían deducir la medida de ambos? ¿Qué
conclusión obtienes?
Pista: analiza el triángulo ABA´.
Si ahora plegamos el folio por el lado PA´ “hacia
atrás”, es decir,
doblamos el folio de
forma que el lado CP se
sitúe en el lado PB
dejando el vértice C
oculto detrás del folio,
¿qué figura podrías
observar?
Efectivamente, se intuye un triángulo equilátero
(PBF) y, por tanto, los ángulos antes solicitados miden
600.
a
2a
22 aADAC
2222 2aDCADAC
12
12 5
16
Polígonos regulares: triángulo equilátero y
hexágono regular.
Longitudes que representan fracciones.
Si doblamos un cuadrado ABCD de forma que el
vértice B se superponga al punto E (punto medio del
segmento AD, que previamente debemos obtener),
obtendremos el pliegue de la siguiente figura:
Si consideramos AD=1 y teniendo en cuenta que
AF+FE=AB=AD=1, entonces
aplicando el teorema de
Pitágoras al triángulo
rectángulo AEF se obtiene:
, de
donde:
Y ahora, despejando AF en la ecuación anterior,
obtenemos .
Gran parte de los resultados que se obtienen en la
papiroflexia matemática se basan en la relación
existente entre las longitudes de los lados de dos
triángulos semejantes. Recordemos que el hecho de
que dos triángulos sean semejantes es equivalente a
que sus ángulos sean iguales o sus lados
proporcionales.
Obsérvese que los triángulos AEF y DGE son
semejantes puesto que tienen los mismos ángulos,
entonces se cumple que:
Sustituimos , despejamos DG y obtenemos
. Así pues, , y podemos dividir
cualquier segmento DC en tres partes.
Área de un triángulo y suma de sus ángulos.
Conseguir un triángulo cualquiera realizando
pliegues en un folio es fácil. Imaginemos que hemos
conseguido un triángulo ABC, en el cual plegamos el
vértice A de forma que se sitúe en el lado BC (ver
siguiente figura):
Obtendremos los vértices F y G, además del punto
D. Ahora plegamos el vértice B de forma que se sitúe
en el lado BC, siendo el segmento AD la marca del
pliegue (obtendremos el punto E como intersección
de AD y FG).
A continuación, plegamos los vértices B y C de
forma que se sitúen en el punto D.
Obtendremos los puntos H e I y las marcas del
pliegue FH y GI. Si dejamos fijo los pliegues que
222 FEAEAF
2
2
2 )1(2
1)( AFAF
8
3AF
8
3AF
3
2DG3
1GC
Realiza los pliegues que se indican en las
figuras adjuntas 1 (dividiremos el rectángulo
original en 4 rectángulos iguales) y 2
(obtenemos los puntos A, B y C).
A continuación, realiza el pliegue que se
indica (imágenes 3 y 4, ¿qué ángulo es α?) y
luego lo deshaces (imágenes 5 y 6).
Obtenemos los puntos D, E y F.
Observa el polígono que se obtiene en el
papel con los plegados y cuyos vértices son A,
B, C, D, E y F. ¿Cuál es la longitud de sus
lados? ¿De qué polígono se trata?
17
movían el vértice A al punto D y los vértices B y C al
mismo punto, podremos observar resultados
sorprendentes.
La línea continua de la siguiente figura ilustra
cómo quedaría plegado nuestro triángulo inicial ABC
(la línea discontinua mostraría el triángulo como
estaba al principio):
Por un lado, representa la mitad de
la altura del triángulo ABC. Por otro lado, los
triángulos BDF y CDG son isósceles (ambos poseen dos
ángulos y dos lados iguales).
Observando la figura, y con ayuda de una notación
adecuada, estamos en condiciones de demostrar un
par de cosas que os resultarán familiares:
a) , la suma de los ángulos de
un triángulo es 1800;
b) área del triángulo ABC=2 (área del rectángulo
FGHI = la conocida
fórmula de base por altura dividido entre 2.
Teorema de Pitágoras.
El teorema de Pitágoras es un “clásico” en
Matemáticas. Existen múltiples demostraciones;
veamos una de ellas haciendo papiroflexia.
A partir de una hoja, plegamos hasta conseguir
un cuadrado ABCD. En dicho cuadrado volvemos a
realizar pliegues de forma que dividamos en cuatro
partes iguales cada lado
(y obtendremos las
marcas de 16 cuadrados.
¿Os acordáis de la
primera imagen que
mostré?) Si plegamos de
nuevo en EF=FG=GH=HE
obtendremos un cuadrado EFGH y cuatro triángulos
iguales, como se observa en la figura adjunta.
Obsérvese que el área del cuadrado ABCD es el
área del cuadrado EFGH más 4 veces el área de uno
cualquiera de los triángulos, es decir:
, de donde
, que no es ni más ni menos que el
conocido teorema de Pitágoras.
Resolución de una ecuación de segundo grado.
Incluso se pueden resolver ecuaciones de segundo
grado del tipo .
Los pasos serían, usando el ejemplo ,
los siguientes:
1) Plegamos el papel hasta conseguir sendas
mediatrices de cada lado (en realidad es para
garantizar dos rectas perpendiculares que se cortan en
O y que serán, respectivamente, nuestros ejes de
coordenadas y el
origen).
2) Realizamos
dobleces con el papel
hasta conseguir los
puntos Q(-b,0)=(4,0), P
(0,-1) y la recta y=1.
3) Doblamos el papel
hasta conseguir que el punto P se sitúe en la recta y=1
de forma que la marca del pliegue pase por el punto R
(-b,-c)=(4,-3).
4) El punto de corte del pliegue anterior con OQ
(eje x) será una solución, x1, de la ecuación.
La otra solución, x2, se obtiene sabiendo que
x1+x2=-b gracias a las ecuaciones de Cardano-Vieta(4).
Si observamos la siguiente figura, el hecho de que los
triángulos sombreados sean semejantes, nos permite
justificar el procedimiento anterior para encontrar x1.
(lados proporcionales).
abccabbaba ab 242)( 2
2
2222
222 cba
02 cbxx
0342 xx
2
ADEDAE
18
Si llamamos a Ox1 simplemente x1, teniendo en
cuenta que OP=1, Qx1=OQ-Ox1=4-x1 y que QR=3,
obtenemos que Ox1(4
-Ox1)=3, o lo que es lo
mismo, .
Acabamos de
demostrar que x=x1
es solución de la
ecuación
. La
otra solución sería x2=4-x1 (en este caso x1=1 y x2=3).
Este ejemplo visualiza las soluciones de una
ecuación de segundo grado con raíces reales. No es
válida, por tanto, si las raíces son números complejos.
Por otro lado, se puede extrapolar la idea para
resolver ecuaciones (polinómicas) de mayor grado
aunque, como es de suponer, es algo más complejo y
se sale del objetivo de este artículo.
Raíz cúbica de un número.
También podríamos representar un segmento de
longitud , como por ejemplo . Para ello
llevamos a cabo los siguientes pasos:
1) Doblamos por la mitad una hoja, horizontal y
verticalmente, de forma que las dobleces formen dos
segmentos perpendiculares
que consideraremos
nuestros ejes de
coordenadas.
2) Consideramos P(0,1) y
R(-a,0)=(-5,0).
3) Doblamos de forma
que obtengamos las rectas y=1y x=a=5.
4) Doblamos el papel de forma que el punto P se
sitúe en la recta y=-1 y el punto R en la recta x=5.
Observa la figura que hay a la izquierda donde los
triángulos ORQ, OPS y OSQ son semejantes. Existirá
por tanto una relación de proporcionalidad entre sus
lados:
Teniendo en cuenta que OP=1 y OR=5, de la
primera igualdad obtenemos que OQ=OS2. Ahora
igualamos la primera fracción a la tercera y
obtenemos:
OS.OQ=OP.OR, luego OS.OS2=OR y entonces:
OS3=OR=5→OS= .
A modo de conclusión:
Aunque el uso original
del origami es más artístico
y estéticamente más
agradable a la vista, no
dejan de sorprender los
resultados que se pueden
obtener desde el punto de
vista de las Matemáticas.
Evidentemente hay más, de
hecho se puede hablar de
distintos tipos de origami.
Lo que se ha mostrado en
este artículo ha sido una ínfima muestra, dentro de lo
que se podría considerar origami matemático. El
origami, o la papiroflexia, está resurgiendo con el uso
de Internet y las distintas asociaciones mundiales. A
modo de despedida, os invito a que hagáis un nudo a
una tira de papel, de esas que frecuentemente nos
sobran (con unos 3cm. de ancho y 20 cm. de largo
será suficiente):
Figura 1 Figura 2
Haced un nudo como se observa en la figura 1 y, con
mucho cuidado, id ajustándolo hasta conseguir la
figura 2: ¿observáis algo familiar? Efectivamente, un
maravilloso pentágono regular, ¿increíble, verdad?
034 1
2
1 xx
0342 xx
3 a 3 5
33 5OR
1
1
Qx
OP
QR
Ox
OQ
OR
OS
OQ
OP
OS
19
Notas:
(1) Entendiendo como válidos el hecho de que son posibles
de realizar.
(2) En el enlace http://goo.gl/tU1DZO se detallan y visualizan
los distintos axiomas con una breve introducción histórica.
(3) Recta perpendicular a un segmento y que corta a éste en
su punto medio.
(4) En el enlace:
http://mat-iesfuengirola1.blogspot.com.es/2013/11/raices-
de-un-polinomio-y-las-relaciones.html se explican las
relaciones entre los coeficientes de una ecuación de
segundo grado y las soluciones de la misma.
Biblio(web)grafía
Origami *Wikipedia+, enlace en la web: http://
es.wikipedia.org/wiki/Origami
Asociación Española de Papiroflexia, enlace en la web:
http://www.pajarita.org/
Divulgamat (portal de la Real Sociedad Matemática
Española), enlace en la web: www.divulgamat.net/ (sección
“Cultura y Matemáticas”).
Galería de imágenes del maestro del origami Joseph Wu,
enlace en la web: http://www.flickr.com/photos/
josephwuorigami/sets/
Jesús de la Peña Hernández (2001): Matemáticas y
papiroflexia. Asociación Española de Papiroflexia, Madrid.
*Nicolás Guillén ha realizado estudios de Matemáticas,
Estadística e Investigación Operativa y de Didáctica de la
Matemática en la Universidad de Málaga y ha trabajado como
profesor asociado en la Escuela Politécnica Superior de
Ingeniería de Algeciras (Universidad de Cádiz); ha formado
parte del Sistema Andaluz de Formación Permanente del
Profesorado, donde ha sido asesor del ámbito científico-
tecnológico y Subdirector del CEP Marbella-Coín. Ponente en
cursos y congresos, autor de diversas publicaciones y creador
de diferentes espacios web educativos, actualmente ejerce
como profesor de Matemáticas en el IES Fuengirola Nº 1.
Mehmet Mangtay
20
Que el griego ha existido y sigue existiendo sin
interrupción desde la Antigüedad hasta hoy es un
hecho que no podemos dejar de afirmar por muy
obvio que pueda parecernos. No sólo la continuidad
es real a nivel de lengua sino también en lo que se
refiere a la cultura propia de la Hélade. La civilización
griega es un continuum en el tiempo que ha conocido
multitud de circunstancias y acontecimientos, sin que
haya conocido una ruptura interna, como recordemos
que le ocurrió a la lengua latina.
No debe extrañarnos por tanto que un discípulo de
Aristóteles, Dicearco de Mesina, (355 a. C. - 285 a. C.),
escribiera una Vida de Grecia (Βίοσ τῆσ Ἑλλάδοσ), lo
que supondría el primer intento serio de elaborar una
historia de la civilización. En esta obra Dicearco nos
ofrece aspectos geográficos y culturales del mundo
griego.
Demetrio de Falero (ca. 354 a. C. – ca. 283 a. C.),
discípulo de Teofrasto, fue el primero en introducir
los recitados de rapsodas en el teatro de Atenas. Este
personaje es el nexo entre el fin del esplendor de
Atenas, la Atenas clásica de Pericles, y el comienzo de
la época dorada de Alejandría. Su iniciativa sirvió para
fundar la famosa Biblioteca de Alejandría o, al menos,
para organizarla, pues oficialmente ya había sido
fundada por los primeros Ptolomeos.
En Alejandría había dos bibliotecas, la Gran
Biblioteca, ubicada en el Brucheion, el distrito real
situado en el noreste de la ciudad, próxima al Museo
y al puerto, y la biblioteca del Serapeum, cerca del
templo de Serapis.
Por iniciativa de Ptolomeo Filadelfo, en el Museo
se realiza la traducción al griego del Antiguo
Testamento hebraico, obra encomendada y realizada
por 72 sabios judíos de Egipto (ca. 282 a. C.) y que la
conocemos con el nombre de Septuaginta o
Traducción de los 70 (Μετάφραςη τῶν Ἑβδομήκοντα).
Hoy nos llama la atención que Julio César se
entendiera con Cleopatra en griego y que ésta
aprendiera latín más tarde, durante su permanencia
en Roma. Pero es que el hablar griego era algo normal
en la Antigüedad.
Maravillas antiguas las conocemos gracias a
escritos en lengua griega que nos informan de
aquéllas. Una de estas maravillas fue el famoso Faro
de Alejandría que, aún hoy, están buscando los
investigadores. Todavía en el siglo XII, en plena Edad
Media, Planudo nos cuenta que el faro seguía
funcionando (Anthologia Graeca, vol. II).
Respecto a cuestiones de lengua, destaquemos a
Dionisio de Tracia, nacido hacia 166 a. C., quien
ostenta el enorme mérito de haber sido el autor de la
Gramática Griega más antigua que se conoce (¿quizá
la primera?), escrita probablemente en Rodas, donde
estuvo enseñando. Dionisio estableció la
nomenclatura morfológica aún hoy existente.
Dídimo (ca. 65 a. C. – ca. 10), discípulo del famoso
Aristarco de Samos, escribió unos ¡4000 libros! No
nos debe extrañar por ello que sus coetáneos le
apodasen «el Infatigable» (ὁ Χαλκζντεροσ).
Polemón de Ilium (ca. 177 a. C.), filósofo estoico,
puede ser considerado como el fundador de la
epigrafía. Polemón logró situar la antigua ciudad de
Troya en el lugar exacto donde veintiún siglos
después Heinrich Schliemann la descubriría. Sin
querer desmerecer a Polemón, hay que avisar al
lector de que el pueblo nativo del filósofo, Ilium, se
encuentra justo al lado de Troya. Recuerde también el
avisado lector que Homero llamó a su primera obra
Ilíada, y no Troyada, como cabría esperar si todo el
mundo hubiera llamado Troya a Ilium.
Una de nuestras fuentes principales, no sólo para
informarnos de la historia de Grecia sino también de
la historia de todo el mundo mediterráneo, fue
Estrabón (ca. 64 a. C. – ca. 24), historiador, geógrafo y
filósofo, nacido en Asia Menor, en Amasia, cerca del
Ponto Euxino (hoy, Mar Muerto), y autor de una obra
cuyo título lo dice todo, Geografía.
Según Estrabón, Eumenedes II construyó un globo
terráqueo y ¡pensaba que la tierra era esférica! Se
La continuidad del griego en el tiempo
Manuel Martín González*
21
dice que el mismísimo Cristóbal Colón había leído a
autores griegos en base a los cuales sostuvo la teoría
de la esfericidad de la Tierra, con sus cálculos de
diámetro asombrosamente cercanos a la medición
real. Los europeos, durante siglos, habían olvidado a
los antiguos griegos y sus mediciones,
reemplazándolos por muchas leyendas de mitología
medieval con las que se defendía la superficie plana
de nuestro planeta.
Alejandro Polyhistor (ca. 105 a. C. – ca. 35 a. C.)
vivió en Roma y allí enseñó y escribió numerosas
obras, entre ellas su Historia de Roma, básica para
historiadores posteriores quizá más conocidos, como
por ejemplo el ateniense Higinio, muerto en Roma
hacia el 140. Alejandro Polyhistor escribió también
una Historia de Delfos y se ocupó de la historia del
pueblo hebreo. Se dice que este autor fue conocido
por el famoso geógrafo Pausanias (s. II d. C.), autor de
la conocida Descripción de Grecia (Ελλάδοσ
περιήγηςισ). Hay que aclarar al lector no especialista
en lengua griega que la palabra περιήγηςισ (/
periíyisis/) significa ‘descripción’ (περιγραφή/
perigrafí) pero también ‘turismo’, ‘circuito turístico’,
pues el término se refiere aquí a una descripción
geográfica. Pausanias elaboró sin duda una buena
guía para turistas, para «posibles itinerarios» en los
viajes a Grecia y a la costa jonia (hoy ya costa turca).
Una fecha importante en la Antigüedad, al menos
en lo que se refiere a los griegos y su lengua, va a ser
el 146 a. C., cuando Grecia pasa a ser provincia
romana. Pero, a nivel cultural, el conquistado pasó a
ser conquistador, según el famoso dicho de Horacio (1).
Por lo tanto, mientras que Grecia se convirtió
políticamente en una provincia romana, Roma
culturalmente pasó a ser una provincia griega. Y
Homero se convirtió en el padre literario de griegos y
latinos. Ya entonces se decía, y sospechaba, que los
míticos pelasgos habían introducido la escritura en
Italia. Y no son pocos los especialistas que afirman que
los latinos, en sus raíces culturales y raciales, pueden
considerarse como pueblos parientes de los griegos.
Es más, aún hoy, los italianos (sobre todo los del sur,
esto es, los de la antigua «Magna Grecia») suelen
decir a los griegos que ambos pueblos son una faccia,
una razza.
Roma, capital de un vasto imperio, fue visitada por
gramáticos griegos como Dionisio de Halicarnaso,
quien estuvo en la ciudad eterna desde 30 a. C. hasta
8 a. C. Este Dionisio fue el autor del famoso Περὶ
ςυνθζςεωσ ὀνομάτων, De Compositione verborum,
esto es, Acerca de la composición de los nombres. Fue
éste uno de los más importantes tratados sobre
lengua griega en muchos siglos, cuya influencia llegó
hasta el Renacimiento y aún hoy es utilizada de
muchas maneras como fuente básica.
Por fin, un romano, Cayo Acilio, llegó a aprender
bastante de los griegos y «se atrevió» a escribir una
Historia de Roma en 142 a. C. Pero lo que más nos
llama la atención es que la escribiera ¡en griego!
Recordemos también al gran Cicerón (106 a. C. –
43 a. C.) quien, para llegar a ser grande, tuvo que
acudir a las enseñanzas de Zenón de Sidón (nacido
hacia el 150 a. C.) y recibir así una formación esencial
en filosofía griega. Cicerón no dejó nunca de lado sus
estudios y estuvo un tiempo cultivándose en la ciudad
de Atenas y en la isla de Rodas, auténticos centros de
conocimiento y saber.
Roma estaba aprendiendo a andar gracias a
Homero y los filósofos y gramáticos griegos. Y así,
poco a poco, el continente europeo se iría
constituyendo con los «genes» y el pensamiento de
Grecia que aún hoy conserva.
Nota:
(1) Graecia capta ferum victorem cepit et artes intulit in
agresti Latio. Epístolas, 2, 1, 156-157 (Grecia conquistada
conquistó al fiero vencedor e introdujo las artes en el
agreste Lacio).
*Manuel Martín es Licenciado en Filología Clásica por la
Universidad de Málaga, ha sido profesor de español en
Heraklion (Creta) y posee el Título Superior (C2) de Griego
Moderno por el Centro de Lengua Griega del Ministerio de
Educación de Grecia; actualmente es profesor de Griego en el
IES Miguel Romero Esteo de Málaga y ha sido compañero en
el IES Fuengirola Nº 1.
22
Base celular del cáncer
Ernesto Marín Sedeño*
Una de cada cinco personas morirá de cáncer.
Las células cancerosas rompen las reglas más
básicas del comportamiento celular.
A pesar de que el cáncer ha estado con nosotros a
lo largo de la historia del hombre (la descripción más
temprana del cáncer se encuentra en un papiro
egipcio que data aproximadamente del año 3000 a.
C.), se ha convertido en una de las principales causas
de muerte en el último siglo. Antes del XX, la mayoría
de muertes se debía a enfermedades infecciosas como
la neumonía o la tuberculosis.
Concepto
La proliferación, diferenciación y supervivencia de
las células individuales en los organismos
pluricelulares se regulan cuidadosamente para
atender las necesidades del organismo como un todo.
