“Hay que dormir. Cuando soñamos, hacemos que el sol salga de nuevo, y que las cosas vuelvan a su lugar”
M., 5 años.
“Un niño pequeño me preguntó un día que si, cuando uno cuenta su “sueño de
la noche”, eso “hace algo sobre el rostro” de aquel al que se lo cuenta
Pierre Fédidai
¿Funciones del sueño? Alejandro Moreno Martinez1
El presente texto constituye la satisfacción substitutiva de un sueño, aquél de
volver a las apasionantes pláticas de estudiante, con compañeros y profesores. Saludo
la cortesía de Sui Generis con un escrito un tanto platicado, que pretende dejar la
estructura un tanto aburrida de la exposición académica, y se va con la prisa de la
redacción. Su expectativa: que sea pretexto de otras lecturas.
Debo a la lectura de un texto de François Villaii la relectura del de Ferenczi
intitulado Reflexiones sobre el traumatismo. La función traumatolítica del sueño
puesta en primer plano por Ferenczi posibilita un movimiento de la clínica de la
neurosis hacia nuevos derroterosiii. En su conjunto, la clínica psicoanalítica pasó
históricamente de la consideración del fantasear como agente patógeno en la neurosis
a la constatación, cada vez más grave, de que la fantasía funge como agente protector.
Dicha consideración ha sido hecha a la luz del registro que podríamos llamar limítrofe,
en el sentido que le diera André Green, aquello en los límites de lo analizableiv: El
1 Director, Departamento Académico de Psicología, Universidad de Monterrey Director, Centro de Tratamiento e Investigación de la Ansiedad, Universidad de Monterrey. [email protected]
registro psicosomático, las organizaciones perversas, las soluciones adictivas, sin
olvidar las personalidades “como sí”, falso self, etcétera, que formarán el inmenso
catálogo de lo que se da en llamar, en pasillo, el paciente difícil.
Cierto, es común referir el fantasear como productor de sintomatología en la
neurosis. Sorprendentemente, el sueño rara vez es invocado, y no por falta de
ejemplos, si se considera el despliegue de algunas sintomatologías freudianas. Por
mencionar los más evidentes, evoquemos el episodio de la serpiente en el lecho del
padre enfermo de Anna Ov., verdadera pesadilla o parálisis del sueño; El sueño de los
lobos, replicando la escena de la vigilia, en la recámara del durmientevi; El
pensamiento intruso de Schreber, entre la vigilia y el sueñovii; El sueño de angustia
(Angsttraum) de Hanselviii, “mamá no está para hacer cariños”.
En la remarcable y polémica conferencia de Confusión de lengua entre el adulto y el
niñoix, Ferenczi recordará haber declarado la operación, en plena celebración del
septuagésimo quinto aniversario de Freud, de una regresión en la técnica y en la teoría
del psicoanálisis. Regresar a los comienzos, “entre trauma y catarsis, como si hubiera
que pasar por ahí, para ver donde se encuentra el error” sintetizará Jacques Andréx. La
rehabilitación del traumatismo operada por Ferenzci tendrá el valor de nuevo
fundamento para el psicoanálisis, tal es el valor de resignificación que le reconocerá
Jean Laplanche, en su teoría de la seducción generalizada.xi
Dicha regresión en la técnica llevará a Ferenczi a apreciar en el sueño una función de
tratamiento de micro-‐traumatismos cotidianos, revalorando el lugar de los Tagesreste,
o restos del día, en la función y la formación del sueño. Consignemos al pasar el
interés que porta el considerar, a la luz de dicha consideración clínica, la teoría
psicofisiológica de la función del sueño emitida por el célebre Michel Jouvet, a quien se
debe la conceptualización de la llamada fase paradójica del sueño. Para Jouvet, el
sueño tendrá la función de reafirmar la programación filogenética en el ser vivo, a
través del olvido de la experiencia cotidiana.xii
En la consideración del isomorfismo del dispositivo analítico con el modelo del
sueño, consignado en la Interpretación del sueño,xiiies posible asignar un lugar
concreto al psicoanalista en sesión. No podría su lugar ser otro que la de un resto del
día para el analizante. Este posicionamiento es clave, Shibbolet incluso, para el
ejercicio del psicoanálisis. Su relevancia es aún tanto mayor en los casos en los que la
potencialidad del fantasear es puesta en corto-‐circuito en el dispositivo. Si
consideramos la figura clínica de la Neurosis Traumática, PTSD para los
contemporáneos, valoraremos la posición de resto diurno que es el analista, cuya
permanencia psíquica permitirá la aparición de la realización onírica de deseo, del
juego, de la fantasía, de la simbolización. Principio del placer que libera de lo real que
no cesa de repetirse de la misma forma, para que pueda repetirse de manera
diferente.