Esta regulación, sin embargo, no existe en las células
cancerosas, que crecen y se dividen de una manera
descontrolada y que, en última instancia, se propagan
por todo el cuerpo e interfieren en el correcto
funcionamiento de tejidos y órganos.
Puesto que el cáncer se debe a alteraciones en los
mecanismos fundamentales de la regulación celular,
es una enfermedad que ha de ser caracterizada en los
niveles molecular y celular.
El cuerpo de una persona funciona como una
sociedad
Los miembros individuales del cuerpo humano son
células que se reproducen por división celular y que
están organizadas en conjuntos de células que
colaboran entre sí, llamados tejidos. Sin embargo, esta
sociedad es muy peculiar, pues la norma que impera
es el “autosacrificio”. Todos los linajes de células
somáticas están condenados a morir: no dejan
descendencia y en vez de eso, dedican su existencia a
sustentar las células germinales, que son las únicas
que tienen la oportunidad de sobrevivir. No se trata
de ningún misterio, porque el cuerpo es un clon
derivado del huevo fecundado y el genoma de las
células somáticas es el mismo que el de las células
germinales que darán lugar a los espermatozoides o a
los óvulos. Por tanto, con su “autosacrificio” por el
bien de las células germinales, las células somáticas
facilitan la propagación de algunos de sus propios
genes.
Así pues, en contraste con las células de vida
independiente como las bacterias, que compiten para
sobrevivir, las células de un organismo pluricelular
están comprometidas a colaborar entre sí. Para
coordinar su comportamiento, las células emiten,
reciben e interpretan y elaboran conjuntos de señales
que actúan a modo de controles sociales que, al
comunicarse de unas a otras, indican cómo deben
actuar. El resultado de este comportamiento es que
cada célula actúa de una manera socialmente
responsable, dividiéndose, diferenciándose o
muriéndose, en la medida en que sea necesaria para
el bien del organismo.
Los cambios moleculares pueden perjudicar al
organismo
Las alteraciones moleculares que rompan esta
armonía pueden suponer un problema para la
sociedad pluricelular. En el cuerpo humano (formado
por más de 10 ^ 14 células), miles de millones de estas
células sufren mutaciones cada día y rompen
potencialmente los controles sociales. Pero lo más
peligroso es que una mutación de este tipo puede
proporcionar a una célula una ventaja selectiva,
permitiendo que se dividan más que sus vecinas y
convirtiéndose en la fundadora de un clon mutante en
crecimiento. Ciclos repetidos de mutaciones,
competición y selección natural actuando dentro de
una población de células somáticas provocan
problemas que empeoran con el tiempo.
Podemos señalar una serie de características de las
células tumorales:
A) Autosuficiencia de señales: las células tumorales
crecen y se dividen aunque no haya factores de
crecimiento.
23
B) Resistencia a la inhibición: las células tumorales
son insensibles al ambiente social circundante.
C) Evasión de la muerte celular.
D) Proliferación ilimitada: las células tumorales
proliferan indefinidamente y además expresan
telomerasas, de manera que alargan los telómeros de
los cromosomas y esto proporciona a la célula tumoral
inmortalidad.
E) Angiogénesis: cuando el tumor alcanza un
tamaño considerable, las células tumorales adquieren
la capacidad de inducir la formación de nuevos vasos
sanguíneos para combatir la hipoxia (falta de oxígeno)
y cubrir las necesidades en relación a nutrientes.
F) Capacidad de invasión de tejidos contiguos.
Tipos de cáncer
Una célula que crece y prolifera más de lo normal,
produce un tumor o neoplasma. Mientras estas
células no se conviertan en invasoras, podemos decir
que el tumor es benigno. Un tumor se considera
canceroso solo si es maligno, es decir, solo si adquiere
capacidad de metástasis o invasión de tejidos
circundantes.
Los cánceres se clasifican de acuerdo con el tejido y
con el tipo celular a partir del cual se originan.
Encontramos fundamentalmente los carcinomas, que
incluyen el 90% de los cánceres humanos y derivan de
células epiteliales; los sarcomas, derivados de los
tumores de tejidos conectivos como el músculo,
hueso, cartílago... y leucemias y linfomas, que
contabilizan un 8% y surgen a partir de las células
hematopoyéticas y de las células del sistema inmune.
Origen
El origen de un cáncer puede determinarse a partir
de un único tumor primario, que se dice que deriva de
una sola célula, la cual ha experimentado un cambio
hereditario. Para que una sola célula anormal genere
un tumor tiene que ser capaz de transmitir la
anomalía a la descendencia.
En este sentido, la carcinogénesis o formación del
cáncer se debe a numerosos procesos que provocan
Etapas de progresión y propagación de células tumorales a través de
tejidos y vasos sanguíneos.
24
Células normales Células tumorales
daños o cambios en el ADN tales como la mutagénesis
(mutaciones en las secuencias de ADN), o
carcinógenos como radiaciones ionizantes o
sustancias tóxicas. Pese a todo, la formación de un
cáncer es complicada, pues, además, se deben dar
determinadas circunstancias como la mutación en
genes muy importantes o la acumulación de muchos
errores en los procesos biológicos de las células (se
debe decir, además, que las células poseen
mecanismos propios para reparar errores y para
“suicidarse” llegado el caso).
Por todo ello, podemos destacar:
-Proto-oncogenes: son genes que dan lugar a
proteínas implicadas en la progresión y en el control
del ciclo celular (ciclo en el que la célula crece y se
divide).
-Genes supresores de tumores: son genes que dan
lugar a proteínas que inhiben la progresión del ciclo.
Una mutación en alguno de estos tipos de genes
produce graves cambios en la célula, tales como la
proliferación descontrolada. Un ejemplo, es la
mutación de la proteína p53, implicada en el 50% de
los cánceres humanos (una mutación aquí, hace que
el ciclo celular no se detenga ante daños en el ADN e
impide el “suicidio” de la célula).
Bibliografía
Cooper, G. M. y Hausman, R. E., La Célula, Marbán,
(traducción de N. Wright: The Cell: a Molecular Approach),
Madrid, 2010.
Alberts, B. et alii, Biología molecular de la célula, Omega
(traducción de Mercè Durfort i Coll y Miquel Llobera i
Sande: Molecular biology of the cell), Universidad de
Barcelona, 2010.
*Ernesto Marín es antiguo alumno del IES Fuengirola Nº
1. Actualmente realiza el primer curso del Grado de
Bioquímica en la Universidad de Málaga.
25
La ruta de la seda: un viaje en el tiempo y el espacio
José Manuel García Aguilar* y María del Carmen Salcedo de Lara*
ABSTRACT
For thousands of years, the tours that connect Asia
with Europe have been with all probability the most
important scenes of cultural, economic and social
exchange. The first precedents of “The Silk Route” are
of the 5th century B.C. when commercial itineraries
were established between the peoples of Asia Minor,
Greece and China, crossing the vast steppes of Central
Asia. Nevertheless, he was the Venetian merchant
Marco Polo who popularized during the 13th century
these routes in his book Il Milione, describing exotic
cultures, customs and landscapes. Nowadays, the
countries associated with The Silk Route attract every
year hundreds of travellers who astonish at the
cultural and natural present scenes in these places.
This article tries to summarize the experiences lived
for 23 days in a trip carried out during the summer of
2013 by the central zone of The Silk Route (Kyrgyzstan,
China and Uzbekistan).
INTRODUCCIÓN
Desde hace miles de años, los recorridos que
conectan Asia con Europa han sido con toda
probabilidad los escenarios más importantes de
intercambio cultural, económico y social a escala
planetaria. La propia colonización del continente
europeo por parte de la especia humana, hace algo
menos de dos millones de años, siguió un itinerario
incluido en lo que se conoce como “La Ruta de la
Seda”. Los primeros antecedentes documentados de
esta ruta se remontan al siglo V a. C. durante la época
helenística, cuando se establecieron itinerarios
comerciales entre los pueblos de Asia menor, Grecia y
la actual China, atravesando las vastas estepas de Asia
central. No obstante, fue el mercader veneciano
Marco Polo quien popularizó durante el siglo XIII estas
rutas en su libro Il Milione, describiendo exóticas
culturas, costumbres y paisajes. Actualmente, los
itinerarios y países asociados a esta Ruta atraen cada
año a cientos de viajeros que se maravillan, al igual
que Marco Polo, de los escenarios culturales y
naturales presentes en estos parajes. Este artículo
pretende resumir las experiencias vividas durante 23
días en un viaje llevado a cabo en Julio de 2013 por la
zona central de la antigua Ruta de la Seda (Kirguizistán,
China y Uzbekistán, Fig. 1).
DIARIO DE VIAJE
Nuestra experiencia se inició en Bishkek, capital de
Kirguizistán, tras un vuelo de nueve horas desde
Málaga con escala en Estambul. En su aeropuerto
internacional nos sorprendió la presencia de Tupolevs
y Antonovs, aviones rusos prohibidos en los
aeropuertos de la Unión Europea. Éramos 16 en el
grupo, junto a nuestro guía Bruno. Bishkek es una
ciudad que muestra un trazado ortogonal con avenidas
pródigas en árboles. Tiene casi un millón de habitantes
y se sitúa en el extremo norte del país, cerca de la
frontera con Kazajstán. Nuestra primera impresión de
esta ciudad fue la de una ciudad soviética. Sus edificios
grises, estatuas de personajes como Lenin, Engels y
Marx, grandes espacios, como la Plaza del Parlamento,
y vetustos coches nos transportaban a mediados del
siglo XX. No obstante, esta primera impresión se vio
diluida en nuestra visita al mercado central, donde se
apreciaba una extraordinaria mezcla racial y un gran
Fig. 1. Trazado del viaje llevado a cabo en el sector central de
la Ruta de la Seda.
Fuente: http://www.pasaporte3.com/asia/viajes/ruta_seda/
ruta_seda.php
26
En nuestro segundo día de viaje realizamos un
trayecto por carretera de casi 400 kilómetros desde
Bishkek hacia el gigantesco lago Issyk-kul, el segundo
lago de montaña más extenso del mundo tras el
Titicaca. Este lago se halla a una altura de 1.620 m. y
tiene un origen tectónico con actividad hidrotermal,
de ahí su nombre (Issyk significa “caliente”), y
salinidad apreciable. Durante el esplendor de la Ruta
de Seda, en el siglo XIV, este lago era recorrido en su
orilla norte por caravanas comerciales que se detenían
en un importante monasterio armenio, hoy
inexistente.
De camino a Issyk-kul nos detuvimos en una
antigua torre-vigía medieval (Fig. 2) que nos hacía
vislumbrar en el horizonte sur la presencia del
importante sistema montañoso Tian-Shian. Llegamos a
la población turística de Cholpon-ata, a las orillas del
lago, donde vistamos un museo histórico y unos
petroglifos dibujados sobre “boulders” graníticos.
Continuamos hasta la localidad de Kara-kol, donde
llegamos, avanzada la tarde, con un ambiente nuboso
y fresco. Ya instalados en nuestro hotel, y antes de la
cena, dimos un paseo por esta villa que parecía
anclada en los tiempos de la Unión Soviética. Las
estatuas de héroes militares y las alegorías al
comunismo en forma de monolitos con la hoz y el
martillo nos llamaron poderosamente la atención.
El tercer día de viaje rodeamos el Issyk-kul camino
de las montañas situadas al sur, pertenecientes a la
cadena Tian-Shian, con cotas que superan los 5.000
metros de altura. Nuestra primera parada es la ciudad
de Kara-kol, donde visitamos una iglesia ortodoxa, una
mezquita y un mercado. Más adelante, nuestro bus
nos deja en una zona idílica compuesta por prados,
bosques de coníferas, montañas escarpadas y ríos
caudalosos, desde donde iniciamos una ruta de
senderismo hacia una cascada. Durante el camino
disfrutamos de magníficos paisajes alpinos con valles
glaciares, bosques de taiga y montañas nevadas. Tras
la caminata nos dirigimos a la localidad de Tamga,
situada junto al Issy-kul, a donde llegamos con tiempo
lluvioso y frío. A las afueras de Tamga se expone un
avión de combate Mig-21 soviético. Nuestra jornada
acaba con una cena compuesta de sopa de zanahoria,
remolacha y patatas, ensalada de col, arroz y té.
Al día siguiente viajamos hacia Son-kol (lago
escondido), situado en un paradisíaco, alpino, solitario
y aislado paraje a unos 3.000 m. de altura, rodeado de
las cumbres de la cadena Tian-Shian, que en muchos
casos superan los 4.000 metros de cota. Este lago era
parada habitual en la Ruta de la Seda y, tal y como
hacían entonces, nos alojamos en yurtas, tiendas
tradicionales de planta circular y tapizadas con pieles
de oveja y yak. Nuestra cena a base de sopa de
verduras y legumbres la hacemos mientras en el
exterior aparece un nítido cielo estrellado. El día
siguiente realizamos una ruta de senderismo por las
cumbres y valles cercanos al lago, con una climatología
muy cambiante y unos escenarios paisajísticos de
belleza sin igual.
El sexto día de viaje nos trasladamos desde Son-kol
hasta otro paraje natural de ensueño, Tash-Rabat,
cerca de la frontera china. El trayecto, por rutas muy
poco frecuentadas, atraviesa un puerto de montaña a
3.700 m. de altura rodeado de paisajes alpinos, hasta
que descendemos hacia el valle del río Naryn, efluente
del Mar de Aral. Junto a este río aparecen
sorprendentes paisajes desérticos de cárcavas que
conducen hacia un encajamiento entre formaciones
graníticas, donde se halla nuestro campamento de
yurtas de Tash-Rabat, rodeado de cientos de
madrigueras de marmotas (Fig. 3).
Fig. 2. Torre-vigía del siglo XVI enclavada
en la Ruta de la Seda, junto al lago Issyk-kul
(Kirguizistán). Foto: J. M. García Aguilar.
Fig. 3. Campamento
nómada de yurtas
en las montañas de
Kirguizistán. Foto:
J. M. García Aguilar.
27
A la mañana siguiente, con una temperatura
cercana a 5º C., realizamos una ruta de senderismo
hacia un cercano circo glaciar fósil. En la cima, el
tiempo soleado cambia bruscamente a lluvia y
ventisca, lo que nos obliga a un rápido descenso al
campamento. Por la tarde, visitamos una antigua
estación de caravanas de la Ruta de la Seda o
“Caravanserai” del siglo XV, construida sobre un
monasterio fortificado nestoriano del siglo X.
Al día siguiente atravesamos la frontera en
dirección a la ciudad china de Kashgar, uno de los
centros comerciales y sociales más importantes de
esta Ruta a lo largo de los siglos. El cruce de la frontera
nos obliga a realizar cinco controles de equipajes y
documentación. En la actualidad, Kashgar, de unos
500.000 habitantes, está siendo objeto de una voraz
transformación urbanística, desde una arquitectura
basada en casas de adobe de corte medieval hacia un
modelo de grandes edificios y espacios urbanos (Fig.
4). Las motocicletas eléctricas han sustituido a las
bicicletas y los zocos tradicionales han dado paso a
grandes centros comerciales. No obstante, esta ciudad
aún permite la visita a un antiguo barrio de
mercaderes y artesanos situado junto a la imponente
Mezquita Central del siglo XV, donde bulle la actividad
social y comercial con numerosos puestos de venta de
comida casera, frutas, animales, instrumentos
musicales y un sinfín de objetos. En esta ciudad
tuvimos el privilegio de almorzar en una antigua casa
Uigur.
El 13 de julio emprendemos un viaje de cinco horas
hacia el sur hasta las estribaciones de la cadena
montañosa del Karakorum, una de las unidades que
compone los Himalayas. Llegamos al lago Kara-kul,
situado a 3.645 m. de altitud, y rodeado de unos
paisajes realmente impresionantes y excepcionales:
montañas de más de 7.000 m. de altura, glaciares,
desiertos y lagos, componen un mosaico inolvidable
(Fig. 4).
Ascendemos hasta una cota de 4.031 m. desde
donde apreciamos esta majestuosa cadena de
montañas nevadas y el pico Kongur-Tag de 7.628 m.
Un almuerzo de arroz y verduras en un restaurante
junto al lago pone el broche a esta intensa jornada
antes de regresar a Kashgar.
Al día siguiente realizamos diversas visitas a los
bulliciosos mercados de Kashgar, cuya imagen parece
no haber cambiado desde la Edad Media: objetos de
orfebrería, animales, frutas, telas, y todo tipo de
mercancías se dan cita en ellos. Visitamos el mercado
semanal de animales donde vemos magníficos
ejemplares de camellos, yaks y caballos. La jornada
termina con una cena en el famoso John Café, un lugar
de encuentro de viajeros internacionales.
El 15 de julio regresamos a Kirguizistán, camino de
la localidad de Sary-Tash, uno de los enclaves de la
Ruta de la Seda. El paso de la frontera resulta un tanto
surrealista puesto que debemos llevar a cabo hasta
siete controles de pasaportes. Una vez en Kirguizistán
ganamos dos horas con el cambio horario y los
paisajes se transforman en verdes valles y montañas
nevadas. La presencia de carreteras asfaltadas añade
un aliciente adicional a este país. Al atardecer
llegamos a Sary-Tash, poblado de colonos y pioneros,
situado a unos 3.000 m. de altura frente a la cadena
montañosa del Pamir, lugar donde se halla el famoso
pico Lenin, de 7.134 m. de altura. Nos alojamos en una
guest-house con habitaciones compartidas donde nos
preparan la cena en una yurta tradicional, rodeados de
un cielo estrellado excepcional. Al día siguiente
realizamos una expedición al campamento-base del
pico Lenin, cuya cima marca la frontera con
Tadzhikistán. La ruta de acceso transcurre por pistas
de tierra jalonadas por numerosas madrigueras de
marmotas, yurtas de pastores nómadas y enormes
bloques de piedras aislados (Tills) que son restos de
antiguos glaciares. En el campo-base, varias
expediciones de escaladores europeos preparan su
Fig. 4. Plaza central de la ciudad china de Kasghar, uno de
los enclaves históricos más relevantes de la Ruta de la Seda
(izquierda) y paisajes de las montañas del Karakorum, con
picos de alturas mayores de 7.000 metros.
Fotos: J. M. García Aguilar.
28
ascensión a la cima, que desde nuestra posición se
muestra magnética y desafiante. De vuelta a Sary-
Tash, continuamos la ruta hacia la ciudad fronteriza
de Osh, de unos 300.000 habitantes y estilo soviético,
antaño uno de los puntos relevantes de la Ruta de la
Seda.
El 17 de julio atravesamos la frontera de
Uzbekistán, situada a las afueras de la ciudad de Osh.
Los trámites fronterizos nos resultan cómodos en
relación con fronteras anteriores. Ya en Uzbekistán,
nos esperan modernos taxis que nos conducen hasta
la ciudad de Tashkent, capital del país, con una
población cercana a cuatro millones de habitantes.
Durante la ruta apreciamos cómo Uzbekistán muestra
un elevado grado de desarrollo económico,
comercial, industrial y agrario. Durante el trayecto
nos detenemos en el palacio del gobernador de
Kokand, un bellísimo edificio al estilo del cuento de
Las mil y una noches.
Llegamos a Tashkent al anochecer con una
temperatura de 40º C., y nos alojamos en un
moderno y lujoso hotel. Al día siguiente,
emprendemos viaje hacia la mítica ciudad de
Samarcanda, situada a unos 350 km. al suroeste de
Tashkent. Es uno de los centros culturales y
comerciales más importantes de la Ruta de la Seda.
Tras cinco horas de viaje por autovía mal asfaltada,
que atraviesa extensos campos de algodón, trigo y
hortalizas, llegamos a esta ciudad de unos 700.000
habitantes, que nos sorprende por su eclecticismo
arquitectónico y cultural. Aquí se mezclan modernos
edificios, sedes universitarias, amplias avenidas,
mercados tradicionales, bazares y mezquitas.
Visitamos el antiguo observatorio astronómico de
Ulugbek, una fábrica tradicional de papel y la
Mezquita Mayor de Bibi-Khanum, con sus llamativas
cúpulas de color turquesa. Al día siguiente llevamos a
cabo visitas a los centros culturales más relevantes de
esta ciudad: el Museo Nacional, con su importante
colección de piezas arqueológicas, el Mausoleo de
Gur Amir, primo de Mahoma, con sus llamativas
cúpulas turquesas y decorados de estilo andalusí, el
mercado central, la madrasa Sher-Dor y la
impresionante Plaza de las tres Madrasas o Plaza del
Registán, uno de los enclaves arquitectónicos más
bellos e importantes de Asia, sede en esos días de un
festival internacional de músicas orientales.
El 20 de julio dejamos la mítica ciudad de
Samarcanda camino de otra de las joyas de la Ruta de
la Seda: Bukhara, situada a unos 200 km. al oeste.
Durante el trayecto observamos grandes extensiones
de cultivos de regadío. Nos detenemos de nuevo en
una antigua estación de caravanas (Caravanserai),
hoy convertida en ruinas, bajo un calor sofocante de
casi 45º C., y una fábrica de cerámicas. Una vez en
Bukhara, ciudad de unos 250.000 habitantes,
apreciamos su bien cuidado centro histórico, plagado
de madrasas, mezquitas y zocos, además de incluir un
pintoresco barrio judío. Cenamos en un restaurante-
terraza frecuentado por viajeros europeos bajo la luz
ocre del atardecer.
Al día siguiente llevamos a cabo las visitas a los
principales monumentos de la ciudad: la Mezquita de
las cuatro torres (Bolo-Hauz), con sus llamativas
cúpulas turquesas, el castillo-fortaleza de The Ark,
rodeado de impresionantes murallas, un minarete de
45 m. de altura, icono de la ciudad, y varias mezquitas
y madrasas, como las de Nadir Devan Begui y la
impresionante Mir-i-Arabg. A las 13:00 horas, la
temperatura superior a 40º C. aconseja acabar las
visitas hasta el atardecer, donde la luz del ocaso invita
dar un paseo por sus calles y degustar una cena
tradicional.
El día 22 de julio partimos hacia la última ciudad
de nuestro circuito: Khiva, situada junto a la frontera
con Turkmenistán y a las puertas del desierto del
Garagum. Esta ciudad se halla a unos 400 km. al
noroeste de Bukhara, conectada por una carretera
irregular que atraviesa campos de cultivo, paisajes
desérticos y el río Amu-Daria, uno de los efluentes del
Mar de Aral. Tras nueve horas de viaje llegamos a
Fig. 5. Imágenes de las ciudades uzbekas de Samarcanda
(izquierda) y Khiva (derecha), con sus características
construcciones de mezquitas y madrasas.
Fotos: J. M. García Aguilar.
29
a esta ciudad de unos 80.000 habitantes con un centro
histórico sorprendente que incluye diversas madrasas,
como la de Islom-Huja, mezquitas y palacios, como el
de Tosh Jovli, construido en el siglo XIX. A las 20:00
horas contemplamos una espectacular puesta de sol
desde la zona superior de sus murallas, que encierran
la ciudad vieja, caracterizada por sus casas de adobe.
Al día siguiente llevamos a cabo las visitas a
distintos edificios históricos: mezquitas, un harén,
madrasas, museos y su minarete de 50 metros de
altura, el más alto del país, hasta las 12:00 horas,
momento en el que de nuevo la temperatura superior
a 40º C. invita a regresar al hotel. Al anochecer resulta
una experiencia placentera recorrer los edificios
históricos de Khiva, con la ciudad casi desierta, bajo la
tenue luz del ocaso.
El 24 de julio regresamos a la capital, Tashkent, en
un vetusto avión de dos hélices que realiza el trayecto
en dos horas. Nos alojamos en un moderno hotel y
por la tarde aprovechamos para visitar su famoso
metro, cuyas estaciones presentan decoraciones
únicas, de estilo similar al del Moscú. El billete de
metro cuesta 30 céntimos de euro y sus indicaciones
en alfabeto cirílico hacen difícil seguir las rutas. Por la
noche, ponemos el colofón a nuestro viaje con una
cena especial en un restaurante-discoteca rodeado de
lagos y cascadas. Tras la cena, recogemos el equipaje
en el hotel y nos dirigimos al aeropuerto internacional
donde tomamos el vuelo a Estambul y la conexión
posterior hasta Málaga.
APUNTES SOBRE LA GEOLOGÍA Y ECOLOGÍA DE LA
RUTA
A lo largo de nuestro viaje hemos tenido ocasión
de apreciar un extenso y variado catálogo de paisajes:
los enormes valles fluviales y glaciares, altiplanicies y
lagos de Kirguizistán, las cadenas montañosas del
Karakorum, Pamir y Tian-Shian, con sus picos de más
de 7.000 m. de altura, los gigantescos abanicos
aluviales, cursos fluviales y regiones de cárcavas y bad
lands presentes en China, así como las extensas
llanuras, campos de cultivo y desiertos de Uzbekistán.
Hemos experimentado drásticos cambios de clima,
con temperaturas extremas entre -5º C. y 45º C., y
apreciado interesantes formaciones geológicas
compuestas de granitos, esquistos, mármoles, gneises
y potentes series sedimentarias detríticas, fruto de la
intensa erosión de las montañas del Karakorum.
Hemos sido testigos de los importantes yacimientos
de oro, gas y metales raros presentes en el desierto de
Garagum, al oeste de Uzbekistán, y del famoso río
Amu-Daria, cuya desviación, iniciada en la época
soviética para abastecer de agua a los extensos
campos de cultivo de algodón, trigo y hortalizas de
Uzbekistán, ha causado uno de los mayores desastres
ecológicos conocidos: la desecación del Mar de Aral.
En cuanto a la fauna, nos han resultado sorprendentes
las enormes poblaciones de marmotas presentes en
las montañas de Kirguizistán, junto a numerosas
águilas y otras rapaces, así como la presencia de
gigantescos reptiles de casi 2 metros de longitud en el
desierto uzbeko del Garagum.
CONCLUSIONES
Recorrer la Ruta de la Seda, en su tramo asiático
central (Uzbekistán, Kirguizistán y China occidental),
ha constituido para nosotros una experiencia única e
inolvidable. Al exotismo inherente a tantos y tan
variados paisajes naturales se une otro ligado a las
gentes que habitan estos enclaves, gentes que
habitanestos enclaves, gentes hospitalarias y de
costumbres extrañas para nosotros. La herencia
arquitectónica, comercial y cultural ligada a la Ruta de
la Seda, presente en mil rincones de las decenas de
pueblos y ciudades visitadas, sin duda suponen un
viaje en el tiempo, al que resulta posible trasladarse al
siglo XIV o XV a través de los mercados de animales de
Kashgar, los bazares de Samarcanda, las mezquitas de
Bukhara o los campamentos de pastores nómadas y
sus yurtas en las montañas de Kirguizistán.
Bibliografía
Boulnois, L. (2004): La Ruta de la Seda. Dioses, guerreros
y mercaderes. Ediciones Península /Atalaya.
Höllmann, T. O. (2008): La Ruta de la Seda. Alianza
Editorial.
Pernot, F. (2007): La Ruta de la Seda: desde Asia hasta
Europa tras la huella de aventureros y comerciantes.
Editorial Parragon.
Ruiz Gutiérrez, A, y Sorroche, M. A, (2011): La Ruta de la
Seda. Camino de caminos. Editorial Universidad de
Granada.
30
Thubron, C. (2007): La Sombra de la Ruta de La Seda.
Ediciones Península / Atalaya.
*José Manuel García es Doctor en Geología por la
Universidad de Granada, Máster en Gestión Medioambioental
por la Open University y Profesor colaborador e investigador
del Dpto. de Ecología y Geología de la Universidad de Málaga.
Cuenta con más de cincuenta publicaciones científicas y
didácticas y es experto en el desarrollo de proyectos
relacionados con la difusión del Patrimonio Geológico y el
turismo geológico. Asimismo, ha participado en numerosos
viajes y expediciones científicas, algunas de ellas como director
(Namibia-RSA 2007 y Groenlandia 2009).
*Carmina Salcedo es Licenciada en Filología Hispánica
por la Universidad de Málaga y Profesora de Lengua Castellana
y Literatura en el IES Fuengirola Nº 1; es autora de varias
publicaciones didácticas y ha sido ponente en distintos
congresos sobre Lingüística; viajera infatigable, ha participado
en viajes y expediciones naturalistas en más de treinta países,
destacando aquellas realizadas en zonas polares y ecuatoriales
del planeta.
31
El número áureo
Miguel Ángel Domínguez Ríos*
Si preguntamos al azar a varios niños que estudien
los primeros cursos de educación secundaria cuál es el
número más importante utilizado en matemáticas,
casi con toda seguridad harán referencia al conocido
número Por otro lado, si
preguntásemos en la calle cuál es el teorema más
importante que existe dentro de las ciencias
matemáticas, no cabe duda de que el ganador sería el
teorema de Pitágoras. Sin embargo, existen otros
números primordiales dentro de la ciencia y cuyas
aplicaciones son tan numerosas que resulta extraño
comprobar que, a pesar de la importancia, en general
se desconocen dichos números. Uno de ellos es el
número de Euler , conocido a duras
penas, sin saber muy bien por qué, a partir de primer
curso de bachillerato, y solo por aquellos que optan
por continuar sus estudios por la rama científico-
tecnológica. Pero hay, a mi juicio, un número mucho
más importante, cuyo conocimiento y comprensión
debería estar en la mente de todos y cuyas
aplicaciones en distintas áreas son, cuanto menos,
sorprendentes.
El número de oro, conocido también como número
áureo, se define como . Si operamos con él,
rápidamente nos damos cuenta de que se trata de un
número con infinitas cifras decimales no periódicas,
por lo que se trata de un número irracional:
Ya en la antigüedad, cuando el matemático griego
Hipasio de Metaponto descubrió en el siglo V a. C.
que la proporción áurea (de la que hablaremos más
adelante) era un número no entero ni racional, los
discípulos de Pitágoras quedaron consternados, y se
originó una crisis filosófica, ya que creían que la
existencia de estos números irracionales deberían
responder a algún tipo de error cósmico y que debían
ser eliminados y mantenidos en secreto. Varios siglos
después, la percepción del número de oro era
totalmente distinta, cuando Kepler (1571-1630)
comentó que “la geometría tiene dos grandes tesoros:
uno es el teorema de Pitágoras y el otro es la razón
áurea. El primero se puede comparar a una pieza de
oro, el segundo, con una joya preciosa”.
Dejando a un lado las cuestiones puramente
históricas, vamos a adentrarnos un poco en las
propiedades y aplicaciones más importantes del
número áureo, con el fin de que el lector pueda
apreciar, si acaso no la conocía, la belleza del número
.
Dado un segmento AB, consideramos un punto C
del segmento, de manera que el segmento total es al
segmento AC, como el segmento AC es al segmento
AB, es decir, .
Cuando esto ocurre, decimos que el segmento está
dividido en media y extrema razón. Llamando x a la
longitud de AC e y a la longitud de BC , tenemos que
Llamando α al valor de dicha proporción,
obtenemos
, que es
el número de oro. A dicha proporción se le conoce
como proporción áurea.
Este razonamiento nos permite deducir que
, , , …,
, que es su expresión de
cálculo utilizando fracciones continuas.
...7182818,2e
2
51
1
1
11
11
11
11
11
...1
11
11
11
11
...14159265,3
AB
AC
AC
AB
2
5122 011
111
y
x
x
y
x
yx
...458649894848206180339887,12
51
y
x
x
yx
32
Por otro lado, implica que
, por lo que ,
, , …,
, que es una de sus
representaciones mediante raíces cuadradas
anidadas.
Pero, ¿para qué vale el número áureo? Leonardo da
Vinci (1452-1519) aplicó el conocimiento científico de
las proporciones humanas a los estudios de la
proporción áurea y de la belleza. Siguiendo el ideal
renacentista, el hombre ideal o el hombre de Vitrubio
muestra las proporciones ideales que debería tener el
cuerpo humano relacionándolo con la geometría e
inserto en un cuadrado y un círculo. La razón entre el
lado del cuadrado y el radio del círculo es áurea.
Dicho de otra forma: si consideramos nuestro
cuerpo como si fuese un segmento, con A en el pie, B
en la coronilla, y dividimos este segmento en media y
extrema razón mediante el punto C, cuanto más cerca
esté C del ombligo, más perfecto será nuestro cuerpo.
Todo el mundo ha visto alguna vez a alguien por la
calle y ha observado que dicha persona es paticorta o
patilarga (al menos estas observaciones son más
frecuentes entre adolescentes). Si queremos salir de
dudas en nuestro caso, lo mejor es coger un metro y
medir la longitud que hay entre nuestro ombligo y
nuestro pie, y dividirlo entre la longitud que hay entre
nuestra coronilla y nuestro ombligo. Si esta
proporción es aproximadamente 1,61 podemos
afirmar que tenemos un cuerpo áureo, o de oro, al
menos en cuanto a proporciones verticales se refiere.
La proporción áurea también interviene en otras
muchas partes de nuestro cuerpo: la relación entre la
distancia del hombro a los dedos y la distancia del
codo a los dedos, la relación entre la altura de la
cadera y la altura de la rodilla o la relación entre el
primer hueso de los dedos (metacarpiano) y la
primera falange, o entre la primera y la segunda, o
entre la segunda y la tercera.
De hecho, los pintores renacentistas utilizaban las
razones áureas en sus cuadros, como patrón principal
de base, para que las figuras de sus obras tuviesen las
proporciones perfectas, como en el caso de El
nacimiento de Venus, de Sandro Botticelli, donde el
cuerpo de la diosa muestra proporciones áureas.
1
1
21 1
11 111
...1111
33
Abordemos ahora el rectángulo áureo.
Dado un rectángulo, definimos su proporción
como el cociente entre la longitud del lado mayor y la
del lado menor. Esta definición permite observar que
la proporción de un rectángulo siempre es mayor o
igual que 1 y que vale 1 en el caso del cuadrado. Por
ejemplo, la proporción de un folio A4 es . Basta
con dividir las dimensiones de un folio de este tipo
(297 mm. entre 210 mm.) y observar que el hecho de
obtener no es una casualidad.
Pero, ¿cuáles son los rectángulos más perfectos
que existen? La respuesta debería ser intuitiva a estas
alturas. El rectángulo más perfecto de todos, el que
no es ni muy largo ni muy estrecho, en definitiva, el
más bonito de ver, es el rectángulo áureo, es decir,
aquel que tiene proporción .
Veamos cómo se construye un rectángulo áureo:
sobre un cuadrado ABCD, consideramos M el punto
medio del segmento AB. Con centro en M y radio MD,
se traza un arco de circunferencia hasta obtener el
punto B´, que esté alineado con el segmento AB. El
rectángulo AB´CD´ es un rectángulo áureo.
En efecto, tenemos que demostrar que .
Aplicando el teorema de Pitágoras al triángulo
MBD,
Finalmente,
Este ingenioso método permite construir de
manera sencilla un rectángulo áureo conocido el lado
menor. En este momento el lector se preguntará en
qué lugares podemos encontrarnos rectángulos
áureos. Se citan aquí algunas apariciones en el arte, la
arquitectura y la naturaleza: los elementos de la
composición de La Última Cena de Leonardo, el rostro
de La Gioconda, el cual está inserto en rectángulos
áureos superpuestos, o El Partenón de Atenas.
Asimismo, el campo de fútbol del Real Madrid, C.
F., el Santiago Bernabeu, es un rectángulo
prácticamente áureo (106 x 66), por lo que los más
atrevidos se atreverían a decir que es imposible jugar
mal al fútbol en ese estadio; la relación que hay entre
la altura y el grosor de un huevo de gallina es un
número comprendido entre y . Estos datos
son experimentales, por lo que se considera anómalo
cualquier huevo que no cumpla estas proporciones;
en el cálculo de la altura de la pirámide de Keops
nuevamente aparece el número , ya que la
apotema de la cara lateral está en proporción áurea
con la apotema de la base.
2
2414,1
ACAB '
22
2122 BDABBDMBMD ABABABAB
2
52
4522
41
251'' 2
5
21
AB
ABAB
ABMDAM
ACMBAM
ACAB
34
También la concha del Nautilus tiene forma de
espiral áurea, que se obtiene mediante superposición
de distintos rectángulos áureos.
Otro aspecto importante a destacar es que los
carnés de identidad y las tarjetas de crédito tienen
forma de rectángulo áureo.
En último lugar, y antes de acabar este pequeño
recorrido sobre las aplicaciones del número áureo,
quiero citar la conocida sucesión de Fibonacci, así
como algunas de sus aplicaciones principales.
Leonardo Pisano, más conocido como Fibonacci,
definió una sucesión en la que cada término, a partir
del tercero, se obtenía como la suma de los dos
términos anteriores:
….
Sucesión de Fibonacci:
Esta conocida sucesión tiene numerosas
aplicaciones, y bien sería objeto de estudio en otro
artículo distinto. Por citar aquí algunas de sus
peculiaridades, debemos comentar que dicha
sucesión se utiliza ampliamente en el campo de la
criptografía, disciplina que está en auge desde la
aparición de los actuales computadores. Además es
muy conocido el problema de los conejos de
Fibonacci, propuesto en el año 1202: Supongamos que
partimos de una pareja de conejos. ¿Cuántas parejas
de conejos obtendremos después de un número de
meses dado sabiendo que cada pareja al mes tiene
una nueva pareja de conejos, y que cada conejo tiene
que esperar dos meses para considerarse adulto y
tener una nueva pareja como crías?
Al principio, disponemos de una pareja de
conejos, a1=1 . Al cabo de un mes, tenemos la misma
pareja de conejos, que se está haciendo adulta,a2=1 .
Al siguiente mes, la pareja adulta cría una nueva
pareja, por lo que habrá 2 parejas de conejos, a3=2 .
El siguiente mes, la pareja adulta vuelve a
reproducirse, pero la pareja joven todavía no puede,
por lo que a4=3 . Repitiendo el razonamiento mes a
mes, vamos obteniendo los términos de la sucesión de
Fibonacci.
Se puede demostrar que la fórmula (término
general) de la sucesión de Fibonacci viene dada por
,
donde una vez más se aprecia la relación existente
entre esta sucesión y nuestro número de oro.
También se puede comprobar que al dividir un
término de la sucesión de Fibonacci entre el término
anterior, el resultado se va aproximando al número
áureo.
En efecto,
12 a
n
nn
nn
na1
)1(5
1
2
51
2
51
5
1 1
,...377,233,144,89,55,34,21,13,8,5,3,2,1,1
11/1 21/2
5,12/3 ...6666,13/5
6,15/8 625,18/13
615,113/21 ...6190,121/34
12 nnn aaa
11 a
2113 a 3214 a
5325 a 8536 a
13857 a 211388 a
35
La filotaxis es la disciplina de la botánica que
estudia la disposición de las hojas sobre el tallo.
Cuando observamos una planta, vemos que las hojas
no crecen nunca unas encima de otras, ya que si lo
hiciesen, se ocultarían entre ellas el sol que necesitan,
así como la lluvia. Este hecho parece muy lógico a
simple vista, pero lo sorprendente es que la
disposición de las hojas sigue realmente un patrón,
que ha sido estudiado y descubierto.
Experimentalmente se ha observado que el ángulo de
giro entre cada hoja y su siguiente es de unos 137º
30’ 30’’, que es el valor y recibe el nombre de
ángulo ideal.
También ocurre que el número de pétalos en
muchos tipos de flores es alguno de los términos de la
sucesión de Fibonacci. En otro orden de cosas, si
contamos en las semillas de un girasol o en las
escamas de una piña la cantidad de espirales que hay
en cada sentido, obtenemos dos términos
consecutivos de la sucesión de Fibonacci.
Todas estas aplicaciones comentadas nos deberían
hacer preguntarnos por qué el mundo es tan
indefectiblemente matemático. Cuestiones como
¿cuál es el origen de las matemáticas?, si son o no
invenciones de la mente humana, o si son
descubrimientos, o si son abstracciones de la
experiencia, han pasado por la mente de numerosos
filósofos a lo largo de la historia. Sin tener todavía
hoy día una respuesta científica al respecto, hay una
de ellas que sí es muy clara, según Mariana Vernieri:
el universo que conocemos no pudo haberse creado a
sí mismo por obra de la casualidad.
*Miguel Ángel Domínguez es licenciado en Ciencias
Matemáticas, licenciado en Ciencias y Técnicas Estadísticas e
Ingeniero Técnico en Informática de Gestión. Trabajó como
profesor asociado al departamento de Estadística,
Investigación Operativa y Computación de la Universidad de
La Laguna (Tenerife) desde 2004 hasta 2009 y actualmente es
profesor de matemáticas y secretario del IES Fuengirola Nº 1.