Frente a la simpleza aparente que los recién llegados encuentran en Winnicott,
y a lo cuestionable de ciertos procederes técnicos, rescataremos aquí la loca
metapsicología de nombrar medio ambiente al analista, llegado el momento de la
regresión a la dependencia. En la clínica de lo limítrofe, ¿se volverá el analista un resto
diurno que percibe, por trasposición en imágenes, el sueño que el otro no logra
construir?
Desde construcciones en el análisisxiv, Freud llamará la atención del carácter
cuasi-‐alucinatorio, de inscripción perceptiva, de los elementos ausentes en la memoria
del analizante, comunicados por el analista en sesión. Todo ocurre ahí como si el
psiquismo se debiera de inscribir por vez primera. Otra manera de apreciar, por
comparación simple, hasta qué punto la psicosis es un tratamiento autocrático cuyo
objetivo apunta a un segundo intento de inscripción perceptiva de la memoria que
nunca tuvo lugar. La metáfora freudiana de una arqueología de lo que potencialmente
será un pasado es no sólo bella sino válida, a condición de no presuponer una facilidad
en el hallazgo de lo faltante: Si el templo que estudiamos es un períptero dodecástilo,
su columna faltante no nos hará siempre ver once en pie, sino a menudo un perfecto
decástilo. Es preciso recordar, una y otra vez, las enigmáticas fuerzas de la síntesis
yoica.
La insistencia de la sexualidad en el sueño, razonable por su pertinencia,
necesaria debido a la resistencia cultural, opaca entonces el referente a la figura del
trauma psíquico. Lejos de ser el único aspecto del sueño oculto por la realización del
deseo en el sueño que funciona, las fallas del funcionamiento onírico ponen a nuestra
disposición vías de trabajo importantes de la clínica. Evocaremos a continuación la
muerte.
El sueño, a la par de la función de realización de deseo, y la función
traumatolítica, obedece a la función del duelo: es como si el sujeto debiera investir,
punto por punto, las huellas mnémicas del objeto perdido, como para separarse de él: “Se
ejecuta pieza por pieza con un gran gasto de tiempo y de energía de investidura, y
entretanto la existencia del objeto perdido continúa en lo psíquico”.xvLa clínica del duelo
exige del analista su supervivencia pese al uso en extremo ambivalente y las fantasías
de aniquilación de las que será objeto. El vencimiento del insomnio melancólico
permitirá la cadaverización del objeto encriptado y la metabolización de un objeto
psíquico capaz de dar vida en el sueño al ausente, cuya presencia tomará la distancia
necesaria para poder ser tratado por la sexualidad.
El sueño es escritura, y la escritura sueño. En aras de evocar al ausente,
referiremos al recientemente desaparecido J.-‐B. Pontalis, antídoto contra las
conclusiones, ferviente defensor del inacabamiento. Pontalis lleva el triunfo de no
haber vuelto analista a Georges Perec, de quien fuera su segundo analista –el primero
Michel De M’Uzan -‐ sino haberse vuelto él mismo escritor, productor de una literatura
que deja la precisión del Vocabulario escrito junto a Laplanche, para adentrarse, cada
vez más, en el trabajo de la lengua común y de la reflexión libre, sostenida por la
clínica, su erudición analítica, y su cultura.