1n
n
a
a
2
º360
36
El lenguaje es una herramienta humana valiosísima
que nos sirve para transmitir información,
intenciones, sentimientos y emociones. La
terminología que usamos en cada momento
condiciona el pensamiento y la actitud ante lo que
nombramos, sobre todo si nos referimos a personas.
A través del tiempo hemos podido ir apreciando cómo
el empleo de determinados vocablos repercute
enormemente en la exclusión de grupos sociales por
razón del color de su piel, sus creencias o
posibilidades intelectuales y motrices; pero también
ha servido para ir rompiendo barreras y mejorando la
aceptación de determinados colectivos de mujeres y
hombres que tenían cierta dificultad para
incorporarse plenamente a la dinámica social. La
evolución de los términos en la historia sobre las
personas con algún tipo de limitación en la actividad
(en el tiempo definido como de enfermedad mental o
discapacidad) ha ido variando en función de los
principios y valores que imperaban en la sociedad de
ese momento y de la aceptación social de las mismas.
Vamos a realizar un pequeño recorrido histórico para
comprobarlo.
En los años anteriores al comienzo de la era
cristiana encontramos alusiones a las personas con
algún tipo de afectación intelectual, física o sensorial.
Platón (427-347 a. C.), nos señala en su libro La
República (1), que los débiles y retrasados mentales
tenían muy limitada su representatividad en la
sociedad. Años más tarde indica Aristóteles (384-322
a. C.) en su Política (2): “promúlgase la ley de que
ningún niño deforme merecerá vivir”. En la sociedad
espartana (Siglo X a. C.), las leyes de Licurgo, que
tenían como finalidad la mejora racial, obligaban a la
eliminación de todo individuo que presentase una
deformidad al nacer, recurriendo a su despeñamiento
por el monte Taigeto. Decía Séneca también (4 a. C.-
65 d. C.) en sus Diálogos (3) “Sobre la Ira”: “destruimos
los partos monstruosos, y aun a nuestros hijos, si
nacieron entecos y deformes, los ahogamos; y no es la
ira, sino la razón, la que separa de los inútiles a los
elementos sanos”.
Siguiendo una evolución cronológica encontramos
en la Edad Media una serie de personas con
enfermedades mentales y casos de epilepsia que
estaban fuera de la comprensión y aceptación de la
sociedad de la época y que fueron interpretadas
como acciones pecaminosas, impuras e incluso
diabólicas; en todos los casos fueron despreciadas y
rechazadas. Nos muestra Javier Vergara (4) diversos
ejemplos en el devenir del tiempo, como el de una
Ley Prusiana en el siglo XII, la cual indicaba que si
alguna persona tenía a su cargo a una persona
mentalmente débil los abandonará a su suerte o que
le diese muerte con fuego. En la ciudad de Hamburgo
se encerraron a los deficientes mentales en 1376, en
una torre llamada la jaula de los idiotas. A finales del
siglo XV, el consejo de ciudadanos de Frankfurt-am-
Main apostó guardianes para vigilar a los idiotas.
También debemos destacar algunas cuestiones
legales como las que promulgó el rey Eduardo II de
Inglaterra en 1324 en las que la corona tomaría a su
cargo la custodia de las tierras de los idiotas de
nacimiento, restituyéndolas a su muerte a los
legítimos herederos; de igual modo se
responsabilizaría de las tierras de los lunáticos (idiota
a causa de enfermedades), para devolvérselas en caso
de que se recuperen.
A medida que el retraso mental era reconocido
legalmente, es lógico que surgiesen algunos intentos
de medir la inteligencia. En el New Natura Brevium
publicado en 1534, Sir Anthony Fitzherbert proponía
un primitivo test de inteligencia: “Y se dirá que es
tonto o idiota de nacimiento, aquel individuo que sea
incapaz de contar o numerar veinte peniques, de
decir quién es su padre o su madre, como de saber su
propia edad” (4). Evidentemente, carecía de todo
contraste científico, pero demuestra el interés por
diagnosticar y clasificar a las personas con algún
problema mental.
El léxico como herramienta de inclusión de personas con diversidad funcional
Carlos Márquez Pérez*
37
Nuevos tiempos recorren Europa y el hombre es
situado en medio de todos los avances científicos y de
las discusiones pedagógicas. Las primeras experiencias
positivas con respecto a la educación de personas con
problemas son las que desarrolla el fraile Pedro Ponce
de León (1509-1584), quien a mediados del siglo XVI
había llevado a cabo en el Monasterio de Oña la
educación de doce niños sordomudos con
sorprendente éxito. Ponce de León escribe “Doctrina
para los mudos-sordos”, y es reconocido como el
iniciador de la enseñanza para los sordos y del
método oral. Con respecto al alumnado con
dificultades en la visión, es Valentín Haüy (1745-1822)
el adelantado y creador de un
Instituto para niños ciegos
(entre sus alumnos se
encontraba Louis Braille, que
elaboró el método de lecto-
escritura que llevaría su
nombre).
Los famosos trabajos de
Itard (1807) con el “Salvaje de
Aveirón”, crearon un debate
sobre la posibilidad o no de
educar a los niños idiotas o
imbéciles. El inspector de
Bicêtre, Félix Voisin, publicó
en 1826 un texto en el que apostaba por
un tratamiento pedagógico del retraso mental y la
locura, creando en 1836 una sección de niños idiotas y
epilépticos del Hospital de Incurables de París. Se
atribuye a Étienne Esquirol en 1838 un informe en el
que emplea los términos “cretinismo” o “idiocia
furfurácea” y la diferencia entre idiocia y demencia.
Eduardo Séguin en 1866 considera la idiotez, idiotismo
o idiocia como un retraso mental profundo, una
enfermedad mental que consiste en la ausencia casi
total en una persona de facultades psíquicas o
intelectuales.
Es a finales del siglo XVII y principios del XIX cuando
se inicia el período de institucionalización de las
personas con discapacidad. A partir de aquí es cuando
realmente se puede hablar del comienzo de la
Educación Especial. Como vimos en épocas anteriores,
al minusválido o disminuido hay que alejarlo de los
demás ya que solo puede acarrear daños a la
sociedad, por lo que al deficiente se le margina y
segrega en instituciones a las afueras de las ciudades.
La argumentación a favor de la escolarización
segregada de los niños mentalmente anormales
continúan imperantes en las primeras décadas del
siglo XX y aunque parecen acompañarse de razones
psicopedagógicas, en el fondo siguen presente ideas
de que el orden escolar y el alumnado ordinario
pueda verse afectado (5).
En el siglo XX en nuestro país encontramos, como
nos dice Antonio Sánchez Palomino (6), que en 1930 se
crea la Escuela Nacional de Anormales, pasando en
1936 a la creación el
Patronato Nacional de
Cultura de los Deficientes
Físicos y Mentales. El
Patronato de Educación
para la Infancia Anormal de
1953 se transforma en 1956
en el Patronato Nacional de
Educación Especial con la
intencionalidad de elaborar
un censo de deficientes
psíquicos y físicos. Es a
partir del año 1959 cuando
Dinamarca incorpora a su
legislación el concepto de normalización,
entendido como la “posibilidad de que el deficiente
mental desarrolle un tipo de vida tan normal como
sea posible” (7).
En España, con la llegada de la democracia y el
cambio de mentalidad de los gobernantes y de los
ciudadanos, se produce una transformación radical en
la manera de afrontar la educación de las personas
con alguna minusvalía. Los profesionales implicados
en la formación de este alumnado buscan definiciones
lo menos segregadoras posible. Recuerdo unas
Jornadas de Educación Especial de Escuela de
Magisterio (8) celebradas en Palma de Mallorca, donde
se expusieron experiencias internacionales dentro del
ámbito anglosajón, en las que se empleaba el término
handicap children para definir al alumnado con
necesidades especiales. Un ávido ponente, con buena
intencionalidad, intentó “españolizar” dicho término y
Mehmet Mangtay
38
vino a transformarlo en el niño handicapado. En
varios momentos de su ponencia utilizó dicho término
y al abrirse el turno de preguntas un familiar de una
alumna con Síndrome de Down señaló que prefería
que su hija se quedara con una discapacidad
intelectual y no la “handicaparan”. No es más que un
ejemplo de este intento de los profesionales por
recurrir a terminología lo menos peyorativas posibles,
aunque no siempre muy acertadas.
Abarcando otros ámbitos que sobrepasan el
educativo, he pertenecido durante unos años a la
Asamblea General de FEDEMPS (Federación Española
de Deportes para Discapacitados Psíquicos) (9) creada
para que las personas con algún problema intelectual
pudieran realizar deporte de forma habitual, así como
estar federados, y con la intención de incorporarse al
olimpismo (Olimpiadas de Atlanta, 1996). En esta
búsqueda de definiciones menos excluyentes, unos
años después pasó a denominarse FEDDI (Federación
Española de Deportes para Discapacitados
Intelectuales).
Para que se produzca una adecuada inclusión
social, las administraciones deben apostar
decididamente por esta filosofía y recogerla en su
legislación. Si hacemos un breve repaso de la
nomenclatura usada en las leyes que se han
desarrollado en estas últimas décadas, en referencia
al alumnado con necesidades específicas que se
escolarizaba en el Sistema Educativo, veremos la
evolución terminológica y el cambio de actitud ante su
inclusión. El primer hito legal en España aparece con la
Ley Moyano (Claudio Moyano, ministro de Fomento
con el presidente Narváez, saca adelante la Ley de
Instrucción pública de 9 de septiembre de 1857) (10),
que preveía la creación de escuelas para niños sordos.
La Ley 13/1982 de Integración Social del
Minusválido (BOE, núm. 103, de 30 de abril de 1982),
nos dice en sus “Derechos”: “A los efectos de la
presente Ley se entenderá por minusválidos toda
persona cuyas posibilidades de integración educativa,
laboral o social se hallen disminuidos como
consecuencia de una deficiencia, previsiblemente
permanente, de carácter congénito o no, en sus
capacidades físicas, psíquicas o sensoriales”.
Es en el Real Decreto 334/1985, de 6 de marzo, de
Ordenación de la Educación Especial (BOE 65/85, de
16 de marzo de 1985), donde aparecen por primera
vez los términos de la aplicación del principio de
normalización, que en el aspecto educativo se
denomina integración escolar y el principio de
sectorización. En referencia a la escolarización del
alumnado se señala: “La atención educativa especial
del niño disminuido o inadaptado podrá iniciarse
desde el momento en que, sea cual fuere su edad, se
adviertan en él deficiencias o anomalías”. Este Real
Decreto, valiente y ambicioso, supera el término de la
minusvalía pero emplea el de disminuido, deficiente e
inadaptado. Diez años más tarde y con un gran bagaje
sobre experiencias integradoras, el Real Decreto
696/1995, de 28 de abril, de Ordenación de la
Educación de Alumnos con Necesidades Educativas
Especiales (BOE 131/95, de 2 de junio de 1995) habla
“de las condiciones para la atención educativa a los
alumnos con necesidades especiales, temporales o
permanentes, asociadas a su historia educativa y
escolar, o debidas a condiciones personales de
sobredotación y de discapacidad psíquica, motora o
sensorial.” Este último Real Decreto no habla ya de
alumnos de educación especial, sino de alumnado con
necesidades educativas especiales, diferenciando
entre temporales y permanentes o atendiendo a su
origen personal o circunstancial.
Con el traspaso de las transferencias por parte del
Estado a cada autonomía, la Junta de Andalucía
desarrolla su primer Decreto 147/2002, de 14 de
mayo, por el que se establece la Ordenación de la
Atención Educativa a los Alumnos y Alumnas con
Necesidades Educativas Especiales Asociadas a sus
Capacidades Personales (BOJA, núm. 58, 18 de mayo
de 2002), cuyo principio regulador es “la ordenación
de la atención educativa del alumnado con
necesidades educativas especiales debidas a los dife-
rentes tipos y grados de capacidades personales de
orden físico, psíquico, cognitivo o sensorial, mediante
un conjunto de acciones”. Su capítulo cuatro nos
habla de alumnos y alumnas con discapacidad, pero
muy orientado a la organización de las modalidades
de escolarización y a la mejora de su atención
educativa.
Otro de los más recientes cambios normativos se
39
genera con la Orden de 25 de julio de 2008, (BOJA,
núm. 167, de 28 de agosto de 2008) por la que se
regula la Atención a la Diversidad del Alumnado que
cursa la educación básica en los centros docentes
públicos de Andalucía; se incorpora al alumnado con
necesidades educativas especiales dentro del
alumnado con necesidades educativas específicas
(alumnado con altas capacidades, compensatoria y
tardía incorporación al sistema educativo),
incluyéndolo en las medidas de atención a la
diversidad.
Es en la Declaración de Salamanca de 1994 (11),
realizada por la UNESCO con la intención de que la
educación pueda llegar a todos los niños y niñas en
edad escolar, el momento en el que se da otro salto
cualitativo y se adopta internacionalmente el término
de Educación Inclusiva. La inclusión como educación
para todos proclama que los sistemas educativos
deben diseñar programas que respondan a la amplia
variedad de características y necesidades de la
diversidad del alumnado, haciendo un esfuerzo
especial en el caso de los niños marginados y
desfavorecidos (11). Se propone que la atención que se
dé al diverso alumnado que está incluido en los
Centros Educativos se haga en las aulas ordinarias por
un segundo profesor, sin tener que realizarlas en aulas
de apoyo, salvo excepciones muy concretas. En
principio los avances en el sentido de implantar la
normalización e integración escolar han dado unos
pasos muy notables y se imponen en todos los
sistemas educativos como filosofía pedagógica de los
mismos, pero hay algunos autores que detectan
alguna problemática y señalan que “mientras que la
integración haga resonar en el profesorado la idea de
alumnos diferentes, con necesidades distintas que
requieren respuestas diferentes dadas por profesores
especialistas, se estarán produciendo procesos de
exclusión” (12).
En estos últimos años y como una forma de
rebelión contra la existencia “en los textos jurídicos
españoles, en los que se usan términos como
incapacitación, incapacidad, discapacidad, invalidez
(parcial, total, absoluta y gran invalidez), minusvalía y
dependencia”(13), está surgiendo con fuerza un nuevo
concepto definitorio de aquellas personas que
presentan alguna forma diferente de relacionarse,
hablar y desplazarse en su entorno más cotidiano, que
es el de Personas con Diversidad Funcional (PDF) y que
se empezó a utilizar en el Foro de Vida Independiente
en enero de 2005.
Nos señala Javier Romañach, cogiendo las
acepciones del Diccionario de la Real Academia de la
Lengua Española para desgranar los términos
“diversidad” y “funcional”, que “con esta palabra
queremos reflejar exactamente eso, la diferencia, la
desemejanza con lo que es habitual en la mayoría de
las estadísticas de la especie humana, y con la palabra
funcional, perteneciente y relativo a las funciones”. Y
dicho término tienden a la búsqueda de la
erradicación de la discriminación de aquellas mujeres
y hombres que por sus características personales
realicen funciones habituales de forma diferente.
A manera de conclusión, debo señalar que la
terminología empleada tiene vital importancia para
que la sociedad perciba la realidad de los hombres y
mujeres con los que nos relacionamos diariamente y
que esa intencionalidad latente es muy positiva a la
hora de conseguir una evolución del léxico hacía
conceptos más inclusivos (desde idiota, subnormal,
minusválido, disminuidos, discapacitado a personas
con diversidad funcional); pero que todos estos
vocablos deben ir apoyados por unas políticas de
sensibilización y de concienciación hacia el respeto a
la diversidad. Y finalmente cada persona de forma
individual y colectiva debe ser capaz de aceptar dicha
realidad y apreciar como cotidiano y habitual las
características diferenciales de los demás.
Notas.
(1). Platón (2003). Diálogos. Volumen IV. República. Editorial
Gredos. Madrid.
(2). Aristóteles (2004). Política. B. Clásica. Editorial Gredos.
Madrid.
(3). Séneca. (2000). Diálogos; Sobre la Providencia. Sobre la
firmeza del sabio. Sobre la ira. Sobre la vida feliz. Sobre el
ocio. Sobre la tranquilidad del espíritu. Sobre la brevedad de
la vida. Editorial Gredos. Madrid.
(4). Vergara-Ciordia, Javier. (2002). Marco histórico de la
educación especial. Revista Estudios sobre Educación (ESE).
Vol. 02. Universidad de Navarra. Pamplona.
(5). Ruiz Berrio, J. (2005). Pedagogía y Educación ante el siglo
XXI. Departamento de Teoría e Historia de la Educación.
Universidad Complutense. Madrid.
40
(6). Sánchez Palomino, A., Torres González, J. A. y varios
autores. (1997). Educación Especial. Una perspectiva
curricular, organizativa y profesional. Ediciones Pirámide.
Madrid.
(7). Bautista Jiménez, Rafael y varios autores. (1991). Citando
a Bank-Mikkelsen en Necesidades Educativas Especiales.
Manual Teórico-Práctico. Editorial Aljibe. Archidona.
Málaga.
(8) VVAA (1987). Actas “Jornadas de Modelos de formación y
Perfeccionamiento del profesorado para la integración
escolar de niños con deficiencias”. Universidad de Palma de
Mallorca. Palma de Mallorca.
(9). Rodríguez Márquez N. (1994). Tú puedes. La azarosa
historia de los minusválidos en el deporte. Morata. Madrid.
(10). Delgado Criado, Buenaventura y VV. AA. (1994). Historia
de la educación en España y América: La educación en la
España Contemporánea. Editorial Morata. Madrid.
(11) UNESCO (1994). Declaración de Salamanca y Marco de
acción ante las necesidades educativas especiales. París:
UNESCO.
(12) Arnaiz Sánchez, P. (2004). “La educación inclusiva:
Dilemas y desafíos”, en Revista Educación, Desarrollo y
Diversidad. Vol. 7. Madrid.
(13) Palacios, A. y Romañach, J. (2006). El modelo de la
diversidad. La Bioética y los Derechos Humanos como
herramientas para alcanzar la plena dignidad en la
diversidad funcional. Ediciones Diversitas-AIES. Valencia.
*Carlos Márquez es Maestro de Educación Especial por
la Universidad de Málaga, ha trabajado en CIMPER (Centro
Específico de Educación Especial Concertado) durante casi
dos décadas y en diversos colegios e institutos públicos en
Aulas de Apoyo a la Integración y Aulas Específicas. Es,
además, miembro de la Asamblea General de la FEDDI
(Federación Española de Deportes para Discapacitados
Intelectuales), entrenador de diversas modalidades deportivas
de personas con disfunción funcional y coordinador del
Seminario sobre Educación para la Salud para Alumnado con
Necesidades Educativas Especiales.
Nieves Luque Doblado
41
Miranda, el general venezolano de la Revolución Francesa
Francisco Martínez Hoyos*
Miremos al Arco del Triunfo de París. Entre héroes
como Lafayette, Pichegru, o Bernadotte, aparece
Francisco de Miranda (1750-1816). ¿Cómo es posible
que un venezolano, desertor del ejército español,
acabara convirtiéndose en protagonista de la
Revolución Francesa? Sólo por eso, su vida ya resulta
bastante novelesca. Le recordamos, sin embargo, por
ser el Precursor por excelencia de la independencia
latinoamericana. En plena era de las revoluciones
atlánticas, nadie más llegó a combatir en todas.
Miranda simpatizaba de forma natural con los
ideales igualitarios de 1789. Hijo de un comerciante,
sufrió en carne propia la discriminación por razones
sociales. En un episodio que lo marcó a fuego, su
padre se vio obligado a renunciar a su empleo militar
presionado por los aristócratas de Caracas. Para ellos
resultaba inconcebible que un mercader, oficio
innoble por definición, ejerciera la función castrense
de la nobleza. Ante la evidencia de que en su tierra
natal le aguardaba un futuro mediocre, el joven
Francisco se embarcó hacia España, donde inició su
carrera militar. Estaba muy seguro de su propia
capacidad y ansiaba demostrarla.
Por esas fechas nos encontramos en plena Guerra
de Independencia norteamericana. La España de
Carlos III, al ver en apuros a Inglaterra, su secular
enemiga, no duda en apoyar a los rebeldes de las
trece colonias. Sin pesar ese respaldo pueda tener un
efecto boomerang, al legitimar la secesión de las
colonias hispanas. En esos momentos, sin embargo,
nadie se acuerda del largo plazo. Sobre todo porque se
consigue una gran victoria, la toma de Pensacola, en
Florida. Miranda se distinguirá en ese y otros
escenarios. Hasta el punto de que nos recuerda a
James Bond por su delicada misión en Jamaica, a la
búsqueda de información que facilitara un futuro
desembarco.
Aunque es el hombre de confianza del gobernador
de Cuba, graves acusaciones le colocan en una
situación comprometida. Se le implicaba en un caso de
contrabando, lo que no es imposible, al tiempo que se
le culpaba de que un general británico tuviera acceso
a información sensible sobre fortificaciones. En esto
último, su inocencia sí parece clara. Para eludir a la
justicia, escapará primero a Estados Unidos y más
tarde recorrerá toda Europa, en su particular versión
del “Grand Tour”, el célebre viaje formativo. Será el
primer latinoamericano en hacerlo. Sus diarios dan
cuenta de su curiosidad insaciable: anota mil detalles,
ya trate de obras de arte o sobre sus devaneos
sexuales. La historiografía patriótica ha cubierto con
un púdico velo su libido insaciable, pero sus propios
escritos delatan cómo no pierde ocasión de solazarse
con prostitutas.
Lo importante, sin embargo, es que en este
periodo, de 1783 a 1790, madura su aspiración de
convertirse en el George Washington de América
Latina. Así, tienta a William Pitt, con promesas
económicas a cambio de barcos y soldados. El primer
ministro inglés, siempre astuto, sabe manipularse sin
comprometerse a nada. Es entonces cuando el
venezolano, decepcionado, se encamina hacia una
Francia que acaba de rebelarse contra el absolutismo.
LA REVOLUCIÓN BUSCA UN GENERAL. En París, la
afinidad política le facilitó la amistad con destacados
girondinos. Como de costumbre, oportunas cartas de
recomendación le llevan de un personaje a otro. Así
conoce al diputado Brissot de Warville, al alcalde de
París, Géröme Pétion, o al general Dumouriez. Quiere
averiguar si los franceses, tal como él supone,
proyectan revolucionar la América española. Intenta
convencerles de que es al otro lado del Atlántico
donde deben concentrar sus esfuerzos y no, como
ellos piensan, en derribar el absolutismo más allá de
los Pirineos. La suerte parece acompañarle: los
dirigentes galos le prometen que no tomarán
decisiones al respecto sin informarle. Mientras tanto,
emplea sus amplias dotes mundanas en los salones de
moda que proliferan en la capital.
En agosto de 1792, el ministro de la guerra, Servan,
42
le ofrece un puesto de general. El gobierno buscaba
desesperadamente mandos para sus tropas, ante el
exilio masivo de los partidarios del Antiguo Régimen.
Miranda, además de garantías políticas, cuenta con
buena preparación técnica por haber servido en el
ejército español y por sus conocimientos teóricos.
Servan sólo tiene una duda: ¿resulta adecuado
nombrar a un extranjero, por grande que sea su
patriotismo y talento? Entonces interviene el alcalde
de París, Pétion, para convencerle de que en este caso
la nacionalidad no cuenta. La salvación de Francia
depende de que Austria y Prusia sean derrotadas.
El venezolano acepta la oferta, bajo condiciones
muy claras. Reclama, en primer lugar, la graduación y
el sueldo de Mariscal de Campo. Así, cuando finalice la
contienda, tendrá un cargo que le permitirá “vivir
honestamente”. Exige, además, que se le conceda
preferencia sobre los militares franceses porque en
esos momentos la abnegación de un extranjero
resulta más meritoria. Y, por supuesto, pide la ayuda
para que los pueblos de América del Sur consigan su
libertad. Esta es su razón principal, explica en una
carta de la época: “lo que más fuertemente me ha
inducido, es la esperanza de ser útil a mi pobre patria,
a la que yo no puedo abandonar”.
Ante tantas peticiones, los franceses dudaron.
Miranda estuvo tentado de coger su pasaporte y
regresar a Inglaterra, pero finalmente vio satisfechas
sus pretensiones. Encargó entonces un uniforme, hizo
testamento y se preparó unirse al ejército del Norte.
Tiene como inmediato superior a Dumouriez, quien al
principio será todo cordialidad y simpatía, con frases
de este tenor: “Su amistad, mi querido Miranda, es mi
más preciosa recompensa”, o “su sublime filosofía es
lo que nos une”.
EL CAMINO DE LA VICTORIA. Nuestro hombre
debía detener el avance enemigo sobre París. Sus
soldados le parecen hombres honrados y sencillos,
llenos de civismo y odio a la monarquía, por los que
vale la pena ir al fin del mundo. Pronto tiene la
oportunidad de entrar en acción y evidencia dotes de
mando al lograr un pequeño triunfo contra austriacos
y franceses en Briquenay. Poco después interviene en
la mítica batalla de Valmy, la victoria francesa que
según Goethe marcó el inicio de una nueva era. Se ha
dicho que aquí demostró cualidades de jefe y prestó
una contribución decisiva. En realidad, nada se sabe
sobre su actuación particular.
Durante cinco meses, hasta marzo de 1793, se
sucederán sus éxitos por ciudades cuyas defensas ha
estudiado años atrás, durante sus viajes. Las victorias
no le evitaran dificultades con sus colegas y
subordinados franceses, molestos por la rápida
ascensión de un extranjero que les irrita con su
altivez.
En la invasión de los Países Bajos, Dumouirez le
encomienda la conquista de Amberes, en sustitución
del incompetente La Bourdonnaye. Ante lo deplorable
de la situación, tiene que emplear toda su mano dura
para restaurar la disciplina. Con resultados
inmediatos, tal como reconocen los oficiales de
ingenieros: “la llegada del general Miranda y la
actividad que puso en apresurar la ejecución de las
baterías han acelerado muy ciertamente la rendición
de la ciudad”.
UNA PROPUESTA ARRIESGADA. Mientras asediaba
la ciudad belga, su nombre sonó fuerte entre los
candidatos para el puesto de gobernador de Santo
Domingo. Brissot le propuso convencido de que sabría
acabar con las disputas internas de la colonia,
confundir a Pitt y asustar a España. No cabía duda:
debía partir inmediatamente a bordo de la
“Capricieuse”. Con su talento y prestigio, el éxito
estaba asegurado. Diez o doce mil soldados, junto a
unos cuantos miles de mulatos que se reclutarían
fácilmente, no tendrían problemas en llevar la libertad
al imperio hispano.
Brissot sólo veía un inconveniente, que Dumouirez
no quisiera desprenderse de colaborador tan valioso.
En realidad, a Miranda el proyecto no le entusiasmaba
lo más mínimo. Para escabullirse, alegó su
desconocimiento de las islas francesas. Objetó que su
partida alarmaría a las Cortes de Londres y Madrid. En
realidad, su actitud fría se explica por el temor a que
América Latina se viera contagiada de ideas
revolucionarias que generen el caos.
A la hora de la verdad, el asunto no pasó de simple
idea. Miranda resultaba más útil en los Países Bajos,
donde inició el cerco de Maastricht. Cuando tomara la
ciudad, su ejército se uniría al de Dumouriez y juntos
43
ocuparían la provincia de Utrecht. Sus expectativas,
por desgracia, se fueron al traste. El comandante en
jefe se vio frenado en Dordrecht, mientras Maestricht
resistía más de lo previsto. El venezolano, así las cosas,
tuvo que desistir.
AMISTAD TRUNCADA. Su relación con Dumouriez,
entre tanto, se había enfriado por divergencias
políticas. Para el galo, la mitad de los miembros de la
Asamblea eran imbéciles y la otra mitad bandidos.
Demasiadas cosas le parecían inaceptables, sobre todo
la ejecución de Luis XVI, una catástrofe con la que
Francia se había ganado la enemistad de toda Europa.
Partidario de una monarquía constitucional, trató de
restaurarla a través de un golpe
de Estado. Luis XVII, el joven hijo
del soberano difunto, dejaría de
pudrirse en la prisión del Temple
para acceder al trono.
Miranda captó atentamente
la evolución de su superior
cuando afirmó que éste había
traído de Holanda “una nueva
doctrina que le parecía lo menos conforme a la
igualdad y al republicanismo”. También observó que
su carácter, ahora más agrio, traducía una creciente
exasperación contra la Convención nacional. En
adelante, sus caminos serán completamente
divergentes. Mientras uno permanecerá fiel a la
República, el otro la traicionará pasándose al enemigo.
Cuando el general en jefe pregunta a los soldados
su opinión respecto a la proscripción dictada contra él
por los jacobinos, Miranda procura hacerle
comprender que la cuestión está fuera de lugar.
Delante de las tropas no debe tratarse un tema así.
Esta reacción irritó a un Dumouriez, que responde con
brusquedad:
-¿Cree usted, general, en la igualdad de que hablan
los facciosos?
-Creo en ella –, afirma el venezolano con aplomo.
Dumouriez nada dijo, pero desde entonces trató a
su ya antiguo amigo con una desconfianza que no cesó
de aumentar. Su relación, fría, se volvió gélida tras la
tremenda derrota en Neerwinden, el 18 de marzo de
1793. Cerca de 40.000 hombres, la mayoría
voluntarios desorganizados y sin disciplina, no estaban
en condiciones para enfrentarse a 52.000 veteranos
austriacos.
Durante el combate, el venezolano mandó el ala
izquierda, el general Valence la derecha y el duque de
Chartres el centro. Al formar un trío mal avenido, su
coordinación estaría lejos de lo óptimo. Al parecer,
entre Miranda y Valence existía cierta
incompatibilidad, tal vez motivada por sus distintos
orígenes: el primero, criollo de clase media; el
segundo, conde de Timbrune. Por su parte, Chartres,
futuro rey Luis Felipe, no apreciaba los talentos
militares de nuestro protagonista. Admitía la amplitud
de su preparación teórica, pero le consideraba
indeciso y carente de experiencia
sobre el terreno. Una cosa era
dedicarse a la estrategia sobre un
mapa, otra muy distinta afrontar
peligro real.
Fue a Miranda a quien le tocó la
parte más ingrata del combate. Su
función, de acuerdo con Michelet,
el historiador decimonónico,
consistía simple y llanamente en dejarse aplastar.
Dumouriez le había colocado frente a fuerzas mucho
más numerosas, dirigidas por el archiduque Carlos en
persona. Y un príncipe se situaba siempre en la
posición más ventajosa, aquella con más posibilidades
de garantizar el triunfo.
Sufrió, como era de prever, importantes pérdidas.
Sus hombres emprendieron la retirada sin orden ni
concierto. La desbandada empeoró las cosas, lo que
no hizo sino agravar el desastre. La derrota no admitía
paliativos, pero... ¿Quién tenía la culpa? Las opiniones
no podían ser más opuestas. Según el comandante en
jefe, el ala derecha había cumplido. De no haberse
desplomado el ala izquierda, incapaz de resistir hasta
la llegada de refuerzos, la victoria se habría decantado
del lado francés. Sobre Miranda caía la
responsabilidad, por su falta de coraje en los
momentos decisivos. Además, su carácter altivo no
resultaba el más idóneo para mandar: “Este general
era de carácter extraño, altanero y severo, causa de
que se le detestara universalmente. No sabía cómo
tratar a los soldados franceses, que siempre deben ser
conducidos con alegría y confianza”.
“AMISTAD TRUNCADA. Su relación con Dumouriez, entre tanto, se había enfriado por divergencias políticas. Para el galo, la mitad de los miembros de la Asamblea eran imbéciles y la otra mitad bandidos.”
44
En cambio, un experto en la historia militar de la
Revolución, el barón de Jomini, creía que el
venezolano había actuado correctamente, sobre todo
teniendo en cuenta su inferioridad numérica. Era
Dumouriez el equivocado al colocar a su ala izquierda
en excesiva desventaja, demasiado alejada del grueso
del ejército para recibir ayuda a tiempo.
Por su parte, Jean-Pierre Bois, biógrafo de
Dumouriez, considera que Miranda cometió una
negligencia al no informar de su retirada a su superior,
por lo que éste habría creído que todo iba bien.
SE BUSCA CHIVO EXPIATORIO. Sucedieran los
hechos como sucedieran, el venezolano no admitió
responsabilidades. Afirmó que se había limitado a
obedecer órdenes absurdas, con la disciplina del buen
militar. Lamentaba que las operaciones se hubieran
planteado sin contar con su parecer, porque el orgullo
de Dumouriez le impedía aceptar consejos sensatos.
Por eso lanzó a un ataque frontal en inferioridad de
condiciones: el enemigo no solamente disponía de
más hombres, y mejor situados sobre el terreno;
contaba además con una temible artillería.
Cuando se conozca la noticia de la derrota,
muchos dedos acusadores se levantarán contra
nuestro hombre en un alarde de xenofobia. Muchos
ven en él a un militar incompetente y a un peligroso
contrarrevolucionario, partidario de la restauración
monárquica. El jacobino Marat, por ejemplo, le
denunciará por traidor. En ese ambiente enrarecido,
son los generales extranjeros quienes han de pagar
por los desastres. “Aquí, es Miranda, un español; allí,
un alemán; más allá, un polaco”. Incluso se propondrá
un decreto para que sólo los franceses ostenten el
mando. Como señaló Parra-Pérez, a Miranda, en su
calidad de foráneo, “se le podía echar encima la
responsabilidad de todas las faltas de que se hicieran
culpables los demás generales”.
Varios factores contribuyen a alimentar las
sospechas: ¿Acaso Miranda no ha vivido en Inglaterra,
el país enemigo? No es ningún secreto que admira su
sistema político, ni que mantiene relaciones con
algunas de sus personalidades más relevantes.
El 24 de marzo, la Convención le llama para que se
defienda de las acusaciones de negligencia militar. Se
presenta ante el tribunal seguro de sí mismo. El juicio
tendrá lugar dentro de un escrupuloso respeto hacia
las formas legales; a petición suya, le son entregados
todos los papeles que requiere para defenderse.
Cuenta, además, con un letrado de excepción, Claude
François Chaveau de Lagarde, el mismo que defenderá
a la reina María Antonieta. Durante tres largos días,
veintidós testigos de cargo y treinta y seis de descargo
se suceden ante el jurado.
Se le acusa de haber deseado la derrota por sus
ansias de obtener el mando, pero él recuerda que el
general Valence tenía prioridad a la hora de sustituir a
Dumouriez. Su papel en todo el embrollo se había
reducido a cumplir órdenes.
En teoría, lo que se discute es una cuestión de
aptitud o ineptitud militar, incluso una posible
traición. Con gran astucia, Miranda desvía la cuestión
y la lleva al terreno de sus ideas políticas. Sus amigos
están allí para dar cuenta de su fidelidad ejemplar
hacia la República y de su amor por la libertad. Uno de
ellos, el poeta estadounidense Jean Barlow, le
presenta como un “guerrero filósofo”, un personaje
incomparable dedicado a la noble tarea de derribar
tronos y liberar a su tierra natal. Por su parte,
Cochelet, agente del gobierno para la fabricación de
armas, le elogia por su “acendrado patriotismo”, hasta
el punto de considerarlo el “general más patriota del
ejército”.
Todos estos testimonios, dice el historiador Tomás
Polanco, estaban orientados a demostrar “que un
republicano virtuoso y de tan sólidos principios, no
podía ser un criminal que traicionara a la República”.
Su abogado, en un alegato elocuente, le presentará
como un héroe al que toda Europa conoce como uno
de los más celosos partidarios de la libertad. Un
hombre perseguido por las garras del despotismo,
precisamente por esta causa. En cuanto a los aspectos
militares del asunto, el letrado insiste en que su
cliente se había limitado a intentar cumplir órdenes
imposibles. Las de un Dumouriez apresurado,
negligente al planear la batalla de Neerwinden “sin
reconocimiento alguno de los lugares” y “contra las
reglas del arte”.
AL BORDE DEL ABISMO. El acusado, finalmente,
verá reconocida su inocencia. Según el periódico Le
Moniteur, “el pueblo aplaudió la sentencia
concerniente a Miranda, (...) le abrazaron, le llevaron
en triunfo”. De nuevo en libertad, se instala en una
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casa de campo, en las proximidades de París, donde
disfruta del lujo y el confort: vajilla de plata y de
porcelana, pinturas… Si una debilidad se refleja en las
paredes de su nueva residencia, esa es el amor a la
lectura. En su enorme biblioteca reúne desde
literatura a temas científicos sin olvidar las joyas de
bibliófilo.
Por desgracia, sus problemas no han terminado.
Francia vivía momentos de gran tensión en medio de
los enfrentamientos entre jacobinos y girondinos.
Éstos, sintiéndose acorralados, evitaban dormir en su
domicilio por miedo al asesinato. Uno de sus líderes,
Brissot, estaba convencido de que sus enemigos
preparaban una matanza.
Robespierre, el líder jacobino, ve en Miranda a un
extranjero traidor, cómplice de Dumouriez, así que no
duda en atacarle sin piedad. El país, mientras tanto, se
precipita en una vorágine de conspiraciones y
paranoias, de manera que se hace difícil distinguir lo
verdadero de lo falso. Lo mismo se afirma que nuestro
venezolano es un agente inglés, que se rumorea sobre
su presunto monarquismo, como si no fueran teorías
excluyentes. ¿Qué hay dentro de la multitud de cajas
que recibe en su domicilio? Libros, pero cierto vecino
imagina un cargamento de armas y municiones, así
que presenta una denuncia. Pronto se demostrará el
error, pero no habrá tanta suerte cuando le imputen el
envío de “mensajeros sospechosos” a Burdeos. Tras
una inspección, acaba encarcelado en la prisión de la
Force el 9 de julio de 1793. Allí, sin perder su elitismo,
se queja de que ni siquiera le permiten recibir a su
criado.
Decidido a no morir en el cadalso, se procura una
dosis de veneno. El estudio de las ciencias y la Historia
ocupa las interminables horas muertas, que intenta
sobrellevar imaginándose en un largo viaje, “sin
calcular si el buque debía perecer en el mar o llegar
felizmente al puerto”. De cuando en cuando,
aprovechaba para lanzar invectivas contra Robespierre
y otros revolucionarios, de los que no podía hablar sin
un estallido de indignación. Y si alguien defendía
algunas decisiones del gobierno, le fustigaba
tratándole de “satélite” de la tiranía y “esclavo”.
Tres días antes de su juicio, la caída de Robespierre
le salvó de una más que probable cita con la guillotina.
Las prisiones comenzaron a vaciarse, aunque él
continuó entre rejas pese a sus demandas de libertad.
En octubre de 1794 recordó que había sido absuelto
por un tribunal revolucionario y que su conducta
patriótica y militar no dejaba lugar a la más mínima
duda. Asimismo, dirigió un escrito a la Convención en
el que solicitaba la libertad o, al menos, que se le
permitiera defender su honor en juicio. Para reforzar
su postura, cita el artículo 34 de la Declaración de
Derechos del Hombre: “Hay opresión contra el cuerpo
social cuando uno solo de sus miembros se halla
oprimido”.
UN MILITAR CONTRA EL MILITARISMO. La
excarcelación no llegó hasta 1795. Más dispuesto que
nunca a intervenir en los asuntos franceses, Miranda
publicó una obra con sus remedios para los males
públicos. Derivados, a su juicio, de una excesiva
concentración del poder. Lo demostraba la historia
reciente, ese período de amarga memoria: “Hemos
excedido la medida de todos los crímenes y de todas
las desgracias que nos han trasmitido los anales del
mundo, y esto se ha verificado precisamente porque la
Convención se arrogó una plenitud de poder mayor
que la disfrutada jamás por tirano alguno”.
Para inspirar confianza a los países extranjeros, la
Revolución debía renunciar a la expansión militar. La
“gloria de las conquistas” no le convenía a una
república basada en la razón y los derechos del
hombre, en un espíritu de libertad incompatible
totalmente con la agresión a otros pueblos. El país,
por ello, tenía que recuperar sus antiguas fronteras,
limitarse a conservar algunas plazas que garantizaran a
conservar algunas plazas que garantizaran su
seguridad fronteriza. Por las mismas razones, el
expolio de obras de arte debía concluir. Porque la
cultura representaba algo sagrado que cualquier
pueblo civilizado mantendría al margen “de los
derechos de la guerra y de la victoria”.
Entre las interminables turbulencias políticas, su
mensaje no será escuchado. En octubre, la Convención
deja paso al Directorio, con lo que se renuevan las
amenazas contra Miranda, que regresa a las
catacumbas convencido de que la libertad de Francia
ha recibido un golpe mortal.
46
Bibliografía
LUCENA GIRALDO, Manuel. Francisco de Miranda, la
aventura de la política. Edaf. Madrid, 2011.