En el magnífico ejercicio autobiográfico – y analítico -‐ traducido como El que
duerme despierto,xvi Pontalis describirá su visión del sueño de Constantino y, a partir
de ese cuadro, todo el fresco de la Leyenda de la Verdadera Cruz realizado por Piero
della Francesca en San Francesco d’Arezzo.
Refiriendo al excelente texto de Pierre Fédida –otro ausente presente -‐ El sitio
del extranjeroxvii, la mirada de Pontalis prefiere, al emperador que duerme, la
presencia frontal y franca del que vela:
“Me ha ocurrido encontrar en el
conjunto de la escena representada
por Piero una lejana analogía con
lo que Pierre Fédida ha llamado el
Sitio del análisis: el hombre
recostado, ocupado todo en su
visión; el hombre sentado cerca de
él, que vela y cuyos pensamientos,
imágenes que le vienen son tal vez
en resonancia con lo que aparece
ante el durmiente; los dos guardias,
en fin, que impiden toda intrusión
del mundo exterior en lo que es, a
la vez, un espacio tan íntimo como
extraño. Todas las escenas del
fresco de Arezzo se sitúan en ese
espacio. Tengo, más que la
impresión, la certeza de que se
organizan alrededor del sueño de
Constantino. Las miradas fijas, los
árboles, la reina de Saba y su
séquito, las columnas, la
arquitectura misma son
emanaciones de ese sueño”.
A Pontalis, esos pequeños textos le gustaban como los sueños. No acaban, tan sólo marcan un punto, y se dejan recordar.
i Fédida, P., Crise et contre-‐transfert, Paris, PUF, 1992 ii Villa, F., 19XX, Les étrangers du jour dans l’intimité de la nuit, en L’Intime et l’étranger. Nouvelle Revue de Psychanalyse, No 40. Paris, Gallimard, 1989 iii Ferenczi, S., 19XX, reflexiones sobre el traumatismo, en Obras Completas, Psicoanálisis Tomo IV. Ed. Espasa-‐Calpe, Madrid: 1984 iv Green, A. La Folie Privée. Psychanalyse des cas-‐limites. Paris: Gallimard, 1990. v Breuer, J., Freud, S. (1895) Estudios sobre la Histeria, en Obras Completas, Vol. I. Buenos Aires: Amorrortu, 2003. vi Freud, S. (1918). De la historia de una neurosis infantil, en Obras Completas, Vol. VIII. Buenos Aires: Amorrortu, 2003. vii Freud, S. (1911). Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (Dementia paranoides) descrito autobiográficamente, en Obras Completas, Vol. VIII. Buenos Aires: Amorrortu, 2003. viii Freud, S. (1909) Análisis de la fobia de un niño de cinco años, en Obras Completas, Vol. X. Buenos Aires: Editorial Amorrortu, 2003. ix Ferenczi, S. (1933). Confusión de lenguas entre el adulto y el niño, en Obras Completas, Psicoanálisis Tomo IV, Madrid: Ed. Espasa-‐Calpe, 1984 x André, J. L’unique objet, en Les états limites. Paris: Presses Universitaires de France, 1999. xi Laplanche, J. Nouveaux fondements pour la psychanalyse. La séduction originaire. Paris: Presses Universitaires de France, 1994 xii Jouvet, M. Le sommeil et le rêve. Paris: Odile Jacob, 1992 xiii Freud, S. (1900) La interpretación del sueño, en Obras Completas, Vols. IV y V. Buenos Aires: Editorial Amorrortu, 2003 xiv Freud, S. (1937) Construcciones en el análisis, en Obras Completas, Vols. IV y V. Buenos Aires: Editorial Amorrortu, 2003
xv Freud, S. (1914). Duelo y Melancolía, en Obras Completas, Vol. XIV. Buenos Aires: Editorial Amorrortu, 2003 xvi Pontalis, J.-‐B., Le dormeur éveillé, Paris, Mercure de France, 2004 xvii Fédida, Pierre, Le site de l’étranger, Paris, PUF, 1995
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