MARTÍNEZ HOYOS, Francisco. Francisco de Miranda, el
eterno revolucionario. Barcelona. Arpegio, 2012.
PARRA-PÉREZ, Caracciolo. Miranda y la Revolución
francesa, 2 vols. Ediciones Culturales del Banco del Caribe.
Madrid, 1966.
RACINE, Karen. Francisco de Miranda. A Transatlantic
Life in the Age of Revolutions. SR Books. Wilmington, 2003.
*Francisco Martínez Hoyos es Doctor en Historia por la
Universidad de Barcelona. Entre sus obras destacan La cruz y el
martillo (Rubeo, 2009) y Francisco de Miranda, el eterno
revolucionario (Arpegio, 2012). Es director de la revista Historia,
Antropologia y Fuentes Orales. Colabora habitualmente como
articulista y crítico en publicaciones como Historia y Vida, El
Ciervo o Spagna Contemporanea.
Mehmet Mangtay
47
Elena Luque Doblado
48
¡Hablaste tantas veces, quejándote! Mencionas
con idéntica música idénticos recuerdos.
Yo creo que te cuentas entre aquellas personas
que en ella justifican sus propios desacuerdos.
¿Fue de verdad tan triste como dices tu infancia?
¿Se te inició en la pena ya en el mismo bautismo?
¿A qué volver de nuevo a una historia tan rancia?
¿Es que te compadeces acaso de ti mismo?
¿Es porque en aquel tiempo, sin meta y sin apoyo,
buscando algo benigno que te diera acogida,
creciste, cual se dice, en medio del arroyo
sin otro libro a mano que el libro de la vida?
¿No queda muy lejana? ¿La edad no te sosiega
con la sabia experiencia de todo lo vivido?
¿No se supera un hombre cuando en verdad se entrega
por más que el sufrimiento carezca de sentido?
Yo pienso que exageras, y que no fue tan trágica,
que en tus labios la miel te dejó su dulzura,
que hubo sin duda en ella como una chispa mágica
por la que eres poeta aun con tanta amargura.
¿Qué te acogió impiadosa aquella triste escuela?
¿Qué fueron solitarios casi siempre tus juegos?
¿Que ante un patio con flores hallaste una cancela?
¿Que te hirió que los hombres fueran mudos y ciegos?
Y si te consideras sólo un superviviente,
porque tuviste penas y te faltó cariño,
y nunca comprendiste por qué ignora la gente
que es un vaso sagrado el corazón de un niño;
y si fuiste creciendo y viste que en la vida
impera la injusticia, el odio y la maldad,
mientras que un puño ciego nos agranda la herida,
sin que nunca entendamos con qué finalidad;
si en el primer amor encontraste amargura,
si te hirió en lo profundo el no sentirte amado,
si entonces te inculcaron que la carne es impura,
y que la sed de amor nos conduce al pecado;
El poeta habla consigo mismo acerca de su infancia
Antonio Romero Márquez*
49
si en su implacable lucha los hombres conociste,
y lo hallaste cobardes, serviles y mezquinos,
y si ya sin consuelo el saber te hizo triste,
y encontraste cerrados ante ti los caminos;
y si además te hirió la envidia y la mentira,
y oscureció tus días una íntima zozobra,
y si blandiste el látigo a impulsos de la ira
por lo que te quitaron y nunca se recobra;
y si con noble orgullo, como se debe, enhiesto,
tuviste bajo el rayo erguida la cabeza,
si te buscó el dolor y te encontró en tu puesto
o te halló embelesado en su hora la belleza;
si estudiaste y leíste y amaste la Poesía,
y entusiasta intentaste alabanza y canción,
y si luego advertiste que la melancolía
es ese zumo amargo que impregna el corazón;
si en tiempos de silencios clamaste frente al muro,
dando con valentía de tu fe testimonio,
y si en la encrucijada, resuelto o inseguro,
dudaste si seguir al ángel o al demonio;
si dejaste a la suerte, al arrojar los dados,
que para ti eligiera la gracia del momento,
y esperaste tranquilo después el resultado,
como espera la flor lo que le traiga el viento;
si has sido todo eso se lo debes a ella,
es ella con su aliento la que te ha sostenido,
refulgente en tu noche brilla siempre una estrella
y lo demás es nada y un silencioso olvido.
Sólo por ella eres el hombre que ahora eres,
pues el niño es el padre del hombre, tú lo sabes;
deja pues tras tus pasos cumplidos tus deberes,
que la canción más bella la cantarán las aves.
*Antonio Romero es Catedrático de Lengua Castellana y Literatura, ya jubilado (ha ejercido durante más de un cuarto de siglo en
el ilustre instituto Vicente Espinel, Gaona). Destaca por su labor de crítica literaria y por su conocida traducción de los Sonetos a Orfeo
de Rilke. Como poeta, ha publicado numerosas obras: Silencio y columnas (Premio Nacional de autores noveles, 1982), seleccionado por
la revista norteamericana World Literatura Today como el poemario español del año, Sobre sombras y esplendores, El fuego es mío, Jardín de
arena (Premio Bahía), Arcilla iluminada (Premio Vicente Gaos), Málaga clara y otros poemas, Fuego negro (Premio de Poesía Antonio Gala),
Con palabras que son de vuestras bocas (Premio Joaquín Lobato), entre otras.
50
Massachusetts
Juan Leiva León*
A mis amigos, con quienes comparto sueños.
Había resistido el paso de muchos inviernos y,
aunque sus paredes se iban resquebrajando año tras
año, allí seguía en pie como testigo cómplice de
aquellas vacaciones escolares de mi adolescencia
llenas de amistad, de baile, de música y de
conversaciones “trascendentales” en las que
empezábamos a forjar las primeras ilusiones y
proyectos. Al entrar había una pequeña habitación
con una reducida alacena de rústicas puertas con
cristales, y sólo una pequeña ventana. A continuación,
un minúsculo habitáculo interior y eso era todo. Sin
embargo, era como si esa vieja casita, situada frente a
nuestra antigua escuela, guardase bajo su techo de
viejas y combadas vigas algo de aquellos entrañables
años en que el sentimiento de la amistad nos unía tan
férreamente que hasta éramos capaces de convertir
un simple partido de fútbol en un “heroico” acto de
defensa de nuestro honor.
Hace unos días, sin embargo, me entristeció la
imagen de desolación que presentaba; y al verla así,
reducida a escombros, me invadió una cierta
melancolía, pues se trataba no sólo del “salón” de
baile de aquellos imborrables años, sino de una
maravillosa época de nuestras vidas en que con
quince años nos creíamos capaces de conquistar el
mundo y el corazón de la chica que más resistencia
pudiese oponer. Envuelto por la nostalgia y con la
sensación de que el tiempo se hubiese detenido
muchos años atrás, me quedé absorto con mis
recuerdos de aquellas entrañables vacaciones de
diciembre del sesenta y ocho, al tiempo que, de forma
misteriosa, me pareció oír los compases de una
música que provenía de un lugar lejano, no sólo en la
distancia, sino también en el tiempo. Era el sonido de
una preciosa canción –Massachusetts – con la que
tantas y tantas veces habíamos estrechado las
cinturas de nuestras chicas mientras bailábamos allí
en la casilla.
Ensimismado por la magia de la música, reviví en
un momento todas aquellas dulces imágenes de unos
años inolvidables que ya no volverán, pero que de
alguna forma siguen vivas en cada uno de quienes
formamos aquella “pandilla” llena de vida y de
sueños. Me acordé de mis queridos amigos y amigas
que inevitablemente acabaron tomando rumbos
insospechados, pero que, allá donde estén, seguro
que conservarán aún en sus corazones el recuerdo de
aquellos fantásticos años en que las chicas suspiraban
por Elvis y los chicos nos enamorábamos de Natalie
Wood. Soñé con aquellas preciosas tardes de sábado
en que nos íbamos a los “Coloraos”, y allí, a la sombra
de algún almendro, escuchábamos en el transistor o
en el tocadiscos de pilas el último éxito de los Beatles,
que entonces arrasaban en toda Europa, mientras que
en Francia los estudiantes ponían París patas arriba y
aquí, si no hubiera sido por mi buen amigo Pepe
Zamorano, ni nos habríamos enterado. ¡Gracias,
amigo! El domingo por la noche acudíamos al cine de
la plaza y, a veces, teníamos que hacer filigranas para
que nos dejasen entrar si la peli era un poco fuerte,
como aquélla titulada El mundo de Suzie Wong, que
tanto alboroto produjo por la raja que la chica llevaba
en el lateral de la falda y con la que adivinábamos más
de lo que en realidad enseñaba, pero sonaba a
celestial aquello y todo lo que sonaba a prohibido.
Asimismo, por entonces, empezamos a descubrir a
Lorca y a Neruda mucho antes de que en la escuela
conociésemos algo de sus biografías, que no de sus
poemas; pero nos robaron a Miguel Hernández y a
tantos y tantos que nos pertenecían. Menos mal que
no mucho después Serrat nos regaló los magníficos
poemas, musicados por él, de Machado, Hernández y
los suyos propios. ¡Gracias a ti también, Joan Manuel!
A veces, cuando se presentaba una fría tarde de
invierno, asábamos unas castañas y nos sentábamos
junto a aquellos gigantescos aparatos de radio, en una
habitación casi a oscuras, intentando cazar algunas
noticias de lo que estaba pasando en el mundo; y nos
parecía entonces que un poco más allá de los Pirineos,
51
que nos separaban de algo más que de Francia, estaba
el paraíso. Lo cierto es que cuando, bastantes años
más tarde, creíamos haberlo alcanzado, resultó que su
soñado cielo azul, en el que tantas ilusiones teníamos
puestas, ya estaba bastante nublado y no era tan azul,
o tal vez era que habíamos llegado demasiado tarde,
como tantas otras veces.
Hoy, viendo la casilla convertida en un montón de
escombros, no puedo evitar que algo dentro de mí se
rebele contra quienes hayan podido contribuir,
arrastrados por el materialismo y la insensibilidad, a
que tantos y tantos proyectos como habíamos forjado
en aquellos años hayan podido acabar, al igual que la
casilla, convertidos en un montón de basura. Aunque
la verdad es que nos quedarán siempre grandes y
bellos recuerdos con los que hemos construido no sólo
nuestro presente sino también todo aquello que
proyectamos y que, sólo con haberlo soñado, ya es
algo que no olvidaremos nunca: “Aunque mis ojos ya
no puedan ver ese puro destello que en mi juventud
me deslumbraba y aunque ya nada pueda devolvernos
la hora del esplendor en la hierba y de la gloria en las
flores, no hay que afligirse pues la belleza siempre
permanece en el recuerdo”. Preciosos versos de W.
Wordsworth que me aprendí de carretilla la primera
vez que vi en el cine Esplendor en la hierba, de Elia
Kazan, uno de mis directores de culto.
Me fui alejando de la casilla con añoranza pero
también con esperanza e ilusión, pues el recuerdo de
tantos buenos momentos, que había compartido con
mis amigos, me reafirmó una vez más en que tuvimos
la fortuna de disfrutar de unos maravillosos años que
determinaron nuestras vidas de un modo muy
especial, aunque el “paraíso” estuviese al otro lado de
los Pirineos. Mientras me alejaba de la casilla me
pareció seguir oyendo, apagándose lentamente, el
sonido de Massachussets, y de nuevo me acordé de
aquellas inolvidables vacaciones y aquellas finas
cinturitas hoy algo difíciles de recuperar.
*Juan Leiva es Catedrático de Matemáticas, recientemente
jubilado. Ha pertenecido al claustro del profesorado del IES
Fuengirola Nº 1 más de treinta y cinco años. Colabora
periódicamente en Diario Sur y entre sus publicaciones se
encuentra una selección de artículos con el título de En busca de
Nie
ves
Luque
Dobla
do
52
Benedicto XVI. Inesperada renuncia. Solo y sin fuerzas. Gesto sin apenas precedentes. Incapacidad para el ministerio. Acosado por las intrigas. Decisión histórica. Papa alemán. Vencido por la edad. Congoja sobre Roma. Falta de vigor espiritual. Rayo en cielo sereno. Dimitir como Dios manda. Quinielas sobre la sucesión. La barca de san Pedro. Retiro a un convento. Pillados por sorpresa. Portavoz padre Lombardi. Decisión trascendental. Guardián de la ortodoxia. La viña del señor. Miserias de los hombres de Dios. Retiro entre limoneros. El representante de Dios en la tierra. Un pastor rodeado por lobos. Bajarse de la cruz. L’Osservatore Romano. Limpiar la banca del Vaticano. Castel Gandolfo. Filtración masiva. El fiel Paoletto. Condena simbólica. Anunciar el Evangelio. Convento Mater Ecclesiae. La silla pontificia. Banqueros corruptos. Vencido por el Vaticano. Reunión en la Santa Sede. Casos de pederastia. El banquero Tedeschi. Instituto para las Obras de Religión. Altos miembros de la Curia. Altísimos muros de soberbia. La familia vaticana. Orden en la moral. Apuesto secretario Georg. Pararrayos de todas las traiciones. El anillo del pescador. Ingobernabilidad del Vaticano. Mala salud de hierro. Llanto de las víctimas. Protección infame de los culpables. Congregación para la Doctrina de la Fe. Ministerio de obispo de Roma. El fin de un papado. Infalibilidad automática. 28 de febrero a las 8 de la tarde. Sede vacante. Colegio de cardenales. Maquinaria electoral extraña y secreta.
Sede Vacante
Trinidad García Macía*
El 11 de febrero de 2013, hace ahora un año, el papa Benedicto XVI anunció personalmente su renuncia al
pontificado de la Iglesia Católica. La noticia fue objeto de un extensa cobertura mediática y los medios la
calificaron de insólita. Para mi fue impactante. Seguí con asombro la información, los comentarios, el debate que
este hecho suscitó y elaboré, a modo de resumen, una especie de informe con los datos relevantes.
53
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*Trinidad García es Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación por la
Universidad Pontificia de Salamanca. Actualmente es profesora de Filosofía en el
IES Fuengirola Nº 1.
Constitución apostólica Universal Dominici Gregis. Refractarios a un papa joven. Capilla Sixtina. Purpurados menores de ochenta años. Un papa italiano. Cualquier hombre bautizado no casado. Encerrados cum clave. Pontífice número 266. Dos tercios de los sufragios. Espíritu Santo de vacaciones. Votar secundum Deum. Fumata blanca. Habemus Papam. Bendición urbi et orbe.
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El expreso de los repuestos, los tragos y el amor
Pilar López Mora*
Dime que no es viernes.
Los viernes recuerdo las cosas que ya no son.
Lo que no ocurre y quizás añoro.
Los viernes solía pasar el expreso de los repuestos, los tragos y el amor.
Ya no.
Hace tanto que tantas cosas no son.
Ya no hay tornillos ni clavos.
Trozos de hierro, pilas, cartones.
Ya no llegan cajas de licor casero.
Uno siempre sabía quiénes acudían a recoger piezas.
Llevaban carretillas, carretas, furgonetas.
También reconocías a los que venían a por licor.
Eran señores beneficiosos, alegres, panzudos.
Acompañados por señoritas de plumas en el sombrero.
Sonrientes, tomados del brazo.
Alguna vez pasó que un tipo flaco venía con una maleta,
o incluso con un viejo carrito de bebé,
y lo llenaba, los ojos entornados y desafiantes.
El expreso aguardaba
hasta que todo lo que cargaba se departiese.
Yo me sentaba curioso,
observando a los que llegaban a recoger amor.
Inconfundibles y tristes,
venían desnudos y solos
y subían todos al mismo vagón.
Demoraban un buen rato, supongo que eligiendo,
esperando su turno, demostrando paciencia,
pagando su precio.
Al cabo, salían,
desnudos y solos.
55
Entonces, el tren partía,
ya ligero,
completamente vacío.
Cumplida su función
de abastecimiento
a nuestra discreta ciudad.
*Pilar López es profesora del Departamento de Filología Española I y Filología Románica de la Universidad de Málaga, así
como coordinadora del Máster en Enseñanza del Español como Lengua Extranjera. Cuenta con numerosos artículos especializados y
colabora de manera esporádica con diferentes revistas literarias.
J. A. Rodríguez Becerra
56
El Rótulo
Antonio José Quesada*
Era ya de noche cuando terminó la obra de teatro.
La versión que realizaron de la pieza de Sartre no me
había convencido, pero no podría haber llegado a esta
conclusión sin antes haber asistido a la
representación. Por tanto, a pesar de todo, actué
correctamente acudiendo a la cita.
Definitivamente la obra no me convenció: siempre
pensé que Las manos sucias daba para más. Para
mucho más.
Volvía a casa pensando en esto y en otras cosas de
las que siempre revolotean en mi cabeza cuando
estoy solo, mientras bajaba de noche por la calle de
siempre. Paseando. Los que no tenemos coche nos
movemos generalmente en autobús e incluso, con
más frecuencia, andando. Es bueno para la
circulación. Tanto para la nuestra como para la de la
ciudad.
Siempre me tranquilizó pasear de noche. De noche
las calles tienen otro tono, aunque la gran cantidad de
edificios tapiados o derribados y los que estaban en
construcción daban a la calle por la que bajaba un aire
bastante peculiar. Era una calle a medio derribar o
una calle a medio construir, no se terminaba de saber
a ciencia cierta lo que era. En cualquier caso, una calle
que no dejaba indiferente, no podía negarse.
Fue entonces cuando lo vi. En la acera de enfrente.
En algún libro de poemas tengo escrito algo así
como que, a veces, la vida te regala la mejor poesía.
Sería incapaz de encontrar el poema, pues no estoy
dispuesto a sufrir el tormento de releer mis cosas
publicadas, pero por algún sitio debe estar. Confieso
que al contemplar la escena que esa noche la vida me
puso ante los ojos recordé aquel viejo verso. Y me
sentí intelectualmente digno: siempre que he sido
capaz de instalar alguna vivencia personal en alguno
de mis poemas publicados con anterioridad me he
sentido intelectualmente digno.
El misterio de la acera de enfrente. Siempre atrae
más la acera de enfrente, es ley de vida. Francisco
Umbral aseguraba que era porque la acera de
enfrente siempre tenía más escaparates, y llevaba
razón. Más escaparates o, por lo menos, los más
interesantes, matizo yo. Cela, por su parte, siempre
opinó que un caballero nunca debe detenerse a mirar
un escaparate. Puede que tuviera razón, pero ya no
estoy tan seguro.
“Taller de joyería Juan Ruiz Blanco”, decía el rótulo.
El taller de joyería Juan Ruiz Blanco había pasado a
mejor vida hacía tiempo, era innegable: el edificio
estaba tapiado, cegado, inútil. Pero el rótulo del
comercio seguía allí, orgulloso e inservible, sobre lo
que en su día fue la entrada al establecimiento, junto
a una también inútil alarma.
Era curioso comprobar cómo el rótulo luminoso
que todavía seguía instalado brillaba en la oscuridad
de la noche. Quijotesco: me gusta. Como ofertando,
ya, Nada.
Me detuve y estuve durante unos minutos
reflexionando ante el rótulo y deleitándome. Soy
poeta: siempre me atrajo lo inútil.
¿Para qué, ya, el rótulo?
¿Cómo, el rótulo?
Ante todo, ¿por qué, el rótulo? ¿Por qué, todavía?
¿Sería posible cegar un edificio y mantener un
cartel luminoso, que ya no publicita nada, encendido
noche tras noche?
¿Sería inteligente hacerlo?
¿Existe vida después de la muerte?
De día, el edificio seguía allí, ciego, inútil y
desapercibido, como esperando ser derrumbado por
alguna mano piadosa. De noche, el rótulo luminoso
brillaba con tímido orgullo, publicitando un cadáver y
57
gozando con la inexactitud. Poético.
Un cadáver. El cadáver. El cadáver de una joyería.
El cadáver de la joyería. La joyería de Juan Ruiz Blanco.
Ante mis ojos, por tanto, el pequeño milagro. ¿Se
produciría este milagro cada noche, como sucede con
la sangre de no sé qué santo napolitano cada año,
según tengo entendido?
¿Quién paga esa luz?
¿Quién apaga esa luz?
“Taller de joyería Juan Ruiz Blanco”. El rótulo.
*Antonio J. Quesada es Doctor en Derecho y profesor de
Derecho Civil en la Universidad de Málaga; como escritor ha
conseguido diferentes premios literarios (Málaga Crea de
Narrativa Breve, 2003; Combocarte, 2009; o I Certamen
Internacional de Relatos “Torremocha”), ha quedado finalista
en tres ocasiones del Premio Andalucía de la Crítica (Desde el
otro lado del espejo, 2007; Cuaderno de Roma, 2009; Se hace camino al
andar, 2010) y ha sido incluido en diversas antologías y obras
colectivas, entre ellas Frontera Sur. Antología de jóvenes poetas
malagueños o Colección de olas para José Antonio Padilla.
J. A. Rodríguez Becerra
58
Que no me falte el canto
Antonio Romero Márquez
Que no se agote el manantial del canto,
que fluya de mis labios la perenne alabanza
en que se magnifique todo aquello que niego;
que me arrastre en su magia, hasta el quebranto,
el frenesí celeste de la danza,
y ebrio de luz, la excelsitud del fuego.
Celebraré con júbilo, en la fiesta solar
a la nube dorada, a la flor de los prados,
al secreto esplendor que guardan las semillas;
y sabré celebrar
esos días dorados
en que el trigal se cubre de gavillas.
Seré, como lo fue el divino Orfeo,
el cantor que se canta en su deseo.
Y me celebraré en todo lo que cante,
sumándome al fulgor de las estrellas
y en las noche profundas, palpitante,
danzaré bajo ellas.
Danzad, pues, bailarinas.
Sólo lo inexplicado nos requiere.
Yo conozco también esas horas divinas
en las que el dios nos hiere.
Palpito con la lluvia que estremece la hiedra,
Con el fugaz relámpago que azota las montañas,
Con la luz con que se abre con música la piedra.
También con los que dicen las cosas más extrañas,
Y por ello, quizás, las más maravillosas:
para un ser como yo ya no alientan las diosas.
*******
-Mientes, -me grita el vulgo- conocemos tus fines.
Tú nos odias a todos…. Te ciega el frenesí.
Quieres cambiar los nombres que damos a las cosas.
¿Por qué vas coronado de rosas y jazmines?
No sabemos quién eres; nunca fuiste de aquí.
59
Momento
Antonio Luque García*
(Suena Sibila latina)
Mi corazón arde por no sentir tu tacto,
sólo en la realidad lejana.
Quiero sentirte, fundirte en mis brazos,
y unidos perdernos en el éxtasis,
lejos de la aforme humanidad
y de las veleidades presentes.
Ser uno, único momento,
ser y sentimiento.
Tú, yo, nosotros,
lejos de la inmunda superficie.
*Antonio Luque es profesor de Música en el IES Fuengirola Nº 1. Licenciado en Geografía e Historia (especialidad: Historia
Moderna) por la Universidad de Málaga. Ha cursado estudios de Musicología en la Universidad de Granada y de Música (Saxofón y
Clarinete) en el Conservatorio Superior de Música de Málaga.
Fabián Di Bello
60
Relevo generacional
Jesús Prieto Raya*
Si hubiese tenido a mi alcance una ventana al
mundo llamada Internet como tienen todos mis
alumnos cuando yo tenía su edad, no sé si mi vida
hubiese mantenido su rumbo a la docencia o quizás
hubiera acabado tomando otra dirección.
Todo el avance tecnológico en el que estamos
sumergidos ha llegado de manera repentina, casi sin
darnos cuenta, y no se ha estancado. El progreso es
imparable y sigue yendo a más.
Steve Jobs describió muy bien el espíritu de la
sociedad de consumo cuando refutó un estudio de
mercado que sus socios pretendían realizar para
detectar posibles necesidades de los clientes
sentenciando: “Yo voy a decirle a la gente lo que
necesita porque ellos aún no lo saben”.
Cuando yo era alumno de enseñanza secundaria, el
acceso a la información estaba restringido a unos
pocos. Internet era algo impensable, un producto
fantasioso digno de una película de Steven Spielberg.
Para acceder a la información había que acudir a los
libros de texto, a las enciclopedias en papel o a las
bibliotecas tradicionales (las llamo así para
diferenciarlas de las virtuales).
El profesor y los libros de texto eran prácticamente
la única fuente de información de la que disponíamos.
Alguien podría alegar que las enciclopedias en papel
suplían la ausencia de la red, pero tenían grandes
inconvenientes con respecto a esta: ocupaban mucho
espacio físico, eran caras, era más difícil localizar la
información en ellas y además quedaban obsoletas
rápidamente; las actualizaciones eran lentas y cuando
llegaban volvían a quedar anticuadas en un corto
plazo de tiempo.
Recuerdo perfectamente lo frustrante que era
escuchar la letra de una canción de moda en inglés y
no poder acceder a ella a no ser que compraras la
cinta de casete y aún así, la discográfica no siempre
proporcionaba las letras.
Los diccionarios de idiomas en papel eran bastante
incompletos y en la mayoría de los casos no recogían
las expresiones de argot o del habla actual y muy a
menudo ni siquiera aportaban el significado o la
traducción de palabras de uso frecuente. Eran
demasiado limitados. La lexicografía también ha
avanzado a pasos agigantados gracias a Internet y las
nuevas tecnologías. Hoy en día existen diccionarios
online gratuitos en los que es prácticamente imposible
no encontrar una palabra, una frase hecha o una
expresión por muy actual que sean. Algunos de ellos
incluso incorporan foros donde preguntar por
significados a traductores o hablantes nativos.
Los diccionarios en papel de mi época carecían de
transcripción fonética en su amplia mayoría; la
incorporación de la transcripción fonética fue una
mejora sustancial que se normalizó más tarde y que
proporcionaba al estudiante la posibilidad de saber
cómo se pronunciaba una palabra aunque no la
hubiese escuchado nunca, pero para ello había que
saber interpretar los símbolos fonéticos. Actualmente,
la mayoría de diccionarios online incorporan un icono
que nos permite escuchar la palabra en boca de
diferentes hablantes nativos con diferentes acentos.
En mi época de estudiante de secundaria era difícil
acceder a series y películas extranjeras en versión
original. Era posible, pero de nuevo, el acceso era muy
limitado y caro (apareció una revista de tirada
mensual para ayudar a perfeccionar el inglés que
“regalaba” cintas de casete donde hablantes nativos
leían el contenido y cintas de video con películas en
versión original con subtítulos en inglés).
Ahora todo está en Internet al alcance de un clic.
Google rastrea en fracciones de segundo para
proporcionarte la información que buscas aportando
varias fuentes con imágenes, vídeos, etc.
Sin lugar a dudas, no me hubiese creído todo esto
que estoy contando si alguien lo hubiese vaticinado
cuando yo era adolescente.
Si en aquel entonces me hubiesen contado que yo
daría clases a adolescentes que poseerían unas
máquinas de bolsillo que les permitirían el acceso a
61
todo lo que he descrito arriba: los smartphones o
teléfonos inteligentes, seguramente no me lo hubiese
creído.
La generación de los nativos digitales tiene que ser
forzosamente distinta a las generaciones anteriores.
La generación que “twittea”, “wassapea” y
comparte fotos en redes sociales en tiempo real está
acostumbrada a la información inmediata y
abundante que los obliga a convertirse en lectores
fragmentarios incapaces de aguantar el tempo lento
de una novela haciéndolos poco aficionados a la
literatura.
Los de mi época escribíamos con máquinas de
escribir eléctricas que eran capaces de borrar palabras
y eso nos distinguía en cierto modo de la generación
anterior, que a lo sumo podía tachar las erratas o se
veía obligada a escribir todo de nuevo. El mecanismo
era muy rudimentario y aún así era una evolución. Por
eso yo me considero a caballo entre dos
generaciones: la de los que escribían a máquina no
eléctrica y la de los que nacieron cuando los
procesadores de texto habían convertido las
máquinas de escribir en piezas de museo inservibles.
Considero una ventaja mi posición ya que gracias a
conocer el sistema anterior soy capaz de apreciar
estos grandes avances.
Los nativos digitales dan por hecho prácticamente
todo el proceso evolutivo con el que yo fui creciendo y
son incapaces de concebir una realidad tan
rudimentaria como la de mi adolescencia.
Me gusta recordarles a menudo a mis alumnos
cómo todo ha cambiado para intentar abrirles los ojos
y ayudarles a apreciar las facilidades que su época les
ha concedido aunque a ellos les suene un poco a
sermón y tampoco se las tomen muy en serio. ¿Quién
puede tomarse en serio a una persona que escribía en
una máquina de escribir eléctrica que borraba
caracteres?
Y sin embargo, a pesar de todas las oportunidades
que las TICs les brindan, los estudiantes de hoy en día
están tan sumamente saturados que apenas les sacan
partido. Es una borrachera continua de
sobreestimulación multimedia que acaba por conducir
al alumno al más absoluto hartazgo en la mayoría de
las ocasiones.
Soy consciente de que en el instituto hay dos
claros bandos diferenciados: el de los profesores que
usaban la máquina de escribir convencional y el de los
alumnos beodos de estímulos multimedia. Y a medio
camino estoy yo y los de mi generación puente,
aquellos que se creían modernos cuando estrenaron
la Olivetti eléctrica para hacer sus trabajos en los
últimos años del BUP y el COU.
*Jesús Prieto es actualmente profesor de Inglés en el IES
Fuengirola Nº 1. Posee el Título de Nivel Superior de
Competencia Lingüística en Inglés de la Universidad de
Cambridge (C. P. E.) y los certificados de Nivel Superior de
Francés e Italiano de la EOI.; además, ha sido coordinador de
programas de prácticas de inglés en el extranjero para alumnos
de Comercio Exterior en Cork (Irlanda) y lector de español en
la Grammar School “Methodist Collage” de Belfast (Irlanda) y en el
Liceo Tecnológico “La Martinière Montplaisir” de Lyon
(Francia).
62
Vuestra soy, para vos nací.
¿qué mandáis hacer de mi?
Santa Teresa de Jesús
A tu puerta llamé por tu reclamo y me hice Adán de un paraíso ignoto. Reconocí tu canto y la manzana redonda y oferente me sedujo para alcanzar un cielo de promesas escritas en tu boca regalada.
Tú, tras de mí, quizás, Eva te hiciste al recibir mis besos impacientes y juntos en la huida hacia otro Edén más terrenal, de lágrimas ausente, envejecimos ahondando raíces de un árbol sorprendente por sus ramas, flores y frutos nunca deslucidos.
La claridad gocemos día a día de un amor con idioma, sin contagios ni amenazas de dioses pervertidos y oxidados de palabras triviales.
*J. Luis Pérez Fuillerat es Licenciado en Filología Románica y Derecho; Catedrático de Lengua Castellana y Literatura ya
jubilado, ha obtenido el Premio Joaquín Guichot (1994) y el I Premio Nacional de Experiencias en el Aula de la editorial Magisterio
Español (1995). Actualmente, se ha centrado más en la labor creativa y ha publicado diferentes poemarios: Zona Marintima (Rubeo,
2012), Refugio de Imposibles (Rubeo, 2012) y Caleidoscopio interior (Alvaeno, 2013).
Amor viejo amor
José Luis Pérez Fuillerat*
63
Nieves Luque Doblado
64
La igualdad en un crisol de culturas
Miguel Gallardo Elena*
Está claro que la educación es una inversión
de futuro. Es un valor importantísimo
para toda sociedad. La Escuela PÚBLICA no sólo debe
ser una institución que forma a esos ciudadanos y
ciudadanas del mañana, albaceas por derecho propio
de nuestro futuro (merecedores, por tanto, de
nuestros mayores esfuerzos y beneficiarios de un
compromiso claro que debe nacer de todos los que
componen la Comunidad Escolar), sino que es la única
que puede garantizar una verdadera igualdad de
oportunidades.
El concepto de igualdad se configura hoy día como
primordial, ya que es la base de la que nacen toda una
serie de medidas que sustentan la educación
compensatoria, al menos en nuestra Comunidad. Esa
ayuda extra que muchos necesitan por encontrarse en
situaciones diferentes o desfavorecidas.
La igualdad significa ayuda específica para quien la
necesita más. En este sentido no se trata de ayudar a
unos para que lleguen a la meta antes, o con
másfacilidad, sino que todos partan de la misma línea
de salida. Se trata de un concepto muy unido al de
justicia social.
Y es que el principio de la igualdad de
oportunidades en educación implica que para las
desigualdades y desventajas sociales o culturales de
las que determinados alumnos parten no acaben
convirtiéndose en desigualdades educativas y que la
cuna, la realidad familiar e incluso la económica en
estos tiempos de crisis, no determinen de forma
directa realidades netamente desiguales donde con
independencia de la capacidad del alumno, esa
realidad influya en su futura proyección en la sociedad
y la lastre o impida de una manera sórdida y tajante a
la vez.
Se trata de que pongamos en marcha medidas de
carácter compensador y las mantengamos para que
ese supuesto no termine ocurriendo.
Sería lamentable y nos retrotraería a realidades
educativas pasadas netamente desiguales contemplar
situaciones donde la realidad social o económica de
un alumno determinase en negativo sus posibilidades
de formación, pues se estarían creando ciudadanos de
segunda o tercera con escasa o ninguna posibilidad de
acceder a otra vida, a otra educación y, en definitiva, a
salir del circulo vicioso que determinase su nacimiento
en uno u otro contexto.
Por ese motivo son tan importantes los planes de
compensación, la lucha contra el absentismo, los
programas de refuerzo, orientación y apoyo, las
medidas que se llevan a cabo con alumnos que no
pueden acudir al centro, la política de becas, las
distintas estrategias que se llevan a cabo para atender
o integrar al alumnado extranjero o inmigrante, etc.
Pero la eficacia de la educación compensatoria
depende, entre otras cosas, de que implique
simultáneamente a los agentes más directos del
propio proceso educativo: FAMILIA, ESCUELA y EL
PROPIO ALUMNO.
En este contexto, las actuaciones deben dirigirse a
la consecución de diferentes objetivos. Entre ellos, el
de garantizar la igualdad de oportunidades de acceso,
permanencia y promoción de todos los alumnos,
independientemente de sus condiciones personales,
sociales, económicas, de procedencia y cultura.
También se debe facilitar la integración social y
educativa del alumnado potenciado actitudes de
aceptación y respeto mutuo, además de proporcionar
una respuesta educativa adecuada y de calidad al
alumnado que se encuentre en situaciones
personales, sociales, económicas y culturales
desfavorecidas, mediante el establecimiento de
medidas de compensación educativa con la finalidad
de facilitar la consecución de objetivos de enseñanza
básica.
Por otro lado, no menos importante, es favorecer
estrategias organizativas y curriculares promoviendo
el desarrollo de aptitudes y actitudes positivas
que potencien la educación intercultural, respetando
las diferencias existentes entre las diversas
culturas y compartiendo todos aquellos valores
que las puedan enriquecer, impulsando la
65
propia identidad tanto como la comunicación de
factores comunes. También sería necesario impulsar
la coordinación y la colaboración de la comunidad
educativa con otras administraciones,
instituciones y asociaciones sin ánimo de lucro
para las acciones de compensación educativa.
La realidad de nuestro centro viene prestando
atención de forma adecuada y comprometida a
las premisas y deseos descritos anteriormente,
siendo un orgullo contemplar cómo en nuestra
semana cultural flamean al viento un extenso número
de banderas de los diferentes países con
representación en nuestro centro, siendo su mejor
embajada la mochila de un alumno/a, el traje típico
o aquel manjar exquisito que degustamos en
nuestra celebración anual, donde IGUALDAD,
NACIONALIDAD, RESPETO, AMISTAD y
EDUCACIÓN SE HACEN UNO en un crisol
especial que determina una aleación educativa de
gran valor y de la que debemos sentirnos orgullosos.
GRACIAS A TODOS/AS los que la hacen
posible año tras año.
*Miguel Gallardo ha realizado estudios de Enfermería en
Ronda y de Psicología en la Universidad de Málaga. Está
estrechamente vinculado al ámbito de la participación escolar
de las familias y ha sido presidente de la AMPA Isla Cabrera
del CEIP Miguel de Cervantes y de la AMPA Antonio
Machado del IES Fuengirola Nº 1. Asimismo, cuenta
con numerosos artículos relacionados con su profesión y de
marcado interés escolar y social.
J. Antonio Martín Gutiérrez
66
La inteligencia emocional plena: aprender a gestionar nuestras emociones
con la práctica de la atención plena (Mindfulness)
María José Martín Pérez*
No se puede solucionar un problema partiendo de
la misma “conciencia” - o perspectiva - que lo provocó.
Albert Einstein
Introducción.
En la actualidad, sigue constatándose un interés
creciente por el estudio y desarrollo de la gestión de
las emociones dentro del campo de la Inteligencia
Emocional, en relación tanto con procesos psicológicos
como educativos.
No hay ninguna duda de que para el desarrollo
evolutivo normal de una persona son clave las
competencias emocionales (es decir, ser
“emocionalmente competente” en la relación con uno
mismo, con los demás y con el mundo que nos rodea).
Entendemos por competencias emocionales: “la
capacidad para movilizar adecuadamente un conjunto
de conocimientos, capacidades, habilidades y
actitudes necesarias para realizar actividades diversas
con un cierto nivel de calidad y eficacia” (Bisquerra y
Pérez, 2007).
La irrupción de la Inteligencia Emocional (IE) y la
Atención Plena en los contextos educativos.
La teoría de John Mayer y Peter Salovey puede
considerarse como el primer gran esfuerzo por
desarrollar una visión científica del concepto de la IE.
De hecho, estos dos autores fueron los primeros en
mencionar el concepto IE en un artículo en 1990.
Cinco años después, Goleman difunde este nuevo
concepto por todo el mundo con su libro Inteligencia
emocional, otorgando importancia a la gestión del
mundo emocional más allá del concepto de la
inteligencia humana basada exclusivamente en
aspectos cognitivos e intelectuales.
Siguiendo el modelo de habilidades emocionales de
Mayer y Salovey (1997), la IE puede definirse como la
habilidad de las personas para atender y percibir los
sentimientos de forma apropiada y precisa; la
capacidad para asimilarlos y comprenderlos de
manera adecuada; y la destreza para regular y
modificar nuestro estado de ánimo o el de los demás
(Mayer y Salovey, 1997; Mayer y Cobb, 2000; Mayer,
Caruso y Salovey, 2000; Extremera, N. y Fernández-
Berrocal, P., 2004).
Entendiendo la IE como una habilidad, este
modelo identifica cuatro grandes componentes:
percepción y expresión emocional, facilitación
emocional, comprensión emocional y regulación
emocional (habilidades que organizan, junto a la
práctica de la Atención Plena, las áreas de
entrenamiento del PINEP: Programa de Inteligencia
Emocional Plena).
Por su parte, la dedicación al estudio del desarrollo
evolutivo emocional es aún reciente. No obstante, los
estudios que se han ido presentando en los últimos
años, tanto dentro como fuera del contexto escolar,
señalan que a medida que los niños y jóvenes van
adquiriendo competencias emocionales, se observa en
su comportamiento las consecuencias positivas que
esto pueda tener y, además, evidencian que las
competencias emocionales pueden contribuir de
forma positiva al bienestar personal y social del
alumnado (Bisquerra, R. y Pérez, N., 2007).
También existen evidencias empíricas para afirmar
que los alumnos emocionalmente inteligentes, como
norma general, poseen mejores niveles de ajuste
psicológico y bienestar emocional; presentan una
mayor calidad y cantidad de redes interpersonales y
de apoyo social; son menos propensos a realizar
comportamientos disruptivos, agresivos o violentos;
pueden llegar a obtener un mayor rendimiento escolar
al enfrentarse a las situaciones de estrés con mayor
facilidad y consumen menor cantidad de sustancias
adictivas (por ejemplo, tabaco, alcohol, etc.)
(Extremera, N. y Fernández-Berrocal, P., 2003a y
2003b).
Es importante recordar que la IE y las competencias
emocionales se pueden desarrollar con un
adecuado proceso de aprendizaje y entrenamiento.
67
Por lo tanto, generar este tipo de experiencias
prácticas debe ser, sin
duda alguna, una
prioridad básica en el
sistema educativo de
cualquier persona, que
redundará
directamente en su IE.
Al hablar de Mindfulness nos estamos refiriendo a un
término anglosajón que suele traducirse como
“Conciencia Plena” o “Atención Plena”, y que es
estado de conciencia que se puede desarrollar a
través de distintas técnicas meditativas. Una de sus
mayores ventajas es que su práctica no depende de
ninguna ideología ni creencia específica (aunque
algunos autores lo sitúan en la tradición budista), por
lo que sus beneficios son accesibles para cualquiera
que quiera probarlos (Kabat-Zinn, 1990).
La práctica de la Atención Plena (Mindfulness).
En Psicología, la definición de Mindfulness más
extendida es la de Jon Kabat-Zinn (2003), que la define
como la conciencia que surge de prestar atencion, de
forma intencional, a la experiencia tal y como es en el
momento presente, sin juzgarla, sin evaluarla y sin
reaccionar a ella.
En la práctica de Mindfulness, además, se trata de
dirigir la atención al momento presente que estamos
viviendo (aquí y ahora), con una actitud de vivir lo que
acontece, desde la compasión, el interés, la apertura y
la amabilidad, independientemente de lo agradable o
desagradable que pudiera resultar la experiencia que
se está viviendo.
Es, por tanto, de suma importancia entender el
modo en el que nos relacionamos con nuestros
pensamientos y nuestra vinculación emocional con
ellos, porque eso va a determinar nuestro
comportamiento en una situación cualquiera (también
en una situación de conflictividad emocional). En todo
este proceso, la práctica de Mindfulness puede ser de
gran ayuda, ya que el entrenamiento en Mindfulness
hace que la persona llegue a tomar conciencia de sus
patrones condicionados y, por tanto, evite llevar a
cabo respuestas impulsivas de las cuales normalmente
derivan estados emocionales de naturaleza negativa
(Ramos, N., Hernández, S. M. y Blanca, M., 2009).
Como resultado de todo un proceso de trabajo,
surge de forma natural en el equipo el concepto de
“Inteligencia Emocional Plena” (INEP) con el que nos
referimos a la gestion eficaz de las emociones
haciendo uso de una practica milenaria como es la
Atencion Plena o Mindfulness (Ramos, N., Recondo, O.
y Henríquez, H.; mayo 2012). La Atención Plena se
convierte así en una herramienta útil, sencilla y
potenciadora de las habilidades emocionales de
docentes y alumnos.
Siguiendo la gran aportación de la IE sobre la
importancia de recuperar e integrar las emociones en
la toma de decisiones y la
inutilidad de expulsarlas de
nuestra vida, la Atención Plena nos
ofrece la posibilidad de
experimentarlas con mayor
frescura; de mantener cierta
perspectiva frente a las mismas;
de entender las interpretaciones
que, de forma automática, son
activadas en nosotros cada vez que nos enfrentamos a
un nuevo estado emocional; y, en último término, nos
da la oportunidad de construir una forma nueva de
relacionarnos con nuestro entorno. Además, se
aprende a calmar la mente y a desarrollar un estado
de conciencia plena en cada momento que facilita la
gestión de las emociones que surgen a partir de la
propia experiencia. En conclusión, la Atención Plena
también nos ayudará a:
• Disminuir nuestra reactividad emocional
(concediéndonos un espacio en el que ganamos
libertad para elegir la mejor respuesta ante la
situación que vivimos).
• Lograr un mejor afrontamiento de nuestros
problemas personales y profesionales.
• Alcanzar un estado único de calma y alerta que
sólo mediante esta práctica es posible.
Conclusión.
“Quizas ha llegado la hora de tomar conciencia de la
necesidad de una educacion afectiva e interpersonal, una
educacion de nuestra capacidad amorosa que es la base de
la buena convivencia y la participacion en la comunidad”.
Ramos, N., Recondo, O. y Enríquez, H.
68
Entre los beneficios esperados de la práctica de la
Inteligencia Emocional Plena en la práctica educativa,
destacamos la mejora: del autoconocimiento y la
regulación de las emociones; de la concentración y la
resolución de dificultades al enfocar la experiencia en
el “proceso” y no tanto en el “resultado” de nuestras
acciones; y de las relaciones interpersonales, la
empatía, la compasión y el clima del aula. Por lo tanto,
la Inteligencia Emocional Plena puede ser también una
herramienta eficaz para la prevención y resolución de
conflictos en equipos docentes y alumnado, ya que
con la práctica de Mindfulness desarrollamos la
capacidad de concentración de nuestra mente, lo que
nos ayuda a serenarnos y a percibir, comprender y
gestionar mucho mejor los desafíos que nos plantea
constantemente la convivencia escolar.
Bibliografía.
Bisquerra, R. y Pérez, N. (2007). “Las competencias
emocionales”, en Educacion XI, 10, 61-82.
Bisquerra, R. (2009). Psicopedagogia de las emociones.
Madrid: Editorial Síntesis.
Cabello, Rosario; Ruiz-Aranda, Desiré & Fernández-
Berrocal, Pablo (2010). “Docentes emocionalmente
inteligentes”, en REIFOP, 13 (1). (Enlace web: http://
www.aufop.com— Consultada en fecha: 02-12-2011).
Extremera, N. y Fernández-Berrocal, P. (2004). “El papel
de la inteligencia emocional en el alumnado: evidencias
empíricas”, en Revista Electronica de Investigacion
Educativa, 6 (2). Consultado el 30 de marzo de 2009 en:
http://redie.uabc.mx/vol6no2/contenidoextremera.html.
Kabat-Zinn, J. (2003). “Mindfulness-based intervention in
context: Past, present, and future”, en Clinical Psychology,
Science and Practice, 10, 144-156.
Mayer, J. D. y Cobb, C. D. (2000). “Educational policy on
emotional intelligence: Does it make sense?”, en
Educational Psychology Review, 12 (2), 163-183.
Ramos, N., Enríquez, H. y Recondo, O. La Inteligencia
Emocional Plena. Barcelona: Ed Kairós. (en prensa,
mayo2012).
Ramos, N., Recondo, O, y Henríquez, H. Practica la
Inteligencia Emocional Plena: la gestion eficaz de las
emociones a traves de mindfulness. Barcelona: Ed Kairós.
Recondo, O., Ramos, N., Salcido, L. y Martín. M. J. “La
Inteligencia Emocional Plena: Aprender a Gestionar
nuestras Emociones con la Práctica de la Atención Plena
(Mindfulness)”, UMA. (Congreso Nacional de Convivencia
Escolar, Jaén, 2011).
*Mª José Martín es Maestra de Educación Especial por la
Universidad de Málaga y especialista en Logopedia por la
Universidad Politécnica de Madrid. Colabora con el CEP de
Marbella-Coín, de Ronda y de Cádiz como formadora en el
desarrollo de la Inteligencia Emocional Plena y ha participado
en diferentes congresos y jornadas relacionados con la
convivencia escolar. Actualmente es maestra de Pedagogía
Terapéutica en el IES Fuengirola Nº 1.
Curso de Inteligencia Emocional Plena (Mindfulness).
IES Fuengirola Nº 1.
69
IX CERTAMEN LITERARIO IES FUENGIROLA Nº 1
PRIMER PREMIO
MODALIDAD: POESÍA
Apareciste tú
Xin Zhang*
Me encontraba inmerso en el fondo del Averno.
En un lugar donde la soledad y el dolor llenan mi alma.
Mi gran dolor vivía en el sufrimiento eterno.
Y sólo podía ser la muerte la que me diera la total calma.
Nada podía curar la angustia de mi corazón roto.
Ni secar las lágrimas que recorrían mi rostro.
Entonces apareciste tú aproximándote a mí entre la niebla.
Fijé la mirada en tus hermosas pupilas,
que me alejaban de las tinieblas.
Tomaste mi mano con tanta delicadeza,
que provocaste un sentimiento que acabó con mi tristeza.
*Xin Zhang es alumno de 1º de Bachillerato D del IES Fuengirola Nº 1.
70
IX CERTAMEN LITERARIO IES FUENGIROLA Nº 1
PRIMER PREMIO
MODALIDAD: RELATO CORTO
Unas misteriosas páginas en blanco
Luz Márquez*
16 enero 2006
Sé que ha pasado mucho, demasiado tiempo,
querido Miguel, desde la última vez que supiste de mí.
Recibí todas y cada una de tus cartas, ya que,
aunque marché de Burela, mi hermano me hizo llegar
toda la correspondencia.
Hoy me siento con fuerzas, dejando de un lado esa
triste melancolía que he ido arrastrando durante casi
diez años, para contarte qué pasó aquella noche; una
historia que merece ser contada.
Llovía y hacía frío, pero no ese frío que nos obliga a
quedarnos en casa o buscar abrigo, sino un gris
espiritual. El pueblo entero congelado, los árboles sin
vida; las vistas desde nuestro castillo dijeron adiós a
aquellas miradas errantes que escapaban a sus
murallas en busca de libertad.
Y es que hacía tres días que se consumió la más
antigua reliquia de Burela, la librería de Anna Bruch.
Aquel lugar donde algunos se refugiaban; donde otros,
simplemente ojeaban viejos lomos; incluso aquellos
que con tan solo mirar su fachada los transportaba a
tiempos mejores. A todos, de un modo u otro, nos
afectó aquel incendio.
17 de enero 2006
¿Por dónde iba? Ah, sí, la noche del incendio.
Ignorante de la catástrofe oí gritar al teléfono. No
pude creer lo que escuchaban mis oídos: ¿incendio?
¿Bruch? ¿Librería?
Sin coger abrigo me lancé a la calle. ¿Sabes, Miguel,
lo que pudo sentir una persona, cuyo anhelo es el arte
de leer y escribir, ver cómo se consumían por el fuego
cientos de libros ante sus ojos?
Al día siguiente tan solo quedaban escombros de lo
que un día fue mi paraíso, el único que, a mi entender,
estaba al alcance de mis manos.
Cuando aquella imagen empezaba a ser demasiado
para mí, alcancé a ver un libro en casi perfectas
condiciones y como puedes imaginar, querido Miguel,
lo rescaté de aquel infierno.
19 de enero 2006
Imagino que te preguntarás si extraño Burela. Y sí.
Añoro sus calles, su gente, percibir la mar desde mi
ventana en las frías noches de invierno. Todo lo que
tenga que ver con vosotros es digno de ser recordado.
Como iba diciendo, Miguel, aquella mañana, muy
temprano, incluso antes de asomar el sol, me senté
ante mi escritorio a ojear al superviviente.
Sin embargo, para mi sorpresa, el libro estaba en
blanco. Ninguna palabra bordada en él. Lo único
legible en aquellas páginas desnudas era: “para la
ingenua Elisa, de Simon Livert, 3 de marzo 1937”.
¿Simón? ¿Elisa? ¿Quiénes son estos dos
personajes? ¿Serían hermanos? ¿O amantes? -me
preguntaba.
Entonces, demasiadas preguntas inundaban mi
sesera y ninguna respuesta me daba aliento.
Te juro, Miguel, que nunca sentí mayor intriga que
la que me embaucó aquella alborada.
Tú y yo siempre fuimos muy distintos y quizás no
entiendas el porqué de mi deseo por saber más sobre
aquel misterioso libro.
25 de enero 2006
Los días pasan y el tiempo con ellos. Lamento no
ser puntual con la correspondencia.
Seguro que te preguntaste, al igual que yo en su
momento, qué hacía un libro en blanco en una
librería. Aquella tienda no solo vendía obras, sino que
funcionaba como una biblioteca. Cualquier tomo
abandonado que algún vecino encontrara o del que
71
quisiera deshacerse se depositaba allí.
Decidí investigar sobre aquel nombre: Simón Livert.
Tres meses estuve detrás de lo que empezó
a ser para mí como un suicida que posee arma pero no
las balas. Yo tenía un nombre, pero ¿qué es nombre
sin cuerpo que lo haga respirar?
Viajé a Viveiro, donde entonces se encontraba el
archivo histórico. Aquel lugar era literalmente un
almacén de documentos custodiado por polvo y
arañas.
Como pude imaginar, el señor Livert había muerto
algunas décadas atrás, sin embargo, pudieron
facilitarme la dirección de su nieta, Julia Livert, que
casualmente vivía a las afueras de Burela, no muy lejos
de mi casa. Aún cuestiono si fue casualidad o el
destino así lo quiso.
7 de febrero 2006
Últimamente el deseo de volver a mi adorada
Burela renace otra vez en mí.
No obstante, ahora debo hacerte llegar todas y
cada una de mis cartas para que entiendas mi partida.
La tarde en la que fui a visitar a la nieta de Simón
era una tarde especial. ¿Nunca has oído, Miguel, que
los últimos crepúsculos de noviembre son unos de los
más bellos que cualquier lienzo pudiera plasmar?
Ninguna mirada podría haberse resistido a aquel
ocaso, cuyos colores bailaban al son de las olas y la
espuma, y cuya calidez recordaba a un beso.
Cuando llegué a la casa, toqué tímidamente la
puerta y una mujer se mostró.
Aquella muchacha era alta y enclenque; de mentón
estrecho a conjunto con sus hombros. Pero a pesar de
su aspecto enfermizo, algo atraía en ella. Quizás su
larga y ceniza melena o puede que sus carnosos labios
abrasados por el invierno. Sus novatas arrugas
situadas no muy lejos de esas sensuales ojeras que
atraían las miradas más celosas de tal singular belleza.
-Buenas noches, ¿es usted Julia Livert, nieta de
Simón Livert? -dije atreviéndome al fin a articular
palabra.
-Sí, soy yo. Dígame, ¿qué desea? -dijo las voz más
dulce que jamás escuché.
-Quisiera hacerle algunas preguntas acerca de
Simón.
Entonces esos ojos de color indescriptibles
penetraron en mí.
-Oh, qué mal educada, perdone. Pase, por favor.
Lamentablemente, Miguel, no puedo describirte
cómo era el inmueble dado que estaba tan eufórica
que ya ni sentía mis trémulas piernas.
-Bueno, cuénteme. ¿Qué quiere saber sobre mi
abuelo? -proseguimos la conversación.
-Como ya sabe, hace ya casi un año nuestra
biblioteca se incendió y fueron pocos o casi ningunos
los libros que pudieron salvarse. Sin embargo, yo
encontré un libro firmado por su abuelo.
-¿Por mi abuelo? -alzó la voz extrañada.
Entonces se levantó bruscamente del sillón
exclamando: “¡Un segundo! Ahora vuelvo”.
Regresó al salón acompañada por una caja
polvorienta. Se sentó a mi lado y prosiguió a abrirla.
-Una vez -dijo -ojeé estos trastos. Sin embargo, para
mi no hay nada que recordar. Mi abuelo murió cuando
mi padre apenas tenía tres años. Pero creo que a
usted podrá servirle esto -dijo introduciendo su mano
en aquel cartón añejo y sacando una carta –.Todos
estos años esto ha estado pudriéndose de sótano en
sótano y nunca, hasta hoy, alguien se había interesado
en ello.
-Quizás deba usted leerlo, Julia -le aconsejé.
-¿Sabe qué? Se la regalo. Creo que es usted la
única persona que se ha preocupado por mi abuelo y
debe ser usted quien disfrute de sus recuerdos.
16 de febrero 2006
Me pregunto si estarás preguntándote el final de
esta historia. Atento, Miguel. Llega el momento de
descubrir quién fue el señor Livert, mi tan amado
enigma.
Llegué a casa lo más rápido que pude. Me senté
sobre mi cama y abrí aquella carta que así decía:
Querida Elisa,
Sé que esta carta le sonará a despedida. Y sí, lo es.
Esta tarde me fusilarán con el resto de mis
compañeros. Ya sabe, todo el que cavile en este país
corre ese gran peligro.
Pero no se preocupe. Ahora hablemos de usted.
Nos conocemos desde hace ya dos abriles, dos años
72
de debates acerca de todo tipo de temas.
A ninguno de los borrachos que viven en la taberna
de Pedro les hace gracia que usted, una señorita de su
clase, entre en sus dominios. Sin embargo, a mí me
encantó verla entrar por aquella puerta, ¿o no deja de
ser tenebroso un bosque cuando al fin llega la
primavera y el sol baña de luz todas y cada una de sus
sombras?
Sin embargo, Elisa, me disgusta dejar este mundo
sin haber cumplido la promesa que me hice el día en
que la conocí: hacerle ver que debe pensar por sí
misma.
De nuestras primeras pláticas saqué la conclusión de
que era usted una joven ilusionada, alegre e ingenua.
Y aún lo es, señorita. Pensaba que la guerra nunca
llegaría, que solo eran rumores y que la política, esa
humilde asesina del pueblo, nunca permitiría tal daño.
Pero como ve, se equivocaba.
Desde el primer momento supe que, debajo de esa
personalidad cándida e inocente, tenía usted alma
jacobina. Quiere cambiar lo que ante sus ojos, sin
explicación, ocurre.
¿Cuántas veces acabó llorando de impotencia tras
yo desbaratar sus flacas soluciones una y otra vez?
Sin embargo, debo confesar que uno de los días más
tristes de mi vida fue aquella mañana gris en la que
usted, Elisa, insinuó que quizás la guerra fuera algo
inevitable, necesaria para solucionar los grandes
conflictos.
Quiero, deseo, necesito hacerle saber que no son las
armas las que traen consigo la justicia y la paz. Son la
pluma y el papel los que cambian el entender de las
personas. Pueden ser cientos las personas que mueran
batallando pero nunca morirá la idea de paz y de
justicia.
Esos son los conceptos que se plasman en los libros,
los que luchan contra el tiempo y perduran en
nosotros.
Cada obra, una historia, una idea que trasmitir, que
puede o no ser la correcta, pero al menos podemos
elegir qué libro leer.
Por eso le regalo, Elisa, este cuaderno en blanco
para que, cuando el peso de los años encorve su
espalda, escriba todo lo que entonces entenderá de la
vida.
Crea que la única manera de corregir un desastre no
es arrancar las páginas y empezar de nuevo, sino
pasar la hoja y escribir recordando que lo pasado no
será mejor que lo futuro.
Quizás una obra pueda ser destruida pero será difícil
derribar también a las personas que decidieron que
esas hojas formarían parte de su vida.
Querida Elisa, escriba, viva y haga sus sentimientos
inmortales.
3 de marzo, 1937
16 de Febrero 2006
A pesar de todo lo que aquella carta me desveló,
ese vacío que vivía en mí desde la noche del incendio
no consiguió curarse. Estuve días hablando sin decir,
estando sin estar, caminando sin rumbo. No conseguía
pensar en nada que no fuera en el porqué aquella
increíble nota nunca llegó a manos de Elisa.
20 de Febrero 2006
Miguel, ¿qué te ha parecido esta historia? ¿Crees
que ya no queda nada por contar?
Una semana después decidí dar un paseo por el
Perdouro. Aquel día la mar estaba en calma, tanto que
se me antojaba dormida. Eran las seis y media de la
tarde aproximadamente cuando el sol empezó a huir
hacia el horizonte. Aquella estampa de colores que se
reflejaban en el agua embaucó mis pupilas, ¿cómo dos
colores tan distintos como el añil y el carmesí podían
entonar tan preciosa canción, tal shakesperiana
escena?
Entonces quise que esa imagen tan perfecta ante
mis ojos durara eternamente. Y fue en ese preciso
instante, Miguel, cuando descubrí quiénes eran Simón
y Elisa, y cuál era mi papel en aquella obra.
Hace ya diez años que ando escribiendo, vagando
por todo el mundo e impregnándome de culturas y
paisajes para poder algún día llevar a cabo su deseo y
bordar con palabras aquellas nevadas páginas.
Sé que estarás preguntándote '¿merece la pena
estar lejos de tu hogar por complacer a alguien que ni
siquiera conocías?'
Y yo te contesto que no fui yo quién ayudó al
difunto, fue él quién me salvó a mí y me hizo darme
73
cuenta que merece la pena hacer lo que te apasiona,
en mi caso escribir, para que así, cuando ni tú ni yo
podamos fundirnos con otro atardecer, alguien decida
convertirme en parte de su vida leyendo mis obras.
Siempre me pregunto cómo lo que, en un
principio, supuso para mí una catástrofe como el
incendio de la librería Anna Burch acabó
convirtiéndose en el impulso que me metió de lleno
en el arte de componer, investigar y hacer de algo mi
gran virtud.
Ahora llueve y en cada lágrima que cae veo a
Burela y te veo a ti, Miguel. Sé que pronto volveré y
cuando regrese tú y mi ciudad os sentiréis orgullosos
de mí.
*Luz Márquez es alumna de 2º de Bachillerato B del IES
Fuengirola Nº 1
Mehmet Mangtay
74
IV CONCURSO DE FOTOGRAFÍA IES FUENGIROLA
Nº 1:
“SILENCIO, SE LEE”
1er Premio - Ariana Sol Catharino - 2º ESO D
2º Premio - Maryana Bestsko - 1º Bachillerato C
3er Premio - Paula Cruz - 2º Bachillerato C
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